Adecir de Abdías Gerardo Paz García, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Ferrocarrileros de la Republica Mexicana, Sección 22, la historia documentada del trabajador ferrocarrilero en Oaxaca puede dividirse en dos momentos: el primero registra la parte administrativa de sus labores, es decir, documentos que muestran el diario quehacer de la Estación del Ferrocarril Mexicano del Sur, terminal Oaxaca, y el segundo es aquel que registró su conducta dentro de la empresa ferroviaria. Este último en particular se diferencia del primero, principalmente, porque sobre él recaía la defensa del trabajador. Hablar de los derechos laborales en el ferrocarril es hablar de diversas organizaciones sindicales en México en los años 30, entre ellas, la Unión de Mecánicos, una de las más importantes, porque a partir de ella surge uno de los primeros sindicatos en Latinoamérica: el ferrocarrilero.
En México, este sindicato nace en 1933, pero no es sino hasta 1952, en la actual calle de Crespo, entre Independencia y Morelos, en la ciudad de Oaxaca, que comienza la construcción de un edificio de tres plantas destinado a la operación de esta organización conformada en su delegación estatal por afanadoras, secretarias, tesoreros y pagadores, por mencionar algunos. La construcción de este edificio, culminada en 1953, fue posible en gran medida con la aportación de un día de salario de cada trabajador, por ello se dice que este edificio es producto del sudor de los trabajadores ferrocarrileros, porque la mayor aportación provino de ellos, hablamos de poco más de mil trabajadores.
Con esta organización comenzó la defensa laboral y se terminó un periodo de explotación que afectaba, principalmente, a los departamentos más vulnerables, en especial a los de vías y talleres, que eran los que concentraban a un mayor número de trabajadores. Era claro suponer que en algunos estados habría gente más aguerrida y dispuesta a luchar por sus derechos que en otros; sobresalían Aguascalientes, Veracruz y, por supuesto, Oaxaca, con la presencia de Matías Romero. Esta resistencia, y a su vez pertenencia, con la empresa de Ferrocarriles se daba porque para muchos trabajar entre las vías y los vagones era un orgullo, en palabras de más de uno, “era lo máximo”, porque desde su experiencia, se vestía, se comía y se vivía mejor, por supuesto, con sudor y sangre.
Con el surgimiento del sindicato cambiaron hasta las condiciones laborales más simples, como el hecho de proveer al trabajador de un uniforme para ejercer sus labores: sí, aquel singular pantalón peto, yompa de mezclilla, gorra azul y el tradicional paliacate. Esta organización comenzó a generar una historia documentada con investigaciones sobre los trabajadores para preparar su defensa por faltas que pudieran o no haber cometido. Era un largo camino el que tenía que atravesar la empresa ferroviaria para comprobar la falta de un trabajador, ya que en el medio estaban los representantes y asesores que, de entrada, conocían a la perfección el contrato colectivo y los estatutos del trabajador. Fue así como con cada falta se generó un archivo de suma importancia para comprender los procedimientos básicos del contrato colectivo de trabajo de un ferrocarrilero.
En esta documentación, ahora Archivo del Sindicato, se encuentran las investigaciones disciplinarias y, sobre todo, información de los derechos que tenían los trabajadores en pleno funcionamiento del ferrocarril en Oaxaca.
Desde 2017, con la inauguración del Museo Infantil de Oaxaca, situado en la Antigua Estación del Ferrocarril Mexicano del Sur, comenzaron los trabajos de rescate de la documentación ferroviaria con diversos miembros y amigos de la comunidad ferrocarrilera y, por supuesto, del Sindicato Ferrocarrilero de la entidad. Fue así como, con la participación del equipo de Adabi Oaxaca, comenzó el rescate de este invaluable archivo albergado en un edificio histórico en el centro de la ciudad, y transportado al MIO para su intervención y posterior resguardo. Derivado de esto se generó una colaboración entre la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros, Sección 22 y el Archivo General del Estado de Oaxaca, con la firme intención de conservar y difundir la memoria de este archivo compuesto por 1 498 legajos y 60 documentos generales entre los que destacan actas, circulares, correspondencia, defunciones, puestos, reglamentos, testamentos, vacantes, entre otros.
No sabe usted, apreciable lector, cómo extrañamos tener la biblioteca abierta, con personas usando los materiales de nuestras colecciones para indagar en temas de la historia de Oaxaca, para saber más de alguna lengua o de algún códice, usar la conexión de internet para hacer una tarea, leer sobre el arte textil de Oaxaca, sentirse inspirados. Por supuesto, el alma de la existencia de una biblioteca es su servicio y sin los usuarios, los espacios se sienten raros, como una fiesta sin invitados o un restaurante sin comensales, donde los manjares se exhiben sin que haya quien pueda disfrutar de ellos.
Habiendo dicho esto, el cierre obligatorio por el virus que nos acecha todos los días desde su invisibilidad, no significa que la biblioteca se haya abandonado. Al igual que la fiesta o el restaurante, una biblioteca profesional necesita de mucho trabajo tras bambalinas, o en la cocina, para que lo que se le ofrezca a los invitados sea procesado, ordenado y bien presentado. Por lo mismo, el personal de la biblioteca ha trabajado durante todos estos meses en prepararla para el tiempo después de la pandemia: muchas manos trabajan en clasificar, limpiar, inventariar y catalogar las diversas colecciones especiales de la biblioteca. Una vez abierta, será posible consultar, con la ayuda de instrumentos de búsqueda, varias colecciones de documentos y fotografías históricas de Oaxaca. Esta preparación significa mucho trabajo manual y, por fortuna, personas de otras áreas de la FAHHO reforzaron el equipo de la BIJC. Agradecemos al personal de Adabi Oaxaca, de la Biblioteca Henestrosa y del Centro Cultural San Pablo que nos apoya en las tareas. Sobre todo, agradecemos al Archivo General del Estado que nos echó la mano con la conservación, limpieza e inventario del archivo de la familia Castillo (tres generaciones de abogados notarios de Oaxaca) y de los libros de la legendaria ferretería El Gallo.
A la vez, la pandemia en que estamos nos hace ver que el desarrollo de instrumentos digitales para acceder a la información es cada vez más importante. ¿Qué hay de las universidades con las bibliotecas cerradas? ¿Qué pasa con los archivos con la consulta cancelada? ¿Y cuáles de ellos estaban preparados para la pandemia? Pues, nosotros tampoco. Afortunadamente, la BIJC, junto con el Museo de Filatelia y la Biblioteca Francisco de Burgoa de la UABJO, ya habían iniciado hace tiempo un proyecto para crear una plataforma de consulta en línea. En los últimos meses, el trabajo con esta plataforma se aceleró de manera importante e involucra ahora a más instituciones de la FAHHO. Trabajamos también con la Biblioteca Henestrosa y con la Casa de la Ciudad en integrar sus catálogos en la plataforma. Los libros y manuscritos se catalogan en el sistema Koha y las imágenes digitalizadas se albergan en el repositorio digital D-Space. Nos coordinamos también con el Museo Textil, que escogió el sistema Collective Access para sus colecciones en línea. Asignar la correcta información (los llamados metadatos) a cada pieza de información digital es muy importante para después no ahogarse en un océano de datos digitales sin orden. Sin embargo, todo esto requiere de muchas manos, sobre todo, porque se hace en casa –hecho en Oaxaca–, con programas de código abierto que evitan que se gasten grandes sumas de dinero y que empresas controlen los datos. En este momento, contamos con el apoyo de diseñadores gráficos de las bibliotecas BS/ Henestrosa en el diseño de páginas web, logos y gráficos para el sistema de información de la FAHHO. Agradecemos el apoyo de todas las personas de la Fundación que se sumaron al proyecto de la plataforma digital que pronto estrenaremos. Por supuesto, también se sigue trabajando en otros proyectos de la BIJC, como son el sitio Satnu.mx, creado en colaboración con el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, en el que se reúnen de manera digital documentos virreinales escritos en lenguas indígenas en varias lenguas originarias de México (zapoteco, mixteco, chocholteco, náhuatl de Oaxaca, chontal de Oaxaca, nahuatl de Michoacán, purhépecha, matlatzinca y otomí). Actualmente, ya pueden consultarse más de mil documentos en línea. En los próximos números de este boletín hablaremos, además, sobre los proyectos de investigación y algunas remodelaciones sorprendentes en la biblioteca. Resumimos en seguida parte del trabajo hecho específicamente en coordinación y colaboración con otras partes de la FAHHO.
Junto con personal del Archivo General del Estado de Oaxaca, de Adabi Oaxaca y del Centro Cultural San Pablo, se lleva a cabo el proyecto Desinsectación, limpieza y estabilización de los fondos documentales Castillo y el Gallo. Aunque las colecciones llegaron a la biblioteca hace varios años, el estado precario de la documentación ocasionó que no se ofreciera para consulta. La colección de las tres generaciones Castillo es rica en datos sobre fincas cafetaleras, haciendas y otras propiedades, diligencias por tierras, inventarios de colecciones arqueológicas, casas comerciales, el Instituto de Ciencias y Artes del Estado, etc. Actualmente se tiene un avance de 10% de los materiales estabilizados y 100% desinsectados y limpios.
El proyecto Digitalización e inventario de la colección fotográfica del arqueólogo John Paddock (1918-1998), con un especial enfoque sobre la arqueología oaxaqueña de su tiempo, se realiza en colaboración con el personal de las bibliotecas Henestrosa y BS. Actualmente se cuenta con 3 267 imágenes digitalizadas. Paddock fue pionero de los estudios arqueológicos en el estado y su legado es un valioso testimonio de los proyectos arqueológicos llevados a cabo en múltiples sitios. Desde el mes de agosto, en colaboración con el equipo de Adabi Oaxaca, Bibliotecas BS/Henestrosa, se lleva a cabo el proyecto Catalogación y Documentación del Fondo Documental de Castañeda Guzmán. Esta colección de documentos que don Luis reunió a lo largo de su vida –en una época en que aún no se valoraba la documentación histórica como lo hacemos hoy–, es especialmente importante para la historia oaxaqueña y fue consultado en su tiempo por numerosos especialistas y autores. Se cuenta ya con un avance del 80%. En coordinación con el mismo equipo se realizó el inventario de 1986 materiales de la colección hemerográfica de Irmgard Weitlaner Johnson, en vida una de las mayores autoridades en textiles, cuyas notas y fotos constituyen un legado de enorme importancia para conocer las tradiciones de México. También se ha continuado con el proceso de catalogación de fotografías del fondo de Irmgard Weitlaner Johnson. Se cuenta actualmente con 484 imágenes procesadas.
En colaboración con el personal de Seguimos Leyendo estamos haciendo un cotejo de inventarios de la colección bibliográfica de Castañeda Guzmán, avanzado ya en un 30%. Esta tarea tiene la finalidad de crear un instrumento de consulta. Entre los impresos de la colección de don Luis destacan los múltiples impresos locales de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX que de otra manera serían muy difíciles de encontrar. Se catalogaron también 113 diseños de la colección Tort i Ràfols. Esta colección de planos de proyectos, muchos de los años del porfiriato, es un testimonio del desarrollo industrial de los estados de Oaxaca y Chiapas. Hay proyectos para la construcción de fábricas de textil, mercados, fábricas de azúcar y aguardiente, hidroeléctricas, casas en el centro de Oaxaca, etc. También ya se catalogaron y digitalizaron 511 fotografías del álbum de Charles Hamilton, quien, en los primeros años del siglo XX, registró la actividad industrial y de la sociedad de Oaxaca. Finalmente, se catalogaron y digitalizaron 279 documentos del fondo documental de don Benjamín Ladrón de Guevara de Cuicatlán; 29 expedientes (998 páginas) del fondo documental de la familia Castro de Tezoatlán y 330 documentos del fondo Ventura-Conde de Yatzachi el Alto, tres colecciones locales de documentos que nos permiten conocer la dinámica histórica en las regiones fuera de la ciudad.
En resumen, con la participación activa de muchas personas de la FAHHO, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova avanza rápidamente en mejorar la conservación y el acceso a las colecciones, tanto de manera física –para cuando la pandemia termine– como de manera digital. Por supuesto, en todo esto, la seguridad del personal esta primero, por lo que instrumentamos protocolos, medidas sanitarias y controles en todas las áreas de trabajo, también ofrecemos servicio de transporte para el personal. Tratamos de mantener el ánimo elevado, aprovechamos el tiempo, la disposición de trabajo del personal y construimos una nueva manera de trabajar que se sostiene en la confianza de que todos nos cuidamos y cuidamos al prójimo. Estimado lector, esperamos que nos veamos de nuevo, en un futuro no muy lejano, en las instalaciones de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova. Mientras tanto: cuídese mucho.
Cipriano Ramírez Guzmán, primer ganador del Premio Emiliano Cruz.
Hace un año se anunció una nueva colaboración entre el Centro de las Artes San Agustín y la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Estos dos equipos trabajaron juntos para hacer un premio para que reconociera y apoyara a personas o colectivos que, fuera de cualquier actividad institucional, emprendieran iniciativas innovadoras para promover sus lenguas. Detrás de este premio está el reconocimiento de que, a menudo, los esfuerzos más creativos o impactantes para las lenguas de México se realiza fuera de los programas institucionales y la actividad remunerada. Este nuevo reconocimiento, denominado el Premio “Emiliano Cruz”, se suma a la importante serie de premios a la creación literaria en lenguas oaxaqueñas denominada Premios CaSA.
Hace una década, en 2011, el maestro Francisco Toledo fundó los Premios CaSA organizados por el Centro de las Artes de San Agustín (CaSA), la asociación civil Amigos del IAGO y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo. Estos premios han ido creciendo a lo largo de los años y hoy representan una de las series de premios más innovadoras y coherentes para las lenguas indígenas. El nuevo premio lleva el nombre de Emiliano Cruz Santiago, un joven de San Bartolomé Loxicha, quien, desde los 19 años hasta su muerte repentina a los 29 años, dedicó su vida a la documentación, descripción y promoción de su lengua materna, el dí’zdéh (zapoteco miahuateco).
Para evaluar las nominaciones para el premio, se conformó un comité independiente compuesto por Fausto Sandoval, Víctor Cata y Rosemary Beam, que seleccionó a Cipriano Ramírez Guzmán, quien fue nominado por la OSC “Diversidad Lingüística y Cultural”. Don Cipriano es uno de los pocos hablantes de ixcateco. El comité quedó impresionado con sus esfuerzos por enseñar esta lengua a las generaciones futuras; en particular, los miembros del comité elogiaron sus años de docencia, trabajo realizado sin remuneración ni nombramiento institucional. La ceremonia de premiación de los Premios CaSA 2020 se realizó en línea el 21 de febrero de 2021, Día Internacional de la Lengua Materna. Durante este acto, la presidenta de la FAHHO, Dra. María Isabel Grañén Porrúa, anunció oficialmente a Cipriano Ramírez Guzmán como primer ganador del Premio Emiliano Cruz.
Te compartimos una breve semblanza de Emiliano Cruz Santiago y la invitación al Premio que lleva su nombre:
Huipil de San Juan Guichicovi, Oaxaca, último cuarto de siglo XX, Col. Madeline Humm, donación de Francisco Toledo al Museo Textil de Oaxaca
Originalmente los rompecabezas se crearon para aprender de forma didáctica geografía, pero después se volvieron un juego muy popular para encontrar otras formas. Algunos textiles parecen rompecabezas que se forman a partir de otros tejidos y se van uniendo o armando entre sí con la finalidad de tener un diseño lleno de colores, patrones intrincados o efectos ópticos.
Te invitamos a armar los rompecabezas de estas piezas.
Da click en la imagen para ir al rompecabezasCaracol in black and white, 2013. Hecho por Bill Stecher, Juana Caballero Sánchez y Pedro Montesino Caballero. Col. de Mary Stecher
Compromiso Social Citibanamex y la Fundación Alfredo Harp Helú celebraron el XXII aniversario del programa Home Runs Citibanamex, en una ceremonia de entrega de donativos celebrada en el Centro Cultural San Pablo.
Home Runs Citibanamex es un programa que apoya a instituciones no lucrativas, que destacan en la labor de impulsar el bienestar social de grupos sociales vulnerables en el estado de Oaxaca, la Ciudad de México y su Zona Metropolitana. El monto total de los donativos entregados en 2018 asciende a 4.25 millones de pesos, los cuales se destinarán a 85 organizaciones seleccionadas por su trayectoria institucional, la viabilidad de los proyectos presentados, la transparencia en el manejo de los recursos y el impacto en la calidad de vida de la población menos favorecida. En conjunto, se beneficiará directamente a más de 105 000 personas mediante la instalación de aulas, equipos de cómputo, bibliotecas digitales, equipo quirúrgico y hospitalario, la rehabilitación y mejora de espacios deportivos, etcétera.
Durante la ceremonia de entrega de donativos, Alfredo Harp Helú reconoció la valiosa aportación de las instituciones no lucrativas para impulsar el desarrollo de México y el bienestar social de los grupos con mayores necesidades. Home Runs fue el primer programa de donativos en vincular el deporte y el compromiso social en México. Desde 1996 toma en cuenta el desempeño deportivo de los equipos participantes, Diablos Rojos del México y Guerreros de Oaxaca, durante la temporada regular de la liga de beisbol, para determinar el monto que se dona a las instituciones. Los hits, las carreras, home runs y partidos ganados por estos equipos se contabilizan en “pesos”, que Citibanamex y la Fundación Alfredo Harp Helú aportan conjuntamente en beneficio de organizaciones no lucrativas en el estado de Oaxaca y la zona metropolitana del Valle de México.
Los recursos donados entre 1996 y 2018 suman un total de 327.41 millones de pesos (precios constantes, sin tener en cuenta la inflación), que han contribuido a la realización de más de 3 200 proyectos en beneficio de poblaciones en condición vulnerable.
La colaboración para la restauración del exconvento de Santo Domingo de Guzmán en Oaxaca de Juárez, en el año de 1994, es posiblemente uno de los primeros proyectos de rescate de patrimonio en Oaxaca en los que colaboró el contador Alfredo Harp Helú junto con Fomento Social Banamex. Partiendo de esa intervención, desde 1995 se realizaron otras recuperaciones en la Mixteca como la capilla abierta de San Pedro y San Pablo Teposcolula, el exconvento de Santo Domingo Yanhuitlán, el exconvento de San Juan Bautista Coixtlahuaca, entre otros.
El interés latente por contribuir en la preservación del patrimonio continuó dando resultados palpables en investigaciones y estudios, entre ellos, el de un antiguo palacio ubicado en la Mixteca, el cual perteneció a la cacica Catalina de Peralta de Teposcolula. Los estudios iniciados en el año de 1999 permitieron reconocer la estructura principal del conjunto de edificios, destacando que permanecía en pie el cuerpo principal. El inmueble, junto con los vestigios de la antigua estructura, había sido dividido en varios predios. Preocupada por la conservación de un inmueble único en el país, la Fundación adquirió parte de dichos terrenos y los donó al municipio, logrando de esta manera la recuperación del conjunto y un conocimiento más profundo sobre la antigua estructura. Al concluir la recuperación integral y su rehabilitación, se decidió que alojaría a la Biblioteca Infantil y Juvenil BS, Casa de la Cacica.
Paralelamente, se desarrollarían otros proyectos, entre ellos, excavaciones arqueológicas en el Hospital de Indios, cuyos resultados concluirían en una publicación; la restauración de la Casa de los Fiscales, realizada alrededor del año de 2002, y la primera etapa de intervención del puente del antiguo Camino Real, realizada en 2004, estos dos últimos en San Miguel Tequixtepec.
En el año 2005, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca organizó a un equipo interdisciplinario de especialistas para brindar seguimiento y asesoría, a comunidades y organismos, sobre el cuidado y protección de su legado patrimonial. Con el tiempo, este equipo se convertiría en el Taller de Restauración FAHHO. Con el fin de facilitar que la gestión y asesoría de especialistas en restauración se encontraran al alcance de las comunidades más alejadas, el equipo del Taller se desplazó por todo el territorio oaxaqueño, especialmente en zonas de difícil acceso.
En el año 2007 se llevó a cabo la restauración de La Casa de Visitas, de San Miguel Tequixtepec, primer proyecto de intervención en alianza con el programa federal FOREMOBA.
A partir de esta primera colaboración tripartita entre la FAHHO, el programa FOREMOBA y cada una de las comunidades beneficiadas, y bajo la supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Fundación ha logrado llegar a 64 comunidades del estado y, mediante el esfuerzo de varias entidades, ha contribuido en la preservación de 127 bienes de propiedad federal —65 de los cuales son monumentos históricos y 62 bienes muebles históricos—, en un proceso de intervención que suma 132 etapas. Esta colaboración en los proyectos ha sido tan satisfactoria que se han sumado aportaciones del Gobierno del estado de Oaxaca, de asociaciones civiles, de los comités de los templos, de la LXII Legislatura, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural y, de mayor importancia, de la comunidad.
Durante este año, 2020, se continúa trabajando con gran esmero y responsabilidad en favor de catorce comunidades donde la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca ha financiado la restauración de catorce inmuebles, próximos a concluirse en los meses siguientes.
Desde la conformación del equipo del Taller de Restauración FAHHO se diversificó su quehacer. En el 2008 se recuperó el primer convento fundado en la Verde Antequera, el exconvento de San Pablo de Soriano, espacio que ahora es la sede de la Fundación. La investigación del inmueble fue dirigida por el historiador Sebastián van Doesburg y el proyecto de restauración por el arquitecto Gerardo Virgilio López Nogales, al lado del arquitecto Mauricio Rocha, con la propuesta contemporánea integrada al edificio. Simultáneamente se desarrolló el proyecto de restauración del Museo Textil de Oaxaca de la mano del arquitecto Juan José Santibáñez. Al poco tiempo se sumarían otros proyectos de recuperación con la iniciativa de la Fundación, entre ellos, la intervención de la casa ubicada en avenida Independencia 903, que alojaría al departamento de Comunicación y la dirección de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, ubicada frente al Centro Cultural San Pablo.
En el año 2016 se realizó la recuperación de la casa ubicada también en avenida Independencia 1003, para recibir a la comercializadora Andares del Arte Popular, una iniciativa de la FAHHO que apoya a artesanos de Oaxaca y de otros estados del país en la comercialización, puesta en valor y preparación de sus diversas producciones tradicionales. Recientemente, también se realizó la restauración y ampliación del edificio del Museo de la Filatelia de Oaxaca.
En el año 2017, tras los sismos y réplicas, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca destinó diversos tipos de apoyo a las regiones del estado de Oaxaca que se vieron afectadas. Brindó alimentos, ropa, material de curación, casas de campaña y circuitos de potabilización de agua, entre otras donaciones; también se apoyó la reactivación económica y la rehabilitación de espacios deportivos, así como la atención en el ámbito emocional por el que se atravesaba mediante eventos de esparcimiento. Uno de los objetivos más importantes consistió en apoyar a las familias afectadas mediante la recuperación, construcción y restauración de sus casas, evocando la arquitectura tradicional de la zona.
Con esta perspectiva, el Taller de Restauración FAHHO apoyó a los municipios de Santo Domingo Tehuantepec, un área culturalmente privilegiada por la singular agudeza arquitectónica que se aprecia en las calles que circundan el conjunto religioso de Santo Domingo y el palacio municipal. En este municipio se han recuperado 71 casas, rescatando y revalorizando sus cualidades tradicionales, el sistema constructivo y las técnicas, además de que se ha contribuido al mejoramiento de la imagen urbana. En los próximos meses se continuará con la tercera etapa de recuperación de casas tradicionales. Además del rescate del conjunto religioso de Santo Domingo Tehuantepec, a principios de abril, se culminó la restauración de la antigua capilla abierta, conocida por sus habitantes como Catedral de San Pedro. Se concluyó también la restauración del frontón del palacio municipal dañado por los sismos —un edificio que muestra la influencia francesa que llegó a México en el siglo XIX— así como la Casa Guietiqui, un espacio cultural del municipio.
En la Heroica Ciudad de Juchitán de Zaragoza, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, en alianza con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, avanza en la restauración del templo de San Vicente Ferrer y la casa cural. En Asunción Ixtaltepec se recuperaron ocho casas tradicionales y se construyó un hogar prototipo sismorresistente, modelo que se puso a disposición de la comunidad con la posibilidad de ser replicado en este municipio. En el año 2019 la Casa del Pueblo, El Centenario, un edificio emblemático para la población, volvió a abrir sus puertas, luego de resultar gravemente afectada por los sismos, después de un proceso que permitió recuperar su estilo arquitectónico y proporciones, dando continuidad a la historia y permanencia del inmueble.
Por otra parte, la construcción de hornos de leña libres de humo, iniciada en el año de 2019, es una iniciativa de la Fundación aplicada en el estado de Oaxaca que fue posible gracias al diseño del horno realizado por la Escuela Nacional de Cerámica y a la gestión y acercamiento a los artesanos realizados por Andares del Arte Popular. A dos años de haber iniciado el proyecto, se han construido siete hornos que benefician a artistas y maestros alfareros de San Marcos Tlapazola, Ocotlán de Morelos, Santa María Atzompa, Vista Hermosa, en Santo Domingo Tonaltepec y San Antonino Castillo Velasco.
En el año 2017 se rehabilitaron ocho campos de beisbol con la supervisión del Taller de Restauración FAHHO; en 2018 se supervisó, en el Istmo, la rehabilitación de cuatro campos más, con financiamiento del Programa de Apoyo Inmediato a las afectaciones por el sismo. En 2019, el Taller de Restauración FAHHO supervisó la rehabilitación de diez campos de beisbol, financiados por Home Runs Banamex, y seis por la FAHHO. Durante este año cabe destacar la donación realizada por la Fundación al Gobierno estatal para la rehabilitación de diez campos más en el Istmo.
Es gratificante saber que, gracias a la participación de varias instancias, se han restaurado tantos monumentos históricos en las comunidades de Oaxaca y que se continúa trabajando con gran humanismo en las zonas afectadas por los sismos, preservando el legado tradicional de nuestros pueblos.
También debemos reconocer la ayuda que se brinda a los alfareros y artesanos, así como los apoyos para incentivar el deporte, ya que son una muestra de la solidaridad tan necesaria en momentos de crisis como los que atraviesa la humanidad en estos días. El Taller de Restauración, así como las filiales y programas de la FAHHO, sigue estos mismos principios de apoyo comunitario.
Casa de la Ciudad, desde el año de su nacimiento, se manifestó como un proyecto cuyo objetivo era crear una instancia crítica y que incidiera en el desarrollo, conservación y mejoramiento de la ciudad. Desde ese momento, fungió como un espacio para compartir las opiniones de urbanistas, arquitectos, sociólogos, ecologistas y la comunidad sobre el rumbo de la ciudad en aquel 2004. Las múltiples publicaciones, gacetas y actividades de esos primeros años dan testimonio de los temas de interés para este centro de estudios: el Centro Histórico, la vivienda, la cultura y el crecimiento urbano, la planeación, los ríos, la flora urbana, el manejo de desechos en la ciudad, la administración vial y el patrimonio edificado, entre otros.
Así, el trabajo de divulgación de la información ha sido crucial desde los inicios de la institución, especialmente sobre la historia de la capital del estado y sus inmuebles, siempre desde una perspectiva independiente y crítica, a través de un contenido que representa nuestra preocupación por la ciudad de Oaxaca ante un panorama de revelaciones acerca de su origen. Un ejemplo es la amplia investigación realizada por el entonces director de la Casa de la Ciudad, el Dr. Sebastián van Doesburg, sobre el edificio de la antigua alhóndiga de Oaxaca y del Portal de Clavería, que tuvo como resultado diversas publicaciones.
Así, las publicaciones del periodo inicial de la Casa de la Ciudad (2004-2006) dan cuenta, a través de distintas voces, de la importante labor de difusión de temas relevantes en estos primeros años del siglo. Temas como el uso de las plazas, el mejoramiento arquitectónico de la plazoleta Cruz de Piedra, la construcción de megaobras, los estilos arquitectónicos de la zona de monumentos, el manejo de los residuos sólidos, las acciones urbanas en detrimento del patrimonio edificado y la pérdida de vivienda en el centro histórico, entre otros, nos han ocupado desde hace muchos años.
Otros tópicos centrales han sido el problema de la basura en la zona metropolitana de Oaxaca, el análisis de los programas de prevención y gestión integral de residuos sólidos urbanos, la arquitectura contemporánea de la ciudad de Oaxaca, sin dejar de mencionar la consolidación de uno de los temas que, hasta ahora, ha sido un eje de nuestras acciones: la ciudad como agente de transformación. Un ejemplo es la visita que hizo Jaime Lerner, parteaguas en la arquitectura y urbanismo, a la Casa de la Ciudad en 2006, para recordarnos que “la ciudad no es el problema, sino la solución”, pues en ella “están todas las respuestas a la solidaridad: vivienda, salud, atención a los niños, la movilidad…”.
Con este enfoque de trabajo, el interés por la movilidad en la zona urbana se ha hecho patente a través de la divulgación y discusión de temas como el transporte y la movilidad en el Centro Histórico, el uso de la bicicleta como medio de transporte, los parquímetros, el tráfico y la cultura vial. Años más tarde, a estos temas se han añadido extensas investigaciones y publicaciones sobre los espacios en la periferia urbana y modelos de trabajo para la reactivación de espacios públicos.
A diecisiete años de su creación, la Casa de la Ciudad se ha consolidado como una institución reconocida por la comunidad como un espacio de análisis del desarrollo urbano, especialmente de la zona metropolitana de Oaxaca; como un espacio que realiza importantes esfuerzos por involucrar a la sociedad civil en las reflexiones y acciones sobre la ciudad que queremos, en esta tarea, el trabajo de divulgación ha sido crucial.
Actualmente, a través de publicaciones, infografías, manuales y material audiovisual, seguimos difundiendo los temas que dieron origen a la Casa de la Ciudad, enfocando la conversación en los temas que actualmente son pertinentes, expandiendo el análisis más allá del centro y la periferia de la ciudad, hablando ahora de toda la zona metropolitana de Oaxaca y, más recientemente, incluyendo a Santo Domingo Tehuantepec, con todas las particularidades que le diferencian de las dinámicas del distrito centro.
El 2020 implicó un cambio abrupto en las formas de divulgación y en los ejercicios de participación que tenían como principal herramienta la reunión de voces y pensamientos a través de charlas, seminarios, talleres y foros. Echamos mano de herramientas digitales como la página web, las plataformas de redes, los videotalleres, webinarios y transmisiones en vivo. El 2021 se perfila especialmente dedicado a la educación y difusión del conocimiento a personas de todas las edades a través de múltiples estrategias, más allá del mundo digital. Además, nuestras energías estarán enfocadas en el cuidado y perfeccionamiento del sistema de nuestro acervo especializado en urbanismo y patrimonio edificado.
Este trabajo de diecisiete años ha situado a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca en un mapa de actores que influirán en el desarrollo de una comunidad inclusiva, segura, resiliente y sostenible mediante campañas, acciones, programas, actividades y la creación de una base de datos abierta a todas las personas, así como la generación de una cartera de proyectos ajustada a las necesidades de la comunidad oaxaqueña.
NUMERALIA
578 conferencias, talleres y charlas 83 exposiciones 85 intervenciones urbanas 18 proyectos urbanos 15 seminarios, foros y encuentros 7 estudios 138 producciones de audio (radio y podcasts) 161 unidades de biciestacionamiento
El año que dejamos atrás, 2020, significó para el Mufi cumplir 22 años desde que se sembró la primera semilla de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Ese momento se dio en la antigua casa del Centro Histórico que nuestro querido maestro Francisco Toledo convirtió en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, donde por primera vez se anunciaba, con una significativa muestra de numismática y filatelia, la llegada a Oaxaca de la casa del timbre postal de México. Sería el primer museo, la primera piedra de la FAHHO que –con la filantropía de su fundador, el señor Alfredo Harp Helú, y su amor por la filatelia y el estado que siempre le han distinguido– se inauguraría en corto plazo. Fue así que el 9 de julio de 1998, en la calle de Reforma marcada con el 504, abría sus puertas el Museo de la Filatelia de Oaxaca, o Mufi, acrónimo cariñoso con el que le conocemos actualmente. El Mufi se ha convertido en un referente nacional e internacional de la difusión y promoción de la filatelia. Utilizando como vehículo el arte, se ha consolidado como un foro abierto para la comunidad filatélica del mundo.
Esta sería la primera etapa que viviría el museo, ya que más tarde, a la par de la creación de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, comenzaría la segunda con la adquisición del inmueble casi contiguo, marcado con el número 500, de la misma calle Reforma. Con esta ampliación crecieron no solo las salas de exposición, los patios o los jardines, sino también las ganas de seguir reforzando las bases del amor por Oaxaca por medio de la filatelia. Los talleres y actividades públicas comenzaron a gestarse en cada rincón del museo. En veinte años, el cacalosúchil ha sido testigo de innumerables eventos extraordinarios, cancelaciones y veranos especiales; ha visto niños jugar, correr, reír, parejas enamorarse, jóvenes leer o cantar; en veinte años se termina un ciclo y empieza uno nuevo. Recordamos la hermosa jacaranda que en primavera pintaba el patio de sus hermosos tonos violetas y que nos inspiraban a soñar, cuyo lugar ahora es ocupado por un par de jóvenes robles blancos, que seguramente dentro de veinte años sus ramas serán más fuertes y nos proporcionarán una sombra magnífica para nuestros visitantes, estos jóvenes ejemplares que representan a las nuevas generaciones en las que volcamos la esperanza de continuar el legado filatélico y el amor por Oaxaca.
La Bóveda Filatélica, el corazón del museo, es un corazón sólido, fuerte, de acero, como sus gabinetes, los cuales llegaron gracias a la generosidad del Smithsonian’s National Postal Museum, referente importante para la filatelia en el mundo. Traerlos hasta México representó la suma de esfuerzos por parte de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y el Smithsonian: las pesadas placas de acero hicieron tender puentes para darle vida a este espacio que resguarda joyas tan valiosas, como las cartas de la muy querida pintora mexicana Frida Kahlo, el Penny Black, el primer timbre del mundo, el Hidalgo Azul, el primer timbre de México, la invaluable colección de filatelia clásica de José Sayeg, la colección prefilatélica del arquéologo y querido amigo Marcus Winter, el Decreto de Maximiliano, y muchas de las donaciones que durante más de 20 años han alimentado colecciones, como la emblemática, más grande y completa Beisbol + Filatelia, con la que inició el museo y que gracias a la generosidad de filatelistas ha ido creciendo cada día más.
Este esfuerzo ha tenido resultados, como el más reciente galardón a nuestro presidente vitalicio y fundador, Alfredo Harp Helú, otorgado por el Museo Postal Nacional Smithsoniano, en Washington, EUA, el 19 de octubre y el premio anual 2019 por el Gran Logro Filatélico cuya relevancia radica en ser la primer medalla de este importante premio otorgado a un filatelista mexicano.
Tras cumplir 20 años, su celebración se une a la ampliación de un nuevo espacio, lo que significa la oportunidad de aumentar las salas de exhibición temporal y permanente. Así, el museo continúa creciendo en una tercera etapa en la que, aunado al rescate del Centro Histórico que promueve la FAHHO, se llevó a cabo un proceso de restauración que dejó como resultado un bello espacio que espera pronto abrir sus puertas sobre la calle de La Constitución en la casa marcada con el número 202.
El Mufi actualmente está consolidado en su labor única en México y América Latina como museo de filatelia, conservando un valioso acervo y logrando su difusión mediante sus maravillosas exposiciones.
Este año que dejamos atrás también significó una etapa complicada para todos, en muchos sentidos; un año que nos ha enseñado a ser más fuertes, resilientes, a deconstruirnos y replantear nuestras metas; el estar más cercanos fue nuestra prioridad, lo que denotó la creatividad para acompañarnos durante este tiempo en el que el mundo se detuvo: valoramos a nuestra familia y, a pesar de la distancia, logramos traspasar fronteras para ponernos al día. El 2020 significó un año de desafíos para la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, tuvimos que cerrar nuestras puertas para voltear a ver nuestro interior, para que cuando tengamos que reencontrarnos en el museo este sea un espacio seguro para ti y tu familia.
Recientemente recibimos en el museo una colección de numismática que nos recordó nuestros inicios y nos hizo sentirnos orgullosos de pertenecer a una fundación que está comprometida con su comunidad. Con ella también surgió el siguiente cuestionamiento: ¿qué significa cumplir 20 años? Para el ser humano representa la naturalidad, la búsqueda de apoyo en alguien, un amigo o un familiar, representa una necesidad que desconocemos, la de reencontrarnos espiritual y mentalmente. Según la numerología, el número 20 se vincula con el trabajo en equipo, el acompañamiento, la coexistencia, diplomacia; también está vinculado con el servicio. Lo cual resulta un buen ejemplo para citar y recordar que el trabajo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca se resume bajo todas estas premisas: el trabajo que realiza en beneficio de la juventud, la niñez, el medio ambiente, la lectura, las familias, el arte, la filatelia, los textiles, el deporte, el arte popular y el amor a Oaxaca resumen estos 20 años de servicio y trabajo en equipo para dejar un legado fuerte y sólido a las siguientes generaciones.
¡Larga vida a la FAHHO!
Testimonios Para el Mufi1 Eduardo Del Río – Rius1
La sorpresa, pues, de un museo filatélico y, además, en Oaxaca, nos tomó desprevenidos. No había mayores antecedentes den que la filatelia fuera muy popular en aquellas hermosas latitudes que algunas viejas series de sellos con afamados sobresellos de Oajaca, si mal no recuerdo. Y siendo yo un filatelista nada serio, dedicado más a buscar aquellos timbres que me gustaban por su diseño o colorido, y no poniéndole demasiada atención a la ortodoxia filatélica que ordena los sellos por colores (o falta de ellos), tamaños exactos, variaciones en la aplicación de la tinta y detalles por el estilo, me sentí sorprendido (y halagado) al recibir una invitación para presentar en el Mufi mi libro Filatelia para cuerdos, que no se apuntaba en la línea ortodoxa y tradicional.
Trataré de explicarme. El libro de marras fue hecho buscando una “democratización” de la filatelia, buscando que los niños y jóvenes se acercaran al interesante pasatiempo aunque no tuvieran el dinero suficiente para ello. Y es que al paso de los años, y con la presión que con los catálogos hacen sobre el coleccionista los comerciantes de timbres, la filatelia se estaba convirtiendo en un pasatiempo para ricos y viejitos (ricos de preferencia), que pasaban las horas buscando si a un timbre le faltaba un diente o si el color de la serie de escudos reales hispanos había variado de magenta a rosa mexicano, o que si por un error tipográfico, la erre de un timbre alemán de 1876 había salido movida o vuelta al revés por las prisas del impresor… Y detalles así, que convirtieron a la filatelia en un pasatiempo elitista y casi maniático.
Yo consideraba que en mi libro eso debía cambiar. Igual que habían cambiado radicalmente los diseños de las estampillas a partir de la segunda Guerra Mundial, cuando empezaron a hacerse timbres con toda clase de motivos y temas y en hermosísimos diseños, así debía cambiar el concepto todo de la filatelia: no encerrarla en un pasatiempo elitista, sino democratizarla, haciendo que los niños y jóvenes se interesaran en coleccionar los timbres por temas. Y es que de pronto vimos que casi todos los países invadían el mundo de los timbres con temas de biología, botánica, literatura, ¡artes plásticas!, personajes de cuentos y leyendas infantiles, aviones, trenes, deportes, retratos de los Premios Nobel, trajes típicos, arqueología, acontecimientos políticos y un sinfín de temas por el estilo que facilitaban a quienes no tenían muchos billetes, el volverse coleccionistas.
Pues al mismo tiempo que casi todos los países competían por ver quién sacaba los sellos más bonitos y coloridos, los precios bajaban espectacularmente. Ya se podían adquirir paquetes con miles de sellos diferentes a precios accesibles a todos. La democratización de la filatelia era posible, y el Mufi aceptó mi libro y lo sigue vendiendo y difundiendo, con mi agradecimiento de por medio. Aunque debo decir que no a todos los filatelistas les cayó bien Filatelia para cuerdos, aduciendo que se iba a rebajar y vulgarizar el arte del coleccionismo al quitarle “seriedad y rigor”, los más, sin embargo, comprendieron que no se trataba de excluir a los coleccionistas serios y tradicionales, que pueden y deben seguir llevando sus colecciones como si fueran una inversión financiera, sin ser menospreciados o pitorreados por quienes, no contando con los medios necesarios, se concretan a hacer una pequeña colección de timbres de changos o mariposas. Y a la visconversa. Afortunadamente la filatelia ya da para las dos tendencias, y el Mufi así lo ha comprendido y aceptado.
En estos 15 maravillosos años del Mufi se han presentado en sus instalaciones toda clase de exposiciones. Desde las del rigor ortodoxo con supercolecciones valiosísimas y exigentes, pero un poco aburridas, hasta colecciones de un nivel más popular y accesible a todos los gustos, sabores y bolsillos. En el Mufi se reúnen coleccionistas de ambas categorías y, oh maravilla, los niños y niñas de Oaxaca se juntan a intercambiar sellos con sus congéneres. Me ha tocado participar en estas actividades y recuerdo, alborozado de nostalgia, una mañana en que nos reunimos a elaborar estampillas personales con los niños. A dibujar cada uno lo que quería que fuera un timbre de correos. Viendo que ya muy poca gente recurre al tradicional envío de cartas por correo “normal”, con el sobre y sus estampillas correspondientes, y que el famoso e-mail amenaza con acabar con el correo, da gusto ver que el Mufi sigue impertérrito en su labor de poner la filatelia al alcance de todos. Me da un chorro de gusto ver que el Mufi sigue adelante, continuando la estupenda labor que inició Alejandra Mora, primera directora del Mufi, con el apoyo del siempre entusiasta y enamorado de tan bella ciudad, don Alfredo Harp Helú.
Para todos los filatelistas, cuerdos, medio locos y locos completos, que sobrevivimos en este país tan tormentoso, amenazado casi de extinción y sorprendente, los primeros quince años del Mufi nos han llenado de placeres y satisfacciones, sabiendo que entre sus queridos muros vamos a encontrarlas a raudales, o como se diga. No solo vamos a Oaxaca al disfrute de la comida o las tradiciones mexicanas, o a la visita obligada de los otros museos, hermosos y ricos en contenido, sino que también tenemos un lugar donde llenarnos los ojos con las maravillas que pueden representar esos pedacitos de papel denominados sellos, timbres o estampillas.
¡Un abrazote a todas y todos los que han hecho posible nuestro querido Mufi!
Oaxaca, 2013.
1 Tomado de Eduardo del Río Rius, “Para el Mufi”, en 10 miradas al interior del Mufi, Oaxaca, Museo de Filatelia de Oaxaca, 2013, pp. 44-48.
Piedra angular para muchas carreras Estefanía Aguilar
Mi nombre es Estefanía Aguilar Rodríguez, soy egresada de la Universidad La Salle Oaxaca y actualmente maestra de inglés en Hailiang Education Group. Hoy en día resido en China, pero nací y me críe en la hermosa ciudad de Oaxaca de Juárez. Al igual que muchos jóvenes entusiastas comencé la búsqueda por un empleo y vocación en mi estado y, afortunadamente, el Museo de la Filatelia de Oaxaca me brindó una de las primeras oportunidades para poner en práctica mis conocimientos.
Mi experiencia en el Mufi fue enriquecedora y estuvo llena de aprendizajes; adquirí herramientas que después me ayudaron a desarrollarme en áreas como la enseñanza con niños y adolescentes. Algunos de los retos que enfrenté durante mi paso por el Museo fortalecieron mis habilidades de investigación y oratoria, herramientas indispensables para la profesión que he adoptado y que desempeño con amor. Pero el aprendizaje más significativo ha sido, sin duda, valorar la forma en que la filatelia nos acerca a una infinidad de áreas del conocimiento; esta disciplina promueve la curiosidad y la cultura y, sobre todo, nos remonta a lugares, épocas y personalidades relevantes para su tiempo y el nuestro. El apoyo que recibí por parte de todo el equipo, y de los encargados de las diferentes áreas, fue siempre constante y constructivo.
Actualmente, cuando miro hacia el pasado, recuerdo con gran cariño uno de mis primeros logros profesionales, y me siento segura de que el Museo de la Filatelia de Oaxaca, filial de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, ha sido la piedra angular para muchas carreras y puedo decir con gran orgullo que la mía ha sido una de ellas.
En el barrio del Exmarquesado ya no se escucha el silbato de la vieja locomotora diésel 9271 entrando a la Estación del Ferrocarril Mexicano del Sur, terminal Oaxaca, en su lugar ahora se escuchan las voces de niños cruzando y saltando “la vía ancha” para llegar al Bosque Encantado del Museo Infantil de Oaxaca. Tampoco se escucha ya el martillar de los reparadores de vía que abrían paso al tren conocido como “El Oaxaqueño”, en su lugar, se oyen las percusiones del Foro La Higuera, que cada domingo reciben a las familias de Oaxaca en presentaciones al aire libre arropadas y vigiladas por una hermosa higuera del valle sembrada hace 128 años por el general Gregorio Chávez, con motivo de la inauguración de la estación del ferrocarril. Las despedidas, llenas de un sinfín de emociones, se traducen ahora en recibimientos de miles de visitantes al año, en su mayoría no mayores de doce años que buscan una experiencia única en nuestros espacios, además, para nuestra sorpresa, estos niños vienen de la mano con otros niños ávidos de vivir nuestro museo: sus padres, y, ¿cómo no hacerlo?, el Museo Infantil que sus corazones anhelaban llegó por fin en forma de tren.
¿Cómo ocurrió todo esto? Han transcurrido 183 años desde la primera concesión otorgada en México para la construcción del ferrocarril, evento que daría paso a la historia moderna de nuestro país. A partir de ahí se otorgaron diversas concesiones y el Estado también administró directamente otras líneas de ferrocarril. Hacia finales del siglo XIX, principios del XX, el país estuvo conectado por miles de kilómetros de vías férreas. En 1908 nace Ferrocarriles Nacionales de México con la compra por parte del Estado de varias empresas ferroviarias. Al iniciar la década de 1930 el país contaba con 23 345 km de vías. En 1995 se reforma la Constitución y con ello empieza un proceso de privatización de los ferrocarriles. Actualmente, de la empresa Ferrocarriles Nacionales del México queda poco, y ese poco se resume en viejas estaciones que han sufrido el embate del abandono. Pese a ello, la suma de voluntades institucionales, de la iniciativa privada y la lucha de la segunda generación de ferrocarrileros por levantar sus viejas casas de trabajo, ha permitido que algunas de estas estaciones, aunque muy pocas, sean intervenidas y destinadas a un fin cultural, dándole un nuevo giro y sentido a estos espacios que, en algún momento de su funcionar, vieron la llegada y salida de cientos de pasajeros a diario.
En Oaxaca, la Antigua Estación del Ferrocarril Mexicano del Sur guarda una historia singular vinculada con el pueblo de Santa María del Marquesado –antes Villa, hoy barrio del Exmarquesado– y con la comunidad ferrocarrilera en particular, que usualmente habitaba en este pueblo. Desde la partida del último tren de pasajeros, esta comunidad luchó por la conservación de los espacios y se apropió de ellos, la comunidad artística se sumó también a esta causa. La fundación del Museo del Ferrocarril Mexicano del Sur, en octubre de 2003, fue el inicio de los trabajos para evitar la pérdida del complejo, pero dados los retos en el mantenimiento de la infraestructura del espacio, como los presenta la mayoría de las estaciones en nuestro país, con el transcurso de los años fue necesario realizar una intervención con mayor fuerza en el complejo arquitectónico. Fue así que en 2013 la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, en coordinación con la federación –a través de su Secretaría de Cultura– y el municipio de Oaxaca de Juárez iniciaron el gran proyecto de la restauración total de los inmuebles correspondientes a las antiguas bodegas de carga, las oficinas administrativas de la estación y tres vagones, intervención que requirió la inversión de 49 millones y medio de pesos. Fue así que un 3 de marzo de 2017 se inauguró un sueño llamado Museo Infantil de Oaxaca, MIO, un sueño casi sacado de los cuadros de nuestro querido pintor ocoteco, Rodolfo Morales, porque el espacio es justamente como su obra: colorido, con trenes, niños y papalotes volando. La experiencia ha sido enriquecedora porque la comunidad ha trazado la pauta, ha sido ella la que nos ha llevado y empujado a la conservación y cuidado de nuestros dos árboles notables, uno de ellos es el más longevo de la ciudad: el ahuehuete de la estación, que según nos relatan, fue testigo de la fundación de nuestra ciudad. También hemos transitado por el camino de la conservación de los archivos ferroviarios, y han sido la Asociación Amigos del Ferrocarril Mexicano del Sur, el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros Sección XXII, jubilados, pensionados y familiares de exferrocarrileros los que han participado en el rescate de este archivo, que a su vez ha sido una nueva tarea para nuestra institución. De esta forma, el caminar con dos públicos, niños y ferrocarrileros, ha explotado la creatividad del personal del museo, quienes, con su singular entrega, han diseñado las mejores experiencias, talleres, exposiciones y actividades para un público que ante todo atesora su patrimonio, porque así somos los oaxaqueños y así nos han enseñado los grandes maestros.
TESTIMONIOS
MIO: Espacio para la familia Gala Cuenta Sueños
El MIO representa para mí un espacio, no solo para la infancia, sino para los encuentros en familia. Representa lo maravilloso de recordar ser niño o niña, tengas o no tengas hijos o hijas. Es un espacio donde la recreación se da de manera muy bonita y, además, está inspirado en nuestra mexicanidad, lo que es muy importante.
Las experiencias que he tenido han sido muy gratas desde el primer día en que el MIO me abrió las puertas. Es muy íntimo y provocador, me estimula no solo como artista creadora, sino también como mujer mexicana que ama infinitamente a su país, su tradición, color y folclore. MIO es uno de los lugares que guardo en mi corazón, lo valoro un montón por todo lo que representa: a Oaxaca y a su gente.
Vixi Escuela Equipo MIO sobre ruedas
MIO es un espacio para el aprendizaje donde los niños pueden desarrollar muchas áreas: aprenden a sentir su cuerpo de manera diferente, a crecer emocionalmente, a erradicar miedos y disfrutar logros. Lo más bonito es acompañar a los niños en su evolución, verlos emocionados cómo aprenden y logran solos sus objetivos. Las actividades son oportunidades que se le brindan a la infancia. El museo es un espacio abierto, dispuesto a escuchar, lleno de vida. Un lugar donde se aprenden otras cosas que no tienen las escuelas: el dibujo, el grabado, la bicicleta, entre otros que les dan otras formas de vivir a Oaxaca.
La primera impresión que uno tiene del Centro Cultural San Pablo, por cualquiera de las dos entradas en donde uno se sitúe, es una reja de metal. Esa reja anticipa la experiencia y es un ejemplo de estética: el diseño está basado en la figura de una flor muy antigua que aparece en otra obra de arte, también antigua, pero en la reja la silueta de la flor se repite formando un tejido suave y limpio que vincula la época de la primera flor con nuestros días. La reja nos instala en un tiempo sin medida lineal, en un tiempo ritual. En ese sentido, está compuesta de la misma flor antigua, pero nueva. Y digo que es un ejemplo de arte porque buscar acceder al significado de una forma y convertir esa búsqueda en un objeto material que habita el mundo y, además, modificar la interacción de la comunidad mediante este tipo de objetos, no es solamente una manera de producir, es una forma de vida que no está sujeta a una época ni a una gramática ni a una episteme temporal, es una forma de interrogar, y mientras más intensa la pregunta-vida más luz y más influencia en la revelación. En fin, las rejas de Francisco Toledo dan para un ensayo sobre teoría del arte, pero en este texto son la entrada del Centro Cultural San Pablo, y apuntan a que dentro ocurren experiencias, que en muchos niveles son colectivas e incluso pueden ser estéticas.
Desde su apertura, en el Centro Cultural San Pablo ocurren varias cosas al mismo tiempo. A lo largo de estos años, en el atrio, en las salas, patios, capilla, galería y demás espacios, se han producido experiencias complejas o sencillas, intensas o serenas, que han enriquecido la vida de las personas que lo visitan, la de quienes participan en los eventos y la de quienes trabajan y han trabajado en la FAHHO. El CCSP es un lugar donde se construyen formas de convivencia entre la comunidad de Oaxaca y, también, entre sus visitantes.
Aunque es un espacio privado, el CCSP nació con la vocación de ser un espacio público. Desde su concepción se propuso abrir una calle que había permanecido cerrada por muchas décadas, había sido un no lugar, para convertirlo, efectivamente, en un lugar donde las personas pueden estar y transitar. El resultado de esta decisión ha sido que la comunidad de Oaxaca se ha apropiado del espacio. En múltiples ocasiones, diversos pueblos han tomado el espacio temporalmente para compartir tradiciones, creencias y formas de comprensión propias que vuelven más rica y compleja la cultura de nuestro país.
San Pablo es el corazón de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, sede de sus oficinas y Centro Cultural donde se practican los valores que le han dado origen: conservación del patrimonio material e inmaterial, protección al medio ambiente, salud y deporte, promoción de la lectura, rescate de las lenguas, arte, música, entre otros. Todas las instancias y programas de la Fundación cooperan en la organización de las actividades del CCSP, en cada evento se involucra a más de una institución, vivimos ejemplos de unión entre los trabajadores de la Fundación y de apoyo entre las instancias que la conforman. El punto de partida de cada evento es la generosidad y la comprensión del espacio público como sitio de convivencia. Conciertos en los que las personas rebasan el aforo del claustro y escuchan desde el atrio; exposiciones de arte popular que revelan una forma completa de comprender el mundo; ciclos de cine que se observan cómodamente desde sillas o petates sobre el pasto; historias compartidas mediante presentaciones de libros; reflexiones académicas en seminarios de Historia y Lingüística que muestran que la cosmogonía mesoamericana sobrevive y revelan cuánta falta nos hace; un carrusel que cada año reúne a muchas familias; un dinosaurio gigante que provocó la sorpresa alegre de los niños y el afecto de sus familiares; posadas del chocolate; exposiciones para venta de textiles que revaloran el trabajo de las comunidades de Oaxaca; múltiples seminarios, conferencias y talleres han permitido que en los espacios del CCSP, además de la memoria antigua de los frailes dominicos, ahora convivan las experiencias libres y tranquilas de la comunidad de Oaxaca.
La vocación del CCSP es mantener abiertas las rejas que realizó el maestro Toledo para permitir que las comunidades de Oaxaca se apropien del espacio para compartir sus formas de conocimiento, su memoria y su cultura. De hecho, la primera exposición en el CCSP en 2012 fue Los lienzos de Santa María Zacatepec: fundación, gobierno e identidad tacuate. El proyecto surgió desde 2010, cuando una delegación de la comunidad mixteca de Santa María Zacatepec llegó a la Biblioteca Francisco de Burgoa solicitando apoyo para la restauración de las calcas decimonónicas de dos lienzos que narran la llegada y la historia de los antepasados de esa comunidad de la Mixteca Alta. Después de la presentación de las calcas restauradas en San Pablo, se diseñó la exposición a cuya inauguración asistió una gran delegación de la cultura tacuate. Los jóvenes de la comunidad, interesados en la memoria de sus antepasados, presentaron un espectáculo teatral basado en el contenido de los lienzos. Después la exposición se trasladó a Santa María Zacatepec, donde ahora se conserva y difunde el conocimiento contenido en esos lienzos. Este momento ha sido uno de los más memorables del CCSP, pues demuestra que es un espacio que busca servir a las comunidades, que trabaja para recuperar la memoria y el patrimonio de Oaxaca. Mientras más se conozcan y compartan las experiencias de nuestros antepasados, nuestra forma de vida se enriquece con comprensión y empatía.
Lo mismo en eventos grandes que en actividades que pueden pasar desapercibidas, ocurren experiencias muy significativas en el CCSP. En 2013 se exhibió en el atrio un carrito parecido a los de paletas, pero en su interior se exhibían videos que muestran historias, tradiciones y costumbres de Oaxaca: la imagen de una mujer anciana de Juchitán que elabora totopos para vender, un oficio que ha realizado durante toda su vida. Esa obra breve y aparentemente sencilla cuestiona el valor que otorgamos a las experiencias y accesorios con los que llenamos nuestras propias vidas en la cultura occidental, y cuestiona también el acceso que se tiene en comunidades de Oaxaca a otras formas de vivir. En el mismo carrito se exhibía el video de una lluvia que tranquila cae en la Sierra Norte, cerca de Capulálpam de Méndez, innumerables gotas cumpliendo una voluntad no humana, antigua, futura y renovada desde hace miles de años que genera plantas y árboles, y mantiene un ecosistema en Oaxaca. Entre otros muchos cortometrajes, este pequeño carrito de paletas/videos, concentra el aprecio por las comunidades y la vida en Oaxaca, y en el CCSP halló el lugar más oportuno para presentarse.
Los programas de trabajo de la FAHHO tienen varias vertientes y se relacionan unos con otros, por ejemplo, en 2017, para celebrar el centenario del natalicio de Juan Rulfo, el CCSP fue sede de la cooperación entre diferentes instituciones que colaboraron para llevar a cabo una serie de eventos en diversas sedes de Oaxaca para celebrar la obra del escritor mexicano. En el CCSP se presentó El círculo se cierra, una exposición con fotografías que Juan Rulfo tomó cuando visitó la región Mixe; el Museo Textil realizó una exposición con ejemplos de la vestimenta e indumentaria mixe y se estrenó De murmullos, obra musical de Gerardo Tamez basada en Pedro Páramo, el concierto fue interpretado por la banda de música del CECAM, al igual que en Santa María Tlahuitoltepec, donde se reunieron 30 bandas del estado para celebrar con música el aniversario de Juan Rulfo y el 40 aniversario del CECAM. Para explorar el pensamiento de Rulfo, el CCSP también presentó un ciclo de cine, conferencias y una experiencia auditiva en la Capilla del Rosario. La Biblioteca Henestrosa realizó talleres literarios; Publicaciones FAHHO y la Fundación Rulfo coeditaron Luvina en mixe y Ediciones Toledo encargó las traducciones en cuatro zapotecos para publicarlas posteriormente. La FAHHO, además, coordinó los esfuerzos para que la exposición fotográfica itinerara y se realizaran actividades en el interior del estado en torno a la obra de Rulfo. El CCSP funcionó como el lugar desde el cual se concibieron estas actividades. San Pablo se convirtió en ese momento en un espacio más de la cultura mixe; los visitantes pudieron experimentar la calidez y el orgullo que demostró la FAHHO por recibirlos.
EL CCSP también ha dado espacio a la obra de artistas que han desarrollado su carrera en Oaxaca, por ejemplo, en 2017 se presentó la exposición Relatos de Amador Montes; en 2018, Espejo de Barro, reflejos del tiempo de Adán Paredes y Flora de Demián Flores; en 2019, Fugas geográficas con la obra de Guillermo Olguín y, a principios de 2020, Un lugar seguro con obras de Rame (Ramón Jiménez) sobre una familia que vivía en el margen del Río Atoyac. La exposición mostró que el arte se trata de la vida en todos sus aspectos.
Así, a lo largo de los años, en los espacios del Centro Cultural San Pablo se ha presentado el arte en diferentes formatos y de maneras que provocan una reflexión sobre los temas de las obras, pero también sobre las posibilidades del arte para funcionar como experiencia estética. Se han realizado 46 exposiciones y se ha construido una propuesta propia sobre el arte, poniendo énfasis en la formación de los niños, pues la práctica artística estimula procesos de pensamiento que llevan a la comprensión y la solidaridad. En estas exposiciones se ha dado espacio permanente al arte popular, no solamente para revalorar el trabajo de diferentes comunidades de Oaxaca, sino para señalar que esa práctica remite a formas complejas de entender la vida humana.
Por medio de las exposiciones y las demás actividades que se realizan en el CCSP, se vinculan las diferentes instancias de la FAHHO, por ejemplo, en cuestión de literatura destaca el trabajo permanente de la BS en San Pablo. La manera en que funciona este espacio fomenta la imaginación, como un juego que trata de hallar relaciones ocultas entre las cosas. La BS realiza el Congreso Internacional de Cuentacuentos, funciones de títeres y lecturas de cuentos con niños que encuentran en el CCSP un espacio abierto a su propia fantasía y pensamiento. Estas actividades difunden las ideas de los escritores, pero también generan confianza en el pensamiento propio y en el diálogo con otras personas. Al mismo tiempo, generan estímulos en niños y jóvenes que refuerzan la atención y la empatía en la convivencia. También en el CCSP el Programa Seguimos Leyendo realiza seminarios, conferencias, talleres y coloquios con profesores, especialistas y voluntarios para promover, mediante la lectura, el desarrollo de habilidades cognitivas y sociales para comprender y relacionarse mejor con otras personas. En el Diplomado de Promoción y Estrategias Lectoras se reúnen anualmente especialistas para compartir sus reflexiones sobre el papel de la literatura en sus comunidades. El Festival Internacional de la Primera Infancia logró reunir, en un fin de semana, a más de 800 familias, en actividades de teatro, música, literatura, artes plásticas y danza. Además de estas actividades, cada año se realiza una comparsa, una posada literaria y un evento titulado Biblioteca Humana, que consiste en que una persona narre la historia de un libro que los visitantes eligen. De esta forma, la literatura pasa de la lectura de ideas a la experiencia de diálogo, y despierta la empatía por el pensamiento de otros. La presencia de la literatura en el CCSP es una manera de explorar también las relaciones entre la comunidad de Oaxaca. Cada año se han presentado eventos de la Feria Internacional del Libro, dando cabida al pensamiento de escritores de presencia nacional e internacional que comparten generosamente los secretos de la construcción de sus obras.
Mediante sus actividades, el CCSP es un espacio abierto para la comunidad. Cada verano, sobre los tabiques rojos y el pasto que crece entre ellos, en el atrio del CCSP se colocan sillas cómodas y petates para que al atardecer los visitantes puedan observar ciclos de cine disfrutando el clima y la tranquilidad de Oaxaca. Cada mes el CCSP ofrece talleres y cursos gratuitos con múltiples temas. Estas actividades han ayudado a construir una nueva manera de comprender el espacio público como un lugar de convivencia en el que ocurren cosas muy gratas y entrañables, espacio público no como un lugar de tránsito, sino como un lugar en el que se desea estar. A lo largo de estos años, la convivencia de la comunidad ocurre en el CCSP como una actividad artística y una manera de valorar las tradiciones, desde su apertura, el CCSP ofrece cada año la Posada del Cacao, que reúne a cientos de personas para degustar las distintas bebidas preparadas con este ingrediente en Oaxaca, al mismo tiempo que recupera y explora el uso del cacao en la cocina mesoamericana.
Antes de 2011 no había Centro Cultural San Pablo, ahora Oaxaca cuenta con este tranquilo y hermoso espacio en el que las personas conviven en múltiples eventos relacionados con los propósitos de la FAHHO. El CCSP nos recuerda que las personas somos capaces de compartir espacios y actividades creativas con respeto y aprecio por los otros, y así nos ayuda a comprender que la vida de cualquier persona es una experiencia sagrada.
Gracias a la firme convicción de que la lectura transforma vidas y que a partir de ella se abren nuevos horizontes y posibilidades de todo tipo, en 2009 inició Seguimos Leyendo, un programa impulsado por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y apoyado por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia hasta el año 2019. Iniciamos en trece primarias públicas del estado, nadie imaginaría el impacto que tendría el programa ni la forma en que crecería, tanto en la cobertura como en la participación de lectores voluntarios. Tampoco imaginábamos la cantidad de proyectos que se desencadenarían a partir de esta experiencia inicial.
Seguimos Leyendo invitó a maestros, padres de familia y personas interesadas en compartir la lectura en voz alta a niños y niñas de diferentes edades. Gracias a la participación y al enorme éxito del programa comenzamos con siete municipios conurbados de la ciudad de Oaxaca, se compraron camionetas para convertirlas en bibliotecas móviles y actualmente cubrimos rutas en tres regiones del estado: Istmo, Mixteca –Alta y Baja– y Sierra Norte. El programa llegó a coordinar a más de doscientos lectores voluntarios en más de treinta sesiones de lectura semanales atendiendo a más de cinco mil escuchas.
Las experiencias que de ahí han salido son sorprendentes. Madres dedicadas únicamente a las arduas tareas del hogar encontraron en el programa un aliciente de vida, un encuentro con sus hijos y consigo mismas al sentir que su conocimiento es muy valioso, y se puede compartir y enriquecer día a día con la lectura conjunta. Es un aprendizaje paralelo al de sus hijos, lo que los une de maneras inesperadas y muy profundas. Ha habido muchos casos en que niños o niñas invitaron a sus padres a aprender a leer. La sonrisa de satisfacción ante tremenda hazaña es más que una recompensa para los compañeros del equipo. Es una manera de entender y nutrir el sentido del programa.
Se consolidó una red laboral entusiasta y comprometida. No había actividad literaria a la que no asistieran los lectores voluntarios y sus familias, manifestando siempre nuevas y estupendas propuestas de trabajo. La capacidad de transformación emergió, así como la disposición del equipo. Es por ello que comenzamos también a practicar la lectura en instituciones que son poco frecuentadas por este tipo de programas: asilos, casas hogares, asociaciones civiles que atienden a población vulnerable, hospitales y reclusorios. Ahí también nos encontramos con experiencias muy enriquecedoras. El agradecimiento expresado por los beneficiarios del programa nos llena de júbilo y confirma, una y mil veces más, la gran valía de la lectura compartida.
En la región del Istmo, específicamente en Ixtepec e Ixtaltepec, creamos brigadas de lectura después de los sismos de 2017, como una manera de demostrar a nuestros hermanos afectados que estamos con ellos y los apoyamos en la medida de nuestras capacidades. El éxito en el Istmo hizo que se instalara de manera definitiva la ruta de la Biblioteca Móvil del Istmo y se ampliaran los puntos de encuentro que ya se tenían en la Mixteca y en la Sierra Norte desde 2009. También se instaló el programa de lectores con voluntarios en once escuelas públicas de las comunidades antes señaladas.
Las Bibliotecas Móviles, además de propiciar la lectura durante nuestra estancia en las comunidades y prestar libros a quienes lo requieran, comenzaron a generar otro tipo de actividades nocturnas, como la proyección de cine de arte y, en las noches despejadas que lo permiten, el uso guiado del telescopio para observar las estrellas y aprender los nombres de las constelaciones.
Paralelamente, hemos buscado el acercamiento con instituciones de educación superior como las universidades La Salle, para generar diversos diplomados sobre estrategias y promoción lectora. Incluso ahora, en los momentos de encierro obligado, no han parado los diplomados, cambiamos nuestra estrategia al mundo virtual para continuar con el programa y hemos invitado a participar a las mejores plumas y especialistas de Latinoamérica en este campo. Los diplomados se iniciaron hace siete años en Oaxaca y tuvieron tal éxito que ahora los estamos brindando también en Puebla.
Para continuar con nuestra principal misión, promover la cultura escrita, hemos publicado libros de los asistentes a nuestros talleres y diplomados, además de presentar novedades editoriales junto con los propios autores. La presencia de las reseñas de libros en nuestra web aumenta cotidianamente y la producción de videos de lecturas también ha tenido una buena demanda, por no hablar de las actividades como las comparsas y posadas literarias, la Biblioteca Humana y tantas otras organizadas por nuestro equipo.
La sinergia con otras entidades de la FAHHO también ha sido enriquecedora. Sumar esfuerzos con las instituciones y programas hermanos como el Centro Cultural San Pablo, el Museo Textil, Endless Oaxaca Multilingüe, la Librería Grañén, el Museo del Niño, el Museo de Filatelia y los propios deportistas de la Academia de Beisbol han sido experiencias que van definiendo nuevas rutas de trabajo.
Estos trece años de andanzas, hazañas, aventuras y sueños han sido posibles gracias a la Dra. Ma. Isabel Grañén y a don Alfredo Harp, nuestros capitanes. Los encuentros con personas muy valiosas, dispuestas a darlo todo, a entregar su tiempo, voz y corazón para llegar a otros de manera plenamente desinteresada: lectores, alumnos, docentes, especialistas, escritores, ilustradores, gestores culturales, para todos ellos nuestro agradecimiento y afecto eterno.
Los cuentos de hadas, los clásicos, los contemporáneos, los libros informativos, la poesía, las nanas, las retahílas, entre otros, han sido y serán el puente para transitar y sumergirnos en los placeres de la lectura, el juego, la escritura, el rescate de la oralidad, el encuentro humano sincero y la creación de comunidades de amigos es uno de los valores más fuertes que hemos descubierto, la solidaridad en toda su expresión.
El trabajo del voluntariado ha sido una fuerza estimulante, contagiosa, descubrir el poder de la red colectiva humana hace que nos inspire a creer en lo que hacemos. Trabajar con público de todas las edades, desde la infancia hasta los adultos mayores, hoy por hoy nos define como uno de los programas sociales de mayor arraigo y fuerza en Oaxaca. Deseamos seguirnos reinventando, que otros se atrevan y en el estado y país se reproduzcan células de programas de lectura y escritura similares, cada uno con sus ingredientes propios para que la alquimia aparezca y no deje de seguirnos sorprendiendo con sus frutos.
Si bien siempre es motivo de celebración la existencia y permanencia de una institución dedicada a la cultura, cumplir 20 años justo ahora, en un contexto adverso e incierto, merece una doble felicitación. Y es quizás mediante la experiencia de quienes hemos participado de alguna forma en el proyecto de la FAHHO, que se pueden trazar mejor las razones por las que, lejos de disolverse, esta fundación cumple dos décadas de historia fortalecida y orientada, más que nunca, a construir mejores ciudadanos a través de sus programas; en particular me refiero al que he tenido el privilegio de acompañar: Seguimos Leyendo.
En el año 2009 tuve contacto por primera vez con el trabajo que realiza la FAHHO. Fui invitada a colaborar en un naciente proyecto de lectura en escuelas públicas de la ciudad de Oaxaca y en algunos municipios del estado. Fue una jornada agotadora en la que el calor y las curvas serranas me dejaron deshidratada y perdí mi vuelo de regreso a la Ciudad de México. Hubiera jurado que no volvería. Pero la vida es caprichosa y el embrujo oaxaqueño poderoso. Ese proyecto incipiente se convirtió, con el paso de los años, en uno de los programas de formación de lectores más ambiciosos y exitosos de nuestro país.
El resultado de las iniciativas que la FAHHO ha propuesto y apoyado a lo largo de los años para formar lectores, desde la primera infancia y hasta la educación superior, es una muestra de los efectos positivos de la participación de la sociedad civil en la transformación de las comunidades. Ha brindado a cientos de niños y jóvenes la posibilidad de construirse como ciudadanos en los que el acto de leer y la presencia de los libros forman parte de un modo de vida que los aleje de la exclusión y que los haga libres.
En los tiempos que corren, no es sencillo apostar por programas de transformación social que parecen silenciosos. La FAHHO, sin embargo, ha optado por ello. Por eso, creo que a pesar de las dificultades por las que estamos pasando hay muchos motivos para celebrar sus 20 años de labor y augurar que sean muchos más.
Estoy segura de que el trabajo de una institución es posible gracias al compromiso de quienes laboran en ellas. Que sea esta celebración un reconocimiento a cada uno de los miembros del equipo de la FAHH que hacen posible la transformación de una sociedad necesitada de ellos. En especial, mi afecto, felicitaciones y agradecimiento, a la Familia Harp Grañén.
ESPERANZA Y VITALIDAD QUE SE CONTAGIA Sergio Raúl Herrera Meza Testigo, colaborador y beneficiario
Era cerca de la medianoche del 3 de noviembre de 2017 cuando Edgar y Jonathan, promotores de lectura de la Biblioteca Móvil del programa Seguimos Leyendo de la FAHHO, llegaron a Asunción Ixtaltepec. Al día siguiente, sábado, hacia las 9 de la mañana, una veintena de niñas y niños de la Cuarta Sección de esta población istmeña ya los esperaban en la Pista 20 de agosto, convertida en albergue para muchas familias que se alojaban en tiendas de campaña ante la imposibilidad de habitar sus casas destruidas, o severamente dañadas, por el sismo que había devastado la región un par de meses antes.
Aquello era un pequeño oasis colorido en medio del polvo y los escombros: un par de mesas, un tapete de fomi, un pequeño exhibidor portátil de libros, pero, sobre todo, el entusiasmo y la creatividad de Edgar y Jonathan transformaron la fisonomía de aquel espacio y el ánimo de aquellas familias.
Así dio inicio una etapa de luz en la región del Istmo de Tehuantepec como resultado de las visitas de la Biblioteca Móvil a más de cincuenta comunidades de veintiséis municipios; esa luz que se expande, aparentemente imperceptible pero contundentemente transformadora, cuando los niños recorren las páginas de un libro o escuchan una hermosa historia, cuando se divierten con un juego y crean con sus manos objetos fantásticos usando solamente tapas de botellas, cilindros de papel higiénico, crayolas y papel de colores.
Así, desde los primeros días posteriores al sismo del 7 de septiembre, la FAHHO se hizo presente en esta región a través la reconstrucción de las casas tradicionales y los edificios emblemáticos, la rehabilitación de espacios deportivos y la difusión de la cultura y el amor a la lectura a través de la Biblioteca Móvil, en una primera etapa, y, posteriormente, a inicios del 2019, con el programa de Lectores Voluntarios en los centros de educación preescolar y primaria de Ixtepec y Asunción Ixtaltepec.
No puedo dejar de mencionar que, personalmente, desde hace trece años, he tenido el privilegio de estar cerca de las acciones de la FAHHO y del trato siempre amable, cordial y solidario de don Alfredo, de la Dra. Isabel y de varios miembros del equipo de la Fundación. Tuve la oportunidad de colaborar en la Universidad La Salle Oaxaca en sus inicios y formar parte de ese magno proyecto que los Hermanos de las Escuelas Cristianas y don Alfredo emprendieron en favor de la educación media y superior de los jóvenes oaxaqueños. En el Istmo, de igual manera, tuve la oportunidad de apoyar a la Biblioteca Móvil en su primer acercamiento con las comunidades de la región y, posteriormente, me sumé al equipo de lectores voluntarios del programa Seguimos Leyendo.
A pesar de que las actividades del Programa han sufrido una interrupción impuesta por la pandemia, la acción transformadora de la FAHHO es patente en las comunidades istmeñas: se ven construcciones renovadas que conservan su aspecto original y, sobre todo, ahora hay varios cientos de niños que han tenido la oportunidad de encontrarse con la lectura y nutrir sus mentes y sus futuros con las historias, los sueños, los colores y los aprendizajes que promotores y lectores les han inspirado. De todo ello me considero testigo, colaborador y beneficiario.
Me permito nombrarme portavoz de las comunidades del Istmo para expresar una muy sincera felicitación y un profundo agradecimiento a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca por estos 20 años de apoyar la educación, mejorar el entorno, promover el deporte e impulsar la cultura: formas sutiles, pero enormemente eficaces de sembrar la esperanza y la vitalidad que nuestra sociedad tanto necesita en estos momentos difíciles.
EL MOVIMIENTO QUE UNA PIEDRA CAUSA EN EL AGUA DEL ESTANQUE ES MAGIA Mónica Ortiz Sampablo, madre de un adolescente, profesora de secundaria
Son esas provocaciones, esas ondas en el agua, con las que quiero comparar mi experiencia en Seguimos Leyendo. Podemos ser piedra o podemos ser agua, de una u otra manera se habrán generado cambios. Mi llegada al programa de la Fundación Harp Helú Oaxaca, Seguimos Leyendo, fue así, una reacción en cadena. Mi labor docente y mis inquietudes lectoras han estimulado el interés hacia lo que yo conocía como “Animación a la lectura”. Durante algunos años estuve desarrollando diversas actividades enfocadas en mi proyecto lector, pero debo admitir que a tientas. Hasta que, en 2016, conocí el programa Seguimos Leyendo y encontré un propósito concreto, un hilo de Ariadna. En estos años he realizado hallazgos importantes: como lectora voluntaria descubrí el acto de compartir, no solo las historias de los libros maravillosos de su colección, sino lo que conlleva: las charlas y los intercambios.
En la escucha encontré la esencia del servicio. La Casa Hogar para Ancianos, Los Tamayo, fue el espacio donde cada semana descubría este sentido: la lectura no solo se da en la primera infancia, en realidad cualquier edad es un lugar propicio para descubrir; los años intensifican la experiencia, la piel se arruga, los ojos se van empequeñeciendo, el oído se debilita, pero los abuelos esperaban con ansias esos lunes de lectura en los que sus recuerdos se avivaban, sus ojos, algunas veces húmedos, nos lo decían todo. En la Fundación descubrí un espacio para desarrollar mis habilidades, experimentar, crear, fluir, pues las personas que están al frente de este hermoso proyecto, liderado por la doctora Socorro, son asombrosas, empezando por ella, quien siempre ha estado presente, ofreciendo su amistad y cercanía a sus lectores voluntarios y a sus coordinadores, de quienes puedo decir que nos reciben ya sea en persona, o ahora de manera virtual, con una sonrisa, una calidez y un acervo de libros que nos ofrecían para llevarlos a casa en calidad de préstamo. He ahí mi asombro. De igual manera, cada año he aprendido mucho de sus diplomados, estos generosos espacios que nos ofrece la Fundación, y tengo la fortuna de haber sido alumna en dos de ellos (actualmente curso el tercero, de forma virtual), y debo decir que en cada uno de ellos he conocido a grandes maestros, personas que, además de tener un currículum importante, son cercanos, personajes con trayectoria, experiencia y amor hacia la lectura. Qué decir de mis compañeras y compañeros, generadores de amistad y de asombro. En Seguimos Leyendo he conocido amigas y amigos con los que puedo compartir e intercambiar ideas y planes, por ejemplo, el proyecto de escritura que emanó de una clase que la maestra Raquel Olvera impartió en uno de los diplomados a los que me he referido, y que recientemente hemos retomado, pues no queremos dejar morir esa semilla que también dio fruto.
Es eso precisamente lo que quiero dejar plasmado en estas líneas: el amor y el agradecimiento a la FAHHO por mirar en Oaxaca un lugar en donde, además de la necesidad, existimos personas con talentos y con ganas de compartir y que con esta oportunidad han hecho lo que la piedra hace en el agua del estanque: miran a todos. He tenido como compañeras y compañeros a profesionistas, jubilados, madres de familia, mujeres y hombres admirables a quienes les ha cambiado la vida este programa. En cierta ocasión una amiga me dijo que con gusto se vendría a vivir a Oaxaca únicamente para ingresar a Seguimos Leyendo, me expresó la falta que hacen estos proyectos en todos los estados, y yo le decía, muy orgullosa, que los oaxaqueños y oaxaqueñas somos chingones, y ciertamente usé esta palabra con orgullo, pues cada una de las personas que lo conforman, lo hacen desde el corazón. Seguimos Leyendo tiene en su nombre una consigna, un compromiso, el de transformar, el de avanzar incluso en estos tiempos llenos de dificultad en los que me siento orgullosa de continuar siendo parte de esta gran familia lectora.
FORMAR PARTE DE SEGUIMOS LEYENDO Roberto Ortiz Ramos, lector voluntario
Soy un oaxaqueño de cincuenta y dos años, con sueños de uno de dieciocho y el agradecimiento concentrado de muchas almas de todas las edades. Mi nombre es Roberto Ortiz Ramos y soy lector voluntario del Programa Seguimos Leyendo. Siete años de experiencia me han dejado cientos de sonrisas, muchos amigos entrañables, un valioso cúmulo de aprendizajes sobre libros, escritores, mediadores, técnicas de lectura y mediación lectora para diversos grupos y, lo más importante, la orgullosa certeza de que la vida puede ser útil de muchas maneras y que los cambios personales y sociales se pueden lograr no solo con movimientos bélicos y armas asesinas, sino conquistando corazones, endulzando miradas, potenciando mentes y generando conciencia al rescatar de los textos pedazos extraviados o ignorados, y que son necesarios para vivir mejor. En estos años comprobé que los recursos solo tienen sentido cuando se traducen en obras concretas que benefician a los que nos rodean. He observado los proyectos que la Fundación Alfredo Harp Helú ha instrumentado en mi estado y he decidido caminar junto a ella, dentro de este programa que me llena de muchas y diversas satisfacciones, convencido de que mi granito de arena, y el de muchos otros lectores voluntarios, también redundará en beneficios para mis queridos paisanos.
Las ganas de hacer cosas buenas no siempre son suficientes. Durante muchos años he querido ser mediador de lectura, aun siendo consciente de los múltiples retos que exige esta labor dentro del esquema en el que la concibo: un servicio social, una acción pastoral, un acto ciudadano de regresar a la sociedad todo lo que he recibido de ella, sin esperar una retribución económica. Toqué varias puertas para poder realizar mis deseos como una labor altruista, no siempre tuve los resultados deseados, pero en la Fundación Alfredo Harp Helú recibí una cálida acogida y, por supuesto, los apoyos necesarios.
Gracias al Programa Seguimos Leyendo he mejorado mis habilidades lectoras a través de los talleres y diplomados cursados (Promoción y Estrategias Lectoras, Cultura Escrita y Adolescencia, Primera Infancia e Inclusión); he leído en diferentes lugares (Centro Cultural San Pablo, Escuela Primaria Rufino Tamayo, Escuela Secundaria Moisés Sáenz y Biblioteca Pública Central) y a diferentes poblaciones. Leer y escuchar a otros es leerte y escucharte a ti mismo; la lectura en voz alta es una actividad en la que recibes dando. También he recuperado mi sueño juvenil de ser escritor y, aunque estoy al inicio del camino, ya he sido incluido en las antologías: Élitros: Para hablar se hizo la voz y Élitros: El camino del silencio absoluto. He aprendido a grabar audiocuentos (Perro azul de Nadja, El ciego y el cazador de Hugh Lupton, El pájaro de oro de los hermanos Grimm, La mañana verde de Ray Bradbury) y radionovelas (Fahrenheit 451 de Ray Bradbury y La hija de Oaxaca de A. L. Nolf) con el profesionalismo que exigen estos proyectos y los responsables y técnicos de la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión. Este material está disponible de manera gratuita dentro del acervo de la página del Programa Seguimos Leyendo.
Todo lo anterior se ha logrado gracias a la visión y labor de nuestra directora, María del Socorro Bennetts Fernández, y del compromiso empático y entusiasta de los coordinadores que hemos tenido en cada centro de lectura y que sin esta coordinación, orientación y guía no se lograría la sinergia que tiene el programa. De mi parte, estoy agradecido por la oportunidad de colaborar con todos los que integran la gran y generosa familia Harp Helú, siempre por la construcción de un mundo mejor.
A lo largo de los once años en los que he tenido el gusto de colaborar con la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, hemos logrado construir una maravillosa red de colaboradores y programas siempre en beneficio del sector artesanal, el cual ha crecido paso a paso e incrementado sus alcances de muchas formas.
Para hablar hoy en día de nuestro programa de Arte Popular y Proyectos Productivos es necesario mencionar que durante más de veinte años la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, a través de incontables programas implementados en las comunidades, ha mantenido una relación constante y cercana de colaboración con el sector artesanal. En 2008, con el Museo Textil de Oaxaca creamos programas educativos y de apoyo a la comercialización para el sector artesanal textil, y en el año 2016 con la Coordinación de Arte Popular extendimos los programas, ampliando de esta manera el espectro de técnicas y materiales, así como el padrón de artesanos. Partimos de la profunda admiración y el respeto hacia este trabajo hecho a mano que nos fascina; además de que entendemos que esta actividad es el sustento de miles de familias en el estado de Oaxaca y en todo México. Por medio de exposiciones, talleres, encuentros y sesiones de charlas con los propios artesanos nos retroalimentamos y difundimos el magnífico quehacer artesanal.
Somos conscientes de que para crear programas que brinden apoyo a los artesanos es necesario conocerlos y entenderlos, lo cual hemos logrado con las visitas a los talleres. Así, este andar con los artesanos nos llevó, en abril de 2017, a abrir Andares del Arte Popular, una iniciativa que se centra en el apoyo a la comercialización de la artesanía y que busca entender y apoyar, de una manera más integral, los retos y las necesidades de los maestros artesanos.
Hoy, nuestro Programa Integral de Arte Popular gira en torno a tres ejes principales: programas educativos, de comercialización y de mejoramiento de los espacios de trabajo. Más allá de los números, hemos creado sólidas alianzas con familias enteras de artesanos y hemos descubierto que, lejos de pensar que la artesanía está desapareciendo, afirmamos que se encuentra muy viva; y nos llena de emoción y esperanza ser testigos del compromiso de las nuevas generaciones, quienes han sabido adaptarse a la era tecnológica y enlazarse con sus clientes para crear, en muchos casos, piezas únicas que tienen un propósito, además del estético. Si bien es cierto que la artesanía lucha por mantenerse vigente en una era en la que el consumismo y lo hecho en serie nos hipnotiza, en medio de este mar de miles de opciones de objetos surge la necesidad de admirar y vincularnos con nuestras raíces, pues cada pieza de arte popular refleja la identidad del artesano que la trabaja. En las propias palabras de los artesanos: “Cada pieza que elaboramos lleva una parte de nosotros”.
De igual forma que con las familias de artesanos, mediante la convivencia respetuosa y la comunicación constante hemos creado alianzas con instituciones del país que tienen objetivos afines a los nuestros. Tal es el caso de la Escuela Nacional de Cerámica, de Tapalpa, Jalisco, con la que trabajamos su programa de hornos libres de humo para alfareros, el cual encontró un campo sumamente fértil en Oaxaca donde, gracias a esta colaboración, hemos construido siete hornos que benefician a veintinueve familias. Programas como estos brindan un beneficio directo y atemporal a los talleres, ya que protegen la salud del artesano y cuidan el medio ambiente. Ver la alegría y escuchar los testimonios de las familias que reciben este apoyo nos llena de energía y ánimo para seguir adelante.
El 2020 ha sido, definitivamente, un año complicado para todos, pero gracias a la generosidad de la familia Harp Grañén, a la colaboración con la FAHHO, el Museo Textil de Oaxaca y Andares del Arte Popular creamos, durante este tiempo de confinamiento, un programa de apoyo para los artesanos sin precedentes, y llegamos a dieciséis estados de la república, beneficiando a más de 1 000 familias de creadores de arte popular.
No podemos hablar del éxito de nuestros programas sin agradecer desde el corazón todas las alianzas que hemos tejido con tantas iniciativas afines a las nuestras. Sabemos que hay mucho trabajo por hacer para darle al arte popular mexicano el reconocimiento y la protección que se merece, pero estamos convencidos de que es una tarea que nos compete a todos, y sabemos que vamos en la vía correcta para lograrlo.
A pesar de los retos, queremos continuar nuestra misión de difundir el arte popular mexicano con más motivación que antes; sabemos que estamos brindando apoyo cuando más se necesita, pero seguimos invitando a todos a darse el tiempo de conocer la artesanía mexicana, a consumir local y apoyar a nuestros creadores mexicanos.
Es difícil medir el alcance que ha tenido el trabajo de la coordinación de Comunicación durante todos estos años: se han realizado incontables publicaciones desde que se crearon las redes sociales de la FAHHO y sin lugar a duda, quienes conformamos este equipo hemos tenido una infinidad de experiencias en las coberturas de eventos que hemos realizado, ¡y ni se diga la creación de contenido audiovisual!, que nos ha permitido llegar a lugares inimaginables.
En el área de Comunicación somos afortunados, ya que conocemos un poco más de cada uno de los proyectos que realiza la FAHHO; el hecho de relacionarnos con todas las filiales es sumamente enriquecedor ya que, al tiempo de acudir a cubrir un evento, aprendemos algo nuevo; en una semana podemos tener la presentación de un códice, un concierto, un taller para niños y la inauguración de una exposición, de donde siempre nos llevamos un conocimiento nuevo a casa.
Sabemos que todas y cada una de las actividades llevan mucho tiempo y dedicación para su desarrollo, por eso es importante tener un registro de ellas. Así, no podemos dejar de lado el apoyo y la relación tan cercana que hemos entablado con los medios de comunicación, locales, nacionales e incluso internacionales; ellos representan un apoyo fundamental para lograr un mayor alcance en la difusión de las actividades de la FAHHO, así como cuando se acercan a nosotros para programar entrevistas sobre algún tema que les interesa.
Cuando el área comenzó sus labores nadie se hubiera imaginado que una persona al otro lado del mundo podría ver, en tiempo real, algún concierto que transmitimos en vivo desde uno de nuestros bellos espacios en Oaxaca. Por cierto, también hemos tenido la fortuna de atestiguar cada una de las transformaciones de los espacios de la FAHHO a través de procesos de restauración; hemos platicado de cerca con las personas que trabajan en las obras y que, muy atentos siempre, nos comparten algún nuevo descubrimiento que quieren que grabemos.
¡Ni qué decir de las coberturas de campo! Nos permiten conocer aún más del trabajo que realiza la Fundación en las diversas comunidades del estado; todos esos artesanos que nos han abierto las puertas de sus hogares para realizarles una entrevista, incluso en este tiempo. Afortunadamente también hemos platicado, por lo menos unos minutos, con todas las personalidades que nos visitan, desde un investigador, hasta un pelotero que logró su sueño de llegar a las grandes ligas.
No cabe duda de que en el área de Comunicación hemos sido muy afortunados.