Hace algunos días, Alfredo Harp Helú envió un comunicado en busca de una solución pronta y armoniosa a través del diálogo entre los distintos actores que participan en el conflicto que afecta nuestra vida nacional: la educación.
Son palabras de alguien que vive de los hechos, quizá por ello tuvieron tanto eco. La fundación que lleva su nombre tiene años de servir a nuestra comunidad, vive el palpitar de su realidad y sabe que es posible una vida más digna a través del humanismo.
Nuestras acciones se cimientan en el desarrollo creativo del arte, la música, el deporte y la lectura; el cuidado del medio ambiente; el acercamiento a las culturas indígenas; a la preservación de las lenguas originarias; la protección del patrimonio cultural e intangible y, por supuesto, también en el impulso a la educación integral del ser humano.
La FAHHO fomenta el aprovechamiento académico y la investigación y sobre todo nos interesa la formación de personas sensibles a sus semejantes, que sepan amar, perdonar, comprender, que valoren la honestidad, la ética, el servicio a los demás, el cuidado de su entorno natural, el respeto a la diversidad y que compartan el amor por México.
Nuestras sedes y proyectos inspiran un aire de paz y armonía, promueven el encuentro cordial de la población y nuestros fines tienen una repercusión social de beneficio a la comunidad. Nos vincula la reflexión, el diálogo y las propuestas creativas.
“Todos somos pueblo”, nos recuerda Alfredo Harp Helú. Hagamos un mismo equipo, sumémonos a la concordia que tanto anhelamos, que nuestra meta sea el beneficio colectivo para México.
Cada mañana, los mexicanos salimos a trabajar con el anhelo de mejorar la calidad de vida y la preparación de nuestros hijos. La educación nos incumbe y la situación por la que pasa el país nos preocupa a todos. Es triste ver escenas de Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Guerrero, Nuevo León, la Ciudad de México y otras entidades que podrían compararse en ocasiones con las que vive la más desolada de las guerras: policías y civiles enfrentados, hombres armados, comercios cerrados… El corazón queda abatido ¿Qué le está pasando a nuestro país? Se vive temor en una tensa calma nublada por tan triste atardecer. ¿Cómo llegamos a esto?
Es urgente resolver el problema educativo en México y, para ello, es preciso el diálogo, un diálogo permanente que propicie el entendimiento y el mejoramiento de las condiciones en que se presenta la educación, donde los maestros, los investigadores, académicos y científicos destacados sean convocados para tratar de resolver el problema de fondo. No los intereses personales o de cualquier otra índole que nada tienen que ver con la educación.
El proyecto educativo que necesita el país es uno que propicie la cohesión social, el orgullo por la diversidad, el respeto por las diferencias, empezando por las lingüísticas y culturales; que fomente el aprecio por la colectividad y que reconozca al magisterio como una profesión digna que forma las mentes del futuro. Hay ejemplos en el país de maestros que han logrado por sí solos que sus alumnos destaquen en el ámbito internacional, de ello debemos sentirnos orgullosos y tomarlos como modelo a seguir.
La tardanza en resolver el conflicto provoca que la crisis económica se agrave más y que la moral de los mexicanos cada día esté más desesperanzada. El pueblo es el perjudicado, el más afectado, el más dolido. Tenemos que reflexionar, hacer un alto en el camino, pensar en este pueblo que somos todos, creer en México, en su gente. A cada quien le toca hacer su parte y luchar desde su terreno para que no se agrave el conflicto.
Propongo levantar las cortinas, ofrecer servicio, abrir fuentes de empleo, procurar que la derrama económica llegue a los rincones más olvidados, cuya realidad duele y duele mucho. Hagamos lo posible para que, a pesar de los pesares, el pueblo no sea el afectado. La mejor manera de resolver los problemas que enfrentamos es la productividad, el empleo y por supuesto, el reto es mejorar la educación. Es momento de salir a trabajar con más bríos y darle consuelo a un pueblo que resiste circunstancias hostiles.
No más violencia. Instamos al gobierno, al magisterio y a todos los organismos e instituciones involucrados a que lleguen a acuerdos lo antes posible para no seguir afectando al tejido social.
Comprometámonos ahora que tanto se necesita. Por mi parte, reitero dar continuidad e impulsar proyectos educativos, culturales, deportivos, sociales, de salud, preservación de la naturaleza y cuidado del patrimonio. Continuaré abriendo fuentes de empleo para reactivar la economía.
México necesita ciudadanos comprometidos. Hago un llamado a la sociedad para que actúe positivamente ante la adversidad, no nos dejemos abatir. Todos somos pueblo.
Amo a México Alfredo Harp Helú Ciudad de México, 5 de agosto de 2016.
Una profunda alegría recorre mis venas el día de hoy en que nos reunimos personas que dedicamos nuestra vida al servicio de los demás. Alienta saber que estamos juntos, Oaxaca lo merece. Nos convoca Home Runs Banamex, un programa que ha permitido que durante 20 años los Guerreros de Oaxaca y los Diablos Rojos del México se comprometan también socialmente con las causas nobles que ayudan a un gran número de mexicanos.
Las buenas jugadas de los equipos, además de incrementar los records individuales de los peloteros de la Liga Mexicana, provocan alegría colectiva: benefician a su comunidad, gracias a la entrega de instituciones que hoy apoyamos.
Para un estado tan necesitado como es Oaxaca, cualquier ayuda es bienvenida. Por eso anima tanto este programa que une voluntades, apoya a instituciones comprometidas que ofrecen su trabajo a la asistencia social, la salud, la cultura, la educación, al deporte, la ecología, plataformas tecnológicas y los proyectos productivos. Evaluamos cientos de propuestas y me gratifica saber que existen tantas personas dedicadas a servir a la sociedad y a mejorar su entorno. Este año, Home Runs Banamex apoya a más de cien instituciones en Oaxaca. Ésta es una manera darnos la mano y abrazar a nuestro querido México. Todos y entre todos: Guerreros de Oaxaca, Banamex, la Fundación Alfredo Harp Helú y las organizaciones beneficiadas.
Estimula la diversidad de proyectos tan benéficos que se apoyan este día: casas hogares, centros de rehabilitación, escuelas, bibliotecas, museos, centros comunitarios, apoyo a la producción artesanal y un fuerte impulso a las ligas infantiles de beisbol. Agradezco que existan personas que compartan los mismos sueños y trabajemos para lograrlos.
Strike por la diabetes es la causa que la Liga Mexicana de Beisbol ha elegido apoyar en este 2016 y Home Runs Banamex se suma a ella. La diabetes es un problema grave en nuestro país, es necesario multiplicar esfuerzos para que los mexicanos sigan una dieta sana y nutritiva que evite los males que engendra esta enfermedad.
Banamex y la Fundación Alfredo Harp Helú continuarán su camino en la construcción de un mundo más humano y nos anima saber que este sendero es una peregrinación cada vez más grande en la que los mexicanos nos encontramos unidos.
Sigamos labrando un camino de esperanzas, juntos haremos que los campos sean verdes, que nuestros diamantes estén llenos de peloteros deseosos de jugar con el alma por México.
Desde que se emitió el primer sello postal mexicano en el año de 1856, con la efigie de Miguel Hidalgo, han aparecido numerosas estampillas conmemorativas y definitivas en México, a esto hay que agregar complejas variedades de papel, perforaciones, marcas de agua, resellos, etc. Aunque originalmente las estampillas se limitaban a mostrar escudos, efigies de héroes y mandatarios, motivos simbólicos y cifras de valor, ya se puede identificar en ellas un discurso nacionalista que transmitía valores estéticos e históricos.
Conforme el uso del sello postal se popularizó y masificó, ya no sólo se le concibió como medio de pago para los servicios postales, sino que terminó por reinventarse para convertirse en un canal de comunicación en su propio derecho, por medio del cual los gobiernos y regímenes del mundo comenzaron a transmitir ideas y conocimientos que permiten difundir la historia e identidad de las naciones. Este cambio, tan importante para la filatelia, se manifestó en México, de manera muy clara, en el año de 1910 cuando apareció la primera serie conmemorativa de estampillas postales. En ella se observaba el centenario del inicio del proceso de emancipación y se rendía honor a los principales líderes y caudillos del movimiento.
A partir de entonces la rica producción filatélica de México ha recogido a lo largo de más de 150 años a numerosos personajes, escenas históricas, costumbres, eventos y demás motivos que contribuyen a la construcción de una identidad mexicana. Lo anterior ha permitido que el sello postal se convierta por sí mismo en una fuente documental, que abre una ventana al estudio de la historia política, social y económica del Estado que las emite. Este fenómeno se reproduce a lo largo y ancho de la geografía del orbe, factor que permite dimensionar el potencial de la filatelia como una disciplina capaz de contribuir en la generación de conocimiento con valor académico.
Además de buscar comprender el uso pragmático del sello y sus rasgos físicos, el filatelista consumado también adopta el rol de investigador, para con ello poder dar voz a la estampilla e interpretar la información que le presenta. El futuro mismo de la filatelia se perfila hacia reconocer y asumir estos factores como elementos de gran trascendencia para la investigación histórica.
“Negocio + Mensaje = Conexiones” fue el título del taller que recibieron, en el Centro Cultural San Pablo, las agrupaciones beneficiadas con la primera Convocatoria de Apoyo a la Creación de Textiles Artesanales del Estado de Oaxaca, que impulsa la FAHHO, en coordinación con el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
En la primera sesión, Verónica Miranda y Nara Montáñez, integrantes de La Jabonera, centro de diseño que se encargó de impartir el taller de costos, implementaron dinámicas que reafirmaron a los artesanos la importancia de asignarle valor al tiempo que invierten en la realización de sus piezas, además de los costos que esto conlleva. “Es importante que los artesanos conozcan el costo y el valor de lo que hacen, y que su hora de trabajo cuesta y genera gastos”, afirmó Montañez.
La dinámica de este taller consistió en transmitir de forma práctica a los participantes la teoría de los talleres tradicionales de costos, por medio de juegos en los que el tiempo, la materia prima, la capacidad de producción, los imprevistos y el mercado eran las situaciones que tenían que enfrentar y resolver.
En la segunda sesión se enfocaron en descubrir y analizar las formas para dar a conocer sus productos; en comprender que el costo de su trabajo va más allá del precio que establecen por el tiempo y el material invertido, y que además está el valor que se le imprime a cada emoción e historia que dejan en sus piezas.
En el taller participaron representantes de las agrupaciones becadas: Textilería Quiaviní, Arte Mixe Xoj, Mujeres Juquilitas, Yuku Titeku, Tamara Rivas, Taller Textil Casa Jiménez, Yuku Chatuta Ñuu Kunu Isa, Santa Cruz Porvenir y el Centro de Arte Textil Zapoteco Bii Dauu. Verónica Miranda y Nara Montáñez coincidieron en señalar que el regateo en el precio de los productos es una de las problemáticas más serias del mercado artesanal porque el cliente desconoce todo el proceso que existe en la creación de una pieza.
El taller que impartió La Jabonera es el último de tres que recibieron los grupos de artesanos que trabajan, entre otras cosas, en la recuperación del telar de cintura; la elaboración de camisas con randa de aguja; el rescate de los bordados con iconografía antigua; y la innovación en la producción tradicional de textiles elaborados a base de lana. Dos de los resultados fueron: identificar que hay una necesidad de transmitir el proceso que lleva la creación de estos productos y que el reto es encontrar una manera en esta explicación llegue a nuevos mercados.
Durante el IV Congreso Internacional de Huertos Orgánicos Escolares celebrado en Oaxaca en octubre de 2015, los participantes realizaron diferentes visitas a los huertos escolares que apoya la FAHHO en las comunidades de Valles Centrales. Fue en la escuela de Santa María del Tule y con la plática con los niños cuidadores de los huertos que a María Cristina Viola, maestra de Montevideo, Uruguay, le surgió la idea de que los niños de su país y los niños zapotecos pudieran establecer una comunicación epistolar que les permitiera contarse sus experiencias en el huerto. He aquí una mínima selección de las cartas enviadas de los niños oaxaqueños a Uruguay.
Pareciera que en La Salle Oaxaca estamos ajenos a lo que ocurre en nuestro estado. No es así. Hemos colaborado juntos, durante más de ocho años, ofreciendo un camino de crecimiento educativo para jóvenes oaxaqueños; y en la construcción de ese camino, nosotros también lo hemos andado.
No estamos ajenos al sufrimiento de Oaxaca. Estamos inmersos en él, y en medio de él nos hemos apoyado unos con otros, para generar un horizonte de paz.
Estamos inmersos en la vida misma de Oaxaca porque aquí transcurre nuestra cotidianidad, porque vivimos la realidad de la gente día a día en muy diversos ambientes, porque palpamos juntos las necesidades de todos, y porque miramos también los sueños de niños, adolescentes, adultos y ancianos… muchos de ellos con vidas truncadas por diversas razones.
Sabemos que aquí, en este espacio, diariamente trabajamos por hacer que los sueños de muchos oaxaqueños logren ver la luz.
No perdamos de vista nuestra misión, menos ahora.
No nos enredemos y saturemos de información; no dejemos de tener presentes los argumentos absolutamente legítimos de todos los protagonistas de este momento de dolor.
Y, por encima de todo, los invito a tener presente que La Salle no está en Oaxaca para dividir. Está para luchar desde la trinchera que nunca será vista en redes sociales, ni en las televisoras.
Estamos en Oaxaca para llevar a cabo esa lucha que no amerita ser publicada, porque es la lucha diaria de fomentar en nosotros nuevos caminos de encuentro, de crecimiento, de proyección de lo mejor de cada uno.
Estamos aquí para apoyar a Oaxaca en lo que estamos convencidos será uno de los pilares para el desarrollo y proyección que se merece; estamos aquí para sumar voluntades en la construcción de una realidad de justicia y paz a través del crecimiento de las personas.
Busquemos la justicia siempre en medio de la paz.
Busquemos la justicia permaneciendo siempre unidos: Dios no nos deja. Dios nunca muere.
El pasado 1 de julio de 2016, en el bello espacio de la Biblioteca Francisco de Burgoa, en el Centro Cultural Santo Domingo de la ciudad de Oaxaca, se presentó el libro Élitros. Para hablar se hizo la voz. Cincuenta y cinco, de los cincuenta y seis autores de esta antología son lectores voluntarios del Programa Seguimos Leyendo patrocinado por la Fundación Alfredo Harp Helú, Oaxaca y el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del estado de Oaxaca.
Los autores son ávidos y asiduos lectores para sí mismos y en voz alta. Esta experiencia los provee de un inmenso bagaje pero, además, estuvieron acompañados por la maestra Raquel Olvera, quien con su dirección jugó un papel relevante para que se expresaran de manera espléndida. El buen trabajo de los escritores y la difícil tarea de selección están a la vista; las obras de la antología son de una gran calidad literaria.
En la biblioteca nos recibieron con el primer regalo de la tarde, dos ejemplares para cada uno del anhelado libro. La presentación inició y escuchamos mensajes de reconocimiento y elogio por parte de las autoridades y de las personas distinguidas que nos acompañaron.
Sin duda, uno de los momentos más esperados de la tarde era escuchar de viva voz a los autores compartir alguno de sus textos. Claudia Domínguez, Efi genia Hernández López y Qris Ogarrio fueron las elegidas para empezar. Claudia nos hizo llorar con su texto “Duerme Toñito”, inspirado y escrito a manera de homenaje muy personal para Toñito, quien descansa ya, después de haber perdido su lucha contra el cáncer. El “negrito” ya no podrá escuchar a Claudia ni a los otros lectores voluntarios que semana a semana, a través de sus lecturas, regalan momentos de tranquilidad, alegría, esperanza y optimismo a los niños internados en el Hospital del Niño y a sus familiares.
Luego llegó el turno de Joel Hernández Zurita, quien antes de com partir su texto dirigió unas palabras emotivas y alegres. Fue así como la mayoría nos enteramos que está cumpliendo una condena en el reclusorio a cargo de la Dirección de Ejecución de Medidas para Adolescentes (DEMA). En ese centro se dan cita un grupo de lectores voluntarios que cada semana, a través de sus lecturas, acompañan a los jóvenes a transitar de una manera más llevadera su condena y les ayudan a abrir ventanas nuevas en sus vidas. La labor de los lectores en ocasiones se vuelve incluso un reto personal, y los resultados están a la vista. Joel, por ejemplo, gracias a su constancia y la de los lectores voluntarios, es ahora un hábil escucha, disfruta todo lo que se le comparte y es un lector voraz. El texto que Joel nos leyó se titula “El final del mundo de las letras en la vida de los hombres”, mediante el cual nos dejó entrever, además de su talento, una muestra de un léxico y la forma de escribir propios de un lector asiduo. También nos hizo sentir cómo entiende, vive, se emociona y ríe con cada escena de letras.
Así concluyó la presentación formal de la segunda edición de Élitros. Por un lado, la alegría innegable de tener el libro en nuestras manos y, por otro, comprobar cómo el Programa Seguimos Leyendo, del cual formamos parte, tiene un impacto positivo y trasciende en la vida de nuestros escuchas. También nos emocionó constatar el estrecho vínculo afectivo que se establece entre el lector y el escucha, particularmente con aquellos menos privilegiados o que atraviesan por circunstancias difíciles. Las lecturas también nos hicieron reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la libertad, privilegios que algunos de nosotros frecuentemente damos por hecho. Joel se retiró antes de que concluyera el evento, dejándonos su sonrisa y energía positiva y la seguridad de que está apto para su reingreso a la sociedad cuando los tiempos de su proceso así lo marquen. Una tarde excepcional.
Un reconocimiento especial al doctor Heriberto Antonio García, director general de Prevención y Reinserción Social, y a la licenciada Mónica Rodríguez Ojeda, titular de la Dirección de Ejecución de Medidas para Adolescentes, por coadyuvar y autorizar la participación de Joel, así como por apoyar y facilitar la labor de los lectores voluntarios en el centro a su cargo. El trabajo en equipo entre la FAHHO, el DIF, la DEMA y los lectores voluntarios demuestra que entre todos podemos contribuir a formar lectores autónomos, pensantes y críticos, y una sociedad menos desigual.
Los ikoots de San Mateo del Mar tienen una larga tradición textil que se remonta, probablemente, a la época precolombina. Fue documentada por primera vez por Federick Starr a finales del siglo XIX y está presente en diversas colecciones públicas y privadas, así como en numerosas publicaciones. Esta continuidad se debe a las mujeres tejedoras y hoy se manifiesta de forma creativa gracias a que algunas de ellas han sido reconocidas local, nacional e internacionalmente. Justina Oviedo Rangel fue una protagonista excepcional de esta historia: a lo largo de su vida tuvo la voluntad de renovar las formas de los tejidos y los estilos figurativos, desafiar las fronteras técnicas y ampliar sus capacidades abriéndose a nuevos conocimientos, sin dejar el surco de coordenadas estéticas y simbólicas en las que la comunidad sigue reconociéndose.
Müm Justina nació en 1938, en una época en que la mayoría de las mujeres de San Mateo sabían hilar, armar un telar y tejer, y no eran impulsadas a ir a la escuela. Le fue fácil empezar a tejer jugando, recogiendo hilos desechados por otras tejedoras de su misma familia. Como dio a conocer en una autobiografía, müm Justina aprendió mirando sin que nadie se hiciera cargo de una enseñanza directa y explícita. Si bien muchas tejedoras compartieron esa vivencia durante muchas décadas, cuando aún no había un mercado para los textiles ikoots, müm Justina pudo consolidar su experiencia tejiendo servilletas, manteles y huipiles por encargo de las mujeres de su pueblo, al mismo tiempo que les enseñaba a tejer. Trabajar sin descanso le permitió desarrollar su destreza, pero le dio sobre todo una actitud reflexiva hacia su actividad. El control sobre las técnicas que la tradición le brindaba alimentó una mirada creativa hacia el acervo de contenidos figurativos “tradicionales” y la voluntad de explorar las posibilidades aún no aprovechadas que la urdimbre le ofrecía.
Como ejemplo de ello, los motivos brocados adornan un solo lado de la urdimbre, por la forma de tejer en San Mateo; de hecho “no hay nada que se vea al revés de una servilleta” (ngomajiür nikwajind meweaiig a mandel majaraw): se ve blanca. La función de esta particularidad es reforzar la textura de la tela y proteger al brocado mismo. No sabemos qué llevó a müm Justina a concebir la utilización del lado de la urdimbre “no involucrada” en el brocado como un segundo espacio donde llevar a cabo otro proyecto figurativo independiente. Las hijas se acuerdan perfectamente de cuando su mamá les anunció que estaba planeando una servilleta que tuviera dos “cuerpos” y dos “colores”, uno para cada lado. Era un reto que las hijas no creían posible superar. Pero müm Justina, al cabo de día tras día de reflexionar, fue capaz de realizar con gran éxito su audaz proyecto. A partir de aquella conquista volvió a tejer obras de doble vista en centenas de proyectos diferentes con todas las formas posibles (rectangular, cuadrada, redonda, ovalada), multiplicando los contenidos en la misma medida que surgían espacios diversos a raíz de su invento.
En ombeayiüts (la lengua de Justina) se utiliza una misma raíz para “caminar” y para “tejer”, -jüy. Caminar y tejer comparten la necesidad de seguir una pista para alcanzar una meta o para lograr algunos diseños: mimbaj mandel, “las flores de la servilleta”. En ambos casos se marca o se adorna un espacio: con los pasos, akwüüch oleaj (“pisa el pie”), se dejan huellas en la tierra (iüt), mientras que con el pepenador (nindej) y con la lanzadera (chil) se adorna a la urdimbre, mixiüt mandel (“la vena de la servilleta”). Conforme camina el pepenador, va marcando poco a poco a la urdimbre, para que después la lanzadera deje brotar con sus colores las flores de la servilleta.
Si es imposible contar con cuántas “flores” adornó müm Justina sus obras, de igual forma es difícil conocer a cuántas mujeres (y también hombres) impulsó a sembrar las “flores” del arte textil; a ampliar sus conocimientos para que brotaran exuberantes; a cuántas personas enseñó “a caminar” y con el tiempo a asumir su misma actitud innovadora. Una personalidad tan fuerte como la de müm Justina animaba a sus hijas, Cristina, Victoria y Elena, en lugar de frenar sus habilidades y su creatividad. Cada una de ellas respondió al estímulo de una manera diferente, desarrollando habilidades técnicas y capacidades expresivas específicas.
Lo que müm Justina realizó es resultado de una feliz ansiedad innovadora, un deseo comunicativo sin fronteras y un tranquilo afán identitario, que se han vuelto instrumentos esenciales para la memoria de San Mateo del Mar y la reivindicación de los ikoots, un logro para todo el mundo indígena y para el arte textil en general.
Hace unos días me enseñaban la hoja de san Pablo, una planta que crece en las cornisas y puede verse en algunos antiguos balcones de la ciudad, donde asoma y asombra por la excentricidad de su hábitat. ¿Qué hace ahí, aferrada al muro, en un lugar al que aparentemente no pertenece? Su semilla viaja y germina sobre la arcilla y la arena, elementos que han tomado la forma transitoria de aleros o terrazas en las fachadas de Oaxaca. Esto me hizo pensar en la adaptación y las mezclas, en las cosas que viven en un medio ajeno, en apariencia, como los que migran y estallan en las colisiones de la mudanza. Pensé en la extranjería, uno de los estados fundantes de la escritura, cuando el extrañamiento dibuja la singularidad de la vida, y aparecen relieves, contornos, formas, donde antes solo se ofrecía la planicie de la costumbre. El suelo bajo tus pies se convierte, por un tiempo, en materia movediza, hasta que logras resituar tu posición y observas los cambios.
La relación de México con la perspectiva extranjera es casi un género aparte, siendo algunas novelas de Roberto Bolaño su ejemplo más reciente. Este último es responsable de muchas peregrinaciones nuevas al ombligo del mundo, atraídas por el anzuelo de una obra que revitalizó la curiosidad por el habitar mexicano. De los poetas presentes en la muestra Residencia temporal: seis poetas chilenos en México (Aldus eds. 2016), cinco de ellos estoy seguro que fuimos, en gran medida, imantados por Bolaño.
En el fondo, creo yo, estaba el interés por vivir en otro país (fuera del “horroroso Chile” como dice Enrique Lihn), un tópico de la historia literaria que, más allá de los manuales y el esnobismo, enfrenta muchísimos saltos, entre ellos, los del estatuto legal y lingüístico de los individuos.
La portada del libro recrea la credencial que el INM (Instituto Nacional de Migración) entrega a los extranjeros, otorgándoles una residencia temporal o permanente, según el caso. En ella los apellidos de los autores: (Martín) Cinzano, (Sebastián) Figueroa, (Antonio) Rioseco, (Manuel) Illanes, (Bernardo) Colipán y (Rodrigo) Landaeta, interpuestos en una especie de código de barras. En este plano, como gestor y editor del proyecto, me interesaba recoger de la propia estética del poder los elementos más visibles del libro: su nombre y su portada. Residencia temporal es una expresión que posee en sí misma, me parece, una dimensión poética, por lo que bastaba con tomarla y reinscribirla en el libro para hacer notar su doble sentido, existencial y político a la vez. En cuanto a la portada, me interesaba mostrar algunas marcas de la visualidad oficial: símbolos y tonos patrios (mexicanos), comunicación impersonal y numeraciones aleatorias, signos con los que el poder fija las identidades.
El trabajo con el lenguaje es, a fin de cuentas, la tarea del escritor, y al proyectar este libro quería conocer lo que había ocurrido o estaba ocurriendo con estos poetas situados en la intensidad del contexto lingüístico y cultural mexicano. ¿Qué sucede con las palabras cuando cruzan la frontera?, ¿qué pasa con la imaginación y la memoria cuando entran en contacto con una materia verbal diferente? Son preguntas que guían mi conciencia de este habitar, camino con ellas, y otras tantas, como sutiles hologramas que surgen a mi paso, encarnando su interpelación y también su respuesta. Son preguntas que cabe hacerse ante esta muestra, seis escrituras en proceso, marcadas por la experiencia mexicana y en cierta medida transformadas por ella. Como la hoja de san Pablo, constituyen diferentes brotes surgidos en suelo extranjero, especies que seguirán creciendo, donde sea, o encontrarán en el silencio, pasajero o definitivo, otro lenguaje igualmente válido.
• 20 años del Programa Home Runs Banamex (1996-2016) • 188 millones de pesos bolsa total en la Ciudad de México y Oaxaca desde 1996 • 3 243 donativos en ambas entidades desde 1996 • 13.8 millones de pesos bolsa total 2016
OAXACA 2016
• 70 millones de pesos donados en Oaxaca desde 1996 • 101 instituciones beneficiadas en Oaxaca en 2016 con 102 proyectos • 77 000 beneficiarios directos • 4.7 millones de pesos para 102 proyectos que benefician a los siguientes sectores: • 30 Bienestar social • 22 Plataforma educativa • 14 Educación/capacitación • 12 Fomento al deporte • 8 Ecológico/ambiental • 7 Salud • 6 Proyectos productivos • 3 Cultura
CIUDAD DE MÉXICO 2016
• 117.5 millones de pesos donados en la Ciudad de México desde 1996 • 300 instituciones invitadas al programa • 228 asistieron a la presentación de la mecánica 2016 • 189 instituciones solicitaron apoyo • 130 beneficiadas en la Ciudad de México y zonas conurbadas en 2016 • 33 000 beneficiarios directos • 9 millones de pesos para 130 proyectos que benefician a los siguientes sectores: • 43 Salud • 41 Educación/capacitación • 34 Bienestar social • 6 Proyectos productivos • 3 Fomento al deporte • 2 Cultura • 1 Ecológico/ambiental
Como parte del Proyecto de Filología de las Lenguas Otomangues que se lleva a cabo en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, actualmente se están digitalizando los documentos escritos en lenguas originarias resguardados en el Archivo Histórico Judicial de Oaxaca (AHJO). La consulta de los expedientes de este archivo ha permitido también identificar otros materiales asociados con el tema de las lenguas, como lo es un real despacho impreso, del 13 de julio de 1708, enviado por el virrey a la alcaldía mayor de Teposcolula, y que se conserva en el Fondo Teposcolula, sección Civil.
Este documento nos muestra los esfuerzos de la Corona española, las autoridades virreinales y los obispos por imponer el uso del castellano en las poblaciones indígenas a finales del siglo XVII y principios del XVIII, con la idea de que esto permitiría una mejor evangelización en la fe cristiana. En este despacho, el virrey Francisco Fernández de la Cueva Enríquez (mejor conocido como el virrey duque de Albuquerque) reproduce una real cédula emitida por el rey Carlos II el 6 de abril de 1691, en la que se dan instrucciones precisas para llevar a cabo la enseñanza de la lengua castellana en los pueblos de indios.
La real cédula de 1691 ordena el establecimiento de “Escuelas con Maestros que enseñen a los Indios la lengua Castellana”. En las ciudades y pueblos grandes debían ser dos, “que en la vna ayan de concurrir solamente los Niños, y en otra las Niñas”, mientras que en las poblaciones pequeñas sería sólo una, pero “con separacion los muchachos de las muchachas”. Además, se ordenaba que “las Niñas en todas partes han de poder ir à estas Escuelas hasta la edad de diez años, y que en passando de ellos no se les permita que vayan”.
Los maestros, que habían de ser “inteligentes, y ladinos en la lengua Castellana”, serían pagados por la comunidad, que debía “dotar y señalar congrua a los Maestros”. Los salarios debían ser calculados “en la porción, y cantidad que prudencialmente, y sin exceso se juzgare preciso, y necesario para mantenerse, según es preciso que en cada parte tuvieren los mantenimientos, y vestuarios”. La paga saldría de los bienes de comunidad o, en su defecto, de una milpa que se destinaría a ello y que sería trabajada por todos los vecinos de cada población.
Las autoridades españolas sabían que la población no acudiría inmediata, masiva y voluntariamente a aprender castellano, por lo que en la real cédula se ordena que para ser miembro del cabildo se debía hablar castellano: “para inducir, y obligar a que los Indios aprendan la lengua, y que embien a sus hijos á estas Escuelas, se manda que ningún Indio pueda tener Officio de República que no supiere la lengua Castellana”. También se establece un plazo de cuatro años a partir de la notificación del contenido de la real cédula para que los miembros del cabildo en funciones aprendan dicha lengua y no se vean “perjudicados en este honor, y conveniencia”.
En la parte final de la real cédula se asegura que todas estas acciones van encaminadas a “la mayor honrra y gloria de Dios, pues sabiendo los indios la lengua Castellana, se instruirán radical y fundamentalmente en los misterios de nuestra Santa Fé Católica”.
Despachos como el encontrado en el AHJO fueron enviados por el virrey, duque de Albuquerque, a los corregidores y alcaldes mayores de las jurisdicciones que abarcaba el obispado de Oaxaca, a petición del obispo fray Ángel Maldonado. El obispo Maldonado había tomado posesión de su diócesis el 10 de julio de 1702, sólo unos meses después de que se ejecutara la sentencia definitiva contra los “idólatras” de Caxonos, del corregimiento de Villa Alta, el 11 de enero de ese año.
Justamente el caso de idolatría y rebelión de 1700 en San Francisco y San Pedro Caxonos, y su posterior sentencia, dieron pie a una primera visita del obispo a la región de Villa Alta en noviembre de 1702. En esta visita el prelado comprobó que las creencias religiosas locales seguían vivas, por lo que en diciembre del mismo año instituyó una absolución general para todos aquellos que confesaran sus transgresiones, siempre que no fueran“maestros de idolatrías”.
Durante el periodo entre 1702 y 1706 el obispo mantuvo una campaña de erradicación de idolatrías y perdón a los pueblos. Para obtener la absolución los pueblos debían denunciar a sus maestros de idolatría, entregar sus textos rituales y confesar sus prácticas ceremoniales. Consiguió que 104 pueblos zapotecos de la región de Villa Alta se registraran para ello. Tanto los testimonios orales colectivos como los cuadernos utilizados en los ritos (cantos, calendarios, oraciones) tenían como vehículo de expresión la lengua zapoteca. Esta relación entre idolatría e idiomas originarios seguramente fue el motivo por el que el obispo enviara al virrey tres memoriales, el 12 y el 14 de marzo, así como el 9 de julio, solicitando que “se librasen despachos con su insercion [de la real cédula de 1691], para que en su virtud, y debaxo de los apercibimientos convenientes, todos los Alcaldes mayores del distrito de su Obispado la observen, y pongan en practica su contenido”.
La respuesta de los propios pueblos y la manera de abordar esta obligación serán objeto de una segunda parte de esta colaboración. En ella abordaremos las respuestas que dieron en los pueblos de la Mixteca y los argumentos que los propios cabildos ofrecieron para elegir a determinados ciudadanos para esta labor obligatoria de castellanizar a sus infantes.
Así como la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, lo mismo podemos pensar que sucede con el espacio urbano. El territorio sobre el cual ha sido edificado el actual modelo de desarrollo urbano —expansivo, segregado y desigual— puede revertirse para tener un entorno más incluyente y saludable si las soluciones que se plantean toman en cuenta a la ciudadanía en los procesos de transformación y contemplan el impacto que cada acción genera en el entorno. Este planteamiento es el que intenta llevar a la práctica la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, a través de Casa de la Ciudad y en colaboración con el Municipio de Oaxaca de Juárez, con el programa Centros de Barrio. El tercero y más reciente de ellos, el Centro de Barrio Bugambilias, después de un año de construcción, finaliza su primera etapa. Situado en un terreno que en algún momento fuera ocupado por un centro de acopio de basura diferenciada en la periferia norponiente de la ciudad de Oaxaca, en la zona de Santa Rosa Panzacola, ha sido recuperado y hoy en día es un espacio público cualitativo que los habitantes y visitantes pueden disfrutar.
En el aspecto técnico de esta primera etapa, el proyecto logró definir dentro de un conjunto arquitectónico tres áreas principales. La primera se compone de una zona de parque, dispuesta en tres niveles distintos de terrazas, cada una con actividades que permiten la convivencia entre habitantes de distintas edades: la más elevada con un área de juegos infantiles, la siguiente un gimnasio al aire libre y la más baja una huerta urbana. Esta zona cuenta con una rampa de acceso desde la calle Cornerina, que circunda el parque hasta llegar al segundo núcleo que articula el conjunto, el cual consta de un edificio de biblioteca y otro de talleres, que se comunican a través de un patio central, permitiendo extender las actividades de lectura o talleres al ambiente fresco y sombreado del patio. Ambos cuerpos fueron edificados con estructura de madera aparente certificada, pisos de petatillo de ladrillo rojo recocido, una techumbre ligera de láminas de fibrocemento y un sistema de muros a base de ecoladrillos. Aprovechando el desnivel del terreno, la cubierta del edificio de biblioteca fue diseñada como una estructura escalonada que funge a la vez como las gradas de la tercera área del conjunto: la zona deportiva, que consta de una cancha multifuncional, la cual ya existía pero fue rehabilitada, y una zona para practicar patinaje urbano. Un sistema de captación de agua pluvial abastece parcialmente al conjunto, y la iluminación general la brindan 5 luminarias nuevas con tecnología led.
Además del aspecto constructivo, se encuentra otro fundamental, la participación ciudadana, que en esta primera etapa contempló cuatro estrategias: talleres de diseño participativo y asambleas públicas para incluir a los habitantes en la toma de decisiones sobre su espacio; la aportación de mano de obra y organización vecinal para su edificación a través de más de 50 tequios; una campaña en la que se recolectaron más de 3000 ecoladrillos equivalentes a una tonelada de residuos plásticos gracias a la colaboración de personas, escuelas y organizaciones; y finalmente un programa de actividades de vinculación cultural, académica y recreativa organizadas por el equipo de Casa de la Ciudad, diversos actores y organizaciones aliadas, así como por los mismos habitantes del barrio. Proyecciones al aire libre, torneos de futbol, conciertos, talleres de carpintería, tejido, reciclaje, o pintura, estas actividades permitieron una genuina resignificación y apropiación del espacio público por parte de la comunidad. Así, esta primera etapa logró finalmente transformar la idea de esa porción del espacio urbano como un centro de acopio de residuos a uno con un lugar dentro del imaginario social de la comunidad, un espacio abierto para la convivencia, la identificación y el aprendizaje de todos los que habitan o visitan el barrio.
El viajero recorre ínsulas y páramos, valles y espesuras, parajes y espacios: observa, del mundo externo, los haberes y habitares, sus contornos, el suelo, el cielo; del mundo interno, lo que su imaginación desbordada entiende e interpreta, lo que su contemplación advierte, ya no en la llanura del horizonte, sino en la trama de las rutas que su ya extensa carta náutica le ha ido encarnando en la vista, en los ojos del alma.
Mauricio Gómez Morin, el artista, viaja e ilustra. Su ilustración, una revolución de las ideas en torno a la libertad, crea en su transitar un lenguaje visual propio y contundente que ha creado ya numerosas constelaciones gráficas a lo largo de décadas de producción. Su vasta obra es una alquimia inesperada donde sus diversas técnicas y formatos –dibujo, serigrafía, xilografía, litografía y tintas en papeles, paredes, lonas, lozas ya sea como muralismo, estampado o intervención de objetos– exploran y se explayan con una estética constantemente permeada por el grabado. Su estética, amplia y ancha, es una identidad poética: versa y dialoga con las imágenes de las cosas y los seres que en el tiempo y la memoria nos dotan de cuerpo, y que lo mismo esboza caballos de tinta que laberintos, barcos que sombreros: aves y mariposas, bicicletas y corazones, metates y jícaras. Y es que su médula se acendra y abreva de un imaginario inspirado en los muchos Méxicos que coexisten –el urbano, el rural, el indígena, el migrante, el cosmopolita, el histórico, el florido, el destruido, el inventado– para, desde todos ellos, pensar y esbozar la ciudad de asfalto, los diablitos de madera y los de luz, los rostros del andar cotidiano, del pueblo, sobre la calle, por la infancia, de cualquier lugar y cualquier país, y en ellos el juego, la pérdida, la belleza, el descubrimiento.
Es esa estética, la transmutación a la que arriba y desde la cual inicia cada recorrido, la que define y le permite detonar la particular forma con que desentraña las palabras que con sus ilustraciones acompaña. Porque Mauricio, ese maestro constructor, es un ilustrado lector, admirado y fascinado por las historias, que sobre todo orquesta universos librescos: sentado en su estudio, rodeado de sus pinceles y sus pixeles, lee un cuento, imagina un espacio libro para colocarlo, distribuye en sus páginas las letras para después construir, gubia contra clavo, su narrativa de imágenes, la otra mirada que a contrapelo de la palabra trazará escenarios, personajes, artilugios y vaivenes con fervor creativo: los libros entonces aparecerán y serán, amalgama de paisajes literarios y urdimbres visuales, otro territorio, lo ignoto.
Numerosas repisas albergan los incontables libros que Mauricio amorosamente ha ilustrado, pensado, armado, diseñado, dirigido, creado: pequeños navíos que el viajero ha echado a navegar a sus propios destinos como barquitos de papel en charcos sobre la calle, acechando coladeras y alcantarillas, selvas oaxaqueñas o puertos ingleses. Su obra, en portadas e interiores de libros (libros álbum libros de cuentos libros de asuntos, libros informativos), en revistas y en museos, con la expresión y la destreza de esa minuciosa plumilla con que talla y detalla y hace emerger de la nada las imágenes que han de trastocarnos para siempre, no podría sino ser axioma de quien la realiza y la transmite; porque Mauricio ha sido no sólo un transformador de la educación visual de la niñez mexicana, la de antes y la de ahora, y de los lectores de todas las edades, sino un formador de ilustradores que bajo su dirección de arte precisa y amistosa han entendido y propiciado en conjunto una nueva forma de dialogar con los libros, de hacerse lustradores de libros, de hacer del ilustrador un artista. Y un artista siempre crítico de la realidad nacional, siempre alerta del accionar desde abajo y a la izquierda, siempre comprometido con la transformación cultural.
El mapa del viaje ilustrado de Mauricio Gómez Morin, reflejo de una historia, de una época y de una ideología, reúne hoy en estas postales esa devota y sempiterna cartografía de destinos que pintan la existencia para dialogar con la esperanza y hacer posible el encuentro y en él, el entendimiento.
El trayecto San Quintín–Ensenada será un momento imborrable en la vida de Víctor Bojórquez. Fue durante ese traslado cuando el teléfono sonó para recibir una noticia que esperaba, aunque nunca imaginó que tan pronto, ser el mánager de los Diablos Rojos del México.
Antes del nombramiento, “El Flamingo” se encontraba diriginendo de manera destacada a los Marineros, sucursal del equipo en la Liga Norte de México, mientras que la Pandilla Roja no podía reponerse de un mal inicio de temporada.
El nombre de Víctor Bojórquez ya había salido a la luz como un candidato para tomar las riendas del primer equipo, desde que Miguel Ojeda salió para comenzar una carrera como estratega en Estados Unidos, aunque finalmente la decisión recayó en José Luis Sandoval.
Con una trayectoria intachable como jugador y una preparación de varios años como coach, Bojórquez recibió la confianza de la directiva roja para tomar la enorme responsabilidad de evitar que el equipo se alejara de su postemporada 34 de manera consecutiva.
El nuevo reto para el sinaloense es de alguna forma la continuación de una constante en su vida, salir adelante cuando las condiciones son adversas y el margen de error se reduce al mínimo. Así lo explica: “Desde mis años como jugador estuve acostumbrado a luchar contra todo. Siempre estuve rodeado de compañeros con capacidades más grandes que las mías, y eso me obligaba a nivelar la balanza con absoluta entrega y disciplina. Hoy trato de inyectarle eso a mis jugadores, que se atrevan explotar todo su talento en cada jugada”.
“El Flamingo” no va solo en la aventura, además de un batallón de 30 jugadores y un amplio equipo de coaches, su esposa Lilí y sus tres hijos representan el gran soporte cuando las cosas se complican, y su equipo favorito para festejar los grande triunfos. La relación con su familia es tan abierta que su segundo hijo lo mantiene al tanto de situaciones que han cobrado mucha relevancia. “El mayor es muy serio y reservado. El más pequeño lo único que quiere es mantenerse entretenido. Ángel es quien me sigue a todos lados y todo el tiempo me está haciendo preguntas de lo que observa durante los juegos. Ya son varias ocasiones que me sorprende su claridad para interpretar acciones que podrían ser insignificantes para un aficionado que asiste o ve los juegos todos los días”.
Víctor Bojórquez representa todo lo que los Diablos Rojos desean proyectar. Su opinión y comportamiento como jugador contribuyeron a la cosecha de campeonatos, triunfos y récords de gran magnitud, además de que cuando puso fin a su carrera como deportista de alto rendimiento, su curiosidad y capacidad de aprendizaje le han permitido expresar de la manera correcta los secretos del éxito a sus pupilos. Sabe que no es uno más, pero sus jugadores entienden que sus medallas no han sido obra de la casualidad ni de improvisación.
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