A lo largo de 25 años Home Runs Citibanamex ha beneficiado a más de 3 mil 500 instituciones que trabajan por una mejor sociedad

Oaxaca de Juárez, Oax.- A 25 años de haber sido creado por Alfredo Harp Helú, el programa Home Runs Citibanamex ha destinado apoyos a 3 mil 677 instituciones de la Ciudad de México y Oaxaca que destacan por su compromiso social a favor de quienes más lo necesitan. 

En la edición 2021, el programa que une al beisbol con las causas sociales destina 7.5 millones de pesos para beneficiar a 95 instituciones de esta entidad que impulsan proyectos en los rubros de Educación, Salud, Deportes, Ecología, Cultura y Proyectos Productivos.  

Para la Doctora María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), la importancia del programa radica en el gran número de personas que han sido beneficiadas a lo largo de estos años con la dotación de equipos de cómputo, bicicletas y material bibliográfico para bibliotecas, además de otros recursos que permiten el desarrollo de otras actividades que las instituciones generan para los ciudadanos, sobre todo en tiempos difíciles como los que ha generado la pandemia del Covid-19 en México y el mundo.  

En las dos últimas ediciones, resaltan las donaciones que la FAHHO y Fomento Social Citibanamex ha realizado para proveer de equipo médico a los doctores, enfermeras, camilleros, personal de limpieza y demás trabajadores de los hospitales de Oaxaca que se mantienen en la lucha contra el coronavirus. 

En esta edición, en el rubro de Salud, se entregaron 1 millón 546 mil pesos que benefician a 17 instituciones con material hospitalario como guantes, overoles, cubrebocas, goggles y monitores que les permitirán continuar su labor durante la pandemia.  

Entre las instituciones destaca el apoyo al Hospital de la Niñez Oaxaqueña; Hospital Macedonio Benitez Fuentes, de la ciudad de Juchitán; el Hospital General de Especialidades de Salina Cruz y el Hospital General de la Zona 01 del Instituto Mexicano del Seguro Social, en la ciudad de Oaxaca.  

En Educación se destinaron más de 3 millones de pesos a 51 instituciones educativas del estado para la adquisición de equipos de cómputo, mobiliario, libros, juegos didácticos y computadoras con Endless OS. Este rubro ha sido, desde el inicio del programa, de suma importancia, y aún más en este momento en que la educación se ha tornado digital y a distancia: la FAHHO busca apoyar a los niños y niñas oaxaqueños para que no dejen de estudiar.  

En el rubro Deportes se invirtieron 800 mil pesos para dotar de artículos deportivos a 11 municipios del estado de Oaxaca, los cuales fueron beneficiados con la donación de bicicletas, balones de futbol, basquetbol y volibol; además de pelotas de beisbol, bats, arreos y manoplas. Algunos de los municipios beneficiados son San Jerónimo Taviche, San Andrés Paxtlán, San Sebastián Ixcapa, El Espinal, Ixtlán de Juárez, San Gabriel Mixtepec y San Juan Juquila Vijanos, entre otros.  

Invitan a postular a personas o colectivos para el Premio Emiliano Cruz

Oaxaca de Juárez, Oax.- El Premio FAHHO-CaSa Emiliano Cruz se dirige a personas o colectivos que, por iniciativa propia y fuera de sus actividades laborales, realicen aportes significativos y originales al uso de las lenguas de sus comunidades. La convocatoria cierra el viernes 24 de septiembre.

“Creo que este enfoque es único para un premio de lenguas indígenas de México. Por tanto, complementa los Premios CaSa que reconocen el talento artístico en estas lenguas. La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO) está convencida de que los premios CaSa representan el reconocimiento más coherente y valioso que existe para los creadores en las lenguas de Oaxaca”, detalló Michael Swanton, investigador y director de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova.

El Premio FAHHO-CaSa Emiliano Cruz, en su primera edición en 2020, se otorgó a Cipriano Ramírez Guzmán quien es hablante del ixcateco, idioma que está en alto peligro de extinción. Él fue postulado por la asociación Diversidad Lingüística y Cultural. 

Para participar puedes nominar a cualquier persona, hablante de alguna de las lenguas nacionales, que haya demostrado una extraordinaria labor en favor de sus lenguas. El premio consiste en: $30,000 (treinta mil pesos) y un reconocimiento.

Las nominaciones deberán ser enviadas por parte de terceras personas, organizaciones o autoridades municipales. Si las personas realizan o realizaron actividades remuneradas por parte de alguna institución para documentar, describir, promocionar o divulgar las lenguas originarias, debe demostrarse que la razón por la que se le nomina, va más allá de sus deberes oficiales.

Las nominaciones deben enviarse en un archivo PDF, y deberán incluir la siguiente información: datos generales de la persona nominada (nombre completo, dirección, teléfono, correo electrónico), descripción del trabajo realizado, esto incluye detalles de por qué se debe considerar al candidato, descripción del impacto de su trabajo en las comunidades hablantes, tres referencias de beneficiarios, autoridades municipales o educativas, líderes comunitarios, y cómo se relacionan con su trabajo. Las nominaciones deben enviarse por correo electrónico a premioemilianocruz@gmail.com 

La convocatoria completa se puede consultar en la página: www.casa.oaxaca.gob.mx este premio es emitido por la Fundación Alfredo Harp Helú de Oaxaca a través de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdoba, el Centro de las Artes de San Agustín y la Asociación Civil Amigos del Instituto de Artes Gráficas de OAxaca y del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo.

EDITORIAL

Es la época en la que los campos de Oaxaca se riegan y reverdecen. Los cerros adquieren tonalidades exuberantes, casi imposibles, como si hasta la vista se nos hubiera renovado. Sin embargo, no todas las tierras reciben de manera positiva esta temporada de lluvias; en otros lugares se desbordan los ríos, se deslavan los caminos, se pierden bienes y vidas. La humanidad sigue en constante aprendizaje: debemos hacer buen uso no solo del agua, sino de la tierra misma, y de todas las energías a las que tenemos acceso para dejar esta tierra mejor que como la encontramos.

Dice Gastón Bachelard que para que una meditación se prosiga con bastante constancia como para dar una obra escrita es necesario que un elemento material le dé su propia sustancia, su poética específica. Así, en esta ocasión, las meditaciones de los colaboradores de la Fundación se sirvieron del agua como poética para cada uno de los textos que entregamos en esta edición del Boletín Digital FAHHO.

El lector encontrará reflexiones sobre el uso que se hace del agua en las diversas tareas que se desempeñan en las instituciones de la Fundación. El Museo Textil, por ejemplo, comparte un texto de los integrantes del Taller Arte Seda, de Teotitlán del Valle, quienes no pierden la oportunidad para meditar sobre el agua incluso desde las prendas de vestir que elaboran. En el texto del Jardín Etnobotánico de Oaxaca nos remitimos a la construcción de la cisterna de este edén localizado en el corazón de la ciudad de Oaxaca, y la BS Xochimilco nos comparte un video en el que explica el funcionamiento de su sistema de captación de agua de lluvias. El artículo de la BIJC nos detalla algunos datos que empapan historia de la instalación de la planta hidroeléctrica en San Agustín, Etla, así como una valorización de su actual estado y posibles usos.

A partir de la reflexión de nuestros amigos y colaboradores, invitamos a nuestros lectores a tomar el agua también como su poética para meditar, aprender y cambiar nuestra visión. También nosotros podemos reverdecer y crecer como el campo.


El moisés líquido o del agua

Que haya trabajo, pan, agua y sal para todos.
Nelson Mandela

Bruno, triste, miró a sus perros, gatos, gallinas y a una cabra putrefactos, flotando en el río fúnebre que caía montaña abajo. Apretó los puños y los dientes, mientras observaba. Buscaba a Río, cuando de pronto este, fuerte, ancho, oscuro y cristalino salió de su cauce e invitó al niño a tomar asiento en una gran roca. Sus barbas y cabellos hirsutos chorreaban.

—Bruno, te conozco, ¿qué te sucede? —le preguntó Río.
—Mis amigos mueren cuando te beben, y me dijo la abuela que era por tu culpa; ella tiene miedo, así que me mandó a buscarte.
—Mmm, poco puedo hacer —contestó el Viejo Agua.
—Mi abuela me dijo que te diera esto
—y le extendió una jícara con cacao cubierta con un paño blanquísimo bordado.
—¿Por qué? —preguntó Río extrañado, mirándolo fijamente a los ojos—.

Mira, yo soy el Alfa y Omega, soy las tres partículas cósmicas y etéreas que en el universo crean la vida. Desde el origen de esta, Lilith y su compañero, en el Edén, antes y después de comer el fruto desnudo de la sabiduría, —Seréis como Dios, conocedores del bien y del mal—, me bebían y hacían sus abluciones sagradas; incluso, antes de engendrarte entre mis cuatro brazos, Pisón, Gihón, Hidekel y Phirat, estos dos últimos también llamados Tigris y Éufrates, quienes regaron los edenes colgantes de Babilonia, los sabios me bebían e inventaban Las mil y una noches, y los números que miden al universo y al átomo. Confucio, Lao Tse y Mao me dijeron “Gracias, Yang Tse”, mientras tomaban el sol, la luna y a mí; y los campesinos y sus compañeras, frente a la muralla, se unían para hacer germinar los arrozales. Y de mi cauce los fenicios iniciaron la alquimia, y sus mujeres, la agricultura; al mismo tiempo, Keops, el faraón gatuno, ronroneaba papiros, barcas, cerveza y mis nombres, Iteru, Al nil o Nilo. Khalil Gibran y sus cedros pensantes me reverenciaban como Nahr al Litani o Baalbek en Líbano.

Luego de esa larga presentación, Río guardó silencio. Miró de soslayo al pequeño. Cruzó una pierna sobre la otra y, señalando con el dedo hacia lontananza, continuó:

—De mi cuerpo salieron los peces y las plantas que lo mismo alimentaron al esclavo que a Buda o a Mahoma; santificó el bautismo de dos primos unidos por el infortunio, Juan y Yoshua. Sin mí no habría civilización ni cultura, ni hombres ni vida: Me llamo Legión, Rhin, Po, Jordán, Usumacinta, Maskvá, Bravo, Papaloapan, Vístula, Atoyac, Volga, Amazonas, Danubio, Jalatlaco, Don, Támesis, Sena, Tíber, Balsas, Véneto, Ganges, Níger, Orinoco o Argentum.

Bruno miró los pliegues en la frente de Río, “Es un joven viejo”, dijo para sí. Tomaron asiento bajo un ahuehuete y en el cuerpo líquido de Río, los peces multicolores brincaban, y los nenúfares violetas, blancos y azulencos del impresionismo, flotaban. Sol cenital.

—Puedo ser el más sensible, dócil y tierno, soy arroyo y arrullo; cuna, moisés y mortaja. Soy laguna, sangre, efluvio divino, mar, río subterráneo, saliva, océano, lago, sudor, amnios, cenote, granizo, nieve, manantial, glaciar; o las lágrimas filosas de un niño hambriento, con sed, o de una madre o un padre llorando ante el cadáver de su hijo tendido. Nezahualcóyotl, Cuitláhuac y nuestro último tlatoani, el abuelo joven, Cuauhtémoc, ungieron sus cuerpos en mí cuando yo, helado, brotaba del Popocatépetl en la gran ciudad flotante de Tenochtitlan y antes de que la bella Águila que desciende, que no cae, se metamorfoseara en Evémero y aquí, en Huaxyacac, el Señor 8 Venado Garra de Tigre y la bella Donají también fueron paridos en las riberas de Apoala y del Atoyac.

Río y Bruno echaron a caminar y entraron a una caverna, descendiendo entre penumbras. En sus aguas turbias bamboleaban animales, flores, ¿un niño, una niña?, con los vientres hinchados, y, en la ribera, un xoloitzcuintli hacía cabriolas y olisqueaba a los recién llegados.

—Aquí, en el Mictlán, Tierra de los Muertos, entre los ríos Apanohuacalhuia y Apanohuaya; aquí, en el Hades, me llamo Aqueronte, Dolor, Cocytus, Lamentos, Phlegethon, Sangre hirviente, hasta llegar al río Leteo u Olvido o al Estigia o Sagrado. Triste y furioso soy ciclón, maremoto, tornado, huracán, tsunami, tifón, diluvio o veneno porque me ensucian y han abierto el canal a mi compañera, La Tierra, para sacarle del vientre divino las piedras lunares que los dioses machos Belcebú, Baal, Moloch, un becerro áureo y los resplandores de Mammón ordenaron llevar al altar de los sacrificios.

Un silencio se alargó, reptando.

—Bien, Bruno, ahora ya lo sabes. Anda, ve a casa, te deben estar buscando.
—No, espera, ¿cómo te puedo ayudar? —, preguntó el niño abriendo sus ojos.
—Mmm, aún eres muy pequeño, pero busca a quien, humilde y descalzo, siembre árboles, cree bosques, cultive amorosamente la tierra, a quien acaricie maravillado, con ternura, una gota titilante del rocío al amanecer y a quien aspire respetuoso los colores de los pétalos.

El niño le observaba, oía atentamente y entrecerró sus ojos.

—Diles a tus amiguitos que ni su Madre Tierra ni yo somos basurero y a los adultos, ah, los necios, diles que les regalamos la alquimia para hacerles menos penoso y triste el viaje, como a Prometeo el fuego, no para que nos echen sus venenos. Diles que todo lo que esté a favor de la vida, eso, eso es el bien.

Brunito —continuó Río— recuerda a los africanos: el agua sucia no puede lavarse. Busca a quien piense, trabaje y actúe para las generaciones venideras. Bruno miró cómo en el cuerpo del gigante líquido los peces y las caracolas fluorescentes nadaban y curioso metió sus dedos en el costado de Río y una medusa azul cobalto le rozó suavemente.

—¡Ah!, y devuelve esto a tu abuela, dale las gracias —y le regresó el pañuelo— y dile que, cuando llegue el momento, ella lo sabrá, no tendrá miedo alguno y que, con este bordado, deberá cubrir su cabeza; y que Perrito, aquí a mi lado, la espera; dile, ella sabrá qué debe hacer contigo y con su gente. Anda, sigue ese hilo plateado de telaraña hasta la salida.

Río le dijo todo esto con los ojos cristalinos y la voz ronca, cayendo en cascada. El perro lamió las manos del pequeño, quien empezó a subir en silencio a la cima de la dulce montaña ensangrentada y, cuando salió del bostezo de la Tierra, miró a los niños y a las niñas trepar a los árboles, jugando, arrojarse al agua limpia con sus sonrisas
colibríes, mientras otros comían ciruelas, membrillos y mangos verdes sentados en la ribera.

“¡Hey, miren, ya llegó Bruno, ya llegó! ¡Ven, ven a jugar con nosotros, ven…!”, le gritaron. Y Bruno recordó a su abuela y alcanzó a oír los ladridos agudos de un perrito a lo lejos, muy a lo lejos…


Cosechar la lluvia en Oaxaca

Así se construyó la mayor cisterna pluvial en el estado, con una capacidad de un millón trescientos mil litros.

En 1993, cuando empezamos a imaginar con el maestro Francisco Toledo que plantaríamos un jardín botánico en el antiguo huerto de Santo Domingo el Grande, propusimos hacerlo autosuficiente en agua. Ya desde esas fechas era evidente que el crecimiento de la ciudad rebasaría muy pronto la capacidad de la red de agua potable. En un principio, pensamos ordeñar la línea de drenaje que corre bajo la calle de Macedonio Alcalá, purificándola mediante un pantano artificial. Poco tiempo después, ese proyecto fue desechado porque requeriría sacrificar buena parte del terreno del actual jardín (2.3 hectáreas) para cultivar juncos y espadañas, cuyas raíces limpiarían el flujo lentamente y la pestilencia sería difícil de evitar. Optamos entonces por evaluar la factibilidad de perforar un pozo, para lo que contratamos a un equipo de especialistas en geofísica, quienes sondearon el subsuelo mediante conductividad eléctrica y nos marcaron un punto en la sección nororiental del predio, donde estimaron un aforo de varios litros por segundo, a una profundidad razonable. Para decepción nuestra, ya hecha la perforación, el chorrito resultante no alcanzó a llenar una cubeta, antes de menguar a un triste goteo.

Fue entonces que nuestro grupo de trabajo, conformado bajo la figura del comité técnico del fideicomiso para el jardín, examinó la alternativa que debía habernos sido obvia desde el inicio: aprovechar los 700 milímetros anuales de lluvia que caen, en promedio histórico, en nuestra porción del Valle de Oaxaca, un volumen inmenso de agua que se pierde en la red de aguas negras y se desperdicia año con año. Fue así que la maquinaria pesada, encabezada por una grúa enorme, comenzó a excavar un gigantesco boquete en el corazón del jardín en 1998. Los restauradores del antiguo convento pegaron el grito en el cielo, alegando que la obra amenazaba la estabilidad de los cimientos del antiguo convento. Tuvimos que llamar a los peritos del despacho más renombrado en ingeniería civil en la Ciudad de México para que emitieran una opinión técnica que, por fortuna, fue favorable para nosotros. Fue así, a contrapelo, como se construyó la mayor cisterna pluvial en el estado, con una capacidad de un millón trescientos mil litros. La obra no fue sufragada por el fideicomiso mencionado, sino que corrió por cuenta del Gobierno del estado. Veintitrés años después, agradecemos la iniciativa del Lic. Diódoro Carrasco para dotar al jardín con agua.

Por nuestra parte, colamos una serie de artesas de concreto en el perímetro de todo el exconvento, al pie de cada una de las gárgolas que desaguan las bóvedas: media hectárea de edificación virreinal, más varios cientos de metros cuadrados ocupados por los patios interiores, cuyos escurrimientos también captamos. Cavamos zanjas e instalamos decenas de metros de tubería oculta para conducir el agua de lluvia a la cisterna, haciéndola pasar por pozos de visita y areneros que filtran los sedimentos y atrapan la basura arrastrada en los chubascos. Es con esa agua que regamos la sección dedicada a los bosques húmedos. Con esa misma agua operan los sanitarios al servicio de los trabajadores y los visitantes del jardín. Así la cisterna contribuye a hacer del Jardín Etnobotánico una institución sostenible, no solo porque cubre buena parte de nuestras necesidades de agua, sino porque aporta fondos para las finanzas públicas. Concluida la construcción de la cisterna, la losa de concreto fue recubierta de cantera en un diseño de anfiteatro, donde actualmente se celebran las bodas y otros eventos sociales que generan ingresos monetarios sustanciales.

Ante el calentamiento global y la escasez creciente de agua, estamos convencidos de que las ordenanzas federales, estatales y municipales deben estipular que todo proyecto de construcción, sea público o privado, incluya la obligación de captar y almacenar agua pluvial a partir de ahora. Construir un sistema como el del Jardín es caro y demanda trabajo de mantenimiento todo el año, pero el costo de obras a escala para cosechar la lluvia en proyectos más pequeños es incomparablemente menor. Las represas gigantescas edificadas en los últimos cien años, como los embalses de Temazcal y Cerro de Oro en el norte del estado, han deteriorado la vida de los ríos en todo el país. Ya es tiempo de que olvidemos las cortinas de concreto y pensemos en cosechar la lluvia casa por casa.


El valor del agua, 2021, UNESCO

El pasado 21 de julio, la UNESCO presentó en México la versión en español del Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos. Este documento se publica periódicamente, desde el año 2003, y consiste en mostrar las diferentes estrategias y los recursos disponibles que satisfacen la demanda del agua a nivel mundial. La edición, que se publica cada año, se centra en un tema específico, como, por ejemplo, el
agua y el cambio climático (Water and climate change, 2020), la adecuada gestión de recursos hídricos para combatir la pobreza y desigualdad económica (Leaving no one behind, 2019), o las soluciones basadas en la naturaleza para el manejo del agua (Nature-based solutions for water, 2018).

Para este año, el informe reúne datos sobre la valoración del agua en distintos sectores, como el almacenamiento, su demanda y uso en sectores de agricultura, industria, comercio y energía; además de la calidad, que cada día es menor debido a la contaminación, también se registran datos sobre los servicios de suministro, saneamiento e higiene en los asentamientos humanos. La finalidad que se persigue es la de otorgar una herramienta que contribuya a alcanzar la sostenibilidad. Ante el significativo incremento de la escasez de agua, y frente al contexto pandémico por COVID-19, resulta alarmante que “más de 3 mil millones de personas en el mundo y dos de cada cinco centros sanitarios carecen de acceso adecuado a instalaciones para lavarse las manos”, así lo señaló en la presentación del 21 de julio el representante de la UNESCO en México, Frédéric Vacheron. Ante esto, el informe menciona que la gestión del agua requiere enfoques innovadores que apunten a una economía circular, además de sugerir que el valor dado al agua es una cuestión holística, ya que no se reduce a valores monetarios, sino que integra aspectos culturales, espirituales y de tradición. Esto lleva a replantear la consideración que se tiene del agua: pasar de verla como un elemento de consumo, para valorizarla como parte de una infraestructura integradora.

Cabría entonces preguntarnos qué acciones tomamos nosotros ante los datos recogidos en el informe, si acaso la realidad queda lejos de lo que se menciona y, de ser así, cómo contribuimos en el día a día para cambiar el panorama tan negativo que se nos presenta.

Para consultar el informe completo en español, así como los correspondientes a años anteriores, visita la siguiente liga:

http://www.unesco.org/reports/wwdr/2021/es


Cómo aprovechamos el agua de lluvia en la biblioteca

¡Hola, amigas y amigos!

Oigan, seguramente alguna vez, mientras llueve a cántaros, o bajo una fina llovizna, se han detenido hipnotizados, mirando el sendero que sigue el agua, así, sin pensar nada, solo escuchando cómo corre la lluvia. ¿Se han preguntado a dónde va tanta agua? ¿Se les ha ocurrido que podría utilizarse para el escusado, por ejemplo, o para regar las plantitas de su casa? En el mundo, una gran cantidad de personas no cuentan con este privilegio, el del agua, y tienen que conformarse con unos pocos litros para cubrir todas las necesidades de su familia. En otras partes, las inundaciones hacen que se pierdan bienes tan necesarios como los hogares, las cosechas e incluso, tristemente, las vidas.

Pues hoy queremos recordarles, estimada lectora, amable amiguito, que es su deber realizar algunas acciones responsables con la parte de la tierra que les ha sido dada, y con la parte del agua a la que tienen acceso. Les aseguramos que todas las especies de insectos, aves y otros animalitos, así como los propios seres humanos, se beneficiarán de cada pequeño cambio que hagan en su rutina: no desperdicien agua, no tiren basura en las calles y separen la que se genere en casa; cuiden las plantas y a los animales, y compartan con sus amigos las estrategias que cada uno realice en su hogar. Nosotros somos de barro, nos encantaría, pero solo nos queda mirarlos a ustedes y saber que son la generación que salvará al planeta.

En el siguiente video, el equipo de la Biblioteca Infantil de Xochimilco te comparte algunas imágenes de cómo aprovechan el agua en este maravilloso espacio. Si nos has visitado anteriormente podrás ubicarte en los espacios, y si no, seguro te darán ganas de venir en cuanto las condiciones lo permitan.

Nosotros, los sapos de Toledo, estaremos aquí, aguardando sus visitas, viendo cómo cae la lluvia.


S.O.S. AGUA: emisión postal de Argentina 2009

El llamado de auxilio al cuidado y uso consciente del agua ha sido siempre fundamental e importante para la filatelia. Así, la intención de este artículo es la de hacerles llegar un mensaje de reflexión, fuerte y claro, ya que el agua es el componente principal para que exista vida.

En 2009, el Correo Argentino emitió una hojilla con dos timbres que abordan el tema de la importancia del cuidado del agua. Esta hojilla, además de su importante mensaje, destaca por su peculiar y creativo formato, ya que la idearon como una tarjeta rasca-gana: al ir rascando los diseños encontramos datos significativos acerca del cuidado y uso correcto del agua. En esta emisión todos los detalles cuentan, desde la selección de los colores hasta la información y creatividad con la que fue realizada; la hojilla ilustra un bloque de información con los colores de un semáforo para indicarnos cifras que apuntan a la forma en la que usamos el agua: el verde indica que su uso es moderado, el amarillo y naranja con información preventiva, mientras que el rojo nos muestra en qué momento la desperdiciamos más.

Otra emisión filatélica que ha destacado por el mensaje que nos envía es la emisión del 2015 de España, Año Internacional de los Suelos. La postal nos habla de la importancia de hacer conciencia sobre el papel que desempeñan los árboles para el ciclo del agua y la regeneración de los suelos. Para ello, muestra el contraste de un suelo fértil, con frutos producidos por él mismo y un bosque rico en especies vegetales, en contraposición con un suelo resquebrajado y desértico, consecuencia de la degradación del ecosistema.

Su mayor peculiaridad radica en que la estampilla lleva insertas varias semillas de petunia junto al lema: “Regenera el suelo. Plántame”. El mensaje es claro: nos invita a que, después de haber usado el timbre al enviar nuestra correspondencia, sea plantado para que germinen las semillas de esta planta.

Y es que los árboles y plantas forman parte de un ciclo vital para la conservación del agua y preservación de los suelos, porque cuando llueve los árboles contribuyen a reducir la velocidad con la que el agua llega al suelo, impactando primero en las hojas; este proceso facilita la filtración de agua y el llenado de los reservorios acuáticos subterráneos. Por ello, los bosques son fundamentales en el ciclo del agua, man tienen la calidad del líquido, influyen en la cantidad disponible y ayudan a evitar desastres naturales como inundaciones, desprendimientos de tierra y sequías.

¡Cuidemos el agua y plantemos árboles!

¡Para una mejor calidad de vida y por amor a las futuras generaciones!


Madre Agua. Taller Arte Seda de Teotitlán del Valle, Oaxaca

Desde los años noventa —época de nuestra niñez— comenzamos a escuchar en comerciales de la televisión y la radio acerca del problema de la contaminación y escasez del agua. Crecimos con ese tema en la mente mientras observábamos cómo iba ocurriendo: primero, lentamente, con la sequía de los arroyos en la comunidad, después sin imaginarlo— comprando agua embotellada, cuando este líquido vital es un derecho y no un producto. Somos artesanos de la comunidad de Teotitlán del Valle y nos dedicamos a la sericicultura, al tejido y teñido de textiles, y a la creación de piezas con fibras naturales como la seda, la lana y el algodón. Nos involucramos en ciertos quehaceres del hogar: plomería, electricidad, carpintería y albañilería; y en tareas comerciales que incluyen a la contaduría, el mercadeo y la publicidad, así como en la importante labor del cuidado del medio ambiente. En la comunidad nos regimos por usos y costumbres, por lo tanto, damos servicios comunitarios de uno, dos o hasta tres años, según sea el caso, lo que nos permite conservar nuestra lengua, costumbres y tradiciones. Ahora, nos acercamos a la escritura, y todo con la finalidad de crear un mejor entorno y reflexionar sobre el cuidado de la naturaleza.

Con nuestro granito de arena pretendemos contribuir a la conservación y cuidado de la Madre Agua que nos alimenta, hidrata, purifica, cura e inspira. Mediante los textiles que elaboramos rendimos homenaje al elemento de la vida; adoramos al agua y la representamos en todas sus formas en el proyecto del Taller Arte Seda.

Nos emocionamos al recibir la invitación del Museo Textil de Oaxaca en 2019 para formar parte de un proyecto de cocreación con el artista Khatri Adil Mustak de la región de Kutch, en India. Observamos que nuestras culturas tienen muchas similitudes y, sin importar las barreras del lenguaje o la diferencia de horarios, pudimos crear una amistad y coincidir en muchas ideas; una de ellas es la conciencia de la importancia del agua para la vida en el planeta. El agua es el elemento que predomina en nuestro planeta, pero solo el 2.5% es dulce; aun así, nos empeñamos en contaminarla y hacer mal uso de ella. No conformes, también dañamos el mar y los océanos donde habita una infinita cantidad de seres vivos. Tristemente, la industria textil es una de las más contaminantes del planeta y la “moda rápida” nos ha hecho consumidores voraces de indumentaria desechable, lo que agudiza aún más el problema.

Nuestra propuesta textil va más allá de una moda: es esencial, es comunicación entre nuestro ser con la tierra, el agua, aire, fuego, con el cosmos. Cada pieza elaborada es como el ser humano, cada uno con su singularidad, belleza y alma. Por tal motivo tenemos la responsabilidad de mantener y transmitir los conocimientos ancestrales heredados a nuevas generaciones y entregarles un mundo mejor. Fue así como elegimos por tema el agua y sus representaciones.

Pensamos crear algunas prendas de uso diario como pantalones, vestidos y abrigos, además de un pabellón. Todas las piezas se tejieron en telar de pedal con hilo de algodón teñido de manera natural. El pabellón es una invitación a pensar: al descansar frente a él podemos ver y reflexionar sobre la vida en el mar, darnos cuenta de que hay muchos animales de distintas especies y que, por la contaminación, los estamos matando. La solapa del abrigo representa la porción de agua dulce que existe en el planeta y cómo se va agotando por la inconsciencia de la humanidad al no cuidarla y valorarla. Esta idea nos hizo recordar las anécdotas de nuestros padres que en su niñez iban al pozo a acarrear agua; pensamos que esa búsqueda los hizo valorarla. Hoy en día solo abrimos la llave y ahí está, y nos olvidamos de dónde proviene y el esfuerzo que hicieron los abuelos para traerla hasta el hogar. El vestido representa a la fértil Madre Tierra que da vida al ser fecundada por el agua. Finalmente, el pantalón es una representación de las diferentes formas que puede tomar el agua y que, en este caso, son copos de nieve. Bajo nuestros pies tenemos el más hermoso planeta, disfrutémoslo y demos oportunidad a que nuevas generaciones lo disfruten.

Las piezas elaboradas por el Taller Arte Seda y por Khatri Adil Mustak, así como aquellas creadas por el resto de los equipos involucrados en el proyecto, se encontrarán exhibidas en el Museo Textil de Oaxaca del 11 de septiembre de 2021 al 2 de enero de 2022.


Tres cuartillos de agua y el ramal hídrico de Oaxaca

Esquina y restos de la fuente del Teatro del Recreo o Teatro Noriega, se encontraba ubicada en la calle de Colón, Centro Histórico, Oaxaca de Juárez. Fuente: Internet.

“Anda Andrés a sacar agua, ¡Ay, yo no voy!,
ahorita voy para Oaxaca,
ahí en la pilita de Juan Diego, ahí bebo yo”.

Rosalía Ortega Ramírez

“Tres cuartillos de agua al convento”, así afirmaba el mandato otorgado a merced de la ciudad de Oaxaca para que se repartiese el agua en la entidad. El día 12 de septiembre de 1545, el virrey Antonio de Mendoza confirmó dicha solicitud para que se repartiese el agua “que viene a la Ciudad”.

Este mandato marcó el inicio de una magna construcción que demandaría gran perseverancia, misma que fue ilustrada por reseñas de la época, mediante las que se humaniza la ilusionada construcción que condujo al crecimiento de la antigua Antequera. El acueducto, conformado por arcos, canales, presa, puentes y fuentes, habría de construirse con resistentes dimensiones: el uso de la piedra de río, cal y arena sería obligado para que la construcción fuera lo suficientemente fuerte; una obra que pudiera salvar las formaciones naturales propias de un bosque espeso con profundos barrancos y elevaciones notables.

Han de ser obligados y se obliguen de romper la peña donde se ha de arrimar y edificar el arco y presa […] la dicha presa estará firme e permanente, han de hacer un caño de estar labrado de cal e arena con piedra del río del ancho del caño viejo que esta vierto, del mismo alto que por lo menos tenga dos pies, la cual dicha atarjea ha de estar bien hecha en esta manera, que la pared de arriba tenga de grueso una tercia de vara de medir y la pared de abajo hecha hacía el río media vara que es pie e medio.1

El agua, conducida desde el cerro de San Felipe hasta la caja de agua ubicada en el Carmen Alto, donde fue distribuida a través de nueve principales ramales de acequias al corazón de la ciudad, fue impulsada durante varios siglos gracias a financiamientos, donaciones, reparaciones y empleo de manos que construían y volvían a reacomodar las piedras ante las peripecias financieras y de calidad constructiva que requirió dicha obra. Así, el líquido fue impulsado durante varios siglos: desde el mandato aprobado por el virrey Antonio de Mendoza, a mediados del siglo XVI y, tentativamente, “rematada” a mediados del siglo XVIII, según reseñas del padre Antonio Gay, quien apunta: “Aquel trabajo era indispensable, pues por falta de una buena atarjea, los vecinos de Oaxaca bebían agua poco pura, y carecían completamente de ella en los meses de marzo, abril y mayo…”.2

Hacia finales del siglo XIX, de acuerdo con la investigadora María Luisa Acevedo Conde, fue necesario el aumento del caudal para abastecer a la ciudad, lo cual fue posible con los manantiales de San Andrés Huayapan, cuya agua se depositaba en las cajas de el Carmen Alto y de Sangre de Cristo. Para el año de 1909, bajo la supervisión del ingeniero alemán Enrique Schöndube, el agua pasaría a una red entubada como parte de las mejoras y de las medidas sanitarias.

Actualmente, alejados por varios siglos que bien podrían medirse en la enajenación de nuestra identidad, historia, arquitectura y evolución urbana, ocultamos en una trama espesa de concreto, banquetas, asfalto y abandono, aquel proceso inicial, principal impulsor de los templos, casas y calles que pudieron ser edificadas gracias al acceso al agua. Pese a la ubicación asequible de las fuentes, en templos y plazas, la desaparición de las llamadas “pilitas” ha sido un hecho innegable, es desalentador el desuso en el que se han truncado estos testigos de la vida de la antigua sociedad oaxaqueña. En la obra titulada Santo Domingo el Grande, Hechura y reflejo de nuestra sociedad, se relata que a finales del siglo XIX había en la ciudad una red de fuentes, que posiblemente eran las originales, y que para entonces eran abastecidas por dos acueductos: el de San Felipe y el de Huayapan.

Restos de la fuente ubicada en la calle de Colón, Centro Histórico, Oaxaca de Juárez. Fotografía: año 2014 / Fuente: Elías Lucero García.

Las piletas fueron el escenario del encuentro diario y libre de las amas de casa y puntos de celebración de la fiesta de La Samaritana. Hay quien cuenta que “alguna vez vio una de estas pilas llena con horchata de arroz adornada con pétalos de rosa de Castilla y cualquiera que quisiera, podía tomarla para beberla ahí o para llevarla a su casa”.3

Las piletas también fueron precedentes del oficio de aguador, de a pie y de burrito, que tenía sus cántaros de San Bartolo y su junco especial para meter el recipiente; así andaba ofreciendo el agua necesaria para las actividades domésticas de la casa: los cántaros llenos eran llevados a las grandes ollas de barro vidriado semienterradas en el segundo patio de las casas.

Un mapa que data del año de 1777 nos permite apreciar la ubicación de diferentes piletas distribuidas en las calles de la ciudad, las fuentes públicas de los recintos religiosos así como las privadas, de quienes tenían la posibilidad de abastecerse desde el interior de su casa o finca: “Estos acueductos proveen de agua a 40 fuentes públicas, 27 particulares, 27 estanques y 7 casas de baños”.4

En el año 2007, en un registro de espacios públicos, aparece la distribución de, al menos, 45 fuentes y piletas. Es en estas en las que recae el interés del Taller de Restauración FAHHO, para revalorar su importancia histórica y su estado de conservación, en miras de un proyecto y actividades de redignificación arquitectónica, urbana y tecnológica de los recursos naturales conducidos en otros tiempos.

Oaxaca cuenta con un intrincado ramal hídrico construido sabiamente en una época preocupada por el aprovechamiento respetuoso y equitativo del agua. Esperamos que podamos conducirnos nuevamente como la sociedad de antaño, y que volvamos a honrar el líquido que se precipita desde el torrente de sus cerros, palpitante y regada por medio de acequias hasta las piletas y fuentes de Oaxaca.

1 J. Castro Mantecón. Introducción del agua en la ciudad de Oaxaca, una obra social en el siglo XVI. Oaxaca, s/f.
2 J. Antonio Gay. Historia de Oaxaca. México, Porrúa, 2014.

3 María Luisa Acevedo Conde. “Las pilitas. Una forma para la distribución del agua en Oaxaca” en Acontragolpe letras, no. 79 (septiembre 2013).
4 Manuel Esparza. Santo Domingo el Grande. Hechura y reflejo de nuestra sociedad. 2ª ed., Oaxaca, Carteles Editores, 2008.


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El juego de los tres días

Es muy común leer o escuchar que la lluvia es el principal enemigo del Rey de los Deportes. En esta ocasión, nos referiremos al agua como un factor que intervino para que se efectuara uno de los juegos más memorables en la historia de la pelota mexicana hace 40 años.

Piratas de Campeche y Diablos Rojos del México se enfrentaron en la final de la Zona Sur, última fase para definir el campeonato de 1981, en una serie donde avanzaría el primero en ganar cuatro encuentros. Con el compromiso empatado a una victoria por club, los equipos llegaron a la ciudad de las murallas para encontrar un clima muy adverso para el desarrollo de los tres encuentros pactados, provocando que los juegos 3 y 4 se tuvieran que efectuar con un día de retraso cada uno, y donde el equipo local supo ajustarse mejor a las condiciones para tomar ventaja de 3-1 y poner a los Rojos contra la pared.

El 25 de agosto de 1981, la afición bucanera acudió al Parque Venustiano Carranza con la fe de que su equipo lograría el triunfo más grande en su segundo año de vida. Con la pizarra 0-0 en la tercera entrada, los Piratas no pudieron completar su turno ofensivo debido a un aguacero que obligó a posponer el juego para el siguiente mediodía.

La medida de iniciar a las 12 pm resultó tan atinada, que los dos clubes se enfrascaron en una peleadísima batalla que no pudo definirse en nueve entradas, llenas de emoción y dramatismo, y que con el correr de las horas corría el peligro de interrumpir las acciones por la tormenta que se aproximaba. Al terminar la décima entrada, Diablos y Piratas estaban empatados a 3 carreras cuando los umpires se vieron obligados a detener las acciones y anunciar que se requeriría un día adicional para encontrar al vencedor.

Con mejores condiciones climáticas, pero con un terreno de juego sumamente deteriorado, al mediodía del 27 de agosto se pudo continuar con el famoso “Juego de los tres días”, que sigue siendo uno de los más célebres de todos los tiempos. En 14 innings, los Diablos Rojos fueron capaces de escapar de la eliminación, imponiéndose con un marcador de 6-3, logrando el despegue con un toque de pelota sorpresa de Marco Antonio Buzo Guzmán, combinado con las pésimas condiciones del diamante.

El desenlace significó un rayo de inspiración para el equipo escarlata, que, ya en casa, fue capaz de imponerse en los juegos 6 y 7 para adquirir el pase a la Serie Final, donde liquidaron a Reynosa en 7 juegos, en otro de los memorables sucesos del beisbol nacional, donde ninguno de los dos equipos logró ganar como local.

Lejos de ser un rival para la pelota, gracias a la lluvia se pudo escribir una de las páginas más célebres de todos los tiempos en la Liga Mexicana.


Pasto artificial frente a pasto natural en el deporte rey

El beisbol se ha caracterizado por las innovaciones que ponen en práctica, año con año, con la finalidad de mejorar el espectáculo dentro del diamante. Así, los aficionados de hueso colorado disfrutan de un juego de calidad cada vez que asisten a un parque de pelota.

Los artículos deportivos —la pelota, los bats, guantes, spikes, por mencionar algunos—, la luminaria, las instalaciones y el césped son elementos fundamentales que se renuevan continuamente en el beisbol profesional. Es por eso que en esta edición platicaremos sobre uno de esos elementos: el uso del pasto sintético y del natural en los diferentes estadios.

Para profundizar sobre el tema, tuvimos el honor de platicar con el señor Martín Vidal Miranda, el encargado de mantener impecable el terreno de juego en el Estadio de Beisbol Alfredo Harp Helú, y quien por casi 55 años ha pertenecido a la organización de los Diablos Rojos del México. Él nos comparte su experiencia y conocimiento sobre las diferencias entre el césped natural y el artificial. Nos cuenta que el pasto natural es laborioso y costoso, ya que debe mantenerse muy cuidado, porque no puede dejarse crecer mucho para que se pueda jugar adecuadamente. Requiere de grandes cantidades de agua para su mantenimiento, ya que tiene que regarse diario, sobre todo en temporada de sequía, para estar en forma para los juegos y así no arriesgar a los peloteros a sufrir lesiones. Además, necesita ser podado todo el tiempo, principalmente en verano, que es cuando la altura del pasto aumenta. También requiere constante fertilización. Las anteriores son acciones que, de no llevarse a cabo, provocan daños que repercuten en el bolsillo y en el juego.

El señor Martín Vidal Miranda es el encargado de mantener impecable el terreno de juego en el Estadio de Beisbol Alfredo Harp Helú.

Don Martín Vidal comenta que, por el contrario, el césped sintético resulta más económico en su mantenimiento, por lo que es posible realizar partidos toda la semana. “No se corta, no se abona y no se riega”. Su apariencia es la misma en cualquier época del año. Y es importante señalar que, al no necesitar riego, el ahorro de agua es significativo.

El mantenimiento de un campo sintético es relativamente sencillo, pero no por ello prescindible. El cepillado de las fibras es básico, ya que con el uso y el tiempo se van aplastando, lo que provoca que el pasto se desgaste de manera irregular: ayuda a conservar las fibras de modo vertical y a nivel. Es importante también rastrillar y barrer para quitar cualquier material que ensucie el campo. El señor Vidal Miranda también señala que, sin embargo, uno de los “contras” más comunes que puede representar el campo sintético, y que se manifiesta mucho en los jugadores y umpires, son lesiones y molestias que presentan en las rodillas, y es entendible, el pasto natural es como una alfombra y el sintético, no, es como si fuera piso.

Actualmente, de los 18 equipos de la Liga Mexicana de Beisbol, solo seis cuentan con pasto sintético, y son los estadios en las ciudades de Oaxaca, México, Monterrey, Veracruz, Guadalajara y Laredo, el resto tiene en su estadio pasto natural.

“Es importante saber que el pasto natural necesita mucha agua. Yo soy un gran defensor del agua y del cuidado que debemos tener con ella. Es por eso que exhorto a los equipos a que, si está en sus posibilidades tener un campo con pasto sintético, lo tengan, con eso vamos a ahorrar mucha agua en nuestro planeta”, finalizó el señor
Martin Vidal.


La importancia del agua en los procesos de restauración

Al igual que nosotros, los libros y documentos tienen agua en su composición, pues son materiales orgánicos.

El agua es un elemento vital para los seres de este planeta, principalmente porque estamos constituidos por un gran porcentaje de ella. Al igual que nosotros, los libros y documentos tienen agua en su composición, pues son materiales orgánicos. El agua es parte de su estructura y mantiene la conexión de sus enlaces y de sus moléculas y, al mismo tiempo, crea una conexión con el medio ambiente: es como si respiraran. Si aumenta la humedad del ambiente, se hidratan; por el contrario, si la humedad baja, se resecan y se rompen estos enlaces, provocando pérdida de agua entre las moléculas; entre más agua pierdan, es más fácil que pueden llegar a carbonizarse.

En sus diferentes estados, ya sea en su nivel micro o macro, el agua es fundamental para la conservación y permanencia del patrimonio documental. Al mantenerse controlada, contribuye a que se conserven los acervos, pues las fibras de los documentos compuestas de celulosa se mantienen estables, cómodas, en plenitud.

Leonardo Da Vinci señalaba que “el agua es la fuerza motriz de la naturaleza”; así, me atrevería a decir que el agua también es la fuerza motriz de la conservación, porque constituye un factor indispensable para el desarrollo de sus procesos, además de ser el elemento esencial de cualquier procedimiento, por ser compatible, inocua, incolora, inolora, pura y estable.

En sus diferentes estados, ya sea en su nivel micro o macro, el agua es fundamental para la conservación y permanencia del patrimonio documental.

En estado líquido, el agua es elemental. Su movimiento continuo, como el fluir de los ríos, arrastra la suciedad de los documentos al ser sometidos a un lavado por un especialista. La tensión superficial permite que el papel flote. La gran capacidad de solubilidad de la molécula transporta los detergentes y, al mismo tiempo, rehidrata sus fibras y reconstruye los enlaces que estén rotos debido al paso del tiempo. Esa rehidratación también la podemos hacer cuando el agua se halla en su forma gaseosa, con vapor frío o caliente. También es un gran auxiliar para devolver el plano de los documentos, eliminando las arrugas y deformaciones. Como disolvente universal permite integrar un gran porcentaje de químicos que empleamos para preparar varias soluciones; por ejemplo, los adhesivos con los que podemos recobrar la estructura de los documentos (en conjunto con el papel japonés), así como reforzar puntas y faltantes en las encuadernaciones para recuperar su funcionalidad; los desinfectantes, con los que se controla el ataque biológico de origen fúngico; o como vehículo para disolver los colorantes para teñir papeles o acuarelas que dan sutiles pinceladas que completan la obra gráfica y los mapas.

De esta forma se podría continuar enlistando las contribuciones del agua en los procesos de restauración, algo que resultaría interminable. Esto, sin duda, es una muestra de que el agua es un elemento tan fundamental que está presente desde la formación del papel. Sin ella, no podríamos hacer resurgir la historia que vive en los documentos y libros que llegan a nuestras manos.


Víctimas de la lluvia

Estas bibliotecas albergan ejemplares significativos sobre arte y literatura que se adquirieron gracias a los maestros Francisco Toledo, Manuel Matus y otros donadores que hicieron posible conjuntar un acervo importante.

El sismo de septiembre del 2017 causó tan graves afectaciones en la zona del Istmo de Tehuantepec que, hasta la fecha, muchos de los inmuebles que se vieron seriamente afectados permanecen en procesos de restauración; entre ellos, los que albergaban las bibliotecas municipales. Cuando acudimos al llamado para el rescate de los libros, no podíamos imaginar las condiciones en que encontraríamos el material, sobre todo, tomando en cuenta las lluvias torrenciales de los días posteriores al sismo; pensábamos que el calor originaría mayores daños que el terremoto.

Las bibliotecas municipales Gabriel López Chiñas y Profesora Rosa Escudero, de la Casa de la Cultura, en Juchitán, fueron las más afectadas. El agua que permeó entre las grietas de las paredes y de los techos quedó impregnada en la madera que formaba la estantería. Justo como imaginamos, el clima cálido de la zona y la humedad causaron, en muy poco tiempo, la proliferación de microorganismos, al grado de crear colonias de hongos en varios libros que estaban apilados. Estos microorganismos fueron un enemigo en esas circunstancias en las que la ventilación se veía limitada. Faltaba espacio y era necesario separar rápidamente los ejemplares que aún no habían sido afectados, pues los hongos en ese momento eran un enemigo inevitable. Entre los escombros y las réplicas constantes se rescató un gran porcentaje del patrimonio bibliográfico ahí resguardado. Estas bibliotecas albergan ejemplares significativos sobre arte y literatura que se adquirieron gracias a los maestros Francisco Toledo, Manuel Matus y otros donadores que hicieron posible conjuntar un acervo importante. Además, se encuentran ejemplares únicos en zapoteco, pues la región del Istmo ha sido muy activa en la conservación de su idioma. Hoy, una de esas bibliotecas ha reabierto sus puertas de manera parcial y en un espacio provisional con el material rescatado. En cuanto se concluyan las restauraciones de los espacios afectados, se hará el traslado de los libros recuperados para ponerlos a disposición de todos.

Las bibliotecas municipales Gabriel López Chiñas y Profesora Rosa Escudero, de la Casa de la Cultura, en Juchitán, fueron las más afectadas.

Por otro lado, en el exconvento dominico de Santo Domingo Tehuantepec, donde se albergaba la Casa de la Cultura, se resguardaban tres bibliotecas: la Biblioteca Pública Municipal, la Biblioteca de la Casa de la Cultura y la Biblioteca de Culturas Populares. También había una sala de fotografías y pinturas, además del Fondo Reservado Carlos Iribarren Sierra, impulsor de la Casa de la Cultura y promotor de la lengua zapoteca. Cabe destacar que el archivo de este personaje tiene gran valor para la historia, la identidad y la cultura local. Descendiente de notables liberales tehuanos de la Reforma y de la Intervención Francesa, Carlos Iribarren Sierra fue investigador, poeta, periodista, músico, compositor y narrador.

El material rescatado de las salas de este histórico inmueble, que ronda los 15000 libros —además de las fotografías, documentos y pinturas— merece estar a la disposición de niños y adultos en el lugar que durante años lo ha albergado.

Hoy, una de esas bibliotecas ha reabierto sus puertas de manera parcial y en un espacio provisional con el material rescatado.

Los desastres naturales no pueden predecirse, sin embargo, sí pueden tomarse medidas de prevención útiles cuando el agua representa un riesgo para el patrimonio documental, por lo que estar capacitados y contar con planes de contingencia en las bibliotecas y archivos debe volverse obligatorio.


Memoria del Río Jalatlaco

El Río Jalatlaco permitió el desarrollo del barrio del mismo nombre, apenas dividido de la ciudad por el afluente

Al mirar los mapas antiguos y las viejas fotografías de nuestra ciudad, notamos que los ríos que flanquean la traza virreinal dan cuenta de la importancia que ha tenido el agua para sus habitantes, como elemento vital, pero también vivencial. Al poniente, el río Atoyac acompañó el devenir legendario de la urbe oaxaqueña desde la celebración de la primera misa en 1521 en sus márgenes, dándole un sentido fundacional a la ciudad. Y al oriente, el Río Jalatlaco permitió el desarrollo del barrio del mismo nombre, apenas dividido de la ciudad por el afluente:

En Jalatlaco había gente de Tenochtitlan, Tlatelolco, Culhuacán, Tlaxcala, Huejotzingo, Cholula, Tepeaca, nahuas que —una vez establecida la ciudad de Antequera— trabajaron mayormente en ocupaciones urbanas (panaderos, artesanos, carniceros, etc.), además de gente de Guatemala, zapotecos y mixtecos que trabajaban sobre todo en las huertas de los españoles.1

Así, la vida cotidiana de los oaxaqueños estuvo vinculada a sus ríos que, en el siglo XVII, al estar unidos iban “regando y fertilizando muchos pueblos antes y después de la ciudad, en distancia de quince leguas, así de siembra de humedad y legumbres de la tierra, como para sustento de muchos ganados mayor y menor”.2

Pero hoy en día, el panorama ha cambiado: el Atoyac, como todos sabemos, está muy contaminado, y solo las personas mayores recuerdan sus aguas limpias. Mientras el Río Jalatlaco, desde la segunda mitad del siglo XX, “desapareció” cuando fue entubado debido a las inundaciones que provocaba en los barrios, la contaminación de sus aguas y las obras públicas que se realizaron en la zona. De este último río solo ha quedado la memoria de los pobladores vivos que insisten en recordarlo bajo las arterias urbanas, como parte de la historia de Oaxaca, pero también, como parte de la vida de cada uno.

En 2010, la artista Elena Pardo instaló en Jalatlaco una videocabina para recuperar la memoria de sus habitantes en relación con el río. Este interesante documento forma parte de una exposición dedicada a la ecología que puedes encontrar en el Centro Cultural San Pablo.

1 Sebastián van Doesburg, “La fundación de Oaxaca, Antecedentes y contexto del título de ciudad de 1532”, 475 años de la Fundación de Oaxaca, México, Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, FAHHO, 2007, p. 65.

2 Francisco de Burgoa, Geográfica descripción…, México, Juan Ruiz, 1674, p. 6.


La Virgen de la Soledad de Oaxaca y su relación con el agua

La Virgen de la Soledad, en la Antequera del Valle del siglo XVII, también estaba vinculada a la lluvia.

Sin duda, una devoción capital para la construcción de la identidad de los habitantes de la ciudad de Oaxaca es la de la Virgen de la Soledad, misma que ha estado ligada, desde su origen, al comercio. Mercaderes y arrieros se encomendaban a ella para tener buen camino y para que los productos llegaran a buen puerto, por otro lado, también era implorada por las mujeres para tener un buen parto.

La Virgen de la Soledad, en la Antequera del Valle del siglo XVII, también estaba vinculada a la lluvia. En 1672, ante la escasez de precipitaciones, el obispo Tomás de Monterroso permitió sacar en rogativa la imagen de la Soledad para propiciar el fin de la sequía: “Cuando esta nobilísima ciudad de Antequera, afligida de la seca y falta de agua, suplicó a vuestra ilustrísima le socorriese, padre, trayendo a su iglesia catedral en rogativa la imagen sacrosanta de la purísima madre del eterno verbo en carne”.1

Pero el prelado no se conformó con autorizar la procesión de la imagen, sino que él mismo la cargó sobre sus hombros desde su santuario hasta la catedral. Pedir por lluvias redundaba en el “bien común”, pues de las precipitaciones dependía la siembra de maíz. En 1731, el obispo de Oaxaca estaba preocupado pues se experimentaban “grandes calores por la falta de agua y por lo mismo en la carestía del maíz, pues se ha puesto a catorce y quince la carga”.2

Así, pues, el prelado realizó dos acciones: la primera fue solicitar maíz no solo en su distrito, sino también en otros pueblos cercanos; la segunda fue sacar en procesión a la Virgen de la Soledad desde su santuario a la catedral, donde la imagen estuvo al alcance de la población que clamaba por agua. Poco tiempo después, las súplicas fueron recompensadas cuando el suelo antequerano quedó regado por las lluvias. En agradecimiento, el obispo de Oaxaca predicó un sermón en honor a la Virgen de la Soledad.

1 Pedro del Castillo. Sermón a la Solemne beatificación de San Fernando III Rey de Castilla y León, N, Señor que celebró la santa iglesia catedral de la Ciudad de Antequera valle de Oaxaca. México: Francisco Rodríguez Lupercio, 1672, s/p

2 Gazeta de México, junio de 1739, p. 183


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