Arcoíris de mar – Megdhanus tañu’u Taller KITI KUATI

Somos un grupo de jóvenes tacuates originarios de la Sierra Sur, de la comunidad El Tapanco, perteneciente al municipio de Santa María Zacatepec, Putla Villa de Guerrero, Oaxaca. Con la idea de conservar y compartir nuestra esencia cultural, iniciamos el proyecto Kiti kuati —que en nuestra lengua materna significa ‘animalitos’—. Nuestro bordado se caracteriza por plasmar animales de la naturaleza que, en esencia, son nahuales, seres espirituales que nos protegen de algún peligro.

Debido a las colaboraciones con el Museo Textil de Oaxaca, formamos parte de un proyecto internacional de trabajo conjunto con la India, específicamente con la región de Kutch. La propuesta nos pareció muy interesante y nos motivó a participar.

Todo inició cuando logramos una conexión profunda e instantánea con la artista Tulsiben Purstottam Puvar. Mantuvimos la comunicación en la distancia gracias a la tecnología y a un idioma universal: el arte. De esta forma, concretamos nuestras intenciones. Después de comentar el significado que deseábamos darle al proyecto, nació la idea de hacer algo poco común, algo con lo que no hubiéramos experimentado antes y que desafiara nuestro propio talento creativo. A raíz de ese primer intercambio, la artista de Kutch mencionó que los arrecifes de coral se encontraban en peligro de extinción en su país, con lo que coincidimos, ya que también en México esta especie se encuentra en riesgo, razón por la cual decidimos trabajar sobre este tema. Inmediatamente vimos el desafío que buscábamos: en nuestro textil siempre hemos bordado animales terrestres y ahora se trataba de especies acuáticas.

El siguiente reto fue definir un nombre para todo. Nombrarlo en inglés —el idioma mediante el que nos comunicábamos en WhatsApp— no iba acorde con lo que queríamos transmitir. De ahí surge la idea de unir una palabra del idioma gujaratia una en tacuate, así, ambos países tendrían una conexión única, y con solo ver el título nos sentiríamos dueñas del diseño. El nombre elegido fue Megdhanus-Tañu’u. Megdhanus significa ‘arcoíris’ en gujarati y tañu’u ‘mar’ en tacuate: Arcoíris de Mar. Estamos acostumbrados a ver esta combinación multicolor que se forma en el cielo, pero si observamos el desfile de colores que se dibuja bajo el mar por los fantásticos corales, podemos visualizar otro tipo de fenómeno.

Las piezas que conforman la colección Megdhanus-Tañu’u son cinco y muestran formas típicas del textil tacuate: un huipil largo, característico del traje de la mujer; una camisa cotón inspirada en la forma tradicional del traje típico del hombre; un blusón y dos blusas, todos con un corte rectangular propios del textil tacuate. La primera camisa de la colección es de telar de pedal y de tinte añil natural combinado con hilo de algodón. El segundo huipil, el blusón y las dos blusas son de lino en su totalidad. Todas las piezas están bordadas con hilos de algodón de acuerdo a la paleta de colores inspirada en los corales, con la técnica de los puntos contados.

Este proyecto ha sido el mayor reto que hemos concretado y, a la vez, una maravillosa experiencia. Hemos explotado al máximo las ideas que había que aterrizar con claridad y buena ejecución del diseño. Nos asombró la perfecta conexión con Tulsiben, de principio a fin: el diseño de las formas y la propuesta de los colores se lograron sin tanto esfuerzo porque cada quien aportó ideas increíbles.

Para amplificar el significado del proyecto, nos dimos a la tarea de investigar las características de los arrecifes de coral y su importancia para el medio ambiente. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas, los arrecifes son los bosques del mar, cuya función es la de albergar colonias de fauna marina además de eliminar el dióxido de carbono y de proteger a las islas y las costas de olas y tormentas. Sin embargo, debido a la contaminación de los océanos, la industria pesquera, la deforestación cerca de las costas y el cambio climático, los arrecifes de coral resultan significativamente afectados.

Desde el Taller Kiti kuati los invitamos a seguir algunas recomendaciones para el cuidado de los arrecifes de coral. Si ustedes son buzos o conocen a quienes practican esta actividad, exhórtenlos a adoptar un arrecife y comprometerse a monitorearlo. No compren artículos o piezas de joyería fabricados con coral, apoyen los complejos vacacionales amigables con el medio ambiente en las zonas costeras, procuren no tirar basura en cada visita y eviten tocar los corales para prevenir su deterioro. ¡Convivamos en armonía con la naturaleza!

Ha sido un honor ser parte de este estupendo proyecto y, sobre todo, el tener la fortuna de colaborar con artesanos de otros países. Agradecemos inmensamente al Museo Textil de Oaxaca por acompañarnos durante todo el proceso como impulsores del intercambio cultural y, especialmente, por apoyarnos como traductores para hacer posible la comunicación entre dos países sin importar la distancia ni el idioma.


Guerreros y su compromiso con el medio ambiente

La directiva bélica, aparte de esmerarse por que cada año el club dé un gran espectáculo en el terreno de juego, también se preocupa por el medio ambiente. Es por eso que, junto con la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, nos esforzamos para que nuestro estado siga siendo uno de los sitios con mayor biodiversidad en el país.

En 2013, Guerreros de Oaxaca y la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) se unieron para crear el programa Un Hit, Un Árbol, el cual consistió en que, por cada imparable del equipo bélico en la campaña, se sembraría un árbol en una zona específica de la ciudad. Para ese año, se sembraron alrededor de 1 250 árboles en lugares representativos del estado como el Tecnológico de Oaxaca, Ciudad Universitaria, San Bartolo Coyotepec, el Colegio La Salle y calles del centro de la ciudad, entre otros lugares.

De igual forma, en 2019 el club deportivo hizo una donación de árboles al parque de Conservación Yaguar Zoo, el cual funge desde 1997, como un centro depositario de especies animales decomisadas y aseguradas por la PROFEPA y la SEMARNAT en la República Mexicana. En el evento estuvo presente todo el equipo oaxaqueño junto con las mascotas Tato y Nelson.

Sin importar si es dentro o fuera de la cancha, Guerreros de Oaxaca cumple un compromiso social con la afición y, más allá, en beneficio del medio ambiente.


Los calendarios y la naturaleza

La manera en la que el ser humano interactúa con la naturaleza siempre ha formado parte de su conocimiento. Inicialmente, desde las diferentes mitologías buscaba explicarse la creación de lo que hoy llamamos biodiversidad. Siglos después, al aparecer la imprenta, la producción y posterior popularización de las publicaciones de carácter periódico, este conocimiento fue diseminado por variados medios impresos, como los calendarios que, siendo de muy distintos tipos e intenciones, señalaron —y siguen mostrando— hasta a los más ajenos, las fases de la luna, los eclipses, las temporadas de lluvia y las horas en que amanece o se oculta el sol según las estaciones. En el territorio que hoy ocupa México, los astrónomos por excelencia fueron los mayas, quienes registraron todo tipo de acontecimientos astrales en la época prehispánica, según se consigna en las fuentes existentes, y llegaron a tener el calendario más preciso de todas las culturas hasta la actualidad.

En el mundo occidental, los auscultadores de los cielos también registraron en anuarios astronómicos, a partir de cálculos matemáticos, los acontecimientos astrales, dando con ello un sustento científico a los calendarios que se publicaban cada año con intenciones de diversa índole, como se verán a continuación.

La Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, que se encuentra bajo el resguardo de Adabi, así como la Biblioteca Henestrosa y la Juan de Córdova de la FAHHO, poseen ejemplares de estas publicaciones periódicas mexicanas editadas en el siglo XIX. Bajo la denominación de “calendarios”, mostraban información tan variada como cronologías y conversaciones graciosas; tales calendarios revelan un mundo “inclusivo” en donde conviven la ciencia, la herencia grecorromana con sus signos zodiacales (tal vez un poco incómodos para una autoridad clerical) y las intenciones tanto religiosas como de sátira política. Hay calendarios liberales, “arreglado al meridiano político de la Federación”; de “la risa”, “del extravagante”, entre otros temas y, dependiendo de los recursos del impresor o de sus intenciones, destacan ediciones como el calendario de Andrés Boix para el año de 1854, que muestra, en el encabezado de cada mes, la ilustración de un animal, ya fuera una foca en el mes de enero o un venado en diciembre, entre otros como abejas, osos, alces, leones, camellos, jabalíes, bisontes, tapires y un coatí, en el resto de los meses. Este uso de ilustraciones no se repite en otras publicaciones.

Otro ejemplo digno de señalar dentro de la relación humano-vegetación es el Decimoquinto Calendario Religioso de JM Osorio para el año de 1878, arreglado al meridiano de Puebla, que incluye el “Diccionario de las plantas con sus emblemas para traducir un billete o selam”. En sus líneas nos remite a la relación que las plantas guardan con una categoría física o emocional, u otro tipo de intenciones; así, el abeto se corresponde con la elevación; la calabaza alude a la gordura, el azafrán se asocia a la orden categórica “No abuses”; mientras que el castaño señala “Hazme justicia”. El pino se vincula al atrevimiento, el zarzal a la esterilidad, el musgo al amor materno y el helecho es reflejo de la sinceridad. Hoy en día, algunas de estas especies botánicas se utilizan en prácticas tradicionales como el feng-shui y en los aromatizantes comerciales y artículos de aseo personal de venta cotidiana, tratando de regresar a los habitantes de la ciudad, artificial y momentáneamente, a un hábitat más esencial y, aparentemente, tranquilizante, resignificando su concepto y evidenciando el cambio de mentalidad experimentado un siglo después.

Sin embargo, también existen registros que nos llevan más allá de las imágenes impresas y nos acercan a archivos de sonidos de la naturaleza y de otros seres vivos. La Biblioteca Británica cuenta con una gran compilación de esos archivos,1 mientras que en México se puede visitar la Biblioteca de Sonidos Aves de México,2 la exposición Los sonidos de los animales mexicanos, 3 así como Los cantos de las aves de la Ciudad de México organizados por Biodiversidad mexicana.4

No hace falta enunciar la importancia de estos registros que, sin duda, acercan más a la humanidad con el entorno natural, espacio al que necesitamos regresar de vez en cuando para encontrarnos a nosotros mismos.

1 https://sounds.bl.uk/Environment

2 http://www1.inecol.edu.mx/sonidos/menu.htm

3 https://mexicana.cultura.gob.mx/es/repositorio/x2acnp2f9p-9

4 https://www.biodiversidad.gob.mx/cienciaciudadana/cantos_aves_cdmx


Alfombras mágicas para cuentos

El Centro Cultural San Pablo tiene una presencia seminal en el panorama contemporáneo de Oaxaca, principalmente, en todo lo relativo a la cultura, el arte, la educación y la ciencia.

En sus primeros diez años de vida ha ofrecido una gran diversidad de propuestas y actividades, tanto las que han organizado las filiales y programas de la propia Fundación Harp Helú Oaxaca, como las coordinadas por instancias externas, públicas, de la sociedad civil, de carácter nacional e internacional.

El Centro Cultural San Pablo ha sido el hogar del programa de lectores voluntarios de la Fundación, mejor conocido como Seguimos Leyendo, que cuenta con más de 13 años de trayectoria social. Ha fungido como un espacio fundamental para experiencias que estimulan y enriquecen la cultura, entre las que debemos destacar las comparsas literarias, los diplomados de promoción y fomento de la literatura infantil, festivales para la primera infancia, posadas literarias, la iniciativa de bibliotecas humanas, lecturas en voz alta bajo el palo mulato y talleres jugueteando con bebés todos los sábados; presentaciones de libros con autores e ilustradores reconocidos nacional e internacionalmente, talleres de escritura creativa y múltiples sesiones de formación humana; en tiempos de pandemia, grabaciones de videocuentos, talleres de lectura en verano y Navidad y, lo más reciente: a partir de la exposición de Miguel Castro Leñero en la galería del Centro San Pablo, durante septiembre y octubre de este 2021, hemos regalado, con todas las medidas de seguridad y sanidad, lecturas en voz alta y actividades plásticas a grupos reducidos de niños y niñas.

Los espacios son solo eso, espacios, pero pueden tornarse en lugares significativos e inolvidables, tanto para el que abre las puertas como para quien los visita y habita, aunque solo sea de forma pasajera. Durante estos años de puertas abiertas, salvo la época de pandemia, el Centro Cultural San Pablo ha visto a los bebés gatear en esos pastos verdes que parecen alfombras mágicas; ha recibido a niños preescolares y de primaria, a jóvenes, y también a nuestros adultos mayores. Trabajar y habitar en este lugar es una recreación constante y cotidiana. El espacio te habla, te abraza, te invita a ver el cielo y a imaginar lo que ha sucedido sobre estas piedras, experiencias que hoy forman parte de su historia, que también es nuestra.

Puede decirse que todas las expresiones artísticas han tenido cabida y presencia en el Centro Cultural San Pablo. Su callejón invita a investigar qué sucede, qué se ofrece, aún hoy con las rejas cerradas, muchas personas se detienen, y, con sus ojos de asombro y admiración, toman fotos de esas forjas diseñadas por el maestro Francisco Toledo, las tocan, se las llevan de recuerdo.

La pandemia detuvo el ambiente y el movimiento cultural que ya llevaba un ritmo constante y armónico. Desde el pasado mes de septiembre, a partir de la exposición del artista mexicano Miguel Castro Leñero, que actualmente se muestra en San Pablo, el programa Seguimos Leyendo realiza diversas actividades con grupos escolares o familias que se inscriben previamente. Afortunadamente, los niños y las familias han respondido de forma positiva. Hemos logrado la presencia de grupos —de no más de 10 niños cada uno, cuidando la sana distancia— de preescolar y de los primeros grados de primaria.

Al llegar visitan el callejón, contemplan y reciben una charla sobre la obra de Xaquixe, el espléndido huipil istmeño de cristal reciclado, para luego visitar la exposición. Para cerrar compartimos las historias y los cuentos, buscando relacionarlos con el tema de la exposición: los animales y las mascotas, y charlar un poco sobre lo que ha pasado con ellos en tiempos de COVID-19. Los niños aprenden jugando por medio de la plástica, del origami, o de lo que libremente deseen crear. Ha sido un reencuentro con los más pequeños, los que en todo momento portan bien su cubrebocas y que merecen un respiro para gozar del verde intenso de la alfombra vegetal, en contraste con el cielo azul, y que se vuelven a encontrar lentamente con lo que promete ser una próxima normalidad.

Gracias por existir, Centro Cultural San Pablo.


Martín Vidal: seis décadas puliendo diamantes

Tortillas hechas a mano y una vasija de pulque sellaron una amistad que cambió la vida de nuestro personaje de hoy. Fue en Atlacomulco, Estado de México, cuando un buen día, el licenciado Manuel R. Palacios, notable catedrático y asesor de la Presidencia de la República, accedió a buscar un empleo en la capital para el joven Martín, correspondiendo a las atenciones recibidas por parte de sus padres en sus visitas al pequeño pueblo mexiquense, cercano a la Presa de El Salto.

Con sus estudios de primaria concluidos y una notable afición al beisbol, Martín Vidal no dudó en elegir el Parque del Seguro Social como la sede de su trabajo, declinando las ofertas que existían para incorporarse a PEMEX o Teléfonos de México.

Corría el año de 1966 cuando, desempeñando labores de auxilio administrativo y algunas otras que tal vez no correspondían a su edad, se asomaba a observar a los trabajadores que cuidaban el terreno de juego de la catedral del rey de los deportes en nuestro país, seguro de que él podría hacerlo mejor, implementando el uso de la cinta métrica y de herramientas más sofisticadas.

No pasó mucho tiempo para que Martín Vidal hiciera buenos sus pronósticos, estableciéndose como encargado del campo y de todo el mantenimiento del Parque Deportivo del Seguro Social, al que le dio uno de los toques más particulares en toda su vida: pintar de rojo y azul sus siete mil butacas, dividiendo de manera natural a las aficiones de los dos rivales del entonces Distrito Federal en la década de 1970.

Su gusto por el estudio de planos resultó determinante para lo que vendría más adelante: la transición a la superficie artificial del Foro Sol. Con la nueva casa del beisbol en la Ciudad de México en un inmueble de dimensiones gigantescas, Martín Vidal se olvidó de labores de mantenimiento general, dedicándose exclusivamente al cuidado del campo de juego, que ahora requería de una especialización muy detallada, supervisada por personal proveniente de Estados Unidos, labor donde ya estaba acompañado de su hermano Fidencio. Al paso de los años, Martín fue reconocido como el mejor en su trabajo, galardonado en la Liga Mexicana y en concursos internacionales, en donde ha competido sin saberlo.

Desde la cuatrimoto que lo traslada por todos los rincones del Estadio Alfredo Harp Helú, Martín Vidal nos cuenta, con la mirada apuntando a los recuerdos, la felicidad que le causó la responsabilidad de trazar su primer campo, que se encuentra en la Academia de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, y que es una réplica del primero que tuvo a su cargo. Martín considera que, después de supervisar la creación de lo que hoy conocemos como el Diamante de Fuego, ya no hay tarea que le pueda quitar el sueño, confiando en sus conocimientos y en el talento de cada uno de los integrantes de la cuadrilla que dirige como si fuera una orquesta sinfónica.

Minutos antes de que llegue la hora del café y una infaltable pieza de pan, Martín bajó de su vehículo para recordar que todavía queda una asignatura pendiente: asegurarse de que su familia tenga la oportunidad de pisar el campo que le provoca tantas alegrías y satisfacciones.


El Centro Cultural San Pablo: un cerebro que es corazón

Quizás por toda la historia que hay —literalmente— debajo de sus muros, el Centro Cultural San Pablo posee una fuerza de atracción natural y brutal hacia todos aquellos quienes pasamos, por curiosidad o por deber, diariamente por las calles del centro de Oaxaca. Mientras permanece cerrado, cuando las personas caminan sobre las aceras de Independencia o de Hidalgo, a la altura de las pesadas rejadas, hay quienes dicen con gran seguridad: “Mira: el Centro Cultural San Pablo”, aunque no sepan a ciencia cierta qué sucede en el recinto. Pero dudo que algún oaxaqueño desconozca qué sucede en este espacio. En un día “normal”, dentro de los muros de esta enorme casa han sucedido las más cotidianas maravillas: niños descubriendo libros en la Biblioteca Infantil —qué simple y enorme la tarea de dar a un niño este pequeño objeto—; la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova atestada de investigadores, consultando, escribiendo; el café en el que se daban clases, se cerraban tratos y se declaraba el amor… ¡hasta ir de pasadita y utilizar el servicio sanitario era inevitable! Los murciélagos te guiaban hacia esos oscuros aposentos…

Quienes hemos formado parte de su historia, de alguna actividad realizada durante los últimos diez años, hoy lo decimos con añoranza, “Mira, el Centro Cultural San Pablo”, porque recordamos todo lo que se detuvo. Aunque también me gustaría ser de aquellos que no tienen idea de lo que sucede ahí adentro, y descubrir el tesoro por primera vez. Sin embargo, lo sé, lo he visto. El teponaztle y la chirimía. El cine. El atrio lleno de artesanías. Los niños. Las posadas del cacao. El concierto. El espejo de agua. Las blancas paredes. Los custodios. Los amables señores de la limpieza. El investigador. La muchacha que toma fotos. Los chicos que acomodan las sillas. La niña de Monte Albán. El señor Habibi. La alfombra de pasto… Desde hace más de diez años el Centro Cultural San Pablo ha sido el corazón de la Fundación Alfredo Harp Helú: desde sus oficinas bombea sangre, ánimo y esperanza a cada una de sus instancias, y también ha funcionado como el cerebro de este ser vivo —cómo separar el uno del otro— que es la FAHHO, ya que desde aquí han surgido programas, vínculos, festivales, congresos y tantos proyectos más que suman al crecimiento cultural de Oaxaca. Eso, sumar. Oaxaca está lleno de espacios cotidianos e increíbles, de callejones que son pasajes al pasado o al futuro, de personas que hacen palpables los sueños, y el Centro Cultural San Pablo, en tan solo diez años se ha confirmado como uno de esos lugares de los que las personas se apropian para decir con tan grande seguridad: “Mira, el Centro Cultural San Pablo”.

Dice José Emilio Pacheco que, aunque suene mal, daría la vida por diez lugares de su patria, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha… varias figuras de su historia, montañas y tres o cuatro ríos. Yo creo que el Centro Cultural San Pablo es una de esas fortalezas, una casa de puertas abiertas, un cerebro que es un corazón. Que vengan más historias.


Acciones para un futuro sostenible: la BS y su agenda ambiental

El tema del medio ambiente tomó relevancia a nivel mundial desde la década de los 70, época en la que la Organización de las Naciones Unidas, por medio de la Conferencia de Estocolmo realizada en 1972, sentó las bases para la creación de políticas y estrategias medioambientales. Ese mismo año, la Asamblea General estableció el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente, fecha en la que se invita a todos los países a realizar actividades y proponer acciones encaminadas a la protección y mejoramiento del entorno natural, así como a crear conciencia del impacto ambiental que la actividad humana ha generado en diversos aspectos relacionados con este.

Bajo esta mirada, desde su apertura en 2007, la BS Biblioteca Infantil de Oaxaca se ha convertido en un espacio de información y difusión sobre el tema. La construcción de la biblioteca es, en sí mismo, un ejemplo de armonía con el entorno: en cada recoveco se observa que el espacio fue planeado para conservar la flora y fauna que ha habitado el terreno desde hace muchos años.

Pero este solo fue el comienzo de una idea que se ha mantenido firme a lo largo del tiempo, pues, año con año, nuestra agenda no se ha encaminado únicamente hacia la literatura y la cultura, sino que también ha contemplado la diversidad de encuentros que fortalezcan el respeto por la naturaleza en todas sus formas. A partir de esta proposición se han establecido vínculos con instituciones y personas dedicadas a las ciencias y que se encuentran desarrollando proyectos en pro del medio ambiente desde sus trincheras.

En 2016, por ejemplo, el departamento de Educación Ambiental del IPN-CIIDIR, unidad Oaxaca, dirigido por los maestros en Ciencias, Olga Herrera y Manuel Rubio, con el apoyo de un grupo de estudiantes, se unió a la cartelera de la BS con una serie de actividades denominadas “Ciencia que pica la con-ciencia” y “Noches de ciencia”. Estas sesiones lúdicas y de exploración significaron una experiencia inolvidable para las familias que nos acompañaron, ya que por primera vez tuvieron la oportunidad de observar y tocar insectos, aves rapaces, marsupiales y hasta reptiles. Esta experiencia, realizada con animales rescatados, tenía como objetivo reconstruir la visión que se tiene sobre algunas especies animales desmitificando creencias negativas que comúnmente están relacionadas con ellas, pero también para comprender la importancia de su conservación en el equilibrio de los ecosistemas.

Anfibios, Centinelas ambientales: Salamandras (2014) y Una ventana a la biodiversidad (2018), son dos exposiciones fotográficas itinerantes de la Red de Bibliotecas Infantiles que también formaron parte de nuestra agenda ambiental para mostrar al público la diversidad biológica de nuestro estado. Esta compilación de fotografías maravilló al público por la infinidad de colores, formas y texturas de las diferentes especies presentadas que el lente fue capaz de capturar, además de significar una oportunidad para descubrir anfibios y reptiles endémicos que se creían extintos.

Así, poco a poco se fueron entretejiendo lazos con más personas para realizar un trabajo conjunto entre la BS y los profesionales, una simbiosis que busca poner su granito de arena para reducir los problemas ambientales y mejorar las condiciones de vida en el futuro. En este sentido, nos hemos mantenido atentos a las fechas y eventos relevantes para plantear actividades dirigidas a los niños y niñas, pero también a los adultos, agentes importantes para cambiar infinidad de hábitos que poco ayudan a nuestro planeta.

En los últimos años hemos propuesto diferentes talleres, como el de la elaboración de bolsas de tela para sustituir las de plástico, y otro para incentivar el uso de la bicicleta, otro para conocer diversas formas de elaboración y preparación de compostas (Bokashi o con lombriz roja californiana); además de charlas sobre los océanos, la migración de las aves, el uso de aplicaciones para registrar y compartir observaciones de la naturaleza —como la plataforma NaturaLista—, 1 talleres de creación de huertos urbanos, proyecciones de documentales sobre el calentamiento global, flora y fauna del planeta, incluso experimentos para reciclar el unicel, entre otros.

Otras de las acciones que forman parte de la cotidianidad de la BS son las de separación de la basura, la reutilización de los desechos orgánicos para nuestra composta, el uso del agua de lluvia para los sanitarios y fuentes,2 así como la disminución de materiales plásticos y tóxicos en los talleres. Además, habría que agregar que nuestro acervo cuenta con una colección importante sobre temas relacionados con ecología, animales en peligro de extinción, contaminación, océanos, flora y fauna del planeta y desarrollo sostenible, para que nuestros usuarios se adentren y conozcan más al respecto.

Y aún en estos tiempos difíciles, nos hemos adaptado y renovado para continuar con esta labor. A finales del 2020 establecimos un vínculo interinstitucional con la Coordinación de Medio Ambiente de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, a través de El Hilo Invisible de la Naturaleza, un proyecto ecológico dirigido por Rafaela Martínez que surgió en medio de la pandemia para contar cómo los seres vivos han tejido intrincados e invisibles hilos que sostienen la vida en el planeta.

De igual manera, este año continuamos con la donación de árboles que recibimos por parte de esta coordinación desde el 2018, con el fin de distribuirlos entre la comunidad cercana a nuestro espacio y reforestar zonas de la ciudad y municipios conurbados.

Creemos firmemente que estas acciones, sumadas a los cientos que se realizan en todo el mundo, generan nuevas posturas frente al cuidado y protección del medio ambiente, además de que trastocan hábitos y forjan un futuro más armónico entre todos los seres vivos que habitan este planeta.

1 http://www.naturalista.mx/

2 Puedes ver el video en el siguiente link: https://youtu.be/pIVMK6NCDho


Metas en la vida: sembrar arbolitos

Cuando era pequeña y escuchaba aquella frase sobre las metas de la vida: “Tener un hijo, escribir un libro y sembrar un árbol”, pensaba que era una cosa demasiado fácil. “Por supuesto que sí, ¡allá voy vida adulta!”. ¿Por qué nuestros abuelos y padres lo hicieron parecer así, tan sencillo? Tener un hijo, ¡listo!, solo hacía falta desearlo, ¿no? Escribir un libro, ¡listo!, total, sabía escribir y mis maestros decían que mi ortografía era “impecable”. Sembrar un árbol, ¡listo!, pan comido, ¿qué más había por hacer en esta vida? No podía ser así de simple. Oh, sorpresa. Los caminos de la vida no son lo que yo pensaba. Sembrar un árbol no implicaba solamente sacar semillas de cualquier flor o fruto, como en el juego, ponerlo en la tierra y servirle agua. “Tener un hijo, escribir un libro y sembrar un árbol” era cosa seria, ¡proyectos de vida completos! Afortunadamente, para cada una de estas tareas he contado con una amplia red de amigos, maestros, colegas y cómplices que me apoyan en el camino. Luego platicaremos de las dos primeras; hoy quiero hacer hincapié en la última de las metas: sembrar árboles (que en sí misma ya es enorme).

Elegir el árbol y el sitio, preparar la tierra y ordenar todo a su alrededor. Informarse si la raíz será gruesa o si es de copa ancha, verificar que no existan riesgos, contemplar a alguien que lo podará de manera correcta y que nos enseñará a hacerlo por nosotros mismos, eventualmente; seleccionar el mejor abono, regarlo a sus horas, hablarle bonito (¿estaba hablando del árbol o del hijo?)… Para nuestra fortuna, en el estado se encuentra la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca que apoya, desde hace 15 años, a quienes han tenido este mismo sueño de convertirse en sembradores de árboles: desde el Programa de Reforestación Social en la ciudad, con la donación de ejemplares para que las personas se los lleven en brazos (como al hijo) hasta la producción de manera sistematizada de árboles para reforestar enormes áreas que así lo soliciten, pasando por plantar árboles por toda la ciudad para alegrarnos la vida y dar sombra a los transeúntes. Y como un padre con su hijo, o como el escritor con su obra, desde la Coordinación de Medio Ambiente abrazan cada ejemplar de guayacal, macuil, primavera o pochote que crece en las calles de la ciudad, y con la emoción a flor de piel esperan que los oaxaqueños y todos aquellos que pasen o que vivan cerca de algún arbolito lo cuiden y rieguen y traten bonito. Porque no solo se trata, como decía, de hacer un boquete y dejar caer algunas semillas o sembrar una plantita; se debe tener convicción, fe, ánimo y dedicación. La Coordinación de Medio Ambiente de la FAHHO posee estas herramientas, y no dudo de que va a seguir cuidando esos arbolitos por otros quince años o más.

A estas alturas puedo decir que he palomeado de mi lista los tópicos “Tener un hijo” y “Escribir un libro” (porque insisto en que mi ortografía es “impecable”), pero este de “Sembrar un árbol” lo palomeo y renuevo cada vez con mayor emoción.


Editorial

Esta edición del Boletín Digital FAHHO retoma el cauce del número anterior y compartimos, todavía, textos de agua. Reflexiones hechas a partir de la contemplación de este elemento vital y plasmadas en letras y frases elocuentes. Desde el Centro Cultural San Pablo nos invitan a mirar los espacios culturales como “caldos de cultivo” de donde surjan ideas, iniciativas y propuestas; comparten imágenes de exposiciones acuáticas que existen en otros lugares del mundo y dan pistas de la muestra que preparan para este otoño. Te invitamos a agendar tu cita y visitar el CCSP
con todas las medidas de seguridad.

Elemento vital, pero también feroz e incontenible, el agua ha sido motivo de peleas y perjuicios. Los textos de Adabi Oaxaca/Puebla comentan dos casos particulares de conflictos por la posesión del agua y sobre los daños que ocasiona este elemento en los bienes documentales. Por otro lado, Adabi México comparte la reseña de un manual de acciones para llevar a cabo antes, durante y después de inundaciones en fondos o archivos. Desde el área de Publicaciones hacen una retrospectiva sobre fotografías que hablan del trabajo del aguador, sus características y la actual presencia de este oficio.

Este año y medio de pandemia continúa siendo de grandes aprendizajes para nuestra labor como parte de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Desde las diferentes bibliotecas se ha buscado la forma de seguir en contacto con los lectores; así, las dinámicas tienen que adaptarse a esta época un tanto anfibia, entre una y otra forma, para seguir acompañándolos en su aprendizaje y recreación. En esta ocasión, desde la Casa de la Ciudad nos comparten el testimonio de su proceso de catalogación, y las colaboradoras del Museo Textil de Oaxaca nos hacen un claro llamado a seguir en guardia y no dejar de utilizar el cubrebocas.

Desde la Fundación Alfredo Harp Helú continuamos trabajando, siguiendo el cauce de un río interior que nos une con la sociedad. Los invitamos a seguir cuidándose, y a no perder la pista de todas nuestras actividades.


Lluvia es mar, mar es agua, agua es nubes

Antes de toda creación, la hoja de un árbol flotaba en el mar. Sobre ella, Dios actualizaba la serenidad meditando; no había entonces nada, solamente había mente, aunque sin la certeza de su propia existencia. La mente era lo que transformaba y, a la vez, lo que se transformaba, era lo que fluía. La mente eran las aguas, y las aguas, por algún motivo, desearon. La vida biológica parece ser la manifestación de ese deseo.1

El maestro Francisco Toledo diseñó para el Centro de las Artes de San Agustín, Etla, espacios donde el agua puede permanecer en calma o moverse lentamente; subir a enfriar el techo de lámina, bajar en caídas estudiadas, pero siempre nuevas; albergar un árbol y, temporalmente, nubes que pasan, mantener peces o microorganismos, recibir hojas y flores que caen; funcionar como espejo para las aves, para las estrellas o para los seres de mundos invisibles.2

Quizá el maestro Toledo sabía que el agua, además de crear formas de vida, puede funcionar como transición entre mundos, y como metáfora de la mente.

Con esa idea como punto de partida, el Centro Cultural San Pablo y la coordinación de Medio Ambiente de la FAHHO presentarán este otoño una exposición que tiene como objetivo explorar las formas en que el agua y el sol se transforman en vegetación y vida.

Entre otras obras, la exposición incluye un experimento aparentemente sencillo, pero que implica una forma intensa de afecto por Oaxaca; la artista Elena Pardo construyó una cabina con una cámara de video y la instaló en el atrio del templo de Jalatlaco, para que cualquier persona grabara sus recuerdos del río que separaba ese barrio del centro de la ciudad.

El resultado de la obra es una forma de construcción de la memoria como aprecio por un lugar y, al mismo tiempo, como testimonio de que la transformación urbana puede mejorarse para conservar recursos naturales.

Gracias a los recuerdos e ideas en esa obra de Elena Pardo, es posible imaginar otra ciudad de Oaxaca rodeada por ríos limpios, más árboles y temporadas de flores y aromas y, de alguna manera, la obra nos hace ver la importancia de conservar y cuidar la belleza actual de Oaxaca. Aunque la memoria pone en marcha una realidad que ya no es accesible, también abre las puertas hacia mundos que pueden ser mejores.

Otra obra en la exposición es un árbol joven, un guaje que conmemora la fundación simbólica de Oaxaca hace 500 años. Porque igual que los seres humanos, construyendo mente y experiencia corporeizadas, los árboles y las plantas son también instancias de la vida, dibujos extraordinarios hechos con agua y tierra, voluntad del sol. ¿Quién más dibuja los cerros, los bosques, los mares, los animales, las ciudades y los mundos? Y para cada dibujo y cada vida: ¿cuánto fuego, cuántos soles, cuántas auroras y cuánta agua es necesaria?

Otra obra en esa exposición es Materia Mnémica, de Oswaldo Ruiz, que consiste en la exploración del artista sobre el mundo de la homeopatía como un tipo de conocimiento tradicional comparable a la medicina. El resultado es un libro que funciona como registro fotográfico de la carga simbólica que se puede otorgar a un objeto, una planta, un insecto, etc. El libro se exhibe en un mueble diseñado por el artista junto a objetos típicos empleados en la preparación de las pociones terapéuticas. Líquidos para restaurar la salud, líquidos que fluyen por el cuerpo modificando alguna cosa; líquidos que son agua combinada con algo más para intervenir la operación del sistema inmunológico, y con ello cambiar el rumbo de la vida.

Vida en otras ciudades, en otras épocas; vida de día o de noche, luminosa, oscura, vida sin control, compleja y sencilla; vida que se va, eligiendo otro rumbo, agotándose, llegando o renovándose. Vidas que debieran ser más de lo que son; vidas que descubren su sentido en el último día, vidas sutiles, o más sutiles todavía, biológicas y no biológicas; todas susceptibles a la experiencia y, por eso, todas intentando resolver una falla primordial mediante el significado. Vidas humanas o no, comparten mundos comunicados por agua.3

La vida en general es un proceso de poiesis, y en su modalidad de experiencia puede transcurrir como una experiencia estética. En 2007, el escultor británico Antony Gormley presentó en Hayward Gallery una instalación titulada Blind Ligth.4 La obra consiste en una habitación de vidrio de casi diez metros a cada lado llena de neblina tan densa que no permite ver más allá de un brazo extendido.

En esa caja enorme, el agua es neblina que es luz queriendo pasar a través del vidrio que la contiene, adentro se pierden las nociones de distancia y de espacio, por un
momento se puede intuir un vacío que se modifica mientras uno camina. En esta obra
de Antony Gormley la motricidad del cuerpo humano construye el espacio y la percepción en medio de la neblina que es agua.

Así como a veces a los peces se les olvida que viven en agua,5 a veces a los seres humanos se nos olvida que vivimos en la mente, que es un fluido construido y emergente. A propósito de la mente como fluido, el artista danés Olafur Eliasson presentó este año en la Fundación Beyeler, la exposición Life.6 En ella, el autor explora una manera de mirar el mundo sin tener como centro la perspectiva humana.

Para la muestra fue necesario remover las puertas y ventanas de la hermosa arquitectura de Renzo Piano, colocar agua en los pisos y montar pasillos como muelles por los que se podía transitar observando el piso líquido como caldo de cultivo de distintas formas de vida: bacterias, hongos, plantas. Con ello, el artista propuso pensar la diferencia entre adentro y afuera, para sugerir la posibilidad de extender la experiencia del arte a la vida cotidiana fuera de los espacios del museo.

También utilizando distintos filtros ópticos, Olafur Eliasson ofreció acceso a la forma en que diferentes animales pueden mirar los espacios de la exposición. Mediante imágenes en computadora era posible observar cómo mira un ave, una rana, una abeja y distintos insectos. La intención del artista en esta exposición es acceder a maneras no humanas de percibir el mundo y, de alguna manera, vegetalizar la percepción; siguiendo las ideas de Natasha Myers: las plantas —y no los humanos— son quienes hacen este planeta habitable.

De atrás hacia delante: la perspectiva humana no es la única en el mundo, mientras observamos la percepción de otras especies enriquecemos la experiencia humana. La vida biológica, como la mente, fluye
como un río y los mundos que construye son emergentes. La exposición en el Centro Cultural San Pablo abordará la noción de medio ambiente como un entorno que transcurre, en el que agua y sol dibujan mundos posibles; y artistas como el maestro Toledo son capaces de construir una obra de arte permanente para el agua, y
para la idea de agua.

1 Roberto Calasso. Ka. Barcelona, Anagrama, 2006.

2 https://www.facebook.com/casanagustin/photos/?ref=page_internal

3 Hans Jonas. El Principio Vida, Madrid, Editorial Trotta. 2000.

4 Antony Gormley. Blind Light. 320 x 978.5 x 856.5 cm. Hayward Gallery, Londres. 2007. Esta obra también se
ha presentado en Sean Kelly Gallery, Nueva York y en Pinchuk Art Center, Kiev, Ucrania. https://antonygormley.com/projects/item-view/id/241#p1

5 David Foster Wallace.

6 Olafur Eliasson. Life. Foundación Beyeler. Suiza. Abril-julio, 2021. https://life.fondationbeyeler.ch/en/



Fotografía de registro: aguadores

A finales del siglo XIX y principios del XX, durante el régimen de Porfirio Díaz, se implementaron en todo el país prácticas que buscaban legitimar un orden y una idea de modernidad, “lo cual se manifiesta en cosas tales como reglamentaciones cívicas, periódicos y rituales públicos”,1 en palabras del investigador Mark Overmyer-Velázquez. La jefatura de policía de Oaxaca de Juárez comenzó a utilizar la fotografía como medio de registro de los trabajadores de distintos rubros, así como de las personas encarceladas, con el fin de llevar un mejor control y de utilizar los avances tecnológicos, “inspirados en tradiciones coloniales y de principios del siglo XIX”.2 La utilidad de este soporte fue tal, que se extendió al registro de los oficios practicados en la ciudad como cargadores, cocheros, comerciantes, limpiabotas, mujeres públicas, policías y aguadores.

El papel que estos últimos desempeñaron fue de gran importancia para la sociedad de antaño. Se sabe que no solo en la ciudad de Oaxaca, sino en prácticamente todas las ciudades del país los aguadores fueron los encargados de acarrear el líquido desde las diferentes fuentes públicas hacia los domicilios que no contaban con un suministro particular. El número de personas que se desempeñaban como aguadores aumentó al mismo tiempo que lo hacía la población; por esa razón, en 1850 se legisló en la Ciudad de México una iniciativa para regular la actividad. Es posible que para el caso de la ciudad de Oaxaca ocurriera lo mismo, pero esta información, que se encuentra resguardada en el Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Oaxaca, no está disponible por el momento para consulta; sin embargo, el libro De oficios y otros Menesteres, editado por el Instituto de Investigaciones en Humanidades de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, nos ilustra sobre estos datos y, además, incluye un disco con 44 registros fotográficos de aguadores realizados entre 1903 y 1926, información que es obtenida de ese Archivo. En esos documentos encontramos datos de los aguadores, como su nombre, la dirección de su vivienda, nacionalidad, lugar de nacimiento, edad, estado civil, rasgos faciales, estatura y otras señas particulares. Las fotografías nos permiten apreciar la vestimenta de las personas dedicadas a este oficio, y hacernos una idea de su nivel socioeconómico; además de conocer las herramientas que utilizaban, la información escrita complementa la identidad del fotografiado. En contraste con las ilustraciones de los diferentes oficios de la Ciudad de México —como aguadores, pulqueros, chinas y parteras, entre otros—, que acompañan al emblemático libro Los mexicanos pintados por sí mismos,3 las fotografías de los aguadores muestran otro tipo de detalles: sus elementos enriquecen la imagen que tenemos de los personajes del pasado.

Al observar estas fotografías de registro notamos que la vestimenta de la mayoría de los aguadores consiste en camisa, calzón de manta y una hombrera como soporte para cargar el cántaro que, al parecer, era de barro negro, y que algunos sustituían por cubos de lo que parece ser lámina. Otros, como en el caso de Manuel García, Mucio López y Julián Soto, utilizaban burros para transportar el agua. A diferencia de los aguadores que son fotografiados con su bestia, resulta curioso el caso de Juan de la Cruz, quien aparece con un perro. En el libro Los mexicanos…, el cronista narra que, en Guanajuato, los aguadores utilizaban burros, mientras que los de Querétaro se valían de carretas de “una rueda y cuatro pies”; asimismo, cuenta que el cántaro que se usaba en la capital se nombraba “chochocol”.

Los datos que acompañan las fotografías nos indican que la mayoría de los aguadores eran solteros; que a Melchor Velázquez, por ejemplo, le faltaba el ojo izquierdo y que falleció en 1908; que Agustín Hernández tenía 78 años de edad, y era el aguador más longevo, y que Benito Chávez, el más joven, tenía tan solo 18 años y lucía manchas en la cara.

Aunque se desconoce el proceso que se siguió para realizar estas fotografías, se puede observar que en algunos casos fueron tomadas en exteriores. Además, cabe la posibilidad de que los fotógrafos hubiesen adecuado un tipo de estudio en la calle, a manera de escenario, ya que algunos aguadores se mostraban sucios y con todas sus herramientas a la mano. Otros, como en el caso de Julián Cuevas, se encontraban limpios y sin utensilios, “posando”, recargados sobre sillas u otros muebles en distintos casos, como Calixto Ruiz, que aparece con los pies descalzos sobre una alfombra.

Conforme avanzaron las obras de entubado que llevaron agua potable a todas las casas, el oficio de aguador fue desapareciendo poco a poco. Afortunadamente, en los archivos se registra la huella de este personaje. Hoy en día podemos encontrar, en diversas calles de la ciudad de Oaxaca, algunas de las fuentes públicas que en su tiempo sirvieron como un oasis para satisfacer la necesidad de agua de la sociedad. Pero, lo pensamos, aún existen aguadores que, en vez de vestir con calzón de manta y llevar un cántaro de barro en la espalda o en el lomo de un burro, visten el uniforme de una empresa y transportan en un camión varios garrafones de plástico con agua potable. El aguador, pues, se niega a la extinción.

1 Mark Overmyer-Velázquez, De oficios y otros menesteres: Imágenes de la vida cotidiana en la ciudad de Oaxaca,
Oaxaca: IIHUABJO, 2005.

2 Op. cit.

3 Hilarión Frías y Soto, José María Rivera, Juan de Dios Arias, Ignacio Ramírez, et al. Los mexicanos pintados por sí mismos. La Biblioteca Andrés Henestrosa resguarda una edición de 1854. La Universidad Autónoma de Nuevo León nos comparte una versión digitalizada, te invitamos a revisarla: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020001188/1020001188.html


Los conflictos por la posesión de agua: dos casos registrados en archivos de Oaxaca y Puebla

Gracias a las tareas que realizamos en Adabi, hemos tenido la fortuna de limpiar, ordenar e inventariar innumerables archivos históricos del país; en ellos se resguardan documentos que dan fe de las tradiciones y costumbres de los pueblos de México. Por otro lado, en los archivos también atestiguamos las problemáticas de las que son protagonistas. En este sentido, sabemos que desde el periodo virreinal existen numerosos conflictos, por ejemplo, entre los pueblos donde el agua escasea o es limitada. Aunado a ello, el encuentro entre el mundo indígena y el europeo fue un factor que igualmente generó una serie de desacuerdos en torno a este tema. Al ser un elemento vital para el desarrollo de la agricultura y otras actividades de la vida diaria, la posesión del agua es algo que se busca a toda costa, y los ejemplos que a continuación se describen son muestra de las dificultades que se atraviesan para lograrlo.

Dentro de los documentos que resguarda el Archivo Histórico Municipal de San Felipe del Agua, Oaxaca, se encuentra un expediente de 1607 que da testimonio de las diferencias que se generaron por los usos del agua y la tierra durante el choque cultural entre zapotecos y europeos. Este documento, que es el más antiguo del archivo, está integrado por una serie de diligencias y probanzas en las que se lee que los naturales de San Felipe entablaron un pleito sobre la propiedad del agua y la tierra contra un español de nombre Carlos de Luna y Arellano. Los naturales de San Felipe argumentaban que don Carlos de Luna amenazaba con construir un ingenio para moler metales. En su defensa, los pobladores sostenían que la construcción de este establecimiento perjudicaba a la agricultura, su única actividad de sustento, ya que su desagüe se mezclaría con el cauce del arroyo usado para regar la siembra. Las cosechas, aparte de ser destinadas para el consumo de la población, también servían para pagar el tributo a la corona. Al final, la real audiencia dictaminó en favor de los naturales y ordenó al mariscal don Carlos de Luna que desistiera de su propósito.

Otro caso de conflicto entre pueblos por el uso del agua es el registrado en el Archivo de la Junta Auxiliar de San Mateo Tlacoxcalco, del municipio de San José Miahuatlán, Puebla. Ahí se resguarda un documento que data de 1719. Se trata de un testimonio que describe cómo, desde el año de 1638, el pueblo de San Mateo había solicitado a la comunidad de San Gabriel Chilac una merced del manantial de agua salada de la barranca de Zapotitlán, recurso del que ambos se beneficiaron cuando brotó la fuente. Gracias al pacto entre los dos pueblos, durante cuatro años los habitantes de San Mateo poseyeron el manantial de forma pacífica, mientras abastecían de agua a los naturales de San Gabriel.

Posteriormente, en 1711, se publicó un edicto sobre la composición y posesión de tierras y aguas, lo que motivó a los habitantes de San Mateo a solicitar su adjudicación, suscitando el conflicto entre ambos pueblos. Los de San Mateo mostraron sus títulos, refiriendo que poseían 600 varas de tierra, además de dos caballerías compradas a los naturales de San Gabriel; también señalaban que, durante las noches, usaban cuatro surcos de agua provenientes de San Andrés, así como medio surco de agua salada que habían poseído en los últimos 30 años por convenio con los de Chilac.

En la solicitud de adjudicación se presentaron varios testigos que hicieron comentarios sobre el uso del agua del manantial. También se menciona que, por un desacuerdo entre un habitante de San Mateo con uno de San Gabriel, sobre el agua que corre en medio del surco de riego, se dio una trifulca, saliendo lesionado el de San Gabriel. Luego de este suceso, el alcalde del pueblo cerró el paso de agua, lo que causó daños a las milpas de San Mateo. Los vecinos del pueblo pidieron la adjudicación del agua a la autoridad, quien resolvió que no había lugar para la posesión de aguas por ser de un mismo manantial, así que decidieron discutirlo durante 30 días. Finalmente, el ojo de agua se remató en $375, con exclusión del derecho de media renta en caso de librarse a alguna de las partes interesadas.

Tristemente, estos ejemplos de conflicto no se reducen a ser un tema que haya quedado en el archivo como un mal recuerdo. Depende de nosotros hacer conciencia, e invitar a quienes nos rodean a reflexionar sobre el adecuado uso del agua; dentro de algunos años, alguien más estará revisando nuestro archivo y se encontrará con las muestras de nuestros esfuerzos.


Los daños ocasionados por el agua en los bienes documentales

Es indiscutible que el agua es un elemento vital en todo sentido. Los seres humanos y la mayoría de los organismos estamos constituidos por un gran porcentaje de agua; las primeras civilizaciones de la humanidad se establecieron cerca de cuerpos de agua para desarrollarse y poder subsistir. Su flujo y fuerza son esenciales para nuestro desarrollo, pero cuando su cauce elige otro camino, las consecuencias pueden ser adversas, por ejemplo, cuando pierde su rumbo dentro de repositorios documentales.

Adabi ha tenido contacto con tres casos en los que el agua fue la principal causa de desastres: en el Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca (FAPECFT) en 2015, en el Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México en 2020, y uno más en la Biblioteca Vicente de Jesús Cedeño del Oratorio de San Felipe Neri de Puebla en 2021. Tales causas fueron originadas por las lluvias atípicas, cada vez más recurrentes, en donde el agua tomó diferentes caminos, ya sea por fallas en los servicios públicos, deficiencias en las instalaciones del edificio, o bien, sumándose a daños estructurales previos ocasionados por otro tipo de desastres.

En el FAPECFT, las lluvias ocasionaron el rebase del drenaje, provocando que, aproximadamente, 26 metros lineales de expedientes históricos quedaran sumergidos en aguas negras, ya que se ubicaban en la planta baja por debajo del nivel de la calle. Pese a que los directivos ya habían implementado instalaciones hidráulicas por el mal funcionamiento del servicio público, en esa ocasión todas las medidas fueron sobrepasadas. Por otro lado, en el Archivo de Notarías la capacidad de las bajadas de agua fue rebasada por el agua pluvial, lo que dañó más de mil volúmenes del fondo antiguo; debido a la pandemia por COVID-19, la detección y atención de los daños se dieron con dificultad, por lo que las condiciones de alta humedad permitieron el rápido crecimiento de microrganismos en el material. En el caso del edificio del Oratorio de San Felipe Neri, debido a los desperfectos estructurales que sufrió durante el sismo del 2017, en cada temporada de lluvias poco a poco el agua se abría paso por las fisuras en el techo y muro de la Biblioteca. Esto ocasionó que, finalmente, durante las primeras precipitaciones de la temporada en el mes de mayo del presente año, y por la falta de recursos económicos para el mantenimiento de las instalaciones, el agua cayera directamente sobre los libros.

El agua siempre encuentra su camino, y como fuerza natural es mayormente imparable. Sin embargo, existen medidas preventivas a nuestro alcance, como el monitoreo y el mantenimiento frecuente del edificio, la impermeabilización constante de techos, la revisión y limpieza de las bajadas de agua ubicadas lejos de los libros y documentos. Otra medida importante es el tener en cuenta la ubicación del acervo: no debe estar en el sótano ni en la planta más alta, pues son las zonas más propensas a las filtraciones e inundaciones. Invitamos al lector a consultar la publicación de Adabi: Inundaciones. Acciones emergentes para la conservación del patrimonio documental en caso de siniestros, en la que pueden conocer los pasos sugeridos para actuar en caso de daños por agua en libros y documentos.

Aunque hay factores que no están bajo nuestro control, podemos hallar la manera de prevenir y proteger los archivos ante estos incidentes; depende de nuestras decisiones y del poner manos a la obra para el resguardo del patrimonio documental.


El cuidado del patrimonio documental ante una inundación

Caltempa Caballero, Sandra, Franco Palma, Gustavo, Govea Martínez, Roxana, et. al. Desastres: Inundaciones. Acciones emergentes para la conservación del patrimonio documental en caso de siniestros. Adabi, Ciudad de México, 2019.

Los libros han sido una fuente importante, tanto de historias como de la Historia en general. Pero también las fotografías, cartas, postales; los registros oficiales como actas de nacimiento, de matrimonio o defunciones, las videocintas, entre muchos formatos más, forman parte del patrimonio documental, no solo de una familia en particular, sino de todo México. Cada una de las líneas y de las imágenes que atesoramos ayudan a comprender nuestro proceder como actores de la historia. Cada uno de nosotros es historia, y, hoy en día, resguardar estos documentos cobra otro sentido. Es más, palabras como prevención, rescate, conservación y restauración han adquirido un significado más palpable y cercano a nosotros.

La asociación Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (Adabi) cuenta con profesionales que se encargan de estas tareas de manera cotidiana y que, preocupados por los riesgos a los que se expone el patrimonio documental y bibliográfico, se han dado a la tarea de compartirnos información sobre el cuidado que se debe tener para prevenir, conservar y, en su caso, restaurar los archivos dañados. En este sentido, luego de varias experiencias con desastres que parecían el final de algunos archivos, diversos colaboradores de Adabi han recopilado acciones emergentes para llevar a cabo en caso de daños causados por el agua.

Este manual, titulado Acciones emergentes para la conservación del patrimonio documental en caso de siniestros, está dirigido a las personas interesadas en la preservación y rescate del patrimonio documental, sean o no profesionales. Utiliza un lenguaje muy claro y los ejemplos que da son amenos para el lector común. No se me malentienda: el lector común es el que no está familiarizado con la terminología de estas disciplinas, a diferencia del especializado, que trabaja directamente con libros y documentos y que ya cuenta con cierto conocimiento
sobre estas acciones. En cada uno de los apartados se dan indicaciones de qué hacer durante y después de los siniestros, se utilizan viñetas y cuadros descriptivos que facilitan la lectura del manual y su puesta en práctica.

En las secciones “Después del desastre”, “Qué hacer primero”, “El proceso de secado de la documentación” y “Rehabilitación después de la contingencia” se encuentra información esencial para el tratamiento del patrimonio documental, listas de material que se requiere, así como las tareas que habrá que delegar. Cabe destacar este manual está pensado para llevarse a cabo en instituciones y hasta en la propia casa, solo hay que adecuar algunas pautas.

Al final del manual hay un apartado que se titula “Guía rápida de respuesta frente a una inundación”, en ella se resume el contenido de todo el texto en sencillos diagramas, sin embargo, recomendamos leer el manual de forma íntegra, así nos aseguramos de comprender cada caso y de tomar las medidas adecuadas. Confiamos en que cada vez más personas son concientes de que la prevención es la mejor de las soluciones, y tomar acciones mucho antes de que el desastre nos alcance es lo ideal. Si consideras que este documento podría ser de utilidad para tu escuela, tu oficina, tus familiares y amigos, no dudes en compartirlo, de esta manera más personas serán concientes de la importancia de sus documentos y sabrán qué hacer para prevenir que sigamos perdiendo la memoria de nuestra historia.


Recomendaciones literarias sobre el agua

Gimena Romero,
Hebra de agua
Thule, México, 2016.
Edad recomendada:
13 años en adelante.

La escritora Gimena Romero nos regala su libro titulado Hebra de agua, nombrado Libro del Año en el Festival Teixim la Ciutat 2016, en España. “Este libro es un río, una cascada y un poema que se deshace en agua, dedicado a todas las madres que nutren y sustentan a sus hijos, como lo hace la madre tierra con las especies”.

Romero es una artista textil e ilustradora que se expresa por medio del bordado, algo que podemos apreciar en la edición de este bello poema construido con ilustraciones textiles. Desde la cubierta hecha en tela, el lector puede imaginarse lo que hay dentro del libro: en la primera página encontramos unos trazos a lápiz, como los que hacemos antes de empezar a bordar; conforme avanzamos podemos notar los cortes hechos de telas, botones e hilos que construyen las imágenes que acompañan su escritura.

Es un poema en el que abundan las metáforas acuáticas: mamá es aguasuerte, aguafertil, “se hace vapor, se hace nube, se la lleva el viento. Se la lleva a hacerse río, a hacerse pozo. Mamá llora, se evapora y se equivoca”. Un texto que se disfruta desde la primera línea, y que en cada reelectura nos deja un redescubrimiento. El ritmo, el juego de palabras hace de este un disfrute total. Muchas hijas podemos encontrarnos en este poema “deseando hacernos moneda para encontrar un pozo y esperar a ser un deseo. El agua siempre viva y presente en la esencia de su poesía”.

Yves Lacoste, El agua.
Larousse/Libros del
Rincón, México, 2005.
Edad recomendada:
13 años en adelante.

Yves Lacoste es un reconocido geógrafo e historiador francés laureado con el premio Vautrin Lud en el año 2000. Es autor de innumerables libros, entre ellos Agua: una lucha por la vida que se encuentra en nuestra biblioteca. Se trata de un libro informativo que explica claramente las dificultades para la extracción, obtención y repartición del agua.

Lacoste afirma que la sobrepoblación es uno de los factores que ha provocado el incremento de las necesidades del agua. Mientras que en el año 1900 había alrededor de mil millones de seres humanos, hoy en día existen, aproximadamente, más de siete mil millones. Nuestra forma de vivir también ha cambiado. Mientras que en épocas pasadas se buscaba estar cerca de ríos o torrentes, en la actualidad la población se concentra en las ciudades, lo que representa un reto hidráulico en la extracción y distribución del agua que ahora hay que traer de zonas mucho más alejadas. Uno de los retos que plantea este libro es la “geopolítica del agua. [Esta] hace referencia a las rivalidades políticas en torno a cuencas hidrológicas o a la distribución del caudal de los ríos, incluso a la explotación de recursos hidrológicos subterráneos”.

Sin duda, un libro informativo ampliamente recomendado para niños investigadores, que nos ofrece un panorama fundamentado sobre las principales problemáticas del agua.


La rueca: destino, competencia y obsesión

L a rueca es una herramienta que se utiliza para el hilado, el primer paso en la manufactura de un textil. Con ella se tuercen las fibras para formar el hilo sobre el huso (una larga varilla) y después, con ayuda del devanador, formar los ovillos. Este instrumento ha sido, generalmente, elaborado con madera, aunque en la actualidad podemos encontrarlo de metal.

De acuerdo con la mitología griega, quien inventó esta maquinaria fue Atenea, hija nacida de la cabeza de Zeus. Ella es la diosa de la guerra y la civilización, de la sabiduría, la estrategia, la habilidad y la justicia, así como de las ciencias. Y otra asociación entre esta cultura y la rueca la encontramos en las manos de Cloto, una de las tres Moiras —figuras femeninas encargadas de dictar el destino—, dedicada a hilar la vida de los humanos por medio de una rueca y un huso.

El pintor español Diego Velázquez, convierte a la rueca en protagonista en su misteriosa obra La fábula de Aracne (también conocida como Las hilanderas). En el primer plano del lienzo se aprecian dos mujeres que sobresalen del resto; a la izquierda, una anciana sostiene un huso en una mano mientras que, con la otra (aunque no está a la vista) pareciese dar vuelta a la rueca. A la derecha, de espaldas al espectador, una joven da vuelta a un hilo sobre un devanador para formar un ovillo. Hasta antes de 1930, esta pintura se consideraba una obra simplemente costumbrista, sin embargo, se descubrió que tenía, además, un contenido mitológico muy preciso. En el segundo plano de la escena se está llevando a cabo otra acción: un grupo de mujeres admira un tapiz. En él se aprecia que uno de los personajes porta un casco: es Palas Atenea, quien discute con Aracne en una competencia sobre las habilidades en el arte de la tapicería. Según el mito, Aracne —hija de Colofón, un experto tintorero de púrpura de Tiro (un pariente lejano del caracol púrpura de la costa de Oaxaca)— hizo enojar a la diosa tras vencerla en una competencia de tejido y bordado, y esta, en venganza, la transformó en araña, condenándola a tejer por siempre.

Otra referencia a la rueca se encuentra en la música y, para ello, hablaremos, particularmente, de una pieza que surge de la musicalización de un poema (un lied), por lo regular con acompañamiento de piano. Margarita en la rueca (o Gretchen am Spinnrade, en alemán) fue compuesta por Franz Schubert en 1814 y publicada en 1821 con letra del escritor J. W. Goethe, basada en su libro Fausto. Tiempo después, Franz Liszt haría una adaptación para un solo de piano. Esta historia nos narra la parte en la que Margarita, objeto del deseo del doctor Fausto, se encuentra hilando en la rueca mientras expresa el enamoramiento que cree experimentar.

La música, bellamente diseñada en su versión para piano, sigue el ritmo de una rueca: la mano derecha de Margarita se encarga del incesante movimiento circular al girar la manivela, mientras que, de su mano izquierda, depende el latir de su corazón. A la par de sus movimientos, su canto narra las dudas, la angustia, el miedo, el deseo, la pasión y, finalmente, la locura que representa su amor por Fausto.

Se trata de una hermosa pieza musical que debes escuchar; te compartimos la liga para que puedas acceder a ella: https://www.youtube.com/watch?v=5XjpVhNE6BQ. También la puedes encontrar con nuestros compañeros de la Fonoteca Juan León Mariscal, en el Centro Cultural San Pablo, te invitamos a que les mandes un mensaje preguntando por ella.

Esta adaptación musical, la literatura y los diversos mitos, evidencian el misterio y el enigma que representa la rueca. Desde el Museo Textil de Oaxaca te invitamos a no perder de vista estos detalles de la vida cotidiana que, aunque parecen inconexos, nos unen en el espacio de la tecnología y la costumbre.


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