Boletín FAHHO No. 20 (Sep-Oct 2017)

TEJER EL CAMPO

Ruth Avilés / Gerardo Betancourt

Ese momento en que descubrimos que podíamos hacer crecer, motivar a la tierra, cambió la forma de relacionarnos para siempre. Sembramos y luego, para esperar el fruto, nos acercamos, así juntos, comenzamos a cuidar de las plantas. Aprendimos a esperar bajo el tiempo de la naturaleza. Construimos casas más sólidas y crecimos en número. En esencia, logramos capturar para nosotros la fuerza de la vida; brotamos.

Con las lluvias de junio llegamos a la capital de Oaxaca, entre estambres, lanas, ganchos, agujas y telares, dispuestos a celebrar el Día Mundial de Tejer en Público: movimiento iniciado por Danielle Landes en Australia en 2005. A partir de entonces, gente de todas partes tomando sus tejidos sale a buscar espacios públicos para tejer en colectivo.

Durante cinco días, cobijados por las hermosas instalaciones del MTO y por todos los que ahí laboran, propusimos a los participantes comenzar a tejer un campo que evocara su contexto, y así, mientras escuchábamos las historias que se urdían dimos forma al campo textil oaxaqueño sembrado de memorias y recuerdos ya sea con crochet, tricot, telar o los propios dedos.

Todas esas tardes nos entretejimos: niños y adultos, mujeres y hombres, gente de aquí y de allá. Tuvimos la fortuna de conocer el espíritu oaxaqueño; orgullosos amantes lúcidos de todo lo que brota de esa fértil tierra en arte y cultura; de sus plantas, de su café, de su cacao, sus chiles, su barro y sus metales, y claro, de la grana cochinilla.

Para todos los que estamos involucrados en El campo mi manto ha sido un honor tejer en el patio del Museo Textil de Oaxaca, referencia importante en el panorama textil mexicano, y esperamos que esta experiencia sea el inicio de un vínculo estrecho entre lo que se gesta en el Valle del Xinantécatl y la hermana cultura de Oaxaca.

A tres años de haber comenzado a entrelazarse el primer hilo nos conmueve contemplar el resultado, es la visión conjunta de cientos de proyecciones y memorias, cosidas con paciencia esperando a ser descubiertas. Estamos seguros de que en cada fibra hay reflexión y esperanza, un anhelo latente de una mejor relación con el mundo.

Un agradecimiento especial a la Fundación Alfredo Harp Helú y al Museo Textil de Oaxaca y a todos los que participaron en esta instalación en proceso, nos vemos pronto.

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