El misterio de la música

Rufino Tamayo, Músicos, 1934


La música es el ejercicio metafísico inconsciente del alma,
y si se repitiera en términos sería una filosofía.

Arthur Schopenhauer

Todos sabemos qué es la música, aunque las preguntas sobre ella son difíciles y no encontramos unas respuestas claras. Percibimos la música de diferentes maneras y todos la definimos de una forma distinta; asimismo, en algunas culturas se explica de manera completamente diversa o no se define en absoluto (porque no hay tal necesidad). Para hablar de música solemos utilizar metáforas al no poder definirla directamente. Escribimos tratados y libros, analizamos obras musicales, pero ¿somos realmente capaces de llegar a su esencia de esta manera? Quizás resulte imposible expresarnos respecto a ella de otra manera que no sea a través de las emociones que nos acompañan al escucharla. Porque ¿qué es ella realmente? ¿Cuál es su esencia? A continuación, reflexionaremos sobre la música en sí, no sobre la partitura, la forma o la interpretación, sino sobre la Música como un arte elusivo y efímero.

La palabra música proviene del griego mousike que significa ‘cualquier actividad patrocinada por las Musas’. Por tanto, en la Grecia antigua no solo se refería al arte de los sonidos, sino que incluía otras como la danza, la poesía y la arquitectura. Por ende, musikos no eran los “músicos” en el sentido que conocemos hoy, sino toda persona verdaderamente educada. “con capacidad para practicar diversas artes”.

Cada cultura tiene su propio sistema de términos y conceptos sobre la música. Estos se basan en determinados fenómenos sociales que incluyen la tradición, su práctica, la forma de percibirla y su valoración. A menudo, estos términos se entienden por sí mismos, sin necesidad de definirlos.

Los fundamentos del concepto de “Música” surgieron en Europa Occidental a principios de la Edad Media y generalmente se atribuyen a cuatro pensadores: San Agustín de Hipona (354-430), Boecio (ca. 480-ca. 525), Casiodoro (ca. 485- ca 580) y San Isidoro de Sevilla (ca. 556-636). Estos filósofos y teóricos de la música crearon un puente entre los mundos antiguo y medieval, propusieron las primeras definiciones y señalaron formas de entender la música en las que se basa nuestro entendimiento actual. San Agustín afirmó que la música es un conocimiento de números, medidas y proporciones, y consideró que la participación de la razón en la creación musical es lo más importante. La música es un movimiento ordenado por números y un músico es un científico que debe aprender los secretos del conocimiento musical para poder interpretarla con pericia. Según él, dar placer no es la función más importante de la música. Asimismo, Casiodoro la consideró como un conocimiento matemático, una disciplina que se ocupa de las relaciones numéricas que tienen lugar entre los sonidos. Boecio, inspirado por el concepto pitagórico-platónico de la armonía de esferas, en su obra De Institutione musica propuso su división en tres tipos: de la naturaleza (mundana), en el hombre (humana) y de la vida cotidiana (instrumentalis). Esta división influyó en la percepción de la música durante los siguientes siglos.

Para nosotros, la melodía y la armonía están en el centro de nuestra percepción de la música. Es gracias a la sucesión de intervalos (melodía), a la secuencia de acordes (armonía) y a su organización rítmica que podemos entender la música. Partiendo de estas bases determinamos si algo es música o no, y esto se aplica a las composiciones clásicas, a las tradicionales y populares.

Filosóficamente, la música es la más enigmática de todas las artes. Como expresión sumamente abstracta que no se puede captar de forma tangible (a diferencia de la pintura, escultura, arquitectura, etc.), sigue siendo difícil de percibir y plantea interrogantes sobre su sentido, significado, comprensión, definición e interpretación. Por lo tanto, la Filosofía de la Música es el estudio de cuestiones fundamentales sobre la naturaleza de esta y nuestra percepción de ella.

Muchos pensadores han prestado atención a la música: Platón, Aristóteles, miembros de la Camerata Florentina, Kant, Schopenhauer, Hanslick, Langer, Elzenberg, Adorno, Eggebrecht, Kivy y muchos más. Basándonos en sus pensamientos, podemos distinguir tres características “definitorias” de esta: emoción, pensamiento científico y tiempo. Estas características están profundamente conectadas con la vida humana. La emoción está ligada a la sensualidad de la naturaleza humana y es uno de los contenidos primordiales de la música. El pensamiento científico, a su vez, organiza nuestra percepción de la música y es un contrapeso a las emociones, las complementa y crea una unidad coherente con ellas. El tiempo, por su parte, une la estructura ordenada del pensamiento científico y la sensualidad de emociones en una experiencia profundamente humana y la transforma en algo muy real para nosotros. La emoción, el pensamiento científico y el tiempo no describen la música, le pertenecen, sin ellos no existiría.

Por un lado, la música resulta de la vida humana, por otro lado, ella misma es la vida. La ventaja de la música sobre otras artes se manifiesta en el hecho de que, “incomparable en su expresión y ambivalencia, la música es un reflejo del cosmos y la quintaesencia de las visiones de las pasiones humanas, la gloria de Dios cantada por los ángeles y una herramienta del diablo, intercesor y destructor del bien y del mal. Como ningún otro arte, puede curar y consolar, poetizar y embellecer, estimular y calmar, engañar y fortalecer” (H. H. Eggebrecht).

Es difícil de expresarla con palabras, y tampoco posee una definición inequívoca. Por tanto, el misterio de la música y su capacidad de influir tan fuertemente en el ser humano la hacen aún más profunda y llena de un poder que nos cautiva desde los siglos.

Recomendamos:


Ciudades en la imaginación

—¿Viajas para revivir tu pasado? ¿Viajas para encontrar tu futuro?
—El otro lado es un espejo en negativo. El viajero reconoce lo poco que
es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no tendrá.

Italo Calvino

Kublai Kan, “emperador de los tártaros”, entendió que su poder, por muy grande o limitado, no le alcanzaría jamás para conocer la totalidad de un mundo como el que Marco Polo, describía en sus narraciones. Ciudades imposibles, ciudades que eran un absoluto misterio. De esto nos habla el libro Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino: de lugares que nadie conoce, pero que, al mismo tiempo, evocan nuestras propias ciudades al estar, también, en un constante movimiento. ¿Hasta qué punto y en qué se transformarán?

Kublai Kan no cree en todo lo que le cuenta Marco Polo, y le dice: “No sé cuándo has tenido tiempo de visitar todos los países que me describes. A mí me parece que nunca te has movido de este jardín”. Sin embargo, no existe otro explorador a quien él escuche con mayor atención. Hay un puente que une todos los espacios del mundo, en todos hay momentos de penumbra, de silencio, de calma y caos. Dice Marco Polo: “Todo lo que veo y hago cobra sentido en un espacio de la mente donde reina la misma calma que aquí, la misma penumbra, el mismo silencio recorrido por crujidos de las hojas”. Las metáforas planteadas en la obra significan los deseos, los temores, las expectativas de los espacios que habitamos, si es que ese ha sido el camino elegido para la interpretación de la lectura.

Podemos hablar de ciudades que habitamos y que resignificamos a través de nuestra particular percepción de la realidad; la mente, como una extensión de los espacios a nuestro alrededor, los sueños y las esperanzas planteados sobre un escenario ya edificado con calles, plazas, ventanas, puertas y aceras que están ahí en el presente, pero que pueden mutar en el futuro. Al respecto, el autor, en el prólogo de la segunda edición, plantea la pregunta: “¿Qué es la ciudad para nosotros?”. Un incentivo para pensar en el momento de crisis que las ciudades están viviendo.

Cada ciudad descrita en la obra presenta cualidades específicas que evocan aspectos divinos o visuales, abstracciones, cualidades semánticas y semióticas, vínculos con la muerte, la memoria, los recuerdos, los deseos, etc. Cada una de ellas es susceptible a múltiples interpretaciones y son una invitación a la imaginación y el goce. Partiendo de esto, propusimos un ejercicio de creatividad, de realidad y fantasía.

En marzo de 2020, tan solo tres días antes del cierre de los espacios culturales en la ciudad de Oaxaca por la pandemia, la Casa de la Ciudad inauguraba la exposición Ciudades Invisibles, inspirada en el libro homónimo de Italo Calvino, la cual reunió a 19 artistas, instituciones y colectivos para una gran muestra museística. Algunas personas tuvieron la oportunidad de conocerla en persona el fin de semana previo a la emergencia sanitaria, pero otras solo pudieron hacerlo a través del recorrido audiovisual que creamos para ello, la publicación a modo de catálogo de exposición y las galerías fotográficas.

La disposición de las piezas, la experimentación con ellas (algunas eran interactivas) y la apreciación a detalle de cada una se volvió una suerte de misterio para quienes no tuvieron la oportunidad de visitarla. Un misterio no calculado ante la incertidumbre del futuro próximo y ante las limitadas opciones. Entonces decidimos jugar con ese misterio y crear una narrativa a partir de ella, apoyándonos de herramientas digitales.


El hombre misterioso del diamante de fuego

A unos metros de la bodega 13 del Estadio Alfredo Harp Helú se encuentra una puerta metálica; es difícil imaginar que ahí trabaje alguien cuya labor es esencial para que los Diablos Rojos puedan saltar al campo sin complicaciones o sobresaltos de última hora. Don Raúl Torres Moctezuma lleva doce años laborando para el equipo y jamás se ha llevado un aplauso o una porra, aunque indirectamente, todos hemos reconocido su desempeño más de una vez. Para presentarlo es justo acotar que, desde hace algunos años, la Liga Mexicana exige que todos los jugadores porten en sus uniformes número y apellido paterno para una pronta identificación, sobre todo de los umpires. Nadie puede tomar parte, en ningún momento, ni siquiera para calentar, si no se cumple con ese requisito, de ahí la importancia de lo que don Raúl hace en su pequeño taller, al que llama su “segunda casa”.

Entre sus máquinas, maniquíes, una mesa para cortar y canciones de Javier Solís de fondo, el sastre del equipo escarlata explica su satisfacción porque ningún jugador se ha quedado en la banca por no contar con un traje debidamente autorizado, aunque alguna vez le tocó entregar un uniforme a diez minutos de que iniciara el juego, luego de un trayecto de hora y media desde su casa al estadio para resolver la emergencia. “Son cosas que ni se sienten cuando haces tu trabajo con mucho gusto”, comenta quien se graduó en Diseño de Modas.

Con gran agilidad para manejar las tijeras al cortar los resortes que ajustan el pantalón con la pierna, don Raúl Torres Moctezuma cuenta con buen humor que su trabajo es de esos donde se sabe la hora de llegada, pero no la de salida. “Mi responsabilidad, porque no me gusta decirle obligación, es llegar temprano para resolver los pendientes del día anterior, y no me puedo ir hasta que todos los jugadores estén perfectamente vestidos, ahí sí es el momento de apagar la luz y tomar el camino a casa”.

Así que cuando vuelvan a celebrar un cañonazo de Japhet Amador, el jugador preferido de los últimos años, recuerden que mucho tuvo que ver el arreglo especial que le hace don Raúl al pantalón de “el Gigante de Mulegé”, dos tallas más flojo de lo normal en sus poderosas piernas.

Se acabó el misterio, el sastre de los Diablos Rojos del México ya es uno más de los muchos héroes que no juegan, pero que son indispensables para que el espectáculo pueda continuar.


De apariciones y presencias

Iván interrumpe su comida para ver a una de las presencias. Primero es solo una sombra, pero enseguida se convierte en una niña pelirroja que flota y baila en el otro extremo de la mesa. La madre de Iván, Dorota, le dice que es un fantasioso, que en esa casa inmensa de techos altos, ventanales y jardín exuberante solo viven él y ella.

Pero el pálido y enfermizo Iván sabe que no es cierto. No solo está esa otra niña, hay muchos más y no todos llegan bailando. ¿Por qué la madre de Iván insiste en negar las visiones del niño? ¿Por qué le ha impuesto tantas restricciones? Las ganas de seguir leyendo aumentan con el enigma: sabemos que la madre intenta calmar alguna ansiedad con tantas prohibiciones, alguna cosa oculta, pero no conseguimos entender qué es. Más aún: ¿a quién le creemos? Lo que leemos, lo que sospechamos, ¿sucede de verdad o es fantasía?

Escucha las sombras bajo el palmar, de Mariana Osorio Gumá, es una narración que inquieta, con una voz susurrante que abreva de un tipo de historias que los estudiosos llaman “cuento sobrenatural”. Las atmósferas y los personajes en algo recuerdan también a El jardín secreto de Frances Hodgson Burnett, o aquel cuento clásico de terror “Sredni Vashtar” de Saki. Y la casa, otro personaje en sí mismo, conduce a autores como Edgar Allan Poe y E. T. A. Hoffman. Te lleve a donde te lleve, el suspense sostenido en Escucha las sombras bajo el palmar aumentará tus palpitaciones hasta saber la verdad.

Y volviendo a Hoffman, recomiendo en particular la antología El misterio de la casa desierta y otros relatos. Hoffmann es uno de los maestros del relato fantástico que influyó a muchos otros. En el cuento que da título a esta antología, una casa parece contener otro mundo habitado por almas en pena. O algo así, no está muy claro y el protagonista se obsesiona con descubrir qué hay detrás de esa fachada tapiada, sobre todo después de que, una tarde, ve tras una ventana el brazo de una mujer.

Las historias de casas siniestras o malditas surgieron con El castillo de Otranto (1765) de Horace Walpole (también considerada la primera novela gótica) y Los misterios de Udolfo (1794) de Ann Radcliffe. En esa línea, y sin olvidar las apariciones o presencias, se encuentran: “Napoleón y el espectro” (1833) de Charlotte Brontë, “El Horla” (1887) de Guy de Maupassant, “La cena” (1912) de Alfonso Reyes, “El Fantasma” (1928) de Catherine Wells y “Casa Tomada” (1947) de Julio Cortázar… y dando un salto de 70 años: La casa de los tres perros de Agustín Cadena (2017) y El fantasma de la casa del lago de Ana Romero (2017).

https://linternasybosques.wordpress.com/

2 Mariana Osorio Gumá, Escucha las sombras bajo el palmar. México, Ediciones Castillo, 2016.
3 E. T. A. Hoffmann, El misterio de la casa desierta y otros relatos. México, Ediciones Castillo, 2015.


Develando los misterios de un convento: Santo Domingo Tehuantepec

Un cúmulo de preguntas acompaña la exaltación por encontrar un nuevo testigo del antiguo tesoro de Tehuantepec.

El conjunto religioso de Santo Domingo de Guzmán, en el Istmo, es uno de ellos, y la restauración es una de las posibilidades para recuperarlo, hilando los testimonios que el inmueble irá entregando para revelar su propia historia; así, se acude a documentos, imágenes y vestigios que puedan referir al pasado del edificio.

El libro Monumentos religiosos del Istmo de Tehuantepec refiere a algunas de sus ocupaciones pasadas. La autora señala su construcción entre los años de 1544 a 1555; menciona que la época de mayor esplendor por su uso para el culto divino, fue en el periodo de 1597 a 1670; posteriormente, nos remonta a 1860, cuando fue convertido en cárcel. Un dato interesante refiere a una restauración hecha en 1962 (información particularmente importante por aludir a las intervenciones y adaptaciones de las que pudo haber sido parte durante dicho proceso); esto se coteja con la reseña del arquitecto Salvador Dávila quien, en 1974, había sido contratado por una empresa para realizar trabajos de mantenimiento, consolidaciones y limpieza general del exconvento, con el objetivo de brindar un nuevo uso al edificio que, en aquel año, funcionaba aún como cárcel.

Se sabe por la misma autora que en 1977 el edificio fue desocupado y siete años después, en 1984, se inició su reconstrucción para el último uso que tuvo hasta septiembre de 2017: la Casa de la Cultura de Santo Domingo Tehuantepec. Dados los diferentes usos y la intervención próxima que iniciaría en manos de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, se realizaron estudios y análisis del partido arquitectónico primitivo del inmueble, reconociendo así los usos y proporciones de cada espacio, y a estos testimonios arquitectónicos se sumarían nuevos hallazgos y exploraciones en el inmueble.

Algunas imágenes antiguas develaron también la condición pasada de convento, entre ellas, los daños estructurales que continúa presentando actualmente el edificio. El área dañada es un arco del lado poniente del edificio donde colapsó parte de la bóveda de cañón corrido en el año 2017; estos daños dieron lugar a la exploración de los pisos del claustro, realizada por un equipo de arqueólogos con el objetivo de conocer la cimentación y el tipo de suelo, proceso mediante el cual hallaron vestigios de una estructura prehispánica. En este sentido, es complejo precisar o definir el tipo, forma o uso que pudo haber tenido dicha estructura, una exploración y estudio más amplios podrían, incluso, solo ofrecer leves nociones, no obstante, podemos referir otros casos donde la construcción de los edificios religiosos se cimentaba sobre las construcciones prehispánicas.

En este acercamiento a la recuperación del edificio se han retirado cuidadosamente capas de pintura que muestran motivos animales, vegetales, imágenes de santos, ángeles, símbolos y notas carcelarias, integrados en la decoración e historia del inmueble a lo largo del tiempo; se han retirado también aplanados en zonas puntuales, bajo los cuales se muestra la disposición regular de alguna mampostería o el agregado de nuevos materiales. Estos vestigios permitieron la recuperación de los antiguos confesionarios ubicados en el muro lateral del templo que conforma también el muro sur del deambulatorio del convento, y que se encontraban contenidos en las espesas paredes, comunicando al sacerdote, en el convento, y al penitente, en el templo. En un proceso similar se puede mencionar la recuperación del óculo de la portada del templo al hallar los vestigios que formaban parte del primitivo enmarcamiento; su recuperación consistió en el registro detallado de la portada y un análisis geométrico con aproximación a las proporciones áureas, esto contribuyó en la recuperación de la capacidad de carga de la mampostería.

Continuaremos develando los misterios que dieron lugar a estas transformaciones, hechos, motivos, fechas y nombres, interpretando objetivamente los testimonios de la historia pasada del convento, entretejiendo las piezas aisladas que conforman el estudio histórico y develan tan solo una parte del misterio de este edificio. Como otras materias, la restauración consta de conocimientos, habilidades y experiencia de especialistas de diferentes ramas que comprendan las necesidades de un bien cultural, que velen por su permanencia y den a este un destino digno y adecuado.


El Necronomicón: la importancia del libro

Sus inmensas bibliotecas conservaban
innumerables textos y grabados que resumían
toda la historia de la Tierra

H.P. Lovecraft

Las bibliotecas contienen en sus acervos un universo que puede ser secreto, no por el hecho de no ser accesible, sino porque, en algunas ocasiones, no es visible, ya sea por no contar con catálogos o porque las colecciones no están organizadas o inventariadas. En este sentido, las obras del escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft transcurren entre bibliotecas, y son los libros raros –aquellos de los que se conocen pocos ejemplares–, precisamente, los más representados en su narrativa de horror.

El autor creó la historia de un libro que será el más citado, por él y otros autores de literatura fantástica, y en torno al cual se fue creando un mito en relación con su existencia verdadera, de modo que motivaría que los libreros se vieran asediados por los pedidos, así como por la búsqueda febril de los anticuarios de esa misteriosa obra nombrada Necronomicón. El libro es mencionado por primera vez en 1922 en el relato “El sabueso”, y sería el mismo autor quien, en 1927, escribiera la historia de este libro, claro, desde la ficción literaria.

La historia del Necronomicón encaja en la de los libros prohibidos, censurados y hasta de los que nunca existieron, esto es, textos a los que no tenemos acceso y que hoy forman parte de una incógnita, de un enigma. Según Lovecraft, el título real del Necronomicón es Al Azif, en árabe. Se trata de una obra escrita alrededor del 730 a. C. en Siria por un árabe, Abdul Alhazred. Poco se sabe del autor —según la historia— que en su peregrinar encontró la locura y la muerte en Damasco, donde escribió el Necronomicón, tras descubrir fabulosas ciudades y haber encontrado los secretos de una raza más antigua que la humanidad, base de la
mitología de Cthulhu.

Si la imaginación de Lovecraft no abundó en los procesos de organización de las colecciones, en algunas ocasiones sí proporcionó ciertos puntos de acceso, lo que permitió, por ejemplo, que en Argentina se produjera la broma de catalogar el célebre libro, hecho que narra Sebastián Gatti: “Una vez me contaron que Jorge Luis Borges, concibió hace muchos años la travesura o el homenaje de incorporar al fichero de la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires la tarjeta correspondiente al Necronomicón”. Otro caso es el de Rafael Llopis, quien cita un artículo de August Derleth, The Making of a Hoax”, en el cual advierte sobre las diversas descripciones del Necronomicón y sobre el cual muchos lectores empezaron a insertar anuncios en diversas secciones y catálogos de librerías especializadas. Como ejemplo este anuncio, aparecido en el año 1962:

Alhazred, Abdul. Necronomicón. España, 1647.
Encuadernado en piel algo arañada, descolorida, por lo demás buen estado. Numerosos grabados madera símbolos y signos místicos.

Parece tratado en latín de magia ceremonial.
Ex libris. Sello en guardas indica procede de
la Universidad de Miskatonic. Mejor postor.

Según Rafael Llopis, estudioso de la obra de Lovecraft, el libro ha sido solicitado continuamente en las bibliotecas públicas. En 1960 se descubrió en el archivo de la Biblioteca General de la Universidad de California, la siguiente ficha:

BL430
A47B
Alhazred, Abdul – aprox. 738 d. C.
NECRONOMICÓN (Al Azif)
de Abdul Alhazred.
Traducida del griego por Olaus
Wormius (Olao Worm)
xiii, 760 págs., grabados madera, enc.
Tablas, tam. fol. (62 cm.)
(Toledo), 1647.

Esta tarjeta catalográfica es plausible, ya que la sección BL430 de la biblioteca está dedicada al origen de las religiones y la segunda letra, B, corresponde a un armario cerrado donde se guarda la colección especial. Acorde con lo expuesto, podemos entrever que, en la obra de Lovecraft moran algunos elementos propios del ordenamiento bibliográfico, lo que ha estimulado el sueño de la existencia de libros imaginarios en catálogos de bibliotecas y librerías.

El caso del Necronomicón es fiel reflejo de estas insinuaciones y asociaciones de ideas que sirven como catalizadores para hacer real lo irreal.

http://lluisot-necronomicon.blogspot.com/


El curioso caso que no es solo uno (Cuento de misterios)

Una vez más esa mujer se detuvo frente a la reja. Colocó la mano derecha sobre el metal mientras con la otra sostenía el celular, lo miró, observó la reja, volvió a mirar el aparato y luego volteó hacia la calle. Dio unos pasos hacia atrás sin dejar de observar el interior del callejón y se fue. Ha hecho este ritual desde agosto y, casualmente, siempre la veo, sé que es la misma.

Hoy hace un año que esa reja clausuró un paso, la reunión, la visita, el concierto, los libros. Debería tener el valor de acercarme y decirle a esa mujer que, como la mayoría de los edificios donde había alguna oferta cultural o artística, la Fundación había cerrado las puertas de sus filiales, desde las bibliotecas hasta los museos para evitar que más gente contrajera el virus, y eso incluía la reja que tenía enfrente. Pero seguramente lo sabe —tendría que saberlo— y solo viene a perpetrar un ritual que un día, el menos pensado, logrará que esa reja se abra y nos devuelva a la algarabía. En ocasiones yo también lo he hecho: si quiero que suceda algo me acerco a ese hecho, lo nombro y lo mantengo en mente, lo invoco, “Mañana”, pienso, “Quizás la próxima semana”. Lo hago incluso más seguido de lo que quisiera admitir.

Hace poco caminaba sobre la calle de Reforma, a la altura de la hemeroteca, y observé el Mufi, miré con insistencia las ventanas de la tienda y el buzón que aguarda, “Quizás pronto”, me digo. A veces voy sobre Porfirio Díaz y me detengo en la esquina de Morelos. Me acerco a una puerta y palpo las paredes de la casa amarilla que tienen rastros de un poema, los vidrios de las ventanas están limpios, pero sigue cerrado; desde hace tiempo ningún “Nos vemos en la Henes”, ningún “Hay jazz en la Henestrosa” o “Uy, ese libro lo vi en la Henestrosa, pregúntale al bibliotecario”. También he detenido mi andar al pasar por el MIO: miro hacia su construcción como no queriendo, volteo para percatarme de que nadie me observa; ojalá, como en las escuelas durante las vacaciones, llegue a escuchar el eco de las risas de los niños, los gritos de las maestras, el timbre que anuncia que terminó el recreo. Y sigo caminando, volteando hacia las bibliotecas, los museos, las galerías.

Cierto día, en el camino de regreso a casa, noté que a la altura de una biblioteca que ofrece libros en inglés se detuvo un par de individuos y vi en sus gestos el mismo ritual de la mujer de la reja, el mismo accionar que llevo a cabo cuando paso frente al Mufi o frente a la Henestrosa: miramos, tocamos, volvemos a mirar y seguimos. No me causó extrañeza, necesitamos volver a pedir libros prestados, sentarnos en el piso de la inauguración de una exposición, ponernos a bailar solos el día del concierto, caminar por pasillos mirando fotos, reconociéndonos en esculturas en las manifestaciones de arte popular.

La cosa es que hace poco lo vi con más claridad: aquella mujer no era la única que hacía lo de colocar la palma de la mano en las puertas, es más, ni siquiera se trataba de la misma persona cuando veía esa silueta afuera de San Pablo. Somos demasiados haciendo el mismo ritual. Hace unos días caminaba sobre Hidalgo, justo en la otra entrada de San Pablo, donde también hay una reja, y lo vi: se detuvo un chico, iba en bicicleta, observó, tocó, se fue. Luego fue un hombre mayor afuera de la Casa Antelo, el Museo Textil, me coloqué a cierta distancia para verlo mejor: luego fue una niña que iba con su mamá, después una mujer, finalmente un grupo de muchachos, todos hicieron lo mismo. Y no me extrañó en absoluto, al contrario, algo se movió en mi cabeza, estaba emocionada. ¿Acaso nadie más podía verlo? ¿No se daban cuenta de que tantas personas hacíamos el mismo ritual?

Hoy escribo esto detrás del vidrio de una ventana, aguardo. Cada vez más personas pasan por la reja, por las ventanas, colocan su mano sobre ella y se observan, como si supieran la razón de hacer eso, asienten y se van. Estoy por descubrir algo, estoy segura, pero aún no sé qué es.


¿Cuántos extranjeros han tenido los Guerreros en su historia?

Naoya Okamoto.

El club Guerreros de Oaxaca llegó a la Liga Mexicana de Béisbol en 1996 para darle vida al estado con beisbol profesional y un espectáculo diferente al que había conocido la gente de la Verde Antequera.

Desde el inicio, la directiva bélica ha tenido en mente contar con un equipo competitivo para darle ese espectáculo esperado a la fanaticada del Rey de los Deportes. Gracias a la opción que da la liga de tener jugadores de diferentes países, Guerreros se ha caracterizado por contar con peloteros de otra nacionalidad que aporten de gran forma con su beisbol.

Durante toda su primera temporada, en el año de 1996, Guerreros contó con un total de 13 peloteros extranjeros: Vince Castaldo, Edgar Naveda, Frank Bolick, Joel Chimellis, Randy Milligan, Steve Hecht, Cecil Espy, Will Flynt, Jerry Kutzler, Les Lancaster, Tony Metoyer, Lenin Picota y Lioner Vásquez; de ellos, 5 militaron antes en grandes ligas.

En los 25 años del club en el circuito de verano, Guerreros ha tenido 225 peloteros de otra nacionalidad; Estados Unidos, con 75 jugadores, es el país del que más hombres han vestido los colores de los bélicos. Peloteros norteamericanos que han sido piezas importantes son: Joel Chimellis, Will Flynt, Clyde Pough, Scott Lidy, Chris Prieto, Chad Meyers, Lew Ford, Kevin Barker, Mike Jacobs, Alonzo Harris, entre otros.

El país que ocupa la segunda posición en exportar más peloteros a nuestro equipo es República Dominicana, con 63 peloteros en toda nuestra historia, entre ellos: Darío Pérez, Roberto Mejía, Pedro Santana, Ángel Peña, Félix José, Winston Abreu, Willis Otañez, Juan Sandoval, Arismendy Alcántara, Moisés Sierra y Esmil Rogers.

Otro de los países que ha mandado mucho talento al equipo es Venezuela, con 51 peloteros que han vestido el uniforme bélico; Luis Sojo, Oscar Azocar, Pedro Castellanos, Lino Conell, Francisco Butto, Yusmeiro Petit, Gabriel Alfaro, Eliezer Alfonzo, Ronny Cedeño y Frank Díaz, entre otros.

El cuarto país que más jugadores ha exportado a nuestro estado es Puerto Rico. Los boricuas con gran cartel en la organización bélica han sido Carlos Rivera, Jesús “Motorita” Feliciano, Luis Figueroa, Irving Falú, entre otros. Carlos Rivera fue campeón de bateo en el año 2007, cuando el cañonero zurdo culminó la temporada con .410 de porcentaje de bateo.

Cuba se caracteriza por ser un país donde se juega gran pelota, y los jugadores que han llegado a la Verde Antequera lo han rectificado: Amaury Cazaña fue el primer cubano en militar en nuestro equipo, en el 2009. Otros peloteros han sido Bárbaro Cañizares, Juan Miranda, Alberto Castillo, Yunkesky Sánchez, Yuniesky Betancourt, Yordanys Linares y Henry Urrutia; Cañizares se convirtió en el segundo campeón de bateo de la LMB en nuestra historia en el año 2011, cuando bateó para .396 con 20 cuadrangulares y 76 carreras producidas.

A la organización han llegado, incluso, peloteros nacidos en Asia, situación que en México se ve muy rara vez. En 1999 llegó el primer jugador oriental, el lanzador GilHam Kong, nacido en Corea, y en el 2010 el pitcher zurdo Naoya Okamoto, pelotero nacido en Japón. Los Guerreros de Oaxaca se han caracterizado por contar con sólidas bases mexicanas que, con el granito de arena del pelotero extranjero, han llevado al equipo a tener un total de 15 apariciones en postemporada a lo largo de sus 25 años de existencia.


El enigma de Roccy y Rocco

Hay grandes misterios del beisbol que nunca serán resueltos, como de dónde sacó Carlos Figueroa la supervelocidad para volar sobre las bases y ganar a la Diabla cierta noche, o por qué a don Jaime, nuestro vendedor de dulces típicos mexicanos, le gusta más que lo llamen “Sonriks”.

¿Alguna vez te has preguntado de dónde sacan sus superpoderes quienes dan vida a Roccy y Rocco?

Hacer reír a la gente no es cosa sencilla, debes tener carisma y naturalidad que enamore a la afición de todas las edades y, definitivamente, amar a tu equipo para hacer este trabajo duro e importante: ser quien inicie la porra, ser la imagen infantil del equipo, representar sus valores y, en todo momento, un gran bailarín. A la pareja más coqueta del beisbol mexicano le gustan mucho los partidos a la luz de la luna, pero cuando el sol nos acompaña el trabajo es titánico, pues el calor penetra a través de sus botargas de peluche que terminan mojadas por el sudor de un par de compañeros que, literalmente, “ganan su dinero con el sudor de su frente”.

Esos días están acompañados del doble de hidratación, algunos descansos durante el juego y un espacio para reponerse del calor, pero si nuestro equipo va abajo en la pizarra, no hay descanso, y junto a las Diablitas y al staff de cabina del estadio salen al campo a encender las tribunas para que nuestros jugadores sientan el apoyo y juntos logremos el triunfo, una misión muy importante.

Roccy y Rocco viajan en una maleta con rueditas, se transportan en auto, camión o en metro, y así llegan al estadio, o a cualquier lugar al que deban llevar esta pasión por los Diablos, a cualquier hora, cualquier día de la semana y en cualquier lugar, allí estarán para robar una sonrisa que alegre el día.

Sin duda, para ser las mascotas del equipo se necesita tener una gran condición física, conocer el juego y sus reglas para evitar recibir un pelotazo o interferir con el mismo, se necesitan unos buenos pasos de baile para arrancar suspiros, una dosis de buen humor y mucha imaginación para transmitir sin tener voz; también es necesario sentir que, al momento de ponerte una botarga, eres ese amoroso y divertido personaje que todos quieren abrazar, y eso.

Si alguna vez te has preguntado tantas cosas sobre Roccy y Rocco, quienes no dejan de apoyar al equipo, la respuesta es sí, su trabajo es difícil bajo una botarga y los rayos del sol. Y respondiendo la pregunta “¿De dónde sacan sus superpoderes?”, la respuesta es sencilla: al ver las caras de alegría de chicos y grandes, las fotos, las palabras en persona y los mensajes a través de las redes sociales, los aplausos en el estadio, el cariño que reciben a diario y el ver ganar a su equipo, eso los motiva para, saltar al terreno e invitar a la primera porra del juego.

Así que el misterio está resuelto: cuando amas incondicionalmente a tu equipo y lo que haces, los superpoderes son naturales. ¡Así es cuando eres Diablo!


¿De qué materia está hecho el pensamiento? Sobre arte y misterio

Ron Mueck, Big Man, 2000.

Creo que no somos una sola persona.
Annette Messager

Primera respuesta: de afecto. Aunque quizá el pensamiento también está
hecho de algo más, algo que tiene que ver con la idea de Annette Messager.

A finales de 2005, el Grand Palais presentó una exposición titulada Mélancolie. Para tratar esa emoción en específico, en la muestra había más de 250 obras de muchos artistas de diferentes épocas, iniciaba con grabados extraordinarios de Durero, de 1514, y terminaba con una escultura hiperrealista de Ron Mueck, titulada Big Man.

Big Man es una escultura que pertenece a la colección del Museo Hirshhorn de Washington D.C., representa a un hombre que mide más de dos metros de altura sentado.

Ron Mueck la hizo como homenaje a Lucian Freud, basándose en una de las pinturas que Freud realizó teniendo como modelo a Leigh Bowery, pues él expresaba emociones con mucha intensidad. En esta obra, la desnudez, el lenguaje corporal, la actitud y la mirada aluden a un hombre consumiéndose por la melancolía, desconfiado, temerosos, angustiado.

Muchas obras de Ron Mueck expresan, con sorprendente naturalidad, condiciones emocionales que los humanos habitan en los extremos y que acercan la experiencia a un grado casi imposible de tolerar y de comprender.

A partir de la elaboración de efectos especiales para cine en los inicios de su carrera, Ron Mueck ha tenido una fuerte presencia internacional en el mundo del arte contemporáneo. Desde la primera vez que participó en una exposición: Sensation: Young British Artists from the Saatchi Collection en 1997, causó gran interés al exhibir una pequeña escultura que representa a su padre muerto y desnudo.

En 2013, el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey presentó la primera gran exposición en América Latina de Ron Mueck. Precisamente, una de las razones de la muestra era indagar en la manera en que las emociones se arraigan en el cuerpo completo, y observar si la escultura contemporánea tiene posibilidades de expresar eso. La exhibición después de Monterrey se presentó en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en Ciudad de México, y se convirtió en una de las más visitadas en la historia de las exposiciones en nuestro país; probablemente porque las obras incluidas permitían observar que los seres humanos vivimos en un continuo tránsito entre diferentes configuraciones emocionales: soledad, temor, alegría, orgullo, angustia, ira, celos, etc., y nos recordaba que poder compartir nuestras emociones con otras personas es ya un privilegio que a veces nos pasa desapercibido.

Cindy Sherman, Untitled film still #15, 1978.

A propósito de observar las emociones y la vida, el poeta Edmond Jabés sugiere “Ver hasta donde el mundo deja de ser visto, pero aún mira, pero pierde toda esperanza de ver”. Esa imagen circular de la mirada que lleva al límite al observador, pero también el mundo y lo comprensible, hasta donde ya no es cognoscible la experiencia, sugiere un lugar donde se pierde la necesidad de identidad de quien mira.

A lo largo de 30 años, la artista estadounidense Cindy Sherman ha explorado, mediante la fotografía, la noción de identidad y las posibilidades de ser alguien, o ser nadie; la construcción de un “sí mismo” como personaje o como persona, en el sentido original de la palabra “persona”: máscara. En sus fotografías, aunque ella es la protagonista, es siempre un personaje diferente que, coherente o no en su contexto, refleja un estado emocional como parte de un relato: una historia personal contenida en la imagen y en las inferencias que pone en marcha. Y, siguiendo la idea de Annette Messager, si una misma persona vive varias vidas simultáneamente, ¿cuál es la real Cindy Sherman? ¿No es ninguna de las mujeres que aparecen en sus obras, o es todas ellas?

La necesidad de identificarse como un sí mismo ocurre, como toda experiencia, como una reacción en el sistema nervioso central en forma de configuraciones neuronales que se identifican más tarde como “pensamiento”, como dominios conceptuales y como ámbitos emocionales. Jean Luc-Nancy llama al proceso de configuración de un sí mismo: producirse, advenir, jugarse. Una persona no es un sujeto estático, sino uno que emerge expuesto al mundo y a las posibilidades de sentido.

Así, las fotografías de Cindy Sherman aluden a la construcción de un sí mismo consciente del artificio que implica saberse una persona. Subjectum, subjectum vel suppositum, el sujeto entendido como supuesto, en latín, sujeto y supuesto son lo mismo. Cindy Sherman puede ser todos los personajes de sus fotografías y, al mismo tiempo, ninguno.

Paréntesis para comentar que las hormonas con las que opera el sistema límbico en el cerebro, endorfinas, oxitocinas, cortisol, adrenalina, melatonina, etc., se producen en diferentes partes del cuerpo, y varias de ellas también tienen que ver con el sistema inmunológico con el que el cuerpo reacciona a la interacción con el exterior. De tal manera, los pensamientos y sus estados de ánimo asociados son resultado de esa interacción entre exterior-interior-exterior. Podría decirse que el cuerpo humano mira el mundo que se mira a sí mismo a través del cuerpo humano.

Segunda respuesta: el pensamiento está compuesto de moléculas asimiladas por la operación de los sistemas orgánicos, es decir, es resultado de la codeterminación entre el mundo y el cuerpo, o del mundo experimentándose a sí mismo en el medio de un cuerpo, lo cual implica que hay tantos mundos como formas de vida.

Elizabeth Peyton ha explorado, mediante sus dibujos, las posibilidades de una imagen para reflejar una identidad en el contexto de emociones específicas. Mediante largos y certeros trazos de pincel y el manejo sutil de la luz, construye en sus obras un ambiente, y con líneas más detalladas define la expresión de actitudes que remiten a una emoción. En sus retratos hay siempre una expresión intensa de intimidad que involucra la postura corporal de sus protagonistas.

En los dibujos de Elizabeth Peyton la emoción es evidentemente representada como una disposición de ánimo y como una forma de comprender el mundo, antes que como un estado.

En el libro De cuerpo presente, el biólogo chileno Francisco Varela, junto con otros científicos, explora la manera en que el pensamiento y las emociones están anclados al cuerpo, y la forma en que el conocimiento es resultado del mundo pasado por la piel y la carne de los seres humanos.

Elizabeth Peyton, Jarvis, 1996.

La comprensión de que hay una continuidad entre el funcionamiento de los sistemas del cuerpo y el exterior diluye la idea del mundo como algo “externo” y propone entender la experiencia, incluida la configuración de un sujeto y sus emociones, como una condición emergente de la interacción del cuerpo con el mundo. Entonces, el pensamiento y la mente no están en alguna parte como el cerebro o el sistema nervioso, sino que son algo que ocurre, que emerge en la codeterminación entre el organismo y el mundo. Si la emoción está en el origen de lo que hacemos todos los días en nuestro continuo acoplamiento con el mundo, y cada dominio emocional establece las bases de la percepción y el recorrido de la comprensión, entonces el arte nos ayuda a comprender cómo las emociones intensas “modalizan” la percepción y el mundo.

Tercera respuesta (y última en este texto, pues no hay espacio para todas las demás): el pensamiento está compuesto de deseo.

En una de sus obras sobre las pasiones, Catherine’s room, Bill Viola muestra una habitación en la que un personaje realiza distintas actividades específicas: asearse, coser, escribir, rezar y dormir. Las acciones transcurren en diferentes momentos del día como puede inferirse por la luz diferente en cada video, aunque también transcurren simultáneamente.

En esta obra, aparentemente sencilla y de pequeño formato, la intimidad sugiere que cada día y cada gesto en la vida humana puede realizarse como una acción austera y plenamente consciente, con el pensamiento concentrado en la propia experiencia, y que esa concentración del pensamiento depende del deseo de valorar cada día, acercándolo a una experiencia sagrada. Muchas de las obras de Bill Viola abordan la relación que hay entre los seres humanos y lo sagrado como un ámbito de la experiencia cotidiana vinculada a las emociones y a la vida individual.

Bill Viola, Catherine’s Room, 2001.

Y precisamente sobre la comprensión de la vida como una experiencia individual, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, tiene en su colección una obra de Dieter Roth que consiste en mostrar, mediante 131 monitores, las actividades del artista a lo largo del último año de su vida en Reykjavik y Basel: trabajando, durmiendo, comiendo, conversando por teléfono, bañándose, leyendo, etc., mientras se recuperaba del alcoholismo. 422 días de la vida del artista, solitaria y aislada, concentrada y convertida en una obra de arte para afirmar algo que ahora parece un lugar común: el arte se trata de la vida en todos sus aspectos.

Desde luego, la vida de Dieter Roth no continúa en los videos de esta obra; aunque exhibir su registro es una metáfora del pensamiento produciendo el mundo en la forma a la que Gilles Deleuze llamaba “simulacro”: una puesta en escena del mundo y de la persona que lo desea.

En fin, según este texto, el pensamiento puede estar hecho de afecto expresado en emociones y en el deseo de significar, de actualizar un mundo en el que la experiencia nos otorgue confianza mientras nos permite identificarnos como una persona viviendo una vida, o varias, como afirma Annette Messager. De cualquier manera, el arte puede ofrecernos varias respuestas para entender el misterio complejo, y sencillo al mismo tiempo, sobre cómo está compuesto el pensamiento.

Ron Mueck
Big Man. Ron Mueck. 205.7×117.4x209cm. 2000. Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Washington D.C.

http://xsierrav.blogspot.com/2015/01/ron-mueck-big-man.html

Cindy Sherman
Untitled film still #15. Cindy Sherman. Fotografías, plata sobre gelatina. 28×21.6cm. 1978. MoMA. Museo de Arte
Moderno de Nueva York.

https://www.moma.org/calendar/galleries/5128?installation_image_index=3

Elizabeth Peyton
Jarvis. Elizabeth Peyton. Óleo sobre tabla. 27.9×35.6cm. 1996. Col. particular.

https://mikenewtonartist.com/blog/2018/8/25/elizabeth-peyton

Bill Viola
Catherine’s Room, Bill Viola. Video políptico en cinco monitores. Colección Tate, artists rooms y National Galleries
of Scotland. 2001.

https://www.nationalgalleries.org/art-and-artists/76252/catherines-room

Dieter Roth

  1. Solo scenes. Dieter Roth. Video instalación. 131 monitores. Dimensiones variables. 1997-1998. Colección Museo
    de Arte Moderno de Nueva York

https://www.moma.org/collection/works/88744?

  1. Solo scenes. Still. Dieter Roth. Video instalación. 131 monitores. Dimensiones variables. 1997-1998. Colección
    Museo de Arte Moderno de Nueva York.

https://elestadomental.com/especiales/perplejidades-y-epifanias/dieter-roth-422-dias-seguidos


Entes

Es muy tribial manifestar que los duendes, ó fantasmas,
que se sienten en las casas, no hazen mas daño, que un poco de ruido…

Andrés Dávila Heredia

Duendes, fantasmas, monstruos y trasgos originan múltiples especulaciones acerca de su existencia. En el siglo XVII, el fraile capuchino Antonio Fuentelapeña escribió la obra titulada El ente dilucidado. Al año de su publicación, en 1678, el polémico escritor español Andrés Dávila Heredia respondió a dicha obra argumentando que la escribía “para desterrar de el comun concepto los orrores, que naturalmente causan las cosas de la otra vida, siendo publico que son juguetes de los muchachos los duendes, no siendo animales irracionales, ni dañosos…”. En la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa conservamos la respuesta de Andrés Dávila Heredia, mas no la obra de Antonio Fuentelapeña. Este escrito oscila entre la ciencia y la fantasía: el autor criticó la obra de Fuentelapeña porque consideraba que “escrivir sobre lo que no se vé, es achaque, porque la materia de duendes, ni es material, ni corpulenta”.

Dávila Heredia acepta la existencia de estos entes, pero debate acerca de que no se les debe atribuir facultades humanas. Uno de los argumentos que refutó es que los duendes hablan, a lo que responde que es imposible “porque la cosa mas misteriosa en el hombre es hablar” y “esta disposicion material del hombre fabricada con tanto misterio haze inimitable que los duendes puedan hablar”.

Otra de las cuestiones sobre las que discurre es que los duendes surgen en las casas deshabitadas y lóbregas, o en los desvanes, por la falta de aire puro. Es curioso que la inquisición española no reprobara la creencia popular en estos seres, que han inspirado a autores a lo largo de los siglos, desde Calderón de la Barca con La Dama Duende (1629), Juan Varela con El Duende-Beso (1897), hasta Federico García Lorca en aquel discurso en el que menciona que “Todo hombre, […] cada escala que sube en la torre de su perfección es a costa de la lucha que sostiene con un duende, no con un ángel, como se ha dicho, ni con su musa…”.


Catalogación de la Colección fotográfica Irmgard Weitlaner Johnson Un huipil chinanteco y un huipil mazateco

Niña portando huipil de Quetzalapa (1936).

La niña miraba inquisitiva la lente que la retrataba. En su pecho estaba el centro del mundo representado en triángulos y grecas.
Era una mujer firme porque en las alturas la sobrevolaban aves de dos cabezas, que eran su protección y su castigo.
Caminaba sin temor porque serpientes y coralillos la guiaban y la acompañaban.
Se comunicaba con las aves y las flores en su lengua chinanteca, ellas le hablaban de los nombres de las cosas y de los secretos de la selva.
La niña conocía secretos que sus abuelas y las abuelas de estas sabían y escondían en las manos habilidosas que tejían huipiles.
Los seres que habitaban Quetzalapa quedaban para la posteridad en la memoria de las manos tejedoras, en un huipil, en una fotografía…


Una mujer se para frente a un grupo de ollas que pronto irán a servir en el fogón. Intercambia palabras en mazateco con otra mujer, decide llevarse a uno de los gallos. Hace las compras y regresa a su casa por un camino largo en el bosque, cargada de cosas. Mientras avanza, de a poco, las aves que adornan su huipil empiezan a desprenderse y a abrir las alas. Las enredaderas también se van liberando y se trepan a los árboles. Las flores van cayendo en el sendero que recorre. Finalmente, sus largas trenzas empiezan a enraizar y se vuelve una con el bosque, en el suelo solo ha quedado una enagua descolorida y un huipil en blanco.


A un año de que la Biblioteca Juan de Córdova dejara de brindar servicio al público, buscó la manera de seguir compartiendo información con sus usuarios. A raíz de esto, las actividades se diversificaron, se retomaron algunas que anteriormente habían quedado pausadas y también surgieron nuevas propuestas. Tal es el caso de la creación de un inventario de materiales en lengua ayuujk (mixe) que permitirá hacer búsquedas específicas para quien se interesa en dicho idioma; próximamente también habrá uno para la lengua mixteca. Aunado a esto, también se tradujo el reglamento general de la BIJC a la lengua ayuujk, disponible en la página oficial, útil para el público que desea conocer mejor el funcionamiento de este espacio.

Mujeres con huipil de Tenango, (¿1940?)

Continuamos con la catalogación de la Colección fotográfica Irmgard Weitlaner Johnson, alojada en el Repositorio Digital de la BIJC. Esta colección, especializada en textiles, alberga más de 26000 fotografías estabilizadas y otras más que esperan este proceso para estar totalmente catalogadas. Es una labor que implica no solo poner la información que está a la vista, sino relacionar las fotografías y hacer un poco de investigación, pues el trabajo de la maestra Irmgard es muy extenso y abarca diferentes años y viajes. Ejemplo de su registro son las fotografías citadas al inicio de este artículo —y que en esta ocasión me inspiraron a una reflexión imaginaria más personal—, pertenecientes a la región Mazateca y de la Chinantla en la década de 1930, que próximamente estarán disponibles en el repositorio con sus fichas informativas. Este proyecto tiene el objetivo de difundir los diferentes textiles existentes, o que existieron, en México y otros lugares, como patrimonio cultural, pero también como una evidencia para los pueblos mismos que buscan conocer su historia y posiblemente recuperar los textiles que han quedado en desuso. Por lo pronto, aunque como hormiguita, el trabajo sigue. Anima saber que en un futuro cercano más personas podrán consultar las fotografías y conocer su contexto. Aquí, a puerta cerrada, se están gestando grandes cosas.


Élitros / Malicia literaria

Marcos Lucero, Arrullo

Entre los numerosos esfuerzos del programa Seguimos Leyendo para incentivar la creación literaria, Élitros I y II son una clara muestra de ello; publicaciones que caminaron de la mano de la maestra Raquel Olvera, quien nos comparte que, afortunadamente, “más tarde, y de modo propio, un puñado de lectores voluntarios decidieron hacerse cargo de su propio desarrollo como escritores, dando a luz a un grupo de fervientes autores autogestivos para conformar lo que es Malicia Literaria”.

Así, el cuento que se presenta a continuación forma parte del libro Malicia Literaria, de edición independiente, de la autora Moni Sampablo.

LA PUNTA DEL HILO Y UNAS ALAS QUE NO SON DE PÁJARO

Asómate por aquel orificio. Desde él puedes ver que la jaula se balancea cadenciosamente. La niña se entretenía meneando la jaulita que, en sus ratos de ocio, ella misma había tejido. Era como las de la vecina, pero en vez de pájaros, ahí vivían muñecas muy limpias y maquilladas. La niña tejió los barrotes entre sus dedos y le gustó la idea de que la jaula fuera de hilo, aseguraba que así era más fácil entrar y salir al gusto de quien se metiera en ella; su madre le respondía: “Elena, por eso es jaula, no casa. No tiene paredes, el chiste de una jaula es que quien esté adentro no pueda salir”. Elena parecía no escuchar las necedades de su madre, solo admiraba la curvatura que se formaba en los barrotes de hilo cuando con ambas manos hacía el juego de estira y encoge y le parecía que la estancia ahí no era tan terrible como la de las muñecas de la vecina, estas sí tenían que mantenerse en un rigor más de cuartel general que de jaula. Con los años, la niña la hizo más grande, perfeccionó las puntadas, insistió a su madre en ir a clases de tejido con las señoras del barrio, pero no tejía bufandas, suéteres o chambritas, no, lo que ella tejía no era una prenda. Tejía y a veces destejía.

Acércate un poco más y mira por este orificio, pero, por favor, enfoca detenidamente, puedes advertir movimiento al interior: es ella misma, se mueve graciosamente dentro de la jaula que sigue en su vaivén. Pensar en cómo entró ahí puede ser un disparate. Ahora observa lo que sostiene en la mano, pero antes, detente. Siente. Ella estaba mirándote antes de que tú la miraras, ya se había percatado de tu presencia y por eso siempre sostuvo la punta del hilo en la mano.

La filatelia y el misterio de sus colecciones

Trabajar en el Museo de la Filatelia de Oaxaca representó para mí un reto, porque mi formación de historiadora lo hacía ver como un campo totalmente desconocido y, al mismo tiempo, un misterio por descubrir. Sin embargo, con la práctica, al actualizar y clasificar colecciones como España, Canadá, Austria, Inglaterra, Perú, India y muchas otras, recordé que la filatelia y la numismática funcionan como auxiliares de la historia, y fue ahí donde todo comenzó a tener sentido, fue ahí donde inició el viaje hacia los misterios de lo desconocido.

Fue así también como descubrí que cada colección guarda información valiosa sobre el país que emite sus timbres postales, nos revela su historia, arte, cultura, pensamiento, personajes famosos de la política, los deportes, el cine y el teatro, sus museos y obras de arte, sus centros arqueológicos, la arquitectura moderna, producciones económicas, gastronomía, sus paisajes y hasta su flora y fauna, como es el caso de la colección que estoy clasificando, la donación del Sr. Raúl Fernández con la temática de la flora y fauna de los 50 estados de Estados Unidos de América, en la que no solo descubrí información de este tema, sino que también pude observar el diseño de los escudos norteamericanos. Es así como, día con día, el llegar y ver una nueva caja con timbres postales implica tomarla entre mis manos, imaginar lo que hay dentro; abrirla, develar su interior y comenzar a viajar con ellos.

Sumergirme en las colecciones de España y Líbano, por ejemplo, fue recordar parte de mi historia, mis raíces, mis antepasados. La colección de Cuba me regaló grandes sorpresas con magníficos sellos de una calidad extraordinaria; de Canadá me impresionaron los timbres que emiten por el Año Nuevo Chino. De varios países me encantan sus timbres con las diferentes razas de gatos y perros, pinturas y esculturas de los grandes maestros o del arte rupestre, como en la colección de India que, al ser yo una apasionada de las filosofías y religiones orientales, disfruté ver las representaciones de sus dioses y templos; de Francia pude recordar a los ilustrados, las catedrales góticas, los castillos medievales. ¿Se les antoja hacer ese viaje y develar por ustedes mismos tanto misterio?

Cada timbre es una fantasía, un viaje de la mente, es lograr que la imaginación se desborde; igual que cuando leemos un libro, nos transporta a cualquier parte, nos lleva a la exploración del espacio, de las profundidades de los océanos y nos volvemos un personaje, un héroe o una heroína, nos recuerda nuestra infancia con sus olores y sabores, la moda, el transporte, los juguetes que usábamos y los que usan hoy las nuevas generaciones.

Clasificar una nueva colección implica hacer un viaje de descubrimiento encontrar nuevos misterios. En cada colección he aprendido cuántas cosas desconocemos, es un aprendizaje diario no solo en la historia que narra el timbre, sino también al adentrarnos en sus características y así conocer cuáles son sus medidas, la cantidad de perforaciones, si tiene marca de agua, es decir, marcas de seguridad, que muchas veces son apenas visibles y que se imprimen en la parte posterior de cada sello para evitar falsificaciones; su valor nuevo o sellado, si pertenecen a emisiones que se publicaron a lo largo de varios años, como la primera colección permanente de México de los años 1950 a 1976 con los temas de arqueología, etnografía, arquitectura e historia, y a la que siguieron las series permanentes México Exporta, México Turístico, México Conserva y Creación Popular, que actualmente sigue emitiéndose. Encontramos, además, colecciones de sitios arqueológicos y la serie de ayuda para la tuberculosis o la de trajes regionales.

Al trabajar una colección, no solo se trabajan los sellos en forma individual, sino en planillas, hojas recuerdo, sobres de Primer Día de Emisión, hojillas informativas, bloques, tiras, timbres fiscales, ordinarios, semipostales, oficiales, álbumes completos que, mediante un sello, nos narran historias completas de lo más sobresaliente ocurrido en un año, como los Juegos Olímpicos, los Mundiales de futbol, los premios Nobel, ganadores del Óscar, personajes famosos, cómics y caricaturas infantiles, artes y oficios, poblaciones consideradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. La deliciosa comida oaxaqueña, la historia del ferrocarril, los autos, la historia del espacio, de la ciencia, del correo desde la antigua Mesopotamia, cuentos infantiles, ópera, teatro, temática religiosa, sellos navideños que nos muestran las pinturas de los grandes maestros o de concursos infantiles y, por supuesto, no puede faltarnos el beisbol, puentes, mapas, etcétera. Como pueden darse cuenta, la temática es ilimitada y fascinante.

Con los avances tecnológicos los sellos se han convertido en verdaderas obras de arte como al incluir textiles, y no hablo de presentar un realce, sino el tejido mismo, o rompecabezas, algunos incluyen olores al frotarlos. Por eso digo que entrar al mundo de la filatelia es entrar a un mundo de misterios, y quien no lo crea, es porque no lo conoce.

Antes de clasificar la donación del señor Rúl Fernández, trabajé la colección de Alemania. Parecía ser como cualquier otra, sin embargo, al empezar a sacar los timbres para separarlos, clasificarlos y colocarlos en el álbum correspondiente o en los sobres de repetidos, vi que aparecían timbres desde antes de la Unificación Alemana, en 1871, ya que cada estado y reino alemán empezó a emitir sus propios timbres; así, encontré de Baviera, Bremen, Brünswick, Hamburgo, Berlín, Sajonia, Prusia, entre muchos más; Estados Unificados del Norte, II Imperio con el Káiser Guillermo, las colonias, la República de Weimar, la Alemania Nazi, las ocupaciones alemanas durante la II Guerra y ocupación aliada, de la Alemania dividida ahora en República Federal y República Democrática. Lo anterior implica que estoy frente a una de las colecciones más grandes y complejas por la cantidad de estados, colonias y etapas históricas que requieren de una separación cuidadosa, ya que cada una de ellas pasa a formar parte de una nueva colección, y solo me concentré en actualizar y clasificar Alemania Federal. Conforme separaba los timbres, la diferencia entre los emitidos por las dos Alemanias se ve claramente: los de Alemania Democrática se enfocan más a plasmar la ideología socialista, predominando la representación de sus personajes, especialmente Karl Marx, y emitiendo una buena cantidad de obras de arte de diferentes países, sin embargo, y es mi opinión personal, los timbres postales de Alemania son más de utilidad que de querer llamar la atención, como ya he mencionado que pasa con los de otros países, pero, insisto, es mi opinión, y no la de una auténtica conocedora del tema.

Ahora el misterio será descubrir qué nueva colección trabajaré al terminar los álbumes de Estados Unidos del señor Raúl Fernández. En la siguiente oportunidad les platicaré qué descubrí.

Por favor, disfruten su viaje, no se arrepentirán, se los garantizo.


Incógnitas de una emisión: Serie Pro Universidad

La capacidad de un museo para proporcionar a la gente de hoy y a la gente
del mañana experiencias con sentido depende de la forma en la que trata a sus colecciones y a la información acerca de las mismas.1

“Catalogar lo que vemos” es una pauta común para todo aquel que colabora en la ardua tarea de registrar las piezas que conforman el acervo de un museo, ya sea de obra plástica, gráfica, objetos, libros o timbres postales.

¿Quién es el autor de la obra?, ¿cuándo se creó?, ¿en dónde se realizó? O ¿cuáles son las características físicas? La información obtenida, por breve que esta sea, permitirá contextualizar la pieza, pero ¿por qué fue hecha? y ¿para qué?

Lo anterior adquiere sentido cuando se catalogan timbres postales: al observar sus características se encuentran variedades que despiertan nuestra curiosidad para indagar más acerca de esa pieza y recurrir a la literatura filatélica.

De acuerdo con el Catálogo Scott, especializado en timbres postales, México cuenta con más de 4 000 piezas, entre emisiones ordinarias, aéreas, semipostales, servicio oficial ordinario y aéreo, entrega inmediata, seguro postal, complementarios, porte de mar, bultos postales, beneficencia, provisionales y revolucionarios; emitidos desde 1856 hasta la fecha. Actualmente, el Repositorio Digital FAHHO reúne más de 2000 piezas de la colección México, resguardados en el Museo. Se trata de un gran legado de la filatelia mexicana comprendida en los periodos clásico, antiguo, revoluciona rio y moderno. Recientemente, se inició la digitalización de los timbres postales del siglo XXI.

Esta colección posee piezas de gran interés, ya sea por tratarse de las primeras emisiones, o porque su motivo representa algún personaje célebre o acontecimiento histórico; si bien cada una ha sido realizada con un objetivo propio, existen casos de emisiones postales que, entre los coleccionistas, resultaron polémicas.

Tal es el caso de la serie Pro Universidad, autorizada por decreto del presidente Lázaro Cárdenas del Río, a beneficio de la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1934. Se trata de una emisión semipostal que marca el inicio del cambio de poderes gubernamentales y, “filatélicamente” hablando, se identifica un cambio relevante en los valores faciales pues, por primera vez, se ponía en circulación un timbre con valor de 20 pesos y dos de 10 pesos. El propósito de esta serie fue recaudar 600 mil pesos para el Patronato Pro Universidad pues, al poco tiempo de haber adquirido su autonomía, la universidad se encontraba en una difícil situación económica.

Los motivos postales que conforman esta serie son: madre indígena, flechador, cabeza de indio, alfarera decorando, mujer otomí con floripondio, alfarero y escultor azteca, platero, la ofrenda floral y una paloma, que corresponden a los valores de 1, 5, 10, 20, 30, 40 y 50 centavos, 1, 5 y 10 pesos, respectivamente. En los timbres postales del correo aéreo destacan los diseños del volcán Nevado de Toluca, las Pirámides del Sol y la Luna en Teotihuacán, México, el Ajusco, los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, el camino de Acapulco y el Puente Papagayo, el Castillo de Chapultepec, el volcán del Pico de Orizaba y, por último, la representación de una mujer y el calendario maya. Los valores emitidos en los timbres aéreos fueron de 20, 30, 50 y 75 centavos; 1, 5, 10 y 20 pesos. En total fueron 18 valores de la serie.

El del valor más alto es considerado por los filatelistas uno de los timbres más atractivos del periodo moderno de la filatelia mexicana, conocido como “el 20 pesos Universidad”. Los coleccionistas calificaron las características de esta emisión como “especulativas”, pues el valor elevado sobrepasaba las tarifas postales de la época.

Tanto el valor de 10 pesos con el motivo de la ofrenda de una paloma, como “el 20 pesos Universidad”, tuvieron una corta tirada, el primero solo tuvo 1 000 ejemplares y el segundo 1 500, motivo por el cual las piezas son de difícil adquisición para los coleccionistas, pues, como se mencionó, el propósito era solo recaudar cierta cantidad para recuperar la economía de la institución en el periodo de tres meses en el que se pusieron en venta, de septiembre a noviembre de 1934. Sin embargo, se sabe de variedades de color y ausencia de marcas de agua que ponen en duda el número real de ejemplares, pues se piensa que debió existir otro tiro no oficial, es decir, no emitido precisamente para fines filatélicos. Al identificar las variedades de piezas en los catálogos especializados puede verse que se cotizan en el mercado filatélico con valores muy elevados.

Otra característica de esta serie es que, por primera vez, se indicaba el uso obligatorio del menor valor de 1 centavo para el envío de toda correspondencia durante el periodo vigente de la serie.

Y es precisamente aquí donde la digitalización de las colecciones juega un papel importante, ya que permite reunir, en un mismo lugar, todas las emisiones que conforman una serie filatélica, aunque estas, a su vez, formen parte de distintas colecciones del acervo. Nuestro principal objetivo es difundir la filatelia de todo el mundo.

Fernández Terán, Carlos, Catálogo de estampillas postales de México, 1956 – 1996. 140 años de la estampilla postal mexicana. México, Secretaría de
Hacienda y Crédito Público, 1997.

Scott Standard Postage Stamp Catalogue. Vol. 4. Maine, J-M. Scott Publishing Co., 2015.

1 Lord, Barry y Gail Dexter. Manual de gestión de museos. Arte y Patrimonio. Ariel. Barcelona España, 2010. p. 79


El enigma de una academia

El beisbol es uno de los deportes más fascinantes que existen en el mundo, ya que además de las grandes jugadas hay mucho misterio en su desarrollo. Podemos hablar de todos los momentos de suspenso que suceden mientras se juega, o de sus famosas “cábalas”, que muy poco se sabe de su origen, pero que, de forma extraña, casi siempre se realizan las premisas beisboleras.

Los fieles amantes del rey de los deportes podemos ver en todos lados ciertas acciones un poco extrañas, desde un campeonato que vivió 108 años con una maldición, hasta un juego ganado en la novena entrada con muchas carreras en contra y teniendo únicamente un out de vida. Pero qué aficionado no ha sentido que se detiene el tiempo unos segundos cuando el bateador que entró de emergente logra conectar un gran batazo ¡y todos en el estadio se quedan mudos! Son segundos de misterio en espera de un home run o una gran jugada en los jardines. Es lo hermoso de este deporte, que nada está escrito hasta que cae el último out y que la esperanza de ganar el juego siempre se encuentra presente.

A lo largo de la historia del beisbol han existido muchos hechos sin explicación y las instalaciones del paraíso beisbolero no son la excepción para ese tipo de acontecimientos. Algunos de los egresados cuentan que han visto “apariciones” en los campos o en las habitaciones y, sin tener pruebas reales, esto se torna en misteriosas leyendas que se transmiten de curso en curso, cuando los chicos platican diferentes historias vividas, incluso se habla de duendes que esconden los objetos personales de nuestros prospectos, o de apariciones de personas ya fallecidas. Hay quienes aseguran haberlo vivido y otros que comentan no sentir o ver nada.

Quizás una de las razones de estas apariciones sea el terreno en donde está construida la Academia, pantanoso y difícil de trabajar, como si se tratara de un llano agreste y abandonado. Ojalá muy pronto volvamos a escuchar las risas, los gritos y las espectaculares jugadas de todos nuestros prospectos. Por ahora, el misterio aquí no está en los partidos o en las fantasmagóricas apariciones sino en ¿cuándo volveremos a estar cerca?


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