Deshilarel Istmo es el primer cuento infantil para colorear que trata sobre oficios tradicionales istmeños, que la asociación civil, Una mano para Oaxaca, promueve como una herramienta para que los niños y las niñas descubran, amen y defiendan su cultura zapoteca.
A raíz de los terremotos que devastaron gran parte del Istmo en 2017, más de 800 niños y niñas tuvieron afectaciones en los ciclos educativos en Ixtaltepec, situación que se ha ido agravando por la cuarentena derivada por COVID-19. Debido a ello, Una mano para Oaxaca decidió, emergentemente, imprimir 1000 ejemplares del cuento Deshilar el Istmo, para promover la estadía en casa a través de círculos de lectura virtuales, mismos que son promovidos y apoyados por el programa Seguimos Leyendo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. La presentación del libro, en colaboración con el Museo Textil de Oaxaca y el mencionado programa de lectura, se llevó a cabo el sábado 18 de julio de manera virtual: fue un enorme gusto que todas las involucradas en la realización del mismo pudieran sumarse a un encuentro por Zoom, desde las guardianas de los oficios textiles, na Elba y na Nereida, quienes son mencionadas en el cuento, las coautoras, Andrea Arellano y Lucy Lomelí, Perseida Tenorio, representante de Una mano para Oaxaca e Irma Pineda, la poeta zapoteca, quien fue la encargada de escribir la cuarta de forros. También contamos con la presencia y apoyo incondicional de Hector Meneses y Socorro Bennetts.
Una mano para Oaxaca busca lograr la implementación de la política pública cultural “Fortalece mis raíces zapotecas”, en la cual Deshilar el Istmo sería parte del material educativo obligatorio y gratuito para todos los y las niñas de Ixtaltepec, impulsando así el orgullo de ser zapotecos y la revalorización de los oficios tradicionales por medio de la educación.
Los círculos de lectura ya han comenzado, ¡súmate desde casa! Síguelos en su página de Facebook: Una mano para Oaxaca.
El Diplomado en Promoción y Estrategias Lectoras (DEPL) en Puebla, nace en octubre de 2019, de una plática sostenida entre el Hno. Rodolfo Vivanco, director general del Colegio La Salle Benavente y la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Se buscaban consejos de diseño de bibliotecas y se obtuvo un programa académico.
En menos de un mes, los equipos de Puebla y Oaxaca se coordinaron. Logramos hacer comunidad y se dio muestra de que grandes cosas son posibles cuando las voluntades se reúnen por un objetivo común. El Diplomado ha sido un éxito: abrimos inscripciones en diciembre de 2019 y en enero de 2020 iniciamos con 67 alumnos, divididos en dos grupos, viernes por la tarde y sábado por la mañana. Padres de familia, maestros y bibliotecarios del Colegio Benavente atendieron el llamado, al igual que un grupo de estudiantes de la Universidad La Salle Puebla, así como maestros de escuelas públicas de la ciudad de Puebla y Tlaxcala.
Durante nueve sesiones trabajamos en la Sala Audiovisual Hermano Rafael Martínez de la biblioteca Fray Toribio de Benavente; ahí recibimos, disfrutamos y descubrimos los dones de la lectura de la mano de Eva Janovitz, Adolfo Córdova, Beatriz Soto, Guadalupe López, Xochitl Ortiz, Marimar Argüelles, Jenny Pavisic y Raquel Olvera. Y llegó la pandemia; pero no nos detuvimos y así, a la distancia, a lo lejos, gracias a la tecnología, se llevaron a cabo las últimas sesiones con Rafael Cessa, Jeny Pavisic, Guadalupe López, Hedda Hernández, Laura Vázquez y Raquel Olvera.
Los ponentes nos demostraron que la lectura no solo es una herramienta para acceder al conocimiento, sino un acto de amor al que todo niño, joven y adulto, tiene derecho; cuando compartimos lectura reconocemos a otros, lo cual nos hace más humanos. El Diplomado nos ha abierto los ojos: debemos ser más selectivos para las lecturas, respetuosos con los lectores, estar abiertos a la diversidad en todos sentidos; ahora sabemos que el lugar sí influye cuando se trata de fomentar lectura y que es más importante la formación profesional de aquellos que desean fomentarla.
No queda más que agradecer a todos los que hicieron posible el Diplomado, especialmente a la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, a don Alfredo Harp, a la Dra. Socorro Bennetts, al Lic. Víctor Mendoza. Gracias a todos. Desde Puebla enviamos directo a Oaxaca nuestro profundo agradecimiento, saludos fraternos a todos, ya los consideramos parte de nuestra gran familia. En casa, agradecemos por supuesto a nuestro director general, Hno. Rodolfo Vivanco su acompañamiento y apoyo incondicional y al rector de la Universidad La Salle Puebla, Hno. Juan José Velasco, por el apoyo.
En México, los despachos de arquitectura de renombre trabajan predominantemente para clientes privados acaudalados. Debido a la situación política desfavorable del país, el alto nivel de corrupción y nepotismo, los proyectos financiados públicamente que prometen una arquitectura de alta calidad son una excepción. El Archivo General del Estado de Oaxaca es una rareza.
Del colorido tejido urbano a pequeña escala en las afueras del centro de Oaxaca, sobresale un gran volumen de color dorado. A pesar de su masividad y el lenguaje arquitectónico elegido, entre el brutalismo, el modernismo y la arquitectura industrial, el nuevo edificio en el borde del parque parece sorprendentemente cálido y acogedor. Visto desde el parque, se crea un efecto de camuflaje en el que el color, muy presente de la tierra circundante, se fusiona con el del gran edificio de archivos.
Los documentos centenarios relacionados con la historia del estado de Oaxaca habían sido almacenados previamente en locales inadecuados, por lo que la Fundación Alfredo Harp Helú abogó fuertemente por un nuevo edificio de archivos. El gobierno estatal ofreció el Parque de Las Canteras como sitio de construcción para un nuevo Archivo General del Estado de Oaxaca, un centro de convenciones, instalaciones deportivas, un centro de negocios y otros usos públicos. Por invitación de la Fundación, el arquitecto español Ignacio Mendaro Corsini diseñó una obra de arte total: desde el plan maestro de todo el parque hasta el último tornillo del mobiliario.
Catedral de la Memoria
El archivo, que protege el patrimonio histórico de Oaxaca, es accesible desde las dos fachadas del parque. Un volumen alto marca el vestíbulo de la entrada principal. A su lado, un largo techo de sierra orientado al norte cubre la sala de investigadores. En el vestíbulo, dos ventanas permiten ver los dos mundos paralelos del edificio: la sala de exposiciones para el público y el área de trabajo introvertida de los investigadores. Aunque la función principal del edificio está dedicada a la gestión de archivos, el Archivo General del Estado se consideran una extensión del parque con muros de protección para toda la población. Los pisos inferiores alojan las salas de cultura y eventos y los pisos superiores las salas para los investigadores y sus talleres de restauración. En el corazón del complejo hay siete volúmenes con estantes de dieciséis kilómetros de largo.
El complejo está dividido en diferentes volúmenes, algunos de los cuales están conectados por llamativos puentes. La ubicación y el tamaño de los edificios se determinaron teniendo en cuenta la población arbórea existente, la topografía y la estática sísmica que es esencial para Oaxaca. En medio del esplendor y la seriedad de la historia, los patios, inmersos en el silencio o la risa de los niños que juegan, están llenos de plantas, luces y sombras. El arquitecto, además, guía al visitante a través del edificio utilizando la luz del día. Los límites espaciales son a menudo apenas perceptibles, ya que los espacios interiores y exteriores se fusionan fluidamente entre sí.
Sonidos ocultos
El hormigón de color ocre de las paredes interiores y exteriores contrasta y se combina con una serie de elementos constructivos: numerosas obras en acero negro para la cancelería, las barandillas y una puerta de entrada de aproximadamente ocho metros de ancho con un impresionante sistema de giro que recuerda a las puertas de bóvedas de banco, puertas interiores y muebles de madera tropical y, finalmente, brise soleils en forma de rejilla y gárgolas de concreto formadas escultóricamente.
El Archivo General del Estado de Oaxaca es uno de esos edificios que uno quisiera descubrir durante horas o incluso días. Es como una de esas obras de música que se escuchan una y otra vez en busca de sonidos ocultos. El diseño está bien pensado, es sofisticado y coherente, a pesar de los numerosos elementos y el tamaño del complejo. El arquitecto y la Fundación siguen luchando para lograr un proyecto exitoso que, sin embargo, no se nota que aún no está terminado.
Mendaro, Corsini, Ignacio. (2019). Archivo General del Estado de Oaxaca. Oaxaca: FAHHO/ARQUINE. De venta en Librería Grañén Porrúa
*Escrito por Laure Nashed para su proyecto de periodismo: “Learning from Mexico”, publicado en la revista suiza werk, bauen + wohnen
Hoy, sábado 29 de agosto de 2020 ha fallecido el Maestro Jorge Garibay Álvarez, viejo y queridísimo amigo. Tuve la sensación de lo inminente hace algunos días. No solo es que su salud fuera precaria o que fuera un sobreviviente heroico de dolencias serias. A la mesa de la Biblioteca José Lorenzo Cossío, en ADABI de México, llegaron los papeles de su archivo. Una rueda de tiempo, un concepto, una metáfora me hizo ver, junto con las jóvenes que lo están ordenando —Saraí Tenorio y, especialmente, Candy Ornelas, una de sus alumnas predilectas—, que ahí en esa mesa descansaba una vida dedicada a los archivos de México.
Inventarios, guías, fotografías, notas, cartas, borradores, impresos. De un vistazo uno podía reconocer décadas dedicadas al rescate, a la organización y a la difusión de acervos eclesiásticos. En este caso, debe subrayarse, no es solo un tema de conciencia histórica, sino un motivo muy profundo que tiene su fundamento en la Fe.
Conocí a Jorge en 1981, aunque no sería sino hasta dos años después, en 1983, cuando creo que verdaderamente conversé con él de una manera que pude decir que entendí lo que pensaba y lo que animaba su espíritu. Guardo, entre muchas otras, un par de fotografías en la que están Stella, Victoria San Vicente y Jorge en Lecumberri, sonrientes, y otra, de ellos tres en Puebla, muchos años después, igualmente sonrientes.
¿Por qué mantenía esa actitud feliz después de años y años? Porque no dejaron de pensar lo mismo y buscar los mismos objetivos: conservar los archivos mexicanos como un patrimonio fundamental en nuestra historia. Esa tarea, como parte de una labor de defensa del patrimonio, esencial para la construcción de un mejor país y, lo más importante, en sus vidas, ha sido y será siempre un motivo de alegría al ver los resultados favorables que se han desprendido de sus respectivos e innumerables proyectos.
Providencialmente, Stella y Jorge encontraron felizmente, en sus afanes ininterrumpidos, a la Dra. María Isabel Grañén Porrúa y a don Alfredo Harp Helú, primero en la Biblioteca Burgoa en Oaxaca, después en el Archivo General de la Nación y se hizo un equipazo formidable que dio lugar a ADABI de México, en 2003. Las afinidades, el amor por México, la persistente voluntad de no cejar y continuar con el mismo espíritu sonriente ante los innumerables retos para lograr que la memoria mexicana, sus testimonios documentales y bibliográficos sean considerados prioridad en la cultura y se preserven de la mejor manera permanentemente.
Habrá tiempo para redescubrir y valorar lo que hay en esa mesa de la Biblioteca Cossío, lo que la vida de Jorge Garibay ha dejado perdurablemente en las nuestras y en las de generaciones futuras, gracias a su dedicación en la protección del patrimonio documental de México, en la construcción de un imaginario.
Hoy es un día muy triste y acompaño a Stella y a Stella chica. Estoy muy cerca de ellas y el recuerdo del Maestro Jorge Garibay Álvarez perdurará con el mayor cariño, respeto y admiración.
Oaxaca, Oax.- La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca duplicará, a través de la campaña 1×1, el monto de donaciones recaudadas por la venta de boletos del concierto Oaxaca Corazón, que se realizará este domingo 17 de septiembre, a las 18 horas en el Auditorio Guelaguetza con la participación de las cantantes Susana Harp, Lila Downs, Ana Díaz, Alejandra Robles, entre otros artistas que han sumado esfuerzos para ayudar a las comunidades afectadas por el sismo.
La venta de boletos comenzará mañana miércoles 13 de septiembre en el Café La Brújula, en las sucursales de Santo Domingo y Calzada Porfirio Díaz. Los costos son: Sección A, 500 pesos; Sección B, 400; Sección C, 100; y Sección D, 50 pesos.
Al concierto se han sumado las voces de Eugenia León, Aída Cuevas, Tania Libertad, Geo Meneses, el grupo Raíces, Filippa Giordano, Natalia Cruz, Toño Cisneros, la Banda de Música del Estado, entre otros; y contará con la participación especial de la poeta Natalia Toledo y el periodista Mardonio Carballo, quienes conducirán el evento y harán lecturas de poesía en zapoteco.
Hace unos días Citibanamex y la Fundación Alfredo Harp Helú anunciaron el inicio de la campaña 1×1, en beneficio de las comunidades afectadas en los estados de Oaxaca y Chiapas por el sismo ocurrido ayer. Aportarán un peso por cada peso que sea depositado por personas físicas.
La cuenta 23 de la sucursal 100, a nombre de Fomento Social Banamex, A.C., está abierta a partir de hoy para recibir los depósitos de quienes deseen sumarse a estas acciones de apoyo, y en la que también serán depositadas las aportaciones de Citibanamex y de la Fundación.
La CLABE de la cuenta 23, sucursal 100 para hacer transferencias electrónicas es 002 180 010 000 000 235. SWIFT: BNMXMXMM
Fomento Social Banamex otorgará recibos deducibles de impuestos a través de fomentosocial@citibanamex.com o vía telefónica: (55)12264362, (55)12265864 y (55)12266025. Asimismo, para depósitos mayores a 121 mil pesos es necesario solicitar el número de referencia en los teléfonos ya mencionados.
Los recursos se destinarán a la reconstrucción y a la reactivación de fuentes productivas, conforme a las prioridades que se fijen en coordinación con las autoridades estatales y federales, y con las organizaciones sociales responsables de atender a los damnificados.
Oaxaca, Oax.- La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, A.C, en coordinación con Banco Nacional de México, S.A., integrante del Grupo Financiero Banamex, invitan a participar en el Programa Home Runs Citibanamex 2020, para la donación de recursos a instituciones mexicanas que destacan por su trayectoria de trabajo y compromiso social a favor de quienes más lo necesitan en el estado de Oaxaca.
Derivado de la pandemia que vivimos por el COVID-19, esta edición del Programa Home Runs Citibanamex 2020 tiene como objetivo apoyar a proyectos relacionados con la contingencia y que incidan en las propias instituciones o en personas y comunidades con las que trabajan.
LaFundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, A.C asignó una bolsa de $7,500,000.00 (siete millones quinientos mil pesos 00/100 M.N.), para el impulso de proyectos relacionados con los 7 temas de interés de Home Runs Citibanamex-FAHHO 2020: Bienestar social; Educación; Cultura; Proyectos productivos; Salud; Fomento al deporte y Ecológico ambiental.
Para solicitar su inscripción al programa, las asociaciones y municipios deberán enviar un correo a homeruns@fahho.mx a partir de la publicación de la presente convocatoria y teniendo como fecha límite el 28 de agosto de 2020. En respuesta, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, A.C expedirá un correo con las carpetas en donde deberán ingresar sus proyectos y soportes documentales.
Solo se impulsarán proyectos a corto y mediano plazo que sean comprobados en el periodo comprendido del 15 de diciembre de 2020 al 20 de enero 2021.
Con especialistas en literatura, neurociencia, el juego o la corporalidad de distintos países de Iberoamérica
Conferencias magistrales, charlas, mesas redondas y un programa formativo para profesionales, niñas y niños
Encuentro en línea del 10 al 16 de agosto de 2020
Con la finalidad de promover la participación en la cultura, así como el ejercicio de los derechos culturales de niñas y niños desde la primera infancia, el Centro Cultural de España en México (CCEMx) y la Fundación Harp Helú, en colaboración con el Fondo de Cultura Económica y la Universidad Autónoma de Querétaro, organizan el Simposio internacional: Primera infancia. Arte, cultura y ciencia del 10 al 16 de agosto de 2020.
De acuerdo con el informe La primera infancia importa para cada niño de UNICEF, los primeros años tienen repercusionesque pueden durar toda la vida, por lo que es esencial hacer partícipes a niñas y niños en actividades que estimulen su mente e imaginación. En este contexto, tiene especial relevancia el papel de las y los adultos, así como las y los profesionales de la primera infancia, quienes tienen la tarea de cimentar las bases de su desarrollo y aprendizaje.
El objetivo de este simposio internacional es, precisamente, ampliar los conocimientos teóricos y prácticos de las y los profesionales del ámbito cultural interesados en desarrollar procesos didácticos basados en la educación para la paz, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y la diversidad dirigidos a primera infancia.
Participan especialistas nacionales e internacionales, quienes impartirán conferencias magistrales, mesas redondas, charlas y talleres artísticos en torno a temas como la literatura, la neurociencia, el juego o la corporalidad.
Las conferencias magistrales, charlas y mesas redondas se transmitirán en vivo a través del canal de YouTube del CCEMx, mientras que los talleres para profesionales, madres/padres y niñas y niños se impartirán por Zoom. El registro para los talleres es gratuito y en línea desde la web del CCEMx.
El Simposio internacional: Primera infancia. Arte, cultura y ciencia está dirigido a gestores/as culturales, artistas, compañías teatrales, talleristas, promotores/as, educadores/as, bibliotecarios/as y cualquier persona interesada en generar programas, proyectos y actividades culturales para niñas y niños menores de 6 años.
Diseño y coordinación: Eva Janovitz. Especialista y pionera en México en proyectos de lectura para niñas y niños menores de 3 años. Ha coordinado diversos proyectos educativos, culturales y formativos, promoviendo la literatura en la primera infancia en Latinoamérica. Ha sido copartícipe en la realización de congresos, numerosos talleres, seminarios, conferencias y diplomados en México y en el extranjero, todos ellos relacionados con temas de educación, promoción de lectura y desarrollo de la formación lectora de niñas y niños. Coordina diversos encuentros sobre Arte Educación y Cultura para la primera infancia en México.
Sobre el CCEMx: es una plataforma de promoción y cooperación cultural multidisciplinar innovadora, abierta e incluyente que presenta en México lo mejor del arte, la cultura, las industrias creativas y la ciencia españolas. Su programación está firmemente comprometida con el desarrollo humano como proceso fundamental y su trabajo se realiza de manera colaborativa con agentes locales. Cuenta con un programa permanente de actividades infantiles con el objetivo de fomentar la participación de niñas, niños y adolescentes en el ámbito cultural, abrir espacios de libre expresión y promocionar sus derechos humanos y culturales.
Amo el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces, amo el color del jade y el enervante perfume de las flores, pero más amo a mi hermano el hombre. Nezahualcóyotl
Una profunda ilusión me ha dado leer este boletín. Cada autor, desde su propio interés hace un recuento formidable de su visión de los pájaros. Cada sede de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca aporta un canto emotivo sobre las aves y, en su conjunto, logra un concierto armonioso: los pericos, las águilas, los halcones, las hurracas, los guacamayos, el Martín Pescador, los tucanes pico iris…
¿Quién dice que las aves son exclusivas de una disciplina? Este boletín es un ejemplo de que la diversidad enriquece, de que los diferentes puntos de vista dignifican la visión del mundo y que, al trabajar en colaboración, el resultado es multiplicador, porque el sonido de un instrumento musical se armoniza mejor en una sinfonía.
Los autores tienen algo en común: son personas constructivas, capaces de mirar la belleza en el más mínimo detalle, logran escuchar los sonidos más hermosos y profundos, son sensibles al arte, a la lectura, la ciencia y la naturaleza. Me emociona saber que trabajan bajo el cobijo de la Fundación, esta familia que, mientras camina, esparce su amor, como el canto matutino del cenzontle, haciendo vibrar los corazones de cientos de personas dispuestas a construir un país más humano, generoso y equitativo. Una enseñanza surge de todo esto: la inspiración habrá que buscarla en el comportamiento de la naturaleza, ahí encontraremos las respuestas del ser humano.
Esta edición digital ha sido cuidada con esmero. Cada fotografía ha sido pensada, meditada; cada letra armoniza en el espacio; las palabras son elocuentes, el diseño, equilibrado; los temas diversos, dinámicos, interesantes, compaginados. Nos recuerdan que desde el encierro hay posibilidades de alzar las alas, volar con la imaginación a través de las letras y las palabras. ¡Benditos libros! ¡Bendita la escritura!
Los sueños son reales, lo leo en estas páginas. Me emociono en la distancia, también –debo reconocerlo– en la melancolía y en la añoranza de la otra vida, antes del confinamiento. Extraño a cada uno de ustedes, a mis rincones consentidos, que hacen mi vida plena, libre y feliz. Volveremos renovados, así lo expresan estas páginas, dispuestos a encontrar las plumas metálicas de un colibrí, como si fuera un arcoiris que uniera el cielo con la tierra. Seremos más sensibles y valoraremos más la vida. ¡Seguiremos adelante!
Gracias a todos por su participación, por hacer que su vuelo llegue a los corazones de los lectores.
Este es un número especial del Boletín FAHHO porque las condiciones que vive el mundo son excepcionales. Estamos pasando por un paréntesis en la vida, no solo nuestra, sino del planeta, queremos invitarlos a dirigir nuestra mirada hacia otra parte: a la naturaleza.
El encierro le ha permitido manifestarse de diferentes maneras, así, vemos delfines en Venecia, venados y osos caminando por las calles desiertas y jabalíes olfateando las grandes avenidas. Al bajar la actividad humana –y por lo tanto el ruido urbano–, los animales han recobrado confianza y curiosean en lugares adonde no se atrevían a pasar. En Oaxaca, las escenas de cientos, si no es que miles, de delfines que se acercan a la costa son totalmente insólitas. Llegó el COVID-19, y con él también llegó la posibilidad de ser más conscientes del canto de los pájaros. Esta primavera, como ninguna otra, hemos podido apreciarlo con ahínco. Los pájaros nos iluminan el día y nos enseñan la hermosura de la comunicación entre ellos. Las aves, a lo largo de la historia de la humanidad, nos han dado cobijo y sustento, se les ha relacionado con la libertad, la independencia, la esperanza, la paz, lo divino, la fertilidad, la abundancia y un largo etcétera. Es por ello que en el Boletín FAHHO, por primera vez, hemos decidido voltear todos hacia el tema de las aves. Cada institución, desde su propio quehacer, ha estado vinculada de una u otra manera a estos seres enigmáticos que alegran nuestras vidas. Cada una tiene historias que contar para ayudarnos a voltear hacia un lugar esperanzador.
Una experiencia inédita en el mundo, actualmente, es que miles de millones de personas están bajo la protección de las paredes de sus casas, ante el peligro de contagio del COVID-19 en las calles. Al detenerse la frenética actividad urbana, uno de los aspectos más notorios –como parte de un proceso global, único e inesperado de limpieza ambiental– es lo que escuchamos y lo que dejamos de oír. A la manera de un eclipse total de sol, cuando podemos ver y los astrónomos estudiar al astro solar, al ocultarse los ruidos cotidianos de manera brusca y gratificante, quedan algunos residuos del ruido en una descomunal proporción y destacan los sonidos que, aunque estén presentes siempre, solo ahora podemos apreciar de una manera plena y, sobre todo, el silencio aparece con gran fuerza expresiva.
Gracias al Dr. Hira de Gortari recibí un regalo: un cuestionario que forma parte de un proyecto más amplio de la Dra. Jimena de Gortari Ludlow, el Diario Sonoro (Universidad Iberoamericana). Después de contestarlo y reenviarlo a muchas personas en mi directorio empecé a registrar sonidos y silencios durante marzo, abril y mayo. Vale decir que por ser melómano y, sin vanagloria, educado en el terreno de la música, disfruto y dedico mucho tiempo a escucharla, especialmente música antigua y clásica. En consecuencia, soy muy sensible al tema del ruido. Tiende uno a creer que el ruido es insoportable, como la contaminación del aire es irrespirable. La verdad es que, tristemente, soportamos una realidad degradante en la calidad acústica de la vida en las ciudades, por así decir, y más evidentemente en la pésima e insalubre calidad del aire.
Desde tiempo atrás he estado interesado en el fenómeno de la contaminación acústica en la Ciudad de México; por experiencia y en contraste con otras muchas ciudades en el mundo, y gracias a la propia Dra. Jimena de Gortari y a la Dra. Alejandra Moreno Toscano, sabemos que el ruido contaminante es un problema realmente grave en nuestra ciudad. Medir y entender la contaminación acústica; legislar y actuar, por parte de las autoridades, son pasos de un complejo proceso para buscar mejorar la vida en nuestras ciudades, proceso en el que todo ciudadano tiene mucho que aportar. Por añadidura, trabajé por décadas en el Centro Histórico, así que tengo noticia directa y personal de los excesos y de las peores prácticas comerciales, de movilidad y del ciudadano de a pie, que producen un ruido constante y ominoso. Recuerdo haber escuchado a la Dra. Moreno Toscano referir que, a ciertas horas, en una época en las calles de Correo Mayor, con miles de comerciantes ambulantes y una masa compacta de transeúntes (Canetti), el ruido era equiparable al de las pistas del aeropuerto. No sé si es una metáfora. Decibeles al por mayor, en cualquier caso.
He desarrollado, inconscientemente, cierta habilidad para abstraerme del ruido –acaso todos lo hacen, pues sería insoportable de otra manera– y muchas veces logro aislar sus efectos perniciosos. Vecino de la colonia Roma desde hace casi treinta años, tengo una ala improvisada, pero con un buen margen de aproximación, para relacionar los ruidos y sonidos usuales, diríamos, con lo que ocurre en las últimas semanas a partir del confinamiento al que nos tiene obligados la pandemia de coronavirus.
Casi todos los sonidos que continúan escuchándose han modificado su presencia, volumen y regularidad. Están espaciados y algunos que eran constantes ahora parecen un eco lejano. Desde luego, los horarios son muy importantes. Acostumbro despertar muy temprano (vieja y disfrutable rutina de leer antes del amanecer) así que estoy atento el día completo a este fenómeno sonoro del entorno. Doy por descontado, por el momento, los sonidos intramuros, domésticos, así como los de la música que escucho en un equipo de audio o de un instrumento musical, pues al tener concertista en casa, puedo agradecer a todos los dioses del Olimpo poder escuchar a distintas horas a Bach, Couperin, Purcell, Haendel y un largo etcétera de grandes compositores. Ya en estas obras uno adivina algún trino de aves que surcaron el aire y la imaginación de aquellos compositores.
Entre los sonidos de la Colonia Roma en estos días aciagos debo empezar a nombrarlos en ese mismo terreno, el musical: el tañido de las campanas de la Sagrada Familia, la iglesia en las calles de Orizaba y Puebla. Es un sonido de una gran pureza, afinado y limpio, que suena en horas bien establecidas, el toque de alba, el ángelus, etc., ahora silenciosas. Este sonido fue muy pronto apagado al cancelarse los servicios religiosos. El cencerro del camión de la basura está emparentado con aquellas campanas, y asumo que cada uno de los empleados de limpieza tiene su estilo para hacer su perentorio llamado. Desde niño, he escuchado pregoneros y vendedores que vocean sus productos y servicios. Casi todos han desaparecido, pero quedan algunos. Recuerdo con especial gusto al pajarero, cuyo primer asombro era una suerte de equilibrio imposible por la alta torre de jaulas que parecía llegar al cielo. Vi en Tulancingo, hace algunos años, un espectáculo singular: un grupo de pajareros cerca del mercado y los cantos cruzados creaban una atmósfera irreal que por un momento apagaba el resto de los sonidos al derredor.
En estos días he escuchado una sola vez la flauta de pan del afilador, como al final es, a su manera, música de ocasión, aunque siga un patrón repetitivo, el afilador forma parte de la familia de los sonidos musicales de la ciudad, que imita de cierta forma las escalas de los pájaros. Escuché con gran gusto, una tarde, a un trompetista, afinado y talentoso. Gracias al silencio casi absoluto a su alrededor, la pieza de metal sonaba con mucha fuerza y claridad. He escuchado también, una sola vez, en domingo, una banda oaxaqueña que seguramente caminaba por una calle cercana, pues se escuchaba apagada, como con sordina. Un pasaje melódico hermoso, resultado de la hábil destreza de los alientos oaxaqueños. Por su parte, una sola vez he escuchado el silbato inconfundible del carrito (un horno rodante) donde se preparan plátanos y camotes. Muy de vez en vez escucho a niños jugando a la pelota o corriendo en el patio central del viejo y hermoso edificio en el que vivo (que data de 1917). Solo en dos de diez casas hay niños. Así que es tan tranquilo como habitualmente.
En el aire he escuchado, en estas semanas, muy pocos aviones y un helicóptero que da vueltas como mosca gigante. Este, muy cercano –quizá por el edificio con helipuerto de la glorieta de Insurgentes– y aquellos solo en un rumor mustio. Como no hay tráfico a ninguna hora, es realmente esporádico y fugaz el ruido automotor. He escuchado una vez el llamado, desde una patrulla, a quedarse en casa como mensaje de salud pública; en cambio, están muy presentes las sirenas de las ambulancias. No tanto como en el sismo de 1985, pero sí en forma creciente y a todas horas. Hay sorpresa en ciertos ruidos aislados. Un sonido metálico, un misterioso y lejano ruido difícil de identificar, algunas voces. Pese a vivir en una privada, la notable arquitectura del edificio (obra de los ingenieros Armando Santa Cruz y Benito Ortiz y Córdova) contiene y guarda muy bien los ruidos del vecindario. No tengo vecinos, gracias al cielo y a todo el santoral novohispano, que gusten de fiestas ni de hacer ruidos a deshoras, y la familia de la casa contigua –franceses– es discreta. La mudanza de una pareja de vecinas pasa casi desapercibida.
De la fauna en la ciudad viene lo verdaderamente bueno. Casi no se escucha ladrar a los perros (gracias, Rulfo), y en mi casa el maullido y ronroneo familiar de mi gata Pinta está presente, conozco y me agrada su lenguaje. Con vernos a los ojos sabemos de qué va la cosa. En cambio, una verdadera revelación es el piar y el canto de los pájaros desde la aurora. No es que no estuvieran presentes antes, lo que ocurre es que en el nuevo silencio, equiparable a una sala de conciertos monumental que el Arq. Orso Núñez debe estar disfrutando, aparece un sinfónico repertorio, que me hace revisar el magnífico inventario de cantos de aves de la ciudad de México, preparado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, y así intentar identificar la maravilla de voces de un número de pájaros que, en plena primavera, no parece dejar de crecer con su inagotable mensaje de alegría desde las primeras horas de cada nuevo día hasta el atardecer, cuando la algarabía se instala en los árboles, cuyas ramas están muy cerca de las ventanas de mi casa que dan al oriente. Adicionalmente, aprovecho el motivo musical para revisitar y admirar dos ediciones que guardo como un tesoro: Histoire des Oiseaux (François Nicolas Martinet) y Storia naturale degli Uccelli (Buffon-Martinet). La belleza de las acuarelas de Martinet es en sí misma un registro de la gran fantasía que han despertado los pájaros en la historia del arte.
Recuerdo que hace muchos años, en 1983, gracias a la erudición de Elías Trabulse estábamos preparando la exposición Cartografía Mexicana, Tesoros de la Nación, cuyo texto de presentación del propio Trabulse es magnífico y como siempre, erudito– vimos con detenimiento el hermoso libro de Rafael Montes de Oca en el que hay estampas verdaderamente maravillosas de los colibríes de México. Montes de Oca y José María Velasco estuvieron muy interesados en el registro de esa riqueza del aire y de la naturaleza mexicana. En la Biblioteca José Lorenzo Cossío hay un ejemplar de la bella edición de 1963, Colibríes y Orquídeas de México (Rafael Montes de Oca) que fue una iniciativa de doña Carolina Amor de Fournier, quien preparó la edición y el prólogo; la introducción y los textos sobre estas aves se deben a Rafael Martín del Campo.
El silencio de esta época es propicio para disfrutar el canto de las aves y la maravilla de los registros artísticos, en los que Martinet y Montes de Oca nos recuerdan el grandioso sueño al que las aves nos invitan día con día.
A través del canto de los pájaros, el espíritu humano es capaz de darse a sí mismo juegos de significación en número infinito, combinaciones verbales y sonoras que le sugieran toda clase de sensaciones físicas o de emociones ante el infinito. Juan Luis Martínez
De la fascinación que las aves ejercen sobre nosotros, hay tantas manifestaciones de todo tipo que, hurgando en las edades y los rincones del planeta, dan material para varios volúmenes. Del Paleolítico atraviesa los siglos hasta nosotros la visión primigenia del Australopitecos, Homo Habilis, Homo Erectus, Homo Sapiens, Neandertales y Cromañones, y su encuentro con el canto de los pájaros, la maravilla de su vuelo, la gracia de sus movimientos y, por qué no, de su recurso como alimento, adorno y vestido. En sus refugios de piedra dejaron aves eternizadas en pinturas o en petroglifos. Miles de años después, durante la época precolombina, aparece un colibrí –o ermitaño–, entre otras aves, plasmado en un gran geoglifo de 67 m de largo en las líneas de Nazca, Perú. Todos los geoglifos, en ruta hacia la ciudad preincaica de Cahuachi, se trazaron retirando las piedras del terreno o apartando sus bordes, para hacer contraste entre los tonos oscuros de las piedras y el fondo terroso descubierto más claro.
Las aves aparecen en cuentos, leyendas y mitos, en muchos casos con cualidades y/o defectos humanos. En Egipto, el ibis sagrado –de blanco plumaje excepto en la cabeza y extremos de las alas, que son negras– es la encarnación de Thot, inventor y protector de la escritura y de la sabiduría, al que acuden todos los demás dioses para pedir ayuda y buenos consejos. Thot es además dios de la música, la medicina, la geometría, la astronomía, la magia y el símbolo de la Luna. El ibis eremita, con su característico penacho de plumas en la cabeza, es símbolo del aj o akh, que en la religión egipcia es un espíritu sagrado. Extinto en Europa, esta ave sobrevive en estado silvestre solamente en Marruecos y, escasamente, en Siria.
Escritura egipcia
En la antigua Grecia, Aristófanes crea, en su comedia Las Aves, un mundo poblado por los colores y la alegría de las canciones de los pájaros. Dos ciudadanos atenienses, Evelpides (que representa a la esperanza) y Pistherairos (que representa a la persuación), desencantados de la política y guiados por una corneja y una abubilla, huyen de Atenas y se refugian en Puput, Ciudad de las Aves, para rebelarse contra el dominio de los dioses y de los hombres y crear una utopía suspendida entre el cielo y la tierra, a la que nombran “Cucópolis de las Nubes”. Para conseguirlo, Pisteheraios toma el control de la situación, echando mano de la persuasión, tan defenestrada por él y su compañero cuando se refieren a la politeia griega; conseguidos sus fines, la esperanza queda olvidada en alguna parte del camino. En Grecia, la encarnación de las creencias religiosas y la deidad arquetípica residía en Zeus, padre de los dioses, que presidía el panteón olímpico y quien, en muchas de sus aventuras amorosas, se metamorfoseaba en ave: en codorniz para seducir a Leto, en águila para raptar a Ganímedes, en Cisne para seducir a Leda. El huevo, como origen del todo, es puesto por Nix –o Noche de alas negras–, diosa temida por el mismo Zeus. Fecundada por el viento, Nix deposita un huevo de plata del que nace Eros, quien pone en marcha al universo.
Otro ejemplo de literatura de aves es El coloquio de los pájaros, escrito entre los siglos XII y XIII por el poeta y místico persa Farid al Din Attar. En él, treinta mil pájaros, bajo la guía espiritual de la abubilla –hete aquí la misma ave otra vez–, se reúnen para ir en busca del rey pájaro Simurg, analogía de la divinidad; el pájaro como símbolo del alma humana en su viaje por la senda sufí hacia la iluminación.
El coloquio de los pájaros, ejemplar del Metropolitan Museum de Nueva York
En otra geografía, Nezahualcóyotl expresa, en su poema más conocido, su amor al canto del cenzontle, al jade, a la flor y al hombre; y en otros hace mención del parloteo y canto de las aves, del plumaje del quetzal, del plumaje del ave sacuán, ave de cuello de hule y del águila, que también aparece en la fundación de Tenochtitlan.
En Los hombres que dispersó la danza, Andrés Henestrosa recoge narraciones de los antiguos zapotecas. En algunas de ellas, las aves son personajes en la vida de Jesús: en “La golondrina”, esta ave aparece como adoradora y compañera de Jesús, que borra con el pecho las huellas de su paso por la arena para que los judíos que lo persiguen no lo encuentren. Cuando, confundida, la golondrina no lo encuentra, se torna negra de pena, excepto el pecho. En “La urraca” hay otra ave que, en este caso, delata a Jesús, a pesar de haber sido sobornada por la Virgen con su manto azul y el hilo de gotas negras de su collar. Por eso la urraca es azul y en su pecho blanco porta un hilo negro. “El pájaro carpintero” es convencido por los judíos para aliarse con ellos y, en complicidad con la urraca, agujereando troncos secos y verdes, encuentran a Jesús en el tallo del carrizo.
A vuelo rasante encontramos, en la Biblioteca Henestrosa, Las aves en la poesía castellana, de Salvador Novo, que recoge su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, en 1953 y es publicado por el Fondo de Cultura Económica ese mismo año. Las aves, como imagen recurrente en la poesía castellana de los Siglos de Oro, nos invitan a descubrir al breve colibrí, al literario y europeo ruiseñor, a la humilde corneja del Cid y al gallo del Arcipreste; a mirar también a la paloma de Berceo y a los extraordinarios gerifaltes del Cancionero de Baena.
Otro volumen, disponible también en la Henestrosa, es El libro de los pájaros, de Alberto Blanco, publicado por Ediciones Toledo en 1990, quien escribe:
LA GOLONDRINA
El enorme alivio que sentimos al contemplar los montes a lo lejos, al ver el vuelo de una golondrina o al escuchar la conversación del viento con los fresnos, es el de estar –por un instante– en contacto real, hermanados con una infinidad de seres que no son otra cosa que lo que son y que no desean –en lo absoluto– ser de ninguna otra manera.
Al libro también lo habitan mirlos, tordos, pelícanos, gorriones. “Lo que hermana a la poesía con los pájaros –afirma Alberto Blanco– es su ligereza, audaces vuelos, trinos cuya belleza radica en su cualidad de ser únicos”, y que ambos son símbolo de la libertad. En la Biblioteca encontramos un tercer libro, La paloma, publicado en 1987, del mismo autor de El perfume y El contrabajo, el alemán Patrick Süskind. Narra la historia de Jonathan Noel, un personaje solitario a quien no le ha ido muy bien en la vida, y al que la soledad y la rutina de su trabajo como guardia de un banco le dan tranquilidad, hasta que la presencia de una paloma, en el pasillo de la pensión donde vive desde hace dos décadas, viene a romper ese equilibrio aparente. Aquí la paloma no es la protagonista de la historia, todo lo que tiene que ver con ella está en la mente de Jonathan. La paloma representa el despertar de la conciencia del protagonista, quien descubre con esa presencia una nueva dimensión de las cosas y de sí mismo, al punto de aflorar la psicosis contenida por largo tiempo.
Un cuarto libro en la Biblioteca es otro discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, el de la filóloga Margit Frenk en 1993: Charla de pájaros o las aves en la poesía folklórica. Publicado por la UNAM al año siguiente. En este discurso Frenk da cuenta del Cancionero Folklórico Mexicano, dirigido por ella en el Colegio de México, y publicado en cinco volúmenes entre 1975 y 1985, que hace inventario “del pulular de pájaros en las coplas populares de nuestro país. Ahí revolotean infinidad de aves de las más diversas especies: chuparrosas, garzas, cenzontles, jilgueros, primaveras; pericos, papagayos, cotorras; cuicacoches y chachalacas; uno que otro pijul, totol, gallo; águilas reales e imperiales; mucho gavilán o gavilancillo, guacamaya, gorrioncito; el pájaro cardenal y el carpintero, el pájaro cú, el acagualero, jaralero, lagunero, manzanero, mañanero, platanero, hechicero; el pájaro colorado, el verde, el azul, el prieto, y el pájaro mulato, de color azul oscuro y antifaz negro, que sabe imitar el canto de otras aves; el pájaro paisano, el vilán, el galán, y el tildío; por supuesto, la paloma y el palomo, el tordo, la torcaza, la tortolita, además del tecolote, el zopilote, el querreque… Vemos a esos pájaros volando por los aires, atravesando mares, a las orillas de los ríos y en las laderas de los cerros; parados en árboles, nopales, torres, garitas; posados en las ramas de los limones, los olivos, los laureles o ‘en la cumbre’ de una vid, un cardón, una palma. Las coplas mexicanas saben evocar a las aves en medio de su entorno natural, de una manera muy gráfica”, a diferencia de la península ibérica en la que no se encuentra la cantidad de coplas con pájaros que hay en el folklor mexicano. En este lado del Atlántico la diferencia puede ser la vasta herencia indígena mexicana.
“Salta a la vista que los pájaros hablan como si fueran seres humanos; y se comportan como tales: se enamoran, abandonan a quien los quiere, se emborrachan de tristeza. En Jalisco, la chachalaca ‘por las orillas del cerro / andaba de enamorada / con el pájaro jilguero’ y ‘por las orillas del río / andaba de enamorada / con el pájaro tildío’”. “Suni, suni, suni”, decían en Guerrero por los años 30:
Suni, suni, suni, la zopilotita, suni, suni, suni, se fue para el mar; dice que al zopilotito ya lo piensa abandonar.
En las rockolas de cantinitas rurales de México todavía se escuchan canciones del dúo Las Jilguerillas, como “Anda paloma y dile”:
Anda paloma y dile que no sea ingrata Dile que estoy muy triste sin su mirada Anda paloma y dile que yo me muero Que sus caricias dulces reviven mi alma.
O al dueto Las Palomas, interpretando “Paloma mentirosa” y su “Pajarito mañanero”:
Pajarito mañanero quiero que me hagas favor de cantar en su ventana pa’ que despierte mi amor El rocío que cai del cielo el jardín humedeció anda llévale una rosa y dile que la mando yo.
Daphne Du Maurier escribe su novela corta Los pájaros, en la que, después de la guerra, una familia de Cornualles, Inglaterra, es atacada por cientos de pájaros, poseídos por la locura; la ambigüedad narrativa le confiere un potencial interpretativo que desafía al lector: puede leerse como una metáfora sobre la guerra, como un manifiesto ecologista, o como un perfil sicológico. Este libro y la noticia de un extraño hecho reportado por el Santa Cruz Sentinel (viernes 18 de agosto de 1961), sobre centenares de gaviotas tambaleándose en las calles y estrellándose contra los tejados de la Bahía de Monterrey, en California, probablemente envenenadas por el ácido domoico presente en peces que, a su vez, consumieron un alga microscópica que abunda en el lugar, son claves para que Alfred Hitchcock filme su versión de la historia. Rafael Narbona, escritor y crítico literario, afirma que la película es “una fábula sobre la precariedad de la existencia humana, un recuerdo permanente de nuestra fragilidad y una invitación a la humildad […] el terror podía emerger de lo cotidiano y trivial, alterando nuestra visión del mundo. Pensamos que las amenazas proceden del exterior, pero muchas veces anidan en lo más próximo y aparentemente inofensivo”.
“La poesía es una faisán que desaparece entre la maleza”, nos dice el aforismo de Wallace Stevens, un poeta que gustaba de reflexionar sobre la poesía desde la experiencia del poema. Contemporáneo de Ezra Pound, T.S. Eliot, William Carlos Williams, e.e. cummins y Carl Sandburg, Stevens pertenece al grupo de poetas que renovaron la poesía norteamericana del siglo XX. “Pertenece a la estirpe de poetas que trató de pensar en términos puramente poéticos. Sus poemas expresan una complejidad que da pie a las glosas y las exégesis más desmesuradas. Cultivó una ironía devastadora que transgredió con frecuencia la lógica. Los poemas adquieren coherencia a través de un sistema propio de metáforas y la intención lúdica de su estilo se manifiesta con destacado acento en los títulos desconcertantes de los poemas, que pueden ser considerados como una respuesta a sus profundas dudas sobre la realidad percibida”, en palabras de Miguel Ángel Flores.
Thirteen Ways of Looking at a Blackbird
II I was of three minds, Like a tree In which there are three blackbirds.
…
Trece maneras de mirar un mirlo
II Tenía tres pareceres, Como un árbol En el que hay tres mirlos.
En 1981 Francisco Toledo publica su portafolio inspirado en este poema de Stevens, que consiste en 10 grabados a la ruleta, sobre papel Rives BFK, cada uno firmado con lápiz y numerado en un tiraje de 25 carpetas más 6 pruebas de artista. Una página con el título y los poemas de Wallace Stevens en inglés, incluyendo su traducción al español por Luis Roberto Vera. Fueron impresos por Mario Reyes y publicados por la Galería Arvil. En la vasta zoología de Toledo siempre hay aves –entre muchos otros animales– y la pregunta que surge es: ¿Por qué Stevens? Quizá porque Wallace Stevens no viajó casi nunca, pero uno de sus pocos viajes lo hizo al Golfo de Tehuantepec, del que quizá se inspiró para crear su “Superficie marina colmada de nubes” que Toledo publicó, traducido por Carlos Monsiváis, en el número 4, segunda época, de la revista Guchachi` Reza (Iguana Rajada). Publicada por el Patronato de la Casa de la Cultura de Juchitán con las colaboraciones de Víctor y Gloria de la Cruz, Macario Matus, Elisa Ramírez y Francisco Toledo. Entrados en las digresiones, diremos que, la sucesora de esta revista y emblema de los trabajos de Toledo, colaboradores y el IAGO, vino a ser una revista con nombre de ave: El Alcaraván.
Virando a otra disciplina, “Blackbird” es una canción compuesta por Paul McCartney, incluida en su álbum doble de Los Beatles, The White Album. McCartney confiesa que la escribió como reacción a las graves tensiones raciales que se intensificaban en los Estados Unidos en la primavera de 1968:
BLACKBIRD Blackbird singing in the dead of night Take these broken wings and learn to fly All your life You were only waiting for this moment to arise Blackbird singing in the dead of night Take these sunken eyes and learn to see All your life You were only waiting for this moment to be free Blackbird fly, blackbird fly Into the light of a dark black night Blackbird fly, blackbird fly Into the light of a dark black night Blackbird singing in the dead of night Take these broken wings and learn to fly All your life You were only waiting for this moment to arise You were only waiting for this moment to arise You were only waiting for this moment to arise
Al búho se le ha atribuido el don de la inteligencia, quizá por sus grandes ojos y porque fija la mirada de tal modo que a menudo provoca turbación. Muchos abogados lo adoptan como emblema y se le ha representado posado en el hombro de Atenea. Sin embargo, su cerebro es muy pequeño en relación con el tamaño de su cuerpo y quizá no sea tan inteligente como el cuervo.
Edgar Allan Poe publica su poema narrativo, El cuervo, en el New York Evening Mirror, en 1845. A diferencia de la paloma de Süskind, que aparece casualmente en la pensión y que desencadena todo en la mente de Jonathan, el cuervo parlante de Poe toca en la ventana del protagonista e irrumpe a media noche en la habitación del afligido narrador, que se duele de la pérdida de su amada Leonora. El protagonista cuestiona al cuervo, que responde a cada cuestionamiento con una misma palabra que lo precipita lentamente a la locura en medio de un clima sobrenatural, mientras el ave se posa sobre un busto de Atenea:
…
Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly, Though its answer little meaning -little relevancy bore; For we cannot help agreeing that no living human being Ever yet was blessed with seeing bird above his chamber door- Bird or beast upon the sculptured bust above his chamber door, With such name as “Nevermore.”*
…
El Libro de los seres imaginarios, escrito por Jorge Luis Borges con la colaboración de Margarita Guerrero, fue publicado en México por el Fondo de Cultura Económica en 1957 con el nombre de Manual de Zoología Fantástica. Borges describe muchos entes extraños engendrados por la fantasía de los hombres a lo largo del tiempo; entre ellos hay varias aves, y algunos híbridos, como las arpías, el basilisco, la garuda, el dragón, la esfinge, el grifo, el hipogrifo, el peritio, la youwarkee, la sirena, el ángel. Borges describe también al ave fénix, cuyo mito de pájaro inmortal y periódico nos viene de los egipcios, aunque más tarde su versión más elaborada corre a cuenta de griegos y romanos: “Tácito y Plinio retomaron la prodigiosa historia; el primero rectamente observó que toda antigüedad es oscura, pero que una tradición ha fijado el plazo de la vida del fénix en mil cuatrocientos sesenta y un años (Anales, VI, 28). También el segundo investigó la cronología del fénix; registró (X, 2) que, según Manilio, aquél vive un año platónico, o año magno. Año platónico es el tiempo que requieren el Sol, la Luna y los cinco planetas para volver a su posición inicial; Tácito, en el Diálogo de los Oradores, lo hace abarcar doce mil novecientos noventa y cuatro años comunes. Los antiguos creyeron que, cumplido ese enorme ciclo astronómico, la historia universal se repetiría en todos sus detalles, por repetirse los influjos de los planetas; el fénix vendría a ser un espejo o una imagen del universo. Para mayor analogía, los estoicos enseñaron que el universo muere en el fuego y renace del fuego y que el proceso no tendrá fin y no tuvo principio”. El ave roc es parecida al águila, pero incomparablemente mayor, tanto, que en sus garras puede cargar volando a un elefante con el que alimenta a sus crías.
En el Bestiario de Leonardo da Vinci se define así al pelícano: “Quiere mucho a sus hijos, y hallándolos en el nido muertos por las serpientes, se desgarra el pecho y, bañándolos con su sangre, los vuelve a la vida”.
El simurg es un pájaro inmortal que anida en las ramas del Árbol de la Ciencia; Burton lo equipara con el águila escandinava que, según la Edda Menor, tiene conocimiento de muchas cosas y anida en las ramas del Árbol Cósmico, que se llama Iggdrasill. Según los chinos, el gallo celestial es un ave de plumaje de oro, que canta tres veces al día. La primera, cuando el sol toma su baño matinal en los confines del océano; la segunda, cuando el sol está en el cenit; la última, cuando se hunde en el poniente. El primer canto sacude los cielos y despierta a la humanidad. Es antepasado del yang, principio masculino del universo. Está provisto de tres patas y anida en el árbol fu-sang cuya altura se mide por centenares de millas y que crece en la región de la aurora. La voz del gallo celestial es muy fuerte; su porte, majestuoso. Pone huevos de los que salen pichones con crestas rojas que contestan a su canto cada mañana. Todos los gallos de la tierra descienden del gallo celestial que se llama también “El ave del alba”.
El pájaro que causa la lluvia. Además del dragón, los agricultores chinos disponen del pájaro llamado shang yang para obtener la lluvia. Tiene una sola pata; en épocas antiguas los niños saltaban en un pie y fruncían las cejas afirmando: “Lloverá porque está retozando el shang yang”. Se refieren, en efecto, a que bebe el agua de los ríos y la deja caer sobre la tierra.
Aunque Borges no lo menciona, el pájaro de fuego representa al ave Fénix en la mitología celta. El pájaro de fuego es un ave grande de majestuoso plumaje, que brilla intensamente emitiendo una luz roja, ámbar y amarilla, como una hoguera que es solo el pasado de una llama turbulenta y que es una bendición y condena, a la vez, para quien lo atrape. El ruso Igor Stravinsky se inspira en el folclor de esta ave para componer su ballet del mismo nombre.
Con ésta, y no digo más, como dijo un pajarito; ya me voy a retirar: ya los divertí un ratito…
Puedes escuchar el canto del último pájaro Kaua’i’ō ‘ō. Es el canto de un macho solitario, que busca a una hembra que no encontrará.
Los Kaua’i’ō ‘ō era una especia endémica de Hawái. Se extinguieron en 1987, a causa de la pérdida de su hábitat.Todos sus primos están extintos también, incluyendo a el O’ahu’ō‘ō, el Bishopō‘ō y el Hawai’i ō‘ō.
Tomar una pluma para escribir sobre la importancia de lo que es Oaxaca para las aves del continente, ofrece la oportunidad de hacer volar la imaginación. Seguramente, muchos de ustedes saben que México tiene alrededor de 1 100 especies de aves, de las cuales 125 son únicas o endémicas del país, posicionando a México en el 4.º lugar a nivel mundial en cuanto a la riqueza de especies endémicas. En este macro-contexto, Oaxaca destaca particularmente. De esta riqueza avifáunica de México, el 70% se puede encontrar en Oaxaca. El primer estado de la república en diversidad de especies de aves. El primer lugar de la república en especies únicas. Oaxaca es el paraíso de las aves. Esto se debe, en parte, a los corredores migratorios que se conjuntan, la influencia del Golfo y del Pacífico con regiones áridas entre ambos, a la vez de montañas, todo esto entre las zonas Neártica y Neotropical del planeta, creando un mosaico de hábitats y bioregiones que hacen que Oaxaca sea megadiverso. Pero no solamente en aves, sino en culturas indígenas, lenguas que suman 16 con un sinfín de variantes.
Imagínense, Europa, con 27 países y con un territorio 40 veces más grande que Oaxaca, donde se hablan 24 idiomas. Sin embargo, esta diversidad cultural de Oaxaca no solo da pie a una diversidad de lenguas entre humanos, sino también en las aves.
Podemos representar a Oaxaca a través del pájaro de las mil voces, que es un ave de un profundo azul, única en México y que canta, imita tantos cantos de otras especies que personifica la diversidad lingüística del estado. Nos referimos al Mulato Azul (Melanotis caerulescens). Para encontrarlo, nada más hay que abrir tus sentidos y en los alrededores de la ciudad de Oaxaca, lo verás.
Hablar de esta ave es hablar de la riqueza de Oaxaca, su diversidad, amenazas, retos y la magia que emana del estado. Es un ave muy común en las faldas del Cerro de San Felipe, viene a ser cada vez más rara cuando uno se acerca a la ciudad de Oaxaca. Cuando llegas al corazón de la ciudad de Oaxaca, ya no se encuentra, no es un ave urbana. No obstante, en los bordes de la ciudad, como en el Parque H2A, es un residente muy común, y si pones atención y escuchas, lo oirás todo el año, cantando sus miles de voces.
Este parque es de suma importancia, debido a la voracidad de la urbe que le va robando espacios naturales a nuestras aves. La densidad de aves de esta reserva natural no es muy alta, sin embargo, las especies que hay son preciadas por su rareza y su belleza. Es el último bastión, antes de la ciudad, de especies endémicas de México como el Gorrión Embridado (Peucaea mystacalis), los Vireos Enano y Pizarra (Vireo nelsoni y brevipennis), del misterioso y elusivo Mosquero de Balsas (Xenotriccus mexicanus). Si sales del H2A y caminas doscientos metros hacia la ciudad, ya no se encuentran. Son aves endémicas de México, y únicas en el mundo. Tenemos la dicha de que en el Ejido Guadalupe Victoria se cuente con este reservorio de especies emblemáticas. Además, ahí también se observan, en temporadas, varias especies migratorias de todos los colores: amarillo y verde, todo rojo, todo azul, como los colores del arcoíris. Pudiéramos hacer un listado largo de estas especies multicolor que vienen durante el invierno dejando un toque fugaz de radiantes tonalidades.
El Parque H2A es como un museo viviente de la riqueza de los Valles Centrales de Oaxaca. Es también un refugio de estas aves, y de las aves migratorias que ahí regresan cada año porque saben que en este sitio están seguras y que hay alimento para continuar su largo y peligroso viaje de migración. Este parque es doblemente importante para Oaxaca, porque la ciudad carece de un sitio natural urbano en su diseño.
El Parque H2A es el aliado perfecto del Jardín EtnoBotánico para poder estudiar y entender los cambios de las poblaciones de aves entre una zona limítrofe de la ciudad de Oaxaca (H2A) y el medio urbano (Jardín EtnoBotánico). Los dos se complementan y podrían ofrecer a los oaxaqueños la oportunidad de aprender más sobre los métodos de estudio de estos seres maravillosos, de esta enorme riqueza que nos rodea, si creamos un observatorio de aves que vincule a los dos sitios, aplicando estrategias de estudio simultáneo entre ambos sitios y que sirva para promover la apreciación de la riqueza de las aves que nos rodea en Oaxaca.
Serrano, Francisco El jardín de los pájaros Ilustraciones de Irina Botcharova México, CIDCLI, 2005
*Edad recomendada: 10 años en adelante
La poesía y la ciencia comparten la intuición, el asombro ante el hallazgo y la constante necesidad de interpretarnos. La materia prima de ambas se encuentra en la realidad y el mundo que nos rodea. Una toma elementos de la naturaleza para proponernos otras miradas y evocar imágenes de lo que pasa desapercibido o se diluye en lo cotidiano. La otra, observa y explica, con rigor científico, cómo funciona el mundo a nuestro alrededor.
El jardín de los pájaros es un libro donde la doble página es el todo dividido en dos momentos. El lado derecho del libro es el primero que llama nuestra atención: una ilustración que abarca toda la página donde el personaje principal, que es una de las doce especies de aves que lo integran, está colocado en su entorno natural con apenas unos pocos elementos: algunas hojas, una rama, una flor. Esta imagen, casi fotográfica, está colocada sobre un fondo totalmente blanco que da espacio para que suceda, al tiempo que observamos. Poemas de Francisco Serrano acompañan a cada ave durante el vuelo. Del lado izquierdo se encuentra la información científica de la especie; datos generales de cada ave: en la parte inferior hay un apartado especial que plantea preguntas interesantes, como ¿por qué cantan las aves? ¿Has contado las plumas de un ave? ¿Por qué las aves pueden volar?, entre otras.
Como se esperaría de un buen libro de divulgación científica, El jardín de los pájaros permite que sea el lector quien decida hasta qué punto adentrarse en él. Ya sea que nos detengamos solo en las ilustraciones, en los poemas o que quizá necesitemos consultar información específica sobre estos animales; este libro permite volar con la mirada, de un punto a otro de la página en busca del alimento que sacie nuestra curiosidad.
Editado por CIDCLI,El jardín de los pájaroses una propuesta para acercarnos al placer de descubrir distintas formas de abordar el mundo.
Guiexhooba de Gyves
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Rodríguez, Antonio Orlando Cuento del sinsonte olvidadizo Ilustraciones de Enrique Martínez México, El Naranjo, 2010.
*Edad recomendada: 5 años en adelante
Los sinsontes son pájaros cantores, su canto es melodioso y potente e imita las voces de otras aves, e incluso, el silbido del hombre y el maullido del gato. Al sinsonte de esta historia, se le olvidó su canto y tiene que ir en busca de uno. En su búsqueda va entonando cantos y versos, que le van sugiriendo sus amigos del monte. Antonio Orlando Rodríguez nos regala un libro poético, lleno de juegos de palabras, rimas y sonidos nuevos, que vamos descubriendo melodiosamente, y que se van acoplando de manera armoniosa con las ilustraciones, sencillas pero coloridas, creando así, una complicidad. Es un libro que nos conecta con la diversidad y musicalidad de la vida, una invitación para leer en voz alta con los niños y niñas, y juntos disfrutar y repetirla.
Gladys Isabel Contreras Noyola
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Díaz Garrido, María Julia Bandada Ilustraciones de David Daniel Álvarez Hernández Madrid, Kalamndraka, 2014.
*Edad recomendada: 8 años en adelante
Bandada es sin duda una historia profunda, retrata lo que ocurre cuando, al imaginar una vida distinta, te alejas de la esencia de aquello que de manera natural eres en armonía; el exceso, lo práctico, lo fácil, el control y la crueldad se agolpan a lo largo de las páginas de este libro. El lector se sentirá identificado con la metáfora conductora de la historia, pareciera el bucle del tiempo en el que está girando la humanidad desde que cualquiera de nosotros tiene conciencia. Un principio sencillo: “Un día, las aves posaron su mirada más allá de las ramas y las hojas e imaginaron una vida distinta”, una bandada de búhos, colibríes, gansos, águilas, gallos y pericos con un anhelo desencadenan esta historia que nos brinda un final esperanzadoramente inconcluso.
Con un texto sucinto que, como sentencias, cae sobre cada hoja, se va armando el esqueleto de este libro, recubierto con las preciosas, pulcras y nítidas ilustraciones de David Álvarez que parecen fusionarse en el pensamiento de la autora para así crear una historia contundente, fuerte, sin un ápice de color, solo el trazo de las líneas, sombras, luces y relieves del lápiz. Formas y personajes en primer plano donde el detalle del escenario en el que transitan no es necesario, la página se llena con la economía y certeza de su trazo. No es de extrañarse que la obra fuera ganadora del V Premio Internacional Compostela de Álbum Ilustrado 2012; un libro magistral e imperdible, que seguramente hará eco en estos tiempos de reflexión por los que transitamos actualmente.
Hace casi 500 años, a finales de agosto de 1520, Albrecht Dürer visitaba Bruselas, donde veía por primera vez objetos realizados por el pueblo mexica enviados por Hernán Cortés al rey Carlos V. Durero –como lo conocemos en México– trató de plasmar su experiencia en su diario: “… Yo no he visto en todos los días de mi vida nada que haya regocijado tanto mi corazón como estas cosas, pues vi allí artefactos soberbios y me maravilló el sutil ingenio de los hombres de tierras extranjeras. En verdad no soy capaz de describir todo lo que allí pensé”. Si bien no describió más que en términos generales el tipo de objetos que vio, me gustaría hacer hincapié en dos aspectos: “… vestimentas extrañas, […] y todo tipo de cosas maravillosas de usos diversos; sería un milagro encontrar algo más hermoso”. No es descabellado decir que parte de lo que le causó tal maravilla fueron los objetos de plumaria. Resulta difícil saber a ciencia cierta qué vio, pues no tenemos la suerte de contar con telas emplumadas de la época que hayan sobrevivido al paso del tiempo. No obstante, sí podemos imaginar ciertos aspectos de aquellas prendas a partir del legado que ha llegado hasta nuestros días.
En el Museo Textil de Oaxaca tenemos la fortuna de conservar un textil emplumado de fines del siglo XVII, gracias a la generosa donación del maestro Francisco Toledo. A pesar de ser tan solo un fragmento de lo que sin duda fue un huipil extraordinario, este nos ha permitido conocer más a fondo la sofisticación del tejido con plumas.
Al observar con detenimiento el delicado y suave plumón empleado en los hilos de esta tela, cobran vida las menciones del siglo XVI que hacen referencia a la cría de patos para el aprovechamiento de sus plumas en la elaboración de textiles. Por ejemplo, las relaciones de distintos pueblos de la Sierra Juárez de Oaxaca nos dicen que “… el hábito y traje que traían […] eran unas mantas largas de algodón cuadradas, […] entretejidas por ellas, plumas blancas y de otros colores. Y, para esto, crían unos patos a manera de anadones, salvo que son más grandes y tienen el pico colorado”. Esta mención es de particular interés, pues nos permite conocer al ave exacta que se criaba en la sierra: el pato moscovita, Cairina moschata, pato que fue domesticado en distintas regiones de Mesoamérica desde época prehispánica. Los estudios de laboratorio hechos sobre el fragmento que conservamos en el MTO corroboran la historia, pues muestran que los hilos empleados se hicieron con plumón de ese pato en particular.
En el Museo Nacional de Antropología se encuentra un huipil completo que nos sirve de referencia para completar la imagen mental de cómo pudo ser el huipil cuyo fragmento hoy conservamos. Si queremos apreciar otros huipiles de pluma de la época hemos de conformarnos con las pinturas al óleo, y solo a través del trazo del pincel podremos palpar la textura de aquellos tejidos tan espléndidos. Sin embargo, a ustedes que, como yo, se deleitan y maravillan ante el aspecto tangible de la cultura, quiero decirles que aún hoy es posible tocar la vaporosidad de los huipiles emplumados.
Zinacantan, en los altos de Chiapas, es una comunidad tsotsil que ha mantenido el tejido de pluma para la creación del k’uk’umal chilil, huipil con plumas. Irmgard Johnson, Alejandro de Ávila y Ricardo Martínez han hecho notar el vínculo entre los huipiles que ilustran los manuscritos coloniales de Oaxaca y el centro de México con el huipil de boda de Zinacantan, distinto de otros huipiles del área maya en su forma, confección y en el ordenamiento de sus elementos decorativos. Ejemplo de ello es la forma del cuello del huipil: si bien los huipiles emplumados más recientes muestran un cuello cuadrado –como es común en la región–, el formato del k’uk’umal chilil de mediados del siglo XX guardaba una relación más cercana a los huipiles que se observan en el Lienzo de Tlaxcala del siglo XVI, donde el cuello es una ranura en forma de V. La decoración, como se observa en los numerosos huipiles que ilustran el lienzo mencionado, se ubica principalmente en la parte central –a la altura del pecho, espalda y hombros–, así como en todo el borde inferior. Las técnicas de incorporación de la pluma en la tela, sin embargo, difieren en buena medida de lo que hemos observado en las piezas virreinales. Además del hilo de pluma que aún se empleaba a finales de 1980 –en menor medida y en distinta forma a los hilos antiguos–, las tejedoras también han recurrido a otras técnicas, como el anudado y la inserción de plumas en la trama del telar.
Se ha mencionado que en el k’uk’umal chilil se emplean plumas de gallina, pues se trata de un ave domesticada: no puede volar y, por lo tanto, no se aleja de casa. De acuerdo con esa visión, estas cualidades se vuelven deseables en la mujer –futura esposa– que porta el huipil. Sin embargo, en un encuentro de tejedoras del huipil emplumado, llevado a cabo en el Centro de Textiles del Mundo Maya a finales de 2015, cuando una persona del público hizo mención de ello, las tejedoras solamente atinaron a reírse mientras desmentían esa afirmación. Negaron el simbolismo atribuido a las plumas de gallina e incluso mencionaron que no se limitan a esas plumas, “también usamos las plumas de los gallos y pollitos”, toda vez que sean suaves y sirvan para el tejido. Estos comentarios me hacen replantear un par de cosas dichas por Durero.
Por un lado, es importante puntualizar que no le maravilló únicamente el ingenio de los hombres de allende el mar. Aun cuando haya querido referirse a la idea de “humanidad” bajo el término de “hombre”, aquellas vestimentas que vio (y muy seguramente tocó) no fueron hechas por el pueblo mexica en general; fueron creadas, específicamente, por mujeres. Esto me lleva al segundo punto y a replantear en torno a sus palabras. Ese “sutil ingenio” es justamente el arte vertido en el telar por mujeres talentosas, creativas e inteligentes. No quiero decir que el arte textil sea solo sutil, al contrario, posee una fuerza contundente. Las plumas, entre muchas otras connotaciones, se han vinculado a la guerra. Mientras que a nuestra mente podrían venir las imágenes de ciertas deidades masculinas veneradas en el centro de México como Huitzilopochtli (con sus plumas de colibrí) o Quetzalcóatl (la serpiente emplumada), y quisiera en este momento recordar una de las múltiples manifestaciones de Cihuacóatl, mujer serpiente; también llamada Yaocíhuatl, mujer guerrera: diosa de la fertilidad, con su cabeza rodeada de plumas blancas de águila y blandiendo el machete del telar de cintura en una de sus manos. Así imagino a las mujeres que dieron vida a aquellas telas emplumadas de antaño, armadas con el telar, resistiendo y luchando continuamente para preservar su cultura y el conocimiento de los hilos para que sus herederas continúen creando a partir del tejido.
Si no fuera por un numeroso contingente de mujeres guerreras ¿de qué otra forma podríamos explicar que aún hoy, 500 años después de que Durero conociera la plumaria mesoamericana y en medio de interminables batallas, existan mujeres que elaboran los textiles de pluma?
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