Editorial

Este mes de julio vuelve a ver la luz la versión impresa del Boletín FAHHO; a la par, la forma digital seguirá reuniendo las noticias más sobresalientes de nuestras labores en la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, y estará disponible para nuestros amigos y lectores que se encuentran en diferentes puntos de la República Mexicana y el mundo, a quienes agradecemos que nos busquen cada inicio de mes.

Queremos contarles que, en la capital de México, la apertura del Museo Diablos a un costado del Estadio de Beisbol Alfredo Harp Helú, luego de dos meses, sigue siendo una novedad. Por ello, Jorge Contreras y Agustín Castillo nos comparten dos reseñas sobre las salas de exhibición de este nuevo espacio. Jorge, nos describe los motivos que mueven cada una de las exposiciones y nos habla de las obras de Francisco Toledo y de los maestros artesanos Adán Paredes y Víctor Mendoza. Por otro lado, Agustín Castillo, director del museo, acude a tres frases de la jerga beisbolística para describir el desarrollo del museo en estos dos meses de jugadas fantásticas.

Más adelante, Cristina Kahlo hace un viaje al pasado y reseña el camino que debió haber seguido el artista canadiense Alan Glass con sus cajas de arte objeto y arte postal que hoy en día se encuentran en exhibición en el Museo de la Filatelia de Oaxaca, “Estampillas para viajar”. Te invitamos a visitar este espacio que, como todas las sedes de la Fundación, vuelven poco a poco, y con todas las medidas de seguridad, a las actividades presenciales.

Alejandro de Ávila prosigue con la serie de artículos sobre Arte plumaria. En esta ocasión nos habla de un lienzo elaborado con seda criolla teñida con zacatlaxcale, una planta parasitaria.

Por otro lado, desde la Casa de la Ciudad nos narran una parte del ciclo de conferencias “Ciudad, Arqueología y Comunidad” que se llevó a cabo en coordinación con la UNAM y el Programa de Estudios sobre la Ciudad. También compartimos la reflexión de Kenya Alvarado, una animadora a la lectura que después de dos años vuelve a ver a los pequeños usuarios de las bebetecas: al igual que ellos, su cariño y gusto por los libros también crecieron. En el Taller de Restauración hacen un ejercicio de evocación y nos invitan a mirar al pasado desde las construcciones que tenemos en el presente; en su publicación Memorias de restauración nos hablan de las casas de visitas, no te pierdas esta colaboración. A continuación, Ángela Cruz nos invita a seguir leyendo y nos da una probadita de cuatro libros que hablan sobre la música, y desde Andares del Arte Popular nos escribe una tejedora que recuerda a su madre y a su abuela: las mujeres de palma.

Cathy Fourez, profesora e investigadora de la Universidad de Lille, Francia, visita la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío en las instalaciones de Adabi de México y reflexiona sobre la construcción de la colección de libros a manera de una detective, tal como los personajes de los libros que más llaman su atención de este recinto. Desde el MIO, Diana Pascual nos habla sobre los árboles notables que viven en la Antigua Estación del Ferrocarril y nos invita a estar atentos a una nueva publicación en su página web: ¡Vámonos por las ramas!

Fabián López, de Adabi Oaxaca, reflexiona sobre la manera de acercarse e interpretar los archivos históricos con que cuentan las comunidades: los relatos que podamos construir alrededor de ellos son meras interpretaciones, pero deben hacerse con “cautela y habilidad detectivesca”. En los deportes, Gerardo Salazar se despide del #37, la franela de Erick Rodríguez de los Guerreros de Oaxaca, y Agustín Castillo da un emotivo adiós al Terrible capitán Iván Terrazas de los Diablos Rojos del México.

Y seguimos develando las joyas que habitan la Biblioteca Burgoa, en esta ocasión, Elena Sánchez nos habla de tres ejemplares, descubre de cuáles se trata.

Como se ve, la tarea de la FAHHO continúa, y el equipo que conforma esta gran familia trabaja todos los días para mostrar las revelaciones y el resultado de todos los esfuerzos.


Formas de comprender

La aceptación.
Francisco Toledo .
1996.

El nuevo museo en el Estadio Alfredo Harp Helú comprende varias salas dedicadas a la historia y al presente del equipo más ganador del país, los Diablos Rojos del México, y dos salas de exposiciones temporales.

En la Sala temporal B se presenta la exposición “Francisco Toledo, sobre beisbol”. En ella, es posible confirmar que cualquier tema que el maestro abordaba y cualquier material que usaba lo convertía en arte: una hoja de papel, un lienzo, metal, vidrio, madera, arcilla; todo lo transformaba en dibujo, pintura, escultura, grabado, fotografía, siempre en formas nuevas cuya única constante era una manera poética de estar en el mundo.

Al abordar el beisbol, el maestro entendió que no solamente se trata de un juego en un diamante verde, hermoso y mágico, sino que puede funcionar como una metáfora para comprender la experiencia cotidiana, con los desafíos, las alegrías y tristezas, los triunfos y la humildad de cada día, y de cada vida. El maestro sabía que el beisbol reúne a las personas y construye comunidad, pues el propósito de ganar un juego depende del esfuerzo individual, pero es compartido por la afición, y solamente ocurre con la colaboración entre los jugadores del equipo. Por ello, cuando Toledo se ocupó de este tema, además de las características extraordinarias de sus obras, sumó empatía y afecto a cada pieza que se encuentra en la exposición.

En esta sala del museo encontramos un bateador en el momento de esperar el lanzamiento, otros a punto de golpear la pelota, otro bateador de mica empezando a correr, un cácher listo para recibir una pelota lanzada que gira inesperadamente y regresa para dar varias vueltas; grabados con escenas completas de un juego que puede ser real, o el mejor juego imaginado por los aficionados de los Diablos Rojos del México.

En esta exposición, también están papalotes que son campos de pelota en el aire; las maquetas que el maestro hizo para la reja que rodea al Estadio Alfredo Harp Helú, que es también una escultura enorme, que puede convertir todo lo que ocurre dentro en una experiencia estética.

Desde luego, el maestro Toledo también dibujó calaveras que juegan las distintas posiciones en el campo; porque en la experiencia humana después de la vida, también es posible continuar jugando beisbol.

En la otra sala temporal se encuentra la exposición “El mejor campo de pelota para vivir” que está basada en una idea del libro de memorias de don Alfredo Harp Helú, Vivir y morir jugando Beisbol. Esa muestra inicia con una cita: “Sucedió hace aproximadamente 13000 millones de años, en el centro del diamante hubo una gran explosión, millones de partículas se dispersaron en todas direcciones, formaron más de 100000 millones de galaxias que contienen billones de estrellas y planetas…”.

Aquí se hace referencia a que el mundo, cada país y cada ciudad también son parques de pelota, y la experiencia que compartimos con otras personas puede compararse con un juego de beisbol en el que encontramos alegría, triunfo o derrota, voluntad, paciencia, riesgos, estrategia, esfuerzo y sacrificio, competencia, integridad, empatía y todas las emociones que nos hacen humanos. El juego de beisbol es la vida.

El juego de beisbol es la vida. Por ello, en esta sala se presentan obras de dos artistas de Oaxaca que también abordaron el beisbol como una manera de comprender. Adán Paredes presenta pelotas suspendidas que son estrellas que forman una galaxia, cuyas sombras son mundos conocidos, sobre bats atados que son historias y experiencias. Y Víctor Vásquez presenta esculturas de beisbolistas en juego que se forman con barro rojo gracias al fuego.

En las dos salas temporales del Museo de los Diablos Rojos del México está implícito que el arte y el beisbol pueden ser formas de comprender el mundo. Y con ello se sugiere que el sentido de cada experiencia puede coincidir con el propósito de la vida de cada persona; es decir, no es suficiente estar en el mundo para acceder a una experiencia estética, sino que es necesario construir una coherencia entre la manera en que uno desea vivir y la forma en que se vive en comunidad.

Por ello, es un acierto que el Estadio Alfredo Harp Helú cuente con un museo con espacio para arte, no solamente porque brinda a los aficionados al beisbol la posibilidad de conocer el trabajo de diferentes artistas, y porque ofrece a los artistas la forma de comprender implícita en el beisbol; sino porque reúne de manera muy sencilla y amable esas dos formas de metáfora, que coinciden en un nivel profundo: solamente se gana el juego si cada jugador logra superarse a sí mismo, solamente se logra una buena obra si cada artista se arriesga a desaparecer para reinventarse a sí mismo; y solamente se obtiene el triunfo y una experiencia estética, si sucede algo que en arte llaman “accidente afortunado”, porque está fuera del control del artista, y en el juego fuera del control del jugador o del entrenador; y en la vida fuera del control de cada persona, pero ocurre.


Dos meses de jugadas fantásticas

Como una recta meteórica de cien millas por hora al inicio de un juego, así han sido los primeros dos meses de vida del Museo Diablos donde el corazón del Diamante de Fuego nos ha regalado momentos brillantes, siempre en sincronía con las vibrantes acciones que los jugadores plasman día a día en el terreno que pisan.

El home run. El batazo rey del beisbol es normalmente esperado por aquellos que por su fuerza, técnica y presencia se hacen llamar los “bombarderos” o “cañoneros de largo alcance”. Para el Museo Diablos, no cabe duda de que ese bateador especial es el maestro Francisco Toledo. Quienes entran a la sala titulada “Sobre beisbol” saben que los trazos del artista, su imaginación, inquietud y sentimiento los obligará a detenerse en algún momento para aplaudir lo que los ojos ven y el alma siente. Al salir de la sala, o como diríamos en el beisbol, “al final de la vuelta triunfal al cuadro”, los visitantes saben que lo que admiraron fue una experiencia única, un rompecabezas que se armó exclusivamente para la apertura de este recinto y que nadie sabe cuándo y dónde volverá a juntarse.

La carrera de la quiniela. Es el término que se usa cuando algún equipo abre la pizarra o anota la primera carrera del juego. Es una gran alegría que nuestro mánager y líder de la creación del Museo, Santiago Harp Grañén, como buen piloto, anticipó que ubicar la sala de proyección al inicio del recorrido representaría tomar la ventaja en el juego y, de esta forma, los visitantes adoptarían la personalidad de aficionados de hueso colorado al final del cortometraje. Este video explica las raíces de los Diablos Rojos, el espíritu combativo de los elegidos para defender la franela roja en el campo, la capacidad de levantarse ante la adversidad y, sobre todo, la complicidad sensorial que existe entre los que apoyan desde su tribuna o a la distancia. Santiago siempre supo que con ese video anotaríamos la primera carrera y tuvo razón, en los Diablos Rojos todos jugamos.

El último out. Cada visita tiene un final diferente, lo mismo que en el beisbol: ningún encuentro es igual a otro y es muy difícil explicar los distintos sabores que nos provocan los rostros de felicidad, las lágrimas, los comentarios y las aportaciones que recibimos cuando tomamos el túnel que nos lleva al gran final del camino. Todos tienen algo que decir, una foto que mostrar o un dato para compartir. Cada uno elige su sitio favorito del Museo: el Cadillac, el trono, la cascada, los trofeos o cualquier otro rincón listo para su deleite. Cuando los visitantes se van cae el out 27, el final de una experiencia; mientras que para nosotros comienza la preparación de los siguientes juegos, todos igual de importantes porque el Museo Diablos apenas cumple dos meses, pero nosotros seguimos buscando la fórmula para lograr lo que los aficionados no han podido vivir en 82 años de historia: el Juego Perfecto.


Exposición “Estampillas para viajar”

He reconstruido todo,
he vuelto a hacer el mundo.

Saint Pol-Roux

Cuenta Alan Glass que fue en la casa de su amiga, la artista Aube Breton Elléouët, hija de André Breton, donde pudo admirar por primera vez el objeto singular, bello y sorpresivo que cautivó su curiosa mirada y su interés por México. Dicha figura habría viajado desde este país hacia Francia, posiblemente como un regalo del poeta Benjamín Perét a la familia Breton. ¡Qué maravilla!, habrá sido, seguramente, la expresión entusiasta de Alan mientras observaba con detenimiento aquella calavera de azúcar.

Así fue como Alan Glass –movido por la curiosidad sobre un país donde para espantar a la muerte se juega con ella, se le festeja con música y se le representa en dulces de alfeñique y coloridas calaveras elaboradas con azúcar– empacó una maleta y viajó a México por primera vez. Era 1961.

Durante esta primera y breve visita, Glass compró y coleccionó lo que él mismo llamó “tesoros de México”: objetos de arte popular, judas maravillosos, pan de día de muertos y, desde luego, las calaveras de azúcar responsables de su viaje. Meses después regresó a Francia llevando consigo aquellos tesoros que vendió luego a un coleccionista para financiar su viaje definitivo de regreso a México, país que había conquistado su mirada y corazón.

El que una calavera de azúcar pudiera suscitar un viaje transatlántico es solo una muestra de los alcances de la pasión del artista por los objetos y su creación.

“Toda mi vida he tenido una relación con los objetos”, mencionó Alan durante una entrevista cuando le fue otorgada la Medalla Bellas Artes, en 2017, “siempre estoy en búsqueda. Todo el tiempo estoy pendiente, esperando, es una asociación: hay algo misterioso, el azar”, concluye.

El artista de origen canadiense es conocido principalmente por sus cajas de arte-objeto en las que coloca esos azarosos hallazgos de los mercados de pulgas y de las tiendas de antigüedades que visita en su búsqueda constante. Alan Glass es un observador de la poética en lo cotidiano, todo objeto es coleccionable y susceptible de traducirse en un tesoro dentro de su narrativa visual.

Las estampillas postales no han sido una excepción entre los objetos de admiración e inspiración para Alan. Aquellas que llegaron pegadas en un sobre conteniendo cartas, continúan en su mayoría tal cual, carta y sobre, resguardando las historias de las amistades que Alan ha cultivado a lo largo de su vida.

En la presente exposición, las estampillas que se exhiben también tienen su historia. Alan recuerda que muchas de ellas fueron adquiridas en un local de la calle Morelia, en la Ciudad de México, que solía visitar con cierta frecuencia. El dueño del diminuto establecimiento era un viejecito apasionado por la filatelia y exhibía en su mostrador estampillas de diversos países del mundo. Entre pláticas, le mostraba a Alan extraordinarios ejemplares filatélicos poco comunes por sus formas y tamaños distintos.

De la misma forma en que Alan Glass se apropia de los objetos dándoles un nuevo significado simbólico y estético en la construcción de sus cajas, las estampillas fueron transformadas mediante finísimas y meticulosas intervenciones con acuarela, algunas veces con dibujos diminutos surgidos de la imaginación del artista que nos recuerdan el automatismo psíquico que André Breton reconoció en los dibujos realizados con bolígrafo y que Alan mostró al que consideró el padre del surrealismo cuando lo conoció en París.

En otras ocasiones, la imagen original de la estampilla es bloqueada selectiva y parcialmente creando nuevas lecturas visuales. Mediante este proceso creativo, Alan da un nuevo significado a estos pequeños objetos que utiliza como lienzo.

En algunas de las piezas se alcanza a distinguir vagamente el rastro del matasellos de alguna oficina postal, evidencia inequívoca del viaje de la estampilla. Debajo del dibujo de Glass queda guardado, como un secreto, el misterio de toda información original que suele contener un timbre postal.

En su mayoría, la serie de estampillas intervenidas con acuarela por Alan Glass se realizó a mediados de los años sesenta del siglo pasado y algunos ejemplares fueron exhibidos por primera vez en 1967 en la Galería de Antonio Souza, en la Ciudad de México.

En 2014, Alan participó en la exposición colectiva “Cajas de Palabras” convocada por el Museo de la Filatelia de Oaxaca. La creación de un buzón en la línea de sus cajasobjeto a la que tituló “La poste au Mexique”, con la que participó entonces, se presenta nuevamente acompañando sus estampillas en su regreso a Oaxaca y a las salas del Mufi.

Pero las estampillas en la presente exhibición no tienen por objetivo viajar en un sobre y con un destinatario.

Alan Glass todo lo transforma, lo integra a su propia visión del mundo. “Estampillas para viajar” contiene en sí misma un viaje dentro del universo desbordante de la fantasía creativa de uno de los últimos artistas surrealistas. Son estampillas de ninguna parte, de ningún país, pertenecen a un mundo mucho más extenso, aquel que no conoce fronteras: la imaginación.


Un lienzo amarillo como cierta cabellera

En dos números previos del Boletín relatamos cómo empezó nuestro trabajo con Noé Pinzón Palafox, tejedor joven y talentoso, originario de la comunidad ikoots de San Mateo del Mar, con quien hemos recreado diversas técnicas que se habían olvidado en Oaxaca y en otras regiones de México. El proyecto sigue en marcha gracias al apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, mediante el Museo Textil, alimentado por la investigación pionera de Hector Meneses en torno a un fragmento de huipil, hecho alrededor del año 1700, que nos donó generosamente el maestro Francisco Toledo al momento de fundarse el Museo. En el boletín de marzo ilustramos nuestro primer tejido emplumado, el “Paño para recibir a una criatura al nacer”; en mayo describimos una pieza más grande terminada en 2016, la tilma “Plumaje y lenguaje”. En este número y los siguientes queremos mostrar otras piezas que hemos creado dentro del mismo proyecto.

Noé terminó de tejer el tercer ejemplar de plumaria, al que nos referiremos ahora, en enero de 2017, después de cuatro meses de trabajo. La urdimbre y la mayor parte de la trama de este lienzo son de seda criolla que fue criada, hilada y teñida con zacatlaxcale por Moisés Martínez Velasco y su familia en San Pedro Cajonos. El tinte proviene de una planta parásita sin clorofila que asemeja fideos amarillos que se extienden sobre las ramas de arbustos y árboles, y que puede llegar a matarlos.1A diferencia de los rojos, azules y morados, donde unas pocas especies vegetales y animales han sido, desde épocas remotas, los colorantes preferidos en grandes regiones del mundo, los amarillos se obtienen de una gran variedad de plantas, de las cuales ninguna ha sobresalido, ni en la historia ni el comercio, a diferencia de la grana, el añil y el caracol púrpura. Los tintes naturales amarillos corresponden a dos grandes grupos químicos: los carotenoides y los flavonoides.

Los carotenoides están presentes en las plantas terrestres y también en diversas algas, bacterias y hongos. Su estructura se basa en 40 átomos de carbono ordenados para formar cadenas. Su color varía de amarillo pálido a anaranjado y rojo; el jitomate y las zanahorias deben su atractivo visual a los carotenoides que contienen. De hecho, el término “carotenoide” deriva del latín carota ‘zanahoria’.2 Estos compuestos no se disuelven en agua, a diferencia de los flavonoides. Juegan un papel fundamental en los organismos fotosintéticos como las plantas, pues participan en el proceso de transferencia de energía de la luz solar a los enlaces químicos, y protegen al centro de reacción contra la auto-oxidación. Los animales no somos capaces de sintetizarlos y debemos ingerirlos para sobrevivir, ya que los carotenoides son precursores de la vitamina A, que requerimos para diversos procesos fisiológicos, como la visión, la defensa inmunológica y la reproducción. El azafrán, flor de la familia del lirio, produce un carotenoide que da color a la paella y que los antiguos griegos aprovechaban como tinte textil.3 Fray Bernardino de Sahagún documentó que los mexicas usaban el zacatlaxcalli,4 fuente de otro carotenoide, y describió cómo se combinaban tintes amarillos y azules para lograr los verdes. En otras partes del mundo se seguía el mismo procedimiento, pues hay pocos tintes naturales que dan un color verde de manera directa.

Volvamos a nuestro lienzo: junto con la seda, introdujimos en la trama hilo de algodón torcido con plumón de ganso, que le da un aspecto afelpado a los cuadros de colores que adornan el tejido, como podemos apreciar en la fotografía. Román Gutiérrez Ruiz tiñó la pluma y torció este hilo en Teotitlán del Valle, usando grana para el rojo, añil para el azul y, nuevamente, zacatlaxcale para el amarillo. Al combinar estos tres tintes básicos, Román logró una paleta sumamente variada de verdes, rosas, anaranjados y violetas, entre otros. La intención inicial de las madejitas multicolores, cuidadosamente codificadas y rotuladas, era servir como muestrario, para que Noé y yo eligiéramos las tonalidades de nuestra preferencia. Al final teníamos una selección tan variada y tan hermosa que decidimos emplear todos los hilos en un solo lienzo, para lucir cuán bien se presta el plumón de ganso para impregnarse con los buenos tintes de Oaxaca.

La fragilidad y el tamaño reducido de los filamentos de pluma hace que los hilos teñidos sean vulnerables a la abrasión. Por esa razón los empleamos como tramas suplementarias, siguiendo la misma secuencia que la trama de base al insertarlas entre los hilos de la urdimbre. Optamos por un diseño de cuadros que cubrieran por completo el fondo amarillo y que nos permitieran conjuntar los distintos tonos en combinaciones múltiples. Acto seguido, decidimos hacer eco a esos cuadros al tejer la tela de fondo. Para ello elegimos el ligamento de trama envolvente, ampliamente documentado en el registro arqueológico de esta zona del planeta, desde el cenote sagrado de Chichén Itzá hasta una cueva en Durango y algunos fragmentos encontrados en Arizona. En el norte de Oaxaca, los huipiles zapotecos de Choapan y los ceñidores mazatecos de Ayautla eran adornados con figuras labradas en esta técnica, que se perdió a mediados del siglo pasado. Irmgard Weitlaner Johnson, admirable investigadora de los textiles mexicanos, estudió los fragmentos arqueológicos y los ejemplos más recientes, publicando fotografías y diagramas.5 Fue a partir de su análisis que yo pude entender la estructura de esos tejidos, para recrearla durante mi doctorado y enseñársela a Noé años después.

El ritmo de los cuadros emplumados multicolores se repite con sutileza en los cuadros reticulares de la tela amarilla. Cuadros, cuadritos y cuadrotes. Justo comenzábamos a imaginar este lienzo cuando se acercaban las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos. Se abría la posibilidad de que el personaje con la cabellera teñida de amarillo ganara la contienda. Un mal augurio para México, pensamos. Decidimos entonces usar seda de ese color y llamar a esta pieza “La vida de cuadritos”, sin olvidar que el zacatlaxcale es un parásito funesto entre las plantas, como el racismo en la mentalidad colectiva.

Ahora que se avecina un probable resurgimiento del neofascismo estadounidense en las elecciones legislativas de fines del presente año, y en la carrera por la presidencia en 2024, el mensaje de nuestra geometría caroténica parece recuperar vigencia…

1 En la botánica linneana, las numerosas especies (100 a 200) del zacatlaxcale y sus parientes corresponden al género Cuscuta en la familia de las convolvuláceas. Crecen en regiones tropicales y templadas de todo el mundo.
2 Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra “zanahoria” proviene de safunnárya en árabe medieval (tal como se hablaba en España), y esta forma, a su vez, del griego staphylínē agría ‘zanahoria silvestre’.

3 Crocus sativus, familia de las iridáceas.
4 Aquí la etimología es ‘zacate-tortilla’, es decir, ‘tortilla de zacate’ porque la planta se prensaba en forma de tortas que se vendían en el mercado para preparar el tinte.

5 Johnson, I.W. 1976. Weft-wrap openwork techniques in archaeological and contemporary textiles
of Mexico. The Textile Museum Journal, IV (3): 63-72. Washington, D.C


La reserva H2A

Vireo brevipennis.

H2A es el ejemplo de cómo cambia una ciudad, cómo se transforma y pierde la riqueza natural que tenía. Este espacio es una zona importante para Oaxaca, ya que la ciudad no cuenta con una planeación para establecer parques urbanos.

En 1950, alrededor del 30 % de la población vivía en las ciudades, hoy en día la cifra es del 55 %, pero ahora de una población que desde entonces ha incrementado 200 % a nivel global.

Este crecimiento poblacional y urbano no es un cambio exclusivo de Oaxaca, ni de las ciudades en México, sino que se trata de un cambio generalizado observable en todo el mundo. Esto pone en jaque el reto frente a los desafíos que se le presentan a la humanidad, como la crisis climática, la contaminación, las epidemias y pandemias, la pérdida de espacios naturales para recreación, el uso indiscriminado e insostenible de los recursos naturales y la pérdida de biodiversidad, entre muchos factores más, que se traducen en la degradación de la calidad de vida.

Peucaea mystacalis.

En 1950, la población en el estado de Oaxaca era de 1.4 millones de personas, y para 2020 se cuadriplicó, sumando 4.1 millones de habitantes. Pero en esta ciudad y las zonas conurbanas pasamos de 47000 habitantes en 1950 a casi 726 000, 15 veces más, y se prevé que para 2030 llegaremos a ser más de 800 000. De allí surge la importancia del mantenimiento y conservación de parques y reservas como el H2A.

Oaxaca es conocido como un estado de gran diversidad étnica, cultural y culinaria, y esto no podría ser posible sin su enorme biodiversidad. Este estado tiene el número más alto de especies vivas: tiene más aves, reptiles, cactáceas, agaves que cualquiera otra entidad federativa del país. A continuación hablaremos específicamente de las aves.

En el estado de Oaxaca se tiene un registro de 786 especies de aves, la mayor diversidad en el país. La región de Valles Centrales es un centro de endemismo, lo que significa que las aves se encuentran únicamente en este lugar, como el Zacatonero Embridado (Peucaea mystacalis), el Vireo Enano (Vireo nelsoni) o el Pizarra (Vireo brevipennis), el Mosquero del Balsas (Xenotriccus mexicanus). También se destaca, a nivel de subespecies de aves endémicas, al Rascador Pinto (Pipilo maculatus), subespecie oaxacae, el Gorrión Gorra Canela (Aimophila ruficeps), subespecie australis. Para que quede claro: de todo el mundo, estas dos subespecies se encuentran únicamente en los Valles Centrales de Oaxaca.

Pipilo maculatus.

Gracias al apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, Tierra de Aves A.C., ha realizado monitoreos dentro de la reserva H2A para tener una idea de las especies que existen ahí, su importancia y contexto a nivel global. Hasta la fecha, hemos registrado en el parque 103 especies de aves, y seguramente hay más que todavía no hemos detectado, pero entre los hallazgos aparecen datos muy importantes: encontramos, por ejemplo, el Mosquero del Balsas. Esta especie es endémica de México, poco conocida, y es posible que sea parcialmente migratoria; también hemos visto al Vireo Enano, Vireo Pizarra y al Zacatonero Embridado, por mencionar solo algunas de las 11 especies endémicas de México que conviven en la reserva H2A.

Esta reserva es un lugar de encuentro, aves del Este y del Oeste de Norteamérica pasan el invierno juntos aquí; llegan desde Quebec y Oregón y convergen en este espacio protegido. Esto suma importancia a la reserva en el ámbito de la conservación internacional de estas especies, por ejemplo, gracias al monitoreo que hemos desarrollado en el sitio sabemos que El Chipe Trepador (Mniotilta varia) y el Chipe de Lores Negros (Geothlypis tolmiei) usan el sitio de manera regular, invierno tras invierno

Dada la geografía de Norteamérica, en México existe una concentración de especies seis veces más alta que en Canadá. Esto es muy importante, porque conservar las 17.5 hectáreas de la reserva H2A equivale a conservar más de 100 hectáreas en Canadá para la protección de estas especies migratorias.

La reserva nos permite medir la influencia del crecimiento de la urbe sobre la biodiversidad de aves y dar hospedaje a las aves migratorias que año tras año visitan Oaxaca. Es nuestro deber conservar estos espacios de vida para el bienestar de las generaciones presentes y futuras, tanto de aves como de humanos.


Ciudad, arqueología y comunidad

La arqueología regularmente es enfocada al análisis y estudio sobre la sociedad y ciudad a las afueras de los cascos históricos; sin embargo, no debería ser únicamente así, pues en diferentes urbes mexicanas ha existido un proceso de yuxtaposición cultural entre lo prehispánico y lo colonial en el que, hoy en día, una construcción antigua queda inmersa debajo de una contemporánea; la misma ciudad que –en México– es el legado de la cultura española, también está reflejada en los centros históricos. Este proceso impactó tanto en lo material como en lo inmaterial, generando el ocultamiento de los recintos sagrados de las culturas prehispánicas, mientras que en las comunidades originarias se fomentó el sincretismo entre dos culturas.

La ciudad es un lugar de encuentro compuesto por el patrimonio natural y construido que se interconecta mediante distintas y jerárquicas conexiones; el espacio público, por su parte, es el elemento clave que favorece la creación de discursos patrimoniales que se dan entre los monumentos y el individuo que habita la ciudad, y la cultura es, precisamente, el elemento capaz de articular al individuo con sus monumentos. Cuanto más fuerte es el enlace patrimonial entre un individuo y sus momentos históricos, más sentido de pertenencia existe, y la imagen social e histórica de una comunidad se fortalece.

Por su parte, el crecimiento urbano es un proceso que transforma el paisaje y permite el desarrollo de infraestructura en beneficio de los habitantes de la ciudad. Sin embargo, esta transformación del paisaje físico y cultural muchas veces implica una pérdida de lo identitario. Es así –como lo menciona la Mtra. Lilia Rivero Weber– que los pueblos y comunidades originarias luchan por mantener tradiciones e identidad ante el crecimiento urbano y la presión constante de los desarrolladores.

El 17 de marzo de 2022 se llevó a cabo en la Casa de la Ciudad, en colaboración con la UNAM, y mediante el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), el ciclo de conferencias “Ciudad, Arqueología y Comunidad”, en donde se analizaron temas como el desarrollo urbano, el espacio público y la ciudad. Entre los participantes se encontraba el Dr. Javier Delgado Campos, la Dra. Nelly Robles García, la Mtra. Lilia Rivero Weber, la Dra. Rosalía Camacho, la Mtra. Ana Valle Cornavaca, el Dr. Gustavo Gerardo Garza Merodio y el Arq. Gerardo Virgilio López Nogales.

El objetivo de este ciclo fue mostrar las problemáticas por las que atraviesan las ciudades cuando su comunidad enfrenta fuertes retos de conservación de su patrimonio natural, material e inmaterial, retos derivados de los procesos propios del crecimiento urbano, desde lo demográfico hasta lo territorial, como el turismo y la densificación.

Finalmente, con múltiples ejemplos y propuestas, se resaltó la importancia de generar una convivencia entre las ciudades pretéritas y las ciudades vivas mediante trabajos multidisciplinarios, interdisciplinarios y participativos.

Las conferencias de este encuentro están disponibles en línea, libres para su consulta: https://bit.ly/PUEC-Unam


Siempre bebés salvajes

Porque no se puede domar algo
tan felizmente salvaje.

Emily Hughes

Las bebetecas de la Red de Bibliotecas Infantiles BS son espacios, personas, libros; son además música, experiencias que se comparten en comunidad y donde los protagonistas son las y los bebés con las historias.

Durante los últimos años he tenido la fortuna de estar rodeada de esas experiencias y las familias nos comparten cómo es para ellos el acudir a las bebetecas, algo sumamente satisfactorio, pues como promotores de lectura, y ellos como familias lectoras, creemos firmemente que desde la literatura podemos hacer cambios.

Después de haber estado dos años sin actividades presenciales, la bebeteca vuelve con su proyecto “Entre abrazos historias” y con nuevas generaciones de bebés lectores. Con nostalgia, pero con mucha alegría, ahora escuchamos hablar a la última generación de bebés que nos acompañó antes del cierre por covid-19, y nos maravilla su vocabulario tan nutrido, nos enorgullece su hábito lector, disfrutamos su permanencia en el lenguaje poético y el goce por la música, sobre todo, priorizamos su alegría por convivir rodeados de libros. Son niñas y niños que aprendieron a caminar de la mano de un libro; crecieron y a la par sus intereses se volvieron más particulares: Ian está leyendo Harry Potter con sus papás, Lucía ahora es la maestra que le lee a su hermanito, Dante es el niño travieso de preescolar que prefiere los libros antes que ir a jugar, y Romi se maravilla cada vez que toca una guitarra. Las historias de bebés lectores son muchas y es necesario contar cada una de ellas, pues, además de asombrarnos exige un trabajo respetuoso hacia las primeras infancias.

Las bebetecas, más que ser lugares que únicamente resguardan libros, son un espacio de contención para las familias en donde hemos construido historias por años. Ahora que “Entre abrazos historias” retoma sus actividades, esperamos con muchísima alegría a las nuevas generaciones de bebés lectores y con mucha felicidad agradecemos a los que ahora están cambiando de salas de lectura, pero que no dejarán de ser siempre bebés salvajes.


Memorias de Restauración: pueblos y casas de de visitas

Uno de los espacios arquitectónicos importantes para la evangelización fue la casa de visitas. En los pueblos indios de mayor importancia se fundaron conventos, de los cuales dependían varias visitas, es decir: una iglesia de menor dimensión a cuyo costado se levantaba una pequeña casa destinada a albergar a los frailes durante su traslado de una población a otra.

En 1999, con el inicio de la intervención de la Casa de la Cacica, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca brindó especial interés al estudio y recuperación de la arquitectura producida en la región de la Mixteca. Este proceso integró la recuperación de cuatro casas de visitas ubicadas en San Miguel Adéquez, San Juan Teposcolula, San Miguel Tixá y San Miguel Tequixtepec, distribuidas en la ruta de las cabeceras distritales de Nochixtlán, Yanhuitlán, Coixtlahuaca, Teposcolula y Tlaxiaco.

Las casas de visitas de la Mixteca son una producción del siglo XVI que surgen para la evangelización, enseñanza y estadía de los religiosos en los pueblos indígenas; su distribución arquitectónica se caracteriza de manera general –pero no rígida– por una serie de celdas cuadrangulares con dimensiones aproximadas a 5 varas de largo (0.8359 m) el equivalente a 4.20 m. En dos de estas casas las celdas se encuentran comunicadas por un pasillo que se extiende hacia la cocina y la portería; entre otras características, se encuentran desplantadas en un sobrecimiento de notorias dimensiones y pisos a base de cal, en sus vanos se implementaron ventanas troneras y ventanas con poyos, estas conservan las proporciones y constructivamente fueron resueltas por jambas y arcos conopiales forjados mediante piezas completas de piedra de la región; su autenticidad es dada por la incorporación de tableros que, en su proceder prehispánico, jerarquizaban los espacios.

Aunque todas las casas de visitas comparten aspectos arquitectónicos, en cada comunidad donde se encuentran configuran un proceso constructivo y materiales distintivos: la piedra endeque y vijarro empleadas en San Miguel Adequez y San Miguel Tixá, por ejemplo, en donde se manejó adecuadamente la dureza de los materiales pétreos mediante un junteo a base de morteros de cal; la piedra cantera rosa, verde o amarilla utilizadas en San Juan Teposcolula o bien, los sillares de piedra de la región unidos a un núcleo de tierra, empleados en San Miguel Tequixtepec.

En la publicación semestral Memorias de Restauración, editada por el Taller de Restauración FAHHO, dedicamos el número 15 a estas cuatro casas de visitas: integramos fotografías, planos y parte de la investigación histórica, evolutiva y constructiva para la recuperación de estos espacios.

Si deseas conocer más, este material se encuentra disponible para su consulta en el acervo de Casa de la Ciudad y de manera digital en la página del Taller de Restauración a través del siguiente enlace: https://bit.ly/MemoriasdeRest


Música y animación a la lectura

La biblioteca es el lugar destinado los libros y muchas experiencias fantásticas en torno a ellos. En ocasiones, estos objetos se colocan en cajas de madera apiladas unas sobre otras y, a veces, en grandes libreros; en unas hay pocos libros y otras tienen tantos que parece imposible leerlos todos. Entonces nace una gran pregunta: ¿Cómo elijo uno para leer? Puedes acercarte al bibliotecario o bibliotecaria y contarle qué tipo de historias te gustan o interesan, verás que con ayuda es mucho más fácil adentrarte al gran universo literario.

En esta ocasión, como un regalo para ti, desde los estantes de Seguimos Leyendo hemos hecho una selección de libros relacionados con la música, así que prepara los sentidos para disfrutar de este repertorio de historias.

Cierra los ojos e imagina que estás en la cima de una montaña. El viento se acerca a tus oídos y emite una nota suave, los árboles bañados de otoño se unen al concierto y sus hojas amarillas vibran. Las piedras blancas que arrastra el río entonan un murmullo, ahí es donde te darás cuenta de que el mundo es el instrumento musical más grande que existe, así como lo dice Elman Trevizo en su libro La música del mundo.

Por otro lado, si quieres mostrar y sentir tu voz, te invitamos a leer los poemas de Almanaque Musical, escrito por Antonio Rubio. Te sugerimos hacer tu lectura en voz alta para que sientas el ritmo de los versos. Cada poema tiene el nombre de un mes del año, ¿te imaginas cuál será el ritmo de julio o agosto?

Y si deseas conocer más sobre Wolfgang Amadeus Mozart te recomendamos leer el libro Mozart, el niño que cambió al mundo con su música, nosotros nos sorprendimos mucho al saber que compuso su primera ópera y algunas sinfonías ¡a los 13 años! Mozart escribió más de 600 obras, y una de las más famosas es La flauta mágica. A través de este libro viajarás hasta el año 1756, que es cuando nace este músico prodigioso. Conocerás datos curiosos de su vida y sobre su proceso al componer sus obras más importantes. También te recomendamos sumar piezas del músico veneciano Antonio Vivaldi, que podrás conocer en el libro ilustrado Las cuatro estaciones, de José Antonio Abad Varela, inspirado en la obra de este gran compositor. Varela nos adentra a sentir la primavera, verano, otoño e invierno; verás cómo la naturaleza nos regala una gran sinfonía. ¡Descúbrelo!

Hoy pudiste conocer cuatro libros relacionados con la música clásica, pero estos son solo un ejemplo, porque hay muchos más: ya lo descubrirás por ti mismo, ¿por qué no, en tu próxima visita a la biblioteca
los pides y los disfrutas?


Detrás de cada libro hay un detective en ciernes

Entre las piedras volcánicas que dan un aire monástico a la biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío en la Ciudad de México, vela –en aras de la florescencia y el brío del espíritu humano– un bello y cautivador mestizaje literario, destello de la audacia letrada de sus dos ilustres lectores. El señor Cossío y Cosío y su padre, Cossío y Soto eran sin duda alguna, apasionados de la poesía y la dramaturgia, de los versos y las didascalias que se derraman en muchas de las lustradas repisas de su santuario del saber. Más allá de los romances y de la épica, de las elegías y de la tragedia, se anclan –en la solemnidad de la palabra deleitosa– historias de crimen escoltadas por su laberíntica comitiva de conflictos, misterios, confusiones y vuelcos.

Se dilatan junto a las musas Calíope, Talía y Melpómene, tanto los bandoleros de la incipiente novela mexicana de aventuras, recortada en el bullicio histórico del siglo XIX, como ladrones primorosos y avispados que compiten con acuciosos sabuesos de traje impecable y de mirada afilada. Los relatos de la criminalidad rural y urbana, hampesca y de alto linaje, recontextualizados en los sobresaltos de la época virreinal y la caótica construcción del Estado Nación con la firma de Manuel Payno o la de Vicente Riva Palacio, desocupan poco a poco el registro del catálogo de las Letras para otorgar un lugar aceptable a historias de corte hermenéutico en las que se deshilvanan e interpretan las monumentales cuestiones del orden y el caos, del enigma y de su solución, del mal y de sus ilimitadas identidades.

La clásica novela policial, a la vez, tan desprestigiada por la élite intelectual de aquel entonces y con el tiempo tan estimada por sus más insignes representantes (Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges, entre otros), convida en el acervo Cossío y Cosío a lecturas plurales que remiten a sus astutos y heroicos seres de papel, detectives atípicos que potenciaron las narraciones de la búsqueda del secreto y de su revelación. La riqueza de este patrimonio ficcional encapsula a las figuras emblemáticas de un género que se divierte sagazmente con la imaginación y el virtuosismo de la explicación, se asemeja en su dinámica a un tablero de ajedrez para enfatizar la fuerza de la razón, y enseña a ver lo que se oculta, no solo detrás de las apariencias, sino entre las líneas.

Los lectores Cossío y Soto y Cossío y Cosío, al estilo de los técnicos de la investigación en la literatura policial, fueron indagando, descubriendo y desentrañando la enjundiosa existencia textual de estas intrigas, penetradas por lo incomprensible y amparadas por la lógica, formidable instrumento y poder de deducción. Entendieron que Edgar Allan Poe, Conan Doyle, Maurice Leblanc y Antonio Helú impulsaron, en un marco de reglas narrativas exigentes, una insólita manera de contar, al hacer de la sospecha generalizada, el interés dramático de la ficción, la cual se organiza alrededor de una inteligencia justiciera que está trabajando para contrarrestar lo criminal y restablecer el equilibrio perturbado.

Supieron valorar lo que maravillaba a Wilkie Collins como pionero y más tarde a Rafael Bernal como renovador, o sea, la petición de superponer dos series temporales y la enunciación de la pesquisa que está en busca del ausente enunciado del crimen.1

Esta cronología a contrapelo inventó la literatura de deducción en acción en la cual los lectores se empecinan en emular a los protagonistas detectivescos a fin de reconstruir el sentido de un texto fragmentado y truncado.

Cossío y Soto y Cossío y Cosío, padre e hijo, siguiendo el ejemplo del periodistasabueso Armando Zozaya y de la escritora María Elvira Bermúdez, se embebieron en las exploraciones semánticas del whodunit ‘novela policiaca’ con la espera ansiosa de una aguda experimentación sobre la narratividad, probablemente porque revisitaban una de las preguntas esenciales de nuestra existencia que no cesa de perseguirnos: “¿Quién es quién?”.

*Universidad de Lille, Francia.

1 Michel Butor, L’emploi du temps (1956), Éditions de Minuit, Paris, 1995.


Mujeres de la palma

Mis raíces artesanales se encuentran en la comunidad de San Luis Amatlán, en la Sierra Sur del estado de Oaxaca. Fue ahí donde, gracias a mi abuela Justina Pérez, descubrí la pasión por el tejido de palma: ella me enseñó a tejer y a ella le enseñó su abuela, Cristina.

La vida cotidiana de la comunidad de San Luis Amatlán está ligada desde tiempos remotos a un elemento natural de gran valor simbólico: la palma, planta que abunda en sus montañas. Es común ver palma en todos lados. Podemos encontrarla desde que comienza el día, al encender la lumbre con un soplador tejido, hasta la noche, cuando nos acostamos en un petate para descansar.

El trabajo artesanal de palma es realizado mayormente por mujeres dedicadas al hogar y al campo, por lo que resulta común verlas tejiendo en varios momentos del día, por ejemplo, van avanzando su tejido mientras hacen sus labores del hogar, o cuando andan por el camino, llevan su tenate en la mano para seguir tejiendo.

Mi abuelita Justina amó mucho la palma, y tejió hasta el final de sus días. Este elemento fue su compañía, su amado trabajo y el sustento para sus hijas. La recuerdo siempre tejiendo sentada en un banquito debajo de su árbol, mientras yo miraba fascinada cómo sus manos se movían con gran rapidez, al tiempo que en el tenate se iban “dibujando” florecitas que mi abuelita hacía aparecer sin mirar siquiera el tejido. Ella me decía que la palma tenía mente propia y que se acomodaba sin ayuda, que cada palmita se iba metiendo sola donde tenía que estar. Yo no comprendía muy bien eso, ¡cómo iba a ser que la palma se tejiera sola! Pero conforme aprendí me di cuenta de que tenía razón: el tejido tiene un patrón natural y un ritmo propio, y que en algún momento cada palma va encontrando su lugar, como si se tratara de un rompecabezas.

Gracias a la abuela Justina me convertí en tejedora de palma y en el proceso de aprendizaje me fui descubriendo a mí misma a través del tejido. La gratitud y el amor me hacen sentir un deseo profundo de conservar la tradición de mi abuelita. Ella y mi madre María Luisa son la inspiración para mi trabajo, así como la vida del campo, el maíz, las tortillas y todas las experiencias que viví con ellas en San Luis Amatlán.


Riqueza arbórea de la Antigua Estación del Ferrocarril

Cuántas historias se han contado a la sombra de un árbol y cuántas más han sido escritas alrededor de estos gigantes verdes que, impasibles, han perdurado en el tiempo y han alcanzado hoy día gran relevancia debido a su porte y belleza.

Más allá de los servicios ambientales, sociales y estéticos que los árboles aportan al entorno, diversos ejemplares se han convertido en piezas invaluables del patrimonio histórico debido al papel que han jugado en el desarrollo de las ciudades, así como por el estrecho vínculo que tienen con las tradiciones y los pobladores de una región.

Durante 2008, el Instituto Estatal de Ecología del Estado de Oaxaca, actualmente Secretaría de Medio Ambiente Energías y Desarrollo Sustentable (SEMAEDESO), inició la labor de determinar los árboles históricos o notables de nuestro estado, dando el primer paso con la publicación del Decreto por el cual se establecen los criterios para la declaratoria, registro y preservación de árboles históricos y/o notables en el estado de Oaxaca en el Periódico Oficial de Gobierno del Estado el 6 de diciembre de 2008.1

Desde entonces y hasta la fecha, han sido decretados bajo estos criterios 33 ejemplares como “árboles notables”, dos de ellos se encuentran en el Museo Infantil de Oaxaca, y consideramos que es necesaria su difusión para su óptima preservación.

Higo. Ficus crocata

Contando con el registro ahne-ieeo-017, decretado como árbol notable el 5 de diciembre de 2009, el higo del Valle, conocido como “Higo de la Antigua Estación del Ferrocarril”, tiene una altura de 29.3 m, un diámetro en copa de 28.25 m y un diámetro en tronco de 1.73 m.

De este árbol destaca el estrecho vínculo que tiene con la comunidad ferrocarrilera en nuestro estado, pues quien fuera el último jefe de estación, el Sr. Miguel Ángel Ortega Mata, relata que este ejemplar fue sembrado, con motivo de la inauguración de la terminal Oaxaca, por el general Gregorio Chávez el 13 de noviembre de 1892, simbolizando la prosperidad que traería el ferrocarril a nuestro estado.

Pese a la falta de precisión histórica de esta anécdota, de acuerdo con el último estudio realizado al árbol en una de sus ramas secundarias, se estima que su edad es de más de 100 años, lo que podría coincidir con la anécdota de los ferrocarrileros.

Ahuehuete. Taxodium mucronatum

Agregado al catálogo de árboles notables el 5 de diciembre de 2009, este árbol con registro ahne-ieeo 016 cuenta con una altura aproximada de 29.1 m, un diámetro de copa de 19.5 m y diámetro del tronco de 4.62 m.

El registro más antiguo que se tiene de la presencia de este ejemplar en el Barrio del Ex Marquesado data de 1743, en un mapa de la villa de Oaxaca del Marquesado al pie del Cerro del Fortín, en el que se retrataron tres sabinos,2 sin embargo, en la zona solo sobrevive uno de estos ejemplares y se encuentra en la Antigua Estación del Ferrocarril.

En 2018 se removió una de sus ramas secundarias debido a fisuras significativas a consecuencia de los sismos; se llevó a cabo un estudio dendrocronológico en el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias en Gómez Palacio, Durango, donde se demostró que su edad era de 1 556 años en aquel 2018, lo que a la fecha le conferiría una edad de 1560 años, lo anterior lo convierte en el árbol más longevo de la ciudad de Oaxaca. Debido a su edad y al papel que ha tenido en la historia de la ciudad, se le ha llamado cariñosamente “El Ahuelito de los oaxaqueños”.

En el MIO, las bondades naturales y el valor histórico del espacio nos confieren una enorme responsabilidad. Desde 2017, el museo, la FAHHO, la SEMAEDESO, el Instituto Tecnológico de los Valles Centrales de Oaxaca, el municipio del estado y ambientalistas de la ciudad han realizado acciones para la preservación, protección y vigilancia de estos árboles notables.

Reconociendo la importancia de los árboles de la Estación y con el objetivo de enseñar a las infancias a valorar el patrimonio natural, el MIO publicó ¡Vámonos por las ramas! Riqueza arbórea de la Antigua Estación del Ferrocarril, un ejemplar dedicado a la infancia donde se muestran algunas de las más de 32 especies de árboles y los ejemplares notables de la Antigua Estación del Ferrocarril disponible en nuestra página web mio.org.mx

1 https://bit.ly/ArbolesNotables

2 “La fundación y la colonia” en 475 años de la fundación de Oaxaca, p. 116.


El mercado de San Bartolomé Zoogocho, Oaxaca

La finalidad de este artículo es dar a conocer un expediente que atesora la comunidad de San Bartolomé Zoogocho en su archivo municipal y que remite a la historia de su famoso mercado.1

Desde su fundación hasta los días actuales, este documento describe los eventos más relevantes —tanto satisfactorios, como pasajes amargos— de esta indispensable sede de comercio regional que pertenece a la Sierra Norte de Oaxaca.

Entre los acontecimientos notables de esta plaza destaca, primeramente, su fundación en 1807, promovida por José Jacinto Santiago, considerado un héroe local. Dentro de este expediente también hay registros de discordias entre este pueblo y Santiago Zoochila, que ya había sido beneficiado con una licencia para establecer su propio mercado. En 1815, integrantes del cabildo de este último pueblo acusaron de despojo de su tianguis a los habitantes del primero, además, los tacharon de “traidores e insurgentes”, queja que hicieron llegar en diligencia a la Real Audiencia. Siguiendo los datos que aportan estos documentos, destaca la queja que hacen los habitantes de Zoochila, argumentando verse perjudicados por el establecimiento del nuevo centro de comercio.

Aunque los registros del archivo de este pueblo remiten al periodo virreinal, es preciso enfatizar que la costumbre del intercambio de mercancías en la región serrana se remonta al periodo prehispánico.2 El tema ha sido motivo de debate dentro del gremio académico, ya que se discute la veracidad de esta hipótesis justo por la ausencia de documentación que la sustente.

Sin embargo, aunque el objetivo de este texto no es ahondar en ello, cabe agregar que esta conjetura nos permite comprender las rutas, así como las dinámicas de comercio que fueron retomadas por los españoles a su llegada a esta zona. Adicionalmente, se sugiere que la pugna entre estos pueblos pudo haberse originado durante esta época, ¿el motivo? ¡He ahí la cuestión!

La información que expone el expediente nos lleva a concluir que dichas desavenencias derivaron del permiso para la sede del tianguis que le fue otorgado al pueblo de Zoogocho. Entonces, este evento pudo haber desencadenado el recelo del pueblo vecino.

Por lo anterior, podemos recomendar que el acercamiento a este tipo de información se haga siempre con cautela y suma habilidad detectivesca antes de emitir deducciones.

1 Archivo municipal de San Bartolomé Zoogocho, Sección: Gobierno, Serie: Industria y comercio, 1815-1930, caja 16.

2 Karla Alejandra Montes Ramírez, Organización territorial en el municipio San Miguel Talea de Castro, Oaxaca, México, 2019, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Posgrado en Ciencias Antropológicas, p. 337; Jhon Chance K., La conquista de la Sierra: españoles e indígenas de Oaxaca en la época de la colonia, México, 1998, Instituto Oaxaqueño de las Culturas, p. 309; Rosendo Pérez García, Sierra Juárez, México, Instituto Oaxaqueño de las Culturas, 22 edición, 1996, p. 438.


Hasta siempre, capitán

Terrible desde pequeño, Iván fue un niño travieso y siempre activo, buscando canalizar su inagotable energía; entonces tuvo un acercamiento con la música y tocó el piano, pero su gran amor lo llevaba siempre a un campo de juego.

La llamada Ciudad de los Palacios vio nacer a Iván Terrazas un 11 de noviembre de 1983. Heredó de su padre, don Martín Terrazas, el amor por las 108 costuras, y esa afición fue motivada por su mamá y forjada aún más por una familia unida y reconocida en el beisbol mexicano.

Terrible desde pequeño, Iván fue un niño travieso y siempre activo, buscando canalizar su inagotable energía; entonces tuvo un acercamiento con la música y tocó el piano, pero su gran amor lo llevaba siempre a un campo de juego.

La Liga Tranviarios fue el escenario de sus primeros pasos como pelotero, en donde inició su sueño de jugar a nivel profesional y continuar así con el legado de su padre.

Su talento llamó la atención de la organización de los Bravos de Atlanta, con quienes tuvo la oportunidad de jugar, pero sería la pelota mexicana la que lo vería brillar en sus diamantes.

Fue novato del año de la Liga Mexicana de Beisbol en el 2006 con la novena de Monclova, en donde su paso fue fugaz, pero brillante. Sus números: .338 a la ofensiva, 30 dobletes, 5 triples, 13 home runs y 53 carreras.

En uno de sus movimientos más sorpresivos y agresivos llegó a los Diablos Rojos del México a cambio del experimentado y ya consagrado Saúl Soto. Su llegada a la Pandilla Roja en el 2008 representó un cambio generacional importante para el equipo de la capital del país, sobre todo al tener a un fuerte representante vistiendo el jersey rojo.

Digno de un guion de película, el primer turno de Iván Terrazas como diablo fue un cuadrangular que produjo dos carreras, un potente batazo que permitió a Daniel Fernández, su mánager –otra leyenda escarlata– anotar su carrera número 1837, la última como pelotero profesional y la que lo colocaría en lo más alto de la lista de carreras anotadas en la historia del equipo. En esa temporada bateó 8 triples, 8 cuadrangulares y estafó 6 almohadillas.

Desde 2015, Terrazas porta con orgullo y compromiso el título de capitán del equipo más ganador del deporte en México; su productivo bat y su guante seguro en los jardines han sido la carta de presentación que conquistó el corazón de los aficionados.

En la temporada del 2016, específicamente el 27 de abril, sumó un récord más a su carrera, conectando su hit número 1000 en la Liga Mexicana de Beisbol, en un juego ante el equipo con el que debutó: Acereros de Monclova.

Además de los campeonatos con los Diablos Rojos del México en 2008 y 2014, Iván Terrazas también compartió su experiencia con las nuevas generaciones, aportando como refuerzo y coronándose campeón en la Liga Invernal Mexicana. Sin embargo, hoy lo despedimos de los diamantes: nuestro capitán se jubiló.

La carrera de Iván Terrazas podría definirse como la lucha y disciplina constante por alcanzar los sueños, de caer siete veces y diez ponerse en pie, de levantar al aficionado de la butaca, sin despegar nunca los spikes del suelo, convirtiendo la palabra “Terrible” en sinónimo de entrega y corazón.

¡Hasta siempre, Capitán Escarlata!


Erick Rodríguez el legendario receptor

Para la temporada 2022, Erik Rodríguez, uno de los peloteros más emblemáticos en la historia de la organización Guerreros de Oaxaca, y que cuenta con 20 años defendiendo los colores de la tribu zapoteca, además de tener una gran lista de récords en lo personal –y cientos de anécdotas que nunca olvidaremos–, ha tomado la decisión de retirarse como pelotero profesional.

Erik Rodríguez, nacido en Monterrey, Nuevo León, en el seno de una familia beisbolera de ocho hermanos, siendo el más pequeño y el único que finalmente debutó y jugó pelota profesional, comenzó a jugar beisbol a los 4 años en la Liga Pequeña Obispado en Monterrey, destacando desde un inicio por las grandes facultades con el guante y la pasión por el deporte rey que demostraba.

A los 13 años, Rodríguez ya jugaba con peloteros de más edad, y a los 17, el equipo Flores Magón, club de beisbol amateur reconocido en Nuevo León, lo invitó a jugar diferentes nacionales; fue ahí donde los scouts de los Broncos de Reynosa vieron las cualidades del regiomontano y sin dudarlo decidieron firmarlo.

En 1999 comenzó su travesía en las sucursales de los Broncos de Reynosa, jugando además en ligas en Estados Unidos e Invernales.

Mientras militaba en la Liga Estatal de Chihuahua, la organización bélica vio el potencial del jugador y de inmediato recibió el llamado al equipo grande; bajo la dirección de Nelson Barrera, y al lado de peloteros como Homar Rojas, Héctor Álvarez, Fabián López y Jaime Brena, Rodríguez comenzaba su carrera como profesional en nuestro país.

Guerreros le dio la oportunidad de debutar, lo que hizo en la defensa, en el estadio Francisco I. Madero frente a los Saraperos de Saltillo; tomó su primer turno y jugó un partido completo frente a los Tigres del México en el Parque del Seguro Social, conectando su primer hit al norteamericano Denis Pujals.

Fueron veinte años en los que Erik Rodríguez enfundó como jugador la camisola de los Guerreros de Oaxaca, conectando más de 1 300 imparables, produciendo 645 carreras, logrando 4 guantes de oro, participando en 8 juegos de estrellas, además, ha sido el pelotero con más juegos dentro de la organización bélica: 1 509. Por eso, el equipo retiró oficialmente el número 37 que utilizó Rodríguez durante toda su carrera, número que se encuentra al lado de grandes personajes en nuestra institución, como Nelson Barrera, #16, Adolfo Tribilín Cabrera, #47 y Jaime Brena, #10.

Gracias, #37, tu legado permanecerá por siempre.


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