Poema peatonal

Cuando pensamos a lo que se refiere la palabra “poema”, lo que usualmente nos imaginamos es una composición literaria cuya natural residencia es un libro. Sin embargo, al margen de los cánones, la historia nos ha enseñado que el ejercicio de la letra se ha valido también de otros soportes físicos, desde los epigramas encontrados en estelas funerarias en la isla de Creta, datados en el siglo VII antes de nuestra era, hasta aquel poema que Raúl Zurita escribió con humo, utilizando como fondo el cielo de un mediodía neoyorkino, en los años ochenta del siglo pasado. 

En el marco del XV aniversario de la inauguración de la Biblioteca Andrés Henestrosa tuve la oportunidad de hacer dos intervenciones en el edificio que resguarda este grandioso acervo. La primera, en uno de los corredores del patio principal y la segunda, que es a la que me refiero en estas líneas, en torno a la fachada del edificio y cuyo título es Poema peatonal.

Si usted, querido lector, ha tenido la oportunidad de leer el poema en cuestión, dará cuenta de que está dispuesto de tal forma que solamente lo podrá leer si transita en torno al edificio. Si realiza este ejercicio, podrá advertir ciertas líneas de composición en diálogo, la retícula editorial convive con las de composición arquitectónica. La parte del poema rotulado sobre la calle de Porfirio Díaz corresponde a la línea del horizonte de un peatón. Ésta corre en paralelo a los desniveles de la acera y, al dar vuelta en la esquina de la calle Morelos, responde también a la composición de los vanos del edificio. 

Así fue escrito, para leerse mientras uno camina. Además, también está rotulada una versión esquemática de la constelación Casiopea, que corresponde iconográficamente a la advocación mariana de Santa Catarina mártir –primera patrona de Oaxaca– y que eventualmente se criollizaría en la imagen de la Princesa Donají. 

Sin meterme en interpretaciones compositivas arquitectónicas, urbanas, o de contenido que puedan sonar más a justificación que a sincera exploración del ejercicio literario en lo contemporáneo, que sea esta brevísima descripción la que me sirva para advertir que este poema está escrito y compuesto para este edificio en particular, sobre todo, para brindarse como un obsequio al paseante de nuestra ciudad, ahora que se cumplen quince años de la puesta en marcha de un proyecto cultural que sólo ha sido posible por el acompañamiento de sensibilidades calibradas, tanto en la tradición como en nuestro tiempo. 

Impacto de la reforestación urbana

Utilizando la metodología i-Tree Eco evaluamos la reforestación urbana que ha realizado la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca de Juárez, lo cual incluye las características de los árboles sembrados, lo que nos permite entender la estructura, la función y el valor de este bosque urbano de 797 árboles sembrados. Predominan tres especies comunes, Tabebuia rosea, Tabebuia donnell-smithii y Fraxinus uhdei. Esta reforestación cubre una superficie de casi 1.4 hectáreas. Algunos de los impactos benéficos evaluados son: 

Eliminación de la contaminación del aire 

Este bosque urbano nos ayuda a mejorar la mala calidad del aire, reduce la temperatura, elimina los contaminantes y reduce el consumo de energía de la infraestructura urbana, por consiguiente, reduce las emisiones de contaminantes del aire de las fuentes eléctricas. Dentro de los contaminantes que se eliminan se encuentra el ozono (O3), monóxido de carbono (CO), dióxido de nitrógeno (NO2) y dióxido de sulfuro (SO2). Se estima que este arbolado urbano elimina 56 kilogramos de la contaminación del aire por año. 

Almacenamiento y retención de carbono 

El almacenamiento de carbono es otra manera en la que los árboles pueden influenciar en el cambio climático global. Conforme un árbol crece, almacena más carbono sujetándolo en su tejido. Cuando el árbol se muere y descompone, nuevamente libera la mayoría del carbono almacenado a la atmósfera. Se calcula que los árboles de la ciudad de Oaxaca almacenan 32 toneladas de carbono. Los árboles urbanos ayudan a mitigar el cambio climático, retienen el carbono atmosférico (dióxido de carbono) en sus tejidos, y al modificar el uso de la energía en la infraestructura urbana, por consiguiente, modifican las emisiones de dióxido de carbono de las fuentes eléctricas y de combustibles fósiles. 

Estos árboles reducen la cantidad de carbono en la atmósfera al retener el carbono en el crecimiento nuevo cada año. La cantidad de carbono retenida anualmente aumenta con el tamaño y la salud de los árboles. Al año, este arbolado urbano retiene casi 3.5 toneladas métricas de carbono. 

Producción de oxígeno 

La producción de oxígeno es uno de los beneficios más importantes de esta reforestación urbana. La producción anual de oxígeno de un árbol está directamente relacionada con la cantidad de carbono secuestrado por el árbol, la cual está vinculada con la acumulación de biomasa del árbol. Se calcula que esta reforestación urbana produce 9.3 toneladas métricas de oxígeno al año. 

Escurrimiento evitado 

Durante los eventos de precipitación, cierta cantidad se ve interceptada por la vegetación, mientras que la otra alcanza el suelo. La cantidad de precipitación que llega al suelo y no se filtra se vuelve escurrimiento superficial. En las áreas urbanas, la gran extensión de superficies impermeables aumenta la cantidad de escurrimiento superficial. Sin embargo, esta reforestación urbana es benéfica porque reduce el escurrimiento superficial. Los árboles interceptan la precipitación, mientras que sus sistemas de raíces promueven la infiltración y el almacenamiento en el suelo. Los árboles de esta reforestación urbana ayudan a reducir el escurrimiento por casi 213 metros cúbicos al año. 

Como podemos observar, los impactos de la reforestación urbana son de vital importancia para reducir la contaminación ambiental y mejorar la calidad de vida de los habitantes de la ciudad, así como la reducción del ruido, regulación del clima y la arquitectura del paisaje. El compromiso de la ciudadanía en su cuidado y las sinergias entre los diferentes actores de la sociedad civil e instituciones son necesarios para mantener en un estado adecuado, con un buen manejo, el arbolado urbano, en una ciudad como la nuestra, Patrimonio Cultural de la Humanidad. 

Los museos y la empatía

Hablan los historiadores y académicos de las historicidades de los objetos, sus andanzas a través del tiempo y espacio, pero ¿cómo plasmar la magnitud de este caminar que escapa a nuestros sentidos? No solamente hay que estudiarlos, hay que escucharlos. ¿Cómo llegan los objetos a un museo? 

Un museo es más que un contenedor de objetos, es más que ladrillos hermosamente dispuestos: es un recipiente de emociones. Los museos nos ayudan a entender y valorar la historia, el arte y la cultura de un país y sus habitantes. Exhiben, conservan, investigan, comunican y adquieren obras que han perdurado por mucho tiempo, pero la clave está en sus habitantes. Personas que le dan significado a la creación, al origen, a la necesidad. 

Las personas siempre serán más importantes que los objetos, sin dudarlo, pero son los objetos el reflejo de nuestras relaciones y nuestra necesidad de permanecer y trascender. Detrás de cada objeto hay un motivo, una inspiración y un impulso creador. Éstos se guardan y atesoran en los museos para ser admirados, entendidos y estudiados desde un aspecto técnico principalmente, pero cada uno tiene mucho qué decir. Esos objetos han servido para curar enfermedades de hijos, sacar de apuros a su dueño, reencontrarse con sus hijos, hermanos y abuelos, para llenar huecos en las historias, para homenajes póstumos, para homenajes en vida, han sido dados en herencia, han sido regresados a su dueña. Tienen tantas historias que contarnos, hay tantos reencuentros que hacer. Todas éstas son historias que han pasado en el MTO, historias anónimas y poderosas. Estas historias le dan validez al trabajo y dimensión a la responsabilidad de los museos de la actualidad, no son meros templos de contemplación, son mucho más y hacen más por la sociedad. 

Las emociones que generan estos objetos son mediciones exactas de nuestra capacidad de ser empáticos, lo que los historiadores llaman “tomar perspectiva”. Son las habilidades emocionales, en ocasiones, más importantes que el análisis de hechos y su razonamiento. Las habilidades emocionales son el primer paso hacia la empatía. Es la conciencia de las emociones la que nos permite comprender los sentimientos de los demás y, por lo tanto, es el fomento de la tolerancia, que a su vez nos lleva a la convivencia armónica. La empatía es el pegamento que nos une para funcionar en civilidad. Con empatía hay compasión y con ésta podemos simpatizar con nuestros semejantes. Cuando se logra ampliar la capacidad de empatizar con la situación de los demás, sean amistades o desconocidos, es más difícil no actuar o no ayudar, pues es posible reconocer los sentimientos ajenos como propios. Es normal que sólo dispongamos de nuestras vivencias personales para formarnos juicios sobre lo que nos rodea, nuestra naturaleza nos hace agrandar y exagerar esas experiencias propias, pero también minimizan la impresión que tenemos de las experiencias ajenas a nosotros si éstas difieren de las nuestras. Los museos tienen como propósito amalgamar todas estas diferencias para traducirlas en equidad mediante los objetos coleccionados. 

Hoy más que nunca, los museos tienen la labor de enseñar empatía, esa capacidad de “ponerse en los zapatos de otro”, esa capacidad que, al contrario de lo que pensamos, no es innata. La empatía, más que un vago impulso es un fin razonado y, por lo tanto, es un ejercicio mental que ha de ser cultivado: es ver el mundo a través de ojos ajenos y no sólo entenderlo, sentirlo. Nuestra incapacidad para entender los puntos de vista de los demás, así como sus experiencias y sus sentimientos son la base de los prejuicios, los conflictos y la desigualdad. 

Los museos son el modelo a seguir para una sociedad más amable. Dicho hermosamente por Mary Ann Evans, mejor conocida como George Eliot: “El arte es lo más cercano a la vida; es un modo de amplificar la experiencia y entender nuestro contacto con nuestros semejantes más allá de los límites de nuestro lote personal”. 

91 almas se transforman*

Hace ya tiempo, más para unos que para otros de los aquí presentes, fuimos invitados a la maravilla humana de la lectura. De esa sorpresa agradabilísima, que consistió en saber que nuestras expresiones verbales podían quedar registradas, y que podíamos entender lo que otros habían dejado escrito, casi no tenemos conciencia, simplemente porque ocurrió en esos años en los que íbamos por la vida de sorpresa en sorpresa. 

Lamentablemente, para la mayoría, hubo un momento en que la lectura –como otras áreas de nuestra formación– pasó a formar parte de esa gran área gris de lo que se debe hacer y no de lo que queríamos hacer por el placer de hacerlo. Para otros, afortunadamente, la sorpresa inicial se convirtió en placer, y éste en una necesidad, un hábito de búsqueda desafiante y de encuentros inesperados. Para otros más, el camino ha sido bastante intrincado, ya que por alguna circunstancia afortunada, algunos, incluso por haber sido llamados a la docencia, han logrado huir del gris con el que por muchos años creyeron que se pintaba la lectura y encontraron el camino de colores que la vida de las letras construye: el placer de leer. 

Y tras leer y leer, la vida es diferente para nosotros y para los que nos rodean, porque leyendo abrimos la puerta a otras vidas, leyendo acicateamos nuestra creatividad y desafiamos nuestro intelecto. Leyendo entrenamos nuestro entendimiento, nos surgen nuevas preguntas y encontramos en el camino respuestas e inquietudes que en ocasiones ni éramos conscientes de haber formulado. Aquí cabe mencionar el verso tan atinado de Benedetti en el que Laura Avellaneda se dirige hipotéticamente a Martín Santomé en el poema que ya no cupo en la novela: “Usted, Martín, es la respuesta a una pregunta que nunca me he formulado”, y finalmente, leyendo hallamos la ruta a la libertad, leyendo somos más capaces de luchar por ser libres, porque si leyendo sabemos lo que ocurre en nuestro mundo, también leyendo podemos ser conscientes de que queremos otro mundo, que otro mundo es posible. Creo que todos los que estamos aquí reunidos estamos de acuerdo en que no queremos leer que cada vez es mayor el número de personas desaparecidas; no queremos leer que el número de feminicidios aumenta, que la pobreza sigue siendo una deuda y una vergüenza social; no queremos leer que nuestro estado sigue estando en números rojos en tantos aspectos esenciales para la vida. Pero si aceptamos el desafío de leer, si nos atrevemos a leer y nos documentamos en fuentes serias, nuestra conciencia será mayor y empezaremos a mirar la realidad de otro modo, vislumbrando la posibilidad del qué hacer y cómo hacerlo. 

Estimados estudiantes que hoy culminan sus estudios de diplomado, este año el lema de los hermanos de La Salle es: “Grandes cosas son posibles”, y hoy queremos decir que grandes cosas son posibles leyendo, imaginando, decidiendo y trabajando. Si como dice Gabriel Zaid: “Somos más libres y más inteligentes después de leer cosas libres e inteligentes”, tenemos que lograr que más textos libres, inteligentes y bellos sean accesibles a un número mayor de personas. No puede ponerse fin a la violencia con mayor violencia, no podemos luchar contra el aparente triunfo de la banalidad con otras banalidades. Tenemos que lograr cada día modos nuevos para una formación lectora que estimule la creatividad, la crítica productiva, la apreciación de lo bello, de lo bien hecho, de lo solidario. Precisamente es esta ambición feliz la que nos hermana con los múltiples esfuerzos que la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca refrenda cada día en nuestro estado, y que seguimos juntos y seguimos leyendo porque seguimos buscando juntos ese mundo posible que queremos, vamos a construir y ya estamos construyendo. 

Muchas felicidades a todos. 

INDIVISA MANENT 
Lo unido permanece 

*Discurso de la rectora de La Salle con motivo de la entrega de diplomas para alumnos en programas de Formación en la Cultura Escrita 2018-2019.

Ampliación del Museo de la Filatelia de Oaxaca

Desde su inauguración en el año de 1998, el Museo de Filatelia de Oaxaca continúa impactando a sus visitantes con el impresionante juego de blancos que logran mezclarse armoniosamente con la naturaleza de la madera, de las plantas, formas, colores, cartas y arte filatélico con vibrantes mensajes que en el interior de una casa histórica encontraron hogar. 

El Museo de Filatelia de Oaxaca se encuentra próximo a enriquecerse y extenderse aún más. Pronto, las misivas llegarán a la casa 201 de la calle Constitución, en la esquina que forma dicha calle con Reforma, antes las calles de la Pañuelita y de la Huerta, ubicada en una de las inserciones del bastión del Ejército Nacional, ya que al frente de la casa se encontraba el XXVIII Regimiento de Caballería.

En el año de 1848, el edificio aún no había sido reformado y se encontraba registrado con el No. 6 de la calle Constitución, bajo la propiedad del Sr. Ignacio Ortiz. Para el año de 1910 ya había sido reformado, mostrando una subdivisión de tres predios. En la segunda mitad del siglo XX dicha esquina fue una miscelánea, recordada por los antiguos vitroleros de vidrio soplado distribuidos en los anaqueles para mostrar la mercancía que un par de señoritas vendían. Aún puede leerse por los vestigios del rótulo realizado en la fachada de la casa. Por varios años el abandono, la falta de mantenimiento del espacio, el daño intencionado, así como las intervenciones inadecuadas propiciaron la pérdida de elementos estructurales y constructivos que lo protegían y mantenían estable, dejándolo en riesgo de colapsar. Ahora la casa se encuentra en proceso de restauración por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca a través de su Taller de Restauración, para que forme parte del Museo de la Filatelia de Oaxaca.

Al iniciar la intervención se encontraron daños en ambas fachadas de la casa, secciones expuestas de adobe a causa de la falta de aplanado; las escasas áreas existentes de aplanado y los sillares de piedra cantera mostraban pintas de grafiti; los marcos de los vanos se hallaban incompletos y conservaban, aunque en muy mal estado, sólo una de las cuatro protecciones de herrería que debía tener. El interior de la casa ha perdido en su totalidad las cubiertas de viguería que protegían la mitad de las crujías de la casa, el resto fue alterado y ahora presenta cubiertas de viguería. En general, la casa muestra agregados de concreto reforzado y cemento, mismos que han provocado fallas estructurales en el sistema tradicional de muros de adobe que varían entre los 40 y los 80 centímetros. Se sabe, por los vestigios de mechinales, que la antigua cubierta fue de viguería. 

En la restauración se utilizarán las técnicas tradicionales de construcción, se recuperará un par de patios que existe en la casa y se integrarán una cubierta móvil y una exenta para aprovechar el espacio. Con la ampliación del MUFI, además de la recuperación y conservación de uno de los singulares y escasos ejemplos de arquitectura virreinal, se recobrará la vitalidad del espacio, al destinarlo para la generación y difusión de la cultura, así como la convivencia de sus visitantes en los lugares destinados para salas de exposiciones, conferencias o para la adquisición de productos relativos al tema filatélico. 

Los invitamos a disfrutar próximamente del nuevo espacio del Museo de Filatelia de Oaxaca. 

Taller Arminda

En Las Ánimas, población que pertenece al municipio de Santa Catarina Ixtepeji en la Sierra Norte de Oaxaca, entre las montañas, los pinos, el frío y la neblina, se encuentra el Taller Arminda. Jesús Gómez Torres y otras cuatro personas de la familia integran el taller. Don Jesús lo dirige, y cuenta que a los nueve años aprendió de su padre el arte de tallar a mano la madera del pino. El taller dedica sus días a cumplir con varios pedidos que tienen programados para entregar a sus clientes. Trabajan con diferentes tipos de madera, como la jacaranda –que consiguen en los valles centrales–, la madera de fresno y aile, que consiguen con aserraderos certificados de la Sierra. Taller Arminda utiliza solamente la madera de árboles marcados para derribo. Don Jesús es un guardián de sus bosques y está contra la tala ilegal de árboles, así que la madera con la que trabaja está certificada. Él es quien se encarga de seleccionarla para su producción. 

Don Jesús estudió la secundaria en la ciudad de Oaxaca, y ahí descubrió que se podían hacer tornos, pero fue hasta la década de los setenta que llegó la electricidad a su comunidad y con ello pudo revolucionar la manera de elaborar sus tradicionales piezas de madera, lo que le permitió acercarse a nuevos mercados. Gracias a ese torno comenzaron a elaborar el producto que ahora más comercializan: el molinillo, un utensilio que sirve para moler el chocolate y generar espuma. El Taller Arminda hace diferentes tipos, pero cada persona se acomoda con el que mejor le “levante” la espuma al chocolate. 

Para don Jesús es muy importante hacer demostraciones de su trabajo cuando los clientes visitan su taller. Él recuerda que antes, para poder vender sus productos, tenía que buscar a los clientes y caminar desde su comunidad hasta la ciudad, un trayecto de un día. Ahora son los clientes los que van desde la ciudad a su taller. 

Don Jesús demuestra que es un apasionado de su oficio por el cuidado que pone en cada una de sus piezas, y finaliza diciendo: “Nos da mucha satisfacción enseñarles a nuestros hijos y a nuestros nietos la técnica y la tradición de elaborar utensilios de madera y que se vaya perfeccionando nuestro taller. Ahora le ofrecemos lo mejor a nuestros clientes. Lo pienso seguir haciendo porque me gusta y le he inculcado ese gusto a mis hijos”. 

Formación de usuarias/os

Las bibliotecas son espacios para el conocimiento, ya sea científico, espontáneo, didáctico o lúdico; para el goce de un libro, para la observación, la reflexión, el disfrute de su arquitectura, para crear mundos paralelos… La comunidad, que encuentra en ellas algo de lo antes mencionado, se vuelve pilar importante de las mismas y las convierte en sus refugios. Es así porque en los libreros y sobre las mesas, hay libros que les atraen, que les emocionan, que responden a sus necesidades. 

Lograr una experiencia literaria favorecedora desde los primeros años, que propicie el interés por la lectura y sus beneficios a corto, mediano y largo plazo es una labor que requiere de mucha dedicación, planeación y compromiso de las bibliotecas y del personal, además de que parte de su responsabilidad social es facilitar el acceso y el uso de la información. 

Las BS están pensadas principalmente para un público infantil y juvenil. Por tal motivo, buscamos la inserción social por medio de la prestación de servicios informativos, culturales, educativos, artísticos, creando una imagen que estimule y atraiga también a otros grupos de edades. Por ello, desde la apertura de la primera BS (2007), se ha perfilado un tipo de usuario, iniciando su formación incluso antes de cumplir el primer año de vida. En este sentido, promovimos –con los servicios y un acervo cuidadosamente seleccionado– la autonomía, para que el usuario sea capaz de seleccionar sus títulos con base en la distribución de los materiales, en las sugerencias por parte de personal y del gusto propio. Buscamos que la biblioteca se convirtiera en un sitio de interés constante, hasta lograr usuarios activos, autónomos, críticos, dialogantes y amantes de la lectura. 

La formación de usuarios es un esfuerzo del personal por orientar a los visitantes sobre las actividades que se presentan en cada centro bibliotecario, pero sobre todo, de encontrar e identificar con mayor facilidad el acervo, de identificar la oferta para ellos: talleres, actividades especiales, cine, etc. Distribuir la información para hacerla más accesible al público es parte de la infraestructura intelectual de nuestra biblioteca, como la disposición del acervo de acuerdo con las edades e intereses, y la selección del mobiliario apto. 

En paralelo, generamos materiales que coadyuvan en el proceso de formación de usuarios. Es el caso del boletín mensual, en el cual está contenida la programación de cada centro; otro ejemplo es la alerta A de lectura, publicación bimestral donde se presentan las novedades sobre promoción lectora, libros, bibliotecas y el trabajo que se desarrolla a partir de estas áreas con niñas, niños y jóvenes. Por otro lado, los carteles informativos contribuyen a que nuestros usuarios no solamente identifiquen las actividades en lugares visibles de la ciudad, también provocan el interés y el acercamiento a nuestras bibliotecas. Lo mismo ocurre con la información que circula en nuestras redes sociales. 

El animador a la lectura 

En algunas bibliotecas, el bibliotecario es el especialista en el manejo y uso de la información. En nuestro caso, se creó la figura de “animador a la lectura”. Como su nombre lo indica, es quien anima a leer, es el mediador entre el usuario y la información. Su papel como gestor de la información lo lleva a planear una serie de acciones para responder a la demanda y las necesidades de la comunidad, que van desde conocer el nombre de los usuarios, explicar detalles sobre el libro o la biblioteca, impartir talleres, leer en voz alta, contar cuentos, dar recorridos por las instalaciones; acciones que promueven la independencia de las y los usuarios dentro de la biblioteca. 

PERFIL DEL USUARIO  BS
#BSLOVERS: 

• Autonomía para la selección de títulos a partir de estantería abierta, es decir, que los libros están dispuestos para que los usuarios escojan aquellos que les interesen sin necesidad de solicitarle al animador a la lectura en turno. 
• Conocedores del uso y manejo del acervo desde los primeros años escolares: cuidado del acervo dentro y fuera de la biblioteca (préstamos a domicilio). 
• Capacidad de iniciativa e independencia a través de la interacción con el espacio y la relación de confianza con el personal. 
• Colabora en la trasmisión del uso y manejo del acervo, así como del cuidado del espacio, en general, de manera voluntaria, porque ha hecho de alguna biblioteca de la familia BS su casa.

Segundo Encuentro de Escuelas de Arquitectura 2019

Ante la primicia de atender problemas reales de nuestra ciudad, en la semana del 2 al 7 de septiembre, la Casa de la Ciudad, en conjunto con siete universidades oaxaqueñas (Centro Universitario Casandoo, Universidad Mesoamericana, Universidad Regional del Sureste, Universidad La Salle Oaxaca, Universidad del Mundo Maya, Facultad de Arquitectura 5 de Mayo de la UABJO y la Facultad de Arquitectura C.U. de la UABJO) celebraron el Segundo Encuentro de Escuelas de Arquitectura. Con un total aproximado de 120 alumnos se llevaron a cabo siete ponencias magistrales y dos talleres en las diferentes sedes, buscando así nutrir los conocimientos de los participantes en temas urbanos y arquitectónicos que les permitieran generar intervenciones puntuales que influyeran de manera positiva en la dinámica urbana de una zona de la ciudad de Oaxaca. 

Para la realización de este encuentro, el grupo convocó a distintos expertos en temas urbanos –ambientales, sociales, culturales, arquitectónicos y económicos– dentro de los cuales se encontraban el Arq. Adrián F. Labastida Salgado, la Mtra. Clara Vadillo Quesada, la Dra. Luz Cecilia Rodríguez Sánchez, el Arq. Jaime F. Irigoyen Castillo, el Arq. Ernesto Natarén de la Rosa, el Arq. Miguel Mendoza Medina y el Arq. César A. Hurtado Farfán. 

Sin perder de vista que el objetivo primordial del encuentro fue acercar a los estudiantes a problemáticas reales y desarrollar en la juventud oaxaqueña la capacidad de proponer proyectos urbano-arquitectónicos factibles que mejoren la condición y calidad de vida en la ciudad de Oaxaca, se eligió para trabajar el tema Acupuntura Urbana. El sitio de intervención fue la colonia Morelos sobre la calzada del panteón y las inmediaciones del panteón general. 

Fue así como, durante seis días completos, los alumnos participantes se dedicaron a buscar una solución urbana y arquitectónica que, como menciona Eugenia de Antonio Ramírez, “permitiera recuperar la energía de este punto enfermo y cansado de la ciudad por medio de un simple pinchazo”, revitalizándolo junto con el área que hay alrededor. 

Finalmente, y después de una repentina de 24 horas, se presentaron en la Universidad La Salle Oaxaca los resultados de las propuestas realizadas. El equipo ganador fue Andador Rosario, su propuesta consistió en recuperar la vialidad subutilizada y transformarla en un andador peatonal, generando tres espacios públicos: uno sobre la Calzada Lázaro Cárdenas, otro en la calle del Refugio y otro en la vialidad Camino a Ixcotel. La idea fue recuperar espacios subutilizados que se integraran peatonalmente y conectaran de manera segura al peatón con cruces pompeyanos. Este equipo tomó en cuenta aspectos de identidad ciudadana, pues consideraron de suma importancia la recuperación y reintegración de la capilla vecinal al proyecto. 

Te invitamos a conocer los proyectos que se harán públicos en el mes de noviembre mediante una exposición que se inaugurará en la Facultad de Arquitectura 5 de Mayo de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. 

Para enriquecer la lectura de este artículo, adjuntamos la gaceta que emitió la Casa de la Ciudad en la que desglosa el temario de este Encuentro, reseñas sobre las ponencias impartidas, así como diversas fotografías que ilustran la convivencia entre los estudiantes y parte de los resultados presentados. Da click aquí para abrir el PDF.

Beso eterno y el movimiento Infrarrealista

Si he de vivir, que sea sin timón 
y en el delirio. 
Mario Santiago Papasquiaro 

Mario Santiago Papasquiaro, nombre artístico de José Alfredo Zendejas Pineda, nació en Mixcoac, barrio de la Ciudad de México, el 24 de diciembre de 1953. Autor de numerosos poemas, aunque publicó poco en vida. Amante y andante de la Ciudad de México recorrió a pie sus calles y colonias en donde descubría, día a día, “laberintos incendiados” y con ellos obtenía material para su poesía. Fue fundador, junto con Roberto Bolaño –con quien tomaba café en el famoso local La Habana de la calle Bucareli– del movimiento Infrarrealista. Según Carmen Boullosa, este movimiento tuvo en un momento varios artistas que lo integraban, pero en una entrevista que le hizo a Bolaño, éste declaró que sólo eran él y Papasquiaro quienes lo formaban. Bolaño lo hizo personaje de su novela Los detectives salvajes, publicada por Anagrama en 1998. 

Los poemas de Mario Santiago Papasquiaro son creaciones complejas y altamente metafóricas, eruditas y con referencias constantes a la percepción, los viajes y las caminatas. Fueron recopilados en Aullido de cisne, que vio la luz en 1996. Su viuda, Rebeca López García, y el escritor Mario Raúl Guzmán elaboraron la antología Jeta de Santo en 2008, publicada por el Fondo de Cultura Económica España. 

Con el fin de reconocer la obra de Papasquiaro, y analizar su influencia en la poesía mexicana actual, la Biblioteca Henestrosa organizó, durante los jueves de octubre, el taller Beso eterno: La poesía de Mario Santiago Papasquiaro, impartido por Óscar García Sandoval. 

El taller consistió de cuatro sesiones donde se revisaron cuatro libros del poeta infrarrealista. En la primera sesión, titulada “Papasquiaro y el Infrarrealismo”, se revisó Beso eterno, publicado en 1995. En la segunda sesión, “Mario Santiago Papasquiaro vs. Ulises Lima”, se realizó la revisión de Aullido del cisne, que fue publicado en 1996. En la tercera sesión “La poesía de Octavio Paz y las disidencias poéticas de la época”, se hizo un análisis de la obra Jeta de Santo. Y para finalizar, la cuarta sesión “La influencia infrarrealista en la poesía joven mexicana” estuvo dedicada a Revisión de arte y basura, publicada en 2012. 

Barro mixe, colaboración de artesanía y diseño

Tierra Caliente es una localidad que pertenece a Tamazulapam del Espíritu Santo, localizada en la Sierra Mixe. Para llegar a la comunidad, ubicada a poco más de tres horas de la ciudad de Oaxaca, hay que tomar rumbo hacia Tlacolula y cruzar Ayutla, para encontrarse poco después con las primeras construcciones de Tamazulapam, señal para tomar la desviación de terracería de diez kilómetros hasta Tierra Caliente.

Rufino Cruz y Zoila Rodríguez son artesanos de esta comunidad. De tradición alfarera heredada por generaciones, su producción se caracteriza principalmente por sus grandes dimensiones que implican retos y mucho tiempo para su elaboración. Piezas como tepacheras, cántaros de múltiples bocas y ollas decoradas nacieron como piezas tradicionales para cocinar o almacenar alimentos o agua, y ahora son principalmente decorativas.

Desde el Laboratorio de Diseño de Andares hemos planteado y experimentado varios escenarios que principalmente son generados por las grandes dimensiones de las piezas de esta comunidad. La fragilidad del barro en esos tamaños exige rentar un transporte de carga para llevarlos de su comunidad a la ciudad de Oaxaca, en el mejor de los casos, y la compleja orografía de la región, sumada a la falta de un camino en buenas condiciones, provoca que durante el trayecto exista el riesgo de ruptura para las piezas. 

Comercialmente, estas piezas requieren logística especial para su venta. Son muy llamativas y generan interés, pero hay que tomar en cuenta que tienen que contar con un empaque adecuado, elaborado para cada pieza, por ello, hemos trabajado durante los últimos meses en colaboración con Mónica Díaz –artesana tejedora de palma– una propuesta utilitaria con piezas de dimensiones portátiles, que sean más prácticas para su comercialización y que no signifiquen complejidad en la organización y producción de la familia. 

Además, buscamos compartir los alcances que puede haber durante la participación de varias técnicas en un mismo juego de productos. En este ejercicio planteamos un servicio que está formado por una cazuela sin base, rodete de palma y cobre, un plato de servicio y un portaplato de palma. El objetivo es generar una serie de contrastes de texturas, colores y materiales que enriquezcan el proyecto, buscar una propuesta contemporánea de una vajilla que rescate formalmente el planteamiento de utilitarios tan antiguos como una jícara. 

Este proyecto colaborativo y multidisciplinario se presentó el 20 de octubre como resultado del V Diplomado de Diseño Industrial de Objetos, organizado por el Centro de las Artes de San Agustín (CaSA) y el Centro de Investigaciones de Diseño Industrial de la UNAM (CIDI). 

Para Rufino y Zoila ha significado un reto importante crear piezas que no están acostumbrados a realizar. Este tipo de planteamientos refuerzan los lazos en la relación comercial y creativa que estamos construyendo. 

La apertura que ha tenido la familia es resultado de los propios intereses que se han planteado desde hace tiempo, lo que ha hecho que piezas tan increíbles nazcan de sus manos.

Brotes en el almácigo

Poema dadaísta
Isabel López Martínez, 12 años, Ixtlán de Juárez

Una vez una ley proliferó la diversificación de los artesanos
generando lugares cerrados y privados
una zona de riesgo para la desaparición consciente y feliz
en espacios de juego y valor no sólo artístico
con una intensidad de salvavidas para los niños
y se unieron en otro momento en los brazos de la madre

Bajo esa sombra Ella se transformaba los ojos en lagunas
otra razón que despierta los nombres
para satisfacer emociones y salir huyendo.

K.N.K.B., Villa de Tamazulapam del Progreso, Cetis 103

Soy uno
Uno, uno que avanza
avanza al sur con paso tembloroso
uno que ha estado solo y acompañado
un hombre, un niño y nada a la vez 

Uno que ha visto y hecho lo mejor y lo peor
Una hoja que cayó en otoño 
que cayó lejos del árbol 
y no desfalleció ni prosperó
Uno que busca y no sabe encontrar

frágil y fuerte
uno que avanza 
y aún no se detiene.

Ladx duu

En el número anterior, el texto titulado “Ceñir el paraíso” cerró con una cita de Crispina Navarro, tejedora extraordinaria de Santo Tomás Jalieza: “Estamos entrelazados”. Este mes de noviembre, del 22 al 24, el Museo Textil de Oaxaca reforzará esta afirmación mediante la presentación de una nueva iniciativa: Ladx duuPueblo de hilo.

Tras diez años de realizar distintas expo-ventas –primero en el Museo y después en el Centro Cultural San Pablo–, el MTO ha decidido replantear este modelo para no solamente ofrecer un espacio de venta a artistas textiles de Oaxaca y allende, sino para también brindar una perspectiva más amplia en torno a los conocimientos colectivos de las comunidades representadas en este encuentro. 

Es importante enfatizar que esta nueva dinámica se ha configurado en estrecha colaboración con los artistas participantes. Incluso el nombre del evento, Ladx duu, se creó en diálogo tras una lluvia de ideas donde el español se mezclaba con otras voces, como el ayuujk, lengua de Paula Pérez y Fernando Gutiérrez, de Santa María Tlahuitoltepec, o el tu’un va’a hablado por las hermanas Magdalena y Susana Santiago, de El Tapanco, Santa María Zacatepec. Tras dos sesiones de debates, se tomó la decisión grupal de elegir el concepto de una comunidad hecha de hilo para definir el nombre de este evento, pues son las fibras las que nos han hermanado a quienes vivimos cotidianamente en este espacio. En consenso se eligió el idioma de Teotitlán del Valle, dixzhá, para plasmar la idea. Agradecemos la asesoría de Ambrosio Gutiérrez, Hiroto Uchihara, Zeferino Mendoza y Michael Swanton para la correcta escritura en esta lengua.

Durante los tres días de convivencia, presenciaremos el talento y la inventiva de los participantes, pues, a partir de distintos talleres ofrecidos en el Museo, se han creado nuevas propuestas textiles concebidas y realizadas por cada uno de los artistas. De modo paralelo, habrá oportunidad de conocer más a fondo distintas expresiones culturales de algunas poblaciones de Oaxaca (Teotitlán del Valle, San Andrés Chicahuaxtla, San Pedro Cajonos, Santa María Tlahuitoltepec, El Tapanco, Santa María Zacatepec, Talea de Castro, Santo Tomás Jalieza, Maguey Largo y Talea de Castro) y del Estado de México (Tenancingo de Degollado y San Felipe Santiago Villa de Allende). A partir de las inquietudes, intereses y voluntades de quienes participarán en esta primera edición de Ladx duu, podremos escuchar distintas charlas, presenciar demostraciones, disfrutar de la danza, jugar lotería en distintas lenguas e incluso degustar platillos y bebidas tradicionales. Para conocer un poco más sobre los distintos pueblos de procedencia de quienes compartirán sus conocimientos en este encuentro, se presentará una exposición fotográfica con imágenes que generosamente han prestado distintas familias.

Como el nombre, la totalidad del programa se definió en grupo, lo que marca una nueva y aún más estrecha relación entre el MTO y las comunidades textileras. Para conocer los detalles de las actividades, favor de visitar el sitio web del MTO.

Del temblor al arte

Con el trabajo en conjunto del colectivo Urbarte y la Casa de la Ciudad, se inauguró el 20 de septiembre en la sala de exposiciones de la Casa de la Ciudad la exposición colectiva Del temblor al arte

El 7 y 19 de septiembre de 2017 ocurrieron dos fenómenos naturales que serán recordados como dos de las catástrofes naturales más devastadoras de nuestro país y nuestro estado. Cuando la tierra tembló, las ciudades se estremecieron y miles de familias oaxaqueñas se vieron afectadas materialmente. El alcance de estos fenómenos fue más allá del patrimonio tangible, pues se creó una grieta en la inteligencia emocional de todos aquellos que con horror observaban impotentemente cómo una sociedad era destruida y reducida a escombros, llevándose así su identidad, sus tradiciones y sus costumbres.

Ante esta situación, la Fundación Alfredo Harp Helú apoya la recuperación de la vida comunitaria, pues advierte la necesidad de reconstruir no sólo el patrimonio urbano-arquitectónico, sino los lazos sociales que refuerzan la vida en comunidad y que le dan identidad y sentido de pertenencia a una ciudad. Del temblor al arte es una narrativa que recopila el trabajo artístico y social (fotografías, escaneos o cualquier material de evidencia) que se ha realizado después de haber transcurrido dos años de los sismos que golpearon distintas zonas del Istmo y del estado de Oaxaca. 

El principal objetivo de la iniciativa es concentrar en un punto la evidencia física del trabajo de artistas y voluntarios que, de manera espontánea, acudieron a las poblaciones afectadas para colaborar en su reconstrucción tangible e intangible. El arte es una herramienta imprescindible para la reconstrucción emocional de comunidades que atraviesan un momento de estrés postraumático. Mediante la apertura de la exposición y la publicación de un catálogo que la acompañe deseamos resaltar el valor del trabajo para continuar contribuyendo al bienestar de los vecinos en el Istmo de Tehuantepec. 

Te invitamos a visitar esta interesante exposición que, como mencionan Antonio Moya Latorre y Daniela Jara Carrasco (integrantes y fundadores de Urbarte), reivindica, una vez más, que el Istmo de Tehuantepec y las demás regiones afectadas por los sismos son comunidades donde la resiliencia se da de una forma natural por los valores sobre los que están construidas y la fuerza milenaria de su cultura.

Te invitamos a visitar la página web de la Casa de la Ciudad y a ver, en su sección de Exposiciones, algunas imágenes pertenecientes a la inauguración de esta exposición.

Volvamos a enviar postales de Navidad

Honraré la Navidad en mi corazón 
y procuraré conservarla durante todo el año. 
Charles Dickens 

Navidad es una época del año en la que los sentimientos más cálidos salen a relucir y el espíritu navideño nos contagia de alegría y buenos deseos para todos nuestros seres amados. Es el momento perfecto para convivir con familiares y amigos a los que no podemos ver tan frecuentemente como nos gustaría. Una de las maneras más bonitas de mostrarle nuestro afecto, sobre todo cuando están lejos, es enviando una postal navideña. 

La tradición del envío de postales navideñas tiene su origen en 1843, en Inglaterra, gracias a Sir Henry Cole, un inventor muy prolífico de la época. Ese año, el señor Cole había recibido numerosas cartas de felicitación por parte de amigos y conocidos en la fechas cercanas a la Navidad. Él, al no contar con el tiempo suficiente para responder de manera personal a cada uno de ellos, encargó a John Calcott, un pintor, dibujante y muy buen amigo suyo, la realización de una pintura con escenas navideñas que posteriormente fue reproducida en litografía y coloreada a mano. En las reproducciones se observaba una cena familiar en la parte central con la frase “Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo para Usted”, y a los lados, escenas de buenas acciones, por ejemplo, personas dándoles abrigo y comida a los más necesitados. En estas postales, Cole agregaba unas brevísimas palabras y su firma, y las enviaba por correo postal a todos sus conocidos, así ninguno se quedaba sin recibir una muestra de afecto de su parte. 

Horsley hizo un aproximado de mil tarjetas. Naturalmente, Cole no utilizó todas, y las que sobraron fueron vendidas por el artista a un chelín cada una. Tuvieron gran éxito, y se terminaron por completo. Pasaron algunos años hasta que, en 1862, se comenzaron a imprimir tarjetas postales navideñas en serie, y en 1893 la Reina Victoria de Inglaterra las popularizó aún más, al solicitar la impresión de postales con un diseño para enviar a sus allegados. 

Hoy en día, esta práctica ha caído en desuso debido a la facilidad y rapidez que nos brindan los medios de comunicación actuales. Aún así, el enviar y recibir postales navideñas sigue siendo una actividad en extremo reconfortante. Nada se compara con el placer de dedicar tiempo a elaborar y enviar nuestro afecto a través de un rectángulo de cartulina ilustrada que viaja durante algunos días hasta que llega a las manos de la gente que queremos. Y cuando las recibimos, se convierten en el mejor obsequio que podamos imaginar. 

Desde el único museo de filatelia de toda Latinoamérica los invito: ¡Volvamos a enviar postales de Navidad! 

Los documentos históricos como testimonio de las tradiciones y costumbres

Durante el proceso de clasificación de los documentos del Archivo Municipal de San Sebastián Tecomaxtlahuaca, municipio ubicado en la Mixteca Baja, nos encontramos con mucha información referente a la ganadería que se podrá localizar en la sección Gobierno, serie Ganadería, cuando el archivo esté completamente organizado. Estos documentos nos dejan ver, entre otros temas, la familiaridad de la región Mixteca con el sector ganadero que fue insertado por los españoles durante el periodo colonial. 

Ya sea ganado mayor, ganado menor o porcino, las investigaciones y diversas historias en torno a la ganadería, particularmente en las mixtecas, nos describen la relevancia de esta actividad, también la importancia para el desarrollo de los pueblos que la componen, así como las ganancias que gracias a esta actividad –además de otras, como el comercio de la grana cochinilla– produjeron e hicieron posible la construcción de los templos que caracterizan la ruta dominica: Yanhuitlán, Coixtlahuaca y Teposcolula. 

Al transitar por la Mixteca oaxaqueña es posible atestiguar el devenir histórico que gira en torno al oficio ganadero. Cuando se atraviesa esta ruta, es posible apreciar escenas a lo largo del camino que nos remiten a esta actividad. Ya sea desde la Mixteca Alta, comenzando con Nochixtlán, donde es posible ver a los pastores cuidando a sus chivos y borregos, y, por supuesto, muchos locales donde se expende la deliciosa barbacoa; pasar por la Heroica Huajuapan de León, donde se lleva a cabo la conocida matanza de chivos y se prepara el suculento mole de caderas, para terminar con Tecomaxtlahuaca, y digo “terminar” porque es éste pueblo del que trata el presente artículo. 

Al consultar los documentos del Archivo, llamaron especialmente mi atención los recibos referentes a la venta del ganado y los permisos e impuestos para el tránsito y matanza del ganado porque había leído algunos textos de José Mario Villavicencio Rojas, investigador, catedrático y nativo de Tecomaxtlahuaca. En uno de éstos, el autor hace referencia al origen de las danzas que caracterizan la región, sobre todo, las que se acostumbran realizar con motivo de las festividades del pueblo. 

Es una verdad a todas luces que los pueblos prehispánicos llevaban a cabo danzas dedicadas a diferentes deidades. Éstas tenían diversas finalidades, ya sea la petición de lluvias, alejar a los malos espíritus, ahuyentar naguales, etc. Sin embargo, a la llegada de los españoles, ellos percibieron lo arraigado de las creencias de los naturales, así como de su apego a los rituales, los cuales involucraban danzas. Por tal motivo, buscaron opciones pedagógicas para evangelizar, y una de ellas fue por medio del teatro y las danzas. En este proceso se forjó el sincretismo cultural en torno a éstas, las cuales tuvieron una evolución gradual hasta nuestros días. 

Dentro de estas danzas, las que más vestigios tienen de este sincretismo son Los chilolos y Los diablos (esta última fue la que representó la delegación del pueblo en la reciente Guelaguetza). Están también Las mojigangas y Los moros y cristianos. Cada una cuenta con fuertes elementos católicos, por el proceso de evangelización que emprendieron los frailes dominicos que recorrieron la región. Los pachecos o Rubios es la danza que más llamó mi atención, por ser la que más vínculos tiene con las labores de la ganadería, que impulsó un gran desarrollo para los pueblos mixtecos durante la Colonia, y lo sigue generando aún en la actualidad. Considerando la variedad de documentos, así como los textos y testimonios que a través de la historia oral recogió el historiador es posible evidenciar el origen y la evolución de esta danza. 

Villavicencio plantea que esta danza tiene su origen con los arrieros que movían ganado menor o cabrío de las haciendas volantes en las regiones colindantes entre Oaxaca, Guerrero y Puebla. La engorda y traslado del ganado de un lugar a otro duraba cerca de cinco meses. Entonces, después de las largas y extenuantes jornadas, ya por las noches, los arrieros bebían aguardiente, tocaban con el violín una gran variedad de melodías –que han ido ampliándose al paso de los años– y bailaban al ritmo de éstas para relajarse del pesado recorrido del día. 

El Archivo de San Sebastián Tecomaxtlahuaca resguarda infinidad de documentos referentes al movimiento de ganado que se remontan a la época colonial. Estos documentos nos respaldan como fuentes primarias, y nos permiten hilvanar una reconstrucción histórica en torno al origen de la Danza de los pachecos. Obviamente, esto requiere una investigación más profunda, y ello será posible mediante el rastreo de más documentos, así como de la historia oral. 

La Coordinación de Archivos Civiles y Eclesiásticos de ADABI Oaxaca trabaja arduamente en la organización de este archivo que contiene la historia de la comunidad y su cotidianidad, por ello, es importante conservarlos y difundirlos, para que sus habitantes puedan acercarse a conocer el origen de sus tradiciones y costumbres, además de enriquecer su identidad. 

Las primeras obras impresas en lenguas indígenas de la Nueva España

El día 23 de abril de 2019, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova recibió de las manos de la Dra. María Isabel Grañén Porrúa una extraordinaria donación de ocho libros virreinales editados en lenguas indígenas de México, todos de gran rareza y de suma importancia histórica. Entre estos tesoros intelectuales de México –y del mundo– se encuentra el primer vocabulario impreso en una lengua indígena de las Américas, el famoso Aqui comiença vn vocabulario en la lengua Castellana y Mexicana de fray Alonso de Molina, que en 1555 salió de la prensa de Juan Pablos, el primer impresor de la Nueva España. 

Este extraordinario libro fue hijo de dos grandes inventos del siglo XV: la imprenta, que había producido el primer libro impreso casi un siglo antes, en 1456, en Alemania, y el trabajo lingüístico de Antonio de Nebrija, quien produjo en España un primer vocabulario del castellano (latín-castellano) en 1492, abriendo el camino hacia el estudio de las lenguas “vulgares”, como se las conocían a las lenguas habladas en la vida diaria tanto en Europa como en la Nueva España. 

Sin embargo, no fue la primera obra publicada en una lengua indígena. Sabemos con cierta confianza que se imprimieron por lo menos cinco cartillas y tres doctrinas (en distintas ediciones) en los años anteriores a 1555. Las cartillas, todas perdidas hoy, se imprimieron en zapoteco, mixteco, nahuatl, tarasco y huasteco. Las tres doctrinas, de las cuales sobreviven fragmentos y ejemplares rarísimos, se imprimieron sólo en nahuatl. La diferencia entre cartilla y doctrina no siempre es obvia y por lo general sólo la determina la extensión de la obra: las llamadas cartillas eran pequeños opúsculos, a veces impresos en un solo pliego, que contenían las letras del alfabeto y las sílabas comunes y servían en la enseñanza de la lectura. Frecuentemente contenían también las principales oraciones y algunas nociones básicas de la doctrina cristiana: el Per signum crucis, la Oratio dominica [el Pater Noster], el Ave María, el Symbolum apostolorum [el Credo] y el Salve Regina. El contenido de estas cartillas se expandió continuamente con otros temas, hasta que en 1496 salió en España la Breve doctrina de Hernando de Talavera, el cual dio la pauta para una larga tradición de impresión de doctrinas. 

Consumada la conquista de Mesoamérica, las órdenes de los franciscanos y dominicos las produjeron en las lenguas locales para facilitar la conversión religiosa. Por más lejos que puedan estar estas obras de nuestra idea actual de la literatura, nacieron de notables esfuerzos de colaboración entre frailes y nobles indígenas conversos y gozaron de mucha popularidad entre la población indígena. Más importante: eran el detonador para el uso de la escritura alfabética en las lenguas locales al interior de los cabildos indígenas. A lo largo de la época virreinal, los cabildos produjeron miles de documentos en sus lenguas. Hoy en día, estos manuscritos constituyen nuestras mejores fuentes para conocer las maneras en que las comunidades indígenas se rediseñaron y redefinieron bajo la presión colonial. La introducción de la escritura alfabética fue, entonces, un arma de doble filo. 

De las tres doctrinas publicadas antes de 1555, la primera, la Doctrina christiana breue traduzida en lengua mexicana (1546, por Juan Pablos), también fue obra de nuestro autor fray Alonso de Molina. Desafortunadamente, de esta publicación sólo se conservan cuatro hojas, hoy en la Sociedad Hispánica de Nueva York, aunque el texto mismo se conserva en forma de una copia manuscrita. Más tarde, fray Molina publicaría dos Confesionarios, uno ‘mayor’ y otro ‘breve’ (ambos de 1565, por Antonio de Espinosa) y un arte (o sea gramática) del nahuatl (1571, por el editor Pedro Ocharte). Al parecer dejó otras obras manuscritas, hoy desafortunadamente perdidas. Entre los libros donados en abril a la BIJC se encuentra también un ejemplar del Confessionario Mayor en excelente estado. 

Alonso de Molina nació en España, pero no se sabe con certeza dónde, alrededor del año de 1513. A la temprana edad de más o menos nueve años, e inmediatamente después de la conquista de Tenochtitlán, sus padres lo llevaron a la Nueva España, junto con su hermanito, para comenzar allí una nueva vida. Su contacto con los muchachos nahua-hablantes en su entorno inmediato hizo que aprendieran rápidamente la lengua y al parecer pronto sobresalían por su conocimiento de ella. Cuando llegaron los franciscanos en 1524, adoptaron al pequeño Alonso porque su madre se había quedado viuda. A partir de ese momento, nunca más la volvería a ver, “haciendo desde niño vida de viejo”. En 1528 entró en la orden y dedicó buena parte de su tiempo, hasta su muerte en 1579, a la producción de impresos en nahuatl. 

El vocabulario español-nahuatl que publicó en 1555 tiene 14258 entradas y sigue como modelo el vocabulario de Nebrija (“conforme al proceder de Antonio de Lebrixa” dice él mismo). Por lo mismo, no es necesariamente un registro de la lengua hablada, sino que incluye numerosos neologismos –1045 para ser preciso– para conceptos y objetos de origen europeo. La idea era ofrecer estas nuevas palabras para poder hablar y escribir sobre las novedades que acompañaron el proceso colonizador. Una vez publicada la obra, fray Molina no dejó de trabajar en el proyecto, y en 1571 publicó una edición ampliada (él mismo menciona que incluyó 4 000 nuevas entradas) a la que añadió, además, una versión inversa nahuatl-español. También de esta edición, del taller de Antonio de Espinosa, la BIJC conserva un ejemplar en muy buen estado. Curiosamente, muchos de los neologismos introducidos en 1555 no fueron empleados por él mismo en sus Confessionarios, dando preferencia a préstamos del español, quizás porque no tuvieron éxito en ser adoptados o porque el fraile pensó que podrían causar dudas o confusión en una obra tan dogmática como un confesionario. 

El tomo obsequiado a la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova es un compuesto antiguo de fragmentos de tres libros que juntos forman otra vez una edición casi completa de la obra (la obra llega a la foja 254, faltando tan sólo seis folios, el último con el colofón en que se mencionaba la fecha de impresión y el dato de que fray Bernardino de Sahagún fue uno de los dictaminadores). Según un sello en la portada, este ejemplar perteneció a don Joaquín Meabe, un cura de Puebla, que reunió una colección de libros en las primeras décadas del siglo XIX. Quizá fue él quien armó este compuesto, desbaratando tres versiones incompletas. Algunos ejemplares de su biblioteca terminaron en la Biblioteca Palafoxiana, donde hoy se reconocen por su sello. Su interés por la lengua nahuatl se evidencia por un ejemplar de la gramática de nahuatl de Carochi (edición 1759) con su sello, que se conserva en la biblioteca poblana. 

La obra de fray Alonso de Molina es un magnífico testimonio de la singular mezcla cultural que se estaba dando en la Ciudad de México hacia mediados del siglo XVI, cuando intelectuales nahuas y hombres del Renacimiento se encontraron en un contexto demasiado complejo para permitir juicios superficiales en la actualidad. Un contexto frecuentemente violento, deplorable, pero también con momentos de gran brillo e innovación, como queda evidenciado en esta obra impresa en que encontramos lo mejor de los dos mundos. La donación de este vocabulario y de las siete obras que lo acompañan –y sobre los cuales hablaremos sin duda en futuras notas en este boletín– enriquece notablemente el patrimonio histórico-lingüístico de Oaxaca, el estado donde hoy se concentra la mitad de la diversidad lingüística de México.