XX aniversario

Imposible imaginar mi vida sin libros. 
Ellos, mi refugio y mi sangre. 
Libros, libros, libros. 

Era un libro ya escrito, todavía con páginas en blanco. Así era la memoria de la Librería Grañén Porrúa. Llevaba 27 años de existencia cuando llegó a mis manos, la recibí como herencia de mi padre, Manuel Grañén Moré. En su recuerdo escribo estas letras. 

Mi padre era bonachón y cariñoso con sus hijos. Español de cepa, añoraba su tierra, pero hizo de México su país. Aquí pasó más de la mitad de su vida e hizo raíz, nacieron sus tres retoños: María Eugenia, Manuel y María Isabel. La vida de mi padre fue la Librería Grañén Porrúa, ubicada en el Paseo de la Reforma, 250, Local H. Estaba dedicada a la venta de libros de arte, literatura y tenía un sección especial para los bibliófilos taurinos. 

Mi papá solía llevar a sus hijos a “trabajar” a su librería. Más bien nos hacía sentir importantes porque quería que lo acompañáramos. En mis primeros años, acomodaba colecciones completas por orden numérico y, cuando aprendí a leer, por orden alfabético. Otras veces, organizaba notas, escalaba libros en la bodega, y salía a pasear en el carrito de libros que Manuel, mi hermano, empujaba. Pasé horas y horas disfrutando imágenes, leía cómics, la vida de Walt Disney, Las mil y una noches, Tintín, El conejito blanco y tantos otros… Me encantaba hojear libros con obras de artistas que seguramente despertaron mi futura vocación de historiadora del arte. Y lo más importante es que mi padre inculcó en mí su empeño, honradez y su tenacidad en el trabajo. Él, como yo, amaba su oficio. 

Ya con su pelo cano, se sentaba en su escritorio y, cuando llegaba algún cliente, se levantaba a saludarlo para comentarle las novedades y los temas de interés. Era una negocio cálido, personal, de los que ahora escasean. La muerte sorprendió a mi padre levantándose para ir a trabajar. A mí también me dejó pasmada. Heredé su librería, y la pregunta que rondaba en mi cabeza era: “¿Qué haré con la librería si yo vivo muy feliz en Oaxaca?”. Pero Alfredo Harp Helú, el amor de mi vida, hizo realidad un sueño más ni siquiera soñado. Un buen día me dijo: “Ya compré una casa para que traigas tu librería a Oaxaca”. Así que empezamos a restaurar ese bellísimo inmueble que hoy es una casa de los oaxaqueños, gracias al apoyo del arquitecto Daniel López Salgado. 

La Librería Grañén Porrúa fue muy bien recibida en la ciudad. Doña Arcelia Yañiz y don Andrés Henestrosa expresaron su alegría porque Oaxaca contaba ahora con otra tienda para los libros. Francisco Toledo entraba a la Librería como parte de su recorrido cotidiano, y, en ese momento, se detenía el mundo: el maestro admiraba los libros y elegía a su gusto. Fue nuestro cliente más fiel. Inolvidables las comidas de los jueves, cobijados por el calor de la Chatita. Los viernes de Dolores han sido una tradición con sus hermosos altares; las exposiciones, conferencias, lecturas de poesía y presentaciones de libros han sido un polo de atracción. Jamás olvidaré los altares de muertos que cada año montaban mis hijos y sus amigos en medio de juegos y sonrisas; los carteles realizados con tanto cariño para nuestros aniversarios salidos del Taller Martín Pescador; el logotipo diseñado por Bernardo Recamier; el tradicional nacimiento, realizado en Ocotlán con figuras de personajes tan queridos como el maestro Rodolfo Morales, don Luis Castañeda o la inolvidable Gloria Larumbe; las fiestas de aniversario con cuentacuentos, música y descuentos; la sala infantil llena de historias para contar; escritores o lectores apasionados que diario pisan nuestra casa… Hay tantos momentos felices, tantas emociones… Y todavía vamos por más. 

Y mientras concebíamos este sueño para Oaxaca, dentro de mí se gestaba una de las mayores glorias de mi vida: estaba embarazada de mi hijo Santiago. Nueve años después, la vida y el amor de Alfredo nos premió con la llegada de María Isabel que, hasta ahora, ha mostrado una inclinación especial hacia las letras y los libros. La Librería Grañén Porrúa en Oaxaca crece tanto como mis hijos, es algo que no se mide en centímetros, sino únicamente con amor, ellos también son libros abiertos con muchas hojas por escribirse.

Comparto el propio anhelo de Jorge Luis Borges: “No sé si hay otra vida. Si hay otra, deseo que me esperen en su recinto los libros que he leído bajo la luna con las mismas cubiertas y las mismas ilustraciones, quizá con las mismas erratas, y los que me depara aún el futuro”. 

Reseña

Lumbreras, Ernesto,
La mano siniestra de José Clemente Orozco (derivaciones, trasbordos y fugas),
Siglo XXI Editores, Universidad Autónoma de Sinaloa y El Colegio de Sinaloa,
México, 2015. 

A principios del siglo XX –y casi durante medio siglo–, el historiador de arte Erwin Panofsky intentó desentrañar los estadios del renacimiento alemán en la persona y en el arte de su coterráneo Alberto Durero. Por ejemplo, para el que fuera catedrático de arte en la Universidad de Hamburgo antes del nazismo, el grabado Melancolía I, lleva desde el título una carga simbólica que va en estrecha relación con la biografía del grabador y pintor germano. Algunos años después, el historiador vienés Ernest Gombrich encontrará paralelismos en la vida de los dos alemanes. Al desmontar el discurso teórico, dará cuenta de que, vistas a contraluz, las aflicciones atribuidas al maestro renacentista son variaciones generales de lo que el mismo Panofsky padeció durante su exilio en la posguerra. Bajo ese enfoque, uno detrás de otro, Durero, Panofsky y seguramente también Gombrich, se podrían figurar como una matrioska de espejos. Escribir en torno a la personalidad de un artista es un ejercicio muy parecido al de bosquejar un autorretrato. 

Traigo esto a cuento por una línea casi perdida en los primeros capítulos del libro La mano siniestra de José Clemente Orozco, del escritor jalisciense Ernesto Lumbreras, galardonado en la 12.ª edición del Premio Internacional de Ensayo convocado en conjunto por la Universidad Autónoma de Sinaloa, El Colegio de Sinaloa y Siglo XXI Editores. Cito la línea descubierta: “[…] respecto a las manos de la madre del artista [en este punto el autor escribe acerca del retrato que José Clemente Orozco le hizo a su madre en 1921], me asaltan impresiones que ratifican la tesis de que en un retrato encontraremos, casi siempre, variados elementos y referencias del pintor además de los ofrecidos por su modelo”. 

Todo cuerpo textual mantiene en él las indicaciones con las cuales se puede descifrar. Así, con estas coordenadas reveladas por Lumbreras y trasladando apenas el territorio del objeto de estudio, de la pintura a la literatura, es posible poner sobre la mesa lo siguiente: qué encontramos de Ernesto Lumbreras en José Clemente Orozco, o mejor dicho, qué nos revela este libro que también nos sea propio. 

Para hacer justicia a esta tesis, establezco dos de los puntos que me atrajeron más del libro. El principal, la estructura. El complejo que plantea La mano siniestra de José Clemente Orozco está compuesto por una acumulación de viñetas de cortísimo aliento que, aunque se aprecian circulares a primera vista, al pasar las páginas descuellan aristas que eventualmente se acoplan. Este volumen está formado de tres libros y una multitud de fragmentos. El libro que menos tiene es el primero y lo componen trece piezas. Además del prólogo, un post scriptum, una cronología y la bibliografía esencial para conocer la obra de Orozco. 

En el primer fragmento el autor informa que lo que plantea hacer es construir un edificio trunco. Los fragmentos nones componen la biografía de Orozco, los fragmentos pares apuntan como francotiradores a blancos fuera del edificio. De ahí en adelante el libro se abre en un caleidoscopio de cuentas brillantes que crean ante nosotros las formaciones más vistosas. El autor acota el tiempo relativo del libro entre el 23 de noviembre de 1883 y el 7 de septiembre de 1949 –que son las fechas en las que transcurre la vida del muralista–, y vemos cómo confluyen las piezas de un universo, la formación neuronal, mancos famosos, el lenguaje, manos fantasmas, cartas, entrevistas, referencias cruzadas, erotismo, autoerotismo, suposiciones, formas, fuegos de artificio, piratas, metralla, pianistas, prostitutas, bailarinas, Nueva York, Orizaba, Monte Albán, Zapotlán, Roma, París, Indiana, Chicago, total que movemos el ojo en el interior del tubo y descubrimos una galaxia de puntos de partida, de llegada y de fuga. La posibilidad que ofrece esta estructura tramada en pequeñas viñetas y la revelación de sus ligaduras, hace del recorrido trastocado un deleite. 

Con La mano siniestra de José Clemente Orozco, la diestra mano de Lumbreras toma como pretexto una biografía, no cualquiera, la del autor del portentoso Hombre en llamas, y construye una antorcha para iluminar los rincones de la casa de los espejos. 

Cinto verde y oro para Alfredo Harp Helú

El pasado 21 de octubre, el Consejo Mundial de Boxeo otrogó a Alfredo Harp Helú el prestigioso Cinto Verde y Oro, con el que se le reconoce como “campeón del altruismo”, por sus diversas acciones en favor del deporte y de la sociedad mexicana en general. 

Mauricio Sulaimán, presidente del CMB, entregó personalmente el cinturón durante la Convención Anual número 57 del Consejo, realizada en el Hotel Grand Oasis de Cancún, Quintana Roo. 

En la ceremonia, Alfredo Harp, propietario de los Diablos Rojos del México y de los Guerreros de Oaxaca, agradeció el reconocimiento y comentó: “Siempre he practicado algún deporte. Cuando era adolescente me puse los guantes y aprendí que éste es un gran y noble deporte. Además de ser de los deportes más antiguos de la humanidad”. 

El empresario agregó que el reconocimiento lo compromete a seguir trabajando por el bien del deporte mexicano, y ejemplificó: “Hemos impulsado diversas disciplinas deportivas, tanto en el ámbito amateur como el profesional. Hemos instalado cientos de gimnasios al aire libre para que cualquier persona que lo desee pueda ejercitarse”. 

El cinturón es un ícono del boxeo, y lo han portado los más grandes campeones com Alí, Tyson y Leonard, entres otros. En esta versión aparecen los retratos del legendario púgil Mohamed Alí y el fundador del CMB, José Sulaimán, más los logotipos de los equipos de beisbol Diablos y Guerreros. 

Teatro para la primera infancia

El teatro para los primeros años tiene muy poco de haber iniciado su camino en México, surge de la lucha por la inclusión de la primera infancia en actividades artísticas y culturales. Hasta ahora son muy pocas compañías a lo largo de nuestro territorio preocupadas por generar espectáculos que atiendan de manera específica las necesidades e intereses de niños y niñas de 0 a 6 años y sus familias. Creadores e investigadores de la escena mexicana se siguen preguntando por qué en México tardamos tanto en generar espacios de teatro para bebés, si está comprobado que lo que sucede en la vida de un ser humano –sobre todo de 0 a 36 meses– es fundamental, y trasciende a lo largo de la vida de una persona. Además, sabemos que en Sudamérica o Europa este teatro se realiza desde hace más de treinta años con gran rigor y calidad. La respuesta tiene que ver con la concepción que tenemos en México de lo que es un bebé o un niño en sus primeros años, al cual no le reconocemos sus derechos y capacidades de contemplar y emocionarse, y terminamos por excluirlos de cualquier experiencia estética. Nos resistimos a reconocerlo como un ser humano completo y complejo, no sólo receptor de mensajes, sino generador de significados. 

El teatro para bebés ha logrado replantear formas distintas de ver la escena, entender que el encuentro se puede generar fuera de las convenciones tradicionales de pensar el teatro únicamente como contar una historia o representar un personaje. En realidad, lo que hacemos es jugar, jugar y encontrarnos, tejer momentos de contemplación y participación en donde el goce es el ingrediente principal de los procesos creativos. Provocamos espacios de vínculos profundos entre todos los partícipes de una experiencia de comunidad espontánea. 

Trabajar para bebés nos permite regresar la mirada a lo importante, volver al encuentro esencial en donde se pondera más la escucha que el decir. Nos conectamos con el aquí y el ahora. Vivir de manera respetuosa y amorosa el encuentro significativo con un bebé y su familia, nos permite ejercitar los espacios de socialización y vivir procesos de empatía, colaboración, reconocimiento del Otro, y realizar el juego conjunto. 

La inclusión de los niños en sus primeros años en actividades culturales y artísticas debe ser normalizada en espacios públicos y privados, cerrados y al aire libre. Para que eso suceda, el presupuesto dedicado a esta área debe aumentarse, pero, sobre todo, debe haber una capacitación de los creadores, talleristas y monitores que lleven a cabo este tipo de actividades en un marco de inclusión y lucha por la dignidad de los bebés y sus familias. 

Es claro que, aunque seguimos siendo pocas compañías que atienden a este público específico, el movimiento de cultura para primera infancia ha crecido y se ve como una urgencia nacional desde muchos ámbitos del gobierno y la sociedad civil. Es indudable que Oaxaca ocupa uno de los primeros lugares en generar espacios culturales para la primera infancia en México, y con ello se han provocado espacios de reflexión, capacitación y difusión de actividades artísticas dedicadas a los más pequeños. Es bellísimo reconocer el trabajo de respeto y calidad con el que, desde hace muchos años, se generan talleres y distintas actividades de mediación de lectura para bebés y sus familias en Oaxaca, son un ejemplo a nivel nacional en muchos sentidos y en muchos ámbitos. 

Cuando uno camina las calles de Oaxaca puede tocar, sentir y observar árboles muy grandes que tienen las raíces bien arraigadas, para verlos hay que mirar al cielo y la tierra. El teatro para bebés es como un árbol oaxaqueño, así crece en nuestro país, lento, pero firme, fuerte y dando una gran sombra, tocando la tierra y mirando al cielo. Seguramente tendremos momentos de pausa, momentos de revisar cómo estamos haciendo las cosas, pero el tejido que poco a poco se realiza entre instituciones, espacios independientes, creadores y familias nos permitirá evolucionar y reconocer el derecho de niñas y niños en primeros años a participar en actividades realizadas específicamente para ellos en todo el país. Que así sea. 

El trenzado de la cultura escrita

Para Xicoténcatl 

Es territorio común escuchar que la adolescencia es una de las etapas más complejas y retadoras para docentes y padres de familia, pues son anómicos, rebeldes sin causa y flojos para leer. Sin embargo, como toda generalización, el concepto y los imaginarios que poseemos sobre esta población suelen adolecer de imprecisiones, prejuicios y “profecías autocumplidas” (Watzlawick, 1988). 

Según el Diagnóstico de prácticas de lectura en niños y jóvenes en México, 2016 y la UNESCO (La lectura en la era móvil, 2015), 90% de niños y jóvenes de entre 12 y 30 años de edad prefieren soportes digitales de lectura: computadoras, tabletas y smartphones. La generación @ –como se le ha llamado por su decantamiento digital– lee novelas, política, idiomas, ciencias sociales, cine y arte, mientras escucha música, come o ve televisión. Crean y participan activamente en comunas virtuales: grupos de lectores en Facebook y/o WhatsApp, Goodreads, Spotify, Kindle, Universal Book Reader, Google Play Books o Digitalee para hablar de libros, escritores y experiencias lectoras, usando lenguaje “audiovisual”. Ellos son también escritores interactivos, sea en blogs o con “nanoliteratura”. Los arroba son hiperlectores, breves, es cierto, aunque con un acceso a un menú diverso y ancho, capaces de abordar territorios, lenguajes y una conciencia más global. 

Rafael Cessa (Jornadas de la oralidad en la escritura contemporánea, 2013), agrega: “[estos jóvenes tienen] la posibilidad de ir más allá de los libros, ir a otras plataformas e ir a otros lugares al encuentro de las mismas cosas que quizás nosotros todavía buscamos en los libros. Son historias, es la comunicación, esa necesidad de entender cosas, a nosotros mismos, compartir palabras, historias, recuerdos”. 

Los “audiovidentes” dedican horas y horas a escuchar literatura en forma de canciones, que es, no lo olvidemos, la genuina forma del género lírico. Juglares contemporáneos como Phito Torres (Veracruz) o Iván García (Puebla) grafitean el otro pentagrama estético juvenil. 

En Oaxaca, en línea: aion.mx o mula blancxa o vía impresa: Hebefrenia, LunaZeta, Comején, Avispero, Arrecife, Tiza ke riú, Delirium Tremens y Oaxaca profundo trenzan las hebras de la joven cultura escrita. Clyo Mendoza, Jessica Santiago Guzmán, Haydee Ramos y Alejandro Aparicio Morales leen, escriben, hablan, piensan y actúan alrededor de la escritura y los textos. Hablantes legítimos y autorizados insertados en una red virtual, movediza y parlante que grafitean los otros horizontes de los campos, formas y modos de la lectura. 

Miradas al ser

BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO / BIBLIOTECA FRANCISCO DE BURGOA / CENTRO CULTURAL SAN PABLO

Miradas al ser es una muestra que explica la importancia de la imagen impresa como herramienta de apropiación de la naturaleza y de difusión del conocimiento científico. Tiempo, espacio y naturaleza han sido ámbitos de observación y de reflexión y, por lo mismo, en la historia de la humanidad se han generado registros que dan cuenta del conocimiento sobre nosotros y nuestra relación con el cosmos y la diversidad natural. 

La exposición profundiza en ejemplares de las bibliotecas Francisco de Burgoa y Fransico Xavier Clavigero, en los cuales se hace evidente la preocupación por explorar el cosmos y describir el mundo natural, y, al mismo tiempo, se pretende motivar la reflexión sobre la participación de científicos, dibujantes, grabadores, ilustradores e impresores. La muestra, realizada en conjunto con el Seminario de Estampa de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, invita a que el público vea cada impreso como una máquina del tiempo hacia extraordinarias empresas científicas. 

La exposición cuenta con tres sedes: el Centro Cultural San Pablo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, la Biblioteca Francisco de Burgoa de la Universidad Autónoma Benito Juarez Oaxaca y la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero de la Universidad Iberoamericana. 

Seminario Permanente de Estampa, Universidad Iberoamericana

Reseña

Gustavo Curiel, coord. y ed.
Carpinteros de la Sierra. El mobiliario taraceado de la Villa Alta de San Ildefonso, Oaxaca (siglos XVII y XVIII), 2 vols.,
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM / FAHHO, México, 2019. 

El pasado 17 de octubre, en el claustro del Centro Cultural San Pablo, se presentó el libro coordinado y editado por Gustavo Curiel, Carpinteros de la Sierra. El mobiliario taraceado de la Villa Alta de San Ildefonso, Oaxaca (siglos XVII y XVIII), con la participación de Ana Paulina Gámez, María Isabel Grañén Porrúa, Gustavo Curiel así como las autoridades y banda municipal de Villa Alta de San Ildefonso. 

Con un estudio introductorio de Gustavo Curiel, el libro es una recopilación de ensayos realizados en torno al mobiliario de Villa Alta, Además del Dr. Curiel, escriben Jorge Rivas Pérez, Dennis Carr, César Manrique Figueroa, Hilda Urréchaga, Guillermina Solé Peñalosa, Carla Aymes, Alejandra Quintanar, Berenice Jarquín y Mireya Olvera. Historiadores del arte, biólogas, arquitectos, anticuarias y restauradoras componen un excelente equipo multidisciplinario que enriquece al libro. Desde diferentes enfoques y con distintos ejemplos, cada quien aporta nuevos datos al estudio de los muebles realizados entre los siglos XVII y XVIII en la Villa Alta de San Ildefonso. El segundo volumen es el catálogo razonado de las piezas registradas por Curiel y la investigadora y anticuaria Hilda Urréchega. 

La historia comienza con los registros más tempranos del contacto español con los habitantes de Villa Alta, los pleitos entre los nativos, las luchas por el poder y las exploraciones españolas en busca de minas de oro, el establecimiento de una prisión, el circuito de la grana cochinilla y los tratos comerciales en la zona. Es decir, el contexto que da origen a la carpintería en México y en la zona, y la influencia europea en la elaboración de los muebles. Además, hace un análisis de la tipología, los diseños, las técnicas, los colores, la iconografía y el perfil de los ebanistas que elaboraron estas piezas. En los ejemplos concretos tenemos el análisis del esgrafiado en los espacios novohispanos, la lectura de mapas y mensajes en un escritorio; los libros e impresos que llegaron de Europa y la influencia que tuvieron como modelos visuales para la ornamentación de los muebles; la prosperidad económica que trajo esta producción de muebles a la zona; ejemplos de iconografía de vírgenes, santas, modelos de mujer, imágenes de la Justicia Divina y un extenso repertorio de animales y ornamentos que componen el imaginario de este tipo de ebanistería. 

El catálogo razonado abarca la producción que fue localizada en México y en el extranjero. Los muebles se describen con fichas técnicas por tipología: escritorios, cajas, baúles, bufetillos, papeleras, sillas, escribanías, contadores, muebles modificados y un apartado exclusivo para los muebles de la iglesia de Tlacochahuaya. 

Como afirma Dennis Carr en el análisis de un escritorio: “El mueble es una orgullosa declaración de los logros de los artesanos; con sus símbolos e iconografía indígenas es, hasta el día de hoy, una prueba del carácter híbrido y transcultural del arte colonial de América Latina, y de la lucha por el poder que se libró en Villa Alta durante la época colonial”. 

Alonzo Harris, ser el primero

Poder y velocidad son dos características que no se encuentran habitualmente en un mismo jugador. Los Guerreros de Oaxaca encontraron oro en Alonzo Harris, quien en su primera temporada con la tribu se apoderó de una de dos marcas nunca antes vistas en la Liga Mexicana de Beisbol. Su nombre sonó muy fuerte a la mitad de la temporada, cuando a pesar de 18 home runs y 53 carreras impulsadas, inexplicablemente no fue convocado al Juego de las Estrellas, al que asistió únicamente como invitado a la exhibición de cuadrangulares. 

No requirió de una gran vitrina, como es el clásico de media campaña, para que los aficionados intuyeran que su constancia lo acercaba a estadísticas de esas que son muy difíciles de olvidar. 

En 94 años de vida de la LMB, únicamente dos jugadores lograron treinta cuadrangulares y treinta robos de base en una misma temporada: James Steels y Luis Terrero. 

Fue la noche del 18 de julio cuando Harris conectó un lanzamiento de José Oyervides en Nuevo Laredo, ya con 33 robos de base. No había nadie en las colchonetas cuando aquella pelota superó la barda del Parque La Junta, el segundo más viejo en la historia del beisbol mexicano y en donde nunca se había escrito un acontecimiento de ese tamaño. Durante su trigésimo recorrido por todas las bases, el mundo de la pelota aplaudía el suceso que aún estaba lejos de ser su gran momento. Aún quedaban hojas en el calendario de la campaña, y, con poco más de un mes por jugar, un nuevo desafío se asomaba: Ser el primero con 40 home runs y 40 carreras producidas. 

Ir por la hazaña fortaleció su espíritu en la parte más complicada de una temporada, donde los Guerreros luchaban cada día por ser los mejores de la Zona Sur. Él mismo, en sus redes sociales, se encargó de ilusionarse y contagiar a sus seguidores. Se embasó 45 por ciento de las veces en las que se paró a batear y con seis estafas, las 40 llegaron pronto. 

En contraste con su capacidad para acumular hits y aumentar su porcentaje de bateo, la producción de cuadrangulares disminuyó considerablemente en agosto. Las seis de las últimas cuatro semanas de competencia lo dejaron con 39, tan cerca pero tan lejos. Sin embargo, en su desenfrenada carrera por buscar poner la pelota contra los anuncios, los catorce dobles que disparó en la segunda mitad del 2019 dieron un total de 34, dejando atrás otra barrera de tres decenas. 

El logro fue reconocido de inmediato por el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano, el segundo que se realiza bajo la nueva administración y el primero para un jugador ofensivo. 

Es probable que Alonzo Harris no resulte el Jugador Más Valioso del Año, su justicia va más allá de una votación, es el primer integrante del Club 30-30-30, nadie antes que él. 

Xhunashi Caballero Santiago, oaxaqueña de corazón guerrero

Calificar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 es un sueño que ha trazado en su horizonte deportivo la karateca oaxaqueña Xhunashi Caballero Santiago. Tras conquistar la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Lima, Perú, la deportista originaria de Ciudad Ixtepec se ha colocado como una firme candidata para ser uno de los oaxaqueños que busque representar a Oaxaca y México en la máxima justa del deporte amateur. 

Y es que para Xhunashi Caballero Santiago la obtención de ese logro representaría felicidad para ella, su familia, su equipo, municipio y estado, tras una carrera deportiva que se ha caracterizado por la tenacidad en la búsqueda de concretar sus retos deportivos. 

“La medalla es un gran triunfo, motiva para hacer más cosas, como buscar un sitio en Tokio. Se cumplió una meta, pero eso ya quedó atrás, ahora es necesario fijarse nuevos objetivos”, apuntó la triple medallista panamericana.

El camino no ha sido fácil, incluso muchas veces ha ido cuesta arriba. La oaxaqueña ha mostrado garra y corazón para sobreponerse a la adversidad y salir adelante en los diversos desafíos que ha encontrado en el camino. 

“Mientras se trabaje con esfuerzo y dedicación, los sueños se hacen realidad, cada entrenamiento vale la pena”, destacó la deportista. 

La karateca reconoció que aprendió mucho en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, lo que le hizo aplicarse a fondo para Lima, y además consolidar un equipo que la apoyara en el proceso, donde ha sido un factor fundamental el nombramiento oficial de su entrenadora, Sarahi Guadalupe Caballero Santiago, quien hizo el acompañamiento en todos los aspectos de la gira de preparación a Lima, logró que Xunashi participara en la competencia más madura y con mejor técnica, lo que le valió la obtención de la presea de bronce. 

Sin duda, el cimiento de sus logros es el apoyo de sus familiares, quienes, desde las primeras competencias en Olimpiadas infantiles la han respaldado, no sólo brindando la confianza necesaria para competir en eventos nacionales e internacionales, sino acompañando cada experiencia en su carrera deportiva. El apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú también ha sido fundamental en su trayectoria deportiva, ya que ha respaldado cada uno de los objetivos que se ha trazado la artemarcialista oaxaqueña. 

Medallista de plata en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 y Toronto 2015, Xhunashi Caballero busca ahora enfocarse en el Torneo Preolímpico, el cual definirá su futuro de camino a los Juegos Olímpicos Tokio 2020. 

“Éste es el inicio de un nuevo proceso competitivo y voy por todo”, expresó la deportista al agradecer el apoyo de Alfredo Harp Helú y María Isabel Grañén Porrúa, quienes le han brindado respaldo durante su carrera deportiva. “Su confianza y apoyo me obliga a hacer las cosas lo mejor que pueda y a no guardar ni un gramo de esfuerzo”, apuntó Xhunashi Guadalupe Santiago. Y agregó: “Ha sido de verdad un camino muy complicado, pero hoy creo que los sueños se hacen realidad”. 

PRINCIPALES LOGROS DEPORTIVOS

• Selección Nacional de Karate Do 2006-2019 
• Plata en los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011 Categoría +68 kg 
• Plata en los Juegos Panamericanos Toronto 2015 Categoría -68 kg 
• Bronce en los Juegos Panamericanos Lima 2019 Categoría -61 kg 
• Plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014 Categoría -68 kg

Inicio de actividades en Ocotlán del Morelos

Imposible llegar a Ocotlán de Morelos, en Oaxaca, y no recordar al maestro Rodolfo Morales. Él amó su tierra con una generosidad ilimitada, se nutrió de ella. Su obra es reflejo de las flores de sus campos, de la fruta que venden en su colorido mercado, también adoptó la luz de los paisajes cercanos y del arte popular y, sobre todo, las mujeres con sus rebozos y tacones fueron las protagonistas principales. La generosidad de este artista fue tal que restauró la mayoría de los conventos cercanos a su comunidad, y, además, donó una importante colección de su obra a México, que se conserva impecable en su querido Ocotlán. 

El corazón brinca de alegría cuando uno visita el exconvento de Ocotlán, y encuentra a decenas de niños que se reúnen a crear papalotes, collages, barro, pinturas y grabados, también experimentan con la cocina ocoteca. Entre sonrisas, los pequeños juegan, se divierten y aprenden. 

Esta historia comenzó hace más de dos años, cuando la Antigua Estación del Ferrocarril en Oaxaca se convirtió en museo y biblioteca. El Museo Infantil de Oaxaca abrió sus puertas a niños y niñas con la exposición Rodolfo Morales, maestro del color. La intención era dar a conocer la obra de uno de los grandes pintores de Oaxaca al público infantil. Parece mentira, pero Oaxaca cuenta con grandes artistas plásticos reconocidos en el mundo y, sin embargo, no se conocen en su tierra. Ésta y muchas otras fueron las razones por las que el equipo del MIO preparó múltiples actividades derivadas del trabajo e intereses del maestro Morales. 

La Fundación Rodolfo Morales, entusiasmada con el proyecto, participó con la donación de fotografías de la obra y con la cortesía para utilizarlas y elaborar con ellas actividades educativas para los chicos. Una vez que vieron el fruto del trabajo, quedaron motivados para seguir el ejemplo, y reproducir la experiencia en la tierra donde nació el maestro. Solicitaron el apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca para trasladar allá el programa educativo. A partir del jueves 10 de octubre este sueño se hizo realidad, pues, gracias al esfuerzo de las dos fundaciones, se abrieron las puertas del convento para que chicos y chicas realicen diferentes actividades gratuitas: pintura, juegos, gastronomía, música y mucho más… 

Uno de los lugares favoritos de Rodolfo Morales era la cocina, porque ahí se preparan platillos deliciosos y exquisitos postres, sólo hay que visitar su casa para darse cuenta de ello. Así que chavas y chavos: ¡Hagan chocolates! En Chocotlán podrán hacerlos en la cocina del convento, y lo mejor de todo es que se los podrán comer. También podrán preparar alegrías, gaznates, polvorones y otros dulces regionales que le encantaban al maestro. ¿Saben lo que es un collage? Visiten el refectorio del convento, que está antes de entrar a la cocina, busquen el Tilichero, y ahí podrán hacer muchos collages. Pinten cilindros –como lo hizo el artista–, peguen etiquetas, recorten personajes, armen cuadros con imanes, resuelvan el Arterama, ganen la Lotería, escriban historias, armen rompecabezas y disfruten del Universo de Morales. También podrán jugar todo lo que quieran con barro y madera, materiales con los que se hacen las artesanías de la región que le gustaban tanto al maestro. Quítense los zapatos o los guaraches, échense en los cojines y ¡a leer a gusto! Visiten el Bunko, un espacio preparado para los amantes de los libros, y busquen los que hablan del maestro y su pintura. También hay cuentos y libros de aventuras, artesanías o de juguetes tradicionales. Pueden participar en las visitas guiadas para las escuelas –que también son gratuitas para los habitantes de Ocotlán y comunidades vecinas– o si prefieren, lleven a su familia los domingos, y vean el video o la obra de títeres que cuentan la vida y obra de nuestro querido Rodolfo Morales. Aquí de lo que se trata es de rendirle un homenaje, conocer su obra, seguir su ejemplo y apreciar su generosidad. 

Increíble, pero parece que el alma de Rodolfo Morales vive todavía en Ocotlán. Él solía pintar sueños y la visita al exconvento rodeado de la alegría de los niños parece ser una pintura de este maestro del color. 

Inicia la 2.ª etapa de restauración de casas tradicionales en Santo Domingo Tehuantepec

El patrimonio cultural guarda una estrecha relación con el desarrollo. Sostenerlo garantiza la permanencia de una riqueza proveniente del pasado y posible de transmitir al futuro. Contiene el caudal histórico, de identidad, conocimientos y aptitudes que caracterizan a una cultura. 

Hace poco más de dos años, en el mes de septiembre, un terremoto ocurrido en el Istmo de Tehuantepec –acompañado de más de 23 000 réplicas– demostró la fragilidad del patrimonio, y que éste podría ser irrecuperable una vez “perdido”. Aunque esta fatalidad se atribuye a un desastre natural, existen otros factores más, como el daño intencionado por apatía o falta de conocimiento, el abandono o ausencia de mantenimiento que también conducen al empobrecimiento cultural de nuestros pueblos.

A dos años del sismo, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca renovó su alianza de trabajar de manera conjunta con el municipio de Santo Domingo Tehuantepec y los propietarios de veinte casas históricas. En esta labor resulta necesario mencionar que durante la primera etapa se logró la recuperación de 25 casas, y se generaron poco más de 150 empleos entre obreros y arquitectos de localidades cercanas y del mismo municipio. Esta situación, además de beneficiar económicamente a dichas familias, permitió la transferencia de conocimientos, la recuperación de oficios en desuso y la activación de procesos de restauración en la comunidad, necesarios para la conservación del patrimonio.

En esta segunda etapa de restauración continuamos con la preservación y renovación de los valores de la casa zapoteca, y aún más importante, las casas permanecen en funcionamiento. Esta segunda etapa es un paso alentador para el patrimonio tradicional, pues en ese andar se han dispersado las opiniones mal enfocadas en torno a la arquitectura ver-nácula o el querer anularla sustituyéndola por modelos vacuos.

En este espacio reconocemos a una cultura con el aprecio y capacidad de regenerarse afectuosamente desde la memoria e identidad para constituir y reforzar sus valores culturales.

Aula de música en Zacatepec, Mixe

El pasado 20 de agosto se llevó a cabo la inauguración del aula de música en Zacatepec, Mixe, con la presencia de Lila Downs en representación de las demás artistas que participaron en el concierto Oaxaca Corazón, realizado en el Auditorio Guelaguetza. La FAHHO multiplicó la cifra recaudada para ayudar a los damnificados por los sismos.

Difícil ha sido la tarea del equipo de trabajo del Arq. Juan José Santibáñez, que prácticamente se ha vuelto parte de la comunidad. Ellos conviven con las personas, inclusive han sufrido los cortes a la carretera junto a los pobladores.

Acudimos dos años después al paraíso de Konk Oy. Una noche antes nos llovió con tal fuerza que se fue la luz, y se perdió la comunicación, pero eso no detuvo los ánimos de los niños y jóvenes que desde muy temprano afinaban sus instrumentos. Llenos de alegría y vestidos de gala bajaban a la que será su nueva escuela: un lugar digno para aprender y practicar los acordes y melodías que tanta historia tienen en la región, un espacio que cuenta con cuatro salones que pueden ser usados de manera simultánea.

El día era tan especial que había que festejarlo con el estreno de una melodía: Sones y jarabes de Zacatepec, del profesor Etelberto Solís, interpretada por la banda infantil, que anteriormente tenía que ensayar debajo del mercado, en un espacio precario y lleno de humedad.

Así pues, las bandas de música de Santiago Zacatepec tienen hoy un nuevo punto de reunión en su comunidad. Los sismos no sólo movieron la tierra, también movieron corazones, en este caso, el corazón musical.

Poema peatonal

Cuando pensamos a lo que se refiere la palabra “poema”, lo que usualmente nos imaginamos es una composición literaria cuya natural residencia es un libro. Sin embargo, al margen de los cánones, la historia nos ha enseñado que el ejercicio de la letra se ha valido también de otros soportes físicos, desde los epigramas encontrados en estelas funerarias en la isla de Creta, datados en el siglo VII antes de nuestra era, hasta aquel poema que Raúl Zurita escribió con humo, utilizando como fondo el cielo de un mediodía neoyorkino, en los años ochenta del siglo pasado. 

En el marco del XV aniversario de la inauguración de la Biblioteca Andrés Henestrosa tuve la oportunidad de hacer dos intervenciones en el edificio que resguarda este grandioso acervo. La primera, en uno de los corredores del patio principal y la segunda, que es a la que me refiero en estas líneas, en torno a la fachada del edificio y cuyo título es Poema peatonal.

Si usted, querido lector, ha tenido la oportunidad de leer el poema en cuestión, dará cuenta de que está dispuesto de tal forma que solamente lo podrá leer si transita en torno al edificio. Si realiza este ejercicio, podrá advertir ciertas líneas de composición en diálogo, la retícula editorial convive con las de composición arquitectónica. La parte del poema rotulado sobre la calle de Porfirio Díaz corresponde a la línea del horizonte de un peatón. Ésta corre en paralelo a los desniveles de la acera y, al dar vuelta en la esquina de la calle Morelos, responde también a la composición de los vanos del edificio. 

Así fue escrito, para leerse mientras uno camina. Además, también está rotulada una versión esquemática de la constelación Casiopea, que corresponde iconográficamente a la advocación mariana de Santa Catarina mártir –primera patrona de Oaxaca– y que eventualmente se criollizaría en la imagen de la Princesa Donají. 

Sin meterme en interpretaciones compositivas arquitectónicas, urbanas, o de contenido que puedan sonar más a justificación que a sincera exploración del ejercicio literario en lo contemporáneo, que sea esta brevísima descripción la que me sirva para advertir que este poema está escrito y compuesto para este edificio en particular, sobre todo, para brindarse como un obsequio al paseante de nuestra ciudad, ahora que se cumplen quince años de la puesta en marcha de un proyecto cultural que sólo ha sido posible por el acompañamiento de sensibilidades calibradas, tanto en la tradición como en nuestro tiempo. 

Impacto de la reforestación urbana

Utilizando la metodología i-Tree Eco evaluamos la reforestación urbana que ha realizado la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca de Juárez, lo cual incluye las características de los árboles sembrados, lo que nos permite entender la estructura, la función y el valor de este bosque urbano de 797 árboles sembrados. Predominan tres especies comunes, Tabebuia rosea, Tabebuia donnell-smithii y Fraxinus uhdei. Esta reforestación cubre una superficie de casi 1.4 hectáreas. Algunos de los impactos benéficos evaluados son: 

Eliminación de la contaminación del aire 

Este bosque urbano nos ayuda a mejorar la mala calidad del aire, reduce la temperatura, elimina los contaminantes y reduce el consumo de energía de la infraestructura urbana, por consiguiente, reduce las emisiones de contaminantes del aire de las fuentes eléctricas. Dentro de los contaminantes que se eliminan se encuentra el ozono (O3), monóxido de carbono (CO), dióxido de nitrógeno (NO2) y dióxido de sulfuro (SO2). Se estima que este arbolado urbano elimina 56 kilogramos de la contaminación del aire por año. 

Almacenamiento y retención de carbono 

El almacenamiento de carbono es otra manera en la que los árboles pueden influenciar en el cambio climático global. Conforme un árbol crece, almacena más carbono sujetándolo en su tejido. Cuando el árbol se muere y descompone, nuevamente libera la mayoría del carbono almacenado a la atmósfera. Se calcula que los árboles de la ciudad de Oaxaca almacenan 32 toneladas de carbono. Los árboles urbanos ayudan a mitigar el cambio climático, retienen el carbono atmosférico (dióxido de carbono) en sus tejidos, y al modificar el uso de la energía en la infraestructura urbana, por consiguiente, modifican las emisiones de dióxido de carbono de las fuentes eléctricas y de combustibles fósiles. 

Estos árboles reducen la cantidad de carbono en la atmósfera al retener el carbono en el crecimiento nuevo cada año. La cantidad de carbono retenida anualmente aumenta con el tamaño y la salud de los árboles. Al año, este arbolado urbano retiene casi 3.5 toneladas métricas de carbono. 

Producción de oxígeno 

La producción de oxígeno es uno de los beneficios más importantes de esta reforestación urbana. La producción anual de oxígeno de un árbol está directamente relacionada con la cantidad de carbono secuestrado por el árbol, la cual está vinculada con la acumulación de biomasa del árbol. Se calcula que esta reforestación urbana produce 9.3 toneladas métricas de oxígeno al año. 

Escurrimiento evitado 

Durante los eventos de precipitación, cierta cantidad se ve interceptada por la vegetación, mientras que la otra alcanza el suelo. La cantidad de precipitación que llega al suelo y no se filtra se vuelve escurrimiento superficial. En las áreas urbanas, la gran extensión de superficies impermeables aumenta la cantidad de escurrimiento superficial. Sin embargo, esta reforestación urbana es benéfica porque reduce el escurrimiento superficial. Los árboles interceptan la precipitación, mientras que sus sistemas de raíces promueven la infiltración y el almacenamiento en el suelo. Los árboles de esta reforestación urbana ayudan a reducir el escurrimiento por casi 213 metros cúbicos al año. 

Como podemos observar, los impactos de la reforestación urbana son de vital importancia para reducir la contaminación ambiental y mejorar la calidad de vida de los habitantes de la ciudad, así como la reducción del ruido, regulación del clima y la arquitectura del paisaje. El compromiso de la ciudadanía en su cuidado y las sinergias entre los diferentes actores de la sociedad civil e instituciones son necesarios para mantener en un estado adecuado, con un buen manejo, el arbolado urbano, en una ciudad como la nuestra, Patrimonio Cultural de la Humanidad. 

Los museos y la empatía

Hablan los historiadores y académicos de las historicidades de los objetos, sus andanzas a través del tiempo y espacio, pero ¿cómo plasmar la magnitud de este caminar que escapa a nuestros sentidos? No solamente hay que estudiarlos, hay que escucharlos. ¿Cómo llegan los objetos a un museo? 

Un museo es más que un contenedor de objetos, es más que ladrillos hermosamente dispuestos: es un recipiente de emociones. Los museos nos ayudan a entender y valorar la historia, el arte y la cultura de un país y sus habitantes. Exhiben, conservan, investigan, comunican y adquieren obras que han perdurado por mucho tiempo, pero la clave está en sus habitantes. Personas que le dan significado a la creación, al origen, a la necesidad. 

Las personas siempre serán más importantes que los objetos, sin dudarlo, pero son los objetos el reflejo de nuestras relaciones y nuestra necesidad de permanecer y trascender. Detrás de cada objeto hay un motivo, una inspiración y un impulso creador. Éstos se guardan y atesoran en los museos para ser admirados, entendidos y estudiados desde un aspecto técnico principalmente, pero cada uno tiene mucho qué decir. Esos objetos han servido para curar enfermedades de hijos, sacar de apuros a su dueño, reencontrarse con sus hijos, hermanos y abuelos, para llenar huecos en las historias, para homenajes póstumos, para homenajes en vida, han sido dados en herencia, han sido regresados a su dueña. Tienen tantas historias que contarnos, hay tantos reencuentros que hacer. Todas éstas son historias que han pasado en el MTO, historias anónimas y poderosas. Estas historias le dan validez al trabajo y dimensión a la responsabilidad de los museos de la actualidad, no son meros templos de contemplación, son mucho más y hacen más por la sociedad. 

Las emociones que generan estos objetos son mediciones exactas de nuestra capacidad de ser empáticos, lo que los historiadores llaman “tomar perspectiva”. Son las habilidades emocionales, en ocasiones, más importantes que el análisis de hechos y su razonamiento. Las habilidades emocionales son el primer paso hacia la empatía. Es la conciencia de las emociones la que nos permite comprender los sentimientos de los demás y, por lo tanto, es el fomento de la tolerancia, que a su vez nos lleva a la convivencia armónica. La empatía es el pegamento que nos une para funcionar en civilidad. Con empatía hay compasión y con ésta podemos simpatizar con nuestros semejantes. Cuando se logra ampliar la capacidad de empatizar con la situación de los demás, sean amistades o desconocidos, es más difícil no actuar o no ayudar, pues es posible reconocer los sentimientos ajenos como propios. Es normal que sólo dispongamos de nuestras vivencias personales para formarnos juicios sobre lo que nos rodea, nuestra naturaleza nos hace agrandar y exagerar esas experiencias propias, pero también minimizan la impresión que tenemos de las experiencias ajenas a nosotros si éstas difieren de las nuestras. Los museos tienen como propósito amalgamar todas estas diferencias para traducirlas en equidad mediante los objetos coleccionados. 

Hoy más que nunca, los museos tienen la labor de enseñar empatía, esa capacidad de “ponerse en los zapatos de otro”, esa capacidad que, al contrario de lo que pensamos, no es innata. La empatía, más que un vago impulso es un fin razonado y, por lo tanto, es un ejercicio mental que ha de ser cultivado: es ver el mundo a través de ojos ajenos y no sólo entenderlo, sentirlo. Nuestra incapacidad para entender los puntos de vista de los demás, así como sus experiencias y sus sentimientos son la base de los prejuicios, los conflictos y la desigualdad. 

Los museos son el modelo a seguir para una sociedad más amable. Dicho hermosamente por Mary Ann Evans, mejor conocida como George Eliot: “El arte es lo más cercano a la vida; es un modo de amplificar la experiencia y entender nuestro contacto con nuestros semejantes más allá de los límites de nuestro lote personal”. 

91 almas se transforman*

Hace ya tiempo, más para unos que para otros de los aquí presentes, fuimos invitados a la maravilla humana de la lectura. De esa sorpresa agradabilísima, que consistió en saber que nuestras expresiones verbales podían quedar registradas, y que podíamos entender lo que otros habían dejado escrito, casi no tenemos conciencia, simplemente porque ocurrió en esos años en los que íbamos por la vida de sorpresa en sorpresa. 

Lamentablemente, para la mayoría, hubo un momento en que la lectura –como otras áreas de nuestra formación– pasó a formar parte de esa gran área gris de lo que se debe hacer y no de lo que queríamos hacer por el placer de hacerlo. Para otros, afortunadamente, la sorpresa inicial se convirtió en placer, y éste en una necesidad, un hábito de búsqueda desafiante y de encuentros inesperados. Para otros más, el camino ha sido bastante intrincado, ya que por alguna circunstancia afortunada, algunos, incluso por haber sido llamados a la docencia, han logrado huir del gris con el que por muchos años creyeron que se pintaba la lectura y encontraron el camino de colores que la vida de las letras construye: el placer de leer. 

Y tras leer y leer, la vida es diferente para nosotros y para los que nos rodean, porque leyendo abrimos la puerta a otras vidas, leyendo acicateamos nuestra creatividad y desafiamos nuestro intelecto. Leyendo entrenamos nuestro entendimiento, nos surgen nuevas preguntas y encontramos en el camino respuestas e inquietudes que en ocasiones ni éramos conscientes de haber formulado. Aquí cabe mencionar el verso tan atinado de Benedetti en el que Laura Avellaneda se dirige hipotéticamente a Martín Santomé en el poema que ya no cupo en la novela: “Usted, Martín, es la respuesta a una pregunta que nunca me he formulado”, y finalmente, leyendo hallamos la ruta a la libertad, leyendo somos más capaces de luchar por ser libres, porque si leyendo sabemos lo que ocurre en nuestro mundo, también leyendo podemos ser conscientes de que queremos otro mundo, que otro mundo es posible. Creo que todos los que estamos aquí reunidos estamos de acuerdo en que no queremos leer que cada vez es mayor el número de personas desaparecidas; no queremos leer que el número de feminicidios aumenta, que la pobreza sigue siendo una deuda y una vergüenza social; no queremos leer que nuestro estado sigue estando en números rojos en tantos aspectos esenciales para la vida. Pero si aceptamos el desafío de leer, si nos atrevemos a leer y nos documentamos en fuentes serias, nuestra conciencia será mayor y empezaremos a mirar la realidad de otro modo, vislumbrando la posibilidad del qué hacer y cómo hacerlo. 

Estimados estudiantes que hoy culminan sus estudios de diplomado, este año el lema de los hermanos de La Salle es: “Grandes cosas son posibles”, y hoy queremos decir que grandes cosas son posibles leyendo, imaginando, decidiendo y trabajando. Si como dice Gabriel Zaid: “Somos más libres y más inteligentes después de leer cosas libres e inteligentes”, tenemos que lograr que más textos libres, inteligentes y bellos sean accesibles a un número mayor de personas. No puede ponerse fin a la violencia con mayor violencia, no podemos luchar contra el aparente triunfo de la banalidad con otras banalidades. Tenemos que lograr cada día modos nuevos para una formación lectora que estimule la creatividad, la crítica productiva, la apreciación de lo bello, de lo bien hecho, de lo solidario. Precisamente es esta ambición feliz la que nos hermana con los múltiples esfuerzos que la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca refrenda cada día en nuestro estado, y que seguimos juntos y seguimos leyendo porque seguimos buscando juntos ese mundo posible que queremos, vamos a construir y ya estamos construyendo. 

Muchas felicidades a todos. 

INDIVISA MANENT 
Lo unido permanece 

*Discurso de la rectora de La Salle con motivo de la entrega de diplomas para alumnos en programas de Formación en la Cultura Escrita 2018-2019.

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