Boletín FAHHO Digital No. 3 (Ene-Feb 2021)

La conversación que busca la FAHHO desde sus publicaciones

Jessica Santiago

“La cultura es una conversación”, asegura Gabriel Zaid. Y en Oaxaca nos afanamos por una y otra: somos expertos en atizar la charla con un mezcal o una buena taza de café. Así mismo buscamos reavivar las manifestaciones de lo que entendemos como cultura. Lamentablemente, gran parte de este año hemos dialogado desde nuestros hogares, desde nuestras pantallas y no en los sitios donde normalmente suceden estas manifestaciones. En el mejor de los casos este diálogo ha tomado otro tinte —no catastrófico, pero sí urgente— que nos invita a reflexionar, revalorar, aprehender de una nueva forma y a actuar. Quizá no deberíamos hablar de una “nueva normalidad”, sino que debemos buscar una mejor realidad, reconstruirla entre todos.

Y continúa Zaid:

… escribir, leer, editar, imprimir, distribuir, catalogar, reseñar, pueden ser leña al fuego de esa conversación, formas de animarla. Hasta se pudiera decir que publicar un libro es ponerlo en medio de una conversación… Una conversación que nace, como debe ser, de la tertulia local; pero que se abre, como debe ser, a todos los lugares y a todos los tiempos.

Y en este afán por continuar el diálogo durante este extraño tiempo de cuarentena, la FAHHO no dejó de emitir su boletín bimestral, ahora de forma digital. Las diversas filiales de la Fundación han sostenido un diálogo con los atentos seguidores de su quehacer. A través de las páginas virtuales de cuatro boletines se ha mantenido la búsqueda de respuestas, o de preguntas acertadas, que nos aquejan a todos: ¿Qué hacer ahora?, ¿qué viene después?, ¿cómo será ese después? En los artículos que emite cada filial se esboza una forma de amortiguar el aislamiento, desde la mirada del deporte, la literatura, la ecología, el conocimiento del patrimonio histórico y el arte.

Hace seis años, en la mesita que recibía a los visitantes del IIHUABJO, donde estudiamos la carrera, dejaron el primer boletín de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, “julio-agosto de 2014”. Aprendimos a buscar en sus páginas el evento deseado y nos entretuvimos con los artículos que nos hablaban del trabajo de sus centros afiliados. Tanto los alumnos del área de Historia, como de Filosofía y Literatura, disfrutábamos de los artículos que encontrábamos en el Boletín FAHHO, con su formato tan amplio y serio y que encajaba perfecto para llevarlo entre los cuadernos.

Y es que ya estábamos familiarizados con escritos que de forma amena nos hablaban de las actividades de los centros culturales y demás sitios de la ciudad. La antecesora de esta publicación nos había acompañado desde el inicio de la carrera: El Jolgorio Cultural. Qué maravilla de revista. En el breve, y al mismo tiempo intenso, periodo de seis años esta revista da evidencia, por ejemplo, del desarrollo y la recuperación del exconvento de Santo Domingo de Soriano, el querido “San Pablo”, así como de las actividades de las filiales que la FAHHO apoya y promueve. También nos enteramos de los cinco años de Instrumenta, el gran evento de las músicas de Oaxaca y el mundo; de los aniversarios de Adabi y de la Casa de la Ciudad, por ejemplo —y soñábamos con incluirnos en las filas de todos los centros culturales o bibliotecas de la Fundación—. La revista también traía consejos sobre ciencia y medio ambiente, así como una sección de sugerencias de libros y discos. Muy pronto se llenó de colaboradores y de eventos de todo tipo, incluso participé ahí algunas veces.

Los años corrieron, literalmente, y llegamos al 2020. Nos encontramos hoy con la publicación digital de un boletín nacido en 2014 que, en su nueva época, busca mantener el diálogo y el entusiasmo de quienes lo leen por seguir siendo parte de la gran familia que es la FAHH en Oaxaca.

Hay una veta en las publicaciones de la Fundación de la que también nos enteramos mientras estudiábamos, ya que fueron material de apoyo, consulta, o maravillosas rarezas que conservamos por el gran valor que atesoran: los pequeños libros que se emiten como parte del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias, PACMyC, en coedición con la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca y la FAHHO. Estos libros “dan cuenta de las distintas expresiones del arte y las culturas nativas de la entidad”, como bien apunta Cuauhtémoc Peña, encargado del cuidado de edición de las publicaciones. Esta colección, nombrada precisamente “Diálogos. Pueblos originarios de Oaxaca”, se suma a esta conversación de la cultura que hemos puesto sobre esta mesita; se trata de compendios de cuentos y leyendas en idioma amuzgo, mapas genealógicos del istmo oaxaqueño, un vocabulario triqui, un manual de plantas que tiñen, un manifiesto de la comunalidad, entre muchos temas más.

Para quienes sentíamos cierta desconfianza por la condición virtual de las manifestaciones culturales, esta época de aislamiento ha significado un punto de quiebre, un parteaguas. Por una parte, el temor del medio editorial por ser dejado muy atrás en la carrera tecnológica comenzaba con verse más real y magnificado con el crecimiento acelerado de las editoriales digitales y de todo el proceso de marketing que conlleva. Para colmo, la pandemia. Por otro lado, el quehacer editorial y cultural de la FAHHO, al igual que el de los sitios que cobija, aunque tuvo que verse pausado y puesto en la encrucijada de la nueva era, poco a poco se actualiza y permanece dentro de esta conversación. No cabe duda de que muy pronto las ediciones que surjan de la Fundación se distinguirán en las plataformas virtuales y estarán al alcance de un público más amplio para continuar la conversación que atiza la cultura.

Una línea muy importante en este catálogo de publicaciones de la FAHHO es la de los libros dirigidos al público infantil. En general, y afortunadamente, todos los ejemplares que ha editado o coeditado la Fundación han corrido con la suerte de tener maravillosas colaboraciones, tanto para los textos como para las ilustraciones, fotografías, reproducciones de obras de arte y el diseño, a grandes rasgos.

El libro Ópera, por ejemplo, coeditado por la FAHHO, Ediciones Armadillo, Alas y Raíces y CONACULTA, es particular en su formato e ilustraciones; la colaboración de la artista plástica Ericka Martínez y las síntesis de más de una veintena de óperas de todos los tiempos por parte de Juan Arturo Brennan, dan a este libro un carácter divertido, agradable y al mismo tiempo revelador: sin duda niñas y niños disfrutarán con él y, estoy segura, que más de un adulto también.

Encontramos dos ejemplares editados en 2019, Un encuentro con Tamayo y Rodolfo Morales, maestro del color, que son una colorida muestra con la que nos gustaría hacer un símil de toda la actividad editorial de la FAHHO. Primero: las publicaciones que nacen de la Fundación muestran a los lectores cierta obra, además del panorama en el que surge —ya sea que se trate de los quehaceres de la Fundación— y de la huella que generan; después: ofrecen la posibilidad de discutir sobre ese panorama. En este sentido, las publicaciones de la FAHHO han significado una posibilidad de diálogo.

Existe una legión de sigilosos investigadores del pasado que no solo viven y se relacionan con los archivos históricos, sino que constantemente piensan en su relación con el futuro. Pareciera una obviedad, pero si nos detenemos a razonarlo, nos sorprenderíamos al ver que, ciertamente, no todos tenemos esta capacidad. Los investigadores de quienes hablo tienen, además, diversos medios para contarnos de sus descubrimientos y recobrar las voces de los tiempos pasados para mostrarnos partes de la historia de México. Estoy hablando de quienes colaboran con el Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, o Adabi, de cariño, una iniciativa de la FAHHO que lleva más de quince años rescatando la memoria escrita del país. Las publicaciones de esta instancia representan un medio de difusión de todas las acciones que lleva a cabo, entre ellas, analizar, diagnosticar, catalogar y mostrar al mundo “los archivos [ya que estos] permiten estudiar el desarrollo de las localidades, parte de su historia, la configuración de sus instituciones y la creación de su actual forma de gobierno y organización”, en palabras de los investigadores de Adabi. Entre los documentos que publican debemos mencionar, en primer lugar, a los manuales, pensados y escritos por uno de sus fundadores, Ricardo Garibay, material que nos da pautas para llevar a cabo las tareas de restauración y catalogación. Otra de estas líneas es la de los catálogos, una de las fuentes más importantes para quienes quieran sumergirse en la comprensión de las formas de conducirse de las comunidades, ya que muestran, como su nombre lo dice, los documentos que componen los archivos históricos que Adabi rescata y organiza. Desde 2003, Adabi cuenta con más de setecientos títulos publicados y en su revista Punto de encuentro, de publicación anual e iniciada en 2010, hablan del trabajo que realizan desde las diferentes sedes de Adabi, sumándose a la conversación que sucede partiendo de la memoria.

Desde textos sobre la historia de los edificios, ilustrados de manera exquisita, transitando por catálogos de exposiciones con fotografías en altísima calidad, hasta compilaciones de cuentos escritos por los propios niños, la FAHHO ha ampliado las posibilidades de este diálogo que es fuego para la cultura y cada uno de sus colaboradores es testigo, pero también interlocutor, de temas tan variados como necesarios. Cada lector debería continuar, pues, con esta tertulia, esta charla.


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