El juego de los tres días

Es muy común leer o escuchar que la lluvia es el principal enemigo del Rey de los Deportes. En esta ocasión, nos referiremos al agua como un factor que intervino para que se efectuara uno de los juegos más memorables en la historia de la pelota mexicana hace 40 años.

Piratas de Campeche y Diablos Rojos del México se enfrentaron en la final de la Zona Sur, última fase para definir el campeonato de 1981, en una serie donde avanzaría el primero en ganar cuatro encuentros. Con el compromiso empatado a una victoria por club, los equipos llegaron a la ciudad de las murallas para encontrar un clima muy adverso para el desarrollo de los tres encuentros pactados, provocando que los juegos 3 y 4 se tuvieran que efectuar con un día de retraso cada uno, y donde el equipo local supo ajustarse mejor a las condiciones para tomar ventaja de 3-1 y poner a los Rojos contra la pared.

El 25 de agosto de 1981, la afición bucanera acudió al Parque Venustiano Carranza con la fe de que su equipo lograría el triunfo más grande en su segundo año de vida. Con la pizarra 0-0 en la tercera entrada, los Piratas no pudieron completar su turno ofensivo debido a un aguacero que obligó a posponer el juego para el siguiente mediodía.

La medida de iniciar a las 12 pm resultó tan atinada, que los dos clubes se enfrascaron en una peleadísima batalla que no pudo definirse en nueve entradas, llenas de emoción y dramatismo, y que con el correr de las horas corría el peligro de interrumpir las acciones por la tormenta que se aproximaba. Al terminar la décima entrada, Diablos y Piratas estaban empatados a 3 carreras cuando los umpires se vieron obligados a detener las acciones y anunciar que se requeriría un día adicional para encontrar al vencedor.

Con mejores condiciones climáticas, pero con un terreno de juego sumamente deteriorado, al mediodía del 27 de agosto se pudo continuar con el famoso “Juego de los tres días”, que sigue siendo uno de los más célebres de todos los tiempos. En 14 innings, los Diablos Rojos fueron capaces de escapar de la eliminación, imponiéndose con un marcador de 6-3, logrando el despegue con un toque de pelota sorpresa de Marco Antonio Buzo Guzmán, combinado con las pésimas condiciones del diamante.

El desenlace significó un rayo de inspiración para el equipo escarlata, que, ya en casa, fue capaz de imponerse en los juegos 6 y 7 para adquirir el pase a la Serie Final, donde liquidaron a Reynosa en 7 juegos, en otro de los memorables sucesos del beisbol nacional, donde ninguno de los dos equipos logró ganar como local.

Lejos de ser un rival para la pelota, gracias a la lluvia se pudo escribir una de las páginas más célebres de todos los tiempos en la Liga Mexicana.


Pasto artificial frente a pasto natural en el deporte rey

El beisbol se ha caracterizado por las innovaciones que ponen en práctica, año con año, con la finalidad de mejorar el espectáculo dentro del diamante. Así, los aficionados de hueso colorado disfrutan de un juego de calidad cada vez que asisten a un parque de pelota.

Los artículos deportivos —la pelota, los bats, guantes, spikes, por mencionar algunos—, la luminaria, las instalaciones y el césped son elementos fundamentales que se renuevan continuamente en el beisbol profesional. Es por eso que en esta edición platicaremos sobre uno de esos elementos: el uso del pasto sintético y del natural en los diferentes estadios.

Para profundizar sobre el tema, tuvimos el honor de platicar con el señor Martín Vidal Miranda, el encargado de mantener impecable el terreno de juego en el Estadio de Beisbol Alfredo Harp Helú, y quien por casi 55 años ha pertenecido a la organización de los Diablos Rojos del México. Él nos comparte su experiencia y conocimiento sobre las diferencias entre el césped natural y el artificial. Nos cuenta que el pasto natural es laborioso y costoso, ya que debe mantenerse muy cuidado, porque no puede dejarse crecer mucho para que se pueda jugar adecuadamente. Requiere de grandes cantidades de agua para su mantenimiento, ya que tiene que regarse diario, sobre todo en temporada de sequía, para estar en forma para los juegos y así no arriesgar a los peloteros a sufrir lesiones. Además, necesita ser podado todo el tiempo, principalmente en verano, que es cuando la altura del pasto aumenta. También requiere constante fertilización. Las anteriores son acciones que, de no llevarse a cabo, provocan daños que repercuten en el bolsillo y en el juego.

El señor Martín Vidal Miranda es el encargado de mantener impecable el terreno de juego en el Estadio de Beisbol Alfredo Harp Helú.

Don Martín Vidal comenta que, por el contrario, el césped sintético resulta más económico en su mantenimiento, por lo que es posible realizar partidos toda la semana. “No se corta, no se abona y no se riega”. Su apariencia es la misma en cualquier época del año. Y es importante señalar que, al no necesitar riego, el ahorro de agua es significativo.

El mantenimiento de un campo sintético es relativamente sencillo, pero no por ello prescindible. El cepillado de las fibras es básico, ya que con el uso y el tiempo se van aplastando, lo que provoca que el pasto se desgaste de manera irregular: ayuda a conservar las fibras de modo vertical y a nivel. Es importante también rastrillar y barrer para quitar cualquier material que ensucie el campo. El señor Vidal Miranda también señala que, sin embargo, uno de los “contras” más comunes que puede representar el campo sintético, y que se manifiesta mucho en los jugadores y umpires, son lesiones y molestias que presentan en las rodillas, y es entendible, el pasto natural es como una alfombra y el sintético, no, es como si fuera piso.

Actualmente, de los 18 equipos de la Liga Mexicana de Beisbol, solo seis cuentan con pasto sintético, y son los estadios en las ciudades de Oaxaca, México, Monterrey, Veracruz, Guadalajara y Laredo, el resto tiene en su estadio pasto natural.

“Es importante saber que el pasto natural necesita mucha agua. Yo soy un gran defensor del agua y del cuidado que debemos tener con ella. Es por eso que exhorto a los equipos a que, si está en sus posibilidades tener un campo con pasto sintético, lo tengan, con eso vamos a ahorrar mucha agua en nuestro planeta”, finalizó el señor
Martin Vidal.


La importancia del agua en los procesos de restauración

Al igual que nosotros, los libros y documentos tienen agua en su composición, pues son materiales orgánicos.

El agua es un elemento vital para los seres de este planeta, principalmente porque estamos constituidos por un gran porcentaje de ella. Al igual que nosotros, los libros y documentos tienen agua en su composición, pues son materiales orgánicos. El agua es parte de su estructura y mantiene la conexión de sus enlaces y de sus moléculas y, al mismo tiempo, crea una conexión con el medio ambiente: es como si respiraran. Si aumenta la humedad del ambiente, se hidratan; por el contrario, si la humedad baja, se resecan y se rompen estos enlaces, provocando pérdida de agua entre las moléculas; entre más agua pierdan, es más fácil que pueden llegar a carbonizarse.

En sus diferentes estados, ya sea en su nivel micro o macro, el agua es fundamental para la conservación y permanencia del patrimonio documental. Al mantenerse controlada, contribuye a que se conserven los acervos, pues las fibras de los documentos compuestas de celulosa se mantienen estables, cómodas, en plenitud.

Leonardo Da Vinci señalaba que “el agua es la fuerza motriz de la naturaleza”; así, me atrevería a decir que el agua también es la fuerza motriz de la conservación, porque constituye un factor indispensable para el desarrollo de sus procesos, además de ser el elemento esencial de cualquier procedimiento, por ser compatible, inocua, incolora, inolora, pura y estable.

En sus diferentes estados, ya sea en su nivel micro o macro, el agua es fundamental para la conservación y permanencia del patrimonio documental.

En estado líquido, el agua es elemental. Su movimiento continuo, como el fluir de los ríos, arrastra la suciedad de los documentos al ser sometidos a un lavado por un especialista. La tensión superficial permite que el papel flote. La gran capacidad de solubilidad de la molécula transporta los detergentes y, al mismo tiempo, rehidrata sus fibras y reconstruye los enlaces que estén rotos debido al paso del tiempo. Esa rehidratación también la podemos hacer cuando el agua se halla en su forma gaseosa, con vapor frío o caliente. También es un gran auxiliar para devolver el plano de los documentos, eliminando las arrugas y deformaciones. Como disolvente universal permite integrar un gran porcentaje de químicos que empleamos para preparar varias soluciones; por ejemplo, los adhesivos con los que podemos recobrar la estructura de los documentos (en conjunto con el papel japonés), así como reforzar puntas y faltantes en las encuadernaciones para recuperar su funcionalidad; los desinfectantes, con los que se controla el ataque biológico de origen fúngico; o como vehículo para disolver los colorantes para teñir papeles o acuarelas que dan sutiles pinceladas que completan la obra gráfica y los mapas.

De esta forma se podría continuar enlistando las contribuciones del agua en los procesos de restauración, algo que resultaría interminable. Esto, sin duda, es una muestra de que el agua es un elemento tan fundamental que está presente desde la formación del papel. Sin ella, no podríamos hacer resurgir la historia que vive en los documentos y libros que llegan a nuestras manos.


Víctimas de la lluvia

Estas bibliotecas albergan ejemplares significativos sobre arte y literatura que se adquirieron gracias a los maestros Francisco Toledo, Manuel Matus y otros donadores que hicieron posible conjuntar un acervo importante.

El sismo de septiembre del 2017 causó tan graves afectaciones en la zona del Istmo de Tehuantepec que, hasta la fecha, muchos de los inmuebles que se vieron seriamente afectados permanecen en procesos de restauración; entre ellos, los que albergaban las bibliotecas municipales. Cuando acudimos al llamado para el rescate de los libros, no podíamos imaginar las condiciones en que encontraríamos el material, sobre todo, tomando en cuenta las lluvias torrenciales de los días posteriores al sismo; pensábamos que el calor originaría mayores daños que el terremoto.

Las bibliotecas municipales Gabriel López Chiñas y Profesora Rosa Escudero, de la Casa de la Cultura, en Juchitán, fueron las más afectadas. El agua que permeó entre las grietas de las paredes y de los techos quedó impregnada en la madera que formaba la estantería. Justo como imaginamos, el clima cálido de la zona y la humedad causaron, en muy poco tiempo, la proliferación de microorganismos, al grado de crear colonias de hongos en varios libros que estaban apilados. Estos microorganismos fueron un enemigo en esas circunstancias en las que la ventilación se veía limitada. Faltaba espacio y era necesario separar rápidamente los ejemplares que aún no habían sido afectados, pues los hongos en ese momento eran un enemigo inevitable. Entre los escombros y las réplicas constantes se rescató un gran porcentaje del patrimonio bibliográfico ahí resguardado. Estas bibliotecas albergan ejemplares significativos sobre arte y literatura que se adquirieron gracias a los maestros Francisco Toledo, Manuel Matus y otros donadores que hicieron posible conjuntar un acervo importante. Además, se encuentran ejemplares únicos en zapoteco, pues la región del Istmo ha sido muy activa en la conservación de su idioma. Hoy, una de esas bibliotecas ha reabierto sus puertas de manera parcial y en un espacio provisional con el material rescatado. En cuanto se concluyan las restauraciones de los espacios afectados, se hará el traslado de los libros recuperados para ponerlos a disposición de todos.

Las bibliotecas municipales Gabriel López Chiñas y Profesora Rosa Escudero, de la Casa de la Cultura, en Juchitán, fueron las más afectadas.

Por otro lado, en el exconvento dominico de Santo Domingo Tehuantepec, donde se albergaba la Casa de la Cultura, se resguardaban tres bibliotecas: la Biblioteca Pública Municipal, la Biblioteca de la Casa de la Cultura y la Biblioteca de Culturas Populares. También había una sala de fotografías y pinturas, además del Fondo Reservado Carlos Iribarren Sierra, impulsor de la Casa de la Cultura y promotor de la lengua zapoteca. Cabe destacar que el archivo de este personaje tiene gran valor para la historia, la identidad y la cultura local. Descendiente de notables liberales tehuanos de la Reforma y de la Intervención Francesa, Carlos Iribarren Sierra fue investigador, poeta, periodista, músico, compositor y narrador.

El material rescatado de las salas de este histórico inmueble, que ronda los 15000 libros —además de las fotografías, documentos y pinturas— merece estar a la disposición de niños y adultos en el lugar que durante años lo ha albergado.

Hoy, una de esas bibliotecas ha reabierto sus puertas de manera parcial y en un espacio provisional con el material rescatado.

Los desastres naturales no pueden predecirse, sin embargo, sí pueden tomarse medidas de prevención útiles cuando el agua representa un riesgo para el patrimonio documental, por lo que estar capacitados y contar con planes de contingencia en las bibliotecas y archivos debe volverse obligatorio.


Memoria del Río Jalatlaco

El Río Jalatlaco permitió el desarrollo del barrio del mismo nombre, apenas dividido de la ciudad por el afluente

Al mirar los mapas antiguos y las viejas fotografías de nuestra ciudad, notamos que los ríos que flanquean la traza virreinal dan cuenta de la importancia que ha tenido el agua para sus habitantes, como elemento vital, pero también vivencial. Al poniente, el río Atoyac acompañó el devenir legendario de la urbe oaxaqueña desde la celebración de la primera misa en 1521 en sus márgenes, dándole un sentido fundacional a la ciudad. Y al oriente, el Río Jalatlaco permitió el desarrollo del barrio del mismo nombre, apenas dividido de la ciudad por el afluente:

En Jalatlaco había gente de Tenochtitlan, Tlatelolco, Culhuacán, Tlaxcala, Huejotzingo, Cholula, Tepeaca, nahuas que —una vez establecida la ciudad de Antequera— trabajaron mayormente en ocupaciones urbanas (panaderos, artesanos, carniceros, etc.), además de gente de Guatemala, zapotecos y mixtecos que trabajaban sobre todo en las huertas de los españoles.1

Así, la vida cotidiana de los oaxaqueños estuvo vinculada a sus ríos que, en el siglo XVII, al estar unidos iban “regando y fertilizando muchos pueblos antes y después de la ciudad, en distancia de quince leguas, así de siembra de humedad y legumbres de la tierra, como para sustento de muchos ganados mayor y menor”.2

Pero hoy en día, el panorama ha cambiado: el Atoyac, como todos sabemos, está muy contaminado, y solo las personas mayores recuerdan sus aguas limpias. Mientras el Río Jalatlaco, desde la segunda mitad del siglo XX, “desapareció” cuando fue entubado debido a las inundaciones que provocaba en los barrios, la contaminación de sus aguas y las obras públicas que se realizaron en la zona. De este último río solo ha quedado la memoria de los pobladores vivos que insisten en recordarlo bajo las arterias urbanas, como parte de la historia de Oaxaca, pero también, como parte de la vida de cada uno.

En 2010, la artista Elena Pardo instaló en Jalatlaco una videocabina para recuperar la memoria de sus habitantes en relación con el río. Este interesante documento forma parte de una exposición dedicada a la ecología que puedes encontrar en el Centro Cultural San Pablo.

1 Sebastián van Doesburg, “La fundación de Oaxaca, Antecedentes y contexto del título de ciudad de 1532”, 475 años de la Fundación de Oaxaca, México, Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, FAHHO, 2007, p. 65.

2 Francisco de Burgoa, Geográfica descripción…, México, Juan Ruiz, 1674, p. 6.


La Virgen de la Soledad de Oaxaca y su relación con el agua

La Virgen de la Soledad, en la Antequera del Valle del siglo XVII, también estaba vinculada a la lluvia.

Sin duda, una devoción capital para la construcción de la identidad de los habitantes de la ciudad de Oaxaca es la de la Virgen de la Soledad, misma que ha estado ligada, desde su origen, al comercio. Mercaderes y arrieros se encomendaban a ella para tener buen camino y para que los productos llegaran a buen puerto, por otro lado, también era implorada por las mujeres para tener un buen parto.

La Virgen de la Soledad, en la Antequera del Valle del siglo XVII, también estaba vinculada a la lluvia. En 1672, ante la escasez de precipitaciones, el obispo Tomás de Monterroso permitió sacar en rogativa la imagen de la Soledad para propiciar el fin de la sequía: “Cuando esta nobilísima ciudad de Antequera, afligida de la seca y falta de agua, suplicó a vuestra ilustrísima le socorriese, padre, trayendo a su iglesia catedral en rogativa la imagen sacrosanta de la purísima madre del eterno verbo en carne”.1

Pero el prelado no se conformó con autorizar la procesión de la imagen, sino que él mismo la cargó sobre sus hombros desde su santuario hasta la catedral. Pedir por lluvias redundaba en el “bien común”, pues de las precipitaciones dependía la siembra de maíz. En 1731, el obispo de Oaxaca estaba preocupado pues se experimentaban “grandes calores por la falta de agua y por lo mismo en la carestía del maíz, pues se ha puesto a catorce y quince la carga”.2

Así, pues, el prelado realizó dos acciones: la primera fue solicitar maíz no solo en su distrito, sino también en otros pueblos cercanos; la segunda fue sacar en procesión a la Virgen de la Soledad desde su santuario a la catedral, donde la imagen estuvo al alcance de la población que clamaba por agua. Poco tiempo después, las súplicas fueron recompensadas cuando el suelo antequerano quedó regado por las lluvias. En agradecimiento, el obispo de Oaxaca predicó un sermón en honor a la Virgen de la Soledad.

1 Pedro del Castillo. Sermón a la Solemne beatificación de San Fernando III Rey de Castilla y León, N, Señor que celebró la santa iglesia catedral de la Ciudad de Antequera valle de Oaxaca. México: Francisco Rodríguez Lupercio, 1672, s/p

2 Gazeta de México, junio de 1739, p. 183


Pedagogía del Agua: una nueva cultura para el cuidado de nuestro recurso hídrico

Relacionar la gestión del agua con la pedagogía requiere de la vivencia de los fenómenos naturales en la construcción de conocimientos y pautas para la acción. En ese sentido, la Pedagogía del agua no es un componente más de un programa de gestión del recurso hídrico: es el proceso mismo de gestión democrática del agua. Las actividades de cultura y concientización que se proponen incorporar en las escuelas, y en la opinión pública, son una parte necesaria, pero insuficiente. Instalar el concepto de “Pedagogía sostenible y resiliente del agua” como sinónimo de la gestión democrática del agua permitirá valorizar la idea de que las sociedades que subsistirán en el futuro son las que tengan mayor capacidad de aprendizaje, es decir, de adaptación y transformación ante un mundo tan cambiante.

Nuestra propuesta político-pedagógica es un modelo intencionado de enseñanza que garantiza el aprendizaje bajo ciertas “reglas”. Este modelo está orientado, en nuestro caso particular, al desarrollo de un pensamiento crítico con base en el tema de la contaminación del agua de nuestros ríos, lagos, lagunas, mantos freáticos y mares.

Cuando hablamos de una propuesta político-pedagógica, estamos diciendo que nuestra iniciativa es una caja de herramientas flexible para reconstruir el tejido social por medio de la apropiación de la tecnología relacionada con el agua en comunidades vulneradas por su contaminación.

Es una propuesta que apunta a la concientización y el sentido de pertenencia; impulsa el compromiso para la participación individual, grupal y comunitaria, en donde tanto sociedad como autoridades sean un solo elemento en beneficio del saneamiento de las aguas. Es un modelo de trabajo que fomenta la creación de agentes de transformación social eficaz, viable y sostenible. Es un proceso dialéctico sustentado por elementos teóricos y prácticos. De igual manera, es un modelo flexible y dinámico.

La propuesta político-pedagógica de educación popular de la Fundación CyPro se construye en espacios creados en comunidades, a partir de una asociación entre la Fundación CyPro y estas. Hoy en día, todo el mundo vive sin una pedagogía del agua y es Oaxaca la primera entidad en donde esta ha cobrado vida y desde nuestro seno se está difundiendo al mundo.


Recomendaciones literarias relacionadas con el agua

Leo Lionni, Nadarín, Kalandraka,
México 2014. Edad recomendada:
5 años en adelante

¿Recuerdas ese primer encuentro con el lienzo blanco tratando de dibujar el mar? Tal vez tomaste tus colores buscando el azul transparente que se acercara más al color visto por primera vez cuando visitaste el océano, o a lo mejor trataste de encontrar tu propio azul y trazaste mundos submarinos, ciudades y especies nunca vistas.

Quizás fue así como Leo Lionni escribió e ilustró a Nadarín, un pez muy veloz de color negro. Posiblemente esto no te parezca algo extraño, pero resulta que toda la familia de este inquieto pez era de color rojo. Un día ocurrió un acontecimiento catastrófico: entre las olas apareció un atún fiero y hambriento que de un solo bocado se comió a todo el cardumen de Nadarín. Él, que era muy valiente, logró escapar hasta las profundidades del mar. Para no contarte más, te invito a descubrir cómo nuestro valiente protagonista diseña una estrategia para disfrutar del ancho mar.

Las ilustraciones de este libro hacen pensar en los dibujos que los niños realizan en las escuelas y después dejan secar bajo el sol. Son sencillas y nos incitan a tomar las acuarelas y los pinceles para dibujarle nuevos mundos a Nadarín.

Desde niño, Leo Lionni se dejó influenciar por el arte gracias a su tío Piet, un artista que tomaba a Leo como modelo para sus dibujos. Dentro de sus memorias lo nombraba “su héroe”. Gracias a relatos escritos en forma de fábulas, Lionni trata de aleccionar sobre la vida pero sin moralizar.

Entre sus libros más destacados, encontramos: Pequeño azul y pequeño amarillo, Frederick y Nadarín.


¡Aguas con el agua!

Eduardo del Río, Rius, y Darío Castillejos,
¡Aguas con el agua! Instituto Mexicano de la
Tecnología del Agua, Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales, Comisión
Nacional del Agua, México, 2014.

Esta obra del autor Eduardo del Río, Rius, en la que participa también el caricaturista Darío Castillejos, aborda el abuso que hemos tenido contra la naturaleza, en particular contra el agua. ¿Puede morirse el agua? Con esta pregunta satirizante inicia Rius los diálogos con su singular caricatura, abordando la problemática del uso y contaminación del recurso hídrico en nuestra vida cotidiana. Explica, con ese humor ácido que lo caracteriza, las consecuencias de la deforestación, interrupción de los ciclos hídricos, interrupción de la filtración en ciudades pavimentadas y hasta el desperdicio que generamos en casa.

De Eduardo del Río nadie se salvaba, como bien decía por medio de sus personajes: hasta los ecologistas y el papa contaminan. La contaminación somos todos. Este ejemplar aborda también el problemático manejo del agua a nivel industrial y el daño que han causado los contaminantes que se producen en las fábricas y que desembocan en mantos acuíferos, dañando a la flora y fauna dependientes de ellos. Sin duda un ejemplar para disfrutar y reflexionar sobre nuestra participación en el cuidado de nuestro vital líquido.

En su contraportada, este libro presenta una lámina del maestro Francisco Toledo, quien siempre mostró preocupación por la situación del agua en Oaxaca.


El agua en el río de Heráclito: la transformación, las emociones, las letras

Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces,
porque ni el hombre ni el agua serán los mismos.

Heráclito

Este famoso aforismo del filósofo jónico hace alusión al cambio. Y cómo no va a hacerlo si el efecto principal del agua es la transformación de todo lo que toca. Desde sus consecuencias en la naturaleza, como la formación de cañones completos gracias a la erosión o, incluso, la forma en la que están constituidos los continentes, posterior a la Pangea; estalactitas y estalagmitas y hasta el cuerpo de los seres vivos. Solo el ser humano comparte el podio con el agua en esta faceta transformadora.

Como buen visitante que llegó para quedarse —justo porque proviene del espacio—, el agua constituye, en porcentaje, la mayor parte del planeta, habitando en seres vivos y fuera de ellos, en estado “natural”. Podríamos afirmar, como lo señala la famosa frase “Nada se destruye, sino que todo se transforma”, que el agua que habita actualmente el planeta lo ha hecho desde el principio de los tiempos, y formó parte de otros seres vivos millones de años antes de estar dentro de nuestro organismo. ¿Aún se duda de que todo y todos estamos conectados? Esa conexión es el agua misma.

El agua ha pasado por todo y configura todo, incluso lo interno, lo subjetivo del ser humano. La vida completa es agua y en ella hay múltiples formas de experimentarla por medio de las emociones. Si consideramos que cada emoción posee un tipo de respiración específica, de inhalación y exhalación para cada sentir —sentarse en una silla y recordar cómo respiramos cuando estamos enojados, cómo sale el aire en las carcajadas, o en el suspiro cuando se desea algo— debemos saber que en cada bocanada de aire y en cada expiración hay vaho, vapor de agua. Sin esto, los pulmones no podrían ser capaces de expandirse y contraerse: respirar y sentir no serían posibilidades.

El agua misma se transforma con las emociones, basta ver la forma microscópica de las lágrimas que se forman a partir de distintos sentimientos1 para conocer la empatía de este elemento. En su forma extensa, en el mar o en los ríos, el agua produce produce sensaciones diversas, incluso se ha asociado a emociones relativas a su movimiento: calma, furia, paz o reclamo. Se puede pensar que es una especie de relación magnética que no solo posee el agua entre sus propias partículas, sino también entre sus diversas representaciones: nuestras emociones y las del mar se conectan.

La necesidad de plasmar el sentir es posible gracias a la emulsión del agua con las emociones y la palabra escrita. Esta es otra manera de entender las formas complejas que puede tener este elemento: desde la tinta y el papel empleado para plasmar las letras, hasta las respiraciones y exasperaciones que los autores y lectores traen consigo en “gotículas de emoción líquida”, aludiendo a Bauman.2 Tan es así que, por ejemplo, José Saramago, en su libro El silencio del agua, refiere que la confrontación con los seres que habitan en el agua es una confrontación con nuestras propias motivaciones, y al momento de la calma previa a la batalla, dice: “No creo que exista en el mundo un silencio más profundo que el silencio del agua”, un silencio inolvidable. Moby Dick, El Viejo y el mar, Veinte mil leguas de viaje submarino, Los muros de agua, por mencionar algunos de los incontables títulos con agua de por medio, por inspiración o por fascinación.

Provenimos del agua, estamos compuestos de ella, nos asentamos, desde los confines de la historia cultural, junto a los ríos y lagos. Nuestro destino está relacionado con su existencia, nuestras emociones y legado también están asociados a ella. ¿Qué objeto de transformación debemos esperar cuando el agua deje de estar? Si es su poder de transformación tan garrafal, ¿en qué nos transformaremos cuando el agua se vaya? ¿Cuál será su última acción de cambio?

1 Lynn Fisher, The topografhy of tears. NY: Bellevue Literary Press, disponible en https://www.rose-lynnfisher.
com/tears.html

2 Zygmunt Bauman, “Enamorarse y desenamorarse” en Amor líquido sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Barcelona, Paidós, 2018. Disponible en: https://www. planetadelibros.com/libros_contenido_extra/38/37846_
Amor_liquido.pdf


El valor perdido del agua en la ciudad

Existen 49 fuentes históricas en la ciudad de Oaxaca: seis del siglo XVII, 15 del siglo XIX y 28 más del siglo XX. Sin embargo, menos de la mitad se encuentran funcionando, mientras que el resto están abandonadas y sin mantenimiento.

El agua es uno de los recursos más importantes con los que cuenta nuestro planeta. Sin este medio natural la vida es imposible. Por esta razón es de suma importancia que se le devuelva el valor que merece. Su descuido se debe a que su aprecio está ligado al factor monetario en vez de enfocarlo a los factores culturales, ambientales, sociales y de salud. Dichas acciones mal orientadas llevan a una gestión inadecuada del recurso hídrico debido al manejo inadecuado y a la negligencia política.

La contaminación de cuerpos de agua, aunada al cambio climático, provoca que el acceso al agua potable sea cada vez menor. La temporada de sequía es más larga y como resultado los cuerpos de agua tardan más tiempo en recuperar su volumen, o, en algunos casos, han comenzado a desaparecer. Respecto al acceso al agua en el ámbito mundial, el diario británico The Guardian1 comparte los siguientes datos: el 96% de la población de México tiene acceso al agua potable, mientras que, en países como Angola o la República Democrática del Congo, apenas la mitad de la población cuenta con esa posibilidad.

En términos socioculturales, el agua es percibida como un recurso inagotable, y a pesar de ello es desperdiciada y contaminada sin pensar en lo mucho que la necesitamos. De acuerdo con el Informe 2021 de la UNESCO sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, el 80% de las industrias y municipios de todo el planeta tiran desechos a cuerpos de agua naturales sin un tratamiento previo. Según el INEGI, en la Zona Metropolitana de Oaxaca, hasta el 2002 se tenían registradas 25 descargas de aguas residuales a los ríos de la ciudad, viéndose afectados principalmente el Río Atoyac, el de San Felipe, Jalatlaco y Salado.

La contaminación a estos caudales minimiza el valor que tienen para Oaxaca, como puntos de referencia importantes para la fundación de la ciudad, principalmente el de Jalatlaco y el Atoyac. El valor del agua no siempre fue relegado a algo meramente monetario; prueba de ello es que distintas ciudades en el mundo enfocaron gran parte de su diseño urbano a valorizar el agua. Roma, por ejemplo, con sus grandes y hermosas fuentes o sus imponentes acueductos; los canales de ciudades como Suzhou, en China, San Petersburgo, en Rusia, y Gold Coast, en Australia.

Se tienen registros de que en Mesoamérica se utilizó una bella infraestructura hídrica: los chultunes (cisternas mayas) en Yucatán, las presas, pozos, acueductos, ductos de piedra con tapa, las chinampas, etc. En nuestras actuales ciudades, se han heredado bellos patrones urbano-arquitectónicos de la infraestructura novohispana, como los acueductos y fuentes, elementos que dan una identidad y una imagen armónica urbana. Sin embargo, la desvalorización del agua nos ha llevado también al abandono de estos bellos elementos arquitectónicos. Es fácil ver que gran parte de los acueductos de la ciudad han sido dañados, o que las mismas fuentes han sido abandonadas. De acuerdo con la arquitecta Andrea Amador,2 existen 49 fuentes históricas en la ciudad de Oaxaca: seis del siglo XVII, 15 del siglo XIX y 28 más del siglo XX. Sin embargo, menos de la mitad se encuentran funcionando, mientras que el resto están abandonadas y sin mantenimiento. Esto solo es muestra del poco valor otorgado al patrimonio de nuestra ciudad.

Frente a este problema, la UNESCO nos habla sobre cómo se deben incorporar diferentes aspectos para devolverle su valor al agua; hace mención de aspectos culturales, de género, ciencias específicas y sistemas de creencia. Se busca que el valor del agua sea el mismo sin importar la región, la cantidad ni el uso que se le dará y la ganancia que se obtendrá. Al unificar este valor se lograría que el agua comience a tener un uso sustentable, lo que garantiza el equitativo manejo de este recurso en un futuro.

Si estás interesado en profundizar en el tema del agua urbana, artificial y natural, te invitamos a consultar nuestro acervo que cuenta con material dedicado a ese tema y enfocado a la ciudad y su arquitectura.

1 Katherine Purvis, “Access to clean water and sanitation around the world – mapped” en The Guardian, (julio 2015). https://www.theguardian.com/global-development-professionals-network/2015/jul/01/global-access-clean-water-sanitation-mapped

2 Análisis histórico-social y catalogación de las fuentes públicas de la Ciudad de Oaxaca 1521-1990, dos tomos, tesis de licenciatura, Facultad de Arquitectura, UABJO.


Planta hidroeléctrica La Luz en San Agustín Etla, Oaxaca

Estado actual del edificio. Fotografías de agosto de 2021.

Entre las montañas que rodean San Agustín Etla se originan pequeños hilos de agua que conforman corredores de vida, que, al juntarse, configuran el Río San Agustín, o Río grande, así conocido por la gente de la misma comunidad. Dada la cantidad de este vital líquido, San Agustín Etla fue un espacio ideal para que durante el auge industrial del Porfiriato se instalaran allí las conocidas fábricas textiles; la abundante agua se aprovechaba tanto para estas como para la operación de unas hidroeléctricas conocidas como La Luz, levantada en 1883, y La Soledad, construida veintiséis años más tarde. Hubo grandes sueños en Oaxaca en esos años: la minería, el ferrocarril y las fábricas de textil, alimentados con la energía eléctrica y el motor de vapor, iban a ser los propulsores para un mejor futuro. Aunque esta época del positivismo industrial ya quedó atrás, sus edificios conforman hoy un valioso patrimonio arquitectónico en el estado. Sin embargo, mientras que la fábrica y la planta de La Soledad fueron rescatadas por el maestro Toledo, La Luz, la primera hidroeléctrica que alimentó a la ciudad de Oaxaca, fue abandonada, saqueada y, desafortunadamente, hoy se encuentra en ruinas.

La industria textil se hizo presente en México a partir de 1830. Para el año de 1837 se crearon 4 fábricas modernas de hilados en Puebla, y para 1844 existían ya 47 fábricas en todo el país. Rodríguez Velasco (2011) en su libro Capitalismo y modernización en Oaxaca, señala que la industria textil llegó a Oaxaca cuatro décadas más tarde en comparación con otras entidades del país. Aun así, las fábricas textiles impactaron su entorno físico y social: introdujeron una nueva arquitectura industrial que incluía obras hidráulicas que aprovechaban la fuerza y abundancia del agua para generar la fuerza motriz. Así, las primeras dos fábricas, San José, en San Agustín, Etla, y Xía en la Sierra Juárez, fueron fundadas en 1873. En 1883 se estableció una más: la majestuosa Soledad Vista Hermosa, también en San Agustín, fundada por José Zorrilla, quien se benefició con exenciones fiscales que le concedió el gobernador de ese momento, Luis Mier y Terán, a cambio de montar un motor hidráulico de sesenta caballos de fuerza, conocido como La Luz, para beneficiar, además, a la ciudad de Oaxaca.

Detalle de tubería a escala de 0.02 m. Colección: Francisco Tort i Ràfols, Biblioteca de Investigación Juan de Córdova.

Para realizar el diseño de la fábrica y de su hidroeléctica, se contrató a los hermanos Tort i Ràfols, quienes trabajaban como arquitectos e ingenieros para el sector privado. La Biblioteca de Investigación Juan de Córdova resguarda una colección importante de sus mapas, planos y dibujos originales que realizaron en diferentes proyectos en los estados de Oaxaca y Chiapas a finales del siglo XIX y la primera década del siglo XX. Su obra es amplia, desde el diseño de fábricas de textil y de azúcar, hasta la renovación en un estilo afrancesado de casas particulares en el centro de Oaxaca. Los planos que abundan son los de la hidroléctrica La luz. Hay alzados de sus fachadas, detalles del edificio, pero también de la tubería que alimentaba las turbinas, las instalaciones hidroeléctricas y de la electrificación de la villa de Etla y de la línea a Oaxaca. Además, entre las fotos del álbum del viajero Charles Hamilton, también conservadas en la BIJC, se encuentra una donde se aprecia el edificio en funciones al inicio del siglo XX.

La Luz, la primera hidroeléctrica que alimentó a la ciudad de Oaxaca, fue abandonada, saqueada y, desafortunadamente, hoy se encuentra en ruinas.

Con la intención de conocer el edificio plasmado en los planos y fotos, personal de la BIJC organizó, junto con el Comisariado de Bienes Comunales, una excursión el día 1 de agosto de este año. Hoy, el elegante edificio de la hidroeléctrica La Luz sigue en pie a unos cinco kilómetros de la comunidad, en una cuenca boscosa pero bien conservada, entre los arbustos y los árboles que conforman un hermoso paisaje. Es un modesto edificio porfiriano desplantado en un pequeño plano arriba de un fresco arrollo. Frente al edificio pasa el canal de agua que conduce a la presa en la comunidad de San Agustín Etla. Es un lugar idílico y nostálgico que evoca otros tiempos. Por su importancia para Oaxaca, y por su relación con la fábrica de la Soledad Vista Hermosa, la construcción merece una cuidadosa restauración antes de que sea demasiado tarde. Determinar un uso social adecuado, que permita disfrutar de este pequeño paraíso sin destruir la calma y el silencio que hoy reina en el lugar es sin duda un desafío. Agradecemos al Sr. Érick Pérez Ruíz, comisariado de Bienes Comunales, por permitirnos el acceso y guiarnos
al lugar.


El agua y la música*

Pocas cosas son tan inquietantes y motivadoras como estar frente al mar. Dependiendo de las circunstancias, esto puede generar diversas sensaciones: una paz infinita o un pánico terrible, pasando por el asombro, la estupefacción o la añoranza. Quizá por ello es que ha inspirado tanto a poetas y narradores como a pintores y músicos. La naturaleza, y en particular el agua, proporciona los elementos para la creación artística: las texturas, los sonidos, los colores, la profundidad, las sensaciones, las formas y por qué no, las ideas y las imágenes.

Desde niña me llamaron la atención los sonidos producidos por el agua en sus diferentes manifestaciones. Las fuentes me daban cierta tranquilidad, y las tormentas del verano me causaban temor: me inquietaban las cascadas por la fuerza que sentía al caer el agua y me gustaba saltar los charcos y empaparme las calcetas, aunque mi madre se pusiera furiosa por temor a que me enfermara. Los momentos que recuerdo con más intensidad de mi niñez tienen que ver con el agua, además de los sonidos naturales que ella produce, mi gusto por la música comenzó con Debussy, cuando mi abuela tocaba la Catedral sumergida. Me refugiaba debajo del piano y veía con especial deleite el cuadro de Joaquín Clausell, que colgaba en la pared: una marina inmensa con una furia intempestiva que dejaba vislumbrar una roca que recibía el golpeteo de las olas sobre sí. Dependiendo del ánimo de la abuela, pasaba a Los jardines bajo la lluvia o cambiaba de autor y se iba al Preludio de las gotas de lluvia de Chopin. Eran tardes serenas en las que pasábamos horas en una compañía un tanto extraña, porque lo único que veía de mi abuela eran sus pies; en realidad, solo la escuchaba y la sentía. Eran tardes acuáticas, ella era como el agua con sus diferentes temperamentos y se expresaba a partir de las composiciones de los grandes músicos que le llegaban al corazón. Dejaba que la música tomara la batuta y la fuera guían do hacia lugares insospechados, hacia una aventura estética que compartía conmigo. Me presentó La Pastoral, y por supuesto me pedía especial atención en el segundo movimiento, la Escena junto al río, y me contó que Beethoven pedía, en la propia partitura, que para su interpretación se expresaran los sentimientos: “No pintura, sino impresiones”. Más grande, me llevó al lago de Chapultepec a ver en vivo El lago de los cisnes, no cabía de la emoción de ver tal espectáculo.

Con el transcurrir de los años puse especial atención en las composiciones relacionadas con el agua, se convirtieron en una manera de revivir esas tardes. Fue así que descubrí la Tempestad, de Franz Liszt, Los juegos de agua, de Maurice Ravel, la última obra del compositor alemán Richard Strauss, Sinfonía alpina, al pie de la cascada, y, sin temor a la crítica, el Danubio azul de Johann Strauss. Y ya que estamos con los valses, Sobre las olas, de Juventino Rosas.

Hablando de olas, descubrí a un músico italiano que experimenta y mezcla diversos géneros, aunque él prefiere considerarse minimalista. Hablo de Ludovico Einaudi, quien afirma que le gusta tanto el rock como Mozart. Entre sus composiciones de piano está Waves/Olas,una delicia. Me gusta escucharla cuando trabajo porque me ayuda a concentrarme y a estar tranquila. Ludovico Einaudi compuso Elegy for the Artic, una obra que unió las firmas de 8 millones de personas para salvar el Ártico. Como parte de esta pieza se escuchan los glaciares cayendo y el sonido del agua. Y cómo no recomendar el fantástico video con música de Arvo Pärt, Da Pacem, que presenta la vida marina: meduzas, calamares, seres exóticos danzan con suavidad acompañados por las voces corales y el órgano.

Disfruto otros géneros musicales más populares, si se quiere, pero igualmente emotivos, como aquél que nació en El Mediterráneo con alma de marinero o El hombre y el agua de Juan Manuel Serrat:

Cuídala, como cuida ella de ti.
Brinca, moja, vuela, lava,
agua que vienes y vas.
Río, espuma, lluvia, niebla,
nube, fuente, hielo, mar.
Agua, barro en el camino, agua que
esculpes paisajes,
agua que mueves molinos.

Joaquín Sabina nos recuerda que “el agua apaga el fuego y al ardor los años”, y Jarabe de Palo afirma que el agua y la sed son un serio problema:

Pasión y ley
Difícil mezcla
Agua y sed
Serio problema
Cuando uno tiene sed
Pero el agua no está cerca
Cuando uno quiere beber
Pero el agua no está cerca
Qué hacer…

Para cerrar con broche de oro, los Latin Brothers en Cartagena nos cuentan en una salsa riquísima que Sobre las olas un barco va.

* Este artículo se lee con la siguiente lista de reproducción: https://www.youtube.com/playlist?list=PL352jsxBH_nSbAFJ9mOASscBcO2xAuwi3

1 ¡Mas, oh corazón mío, escucha la canción de los marinos!, Brisa Marina. http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/64-027-stephane-mallarme?start=5


Aclaraciones sobre el número anterior

Uno de los intereses académicos de la FAHHO es la difusión del conocimiento relacionado con las lenguas originarias y la historia de Oaxaca. Es por ello que cada número de este boletín cuenta con algunas colaboraciones encaminadas a profundizar y comentar dichos temas. La discusión que a continuación compartimos con ustedes, lectores, surge de una serie de correos electrónicos que se transformaron en una cátedra dictada por especialistas que dejan ver una principal preocupación: mostrar el dinamismo de las lenguas originarias para que se intensifique su comprensión mostrando su complejidad y capacidad transformadora. El Boletín FAHHO no. 6 (julio-agosto 2021) dio pie a tan enriquecedora discusión entre Alejandro de Ávila, director del Jardín Etnobotánico de Oaxaca y curador del Museo Textil de Oaxaca, y Sebastián van Doesburg, director de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova e investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, ambos académicos colaboradores de esta Fundación.

En primera instancia, Alejandro de Ávila escribió a la oficina editorial para mostrar su inquietud respecto a tres artículos, con la única intención de hacer observaciones de carácter de precisión histórica y lingüística. Por razones de espacio no resultó posible reproducir todo el diálogo que ambos académicos sostuvieron; por lo que compartimos con ustedes fragmentos sustanciales que se centran, principalmente, en la discusión de precisión lingüística del segundo artículo.

[…] leí con interés el Boletín de la FAHHO […]. Veo que incluye tres artículos que se relacionan con el textil, lo cual me da gusto, pero encuentro algunos problemas que me parece debemos corregir:

  1. El trabajo […] acerca del traje de tehuana reitera una versión insostenible acerca del origen de los diseños florales istmeños en la Nao de China. Podemos relacionar las peonías y otras figuras bordadas en los huipiles con los
    mantones de Manila, pero éstos representan un formato textil de finales del siglo XIX, casi un siglo después del último viaje de la Nao. […]
  2. El trabajo […] acerca del tocado tradicional en Cuetzalan adolece también de problemas en la terminología en la lengua indígena, en este caso una variante del náhuatl. [La autora] transcribe el nombre del tocado como maxtahuatl. Sin embargo, la variante que se habla en Cuetzalan y los municipios vecinos carece1 del fonema –tl, que conocemos del náhuatl clásico y algunas variantes contemporáneas. Diversas fuentes registran el nombre del tocado como maxtahual, que es como se designa en Cuetzalan. La Maestra Irmgard W. Johnson,2 cuyo trabajo reseña García, así lo pronunciaba, como recuerdo con claridad por haber ella sido mi mentora durante cuatro décadas. Según entiendo, maxtahuatl constituye una reconstrucción ficticia de la forma histórica, que no está atestiguada en el diccionario de Alonso de Molina ni en otras fuentes del siglo XVI.
  3. El trabajo [sobre los textiles de Cosoloaque] muestra de nuevo una transcripción problemática de los términos en náhuatl, en este caso una de las variantes del sur de Veracruz. La secuencia kwe-, transcrita convencionalmente cue-, aparece en este trabajo como koe-, que falsea la fonología del náhuatl. […]

La respuesta del director de la BIJC a la inquietud del director del JEBOax fue la siguiente:

[…]
Gracias por señalar algunos temas en la representación de terminología en náhuatl y zapoteco.
[…] sobre la palabra maxtlahuatl.

Hallé la siguiente cita en la Relación Geográfica de Ixtlahuacan (Guanajuato): “las indias usan en el pelo una cinta de 8 Varas de largo y tres dedos de ancho con la q[u]e forman de su pelo el tocado q[u]e llaman Maxtlahuatl” (Paredes Martínez, Carlos, 2005. Descripciones geográficas del obispado de Michoacán en el siglo XVIII, CIESAS/Universidad Michoacana, p. 127; revisé la paleografía en el sitio Amoxcalli de Thouvenot, así que no es una reconstrucción).

También encontré el término en El Portento Mexicano, una pieza de teatro sobre la Virgen de Guadalupe, publicada por Fernando Horcasitas (2004 Teatro Náhuatl, vol. II, UNAM, p. 285).

Por lo mismo lo di por bueno.

Veo que Antonio García Cubas alrededor de 1870-1874 ya lo escribe como mastlahual al hablar de la prenda en Tlapacoyan, cerca de la Cuetzalan: “el mastahual, redecilla de cintas, recoge las bien tejidas trenzas de su luciente y negro cabello que tan bien cuadra a la limpia y morena tez de su rostro”.

La forma mastauat tomada de un libro de Culturas Populares es claramente incorrecta. Tendremos cuidado con la correcta representación.

A partir de esta respuesta, las consultas bibliográficas no se hacen esperar, y, sin duda, son la parte enriquecedora que da muestra del serio interés que ponen nuestros colaboradores para que el Boletín se construya en cada edición.

Interesante que las fuentes que citas atestigüen la forma maxtlahuatl,3 que por lo visto se vincula etimológicamente con ma:xtlatl, pero […] en [el] artículo escribe “maxtahuatl”, donde no es factible proponer esa etimología y por ello reitero que me parece una forma ficticia.


Señalas que maxtlahuatl aparece mencionado en la Relación Geográfica de Ixtlahuacan. Te hago dos observaciones: ese “partido” del obispado de Michoacán no se ubica en el actual estado de Guanajuato, como indicas, sino en la región del sur de Jalisco y norte de Colima, como puedes verificar en las pp. 34-35 de esta tesis acerca de la cartografía de ese antiguo obispado: http://bibliotecavirtual.
dgb.umich.mx:8083/xmlui/bitstream/handle/DGB_UMICH/2354/IIH-M-2006-0003.
pdf?sequence=1&isAllowed= y

Segunda observación: esta precisión geográfica es significativa porque la ubicación real de la comunidad donde se registró el maxtlahuatl en el siglo XVIII corresponde muy de cerca con el pueblo de Tuxpan, comunidad del sur de Jalisco donde se habla náhuatl hasta la fecha. En Tuxpan se conservó hasta mediados del siglo pasado un tocado ceremonial consistente en una larga cinta que se enrollaba alrededor del cabello para formar un rodete, tal como lo describe el pasaje que nos compartes de la Relación de Ixtlahuacan. El tocado de Tuxpan no era tan voluminoso como el de Cuetzalan, pero tenía una estructura análoga. Fue precisamente nuestra querida Irmgard quien documentó esas cintas, que se tejían en Tuxpan, y la forma de enrollarlas alrededor del cabello.

[…]
El tocado de Tuxpan no es el único que se relaciona con el maxtahual de Cuetzalan: también se vincula con el petop de las comunidades tének de la Huasteca Potosina y con los rodetes de varios pueblos mixtecos (San Antonio Huitepec, entre otros), zapotecos (Yalálag es el más conocido, pero peinados análogos se usaron en varias comunidades más), mixes, tsotsiles, tseltales, y un montón de localidades en Guatemala. El maxtahual de Cuetzalan es entonces una versión particularmente exagerada de un tocado de origen mesoamericano de amplia distribución.
[…]

El intercambio se amplifica y se convierte en una muestra de la evolución que el término en discusión ha atravesado. Es por ello que, en la siguiente respuesta, Van Doesburg recurre a más ejemplos referenciales:

En cuanto a la relación con ma:xtlatl, esto ya lo vio Chimalpopoca Galicia en 1856, cuando tradujo el término maxtlahuatl como ´bragas´ en El Portento Mexicano. También en el conocido Diccionario de mexicanismos de Santamaría. De allí que Barry Sell y Louise Burkhart (2006, Nahuatl Theater. Oklahoma Press, p. 133) lo traducen como ´pantalón´. Pero esta es una traducción ridícula, ya que el término aparece en el diálogo entre la mujer Cacahuatzin y el joven Totopochtli en el que este último le dice a la primera:

Ma xocontlali in maxtlahuatl, ca monemac”, ‘Ponte el maxtlahuatl, te lo mereces’ (bueno, así lo entiendo con mi limitado conocimiento del náhuatl). Así que ´pantalón´ está fuera de lugar aquí.

Creo que no hay diferentes puntos de vista. Más bien, agradezco a Alejandro sus comentarios y correcciones que son pertinentes e interesantes. […]

Un adendum:

De repente me acordé dónde había visto el término maxtlahuatl antes: en un texto que escribí hace seis años, una reseña de la publicación del Mercurio Yndiano. Poema Histórico de Patricio Antonio López, por la Dra. Beatriz Hay del Colegio de México (2004). […] Don Patricio Antonio López supongo que no necesita introducción: noble zapoteco de Valles Centrales, intérprete de la Real Audiencia y colaborador de Boturini. […] En aquella ocasión me llamaron la atención algunos vocablos derivados del náhuatl en su poema. Cito aquí una parte.

En el verso 117, don Patricio compone:

“Aqui a tus aras ofresco
esta, mi diadema, que orle
de tus divinas mazclahuas
los matizados airones”

Pocos versos más adelante (verso 142), el poeta zapoteco describe a los soldados españoles [de] la siguiente manera:

“Los cupiles que acá usamos
los traen y llaman morriones,
y sólo cuando combaten
por simeras se los ponen”.

Quedan sin aclararse las palabras mazclahua y cupil.

[…]

Dirigir los comentarios de esta manera es un ejemplo del camino que sigue cualquier investigación (el contraste de fuentes documentales, la postura de los expertos y una conclusión derivada de todo ello, por mencionar algunos pasos), y esta última parte es evidencia del cierre de las pesquisas hasta aquí mostradas:

Fascinantes citas del siglo XVIII, Bas. Me parecen particularmente significativos los versos que citas de don Patricio Antonio López porque abren la posibilidad de que mazclahuas/maxtlahua haya sido un término conocido también en Oaxaca, de lo cual por lo visto no había noticia.

Por mi parte, encontré en el diccionario en línea de Stephanie Wood que el verbo axtla:hua (“rodear a la cabeza los cabellos la mujer, componiéndolos”, Molina dixit) dio pie a otros dos sustantivos: neaxtla:hualli y axtlacui:lli.
Stephanie cita ambos a partir del trabajo de Justyna Olko […]; [aunque] no menciona de qué fuentes obtuvo Olko estos términos. Ambos son descritos como el peinado característico de las mujeres de la Cuenca de México, tal como aparece representado en los códices y las esculturas del periodo de contacto. […]

Todo indica, entonces, que en el siglo XVI había por lo menos tres términos descriptivos, derivados los tres de axtla:hua, para referirse a los peinados femeninos compuestos con cordones o cintas. Con el tiempo, uno de esos nombres se “congeló”, en el sentido de que el verbo del cual derivaba parece haberse perdido, y entonces la etimología se oscureció para los hablantes, algo que sucede con frecuencia en las lenguas de todo el mundo. Quizá eso es lo más interesante de toda esta historia: usar el tocado como ejemplo de la selectividad de la memoria, y del proceso constante de diversificación, erosión y resignificación en la historia cultural.

Sebastián van Doesburg:

Bueno, para cerrar el día, el Libro 8, folio 31 (quinto renglón del texto náhuatl) del Códice Florentino, Sahagún y sus colaboradores usan el término maxtlaoa y hasta nos ofrecen una ilustración de los cuatro peinados de moda entre las mujeres nahuas. Las damas vienen en parejas. Comienza mencionando los cuatro estilos de la ilustración, el último [es] el que nos interesa.

“Tzonqueme, quatequeque, atzotzocoleque, maxtlaoa”.

En la paráfrasis de Sahagún (texto español a la izquierda): “y tambien vsauan trayer, los cabellos largos hasta la cinta: y otras trayan los cabellos, hasta las espaldas: y otras trayan los cabellos largos en vna parte, y otra de las sienes, y orejas, y toda la cabeça tresquilada; y otras trayan los cabellos torcidos con hilo prieto de algodon, y los tocauan a la cabeça, y ansi lo vsa[n] hasta agora, haziendo dellos como vnos cornezuelos sobre la frente”. (Se nota cierta eficiencia en las expresiones nahuas, la frase en español es como siete veces más larga…).

¿Qué aprendizaje se desprende del anterior debate? Aparte del interesante tema desarrollado, nos permiten observar de primera mano la intensa labor que los investigadores realizan tras bambalinas en cada texto trabajado; así como la atención puesta en la actividad de todos los involucrados para, finalmente, generar un trabajo en equipo y así dar pie a un diálogo vivo, dinámico y enriquecedor.


Casiopea, una tortuga de urdimbre y estrellas

Oaxaca de Juárez, Oaxaca. El segundo número digital de Casiopea. Revista Infantil de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), ya puede ser descargada en la siguiente liga: https://bit.ly/casiopea2

La Revista Infantil de la FAHHO ha iniciado su viaje en busca de niñas y niños deseosos de conocerla y de descubrir todos los misterios que guarda. Casiopea es una publicación que fomenta la toma de conciencia sobre la conservación del patrimonio cultural y natural a partir de actividades y contenidos lúdicos para niños, niñas y sus familias. 

¿Qué tienen que ver: una tortuga, maíz, liebres y textiles? En este segundo número encontrarán nuevos mundos a través de las narraciones creadas para los pequeños lectores de Casiopea, además podrás leer y escuchar el cuento ‘Las Gigantas de piedra’ para conocer el Museo Textil de Oaxaca.  

En la sección Rompecabezas del pasado encontrarás el texto “Cuando sea Grande quiero ser…” y páginas más adelante una recomendación para leer “Es de maíz que estamos hechos”, una historia que se encuentra en los libros que hay en la Red de Bibliotecas BS.  

A través de la lectura, en Casiopea aprenderás qué es un ex libris y también conocerás a una peculiar liebre de Tehuantepec, además de rompecabezas y juegos para disfrutar en compañía de tu familia.  

Recuerda que en esta revista digital también hay videos y audiocuentos. Te invitamos a conocerla y participar con textos de tu autoría, en esta ocasión el equipo editorial recibirá propuestas sobre la celebración del “Día de Muertos”. El texto deberá tener una extensión de media cuartilla y acompañarlo de una ilustración. Tienes hasta el 27 de agosto para enviar tu propuesta. 

Editorial

Han sido tiempos difíciles para el mundo. La pandemia por el Covid-19 nos ha obligado a reflexionar y a cambiar nuestros hábitos. Conscientes de que la salud de todos es primordial, la FAHHO decidió evitar focos de contagio y, aunque cerró sus puertas, continuó trabajando arduamente. Sin embargo, ya es momento de abrir los espacios de la Fundación, ofrecerlos al público como rincones de respiro y saciar nuestra sed de arte, cultura y deporte.

Reinventarnos ha sido nuestra motivación, así que nos preguntamos una y otra vez de qué manera acercarnos a nuestros públicos e instituciones más allá de la presencia física. Los intercambios y experiencias fortalecen los lazos con nuestra comunidad. En estas páginas, el lector será testigo de las sinergias entre las diferentes áreas de la Fundación, verá que estos afortunados encuentros benefician a tantos y cómo se enriquece nuestro trabajo con la mirada del otro.

Durante la pandemia hemos identificado nuestras fortalezas gracias a cada uno de los miembros de la FAHHO. Estamos satisfechos de su talento, capacidad creativa y amor por lo que hacen. Ha sido alentador trabajar de manera más profunda con nuestras colecciones y reconocer tesoros que muy pronto estarán disponibles para la comunidad no solo de manera física, sino digital.

Por lo pronto, queremos seguir en contacto con nuestro público así que compartimos con ustedes la belleza de nuestros acervos. En los siguientes textos se nota la emoción de quien se detiene ante fotografías, obras de arte, textiles, libros, documentos y estampillas postales, miradas que ven más allá de los objetos; se percibe una forma original de apreciar el patrimonio, como la de un joven de catorce años que se acercó por primera vez a un libro del siglo XVIII.

Estas páginas reflejan la profunda introspección que hemos vivido en los últimos meses: surgieron vínculos sagrados con la naturaleza que se expresan a través del arte y se hace patente nuestra labor en el rescate del patrimonio nacional; la recuperación de cientos de archivos municipales y parroquiales en diferentes estados de la república mexicana y en los propios acervos de la Fundación; la recuperación de las lenguas originarias, la difusión de las colecciones sobre la historia del beisbol, el cuidado de la naturaleza y los proyectos de restauración de monumentos y obras de arte en diversas comunidades de Oaxaca, una magnífica labor que nos llena de orgullo.

La pandemia nos ha hecho renovar el deseo de continuar un legado para las siguientes generaciones. Buscamos mejorar la calidad de vida de cientos de personas mediante proyectos de participación que promuevan una ciudad a escala humana, que se multipliquen las áreas verdes, se motive el deporte y la activación física; queremos que se valore el trabajo de los artistas y maestros populares, que sigamos protegiendo el legado y la memoria de nuestros antepasados y, en esta ocasión particular, celebramos la alegría de recibir en nuestros espacios, una vez más, al público.

No cabe duda, el trabajo de la FAHHO responde a un lema muy antigua que fue elegido para titular uno de los artículos del boletín y con el que nos identificamos plenamente: constantia et labore, ‘trabajo y constancia’. Esta divisa circuló, durante el siglo xvi, en las portadas de los libros del taller de Amberes del impresor Cristóbal Plantin. En el grabado se aprecia una mano que hace girar el compás, el extremo que permanece fijo simboliza la constancia y el que se desplaza, el trabajo. Sin duda, es una máxima que ilustra nuestra entrega cotidiana.



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