Boletín FAHHO Digital No. 7 (Sep 2021)

Aclaraciones sobre el número anterior

FAHHO

Uno de los intereses académicos de la FAHHO es la difusión del conocimiento relacionado con las lenguas originarias y la historia de Oaxaca. Es por ello que cada número de este boletín cuenta con algunas colaboraciones encaminadas a profundizar y comentar dichos temas. La discusión que a continuación compartimos con ustedes, lectores, surge de una serie de correos electrónicos que se transformaron en una cátedra dictada por especialistas que dejan ver una principal preocupación: mostrar el dinamismo de las lenguas originarias para que se intensifique su comprensión mostrando su complejidad y capacidad transformadora. El Boletín FAHHO no. 6 (julio-agosto 2021) dio pie a tan enriquecedora discusión entre Alejandro de Ávila, director del Jardín Etnobotánico de Oaxaca y curador del Museo Textil de Oaxaca, y Sebastián van Doesburg, director de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova e investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, ambos académicos colaboradores de esta Fundación.

En primera instancia, Alejandro de Ávila escribió a la oficina editorial para mostrar su inquietud respecto a tres artículos, con la única intención de hacer observaciones de carácter de precisión histórica y lingüística. Por razones de espacio no resultó posible reproducir todo el diálogo que ambos académicos sostuvieron; por lo que compartimos con ustedes fragmentos sustanciales que se centran, principalmente, en la discusión de precisión lingüística del segundo artículo.

[…] leí con interés el Boletín de la FAHHO […]. Veo que incluye tres artículos que se relacionan con el textil, lo cual me da gusto, pero encuentro algunos problemas que me parece debemos corregir:

  1. El trabajo […] acerca del traje de tehuana reitera una versión insostenible acerca del origen de los diseños florales istmeños en la Nao de China. Podemos relacionar las peonías y otras figuras bordadas en los huipiles con los
    mantones de Manila, pero éstos representan un formato textil de finales del siglo XIX, casi un siglo después del último viaje de la Nao. […]
  2. El trabajo […] acerca del tocado tradicional en Cuetzalan adolece también de problemas en la terminología en la lengua indígena, en este caso una variante del náhuatl. [La autora] transcribe el nombre del tocado como maxtahuatl. Sin embargo, la variante que se habla en Cuetzalan y los municipios vecinos carece1 del fonema –tl, que conocemos del náhuatl clásico y algunas variantes contemporáneas. Diversas fuentes registran el nombre del tocado como maxtahual, que es como se designa en Cuetzalan. La Maestra Irmgard W. Johnson,2 cuyo trabajo reseña García, así lo pronunciaba, como recuerdo con claridad por haber ella sido mi mentora durante cuatro décadas. Según entiendo, maxtahuatl constituye una reconstrucción ficticia de la forma histórica, que no está atestiguada en el diccionario de Alonso de Molina ni en otras fuentes del siglo XVI.
  3. El trabajo [sobre los textiles de Cosoloaque] muestra de nuevo una transcripción problemática de los términos en náhuatl, en este caso una de las variantes del sur de Veracruz. La secuencia kwe-, transcrita convencionalmente cue-, aparece en este trabajo como koe-, que falsea la fonología del náhuatl. […]

La respuesta del director de la BIJC a la inquietud del director del JEBOax fue la siguiente:

[…]
Gracias por señalar algunos temas en la representación de terminología en náhuatl y zapoteco.
[…] sobre la palabra maxtlahuatl.

Hallé la siguiente cita en la Relación Geográfica de Ixtlahuacan (Guanajuato): “las indias usan en el pelo una cinta de 8 Varas de largo y tres dedos de ancho con la q[u]e forman de su pelo el tocado q[u]e llaman Maxtlahuatl” (Paredes Martínez, Carlos, 2005. Descripciones geográficas del obispado de Michoacán en el siglo XVIII, CIESAS/Universidad Michoacana, p. 127; revisé la paleografía en el sitio Amoxcalli de Thouvenot, así que no es una reconstrucción).

También encontré el término en El Portento Mexicano, una pieza de teatro sobre la Virgen de Guadalupe, publicada por Fernando Horcasitas (2004 Teatro Náhuatl, vol. II, UNAM, p. 285).

Por lo mismo lo di por bueno.

Veo que Antonio García Cubas alrededor de 1870-1874 ya lo escribe como mastlahual al hablar de la prenda en Tlapacoyan, cerca de la Cuetzalan: “el mastahual, redecilla de cintas, recoge las bien tejidas trenzas de su luciente y negro cabello que tan bien cuadra a la limpia y morena tez de su rostro”.

La forma mastauat tomada de un libro de Culturas Populares es claramente incorrecta. Tendremos cuidado con la correcta representación.

A partir de esta respuesta, las consultas bibliográficas no se hacen esperar, y, sin duda, son la parte enriquecedora que da muestra del serio interés que ponen nuestros colaboradores para que el Boletín se construya en cada edición.

Interesante que las fuentes que citas atestigüen la forma maxtlahuatl,3 que por lo visto se vincula etimológicamente con ma:xtlatl, pero […] en [el] artículo escribe “maxtahuatl”, donde no es factible proponer esa etimología y por ello reitero que me parece una forma ficticia.


Señalas que maxtlahuatl aparece mencionado en la Relación Geográfica de Ixtlahuacan. Te hago dos observaciones: ese “partido” del obispado de Michoacán no se ubica en el actual estado de Guanajuato, como indicas, sino en la región del sur de Jalisco y norte de Colima, como puedes verificar en las pp. 34-35 de esta tesis acerca de la cartografía de ese antiguo obispado: http://bibliotecavirtual.
dgb.umich.mx:8083/xmlui/bitstream/handle/DGB_UMICH/2354/IIH-M-2006-0003.
pdf?sequence=1&isAllowed= y

Segunda observación: esta precisión geográfica es significativa porque la ubicación real de la comunidad donde se registró el maxtlahuatl en el siglo XVIII corresponde muy de cerca con el pueblo de Tuxpan, comunidad del sur de Jalisco donde se habla náhuatl hasta la fecha. En Tuxpan se conservó hasta mediados del siglo pasado un tocado ceremonial consistente en una larga cinta que se enrollaba alrededor del cabello para formar un rodete, tal como lo describe el pasaje que nos compartes de la Relación de Ixtlahuacan. El tocado de Tuxpan no era tan voluminoso como el de Cuetzalan, pero tenía una estructura análoga. Fue precisamente nuestra querida Irmgard quien documentó esas cintas, que se tejían en Tuxpan, y la forma de enrollarlas alrededor del cabello.

[…]
El tocado de Tuxpan no es el único que se relaciona con el maxtahual de Cuetzalan: también se vincula con el petop de las comunidades tének de la Huasteca Potosina y con los rodetes de varios pueblos mixtecos (San Antonio Huitepec, entre otros), zapotecos (Yalálag es el más conocido, pero peinados análogos se usaron en varias comunidades más), mixes, tsotsiles, tseltales, y un montón de localidades en Guatemala. El maxtahual de Cuetzalan es entonces una versión particularmente exagerada de un tocado de origen mesoamericano de amplia distribución.
[…]

El intercambio se amplifica y se convierte en una muestra de la evolución que el término en discusión ha atravesado. Es por ello que, en la siguiente respuesta, Van Doesburg recurre a más ejemplos referenciales:

En cuanto a la relación con ma:xtlatl, esto ya lo vio Chimalpopoca Galicia en 1856, cuando tradujo el término maxtlahuatl como ´bragas´ en El Portento Mexicano. También en el conocido Diccionario de mexicanismos de Santamaría. De allí que Barry Sell y Louise Burkhart (2006, Nahuatl Theater. Oklahoma Press, p. 133) lo traducen como ´pantalón´. Pero esta es una traducción ridícula, ya que el término aparece en el diálogo entre la mujer Cacahuatzin y el joven Totopochtli en el que este último le dice a la primera:

Ma xocontlali in maxtlahuatl, ca monemac”, ‘Ponte el maxtlahuatl, te lo mereces’ (bueno, así lo entiendo con mi limitado conocimiento del náhuatl). Así que ´pantalón´ está fuera de lugar aquí.

Creo que no hay diferentes puntos de vista. Más bien, agradezco a Alejandro sus comentarios y correcciones que son pertinentes e interesantes. […]

Un adendum:

De repente me acordé dónde había visto el término maxtlahuatl antes: en un texto que escribí hace seis años, una reseña de la publicación del Mercurio Yndiano. Poema Histórico de Patricio Antonio López, por la Dra. Beatriz Hay del Colegio de México (2004). […] Don Patricio Antonio López supongo que no necesita introducción: noble zapoteco de Valles Centrales, intérprete de la Real Audiencia y colaborador de Boturini. […] En aquella ocasión me llamaron la atención algunos vocablos derivados del náhuatl en su poema. Cito aquí una parte.

En el verso 117, don Patricio compone:

“Aqui a tus aras ofresco
esta, mi diadema, que orle
de tus divinas mazclahuas
los matizados airones”

Pocos versos más adelante (verso 142), el poeta zapoteco describe a los soldados españoles [de] la siguiente manera:

“Los cupiles que acá usamos
los traen y llaman morriones,
y sólo cuando combaten
por simeras se los ponen”.

Quedan sin aclararse las palabras mazclahua y cupil.

[…]

Dirigir los comentarios de esta manera es un ejemplo del camino que sigue cualquier investigación (el contraste de fuentes documentales, la postura de los expertos y una conclusión derivada de todo ello, por mencionar algunos pasos), y esta última parte es evidencia del cierre de las pesquisas hasta aquí mostradas:

Fascinantes citas del siglo XVIII, Bas. Me parecen particularmente significativos los versos que citas de don Patricio Antonio López porque abren la posibilidad de que mazclahuas/maxtlahua haya sido un término conocido también en Oaxaca, de lo cual por lo visto no había noticia.

Por mi parte, encontré en el diccionario en línea de Stephanie Wood que el verbo axtla:hua (“rodear a la cabeza los cabellos la mujer, componiéndolos”, Molina dixit) dio pie a otros dos sustantivos: neaxtla:hualli y axtlacui:lli.
Stephanie cita ambos a partir del trabajo de Justyna Olko […]; [aunque] no menciona de qué fuentes obtuvo Olko estos términos. Ambos son descritos como el peinado característico de las mujeres de la Cuenca de México, tal como aparece representado en los códices y las esculturas del periodo de contacto. […]

Todo indica, entonces, que en el siglo XVI había por lo menos tres términos descriptivos, derivados los tres de axtla:hua, para referirse a los peinados femeninos compuestos con cordones o cintas. Con el tiempo, uno de esos nombres se “congeló”, en el sentido de que el verbo del cual derivaba parece haberse perdido, y entonces la etimología se oscureció para los hablantes, algo que sucede con frecuencia en las lenguas de todo el mundo. Quizá eso es lo más interesante de toda esta historia: usar el tocado como ejemplo de la selectividad de la memoria, y del proceso constante de diversificación, erosión y resignificación en la historia cultural.

Sebastián van Doesburg:

Bueno, para cerrar el día, el Libro 8, folio 31 (quinto renglón del texto náhuatl) del Códice Florentino, Sahagún y sus colaboradores usan el término maxtlaoa y hasta nos ofrecen una ilustración de los cuatro peinados de moda entre las mujeres nahuas. Las damas vienen en parejas. Comienza mencionando los cuatro estilos de la ilustración, el último [es] el que nos interesa.

“Tzonqueme, quatequeque, atzotzocoleque, maxtlaoa”.

En la paráfrasis de Sahagún (texto español a la izquierda): “y tambien vsauan trayer, los cabellos largos hasta la cinta: y otras trayan los cabellos, hasta las espaldas: y otras trayan los cabellos largos en vna parte, y otra de las sienes, y orejas, y toda la cabeça tresquilada; y otras trayan los cabellos torcidos con hilo prieto de algodon, y los tocauan a la cabeça, y ansi lo vsa[n] hasta agora, haziendo dellos como vnos cornezuelos sobre la frente”. (Se nota cierta eficiencia en las expresiones nahuas, la frase en español es como siete veces más larga…).

¿Qué aprendizaje se desprende del anterior debate? Aparte del interesante tema desarrollado, nos permiten observar de primera mano la intensa labor que los investigadores realizan tras bambalinas en cada texto trabajado; así como la atención puesta en la actividad de todos los involucrados para, finalmente, generar un trabajo en equipo y así dar pie a un diálogo vivo, dinámico y enriquecedor.


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