La catedral de la memoria oaxaqueña

La memoria está olvidada.
¡A ver qué se puede hacer con ella!

Acudimos al exconvento de los Siete Príncipes. El lugar era lúgubre, obscuro y un golpe de humedad se impregnaba en el olfato. Una vez acostumbrados a la penumbra, notamos una gigantesca culebra blanca que colgaba en el techo, era inmensa, medía largos metros. “Es el tubo de las aguas negras de la Casa de la Cultura”, nos dijeron. Goteaba. Los trabajadores habían colgado cubetas de distintos colores para contener los líquidos. Caminábamos sobre una tarima porque el agua del drenaje solía salir de las coladeras. En el techo se percibían grietas y fracturas. Cuando llovía, el agua se filtraba por las paredes y por las ventanas, sin importar que hubiera ductos eléctricos. Había documentos por todos lados: en el suelo, en libreros de madera y en estantes metálicos. Unos doblados, otros amarrados con cuerdas y los más, amontonados. Los planos enrollados habían sido acomodados en unas cajas, pero, como no alcanzaron, el resto se quedó arrumbado en un rincón.

Los guardianes del archivo habían hecho cuanto pudieron para organizar ese caos: lograron el inventario de algunas series documentales, pero con los cambios de directores, nunca se había dado continuidad a los proyectos. Cada uno llegaba con una iniciativa distinta. Era un milagro que los documentos de la historia de Oaxaca hubieran sobrevivido tanto siglos y en esas condiciones. De casa en casa, de director en director, de proyecto en proyecto, jamás se había logrado organizar el acervo, uno de los más importantes de México, no solo por la cantidad de expedientes, sino también por su significado histórico.

Mientras recorríamos los pasillos, una luz implacable bañaba la esperanza. ¿Será posible? ¿Podremos lograrlo?, nos preguntamos. Los astros se alinearon y había que aprovecharlos. Era la obra cumbre para Oaxaca, era urgente un hogar para su memoria, necesitábamos pasión, trabajo, talento y alma. El señor gobernador, se convenció. Elaboramos un plan maestro y, una vez que estuvimos de acuerdo, comenzamos a escalar un Everest documental. Comenzó un intenso trabajo quirúrgico: más de 110 000 expedientes de papeles viejos, sucios y amontonados fueron levantados del suelo. Como una caricia amorosa, se tuvo el cuidado de cepillar cada hoja con una brocha para eliminar el polvo acumulado durante años. Los documentos se desdoblaron para evitar roturas y aquellos que tenían hongos o termitas fueron intervenidos adecuadamente. Las palabras poco a poco tomaron forma, despertaban de un viejo letargo. Eran más que letras muertas, expresaban el sentir de nuestros antepasados. La voz de los escribas recuperó vida, ofrecía brillo para entender nuestra historia. Y ¡qué historia la de Oaxaca!

Era un privilegio andar entre aquellos papeles. Daba tristeza recordar el abandono en el que habían permanecido tantos años. Era un gran reto recuperarlos. La sociedad civil y el Gobierno del estado de Oaxaca estaban de acuerdo en salvaguardar la memoria de nuestra entidad. El equipo de la Fundación Alfredo Harp Helú y de Adabi de México tenía puesto el ánimo en aquella misión.

Y, mientras comenzaba el proyecto de organización y estabilización del archivo, el arquitecto Ignacio Mendaro Corsini quedó seducido ante la luz dorada del atardecer oaxaqueño; se llenó de la magia de Monte Albán, de las curvas de los Valles Centrales, de las grecas de Mitla y de la arquitectura conventual de la Mixteca. Caminaba por las calles de la ciudad de Oaxaca embebido por el derroche del espacio en cada uno de los patios y las plazas; miraba al cielo como queriendo explicar el destino. Este, quizá ya estaba escrito. Aceptó. Embriagado por el reto, construiría no solo un hogar, sino una catedral para la memoria de las letras. La palabra escrita, la tipografía y la historia oaxaqueña dejarían la huella de una generación interesada en recuperar nuestro patrimonio.

En la novela de José Saramago, Memorial del convento, Blimunda, la mujer de Baltazar Sietesoles, tenía el poder de atrapar voluntades. Algo parecido sucedía con la familia Harp ante el reto de rescatar el archivo: atrapaban voluntades, y una de las predilectas era la de Ignacio Mendaro. Juntos tramábamos tejidos esperanzadores, imaginábamos cielos estrellados y, en sueños, percibíamos construido el poema “Las dos catedrales”, de Jorge Luis Borges:

En esa biblioteca de Almagro Sur
compartimos la rutina y el tedio
y la morosa clasificación de los libros
según el orden decimal de Bruselas
y me contaste tu curiosa esperanza
de escribir un poema que observara
verso por verso, estrofa por estrofa,
las divisiones y las proporciones
de la remota catedral de Chartres
(que tus ojos de carne no vieron nunca)
y que fuera el coro, y las naves,
y el ábside, el altar y las torres.
Ahora, Schiavo, estás muerto.
Desde el cielo platónico habrás mirado
con sonriente piedad
la clara catedral de erguida piedra
y tu secreta catedral tipográfica
y sabrás que las dos,

la que erigieron las generaciones de Francia
y la que urdió tu sombra,
son copias temporales y mortales
de un arquetipo inconcebible.

Jorge Luis Borges

El gobernador Gabino Cué Monteagudo destinó un terreno para instalar el archivo: el Parque Las Canteras, el lugar donde hacía más de cuatrocientos años se había extraído la cantera verde para construir la ciudad de Oaxaca. El Gobierno del estado de Oaxaca consiguió recursos del Gobierno federal para erigir la obra. La Fundación Harp Helú financió el proyecto ejecutivo y la supervisión arquitectónica. Día y noche, semana tras semana, Ignacio Mendaro pasó su vida delante del restirador, dibujaba e iluminaba a mano los planos, imaginaba, pensaba y volvía a dibujar. Por las mañanas iba al parque, miraba, ideaba, concebía, sacaba su libreta y un lápiz, y comenzaba a desbordar las ideas. Por la noche, las pulía. Su alma era vital para darle cuerpo a tantas ilusiones.

Ante los planos de Mendaro, resonaba la voz del poeta: “la clara catedral de erguida piedra…, y tu secreta catedral tipográfica…, de un arquetipo inconcebible”.

¿Qué saldría de todo esto? El alma, una arquitectura sentida y profunda, una catedral para la memoria.

La primera pauta de este concierto lo regaló el cimiento de la cantera verde. De las entrañas de la tierra, el jade brillante nos hizo comprender que nuestra obra iba por buen camino.

Vino a la mente el poema chino traducido por Octavio Paz: Respuesta de Su Tungp’o al poema de Li Po, Pregunta y respuesta:

¿Por qué vivo en la colina verde-jade? Sonrío y no respondo. Mi corazón sereno, flor de durazno que arrastra la corriente. No el mundo de los hombres, bajo otro cielo vivo, en otra tierra.

Nuestra colina de cantera verde suscitó el instante del estallido del Archivo General del Estado de Oaxaca, fue el parteaguas del antes y después de la historia. Desde ese momento, la poesía y la palabra escrita residirían juntas, “bajo otro cielo vivo, en otra tierra”. Ahí el edificio comenzó a erguirse. El horizonte enmarcado por el cerro San Felipe nos mantenía la frente en alto. Seguíamos las luces y las sombras marcadas por las horas del día y los dilemas burocráticos. Hubo momentos de crisis, pensamos darnos por vencidos, pero jamás nos rendimos. La obra se detuvo por razones incomprensibles, faltaba una firma, un papel o una gestión. ¡Paciencia! Y, ante la adversidad, el agua de las pozas alimentaba la colina y su cascada bañaba la ilusión de continuar. Había que seguir, cual alpinistas, usar el alma para llegar a la cumbre.

El enramado de varilla se elevó por los cielos, era el tejido que daba sostén al edificio. Después, vinieron los hilos teñidos con tierras oaxaqueñas: un tono dorado de adobe pintó el concreto que sería el cobijo del edificio. Pero algo más: cual brocado en el huipil, Mendaro ideó que llevara consigo el grabado de las vetas de madera, una huella cálida en aquella argamasa.

Por fin, el día se aclaró y vislumbramos el templo de la historia oaxaqueña, un pedazo de tierra llevaba el cielo en sus patios. Desde entonces, su corazón palpita, es ahí donde se alberga el cofre de los tesoros: las bodegas que contienen los documentos ya ordenados y clasificados. Los pasillos buscan el recogimiento y, en la gran sala de lectura, los haces de luz encuentran el amanecer. Como un sueño de concreto armado, el edificio brilla de esperanza, por fin, los talleres de restauración, encuadernación y catalogación lucen dignos para organizar, estabilizar y restaurar los acervos oaxaqueños, ese legado patrimonial heredado de tantos siglos acaecidos. En aquel laberinto conventual, entre el misterio y la ensoñación, las aulas para seminarios auguran un futuro para los archivistas.

Y algo más, un canto de alegría. Contemplamos abrir el archivo a la comunidad, más allá de los especialistas, los lectores y los investigadores. La idea era lograr que los habitantes de la ciudad hicieran suyo el archivo, que fuera parte de su vida cotidiana. Por eso, en medio de la suntuosidad y seriedad de la historia, los niños juegan y bailan, ríen y sonríen, crean e invitan a sus familias a ser parte de sus bibliotecas infantiles y juveniles, patios y jardines, una algarabía que llena de júblio la cafetería, el auditorio y las salas de exposiciones.

En este recorrido, el eco de Monte Albán, Mitla, Santo Domingo, los conventos de la Mixteca y las obras de Luis Barragán se hacen presentes porque Ignacio Mendaro Corsini logró un poema íntimo que rinde homenaje a la arquitectura mexicana y a los patios de Oaxaca.

El edificio fue inaugurado y, como las olas del mar, vino la transición de un nuevo gobierno. Era momento de darle continuidad al proyecto. En el mes de septiembre de 2017, la tierra se cimbró, un terremoto de 8.3º sacudió Oaxaca, pero los documentos ya estaban a salvo. El gobernador Alejandro Murat Hinojosa celebra la nueva sede del archivo y apoya el reto de posicionarlo con vida, investigación y proyección como uno de los más importantes del mundo. La Fundación Harp y Adabi de México seguimos con el corazón encendido en esta huella tan profunda que necesita seguir su nuevo amanecer.

Decía Pablo Neruda, “Hoy es hoy y ayer se fue, no hay duda. Hoy es también mañana”. En medio de esa dicotomía temporal, celebramos la vida del Archivo General del Estado de Oaxaca, una catedral de la memoria de nuestro estado, construida a base de voluntades e ideales, con el sueño de dignificar a los archivos de México y orgullosos de vivir en la colina de jade dorado “en otro cielo vivo, en otra tierra” para sentir que el pasado también es futuro. Oaxaca de Juárez, febrero de 2019.

Texto extraído de: Alfredo Harp Helú y María Isabel Grañén Porrúa, “La catedral de la memoria”, en Mendaro Corsini, Ignacio, Archivo General del Estado de Oaxaca, Oaxaca, FAHHO/Arquine, 2019, pp. 11-19.


Archivos sobrevivientes

A poco tiempo de concluir el proyecto de organización del Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado de Oaxaca, con el que Adabi se aventuraba al mayor archivo que ha organizado, la doctora Stella González nos invitó a participar en un nuevo proyecto, mediante el cual actuaríamos directamente en el rescate de la memoria de las comunidades, organizando archivos municipales y parroquiales en Oaxaca.

Motivados por las experiencias, rescatar los archivos en los municipios y parroquias no solo nos animaba a tomar esta batuta, sino también era la oportunidad de conocer las entrañas fidedignas de la información histórica, sin perder nunca de vista que nuestro objetivo es dejar un archivo en mejores condiciones a las que lo encontramos, y, al mismo tiempo, lograr un instrumento que sirva para su conservación, como lo es el inventario. La doctora nos advirtió sobre las dificultades a las que nos enfrentaríamos, que de primer momento parecen cosas simples, como adaptarnos a la comida de cada lugar, la diferencia del clima, el cansancio de los viajes, por mencionar algunos, sin embargo, nada parecía un obstáculo y, después de tres años haciéndolo, sigue sin parecerlo. La situación actual nos da un receso solo para extrañar las salidas.

Cada nueva solicitud en la que se pide el apoyo para la organización de documentos es una oportunidad de conocimiento y servicio. Las ganancias que se tienen en este trabajo solo pueden medirse por la gratitud de las autoridades civiles o eclesiásticas, por la curiosidad de los habitantes por saber qué es lo que hacemos, por la participación de los integrantes de las instituciones o por una foto en la que sonreímos teniendo de fondo las cajas organizadas. Otra de las compensaciones que nos quedan son los caminos recorridos y los bellos paisajes que no podrían pasar desapercibidos sin una foto en nuestra galería, así como las atenciones y la gentileza de la gente en las comunidades.

En cada lugar y en cada archivo conocemos personas interesantes, se hacen valiosos enlaces y siempre se aprende y conoce algo nuevo; la curiosidad y el interés que despertamos al estar sentados en el corredor de un palacio municipal o de una parroquia, leyendo papeles viejos, además con guantes, cubrebocas y trajes extraños, nos obliga a poner en práctica el discurso apasionado para lograr un impacto en quien pregunta, así como sembrar, con la disertación, el interés por el cuidado y la importancia de su patrimonio; el aprecio por la historia de cada comunidad hace que el trabajo nos resulte más atractivo, y el celo de las autoridades nos permite valorar aún más el patrimonio rescatado. Puede decirse que la FAHHO, a través de Adabi, ha logrado que este trabajo de rescate del patrimonio archivístico sea revalorado.


Testimonios

Archivo General del Estado Secretaría de Cultura del Estado de Puebla
Alejandro Montiel Bonilla

Como poblano, y exsecretario de Cultura del estado de Puebla, estoy profundamente agradecido con Adabi por los proyectos que se realizaron para organizar, conservar y difundir espacios como la Cinemateca Luis Buñuel, la Fonoteca Vicente T. Mendoza, La Hemeroteca Juan N. Troncoso, el Departamento de Conservación y Restauración del Complejo Cultural Palafoxiano, la restauración de los cielos rasos del Museo Bello y, desde luego, la catalogación completa de la Biblioteca Palafoxiana de Puebla.

Les cuento brevemente la historia. El sismo del 15 de junio de 1999 dañó cientos de templos católicos y edificios patrimoniales en Puebla. La labor de restauración fue sumamente complicada: el INAH advirtió a la administración estatal que, si no se retiraba la colección de libros, el edificio podría colapsar. El daño era tan grande que se podía ver el cielo por los orificios que había originado el sismo en la bóveda de la Palafoxiana. Entonces, comenzamos a revisar el estado de la catalogación del acervo de la biblioteca más importante de América. Algunos señalaban 39 000 volúmenes, otros 40 000, pero en realidad no existía una catalogación científica de la gran biblioteca. En ese momento aparecieron, como dos auténticos ángeles, don Alfredo y doña María Isabel. Ellos se interesaron en la recuperación completa de la biblioteca y, además, donarían fondos para lograrlo.

De esta forma, con el mayor orden y concierto, la doctora Stella González y el maestro Jorge Garibay se enfrentaron a este tremendo problema patrimonial, un edificio que iba a colapsar, una colección no catalogada y con un tiempo muy corto para lograr ambas tareas.

Gracias a la sabiduría de estas dos personas, la Biblioteca Palafoxiana hoy no solo está catalogada en su totalidad, sino que ese trabajo base pudo conseguir que la biblioteca fuera reconocida, en 2005, como Memoria del Mundo por la Unesco. Un título de categoría mundial, no solo mexicano o americano, como lo poseen otras bibliotecas de México.

Por otra parte, existen muchas anécdotas en esta historia de restauración y catalogación de la Palafoxiana. Recuerdo a mi querido amigo, el maestro Jorge Garibay, por ejemplo. Jorge fue un formador nato de investigadores, pero mucho más allá de formar solo el intelecto, Jorge fue formador de espíritus intelectuales, mediante lo que él denominaba su “pastoral cultural”. Me enseñó la gran importancia que tiene la obra civilizatoria de la Iglesia en el patrimonio mexicano. Jorge contagió su gran amor por los libros antiguos y logró, con palabras, siempre amorosas, llevar a buen puerto cualquier proyecto que se proponía.

Por supuesto que a Adabi la conforman muchas personas, todas valiosas, a las que también les doy mi reconocimiento y agradecimiento por conservar el patrimonio mexicano.

En este espacio solo quise hablar del núcleo inicial de Adabi, del que yo conocí, pero tiene muchas obras por delante; su influencia se extiende ahora por varios continentes, sin embargo, me preocupa su futuro tanto como el futuro de todas las instituciones culturales del país, tanto públicas como privadas. Ojalá el Gobierno federal pusiera en un sitio central a organizaciones como Adabi cuando se toman las decisiones sobre el patrimonio mexicano. Los gobiernos deben comprender que su rol como “dueños absolutos” del patrimonio ha terminado, ahora, más que nunca, su legitimidad solo será reconocida en la medida en que tengan capacidad para incluir a las asociaciones civiles dentro de sus procesos de decisiones.

Solo el camino que lleva a la colaboración profunda entre asociaciones, como la Fundación Alfredo Harp Helú, Adabi y gobiernos podrá lograr que el patrimonio de México deje de estar en grave peligro.

Tecomaxtlahuaca: Documentos e historia
Enrique Demetrio Racine Hernández

En Oaxaca los pueblos se resisten a perder su historia y su identidad como parte de lo que hoy en día refleja su vida diaria. Es por eso que sus testimonios orales, contados por los abuelos de los pueblos y comunidades, pueden transmitirse de generación en generación, dando así una pauta a seguir en la conservación de sus buenas prácticas.

Pero también existen documentos escritos que se resisten a desaparecer, incluso cuando su antigüedad rebasa los quinientos años, documentos que dan a los pueblos su historia, que reflejan su identidad y les dan sentido a sus manifestaciones culturales, transformándose estas en patrimonio y acervo histórico.

En San Sebastián Tecomaxtlahuaca, como en muchos otros lugares de la Mixteca, siempre fue importante el registro de los sucesos y acontecimientos, pero no todos corrieron con la suerte de mantener sus archivos municipales. En el Archivo Municipal de Tecomaxtlahuaca tenemos la fortuna de contar con un acervo muy completo, algunos de los documentos de más antigüedad datan de 1582, estos fueron fundamentales para generaciones anteriores y actuales para ser utilizados como respaldo ante tribunales agrarios y otros como referencia histórica, pues hablan de posesiones de tierra y mercedes virreinales. Ha sido tal su importancia que son el eslabón del Códice de Tecomaxtlahuaca que se conserva en el AGN, el cual narra la sucesión de gobernantes, su matrícula de tributos y la fundación del pueblo a mediados del siglo XIV aproximadamente.

Por todo lo anterior puede resaltarse la importancia del resguardo y cuidado de los documentos. Por generaciones se han utilizado las fuentes documentales en Tecomaxtlahuaca, aun sin saber el valor patrimonial e histórico que contienen. Aquí quiero referirme a las instituciones que se preocupan por conservar y preservar los documentos de los archivos municipales, como la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, que por medio de su filial Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México ha logrado impulsar, en los pueblos y municipios más necesitados, la organización de sus documentos más antiguos.

Particularmente, en Tecomaxtlahuaca se realizó una gran labor al reorganizar el archivo municipal de la comunidad gracias al personal que fue designado para este propósito. Debo decir que, si ya se tenía una idea de la importancia de este archivo, al acomodarlo y organizarlo de acuerdo con los protocolos, cuidados y la reglamentación que rigen a los archivos históricos, el contenido que alberga resultó aún más sorprendente.

Es impresionante saber que Tecomaxtlahuaca tuvo un gran esplendor prehispánico, enterarse de su participación en la Independencia, poder palpar documentos emitidos por el gobierno de Benito Juárez, tener idea de cómo aconteció la Revolución mexicana en nuestra región Mixteca y cómo respondían nuestros pueblos con diplomacia a la correspondencia emitida por los gobiernos de la república. Incluso nos da un panorama de cómo afectaban los conflictos mundiales en un pequeño pueblo.

Todo ello pasa a forjar la identidad de Tecomaxtlahuaca, pues este archivo municipal existe gracias al cuidado que tuvieron las personas que, en su momento, estuvieron al frente de la comunidad y de los documentos que el día de hoy le dan sentido a lo que representa un pueblo de tradición y cultura.

El archivo histórico del Ferrocarril Mexicano del Sur: Estación Oaxaca y Parián
Miguel Ángel Ortega Mata

Al hacerse cargo la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca del antiguo museo del ferrocarril, dicha institución y la Asociación de Amigos del Ferrocarril Mexicano del Sur nos preocupamos por la recuperación del archivo histórico, ya que tras muchos años de abandono se encontraba en deplorables condiciones.

Adabi de México, asociación especialista en archivos, auspiciada por la FAHHO, fue la encargada del citado rescate. Personal joven dirigido por la Lic. María Oropeza me contactó, formamos un equipo y, en un ambiente de respeto y cordialidad, iniciamos esta encomiable labor.

En lo personal, fue muy emocionante volver a ver documentos que en mi etapa como jefe de estación en ferrocarriles me tocó elaborar y dejar huella. Fueron muchas cajas y paquetes en total desorden los que tuvimos que intervenir. Con la técnica del personal de Adabi fuimos avanzando en la identificación. Fue una sorpresa, por ejemplo, encontrar el libro de registro donde quedó anotada la salida del último tren de la terminal de Oaxaca.

También se clasificó un gran volumen de documentos de la oficina telegráfica de la terminal, telegramas, informes, órdenes de tren, etc., en los que quedó una magnífica referencia histórica de la estación de Oaxaca. Gracias a esta labor rescatamos abundante material fotográfico, que es histórico, y citaré como ejemplo la fotografía de la llegada de Porfirio Díaz con el primer tren, el 13 de noviembre de 1892.

Algo que me conmovió personalmente fue la aparición de varias cajas de archivos de la subestación de Parián, donde laboró mi padre, Miguel Ortega Lobato, como jefe de estación de 1945 a 1960. Los fines de semana y las vacaciones escolares pasé ahí agradables vivencias y, a partir de 1959, me tocó laborar en varias ocasiones ya como jefe de estación. Al ir abriendo y clasificando los archivos de este lugar iban apareciendo datos que me eran muy familiares, y celebro que se pudieron rescatar, pues esa estación fue de mucha importancia desde su apertura, ya que se convirtió en un puerto terrestre para la Mixteca y la Costa oaxaqueña, al generar un desarrollo comercial que benefició a pueblos como el mismo Parián, Nochixtlán, Tlaxiaco, Putla, Huajuapan y muchos más, ya que las cadenas comercializadoras de los señores Cué y Muro pusieron sucursales en todas las poblaciones citadas.

Lo más significativo de esta labor es haber dejado resguardados documentos para que las futuras generaciones, investigadores, estudiantes, etcétera, tengan referencias del esfuerzo de oaxaqueños de la talla de don Matías Romero, Porfirio Díaz y de tantos héroes anónimos, los trabajadores ferrocarrileros que, en ocasiones, hasta con sus vidas hicieron posible que este medio de transporte, tan moderno para su época, llegara a Oaxaca. Antes del ferrocarril, la travesía de Oaxaca a México era a lomo de bestias en caminos de herradura. Era un viaje lleno de peripecias, se hacía en catorce días, y con la llegada del ferrocarril el mismo trayecto se hizo en catorce horas, esto cambió a Oaxaca y lo integró a la república mexicana.

También vale la pena mencionar que se inició la concentración de los expedientes pertenecientes al archivo del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, sección 22. Estos documentos son testimonio de la vida de los ferrocarrileros.

Celebro la oportunidad que tuve de colaborar en este proyecto, y agradezco a la Fundación Alfredo Harp Helú por haber invertido recursos para preservar en la historia este archivo. Confío en que, superada la etapa tan difícil por la que actualmente atravesamos, podamos darle difusión a la existencia del archivo al que me he referido, para que el público interesado goce de este beneficio, que actualmente se encuentra debidamente clasificado, ordenado por fechas y departamentos y tratado para su preservación.


El rescate del tiempo

Uno de los grandes proyectos de rescate de documentos y libros antiguos más importantes que se han llevado a cabo en México es la Biblioteca Francisco de Burgoa cuyo fondo bibliográfico pertenece a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Este acervo, que cuenta con más de treinta mil títulos, se conforma principalmente de libros que pertenecieron a los conventos, por lo que es posible formarse una idea de las lecturas que hacían los religiosos que habitaron las tierras de los oaxaqueños: dominicos, franciscanos, agustinos, jesuitas, carmelitas, betlemitas y mercedarios. Estas maravillosas bibliotecas fueron creadas por frailes deseosos de instruirse, hombres cultos de Oaxaca que tuvieron acceso a una cultura humanística y científica que en nada tenían que envidiar a los radicados en su época en Europa. Podemos imaginar su historia:

Su curiosidad lo lleva a revisar las listas de libros. Uno de los barriles dice “avellanas” y, al abrirlo, encuentra libros, ¡libros prohibidos!, ¡un escándalo!, el título Vita Christi se lee en el lomo del libro y, al interior, encuentran fragmentos de la Biblia de Calvino. Otros libros se libran de la hoguera, pero las novelas de caballería circulan en la mente de los conquistadores. Afortunadamente, ninguna censura fue capaz de poner fin a los textos que alteraban el orden social y perturbaban las buenas conciencias. No faltaron los viajeros que colocaron sus libros entre sus ropas o almohadas, también los frailes, como el arzobispo fray Juan de Zumárraga, que trajeron de Europa sus bibliotecas personales. Aguantaron los mareos, el calor, el hambre y las incomodidades que implicaban los eternos días de trayecto en el camino a las Indias.

Los cargadores reciben la orden, depositan los baúles y barriles llenos de libros en las carretas o en los lomos de las mulas que van hacia la ciudad de Oaxaca. Los libros llegan a la Provincia de Antequera, unos serán para el convento de Cuilapan o Tlaxiaco, otros para los carmelitas, los jesuitas, los agustinos, los betlemitas, la mayor parte, para los dominicos. Los frailes tenían una formación humanista y requerían libros y no escatimaron recursos para adquirirlos. Así, muchas bibliotecas conventuales en la Nueva España no tenían nada que envidiar a sus contemporáneas en Europa.

Los nuevos aires del siglo XIX traen consigo una luz para la educación en Oaxaca: en 1827 el Instituto de Ciencias y Artes del Estado abre sus puertas y con él una selecta biblioteca que se convirtió en la Biblioteca Pública del Estado de Oaxaca, la primera de su tipo establecida en México. Ilustres estudiantes trabajaron en ella: Benito Juárez y Porfirio Díaz, quien en sus memorias afirma que ganó su primer sueldo como ayudante de bibliotecario.

En 1859, con la Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos, las bibliotecas de los conventos religiosos pasaron a formar parte de la Biblioteca Pública del Estado. Lamentablemente, muchos libros se perdieron. Algunos volúmenes quedaron esparcidos en celdas y pasillos.

El convulsionado ambiente que se vivió después de la promulgación de la Constitución de 1857 trajo consigo diversas luchas: la llamada Guerra de Tres Años y la Intervención francesa. La Biblioteca Pública fue ocupada como cuartel y las fuerzas invasoras utilizaron varios libros para hacer sus fogatas. A pesar de ello, muchos libros sobrevivieron, aunque en completo desorden. Una vez más, la biblioteca se salvó de milagro.

Hubo un respiro: en 1861 se formó una comisión para ordenar alfabéticamente la biblioteca y hacia 1880 se publicó un catálogo. Además, la biblioteca incrementó su acervo con un fondo jurídico y médico para los alumnos del Instituto de Ciencias y Artes, y abrió por las noches para permitir a los obreros y trabajadores la consulta de los materiales.

Pasó el tiempo y la Biblioteca Pública del Estado tuvo su propio edificio. Se acondicionó una casa en las calles de 5 de Mayo e Independencia para que ahí fuera trasladada. Tiempo después pasó a manos de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Y la gloria no fue eterna. La naciente Facultad de Arquitectura se instaló en el espacio de la biblioteca que, a partir de 1970, fue ocupada en varias ocasiones por los disturbios estudiantiles; los libros fueron apilados a la orilla, se les puso papel manila y clavos sobre los lomos, otros fueron utilizados como defensa en la trinchera y algunos más los robaron.

Las autoridades universitarias estaban preocupadas, trasladaron los libros a un nuevo edificio en Ciudad Universitaria. Ahí, las paredes eran de tablarroca, los libros estaban desordenados en estantería metálica, algunos ejemplares estaban en cajas de cartón, revueltos con revistas y propaganda política. Los sensores de luz ardían, la iluminación era lúgubre, los roedores encontraban morada, y en época de lluvias el agua se filtraba por las paredes en busca de cauce… Estos libros se libraron de los terremotos, los incendios, las guerras y el pillaje y, milagrosamente, se conservaron hasta el día de hoy. Estaban desordenados y muy descuidados, pero afortunadamente, estaban.

Recordar es una forma de volver a vivir

En esta ocasión, me permito recordar a cada una de las personas que contribuyeron a solucionar el desastre y crear la Biblioteca Francisco de Burgoa: en primer lugar a Francisco Toledo, quien impulsó y financió la mitad del proyecto de organización de la Biblioteca; a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, que acogió con entusiasmo la iniciativa y apoyó, a lo largo de más de veinte años, el trabajo diario que se desarrolla en ella; a la doctora Stella María González Cicero, quien asesoró y ha sido la guía de cada paso en el andar. Por supuesto identifico a cada rostro que entró a fumigar, a desempolvar los ejemplares, a levantar libros del piso, a sacarlos de las cajas, a separar el material antiguo del moderno, a configurar la imagen que hoy vemos.

El proyecto requería de latinistas; ellos dejaron sus casas y se desplazaron a Oaxaca, hicieron una ficha bibliográfica de cada libro, anotaron en una tarjeta el nombre del autor, el título, la materia, el editor, la fecha y algunas observaciones importantes de cada uno de los libros antiguos. Hubo necesidad de contratar a un asesor que, con sus conocimientos eclesiásticos y el dominio del latín, griego, hebreo, italiano y francés, apuntara en cada ficha la materia correspondiente. Con el auxilio de la informática, el equipo logró un inventario de más de 23 000 títulos que gracias a las donaciones se ha incrementado a 30 000. Sí, un trabajo que requería cariño y una verdadera vocación. Recuerdo el regocijo de quienes descubríamos y seguimos descubriendo las maravillas bibliográficas, varias lágrimas de emoción salieron de nuestros ojos. Podría hablarse de una “feliz coincidencia”, del destino o de un mensaje providencial; el caso es que la reunión de un grupo de personas profundamente comprometidas con su trabajo sacaron adelante el proyecto del inventario y ordenación de la Biblioteca Francisco de Burgoa. Reunidos, nos enriquecimos con la constancia. Hubo desertores, los menos. Entre tanto, en el recinto del exconvento de Santo Domingo se llevaba a cabo el proyecto de restauración más importante de América, bajo un esquema de colaboración ejemplar: el Gobierno federal, a través del INAH, el Gobierno estatal y Banamex. Aceptaron la propuesta de darle un hogar a la maravillosa biblioteca de Oaxaca y prepararon la gran nave. Por su parte, Alfredo Harp Helú aprobó el financiamiento de los muebles de cedro rojo para albergar los libros. Y así, inició una faceta de su vida que jamás imaginó: conoció a la bibliotecaria y juntos iniciaron una nueva historia, que algún día habrá que escribir. Entraron albañiles, pedreros, herreros y artesanos que acomodaron ladrillos para que, más tarde, los carpinteros comenzaran su tarea. Entre música y serruchos, diariamente, se conformaba la estantería, la de la nueva casa del fondo bibliográfico de la UABJO. Concluido el trabajo, asustaba el traslado de los miles de libros. Varias fueron, sin retribución alguna, las personas que ayudaron a cargar y acomodar los volúmenes hasta altas horas de la madrugada en un jueves santo. Don Alfredo ha seguido velando cada paso en la Biblioteca. Con frecuencia asiste a los eventos, siempre en primera fila, alentando los proyectos: invitación de ponentes, presentaciones de libros, carteles, seminarios, conferencias, congresos y exposiciones. A veces, financia nuestras arcas porque suelen vaciarse con frecuencia. Él ha sido un gran aliado de la vida cultural que ofrece una de las bibliotecas más hermosas de México. A todos ellos, a quienes no esperan monumentos ni reconocimiento alguno, en este texto quiero homenajearlos. Me siento orgullosa de haber sido la responsable de este maravilloso proyecto que solo a base de esfuerzo y en equipo logró el lugar que merece. Mi vida se ha enriquecido con esta experiencia, al sentirme rodeada de tantos libros maravillosos que son patrimonio de México y, sobre todo, reconozco el apoyo de los oaxaqueños que día a día me colman de cariño.

Tomado de María Isabel Grañén Porrúa, “El rescate del tiempo”, en La filantropía de Alfredo Harp Helú, una forma de vida. Oaxaca, FAHHO, 2014, pp. 177-185, vol. 1.


Deporte y activación física

Preocupado por el desarrollo social de México, el contador Alfredo Harp Helú decide trabajar y fortalecer el área del deporte, sumamente relacionado con la salud, la educación, el bienestar social y la seguridad pública. Desde la Fundación Alfredo Harp Helú para el Deporte trabajamos por un profundo amor hacia México y con el compromiso de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida y de la inclusión social en el marco de la diversidad cultural en nuestro país.

Una de las mayores fortalezas de la FAHHD es considerar los cimientos como el elemento más importante de todo proyecto deportivo, es decir, de todo proyecto de vida: los responsables de ella riegan y alimentan los sueños de los jóvenes para que crezcan y florezcan con el tiempo, y las ramas que sostienen este desempeño se fortalecen no solo con el apoyo e impulso de todos los que forman parte de esta veta de la Fundación, sino con toda la disciplina y el empeño que los deportistas mismos dan de sí. Además, el apoyo del gran equipo detrás de ellos genera confianza y alegría al estar realizando lo que más se disfruta, lo que se ama. El caso de los medallistas olímpicos es un gran ejemplo para ilustrar lo anterior, ya que fueron apoyados, así como sus entrenadores, durante el ciclo olímpico de Beijin 2008 y Londres 2012. Después de los Juegos Olímpicos de México 68, durante este periodo se obtuvo la mejor cosecha de medallas, y esto fue gracias al gran empeño de los participantes y a la capacitación y soporte que recibieron por parte de la FAHHD. Fueron doce los becarios de la Fundación los que participaron en este evento y tres de ellos quienes consiguieron traer a casa alguna medalla.

Asimismo, como parte de la agenda de actividades enfocadas en la búsqueda del autocuidado de la salud y del fomento de la cultura cívica y de paz, la FAHHO ha impulsado diversos programas y estrategias deportivas con impacto social, a través de las cuales, personajes del ámbito deportivo nacional como público en general, han puesto manos a la obra para promover el deporte como el medio por el cual se logre un cuerpo y una sociedad más sanos. Una de estas propuestas para la activación física es la implementación de los Circuitos de la Salud: un total de 106 espacios públicos instalados en las diferentes regiones del estado de Oaxaca. Estos circuitos se encuentran en zonas al aire libre, que anteriormente estaban abandonadas, y que fueron acondicionadas para que las personas hagan uso tanto del equipo (que consta de doce aparatos y dos juegos infantiles) como de las áreas de recreación. Esperamos que con el paso del tiempo, y para el mayor de beneficio de los oaxaqueños cada colonia, barrio y comunidad cuente con un Circuito.

Por otro lado, el Programa Semáforo Deportivo, implementado desde 2008 y reconocido por la Asociación Mundial de Olímpicos (WOA, por sus siglas en inglés), tomó un tinte diferente durante el tiempo de contingencia y llevó activaciones rítmicas a diversas colonias y alcaldías, tanto del estado como de la Ciudad de México, para contrarrestar el sedentarismo y el aumento de peso que comenzó a darse entre los ciudadanos. En el marco de este programa, en el estado de Oaxaca se llevó a cabo una sinergia muy importante con los compañeros de Seguimos Leyendo y las cuatro Bibliotecas Móviles: se entregaron kits deportivos y de activación física a 60 comunidades, tomando en cuenta en todo momento los lineamientos de sanitización y las medidas de sana distancia. Durante estos doce años de ejecución, el Semáforo Deportivo ha visitado 28 estados de la república en los que se han implementado diversas estrategias y actividades de fomento del deporte, trabajando de la mano de los Centros de Integración Juvenil e Institutos del Deporte, así como con el apoyo de personalidades del ámbito deportivo nacional e internacional.

De igual manera, la FAHHD a través del Programa de Dignificación de Espacios Deportivos e Implementación del Beisbol 5, se rehabilitaron diez canchas multideporte en colegios de bachilleres y secundarias en la Ciudad de México. En el Estado de México, se construyó una cancha multideportiva en las instalaciones del Centro Deportivo Mexicano como parte de las acciones en conjunto que se llevan a cabo con el Comité Olímpico Mexicano, y se reacondicionó un espacio abierto a la comunidad en el emblemático Parque Reforma Social de la Ciudad de México, una zona de influencia para más de veinte mil personas, con un área de 150 hectáreas. Estas canchas multideportivas permiten practicar, en un mismo espacio, básquetbol, volibol, futbol y beisbol 5, deporte que será impulsado una vez que las condiciones nos lo permitan. En la misma línea de los reacondicionamientos, debemos mencionar los 18 campos de beisbol que se rehabilitaron en diferentes zonas de la ciudad de Oaxaca, así como en el Istmo de Tehuantepec después de los daños sufridos por los sismos de 2017; estas rehabilitaciones comprenden la construcción de baños, gradas y techos para aficionados, entre otras mejoras. La inversión total fue de $8,989,749.00.

Dos importantes estrategias surgidas por la pandemia del COVID-19 fueron el Programa Activación Física en Casa, que incluyó la realización de más de 120 videos por parte de nuestros promotores deportivos, deportistas profesionales y exatletas y que fueron compartidos a través de todas nuestras redes sociales, y la estrategia Manos Limpias en Espacios Públicos que acercó gel antibacterial y toallas desinfectantes a más de tres mil personas en espacios públicos y de servicio, del Estado de México y de la Ciudad de México. Videos e insumos fueron realizados y entregados por nuestros promotores deportivos.

Abandérate por México fue otra de las iniciativas de participación social implementadas por la FAHHD, mediante ella se busca fortalecer las acciones de prevención de adicciones, sobrepeso y obesidad, así como el fomento de la paz en la sociedad, buscando contribuir al desarrollo armónico individual y colectivo.

Finalmente, la implementación del Planeador de Activación Física tiene como objetivo acompañarnos durante un proceso de activación física de catorce semanas que provoque un cambio de hábitos a unos más saludables. Así, de junio a diciembre, quienes estuvieron a cargo de esta estrategia atendieron a 300 000 usuarios, contando con la participación de veinte aliados deportivos y sinergias con grupos como Martí, Sport City y Emoción Deportiva.

Nuestra visión, siempre firme, es ser un referente nacional de apoyo incluyente para las causas que promueven el deporte y la cultura física como forma de evitar las adicciones, mejorar la salud y el desarrollo y contribuir a fomentar la paz en la sociedad mexicana.

TESTIMONIOS

Profesor Andoni Estrada Salguero. Entrenador del equipo Dragones de San Mateo Atenco, equipo de alto rendimiento de natación, IMCUFIDE San Mateo Atenco

Me parece muy bien el trabajo que está haciendo la FAHHD, tanto el apoyo a los deportistas, al deporte y a la sociedad en general con el Semáforo Deportivo. Agradecemos a la Fundación el apoyo que está dando al deporte y por venir a la alberca de San Mateo Atenco y estamos listos para seguir apoyando en todo al Programa.

Paolo Olea. Entrenador de Artes Marciales Mixtas Gimnasio Dunamis MMA

La FAHHD vino el día de hoy al gimnasio Dunamis con el Semáforo Deportivo y vamos a apoyar a la juventud y a toda la gente para prevenir la obesidad y las adicciones, para que podamos ser mejores en nuestro municipio, Cuautitlán Izcalli, en nuestro estado y en nuestro país.

Teresita de Jesús Sánchez García. Deportista de alto rendimiento en natación del IMCUFIDE San Mateo Atenco, Estado de México

Soy atleta de alto rendimiento en la especialidad de natación y quiero dar las gracias a la FAHHD por la entrega de esta medalla ecológica: en la parte posterior manejan el Semáforo Deportivo, en donde el rojo representa “NO las adicciones”; el amarillo la “Prevención al sobrepeso y la obesidad” y el verde el “Fomento a la paz”, que en este caso yo considero que el deporte es la mejor expresión para fomentar la paz.

Omar Becerril. Escuela Técnica de Béisbol Mexicana-Cubana, en la Alcaldía Venustiano Carranza, CDMX

Estamos muy agradecidos con la FAHHD y esperamos seguir contando con su apoyo para mejorar el deporte del Beisbol 5.

Leonardo Roldán. Escuela Técnica de Béisbol Mexicana-Cubana, en la Alcaldía Venustiano Carranza, CDMX

Nos invitaron para una demostración del Beisbol 5 aquí en la Alcaldía Venustiano Carranza, un deporte dinámico, inclusivo para la educación básica y que gracias a la Fundación AHH para el Deporte, ha ido saliendo adelante…

Joel Vargas. Fuerzas Armadas de México

Soy Joel Vargas, y gracias a la Fundación AHH para el Deporte, estoy siguiendo mi entrenamiento con el Planeador de Activación Física y estoy en forma.

Óscar Daniel González Rojas. Alumno de la ENED, aceptó el reto del Planeador de Activación Física para seguirlo durante las 14 semanas de activación.

Agradezco a la FAHHD por el Planeador de Activación Física que me hicieron llegar, estoy en mi quinta semana de activación y he logrado bajar 5 kilos. Estoy dándole seguimiento y espero que al llegar a la semana 14 me sienta todavía mejor.


Alfredo Harp Helú en el beisbol

La Liga Mexicana de Beisbol se perfila para cumplir sus primeros cien años de existencia. Ha sido un viaje largo, repleto de innumerables historias, épicas hazañas, equipos de leyenda y personajes fantásticos que para el aficionado han sido algo más que súper héroes de carne y hueso.

Hacer beisbol ha sido particularmente complicado desde siempre, sobre todo, en un país como México, donde la oferta de entretenimiento es sumamente amplia, entre otras razones. Afortunadamente, la historia de la pelota ha contado con diferentes magnates con la capacidad económica e intelectual para mantener la tradición de un deporte que, a pesar de todo, sigue arrastrando multitudes y se mantiene en el gusto de millones de seguidores. Entre esas figuras de oficina –que no necesitaron atrapar una pelota o tomar un turno al bat– hoy nos ocupa conocer en números una parte del legado de don Alfredo Harp Helú, el directivo más influyente en los últimos treinta años del Rey de los Deportes en nuestro país.

Su lugar en la historia está reservado en lo más alto, independientemente de los logros deportivos, que no son pocos. A diferencia del resto, su visión fue más allá de acumular campeonatos y contratar grandes estrellas, que lo ha hecho. Su presencia en el beisbol nacional va de la mano con su decidido impulso en el crecimiento del deporte, dentro y fuera del campo. Muy a su estilo, con cifras contundentes, a continuación presentamos un resumen de 26 años de su inigualable forma de Vivir y morir jugando beisbol.

NUMERALIA DE ALFREDO HARP HELÚ EN EL BEISBOL

  • 26 años siendo directivo.
  • 2 equipos de la Liga Mexicana de Beisbol (Diablos Rojos del México y Guerreros de Oaxaca) son de su propiedad y es socio del equipo de Grandes Ligas, Padres de San Diego.
  • 7 campeonatos conseguidos en la LMB (6 con los Diablos Rojos del México y 1 con los Guerreros de Oaxaca).
  • 10 Series Finales consecutivas en la LMB entre 1994 y 2003 (9 con los Diablos Rojos del México y 1 con los Guerreros de Oaxaca).
  • 1 Tricampeonato en Liga Invernal Mexicana.
  • 3 estadios remodelados y acondicionados para jugar beisbol de Liga Mexicana (Foro Sol, Fray Nano y Lic. Eduardo Vasconcelos).
  • 1 estadio de última generación construido, avalado por la Major League Baseball (Estadio Alfredo Harp Helú).
  • 1 Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú fundada: 10 de sus alumnos han llegado a Grandes Ligas, 3 han jugado Serie Mundial y 2 la han ganado.
  • 1 Salón de la Fama del Beisbol Mexicano construido. El nuevo recinto ya recibió a sus primeros 4 inmortales y están por ingresar 7 más.
  • 1 Archivo Histórico del Beisbol fundado.
  • 2 millones de imágenes del deporte profesional y amateur resguardadas.

Ha contribuido en la publicación de diversos libros, entre los que destacan: Vivir y morir jugando beisbol, Tommy al bat, Pasión por los Diablos Rojos del México, Enciclopedia del beisbol mexicano, Los atrapadones de Daniel Fernández, Una historia incomparable y José Luis “El Borrego Sandoval”, un alma beisbolera. En 2014 fue nombrado el “Ejecutivo del Año” por la Liga Mexicana de Beisbol. En 2018 la 94.ª temporada de la LMB llevó su nombre.


Más allá del juego de pelota

Jugar con el corazón, así es como lo hace un verdadero Diablo.

Resulta imposible pensar que la grandeza de una pasión de ochenta años se limite a recuerdos y récords sobre el diamante; afortunadamente, durante los últimos veinticuatro años los Diablos Rojos del México nos hemos convertido en algo más que ciento ocho costuras.

Y es que el beisbol nos ha dado la oportunidad de dejar huella en miles de personas a través de un programa social, pionero en su tipo, en el que cada carrera anotada, cada home run y cada juego ganado durante las temporadas, abonan una cantidad monetaria para beneficiar a instituciones de asistencia privada de la CDMX y la Zona Metropolitana gracias al apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú.

Sismos, inundaciones, un último deseo, alimentación, protección, adopción de mascotas, plantaciones, luchas contra el cáncer o personas con capacidades diferentes, cualquiera que sea la causa es una oportunidad para contribuir de alguna manera. Y para lograrlo siempre estarán nuestros Diablos, las Diablitas, Roccy y Rocco, y la Nación Escarlata, la más noble afición que siempre está dispuesta a participar, gracias a ellos podemos lograr más de lo que imaginamos.

No solo cambia la vida para los beneficiados, la verdad es que nos deja más a aquellos quienes participamos sumándonos a esas causas, especialmente a nuestros jugadores, que visitan las instituciones, reciben visitas en el estadio o que envían un mensaje de aliento a quien atraviesa una situación difícil, pues en estas oportunidades se encuentran con la vida misma, esa que puede cambiar de un momento a otro, esa que a veces no se elige y que nos hace ver su propia fragilidad y lo difícil que resulta para algunas personas. Cuando un Diablo hace algo por los demás, y es testigo del cambio que genera en muchas personas, se transforma. Es así como sabemos que el dar nos deja más que el recibir.

Así nos gusta jugar, siendo el ejemplo, dejando huella en personas que a veces no saben de nosotros ni nosotros de ellas, pero así es el ayudar, dar sin cuestionar, es casi como el beisbol que no distingue raza, género, edad, color o nacionalidad.

Sin duda alguna seguiremos nutriendo este gran corazón que late más fuerte cuando de ayudar se trata, porque no hay nada que detenga a un Diablo en esta misión de ir más allá de un juego de beisbol.


Breves notas guerreras

El 18 diciembre de 1995 se informó a los medios de comunicación la posible llegada del beisbol profesional al estado de Oaxaca, cuando el empresario mexicano Alfredo Harp Helú decidió adquirir la franquicia de los Charros de Jalisco para llevarla a una entidad completamente beisbolera, como lo es la verde Antequera.

En el año de 1996 fue el debut del equipo bélico. Al mando de Alfredo “Zurdo” Ortíz, comenzó la aventura de los Guerreros de Oaxaca en la Liga Mexicana de Beisbol, teniendo un año de adaptación, tanto en lo deportivo como en la ciudad.

Llegó la tercera temporada del equipo en la LMB, y 1998 fue el año en el que un sueño se cumplió, de manera rápida y sorprendente para la directiva, los jugadores y la afición: los Guerreros de Oaxaca levantaban su primer campeonato bajo el mando de Nelson Barrera Romellón en su corta historia en la LMB.

Han sido veinticuatro años, en los que el equipo bélico ha estado luchando, partido a partido, para llevar alegrías a las gradas del estadio Eduardo Vasconcelos que, de igual forma, año tras año ha ido creciendo para tener un mejor espectáculo deportivo. La casa de los Guerreros cuenta con una pantalla gigante que hace ameno el día del partido del equipo; el terreno de juego cuenta con pasto artificial y con un techado en la parte de localidad central que cubre del sol o la lluvia durante un encuentro.

A lo largo de su historia, el equipo oaxaqueño ha contado con un total de 283 peloteros mexicanos en sus rosters, destacando los originarios del estado de Sonora con más jugadores en la organización; y peloteros nacidos en nuestro estado que tuvieron, por lo menos, una participación en el roster bélico, han sido nueve: Zenón García, Mario Toledo, Bernardo Cuervo, Jaime Brena, Jorge Crespo, Juan José Flores, Gerónimo Gil, Carlos Garzón y Manuel Cruz.

En el rubro de extranjeros, Guerreros cuenta con un total de 225 peloteros que han portado la camiseta de nuestro equipo, siendo Estados Unidos el país con más jugadores en nuestra organización, con un total de 75; destacando peloteros norteamericanos de la talla de Joel Chimellis, Jerry Kutzler, Will Flynt, Clyde Pough, Scott Lidy, Greg Martínez, Chad Meyers, Lew Ford, Mike Jacobs, Kevin Barker, Alonzo Harris, entre otros. República Dominicana ocupa la segunda posición en jugadores que han militado en nuestra organización, con un total de 63.

Guerreros cuenta en su historia con un campeonato de liga (1998) y dos campeonatos de zonas (1998 y 2018) además de 138 juegos de play offs disputados, de los cuales han ganado 68; en la numeraria bélica en ofensiva, el equipo cuenta con un total de 26 839 imparables, de los cuales 2 115 son cuadrangulares, 4 864 dobles, 490 triples y un total de 13 349 carreras producidas para tener 1 277 victorias a lo largo de su historia.

En pitcheo, Guerreros ha recetado 14 770 ponches a sus rivales en un total de 20 852 1/3 de innings trabajados. Irwin Delgado Franco es, hasta el momento, el máximo ponchador en la historia del club, con un total de 505 chocolates en 7 temporadas durante las que ha vestido los colores bélicos.

Guerreros ha contado con un total de 18 managers en sus veinticuatro años de historia, siendo el más ganador Alfonso Houston Jiménez, con 209 victorias en los cuatro años que dirigió a nuestro equipo (2002-2004 y 2017). Sin duda, esperamos a que el rey de los deportes nos convoque nuevamente en esta ciudad de guerreros.


El insoportable silencio de un estadio vacío

Pocos conocen la sensación de un estadio vacío, de un ambiente envuelto en el murmullo de sus pasillos y el eco de sus butacas; de un silencio que aparenta abrazar a quienes se internan en su oscuridad solo por la curiosidad de ver a un gigante dormido. A pesar de un año de compromisos cancelados y una celebración pospuesta, el Diamante de Fuego volvió a encenderse al calor de la Copa Juntos por México. Se trató de un torneo inédito que consiguió impulsar y exhibir el talento de los jóvenes peloteros del roster de la Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú, para darles una experiencia de alto nivel, ya que se acompañaron de algunos jugadores profesionales, e incluso ligamayoristas, al fervor del mejor escenario de América Latina.

Los preparativos para albergar esta competencia, en el marco de la denominada “nueva normalidad”, se basaron en las mejores prácticas que las ligas deportivas alrededor del mundo han implementado para la reactivación de sus temporadas, a la par que se respetaron los lineamientos que el Gobierno federal, así como las autoridades en materia de salud, dictaron para la reapertura de espacios; con ello, tanto la MLB, NBA, UEFA Champions League, Bundesliga, NFL, entre otras, sirvieron de ejemplo para definir el protocolo que asentaría las bases para habilitar las instalaciones del paraíso de los Diablos Rojos del México con el objetivo de minimizar y prevenir la transmisión del virus dentro de las instalaciones.

Los esfuerzos para hacer del estadio un espacio seguro para los peloteros del mañana, así como para el personal que se encuentra laborando en su interior, se vieron reflejados en acciones puntuales: instalación de despachadores de gel antibacterial, colocación de señales con los lineamientos generales de prevención, disposición de filtros de salud al ingreso de las instalaciones, delimitación de áreas dentro del estadio de acuerdo con las funciones del personal, desinfección de más de ocho mil metros cuadrados, adecuación en zonas de vestidores y gimnasios, separación en cajones de estacionamiento, habilitación de un área especial para identificación de casos COVID, cuestionarios electrónicos de salud, entre otros.

La Copa Juntos por México llegó no solo a renovar el ánimo de una afición ávida por ver acción sobre el diamante, sino a despertar, al menos por un instante, al gigante expectante a consecuencia de un año atípico. El Diamante de Fuego reavivó la llama de su operación a la altura de cualquier estadio a nivel mundial, demostrando que en México se pueden hacer bien las cosas con base en la organización, la disciplina y el trabajo. El Estadio Alfredo Harp Helú refrenda su compromiso en favor del deporte, la cultura, el beisbol y el bienestar social.


Copa Juntos por México Interceramic 2020

El trabajo en equipo hace que los sueños se cumplan.

Si tuvieras que elegir una palabra para definir el año 2020, ¿cuál sería? Para nosotros sería “adaptación”. Este año nos ha enseñado a buscar nuevas formas de trabajo con nuestros prospectos. La tecnología y la disciplina han sido nuestras principales herramientas, muestra de ello tenemos el excelente desarrollo de la copa Juntos por México, un invento del contador Alfredo Harp que hizo posible que los amantes del Rey de los Deportes disfrutaran de una temporada de juegos. Para que este año, marcado por la pandemia, hubiera una temporada regular, el contador ideó una especie de “burbuja” que protegiera a más de 130 jóvenes, al cuerpo técnico y a los directivos. Solo tendrían acceso quienes participarían en la Copa. El objetivo era jugar, mantener la salud de los equipos y evitar cualquier contagio. Se cuidaron hasta los más mínimos detalles logísticos para llevar a la afición de los equipos de Diablos Rojos del México y Guerreros de Oaxaca una experiencia deportiva completamente profesional de todo el sistema de sucursales y en especial de los alumnos y egresados de la Academia Alfredo Harp Helú. La preparación de nuestros jóvenes comenzó desde meses anteriores, con capacitaciones en línea, manteniendo comunicación con cada uno de ellos, evaluando sus entrenamientos desde casa y haciendo las correcciones necesarias para que estuvieran listos en el momento del play ball.

La preparación fue completa: veinte días antes del inicio de la copa se tuvieron pláticas virtuales con todos ellos, para darles a conocer los estrictos protocolos que se realizarían antes, durante y después del transcurso de la Copa.

Los participantes se reportaron en la Ciudad de México, el día 1 de noviembre 2020, siguiendo los protocolos sanitarios. A su llegada, todos pasaron por la prueba Covid, y esperaron los resultados en habitaciones individuales. En el momento de salir negativos, se les asignaron habitaciones dobles. Para cuidar la seguridad de todos, la prueba se volvió a realizar cada 20 días.

El hotel sede asignó pisos especiales para los participantes y un restaurante privado exclusivamente para jugadores, cuerpo técnico y directiva quienes, junto con el personal del hotel, supervisaban en todo momento los protocolos sanitarios.

Como parte de esta burbuja exclusiva, se destinaron cuatro camiones para transportar a todos al estadio y al hotel. En el transporte se siguieron los lineamientos y no podían viajar juntos en la misma fila de asientos, los choferes también se encontraban dentro de la burbuja.

Al llegar al estadio, todos debían pasar por un filtro de sanidad y respetar las reglas del cupo máximo en el gimnasio y las jaulas de bateo, cuidando siempre la sana distancia.

Durante la pretemporada, a cada equipo se le asignó un horario especial para utilizar el campo y las instalaciones del estadio.

Conocemos el nivel de nuestros peloteros y por eso los umpires fueron los mismos de la LMB; ellos también entraron en la burbuja y siguieron los mismos protocolos de seguridad.

Se realizaron los 54 juegos de la temporada regular, uno para definir el tercer lugar y uno para competir por el campeonato. Al finalizar la copa, se otorgaron reconocimientos individuales en diferentes categorías de bateo y pitcheo, así como el trofeo al campeón.

Este gran trabajo fue respaldado por un grupo de grandes profesionales de personal administrativo y de producción, para llevar a los hogares de los aficionados y amantes del beisbol las más de 1 300 horas de juegos entre los equipos de los cuatro condecorados en la Copa Juntos por México que son: Daniel Fernández, José Luis “Borrego” Sandoval, Alfredo “Zurdo” Ortíz y Nelson Barrera históricos jugadores de las organizaciones escarlata y zapoteca.

Los jóvenes beisbolistas mostraron un alto nivel deportivo; prueba de ello es la presencia de diferentes scouts de grandes ligas, a quienes designaron en un área específica del estadio para que no tuvieran contacto con nadie dentro de la burbuja.


Noción de pertenencia

He estado rodeada de libros desde el inicio de mis días. Doy gracias a la vida porque me permitió, desde temprana edad, hojear, leer y disfrutar de los libros. Provengo de una familia de bibliotecarios, editores e impresores donde el tema cotidiano eran los libros que se leían o los que se preparaban y que pronto saldrían de las prensas a buscar lectores. El inconfundible olor a tinta fresca sobre papel es uno de mis placeres remotos, lo percibo en este instante porque ha quedado grabado en mi memoria más íntima. Los sábados y las vacaciones de verano tenía trabajo en la imprenta. Me asignaban trabajos de encuadernación –como separar los pliegos mal doblados o los que tenían errores de impresión– o limpiar negativos, que en realidad era tapar negativos con un pincel y una tinta roja espesa a la que llamaban “opaco”. Se trataba de tapar los pequeños puntos blancos que aparecían en los negativos para que, cuando hicieran las láminas, no se marcaran y la impresión saliera limpia, sin “moscas o piojos”; era la tarea perfecta para mí. Nunca dejé un punto blanco sin cubrir. De esa forma, casi sin sentirlo, fui adquiriendo el gusto, no solo por leer y disfrutar los libros, sino por producirlos. Esa era la vida familiar, ese el cotidiano, como los aprendices de la Edad Media o los diferentes oficios en los calpullis.

Años después tuve la fortuna de vivir en Oaxaca, lo que me permitió conocer a María Isabel Grañén Porrúa, un ser que tuvo una experiencia similar a la mía: los libros rodearon su vida desde la infancia.

El destino estaba echado. Hace más de veinte años María Isabel había sido invitada por Francisco Toledo para la organización y clasificación del fondo bibliográfico más importante de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Su presencia era esperanzadora porque el fondo estaba abandonado y sin posibilidad de ser consultado. Algo se tenía que hacer con ese acervo porque no era posible que estuviera en esas condiciones, por eso la buscó el maestro Toledo. Esta mujer excepcional, especialista en libros antiguos, supo muy bien lo que debía hacer, demostró interés, tenacidad y capacidad para hacer de ese conjunto de cajas con libros abandonados la actual Biblioteca Francisco de Burgoa. Supo a quién acercarse para las diferentes tareas y apoyos que se necesitaban, y logró con ello un resultado ejemplar. En ese proceso también conocí a Alfredo Harp, quien apoyaba la restauración del conjunto conventual de Santo Domingo y otros proyectos de restauración del patrimonio que mi marido, Enrique Lastra, coordinaba junto con nuestro entrañable amigo Manuel Serrano, ambos dirigidos por Juan Urquiaga. Era una época de ilusiones, la ciudadanía entera tenía muchas expectativas hacia la cantidad de proyectos culturales que se fraguaban en ese momento. De ahí surgió también un grupo de amigos que nos dedicamos a realizar actividades, publicaciones y programas culturales para Oaxaca.

En ese entonces, yo coordinaba uno de los proyectos editoriales más significativos de mi vida, se trataba de una publicación que recopilaría el arte oaxaqueño desde sus orígenes hasta la actualidad, y cubrirá todas las áreas. Sería el primer compendio de las artes del estado. Participaban investigadores del país y de diversas partes del mundo, especialistas en temas oaxaqueños, y María Isabel Grañén tenía que estar presente, era necesario que nos contara sobre las maravillas de esos fondos conventuales que clasificaba para convertir en biblioteca. Alfredo Harp había decidido también brindar apoyo al Instituto Oaxaqueño de las Culturas para la publicación de los tres volúmenes de la obra Historia del arte de Oaxaca, generosamente compró 200 ejemplares por adelantado, lo que se sumó al presupuesto para lograr un tiraje de cinco mil ejemplares para ser distribuidos en bibliotecas públicas, escuelas y embajadas, cosa insólita en una publicación de este tipo.

Posteriormente, María Isabel Grañén me pidió que coordinara el proceso y cuidado editorial de su libro Los grabados en la obra de Juan Pablos, primer impresor de la Nueva España, 1539-1560. Fue una experiencia inolvidable a la que se sumaron varios especialistas, Juan Pascoe realizó un trabajo de diseño y composición tipográfica excepcional, el proceso culminó con la coedición del libro entre Adabi y el Fondo de Cultura Económica.

A partir de ahí la relación con María Isabel y Alfredo Harp ha sido la de compartir libros y las alegrías producidas al construir algo en beneficio de la comunidad. Cuando tu vida se encamina a brindar tu conocimiento y tus habilidades por el bien común, le encuentras un sentido. Y es justo eso lo que encuentro en la Fundación Harp, me siento partícipe de un proyecto más amplio que incluye a un equipo entusiasta que dirige sus esfuerzos hacia el bien del estado y del país: conservar nuestro patrimonio, resguardar la memoria, difundir lenguas y tradiciones, fomentar el arte y la cultura, preservar el medio ambiente…

Hice conciencia de este privilegio un día que María Isabel me invitó a coordinar un libro que quería regalarle a su esposo para celebrar su LXX Aniversario. Se trataba de una publicación que reuniría las huellas que habían dejado las fundaciones de Alfredo Harp en las múltiples áreas que atienden. Una recopilación de experiencias alrededor de los proyectos financiados por las fundaciones. Quería testimonios de los participantes y de los beneficiarios de los proyectos e historias personales vinculadas a ellos. Durante el proceso caí en cuenta de la cantidad de instituciones, personas y asociaciones, de México y otras partes del mundo, que habían sido beneficiadas por la generosidad de un solo hombre. Valía la pena dejarlo por escrito, entendí el interés y la necesidad de María Isabel de regalarle esas historias tan conmovedoras a su esposo. El proceso fue muy enriquecedor, ni a cuál irle de lo hermoso de las narraciones. Surgieron páginas muy emotivas que reflejaban el agradecimiento sincero. Sacamos dos volúmenes y nos quedamos con material para sacar otro tanto; a estas alturas podríamos sacar una enciclopedia, dada la cantidad de cosas que ha seguido apoyando la Fundación, porque La filantropía de Alfredo Harp Helú es una forma de vida.

Después de esta experiencia no me quedaron ganas de trabajar en otro lado. Seguimos sacando publicaciones de todo tipo, revistas, libros, boletines, pero más allá de eso, el fruto del trabajo colectivo es el mejor aliciente que uno puede tener. Sentir que perteneces a un grupo que tiene los mismos intereses es un privilegio. He publicado libros, pero también he sido testigo de la restauración de edificios, de la creación de museos, archivos, bibliotecas y centros culturales, de la restauración de lienzos y documentos históricos, he escuchado conciertos, visto las caras sonrientes de padres e hijos echados leyendo libros o visitando una exposición, he disfrutado partidos de beisbol, he sentido cómo la ciudad de Oaxaca se ha llenado de árboles que ayudan con su sombra a los caminantes citadinos y he visto la cantidad inmensa de ejemplares que producen los viveros tecnificados. Por todo eso, me siento orgullosa de pertenecer al equipo FAHHO.


La conversación que busca la FAHHO desde sus publicaciones

“La cultura es una conversación”, asegura Gabriel Zaid. Y en Oaxaca nos afanamos por una y otra: somos expertos en atizar la charla con un mezcal o una buena taza de café. Así mismo buscamos reavivar las manifestaciones de lo que entendemos como cultura. Lamentablemente, gran parte de este año hemos dialogado desde nuestros hogares, desde nuestras pantallas y no en los sitios donde normalmente suceden estas manifestaciones. En el mejor de los casos este diálogo ha tomado otro tinte —no catastrófico, pero sí urgente— que nos invita a reflexionar, revalorar, aprehender de una nueva forma y a actuar. Quizá no deberíamos hablar de una “nueva normalidad”, sino que debemos buscar una mejor realidad, reconstruirla entre todos.

Y continúa Zaid:

… escribir, leer, editar, imprimir, distribuir, catalogar, reseñar, pueden ser leña al fuego de esa conversación, formas de animarla. Hasta se pudiera decir que publicar un libro es ponerlo en medio de una conversación… Una conversación que nace, como debe ser, de la tertulia local; pero que se abre, como debe ser, a todos los lugares y a todos los tiempos.

Y en este afán por continuar el diálogo durante este extraño tiempo de cuarentena, la FAHHO no dejó de emitir su boletín bimestral, ahora de forma digital. Las diversas filiales de la Fundación han sostenido un diálogo con los atentos seguidores de su quehacer. A través de las páginas virtuales de cuatro boletines se ha mantenido la búsqueda de respuestas, o de preguntas acertadas, que nos aquejan a todos: ¿Qué hacer ahora?, ¿qué viene después?, ¿cómo será ese después? En los artículos que emite cada filial se esboza una forma de amortiguar el aislamiento, desde la mirada del deporte, la literatura, la ecología, el conocimiento del patrimonio histórico y el arte.

Hace seis años, en la mesita que recibía a los visitantes del IIHUABJO, donde estudiamos la carrera, dejaron el primer boletín de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, “julio-agosto de 2014”. Aprendimos a buscar en sus páginas el evento deseado y nos entretuvimos con los artículos que nos hablaban del trabajo de sus centros afiliados. Tanto los alumnos del área de Historia, como de Filosofía y Literatura, disfrutábamos de los artículos que encontrábamos en el Boletín FAHHO, con su formato tan amplio y serio y que encajaba perfecto para llevarlo entre los cuadernos.

Y es que ya estábamos familiarizados con escritos que de forma amena nos hablaban de las actividades de los centros culturales y demás sitios de la ciudad. La antecesora de esta publicación nos había acompañado desde el inicio de la carrera: El Jolgorio Cultural. Qué maravilla de revista. En el breve, y al mismo tiempo intenso, periodo de seis años esta revista da evidencia, por ejemplo, del desarrollo y la recuperación del exconvento de Santo Domingo de Soriano, el querido “San Pablo”, así como de las actividades de las filiales que la FAHHO apoya y promueve. También nos enteramos de los cinco años de Instrumenta, el gran evento de las músicas de Oaxaca y el mundo; de los aniversarios de Adabi y de la Casa de la Ciudad, por ejemplo —y soñábamos con incluirnos en las filas de todos los centros culturales o bibliotecas de la Fundación—. La revista también traía consejos sobre ciencia y medio ambiente, así como una sección de sugerencias de libros y discos. Muy pronto se llenó de colaboradores y de eventos de todo tipo, incluso participé ahí algunas veces.

Los años corrieron, literalmente, y llegamos al 2020. Nos encontramos hoy con la publicación digital de un boletín nacido en 2014 que, en su nueva época, busca mantener el diálogo y el entusiasmo de quienes lo leen por seguir siendo parte de la gran familia que es la FAHH en Oaxaca.

Hay una veta en las publicaciones de la Fundación de la que también nos enteramos mientras estudiábamos, ya que fueron material de apoyo, consulta, o maravillosas rarezas que conservamos por el gran valor que atesoran: los pequeños libros que se emiten como parte del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias, PACMyC, en coedición con la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca y la FAHHO. Estos libros “dan cuenta de las distintas expresiones del arte y las culturas nativas de la entidad”, como bien apunta Cuauhtémoc Peña, encargado del cuidado de edición de las publicaciones. Esta colección, nombrada precisamente “Diálogos. Pueblos originarios de Oaxaca”, se suma a esta conversación de la cultura que hemos puesto sobre esta mesita; se trata de compendios de cuentos y leyendas en idioma amuzgo, mapas genealógicos del istmo oaxaqueño, un vocabulario triqui, un manual de plantas que tiñen, un manifiesto de la comunalidad, entre muchos temas más.

Para quienes sentíamos cierta desconfianza por la condición virtual de las manifestaciones culturales, esta época de aislamiento ha significado un punto de quiebre, un parteaguas. Por una parte, el temor del medio editorial por ser dejado muy atrás en la carrera tecnológica comenzaba con verse más real y magnificado con el crecimiento acelerado de las editoriales digitales y de todo el proceso de marketing que conlleva. Para colmo, la pandemia. Por otro lado, el quehacer editorial y cultural de la FAHHO, al igual que el de los sitios que cobija, aunque tuvo que verse pausado y puesto en la encrucijada de la nueva era, poco a poco se actualiza y permanece dentro de esta conversación. No cabe duda de que muy pronto las ediciones que surjan de la Fundación se distinguirán en las plataformas virtuales y estarán al alcance de un público más amplio para continuar la conversación que atiza la cultura.

Una línea muy importante en este catálogo de publicaciones de la FAHHO es la de los libros dirigidos al público infantil. En general, y afortunadamente, todos los ejemplares que ha editado o coeditado la Fundación han corrido con la suerte de tener maravillosas colaboraciones, tanto para los textos como para las ilustraciones, fotografías, reproducciones de obras de arte y el diseño, a grandes rasgos.

El libro Ópera, por ejemplo, coeditado por la FAHHO, Ediciones Armadillo, Alas y Raíces y CONACULTA, es particular en su formato e ilustraciones; la colaboración de la artista plástica Ericka Martínez y las síntesis de más de una veintena de óperas de todos los tiempos por parte de Juan Arturo Brennan, dan a este libro un carácter divertido, agradable y al mismo tiempo revelador: sin duda niñas y niños disfrutarán con él y, estoy segura, que más de un adulto también.

Encontramos dos ejemplares editados en 2019, Un encuentro con Tamayo y Rodolfo Morales, maestro del color, que son una colorida muestra con la que nos gustaría hacer un símil de toda la actividad editorial de la FAHHO. Primero: las publicaciones que nacen de la Fundación muestran a los lectores cierta obra, además del panorama en el que surge —ya sea que se trate de los quehaceres de la Fundación— y de la huella que generan; después: ofrecen la posibilidad de discutir sobre ese panorama. En este sentido, las publicaciones de la FAHHO han significado una posibilidad de diálogo.

Existe una legión de sigilosos investigadores del pasado que no solo viven y se relacionan con los archivos históricos, sino que constantemente piensan en su relación con el futuro. Pareciera una obviedad, pero si nos detenemos a razonarlo, nos sorprenderíamos al ver que, ciertamente, no todos tenemos esta capacidad. Los investigadores de quienes hablo tienen, además, diversos medios para contarnos de sus descubrimientos y recobrar las voces de los tiempos pasados para mostrarnos partes de la historia de México. Estoy hablando de quienes colaboran con el Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, o Adabi, de cariño, una iniciativa de la FAHHO que lleva más de quince años rescatando la memoria escrita del país. Las publicaciones de esta instancia representan un medio de difusión de todas las acciones que lleva a cabo, entre ellas, analizar, diagnosticar, catalogar y mostrar al mundo “los archivos [ya que estos] permiten estudiar el desarrollo de las localidades, parte de su historia, la configuración de sus instituciones y la creación de su actual forma de gobierno y organización”, en palabras de los investigadores de Adabi. Entre los documentos que publican debemos mencionar, en primer lugar, a los manuales, pensados y escritos por uno de sus fundadores, Ricardo Garibay, material que nos da pautas para llevar a cabo las tareas de restauración y catalogación. Otra de estas líneas es la de los catálogos, una de las fuentes más importantes para quienes quieran sumergirse en la comprensión de las formas de conducirse de las comunidades, ya que muestran, como su nombre lo dice, los documentos que componen los archivos históricos que Adabi rescata y organiza. Desde 2003, Adabi cuenta con más de setecientos títulos publicados y en su revista Punto de encuentro, de publicación anual e iniciada en 2010, hablan del trabajo que realizan desde las diferentes sedes de Adabi, sumándose a la conversación que sucede partiendo de la memoria.

Desde textos sobre la historia de los edificios, ilustrados de manera exquisita, transitando por catálogos de exposiciones con fotografías en altísima calidad, hasta compilaciones de cuentos escritos por los propios niños, la FAHHO ha ampliado las posibilidades de este diálogo que es fuego para la cultura y cada uno de sus colaboradores es testigo, pero también interlocutor, de temas tan variados como necesarios. Cada lector debería continuar, pues, con esta tertulia, esta charla.


La historia continúa

Los principales motivos por los que fue conformado el Instituto Cultural Mexicano Libanés, A.C., fueron y siguen siendo, por una parte, organizar, fomentar, apoyar y llevar a cabo toda clase de actividades culturales, artísticas, científicas y editoriales, cuya realización beneficie al intercambio y conocimiento de la historia, cultura y folklore de los pueblos de México y Líbano; difundir e inculcar el interés sobre las culturas mexicana y libanesa, a través de conferencias, publicaciones, conciertos, festivales artísticos, exposiciones, reuniones, programas de radio, aportaciones en los medios masivos de comunicación y cuanto sea necesario para lograr la difusión de estos fines. Otra de las motivaciones es: Iniciar, promover, motivar, estimular, fomentar, patrocinar, administrar y dirigir toda clase de actividades educativas, de interés social, cultural, de investigación y de difusión de los valores de México y de Líbano.

Asimismo, se busca colaborar con la superación cultural de todas la sociedades y asociaciones de la colectividad mexicano-libanesa, siendo el único impedimento para hacerlo que el acto para el que se solicite participación tenga carácter político, de proselitismo religioso o partidista. También se organizan intercambios de índole cultural con asociaciones, dependencias gubernamentales, clubes sociales y de servicio e instituciones escolares de nivel medio y superior.

Por otro lado, se busca enseñar y difundir el idioma árabe, la historia de Líbano, su cultura, sus costumbres y tradiciones, promover y esparcir la riqueza gastronómica libanesa en México; adquirir los bienes inmuebles o muebles necesarios para el logro de los fines anteriores. Se pretende que por medio de las diversas actividades organizadas por el Instituto se generen utilidades para destinarlas a obras de interés social en México, así como a fomentar nuevas actividades en el Instituto para la adquisición de otros bienes para el beneficio de este.

La Asociación deberá organizar departamentos de tipo comercial, dentro de su edificio, que le proporcionen autosuficiencia económica y que le permitan seguir adelante con la conclusión de sus metas.

Como parte de los fines antes descritos, mencionaremos algunas acciones. Hemos llevado a cabo actividades en forma conjunta con el Centro Libanés de Ciudad de México y de otras localidades como Veracruz, Puebla, Torreón, Villahermosa, Tampico, Mérida, Ciudad del Carmen, y con instituciones culturales en Oaxaca, Pachuca, Ciudad de México, Toluca, Morelia, Guadalajara, Monterrey y varias más. A estas entidades llevamos el Ballet Folklórico Libanés del Centro Libanés; también hemos fomentado el conocimiento de la gastronomía libanesa, impartido conferencias sobre Líbano y Medio Oriente, siempre dictadas por el Lic. Antonio Trabulse, en un programa semanal de radio. Se elaboró la revista Al Jawater, que sirvió como continuación de la que, con el mismo nombre, fundó, en 1925, don José S. Helu, abuelo de nuestro presidente C.P. Alfredo Harp Helú. Instauramos un galardón para personas destacadas en el ambiente cultural: Premio Miguel Zacarías, nombre del famoso director y productor de la era del cine mexicano clásico. La Orquesta de Cámara de la Ciudad de México, dirigida por el notable director mexicano Miguel Bernal Matus, se presentaba cada mes en el Centro Libanés, deleitando a los muchos asistentes con lo mejor de la música clásica.

En el Instituto hemos tenido visitas de alumnos de escuelas privadas y públicas de diferentes niveles. Llevamos audiovisuales a varios lugares de la república. Destacamos que el plan original comprendía solamente dos visitas y que a la postre se convirtieron en una constante durante un año, para trabajadores del entonces Departamento del Distrito Federal.

Por razones de espacio dejamos para siguientes números varios aspectos más de lo que en un principio fue el Centro Cultural Mexicano Libanés que se convertiría, en 1994, en el Instituto Cultural Mexicano Libanés, A.C.


Preservación del patrimonio en el estado de Oaxaca

La colaboración para la restauración del exconvento de Santo Domingo de Guzmán en Oaxaca de Juárez, en el año de 1994, es posiblemente uno de los primeros proyectos de rescate de patrimonio en Oaxaca en los que colaboró el contador Alfredo Harp Helú junto con Fomento Social Banamex. Partiendo de esa intervención, desde 1995 se realizaron otras recuperaciones en la Mixteca como la capilla abierta de San Pedro y San Pablo Teposcolula, el exconvento de Santo Domingo Yanhuitlán, el exconvento de San Juan Bautista Coixtlahuaca, entre otros.

El interés latente por contribuir en la preservación del patrimonio continuó dando resultados palpables en investigaciones y estudios, entre ellos, el de un antiguo palacio ubicado en la Mixteca, el cual perteneció a la cacica Catalina de Peralta de Teposcolula. Los estudios iniciados en el año de 1999 permitieron reconocer la estructura principal del conjunto de edificios, destacando que permanecía en pie el cuerpo principal. El inmueble, junto con los vestigios de la antigua estructura, había sido dividido en varios predios. Preocupada por la conservación de un inmueble único en el país, la Fundación adquirió parte de dichos terrenos y los donó al municipio, logrando de esta manera la recuperación del conjunto y un conocimiento más profundo sobre la antigua estructura. Al concluir la recuperación integral y su rehabilitación, se decidió que alojaría a la Biblioteca Infantil y Juvenil BS, Casa de la Cacica.

Paralelamente, se desarrollarían otros proyectos, entre ellos, excavaciones arqueológicas en el Hospital de Indios, cuyos resultados concluirían en una publicación; la restauración de la Casa de los Fiscales, realizada alrededor del año de 2002, y la primera etapa de intervención del puente del antiguo Camino Real, realizada en 2004, estos dos últimos en San Miguel Tequixtepec.

En el año 2005, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca organizó a un equipo interdisciplinario de especialistas para brindar seguimiento y asesoría, a comunidades y organismos, sobre el cuidado y protección de su legado patrimonial. Con el tiempo, este equipo se convertiría en el Taller de Restauración FAHHO. Con el fin de facilitar que la gestión y asesoría de especialistas en restauración se encontraran al alcance de las comunidades más alejadas, el equipo del Taller se desplazó por todo el territorio oaxaqueño, especialmente en zonas de difícil acceso.

En el año 2007 se llevó a cabo la restauración de La Casa de Visitas, de San Miguel Tequixtepec, primer proyecto de intervención en alianza con el programa federal FOREMOBA.

A partir de esta primera colaboración tripartita entre la FAHHO, el programa FOREMOBA y cada una de las comunidades beneficiadas, y bajo la supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Fundación ha logrado llegar a 64 comunidades del estado y, mediante el esfuerzo de varias entidades, ha contribuido en la preservación de 127 bienes de propiedad federal —65 de los cuales son monumentos históricos y 62 bienes muebles históricos—, en un proceso de intervención que suma 132 etapas. Esta colaboración en los proyectos ha sido tan satisfactoria que se han sumado aportaciones del Gobierno del estado de Oaxaca, de asociaciones civiles, de los comités de los templos, de la LXII Legislatura, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural y, de mayor importancia, de la comunidad.

Durante este año, 2020, se continúa trabajando con gran esmero y responsabilidad en favor de catorce comunidades donde la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca ha financiado la restauración de catorce inmuebles, próximos a concluirse en los meses siguientes.

Desde la conformación del equipo del Taller de Restauración FAHHO se diversificó su quehacer. En el 2008 se recuperó el primer convento fundado en la Verde Antequera, el exconvento de San Pablo de Soriano, espacio que ahora es la sede de la Fundación. La investigación del inmueble fue dirigida por el historiador Sebastián van Doesburg y el proyecto de restauración por el arquitecto Gerardo Virgilio López Nogales, al lado del arquitecto Mauricio Rocha, con la propuesta contemporánea integrada al edificio. Simultáneamente se desarrolló el proyecto de restauración del Museo Textil de Oaxaca de la mano del arquitecto Juan José Santibáñez. Al poco tiempo se sumarían otros proyectos de recuperación con la iniciativa de la Fundación, entre ellos, la intervención de la casa ubicada en avenida Independencia 903, que alojaría al departamento de Comunicación y la dirección de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, ubicada frente al Centro Cultural San Pablo.

En el año 2016 se realizó la recuperación de la casa ubicada también en avenida Independencia 1003, para recibir a la comercializadora Andares del Arte Popular, una iniciativa de la FAHHO que apoya a artesanos de Oaxaca y de otros estados del país en la comercialización, puesta en valor y preparación de sus diversas producciones tradicionales. Recientemente, también se realizó la restauración y ampliación del edificio del Museo de la Filatelia de Oaxaca.

En el año 2017, tras los sismos y réplicas, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca destinó diversos tipos de apoyo a las regiones del estado de Oaxaca que se vieron afectadas. Brindó alimentos, ropa, material de curación, casas de campaña y circuitos de potabilización de agua, entre otras donaciones; también se apoyó la reactivación económica y la rehabilitación de espacios deportivos, así como la atención en el ámbito emocional por el que se atravesaba mediante eventos de esparcimiento. Uno de los objetivos más importantes consistió en apoyar a las familias afectadas mediante la recuperación, construcción y restauración de sus casas, evocando la arquitectura tradicional de la zona.

Con esta perspectiva, el Taller de Restauración FAHHO apoyó a los municipios de Santo Domingo Tehuantepec, un área culturalmente privilegiada por la singular agudeza arquitectónica que se aprecia en las calles que circundan el conjunto religioso de Santo Domingo y el palacio municipal. En este municipio se han recuperado 71 casas, rescatando y revalorizando sus cualidades tradicionales, el sistema constructivo y las técnicas, además de que se ha contribuido al mejoramiento de la imagen urbana. En los próximos meses se continuará con la tercera etapa de recuperación de casas tradicionales. Además del rescate del conjunto religioso de Santo Domingo Tehuantepec, a principios de abril, se culminó la restauración de la antigua capilla abierta, conocida por sus habitantes como Catedral de San Pedro. Se concluyó también la restauración del frontón del palacio municipal dañado por los sismos —un edificio que muestra la influencia francesa que llegó a México en el siglo XIX— así como la Casa Guietiqui, un espacio cultural del municipio.

En la Heroica Ciudad de Juchitán de Zaragoza, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, en alianza con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, avanza en la restauración del templo de San Vicente Ferrer y la casa cural. En Asunción Ixtaltepec se recuperaron ocho casas tradicionales y se construyó un hogar prototipo sismorresistente, modelo que se puso a disposición de la comunidad con la posibilidad de ser replicado en este municipio. En el año 2019 la Casa del Pueblo, El Centenario, un edificio emblemático para la población, volvió a abrir sus puertas, luego de resultar gravemente afectada por los sismos, después de un proceso que permitió recuperar su estilo arquitectónico y proporciones, dando continuidad a la historia y permanencia del inmueble.

Por otra parte, la construcción de hornos de leña libres de humo, iniciada en el año de 2019, es una iniciativa de la Fundación aplicada en el estado de Oaxaca que fue posible gracias al diseño del horno realizado por la Escuela Nacional de Cerámica y a la gestión y acercamiento a los artesanos realizados por Andares del Arte Popular. A dos años de haber iniciado el proyecto, se han construido siete hornos que benefician a artistas y maestros alfareros de San Marcos Tlapazola, Ocotlán de Morelos, Santa María Atzompa, Vista Hermosa, en Santo Domingo Tonaltepec y San Antonino Castillo Velasco.

En el año 2017 se rehabilitaron ocho campos de beisbol con la supervisión del Taller de Restauración FAHHO; en 2018 se supervisó, en el Istmo, la rehabilitación de cuatro campos más, con financiamiento del Programa de Apoyo Inmediato a las afectaciones por el sismo. En 2019, el Taller de Restauración FAHHO supervisó la rehabilitación de diez campos de beisbol, financiados por Home Runs Banamex, y seis por la FAHHO. Durante este año cabe destacar la donación realizada por la Fundación al Gobierno estatal para la rehabilitación de diez campos más en el Istmo.

Es gratificante saber que, gracias a la participación de varias instancias, se han restaurado tantos monumentos históricos en las comunidades de Oaxaca y que se continúa trabajando con gran humanismo en las zonas afectadas por los sismos, preservando el legado tradicional de nuestros pueblos.

También debemos reconocer la ayuda que se brinda a los alfareros y artesanos, así como los apoyos para incentivar el deporte, ya que son una muestra de la solidaridad tan necesaria en momentos de crisis como los que atraviesa la humanidad en estos días. El Taller de Restauración, así como las filiales y programas de la FAHHO, sigue estos mismos principios de apoyo comunitario.


Divulgación y análisis del desarrollo urbano de la ciudad

Casa de la Ciudad, desde el año de su nacimiento, se manifestó como un proyecto cuyo objetivo era crear una instancia crítica y que incidiera en el desarrollo, conservación y mejoramiento de la ciudad. Desde ese momento, fungió como un espacio para compartir las opiniones de urbanistas, arquitectos, sociólogos, ecologistas y la comunidad sobre el rumbo de la ciudad en aquel 2004. Las múltiples publicaciones, gacetas y actividades de esos primeros años dan testimonio de los temas de interés para este centro de estudios: el Centro Histórico, la vivienda, la cultura y el crecimiento urbano, la planeación, los ríos, la flora urbana, el manejo de desechos en la ciudad, la administración vial y el patrimonio edificado, entre otros.

Así, el trabajo de divulgación de la información ha sido crucial desde los inicios de la institución, especialmente sobre la historia de la capital del estado y sus inmuebles, siempre desde una perspectiva independiente y crítica, a través de un contenido que representa nuestra preocupación por la ciudad de Oaxaca ante un panorama de revelaciones acerca de su origen. Un ejemplo es la amplia investigación realizada por el entonces director de la Casa de la Ciudad, el Dr. Sebastián van Doesburg, sobre el edificio de la antigua alhóndiga de Oaxaca y del Portal de Clavería, que tuvo como resultado diversas publicaciones.

Así, las publicaciones del periodo inicial de la Casa de la Ciudad (2004-2006) dan cuenta, a través de distintas voces, de la importante labor de difusión de temas relevantes en estos primeros años del siglo. Temas como el uso de las plazas, el mejoramiento arquitectónico de la plazoleta Cruz de Piedra, la construcción de megaobras, los estilos arquitectónicos de la zona de monumentos, el manejo de los residuos sólidos, las acciones urbanas en detrimento del patrimonio edificado y la pérdida de vivienda en el centro histórico, entre otros, nos han ocupado desde hace muchos años.

Otros tópicos centrales han sido el problema de la basura en la zona metropolitana de Oaxaca, el análisis de los programas de prevención y gestión integral de residuos sólidos urbanos, la arquitectura contemporánea de la ciudad de Oaxaca, sin dejar de mencionar la consolidación de uno de los temas que, hasta ahora, ha sido un eje de nuestras acciones: la ciudad como agente de transformación. Un ejemplo es la visita que hizo Jaime Lerner, parteaguas en la arquitectura y urbanismo, a la Casa de la Ciudad en 2006, para recordarnos que “la ciudad no es el problema, sino la solución”, pues en ella “están todas las respuestas a la solidaridad: vivienda, salud, atención a los niños, la movilidad…”.

Con este enfoque de trabajo, el interés por la movilidad en la zona urbana se ha hecho patente a través de la divulgación y discusión de temas como el transporte y la movilidad en el Centro Histórico, el uso de la bicicleta como medio de transporte, los parquímetros, el tráfico y la cultura vial. Años más tarde, a estos temas se han añadido extensas investigaciones y publicaciones sobre los espacios en la periferia urbana y modelos de trabajo para la reactivación de espacios públicos.

A diecisiete años de su creación, la Casa de la Ciudad se ha consolidado como una institución reconocida por la comunidad como un espacio de análisis del desarrollo urbano, especialmente de la zona metropolitana de Oaxaca; como un espacio que realiza importantes esfuerzos por involucrar a la sociedad civil en las reflexiones y acciones sobre la ciudad que queremos, en esta tarea, el trabajo de divulgación ha sido crucial.

Actualmente, a través de publicaciones, infografías, manuales y material audiovisual, seguimos difundiendo los temas que dieron origen a la Casa de la Ciudad, enfocando la conversación en los temas que actualmente son pertinentes, expandiendo el análisis más allá del centro y la periferia de la ciudad, hablando ahora de toda la zona metropolitana de Oaxaca y, más recientemente, incluyendo a Santo Domingo Tehuantepec, con todas las particularidades que le diferencian de las dinámicas del distrito centro.

El 2020 implicó un cambio abrupto en las formas de divulgación y en los ejercicios de participación que tenían como principal herramienta la reunión de voces y pensamientos a través de charlas, seminarios, talleres y foros. Echamos mano de herramientas digitales como la página web, las plataformas de redes, los videotalleres, webinarios y transmisiones en vivo. El 2021 se perfila especialmente dedicado a la educación y difusión del conocimiento a personas de todas las edades a través de múltiples estrategias, más allá del mundo digital. Además, nuestras energías estarán enfocadas en el cuidado y perfeccionamiento del sistema de nuestro acervo especializado en urbanismo y patrimonio edificado.

Este trabajo de diecisiete años ha situado a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca en un mapa de actores que influirán en el desarrollo de una comunidad inclusiva, segura, resiliente y sostenible mediante campañas, acciones, programas, actividades y la creación de una base de datos abierta a todas las personas, así como la generación de una cartera de proyectos ajustada a las necesidades de la comunidad oaxaqueña.

NUMERALIA

578 conferencias, talleres y charlas
83 exposiciones
85 intervenciones urbanas
18 proyectos urbanos
15 seminarios, foros y encuentros
7 estudios
138 producciones de audio (radio y podcasts)
161 unidades de biciestacionamiento


Mufi, la primera semilla FAHHO

El año que dejamos atrás, 2020, significó para el Mufi cumplir 22 años desde que se sembró la primera semilla de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Ese momento se dio en la antigua casa del Centro Histórico que nuestro querido maestro Francisco Toledo convirtió en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, donde por primera vez se anunciaba, con una significativa muestra de numismática y filatelia, la llegada a Oaxaca de la casa del timbre postal de México. Sería el primer museo, la primera piedra de la FAHHO que –con la filantropía de su fundador, el señor Alfredo Harp Helú, y su amor por la filatelia y el estado que siempre le han distinguido– se inauguraría en corto plazo. Fue así que el 9 de julio de 1998, en la calle de Reforma marcada con el 504, abría sus puertas el Museo de la Filatelia de Oaxaca, o Mufi, acrónimo cariñoso con el que le conocemos actualmente. El Mufi se ha convertido en un referente nacional e internacional de la difusión y promoción de la filatelia. Utilizando como vehículo el arte, se ha consolidado como un foro abierto para la comunidad filatélica del mundo.

Esta sería la primera etapa que viviría el museo, ya que más tarde, a la par de la creación de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, comenzaría la segunda con la adquisición del inmueble casi contiguo, marcado con el número 500, de la misma calle Reforma. Con esta ampliación crecieron no solo las salas de exposición, los patios o los jardines, sino también las ganas de seguir reforzando las bases del amor por Oaxaca por medio de la filatelia. Los talleres y actividades públicas comenzaron a gestarse en cada rincón del museo. En veinte años, el cacalosúchil ha sido testigo de innumerables eventos extraordinarios, cancelaciones y veranos especiales; ha visto niños jugar, correr, reír, parejas enamorarse, jóvenes leer o cantar; en veinte años se termina un ciclo y empieza uno nuevo. Recordamos la hermosa jacaranda que en primavera pintaba el patio de sus hermosos tonos violetas y que nos inspiraban a soñar, cuyo lugar ahora es ocupado por un par de jóvenes robles blancos, que seguramente dentro de veinte años sus ramas serán más fuertes y nos proporcionarán una sombra magnífica para nuestros visitantes, estos jóvenes ejemplares que representan a las nuevas generaciones en las que volcamos la esperanza de continuar el legado filatélico y el amor por Oaxaca.

La Bóveda Filatélica, el corazón del museo, es un corazón sólido, fuerte, de acero, como sus gabinetes, los cuales llegaron gracias a la generosidad del Smithsonian’s National Postal Museum, referente importante para la filatelia en el mundo. Traerlos hasta México representó la suma de esfuerzos por parte de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y el Smithsonian: las pesadas placas de acero hicieron tender puentes para darle vida a este espacio que resguarda joyas tan valiosas, como las cartas de la muy querida pintora mexicana Frida Kahlo, el Penny Black, el primer timbre del mundo, el Hidalgo Azul, el primer timbre de México, la invaluable colección de filatelia clásica de José Sayeg, la colección prefilatélica del arquéologo y querido amigo Marcus Winter, el Decreto de Maximiliano, y muchas de las donaciones que durante más de 20 años han alimentado colecciones, como la emblemática, más grande y completa Beisbol + Filatelia, con la que inició el museo y que gracias a la generosidad de filatelistas ha ido creciendo cada día más.

Este esfuerzo ha tenido resultados, como el más reciente galardón a nuestro presidente vitalicio y fundador, Alfredo Harp Helú, otorgado por el Museo Postal Nacional Smithsoniano, en Washington, EUA, el 19 de octubre y el premio anual 2019 por el Gran Logro Filatélico cuya relevancia radica en ser la primer medalla de este importante premio otorgado a un filatelista mexicano.

Tras cumplir 20 años, su celebración se une a la ampliación de un nuevo espacio, lo que significa la oportunidad de aumentar las salas de exhibición temporal y permanente. Así, el museo continúa creciendo en una tercera etapa en la que, aunado al rescate del Centro Histórico que promueve la FAHHO, se llevó a cabo un proceso de restauración que dejó como resultado un bello espacio que espera pronto abrir sus puertas sobre la calle de La Constitución en la casa marcada con el número 202.

El Mufi actualmente está consolidado en su labor única en México y América Latina como museo de filatelia, conservando un valioso acervo y logrando su difusión mediante sus maravillosas exposiciones.

Este año que dejamos atrás también significó una etapa complicada para todos, en muchos sentidos; un año que nos ha enseñado a ser más fuertes, resilientes, a deconstruirnos y replantear nuestras metas; el estar más cercanos fue nuestra prioridad, lo que denotó la creatividad para acompañarnos durante este tiempo en el que el mundo se detuvo: valoramos a nuestra familia y, a pesar de la distancia, logramos traspasar fronteras para ponernos al día. El 2020 significó un año de desafíos para la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, tuvimos que cerrar nuestras puertas para voltear a ver nuestro interior, para que cuando tengamos que reencontrarnos en el museo este sea un espacio seguro para ti y tu familia.

Recientemente recibimos en el museo una colección de numismática que nos recordó nuestros inicios y nos hizo sentirnos orgullosos de pertenecer a una fundación que está comprometida con su comunidad. Con ella también surgió el siguiente cuestionamiento: ¿qué significa cumplir 20 años? Para el ser humano representa la naturalidad, la búsqueda de apoyo en alguien, un amigo o un familiar, representa una necesidad que desconocemos, la de reencontrarnos espiritual y mentalmente. Según la numerología, el número 20 se vincula con el trabajo en equipo, el acompañamiento, la coexistencia, diplomacia; también está vinculado con el servicio. Lo cual resulta un buen ejemplo para citar y recordar que el trabajo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca se resume bajo todas estas premisas: el trabajo que realiza en beneficio de la juventud, la niñez, el medio ambiente, la lectura, las familias, el arte, la filatelia, los textiles, el deporte, el arte popular y el amor a Oaxaca resumen estos 20 años de servicio y trabajo en equipo para dejar un legado fuerte y sólido a las siguientes generaciones.

¡Larga vida a la FAHHO!

Testimonios Para el Mufi1
Eduardo Del Río – Rius1

La sorpresa, pues, de un museo filatélico y, además, en Oaxaca, nos tomó desprevenidos. No había mayores antecedentes den que la filatelia fuera muy popular en aquellas hermosas latitudes que algunas viejas series de sellos con afamados sobresellos de Oajaca, si mal no recuerdo. Y siendo yo un filatelista nada serio, dedicado más a buscar aquellos timbres que me gustaban por su diseño o colorido, y no poniéndole demasiada atención a la ortodoxia filatélica que ordena los sellos por colores (o falta de ellos), tamaños exactos, variaciones en la aplicación de la tinta y detalles por el estilo, me sentí sorprendido (y halagado) al recibir una invitación para presentar en el Mufi mi libro Filatelia para cuerdos, que no se apuntaba en la línea ortodoxa y tradicional.

Trataré de explicarme. El libro de marras fue hecho buscando una “democratización” de la filatelia, buscando que los niños y jóvenes se acercaran al interesante pasatiempo aunque no tuvieran el dinero suficiente para ello. Y es que al paso de los años, y con la presión que con los catálogos hacen sobre el coleccionista los comerciantes de timbres, la filatelia se estaba convirtiendo en un pasatiempo para ricos y viejitos (ricos de preferencia), que pasaban las horas buscando si a un timbre le faltaba un diente o si el color de la serie de escudos reales hispanos había variado de magenta a rosa mexicano, o que si por un error tipográfico, la erre de un timbre alemán de 1876 había salido movida o vuelta al revés por las prisas del impresor… Y detalles así, que convirtieron a la filatelia en un pasatiempo elitista y casi maniático.

Yo consideraba que en mi libro eso debía cambiar. Igual que habían cambiado radicalmente los diseños de las estampillas a partir de la segunda Guerra Mundial, cuando empezaron a hacerse timbres con toda clase de motivos y temas y en hermosísimos diseños, así debía cambiar el concepto todo de la filatelia: no encerrarla en un pasatiempo elitista, sino democratizarla, haciendo que los niños y jóvenes se interesaran en coleccionar los timbres por temas. Y es que de pronto vimos que casi todos los países invadían el mundo de los timbres con temas de biología, botánica, literatura, ¡artes plásticas!, personajes de cuentos y leyendas infantiles, aviones, trenes, deportes, retratos de los Premios Nobel, trajes típicos, arqueología, acontecimientos políticos y un sinfín de temas por el estilo que facilitaban a quienes no tenían muchos billetes, el volverse coleccionistas.

Pues al mismo tiempo que casi todos los países competían por ver quién sacaba los sellos más bonitos y coloridos, los precios bajaban espectacularmente. Ya se podían adquirir paquetes con miles de sellos diferentes a precios accesibles a todos. La democratización de la filatelia era posible, y el Mufi aceptó mi libro y lo sigue vendiendo y difundiendo, con mi agradecimiento de por medio. Aunque debo decir que no a todos los filatelistas les cayó bien Filatelia para cuerdos, aduciendo que se iba a rebajar y vulgarizar el arte del coleccionismo al quitarle “seriedad y rigor”, los más, sin embargo, comprendieron que no se trataba de excluir a los coleccionistas serios y tradicionales, que pueden y deben seguir llevando sus colecciones como si fueran una inversión financiera, sin ser menospreciados o pitorreados por quienes, no contando con los medios necesarios, se concretan a hacer una pequeña colección de timbres de changos o mariposas. Y a la visconversa. Afortunadamente la filatelia ya da para las dos tendencias, y el Mufi así lo ha comprendido y aceptado.

En estos 15 maravillosos años del Mufi se han presentado en sus instalaciones toda clase de exposiciones. Desde las del rigor ortodoxo con supercolecciones valiosísimas y exigentes, pero un poco aburridas, hasta colecciones de un nivel más popular y accesible a todos los gustos, sabores y bolsillos. En el Mufi se reúnen coleccionistas de ambas categorías y, oh maravilla, los niños y niñas de Oaxaca se juntan a intercambiar sellos con sus congéneres. Me ha tocado participar en estas actividades y recuerdo, alborozado de nostalgia, una mañana en que nos reunimos a elaborar estampillas personales con los niños. A dibujar cada uno lo que quería que fuera un timbre de correos. Viendo que ya muy poca gente recurre al tradicional envío de cartas por correo “normal”, con el sobre y sus estampillas correspondientes, y que el famoso e-mail amenaza con acabar con el correo, da gusto ver que el Mufi sigue impertérrito en su labor de poner la filatelia al alcance de todos. Me da un chorro de gusto ver que el Mufi sigue adelante, continuando la estupenda labor que inició Alejandra Mora, primera directora del Mufi, con el apoyo del siempre entusiasta y enamorado de tan bella ciudad, don Alfredo Harp Helú.

Para todos los filatelistas, cuerdos, medio locos y locos completos, que sobrevivimos en este país tan tormentoso, amenazado casi de extinción y sorprendente, los primeros quince años del Mufi nos han llenado de placeres y satisfacciones, sabiendo que entre sus queridos muros vamos a encontrarlas a raudales, o como se diga. No solo vamos a Oaxaca al disfrute de la comida o las tradiciones mexicanas, o a la visita obligada de los otros museos, hermosos y ricos en contenido, sino que también tenemos un lugar donde llenarnos los ojos con las maravillas que pueden representar esos pedacitos de papel denominados sellos, timbres o estampillas.

¡Un abrazote a todas y todos los que han hecho posible nuestro querido Mufi!

Oaxaca, 2013.

1 Tomado de Eduardo del Río Rius, “Para el Mufi”, en 10 miradas al interior del Mufi, Oaxaca, Museo de Filatelia de Oaxaca, 2013, pp. 44-48.

Piedra angular para muchas carreras
Estefanía Aguilar

Mi nombre es Estefanía Aguilar Rodríguez, soy egresada de la Universidad La Salle Oaxaca y actualmente maestra de inglés en Hailiang Education Group. Hoy en día resido en China, pero nací y me críe en la hermosa ciudad de Oaxaca de Juárez. Al igual que muchos jóvenes entusiastas comencé la búsqueda por un empleo y vocación en mi estado y, afortunadamente, el Museo de la Filatelia de Oaxaca me brindó una de las primeras oportunidades para poner en práctica mis conocimientos.

Mi experiencia en el Mufi fue enriquecedora y estuvo llena de aprendizajes; adquirí herramientas que después me ayudaron a desarrollarme en áreas como la enseñanza con niños y adolescentes. Algunos de los retos que enfrenté durante mi paso por el Museo fortalecieron mis habilidades de investigación y oratoria, herramientas indispensables para la profesión que he adoptado y que desempeño con amor. Pero el aprendizaje más significativo ha sido, sin duda, valorar la forma en que la filatelia nos acerca a una infinidad de áreas del conocimiento; esta disciplina promueve la curiosidad y la cultura y, sobre todo, nos remonta a lugares, épocas y personalidades relevantes para su tiempo y el nuestro. El apoyo que recibí por parte de todo el equipo, y de los encargados de las diferentes áreas, fue siempre constante y constructivo.

Actualmente, cuando miro hacia el pasado, recuerdo con gran cariño uno de mis primeros logros profesionales, y me siento segura de que el Museo de la Filatelia de Oaxaca, filial de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, ha sido la piedra angular para muchas carreras y puedo decir con gran orgullo que la mía ha sido una de ellas.


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