SOY UN HIJO DE LA LECTURA JORDI SIERRA I FABRA

Tan palpitante como su literatura es adentrarse en las anécdotas de vida del escritor catalán Jordi Sierra I Fabra, el autor de más de 500 libros, el de los más de 70 años pero tan vigoroso como el rugir de una Harley Davidson de sus tiempos de rocanrol. Jordi compartió una tarde de diciembre con los lectores voluntarios del programa Seguimos Leyendo, así como con niños de la primaria Beatriz Ávila García y demás escuchas que se dieron cita en el Centro Cultural San Pablo. El claustro retumbó con una avalancha de exclamaciones y risas que no dejaron de seguir los relatos de la infancia de este carismático escritor. Jordi compartió con los presentes parte de su camino como escritor, su filosofía de vida pero, sobre todo, su esencia.

“Si yo fuera un personaje del circo sería… la mujer barbuda”, comentó ante la risa afirmativa de los presentes, ya que no cabe la menor duda que Jordi Sierra es un fuera de serie. Su acercamiento a la literatura fue desde muy pequeño. En las letras encontró el cobijo y refugio que le era necesario. Como le ha sucedido a los grandes artistas y pensadores, ante la adversidad se detonan las posibilidades de la creación. El pequeño Jordi, postrado en una cama y vendado como momia, se descubre incapaz de volver a ese sitio seguro que es la lectura: “Con una sola mano no se pueden pasar los hojas de un libro”, nos dice. Es ahí donde se descubre escritor y se va gestando la fuerza de su palabra: “Descubrí que al escribir no tartamudeaba”. Comienza a escribir sus propias historias y la suya, aún no contenida en ningún libro, es probablemente una que se repite con matices diferentes en cualquier parte del mundo, en México, en España, en África, a la vuelta de la esquina. Porque su vida tiene ese toque que tienen sus textos: es simple y profunda a la vez. Es la historia del niño tartamudo, buleado, maltratado, el que lee a escondidas porque los libros no alimentan, el que escribe aporreando la máquina de escribir que su madre le compró a pagos; es también la historia del adulto que lo dejó todo por querer ver la vida de cerca al recordar su sueño de niño, la del “viejo loco” que aún mantiene ese sueño vivo.

Como consejo a los futuros escritores y para aquellos que ya ejercen el oficio, sentencia: “Para escribir hay que empezar por quererse a uno mismo, hay que enfrentar al monstruo, hay que intuirlo”. El consejo velado es vivir sin miedo y con la certeza del sueño que se plantea seguir. La hoja en blanco para Sierra I Fabra es el infinito, donde sus historias están vivas, dialogan, se mueven, se interrumpen, bailan, se interpelan.

BIBLIOTECAS MÓVILES URBANAS: X ANIVERSARIO

La promoción de la lectura es una cuestión más compleja de lo que aparenta. Algunos podrán pecar de ingenuos y llenar las calles con anuncios espectaculares que nos recomiendan leer veinte minutos al día (coloque aquí un futbolista, un cantante de corridos norteños o algún animador de televisión que nunca abrió un libro en su vida antes de posar para la foto). Otros lanzarán campañas publicitarias en las que el hábito de la lectura se presenta como el consumo de vitaminas o de antidepresivos: misteriosamente nos vuelve mejores personas. 

El proyecto de Bibliotecas Móviles Urbanas de la FAHHO ha mostrado que, en realidad, para generar lectores es necesario, literalmente, colocarse en el camino, interponerse en la ruta del posible lector. Es así como el libro y la lectura dejan de ser percepciones abstractas y se presentan tal cual son: prácticas. Acercar las personas a las estanterías no es el método más eficaz para incentivar la lectura. Es el único.

Lo que transportan estos camiones es la experiencia completa de visitar una biblioteca. El libre acceso a los tomos, la diversidad de títulos, temas, diseños e ilustraciones. La posibilidad de escoger, que define a cada lector a partir de gustos, estados de ánimo, curiosidades. Son los libreros llenos los que despiertan el deseo.

Por definición, una biblioteca tradicional concentra acervo en un sitio determinado, después de todo es una institución que centraliza saberes. Las Bibliotecas Móviles diseminan. El proyecto es un vehículo de transformación social. A diez años de su arranque moviliza 11 000 títulos en dos unidades, visitando dos veces al mes 26 localidades entre barrios, colonias y municipios conurbados de Valles Centrales, convirtiendo en zonas de lecturas las explanadas municipales, los corredores de los Ayuntamientos, los parques. Alcanza un promedio de 1 200 usuarios al mes.

Para celebrar este décimo aniversario, las Bibliotecas Móviles anuncian una serie de actividades que complementarán sus visitas cotidianas: talleres de encuadernación, impresión de playeras en serigrafía, lecturas en voz alta, pintura, torneos de ajedrez y ciclos de cine.

Felicidades.

MTO: 10 AÑOS DE TRABAJO TESTIMONIOS

Llegué al Museo porque la Dra. María Isabel Grañén fue a la casa y nos platicó del proyecto del Museo, donde se mostrarían textiles de diferentes lugares. Nos invitó a conocerlo y nos encargó dos piezas para el acervo. Una vez que el Museo abrió, trajimos las piezas a Ana Paula Fuentes (directora del MTO en ese momento) y comenzó la relación con todo el equipo. Al principio no imaginaba qué sería un museo textil. Creí que vería piezas como las que siempre he conocido. Después, al llegar y ver las exposiciones, me maravillé ante la cantidad y calidad de textiles que existen más allá de nuestro entorno.

Primero empezamos a traer piezas a la tienda y después comenzamos a dar talleres y a trabajar más de cerca. Con estos talleres se abrieron las puertas para que los artesanos diéramos demostraciones y que la gente viera el trabajo y el tiempo que implica el telar de cintura. Con el Museo nos llegaron muchas posibilidades. Se organizó una exposición en Washington y fue la primera vez que tuve la oportunidad de viajar tan lejos para hacer demostraciones del tejido. Ahí se me quitó el miedo a hablar en público. 

Abrir este museo fue algo muy benéfico para todos nosotros porque se abrieron muchas opciones. Al tener piezas en un museo, éstas se valoran más y se aprecian mejor. Cuando la gente ve nuestras piezas aquí, llegan al pueblo a buscarnos. Sí nos ayuda con las ventas, pero también llegan buscando colaborar y eso nos empuja a innovar, a hacer algo distinto dentro de nuestra tradición. He aprendido a partir de la convivencia con otros artesanos, artistas, diseñadores… Hay más ideas y con ello se abre nuestra visión del arte: no copiando, sino aprendiendo de los demás y apreciando todo el trabajo textil. 

Faltaba un espacio así en Oaxaca para que nosotros (y quienes nos visitan) pudiéramos conocer mejor este mundo. Aquí hay piezas antiguas de Jalieza que yo nunca había visto: las formas, los acabados. Si no hubiera un lugar como éste, yo no podría haber conocido esa parte de la historia de mi comunidad. La lección más grande que me ha enseñado el Museo es compartir. A veces no es tan fácil hacerlo en las comunidades, pero aquí compartimos un tesoro. Aprendemos a valorar mejor nuestro trabajo, pero también el de los demás. Todo es un hilito… 

Abigail Mendoza, Taller Abigail, Santo Tomás Jalieza.

*

En 2008, en una entrega de gusanos, nos dijeron que se acababa de abrir un museo de textiles, que tendría una tienda, y nos invitaban a acercarnos para hablar con la directora. Al terminar el evento, en vez de regresarme al pueblo, me quedé en la ciudad y al otro día fui a la dirección que nos habían dado. Apenas estaban montando la tienda y ahí conocí a Ana Paula.

Al principio creímos que nuestra relación iba a ser sólo la comercialización, pero con el tiempo nos fuimos acercando más con todo el equipo. Vimos que había más oportunidades que nos podían beneficiar. Por ejemplo: sólo hacíamos rebozos, pero conforme nos invitaron a participar en talleres, empezamos a aprender nuevas cosas. Tres, cuatro años después de que abrió el Museo, nos dimos cuenta de que nuestra calidad había mejorado. 

Hemos percibido que el Museo es un proyecto con espíritu solidario en donde se convive, se charla y se trabaja. Esto hace que se vuelva el complemento perfecto para nosotros, haciéndonos sentir unos verdaderos artistas. Antes vagábamos de un lugar a otro para ver dónde podían recibir nuestros trabajos. Aquí en el Museo nos podemos dar a conocer, podemos exhibir lo que hacemos y presentarnos; nos hace sentir orgullosos. El Museo nos ha ayudado a que nuestro sueño cobre vida, pues cuando iniciamos el trabajo, solo éramos cuatro personas; actualmente somos 15 trabajando directamente y aún más personas si contamos a quienes cuidan los árboles de mora o a quienes recolectan el pericón para teñir. Ahora podemos decir que nuestra vida económica depende plenamente del textil de seda. 

Asimismo, comprendemos que es importante entender, saber escuchar, interpretar y compartir los conocimientos con los demás artesanos y diseñadores, en los diferentes talleres y exposiciones que el museo ha compartido con nosotros, por lo que lo consideramos como una escuela de intercambios de saberes. Estos cursos nos invitan a aprender y a poner en práctica los conocimientos adquiridos.

Moisés Martínez, Taller familiar Wen do sed, San Pedro Cajonos.

*

Llegamos al Museo mientras buscábamos en Google un lugar donde ofrecer nuestros trabajos. Entramos a la página del Museo y vimos que había una sección de “Enlace Comunitario”. Les enviamos un correo presentándonos y preguntando cómo podíamos participar. Tiempo después comenzamos a traer nuestros bordados; antes de eso no nos dedicábamos a vender. Nuestra mamá nos decía que por qué no vendíamos los bordados y nos animaba a que fuéramos a algunas tiendas en Oaxaca, pero no nos gustaba que en esos lugares no se explicaba de dónde venía el trabajo ni quién lo había hecho. Nosotras no queríamos eso: queríamos que estuviera el nombre de nuestro pueblo, el nuestro, y que nos pagaran un precio justo. Esto lo encontramos en el Museo.

Al principio sólo bordábamos ardillas y alacranes. Al conocer el acervo del Museo vimos que hay mucho más. No sabíamos que existía un lugar donde se guardaban piezas antiguas. También hemos aprendido sobre la calidad en el trabajo. Antes usábamos estambre porque como no despinta, creíamos que eso era de calidad. Después empezamos a usar algodón, telas de color y comenzamos a experimentar. Nos gusta. Ahora queremos más y más, como usar seda. También queríamos cambiar lo típico y hacerlo un poco más moderno. El Museo nos ayudó con los talleres para mejorar la calidad de nuestro trabajo y aprendimos con las conferencias que se dan. Con su apoyo participamos a muy poco tiempo de habernos conocido en una expo-venta. No teníamos muchas cosas, pero decidimos aventarnos y tomar la oportunidad. Fue una gran experiencia, pues nos dimos a conocer.

El Museo nos ha enseñado a trabajar en equipo: nos ayudamos entre todas y sacamos más cosas. Hemos llevado a nuestro pueblo lo que aprendemos y vemos aquí. En el Museo vemos cómo cada quien tiene su labor, se coordinan y todo sale adelante. Si nosotras trabajamos igual, también podemos hacer más cosas. Éste es un espacio de aprendizaje, donde vamos creciendo y nos vamos desarrollando, pues el Museo nos da las herramientas y nos motiva a usar nuestras habilidades y talentos, talentos que a veces no sabemos que ya traemos dentro. En los talleres podemos experimentar y hacer lo que nos gusta y apasiona. Si no existiera este espacio, ¿cuántos talentos estarían sin conocerse, cuántas vidas no se cambiarían? Aquí nos escuchan, nos ponen atención y valoran nuestro trabajo. En nuestro proyecto actual, estamos trabajando duro; no sabemos cuáles van a ser los resultados, pero ya no tenemos miedo.

Magdalena y Susana Santiago, bordadoras, El Tapanco.

*

Ya me habían comentado algunas personas que se iba a hacer un museo textil. En 2009 que llegué a Oaxaca, me empecé a acercar al museo, con Ana Paula Fuentes. Para mí, el Museo es un espacio educativo donde he aprendido a valorar el textil. Es como una escuela porque es un acercamiento muy serio, me ha permitido venir a aprender y a darle sentido a mi identidad. Antes veía a los textiles como mero comercio, luego empecé a comprenderlos de manera más profunda. ¿Qué nos dice un huipil? Ahí está la identidad de cada mujer, de nuestra cultura. En el Museo podemos ver qué hay algo más en los textiles y creo que es un espacio que debió haber existido desde hace mucho tiempo.

El Museo me ha enriquecido espiritualmente, pero no me he guardado este aprendizaje para mí: lo llevo a mi comunidad. Cuando veo los huipiles del acervo, me llevo fotos para mostrarlas a la gente de San Pedro, pues el conocimiento y los pensamientos de las gentes de antes está ahí, siguen vivos en esos huipiles. También he aprendido sobre otras cosas, como el añil, el caracol y la cochinilla. Existen las palabras en nuestra lengua, pero sólo las usan las personas mayores, son recuerdos de cuando eran niños. Los niños de hoy, en cambio, ya no conocen qué representan estas palabras. Aquí he aprendido sobre estos tintes y el sentido que tienen; todo lo que veo en el Museo me ha motivado a buscar más, a investigar más sobre mi cultura.

Estos diez años han sido muy nutritivos y me siento orgulloso de mi identidad. El Museo Textil de Oaxaca es muy importante y necesario para la conservación de los textiles: podemos venir a expresarnos y a compartir.

Odilón Merino, tejedor y promotor cultural, San Pedro Amuzgos.

Museo Textil de Oaxaca: X ANIVERSARIO

En la primavera de 2008, caminando por la esquina de las calles Hidalgo y Fiallo de la ciudad de Oaxaca, con mis colegas y amigas Angélica Velázquez y María Isabel Grañén, tocamos con una aldaba el portón de un edificio de cantera verde del siglo XVIII y, traspasando el dintel en cuya clave sonreía un mascarón, los albañiles y carpinteros nos dieron la bienvenida a “la obra negra”. 

Entonces allí se gestaba lo que en unos meses iba a inaugurarse como el primer museo textil de nuestro país. Sí, aunque era penosa la prolongada ausencia de una institución con este perfil, a la vez resultaba halagüeño, se trataba de la apertura de un recinto precursor y promisorio consagrado a la protección, estudio, análisis y exhibición de esa “otra forma” de escritura lectio-visual que son, precisamente, las prendas de uso cotidiano. O de aquellas vestiduras de cuerpo y casa que, desde tiempo inmemorial y hasta el presente, nos han conferido identidad y abrigo, porte y elegancia, pudor y liviandad. En una palabra, lo que para muchos eran simples “trapos” ahora permiten, después de una década, ingresar a una dimensión de la visualidad y el tacto que en pocos lugares se puede disfrutar, conocer y aprender como en el Museo Textil de Oaxaca.

Encomiable y oportuna iniciativa de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y de un entusiasta equipo de colaboradores, voluntarios y donadores que están allí más por vocación y profesionalismo, que por simple vínculo laboral. Todos ellos han hecho posible, por medio de sus memorables exposiciones temporales y sus respectivos catálogos, que la cultura textil, ahora mismo, sea un campo fértil y generoso para los estudios culturales, antropológicos, etno-gráficos y peculiares de la historia del arte.

Para mí ha sido una distinción y un privilegio haber podido seguir de cerca el desarrollo de este centro de cultura. Quizás lo más valioso es su modelo de gestión y exhibición, en que caben por igual la imaginación y el buen gusto. Me refiero a su distintivo rostro espacial e institucional: pese a ser un centro de exhibición de áreas constreñidas y adaptadas, con gusto tradicional y una mirada contemporánea, la vida del museo es sumamente intensa y expandida por sus visitantes, sus programas y su presencia en los medios electrónicos. Quiero decir que no se necesitan modelos faraónicos y dispendiosos de instituciones culturales para poder penetrar entre el público de todos los niveles, en donde es protagónica la intervención de las comunidades indígenas para llevar a buen puerto un modelo de selección y colección que, hoy por hoy, no tiene semejante en el ámbito de los museos en México. Tanto así que han llegado a una década de vida sustentable e igualmente promisoria. 

No me queda más que felicitar y reconocer al equipo del museo, a los colaboradores externos y a la visión de la Fundación Alfredo Harp Helú, que bajo este esquema se puede abrir y se consolida una iniciativa cultural de amplio espectro y profundas raíces.

EXPOSICIONES E INSTALACIONES PRESENTADAS POR EL MUSEO TEXTIL DE OAXACA (ABRIL 2008 – ABRIL 2018)

2007 (antes de la apertura del MTO en Oaxaca, exposiciones presentadas en Puebla y CDMX)

• El bosque colorido de Oaxaca *Δ ~
• Obras maestras del textil poblano *~
• El Museo Textil de Oaxaca *

2008

• De Mitla a Sumatra, el arte de la greca tejida Δ
• Joyas del Museo Textil de Oaxaca
• La pita, seda de la selva
• Tramas animadas, un zoológico textil
• Remigio Mestas; espejo de la riqueza textil de Oaxaca
• Nudos teñidos; ikat, plangi y tritik

2009

• Yo siempre vivo, yo nunca muero. Arte textil contemporáneo Δ
• Nicolasa Pascual, el don del tejido de San Bar­tolo Yautepec
• Tejer el arcoiris, colorantes naturales del mundo
• Guatemala, tejiendo la memoria
• Tramas de mar y viento, los tejidos de Francisca Palafox
Ita sa’a ña’a: Flor que nace de la mujer
• Fabienne Lasserre
• Identidades RE-Vestidas Δ
• Manual; Laurie Litowitz

2010

• Capas gráficas, bordado huichol 1920 – 1980
• Cáliz tehuana, la personificación de la transfor­mación
• Portabebés y cobijas infantiles del sur de China
• Ya el águila voló y el nopal quedó temblando; Textiles mexicanos en el bicentenario
• Las fibras que atan a México: Izote
Weaving Diversity; Textiles from Oaxaca *
• Pinthila: pinturas bordadas de Natividad Ama­dor en relación con otros artistas Δ
• Cubo Textil Contemporáneo; TC3: Emi Winter, Alberto Ruíz

2011

• Sarape, Kilim y Röllakan, tejidos de tapicería alrededor del mundo
• El quechquémitl, exclusividad mexicana
• Para vestirse de vidrio, la chaquira y sus ante­cedentes
• Kipará, pintura corporal Embera
• Hilos del país de las nubes. Textiles comunita­rios de Oaxaca
• Nuevo Diseño Textil Oaxaca 2011
• Cubo Textil Contemporáneo; TC3: Jaime Ruiz, Sara Corenstein, Pablo Llana, Joel Gómez, Ma­riana Gullco, Mónica Leyva, Ornella Ridone, Vero Glezqui, Xawery Wolski

2012

• Herencia de moros, alforjas, alfombras y almo­hadas
Ñimin – Dibujo de la tierra
• Metamorfosis; Jessica de Hass
Spectrum; Universidad de Concordia
• Hilos, movimiento y color. Un patrimonio com­partido
• México–Líbano: Caricias de seda, raíces y tra­diciones *
• Tormentas y sueños, exposición de Carolyn Ka­llenborn
• Tejidos emergentes: Mariana Gullco
• Sari, sarong y posahuanque, lienzos envolven­tes del mundo
• Restauración de textiles I. Ciencia, arte y destreza
• Telares que retoñan: artistas jóvenes del textil Δ
• Transcomunalidad; Intervenciones y colabora­ciones con comunidades de zanqueros Δ
• Punto al aire; Oslyn Whizar

2013

• Entretejiendo culturas – Encuentro
• Las mujeres decentes de la 58 Δ
• Joyas de hilo: Obras maestras del Museo Textil de Oaxaca
• Nostalgia por la madre patria, diáspora españo­la en México siglos XIX y XX
• Plata, vidrio y algodón: reflejos de la ciudad en los atuendos indígenas de Oaxaca
• El Museo Textil de Oaxaca visita Pinotepa Na­cional *
• Arrópame desde los pies. Tapetes tradicionales y actuales °
• Gráfica textil de Miguel Covarrubias

2014

• Yo soy los otros; autorretratos en lo común
• El re-encantamiento de la tela; Barbara Layne
• Un árbol que florece, textiles de los grupos oto­mangues y sus vecinos °
• Vestirse de Natalia, textiles y joyería de Natalia Toledo °
• Ni pudor, ni liviandad: hombres bien vestidos
• Restauración de textiles II. Ciencia, arte y des­treza
• Un hilo de algodón: un camino a la libertad
• Retra-tablos, retratos de Zegache
Nuno’ si nuguàn’ nejtâvî; Recordando las pala­bras de los abuelos °
• Irmgard W. Johnson, una vida dedicada al textil
• Tintes naturales a pinceladas: Obra de Madda­lena Forcella Δ
• La lente que derrama color °

2015

Human Mathematics
• 50ydos: obra de Adelia Sayeg
• Viajes por la Chinantla: las fotografías de Ber­nard Bevan °
In octacatl, in machiyōtl: dechados de virtud y entereza
• El delirio del color: Oaxaca en los años 1960
• Lienzos para estar con Dios: textiles rituales de cuatro continentes
• René Ramírez Ordóñez, coreógrafo y coleccio­nista veracruzano
• El legado de una bisabuela, cuatro generaciones de tejedores °
• Historias de ciudades
• Oficio de tinieblas; Argelia Matus
• Mirar por el ojo de una aguja, el arte de Tamara Rivas
• Las gasas en telar de cintura, San Andrés Tzi­cuilan, Puebla °
• El rebozo, don de la Llorona

2016

• Miel y vino, hilo y aguja: maravillas del maguey
Jëkiiy, Homenaje a la maestra tejedora Irene Encarnación Bartolo °
• El encanto de las prendas ajenas: las artes texti­les frente al turismo
• Hilo Rojo No. 3047; Ornella Ridone
• Un árbol que florece: La diversidad lingüísti­ca reflejada en el telar. Textiles de los pueblos mixe, nahua, afromestizo, chontal e ikoots °
Jayats mitiiüd müm Justina; La herencia de Jus­tina Oviedo Rangel °
• Hilar el viento; Los tejidos mexicanos de pluma
• Shibori o el arte de atar
• Banderas bandhani; Christina Kim

2017

• Personas de hilo: La figura humana en el textil
• 1936; Viajes por la Chinantla: Fotografías de Bernard Bevan e Irmgard Weitlaner Johnson
• Árboles que florecen: la familia otomangue °
• Amigos cotidianos
Tekstil; Trine Ellitsgaard °
• Almas bordadas; Vestido y ornamento en el Ist­mo de Tehuantepec
• Man(o)rar; Luciana Corres
• Árboles que florecen: pueblos silentes en la Guelaguetza °
• Centauros en el trópico: La imaginería de las molas
• Una senda de edredones, el legado de Bill Ste­cher
• Árboles que florecen: el arte textil mesoameri­cano en la época de su reproductibilidad me­cánica °
• El ritual de los sueños; Porfirio Gutiérrez
• Bordar en tierras altas. Arte textil mazahua

2018

• Miriam Medrez: Sacar la aguja y adentrarse
• Jolanta Sprawka: Cobijar la luz
• Vestir hijos con amor ropa infantil de México y Guatemala

* Exposiciones presentadas fuera de Oaxaca.
° Exposiciones presentadas en el Centro Cultural San Pablo.
Δ Exposiciones itinerantes.
~ Exposiciones en coordinación con Fomento Cultural Banamex.

CASA DE LA CIUDAD: 14 AÑOS

¿Qué es lo primero que nos viene  a la mente al pensar en una ciudad? Sus calles. Cuando las calles de una ciudad ofrecen interés, la ciudad entera ofrece interés.
Jane Jacobs

La espontaneidad es un atributo natural de las ciudades, caracterizado por el surgimiento de distintos elementos dados por las experiencias y necesidades diarias de los ciudadanos. Por lo tanto, planificar el desarrollo de una ciudad, con los actuales paradigmas de desarrollo urbano, puede llevarnos a un “saqueo” de nuestra ciudad (Jacobs, 1961), pues matamos el atributo vital de una ciudad sana económica y socialmente. 

Hoy en día los expertos y encargados del desarrollo urbano concentran sus esfuerzos en revertir los problemas de tráfico vehicular, desigualdad e inseguridad social mediante prácticas urbanas que llegan a inhibir la espontaneidad. ¡Hagamos algunos ejercicios! Si una calle con muchos peatones caminando se considera peligrosa y la solución es inhibir las actividades que generan esta espontaneidad; si el concepto que se tiene de espacio público es el de un beneficio para los cinturones de pobreza o el de un elemento abandonado que pide ser regenerado; si el concepto de vivienda segura es el de un fraccionamiento cerrado en lugar de un espacio que genere contacto constante entre los vecinos; y si la palabra “barrio” connota un aspecto social y económicamente negativo en vez de un lugar que conserva sus vitales conexiones sociales, entonces se está cerca de generar un “saqueo urbano”.

En la ciudad de Oaxaca existen instituciones preocupadas por evitar este saqueo, una de ellas es la Casa de la Ciudad, organización no gubernamental que forma parte de las iniciativas de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Fue fundada el 17 de enero de 2004 mediante un convenio entre el municipio de Oaxaca de Juárez y la FAHHO. El municipio aporta el edificio y la Fundación los recursos para su restauración. A lo largo de sus 14 años ha estimulado la vitalidad social y económica de la ciudad de Oaxaca mediante distintos programas, proyectos y actividades, convirtiéndose en un espacio cultural abierto al público en general. En su 14.° aniversario, la Casa dela Ciudad refuerza su compromiso de proteger y promocionar el patrimonio urbano y arquitectónico, yendo más allá de lo tangible y buscando incentivar las prácticas intangibles que hacen una ciudad más humana, sustentable, económicamente justa y ambientalmente sana. 

Para conmemorar estos 14 años, en la semana del 22 al 28 de enero, la Casa de la Ciudad organizó diversas actividades donde expertos oaxaqueños y el equipo de Casa de la Ciudad llevaron a cabo intervenciones, conferencias y talleres relacionados con el tema del patrimonio urbano-arquitectónico. Se pueden resaltar: el taller Técnicas de diseño participativo para el desarrollo de proyectos urbanos; el videomapping Las ciudades invisibles proyectado en la fachada de la calle Porfirio Díaz de la Casa de la Ciudad; y la Rodada de aniversario realizada en la Vía Recreativa Oaxaca de la Calzada Porfirio Díaz en presencia de colectivos que han unido esfuerzos con la institución en pro de una ciudad más humana. Para continuar las actividades del festejo ahora se lanza la campaña “No a los popotes” por ser altamente contaminantes.

La Casa de la Ciudad siempre tendrá las puertas abiertas a todos los ciudadanos, ya que entiende que todos tienen la capacidad de modificar el entorno, nuestro hábitat, porque la ciudad es nuestra casa, la casa de todos y la Casa de la Ciudad es de TODOS.

CONOCIENDO EL ANIMALARIO VERTICAL DE JAVIER SÁEZ CASTÁN

¡Bienvenido al siglo vertical, Profesor Revillod!

El Programa Seguimos Leyendo, desde hace ya unos años, se ha planteado la actualización, capacitación y desarrollo de habilidades lectoras hacia el equipo de lectores voluntarios. Recuerdo que me tocó coordinar algunos talleres en donde las temáticas abordadas estaban ligadas a las necesidades sentidas de algunos cuantos lectores que en su gran mayoría compartían sus lecturas dentro de las aulas de las escuelas primarias. La capacitación fluía, por tanto, dentro de los espacios escolares. En otros momentos, el desarrollo de habilidades se retomaba directamente bajo la tutela del coordinador o coordinadora a cargo, medida que ha perdurado hasta el momento cuando así se requiere.

El momento de cambio e innovación para nuestro arcaico, pero efectivo, sistema de capacitación llegó cuando empezamos a leer en las casas hogar, asilos para las personas mayores, asociaciones civiles junto con la diversidad de sus poblaciones, así como en otros casos en estancias infantiles. Fue ahí donde la necesidad y el desarrollo de habilidades tomó una nueva dirección: se diseñó una estructura de capacitación y actualización del lector voluntario que no sólo abarcó las necesidades sentidas en su momento, sino que también involucra un diseño curricular con los más altos estándares educativos y, con ello, el lector voluntario será un profesional en toda la extensión de la palabra. Así se crearon los tres modelos de capacitación en formato de diplomado con los que cuenta actualmente el programa, que son avalados por la Universidad La Salle Oaxaca: Diplomado en Promoción y Estrategias Lectoras, Primera Infancia e inclusión y Cultura Escrita y Adolescencia.

Otra forma de capacitación es la experiencia Encuentro con escritores, una fascinante propuesta para involucrar en un diálogo deconstructivo al autor y su lector, inmersos en una retroalimentación en torno a una obra literaria. Los dos personajes satisfacen sus necesidades de escucha y, por qué no, se sumergen en los mundos y fantasías del otro, inclusive para compartir propuestas metodológicas y sustentos teóricos que derivan de estos diplomados. Así hemos tenido la fortuna de poder contar con la presencia de Martha Riva Palacios, Socorro Venegas y Toño Malpica entre otros. La participación del español Javier Sáez Castán, Premio Nacional de Ilustración 2016 otorgado por el Ministerio de Educación de su país, incluyó un taller para niños del colegio La Salle, en donde las mentes creativas bajo la técnica del ilustrador elaboraron animalarios, siguiendo patrones de las obras literarias de Sáez Castán: Animalario Universal y Animalario Vertical. Éste último fue presentado por primera vez en México en esta ocasión. Sáez, apoyado de unas diapositivas, explicó los porqués de su obra, el proceso de elaboración, así como sus inspiraciones, motivos y cualidades artísticas. El libro tiene la propuesta de posicionar al lector como un espectador dentro de una función de cine o teatro a la usanza de “La casa de las rarezas”. El autor se sitúa en los años veinte del siglo XX; el animalario universal evoluciona junto con todos sus personajes. La presentadora y el maestro Revillod estrenan nuevos atuendos; la técnica de dibujo también cambia, ya que el ilustrador incorpora el color; los animales se muestran antropomorfos, de pie y de frente. Después de un análisis exhaustivo pero bastante interesante de las características técnicas y de contenido de este libro, se abrió un tiempo para la retroalimentación con los asistentes, respuestas y preguntas concluyen en la algarabía de la firma de autógrafos, así como de la fotografía con el autor.

DEL LIBRO AL ESCENARIO: RODOLFO MORALES, MAESTRO DEL COLOR

El proyecto de hacer una puesta en escena del cuento Rodolfo Morales, maestro del color, es una inquietud que se tuvo desde la apertura del museo, y es que Morales y sus personajes son sinónimo de fantasía. Era un compromiso que se tenía, llevar al escenario las formas traviesas y un tanto infantiles de sus obras, las mujeres gigantes de miradas pacientes y los colores que juegan al ritmo de una melodía que recuerda a Oaxaca y que reflejan la alegría de su pueblo para que toda esa magia cobrase vida con la imaginación de los niños.

El actor oaxaqueño Joaquín Maldonado fue el encargado de dirigir el proyecto conformado por Luis, Emmanuel, Carlos, Dania, Aitana, Leslie, Isis, Tamara, Luz, Brenda, Luna y Manuel, doce niños y niñas de entre seis y doce años que, acompañados de sus padres, se acercaron al MIO para formar parte del taller Se buscan Teatreros, cuyo propósito era formar un grupo de teatro durante octubre y noviembre para estrenar la obra en el museo.

La relación del juego con la creación fue fundamental en la obra. Sin restarle complejidad al juego, al contrario, éste hizo que la labor de crear teatro para niños fuera más completa. A decir de Joaquín: “Se tiene una pedagogía y una estructura, pero se requiere de mucha observación ya que entre ellos, sin estar conscientes, realizan juegos teatrales. Inventar historias es algo que hacemos por naturaleza, es parte de nuestra formación”. De ahí que sea fundamental hacer del juego escénico la pieza clave en la conformación de la obra. Era curioso observar la dinámica que el grupo forjó durante dos meses. De pronto se les veía corriendo por todo el vagón, gritando, contando chistes y después todos en silencio. Ése fue el secreto: sentir el gusto y el placer por jugar a hacer teatro.

Rodolfo Morales, maestro del color, con las escenas del mercado, nos hizo viajar a un viernes de plaza en Ocotlán, vimos magia y, con algunos trucos de tramoya, las mujeres volaron, seguidas del Jarabe del Valle que nos ofreció una calenda con regada de dulces durante la presentación. Para concluir, el grupo de doce actores se vistió al estilo del maestro y proclamaron: “Todos somos Rodolfo Morales”.

La puesta en escena rindió un homenaje a nuestro querido Rodolfo Morales y les regaló a los pequeños la experiencia de vivir un montaje y una producción digna de su trabajo.

IDENTIFICAN EL PATÓGENO DEL GRAN COCOLIZTLI DE 1545-1548

Entre 1545 y 1548, una horripilante epidemia llamada huey cocoliztli (‘el gran dolor’) por los nahuas, arrasó con la población indígena de Mesoamérica. La tragedia tuvo dimensiones apocalípticas: los historiadores estiman que en estos años murieron entre cinco y 15 millones de personas. Nada cambió jamás el curso de la civilización mesoamericana tanto como esta enfermedad y nada “ayudó” más a la colonización de su población. El Gran Cocoliztli no fue la única epidemia, aunque fue la peor: a un siglo de la presencia europea en Mesoamérica, entre 80 y 90% de su población había muerto a causa de las epidemias.

A pesar del impacto de esta tragedia, se desconocía cuál fue el patógeno que causó las elevadas fiebres, los dolores de cabeza, los sangrados de todos los orificios del cuerpo y la muerte súbita que describen los que atestiguaron la devastación del Gran Cocoliztli. Por décadas se había discutido el misterio: ¿Fue sarampión?, ¿peste bubónica? ¿Fue una infección bacteriana, quizás una fiebre entérica? ¿Fue viral, tal vez una fiebre hemorrágica?, ¿y cuál en particular? Ahora los científicos han encontrado una respuesta en un sitio arqueológico de la Mixteca oaxaqueña.

Regresemos al año de 2004, en que la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO) decidió apoyar un extenso estudio de la ciudad prehispánica de Teposcolula, impulsado por el arqueólogo Ronald Spores. El proyecto arqueológico de Teposcolula (2004-2009) fue novedoso en múltiples maneras. Dejando atrás el énfasis en la problemática teórica del surgimiento del Estado durante el Preclásico y Clásico (1500 a.C. hasta 750 d.C.), que en gran medida había impulsado la arqueología oaxaqueña desde la década de 1960, se enfocó en un sitio posclásico, esto es, un sitio de los últimos siglos de la época prehispánica, la época de los códices y de la Conquista. El objetivo era entender cómo eran las ciudades mixtecas del Posclásico y cómo se transformaron a raíz de la Conquista. La FAHHO convino en aportar los fondos para el proyecto, mientras que el INAH adoptó la dirección y la normatividad.

Cuando el equipo de arqueólogos dirigido por Ronald Spores y Nelly Robles García limpió con sumo cuidado el piso de la gran plaza central del emplazamiento prehispánico de Teposcolula durante las excavaciones de 2004-2006, notó numerosas fosas rotas en el estuco de la plaza de manera improvisada. En cada fosa, los arqueólogos encontraron restos humanos que habían sido depositados allí de manera apresurada, en total más de 800. Las fosas eran posteriores a la conquista de la Mixteca, pero anteriores al abandono de la ciudad en 1552, cuando se refundó en el fondo del cercano valle. Hubo poca duda: los muertos debieron ser las víctimas del terrible Cocoliztli de 1545-1548 que habían sucumbido desesperadamente en los palacios alrededor de la plaza. Fue algo terrible: de repente nos hallamos cara a cara con los muertos de la epidemia. Allí, el inconmensurable y abstracto dato demográfico de los textos académicos se tradujo en esqueleto tras esqueleto que fue extraído del subsuelo. Un primer estudio de estos muertos fue publicado en 2007 por Ronald Spores, Nelly Robles García, Laura Diego Luna, Laura Lizeth Roldán López e Ixtchel Guadalupe Ruiz Ríos. Ahora, a más de diez años de este primer artículo, estos muertos vuelven a hablarnos de sus últimos momentos.

El momento del macabro descubrimiento era oportuno. Desde la década de 1990 los avances en los estudios genéticos aplicados a la arqueología nos han ofrecido grandes revelaciones: desde la reestructuración del árbol de la evolución humana, la expansión por la tierra del Homo sapiens, hasta la domesticación de las plantas. A cada rato los científicos nos presentan nuevos y sorprendentes descubrimientos. Todos estos avances abrieron la posibilidad de buscar en los esqueletos de Teposcolula el patógeno que causó el cataclismo de 1545-1548. Un equipo internacional formado por Åshild Vågene, Michael Campana, Nelly Robles García, Christina Warinner, Maria Spyrou, Aida Andrades Valtueña, Daniel Huson, Noreen Tuross, Alexander Herbig, Kirsten Bos y Johannes Krause se propuso lo imposible. Los científicos primero determinaron que los 28 esqueletos seleccionados para el estudio eran de mixtecos locales a través del análisis de isótopos de oxígeno. Luego aplicaron un programa especializado para el análisis de grandes cantidades de datos genéticos, llamada MALT, al ADN extraído de la cámara pulpar de los dientes. Esta nueva técnica del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Alemania, que es muy útil para “escanear” un amplio panorama genético, contrastó aproximadamente un millón de fragmentos de DNA de los dientes con 2 783 genomas bacterianos conocidos. Para estar seguros, hicieron lo mismo con cinco esqueletos de Teposcolula que seguramente eran anteriores al contacto con los europeos. En tres de los 28 individuos de la plaza se encontraron restos inequívocos de Salmonella paratyphi C, un causante de fiebres entéricas. Sabiendo lo que buscaban, no tardaron en encontrar indicios en siete individuos más. La bacteria no apareció en los individuos de los entierros prehispánicos.

Este espectacular resultado, que dio la vuelta al mundo en enero de este año, seguramente abrirá el paso para más y mayores estudios del origen de las epidemias americanas. El crucial apoyo inicial de la FAHHO a este proyecto, cuyos frutos seguimos cosechando hoy, nace del interés por los fascinantes avances en la ciencia y el deseo por conocer la profunda y dramática historia del ser humano en tierras oaxaqueñas.

UN AÑO CELEBRANDO LO HECHO A MANO

El 1 de abril celebramos el primer aniversario del proyecto de apoyo a la comercialización artesanal, y la colaboración con 154 familias de artesanos de siete regiones del estado de Oaxaca que hoy conforman el proyecto de Andares del Arte Popular.

La tarea encomendada por la familia Harp Grañén tiene por objetivo promover el arte popular, por medio de la compra inmediata y pagos justos a familias que no cuentan con espacios de comercialización en la ciudad de Oaxaca.

Andares cuenta con un espacio de exhibición y venta pensado para el hogar, mostramos una selección de piezas utilitarias y de decoración. Gracias a las sinergias con universidades, museos y el Centro Cultural San Pablo, hemos logrado crear programas innovadores de colaboración para artesanos y tener un primer año con múltiples resultados. Si bien el objetivo final es comercializar, hemos implementado un programa educativo complementario con la Coordinación de Arte Popular FAHHO, conformado por exposiciones, conferencias y talleres, que informan al público en general sobre la complejidad de la creación artesanal.

En este primer año hemos descubierto apenas una pizca de los retos a los que el sector artesanal se enfrenta cuando se habla de comercialización, las implicaciones de una producción que pueda satisfacer los mercados más demandantes, los tiempos de producción, la competencia global, el aspecto fiscal y legal y por supuesto la transportación de la artesanía.

En este tiempo nos hemos vuelto aliados de las familias de artesanos con las que trabajamos, entendemos y conocemos los retos a los que se enfrentan. Estamos seguros de que con el tiempo y la constancia de nuestra presencia aportaremos para algunas familias el empuje requerido para la continuación de su tradición.

A medida que avanzamos no nos queda duda de que en el mundo artesanal está buena parte de los cimientos de nuestra identidad nacional, y que aún contamos con verdaderos guardianes de las tradiciones, maestros en toda la extensión de la palabra que han heredado sus saberes, que se rehúsan a ceder ante un mundo que produce a gran velocidad productos efímeros. Ellos nos recuerdan lo que implica crear con las manos, y a disfrutar los tiempos que demandan las materias primas para ser transformadas en arte popular.

Agradecemos a las primeras 154 familias que han confiado en nosotros para darnos la oportunidad de representarlos y de difundir su trabajo. Nos apasiona la misión del proyecto y nos emocionan los retos venideros.

LIGA MEXICANA DE BEISBOL RINDE HOMENAJE A AHH

Para los campeonatos 2018, la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) decidió hacer un homenaje al C.P. Alfredo Harp Helú por sus 23 años ininterrumpidos de apoyo al beisbol mexicano, y colocar su nombre en los dos campeonatos. Alfredo Harp, propietario de Diablos Rojos del México y Guerreros de Oaxaca, además de ser fundador de la academia de beisbol que lleva su nombre en la ciudad de Oaxaca, también se ha hecho cargo de la construcción del nuevo Recinto de los Inmortales del Beisbol Mexicano, ubicado en la Ciudad de Monterrey, Nuevo León.

Los Diablos Rojos tendrán nueva casa en la ciudad de México y tendrá como nombre “Alfredo Harp Helú”. Este estadio será uno de los recintos más importantes e imponentes que tendrá el país. Contará con una infraestructura ideal para ser un lugar especial y vivir el rey de los deportes con toda su intensidad.

Desde el año 1996 se fundó el programa Home Runs Banamex, donde por cada jugada, atrapada y batazo de los Guerreros de Oaxaca, la Fundación Alfredo Harp Helú apoya a diferentes instituciones mexicanas, públicas y privadas, con una trayectoria de trabajo y compromiso social y que se dedican a ayudar a los que más lo necesitan a través de programas sociales, de salud, cultura, deporte, medio ambiente y proyectos productivos.

Los Guerreros de Oaxaca se muestran listos para los campeonatos 2018 de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), donde la tribu zapoteca busca un año que sea inolvidable para la afición y hacer vibrar el “Templo bélico” en cada uno de nuestros encuentros.

Para este año, los Guerreros de Oaxaca han trabajado fuertemente en el off-season, donde ha comenzado a presentar por las redes oficiales del club a los peloteros que vendrán a reforzar a la tropa tanto en bateo como pitcheo.

Manny Acosta: El experimentado lanzador panameño Manny Acosta fue la primera contratación de los Guerreros de Oaxaca para 2018. Manny lanzó en la gran carpa de 2007 a 2012 con equipos como Bravos de Atlanta y Mets de New York. Lanzó en la LMB con los Diablos Rojos del México entre 2014 y 2016, siendo campeón con los escarlatas en el 2014. Acosta viene de ser líder en juegos salvados en la Liga Mexicana del Pacífico (LMP) con los Yaquis de Cd. Obregón; el derecho obtuvo un total de 17 rescates en toda la temporada.

Héctor Gómez: La segunda contratación fue el dominicano Héctor Gómez, pelotero con experiencia de tres años de grandes ligas con equipos como los Rockies de Colorado y Cerveceros de Milwaukee. También militó en el beisbol oriental con los SK Wyverns en la Liga de Corea.

Isaías Tejada: El Infielder y receptor Isaías Tejada fue firmado a los 18 años por los Yankees de Nueva York, jugando de 2010 a 2016. Se caracteriza por el poder que tiene en la ofensiva y por su buena defensiva, ya sea en la tercera base o en la receptoría. En 2017 culminó con los Tiburones de la Guaira en la Liga Venezolana de Beisbol.

Salvador Valdez: Único pelotero mexicano para la temporada 2018. Valdez, con experiencia de 11 años en la LMB, viene a buscar un lugar en la rotación abridora de los Guerreros de Oaxaca. El mexicano ha militado con equipos como Dorados de Chihuahua, Tuneros de San Luis, Sultanes de Monterrey, Leones de Yucatán, Vaqueros Laguna, Olmecas de Tabasco y ahora Guerreros de Oaxaca. En este año fue campeón con los Tomateros de Culiacán en la LMP.

Arcenio León: Llega para fortalecer el bullpen de la tropa zapoteca. En 2017 debutó con los Tigres de Detroit con una experiencia inolvidable. Es un lanzador que se caracteriza por su gran potencia en el brazo de lanzar, incluso llegando a hacer lanzamientos por las 96, 97 mph. En 2016, el venezolano fue asignado por la LMB como el Relevo del Año, al concluir la campaña con un total de 36 juegos salvados con los Acereros de Monclova.

Por otra parte, la directiva, pensando en el espectáculo, remodela el estadio Eduardo Vasconcelos para este año, con innovaciones en las gradas, terreno de juego y más, esperen enormes sorpresas.

EL DIABLO EN SU JARDÍN

El 24 de enero, a los 78 años, murió Ramón “el Diablo” Montoya, leyenda del beisbol mexicano. Aunque conectó 1692 imparables, el ídolo de los Diablos Rojos del México dependió de su magnético guante. Sus estadísticas y sus atrapadas justificaron la definición que “el Mago” Septién encontró para el beisbol: “matemática oscura, ballet sin música”.

Uno de los mayores atractivos de este “deporte exacto, que construye monumentos y destruye catedrales” es el campo en que se juega. Las bases trazan un diamante, con un montículo en el centro; más allá, están los jardines. Como Ulises, el bateador debe sortear obstáculos para volver a casa.

Durante la mayor parte del siglo XX, la Ciudad de México contó con ese territorio en el Parque Deportivo del Seguro Social, que tenía el atractivo adicional de colindar con una avenida sin semáforos, lo cual permitía que “el Mago” Septién dijera cada vez que un home run abandonaba el estadio: “Automovilistas que circulan por el Viaducto, ¡hay un bólido en su camino!”.

En los años sesenta y setenta del siglo pasado, el dueño del jardín central fue “el Diablo” Montoya. Nacido en Mexicali, en 1940, el pelotero ganó su mote en la infancia por otra clase de lanzamientos. Le aventaba bolas de lodo a los enamorados que se besaban en la Laguna de la Huistera, desatando el rumor de que ahí el Diablo andaba suelto. Años después descubriría el extraño edén del beisbol, donde se cultivan números y se depende de la entrega y la disciplina. Montoya se retiró después de disputar 1498 partidos, con un promedio de bateo de .316 y habiendo conquistado los campeonatos de 1968, 1973, 1974 y 1976.

Los héroes del deporte son dramáticamente transitorios. También lo son los lugares donde ofician, sobre todo en la Ciudad de México, entregada a la especulación. Cada vez que un predio importante se libera, sabemos que ahí se alzará un centro comercial. Tarde o temprano viviremos dentro de un shopping mall.

El Parque del Seguro Social, antes Parque Delta, fue sustituido por una mole del consumo. ¿Puede la memoria recuperar proezas en ese anodino recinto de la compraventa? En una ocasión, Osvaldo Soriano le contó a Eduardo Galeano su visita a un supermercado que había sido una cancha de futbol y trató de reproducir una jugada memorable en medio de las verduras y la carne molida. Tratemos de pensar de esa manera para sobreponernos al prepotente emporio de las franquicias y las marcas y procuremos que un fantasma tenga su oportunidad. Según cuenta el erudito Alejandro León Cázares, el 11 de agosto de 1963 los Sultanes de Monterrey salieron al campo a disputar contra los Diablos Rojos del México. ¿Es posible sentir hoy, entre la quincalla expuesta en los aparadores, la presencia de esas heráldicas escuadras? Supongamos que así es.

El partido estaba 9 a 6 a favor de los Diablos cuando los Sultanes embasaron a tres jugadores. No sólo el empate, sino la temida voltereta estaba a la vista. Además, el bateador de turno era el contundente Héctor Espino. El toletero de Chihuahua se situó en la zona de home (ahora, ahí se venden pays de queso… en lo que fue la primera base hay cajeros automáticos… los jardines son un supermercado…). El enviado del destino golpeó el aire con el bat, en ritual anuncio de su poderío. Un silencio sagrado enfrió la casa de los demonios. Ciertas cosas comienzan antes de suceder y la inminencia de la tragedia se insinuaba en las gradas. Nadie se atrevía a masticar pepitas.

Espino conectó un batazo poderoso. La pelota se alzó rumbo al fondo del jardín, hoy convertido en una papelería industrial. En el sitio exacto donde por ironía de la modernidad ahora se venden “cajas de archivo”, “el Diablo” demostró que el beisbol es el único deporte que incluye jugadas fuera del estadio: la pelota ya estaba al “otro lado” cuando él chocó contra la barda para atraparla en forma inverosímil, cayó a tierra, la cedió a Héctor Rodríguez para que consiguiera otro out, y perfeccionó su hazaña desmayándose sobre el césped, hoy cubierto de pegosteosas manchas de helado de yogur.

La Ciudad de México ha sido destruida por los mercaderes, pero en el resistente bastión de la memoria “el Diablo” aún juega en su jardín.

Publicado en el periódico Reforma el 9 de febrero de 2018, agradecemos a Juan Villoro su autorización para publicarlo en el Boletín FAHHO.

PROYECTO PARA VIVEROS TECNIFICADOS

Por el compromiso que tiene con el medio ambiente de la entidad que posee la mayor biodiversidad del país, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca desarrolló el Proyecto de Rehabilitación, operación y producción de planta en viveros tecnificados, con el que se rehabilitaron tres viveros en la región de la Mixteca, uno en la región Cañada, uno en la región de la Sierra Sur, uno en la región de la Sierra Norte y otro más en la región de Valles Centrales, en donde se producen tres millones de árboles de especies de clima templado-frío, clima tropical, nativas y frutales. La finalidad es apoyar los programas de reforestación social en el estado durante el próximo ciclo de lluvias y fomentar buenas prácticas que fortalezcan las acciones ante los efectos del cambio climático, en el escenario de la pérdida de veinte mil hectáreas anuales de bosques y selvas en el estado.

La reforestación social es la participación voluntaria por parte de las comunidades, autoridades agrarias, organismos de la sociedad civil, asociaciones e instituciones ambientales y forestales para realizar los trabajos de restauración y conservación de los ecosistemas. Esto permitirá dar sostenimiento a la biodiversidad e incrementará la captura de carbono, lo cual facilitará la formación y protección de suelos, contribuirá a la mitigación de daños y desastres naturales y regulará los ciclos del clima y del agua.

La producción de árboles, la reforestación social, la suma de esfuerzos y la sinergia de todos los actores son una gran contribución para la conservación y protección del gran patrimonio natural que poseemos los oaxaqueños.

EL SONAR DE LA CAMPANA, ENTREVISTA A MANUEL NAPOLEÓN

Don Manuel, de 93 años, extrabajador del Ferrocarril Mexicano del Sur, vestido con su clásico paliacate en pecho que siempre caracterizó a los ferrocarrileros, nos compartió parte de su vida en la Antigua Estación del Ferrocarril e hizo sonar, una vez más, la vieja campana que daba salida o bienvenida a los cientos de pasajeros que abordaban los trenes de Oaxaca.

Rogelio González: Don Manuel, usted trabajó durante 49 años en Ferrocarriles Nacionales de México. ¿Cómo inició esta aventura?

Don Manuel Naopleón: Inicié el primero de marzo de 1945, en el Departamento de Vía como reparador de vía, sacando durmientes viejos y metiendo nuevos. Este trabajo era muy pesado, generalmente éramos una cuadrilla de 25 hombres que trabajábamos en la reparación de 6 durmientes diariamente. También me tocó trabajar en una obra muy importante: el ensanchamiento de la vía angosta, una obra que permitió que las máquinas de diésel llegaran a Oaxaca. El ensanchamiento se iba realizando en paralelo a la vía angosta, los trenes pasaban por en medio mientras nosotros íbamos poniendo los rieles de la vía ancha. La medida de la vía estrecha era 1 046 mm y la ancha 1 435 mm, siempre respetando las medidas ya que un error podría causar terribles accidentes. Fueron muy buenos años los que viví ahí. Por la vía pude viajar por otras partes del país como Veracruz, Ciudad de México, Puebla, hasta regresar a Oaxaca.

RG: Los accidentes eran algo muy común en la vida del tren, y usted en carne propia lo vivió. ¿Cómo y dónde sucedió su accidente?

MN: Sí, fue un accidente trágico. Nos encontrábamos muy cerca del Tule, viajábamos en un motor explorador a una velocidad de 40 km/h. No sabemos quién, ni por qué, pero pusieron un clavo sobre los rieles. Al ser tan pequeño el objeto, no nos dimos cuenta. El coche motor golpeó con los clavos de vía, se volcó y los tres trabajadores salimos volando. Sólo yo sobreviví. Me atendieron en una clínica exclusiva para ferrocarrileros y sus familias. Este lugar fue pagado con las contribuciones de los ferrocarrileros y la atención siempre fue muy buena. Después el sindicato donó las instalaciones para que se creara la clínica 38 del IMSS.

RG: Después del accidente, ¿cómo fue su trabajo en el ferrocarril?

MN: Estuve de baja por unos meses hasta que me recuperé. Después me dieron varias opciones para continuar trabajando. Una de ellas incluía prepararme para un puesto como portero checador en la estación de Oaxaca. Decidí que era una buena opción y un gran honor, porque ese trabajo también consistía en tocar la campana en cada salida del tren. El primer toque era para avisar a toda la tripulación, desde el maquinista, garrotero o auditor, que era momento de subir a la unidad. La segunda campanada era para avisar a los pasajeros y a la tripulación que todo estaba listo para partir. En la tercera campanada, el maquinista tenía que responder con dos toques de su bocina, entonces yo gritaba: “¡Vámonos!” Y el tren partía a su destino.

RG: ¿Cómo era un día a día en el Ferrocarril Mexicano del Sur?

MN: Era un espacio lleno de voces, ruidos, gente y sentimientos. Las filas para comprar boletos era larguísima, yo tenía que estar a las vivas, por la cantidad de personas, para checar el boleto. También la sala de espera estaba llena, los comedores y el área de paquetería y telégrafo. Los andenes se encontraban con trabajadores que acarreaban equipaje o mercancía a las bodegas. El sonido de la zona de talleres, el sonar de la campana y el característico sonido de los trenes llegando y partiendo. Esta era una estación con mucha vida. Eso fue antes que Oaxaca estuviera bien comunicada por carreteras. Recuerdo la llegada del tren conocido como “El Nocturno”, salía de Puebla a las 10 de la noche y llegaba a Oaxaca cerca de las 8 o 9 de la mañana. Era un tren largo con 12 coches de pasajeros. Uno era el coche dormitorio donde los ricos venían cómodamente. El segundo era el coche comedor, tenía un menú especial para las personas que podían permitirse un desayuno de primera clase. El tercer coche era la primera especial, que era para la segunda clase, con algunas comodidades como un sillón acojinado y baño. Los siguientes ocho vagones estaban llenos de segunda clase sencilla y siempre había un vagón dedicado a la paquetería y el correo. También recuerdo los grandes trenes de carga. Hoy en día aún me pregunto cómo lograban las maquinas subir las tremendas cuestas de la Mixteca con 30 furgones de 80 toneladas cada uno. En mis últimos años de servicio, ascendí a vigilante. Era el encargado de revisar los trenes de carga, de asegurarse que el cargamento viniera intacto y sin anomalías. ¡Qué bonitos tiempos!

RG: ¿Recuerda algún momento que haya marcado su vida en el ferrocarril?

MN: Sí, cuando trabajaba en el Departamento de Vía, cerca de un cambio en Parián. Ahí viví una experiencia que nunca se me va a olvidar. Era un domingo en la madrugada, toda la cuadrilla estaba durmiendo en los campamentos. No me explico por qué desperté, salí a tomar aire y a mirar las estrellas. No pasó mucho tiempo cuando empezó a sonar el ruido característico de los trenes. Vi que a lo lejos venía un tren de carga procedente de Puebla con mucha fuerza, pero al otro extremo también venía un tren de pasajeros desde Oaxaca con la misma intensidad; ya que ésta era una zona plana, las máquinas no tenían que ser forzadas. Me di cuenta que ninguno de los maquinistas estaba bajando la velocidad. Corrí rumbo al tren de pasajeros, saqué mi paliacate e hice señales para que se detuviera. El maquinista del tren de pasajeros empezó a bajar la velocidad hasta llegar a mí. Él, un poco molesto, me dijo: “¿Qué quieres?”, Le contesté: “¡Ahí viene otro tren en la curva!”. Entonces hizo sonar su bocina hasta que el otro maquinista le contestó. Del tren de pasajeros se bajó el garrotero y juntos hicimos el cambio de vía, pasando libremente el tren de carga y evitando así un terrible choque.

EL CINE Y LA CIUDAD

Desde las primeras películas, el cine ha reflejado la vida urbana a través de sus propios medios de representación. Reconsiderar estas películas puede contribuir a entender la formación de estructuras culturales en relación con sus entornos arquitectónicos.

Gül Kale

El cine se relaciona de distintas maneras con la ciudad. Para Rodrigo Culagovski es una recreación del espacio urbano; es también un factor que influye en la creación de las ciudades, por su capacidad de crear imágenes y deseos; y es un producto industrial dentro del contexto de la ciudad contemporánea como hecho económico y comercial. Antes del cine, la pintura, la literatura y la fotografía eran las formas en donde las personas tenían experiencias artísticas a partir de las imágenes o descripciones de imágenes. En las novelas del siglo XIX, los escritores retrataban eventos y escenarios propios de su época; los pintores podían retratar la estética de los acontecimientos que veían; los fotógrafos proyectaron la vida diaria de las ciudades a través de sus imágenes. Las películas permitieron a las audiencias relacionarse con el mundo moderno de una manera distinta. El cine fue pensado como una forma de exponer imágenes que creaban una estructura fragmentada en la vida moderna.

Durante el siglo XX, el cine fue un recurso para que un importante número de personas pudieran imaginar la vida de las grandes urbes representadas como escenarios con distintas connotaciones. La ciudad en el cine del siglo XX se convertía en un lugar en donde podría hallarse un nuevo tipo de belleza; un espacio que influye en las relaciones sociales, políticas y económicas de sus habitantes; un lugar donde todo es posible: la libertad y el cambio.

A finales del siglo XX y aún en el siglo XXI, el cine aún presenta la posibilidad de acceder a estas grandes urbes a través de representaciones condicionadas por las opiniones, visiones y libertades artísticas de sus directores; además de ser todavía un importante recurso para hablar de las contradicciones sociales, morales y económicas que viven las grandes urbes.

En la Casa de la Ciudad presentamos este año un nuevo programa: Cine y ciudad. En este ciclo de proyecciones mostraremos películas de ficción en donde las ciudades y la vida urbana tienen un papel relevante para la trama. La ciudad como escenario de acontecimientos políticos e históricos, como un lugar que influye decisivamente en los vínculos entre sus habitantes y su manera de relacionarse con el mundo.

Para más información sobre fechas y títulos a proyectar en este ciclo, consulta la Agenda FAHOO y la página de la Casa de la Ciudad.

Para profundizar en el tema consulta:

Culagovski, R., “El cine como recreador de ciudades”, laFuga (2015).

Kale, G. “Interacción entre cine y arquitectura: una mirada a través de la primera mitad del siglo XX”. Bifurcaciones, 2005.

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