“Espacios sagrados”

En algún momento, hace miles de años, cuando los humanos todavía eran aves, ciervos, osos, lobos… empezaron a asignar lugares para la experiencia de lo sagrado: un cerro, una cueva, un círculo en el suelo, un espejo de agua, un árbol; aunque, en sentido estricto, todo el espacio es lo que queda del primer evento sagrado; todos los mundos visibles e invisibles son el residuo de la creación que se renueva cada día.

Para esa renovación son necesarios los rituales, y que estos sucedan en lugares donde la experiencia humana se convierta en experiencia mística; en el ritual los eventos no son solamente humanos, son vida compartida con los dioses. Pues los dioses no pueden habitar el mundo (demasiado veneno) ni los humanos pueden habitar el cielo, aunque a veces logran conversar.

De acuerdo con la tradición védica no divulgada —y hasta la que sí lo es— el lugar en el que se lleve a cabo el ritual debe ser siempre un poco alto e inclinado ligeramente hacia el oriente y al norte, a partir de ahí se puede intentar reconstruir la conjunción entre pensamiento y mundo. Volver a poner en marcha la relación entre la mente y todo lo que fluye sin fin y sin principio, voluntad, conciencia, emociones, agua, números… eso es el origen de la actividad que llamamos “arte”.

La exposición instalada en el Centro Cultural San Pablo, “Espacios sagrados”, incluye la obra “Tooba”, de Shirin Neshat, producida en Oaxaca en 2002. En esta videoinstalación, la artista logra un vínculo entre la idea cristiana de Jardín del Edén y el árbol sagrado del Korán llamado, precisamente, “Tooba”, y también alude al libro Mujeres sin hombres, de la escritora Shahrnush Parsipur; en esa novela, una de las protagonistas se convierte en árbol, y en la obra de Shirin Neshat lo sagrado ocurre como experiencia al mismo tiempo del árbol y de la mujer en un espacio delimitado al que es difícil tener acceso.

La exposición también incluye un vitral del maestro Toledo producido en colaboración con Christian Tornton y Salime Harp en la empresa Xaquixe; se compone de tres piezas de vidrio con materiales plateados incrustados y colores rojos y azules en diversos matices, el dibujo de una cruz sobre una calavera sintetiza la imposibilidad de la experiencia total de lo sagrado mientras se está en un cuerpo. A pesar de que el destino de cada vida humana resulta indiferente a los dioses, en el momento en que distinguen a alguien dispuesto al ritual se agazapan en torno al lugar y permanecen atentos a su realización exacta. Sin embargo, cada paso del ritual está lleno de trampas, los enemigos acechan y es fácil engañarse. Cada pensamiento, cada imagen, cada palabra pronunciada, incluso en silencio, son importantes; cualquier equivocación implica un peligro mortal.1

“Espacios Sagrados” también incluye la obra “Riaba Riasa”, de Ana Hernández, que es una red dorada detenida en su caída sobre un espacio de carbón intensamente negro y sobre el cual hay peces de madera cubiertos de oro. Esos peces míticos simbolizan también todo lo que deseamos y es muy difícil de lograr. La tensión del deseo, tejida en una hermosa red que ofrece capturar los sueños más dorados, es ya una trampa.

Hernández nos recuerda con esta obra que, respecto a los recursos humanos, hay cosas que no pueden obtenerse, y muestra que el pensamiento occidental puede ser más rico si considera la imaginación y la poesía de la lengua zapoteca, o de otras lenguas antiguas, que nos ayuden a construir una mente más atenta a lo que ocurre en la experiencia que no es solamente humana.

La exposición también incluye obras de Alejandro Santiago, Fernando Aceves Humana, Fernando Franco, Melanie Smith, Sergio Hernández, Jacobo Ángeles, entre otros artistas; así como apuntes de la Dra. Denise Fallena y del Dr. Robert Markens, quienes organizaron el Coloquio Espacios Sagrados, en colaboración con las sedes de la UNAM en Ciudad de México y Chicago.

Este encuentro presentó las investigaciones más recientes sobre sitios rituales en América Latina y el Sur de Estados Unidos, y la exposición suma la perspectiva del arte como práctica que puede convertir una idea, un objeto, un pensamiento o una palabra, en un vínculo con lo sagrado; pues precisamente poner en marcha la relación entre la mente y todo lo que fluye sin fin y sin principio, voluntad, conciencia, emociones, agua, números… es el origen de esa actividad que llamamos “arte”.

1 Plinio cuenta que Tulio Hostilio fue alcanzado por un rayo cuando intentaba realizar el ritual de los Numa dedicado a Júpiter, porque se equivocó en un gesto mínimo.


Un pueblo llamado Milpa

La misión del Museo Infantil de Oaxaca siempre ha sido celebrar y compartir con la niñez toda la riqueza del patrimonio cultural y natural de nuestro estado. Entre las parcelas, rieles y vagones del MIO, miles de niños se inspiran en grandes artistas para pintar sus propias obras; sueñan con convertirse en artesanos, escuchan cuentos tradicionales y afinan sus miradas para buscar signos en los códices.

Ese fue el afán que nos guio durante el desarrollo de nuestras dos primeras exposiciones: “Rodolfo Morales: maestro del color” (2017-2019) y “Las sonrisas de Tamayo” (2019-2023). Sin embargo, cuando llegó el momento de definir el tema al que habríamos de dedicar la tercer gran etapa del museo, nos pareció justo y necesario volver al origen.

¿Y cuál es la raíz de las culturas oaxaqueñas? ¿Qué hay detrás de sus expresiones? ¿Qué tienen en común las lenguas y los textiles? ¿Qué une aquí a la medicina, la cocina, la pintura, el grabado, la música, las danzas, fiestas, costumbres, alfarería, arquitectura y hasta el duelo? ¿De dónde viene Oaxaca?

Nadie terminará jamás de responder estas preguntas, pues es precisamente en la pluralidad de entendimientos que radica la esencia de esta tierra. No obstante, sí hay una verdad universal en Oaxaca: todo lo que somos y todo cuanto sabemos lo aprendimos viviendo en el campo. La milpa es, después de tantos milenios de historia, la matriz cultural de nuestro mundo.

Las niñas y niños que a partir de este mes visiten el MIO descubrirán que cada milpa es un bosque hecho a mano, una sinfonía de plantas y bichos trabajando al compás del campesino. También verán por qué decimos que es un “patrimonio vivo”, un ecosistema, una forma de cuidar la tierra y la principal estrategia de vida de muchos de nuestros abuelos.

Al adentrarse en las nuevas salas del MIO contemplarán las distintas formas del maíz y pintarán con los colores de sus granos; se asomarán a una tumba zapoteca y gatearán dentro de una troje repleta de historias. En la cocina, que hemos renovado, molerán en metate, palmearán tortillas, batirán tejate y descifrarán con nosotros los secretos del nixtamal. No tendrán que salir del museo para jugar entre la milpa, pues cazarán quelites y calabazas bajo un cielo de papalotes azules. Finalmente, como tanto insistió el maestro Toledo, podrán sembrar en el huerto con sus propias manos, seguros de que cada granito de maíz que dejen en la tierra contiene el pasado y el futuro de la humanidad entera.

Eso, entre muchas cosas más, podrás encontrar en la nueva exposición didáctica “Un pueblo llamado Milpa”. Te invitamos a conocerla a partir del 26 de agosto, en el Museo Infantil de Oaxaca.


Experiencias que marcan caminos

En un tiempo prepandémico, el quehacer del equipo de Lectores Voluntarios —dirigidos por el Programa Seguimos Leyendo, de la Coordinación de Proyectos Educativos de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca— marcaba ritmos y espacios que se ajustaban a las necesidades que la sociedad y la praxis literaria requerían en esos momentos. Como el tiempo no se detiene, estas prácticas evolucionaron de manera involuntaria, sigilosa, paulatina y permanente, haciendo que todo cambiara. Algo parecido sucedió con el rumbo de las actividades y estrategias de este programa.

Hemos notado que los gustos, afinidades e intereses literarios de los lectores han cambiado, se han convertido en un acto que los deconstruye y hace evolucionar como los seres orgánicos que son. Al regresar a los espacios de lectura vemos que, a pesar de que algunos conservan sus ubicaciones y estructuras pedagógicas, los directivos, maestros y alumnos ya no son los mismos, muchos han decido recorrer otros caminos. En aquellos sitios en donde leíamos narrativa y jugábamos con el género lírico, ahora se disfruta de textos informativos con contenidos científicos como una propuesta fresca y diferente.

Es así como actualmente apostamos por el proyecto JUCOA: El Continente de los Libros Informativos. Se trata de un taller donde infancias de entre 8 y 11 años juegan, conocen y aprenden; las sesiones semanales son impartidas por un equipo de lectores amantes de la divulgación científica. Por fortuna, JUCOA está en una etapa de consolidación, pero hasta ahora ha sido bien recibida por nuestros queridos jucoamigos, quienes pasean y se divierten en el mundo de los fósiles y dinosaurios, clasifican parte de la flora y fauna local y observan diversos tejidos en el microscopio.

Otro de los proyectos que se han retomado es el de lecturas en voz alta en el Andador turístico, lo llamamos “Lecturas Callejeras”. La actividad se realiza en colaboración con la Librería Grañén Porrúa todos los jueves a las 17 h. Esta ha sido una aventura para quienes acuden a compartir sus libros además de una experiencia agradable para las personas que se detienen a escuchar. Una característica de estas sesiones es que se abre el micrófono para que cualquiera que vaya pasando lea algún fragmento de sus obras favoritas. En estos últimos meses se han realizado lecturas con temáticas diversas y nos ha acompañado turismo local y extranjero que queda maravillado con las actividades.

El uso de la tecnología y de las redes sociales nos hizo pensar en un reto para la Coordinación. Este verano se pone en marcha el taller #Soybooktuber, en el que las y los adolescentes aprenderán a crear contenido audiovisual de los libros que han leído para subirlos a Tik tok, Facebook, Instagram, YouTube, entre otras plataformas. Se busca que quienes participen conozcan el proceso de creación de contenido, y para ello nos acompaña un invitado especial: el maestro Carlos Cruz Kruzdhi, quien tiene una larga trayectoria en la elaboración de contenido audiovisual en el estado.

Otra opción para este verano es el taller Nueve lunas para arrullarte, una iniciativa dirigida a mujeres embarazadas. En este mágico encuentro se busca crear una conexión con el bebé mediante la estimulación prenatal que incluye juegos, nanas, lecturas y arrullos. Las asistentes elaborarán un libro de estas experiencias que será el primero de su hija o hijo. Cada una de las sesiones fueron pensadas para cada una de las etapas del embarazo y en una de ellas nos acompañará un profesional en la materia. Este espacio, sin duda, abrirá el camino para acercar a las madres y padres a la palabra poética mientras esperan nueve lunas para acoger entre arrullos a su bebé, trayendo a su memoria los cantos de su infancia.

Las actividades que realizamos desde la Coordinación son un impulso para renovarnos y seguir promoviendo el amor por la lectura. Próximamente estaremos comentando un poco más sobre el Círculo de Lectura “Cucharadas de Poesía” y el inicio de la Décima Edición del Diplomado Internacional en Promoción de la Literatura Infantil y Juvenil.


Barros de Oaxaca

En Oaxaca no podemos dejar de hablar de los distintos tipos de piezas utilitarias y ornamentales que existen gracias al barro. Esta especie de cerámica que existe en nuestro estado es herencia viva de las culturas milenarias; las grandes maestras y maestros del arte popular son guardianes de estas técnicas y gracias a los descubrimientos en las diversas zonas arqueológicas podemos admirar que las técnicas que hoy existen son muy antiguas.

Un ejemplo de ello son las piezas utilitarias de San Bartolo Coyotepec. Se trata de piezas cocidas en su totalidad que al ser sacadas del horno adquieren un tono grisáceo mate o platinado, estilo observado en elementos descubiertos por excavaciones arqueológicas en Monte Albán.

Santa María Atzompa es otro punto importante para conocer esta tradición oaxaqueña. Dicha comunidad es reconocida por ser un pueblo alfarero que elabora cerámica con vidriado verde, aunque este fue introducido después de la Conquista.

Otro hallazgo importante en la zona arqueológica de Atzompa fue el descubrimiento de un horno prehispánico que tiene la misma estructura de los que aún se utilizan en la comunidad; hoy en día, Atzompa se dedica a la elaboración de piezas utilitarias para la cocina y piezas ornamentales.

Al hablar de la elaboración de cerámica debemos comprender que el material es distinto de una comunidad a otra: los elementos que le dan vida a cada una son únicos y con una combinación adecuada se puede llegar a la creación de la misma. Y no podemos olvidar la presencia de los cuatro elementos que ayudan al alfarero a crear las piezas que se siguen elaborando con los mismos patrones y para los mismos objetivos.

Si visitamos la Sierra Mixe también podemos conocer comunidades que se dedican a la tradición alfarera heredada por generaciones, cuyas piezas de gran formato son muy características, ya que su elaboración conlleva un gran reto y su acabado toma mucho más tiempo. Las piezas tradicionales de estas comunidades son los cántaros de múltiples bocas y las ollas que funcionan para cocinar y almacenar agua. Una pieza que es utilizada en la actualidad en esta zona es el patojo, una pequeña olla alargada que ha sido utilizada desde la antigüedad para colocarse en los fogones y mantener el agua caliente.

Te invitamos a conocer las piezas elaboradas con la gran variedad de barros de Oaxaca que se encuentran en nuestras distintas salas. Visítanos en Av. Independencia 1003, Oaxaca, Centro.


IX Foro Itinerante “Unidades de información y diversidad cultural”

Del 12 al 14 de julio se llevó a cabo la IX edición del Foro Itinerante de la Red de Unidades de Información de Oaxaca, en la que participaron bibliotecas de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, otras pertenecientes a universidades públicas y privadas e instituciones de la sociedad civil. En esta ocasión, las sedes que cobijaron las diferentes mesas fueron la Biblioteca Beatriz de la Fuente (UNAM), la Biblioteca Francisco de Burgoa (UABJO) y la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío (Mufi).

En esta edición del Foro, que tuvo por nombre “Las Unidades de Información y la Diversidad Cultural”, se tuvo como objetivo el intercambio de conocimientos y experiencias sobre las formas en las que las Unidades de Información gestionan sus colecciones, servicios y/o procesos para atender comunidades cultural y lingüísticamente diversas; por lo que cada participante dio testimonio de los proyectos que llevan a cabo en diferentes comunidades dentro y fuera del estado: en la Universidad Tecnológica de la Sierra Sur de Oaxaca, en Comachuén, Michoacán, en la Universidad de Cienfuegos, en Cuba, en la Universidad Nacional Autónoma de México y en Santa Catarina Minas, Oaxaca, por mencionar tan solo unos ejemplos.

Algunas de las ponencias que se impartieron en los tres días que duró esta emisión fueron: “Des-racializando la diversidad cultural: una cuestión de dignidad”, “Experiencias comunitarias en el acceso y gestión de literatura para las infancias en contextos rurales”, “Las bibliotecas públicas y la diversidad sexual en los acervos de México”, “La Biblioteca de Semillas”, “Gestión corresponsable de proyectos y acervos lingüísticos jny’on nda”, “De la biblioteca monolítica a la biblioteca multicultural: una reflexión en torno al quehacer bibliotecario”, “Cartillas indígenas: Colección de cartillas de lectoescritura del Instituto Lingüístico de Verano” y “Breve historia sobre la inclusión y la accesibilidad de las bibliotecas en Oaxaca. Tecnologías adaptadas para acercar información a personas ciegas y con baja visión”. Además, se compartieron dos talleres: “Airtable para bases de datos” y “Taller práctico de Wikipedia y proyectos hermanos”.

Luego de casi diez años de realizar este foro (además de La Noche de las Bibliotecas), la ruio se va consolidando como una organización clave para la cooperación entre las unidades de información en Oaxaca y el foro como un espacio de vinculación e intercambio de conocimientos y experiencias entre profesionales de la información a nivel internacional.

Les invitamos a consultar sus redes sociales o su página web: https://udisoaxaca.wordpress.com/


La digitalización y catalogación de las cartillas en lenguas originarias: Una colaboración con la Universidad Estatal de San Diego

Si bien existen antiguas y extraordinarias tradiciones de escritura en las lenguas originarias de Mesoamérica, estas son difíciles de apreciar por su naturaleza fragmentada y de difícil acceso. Por ello, una de las metas de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca es hacer que estas tradiciones sean más conocidas y accesibles para personas de Oaxaca y de todo el mundo. Así, ha reunido una de las colecciones de materiales en lenguas mesoamericanas más importantes en México que abarca un periodo desde mediados del siglo XVI hasta la actualidad.

En el México posrevolucionario, la escritura en lenguas originarias fue patrocinada por el Estado como parte de una política educativa nacional, cuyo objetivo final era promover la alfabetización en español. En colaboración con organizaciones como el Instituto Lingüístico de Verano y el Instituto Nacional Indigenista, la Secretaría de Educación Pública imprimió cientos de pequeños libritos en lenguas mesoamericanas que fueron diseñados para promover la alfabetización. Estas publicaciones de alfabetización suelen ser de pequeño formato, por lo que se les ha denominado “cartillas”.[1] Los materiales pueden incluir explicaciones del alfabeto y la ortografía de las lenguas indígenas, así como cuentos, traducciones e información educativa sobre temas como la salud, la geografía, la historia, la gramática y la ciencia. Hay esfuerzos por rescatarlos del olvido; es el caso del proyecto de Adabi de digitalización de cien cartillas o el colaborativo de la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México y el Instituto Lingüístico de Verano, A. C., con quienes tenemos comunicación.2

La BIJC alberga una de las colecciones más importantes de este tipo de publicaciones en México. Incluye la colección personal de cartillas de Lorenzo Cossío y Cosío, cartillas de la oficina de Mitla del Instituto Lingüístico de Verano y cartillas que habían pertenecido a investigadores, como Thomas Smith-Stark y Michel R. Oudijk.

Estas publicaciones presentan múltiples desafíos para su catalogación. Debido a su pequeño formato y distribución local, a casi ninguno se le asignó nunca un número de ISBN, una cadena alfanumérica internacional que sirve única para identificar datos básicos que permite a las bibliotecas, librerías y lectores rastrear libros y estandarizar la información sobre la editorial, el título y la información del libro, lengua y edición. Asimismo, no existe un catálogo de autoridades de estos libritos ni una bibliografía completa de lo producido. A menudo, la única forma de saber qué se produjo es tener acceso a un ejemplo. Sin embargo, a menudo las ediciones eran pequeñas, en algunos casos con solo decenas de ejemplares. Por lo tanto, el acceso es un tema crucial.

Las ortografías para escribir las lenguas también presentan varios desafíos especiales. Primero, las ortografías de mediados del siglo XX a veces usaban caracteres que no son parte de Unicode; es decir, un estándar de codificación para la representación y manipulación de textos expresados en los muchos sistemas de escritura del mundo. En segundo lugar, las ortografías de muchos idiomas han cambiado con el tiempo. Por ejemplo, una cartilla de 1961 con el título mixe “Cotsu Uu‘m N’ayoocamda”, hoy se escribiría “Kötsï ïï’m n’ayöökamta”. ¿Cómo se puede hacer recuperable esta información para los hablantes de mixe? Finalmente, las cartillas no siempre indican la variedad en que se está escrito. ¿Se escribió una cartilla mixteca en la variedad de San Miguel el Grande, la de San Esteban Atatlahuca o la de Santo Tomás Ocotepec? El análisis lingüístico, combinado con la contextualización histórica, puede hacer la determinación.

Para hacer frente a estos desafíos, la BIJC y la Biblioteca Universitaria de la Universidad Estatal de San Diego (SDSU por sus siglas en inglés) se han asociado para digitalizar y catalogar esta colección, y así abrirla para los usuarios de hoy. Gracias a un proyecto especial del rector de SDSU, Yunitza Vásquez Vásquez, con orientación de Lisa Lamont (jefa de colecciones digitales de SDSU), comenzó a trabajar la colección de cartillas de la BIJC en abril. Ha escaneado, página por página, más de 120 cartillas en mixteco, mazateco, zapoteco, cuicateco y náhuatl. También está elaborando un inventario detallado en donde se identifican datos como: los títulos en la lengua originaria y su traducción, fecha de publicación, variedad en la que se escribió, lugar de edición, autores, número de páginas, número de ejemplares, características físicas de cada cartilla, entre otros datos. Una vez que esta fase del proyecto haya finalizado, las cartillas estarán disponibles en línea para que puedan acceder a ellas tanto los hablantes de estas lenguas como los investigadores y se buscarán fondos adicionales para terminar de digitalizar y catalogar toda la colección.

[1] Véase “Cartillas en lenguas indígenas del convenio SEP-ILV.” Boletín de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, 24 (mayo-junio de 2018): 9

2 Puedes visitar el sitio: https://cartillasindigenas.colmex.mx/#/


Torneo de basquetbol FAHHO-Oaxaca 2023

Con la movilización de más de cinco mil basquetbolistas en todo el estado, concluyó de manera exitosa el torneo Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca 2023, en el complejo deportivo Hermanos Flores Magón de la capital estatal.

La doctora María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la FAHHO, entregó los premios a los ganadores: en la rama varonil categoría libre, Valle Oaxaca venció 56-51 a Puerto Escondido y en la femenil, la Mixteca dio cuenta de Valles Centrales por 44-38.

El torneo se llevó a cabo desde el 6 de mayo hasta el 11 de junio con las finales en las cuatro categorías, tanto las libres en ambas ramas y la juvenil de 18 a 20 años para basquetbolistas originarios de Oaxaca. Los dos equipos ganadores recibieron un premio de parte de la FAHHO de $40 000.00 y $20 000.00 para los dos segundos lugares más un kit deportivo, este último premio también se entregó a los equipos semifinalistas.

El torneo llegó hasta los municipios más recónditos de las ocho regiones del estado. Sin duda, el basquetbol es uno de los deportes más queridos y apreciados en México y en Oaxaca no es la excepción, ya que cuenta con más de 3 525 canchas, distribuidas en sus 570 municipios, de ahí el gran interés de la FAHHO por llevar a cabo este torneo.

Así como en otros estados el principal deporte practicado es el futbol, en cada municipio de esta entidad no puede faltar la siguiente disposición: el palacio municipal, la iglesia y una cancha de basquetbol, pues esta vigorosa disciplina es parte de una identidad y de la cultura de nuestra tierra.

Está comprobado, además, que el deporte, la cultura y las actividades físicas promueven la cohesión social, la participación comunitaria y generan situaciones positivas para la salud, por ejemplo, la disminución del sobrepeso, la obesidad, diabetes, hipertensión y cardiopatías.

A este evento se incorporaron las asociaciones que promueven el basquetbol en la entidad mediante la participación y convocatoria del Instituto del Deporte del Estado de Oaxaca, con base en ello se tuvo la participación de casi 500 equipos con un marcado acento en la equidad de género.

Como es característico en las actividades que promueve la FAHHO, se entrelazan el deporte con el arte y la cultura, por ese motivo los premios son unos bellos trofeos de barro realizados por el artista oaxaqueño José Luis García.


Cita con la música

La cita a los conciertos de la Fonoteca Juan León Mariscal siempre es la misma: jueves, siete de la noche, Centro Cultural San Pablo. Entrada libre. Quien guste asistir solo tiene que llegar minutos antes de la hora y sumarse a la fila que hacen en el Atrio los primeros invitados, sentados al filo de la jardinera, para ingresar cuando se les indique y disfrutar del recital de la noche.

Ese día, o mejor dicho, esa tarde, mientras cae la noche y llega la hora de abrir las puertas del Claustro, los maestros Roque Ignacio Martínez y Aristarco Pérez García —en ocasiones acompañados por Manuel Martínez—, dan la bienvenida a los pacientes asistentes con música de chirimía: flauta y tambor que en San Bartolomé Yatoni —de donde son originarios— y otras comunidades de Oaxaca y México suelen acompañar y anunciar las festividades más importantes. Ricardo Rodys, el coordinador de la Fonoteca, ha escrito en el Boletín FAHHO sobre esta tradición: https://fahho.mx/tres-an%cc%83osde-chirimia-en-los-conciertos/.

En San Pablo, la espera es un microconcierto de chirimía que se acaba pasando las siete, cuando el portal se abre y los músicos entran y avanzan sobre el pasillo hasta llegar al escenario, mientras, los invitados se apresuran y escogen el mejor sitio para ver y escuchar a los protagonistas de la noche.

Comúnmente los recibe un elegante piano de cola, un Steinway & Sons donado por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca a la Fonoteca. Pierre-Arnaud Le Guérinel y la maestra Úrsula Topete son pianistas que se han sentado en él para interpretar a Chopin, Listz, Brahms o algún arreglo de la vasta música tradicional oaxaqueña, según lo marque el programa.

Otras veces, en lugar del piano hay atriles, dos o tres, el número depende de los músicos que integren la agrupación invitada. La Camerata Oaxaca es una de ellas. A lo largo del año se preparan conciertos temáticos, alusivos a las festividades de la ciudad. En julio, por ejemplo, interpretan un repertorio con música que se escucha durante el espectáculo de la Guelaguetza, en el Cerro del Fortín; en septiembre tocan obras de compositores mexicanos para conmemorar el Día de la Independencia y en noviembre a la Revolución; en Todos Santos el Réquiem de Mozart, y en Navidad los tradicionales Villancicos.

En su primera década de vida, la Fonoteca ha recibido un sinnúmero de solicitudes de artistas locales, nacionales y extranjeros que buscan su foro para compartir, aquí en Oaxaca, la diversidad de músicas que existen en el mundo. Para comprobarlo solo hay que asistir a la cita de todos los jueves a las 19 horas, en el Centro Cultural San Pablo, la entrada, les recordamos, es libre. También pueden seguir la transmisión en vivo que se hace por las redes sociales de la Fonoteca, San Pablo y la FAHHO.


El agua bendita de buen augurio: 25 años del Mufi

Cinco lustros han pasado desde ese día que del cielo cayó la primera lluvia del año, la más esperada; y justo en ese momento, en pleno julio, inauguramos el Museo de la Filatelia de Oaxaca, único en su tipo, y el que se convertiría en un espacio de convivencia para la comunidad. ¡Agua bendita de buen augurio! En ese año de 1998, el acervo del Mufi comenzó con dos colecciones, una de José Sayeg Helú, con estampillas de todo el mundo, y la de Alfredo Harp Helú, quien comenzó a construirla desde niño, visitando las embajadas y pidiendo a sus conocidos esas diminutas piezas, colocadas en los sobres, que tanta emoción le causaban. Mientras organizaba sus piezas, aprendía sobre geografía, historia, ciencias naturales y hazañas de grandes personajes: sin saberlo, fomentaba una disciplina que lo convertiría en todo un coleccionista de estampillas postales, con un interés especial en la filatelia mexicana. Así que de una afición, que pareciera irrelevante, nació el Mufi, una fábrica de sueños para los filatelistas profesionales, un sitio de asombro para quienes cruzan su umbral, un lugar de encuentro para las familias que descubren el mundo por medio de sus colecciones y un espacio de disfrute para el público en general.

Como aficionados al coleccionismo filatélico, ha sido para nosotros un enorme placer ver nutrirse este sueño dedicado a tantas personas que, sorprendidas, podrán observar una obra y preguntarse cómo es que alguien, a quien no se conoce personalmente, tenga tan claro aquello que se ha querido decir durante toda la vida. A diferencia de otros espacios museísticos que exhiben obras de gran formato, el Mufi resguarda una cantidad inimaginable de pequeños recuadros que condensan datos geográficos, temas diversos y estilos artísticos que funcionan como diminutas cápsulas del tiempo e interesantes clases de historia sobre cualquier rincón del mundo. Es tal la riqueza y la belleza de las estampillas postales que el museo también ha podido ser un motor que impulsa la creatividad de quienes lo visitamos, especialmente de los niños que tienen un lugar preponderante en nuestras actividades.

En un mundo donde las cartas y el género epistolar han sufrido transformaciones decisivas, el Mufi brilla y se convierte en custodio de especímenes raros y curiosos capaces de inspirar a poetas, artistas, científicos, deportistas, especialistas y público en general. A las dos colecciones con las que iniciamos se han sumado otras, ya que numerosas personas han decidido donar sus acervos porque consideran que este espacio es ideal para conservarlos, estudiarlos y difundirlos. Así, el acervo reúne miles de objetos —entre los que destaca una pequeña e interesante colección de monedas mexicanas— que le permiten a nuestro museo ser un punto de referencia gracias a la bóveda que guarda esos tesoros.

Otro personaje que se unió al proyecto desde el inicio fue Manuel Cossío Gabucio, amigo de Alfredo, quien donó la biblioteca de su padre, don José Lorenzo Cossío y Cosío, especializada en filatelia. Con el paso de los años, esta se enriqueció y hoy cuenta con más de 6 000 ejemplares que incluyen algunos manuscritos, impresos, boletines, catálogos, literatura filatélica, álbumes con estampillas de correo aéreo, timbres clásicos de México, fotografías, correspondencias, estudios sobre emisiones, notas periodísticas, diplomas, utensilios filatélicos, reconocimientos, entre muchos elementos más. ¡Un deleite para cualquier curioso e investigador y de donde han surgido tantas historias conmovedoras!

Otro gran aliado en este andar ha sido Enrique Trigueros Legarreta, quien ha sabido darle impulso al Mufi en el mundo de los filatelistas, ha promovido encuentros internacionales y ha logrado traer magníficas colecciones y exposiciones para difundirlas en Oaxaca. Es una dicha tenerlo tan cerca y aprender de él.

Nuestra casa también ha ido creciendo, pues la familia y las colecciones cada vez se vuelven más numerosas. Afortunadamente, logramos adquirir los predios vecinos, formando con sus cinco hermosos patios un laberinto: cada uno posee un atractivo especial que vuelve la estancia de nuestros visitantes todavía más agradable. Además, la oferta cultural atrae a todo tipo de público para disfrutar conciertos, exposiciones, presentaciones de libros, proyecciones de películas, o simplemente para deleitarse con una taza de café, sentarse a escuchar música, escribir o contemplar los jardines y su bella arquitectura.

Así, en el transcurso de un cuarto de siglo, el Mufi se ha ido nutriendo en contenido y espacio hasta convertirse en un centro cultural, un lugar de reunión, convivencia y aprendizaje del que nos sentimos muy orgullosos: hemos creado una comunidad que busca un respiro de belleza, armonía, paz, arte y cultura. ¡Muchas felicidades! ¡Gracias, Mufi y Alfredo Harp Helú, por estos años de alegrías y grandes logros! Sin duda, ¡cayó el agua bendita de buen augurio!


Estampas de un espacio: XXV Aniversario

¿Cuántas historias puede albergar el Museo de la Filatelia de Oaxaca? Incontables, y más cuando se trata de un espacio creado con el propósito de resguardar estampillas postales de todo el mundo que, a su vez, se relacionan con un sinfín de tópicos que redescubren la historia misma y que, al formarse en colecciones expuestas, generan el espacio museístico.

25 años de vida del Mufi se dice fácil, pero resumir su historia, hablar de un antes y un después de su arquitectura o de los objetos que lo conforman, no es sencillo.

En la vida cotidiana del museo se generan exposiciones, se clasifica y cataloga el material filatélico; se planean, diseñan y desarrollan distintos proyectos; se preserva y difunde el acervo y se promueve el arte y la cultura. En un recorrido se narra la historia de los “Comecartas”, del “Penny Black” y del “Hidalgo Azul” y de cómo llegó al museo la colección de cartas de Frida Kahlo y el doctor Leo Eloesser. Y cuando la curiosidad se asoma, respondemos una que otra pregunta: ¿Todavía existe el correo? ¿Aún se escriben cartas?

Los espacios abiertos se mantienen firmes día y noche, silenciosos. El muro de cantera y el de adobe, el espejo de agua y los cactus seguramente tienen más anécdotas, pero son discretos custodios.

El Mufi encierra tal magia que cada uno de sus rincones evoca inspiración; en un escenario simple, los sueños se vuelven realidad, como aquel que comenzó hace 25 años y que hoy hace posible que el Museo exista.

¡Felicidades, Mufi!


Un cuarto de siglo difundiendo el arte filatélico en Oaxaca. Entrevista a Eduardo Barajas

Fotografía: Daniel de Laborde, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Han pasado dos décadas y media desde que el Museo de la Filatelia abrió sus puertas. Durante este tiempo, el timbre postal ha tenido distintos momentos: pasó de ser un objeto utilitario y cotidiano presente en la correspondencia, a ser un elemento casi exclusivo de los acervos y colecciones. Lo que sí es un hecho es que los timbres siempre han sido un objeto coleccionable, y gracias a la apertura del Mufi en Oaxaca muchas personas descubrieron su universo y posibilidades.

Este mes de julio, el Mufi cumple su primer cuarto de siglo. Eduardo Barajas, quien ha sido colaborador del museo por 21 años, y su director durante los últimos 18, cuenta que, en 1996, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca realizó una exposición de filatelia y numismática: “Lo que se exhibía era una colección que pertenecía al Archivo Histórico de Banamex. Durante esa exposición, Francisco Toledo le habló a don Alfredo Harp Helú sobre poner un museo de numismática en Oaxaca, y este era un tema que a don Alfredo le interesaba porque coleccionaba monedas y timbres”.

Este primer encuentro anunciaba la llegada de un espacio que abrió sus puertas el 9 de julio de 1998, gracias a la filantropía de su fundador, el señor Alfredo Harp Helú, a su amor por la filatelia y al compromiso con su estado que siempre le han distinguido. Una casa del Centro Histórico, sobre la calle de Reforma, marcada con el 504, se convertiría en el Museo de la Filatelia de Oaxaca. Inició con una colección personal de timbres postales, dejando para el futuro la posibilidad de retomar el tema de la numismática.

Hoy en día, el museo está próximo a abrir una sala dedicada exclusivamente a esta otra forma de coleccionismo, pues en 2020 recibió, para su clasificación, investigación y exhibición la colección numismática de don Alfredo, compuesta por más de 19000 piezas —principalmente— de monedas nacionales, que los visitantes podrán apreciar en una sala permanente, sin embargo, el acervo filatélico lo supera en cantidad.

Barajas platica que:

Cuando el museo abrió, era un poco difícil de entender hacia dónde iba porque la filatelia era un tema muy especializado, lo veían como algo caro, elitista, de alguna forma de clase alta [ya que] las colecciones eran carísimas y privadas. Los primeros dos años fueron difíciles, en general para cualquier museo o empresa es difícil arrancar, plantear objetivos, explicar a los usuarios qué es la filatelia, por qué un museo y [cuál es] su importancia.

Pero apostaron por educar sobre la filatelia a las nuevas generaciones, y “lo que vino a reforzar y afianzar todo esto fue empezar con un programa dirigido al público infantil: talleres, actividades y programas para las escuelas que complementaban lo que veían en clase referente a temas como la carta y el timbre postal; todo esto abonó para que los niños se interesaran o supieran un poco más sobre este arte, [incluso] muchos empezaron a formar su propia colección de timbres”, detalla el director del Mufi.

Aquellas primeras generaciones de niñas y niños que acudían al museo han ido creciendo a la par del espacio. El Mufi ha escuchado a sus usuarios y se ha ampliado poco a poco hasta ser hoy en día una de las esquinas más atractivas del Centro Histórico.

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El Mufi es el primer museo que la Fundación Alfredo Harp Helú abrió en la ciudad. Para lograr posicionarse, el equipo planteó exposiciones y talleres temáticos, proyecciones de cine, convocatorias y numerosos congresos, y cabe decir que algo que ayudó desde el inicio fue que, arquitectónicamente, este es un espacio para disfrutarse.

Con el pasar de los años, y tras cinco lustros de experiencia, el Mufi ha sido germen para nuevos proyectos: gracias a la iniciativa y visión de la doctora María Isabel Grañén se hizo posible este sueño, cuyos muros han visto nacer en este estado proyectos como el Museo Textil, el Instituto de Órganos Históricos y Adabi Oaxaca. Detalla Barajas:

En el 2000, cuando se adquiere el predio de Reforma 500, el arquitecto Daniel López intervino el espacio de una forma minimalista: entonces el museo se convirtió en un espacio muy zen, con elementos japoneses y oaxaqueños; la arquitectura empezó a llamar mucho la atención y la gente entraba para ver de qué se trataba. En ese momento surgió el reto de explicar al público lo que significa la filatelia. Afortunadamente, gracias a todas las actividades, este espacio empieza a ser un centro cultural y un punto de encuentro para los creadores.

Y añade que durante el proceso de posicionamiento también se reforzaba la idea de volver más accesible la filatelia, que no fuera tan rigurosa; eventualmente, con las exposiciones temáticas, las personas se fueron acercando más al lugar.

Para Eduardo Barajas, el generar programas, actividades y exposiciones es motivante.

Los 21 años que llevo trabajando en el Mufi se han ido rápido; hacemos una diversidad de cosas y estamos comprometidos con el tema de los museos, con la relación que hemos establecido con muchos colegas, los intercambios y la profesionalización. Hemos logrado conformar un equipo de trabajo en el que todos proponen.

También es motivante trabajar con don Alfredo y la doctora María Isabel, porque son muy activos, todo el tiempo tienen proyectos a los que suman al Mufi; hemos colaborado, por ejemplo, en los proyectos culturales relacionados con beisbol en Monterrey y Ciudad de México.

Desde el Mufi, destaca su director, han tenido la oportunidad de impulsar congresos de museos que ayudan a la actualización de quienes ahí colaboran: ha sido pionero en la profesionalización de estos espacios en nuestra ciudad, atrayendo la mirada y el interés de muchos personajes mediante encuentros de talla internacional, como el 7.º Programa Nacional de Interpretación de Museos, realizado en 2011. En este evento, personajes de diferentes países y museos como el Thyssen, la Caixa, MoMa, entre otros, compartieron su conocimiento y visión; la Convención Anual 2018 de la México-Elmhurst Philatelic Society, que tuvo como sede el Centro Cultural San Pablo, un espacio abierto a coleccionistas independientes y miembros de las agrupaciones y sociedades filatélicas del país y del extranjero; el Encuentro del Museo Reimaginado en 2019, que reunió a más de 600 profesionales y colaboradores de recintos culturales de América. Espacios como estos permiten crear redes de diálogo y mejorar las prácticas en los museos.

Artistas presentes en el Mufi

El director del Mufi resalta que los creadores también se han involucrado con el museo: “El primer artista que no solo exhibió gran parte de su obra en el Mufi, sino que también tiene tres timbres en la filatelia mexicana, fue el maestro Francisco Toledo: realizó varias colaboraciones con nosotros que se pueden ver en los catálogos del museo”.

Saúl Kaminer, por su parte, realizó una colaboración con buzones de cerámica, y cuando el museo cumplió 10 años, se expuso su obra. “Después empezamos a hacer exposiciones colectivas e invitamos a varios artistas para que intervinieran objetos relacionados con la filatelia”, agrega.

También han colaborado con el Mufi Eduardo del Río Rius, el impresor Juan Pascoe, Pedro Friedeberg, Cristina Kahlo —quien ha participado en exposiciones de las cartas de Frida Kahlo, que se encuentran en la colección del museo—, Sergio Hernández, Adán Paredes, Guillermo Olguín, Nicola López, Alan Glass, Emilia Sandoval, Mauricio Cervantes, Carmen Parra, Betsabe Romero, Alberto el Negro Ibáñez, entre muchos más.


El corazón del Mufi: Acervo Filatélico

Fotografía: Georgina de la Rosa, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Hablar del Museo de la Filatelia de Oaxaca es hablar de un espacio único en su tipo. Visitarlo conlleva recorrer sus pasillos, disfrutar sus exposiciones temporales, contemplar su biblioteca y viajar por la historia postal de México mediante sus colecciones permanentes, exhibidas en uno de los espacios públicos más importantes del museo: la Bóveda Filatélica. Se trata de un repositorio de 13 gabinetes, cada uno con 50 abanicos que albergan diferentes colecciones temáticas, por ejemplo, desde el primer timbre postal en el mundo hasta el emitido por México más recientemente. Quienes deseen adentrarse más en el tema postal tendrán la oportunidad de conocer sobres con distintas marcas o sellos que se aplicaban a la correspondencia antes de 1840, una etapa que recibe el nombre de “Prefilatelia”; por su parte, las cartas de Frida Kahlo pertenecen a una de las colecciones más queridas por el público. Y si te gustan los deportes, puedes descubrir las piezas que tenemos de los Juegos Olímpicos de México 1968, pero si prefieres el futbol, tenemos la Colección Mundial de Futbol México 1986.

Te has preguntado ¿de dónde provienen las piezas postales que exhibe el Museo en todas sus áreas?

Existe una parte que yo llamo “El corazón del Mufi”. Y me refiero al área del acervo. Le llamo corazón precisamente por la función que cumple: así como este órgano bombea sangre a todas las partes del cuerpo, el acervo nutre de timbres postales a cada área del museo, de aquí la importancia que cobran al estar relacionadas entre sí. El acervo se alimenta de las donaciones de timbres postales que recibimos año con año, y son precisamente estas las que dan vida a todo el museo. En el acervo se clasifica, cataloga y resguarda cada timbre; una vez hecho lo anterior, se envían a las demás áreas; del acervo salen las piezas del mapamundi que recibe a todos nuestros amigos visitantes, ubicado en la sala de exploración; también las piezas que forman parte de las colecciones, permanentes y temporales que exhibimos durante todo el año; de aquí mismo surge el material que se trabaja con las escuelas en nuestro Club infantil. Por si fuera poco, de aquí salieron más de 20 000 timbres postales que adornan el Vocho Mufi que recorre las calles de la ciudad.

Crecemos año con año, lo que nos permite tener una amplia gama de colecciones temáticas por mostrar. Sin duda, los espacios de exhibición, nuestras salas y la Bóveda Filatélica se quedan pequeños frente a la cantidad de piezas postales resguardadas. Uno de nuestros objetivos es poder mostrar la mayor cantidad de piezas filatélicas, lo que nos permitirá llegar a un mayor número de grupos, dando como resultado que niños, estudiantes y expertos en el tema postal nos visiten, aprendan y se maravillen de la extraordinaria cultura filatélica con la que cuenta México y que Oaxaca tiene el honor de mostrar en un espacio como el Mufi.


El arte de compartir

Mi pasión por la filatelia y el coleccionismo nació cuando me di cuenta del disfrute que me generaba conocer sobre otras culturas mediante lo que para ellas era tan importante y significativo como para plasmar en un rectángulo de arte e historia y que podía llegar a regiones remotas del planeta. Entonces inicié el resguardo de timbres individuales, sobres de primer día, colecciones anuales y libros explicativos de cada una de las series.

Luego de décadas de armar con mucha dedicación una interesante colección, y al mismo tiempo integrar una biblioteca que amplía el conocimiento sobre cada serie de timbres, me pregunté qué pasaría con todo ello si no encontraba con quién compartirlo y que realmente lo valorara. Al darme cuenta de que entre la familia y seres queridos no había alguien que pudiera aquilatar la importancia de esta colección, encontré que en Oaxaca existía un interesante esfuerzo por preservar el arte de la filatelia.

En una ciudad que impresiona por su arte y sus tradiciones, no sorprende que existan recintos cuya función sea difundir la cultura local, altamente reconocida, en especial en las artes plásticas. Sin embargo, encontrar un sitio especializado y debidamente categorizado y organizado en importantes áreas de la filatelia fue una muy agradable sorpresa.

Siempre he creído en el arte de compartir. La acción de ofrecer a los demás lo que a uno le provoca experiencias edificantes y duraderas es altamente disfrutable, sobre todo, es la mejor manera de asegurar que nuestra cultura se fortalezca en cada obra, en cada medio disponible que sea visto y apreciado por quien lo toma en sus manos.

Como amante del arte y del coleccionismo siempre será mi prioridad contribuir con lo que esté de mi parte para este recinto que llega a sus primeros 25 años de historia, gracias a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y a las voluntades de personas y organizaciones en el estado y otras partes del país.

Felicito enormemente al Mufi y deseo que vengan muchos años más de crecimiento en su acervo, de una mayor apreciación de su labor filatélica y cultural, y del favor de los visitantes con sed de conocimiento.

Entrevista: https://www.youtube.com/watch?v=FYlpepkB8Hc


Marcelo Villareal

¿Quién no ha coleccionado algo desde niño? Parece una necesidad humana: en el colegio intercambiábamos tarjetas, juguetes de promoción y hasta corcholatas con impresiones especiales, esto es porque somos buscadores por naturaleza.

¿Qué implica ser un coleccionista, ya sea de estampillas postales, monedas, pinturas famosas, abanicos, campanas, insectos o cualquier otro tipo de objeto? Requiere, en primer lugar, tener el conocimiento de los objetos a atesorar; por lo tanto, es más que un pasatiempo, es un estudio ordenado, profundo y minucioso de lo que se va a coleccionar. Requiere tiempo de investigación en museos, libros o revistas, de buscar esas piezas especiales y exclusivas, fuera de lo común, y que tienen una historia que contar; de colaborar con otros coleccionistas, en subastas; es el tiempo dedicado a su búsqueda, el dinero invertido, su cuidado y la paciencia de hacerlo; y el amor por lo que se hace, una pasión que, en ocasiones, se convierte en compulsión por esos objetos especiales que tienen un valor sentimental, además del monetario y el artístico; es aportar esas obras y ese conocimiento a la historia personal y de una comunidad, ya sea a nivel local o mundial.

El Museo de la Filatelia de Oaxaca tiene el honor de albergar una gran cantidad de donaciones, no solo de estampillas sueltas sino de álbumes y colecciones cuyos propietarios han decidido dar a la institución desinteresadamente; se trata de colecciones muy valiosas, tanto por su contenido filatélico como por el capital invertido en ellas a lo largo de los años.

El coleccionista, entonces, es una pieza clave en la comunicación y el aporte de conocimientos. En este caso, hablaremos de uno de ellos, el Sr. Marcelo Villarreal Sánchez, quien de forma desinteresada ha donado al Mufi la colección de estampillas a la que ha dedicado tantos años en reunir.

Separar cada pieza postal nos permite conocer la manera de coleccionar de cada filatelista. Así, en esta colección podemos encontrar timbres sueltos, hojas recuerdo, planillas, bloques y libros anuales, material que data de los últimos años de los años 90 y de toda la primera década del 2000. Entre todo el material filatélico donado —que abarca más de 30 países— destacan los sobres de primer día de emisión de Canadá, Israel, Suiza y Nueva Zelanda. Los temas abordados en los timbres de esta donación van desde la flora y la fauna, pasando por los deportes, la arquitectura y la gastronomía mundial, hasta llegar a las grandes producciones cinematográficas como Narnia y El Señor de los Anillos, literatura fantástica de la cual es ferviente lector. Piezas que destacan por su belleza y particularidad son los minicuadernillos de Los Guerreros de Terracota emitidos por las Naciones Unidas, la única organización que puede emitir timbres postales.

El Sr. Villarreal también nos ha donado parte de su extensa biblioteca de Historia del Arte, libros sobre diferentes museos y de flora y fauna, temas sobre los que también se ha dedicado a coleccionar. Entre los libros de Historia del Arte destaca uno en especial: Grandes Tesoros Nacionales de China. Obras Maestras en el Museo del Palacio Nacional, una obra hecha con la belleza de la caligrafía china y que se encuentra en la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío del Mufi, abierta para su consulta.

Agradecemos al señor Marcelo Villarreal Sánchez por incrementar nuestro acervo con sus donaciones: gracias por su gran espíritu filantrópico.


La historia y la importancia de la correspondencia

Fotografía: Antonio Turok, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Lo sabemos, hoy en día es más práctico enviar un whatsapp o hacer una videollamada para comunicarnos, pero ¿sabes cuál es una de las ventajas de la correspondencia postal tradicional? El elemento humano, es decir, la calidez y los múltiples sentimientos que se originan al enviar y recibir una carta. En un mundo cada vez más instantáneo e hiperconectado, acciones como el apreciar la belleza de una caligrafía, la textura del papel, el aroma del contenido y las enmiendas que evidencian el factor orgánico de los errores son experiencias inigualables. Además, las cartas son piezas que pueden ser guardadas de manera física para mantenerlas cerca, como dejándolas añejar para que fermenten las emociones de las que están impregnadas; no es lo mismo abrir una carta por primera vez, al instante de su llegada, que releerla después de algunos años, porque de forma mágica incrementa la profundidad de los recuerdos que nos emocionaron antes.

Por otro lado, el carácter formal es otra virtud de la correspondencia tradicional. Dentro de la comunicación digital, el correo electrónico tiende a ser la forma más seria y profesional de dirigirse a alguien, aun así, no puede competir con la solemnidad de la carta, con la cualidad oficial del lacrado o la legitimidad de la firma manuscrita, detalles por los cuales los gobiernos y Estados del mundo siguen optando por el papel y la tinta para establecer sus acuerdos, relaciones, comunicados y políticas con otras entidades.

Aunque cabe aclarar que la historia de la correspondencia no siempre ha tenido que ver con el papel y la tinta, su desarrollo histórico no ha evolucionado en conjunto, como sí lo ha hecho el de la comunicación en general. Desde que la humanidad aprendió a desarrollar un lenguaje, la correspondencia ha sido su aliada primordial. Así lo observamos con las grandes civilizaciones de antaño. Los painanis, por ejemplo, fueron los mensajeros fundamentales para la cultura mexica, corredores profesionales que tenían como misión transmitir mensajes a zonas lejanas de forma eficiente y rápida (considerando la época), por eso el significado de su nombre: corredor ligero, parecido a los mensajeros de la Grecia clásica, quienes eran parte de la logística militar de los hoplitas; el caso más famoso es el de Filípides, el héroe que, según las leyendas, recorrió más de 300 km sin descanso para avisar a los espartanos sobre la invasión de los persas a Maratón; al finalizar su mensaje, falleció de agotamiento (en tributo a él se realizan los maratones modernos).

Fotografías: Ariel Mendoza, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

La correspondencia tradicional representa el lado más humano de la historia, nos recuerda que el mundo muchas veces ha dependido, y aún depende, de elementos tan simples como la palabra, el papel y la tinta. Puede que la respuesta instantánea domine nuestra época convulsa y poco tolerante a la espera, pero la correspondencia tradicional tiene esa gracia artesanal, esa manualidad romántica que nos expresa de forma indirecta algo más que lo que dicen las palabras. ¿Qué hubiera sido de Rulfo sin sus cartas a Clara? ¿De Napoleón Bonaparte sin sus cartas a Josefina? ¿De Frida Kahlo sin sus cartas a Diego Rivera?

Hoy, te invitamos a enviar una carta, a realizar la correspondencia tradicional, pues esta práctica sigue vigente y activa, agregando que cada vez que compras un timbre y envías tu escrito por correo físico contribuyes en el empleo de miles de trabajadores del servicio postal. Te aseguramos, eso sí, que la persona que reciba tu misiva se sentirá halagada y especial, mucho más que si recibiera un mensaje de texto digital.


Escribir en el tiempo: enviar cartas

Fotografía: César Saldívar, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Desde siempre deseamos. Debiéramos llamarnos los seres deseantes. Los que no cesan de desear. Sabemos de nuestro afán por crear alfabetos que nos permitan expresar esos deseos. Nos quitaban el sueño las bestias gigantes que no lográbamos atravesar con nuestras lanzas, entonces tuvimos que pintarlas en las cuevas. Aparece, por ejemplo, un hipopótamo en Lascaux. Aparecen manos (como en la extraordinaria Cueva de Las Manos) o caballos, aves y otros símbolos que hemos intentado traducir.

Primero fue en piedra. Grabamos representaciones para hablar de nuestros días y el mensaje quedaba allí: una carta para los que vendrían. Señales como migas de pan en el camino. Luego fueron otras superficies: arcilla, papiro y después el papel.

La carta estuvo allí siempre. Fue por la necesidad de comunicar nuestra angustia y nuestro desasosiego por habitar este mundo. Las primeras cartas se escribieron en cuevas que hoy se esconden bajo las piedras.

Hemos escrito cartas desde que se inventaron los primeros alfabetos. Cartas que hoy no comprenderíamos, extasiados (algunos) por obtener respuestas de inteligencias artificiales o por la respuesta hiper veloz de lo inmediato.

Las cartas tienen eso de incertidumbre. El tiempo, la pausa, los caminos que deben atravesarse nos hacen esperar una carta como si nuestra vida dependiera de ello. Y es que es así: una carta es una posibilidad. Los papiros o cartas de Hekanaj (1917 a.n.e.) siguen allí para decirnos que por más fugaz que sea nuestra existencia, algo de nosotros perdurará.

La sensación de no tener certezas nos conduce a desear un momento más de vida hasta que el cartero toque a la puerta o un sobre se deslice bajo la misma.

En poemas, cuentos y novelas que he leído, las cartas están allí para trastornar o transformar las existencias de sus destinatarios. Me acuerdo de que en Hotel Savoy (la novela del maestro de la correspondencia, Joseph Roth, quien sostuvo grandes conversaciones por medio de cartas con su amigo Stefan Zweig que pueden leerse en el libro Ser amigo mío es funesto, de Editorial Acantilado), Gabriel Dan (protagonista de la novela) recibe varios recados para indicarle que debe abandonar el lugar debido a que no ha pagado su estancia en el maravilloso y desquiciado hotel Savoy. ¿No es una de las cartas más tristes? Debemos irnos de aquí. Ese funesto anuncio, que podría ser más bien clasificado como un recado, nos advierte que no pertenecemos a ese mundo. Vaya tristeza.

Otra existencia situada en la ficción y la epístola es la de Emily Dickinson. Emily, la poeta que sí conoció el mundo y que en algún momento decidió apartarse para existir a través de su lenguaje, escribió: “Una carta es la alegría de la Tierra denegada a los Dioses”.

Las cartas seguirán existiendo como esos artefactos que los primeros seres vivientes desarrollaron para que pudiéramos llegar nosotros a destruirlo todo. “Mientras haya emociones, siempre habrá letras escritas”, lo advierte Silvia Ferrara, en su bellísimo ensayo “La gran invención”. Escribir una carta es lanzar un mensaje al vacío.

Siempre fue así: deseábamos transmitir nuestros pensamientos. Buscamos la manera de que nuestras ideas permanecieran en la Tierra. Exploramos todas las superficies. Hasta llegar a escribir un recado sobre un papel. Un recado simple. Una lista o una indicación. Y pensamos que eso debía permanecer, sobrevivirnos.


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