El tesoro documental de Adabi

Los papeles son los que
duermen y despiertan a su aire, los que reclaman atención
o están en la tranquilidad pausada y larga de los años.
Juan Manuel Herrera Huerta

Adabi ha dejado huella en la nación mexicana por ejecutar proyectos estratégicos de rescate documental y bibliográfico. Durante 20 años ha desarrollado un diálogo colaborativo con un gran número de instituciones públicas y privadas.

La memoria documental de esta trayectoria se resguarda en su archivo, ubicado, desde el 2014, en la colonia Del Carmen, Coyoacán, en la Ciudad de México, espacio que alberga a la institución actualmente.

De 2008 a 2014, previo a la llegada del archivo a su actual ubicación, se concentró en la oficina de la Secretaría Técnica de Adabi, en la calle Cerro de San Andrés de la colonia Campestre Churubusco en la Ciudad de México. En ese espacio solo se albergaba la documentación relativa a la gestión de proyectos ordenados geográfica y cronológicamente de acuerdo con las necesidades operativas de esa área.

Actualmente, el archivo institucional se clasifica en ocho secciones documentales que corresponden a Dirección, Coordinación de Archivos Civiles y Eclesiásticos, Centro de Conservación, Restauración y Encuadernación, Coordinación de Bibliotecas y Libro Antiguo, Coordinación de Fuentes Fotográficas, Difusión, Publicaciones y Administración.

En este archivo se resguardan 40 metros lineales de expedientes que se articulan en documentos de concentración instalados en cajas de polipropileno AG-12 que van Los papeles son los que duermen y despiertan a su aire, los que reclaman atención o están en la tranquilidad pausada y larga de los años. Juan Manuel Herrera Huerta de 2003 a 2013, y documentos en fase semiactiva en un archivo intermedio con una cronología de 2014 a 2021 en cajas con folders colgantes.

Cuenta, además, con dos instrumentos de descripción, un inventario general donde se especifica el contenido de cada uno de los expedientes y su ubicación, además de una Guía de Series cuyo propósito consiste en especificar procedencia, objetivo, descripción y vigencia de los documentos que se resguardan en ellas.

Fondos incorporados

El Archivo de Adabi resguarda tres fondos incorporados que son eslabones para entender la fundación de la asociación civil y para complementar la historia de la archivística en el país.

El Fondo Personal Jorge Garibay Álvarez (1935-2020) es testimonio de una vida dedicada a la archivística, decantada, principalmente, por las instituciones eclesiásticas que hoy en día han demostrado ser fuente de riqueza histórica y cultural y que son merecedoras de preservación y difusión.

El maestro Garibay logró visibilizar la riqueza documental de este tipo de fondos y se preocupó por generar relaciones con la jerarquía eclesiástica para restaurar la confianza en la relación Iglesia-Estado; realizó fructíferos rescates documentales; capacitó y sensibilizó a varias generaciones de estudiantes de Historia en el ámbito patrimonial, realizó valiosos manuales con el objetivo de avanzar en la profesionalización de la labor archivística y elaboró distintos instrumentos de difusión, entre ellos la revista Amare.

En su fondo personal converge su actividad profesional y personal resguardado en 15 cajas AG-12, acompañadas de un anexo fotográfico y una colección documental.Actualmente, este fondo está a disposición de la consulta pública en el Archivo de Adabi.

El Fondo Fideicomiso Preservación de la Memoria de México resguarda la producción documental generada en el cumplimiento de las funciones del órgano denominado Fideicomiso Preservación de la Memoria de México. En diciembre de 1999, la doctora Stella María González Cicero fue nombrada directora general del Archivo General de la Nación y con el objetivo de contribuir, continuar y mejorar las funciones institucionales, junto con el contador Alfredo Harp Helú, la doctora María Isabel Porrúa, archivistas, particulares e intelectuales impulsó la creación del Fideicomiso Preservación de la Memoria de México. Esto permitió el desarrollo de estrategias de organización, descripción y difusión documental, por medio de programas específicos con metas establecidas a corto y largo plazo, sujetos a la aprobación de un comité técnico.

El fideicomiso se destinó, esencialmente, a ejecutar proyectos en torno al cumplimiento de las atribuciones que le confiere el Ejecutivo Federal al Archivo General de la Nación como entidad central de consulta de los archivos de la federación, entre ellos la organización y descripción del Archivo Histórico Central; la capacitación y actualización del personal en torno a procesos archivísticos y de estabilización de documentos en diversos soportes como fotografías; además de lo referente a la reparación y modernización de espacios para dignificar el albergue del archivo, como la remodelación de ciertas áreas del Palacio de Lecumberri.

A su vez, ambiciosos proyectos se dejaron en manos del fideicomiso, como el rescate de más de 100 archivos municipales;la digitalización de 5100 tarjetas de migración de la Serie Libaneses para la elaboración del inventario y del disco compacto Migrantes Libaneses en México; el rescate y organización de archivos municipales y parroquiales del estado de Oaxaca; el inventario general de los archivos parroquiales de la IV Vicaría Episcopal del Arzobispado de México; el rescate de archivos parroquiales y municipales Mixes de Oaxaca; una Guía General de Archivos Estatales y, por último, con el objetivo de modificar la heterogeneidad de los procesos de trabajo en los archivos de México sumándole el incremento del nivel de calidad de los mismos—, se impulsó la renovación del Sistema Nacional de Archivos y el fortalecimiento de los Comités Técnicos de Archivos Federales y Estatales.

El Fideicomiso Preservación de la Memoria de México se mantuvo activo del 2000 al 2003, año en el que la doctora González terminó su ciclo como directora del AGN, y sus documentos se mantienen resguardados en 7 cajas AG-12 que ya se encuentran descritas en un inventario general.

La doctora Stella María González ha dedicado su vida al rescate del patrimonio bibliográfico y documental del país, ocupó cargos públicos enfocados a esta labor de 1977 a 2003, año en que continuó este trabajo desde el ámbito privado, en Adabi.

Debido a ello, se creó el Fondo Stella María González Cicero, cuya concentración documental ha comenzado a ser intervenida con fines precautorios en los últimos meses y actualmente se resguardan cuatro metros lineales de documentación con una cronología que va de 1945 a 2022.


Nuestro encuentro con Adabi

Imagen de la Colección Sindicalismo Universitario.

Entre 2008 y 2011 tuvimos la oportunidad de trabajar con Adabi en tres proyectos para el procesamiento archivístico de dos grupos documentales: el Archivo Gildardo y Octavio Magaña Cerda y la colección Sindicalismo Universitario, ambos conservados en el Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México (AHUNAM) que en aquel tiempo tuve el honor de coordinar.

Acerca de la experiencia en el procesamiento del fondo y la colección, diré primeramente que fue muy grato trabajar con Adabi; la confianza depositada en el equipo del AHUNAM nos dio la posibilidad de desarrollar un tratamiento integral de organización y descripción, tomando como base el principio de Descripción multinivel asentado en la Norma Internacional de Descripción Archivística del Consejo Internacional de Archivos, cuya versión definitiva se dio a conocer en el año 2000.

Estos proyectos dieron como resultado tres publicaciones que establecían los tres niveles de descripción archivística: guía, inventario y catálogo.

La organización y descripción de fondos y colecciones archivísticos es fundamental, sobre todo en un acervo con la relevancia del AHUNAM que comprende grupos documentales no solo universitarios de invaluable importancia para la conservación de su memoria, sino también incorporados y que, sin ser propiamente universitarios, contienen información sustancial sobre hechos de interés histórico para la sociedad, como es el caso del Archivo Gildardo y Octavio Magaña Cerda.

Una de las características de las universidades, y en general de las instituciones de educación superior, es que coadyuvan con la sociedad en la salvaguarda del patrimonio documental, conservando esos testimonios que, las más de las veces, son donados por particulares para ser conservados de manera permanente en sus acervos y que puedan estar abiertos a la consulta pública.

Así, es común ver en los archivos de las universidades no solo los documentos institucionales que permiten la construcción de su identidad, sino también de aquellos que dan noticia del pasado social en sus diversos momentos. En ellos se refleja la universalidad del ser institucional.

Archivo Gildardo y Octavio Magaña Cerda.

En este tenor, los proyectos trabajados con las aportaciones de Adabi han dado resultados sumamente valiosos, y no solamente para la UNAM, sino para la sociedad entera.

Los instrumentos descriptivos publicados —elaborados con base en una sólida organización documental y siguiendo la teoría y principios archivísticos— son garantía para los investigadores y ciudadanos en general; poseen información confiable, eficaz y, sobre todo, integral, no solo proporcionan datos históricos en sí mismos, sino de los contextos de producción y de organización de los documentos y todavía más, de los procesos archivísticos aplicados.

Estoy seguro de que nuestra experiencia no es única: todas las instituciones que han tenido la oportunidad de trabajar con la asociación darán su testimonio y seguramente elogiarán, como yo me permito hacerlo ahora, la labor de quienes, al frente de tan noble institución, la han hecho perdurar durante estos 20 años. Larga vida a Adabi por el bien de nuestro patrimonio documental.


La conciencia del valor e importancia del Libro Antiguo en México

Atlas de Gerardus Mercator, ejemplar de la Biblioteca Palafoxiana, Puebla.

Adabi de México nació en 2003 con dos vertientes muy claras: el rescate de los archivos históricos y de los libros antiguos, áreas de oportunidad que claramente necesitaban ser atendidas dentro del plan de consecución del rescate del patrimonio documental de México.

En el momento en que se creó la Coordinación de Bibliotecas y Libro Antiguo, el conocimiento y los alcances acerca del tema estaban reservados a un reducido grupo de conocedores debido al restringido acceso que se tenía al material por la propia naturaleza de este. “Antiguo” era la etiqueta bajo la cual se agrupaba parte del patrimonio bibliográfico de México que contenía el saber occidental desde la época de la creación de la imprenta europea y su contraparte novohispana, y, en menor medida, el proveniente de las prensas de la flamante nación mexicana, agrupado en diferentes repositorios, como bibliotecas conventuales, seminarios conciliares, colegios de órdenes religiosas, casas de formación de religiosos de la etapa novohispana, así como de colecciones de particulares, con ejemplares incluso del siglo XIX, entre otras procedencias. Por otro lado, el rescate de los acervos bibliográficos era algo todavía más complicado, pues poquísimos eran los interesados capaces de conseguir el rescate institucional de una colección bibliográfica antigua. Durante muchos años, ya avanzado el siglo XX, el tema sobre libro antiguo fue de escaso dominio e interés general. Se hicieron esfuerzos desde la Biblioteca Nacional de Antropología, la Biblioteca Nacional de México y otros estudios aislados de investigadores e historiadores del arte, sin olvidar lo que existía sobre el tema en otros estados.

Uno de los impulsos decisivos para el estudio del libro antiguo en México fue el terremoto que sufrió la ciudad de Puebla en 1999 y que dañó considerablemente la estructura que albergaba la primera biblioteca pública reconocida del continente americano: la Palafoxiana. Instituciones internacionales, como World Monument Found, nacionales, como Fomento Cultural Banamex, locales, como el entonces Gobierno del Estado de Puebla y organismos sensibles a la cultura y los bienes en que esta se manifiesta, se abocaron a restituir a este recinto su magnificencia. En dicho proyecto se sentarían las bases de lo que sería la Coordinación de Bibliotecas y Libro Antiguo de Adabi.

Desde los inicios de la Asociación, la Coordinación de Bibliotecas se ocupó directamente del patrimonio bibliográfico mexicano, realizando en dos décadas, 58 proyectos que implicaron a bibliotecas de todo tipo: estatales, parroquiales, universitarias, de museos, de órdenes religiosas, de sagrarios, conventuales, monacales, de congregaciones y hasta aquellas inscritas en el registro de Memoria del Mundo.

Los proyectos desarrollados por Adabi han permitido conocer la riqueza bibliográfica en estados como Durango, Ciudad de México, Colima, Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. Se ha trabajado con la Biblioteca Francisco de Burgoa, la Biblioteca Andrés Henestrosa, la Biblioteca Armando Olivares, el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, el Colegio de Vizcaínas, la Biblioteca Eusebio Kino, la Hemeroteca Pública de la Universidad Michoacana de Nicolás de Hidalgo, el Monasterio de Santa Catalina de Siena, el Museo Virreinal de Zinacantepec, el Sagrario Metropolitano de Puebla, la Biblioteca Central Pública del Estado de Durango, la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, la Biblioteca Pública de Tlaxiaco, la Biblioteca Palafoxiana, el Archivo Municipal de Orizaba, el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, la Biblioteca Fray Rafael Checa Curi, el Museo Franz Mayer, el Museo Regional de Guadalupe, el Casino Español, el Seminario Palafoxiano de Puebla, el Seminario Conciliar de Querétaro, la Biblioteca de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, el Archivo Histórico del Arzobispado de Yucatán, entre muchas más organizaciones públicas y privadas.

Adabi genera catálogos de consulta como testimonio de la labor realizada, información que es publicada por la asociación. Gracias a una plataforma común de catalogación se creó el Catálogo Colectivo de Fondos Bibliográficos Antiguos de México que desde 2010 recoge el contenido de libros antiguos en 58 repositorios de 13 estados de México. Desde su aparición ha incluido nuevos acervos que han sido revisados por estudiosos nacionales y extranjeros.

Todos aquellos que han seguido con regularidad la labor de Adabi se han percatado, sin duda, de que el rescate de un acervo puede entrañar hallazgos completamente inesperados y que implican la intervención de dos o más coordinaciones, tal como ocurrió con el proyecto multidisciplinario llevado a cabo en San Bartolo Soyaltepec, Oaxaca. Esta labor inició con el rescate del archivo parroquial y el hallazgo de unos libros de música antiguos y desconocidos, el estudio de dichos materiales llevó a su restauración —con el permiso del pueblo— y a la generación de un folleto y dos videos que dan testimonio de que el Graduale Sanctorale, uno de los libros hallados entre estos objetos olvidados del templo de San Bartolo, es un impreso de 1579 realizado en prensas novohispanas, detectado como un ejemplar único en el mundo. De igual manera, en el trayecto de estos 20 años se identificaron el incunable Canon, omnis utriusque sexus disputatum ac repetitum; las obras de Ovidio, edición única en el país basada en el manuscrito más antiguo que se conoce de dicho autor y otros tres publicados por Baptista de Tortis en Venecia, además de la identificación de la segunda edición de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz que incluye un raro retrato de la Décima Musa. Todas estas son obras no registradas con anterioridad en el mundo, o extremadamente raras dentro de los diversos acervos catalogados por Adabi, lo que sin duda implica un valioso aporte no solo a la historia del libro antiguo mexicano, sino también a la ampliación del conocimiento de los canales de distribución de los libros europeos en las tierras americanas, en ese entonces, recién descubiertas.

Otro aporte para destacar es la extensa bibliografía sobre el tema del libro antiguo y otros relacionados, ya sea en publicaciones propias o en coediciones, obras que permiten la difusión del conocimiento que antes, por distintas circunstancias, le era reservado a unos pocos y que contribuye de manera importante a la intención de la asociación de expandir y socializar el conocimiento sobre el libro antiguo en México. Entre otros logros cabe destacar que este trabajo de Adabi contribuyó a la obtención del premio UNESCO/Jikji en el año 2013.

Gracias a la labor de la asociación, tanto en el rescate y la capacitación, diagnóstico, tasación y divulgación del libro antiguo, y sin contar con esfuerzos semejantes realizados por otras instituciones, Adabi se ha convertido en un referente necesario en temas de libro antiguo, además de ser conocida la inspiración que ha ejercido en nuevas generaciones de bibliotecarios, historiadores, estudiosos de Letras Clásicas y en estudiantes y niños que mediante talleres se adentraron en el mundo del libro antiguo.


De las Bibliotecas Antiguas de Zacatecas

Libros con marcas de fuego en el Fondo Antiguo de la Biblioteca del Museo de Guadalupe, Zacatecas.

La historia de los libros en Zacatecas se remonta a mediados del siglo XVI, cuando el estado apenas iniciaba como un sitio minero. En 1560 (14 años después de su descubrimiento) se realizó una inspección de todos los libros que existían en las minas con la finalidad de separar aquellos que la inquisición no autorizaba.

De esto resultaron “tres petacas llenas de los libros prohibidos”, lo cual nos permite imaginar la cantidad de ejemplares que ya circulaban en el sitio.1

Durante el Virreinato, se asentaron en la ciudad seis órdenes religiosas (franciscanos, agustinos, dominicos, jesuitas, juandedianos y mercedarios) con sus respectivas bibliotecas; además de abogados, médicos y otros profesionistas y aficionados a la lectura que también poseían sus propios libros.

Al día de hoy, Zacatecas ha conservado gran parte del acervo bibliográfico que poseyó desde esa época, sumando, además, las colecciones que se añadieron durante el siglo XIX, dando como resultado los fondos especiales Biblioteca Elías Amador, Biblioteca de la Catedral de Zacatecas, Biblioteca del Museo de Guadalupe del excolegio de Propaganda Fide y la Biblioteca del Seminario Conciliar de la Purísima de Zacatecas; entre todas, resguardan cerca de setenta mil libros.

Rescatar y dar a conocer estas bibliotecas por medio de inventarios y catálogos es descubrir esos “universos culturales” en los que se formaron las generaciones pasadas y definieron los rumbos de la sociedad en lo político, económico, artístico, etcétera; es confirmar esa vocación de Zacatecas por la cultura universal que la ha nutrido desde el siglo XVI; es ofrecer a la sociedad del estado, la nación y a la humanidad en su conjunto el patrimonio bibliográfico que posee para su consulta, conocimiento y comprensión del pasado.

Adabi es un aliado de los acervos zacatecanos al impulsar el rescate y la conservación de bibliotecas y archivos; al participar en la elaboración de diagnósticos, rescates, catalogación y al difundir proyectos de archivos civiles y eclesiásticos. En el ámbito de los libros, la asociación participó en las labores de catalogación de la Biblioteca del Museo de Guadalupe del excolegio de Propaganda Fide y actualmente lo está haciendo con la Biblioteca del Seminario Conciliar de la Purísima, proyecto que inició en 2019 y que, a pesar de la pandemia entre 2020 y 2021, se logró catalogar haciendo también las adecuaciones para su publicación en la plataforma del sistema integrado de gestión de bibliotecas, Koha.

Felicitamos ampliamente a Adabi por su labor durante veinte años ininterrumpidos a favor de los archivos, las bibliotecas, de la cultura y su preservación. Larga vida a tan noble institución orgullosamente mexicana.

1 Fernández del Castillo, Francisco, Libros y libreros en el siglo xvi, fce, México, 1982, 38-48.


Todo cambia

Ningún hombre puede
cruzar el mismo río dos veces.
Heráclito

Restauración de libro antiguo por el equipo de Coordinación de Conservación, Restauración y Encuadernación.

La naturaleza nos ha enseñado que todo cambia, y el aceptar y estudiar el cambio es la base del profesional en conservación. Al mirar al pasado podemos observar cómo Adabi no es el mismo, ni tampoco la Coordinación de Conservación, Restauración y Encuadernación, los colaboradores, el taller y las oficinas. De 2011 a la fecha ha habido un flujo constante de retos, metas y objetivos, de los cuales la pequeña parte que representa el Centro de Conservación de Adabi, se materializaron en la atención de 283 proyectos. Así como en la Naturaleza nada es permanente, de igual forma los proyectos son únicos, aunque a simple vista parezcan similares.

No obstante, la conducción, guía, enseñanza y respaldo de la doctora Stella González Cicero durante estos años nos han permitido mantener una filosofía y metodología que consiste en observar y detectar los cambios, como un cazador que ve a su presa; entender las causas profundas, como una gota de agua al filtrarse a través de la tierra, y proponer mejoras de conservación, considerando siempre al especialista que emite un juicio crítico como resultado de un análisis profundo, algo que se observa tan sencillo como un amanecer después de una tormenta. Naturalmente, esta dedicación, experiencia y conocimiento en la decisión y ejecución de cada proceso de conservación y restauración es como ver la cosecha en lo que antes eran suelos pedregosos y arenosos.

En resumen, sería soberbio decir que dos proyectos se hacen de la misma manera o que se llevan a cabo procesos similares de restauración. Se trata de un trabajo constante, en el que la Dra. Stella nos ha inculcado el esfuerzo para ser mejores en la tarea que tenemos asignada; buscando mejores formas de hacerlo, realizando mejoras continuas, entendidas como una práctica de la gestión de empresas y la administración, en la que se analizan y revisan los procesos para realizar adecuaciones que minimicen errores; siendo más eficaces y teniendo un mejor rendimiento, pero sin olvidar nuestra función principal: la conservación. No se trata de producir más, sino de conservar mejor para las generaciones futuras, de formar el mejor equipo, de ser cada uno un mejor conservador; por ello hemos progresado, porque nos hemos superado a nosotros mismos; esta última cualidad ha sido una característica del personal que ha laborado en esta coordinación, al cual le agradezco cada instante en que hemos compartido y crecido, porque así hemos atendido 96767 bienes culturales con los que hicimos lo mejor que en su momento pudimos. Hemos crecido, y cuando ya estamos seguros de que ha sido el mejor proceder, estamos listos para el siguiente objeto, para el que elegimos, nuevamente, hacer lo mejor y esto nos ha ayudado a establecer lecciones aprendidas y aportaciones que beneficiarán a los bienes por conservar.


La importancia de una metodología para la conservación

Deterioro biológico por insectos en Gradual de Soyaltepec.

El Centro de Conservación, Restauración y Encuadernación de Adabi ha logrado consolidarse como un taller especializado que se dedica a la conservación y restauración del patrimonio bibliográfico y documental del país. Gracias a los resultados de los proyectos que hemos ejecutado se ha generado una confianza por parte de los custodios del patrimonio bibliográfico, quienes solicitan el apoyo de la asociación para mejorar las condiciones de conservación del patrimonio que resguardan.

Gracias a esta confianza, de 2011 a la fecha hemos tenido la oportunidad de participar en la conservación de 90976 libros, ya sea por medio de la revisión y registro al realizar un diagnóstico de conservación o al aplicando acciones de conservación preventiva o intervención directa, tanto en ejemplares como en colecciones. Este número es un reflejo de la riqueza del patrimonio bibliográfico que existe en el país y que se encuentra bajo el resguardo de instituciones privadas, públicas y de particulares, así como del interés que tienen por mantener en buenas condiciones estas colecciones.

En esta etapa también se ha afianzado la manera en la que se gestan los proyectos. Sin duda, la metodología para realizar diagnósticos ha mejorado los resultados y tiempos de los proyectos planteados, y se ha logrado tener un registro más certero de las actividades realizadas, dejando constancia de ello en la elaboración de informes, publicaciones y en la participación del equipo en diferentes congresos.

A partir del diagnóstico evaluamos el estado de conservación y las necesidades de cada ejemplar. La propuesta de intervención que se plantea siempre tiene el objetivo de alterar lo menos posible los ejemplares y recuperar todos aquellos elementos que le agregan un valor, no solo por sus características materiales, sino también porque son huellas que sirven como fuente para transmitir su historia y vestigios para futuras investigaciones de diferentes disciplinas.

Gran parte de los libros que han ingresado para su conservación han presentado problemas estructurales en su encuadernación y en el cuerpo del libro. Los procesos que ejecutamos tienen la finalidad de devolver la integridad a los ejemplares, permitiendo su consulta y evitando pérdidas de soporte e información. Restituir la función de protección que brinda la encuadernación es uno de los procesos más comunes que realizamos, y para ello es necesario conocer al libro de manera detallada, tener conocimiento de las diferentes estructuras, características y estilos de encuadernación de cada época con el objetivo de mantener sus particularidades.

Gracias a la confianza que se ha generado hemos intervenido cuatro incunables resguardados por particulares. El trabajo que se realiza en este tipo de ejemplares merece un análisis extra, ya que no solo es necesario revisar el cuerpo del libro y el contenido, sino también todos los elementos de la encuadernación. Por ejemplo, los incunables que ingresaron presentaban deterioros generados por una intervención anterior llevada a cabo en las encuadernaciones con materiales inadecuados. Se analizó detenidamente cada caso, se buscaron referencias y se optó por retirar estas malas encuadernaciones y sustituirlas por otras, tomando en cuenta la época a la que pertenecen.

Otro de los retos más grandes que hemos tenido ha sido la oportunidad de intervenir ejemplares de suma importancia para comprender la historia del libro en México. Se trata de tres impresos mexicanos del siglo XVI, uno de ellos proveniente de una colección particular1 y los otros dos de la comunidad de San Bartolo Soyaltepec,2 en el estado de Oaxaca. La importancia de estos proyectos radica no solo en el hecho de haber restaurado los ejemplares, sino también en la investigación y difusión que se realizó, además de brindar recomendaciones para adecuar los inmuebles donde se resguardan y el trabajo para sensibilizar a sus custodios sobre la importancia de estas obras y los cuidados que deben tener.

Al ser ejemplares únicos se consideraron procesos de intervención diferentes, como el uso de pulpas en lugar de simples injertos de papel japonés para dar un mejor soporte estructural a las fojas que lo requerían. Asimismo, fue de suma importancia tomar en cuenta el lugar al que regresarían, para poder realizar adecuaciones que mejoraran las condiciones y favorecieran su permanencia en el futuro.

En los tres casos fue necesario restituir la encuadernación, pues ya no cumplía con la función de protección al quedar Deterioro biológico por insectos en Gradual de Soyaltepec partes mínimas de lo que fueron algún día.

Se rescataron y conservaron esos pequeños elementos originales y se mantuvo el estilo de encuadernación que tenían. A la par, se realizaron estudios para caracterizar los materiales y se elaboró una descripción detallada de estos con la finalidad de que los resultados sirvieran para futuras investigaciones.

Dos de ellos son libros que se insertan dentro de una colección, por lo que es fundamental mantener un criterio que los considere como parte de un todo, pero sin dejar de lado sus características particulares. Esta es una línea muy delgada de desafíos necesarios a la hora de tomar decisiones de intervención.

Los ejemplares más sobresalientes que hemos podido conservar son, sin duda, los de más antigüedad, pero esto no significa que los demás sean menos importantes. Adabi continuará esta labor de conservación que se ha convertido en un referente al hablar de archivos y bibliotecas, y no es para menos, ya que han sido varios cientos de proyectos los que han transformado estos espacios. Estos cambios no solo se reflejan en la cantidad de metros lineales organizados o en el número de bibliotecas o libros conservados, lo más importante es la semilla de interés por proteger que se deja en sus custodios y en la gente involucrada, la conciencia y el aprendizaje generado y compartido mediante el trabajo en conjunto. Gracias a esto, son ellos mismos los que replican lo aprendido y participan activamente en la conservación y preservación de los archivos y bibliotecas del país.

1 Mejía Zavala, Alejandra. “Concluye restauración de un primer impreso mexicano y un libro incunable” en Noticias web Adabi de México, 09 de agosto de 2019 [Recuperado de https://bit.ly/3MyX904]

2 Véase Grañén Porrúa, María Isabel y Sebastián van Doesburg, “Los tesoros musicales de Soyaltepec: dos de los libros más hermosos impresos en la Nueva España”. Boletín fahho, número 7, julio-agosto de 2015 [Recuperado de https://bit.ly/42iKNhe].


La conservación de la historia plasmada en imágenes

Exvoto por atribución a la Virgen del Refugio de Pescadores y Náufragos, Zempoala, Hidalgo.

El personal del Centro de Conservación, Restauración y Encuadernación de Adabi se ha dedicado, principalmente, a la conservación del patrimonio documental y bibliográfico. Sin embargo, esta afirmación excluye un trabajo igual de importante y silencioso que, en volumen, refleja una menor cantidad: la conservación y restauración de obras pictóricas.

Durante 17 años se han llevado a cabo 12 proyectos que involucran pinturas de caballete pertenecientes a municipios, parroquias, asociaciones privadas y particulares. Dentro de estos se han trabajado un total de 77 pinturas con acciones de restauración y conservación preventiva, comenzando con la restauración de los cuadros San José con el niño y Santa Rosa de Lima, en 2008. Del 2010 a 2012 se realizó la restauración de un Exvoto1 de Zempoala que forma parte de una manifestación religiosa y popular en la que los devotos católicos plasman su agradecimiento por un favor o milagro; usualmente están dedicados a diversas advocaciones de la Virgen María, a Cristo o a los santos y es una tradición que se ha mantenido vigente en México desde la época novohispana.

En 2015 se ejecutaron proyectos con diversas intervenciones de obras pertenecientes a un particular y de retratos de exgobernadores de Oaxaca; en 2017 se elaboró el diagnóstico del marco de una pintura en madera de un propietario particular. En 2019 fue posible hacer la conservación preventiva de pinturas que pertenecen al Museo de Gibran, en Bcharre, Líbano, y la visita a la casa de Leonora Carrington, en Ciudad de México, para el embalaje de los cuadros de Pablo Weisz. Un año después, se llevó a cabo la conservación y embalaje de pinturas de la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío que resguarda Adabi en sus instalaciones en Coyoacán. En 2021 se llevó a cabo el diagnóstico y evaluación de los fondos coloniales del Archivo General de la Nación para establecer un anteproyecto de conservación y dio inicio el proyecto de restauración del Mapa Virreinal de 1747 y del expediente encuadernado Títulos de tierras pertenecientes a los naturales del Pueblo de Santa Clara Huitziltepec Jurisdicción de Tecali. Esto nos habla de una presencia pequeña pero constante de las pinturas en las que Adabi ha podido contribuir para su conservación.

Estos proyectos no se hubieran realizado sin el interés que las comunidades muestran en el cuidado de su patrimonio, como sucede con muchas de las labores de conservación en nuestro país. Son los grupos sociales, el municipio, la parroquia, etc., quienes buscan asesoría especializada, acuden con
instancias dedicadas al patrimonio cultural y logran que las autoridades pertinentes destinen recursos económicos dentro de sus posibilidades para este cometido. Es gracias a su voluntad y esfuerzo que se implementan medidas de prevención o acciones de restauración, además de que es notoria su presencia durante la ejecución de los proyectos ya que siempre tienen las puertas y vías de comunicación abiertas para preguntar y cerciorarse del estado o avance de su obra.

Para entender la razón por la que se han integrado estos proyectos, vale la pena abordar las semejanzas y diferencias que tienen los bienes pictóricos y los documentales antiguos o históricos. Una similitud que comparten es la presencia de lenguajes visuales y escritos que actualmente no son conocidos y pueden provocar el distanciamiento de la persona que no está familiarizada con ellos. Por ejemplo, cuando es necesario conocer la iconografía de la pintura religiosa novohispana para ahondar en su mensaje y significado, o bien cuando el español antiguo y la caligrafía de los documentos impiden su lectura y comprensión si no se tienen conocimientos de paleografía.

Mapa Virreinal de Santa Clara Huitziltepec, Puebla.

Entre las pinturas y documentos encontramos diferencias que determinan cómo una persona puede conocerlos y valorarlos, principalmente su accesibilidad y el medio por el cual transmiten información. Cuando las pinturas son exhibidas y están a la vista de una mayor cantidad de personas ya cuentan con una ventaja de acceso que no poseen los documentos, pues usualmente están resguardados y requieren de una manipulación directa para ser leídos. Las obras pictóricas se valen de recursos visuales que facilitan el entendimiento de la información que muestran sin necesidad del lenguaje escrito o de un idioma en particular, ya que es posible reconocer figuras, personas y acciones para comprender una escena o un relato.

A partir de la relación entre pinturas y documentos de una misma procedencia se retoman dos casos particulares de proyectos con pinturas del siglo XVIII: la restauración del Exvoto de Zempoala, por un lado, y la del Mapa Virreinal de 1747, y del expediente mencionado, por el otro. En el primer caso podemos decir que el exvoto es una muestra de agradecimiento a la Virgen del Refugio por la salvación de las personas y los documentos que transportaban durante un accidente en barco. En el segundo, el Mapa Virreinal está relacionado con la historia de Santa Clara como población y, a su vez, con el expediente.

A pesar de las diferencias entre ambos tipos de bienes, el Exvoto y el Mapa Virreinal son pinturas asociadas de una manera muy estrecha y especial con los acervos documentales. En el Exvoto se aprecia claramente la interpretación del evento: aparece el barco en medio de una tormenta y los sobrevivientes están debajo de las aguas turbulentas; sin embargo, destacan los querubines que están rescatando un cofre de madera con documentación importante. Actualmente se pueden consultar los documentos rescatados de ese naufragio, preservados hasta nuestros días y cuya importancia no se comprendería cabalmente sin la pintura.

En el Mapa virreinal de 1747 se ilustran los sitios más importantes de la zona de Santa Clara Huitziltepec, enfatizando la combinación de lugares y personajes, ya que se representa de manera repetida un mismo grupo de personas, con palanquín y caballos, lo cual da fe de que la delegación de autoridades se detuvo en todas esas ubicaciones para constatar y dar legalidad de los límites del pueblo. Ese mismo recorrido se encuentra descrito en el expediente inventariado y resguardado en el archivo histórico del municipio, por lo que es posible consultar este suceso tanto en la imagen como en la palabra escrita.

Ambos casos son un gran ejemplo de cómo la imagen pintada se complementa con la historia contenida en los archivos y, a la par, el documento se enriquece con las pinturas de una manera que difícilmente podría suceder con cualquier otro tipo de bienes culturales, por lo que estos no deben ni pueden ser separados. En suma, estas experiencias demuestran que la historia ha sido contenida y preservada sin importar los soportes y materiales, por ello el equipo de Adabi continúa comprometido con su restauración para el beneficio de las comunidades que las aprecian y resguardan.

1 El exvoto carece de un título oficial por lo que se le ha denominado exvoto, exvoto por atribución o exvoto por atribución de la Virgen del Refugio de Pecadores y los Náufragos, según la información recabada y por las imágenes que muestra.


Libro de Gastos del Convento de Santo Domingo Tehuantepec de 1793

Libro de Gastos del convento de Santo Domingo Tehuantepec.

En 2017, el municipio de Santo Domingo Tehuantepec, en el Istmo oaxaqueño, se vio afectado gravemente por los sismos. Posterior a ello, recibió apoyo de la Coordinación de Archivos Civiles y Eclesiásticos de Adabi en el diagnóstico, desinsectación, limpieza, clasificación e inventario del Fondo Parroquial del Sagrario de Santo Domingo Tehuantepec, del Fondo diocesano de Santo Domingo Tehuantepec y del Fondo de la Asunción de María. El sismo fue un siniestro que permitió redescubrir, gracias al equipo de especialistas de Adabi, documentos de gran valor para Tehuantepec, ya que resulta singular haber hallado entre los libros de bautismos, matrimonios y defunciones el Libro de gastos del convento de Santo Domingo Tehuantepec, fechado el 10 de octubre de 1973. Dicho documento inicia con líneas, escritas a puño y letra de los dominicos, que transcribimos a continuación, con el deseo de que conozcan el estado de conservación de los inmuebles derivado del periodo de abandono en manos del Clero Secular.

El día 30 de septiembre del año pasado de 1793, salimos de Oaxaca, el Prior y demás Religiosos de su compañía para esta Villa y Convento de Tecuantepeque, que por su gracia de S. M. (que Dios guarde) se nos restituyó después de treinta y nueve años, que le haviamos dejado en poder del Clero Secular; encargándonos al mismo tiempo de la Doctrina y Curato de esta Villa, por permuta que se hizo, con la aprobación de S. M. por el Curato de Tlacolula. Llegamos a este Convento, el día 10 de Octubre de dicho año, y le encontramos en el más deplorable, y lastimoso estado, sin haver más que una celda havitable, y estar destituida de todo ajuar: Las demás estavan más sucias e inmundas que una carbonera, sin Puertas, ni Ventanas; las paredes carcomidas y rajadas; los Claustros y Portería tan mal tratados, que amenazan ruina; y todos se llovían, lo mismo, las Bóvedas el Coro, e Iglesia: la Pieza de Refectorio, que havía servido hasta de caballeriza, era la que más horror daba el verla, y lo mismo la Pieza que se le sigue para la Cozina, y todo ello sin ninguna Puerta, ni bentana, hallandose todas tapeadas, solo con Adobes. El Coro, ya se deja entender q no tenía ni un asiento, ni cosa para su uso. La Sacristía, muy destituida de Minales, Alvan, roquetes y demás paramentos vesg.a y en una palabra, todos los Padres que vinieron y todos los Vecinos, son testigos oculares del estado tan fatal en que encontramos este Convento: Lo que se ha advertido y notado para que se entienda, y conozca, lo mucho que se ha travajado y gastado en su reedificazión, y reparo en todas líneas; pues ni aun Monumento havía para la Semana S., ni todas las demás cosas parecían, y necesarias p. ella, y lo mismo acaecía con lo respectivo a Iglesia, e Imágenes y para que esto conste en todos tiempos, lo firmé con los demás Padres Combentuales.

A lo largo de 152 páginas, gracias a una narrativa descriptiva en la que los dominicos justifican los gastos del convento, reconocemos los diferentes espacios, deterioros e incluso los oficios y materiales requeridos en el siglo XVIII para su reparación. Doscientos treinta años después de haber sido escrito y tal como en aquel momento— estamos restaurando el conjunto, solo que esta vez rescatándolo de los daños por los sismos de 2017: sin lugar a duda continuamos sorprendiéndonos con hallazgos como este gracias a documentos, fotografías, reseñas, notas e investigaciones que integran la memoria e identidad de este edificio.


Fuentes fotográficas, conservación de la memoria en imágenes

Como fuentes históricas precisas, muchas de las colecciones fotográficas han sido sujetas al implacable paso del tiempo, favoreciendo enormemente su deterioro y olvido. Por ello, el trabajo de Adabi en el rescate de la memoria fotográfica promueve proyectos para la preservación, investigación y difusión del patrimonio visual como medio de continuidad y permanencia de la cultura.

Específicamente a través de la Coordinación de Fuentes Fotográficas, Adabi crea un centro de atención sólido y específico para brindar soluciones a corto, mediano y largo plazo para la protección, conservación e investigación del patrimonio nacional que se encuentra depositado en imágenes, inmersas en dependencias estatales, instituciones civiles y religiosas en bibliotecas antiguas, fondos y colecciones públicas y privadas.

Como área especializada dirigida a atender exclusivamente temas referentes a la intervención del patrimonio fotográfico, contribuye con la creación de metodologías de trabajo que desde una perspectiva teórica y práctica sirvan para la planeación y ejecución de procedimientos que garanticen la salvaguarda de los diferentes contextos de custodia del legado visual.

En este sentido, la Coordinación de Conservación de Fuentes Fotográficas contribuye con la conformación de una memoria colectiva por medio de estrategias precisas para la creación, desarrollo y cumplimiento de Diagnóstico del estado de conservación de colecciones fotográficas proyectos integrales de rescate y difusión de fondos o colecciones de forma personalizada y profesional que aseguran la permanencia y acceso de la memoria diseminada por todo México.

A la fecha, se conforma una amplia cartera de proyectos apoyados que han coadyuvado en el mejoramiento de la infraestructura y ejecución de actividades en pro del rescate del patrimonio documental fotográfico y que han conllevado el registro, inventario, descripción, conservación, digitalización y restauración, a la par de una asesoría, capacitación, ejecución de publicaciones y creación de medios de difusión que han hecho posible que un gran repertorio de ejemplares y colecciones trascendentales estén disponibles para el público.

En el correr de los años se ha participado del entusiasmo de diversas instituciones, fundaciones, coleccionistas, custodios y demás responsables que, a cargo de ejemplares únicos y representativos, requieren de un apoyo preciso que los conduzca a solventar las necesidades de cada caso de forma eficaz y adecuada.

Algunos ejemplos que podemos mencionar son los trabajos realizados con el Archivo Manuel Álvarez Bravo, el Centro Documental Flores Magón, el Archivo Fotográfico Arnaldo Orfilia-Laurette Séjourné, el Archivo Guillermo Bonfil Batalla, el Archivo Fotográfico Manuel Ramos, Fundación Armando Salas Portugal, Archivo Histórico del Beisbol, Archivo General del Estado de Campeche, Asociación Cultural Na Bolom, Cinemateca Luis Buñuel, Archivo Fotográfico del Diario del Sureste, Fototeca Juan C. Méndez y Fondo Ricardo Salinas Pliego y, más recientemente, el Rescate del archivo fotográfico de Emérico Weisz Schwarz.


Proyecto de rescate del archivo personal fotográfico de Emérico Weisz Schwarz

Colección fotográfica de Emérico Weisz.

Con el objetivo de preservar la memoria documental y visual del país inmersa en el legado del fotógrafo húngaro Emérico Weisz Schwarz, se diseñó un programa de trabajo específico para registrar, identificar, describir, organizar, estabilizar y clasificar aproximadamente 45 000 negativos e impresiones en diversos formatos. Las imágenes asociadas a este conjunto dan cuenta de la trayectoria de Emérico en los medios de comunicación más importantes en el siglo XX, como las estaciones de radio XEW, XEQ, XEX, Radio Mil, xela, y las cadenas televisivas Canal 2, Canal 3, Televicentro, entre otros donde se identifican registros de las transmisiones de programas de televisión y la participación de los actores, actrices y cantantes más emblemáticos de la época, como María Félix, Pedro Infante, Mario Moreno Cantinflas, Joaquín Pardavé, Jorge Negrete, Pedro Vargas, Francisco Gabilondo Soler, entre muchos más.

El legado fotográfico también cubre parte de la trayectoria del Club de Rotarios abarcando el periodo de 1950 a 1999, además de una parte del desarrollo de la industria y el comercio en México, como el establecimiento de empresas o fábricas en materia automotriz y de electrodomésticos, especialmente fotografía publicitaria. Asimismo, este conjunto cuenta con algunas impresiones que dan constancia de la vida política y cultural a mediados del siglo XX.

A un nivel más íntimo, se encontraron registros de la vida cotidiana de Emérico Weisz y su esposa, la pintora Leonora Carrington, por lo que se destaca una muestra única de ambos artistas que refleja el quehacer de cada uno, pues se visibiliza la labor fotográfica de Emérico y el proceso creativo de una de las artistas surrealistas más destacadas del mundo.

En respuesta a la importancia de conservar este legado, considerado patrimonio fotográfico nacional, el rescate ha quedado a cargo de la Coordinación de Fuentes Fotográficas, que previamente realizó un diagnóstico para la conformación de un plan de acción acotado a las necesidades del caso, lo cual fue desarrollado por medio de un programa piloto para demostrar las ventajas de ejecutar medidas adecuadas por parte de un equipo profesional de trabajo para el registro, limpieza, fumigación y estabilización del legado de Weisz.


La insustituible presencia activa de Adabi para la Fundación Ajaraca

A la muerte de Ruth D. Lechuga, experta en arte popular, fotógrafa y coleccionista, la editorial Artes de México recibió la noticia de que había heredado su acervo fotográfico. Más de sesenta mil imágenes impactantes e insustituibles de un México que ha ido desapareciendo. Documentó en 23 estados paisajes, arqueología, mercados, artesanos en pleno trabajo, además de sus fiestas tradicionales, danzas, rituales y el uso de las máscaras, mujeres y hombres en su vida cotidiana, entre otros escenarios.

Durante más de 40 años, esta mexicana de origen austriaco recorrió el país cazando fragmentos de una realidad visual excepcional. Al mismo tiempo, benefició de diferentes maneras, y desinteresadamente, a muchos artesanos de todas las ramas que reconocían su profundo interés en ellos y en su trabajo. Fui testigo de cómo la abrazaban con inmensa emoción cuando la encontraban. Ruth también fue mentora en los estudios del arte popular que Artes de México emprendió desde sus inicios. Sin sus consejos y conocimiento no habríamos explorado a profundidad muchos de estos temas. Conscientes de la enorme responsabilidad que enfrentábamos, nuestro deber consistía en aprender cómo resguardar este patrimonio cultural invaluable y convertirlo en un archivo.

El camino no era fácil, pero gracias a la visión y los consejos de un hombre visionario, culto y generoso, Alejandro Soberón que nos recomendó crear una fundación, nació Ajaraca A. C., organismo independiente de la editorial Artes de México. Crear esa nueva asociación civil fue una ardua y larga labor que llevó meses. Primero se formó un Consejo con cinco participantes, generosos y activos, que redactarían el reglamento y darían seguimiento a los pasos de Ajaraca para realizar un riguroso plan de trabajo de rescate y salvaguarda de ese patrimonio. Conociendo la labor de Adabi, las nuevas integrantes ejecutivas de Ajaraca, Brenda Chávez y Myriam Ramírez, se pusieron en contacto con esta excepcional institución. Desde el principio recibieron no solamente una asesoría invaluable, sino un seguimiento puntual que evitó los errores comunes que solo los profesionales de los archivos conocen de sobra.

Con la mejor disposición y profesionalismo, en Ajaraca se fueron aplicando todos los consejos e indicaciones de Adabi. A los cuatro años de estudiar, limpiar, organizar, clasificar, digitalizar y resguardar cada una de las fotografías, Ajaraca recibe con gran alegría el reconocimiento del Acervo Ruth Lechuga como parte de Memoria del Mundo México, que otorga la UNESCO. Sin esa mirada atenta, generosa y sabia que nos brindó Adabi, el proceso se habría alargado. Su apoyo inyectó inteligencia, sabiduría y velocidad a este proyecto fundamental para la memoria visual e histórica de México y del mundo.


Los 3Ríos

Niña tzotzil de Chiapas, fotografía de Adalberto Ríos Szalay.

Archivos Compartidos 3Ríos es un acervo fotográfico digital, resultado de la obra de tres académicos de la Universidad de Morelos. Este proyecto fue iniciado hace 53 años por Adalberto Ríos Szalay, quien comenzó a utilizar la fotografía en la UNAM y la UAEM para dar realismo a la cátedra y estimular el interés de los estudiantes por nuestro entorno.

Tiempo después, con enfoques propios y formaciones distintas se unieron al proyecto el maestro Adalberto Ríos Lanz y el Dr. Ernesto Ríos Lanz; desde entonces el esfuerzo de los 3Ríos se ha enfocado en el registro, documentación y sistematización de hechos ejemplares y unicidades que caracterizan a la biodiversidad mexicana y a la pluralidad cultural de nuestro país, de América Latina y otras naciones, intentando generar el diseño de un sistema de archivo que respondiera a las necesidades académicas y aprovechara los crecientes avances tecnológicos.

El enfoque de nuestro trabajo es holístico, esto significa que fotografiamos paisajes como manglares, selvas y desiertos; zonas arqueológicas, obras del barroco mexicano, centros de investigación, viviendas vernáculas, productos agrícolas, instalaciones fabriles, museos o múltiples mesas mexicanas. Así hemos viajado, en mayor o menor grado, por el total de los estados mexicanos y 44 países de cinco continentes.

Los alcances limitados, propios de la era análoga, se multiplicaron con la llegada de la etapa digital, tanto en las labores de registro en campo, como en la sistematización y las promisorias formas de difusión, propias de la tecnología cibernética. El incipiente esfuerzo para crear un acervo funcional entró en una dinámica que se distingue por su permanente y vertiginoso avance.

Nos ha tocado migrar entre dos etapas: la análoga y la digital, hecho tan trascendente como el cambio de eras. Tal tránsito, acorde al momento que vivimos, y sobre todo de cara al futuro, requiere de apoyos profesionales especializados, infraestructura, capacitación y recursos, cuando, paradójicamente, éstos han menguado.

La visión y las acciones a futuro necesitan de la suma de esfuerzos para innovar y generar propuestas con prospectiva, de ahí la importancia de instituciones vanguardistas como Adabi, que respalda proyectos para la salvaguarda, accesibilidad, difusión y desarrollo de acervos y colecciones significativas para preservar la memoria e imaginar el futuro.

El equipo de Adabi comenzó por evaluar, con rigor y método, nuestro trabajo, hecho que celebramos por el cuidado, transparencia y respeto que deben caracterizar a las acciones académicas. Nos orientaron, hicieron sugerencias y posibilitaron visualizar opciones para modernizarnos y compartir, de manera pública y gratuita, nuestros archivos.

Nos estimularon para consolidar un esquema de complejidad y transdisciplinariedad que nos permitiera convocar a especialistas. Para efectos de documentación y creación de cuerpos de conocimientos, se crearon distintas modalidades de divulgación, desde publicaciones electrónicas hasta exposiciones y páginas de internet.

Nos contactaron con museos y centros culturales en Oaxaca para complementar un levantamiento sobre arte textil en San Antonino, mismo que alimentó un proyecto de interacción cultural con Hungría, y nos estimularon para atender la convocatoria de la UNESCO, que nos permitió ser inscritos como Memoria del Mundo, registro que reconocemos como un compromiso para consolidar y avanzar en nuestro sistema, un modelo vivo y dinámico al alcance de la población.


Historia y difusión

Exposición “Soñar libros” en la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, Ciudad de México.

Este 2023, la Coordinación de Difusión de Adabi cumple su primera década de existencia. Creada con la intención de apoyar la celebración del décimo aniversario de la asociación (en 2013), la Coordinación reunió los esfuerzos previos de sus pares, ya que destacaban las acciones que se llevaban a cabo en cada coordinación, así como las propias de la institución. El plan de festejos pensado para el décimo aniversario partió de la premisa de que las distintas instituciones a las que Adabi había apoyado reconocieran públicamente tanto el patrocinio a los trabajos concretos de la institución, como la divulgación de su labor, además de la celebración que, con motivo de la presentación de publicaciones, se venía conmemorando en la capilla del Colegio de Vizcaínas desde años atrás.

El primer año de la Coordinación transcurrió con la preparación de una diversidad de actividades dirigidas, por un lado, a una concurrencia especializada, y por otro, a un público infantil. Por medio de exposiciones, ciclos de cine, conferencias, presentaciones de libros, talleres para niños, programas de radio, redes sociales y el sitio web. De manera local y en diferentes estados, se presentó el proyecto de trabajo de Adabi que se había desarrollado durante sus primeros 10 años, además de los resultados obtenidos.

A partir de 2013, la Coordinación de Difusión dio continuidad a las funciones que le fueron encomendadas desde el inicio: la divulgación de las actividades de la asociación en general y de los proyectos a cargo de las otras coordinaciones, además de lo referente al tema del patrimonio documental en México y el mundo. Esta labor se desplegó por los medios ya acreditados, como el sitio web —que a la fecha lleva tres diseños—, las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram y YouTube) y el boletín mensual, Voces de la Memoria, que ha llegado a 123 números.

De igual manera, con el paso de los años se han construido relaciones de colaboración con diferentes instituciones que, sin duda, han dado buenos frutos para todos los involucrados y sus correspondientes públicos y que han incidido necesariamente dentro de la numeralia de la Coordinación. Instituciones nacionales, privadas, públicas, asociaciones y otras organizaciones han unido sus esfuerzos con los de Adabi a lo largo de esta década para potenciarse a sí mismas y apoyar a la divulgación de su cometido.

Entre las actividades presenciales que se han mantenido durante siete años podemos mencionar las Tertulias de Adabi, presentaciones bimestrales que unen a especialistas y un público general en temas variados de la historia cultural de México, y que ya han alcanzado las 42 emisiones (presenciales y virtuales) con invitados nacionales e internacionales.

De las tareas sistemáticas que ha emprendido el área de Difusión se encuentra la capacitación en diferentes temas relacionados con la actividad cotidiana de la asociación, como el desarrollo de proyectos o la introducción del tema de los indicadores en las instituciones que manejan el patrimonio documental; de igual manera, el curso digital mejor recibido por parte de los seguidores de Adabi fue “Los recetarios como fuentes históricas”, lanzado en 2020, con un total de 246 participantes de diversas nacionalidades.

La organización de actividades académicas ha sido también una constante en los últimos años, participando en ellas personas destacadas en su campo de estudio, mismas que abordaron temas que se apreciaron necesarios para la conservación y desarrollo del patrimonio documental mexicano.


“Diario de historias”

En este 20 aniversario de Adabi quiero expresar mi más sincera gratitud por todo el apoyo brindado a lo largo de diez años para la difusión del ejemplar mensual de “Diario de Historias, crónicas de viaje por Archivos y Bibliotecas”.

En una primera etapa, el ejemplar fue publicado en su sección de noticias; después, en su boletín de la primera época y, finalmente, en Voces de la Memoria. En esta labor reconozco la enorme gentileza de todo el equipo de Adabi, en especial de la Dra. María Isabel Grañén, de la Dra. Stella González y de Fabiola Monroy.

Esta relación con la asociación se originó a principios de 2012, cuando visité a la Dra. Stella González Cicero con la finalidad de pedirle orientación para iniciar un proyecto que aún no tenía muy claro, pero cuyo propósito era difundir las actividades realizadas en algunos archivos y bibliotecas que había visitado fuera de México, particularmente en Venezuela, en donde radicaba en ese momento.

El encuentro con Stella me ayudó a concretar la propuesta. Así, en enero de 2013 le envié los primeros dos ejemplares de “Diario de Historias”, diseñados al estilo de un periódico mensual de noticias sobre archivos, bibliotecas, viajes e investigación histórica. Desde entonces ella fue muy receptiva porque abrió las puertas de Adabi para ofrecer un espacio valiosísimo en el que el Diario se difundió de forma ágil e inmediata: el sitio web de la asociación.

Desde que conozco a Stella González Cicero —en su época como directora del Archivo General de la Nación (2000-2003) y a lo largo de su trayectoria en Adabi— he admirado mucho su habilidad para escuchar pacientemente a toda aquella persona que le pide consejos o le propone actividades, y suele encontrar soluciones viables para lo que le plantean. Adicionalmente, su experiencia profesional, su excelente disposición y buen trato hacen que acudamos a ella con confianza anticipando que sus recomendaciones serán siempre propositivas y realistas.

Como parte de las celebraciones del 20 aniversario de la asociación, extiendo mis más sinceras felicitaciones a todo el equipo que la integra por su incansable labor a lo largo de dos décadas a favor del desarrollo de los archivos y bibliotecas.

También por ser una aliada comprometida con la labor de los archivistas e historiadores independientes, a quienes nos ha dado la oportunidad de ejercer nuestra profesión con libertad para compartir nuestros proyectos e iniciativas.


El Fondo Editorial de Adabi

Adabi tiene como propósito rescatar, conservar y difundir la memoria escrita del país resguardada en los acervos documentales y bibliográficos; de esta manera, a lo largo de 20 años, y con gran satisfacción, ha transformado el panorama contribuyendo a la solución de las necesidades que los acervos requieren y, además, ha promovido, por medio de diversas series de publicaciones, su importancia para la sociedad.

La escritura ha sido utilizada por las civilizaciones para registrar y conservar su memoria en beneficio de las futuras generaciones. En ese sentido, el legado escrito de los mexicanos es particularmente rico y los testimonios manuscritos e impresos resultan incontables; sin embargo, la mayoría de las veces se encuentran en condiciones vulnerables, por ello Adabi realiza diversas acciones para que no queden en el olvido ni desaparezcan por las condiciones inhóspitas en las que se encuentran. El último proceso en la metodología trabajada por Adabi durante dos décadas para recuperar esta memoria es la publicación de instrumentos y de textos que permiten la consulta y la difusión del conocimiento de los repositorios que custodian la memoria.

El Fondo Editorial de Adabi ha logrado constituirse como un legado de voces del pasado que se han hecho presentes. El ser humano es esencialmente alguien que olvida, aun cuando el conocimiento queda depositado en la memoria; al respecto, San Agustín incide en la cantidad de datos conocidos que allí están conservados, aunque no sean utilizados hasta después de muchos años: […] las mismas cosas, si las dejara de recordar de tiempo en tiempo, de tal modo vuelven a sumergirse y sepultarse en sus más ocultos penetrales, es preciso, como si fuesen nuevas, hallarlas por segunda vez en este lugar y juntarlas de nuevo para que puedan ser sabidas, esto es, recogerlas como de cierta dispersión. Traer al presente testimonios imperecederos es nuestra labor cotidiana como asociación. Durante dos décadas hemos trabajado para que el olvido no desvanezca la memoria, ya que algo parecido sucede con los libros de fondos antiguos y con los documentos de archivos históricos, estos son testimonios tangibles de la palabra escrita que han permanecido guardados y muchas veces han sido olvidados durante años. Sabemos que existen, que custodian conocimientos y que, en determinado momento, volverán a ser valiosos, ya sea como fuentes primarias de información, para documentar sucesos históricos o simplemente para deleitarnos con su contenido estético.

En Adabi hemos hecho uso de la palabra impresa como un recurso para que la memoria histórica perdure; de esta manera, el lenguaje escrito es depositario de grandes experiencias olvidadas y, sobre todo, de conocimientos atemporales, de modo que si queremos rescatar el sentido humano que poseen estas experiencias debemos ir más allá de la fuerza expresiva de la palabra memoria y situar el pasado en una perspectiva más cercana.

Las publicaciones de Adabi se han transformado en emisarias de esas voces que permiten que el valor de cada documento, o libro rescatado, llegue a otro tiempo; desempolvar para conocer y preservar para revalorizar.

Como editorial, Adabi ha determinado procedimientos para la gestión, edición, publicación y distribución de textos de la comunidad académica y de quienes desempeñan sus tareas y enriquecen con sus experiencias que han contribuido a la formación de estudiantes, la divulgación de saberes, la difusión de resultados de investigación y al desarrollo integral de la sociedad. De ahí que cuente con diversas series editoriales que se adapten a los contenidos y a las necesidades de cada proyecto emprendido y que promuevan el libre acceso al conocimiento permitiendo su transferencia y retroalimentación.

Nos enorgullece saber que en México y otras partes del mundo somos bibliografía recomendada sobre archivística, conservación y libro antiguo; que los títulos publicados por Adabi son citados como fuente fidedigna de información en diversas tesis y en libros relacionados con la conservación del patrimonio documental.

La Coordinación de Publicaciones ha sido testigo del transitar de múltiples instituciones que proporcionan sus textos para sumarse a nuestro fondo editorial, esto como resultado del apoyo obtenido por la asociación a quienes han buscado que el fruto de su trabajo, ya sea de investigación en fuentes primarias o de aportaciones que se relacionan con el quehacer en los archivos y bibliotecas, forme parte de nuestros títulos.

Cada título que Adabi publica es una invitación para que quienes custodian o tienen a su cargo los acervos difundan sus contenidos y permitan su consulta al público, para fomentar que los investigadores realicen sus estudios utilizando como fuente primaria de información el material resguardado.

Más allá de publicar títulos y de dar a conocer resultados, la labor editorial de la asociación nos adentra en el quehacer de las instituciones para continuar preservando la memoria histórica que custodian. Más allá de los frutos obtenidos, se encuentra la relación con quienes se han fortalecido lazos institucionales dejando la certeza de lograr que perdure el conocimiento para generaciones presentes y futuras.


Tal como el faro del puerto

Exposición de las publicaciones de Adabi, “Ex Fumo in Lucem”, en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada,
Ciudad de México.

Tal como el faro del puerto ayuda a los navegantes a tocar tierra, desde hace dos décadas Adabi ha sido una institución que no solo rescata, preserva y difunde el patrimonio documental y bibliográfico de nuestro país, también mediante sus amplios y detallados instrumentos de consulta ofrece al público en general y al investigador especializado un conjunto de instrumentos de gran calidad y precisión que nos permiten orientar nuestras pesquisas en el inconmensurable mar de datos que poseen los acervos documentales públicos y privados de nuestro país. En consecuencia, y aunque no resulte necesario, doy fe de la gran trascendencia y beneficios que el trabajo constante de todos aquellos que integran Adabi ha reportado, no solo para la preservación del patrimonio documental, sino para el enriquecimiento de la memoria de los mexicanos en buena parte del territorio.

Es por demás conocido por el gremio de historiadores que Adabi ha rescatado, literalmente, de sótanos, bodegas y hasta depósitos destinados a desaparecer por efecto del tiempo y la dolorosa indiferencia, repositorios de enorme valor histórico. Bajo la siempre atinada dirección de nuestras queridas doctoras Isabel Grañén Porrúa y Stella González Cicero, el equipo de trabajo que integra esta asociación ha conseguido en gran medida que las generaciones futuras cuenten con los registros documentales que les ayudarán a comprender su propio devenir histórico y así, y solo así, continuar con la construcción de una sociedad cada vez mejor.

De manera muy especial quiero expresar mi más profundo agradecimiento a la asociación por el gran apoyo que desde su fundación ha conferido a la investigación sobre la presencia en México de la primera sociedad económica emanada de la Ilustración hispánica durante la segunda mitad del siglo XVIII: La Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Gracias al íntimo vínculo entre Adabi y el centenario colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas, no solo se realizó la catalogación del fondo documental que da cuenta pormenorizada de los socios que la Bascongada tenía en la Nueva España, pues gracias a un proyecto de coedición entre ambas instituciones fue posible publicar el libro La Real Sociedad Bascongada y el proyecto vasco-novohispano de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, 1791-1850, obra fundamentada en esta inédita y hasta hace poco desconocida fuente documental.

Aun cuando es de gran interés dar voz y rostro a los 115 socios de la Bascongada que entre 1791 y 1793 reportaban sus cuotas mediante la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu de la Ciudad de México, gracias a los catálogos y publicaciones conformados, editados y distribuidos por Adabi, las investigaciones sobre este y otros temas relativos a la intensa relación que mantuvieron la Nueva España y la Península Ibérica durante casi tres siglos aún representan tierra fértil para nuevas investigaciones.

¡Enhorabuena por los veinte años de gran labor en pro de la memoria de México!


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