Dos meses de jugadas fantásticas
Como una recta meteórica de cien millas por hora al inicio de un juego, así han sido los primeros dos meses de vida del Museo Diablos donde el corazón del Diamante de Fuego nos ha regalado momentos brillantes, siempre en sincronía con las vibrantes acciones que los jugadores plasman día a día en el terreno que pisan.
El home run. El batazo rey del beisbol es normalmente esperado por aquellos que por su fuerza, técnica y presencia se hacen llamar los “bombarderos” o “cañoneros de largo alcance”. Para el Museo Diablos, no cabe duda de que ese bateador especial es el maestro Francisco Toledo. Quienes entran a la sala titulada “Sobre beisbol” saben que los trazos del artista, su imaginación, inquietud y sentimiento los obligará a detenerse en algún momento para aplaudir lo que los ojos ven y el alma siente. Al salir de la sala, o como diríamos en el beisbol, “al final de la vuelta triunfal al cuadro”, los visitantes saben que lo que admiraron fue una experiencia única, un rompecabezas que se armó exclusivamente para la apertura de este recinto y que nadie sabe cuándo y dónde volverá a juntarse.
La carrera de la quiniela. Es el término que se usa cuando algún equipo abre la pizarra o anota la primera carrera del juego. Es una gran alegría que nuestro mánager y líder de la creación del Museo, Santiago Harp Grañén, como buen piloto, anticipó que ubicar la sala de proyección al inicio del recorrido representaría tomar la ventaja en el juego y, de esta forma, los visitantes adoptarían la personalidad de aficionados de hueso colorado al final del cortometraje. Este video explica las raíces de los Diablos Rojos, el espíritu combativo de los elegidos para defender la franela roja en el campo, la capacidad de levantarse ante la adversidad y, sobre todo, la complicidad sensorial que existe entre los que apoyan desde su tribuna o a la distancia. Santiago siempre supo que con ese video anotaríamos la primera carrera y tuvo razón, en los Diablos Rojos todos jugamos.
El último out. Cada visita tiene un final diferente, lo mismo que en el beisbol: ningún encuentro es igual a otro y es muy difícil explicar los distintos sabores que nos provocan los rostros de felicidad, las lágrimas, los comentarios y las aportaciones que recibimos cuando tomamos el túnel que nos lleva al gran final del camino. Todos tienen algo que decir, una foto que mostrar o un dato para compartir. Cada uno elige su sitio favorito del Museo: el Cadillac, el trono, la cascada, los trofeos o cualquier otro rincón listo para su deleite. Cuando los visitantes se van cae el out 27, el final de una experiencia; mientras que para nosotros comienza la preparación de los siguientes juegos, todos igual de importantes porque el Museo Diablos apenas cumple dos meses, pero nosotros seguimos buscando la fórmula para lograr lo que los aficionados no han podido vivir en 82 años de historia: el Juego Perfecto.