A finales del año pasado, la Unión Internacional Contra la Tuberculosis y Enfermedades Respiratorias, The Union, organizó la 45.a Conferencia Mundial sobre la Salud Pulmonar. Como una tradición anual y como parte especial de la conferencia, los miembros de las asociaciones de la salud del pulmón participantes en esta conferencia se reúnen con la finalidad de votar por sus estampillas favoritas en el “Christmas Seals Exhibit and Contest”.
En la edición 2014, celebrada en Barcelona, España, se premiaron a los tres primeros lugares cuyos resultados fueron los siguientes: la Asociación Japonesa Antituberculosis obtuvo el tercer lugar; la Asociación Nacional Coreana de Tuberculosis, obtuvo el segundo lugar; mientras que México, el Comité Nacional de la Lucha Contra la Tuberculosis (CNLT), obtuvo el ansiado primer lugar.
La planilla mexicana elegida como la ganadora de este año corresponde a la emisión Oaxaca Ciudad Patrimonio, impulsada por el Museo de Filatelia de Oaxaca y el CNLT. Esta emisión, compuesta por 50 estampillas, reúne y da a conocer el valor patrimonial del estado.
Las fotografías que componen esta emisión resaltan el valor arquitectónico de Oaxaca, mostrando sus edificaciones como el exconvento de Santo Domingo de Guzmán, la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad, el exconvento de San Pablo y el Templo de Santo Domingo de Guzmán. La zona arqueológica de Monte Albán ocupa un lugar especial en esta planilla con cuatro timbres haciendo honor a la primera ciudad de Mesoamérica. El acervo bibliográfico de Oaxaca lo representa la Biblioteca Francisco de Burgoa, con sus libros que datan del siglo XV hasta principios del XX, así como la Biblioteca de Filatelia José Lorenzo Cossío y Cosío con sus libros de investigación filatélica; museos como el de los Pintores Oaxaqueños, el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de Filatelia, el Museo Textil o el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo son emblemas de la ciudad que resaltan tanto el quehacer artístico local como los bellos espacios en los que se encuentran.
Finalmente no podía dejarse de lado la tradición gastronómica de Oaxaca, con sus mercados, vendedores y comida. La señora sosteniendo un canasto con chapulines, las frescas nieves de La Soledad, los ricos tamales de mole envueltos en hoja de plátano y, por supuesto, el mole típico de nuestra región. Esto y mucho más es Oaxaca, una parte muy importante de México que se mostró al mundo por medio de una planilla y que ahora, por decisión unánime, integrantes de diversas asociaciones internacionales de lucha contra la tuberculosis la premiaron con el primer lugar durante esta exhibición y concurso anual.
Durante este año participaron en el “Christmas Seals Exhibit and Contest” países como Canadá, Francia, Hong Kong, India, Japón, República de Corea, Filipinas, Taiwán y Estados Unidos. Cabe hacer mención que en el concurso de 2013 la Sociedad Filipina de Tuberculosis ocupó el primer lugar con su emisión Sinfonía de Flores.
Generar experiencias estéticas ya no se limita únicamente a las obtenidas en sala de exhibición, la intención del Museo de la Filatelia de Oaxaca es que el visitante disfrute cada espacio con todos sus sentidos. Si bien la arquitectura del museo, así como sus patios y jardines, representa en muchas ocasiones un espacio de admiración, es también un lugar de libertad interpretativa en el cual los visitantes terminan su diálogo con el museo. Pensando en esto, el Mufi llevó a cabo con el Centro de Intermedia, Investigación y Desarrollo de Aplicaciones Tecnológicas una primera etapa del taller “Improvisación y arte sonoro para músicos” y creó la posibilidad de generar una nueva experiencia museística durante los recorridos de los visitantes. A partir de este mes instalará el Jardín Sonoro, con piezas elaboradas por alumnos de este taller impartido por Mauricio Valdés. El propósito principal fue el realizar una instalación sonora para el museo, pero también tuvo el objetivo de acercar a los músicos de diversos géneros a las nuevas tecnologías, creando un espacio de interacción entre el arte sonoro y los medios electrónicos. A lo largo de cuarenta horas los alumnos del taller se apoyaron con obras de arte sonoro y géneros cercanos a la instalación.
Ejercicios sobre la imaginación sonora, proyección de piezas de cine mudo, videoarte y discurso dentro de la improvisación dieron como resultado, a decir de Mauricio Valdés, “ocho horas de música diferente”. Encasillar esta producción en un género en particular resultaría un tanto difícil, por la complejidad en la que se trabajaron los materiales y los híbridos de instrumentos musicales utilizados. En los ocho temas que componen esta instalación se puede apreciar la relación de los instrumentos de viento con los matices electrónicos de la postproducción, generando un ambiente ideal que acompañará el recorrido de los visitantes.
El sonido es un ente que no se puede ver, pero representa tantas cosas, tantos momentos, emociones y sucesos. Es el primer sentido que adquirimos al nacer y el último que nos deja al morir, reconocemos a nuestra madre por su voz antes de que la podamos ver. No es de extrañarse que haya personas que se dediquen a resguardar estos tesoros sólo por el hecho de que allí se encuentran las voces de sus familiares ya fallecidos, porque estas grabaciones les permiten escucharlos una y otra vez.
En el estado de Oaxaca existen cuatro radios comunitarias de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI): XETLA La Voz de la Mixteca, XEGLO La Voz de la Sierra Juárez, XEOJN La Voz de la Chinantla y XEJAM La Voz de la Costa Chica. Estas radios cuentan con materiales únicos de producción original, por lo que es necesario contar con los espacios y el personal capacitado para no perder la memoria sonora de estos pueblos.
Del 18 de agosto al 12 septiembre (2015), en una reunión histórica de todas las radios comunitarias de Oaxaca, en la ciudad de Tlaxiaco, los fonotecarios recibieron un curso impartido por personal de la Asociación de Apoyo a los Archivos y Bibliotecas de México y el archivo central de la CDI. En este curso teórico-práctico se analizaron las mejores formas para la implementación de estrategias que ayuden a la conservación y preservación de los materiales sonoros, planteando los diferentes escenarios de la gran diversidad climática del estado.
La parte práctica se realizó en la radio de Tlaxiaco, XETLA La Voz de la Mixteca, y consistió en la puesta en marcha de tres estaciones de transferencia de cintas de carrete abierto (una semiautomática para programas de radio y dos para transferencias especializadas en música y cintas dañadas); tres estaciones para la catalogación del material; y una estación para la revisión y limpieza de hongos y polvo.
Normalmente, cuando se realizan tareas conservación y digitalización el trabajo se convierte en algo rutinario, donde sólo se piensa en la cantidad de documentos que se deben tratar, y los archivos se convierten en números, inventarios y metas. Sin embargo, hay que considerar que cada grabación es algo irrepetible y en muchos casos son únicas, ya que permiten recordar cómo fue el mundo en tiempos anteriores, cómo eran los acentos de las personas. Encontramos palabras que ya no se utilizan, así como rituales y ceremonias olvidados.
Así, con este curso dimos un paso decisivo para no perder la herencia de los mixtecos, zapotecos, chinantecos, amuzgos y triquis en sus diversas variantes.
Balance positivo en su décima primera edición realizada en noviembre de 2015. Registró el mayor número de alumnos de su historia: 410 músicos atendidos en los cursos.
Nuevamente en otoño, Instrumenta Oaxaca vivió una jornada de actividades que ratificó su liderazgo en México como programa de perfeccionamiento musical para jóvenes intérpretes mexicanos y extranjeros y de apoyo al desarrollo de talentos para la música, en una entidad donde tocar un instrumento es práctica común.
Del 6 al 23 de noviembre, la ciudad fue punto de encuentro de virtuosos y maestros procedentes de distintas latitudes, que llegaron dispuestos a compartir sus conocimientos y experiencias, y a mostrar la pluralidad de estilos, géneros y formas de la música.
Durante 17 días Oaxaca se llenó de sonidos de música clásica, contemporánea y experimental, con la realización de 34 conciertos, tanto de ensambles de cámara, como de 28 intérpretes de trayectoria internacional; y los 14 cursos de perfeccionamiento musical (maderas, metales, guitarra, contrabajo y cuarteto de cuerdas), a cargo de 25 prestigiados maestros de nueve nacionalidades.
Bajo un esquema que vincula lo académico con lo artístico, atípico en el país, Instrumenta provoca que músicos de muy diversos niveles y experiencia formativa, pero con la ambición de seguir aprendiendo y perfeccionando su técnica, puedan hacerlo bajo la guía de reconocidos maestros, y después, muestren el avance de ese proceso formativo, por medio de conciertos que se realizan en los más diversos escenarios, en abono a su experiencia profesional.
Esta vez fueron atendidos 410 alumnos –160 más de los inicialmente inscritos–, lo que constituye el mayor número en la historia de este programa. Acudieron más de 150 oaxaqueños procedentes de instituciones de educación musical del estado y del país, particularmente en los cursos de instrumentos de metal. Y como consecuencia de la incorporación, por vez primera, de la guitarra en las clases magistrales, se tuvo la presencia de un buen número de guitarristas que trabajaron como solistas, tríos, dúos, cuartetos y en ensambles con otros instrumentos.
A partir de una amplia convocatoria, a los cursos acudieron estudiantes de las principales escuelas de música e instrumentistas en activo en medio centenar de orquestas. La mayor parte del Distrito Federal, pero también músicos de 24 entidades de la República mexicana (Veracruz, Estado de México, San Luis Potosí, Aguascalientes, Nuevo León, Zacatecas, Querétaro y Baja California, entre otros), y algunos provenientes de Guatemala, Costa Rica, Colombia, Ecuador y Cuba.
La plantilla de maestros estuvo conformada por los 12 integrantes de Belgian Brass (Bélgica), en instrumentos de metal; y por los cuatro músicos del reconocido cuarteto inglés, Brodsky Quartet, quienes trabajaron arduamente con cuartetos de cuerdas integrados por jóvenes, para enfrentar un reto mayúsculo: la interpretación del ciclo completo de los 15 cuartetos de Dmitri Shostakóvich, en cinco conciertos únicos que constituyeron un banquete musical.
Otros docentes fueron Edicson Ruiz (Caracas, Venezuela), considerado –a sus 29 años de edad– uno de los más grandes exponentes del contrabajo solista y hoy día miembro de la Orquesta Filarmónica de Berlín; el virtuoso de la guitarrista clásica Thomas Müller-Pering (Colonia, Alemania); los reconocidos músicos solistas Efraín Oscher (Uruguay/flauta), Javier Asdrúbal Vinasco (Colombia/clarinete), Marcelo Padilla (Costa Rica/fagot) y Nigel Shore (Inglaterra/oboe).
Además de la labor académica de estos maestros en el salón de clases, y de las presentaciones que tuvieron al lado de sus alumnos, Instrumenta Oaxaca brindó una programación artística llena de novedades y sorpresas para el público que noche a noche acudió al Teatro Macedonio Alcalá, a la Capilla y el Claustro del Centro Cultural San Pablo, y a otros recintos alternos, como los museos Belber Jiménez y de Arte Contemporáneo, o que salió al encuentro de los músicos en sus actuaciones en calles y mercados.
En su interés de vincularse con programas afines en objetivos, Instrumenta llevó a cabo cuatro memorables conciertos con órganos antiguos recientemente restaurados, bajo resguardo del Instituto de Órganos Históricos de Oaxaca. En tres de ellos se escuchó el trabajo improvisatorio basado en música renacentista, del organista Klaus Lang (Viena) y la fagotista española Dafne Vicente-Sandoval; y en otro, música barroca interpretada por el Brodsky Quartet y el organista oaxaqueño Joel Vásquez.
Como parte de la apuesta por fortalecer la creación contemporánea y dar a conocer nuevos repertorios, Instrumenta abrió un Taller de Composición impartido por el maestro Javier Álvarez —Premio Nacional de Artes 2013— a diez autores de la nueva generación, del que derivaron una docena de nuevas obras estrenadas mundialmente por el cuarteto Q-Arte de Colombia. En este mismo renglón se instala el estreno mundial de Silencio, pieza para voz, guitarra, flauta y violín, a propósito de la obra de Octavio Paz, escrita por el mexicano Santiago Gutiérrez Bolio, por encargo de Instrumenta Oaxaca con el apoyo de gobierno de Dinamarca, que se suma a las más de 100 obras comisionadas a nuevos autores, a lo largo de 11 años de este programa.
Y en esa pluralidad de experiencias sonoras, difícil no mencionar la “toma musical”, del atrio del templo de Santo Domingo por José Wolffer, con Corriente alterna una instalación sonora que proveyó de 10 horas continuas de música electroacústica, con las obras de compositores desde mediados del siglo XX hasta la actualidad; los conciertos de música iberoamericana, ofrecidos por el trompetista venezolano Pacho Flores y el trombonista español Ximo Vicedo, acompañados al piano por Pepe Gallego; la interpretación de la legendaria In C de Terry Riley con más de 50 músicos; y el gran concierto de clausura, en honor del maestro cubano, compositor y guitarrista excelso, Leo Brower, a quien Instrumenta concedió, este año, uno de sus reconocimientos a la trayectoria, además de los entregados al compositor Javier Álvarez y a Mauro Delgado Jiménez, por su gran labor en el Centro de Capacitación y Desarrollo de la Cultura Mixe de Santa María Tlahuitoltepec.
Resumen sucinto sin duda, del descubrimiento de la diversidad de lenguajes y propuestas musicales que Instrumenta Oaxaca ofreció bajo el amparo de instituciones públicas y privadas: el Gobierno del Estado de Oaxaca, la FAHHO y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, además del respaldo generoso de un sinnúmero de empresas y organizaciones, varias de ellas oaxaqueñas, que año con año alientan la permanencia de este programa y la búsqueda de nuevos caminos en apoyo a la excelencia musical y a la creación artística y cultural de México.
Cuando arribaron los europeos a las tierras que llamaron la Nueva España encontraron una asombrosa diversidad lingüística como sólo podía hallarse en pocos lugares del mundo. Sin embargo, rápidamente se dieron cuenta de que una lengua ya fungía como lengua vehicular para la administración del tributo y para el comercio en muchas partes de este “nuevo” mundo: el náhuatl o “la lengua mexicana”.
De manera pragmática, los europeos incorporaron esta lengua en la administración colonial del territorio y de este modo el náhuatl ocupó un lugar intermedio —y privilegiado—entre el español y las demás lenguas del país. En el primer siglo después de la Conquista, y aún tiempo después, la interpretación lingüística solía hacerse en dos pasos: de una lengua local al náhuatl y del náhuatl al español y viceversa. Como herencia de esta política lingüística, muchos de los nombres de lugares en México provienen del náhuatl, así como la casi totalidad de los préstamos al español para nombres de flora (ahuehuete, cacalosúchil), alimentos (guacamole, tejate), artefactos (metate, alcahuete) y prácticas mesoamericanas (tequio, mitote).
Por este mismo motivo, el estudio del náhuatl era un requerimiento obligatorio incluso cuando los frailes se especializaran después en otras lenguas mesoamericanas. Fueron los frailes de la orden de San Francisco quienes pusieron los cimientos del estudio del náhuatl entre los europeos. Fray Andrés de Olmos escribió la primera gramática de esta lengua, el Arte de la lengua mexicana, la cual circulaba en forma manuscrita hasta 1875. Fray Bernardino de Sahagún hizo una enciclopedia cultural en la lengua náhuatl que hoy conocemos como la Historia general de las cosas de la Nueva España y fray Alonso de Molina recopiló el léxico nahua en su extraordinario Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana, impreso en la casa de Antonio de Espinosa en 1571. No obstante, el estudio colonial de la gramática del náhuatl alcanzó su auge con las descripciones lingüísticas de los religiosos de la Compañía de Jesús.
Fundada en 1540, la Compañía de Jesús no llegó a México hasta 1572, después del fracaso de su misión de Ajacán en lo que hoy es el estado de Virginia, en Estados Unidos. Entre los primeros reclutas de los jesuitas estuvo Antonio del Rincón, un nativo de Texcoco quien hizo sus primeros votos en 1575. En 1595, Rincón publicó una gramática del nahuatl y poco después, en 1601, falleció. Este mismo año, en la ciudad de Roma, Horacio Carochi, originario de Florencia, ingresó a la Compañía de Jesús. El joven jesuita italiano llegó a México en 1605 y se destacó por su habilidad con las lenguas, sobre todo con el otomí. No obstante, tenía un amplio conocimiento del náhuatl y, de hecho, hoy la fama de Carochi se debe a su Arte de la lengua mexicana, la gramática más influyente que ha sido publicada en esta lengua y una obra maestra de la lingüística del siglo XVII.
Impreso en la casa de Juan Ruiz en 1645, el Arte de Carochi tiene varias innovaciones importantes, entre las más famosas está su amplia descripción de los “adverbios” en náhuatl y su cuidadosa presentación de los sonidos de la lengua por medio de acentos y diacríticos tomados de la métrica grecolatina. El jesuita italiano también retoma los avances de su predecesor Rincón; por ejemplo, adopta y clarifica su categoría de “verbos aplicativos”, un término y concepto que aún se usa en la lingüística moderna.
El resultado de esta influencia intelectual fue la tradición jesuita de la descripción gramatical del náhuatl. Esta tradición perduró mucho tiempo y en 1759 el padre Ignacio de Paredes, también de la Compañía de Jesús, publicó un Compendio del arte de la lengua mexicana del P. Horacio Carochi, que es casi una reedición literal del Arte de 1645.
Unos años después, el jesuita Francisco Xavier Clavijero, famoso por su Historia Antigua de México, escribió una gramática que se inspira en la de Carochi y que permaneció en su versión manuscrita hasta la segunda mitad del siglo XX.
El impacto del Arte de Carochi en el estudio del náhuatl se puede apreciar no sólo por sus numerosas reediciones (1892, 1904, 1983 y 2001 y la reedición de Paredes de 1759 que fue reeditado en 1897, 1902, 1910 y 1979), sino por su uso como fuente principal para los estudios posteriores del náhuatl desde el siglo XIX hasta la actualidad. No obstante, es de lamentar que la extraordinaria gramática de Carochi —posiblemente la mejor gramática del siglo XVII—, así como las demás gramáticas de lenguas americanas, no hayan fecundado la reflexión sobre el lenguaje que era tan importante en Europa en esa misma época. Si lo hubieran hecho es posible que la lingüística actual sería diferente, probablemente mejor.
La Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, auspiciada por la Fundación Alfredo Harp Helú, conserva en sus acervos una primera edición del Arte de la lengua mexicana de Horacio Carochi, así como el Compendio de Ignacio de Paredes, ambos disponibles para la investigación.
Hay muchas formas de contar cuentos a los niños, de leerles libros, pero seguro que la más complicada es hacerlo sin saber leer ni escribir. Sí, así es. Pero hay una mujer que lo ha hecho, y lo ha hecho muy bien. Tanto que es un ejemplo para sus hijos. Los niños a los que lee la respetan y la llaman maestra. Ella se siente segura, no tiene pena al hablar, pregunta, aprende, lee, busca en el diccionario las palabras que no entiende. Y se siente muy orgullosa de sí misma. Su nombre es Graciela Socorro Duay y es lectora voluntaria del programa Seguimos Leyendo desde hace dos años.
Todo empezó cuando en la escuela pública donde estudia su hija más pequeña pidieron a los padres que leyeran un cuento para los niños. Varios padres, entre ellos su esposo, leyeron un cuento. Después de los nervios iniciales, de buscar el cuento adecuado, de leerlo y memorizarlo, Graciela tuvo que salir a enfrentarse al público más exigente: los niños. No sólo les contó el cuento, les bailó, les cantó y, sobre todo, les encantó.
Tras de ese día, la vida de nuestra heroína cambió. Fue elegida por la maestra para ser parte de los lectores voluntarios, quienes, apoyados por el programa Seguimos Leyendo, cada semana contaban historias, leían historias, a los niños de San Felipe. “Nos empieza Adriana a contar del programa, cómo iba a ser. Y entonces yo ahí me abrí con ella y le dije la verdad: ‘No me siento capaz porque yo no sé leer y no sé escribir’. No tuve la oportunidad de ir a la escuela. Mi niñez fue trabajar y hasta que me casé. Y ahora sigo trabajando en casa. Tuve la oportunidad de que mi marido me enseñara lo poco o mucho que yo sé ahorita, pero si yo agarro un libro y me pongo a leer no puedo. Me cuesta mucho. Ella me dijo, ‘No te preocupes’. Con ese entusiasmo que tiene Adriana, pues me animó. Me pidió que eligiera mi primer libro. De verdad que no podía, se llama el libro que elegí. Lo hice porque a lo mejor me identifiqué con él. Entonces lo estudié mucho, toda la semana me lo llevaba, lo leía, y lo volvía a leer y lo leía… Así fue como empecé. El primer día que entré, pues todo me temblaba. Y sí, yo me puedo transformar como un niño. Y así empecé a contarles historias”.
“Después nos reuníamos para ver cómo nos había ido, qué reacción había tenido tal niño. Hay niños a los que se les cuentan historias y unos lloran porque a lo mejor están pasando la situación de la que habla el cuento. Las pocas veces que vine a los cursos del programa aprendí un poquito cómo hacerle cuando se encuentra un niño en esa situación. Y yo de lo que me di cuenta es que a los niños les gusta mucho el canto. Ahí buscaba meterle un canto, un chiste o preguntarles cómo les fue”.
Y en ese momento Graciela se dio cuenta de muchas cosas, se sintió mucho más segura de sí misma. “Tener confianza en mí misma, decir sí puedo. Llegué a sentirme una persona que no servía, a lo mejor sirvo para la casa, para los hijos, para dar más no. Y algo que a mí me motivó bastante fue que los niños me ven y dicen: ‘Mira, mamá, es la maestra. Adiós, maestra’.
“Me interesa más agarrar un libro que ver la tele. Ahora que me operé estuve leyendo, un libro, otro libro. Y le ayuda a uno. Me ayudó a saberme expresar. Hay muchas palabras que cuando uno no sabe leer no entiende. Busco en el diccionario qué significa esa palabra y digo, bueno, ya sé. Es algo muy satisfactorio. Hay personas que me decían, un analfabeta ni para expresarse sirve.
“Nunca pensé tener esta oportunidad, nunca pensé ni lo soñé. Cuando me eligieron para leer un libro, pues vamos, no pasa nada, puse algo de mí y si no, pues simplemente doy las gracias y me salgo. Tengo unas compañeras que de ellas he aprendido también mucho por la experiencia que tienen y cada vez me fue interesando más y más. Y hasta la fecha no termina uno de descubrir esa magia, es una magia que siempre sigue, sigue y sigue.
“En un futuro no puedo decir que no a nada. Me estoy preparando, quiero terminar mi primaria. Si Dios me presta vida, pues a ver hasta dónde logro terminar. A mí me gusta mucho la cultura de belleza y el año pasado quise meterme a estudiar y lo primero que me dijo la maestra fue que dónde estaba mi certificado de estudios, es que no tengo. ‘¿Y tú crees que vamos a perder el tiempo enseñándole a una persona que no sabe ni leer? Vete a estudiar, luego regresas y te atendemos’. Yo me salí muy deprimida porque está en mis manos, sí me siento capaz y sí lo voy a hacer.
“Ahorita estoy metiendo mis papeles para iniciar con mis hijos, porque fue un compromiso que yo hice con ellos: ‘Yo les prometo que ustedes terminan y yo también les entrego un certificado’. Así como me han dado mis diplomas de Seguimos Leyendo, así también les voy a traer un diploma de que también ya terminé mi primaria, mi secundaria. Esa motivación se la hago también a mis hijos”.
Y como las buenas historias, esta no tiene fin, sigue con los libros, con las ganas de aprender y con saber que se tiene la certeza de que, si nos empeñamos, podemos
Nicholas Johnson (coord.), Irmgard Weitlaner Johnson (1914- 2011); Una vida dedicada al textil, Museo Textil de Oaxaca, Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, 2014.
De vez en cuando, mi abuela me mostraba una pieza de su colección que guardaba en uno de los baúles antiguos de Choapan que se encontraban en casi cada cuarto de su casa en Coyoacán, y me hablaba de sus viajes a diferentes partes de México. Siempre eran piezas realmente impresionantes, pero más aún lo eran las historias que las acompañaban y el profundo amor con el cual narraba sus experiencias, llenas de anécdotas chistosas e historias sobre las mujeres que las tejían; ella me mostró un México que muy pocas personas tuvieron el privilegio de conocer. Desde los años treinta, su espíritu de aventurera la llevó a lugares totalmente olvidados y ocultos de lo que se conocía en la imaginería popular como México.
Desgraciadamente, mi abuela me mostraba sus piezas raras veces, porque en realidad la relación que tuvimos era más de nieto-abuela, de manera que muchas de sus historias quedaron resguardadas en sus baúles. A veces me pregunto: ¿cuántas de éstas estaban escondidas en el baúl que descansaba al pie de la cama donde dormí cada vez que la visitaba? Cuando terminé la prepa, esos baúles quedaron vacíos pues sus contenidos fueron a formar parte de los acervos del Museo Nacional de las Culturas del Mundo, en los Países Bajos. Las historias de mi abuela perduraron, pero ya sin el material auxiliar que las impulsaba a ser contadas. Cuando ella falleció en 2011, todos los contenidos de esos baúles desaparecieron para mí de manera definitiva.
Ella compartió sus experiencias y conocimiento con muchas personas. Los compartió libremente con todos los que mostraban un interés por la vestimenta autóctona de México y con quienes quisieran disfrutar un poco de té para hablar sobre todo lo relacionado con el mundo del textil. Además, ella plasmó cada viaje en minuciosas notas de campo acompañadas de miles de fotografías, documentando así cada paso de sus viajes, ya fuera a pie, a caballo o por tren.
A exactamente cien años de su nacimiento tuve la inesperada fortuna de reencontrarme con los relatos de mi abuela. Gracias a los esfuerzos extraordinarios del Museo Textil de Oaxaca (en particular de Alejandro de Ávila y Hector Meneses) algunas de las piezas más destacadas de mi abuela pudieron regresar a México para ser expuestas por primera vez al público en el estado de Oaxaca, la tierra que mi abuela amaba tanto y que le brindó tantas aventuras. En el marco del Primer Encuentro de Textiles Mesoamericanos, realizado en su honor, las piezas fueron expuestas junto con sus notas de campo y fotografías, todas ellas ahora resguardadas en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova. ¡Qué ocasión tan perfecta! Es como si el Centro Cultural San Pablo se convirtiera en su casa de Coyoacán para reunir a todas las personas de la academia, de las instituciones y de las comunidades para hablar y compartir el mundo del textil. Sólo faltó el té.
Este catálogo, esta memoria, constituye un pequeño rescate de las historias de mi abuela y una recopilación de una vida extraordinaria; personalmente, a mí me sirvió para rellenar un poquito el vacío que quedó en esos baúles tan bellos.
Nicholas Johnson
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Álvaro Sánchez Crispín, El mundo en una estampilla: Cartofilatelia, Museo de Filatelia de Oaxaca, Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, Asociación Mexicana de Geografía y Estadística, 2014.
El mundo en una estampilla: Cartofilatelia es el título del catálogo de la exposición homónima que reúne estampillas y piezas postales en torno al mundo de la cartografía. La cartofilatelia es la afición por la colección de timbres postales cuya temática o diseño hacen referencia a los mapas. En sus 139 páginas, este ejemplar nos lleva por la evolución gráfica de los mapas y nos permite entender con sus textos y diseños, mapas antiguos, religión, lenguas, así como los límites y fronteras en distintos escenarios geográficos. La realización de este proyecto editorial fue posible gracias a la colaboración del Museo de Filatelia de Oaxaca con el Instituto de Geografía de la UNAM, gracias al geógrafo e investigador doctor Álvaro Sánchez Crispín, y la Asociación Mexicana de Geografía y Estadística.
Waldini Ortega
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Nancy Farriss con la colaboración de Juana Vásquez Vásquez, Libana. El discurso ceremonial mesoamericano y el sermón cristiano, Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, Artes de México, 2014.
Las artes zapotecas son ampliamente celebradas y apreciadas: la arquitectura, lapidaria y alfarería precolonial de Monte Albán, y hoy día el barro negro de Coyotepec, y los extraordinarios textiles de Yautepec, Yalalag, Juchitán y otros pueblos zapotecos embelesan a un público mundial. No obstante, el arte literario zapoteco es menos conocido y si no fuera por los esfuerzos de autores y poetas zapotecos actuales sería un tema relegado a unos pocos estudiosos de la filología y la antropología. Pero la poética y la retórica zapoteca no nacieron hoy, sino que tienen profundas raíces en el pasado mesoamericano y europeo. Es justamente este pasado que revela el libro Libana. El discurso ceremonial mesoamericano y el sermón cristiano.
Llamado libana en zapoteco, el lenguaje ritual mesoamericano obligaba al respeto por su elegancia. Como un encanto, transcendía lo cotidiano para colocar al hablante y al oyente en el terreno de lo sagrado. A mediados del siglo XVI esta gran tradición oratoria encontró a otra: la retórica y poética clásica del sermón renacentista. Los frailes dominicos pretendían apropiarse de los recursos del libana para avanzar su proyecto religioso en Oaxaca. En sus textos en lengua zapoteca —doctrinas, confesionarios, sermones— las frases cinceladas y metafóricas resultaban familiares y preciadas para un pueblo que valoraba la oratoria elegante. De este proceso surge una ironía: tratando de cambiar la sociedad zapoteca y extirpar sus ritos, los frailes tenían que incorporar elementos discursivos rituales del mundo precolonial para poder comunicar sus mensajes.
Este libro pionero describe la historia literaria olvidada y presenta varios ejemplos de la retórica y poética zapotecas. Producto de una colaboración y amistad de muchos años de una historiadora estadounidense y una activista zapoteca, Libana abre los textos antiguos zapotecos a través del conocimiento actual de esta lengua. Es un libro de gran utilidad para los estudiosos de la historia mesoamericana y de la lengua zapoteca, pero no dudo que también suscitará un interés importante entre los zapotecos que quieren explorar la larga y extraordinaria historia de su lengua ancestral. Libana. El discurso ceremonial mesoamericano y sermón cristiano es el primer libro de la colección “Historia y Lenguas de Oaxaca”, una línea de estudios académicos innovadores sobre las herencias culturales de Oaxaca.
Octaviano Pérez nos recibió con una sonrisa y una mirada curiosa bajo su sombrero de palma. Había sido un largo camino para llegar a Niltepec, en el distrito de Juchitán, con el fin de conocer a algunas de las pocas personas en Oaxaca que se dedican al cultivo del añil —tinte vegetal que, tras un proceso arduo y metódico, se transforma en rocas azules, con las que es posible teñir de un sinnúmero de tonos de azul. Un grupo de amigos nos reunimos con Octaviano y su familia, doña Arcelia y José Ángel, para conocer los secretos de la planta que nos regala tanto el color del cielo a medianoche como el del horizonte límpido y claro.
Entre los mayores intereses del Museo Textil de Oaxaca (MTO) se encuentran los colorantes naturales. Es por ello que disfrutamos escuchar las historias de las personas que han mantenido vivo el conocimiento a este respecto, de generación en generación, conservando huellas culturales que nunca dejan de sorprendernos. Si bien es cierto que es difícil trabajar con estos tintes, también es cierto que esta actividad ofrece un atractivo irresistible para las grandes mentes: desafíos. Don Octaviano nos dejó ver este punto muy claramente cuando, tras preguntarle por qué sigue cultivando el añil, respondió: “Porque es difícil; no cualquiera puede hacerlo”.
Tras un año de acompañar el proceso, desde la siembra hasta la solidificación de la pasta de añil, el MTO ha invitado a don Octaviano y a José Ángel a compartir su historia. Tras su triunfante participación en el Primer Encuentro de Textiles Mesoamericanos organizado por el MTO en Oaxaca en octubre de 2014, su piedra tintórea ha sido llevada y apreciada en otras culturas, como entre pueblos andinos del Cusco, en Perú, así como entre mujeres mapuche en el extremo sur de América.
Los invitamos a visitar la exposición La lente que derrama color, con fotografías de Rafael Doníz en el Centro Cultural San Pablo y en el MTO, donde podrán observar y escuchar de voz de nuestros compañeros del Istmo la transformación de la planta de añil (jiquilite) en tinta. Conozcamos y entendamos esta labor para apreciar y valorar el significado de un hilo de color índigo.
El año 2015 nos trae dos aniversarios muy importantes para la historia de la música oaxaqueña: se cumplen 350 años de la muerte de Juan Matías y 120 del natalicio de Juan León Mariscal. Estas efemérides son una buena excusa para recuperar a dos grandes músicos oaxaqueños y hacerles un pequeño homenaje más que merecido.
El famoso compositor zapoteco Juan Matías fue el primer músico indígena en alcanzar el alto puesto de maestro de la capilla catedralicia. Se sabe que nació en San Bartolo Coyotepec aproximadamente en 1618. En 1642 fue admitido en la capilla de la Catedral de Oaxaca como bajonero. En 1655, por medio del examen de oposición, ganó a destacados músicos de México y Puebla y fue nombrado “Maestro de capilla”. En la dirección de la capilla duró solamente 10 años, y murió el 3 de julio de 1665. Cinco años antes, el cabildo le ordenó depositar todas sus obras, entre ellas misas, vísperas, salves y villancicos, en el archivo catedralicio; actualmente ninguna de estas se conserva. Investigaciones recientes confirman la existencia de sus tres piezas en el archivo de la Catedral de Guatemala y además fueron descubiertas unas composiciones en dos pueblos oaxaqueños: San Pedro Huamelula y San Bartolo Yautepec.
Por su parte, el compositor, violonchelista, pedagogo y poeta Juan León Mariscal nació en Oaxaca el 29 de agosto de 1895. Desde temprana edad inició los estudios musicales en la Escuela Católica del Carmen Alto. Al morir sus padres en 1908, su tío, párroco de Santa Catarina Juquila, se encargó de él y de sus siete hermanos. En la orquesta de Juquila Juan tocó flauta, clarinete y contrabajo. Paralelamente desarrollaba su talento como poeta; en 1915 tuvo su debut en el diario El Heraldo de Oaxaca. En 1919 se trasladó a la Ciudad de México donde estudió en el Conservatorio Nacional de Música. En 1923 su obra Allegro sinfónico ganó el concurso de composición patrocinado por el Ayuntamiento de México. Poco después, el gobierno le otorgó una beca para estudiar en el Conservatorio Stern de Berlín, Alemania. En esa ciudad participó en el Concurso de Preludios y Fugas, recibiendo la medalla de oro correspondiente al primer premio. Después de su regreso a México fundó la revista Arte y participó en la organización del Primer Congreso Nacional de Música (1927). En 1933 fue nombrado profesor del Conservatorio Nacional de Música, donde a través de los años formó a cientos de alumnos. Posteriormente se desempeñó como inspector en la Sección de Música Escolar, de la Secretaría de Educación Pública. Juan León Mariscal murió en la Ciudad de México el 21 de septiembre de 1972. Compuso obras para piano, voz y piano, conjuntos de cámara, orquesta sinfónica y coro mixto a capela. Como tributo a su tierra natal compuso una obra sinfónica titulada Guelaguetza, tres estampas oaxaqueñas.
En relación con estas efemérides, la Fonoteca Juan León Mariscal dedica el año 2015 a estos dos compositores y planea una serie de actividades que darán al público oaxaqueño la oportunidad de conocer la obra de sus eminentes paisanos.
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara cada año realiza el Homenaje al Bibliófilo y en esta ocasión estuvo dedicado a uno de los autores más cercanos a la Fundación: Juan Pascoe, maestro impresor de tipos móviles, componedor, investigador y estudioso de los temas relacionados con la imprenta. A decir de María Isabel Grañén: “artista de las letras” y “maestro de la tipografía”.
Nada más propicio que el año en que se celebran los 475 años de la imprenta en México para que Juan Pascoe recibiera este homenaje. Sergio Ruelas, coordinador de Bibliotecas de la Universidad de Guadalajara, citó durante la celebración a Domingo Bunocore en su Vocabulario bibliográfico: “El auténtico bibliófilo se define, ante todo y sobre todo, como auténtico estudioso. No se concibe la bibliofilia sin una noble y firme inquietud espiritual, esto es, sin amor y comprensión por los valores del pensamiento. El verdadero bibliófilo ama al libro considerando su materialidad como obra de arte, y en su contenido como expresión de la inteligencia creadora”.
Por su parte, Juan Manuel Herrera, director de la Biblioteca Lerdo de Tejada, comentó: “El Homenaje al Bibliófilo que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara hace a Juan Pascoe en el año de 2014 es un reconocimiento oportuno a su maestría y una ocasión inmejorable para difundir su obra, invitación para intentar conocerla y una llamada de atención para asegurar que se conserve como patrimonio cultural de la nación mexicana”.
Juan Pascoe recibió con alegría el premio, no sin haber causado entre el público asistente risas de complicidad y una larga ovación de pie al final de su discurso: poco ortodoxo, crítico, con humor y sabiduría, en favor de la impresión rigurosa de los libros más allá de las nuevas tecnologías.
Este tercer número de nuestro boletín vuelve a dar cuenta de la diversidad de proyectos de la FAHHO. Las alianzas se refuerzan, los lazos se estrechan, las miras se amplían, todo producto de un trabajo en equipo, concienzudo y entusiasta.
La exposición del Códice de Yanhuitlán completo, nunca antes reunido; la exposición sobre Hilarión con la comunidad triqui presente en la inauguración; la tercera Posada del Cacao; la exposición de los tres tintes naturales emblemáticos de Oaxaca; los 20 años de la creación de la Biblioteca Francisco de Burgoa, los quince de la Librería Grañén y, desde luego, el triunfo del campeonato de la Liga Mexicana del Beisbol de los Diablos Rojos del México son una muestra de que, con un objetivo claro y mucho trabajo, los proyectos se consolidan. Los invitamos a recorrer estas páginas y encontrarse con los frutos de este esfuerzo.
No hay duda de que entre los grandes logros intelectuales de los artistas mixtecos prehispánicos estaba el manejo de una escritura pictográfica de una enorme versatilidad y sensible belleza estética. Los más espectaculares ejemplos de ella se ven en los pocos libros (códices) que sobrevivieron la violencia de la conquista, el desprecio o el olvido. Son grandes obras. Dignos integrantes de la literatura universal y testimonios de una gran cultura humana, por su calidad artística y por la grandeza de sus temas. Algunos son los únicos sobrevivientes de un género, como el Códice Vindobonensis (hoy en Viena), el cual nos habla del origen del mundo, de los dioses, de las plantas, rituales y lugares. El Códice Bodley (hoy en Oxford) narra más de cinco siglos de historia política de los linajes gobernantes de la Mixteca con profusos detalles y gran precisión. Otros, como el Códice Laud (también en Oxford), contienen las tablas usadas para la adivinación y la interpretación de los signos. Es difícil no sentir admiración y sorpresa al ver estas obras, asombrarse por el colorido, la composición, los interminables detalles y la fineza de su ejecución. De inmediato se vuelve obvio que estamos ante una muestra de ingenio, de intelecto y de una gran habilidad técnica.
Los revuelos y turbaciones de la conquista y los subsecuentes ajustes en la sociedad mixteca interrumpieron el traspaso de este conocimiento muy especial, cuyo manejo requería años de entrenamiento. Sin embargo, durante quizá sesenta años después de la conquista se siguió usando esta escritura en los palacios y templos de la Mixteca, hasta que finalmente cedió lugar a la escritura latina alfabética (por supuesto para escribir en mixteco o en náhuatl). A veces sentimos que su uso es a propósito, como en el caso del Códice Selden (también en Oxford, ¡caray!), que no demuestra la mínima influencia de la cultura española, como si estuviera negando la realidad colonial, aunque su manufactura se fecha en la década de 1560. Sin duda, el gobernante que lo encargó deseaba demostrar o resaltar la continuidad desde tiempos prehispánicos, escogiendo, por lo mismo, la forma más tradicional para barrarla.
Una respuesta completamente distinta a esa realidad traumática se expresa a lo largo de las páginas del Códice de Yanhuitlán, elaborado a mediados del siglo XVI. Este códice, cuya primera parte —la más extensa, compuesta de 12 folios, fue descubierta en 1891 en Puebla— contiene composiciones pictográficas de un gran poder expresivo. Pero en lugar de aferrarse a las técnicas, imágenes y la temática de la época prehispánica, sus autores crearon una obra novedosa, hasta atrevida. En vez de acudir al formato tradicional del libro en forma de biombo, hecho a partir de una larga tira de cuero o papel, este códice consiste de hojas sueltas, como un libro europeo. Los signos convencionales mixtecos adquieren volumen mediante recursos estilísticos europeos como el sombreado, el traslape y una incipiente perspectiva. Y más notable: en su temática aparecen los temas del mundo colonial sin ningún disimulo. Al contrario, sentimos que es la intención de los autores insertar el libro en la dinámica de la colonia, comunicarnos con ella. A todas luces fue su intención crear un libro “moderno” mixteco, tanto en apariencia como en contenido. Aparte de algunos temas más tradicionales, las imágenes extraordinarias incluyen retratos de un fraile dominico y del obispo de Antequera, del encomendero, de la conquista, de la iglesia de Yanhuitlán y de trabajos forzosos. Estas imágenes han ilustrado innumerables libros y estudios sobre la historia de la Mixteca y se han vuelto referencias gráficas obligatorias.
Desde 1947 se sabe que existe otro fragmento del códice, conservado en un expediente del Archivo General de la Nación. Curiosamente, las cuatro hojas están cosidas en un expediente que consta de copias de papeles referentes al cacicazgo de Tututepec en la Costa. Esto se explica porque el cacicazgo de Yanhuitlán y el de Tututepec llegaron a finales del siglo XVII a manos de los caciques de Teposcolula, quienes juntaron las hojas del códice con los papeles de Tututepec.
En 2007 supimos de la existencia de un tercer fragmento de tres hojas, en manos de una familia de la Ciudad de México. También aquí las hojas están cosidas con papeles referentes al cacicazgo de Tututepec, por lo que pensamos que se trata de otro expediente armado en Teposcolula. Este tercer fragmento no era del todo desconocido. Se sabía que el historiador oaxaqueño Manuel Martínez Gracida ya lo había visto y parcialmente copiado en la época de Porfirio Díaz. Sin embargo, del original no había quedado rastro. Después de varios años de negociaciones discretas, un grupo de personas comprometidas con el patrimonio oaxaqueño juntó los fondos para su adquisición y, en 2013, se hizo el traslado a Oaxaca, a las instalaciones del taller de restauración de Santo Domingo.
Para celebrar el regreso del tercer fragmento a Oaxaca, la Biblioteca Francisco de Burgoa exhibirá, a partir del mes de noviembre, las tres partes del Códice de Yanhuitlán reunidas de nuevo después de tres siglos. Es una ocasión excepcional para conocer uno de los más famosos documentos pictográficos de la cultura mixteca, para verse cara a cara con este testimonio del dramático episodio de la colonización de la Mixteca y comprender la activa dinámica mixteca para hacer de nuevo sentido de la vida bajo las condiciones de la realidad colonial.
La exposición se organiza con la colaboración del Archivo General de la Nación, de la Secretaría de Gobernación, la Biblioteca Francisco de Burgoa, la UABJO y la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.
Mitchiin tchi-nea es un grupo de mujeres bordadoras de Camino de Ixcatlán, en el municipio de Jalapa de Díaz. A finales de 2013, 16 mujeres decidieron agruparse para elaborar huipiles bordados con los motivos de aves y flores que caracterizan a la región. A partir de la invitación del Dr. Nisao Ogata, investigador en la Universidad Veracruzana, y del Gobierno municipal de Jalapa de Díaz, el Museo Textil de Oaxaca se sumó a este proyecto por medio de asesorías y talleres con apoyo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
El MTO visitó la comunidad en febrero de este año para conocer a las mujeres del grupo, observar sus bordados y elaborar una propuesta de trabajo en conjunto. Las mujeres expresaron su deseo de realizar una labor que las distinguiera de otras artistas en la región, pues explicaron que el bordado es una actividad desarrollada por la gran mayoría de las mujeres del pueblo y las áreas vecinas. Otra inquietud del grupo estaba relacionada con tener una mayor autonomía en la elaboración de sus prendas, pues debían pagar a mujeres fuera del grupo para cortar las telas y dibujar los motivos que posteriormente ellas bordarían.
Con estos dos puntos en mente, identidad y autonomía, se invitó a Maddalena Forcella, diseñadora textil, a sumarse al proyecto. Maddalena, en estrecha coordinación con el MTO, trabajó con las mujeres de la comunidad para desarrollar y potenciar las habilidades de cada participante del grupo: para el corte de telas, el dibujo de los motivos, la composición de los mismos, la confección de productos y la combinación de colores. De modo paralelo, el MTO impartió un taller de teñido de algodón con añil y caoba; el primero procedente del distrito de Juchitán y el segundo de la propia comunidad. Asimismo, se adquirieron telas de mejor calidad que los géneros de rayón y poliéster que se consiguen en la localidad.
Como incentivo a este proyecto, se invitó a Mitchiin tchi-nea (“Mujeres bordadoras” en la lengua mazateca de Jalapa) a participar en la expo-venta de verano organizada por el MTO en julio de 2014. Sus bordados fueron recibidos con gran entusiasmo y admiración, a tal grado que se vendió el 85% de los textiles ofrecidos. Al término de la actividad, y tras comentar los resultados con el grupo, se observó una mayor seguridad y autoconfianza de las participantes, así como un mayor deseo de seguir bordando. El respeto y el aprecio de la sociedad en general son fundamentales para la preservación del arte textil de Oaxaca.
Guardo un gran afecto hacia cuantos, a lo largo de los años, han querido descubrir conmigo los secretos de los tintes naturales, pero me emociona especialmente que algunos hayan encontrado en éstos el medio para su expresión artística. Maddalena Forcella es, sin duda, el mejor exponente de ello.
Recuerdo que cuando la conocí —¡hace veinte años quizá!— dibujaba en pequeños cuadernos íntimos, líneas y acuarela de una delicadeza que emanaban de su propia manera de ser. Se interesó entonces por conocer las plantas tintóreas de Chiapas —donde entonces vivía— y por aprender a fijar sus colores de la forma menos agresiva posible, y estoy segura de que también aprendió mucho de las tintoreras indígenas con las que en ocasiones trabajó. Con todo este bagaje, su arte ha ido evolucionando de una forma que yo, en la distancia, no he podido seguir paso a paso. Es por ello, quizá, que al recibir las fotografías de su obra actual me he sentido fascinada.
Utiliza en este momento técnicas variadas. Para garantizar la solidez del color, emplea procedimientos clásicos como el mordentado con alumbre. Juega, por otra parte, con compuestos de hierro para modificar colores y obtener matices, y no tiene inconveniente en mezclar la acuarela con técnicas como la reserva de espacios con cera para obtener diseños en blanco o la estampación con sellos de linóleo para cubrir y saturar espacios: rigor y libertad técnica a partes iguales.
Quiero destacar por último lo que me parece singular en la obra de Maddalena: el contraste entre lo sólido y rotundo con la transparencia de sus aguadas. Grandes artistas a lo largo de la historia utilizaron pigmentos orgánicos como la cochinilla o el índigo en sus pinturas al óleo. Pero la espontaneidad de dejar que el rojo de la cochinilla se diluya y fluya libremente sobre el papel es innovación y carta de identidad en el trabajo de esta artista.
De acuerdo con el Fondo para la Infancia de Naciones Unidas, México es el primer país del mundo en obesidad infantil y Oaxaca es el tercer estado en el ámbito nacional. Estas cifras nos demuestran que es importante luchar contra el sedentarismo y la falta de actividad física, sobre todo en los niños, que hoy en día ven limitados los espacios públicos de recreación y ejercicio.
Como un acto de concientización y participación ciudadana surge el Programa de Socialización de la Cultura Física, que promueve la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Dicha iniciativa, a través de El Re-creo, fomenta la actividad física mediante el rescate del juego tradicional y une a las familias oaxaqueñas al deporte de manera lúdica.
Periódicamente, El Re-creo organiza encuentros en diferentes zonas de la ciudad de Oaxaca, donde grandes y pequeños reviven la emoción de jugar al avión, al resorte, las canicas, el patio de mi casa, además de bailar y convivir con otras familias, creando así hábitos en el cuidado diario de la salud. Estos encuentros hacen que el modelo de actividad física-diversión se replique y multiplique sus efectos al compartirse con otras personas.
La participación de los voluntarios de La Tropa y el Club —muchos de ellos estudiantes universitarios, entrenadores profesionales de centros deportivos como Sport City—, hace que los niños jueguen y se activen, y no sólo eso, que salgan del círculo vicioso del sedentarismo y conviertan en virtuoso el ciclo salud y bienestar.
¡No te pierdas la hora de El Re-creo: juega y diviértete!
La reserva ecológica H2A es una zona que conjuga diferentes tipos de especies animales y vegetales. Ubicado al norte de la ciudad de Oaxaca, este entorno natural destaca por ser el ecosistema idóneo que da abrigo a una rica población de aves que viven en él de manera permanente o temporal.
Dada la cercanía de esta reserva con la ciudad de Oaxaca, la FAHHO se ha encargado de su protección para resguardarla de la mancha urbana, que avanza cada vez más. La ubicación y características de H2A la han perfilado como un refugio natural para las especies de aves que surcan el cielo oaxaqueño.
A decir de Manuel Grosselet, presidente de Tierra de Aves —asociación civil dedicada a la conservación del medio ambiente—, H2A tiene vital importancia porque, con el paso del tiempo, este ecosistema tenderá a quedarse en medio del asentamiento humano. Este investigador francés es parte del equipo que monitorea los pájaros que llegan a la reserva H2A.
Grosselet está convencido de que el comportamiento de las aves nos sirve como termómetro para medir la salud ambiental de nuestra ciudad. “Si continuamos registrando los datos demográficos de especies, en diez años vamos a conocer la evolución de la población de pájaros”. Avalado por el North American Banding Council como anillador y capacitador certificado, Manuel Grosselet se encargó de coordinar la certificación —con estándares internacionales— de los anilladores de pájaros del país. Además, este 2014 se realizó el primer curso para lograr el estatus de entrenador. Dichas experiencias tuvieron como sede la reserva ecológica H2A.
En coordinación con el examinador colombiano Andrés Henao, los especialistas llegaron a la reserva ecológica de la FAHHO para evaluar el conocimiento de cuatro aspirantes que se inscribieron al curso de certificación. “El examen es complicado, incluye una parte escrita y otra práctica. La gente que aprueba muestra un buen nivel en México”, detalló Grosselet.
Según el especialista, marcar a las aves con el anillamiento sirve para tener datos demográficos de cada especie: “Conocer cómo van las poblaciones, si crecen o disminuyen. Capturando y marcando aves podemos obtener sus datos de la vida. Es necesario hacer este trabajo con los mejores criterios y ofrecer datos de calidad”.
Hacer las certificaciones y cursos en el H2A les ha permitido a los especialistas tener una área de estudio de los pájaros, explica Grosselet: “A pesar de que las aves sean de diferentes especies, sexo, edad, el H2A es un buen lugar para que la gente se entrene”.
El biólogo Andrés Henao define a la reserva H2A como un campo verde que ofrece muchas posibilidades para conocer varios tipos de especies de aves. “Es un buen sitio para aprender y valorar lo que tenemos. Por estar cerca de la ciudad de Oaxaca es un punto clave para que las personas vengan y conozcan las aves”.
Georgita Ruiz, secretaria ejecutiva de Tierra de Aves, cuenta que, después de 13 años de trabajar en el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, era importante contar con otros sitios en Oaxaca para comparar resultados en el estudio de las aves. Al contrastar la composición de especies de H2A con el Jardín Etnobotánico resultaron especies diferentes. “Hace un par de meses en el Jardín Etnobotánico vimos una gran producción de crías del famoso Turdus grayi, el mirlo pardo, y ahora las estamos viendo en el H2A. Tal vez su reproducción es anterior en el Jardín y posterior aquí. Tenemos que generar más información para registrar estos sucesos”.
La integrante del equipo de Tierra de Aves explicó que la presencia de crías de Turdus grayi en la reserva H2A es un indicador de éxito en época reproductiva de esta especie: “Ése es un gran logro que podemos celebrar. Teníamos un trabajo de monitoreo mensual, pero con un reto logístico y sin presupuesto. Nosotros los financiamos por la buena voluntad del equipo”.
Actualmente, existe una tesis que incluye un análisis de las tendencias poblacionales de las cinco especies migratorias que vienen a invernar al H2A, también se cuenta con un análisis de la fidelidad de estas especies a este sitio. “Sabemos que una especie de chipe viene desde Canadá, porque tuvimos una recaptura de un pájaro que voló desde Quebec hasta Oaxaca”, concluyó Ruiz.
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