Boletín FAHHO Digital No. 7 (Sep 2021)

El agua en el río de Heráclito: la transformación, las emociones, las letras

Chey Rojas

Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces,
porque ni el hombre ni el agua serán los mismos.

Heráclito

Este famoso aforismo del filósofo jónico hace alusión al cambio. Y cómo no va a hacerlo si el efecto principal del agua es la transformación de todo lo que toca. Desde sus consecuencias en la naturaleza, como la formación de cañones completos gracias a la erosión o, incluso, la forma en la que están constituidos los continentes, posterior a la Pangea; estalactitas y estalagmitas y hasta el cuerpo de los seres vivos. Solo el ser humano comparte el podio con el agua en esta faceta transformadora.

Como buen visitante que llegó para quedarse —justo porque proviene del espacio—, el agua constituye, en porcentaje, la mayor parte del planeta, habitando en seres vivos y fuera de ellos, en estado “natural”. Podríamos afirmar, como lo señala la famosa frase “Nada se destruye, sino que todo se transforma”, que el agua que habita actualmente el planeta lo ha hecho desde el principio de los tiempos, y formó parte de otros seres vivos millones de años antes de estar dentro de nuestro organismo. ¿Aún se duda de que todo y todos estamos conectados? Esa conexión es el agua misma.

El agua ha pasado por todo y configura todo, incluso lo interno, lo subjetivo del ser humano. La vida completa es agua y en ella hay múltiples formas de experimentarla por medio de las emociones. Si consideramos que cada emoción posee un tipo de respiración específica, de inhalación y exhalación para cada sentir —sentarse en una silla y recordar cómo respiramos cuando estamos enojados, cómo sale el aire en las carcajadas, o en el suspiro cuando se desea algo— debemos saber que en cada bocanada de aire y en cada expiración hay vaho, vapor de agua. Sin esto, los pulmones no podrían ser capaces de expandirse y contraerse: respirar y sentir no serían posibilidades.

El agua misma se transforma con las emociones, basta ver la forma microscópica de las lágrimas que se forman a partir de distintos sentimientos1 para conocer la empatía de este elemento. En su forma extensa, en el mar o en los ríos, el agua produce produce sensaciones diversas, incluso se ha asociado a emociones relativas a su movimiento: calma, furia, paz o reclamo. Se puede pensar que es una especie de relación magnética que no solo posee el agua entre sus propias partículas, sino también entre sus diversas representaciones: nuestras emociones y las del mar se conectan.

La necesidad de plasmar el sentir es posible gracias a la emulsión del agua con las emociones y la palabra escrita. Esta es otra manera de entender las formas complejas que puede tener este elemento: desde la tinta y el papel empleado para plasmar las letras, hasta las respiraciones y exasperaciones que los autores y lectores traen consigo en “gotículas de emoción líquida”, aludiendo a Bauman.2 Tan es así que, por ejemplo, José Saramago, en su libro El silencio del agua, refiere que la confrontación con los seres que habitan en el agua es una confrontación con nuestras propias motivaciones, y al momento de la calma previa a la batalla, dice: “No creo que exista en el mundo un silencio más profundo que el silencio del agua”, un silencio inolvidable. Moby Dick, El Viejo y el mar, Veinte mil leguas de viaje submarino, Los muros de agua, por mencionar algunos de los incontables títulos con agua de por medio, por inspiración o por fascinación.

Provenimos del agua, estamos compuestos de ella, nos asentamos, desde los confines de la historia cultural, junto a los ríos y lagos. Nuestro destino está relacionado con su existencia, nuestras emociones y legado también están asociados a ella. ¿Qué objeto de transformación debemos esperar cuando el agua deje de estar? Si es su poder de transformación tan garrafal, ¿en qué nos transformaremos cuando el agua se vaya? ¿Cuál será su última acción de cambio?

1 Lynn Fisher, The topografhy of tears. NY: Bellevue Literary Press, disponible en https://www.rose-lynnfisher.
com/tears.html

2 Zygmunt Bauman, “Enamorarse y desenamorarse” en Amor líquido sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Barcelona, Paidós, 2018. Disponible en: https://www. planetadelibros.com/libros_contenido_extra/38/37846_
Amor_liquido.pdf


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