UN LUGAR DE ENCUENTROS, EXPERIENCIAS Y APRENDIZAJE

Desde el pasado 3 de marzo, fecha en la que abrió sus puertas el Museo Infantil de Oaxaca, el área educativa ha contado con la enorme fortuna de apreciar los momentos más cercanos que tienen los visitantes con el museo y con las personas que ahí trabajamos. Aprendizaje, diversión, encuentros y experiencias son sólo algunos de los momentos que se viven día a día en el museo a través de los diferentes programas educativos.

Han pasado seis meses y, a pesar del poco tiempo de haber inaugurado el museo, ha sido una experiencia sumamente enriquecedora. Este año, Rodolfo Morales nos ha invitado a conocer y recrear su universo mágico a través de cinco parcelas de aprendizaje. Es por ello que el MIO, un espacio vivo y lleno de historias, requirió de un programa educativo cercano, enriquecedor y altamente contextualizado para todos los visitantes.

El objetivo principal fue claro: fortalecer en los niños y niñas el amor hacia su estado, su gente, su cultura y su patrimonio. Es precisamente en función de los visitantes que se ha trabajado desde siete programas educativos que dan respuesta a las necesidades de cada tipo de audiencia, haciendo del museo un lugar para todos.

“De la escuela al MIO” ha vinculado a diferentes instituciones de educación formal y no formal a vivir una experiencia única por medio de visitas guiadas, en donde se ha reconocido lo valioso del conocimiento previo, pero además se ha retomado e integrado a un conocimiento más complejo en cada parcela de aprendizaje. Las “experiencias MIO” son el corazón de nuestro museo, ya que a través de actividades lúdicas, pragmáticas y colaborativas, se ha logrado impulsar el desarrollo del pensamiento creativo y consciente de las necesidades presentes y futuras. “Pandilla MIO” es un programa enfocado a niños y niñas que viven en las colonias cercanas a la antigua estación del ferrocarril, como la Unidad Ferrocarrilera, Francisco I. Madero, Unión, Libertad y Periodista acercando el trabajo del museo con la comunidad.

“Arte en vagones” ha impulsado el desarrollo de habilidades artísticas y creativas de nuestros visitantes. Por esto, con ayuda de especialistas en diferentes disciplinas, se han llevado a cabo talleres enfocados en estimulación temprana, fotografía, música, teatro, ópera y medio ambiente, entre otros, con la finalidad de fortalecer la necesidad de actuar desde una visión crítica, consciente y sensible.

El “fin de semana inclusivo” es un programa bimestral enfocado en la atención de una discapacidad diferente a través de experiencias, conferencias y actividades especiales que refuerza el espíritu y motivación del museo al crear espacios que incrementan la inclusión para todos los niños y niñas de nuestro estado.

Por otra parte, el programa de educación ambiental ha fomentado en la infancia el cuidado, respeto y conservación de nuestro planeta como nuestro primer hogar, fortaleciendo de esta manera nuestra conciencia con diferentes actividades y talleres impulsados desde el Huerto MIO, Granjita MIO y el Vagón de Educación Ambiental. Es importante destacar que nada de esto sería posible sin la fuerza y espíritu de nuestros voluntarios MIO, jóvenes prestadores de servicio social, prácticas profesionales o Formación Solidaria que desarrollan sus habilidades, talentos y competencias, y que hacen del MIO un espacio vivo y lleno de oportunidades para el rescate y difusión del patrimonio heredado. De esta manera se rinde tributo al espacio que alberga el museo: la Antigua Estación del Ferrocarril. Sabemos que aún tenemos grandes retos por cumplir pero confiamos en las acciones positivas de cada una de las personas que enriquecen y nutren esta cadena interminable de amor y responsabilidad.

EL MARAVILLOSO MUNDO DE LA LECTURA

Como dice Rodolfo Castro en su obra Las otras lecturas: “La lectura trasciende los libros, a sus autores y a sus seguidores”. Es por esto que el programa de Bibliotecas Móviles “Ando Leyendo, Leyendo Ando”, auspiciado por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, es un medio que va abriendo brecha en el mundo de los libros. Se trata de un servicio que mezcla lo cultural y lo social sin olvidar que su incidencia en las personas trasciende en su vida. La lectura es un motor de inclusión y unión, pues nos permite imaginar, pensar, reflexionar, expresar y crear conscientemente nuestro sentir, revivir nuestro pasado e ilustrar el futuro que nos espera, creando puentes que nos unen a través de la palabra escrita convertida en nuevas historias que nos identifican o nos transforman.

El día a día en una biblioteca móvil es verdaderamente apasionante, pues no faltan retos que sacan lo mejor de los promotores de lectura en su quijotesca tarea. Sin embargo, no hemos de perder de vista que la labor que se realiza y los logros obtenidos han sido posibles gracias a la colaboración y complicidad de personas con las que hemos coincidido en este caminar.

Todos y todas compartiendo un mismo fin: acercar los libros a quienes lo necesiten, enseñarles a amarlos, a adquirir el gusto por la lectura y, con esto, disfrutar más de la vida, de compartir y transmitir las experiencias vividas.

Es así como los cambios y beneficios que se provocan en nuestros usuarios son incontables y variables. Muchos son los que han sido tocados por el poder de la lectura y esto, en algún momento, implicará un mejoramiento significativo en nuestra sociedad.

Por esto y mucho más la Biblioteca Móvil es un medio que ha ido, poco a poco, transformando la vida de múltiples personas. Son éstas las voces que retumban en nuestro corazón y nos hacen amar este programa, nos ayudan a no rendirnos y a seguir trabajando en abrir puertas y llegar así a más lugares.

TESTIMONIOS

Leer muchos cuentos, aprender historias y hacer juegos divertidos.
Conocer historias divertidas, además de realizar bonitos trabajos y ver películas que nos gustan.
Conocer libros muy bonitos con historias divertidas.

Niños de San Isidro el Naranjo,
Tezoatlán de Segura y Luna.

Poder leer lo que me gusta: Muchos, muchos cuentos. Divertirme con las historias que nos leen. Además me gustan mucho los juegos y actividades que hacemos.

Erika Reyes. San Juan Cuititó,
Tezoatlán de Segura y Luna

CAPACITACIÓN PERMANENTE EN EL USO DE LA BICICLETA

La Casa de la Ciudad ha tenido en su agenda, de forma permanente, la promoción del uso de la bici como medio de transporte. Mediante exposiciones, conferencias, talleres, proyectos relacionados con infraestructura, entre otras iniciativas, la bicicleta ha tenido un papel preponderante y ha sido un hilo conductor del trabajo realizado para propiciar y construir una ciudad más habitable para todos.

Para fomentar del uso de la bicicleta como medio de transporte se requiere articular diversos frentes con el fin de tener un impacto significativo en los hábitos de movilidad de las personas; entre ellos se encuentran la infraestructura y el marco normativo que han sido temas recurrentes en nuestra labor, pero la promoción de la cultura de la movilidad sustentable había sido un tema poco explorado en las actividades que realizamos.

Aunque para muchas personas la bicicleta es un artículo familiar desde la infancia y/o adolescencia, existe un sector de la población que, por diversas circunstancias, no tuvo oportunidad de conocer y contar con una entre sus objetos de juego, por lo que llegan a la edad adulta sin haber aprendido a usarla. Por otro lado, habrá quienes, si bien están familiarizados con el uso de la bicicleta, su acercamiento ha sido meramente recreativo y no han tenido oportunidad de desarrollar otro tipo de habilidades que se requieren para hacer uso de ella de forma cotidiana, es decir, como medio de transporte.

Como parte del acercamiento que nos interesa generar entre diversos sectores de la población hacia alternativas de movilidad sustentables, económicas y con múltiples beneficios personales y colectivos, nos dimos a la tarea de generar un espacio donde potenciales usuarios de bici pudieran tener un acercamiento a ésta, ya sea para aprender a usarla o para aprender ciertas habilidades necesarias para realizar traslados cotidianos en la ciudad y contar con conocimientos más allá del uso de la bici con fines recreativos.

Así, como parte de la estrategia de movilidad que el Laboratorio Urbano de Casa de la Ciudad impulsa, nos dimos a la tarea de implementar a partir de este año el Programa Permanente en el Uso de la Bici como Medio de Transporte. Como antecedente, durante el año 2016, desarrollamos rodadas temáticas y un taller de capacitación que nos permitieron establecer las necesidades de un sector de la población en el que focalizamos los talleres que actualmente se imparten.

El objetivo general del programa es ofrecer a la población un espacio donde pueda aprender habilidades en el uso de la bicicleta para iniciarse en el ciclismo urbano e ir adoptándola paulatinamente como un medio de transporte.

El programa se divide en tres módulos. El primero, Cultura de la Movilidad, tiene como objetivo brindar información sobre conceptos básicos de movilidad, la normativa correspondiente en el tema, el conocimiento de las partes de la bicicleta, recomendaciones para su uso, así como mostrar accesorios que pueden hacer más cómodo y seguro el pedaleo. El segundo módulo, Mecánica y Habilidades Básicas, busca generar ciertas capacidades en mecánica básica de la bicicleta de manera que los usuarios tengan un cierto nivel de autonomía para resolver algún percance, así como las enseñanzas necesarias para el uso y manejo de la bicicleta. El tercer módulo, Habilidades de Ciclismo Urbano, brinda a los asistentes una serie de habilidades relacionadas con el uso de la bici en entornos urbanos de forma que exista un conocimiento básico de cómo interactuar con otros usuarios de la vía, el trazo de rutas cómodas y seguras e información general sobre el ciclismo urbano.

Las personas interesadas en asistir al Programa de Capacitación pueden comunicarse a los teléfonos 516 9647, 516 9648, escribir al correo claudina@cdlc.mx o consultar el programa y fechas de los distintos módulos en el sitio casadelaciudad.org.

FRAY ANTONIO DE LOS REYES Y EL EXCONVENTO DE SAN PABLO

En enero de 1563, fray Antonio de los Reyes hizo uso de la biblioteca del convento de San Pablo, la primera casa dominica de Antequera que ahora ha sido recuperada como el Centro Cultural San Pablo. En aquel tiempo, la biblioteca era relativamente pequeña y casi todos los libros se habían enviado desde Europa. El libro que consultó fray Antonio había sido impreso en París en 1550: In omnes divi Pavli Apolstoli Epistolas Collatio (una recopilación de todas las epístolas de San Pablo Apóstol) de Claude Guilliaud.1 Las epístolas de San Pablo fueron una importante fuente de inspiración para aquellos, como fray Antonio, involucrados en el proselitismo de la población mesoamericana.

Fray Antonio nació en la ciudad de Toro de la provincia de Zamora en Castilla y León. Mientras su madre era toresana, su padre era alemán. En su juventud sirvió al Marqués de Alcañices y luego estudió en la Universidad de Salamanca. Tomó el hábito en el convento de San Esteban en esta misma ciudad y luego pasó a la Provincia de México en 1555.

A lo largo de su carrera en la Nueva España, fray Antonio sirvió a la Orden de Predicadores en la Mixteca y se convirtió en uno de sus más importantes especialistas de la lengua mixteca (tu’un savi). Antes de su visita a la biblioteca en 1563, fray Antonio había sido asignado al convento de Teposcolula. Más tarde, entre 1560-1570, fue enviado al convento de Tlaxiaco y, en la década de 1580 fue vicario en Coixtlahuaca. En mayo de 1587, se le encargó perfeccionar y acabar el “arte misteco” que algunos frailes habían elaborado. El trabajo resultante, impreso en la casa de Pedro Balli en 1593 con el título de Arte en lengua mixteca, es hoy una referencia obligatoria para los estudiosos de la lengua y la historia mixteca. Ha sido una referencia crucial para la interpretación de los códices mixtecos y de las formas antiguas de la lengua mixteca.

Unos años antes de que se imprimiera el Arte…, fray Antonio había regresado a Teposcolula donde se desempeñaba como vicario. Sin embargo, en algún momento durante los primeros años de 1600, fray Antonio regresó al convento dominico de Oaxaca donde consultó el libro Advertencias para los confessores de los Naturales de fray Juan Bautista, el cual fue impreso por Melchor Ocharte en México en 1600. Para esta fecha, la biblioteca tenía ya varias obras impresas en náhuatl, zapoteco y mixteco producidas por los frailes mismos e impresas en México, incluyendo, probablemente, su propia gramática. Fray Antonio regresó a Teposcolula donde falleció el 8 de noviembre de 1603.2

Debido a que los frailes del convento de San Pablo administraban en zapoteco, náhuatl y mixteco, decidimos recordar a un estudioso dominico de cada idioma que tuvo alguna presencia en el exconvento: el nombre de la Biblioteca de Investigación fray Juan de Córdova —ubicada en el exconvento— conmemora al gran especialista de la lingüística zapoteca del siglo XVI y, en el primer piso del exconvento, un aula lleva el nombre de fray Nicolás de Rojas, un conocido especialista del náhuatl que dirigió el convento oaxaqueño (véase el Boletín FAHHO de julio-agosto de 2017, p. 12). Es en este mismo sentido que se ha dado el nombre de fray Antonio de los Reyes a la gran sala de lectura del ala norte de la biblioteca donde de nuevo puedes encontrar muchos libros sobre y en las lenguas de Oaxaca.

1 Este libro aún se conserva en los acervos de la Biblioteca Francisco de Burgoa (403) y lleva tanto la firma de fray Antonio de los Reyes como de fray Leonardo Levanto, autor del Cathecismo de la doctrina christiana en lengua zaapoteca (1776).

2 Los datos básicos de la vida del fray Antonio de los Reyes se encuentran en el libro Segunda parte de la historia de la Provincia de Santiago de Mexico de fray Alonso Franco, el Libro tercero de la historia religiosa de la provincia de Mexico de fray Hernando Ojea y en los “Estudios mixtecos” de Wigberto Jiménez Moreno de 1962.

VIDA MARINA, EN TUS MANOS SU FUTURO Y EL NUESTRO

Mi lugar favorito, sin duda, es la playa; ahí disfruto de la increíble vista, la suave brisa que acaricia mi piel tostada por el sol, la rica sensación de la arena en mis pies, el agua de coco fresco que me derrite hasta la relajación, haciéndome olvidar por unos días de mis preocupaciones, deberes y el estrés cotidiano. A partir de mi colección filatélica Vida marina, en tus manos su futuro y el nuestro inicio con una reflexión importante referente al cuidado de nuestros mares.

Al igual que yo, la mayoría de las personas elegimos las playas para vacacionar. La playa es un lugar mágico, sin duda. Hace desaparecer nuestros males al instante, pero alguna vez te has preguntado ¿qué tanto nos da el océano a la humanidad?, piénsalo bien… El coloso dador, como yo lo llamo, nos brinda alimento (gran variedad de mariscos), petróleo (velas, llantas, gasolina, bolsas plásticas, recipientes plásticos, sandalias, tubería para cableado eléctrico, lubricantes, detergentes, pinturas, asfalto etc.), zonas turísticas para nuestro deleite, en pocas palabras: le sacamos bastante provecho a todo lo que nos da. ¿Pero te has puesto a pensar en el daño que le estamos ocasionando a todos los seres que cohabitan en él y a nosotros mismos como humanidad? ¿No?

Permíteme alarmarte un poco: existen sólo en nuestro país más de 500 especies marinas en peligro de extinción, entre ellas varias tortugas marinas y ballenas, debido a la pesca excesiva, el calentamiento global, la contaminación de los océanos con derramamientos de petróleo, desechos tóxicos y basura. Te preguntarás: “¿Y qué culpa tengo yo y cómo me afecta?”. Bueno, la respuesta es muy simple: al vacacionar, muchas personas dejan basura en la playa, bolsas plásticas, popotes, juguetes plásticos olvidados, taparroscas, etc. Al subir la marea, el oleaje se lleva toda esta basura. Las bolsas plásticas son mortales para las tortugas marinas, porque llegan a confundirlas con medusas, su alimento favorito, y mueren asfixiadas al comerlas. Nuestras acciones nos están convirtiendo en su máximo depredador indirecto. Y con todos estos desechos estamos agrandando la llamada Isla de Basura, ubicada en el Océano Pacífico Norte, que mide aproximadamente 1 400 000 km2.

Como consecuencia vamos reduciendo nuestras probabilidades de tener alimento (mariscos) y de tener hermosas playas donde descansar. Al paso al que vamos, nuestros nietos o bisnietos sólo verán videos de nuestros hermosos recuerdos en la playa y las especies extintas en timbres postales, internet o películas.

Hagamos algo por ayudar a nuestro planeta y a nosotros mismos, todos podemos desde casa:


• Cambia tus focos incandescentes por focos ahorradores o de LED, desconecta los aparatos electrónicos y apaga luces que no estés usando para disminuir el calentamiento global y el consumo en tu recibo de luz.
• Cuando vayas a la playa, llévate un bolsa para poner toda la basura que saques y al final tírala en un bote de basura, para tener playas más agradables y así proteger a las especies marinas.
• No arranques corales, porque destruyes el hábitat de varias especies marinas.

Y mi última recomendación: disfruta de tus vacaciones, de nuestras hermosas playas y de nuestro México lindo.

Además de invitarte a reflexionar sobre el cuidado de nuestros mares y medio ambiente, te invito a visitar la exposición filatélica Como pez en el agua y Vida marina, donde se ilustra esta gran problemática con material postal, que va desde timbres postales, etiquetas, enteros postales, entre otros.

TEJER EL CAMPO

Ese momento en que descubrimos que podíamos hacer crecer, motivar a la tierra, cambió la forma de relacionarnos para siempre. Sembramos y luego, para esperar el fruto, nos acercamos, así juntos, comenzamos a cuidar de las plantas. Aprendimos a esperar bajo el tiempo de la naturaleza. Construimos casas más sólidas y crecimos en número. En esencia, logramos capturar para nosotros la fuerza de la vida; brotamos.

Con las lluvias de junio llegamos a la capital de Oaxaca, entre estambres, lanas, ganchos, agujas y telares, dispuestos a celebrar el Día Mundial de Tejer en Público: movimiento iniciado por Danielle Landes en Australia en 2005. A partir de entonces, gente de todas partes tomando sus tejidos sale a buscar espacios públicos para tejer en colectivo.

Durante cinco días, cobijados por las hermosas instalaciones del MTO y por todos los que ahí laboran, propusimos a los participantes comenzar a tejer un campo que evocara su contexto, y así, mientras escuchábamos las historias que se urdían dimos forma al campo textil oaxaqueño sembrado de memorias y recuerdos ya sea con crochet, tricot, telar o los propios dedos.

Todas esas tardes nos entretejimos: niños y adultos, mujeres y hombres, gente de aquí y de allá. Tuvimos la fortuna de conocer el espíritu oaxaqueño; orgullosos amantes lúcidos de todo lo que brota de esa fértil tierra en arte y cultura; de sus plantas, de su café, de su cacao, sus chiles, su barro y sus metales, y claro, de la grana cochinilla.

Para todos los que estamos involucrados en El campo mi manto ha sido un honor tejer en el patio del Museo Textil de Oaxaca, referencia importante en el panorama textil mexicano, y esperamos que esta experiencia sea el inicio de un vínculo estrecho entre lo que se gesta en el Valle del Xinantécatl y la hermana cultura de Oaxaca.

A tres años de haber comenzado a entrelazarse el primer hilo nos conmueve contemplar el resultado, es la visión conjunta de cientos de proyecciones y memorias, cosidas con paciencia esperando a ser descubiertas. Estamos seguros de que en cada fibra hay reflexión y esperanza, un anhelo latente de una mejor relación con el mundo.

Un agradecimiento especial a la Fundación Alfredo Harp Helú y al Museo Textil de Oaxaca y a todos los que participaron en esta instalación en proceso, nos vemos pronto.

TO BÉLLJ SINHA ́ (KUENT)

(5.o grado. Zapoteco de Lachirioag)

To beni guzé xkuan béllj lyiá ché, nha gwxhié gayu bélljdo.
Nha benhé lhill béllj ́ka, nha bachugé xkuan ́ban gwdau béllj che ́nha lén. Ka banhak ́akbá be ́lliá, to ́ba nhákba sinha ́, nha ye tap ́bá nhak ́akbá ba ́sons, beni ́nhi be ́té béllj sonsi ́nha, gwxhi to nhólh le ́akbá. Yi ́to lla ́ ka gwlhu ́ke béllj sinha ́, nha wia ́jé ihagoyaa jetéba, lago ́yaanha, kogúk ́belhe beni ́nhi ka bsanhéba, nha to ́ bi ́do nhólh gunbidí chitalhenbi ́bá, kát bkua ́gubá nhá bido ́nha, nha gwllell ́yabé, bllell ́ya bi ́do yashen.

*Domínguez, Elizayda (1997). “To béllj sinha ́”. En Mario Molina Cruz (coord.), Taller Lecto-escritura en zapoteco de la Sierra Norte-español, CEDES-22- San Cristóbal Lachirioag, Villa Alta, Oaxaca. p. 26.

SEMANA INTERNACIONAL DE LA CARTA 2017 Y DÍA MUNDIAL DEL CORREO

El mundo globalizado y sus avances tecnológicos permiten que la comunicación sea más simple y rápida gracias al uso del internet, pero aún así la carta continúa teniendo un valor de elevada preeminencia. A través de la carta se transmite información que permanece en el tiempo, rompe fronteras sin importar la distancia que separa a las personas para crear contacto, realizar negocios, vincular emociones o recordar. Resulta una forma tradicional de comunicación que se mantiene vigente aun con todas las nuevas formas de tecnología y comunicación.

Debido a la dinámica del mundo actual y al exceso de mensajes instantáneos, el destinatario ha olvidado apreciar la amabilidad que incluye el escribir una carta y, generalmente, ha preferido la inmediatez del mensaje.

Enviar una carta resulta todo un ritual literario y personal: concentrarse, tomar la tinta o pluma adecuada, encontrar una hoja apropiada y empezar con la inspiración, la buena ortografía y redacción. Es un proceso verdaderamente perdurable que queda impreso y llevado a quien causa el arrebato epistolar.

La carta envuelta en un sobre que cubre el contenido, la intimidad y la personalidad, con su timbre postal correspondiente, con alguno de los muchos e interesantes temas que contiene, se lleva a la oficina de correos o se echa en un buzón y, ahora sí, emprende su viaje por vía aérea, terrestre o marítima para llegar a su destino.

Siendo la carta una mera conversación requiere ciertas condiciones epistolares como claridad, sencillez, franqueza y elegancia. La carta entonces aparece como un medio para hacer florecer la capacidad de expresión, de afectos e ideas, capacidad que todos tenemos, pero que pocos utilizamos, porque los avances de la tecnología ya no nos lo exigen y el afán impide la reflexión previa a esa comunicación bien elaborada y consciente. Para conmemorar esta forma de comunicación se decidió crear la Semana Internacional de la Carta (SIC), la cual se celebra el 9 de octubre, día en que se fundó la Unión Postal Universal (UPU), siendo aceptado en Ottawa durante el XIV congreso UPU en 1957. Y en 1969 durante el XVI Congreso UPU efectuado en Tokio se estableció además un día feriado para el Día Mundial del Correo, es decir el 9 de octubre.

Desde 1957 en diferentes países se conducen medidas correspondientes, para la semana de la carta y frecuentemente se prevé la emisión de sellos postales. El servicio postal de Japón dispuso la emisión regular de estampillas “Semana Internacional de la Carta” en 1958 y, desde entonces, probablemente sea la más productiva emisión en honor de la conmemoración de la epístola.

Retomar el ejercicio de expresar nuestros sentimientos o describir lo que vemos o comunicar nuestras ideas por escrito, como en una carta, es uno de nuestros objetivos. Escribir de manera personal y sentida en estos tiempos de prisas es una de las muchas tareas que el Museo de la Filatelia de Oaxaca tiene como compromiso forjado durante 19 años, al igual que la conservación, reservación y preservación de la filatelia.

PAR+ES: PROYECTO ARTESANOS-ESTUDIANTES

El Proyecto PAR+ES nace con la finalidad de promover el enriquecimiento cultural y aprendizaje técnico de los estudiantes de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Monterrey a través del trabajo colaborativo con artesanos oaxaqueños; fortaleciendo el sentido de comunidad al tener un producto desarrollado en conjunto.

En otoño del 2015 se establecieron los objetivos iniciales para la colaboración entre la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y la Universidad de Monterrey partiendo de la comunicación y relación de trabajo cooperativo con comunidades de artesanos oaxaqueños. El principal objetivo de estos esfuerzos buscaba robustecer el conocimiento sobre los trabajos artesanales más representativos del estado de Oaxaca y afianzar el aprendizaje experiencial e interculturalidad como medios de enriquecimiento entre ambas partes.

Del 2016 a la fecha se ha trabajado con diferentes regiones oaxaqueñas, visitando comunidades de artesanos que manejan y perfeccionan textil, madera, barro negro, barro blanco, filigrana, carrizo y palma, entre otros. De esa gran labor se han obtenido productos únicos e innovadores; sin embargo, para lograr esto es necesario que los alumnos se involucren y utilicen conocimientos y herramientas adquiridos en su formación profesional. Por su parte, los artesanos tendrán que disponer su experiencia y capacidad de producción para lograr desarrollar un producto que a corto plazo signifique una innovación, pero que a largo plazo represente un modelo de negocio para él y su comunidad.

En esta iniciativa, los equipos de trabajo están conformados por alumnos y maestros de diferentes disciplinas de la Universidad de Monterrey, así como artesanos oaxaqueños. El proyecto se realiza en tres fases: en la primera etapa, los alumnos analizan e investigan la problemática establecida por la Coordinación de Arte Popular de la FAHHO, mientras que son asesorados por profesores titulares del proyecto. En la segunda fase, los alumnos y maestros titulares viajan al estado de Oaxaca para hacer una inmersión en la comunidad que les haya sido asignada. En este proceso de inmersión, el artesano labora y se integra de manera física al proyecto. Justo en esta fase es donde el equipo de alumnos inician sus primeras propuestas. Al final de esta segunda fase, el equipo debe de presentar sus prototipos y propuestas preliminares para ser evaluadas por el artesano de la comunidad en la que se trabajó, y por el equipo de expertos de la FAHHO y la Universidad de Monterrey.

La tercera y última fase del proyecto continúa en la Universidad de Monterrey, donde los alumnos mejoran sus propuestas tomando en cuenta las observaciones, correcciones y retroalimentación recibidas durante la segunda fase.

Al finalizar esta etapa, cada grupo de estudiantes presenta al equipo de la Coordinación de Arte Popular de la FAHHO el resultado de la investigación, el nuevo producto y su identidad gráfica, para que a su vez sea compartida a la comunidad de artesanos.

TELAR DE SAN JUAN COLORADO

PALABRAS QUE TEJEN

La comunidad mixteca de San Juan Colorado es una de las poblaciones de México que produce más tejidos en telar de cintura hoy día. Se ubica en el distrito de Jamiltepec en la Costa de Oaxaca, cerca de la colindancia con Guerrero. En el clima cálido y con frecuencia húmedo de esa región, las mujeres visten tradicionalmente sólo el tsehe o posahuanque (falda tejida a mano que se lía alrededor de las caderas), reservando el xicun o huipil para las fiestas. Desde largo tiempo atrás, los posahuanques son tejidos por sus vecinas de Pinotepa de don Luis, mientras que los lienzos finos para huipil se compraban anteriormente a las mujeres de San Cristóbal, localidad también mixteca en la costa de Guerrero. Las tejedoras de San Juan se especializaron en producir tela para confeccionar los calzones y cotones que visten los hombres, así como servilletas para envolver las tortillas. Éstas adquirieron gran popularidad en el mercado urbano a partir de los años 1960, cuando la disponibilidad de hilos de algodón mercerizado (y posteriormente estambre acrílico) coincidió con un aprecio creciente por los diseños indígenas en colores fuertemente saturados por parte de la clase media nacional y el turismo.

El telar empleado para tejer servilletas en San Juan Colorado muestra un aditamento especial que facilita crear diseños. Se trata de un segundo lizo y una segunda vara de paso, que levantan grupos alternos de cinco hilos de la urdimbre. Al insertar entonces las tramas de color, éstas flotan por encima de esos grupos de cinco hilos. Los diseños resultantes muestran una textura punteada. Este tipo de telar permite tejer figuras geométricas y animales de manera rápida y precisa: yoho ita (raíz de flor), nditsin ndivi (ala de pollo), coo ndaha (ciempiés), tujuhma (alacrán) y otras. San Juan Colorado se ha distinguido así por una producción prolífica de tejidos multicolores con un estilo propio. Su éxito comercial motivó que otras comunidades mixtecas siguieran ese modelo, creando últimamente huipiles, manteles, cortinas y otros formatos con la misma técnica de tejido. El ingenio indígena ha dado frutos en el mercado.

ÁRBOLES QUE FLORECEN: PUEBLOS SILENTES EN LA GUELAGUETZA

Desde que se celebró en 1932 el “Homenaje Racial” en conmemoración del IV Centenario del nombramiento de Oaxaca de Juárez a la categoría de ciudad, la fiesta de los Lunes del Cerro siempre se ha presentado como la expresión máxima de la cultura material e intangible de las diferentes regiones políticas del estado. Sin embargo, detrás del espectáculo del extravagante baile Flor de Piña de la región de la Chinantla y del esplendor de los trajes istmeños reside una diversidad en los textiles de Oaxaca que ha tenido poca o nula presencia en la festividad principal de los oaxaqueños. Estos vacíos han impulsado a muchas comunidades a organizarse para ser evaluadas por el nombrado “Comité de autenticidad” de la Guelaguetza y con los años, algunas comunidades han logrado asegurar una presencia propia en el evento, mientras que otras sólo han alcanzado algunas cuantas presentaciones, si tienen suerte. La reacción de las demás comunidades que han quedado en el vacío ha sida sumamente diversa: rechazo, apatía, apropiación, reclamo e imitación.

A pesar de las críticas hechas sobre la Guelaguetza que surgen cada año y que provienen de todos los sectores sociales, en muchas comunidades el interés de participar o no participar en ese evento ha servido para repensar actitudes locales en relación con su herencia textil, ya sea que ésta se encuentre viva o muerta. Existen varias comunidades que han intentado revalorar su traje tradicional, otras han inventado nuevas expresiones culturales y algunas más se han apropiado de trajes y de bailes que no provienen de sus tradiciones.

Un ejemplo es el huipil de San Agustín Loxicha, que se dejó de tejer alrededor de la década de 1950. Como una comunidad con la fama de ser conflictiva y violenta, pero que también conserva una considerable riqueza cultural en sus tradiciones mesoamericanas, pensamos que Loxicha presentó por primera vez sus sones en la Guelaguetza durante los años 2013, 2014 y 2015, en parte “para mostrar el rostro de la fiesta, de la unidad y cordialidad” (El Imparcial, 16 de julio de 2015). Dado que carecieron de un traje local, tuvieron que crear un traje “típico” usando manta industrial. Mandaron elaborar las blusas de las mujeres con las mixes de Tlahuitoltepec, decorando las blusas con flores y otros diseños en un estilo parecido a las blusas mixes bordadas a máquina. Aunque Loxicha no se presentó en la Guelaguetza 2016, la comunidad adoptó el formato de invitación a delegaciones regionales para celebrar su Guelaguetza local en honor a su santo patrón en el mes de agosto del mismo año.

Gracias a un huipil viejo que se conservaba en la comunidad bajo el cuidado de la maestra Minerva Mendoza (que ahora, generosamente, ha decidido donar al MTO para su conservación), las organizadoras locales intentaron resucitar el tejido en telar de cintura, comisionando los textiles a las escasas tejedoras que todavía elaboran servilletas sencillas y morrales en las agencias de alrededor. Desgraciadamente, la técnica de brocado que requiere el huipil de Loxicha se ha perdido y no pudo recrearse por las tejedoras, si bien es cierto que ellas mostraron bastante interés en aprender la técnica. Para resolver este vacío, las organizadoras regresaron a sus contactos mixes para comisionar réplicas tejidas en telar de cintura del huipil viejo, trabajando con tejedoras de “un pueblo arriba de Tlahui” (pensamos que se refieren a San Juan Cotzocón). El elemento más notable del huipil viejo que conservó la maestra Minerva es que después de tejer y armar el huipil, alguna persona lo llevó hasta el mar para marcarlo con manchas moradas extraídas del caracol púrpura. Aunque desconocemos si pudieron replicar el huipil con las tejedoras mixes (puesto que la delegación de Loxicha todavía no se presenta en la Guelaguetza), las organizadoras locales estaban decididas a llevar los huipiles recreados al mar para reproducir el proceso de manchado con el caracol. Todavía lejos de ser una resucitación de un huipil que actualmente sólo existe en los depósitos de unos cuantos museos del mundo, nos parecen relevantes los esfuerzos por reproducir una tradición muerta, en nombre del discurso de autenticidad que emite la Guelaguetza.

Otro ejemplo es el traje de Santiago Choapan. Considerada la comunidad indígena con uno de los huipiles más extraordinarios de México por Dorothy y Donald Cordry, notables investigadores de los textiles de México. Choapan, en 1964 y 1965, estaba a punto de perder por completo la producción y uso de su vestimenta local. Los huipiles “de labor” de Choapan, son, en nuestra opinión, los textiles etnográficos más complejos de Mesoamérica en términos de las técnicas de manufactura. Tejer cada lienzo requería varios meses de trabajo, pues la trama debía manipularse en una secuencia laboriosa de varios pasos para crear las figuras. Los huipiles labrados eran atesorados como ropa de gala. Desafortunadamente dejaron de producirse a mediados del siglo pasado, antes de que los investigadores pudieran documentar cómo se tejían. Debido a su pérdida completa en la comunidad, es casi imposible que este traje, de una de las comunidades históricamente más importante de la región, se presente en la Guelaguetza.

La pérdida de esta prenda fenomenal seguramente fue aguijoneada por las actitudes locales sobre la modernización social asociada con ser mestizo y el “atraso” cultural indígena. Julio de la Fuente notó estas actitudes en Choapan en 1941:

Las mujeres de Choapan visten, unas, como las tradicionalistas de Comaltepec, y las restantes, ropas más modernas. El huipil común, que también se recoge a la cintura, de manufactura local o de Taguí, es hecho de manta, aunque hay otro, local, finamente tejido, con figuras de “machines” (monos), perros, caballos, etc., trabajadas durante el proceso del tejido, que lo hacen costoso. Los huipiles corrientes son de uso diario y los finos —casi transparentes— de días de fiesta, vistiéndose dos encimados en tiempo de frío. Se recogen también a la cintura. […] El huipil, la falda común y el paño de cabeza constituyen la indumentaria tradicional “de huipil”. La blusa escotada y de manga corta, la falda moderna, la enagua y, en general, los vestidos modernos con el aditamento de una mascada de seda que se anuda al pecho y de un rebozo, son prendas “de vestido”. La indumentaria “de huipil” caracteriza a “las indias”; la “de vestido”, a la “gente de razón” o “civilizada”. Estos términos clasificatorios de status se registraron sólo en Choapan, donde una mujer, que resultó ser chinanteca de Lealao llevada desde pequeña a Choapan y bilingüe, aunque hablaba poco el chinanteco, si bien era, según todas las apariencias, mujer de condición social y económica inferior, casi se sintió ofendida cuando se le preguntó si usaba paño de cabeza. Precisó ser “civilizada”, no “india”, afianzando su estatus en el uso de la falda larga, la blusa de mangas cortas, la mascada, algunas sortijas, aretes y otros adornos, aunque no usaba huaraches ni zapatillas. Otras mujeres del lugar, a quienes señalaba como indias, eran evidentemente de buena posición social y económica, y bilingües, pero usaban la indumentaria tradicional descrita.1

Tal como Choapan, Asunción Tlacolulita en el distrito de Yautepec había perdido por completo sus textiles varias décadas atrás; probablemente tuvo su decadencia final durante los años 1950. En el caso de Tlacolulita, desconocemos por completo cómo era su vestimenta, pues los pocos textiles que quedan en colecciones privadas y en museos son servilletas tejidas en telar de cintura. Curiosamente, muestran una afinidad en su técnica y estilo con las servilletas chontales de Huamelula (otra tradición muerta) y algunas semejanzas con las servilletas de los ikoots de San Mateo del Mar.

A inicios de la década de 1990, el ayuntamiento de Tlacolulita tomó la decisión de participar en el concurso de la Diosa Centéotl. Dado que no se conservaba algún ejemplo viejo ni una memoria de su vestimenta tradicional, el ayuntamiento viajó al municipio vecino de San Bartolo Yautepec para convocar a una reunión con las tejedoras del pueblo para comprar los trajes más finos. Los huipiles de San Bartolo son unas de las prendas más vistosas y distintivas que se siguen tejiendo en el Estado. Al parecer, la autoridad de Tlacolulita no explicó cuáles eran sus intenciones.

Cuando presentaron el desfile de las postulantes de la Diosa Centéotl en la televisión, Eufrosina Vásquez López, nativa de San Bartolo Yautepec, observó cómo la representante de Tlacolulita portaba el traje de San Bartolo, por lo que decidió enfrentar a los organizadores y presentar una queja, apoyada por diversos artículos académicos, reportajes y fotografías. Desconocemos las consecuencias de este acto a nivel interno en la Guelaguetza, pero Tlacolulita nunca volvió a participar en el evento y aquélla fue la única ocasión en que el traje de San Bartolo fue visto en la Guelaguetza. La denuncia de esta situación frente a la autoridad de Yautepec formó una de las causas de fricción que duró varios años entre los dos municipios zapotecos.

Curiosamente, San Bartolo sólo pudo conservar (e innovar) su prenda excepcional gracias a los aires del destino. En 1975 y 1976, Teresa Pomar, mediante un proyecto del Instituto Nacional Indigenista, impulsó un programa de apoyo para que las últimas dos tejedoras que quedaban en la comunidad pudieran enseñar sus conocimientos a las jóvenes, ya que el huipil tradicional, largo y ancho, se dejó de usar en las primeras décadas del siglo XX. Sin duda, éste forma uno de los proyectos de rescate más exitosos del país, con varias tejedoras de la comunidad activamente produciendo algunos de los tejidos más finos del Estado en la actualidad. Es fácil imaginar que sin este programa, San Bartolo habría sufrido la misma decadencia en sus tejidos que sufrió el resto de las comunidades vecinas.

Hasta finales de septiembre, el Museo Textil de Oaxaca presenta en la exposición Árboles que florecen, en el Centro Cultural San Pablo, éstos y otros ejemplos que muestran la diversidad del impacto que ha tenido la Guelaguetza en el contexto local, así como diferentes posicionamientos identitarios que han tomado comunidades hacia el exterior vía la fiesta urbana de Oaxaca por excelencia.

1 Julio de la Fuente (1947, pg. 169-170)

HALLAZGO DE UN DOCUMENTO EN CHINANTECO EN LA SIERRA NORTE POR EL PROYECTO FILOV

Los documentos escritos en lengua chinanteca durante la época colonial y el México independiente son escasos. Por ello, la reciente identificación de un manuscrito en lengua chinanteca, castellano y latín en el municipio de San Juan Yaee, Sierra Norte de Oaxaca, cobra relevancia.

Fueron necesarios veinte años para concretar este descubrimiento. El primer paso se dio a mediados de 1997, cuando Nancy Farris, Ángeles Romero Frizzi y Juana Vásquez visitaron el archivo parroquial de San Juan Yaee buscando documentos en zapoteco para investigación y el párroco Pío les mostró un manuscrito en una lengua diferente del castellano que no parecía zapoteco. Posteriormente, a lo largo de los últimos tres años, Juana Vásquez y quien esto escribe hicimos diversos intentos para contactar al sacerdote responsable de la parroquia de Yaee e incluso hicimos algunas visitas sin éxito. Hasta finales del mes de mayo de este año, cuando ambas lo volvimos a intentar y lo logramos, el padre Sonny Wangge nos permitió revisar exhaustivamente el archivo parroquial y encontramos ahí el documento: un manuscrito empastado en piel con dimensiones de 33 x 22 x 1 centímetros y 73 folios, muy similar a los libros de cuentas de cofradías, cuya primera hoja escrita en español dice: “Este libro sermonario de la iglesia católica y postolica Romano, de nuestra idioma chinanteca en este pueblo de San Juan Baptista de San Juan Petlapa, consta de nuestros firmamos de nuestros auxiliares, por el sr. Srio. Municipal Juan pedro Osuna rúbrica, firmamos de los auxiliares de este de San Juan B[au]t[is]ta. Petlapa. Sept[iembr]e 20 de 1848”.

La ubicación de este manuscrito y propuesta de digitalización aceptada por el párroco permite no sólo considerarlo como un elemento más del catálogo de documentos escritos en chinanteco para el proyecto de Filología de las Lenguas Otomangues, que realiza la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, sino la conservación digital de un raro testimonio documental chinanteco que permitirá investigar tanto la propia lengua, como el proceso de traducción de fuentes escritas en español o latín a las lenguas otomangues.

De este modo, nuestro proyecto FILOV, la BIJC y la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca participan en la preservación de los testimonios documentales escritos en lenguas otomangues y conjuntan valiosos materiales para la investigación documental de las lenguas y los grupos indígenas del estado de Oaxaca desde sus fuentes originales.

ANDARES DE FELIPE FABIÁN

Felipe Fabian, originario de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, proviene de una familia de artesanos de la que aprendió la técnica de modelado, alisado, bruñido, calado y esgrafiado de barro. Ha realizado estudios en diferentes países como Guatemala y España. Se ha desempeñado como presidente del Patronato de Barro Negro, integrado por 120 talleres familiares, todos originarios de San Bartolo Coyotepec. Ahora se encuentra promoviendo los talleres demostrativos para enseñar a jóvenes de la comunidad la técnica para que prevalezca la costumbre y las tradiciones.

Ha participado en diferentes con- cursos donde su creatividad y diseño han sido premiados. Propietario del taller Fabians, asociado con Mujeres de barro (Mubar), ha tenido capacitaciones sobre matricería, moldura y elaboración de hornos de alta temperatura. Se ha distinguido por innovar y uno de los ejemplos más claros es con una pieza que lleva otra en su interior: “Nace primero del centro, ahí está su secreto, y se va modelando hacia afuera. El grado de dificultad es mayor porque todavía se sigue haciendo a la vieja usanza: se hace sobre dos platos que giran uno encima del otro, a uno se le da vuelta a la izquierda y a otro a la derecha para que esto forme algo esférico”, dice Felipe sin delatar el proceso de elaboración.

El maestro Felipe ha participado en numerosas colaboraciones con artistas que han aprendido la técnica en escuelas, diseñadores y otros artesanos, y al preguntarle su opinión sobre las mismas, reflexionó: “Las colaboraciones para nosotros son muy importantes porque de esa manera nos enriquecemos. Creo que otras personas pueden compartirnos nuevas técnicas, nuevos procesos y si se puede aprovechar la tecnología, como es el internet o hasta la impresión de 3D, nos da una oportunidad de actualizarnos y no quedarnos rezagados”.

Para Felipe ser artesano es un privilegio, ya que forma parte de una cultura. Diseñar no ha sido un reto para él, ya que cree en que las piezas llevan sus sentimientos y pensamientos, donde si se es positivo o negativo, la misma pieza lo expresara; es esto lo que las vuelve únicas.

Para Andares del Arte Popular es un honor colaborar con el maestro Felipe Fabian, de quien aprendemos día a día y nos deja un valioso mensaje: “Hay que dar difusión al arte popular porque sobre de ello gira una cultura donde comunidades como San Bartolo y otros lugares donde se hace artesanía estamos ávidos de que la gente nos conozca y puedan visitar nuestros talleres”.

¿Sabías que el humo que hay en el cocimiento del barro es lo que ennegrece la pieza? El barro en San Bartolo Coyotepec tiene un color natural gris, el color negro se lo da la técnica de cocimiento llamada “reducción de atmósferas” donde las llamas del fuego son sofocadas para que el humo acaricie la superficie de las piezas.

AGRADECEN LA LABOR DE ALFREDO HARP HELÚ

Don Alfredo Harp Helú fue centro del homenaje que el Colegio La Salle y la Universidad La Salle Oaxaca le hicieron por haber sembrado “en el mejor jardín del mundo, con una huella generosa que ha de perdurar años”.

Durante semanas alumnos, maestros y trabajadores tanto del Colegio La Salle como de la Universidad La Salle Oaxaca estuvieron organizando en secreto un homenaje muy merecido a uno de los donantes más importantes, al que llamaron El Valor de la Vida.

Alfredo Harp Helú no sabía nada de este festejo. Así que la forma de llevarlo a la universidad fue a través de una reunión y de decirle que tenía que ir al gimnasio donde, todos en silencio, le esperaban para empezar el reconocimiento.

Y don Alfredo entró, se encontró con el gimnasio lleno, sin entender qué estaba pasando. Su familia, mujer y todos sus hijos, y amigos al frente, esperándolo. Y empezó la función. Todo el esfuerzo de meses dio resultado: un video, realizado por la Coordinación de Comunicación Social de La Salle, y un espectáculo en el que los alumnos bailaron, actuaron y hablaron para don Alfredo y para sus propios padres quienes, atentos y emocionados, miraban y grababan a sus hijos.

Los alumnos de 3.o de preescolar, los de 1.o de primaria, los de 3.o de secundaria, el Grupo de Teatro de la universidad y del bachillerato y el Grupo de Danza Contemporánea de bachillerato y la licenciatura fueron los que mostraron su talento y agradecimiento en una representación que recorría la vida del presidente vitalicio de la fundación a la que da nombre.

En el video se podía ver a estudiantes de La Salle, también de La Salle Nezahualcóyotl, dando las gracias a don Alfredo por tantos años de apoyo y contribución a la educación escolar: “No soy el futuro de México, soy el presente”, dijo uno de los estudiantes. “Maestros y alumnos somos una gran comunidad”, afirmó una pequeña.

Tras el espectáculo, todos los invitados, ¡cientos!, fueron al jardín de la universidad, donde don Alfredo —con su esposa, la doctora María Isabel Grañén Porrúa, y sus cuatro hijos— develaron la placa conmemorativa que recordará este día: “Con gratitud a don Alfredo Harp Helú y familia por haber hecho florecer la vida en nuestra comunidad”.

Y como no podía faltar, un brindis ofrecido por los estudiantes de la licenciatura de Gastronomía. Ahí, el hermano Juan Roberto López González, presidente del Consejo de Gobierno de la Universidad La Salle, agradeció a don Alfredo en nombre de la comunidad lasallista: “Don Alfredo, has sembrado en el mejor jardín del mundo, en donde se cultivan las almas y las inteligencias y puedes estar seguro de que tu esfuerzo va a florecer con magnificencia. Con el agradecimiento de tu gente, te decimos que tu huella generosa ha de perdurar por años. Te decimos felicidades por tu generosidad, gracias por tu generosidad. Salud a todos”.

El homenajeado, visiblemente emocionado, casi sin palabras, afirmó: “Yo tengo una gran gratitud para los hermanos lasallistas, con ellos aprendí a dar y a convivir y tengo toda la confianza en ellos”.

“El lasallismo es la clave de todo lo que ahora se puede estar viendo en esta escuela y universidad. Por un lado, mi espíritu lasallista continuará por siempre y, por otro lado, […] todo lo material se queda aquí.

Entonces, y como vamos a morir, y yo sí soy un mortal convencido, no sé cuánto me quede, pero vamos a tratar de hacer en esta vida, en esta tierra todo lo que se pueda en beneficio a los demás”.

EL VALOR DE LA VIDA EN HONOR A DON ALFREDO HARP HELÚ Y SU FAMILIA

La vida de las personas está dibujada con decisiones. La voluntad de la que hace gala nuestra humanidad nos inclina hacia un trazo o hacia otro; hacia uno u otro color. Pudiéramos decir que nuestras vidas son un largo o corto camino que debiera estar, o mejor dicho, está llamado a estar, a cada paso marcado por un dominio mayor de las decisiones que vamos tomando: cada vez con mayor experiencia, visión y seguridad; cada vez en pinceladas más trascendentes.

En este caminar, en ocasiones queremos engañarnos y pensar que las decisiones magnas, las decisiones de los días clave en nuestras vidas, son las que marcan de modo indeleble nuestro destino. Sin embargo, si hiciéramos un recuento, las decisiones que en verdad cuentan, las que en verdad han dejado su huella en nosotros, son aquellas pequeñas decisiones del día a día: las cotidianas; son las decisiones que parecieran minúsculas o intrascendentes, pero que, miradas ya en el contexto de sus consecuencias y efectos en la suma de los días, son las que nos hacen ser quienes somos.

La decisión de a quién amar y cómo demostrarle mi cariño. La decisión de a qué o a quién (o quiénes) entregaré mi tiempo, capital precioso en mi vida. La decisión de qué alimento llevo a mi boca y con qué clase de alimento nutro y construyo cada día mi mente y mi corazón. La decisión del proyecto laboral y profesional en el que mis horas contribuirán a forjar una realidad que necesariamente tendrá consecuencias a nivel comunitario. La decisión de emplear esos preciosos minutos de ocio precisamente con esas personas, en ese lugar, de esa manera. La decisión de invertir mi capital financiero, grande o pequeño, en un proyecto o en otro: en la salud, en la recreación, en proyectos altruistas, o en la formación mía o de los míos. La decisión de mirar por el cuidado de mi cuerpo o de optar por la oportunidad de derrochar su salud y energía en momentos de placer fugaz. La decisión de sonreír, de reír a carcajadas, y gastar mi rostro en ello, o de no hacerlo para conservarlo sin arrugas por más tiempo. La decisión de cómo enfrentar y capitalizar lo adverso, la oscuridad inesperada, y todo aquello que no era previsible en mi vida. Todas esas pequeñas decisiones, y muchas más de esta naturaleza, son las que sostienen, proyectan y promueven las “grandes decisiones” que en principio parecieran ser las que realmente hacen nuestras vidas distintas de las de los otros.

Hoy queremos hablar de las pequeñas decisiones de cada día. Porque en este pequeño páramo del mundo en el que nos toca incidir y coincidir, decidimos hacer de éste un día excepcional para nuestra comunidad en La Salle Oaxaca.

En este día queremos hacer conciencia de que hemos hecho una opción por sostener en nuestro ser y hacer cotidiano, la actitud de quien sabe que ha recibido a manos llenas. Porque también nuestra comunidad está conformada de las decisiones que cada uno hemos ido tomando, al nivel de responsabilidad y en el área que nos ha sido conferida; y como comunidad, hoy asumimos la realidad que vivimos como consecuencia de esas decisiones. Y una de ellas, la más esencial, es que hemos querido forjar, desde cada pequeña tarea, desde nuestros aciertos y nuestras fallas, desde nuestra historia y nuestra esperanza, una actitud agradecida por lo que hemos recibido y recibimos cada día.

Hoy es un día excepcional porque honramos públicamente el valor de la vida en este acto de gratitud.

Honramos el valor de aquel niño que asumió que la vida no era una historia idéntica para todos. El niño que hizo conciencia, con muy pocos años, de que sus padres no iban a estar a su lado por siempre. El pequeño que vivió el dolor quizá sin entenderlo del todo, y que vio cómo su madre se resolvió a salir adelante: por ella misma, por él y por sus hermanos. Honramos al niño que desde entonces supo que para salir adelante había que apoyarse unos con los otros; que no sólo recibió apoyo y supo cómo responder a él, sino que aprendió a vivirlo como realidad cercana desde entonces. Hoy honramos al niño que se resolvió, con ayuda de su familia, sus amigos y sus maestros, a tomar decisiones que pudieran haber parecido mayúsculas e inaccesibles para su edad.

Y con ello, honramos cada hora de esta vida y cada pequeña decisión tomada que le fue llevando a las grandes decisiones que marcarían un rumbo definido. Honramos el esfuerzo, la tenacidad y las decisiones cotidianas que fueron forjando al joven, al profesional y al hombre. Honramos cada preocupación, cada lágrima, cada dolor, y queremos agradecer a Dios el que haya superado los momentos de oscuridad, de incertidumbre, de decepción, para volver de nuevo hacia la luz y brindarla una vez más, de variadísimas maneras, a muchos otros.

Por ello es un día excepcional. La comunidad de La Salle Oaxaca en pleno anhela dar un testimonio de gratitud por la vida que ha recibido. Vida que proviene también de un corazón que al entregarse a otro, igualmente generoso, se ha potenciado y proyectado su dinamismo vital no sólo a quienes han sido fruto de su encuentro y entrega mutua, sino también de muchos otros que a pesar de no llevar su misma sangre, hemos sido bendecidos por la generosidad de su existencia en común.

Nuestra vida en comunidad ha sido posible gracias a su vida. Al valor de su vida. Al valor de haber tomado en sus manos las decisiones que les tocaba tomar; al valor de no haber renunciado a emprender acciones que, con todos los riesgos que implicaban, fueron iniciadas y llevadas adelante. Al valor de entregarse con amor a un sueño, a una tierra, a su gente y su dolor. Nuestra comunidad honra con gozo profundo ese valor: el de la vida de quienes han decidido mirar su existencia de frente, sin sucumbir ante lo difícil, lo oscuro, lo desafiante que pueden traer las páginas de cada día.

Queda hoy nuestra gratitud ofrendada al valor de esa vida que ha hecho florecer las vidas de otros en estas aulas, en estos edificios, en estos jardines.

Queda hoy manifiesto nuestro honor de haber recibido de sus manos no sólo este espacio educativo, sino su testimonio vivo de generosidad, de entrega, de valor.

Queda hoy, nuestra comunidad, en deuda eterna por haber recibido, sencillamente, el valor de su vida.

Junio 2016, Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca.

LA RADIO: UN LEGADO SONORO

En los tiempos que corren es irreal pensar en una sociedad incomunicada. La mayoría de las personas están dentro de una red social, por lo menos, por lo que la idea de un mundo aislado no existe.

La historia de la radio es quizá la historia de la comunicación. Es difícil definir dónde y cuándo se inventó, porque ha sido el resultado de una colaboración accidentada entre una cantidad de físicos involucrados y una sucesión de hechos que desembocaron en la transmisión realizada en 1899 por el italiano Guillermo Marconi entre Dover (Inglaterra) y Boulougne (Francia).

A partir de ese momento su historia se desarrolló vertiginosamente, con un éxito notable, no sólo como medio de comunicación y por su uso durante la Primera Guerra Mundial, sino al quedar al servicio del entretenimiento. En 1920 se dieron las primeras transmisiones de este tipo en Argentina, y en el mismo año se fundó la primera estación de radio con una programación regular y continua, la KDKA en Pittsburgh (Estados Unidos). En México también fue bien acogida, registrándose el primer programa en 1921 por los hermanos Adolfo Enrique y Pedro Gómez Fernández, además se creó la Liga Nacional de Radio, la Liga Central Mexicana de Radio, y México se adhirió a la Conferencia Internacional de Telecomunicaciones en Washington (Estados Unidos) en la misma década.

Después de mucha controversia sobre el inventor de la radio, la Corte Suprema de los Estados Unidos otorgó en 1943 los derechos de las patentes a Nikola Tesla como su inventor.

Un fenómeno interesante que surgió paralelamente al desarrollo de la radio fue la radioafición: se trata de personas que sin ser profesionales se dedican o interesan en la radio-técnica, con carácter exclusivamente personal y sin fines de lucro. Éste es el caso del capitán Felipe Pasarán Andrade, exmilitar que trabajó en Aeronaves de México (hoy Aeroméxico) y que al jubilarse se volvió radioaficionado. Al dedicar su tiempo libre a esta noble actividad, el capitán Pasarán fue adquiriendo radios de diferentes épocas, tamaños y marcas, hasta que logró juntar más de 200 radios en su hogar. Tras su muerte, su hijo, Carlos Pasarán, se hizo cargo de la colección cuidándolos y dándoles el debido mantenimiento que estos aparatos exigen. Actualmente, el legado familiar cuenta con 120 radios que difieren en características pero que nos cuentan parte de la historia de la radio. El tesoro está compuesto por radios de los años 20 hasta los 70 del siglo pasado. Algunos sobresalen por su forma, color, material de construcción o incluso por su excelente estado de conservación. Ni qué decir de los gramófonos que también forman parte y de la joya del acervo, el fonógrafo de Thomas Alva Edison, reconocido como la primera máquina capaz de grabar y reproducir lo grabado de una forma simple y sencilla.

La Fonoteca Juan León Mariscal, en colaboración con el Centro Cultural San Pablo, se complace en anunciar la exposición La radio. Una ventana sonora al mundo, que se inaugura el viernes 15 de julio en una de sus galerías. En ella se podrán apreciar todas estas piezas que por su belleza estética e histórica adquieren un valor intangible tanto para la familia Pasarán como para la sociedad oaxaqueña.


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