Oaxaca de Juárez, Oax.- Grupos y familias de artesanos de Oaxaca que elaboran cerámica, tejido de palma, textiles, hojalata, joyería y talla de madera se reunirán en el Atrio del Centro Cultural San Pablo para participar en el Tianguis Artesanal que se realizará el 29, 30, 31 de julio y 1 de agosto con el objetivo de promover el arte popular oaxaqueño.
Durante los cuatro días, artesanos convocados por la Coordinación de Arte Popular y Proyectos Productivos de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), pondrán a la venta sus productos y realizarán demostraciones para que el público conozca el proceso de producción de las artesanías.
En el Tianguis Artesanal se podrá apreciar el arte popular de comunidades como Ocotlán de Morelos, San Juan Colorado, Villa Hidalgo Yalalag, San Martín Tilcajete, San Mateo Sosola, San Bartolo Coyotepec, Huitzo y Oaxaca de Juárez.
Además del trabajo de artesanos como Juan Manuel García, maestro orfebre y creador de joyería de filigrana; Josefina Aguilar, maestra ceramista de barro policromado; Juana Reyes, maestra tejedora dedicada a textiles en telar de cintura; Gualterio Ruíz, maestro talabartero; y Lucina Chávez, maestra tejedora de palma; entre otros exponentes que harán demostraciones de las técnicas que utilizan en su trabajo.
Actividades complementarias del evento
El taller artesanal Chiripas presentará el juego “El Coyote y la gallina”, y a lo largo del tianguis, se contarán con mesas y juegos disponibles para el público. El maestro artesano Joaquín Hernández, ofrecerá a lo largo de los cuatro días del tianguis, el taller de decorado de alebrijes.
El Tianguis Artesanal se realizará con un horario de 10:00 a 20:00 horas en el Centro Cultural San Pablo, ubicado en Hidalgo 907, Centro Histórico de Oaxaca. Entrada Libre.
Oaxaca de Juárez, Oax.- El reconocido grabador costeño Olegario Hernández Mendoza ofrecerá en el Centro Cultural San Pablo, del 20 al 22 de julio próximo, un taller de grabado en jícara con la técnica utilizada en su natal Pinotepa de Don Luis.
El taller forma parte del programa de talleres de sensibilización en el tema de arte popular que impulsa la Coordinación de Arte Popular y Proyectos Productivos de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.
Podrán participar todos aquellos mayores de 15 años debido a que se utilizarán herramientas punzo cortantes, propias del proceso del grabado. Durante el taller, Olegario Hernández hará una introducción a la técnica de grabado de jícaras, donde cada participante contará con herramientas para elaborar muestras de labrado.
El taller se desarrollará en el Centro Cultural San Pablo en un horario de 16:00 a 19:00 horas. Para mayores informes los interesados pueden escribir a: infocap@fahho.mx
Olegario Hernández
Originario de Pinotepa de Don Luis, el maestro Olegario Hernández aprendió la talla de la jícara desde muy temprana edad. Actualmente su obra se distingue por integrar iconografía de animales que conforman la fauna de la Costa oaxaqueña.
Su trabajo se ha exhibido en diversas partes de Oaxaca, México y otros lugares del mundo, como Estados Unidos.
Don Alfredo Harp Helú fue centro del homenaje que el Colegio La Salle y la Universidad La Salle Oaxaca le hicieron por haber sembrado “en el mejor jardín del mundo, con una huella generosa que ha de perdurar años”.
Durante semanas alumnos, maestros y trabajadores tanto del Colegio La Salle como de la Universidad La Salle Oaxaca estuvieron organizando en secreto un homenaje muy merecido a uno de los donantes más importantes, al que llamaron El Valor de la Vida.
Alfredo Harp Helú no sabía nada de este festejo. Así que la forma de llevarlo a la universidad fue a través de una reunión y de decirle que tenía que ir al gimnasio donde, todos en silencio, le esperaban para empezar el reconocimiento.
Y don Alfredo entró, se encontró con el gimnasio lleno, sin entender qué estaba pasando. Su familia, mujer y todos sus hijos, y amigos al frente, esperándolo. Y empezó la función. Todo el esfuerzo de meses dio resultado: un video, realizado por la Coordinación de Comunicación Social de La Salle, y un espectáculo en el que los alumnos bailaron, actuaron y hablaron para don Alfredo y para sus propios padres quienes, atentos y emocionados, miraban y grababan a sus hijos.
Los alumnos de 3.o de preescolar, los de 1.o de primaria, los de 3.o de secundaria, el Grupo de Teatro de la universidad y del bachillerato y el Grupo de Danza Contemporánea de bachillerato y la licenciatura fueron los que mostraron su talento y agradecimiento en una representación que recorría la vida del presidente vitalicio de la fundación a la que da nombre.
En el video se podía ver a estudiantes de La Salle, también de La Salle Nezahualcóyotl, dando las gracias a don Alfredo por tantos años de apoyo y contribución a la educación escolar: “No soy el futuro de México, soy el presente”, dijo uno de los estudiantes. “Maestros y alumnos somos una gran comunidad”, afirmó una pequeña.
Tras el espectáculo, todos los invitados, ¡cientos!, fueron al jardín de la universidad, donde don Alfredo —con su esposa, la doctora María Isabel Grañén Porrúa, y sus cuatro hijos— develaron la placa conmemorativa que recordará este día: “Con gratitud a don Alfredo Harp Helú y familia por haber hecho florecer la vida en nuestra comunidad”.
Y como no podía faltar, un brindis ofrecido por los estudiantes de la licenciatura de Gastronomía. Ahí, el hermano Juan Roberto López González, presidente del Consejo de Gobierno de la Universidad La Salle, agradeció a don Alfredo en nombre de la comunidad lasallista: “Don Alfredo, has sembrado en el mejor jardín del mundo, en donde se cultivan las almas y las inteligencias y puedes estar seguro de que tu esfuerzo va a florecer con magnificencia. Con el agradecimiento de tu gente, te decimos que tu huella generosa ha de perdurar por años. Te decimos felicidades por tu generosidad, gracias por tu generosidad. Salud a todos”.
El homenajeado, visiblemente emocionado, casi sin palabras, afirmó: “Yo tengo una gran gratitud para los hermanos lasallistas, con ellos aprendí a dar y a convivir y tengo toda la confianza en ellos”.
“El lasallismo es la clave de todo lo que ahora se puede estar viendo en esta escuela y universidad. Por un lado, mi espíritu lasallista continuará por siempre y, por otro lado, […] todo lo material se queda aquí.
Entonces, y como vamos a morir, y yo sí soy un mortal convencido, no sé cuánto me quede, pero vamos a tratar de hacer en esta vida, en esta tierra todo lo que se pueda en beneficio a los demás”.
La vida de las personas está dibujada con decisiones. La voluntad de la que hace gala nuestra humanidad nos inclina hacia un trazo o hacia otro; hacia uno u otro color. Pudiéramos decir que nuestras vidas son un largo o corto camino que debiera estar, o mejor dicho, está llamado a estar, a cada paso marcado por un dominio mayor de las decisiones que vamos tomando: cada vez con mayor experiencia, visión y seguridad; cada vez en pinceladas más trascendentes.
En este caminar, en ocasiones queremos engañarnos y pensar que las decisiones magnas, las decisiones de los días clave en nuestras vidas, son las que marcan de modo indeleble nuestro destino. Sin embargo, si hiciéramos un recuento, las decisiones que en verdad cuentan, las que en verdad han dejado su huella en nosotros, son aquellas pequeñas decisiones del día a día: las cotidianas; son las decisiones que parecieran minúsculas o intrascendentes, pero que, miradas ya en el contexto de sus consecuencias y efectos en la suma de los días, son las que nos hacen ser quienes somos.
La decisión de a quién amar y cómo demostrarle mi cariño. La decisión de a qué o a quién (o quiénes) entregaré mi tiempo, capital precioso en mi vida. La decisión de qué alimento llevo a mi boca y con qué clase de alimento nutro y construyo cada día mi mente y mi corazón. La decisión del proyecto laboral y profesional en el que mis horas contribuirán a forjar una realidad que necesariamente tendrá consecuencias a nivel comunitario. La decisión de emplear esos preciosos minutos de ocio precisamente con esas personas, en ese lugar, de esa manera. La decisión de invertir mi capital financiero, grande o pequeño, en un proyecto o en otro: en la salud, en la recreación, en proyectos altruistas, o en la formación mía o de los míos. La decisión de mirar por el cuidado de mi cuerpo o de optar por la oportunidad de derrochar su salud y energía en momentos de placer fugaz. La decisión de sonreír, de reír a carcajadas, y gastar mi rostro en ello, o de no hacerlo para conservarlo sin arrugas por más tiempo. La decisión de cómo enfrentar y capitalizar lo adverso, la oscuridad inesperada, y todo aquello que no era previsible en mi vida. Todas esas pequeñas decisiones, y muchas más de esta naturaleza, son las que sostienen, proyectan y promueven las “grandes decisiones” que en principio parecieran ser las que realmente hacen nuestras vidas distintas de las de los otros.
Hoy queremos hablar de las pequeñas decisiones de cada día. Porque en este pequeño páramo del mundo en el que nos toca incidir y coincidir, decidimos hacer de éste un día excepcional para nuestra comunidad en La Salle Oaxaca.
En este día queremos hacer conciencia de que hemos hecho una opción por sostener en nuestro ser y hacer cotidiano, la actitud de quien sabe que ha recibido a manos llenas. Porque también nuestra comunidad está conformada de las decisiones que cada uno hemos ido tomando, al nivel de responsabilidad y en el área que nos ha sido conferida; y como comunidad, hoy asumimos la realidad que vivimos como consecuencia de esas decisiones. Y una de ellas, la más esencial, es que hemos querido forjar, desde cada pequeña tarea, desde nuestros aciertos y nuestras fallas, desde nuestra historia y nuestra esperanza, una actitud agradecida por lo que hemos recibido y recibimos cada día.
Hoy es un día excepcional porque honramos públicamente el valor de la vida en este acto de gratitud.
Honramos el valor de aquel niño que asumió que la vida no era una historia idéntica para todos. El niño que hizo conciencia, con muy pocos años, de que sus padres no iban a estar a su lado por siempre. El pequeño que vivió el dolor quizá sin entenderlo del todo, y que vio cómo su madre se resolvió a salir adelante: por ella misma, por él y por sus hermanos. Honramos al niño que desde entonces supo que para salir adelante había que apoyarse unos con los otros; que no sólo recibió apoyo y supo cómo responder a él, sino que aprendió a vivirlo como realidad cercana desde entonces. Hoy honramos al niño que se resolvió, con ayuda de su familia, sus amigos y sus maestros, a tomar decisiones que pudieran haber parecido mayúsculas e inaccesibles para su edad.
Y con ello, honramos cada hora de esta vida y cada pequeña decisión tomada que le fue llevando a las grandes decisiones que marcarían un rumbo definido. Honramos el esfuerzo, la tenacidad y las decisiones cotidianas que fueron forjando al joven, al profesional y al hombre. Honramos cada preocupación, cada lágrima, cada dolor, y queremos agradecer a Dios el que haya superado los momentos de oscuridad, de incertidumbre, de decepción, para volver de nuevo hacia la luz y brindarla una vez más, de variadísimas maneras, a muchos otros.
Por ello es un día excepcional. La comunidad de La Salle Oaxaca en pleno anhela dar un testimonio de gratitud por la vida que ha recibido. Vida que proviene también de un corazón que al entregarse a otro, igualmente generoso, se ha potenciado y proyectado su dinamismo vital no sólo a quienes han sido fruto de su encuentro y entrega mutua, sino también de muchos otros que a pesar de no llevar su misma sangre, hemos sido bendecidos por la generosidad de su existencia en común.
Nuestra vida en comunidad ha sido posible gracias a su vida. Al valor de su vida. Al valor de haber tomado en sus manos las decisiones que les tocaba tomar; al valor de no haber renunciado a emprender acciones que, con todos los riesgos que implicaban, fueron iniciadas y llevadas adelante. Al valor de entregarse con amor a un sueño, a una tierra, a su gente y su dolor. Nuestra comunidad honra con gozo profundo ese valor: el de la vida de quienes han decidido mirar su existencia de frente, sin sucumbir ante lo difícil, lo oscuro, lo desafiante que pueden traer las páginas de cada día.
Queda hoy nuestra gratitud ofrendada al valor de esa vida que ha hecho florecer las vidas de otros en estas aulas, en estos edificios, en estos jardines.
Queda hoy manifiesto nuestro honor de haber recibido de sus manos no sólo este espacio educativo, sino su testimonio vivo de generosidad, de entrega, de valor.
Queda hoy, nuestra comunidad, en deuda eterna por haber recibido, sencillamente, el valor de su vida.
En los tiempos que corren es irreal pensar en una sociedad incomunicada. La mayoría de las personas están dentro de una red social, por lo menos, por lo que la idea de un mundo aislado no existe.
La historia de la radio es quizá la historia de la comunicación. Es difícil definir dónde y cuándo se inventó, porque ha sido el resultado de una colaboración accidentada entre una cantidad de físicos involucrados y una sucesión de hechos que desembocaron en la transmisión realizada en 1899 por el italiano Guillermo Marconi entre Dover (Inglaterra) y Boulougne (Francia).
A partir de ese momento su historia se desarrolló vertiginosamente, con un éxito notable, no sólo como medio de comunicación y por su uso durante la Primera Guerra Mundial, sino al quedar al servicio del entretenimiento. En 1920 se dieron las primeras transmisiones de este tipo en Argentina, y en el mismo año se fundó la primera estación de radio con una programación regular y continua, la KDKA en Pittsburgh (Estados Unidos). En México también fue bien acogida, registrándose el primer programa en 1921 por los hermanos Adolfo Enrique y Pedro Gómez Fernández, además se creó la Liga Nacional de Radio, la Liga Central Mexicana de Radio, y México se adhirió a la Conferencia Internacional de Telecomunicaciones en Washington (Estados Unidos) en la misma década.
Después de mucha controversia sobre el inventor de la radio, la Corte Suprema de los Estados Unidos otorgó en 1943 los derechos de las patentes a Nikola Tesla como su inventor.
Un fenómeno interesante que surgió paralelamente al desarrollo de la radio fue la radioafición: se trata de personas que sin ser profesionales se dedican o interesan en la radio-técnica, con carácter exclusivamente personal y sin fines de lucro. Éste es el caso del capitán Felipe Pasarán Andrade, exmilitar que trabajó en Aeronaves de México (hoy Aeroméxico) y que al jubilarse se volvió radioaficionado. Al dedicar su tiempo libre a esta noble actividad, el capitán Pasarán fue adquiriendo radios de diferentes épocas, tamaños y marcas, hasta que logró juntar más de 200 radios en su hogar. Tras su muerte, su hijo, Carlos Pasarán, se hizo cargo de la colección cuidándolos y dándoles el debido mantenimiento que estos aparatos exigen. Actualmente, el legado familiar cuenta con 120 radios que difieren en características pero que nos cuentan parte de la historia de la radio. El tesoro está compuesto por radios de los años 20 hasta los 70 del siglo pasado. Algunos sobresalen por su forma, color, material de construcción o incluso por su excelente estado de conservación. Ni qué decir de los gramófonos que también forman parte y de la joya del acervo, el fonógrafo de Thomas Alva Edison, reconocido como la primera máquina capaz de grabar y reproducir lo grabado de una forma simple y sencilla.
La Fonoteca Juan León Mariscal, en colaboración con el Centro Cultural San Pablo, se complace en anunciar la exposición La radio. Una ventana sonora al mundo, que se inaugura el viernes 15 de julio en una de sus galerías. En ella se podrán apreciar todas estas piezas que por su belleza estética e histórica adquieren un valor intangible tanto para la familia Pasarán como para la sociedad oaxaqueña.
A partir de la creación del primer museo con carácter público, a finales del siglo XVIII, se intenta analizar el concepto que se va desarrollando hasta nuestros días de museo como realidad dinámica. La concepción del museo como símbolo de una identidad cultural lo vuelve representante de una sociedad en constante evolución.
Los museos se caracterizan por una doble responsabilidad: preservar y conservar la integridad del objeto como elemento de nuestro patrimonio, y contribuir a la evolución de la sociedad, labor que deben realizar a través de la misión educativa. El Museo Textil de Oaxaca —ante el desarrollo de los servicios museísticos— intenta un cambio interno para lograr un equilibrio entre estas dos responsabilidades. Partiendo de esta premisa, el MTO festejó su 8° aniversario con una serie de recorridos guiados por las diferentes áreas del museo. El recorrido inició con la historia y arquitectura del museo, quedaron al descubierto los secretos que encierra el espacio que da cobijo a las artes textiles. Durante el trayecto se hizo hincapié en la razón de ser del museo y cómo su arquitectura expresa, mediante formas y colores, un conjunto armónico por dentro, por fuera y con su entorno.
La dinámica del Mes del Museo Abierto permitió lanzar una mirada al acervo del MTO, una de las áreas más resguardas debido al valor y la delicadeza que encierra. En esta visita el público percibió las relaciones que existen entre las comunidades y sus legados textiles; además de conocer los procedimientos de resguardo, clasificación y organización dentro del mobiliario que da asilo a un acervo de joyas textiles.
¿Mancha es igual a suciedad?, ¿lavado en seco o por inmersión?, ¿se restaura o no se restaura? Éstas y muchas preguntas más se resolvieron en la visita al taller de Restauración y Conservación del MTO. Un equipo de trabajo que, bajo criterios que han ido marcando las normativas internacionales y, sobre todo la ética, puede determinar y distinguir entre dos actividades complementarias, pero bien diferenciadas: conservar y restaurar. Con este tipo de conceptos se hizo un acercamiento al público a la labor que conlleva intervenir una pieza textil.
Los museos son muy diversos: no solamente son contenedores de colecciones e historia, también son espacios de encuentros e intercambios. Bajo esta concepción, el Museo Textil de Oaxaca tiene como uno de sus objetivos generar vínculos, revigorizar el desarrollo y conocimiento del arte textil provocando una relación estrecha con la memoria social de nuestro entorno más próximo, además de generar un trabajo colaborativo interno que repercuta en su actuar como museo para brindar un servicio abierto al público.
Cada motivo de un timbre nos detalla una historia y el MUFI, espacio dedicado a la exhibición, conservación y difusión de la estampilla postal, tiene mucho que contarnos.
Bien podríamos resumir 18 años a través de las fotografías de un antes y un después del espacio arquitectónico, de una línea del tiempo de las exposiciones permanentes, temporales e itinerantes; o de las medallas de oro, plata y bronce obtenidas en las exposiciones filatélicas nacionales e internacionales. Recopilaríamos anécdotas y experiencias adquiridas en los cursos y talleres dirigidos a distintos públicos, o bien, las sonrisas de pequeños que se aventuran en cada visita guiada por el recinto. Relataríamos cómo ha incrementado nuestro acervo, pues lo que comenzó con una colección de estampillas de México hoy es un universo que reúne miles de piezas filatélicas y arte postal de 192 países. Narraríamos cómo surge el primer timbre del mundo, su historia y perfeccionamiento, hasta discernir por qué la estampilla postal desafía la era tecnológica, tiempo ingenuo acerca de su existencia, uso y, sobre todo, vigencia después de 176 años de haber surgido. Y sin dudar describiríamos la función que desempeña cada integrante del equipo tras bambalinas, el entusiasmo con el que labora, el empeño en cada exposición desde que emergen las ideas hasta la contemplación del espacio expositivo, con el afán de mostrar al público una parte del universo filatélico.
En esta ocasión, el Mufi comienza a escribir una historia y queremos que formes parte de ella, serás un personaje importante. Nuestros protagonistas: un automóvil Volkswagen Sedán modelo 93, soporte del boceto que representa los espacios que forman parte de la FAHHO, y 50,000 estampillas postales de distintos países, clasificadas por escala de color, que darán vida a cada diseño. El primer patio del museo es nuestro escenario, un espacio acondicionado —garage—, en el que se desarrollará la intervención. Aquí, tu personaje tendrá lugar, nuestro personal te dará las indicaciones y los elementos necesarios para que tu colaboración sea especial. Te recomendamos participar con entusiasmo, pues tu esfuerzo quedará plasmado en el primer capítulo de Vocho MUFI, que deberá estar listo para el mes de noviembre.
La instalación permanecerá en exhibición sólo por un tiempo, después equiparemos el Vocho MUFI con el maletín didáctico, la lotería y literatura filatélicas para emprender un fascinante recorrido por algunas comunidades del estado, llevando actividades que deleiten a nuevos públicos dispuestos a descubrir la filatelia.
El MUFI y la FAHHO asumen el compromiso de promover la cultura a través de la producción de proyectos que apoyan el trabajo colaborativo y la participación de distintos públicos. En este sentido, el Vocho MUFI será, en sí mismo, un espacio expositivo, itinerante y dinámico, cuyo objetivo es la conservación, exhibición y difusión de la filatelia, así como de las actividades relacionadas a ella.
De esta forma, seguiremos registrando imágenes en nuestro álbum y documentando historias que se añadirán a la memoria de todo lo que ha hecho posible la vida en el Mufi desde hace 18 años.
Vocho MUFI es un desafío más, una historia por descubrir… ¡Enhorabuena!
Hablar del uso del espacio público es un referente obligatorio en las reflexiones actuales sobre la ciudad. Así, los últimos diez años, la discusión ha versado sobre la importancia de hacer de éste un lugar disfrutable, habitable y hecho a la medida de las personas. El espacio público es el bien activo más valioso de las ciudades y si bien, hacia mediados del siglo XX y principios del XXI, hemos consagrado su uso a los vehículos motorizados, nuestras ciudades han iniciado un proceso de transformación que plantea un cambio en este paradigma que busca humanizar estos espacios. El acto de caminar, que pudiera parecer el más sencillo de todos, resulta una especie de aventura en donde, además de encontrarnos constantemente con una serie de obstáculos a vencer, existen otros personajes con los que debemos competir por un fragmento de ciudad en donde movernos.
En este contexto, la exposición 30 días de Peatón, que estará hasta el mes de julio de este año en la Casa de la Ciudad, retrata con ilustraciones realizadas por el artista regiomontano Daniel Caleb las peripecias del peatón. Este personaje que, en un intento de deambular a pie por su ciudad, se encuentra con una serie de circunstancias que debe afrontar de formas ingeniosas y hasta fantásticas para transitar por el espacio público.
30 días de Peatón nos asoma con una mirada lúdica a las circunstancias que enfrentan nuestras ciudades, pero también invita a una reflexión de hacia dónde nos ha llevado este modelo obsoleto de ciudad centrado en resolver el tránsito de los autos y el lugar que les hemos dado a las personas en él.
Dentro del marco de la exposición, la Casa de la Ciudad organizó distintas actividades, talleres y conferencias que permitieran abundar en esta reflexión. Así, se llevó a cabo el taller Calle ejemplar impartido por dériveLAB, en el que se expuso la dinámica para realizar una intervención ciudadana con la finalidad de mejorar las condiciones de equidad en una calle para sus usuarios y hacerla segura para todos. En la conferencia y el taller Diseño de entornos peatonales, el doctor Paul Hess, profesor asociado de Geografía y Planificación de la Universidad de Toronto, exploró el concepto de caminabilidad en nuestros entornos urbanos. Qué podemos hacer para mejorar el espacio público e incentivar la caminabilidad por los grandes beneficios que esto conlleva en la calidad de vida de las ciudades.
Como parte de las actividades del Festival de las Ciudades Patrimonio, la Casa de la Ciudad organizó la conferencia Movilidad y espacio público en donde la Autoridad del Espacio Público del Gobierno de la Ciudad de México expuso algunos proyectos que actualmente se desarrollan en distintos puntos del Centro Histórico de la CDMX, como la intervención de calles, parques y la mejora de espacio público para privilegiar a quienes caminan la ciudad.
El pasado mes de abril tuve el agrado de hacer mi segunda visita al Museo Textil de Oaxaca. En esta ocasión, tuve la oportunidad de compartir un taller sobre la técnica andina conocida como “kurti” y una conferencia sobre el textil tradicional como tecnología, titulada Tejer/Programar. Ambas actividades se enmarcan dentro de la investigación sobre el textil tradicional como tecnología y fenomenología que realizo desde el año 2002 en diferentes lugares de Bolivia y Latinoamérica. El objetivo, al compartir talleres de técnicas textiles complejas provenientes de la tradición andina, es crear un conjunto de métodos mediante los cuales estas técnicas de estructuras complejas puedan ser compartidas y transmitidas a maestros tejedores de otras tradiciones y, de esa manera, enriquecer las experiencias de creación e investigación en textiles.
En esta ocasión, en el Centro de Enseñanza del MTO, compartimos la técnica conocida como “kurti” en quechua, la cual consiste en una estructura compleja de dos telas tejidas simultáneamente. Esto se puede comprobar cuando el tejido es llano, pues se forma un espacio entre las dos telas, mismas que se entrecruzan para formar diseños en el anverso y reverso del tejido. Puede ser de dos colores, en su versión simple, y de tres o más en su fase más compleja. Es, sin duda, una de las técnicas textiles andinas más seductoras, pues cuando se la domina, permite gran versatilidad en los diseños a manera de trazos fluidos y caligráficos equivalentes a las líneas de un dibujo.
Piezas textiles arqueológicas elaboradas con esta técnica fueron encontradas en los fardos funerarios de la cultura paracas. Aún hoy se utiliza diariamente, principalmente en el tejido de fajas; la iconografía, el diseño y los colores de cada faja o “chumpi” remontan a un origen en particular, es decir, señalan la procedencia de quien la viste. Una cédula de identidad que se incorpora y transita. Por lo mismo, es transmisora de información multidimensional, emisaria de razonamientos y procesos que son objeto de intercambio.
El taller de “kurti” o doble tela contó con la participación de maestros tejedores procedentes de las siguientes comunidades de Oaxaca: San Andrés Chicahuaxtla, San Pablo Villa de Mitla, Teotitlán del Valle, San Bartolo Yautepec y San Mateo del Mar. Los participantes de este taller recibieron las pautas necesarias y ejercitaron la técnica de elaborar sus propias fajas e incorporar las nociones particulares de esta técnica a sus propias creaciones.
En la charla titulada Tejer/Programar se habló de las técnicas textiles tradicionales como tecnología, y del telar como una máquina de pensamiento. Se exploró, a partir de estructuras complejas propias de los textiles andinos, las particularidades que hacen que estos textiles tradicionales puedan ser entendidos, más que como iconografía o accesorio, como un sistema complejo altamente ordenado. Este sistema tiene paralelo con la lógica de los programas de código, inherentes a cualquier tecnología contemporánea, ya que el telar es una máquina de pensamiento. Además, mediante un programa sencillo creado en Processing, se evidenciaron algunos paralelos entre el proceso del tejido y el de la programación de código. De la misma manera, se mostraron varios ejemplos donde los conductores de electricidad, de luz, la electrónica, los microcontroladores y el código, no pueden distinguirse de la estructura del tejido mismo. Esta conferencia reunió a personas de diversas formaciones, tanto tejedores, programadores y artistas, quienes estuvieron de acuerdo en que los límites entre disciplinas también están en constante tránsito.
Personalmente, esta visita al Museo Textil de Oaxaca me dio la invaluable oportunidad de poder compartir con maestros tejedores de la región, donde pude conocer sus trabajos, intercambiar experiencias y prácticas, y sentir que existe un lenguaje común entre los tejedores que es el amor al tejido y a sus prácticas, que a través de sus rutas, crea comunidades. Estoy muy contenta de ser parte de la comunidad del Museo Textil del Oaxaca.
Sandra De Berduccy es artista e investigadora del textil, originaria de Bolivia.
Desde el pasado 17 de junio, en el Pabellón del Centro Cultural San Pablo, tenemos la exposición Miradas humanas, del reconocido fotógrafo indio Tarun Chopra. A través del lente de su cámara Chopra logra captar nuestra atención al mostrarnos el alma de la India y de su gente, con escenas cotidianas llenas de contrastes y misticismo.
En sus obras, todas de gran formato, apreciamos el espíritu de su gente: en sus ojos sonrientes y en su devoción religiosa somos testigos de una sociedad secular en relación con la vida cotidiana, en donde la vida urbana se entremezcla con el misticismo natural de la atmosfera en la que se desarrolla esta singular cultura.
En este país, donde los colores son tan brillantes como el sol, el blanco y negro de las fotografías matiza el resplandor de las distintas e incandescentes tonalidades de la India, dejándonos ser parte de su cotidianidad, mostrándonos retratos de su gente, escenas de vida, actos religiosos, contrastes y, por supuesto, su majestuosa y singular arquitectura deleitándonos la vista y llenándonos de éxtasis el corazón.
Con esta exposición el público se sumerge dentro de una cultura tan mítica como lejana, llevándose consigo un pequeño pedazo de la India, de su cultura y su gente.
La colección de piezas arqueológicas “John Paddock-Manuel Mejía” –donada a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca el año pasado– formó parte del majestuoso acervo particular que dejara después de su muerte John Paddock a Manuel Mejía, su compañero de vida.
John Paddock nació en la ciudad de Iowa, Estados Unidos; pionero en la arqueología y la etnohistoria de Oaxaca realizó numerosas exploraciones arqueológicas en el estado como en Cerro de las Minas en Huajuapan de León, Lambityeco y Yagul en el Valle de Tlacolula. Entre sus aportaciones se encuentra la identificación del estilo iconográfico ñuiñe propio del periodo Clásico Tardío (400 – 800 d.C) de la Mixteca Baja.
Las más de 1 500 piezas arqueológicas con las que cuenta la colección, están compuestas de materiales cerámicos, líticos, metales y de concha, y se encuentran en buen estado de conservación. Dentro de los materiales cerámicos se observan jarras mixtecas policromas correspondientes al periodo Posclásico (900 – 1521 d.C), ollas trípodes policromas de la región de la Chinantla, cajetes y platos de pasta gris típicos zapotecas, urnas funerarias ñuiñes, sahumadores teotihuacanos e incluso piezas de otros países. También existen figurillas, en su mayoría femeninas, de la costa del Golfo, del centro de México y Occidente; malacates y objetos miniatura de muchas partes de la república mexicana.
Los materiales líticos de la colección corresponden a cuchillos bifaciales y navajillas prismáticas de obsidiana, hachas, orejeras, besotes y cuentas de piedra verde, así como puntas de proyectil de pedernal y obsidiana. Dentro de los objetos de metal se encuentran hachas y cascabeles característicos del último periodo mesoamericano. Con respecto a los objetos ornamentales de concha, se encuentran: cuentas, anillos y un caracol pulido que se utilizó seguramente como instrumento musical.
Los trabajos de catalogación que se llevan a cabo por parte de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova engloban: limpieza y estabilidad física; registro gráfico y fotográfico; investigación geográfica y cronológica de cada una de las piezas; así como la elaboración de fichas técnicas para el registro ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Próximamente podrán disfrutarse en las salas de exposición del Centro Cultural San Pablo.
La bomba de mecate es el ejemplo más claro de la utilización de los principios básicos de la física aplicada en el campo para facilitar la extracción y utilización del agua de una manera sustentable, creativa, divertida y al alcance de todos. Es un sistema manual hecho a base de materiales reciclados que consiste en un circuito cerrado entre la fuente de agua y el punto a donde queremos bombearla sin el uso de electricidad, diesel o gasolina y con un mínimo esfuerzo.
El agua se desplaza a través de tubos de PVC hidráulicos que hacen las veces de cilindros, por donde circula una soga de nylon o poliestireno en la que se amarran a intervalos determinados, tapones o empaques de goma. Una llanta o rueda de bicicleta en desuso es utilizada como polea para mover el mecanismo, que se acciona manualmente a través de una manivela, hecha soldando tres tubos en ángulo recto.
En la parte inferior se coloca una guía, también conocida como ancla, que facilita la entrada y salida de la soga y los pistones (tapones plásticos) Al accionar la polea motriz, los pistones que ascienden por dentro de la tubería, empujan la columna de agua hacia arriba y succionan otra columna de agua por debajo. Los pistones se mueven en una sola dirección y, cuando llegan a cierto punto, el agua bombeada se desvía hacia el usuario mediante una tubería de descarga en forma de “T”. Ésta es la manera más sencilla en la que funciona la bomba de mecate, también conocida como bomba de soga.
Además de su fácil construcción y operación (mujeres y niños también pueden usarla), esta ecotecnia se caracteriza por su gran adaptabilidad, ya que puede instalarse en pozos con profundidades mayores de 40 m. Permite bombear el agua más arriba del nivel del suelo, así como accionarse a través de un malacate (tracción animal), un molino de viento o celdas fotovoltáicas. Incluso puede adaptársele una bicicleta de manera fija, que nos permita usar la fuerza de las piernas, imprimiéndole mayor potencia al sistema. A esta modalidad se le conoce como bicibomba.
La bomba de mecate o soga es considerada una tecnología apropiada, ya que puede ser adaptada a diferentes condiciones económicas, materiales y ambientales, logrando acercarnos al agua con sustentabilidad y respeto hacia la naturaleza. Su fabricación, instalación, uso y mantenimiento pueden ser asumidos por las comunidades mediante sus propios recursos.
El departamento de Ecología de la FAHHO construyó, en 2014, una bomba de estas características para solucionar el riego del huerto “Tengo un Sueño”, que se desarrolló en la comunidad de San Miguel del Valle, en el estado de Oaxaca. Ha impartido también dos talleres sobre la construcción de dicha tecnología para el público en general. Estamos convencidos de que, con voluntad e ingenio, se pueden hacer pequeños cambios en el ámbito local, pero con repercusión global.
Al lector interesado lo invitamos a ver el video Bomba de mecate, con Pedro Cortés Barrita en el canal de YouTube de la FAHHO.
La construcción visual a través del arte o la reconstrucción de documentos obtenidos de archivos —en este caso relacionados con una etapa negra de la historia, patinada por la vergüenza y por la censura infame y bochornosa— traen a este museo, el Mufi, con la voluntad que lo caracteriza, una muestra, que con las cicatrices y rupturas que este hecho dejó en la historia de la humanidad, alcanzan a mostrar, de manera muy sutil, a través de una muestra de documentos y restos de los mismos, una civilización en terrible decadencia. Como ya mencionan quienes han observado, cavilado, criticado o han sido estimulados a manifestarse sobre el trabajo artístico presentado, este compendio de documentos e imágenes aspira a presentar a partir de una visón artística un espectro de la memoria que, con implicaciones sociales y éticas, quiere manifestar lo inefable a partir de símbolos y metáforas que de otra manera hubiera sido imposible materializar.
La razón de esta exposición no termina de dirimirse en el terreno del recuento de hechos. Los documentos, timbres, tarjetas postales, sobres de correspondencia interrumpida presentados, que acompañan a la obra artística, proponen una humanidad más consciente y misericordiosa, dejando atrás las miserias propias del hombre.
La representación estética de la barbarie y la tragedia guarda íntima relación tanto con el acto de redefinir el estatus de “estética” como con la dimensión del hecho histórico y la atrocidad del mismo. La impresión anímica que producen los términos usados para definir o nombrar la mayor tragedia de la humanidad —Holocausto/Shoa/Auschwitz—, perpetrada con una estricta organización y sistematización burocrática y administrativa, como un laboratorio del olvido, con métodos industriales, se contrapone al deseo de que la vida, el arte, el pensamiento, la discusión y la política sigan su curso.
Incuestionable resulta el hecho de publicar, a modo de manifiesto, esta expresión que hace referencia también al sufrimiento, al dolor y lamento por los aterradores y cobardes genocidios perpetrados por la misma humanidad, por nuestros mismos congéneres, durante todo el siglo XX y parte de lo que nos toca vivir en el XXI.
De lo que se trata es de destacar la importancia y función de la memoria, la relevancia de la palabra escrita, la denuncia de los hechos con testimonios históricos documentales y vivenciales y recordar lo acontecido para no conceder y dar paso al olvido, válido para todo evento de barbarie.
El luto, el duelo, la memoria, el no olvido. Al parecer no se ha recordado lo suficiente. Las barbaries se repiten. Los crímenes de la humanidad para la humanidad no han cesado.
El invento del maíz por los mexicanos sólo es comparable con el invento del fuego por el hombre. Octavio Paz
El maíz para México tiene un significado que va más allá de ser la base de la alimentación mexicana o de ser el cultivo de mayor presencia en el país. Su importancia dentro de la cultura procede desde los tiempos prehispánicos, cuando se le consideraba elemento fundamental de la cosmovisión, hasta llegar a nuestros días, donde su significancia aún permea nuestra cultura y sociedad, formando parte no únicamente de nuestra mesa, sino también de nuestra identidad. Trasciende las barreras agrícolas, sociales, económicas y políticas que rodean a este singular cultivo.
En la exposición El maíz es nuestro de la artista Sara Corenstein, ubicada en la Capilla del Rosario del Centro Cultural San Pablo, podemos ver cómo por medio de una estética basada en el arte novohispano del siglo XVIII, la artista busca recalcar la importancia del cultivo insertando su imagen en obras o imágenes representativas del México colonial –la Virgen de Guadalupe o las pinturas de castas–, con ello vincula directamente al maíz como parte de la mexicanidad que ha trascendido a través de los siglos, convirtiéndose en identidad y cultura.
Con diferentes obras con el maíz como protagonista, acompañado de personajes religiosos, elementos arquitectónicos o bien obras de arte del México novohispano, Sara Corenstein le otorga a este cultivo la importancia merecida como parte de nuestra cultura y separándolo de todos aquellos aspectos meramente arbitrarios que ven al maíz como un simple producto de consumo humano sin percatarse de su relevancia y trascendencia.
Es necesario atravesar dos patios para llegar. Adentro, el tesoro está resguardado, las variedades de maíz suspendidas entre un lienzo de yute abierto, luciendo su colorido, matices varios de una colección de timbres postales intervenidos por 22 artistas que difuminan las fronteras entre Omaha y Oaxaca. Semillas que fueron plantadas en 2015 y que, como sucede con todo en este mundo, transitan sus propias rutas de historia. El maíz viaja uniéndonos; es la riqueza de América, por eso hay que guarecerlo. Eso lo supieron desde siempre nuestros ancestros. Pero antes de llegar a él, nos acechan sus múltiples sonidos, el enigma de su existencia, las cuestiones transversales de su presencia, la realidad. El maíz emite un crujido, chirría, llora, cae. Como el hambre misma, como la pobreza, como la muerte, como la violencia, como el narcotráfico y la desnutrición. El maíz, como nuestra sangre, brota, vive, pero también duele. No lo vemos, pero nos habla. ¿lo quieres escuchar?
Son patrones rítmicos que invaden el patio del MUFI que, junto con el Sol y la Luna en su caminar, penetran e iluminan cuatro comales de barro que yacen en el centro. Los cuatro puntos cardinales, los cuatro ejes de nuestro mundo. El hambre también conoce el paso del tiempo, sortea la cuenta de los días, mientras las tripas rugen emitiendo otros sonidos que un país no quiere escuchar.
Rame Cuen (creador de la instalación El sonido del hambre), sentado sobre la grava, parece emerger del inframundo para contarnos una historia que no sólo va de música para los oídos sino de orígenes, de familia, de identidad, de alimento y acordes para su alma. Comienza por decirme que los sonidos que son naturales siempre resultan certeros, orgánicos, armónicos. Y muy pronto conecta con el recuerdo. Estamos frente a un horno de adobes.
Con una suave inclinación, gesto con el que muchas mujeres de Oaxaca atisban el fogón, me invita a agacharme, para observar la combustión. Una televisión analógica, en lo que otrora fuera el lugar de la leña, que contiene imágenes de Matt Black, imágenes que, como buen fuego, queman. Retratos de poblaciones rurales, marginadas, pobres, tan lejanas a las exigencias y demandas de un mundo globalizado, pero atadas a él. La evidencia de un mundo que no dialoga, el trazo de una línea que constata la cotidianidad de una gran parte de la población. En muchas de esas fotografías vemos comales, maíz, tortillas, leña a juego con un modelo alimentario que es deficiente, que no alcanza, como afirma Cuen. Ese horno revela las instantáneas que, por estar más cerca de la tierra, nuestros gobernantes no son capaces de agacharse a ver.
Rame Cuen señala que Oaxaca es lugar de intercambio y que el maíz como sustento es parte de ello, del ir y venir, del contacto. Por tanto, estamos hechos de esa comunicación. Lo que nos rodea nos da la oportunidad de tener experiencias y eso busca con esta instalación, abrir muchas posibilidades de sonido que a partir de patrones rítmicos se instalen para repensar nuestro actuar.
Regreso a la sala que hace las veces de cuexcomate o granero para encontrarme con el maíz bolita, el maíz tepecintle, el maíz mushito, el maíz zapalote y el maíz chiquito. Variedades que se ven multiplicadas por la mano de los diferentes artistas que entraron en contacto con ellas. Entonces se vuelven paletas de color, discursos revolucionarios, libertad, milagros, o actos de rapiña.
Si en el patio, a través de articulaciones sonoras, podemos recurrir a imágenes almacenadas en nuestra memoria; dentro de esta troje de maíces, las imágenes dan palabras. Alejandro Echeverría: bandera; Bart Vargas: color; Christina Narwicz: devoción; Claudia Álvarez: otras venas, Darío Castillejos: campesinado y opresión, Dave Manrique: sustentos; Demián Flores: patria devorada; Emilia Sandoval: perforaciones y ataduras; Federico Toledo: rapiña; Iggy Sumnik: país pop; Jaime Ruíz: múltiples caminos; Joe Nicholson: la vida entre sarcasmos; Joseph P. Broghammer: viajes del alma; Justin Beller: acuosidad; Kristin Pluhacek: ciclos; Mary Day: ruta del oro; Moisés García: somos zopilotes; Rame Cuen: esperanza y transparencia; Ricardo Pinto: as de maíces; Ron Garvais: profundidad femenina; Sabino Guisú: muerte de humo; y Terry Rosenberg: ceguera.
Pero estas piezas de arte que nos dan palabras no están solas, son cobijadas en sus flancos por totomoxtles y huipiles que las visten. Los primeros, el traje perfecto del maíz, artilugio de la naturaleza, envoltura y soporte que la familia Ruíz Sosa nos comparte como una calenda. Los segundos, lienzos tramados que cuentan historias y visten humanos. Ambos escudos, protección, ambos vestidos de la carne.
Rame Cuen se pregunta cuántas toneladas de maíz son necesarias para acabar con la desnutrición en las comunidades indígenas de Oaxaca. Tal vez tenemos las toneladas, tal vez el cuexcomate esté lleno. Pero estamos desnutridos literal y metafóricamente.
El MUFI nos invita a través de timbres y sonidos a reflexionar sobre ello, a proyectar otras posibilidades de relacionarnos en un país que aún sabe a maíz.
A Rame Cuen cada tortilla le recuerda a su abuela, al sustento junto con los frijoles y a ese plástico con el que la masa entra en contacto constante. El maíz, asegura, es la columna vertebral de América, el contacto, la unión. Sin embargo, cuando piensa en leña, la muerte se cuela en sus cavilaciones, en los casos que su padre le contaba de familias muertas por contaminación de humo, en devastación. Son estos contrastes los que se han amalgamado en nuestras entrañas y hablan de nuestra existencia.
En Maíz cada artista, desde un proceso creativo, relata más allá de lo mostrado. Como espectadores nos toca recorrer, mirar, escuchar y sentir en esta oportunidad única de dialogar con nuestra propia historia, la de los pueblos del maíz.
Noé Pinzón Palafox, de 22 años de edad, es el hijo mayor de Francisca Palafox Herrán, gran artista del telar procedente de la comunidad ikoots de San Mateo del Mar. Desde niño sintió una fuerte atracción por el tejido: le fascinaba observar cómo lograba su mamá una serie de dibujos en el telar y, a los ocho años de edad, le pidió que le enseñara a tejer. Noé, siempre interesado por los retos, quiso comenzar su proceso de aprendizaje con la elaboración de las figuras que su madre tejía; entre risas cuenta la distorsión que mostraban esos primeros dibujos y lo irregular de las orillas de su tejido. “No me salían los diseños que yo deseaba”, cuenta, por lo que dejó el telar por un tiempo y volvió a él hasta que cumplió 12 años. En ese momento comenzó por el principio, pues, como bien lo explica: “No puedes ir directo al reto sin saber primero lo básico”.
A los 15 años comenzó a tejer con hilos de calibre muy fino, pero sólo en ligamento sencillo: la base de todo tejido. Posteriormente, aprendió a tejer la ranura que se construye a la altura del cuello para que pueda pasar la cabeza por la tela y, finalmente, comenzó a crear diseños. Se hizo una camisa y la aprovechó para aprender lo que debía y lo que no debía hacer, aprendió a observar con detalle cada aspecto del tejido.
Un par de años más tarde se inició en la construcción de paisajes. Siempre guiado por su mamá, aprendió sobre movimiento y composición: “que no se vea solita la tortuguita” o “marca una diagonal en el cuerpo de los pescadores para que se vea como si estuvieran haciendo el esfuerzo de cargar la pesca” se volvieron lecciones de su gran maestra. Sin embargo, como todo buen estudiante, también se preguntaba qué otras enseñanzas podía recibir y qué otros modelos podía seguir. Ejemplo de ello es su forma de concebir el diseño, pues mientras Francisca lo concibe por medio de líneas que simulan el orden en el que hay que insertar los hilos para crear los dibujos, Noé utiliza un sistema numérico para llevar un orden sumamente preciso, controlado y replicable. Su rigurosidad le permitió dar el salto para aprender otra lección más de su madre: la creación de telas de dos vistas. En esta técnica, un mismo telar funciona para crear imágenes completamente distintas entre sí en cada cara del tejido. Este proceso es muy complejo, pues ambas imágenes deben preconcebirse de forma simultánea, y las manos, los ojos y la mente llevan dos cuentas de hilos a la vez.
Noé se cuestiona constantemente: “¿qué pasaría si muevo este hilo en vez de aquél?” y esta hambre de conocimiento, aunada al deseo por aprender nuevas técnicas, le ha brindado la oportunidad de ampliar su inventario de técnicas de tejido. En 2014, durante el I Encuentro de Textiles Mesoamericanos organizado por el Museo Textil de Oaxaca, tuvo la posibilidad de experimentar técnicas muy diversas en el telar de cintura, a partir del acervo del Museo y la guía de Alejandro de Ávila.
“Recuerdo a mi madre tejiendo y yo, niño, a gatas, jugando y perdido entre los animalitos… es un recuerdo muy bonito, ¿por qué no plasmarlo en el telar?”. Noé no solamente usa un lienzo para plasmar sus ideas, lo crea. Ha volcado sus vivencias en los hilos tras recibir numerosas lecciones invaluables de su madre en torno a composición, forma e intención. A su vez, ha ampliado su repertorio hasta dominar distintas técnicas, proceso que aún está en curso. Si esto no se valora como una educación artística, encaminada a desarrollar su talento y creatividad, bien valdría cuestionarnos qué entendemos por arte.
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