En este Boletín Digital FAHHO les compartimos notas sobre las actividades que han desarrollado las filiales en lo que va del año.
Agustín Castillo nos hace partícipes de la celebración por el ingreso de don Alfredo Harp Helú al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano como parte de la Clase 2023 de Nuevos Inmortales, ¡enhorabuena! Al mismo tiempo, los Guerreros de Oaxaca se muestran entusiastas y avizoran una exitosa temporada 2023.
Justo en los festejos por el 15 Aniversario del Museo Textil de Oaxaca, Hector Meneses reseña la exposición en curso: “Huīpīlli, kushma y phyang: prendas análogas de tres continentes”; y el Museo de la Filatelia nos habla de la muestra “Un trébol, una abeja: una pradera. Bitácora filatélica”, en la que la artista Frida Castañeda rememora la infancia y la naturaleza.
Por otro lado, Adabi de México señala la manera en que su labor ha impactado en muchos lugares durante casi dos décadas de rescate de archivos y bibliotecas, un trabajo que no ha pasado desapercibido. Igualmente, el director de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova hace un recuento de los esfuerzos para conformar el Archivo General del Estado de Oaxaca, en donde los esfuerzos se unieron para el rescate de la memoria histórica oaxaqueña.
Pendientes del medio ambiente, compartimos una nota de Casa de la Ciudad en torno a su más reciente exposición y constante reflexión sobre los actores urbanos y sus escenarios, “Resiste Agua”, y otra que menciona cómo las series y películas que abordan el tema nos invitan a mirar con detenimiento cómo nuestras acciones repercuten hoy en día en la crisis climática.
Festejando a las infancias, desde la Coordinación de Proyectos Educativos hacemos una síntesis de lo que ha sido volver a las rutas con las Bibliotecas Móviles y a las escuelas con Seguimos Leyendo. En ese mismo tenor está la nota de la Red de Bibliotecas Infantiles BS, que celebra a las y los pequeños lectores que descubren tesoros en sus estantes.
En Andares del Arte Popular insistimos en la reflexión en torno a la creación textil. Igualmente, el Centro Cultural San Pablo invita a visitar la exposición sobre el excepcional trabajo en cerámica que elabora la familia Jiménez.
Enriquecemos el tema sobre el Fondo Manuel R. Palacios del que nos ha hablado Adabi Oaxaca y en este número abordan el tratamiento de su acervo fotográfico.
Y hablando de tesoros bibliográficos, les animamos a leer el texto de la Biblioteca Henestrosa, donde se reseña una colección de libros del siglo XIX que acercó el estudio de la ciencia al público y, finalmente, la Biblioteca Francisco de Burgoa nos comparte la reseña del Neptuno Alegórico, pieza destacada de su acervo, obra de Sor Juana Inés de la Cruz, también conocida como El Fénix de América.
Les invitamos a compartir este boletín y a formar parte de las actividades de cada una de las sedes de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.
Honor a quien honor merece. El pasado 18 de febrero, don Alfredo Harp Helú fue elegido, de manera directa y unánime, para ingresar al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano como parte de la Clase del 2023 de Nuevos Inmortales.
En la parte final de la Asamblea donde se dio a conocer la selección de Juan Gabriel Castro, Tomás Herrera, Noé Muñoz, Luis Arredondo, Roberto Vizcarra, Alejo Ahumada y Jesús Moreno, el presidente del Comité Elector, Antonio de Valdés, dio a conocer su iniciativa de que el propietario de los Diablos Rojos del México ingresara al recinto sin necesidad de cubrir el proceso de selección, a lo que el director del Salón de la Fama, el Ing. Francisco Padilla Dávila, accedió inmediatamente.
Don Alfredo Harp Helú —quien al día de la inauguración de la temporada del 2023 llegará con 29 años y 86 días siendo propietario del equipo escarlata— ha sido un pilar fundamental para el crecimiento del beisbol mexicano en las últimas cuatro décadas, no solamente por los logros al frente de sus Rojos y de los Guerreros de Oaxaca, sino por su constante preocupación por el desarrollo del jugador nacional, por ser su principal promotor y mantener viva la memoria de nuestro rey de los deportes; por su incursión en la pelota de las Grandes Ligas como inversionista de los Padres de San Diego y por la construcción de diferentes obras monumentales, como el propio Recinto de los Inmortales, el fenomenal estadio que lleva su nombre en la Ciudad de México y la deslumbrante Academia de Beisbol en San Bartolo Coyotepec, Oaxaca.
La noticia se propagó con gran velocidad en los ámbitos deportivos y empresariales, coincidiendo en que su elección era un strike cantado y, quizá, el único batazo de cuatro esquinas que faltaba en la historia del hombre que vive y muere jugando beisbol con profunda pasión por México.
Cuando pensamos en la indumentaria empleada por las mujeres de numerosos pueblos originarios del área mesoamericana, es probable que la primera imagen que venga a nuestra mente sea un huipil: esa prenda de formato cuadrado o rectangular, sin mangas, con tres aberturas, una para la cabeza y dos más para los brazos. En principio, suena simple, pero en realidad se trata de lienzos que posibilitan infinitas combinaciones según las técnicas, los materiales, las tradiciones, prácticas, gustos y creatividad de cada una de las personas que lo elaboran y portan.
Con motivo de su XV aniversario, el Museo Textil de Oaxaca presenta la exposición “Huīpīlli, kushma y phyang: prendas análogas de tres continentes”. Alejandro de Ávila, curador de la exposición, comenta que con ella se “busca enfatizar las connotaciones simbólicas radicalmente distintas del formato mesoamericano y sus parientes tejidos en otros continentes”. Así, la muestra permitirá apreciar los huipiles de distintas comunidades en México y Guatemala en los que se observa, en ocasiones, la diferencia de estilos en esta prenda según su función y contexto dentro de una misma localidad, como en el caso de San Juan Chamula, en Chiapas, o de San Juan Sacatepéquez, Guatemala. Mientras que en Oaxaca es común ver el huipil empleado por mujeres, podremos conocer la kushma, una prenda usada por los hombres del pueblo shipibo en la amazonía peruana. Sin embargo, este formato rectangular y sin mangas no es exclusivo de la región sur de nuestro continente, como lo muestra una camisa del occidente de África que acompaña a la kushma en la exposición. La tercera prenda a la que hace alusión el título es el phyang, una túnica con las mismas características formales del huipil y de la kushma, empleada por hombres y mujeres en Myanmar, en el sureste asiático. Esta prenda contiene un bordado delicado debajo de la abertura del cuello, similar a lo que encontramos en el huipil tejido en San Bartolo Yautepec, en la Sierra Sur de Oaxaca, o –a distinta escala– en los antiguos huipiles bordados de Miahuatlán, Puebla.
Además de mostrar las innumerables posibilidades en torno a una prenda tan sencilla, la exposición también busca evidenciar las complejidades y variaciones que intervienen en sus procesos de elaboración. De esta manera, deseamos reflejar el virtuosismo técnico al tejer un lienzo de cuatro orillos (esto es, una tela perfectamente terminada en sus cuatro bordes, sin necesidad de realizar cortes ni dobladillos, como se aprecia claramente en un lienzo de San Juan Comalapa, Guatemala), así como la pericia extraordinaria de las mujeres de los pueblos amuzgos de Guerrero para tejer lienzos de casi seis metros de longitud, que luego se cortan en tres secciones con las que arman un huipil.
El tema es tan amplio que esta es apenas la primera de dos muestras consecutivas que se podrán conocer hasta el mes de julio. En agosto, el Museo cambiará la totalidad de las piezas en exhibición para mostrar nuevas piezas bajo la misma temática. Las exposiciones se complementarán con talleres y charlas, experiencias que brindarán la oportunidad de escuchar a las propias creadoras y usuarias de estas piezas, por lo que te invitamos a estar pendiente de las actividades para que seas parte de este programa.
Convencida de que el coleccionismo era una buena práctica para formar el carácter en la infancia, de vez en cuando mi madre nos reunía en el jardín a juntar flores, hojas secas, ramitas de múltiples tamaños y cadáveres de insectos. Mientras duraba la búsqueda de tesoros, teníamos permitido manosear la tierra y ensuciarnos el uniforme. Más tarde, al ponerse el sol, nos entregaba a cada quien una caja de zapatos para almacenar ahí nuestros hallazgos. Entonces, mis hermanos y yo, dichosos y exhaustos, entrábamos a casa cargando ese extraordinario cofre de cartón, como si volviésemos de una expedición a otra galaxia. Lo guardábamos debajo de la cama y lo abríamos de nuevo al día siguiente, sospechando que su contenido se había transformado durante la noche. Durábamos días con la sorpresa instalada en el cuerpo.
La naturaleza es, incluso en la controlada manifestación de aquel jardín urbano, un enorme museo que nos invita a explorar como lo hacen los niños: con curiosidad, con arrojo, afanados en conservar algo que sabemos efímero. Si te acercas demasiado a un pájaro que bebe agua en el charco, éste terminará por alzar el vuelo. El secreto para verlo de verdad, y esto lo aprendí de niña, es no intentar apropiarse de él.
Las obras que Frida Castañeda nos presenta en “Un trébol, una abeja: una pradera. Bitácora filatélica” me remiten a esos días de buscar entre los helechos un ala de abeja perfectamente formada o una piedrita de forma extraña y memorable. La artista presenta, con su exaltado ímpetu coleccionista, un conjunto de obras que resplandecen en su plano minúsculo y nos exigen detenernos en sus detalles: ¿Cuántas mariposas se han posado en esta flor? ¿En qué ángulo brilla más ese rincón dorado? ¿Dónde termina el ala y empieza el pétalo? Dados los materiales que Castañeda usa –grana cochinilla, cera de abeja– las imágenes que vemos cambian con el tiempo y se transforman en su lienzo: son seres vivos que nos devuelven la mirada.
No es casualidad que las plantas, hongos y animales de diversos tamaños representen un área temática tan extensa de la filatelia; de hecho, la particular relación insecto-estampilla tiene su propio nombre: entomofilatelia. Y es que los timbres postales son mucho más que un papelito cuadrado que se pega en ciertos documentos para formalizar su envío, en ellos se representan gráficamente diversos aspectos de un país o una región. En ese sentido, las obras que agitan sus alas en esta sala son prueba del interés continuado que Castañeda muestra para representar las vidas minúsculas que ha crecido observando. Basta con ver las delicadas metáforas que tejió con semillas y plantas en su exposición “Memorias vegetales”, los expresivos grabados que acompañan la más reciente edición de Oriente de los insectos mexicanos, de Pablo Soler Frost, o sus bellísimas cianotipias pobladas de grillos y orugas, por las que confieso sentir una especial debilidad.
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“¿Qué otra cosa es una colección sino un desorden al cual el hábito mismo ha acomodado hasta el punto de hacerlo parecer como orden?”, se preguntó Walter Benjamin, autor de observaciones fundamentales sobre la fragilidad del coleccionismo. Inmersa en su propio universo botánico, al cual nos invita a asomarnos un momento, Castañeda ha tejido su obra con paciencia, haciendo gala de la agudeza que solo puede tener alguien que se ha tomado, verdaderamente, el tiempo de detenerse y mirar, de plasmar el mundo en sus propios términos. La artista es, en el fondo, una coleccionista, y todo coleccionista sabe que su colección está condenada a no completarse. Condenada no, más bien destinada, que es lo contrario de un fracaso. Es esa imposibilidad la que la dota de sentido.
Como sucede con toda bitácora, estamos ante la belleza de las aproximaciones. No hay en estos cuadros ni en esta sala, mucho menos en este conjunto de obra, terminación ni línea de llegada. Es como el mundo: hay fragmentos, pinceladas. Rayos de sol, viento que sopla y agita las hojas. El secreto está en entregarnos a esa brisa.
Durante casi dos décadas, la asociación Civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México ha apoyado la catalogación de numerosos tipos de archivos, entre ellos los de carácter judicial trabajados en Puebla, San Luis Potosí, Tlaxcala y Yucatán. Como una manera de comprobar y motivar la investigación en los archivos de este tipo, y dentro de las celebraciones de los veinte años de la asociación, se lanzó la convocatoria para el coloquio “El valor de los archivos judiciales como fuentes históricas”. Al momento del cierre de la misma se contaba ya con 94 solicitudes, tanto de estudiosos mexicanos como de colegas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Paraguay y hasta Perú.
En anteriores convocatorias, como del curso “Los recetarios como fuentes históricas” (2020), acudió un variado y numeroso público latinoamericano a las diferentes ediciones; nos llena de gusto la respuesta a esta nueva convocatoria, comprobamos que el radio de influencia de Adabi, durante estos años, es estable, lo mismo se ha notado a la inversa: en la invitación recibida para participar en diversos foros organizados en países de América del Sur, en especial en materias de archivística y conservación.
Las propuestas hechas para el coloquio abarcan estudios de diferentes temporalidades: virreinal, cuyas raíces compartimos; decimonónica, con la que tenemos elementos en común, y contemporánea, en la que, de igual manera, participamos de una cultura americana y global.
Una gran diversidad de temas fue remitida por nuestros seguidores latinoamericanos para formar parte de este coloquio, enmarcado dentro de los festejos del vigésimo aniversario de Adabi.
Los archivos judiciales fueron, son y serán una importante caja de resonancia de la vida diaria del ser humano en diferentes tiempos y escenarios; al margen del delito cometido, juzgado y castigado, estos expedientes revelan actividades, costumbres e ideologías que posiblemente no se reflejen en otro tipo de patrimonio documental, de ahí la riqueza y el gran valor que posee su contenido.
Si bien la producción de estos expedientes se enmarca dentro de las actividades de numerosas instituciones que formaron el corpus del poder judicial —desde los municipios hasta las supremas cortes—, así como el tipo de delitos cometidos, para la historia de las mentalidades resultan similares en cualquier sitio, ya que los expedientes también son grandes aliados para entender a las comunidades en tiempos determinados y para observar los cambios que se han presentado de forma gradual y que pueden explicar el presente. Sin embargo, los diferentes enfoques que se le dan a estos documentos pueden trascender el ámbito judicial y dar luz sobre temas económicos, políticos y culturales, complementando otras fuentes de conocimiento.
Con la participación de nuestros colegas latinoamericanos en los foros organizados por Adabi tenemos la certeza de un enriquecimiento y de los alcances del propio trabajo.
El taller de cerámica de la familia Jiménez fue fundado en 1925 por Ignacio Jiménez, quien aprendió el oficio a partir de la elaboración de talavera poblana. Don Ignacio descubrió que al pintar sobre una base de caolín los colores no se adherían, como en la talavera tradicional, sino que se escurrían suavemente sobre la cerámica. A partir de entonces, su taller fue famoso por fabricar un nuevo tipo de cerámica escurrida.
A partir del fallecimiento de don Ignacio, en 1960, su esposa Adela dirigió el taller hasta 2013. Luego, sus hijos continuaron la tradición familiar, aunque sus piezas son cada vez más escasas.
Por eso, los 57 platos que se exhiben en el Centro Cultural San Pablo son obras únicas, elaboradas a mano por Rafael Jiménez, quien, desde niño, vio en las manos de su padre “cómo el barro era dócil”; desde entonces, como escribió la maestra Arcelia Yañiz para una exposición de 1960, “vivió dentro de un mundo de imágenes”.
Tanto la vajilla verde, que está inspirada en Monte Albán, como las piezas de estilo talavera de puntos y flores fueron elaboradas por diferentes miembros de la familia; como obras de arte, sus tonos definitivos de azul, amarillo, verde y ocre aparecieron en el proceso de su elaboración, lo cual las vuelve irrepetibles.
Las dos piezas que representan el calendario azteca fueron dibujadas por Teresita de Jesús Jiménez y ninguna de ellas fue horneada ni retocada con barniz; frágiles y efímeras, muestran el detalle y la paciencia con los que la autora provoca una pausa en el deseo del polvo de tener forma.
La actual exposición en el CCSP es una forma de conservar la memoria de la familia Jiménez, y una manera de mostrar que una práctica artística puede convertirse en una forma de vivir.
Durante los últimos 500 años, las instancias gubernamentales del actual estado de Oaxaca produjeron una considerable cantidad de testimonios documentales. Hacia finales del siglo XX estos acervos se albergaban en espacios poco adecuados para su conservación y consulta. El Archivo del Poder Judicial, por ejemplo, se encontraba en una casa rentada en la calle de Hidalgo, mientras que el Archivo del Poder Ejecutivo estaba en unos anexos del exconvento de los Siete Príncipes, sitio en el que los tubos del desagüe estaban por encima de los estantes con paquetes de documentos amarrados;1 las ventanas, de solo una malla, daban a los lugares donde en la fiesta patronal, dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles, se bailaba con los toritos. Desde la década de 1990 varios actores oaxaqueños llamaron la atención por el estado de abandono, falta de inventarios y conservación precaria de los acervos, sobre todo en el Archivo del Poder Ejecutivo.
Fiel a sus preocupaciones por la conservación del patrimonio oaxaqueño de tan diversa índole, el maestro Francisco Toledo tomó la iniciativa en la lucha por mejorar el destino de la memoria oaxaqueña. De la importancia del archivo dijo una vez: “Es ver nuestro pasado y conocer lo que hemos sido los oaxaqueños en otros tiempos, saber cómo cambiamos o no cambiamos, y si repetimos las mismas barbaridades que se hacían en otros tiempos. Es un poco conocerse a sí mismos”. Allá por el año 2000, el Mtro. Toledo compartió con Alejandra Moreno Toscano –quien había estado a cargo de la creación de la nueva sede del Archivo General de la Nación en el Palacio de Lecumberri, en 1977– sus preocupaciones por la situación del archivo y sondeó con ella las posibilidades de instalarlo en la recién adquirida fábrica de hilados y tejidos La Soledad Vista Hermosa, en San Agustín, Etla, Oaxaca.2 En esta ocasión participaron también los miembros de la asociación de Amigos de los Archivos y Bibliotecas de Oaxaca, que había fundado Toledo en 1995 y que publicaba la revista Acervos. Ciertas resistencias sindicales y otros problemas no permitieron llevar a cabo este proyecto, por lo que finalmente se optó por la creación del Centro de las Artes en el hermoso edificio.
Después, en 2005, cuando se desocupó el Palacio de Gobierno en el Zócalo, el Mtro. Toledo, respaldado por los Amigos de los Archivos y Bibliotecas de Oaxaca y el Patronato Pro-Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural del estado de Oaxaca (ProOax), propuso concentrar ahí los archivos generales del Poder Ejecutivo, del Histórico Judicial, de la Suprema Corte, el Municipal, el de Notarías y la Hemeroteca “Néstor Sánchez”, sin embargo, el gobierno tenía otros planes y el proyecto tampoco se realizó.
Alrededor de 2010, Toledo, perseverante como era en aspectos de conservación del patrimonio oaxaqueño, regresó al mismo tema al saber que la Secretaría de Obras Públicas estaba desocupando el exconvento de San Francisco, al sur del centro de la ciudad de Oaxaca. Invitó a un arquitecto de la Ciudad de México y recorrió, con un grupo de interesados en el mismo tema, las instalaciones para saber si podría adecuarse para el archivo. Sin embargo, el edificio resultó ser demasiado pequeño para las necesidades de este. En febrero del 2012, el Gobierno entregó el edificio en comodato al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para establecer allí el Centro de Educación Artística (CEDART) “Miguel Cabrera”.
En esta misma época la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca decidió sumarse a las iniciativas del Mtro. Toledo, insistiendo en la necesidad de iniciar a la brevedad el ordenamiento, limpieza y consolidación del enorme acervo mientras se resolvía el tema de una nueva sede. Como consecuencia, en 2011, el Gobierno del estado de Oaxaca y la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (Adabi), en ese momento respaldado por 8 años de trabajo en el rescate de archivos civiles y eclesiásticos por toda la república, firmaron un convenio para realizar el proyecto de organización y estabilización que respondiera a las exigencias de la administración pública, las normas internacionales de archivística y la investigación histórica del presente.
Con un diagnóstico previo y un proyecto ejecutivo, y siguiendo la normatividad en materia de archivos históricos, la titánica tarea dio inicio el 12 de julio de 2011 y concluyó el 15 de junio de 2017. El equipo estuvo conformado por 40 jóvenes con licenciatura en disciplinas sociales, quienes fueron capacitados de manera teórica y práctica en las labores correspondientes. Como fruto de este trabajo se elaboraron los inventarios y las guías descriptivas de los fondos Gobierno, Hacienda, Justicia, Milicia y Registro Civil, que actualmente sirven para la consulta de los materiales que corresponden al siglo XIX y a la primera mitad del XX. Esta actividad implicó el estudio histórico de las instituciones y una descripción general de las secciones más sobresalientes. Al lado del trabajo cotidiano se elaboraron memorias, revistas y materiales didácticos infantiles. El trabajo entregado se puede resumir, cuantitativamente, de la siguiente manera:
Gobierno XIX (1800-1899): 795 AG12, 9 319 expedientes; Gobierno xx (1900-1950): 5979 AG12, 36 221 expedientes; Hacienda XIX (1800-1899): 774 AG12, 5 915 expedientes; Hacienda XX (1900-1950): 7879 AG12, 31 491 expedientes; Justicia XIX y XX (1800-1950): 820 AG12, 14 cajas de libros y 1 libro de gran formato; Milicia XIX y XX (1800-1950): 721 cajas de expedientes, 16 cajas de libros y 8 libros de gran formato y Registro civil XIX y XX (1800-1950): 150 cajas de expedientes y 2 cajas de libros.
En total, se limpiaron y ordenaron 217 493 expedientes y 13138 libros, guardados en 25472 cajas archivísticas.
Al mismo tiempo, en octubre de 2011, en el marco de la inauguración del recuperado exconvento de San Pablo de Oaxaca, se presentó como comentarista el arquitecto español Ignacio Mendaro Corsini para la conferencia “Construyendo entre pre-existencias” del arquitecto Mauricio Rocha, encargado del proyecto arquitectónico de San Pablo. Fue un encuentro fructífero: Mendaro Corsini ya había sido reconocido por su intervención contemporánea en el archivo de la ciudad de Toledo, España, y al saber de los esfuerzos por encontrar una nueva sede para el archivo del estado, se entusiasmó con la idea de darle seguimiento al anhelado proyecto del Mtro. Francisco. A partir de ese momento se exploraron varias opciones junto con el Gobierno del estado. En cercana coordinación con las autoridades estatales, se eligió el Parque Las Canteras, propiedad del estado, como la mejor opción.
El arquitecto diseñó un plan maestro para todo el parque, incluyendo el archivo y el Centro de Convenciones. La FAHHO absorbió los costos del proyecto y del equipo de arquitectos, mientras que la ejecución la llevaba el Gobierno a través del INPAC. En 2014 se inició la construcción del edificio diseñado ex profeso para resguardar en repositorios especiales los 16 kilómetros lineales de documentos históricos, con espacios acondicionados para realizar las actividades de conservación, restauración y reprografía, así como una sala de consulta abierta a investigadores, salones para talleres, biblioteca, ludoteca, mediateca, salas de exposiciones y un auditorio.
Podemos encontrar en esta obra la huella del Mtro. Toledo, quien diseñó, entre otros elementos, la reja que rodea el conjunto. El proyecto –único en México– ganó varios premios nacionales e internacionales, como el Premio de Arquitectura Española Internacional 2019; el Premio Luis M. Mansilla 2018, del COAM; el Premio de la XIV Bienal de Arquitectura Española, BEAU, 2018; el Premio Obras Cemex en las categorías de Innovación en la Construcción (nacional e internacional), Espacio Colectivo y Edificación Sostenible, 2017; el Premio NAN (IX edición) al mejor proyecto de un estudio español en el extranjero 2015; el Premio Interceramic (VI edición) en la categoría Kolher y en la categoría Institucional, 2017.
El 9 de noviembre de 2016 se inauguró la nueva sede del archivo, construido mediante un esquema de colaboración entre la FAHHO, el Gobierno federal, el Conaculta y el Gobierno de Oaxaca, con una inversión de 570 millones de pesos. El equipo se constituyó con personal especializado en conservación y restauración del patrimonio egresado de las mejores escuelas de México no para solo dar servicio a los documentos del propio archivo, sino también al patrimonio documental de todo el estado.
Por último, como consecuencia de todos los esfuerzos enumerados, el 27 de febrero de 2017 se publicó el decreto por el que se crea el Archivo General del Estado de Oaxaca como un Órgano Desconcentrado de la Secretaría de Administración, con autonomía técnica, operativa y de gestión para el debido cumplimiento de su objeto. Sus primeros dos directores fueron Emilio de Leo Blanco, quien posee una carrera en las instituciones culturales oaxaqueñas desde 2006, y Jorge Álvarez Fuentes, académico y diplomático con una importante experiencia en la gestión de archivos (fue director general del Acervo Histórico Diplomático, 1995-98), ambos nombrados por común acuerdo entre el Gobierno del estado y la Fundación.3
El 31 de agosto de 2019, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller visitó el archivo para encabezar la segunda sesión del Consejo Honorario de Memoria Histórica y Cultural de México, con la participación de la escritora Elena Poniatowska, el músico Horacio Franco, el pintor Carlos Pellicer López, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, la divulgadora Cristina Barros Valero, el etnólogo Luis Humberto Barjau Martínez, la filósofa Margarita Valdés González-Salas, la poeta Minerva Margarita Villarreal y la historiadora y filántropa María Isabel Grañén Porrúa. El ejemplo del archivo inspiró la propuesta, oficializada en enero de 2022, de construir en Oaxaca la nueva sede del Archivo General Agrario, proyecto que desafortunadamente no ha podido llevarse a cabo debido a una variedad de obstáculos.
1 Una situación similar en el Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México derivó en junio de 2020 en el rompimiento de uno de los tubos y el consecuente daño grave a 1 287 volúmenes del archivo.
2 La abandonada fábrica, que había dejado de funcionar en 1989, fue adquirida entre el maestro Francisco Toledo (40 %) y el gobierno del estado (60 %).
3 Finalmente, en diciembre de 2020, se incorporó el Archivo del Poder Judicial, cuyos documentos en lenguas indígenas habían sido reconocidos como Memoria del Mundo por la UNESCO en 2018, y hacia finales de 2022 llegó la colección de Manuel Martínez Gracida desde la Biblioteca Pública Central, siempre siguiendo la idea original del Mtro. Toledo y de la Fundación de tener un lugar seguro y con cuidados profesionales para el patrimonio documental más valioso de Oaxaca.
Según datos del Ecological Threat Register (ETR) para el año 2040, aproximadamente 5 400 millones de personas (más de la mitad de la población mundial proyectada para ese año) vivirá en los 59 países que experimentan estrés hídrico alto o extremo. Según la ETR, en América Latina, Chile y México son los países con mayor vulnerabilidad al estrés hídrico. Esto quiere decir que la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo de tiempo determinado.
Hablando del caso específico de la zona metropolitana de Oaxaca, se reportó que 2021 fue el año más crítico por la escasez de agua. Los municipios conurbados padecen la mayor crisis por escasez, pues 300 colonias solo cuentan con 420 litros por segundo, cuando la cantidad necesaria estimada es de 1000 litros por segundo. Esto podría suponer que no hay agua en Oaxaca, pero no es así.
De acuerdo con una publicación del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO)1 en nueve de las trece regiones hidrológicoadministrativas, se consume más agua de la que se dispone; por su parte, Oaxaca se encuentra en la región Pacífico Sur, una de las cuatro que cuentan con más metros cúbicos por habitante al año para su consumo, teniendo a su disposición 6084 m3 /hab al año contra una demanda de 1539 m3 /hab.
Entonces, si la zona metropolitana de Oaxaca se encuentra ubicada en una región con alta disponibilidad de agua, ¿qué ocasiona la escasez y el estrés hídrico? Es posible darse una idea con una noticia del 4 de marzo de 2023: “El 70 % del agua que debería recibir la ciudad desde Etla se pierde en ordeñas […]”.2 Esta información hace evidente dos situaciones: una, que Oaxaca depende de otros municipios para su abastecimiento y dos, que se lucra con el manejo del agua. “El uso de este recurso natural debe de contar con [una] regulación eficiente, gestión e inversión en infraestructura que garanticen [su] acceso y saneamiento […]”.3
Además, también es importante explicar que las antiguas fuentes de abastecimiento de agua provenientes de San Andrés Huayápam y San Felipe del Agua, entre contaminación y mal manejo, han dejado de suministrar a la ciudad.
Finalmente, es importante entender que el paradigma de uso y obtención del agua ha cambiado en el mundo: ahora se cultiva. Es por eso que se plantea la siguiente pregunta: ¿cuánta agua de lluvia cae al año en los Valles Centrales? Si la extensión de la gran meseta de los Valles es de 9 480 Km2 y la precipitación promedio anual es de 750 mm (es decir, 750 litros x m2), la operación es tan simple como impresionante: 9480 000 000 m2 x .75 m3 = 7 110 000 000 m3 de lluvia al año.
Si una persona tiene una demanda diaria de 100 litros, según la cifra anterior, tendría a su disposición 19 tinacos al día, 190 veces más de lo requerido. Una vez entendido esto concluimos que agua sí hay, pero que es necesario sanearla y cuidarla; educar y abastecer. Los ríos y el agua natural no están contaminados, somos nosotros quienes la ensuciamos. Necesitamos una ciudadanía educada que sepa que el agua no es un recurso que se explota indiscriminadamente y que hoy en día existen alternativas de cultivo; así se puede abastecer.
Actualmente, en Casa de la Ciudad se encuentra en curso la exposición “Resiste agua”, que invita a repensar la forma como nos relacionamos con este elemento dentro de la ciudad. Se muestra una nueva mirada de los Valles Centrales desde un enfoque de cuencas y se expone el proyecto de una asociación civil para el manejo integral de la cuenca del río San Felipe del Agua.
Te invitamos a conocerla de lunes a sábado de 9 a 18 h y domingos de 10 a 18 h.
1 “Aguas en México: ¿escasez o mala gestión?”, Instituto mexicano para la competitividad, http://bitly.ws/CeEN
2 “Huachicol se lleva el 70 % de agua potable que debería llegar a Oaxaca”, Grupo Noticias http://bitly.ws/CeEK
En 1992 ocurrieron dos sucesos relevantes en torno al medio ambiente. Primero, en el mes de diciembre, y derivado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo: todas las naciones del mundo acordaron crear conciencia sobre el buen uso de las fuentes hídricas, por lo que se acuerda que cada 22 de marzo, a partir de 1993, se conmemorará el Día Mundial del Agua con la publicación de un informe que se centre en una temática específica y que genere un impacto en la conciencia colectiva. Segundo: se decreta la Ley de Aguas Nacionales en México. Esta determinación consiste, básicamente, en regular la explotación, uso o aprovechamiento del agua, su distribución, control y la preservación de su cantidad y calidad. Sin embargo, de acuerdo con datos proporcionados por Carlos González García, abogado agrario y de pueblos indígenas e integrante de la Coordinación Nacional del Congreso Nacional Indígena, actualmente se sabe que las concesiones otorgadas a un total de tres mil empresas nos llevan, lentamente, a padecer la privatización de este vital líquido. Lo anterior se agrega a las circunstancias que actualmente ya padecemos: la contaminación y el cambio climático.
Al pensar en la conmemoración y en el decreto de la Ley de Aguas, algunas ideas resurgen y se vuelven más relevantes que en el momento de haberlas sentido por primera vez.
Al igual que para muchas personas, el cine no solo me resulta un entretenimiento, sino motivo para ciertas reflexiones. En 2019 se estrenó Black Waters, una película que a la fecha sigue resonando en mi memoria. El filme narra la historia de un abogado medioambiental que busca defender los derechos de un puñado de habitantes de West Virginia que durante décadas han sido testigos de la devastación de su ecosistema y, por ende, de su salud, debido a la contaminación de sus ríos provocada por una industria química. La historia cobra mayor relevancia cuando nos enteramos de que no solo está basada en hechos reales, sino que engloba un tema tan común y cercano a nosotros que podemos atestiguar hoy día. Así mismo, se han realizado más adaptaciones que tocan una gran diversidad de temas sobre los problemas que el ser humano enfrenta —provoca— respecto al agua: la contaminación, escasez, desabasto, privatización y el cambio climático. Erin Brockovich, una mujer audaz (2000), También la lluvia (2010), Rango (2011), o documentales como Un mundo sin agua (2006), La sed del mundo (2012), H2OMX (2015) son algunos ejemplos que nos invitan a reconocer que el problema no es ajeno a nosotros, y que nos obligan a voltear la vista sobre el daño potencial que le ocasionamos al planeta y a nosotros mismos al contaminar, privatizar y generar desabasto del agua.
La crisis climática que hoy vivimos nos ha modificado, por ejemplo, hasta las estaciones del año. Recuerdo cuando mi abuela decía “en su tiempo está”, cada que me asustaba con los torrenciales que caían en mi ciudad, ¡y eso no tiene más de 20 años! La primavera, y el calor que la acompaña, comenzó a asomarse a fines de enero; las lluvias, durante la primera semana de marzo. Frente a este panorama, unos pronostican grandes sequías, más de las que ya hemos visto en la última década; otros, que nos deparan inundaciones igualmente anormales debido al exceso de calor. La frase “en su tiempo está” ahora suena distante, extraña; hoy tenemos que cargar con el suéter y el paraguas porque, más bien, “uno nunca sabe”, ya no se sabe.
Calor y contaminación son enemigos que, por años, el agua misma se había dedicado a combatir (con las lluvias, los ríos y mares que todavía abundan); pero su carestía y el aumento de la violencia —muchas veces provocada por el desabasto en zonas marginadas—,son consecuencias que todos los días vemos o escuchamos y a las que muchas veces no les prestamos atención.
Afortunadamente no está todo perdido: colectivos, activistas y la sociedad civil luchan diariamente desde diferentes frentes por la defensa del agua. Este año, bajo el lema para conmemorar la fecha, “Acelerando el cambio”, la onu pretende lograr la cooperación, las alianzas y los acuerdos internacionales.
La palabra que agregaría es urgente: urge tomar acción, urge continuar difundiendo datos, estrategias y urge no olvidar que todos somos responsables del agua.
Abrir una nueva ruta de las bibliotecas móviles, ahora en la región Mixe, es un reto que inspira, alegra nuestros corazones y nos motiva a dar lo mejor en cada una de las sesiones de lectura.
Nunca antes una biblioteca móvil había recorrido las comunidades de la Sierra Mixe: al ver un carrito con dibujos de personajes leyendo se genera curiosidad y provoca cierta intriga en los pobladores. Al descubrir de qué se tratan las actividades que realizamos, los niños se alegran y preguntan cuándo volveremos a su comunidad.
Las autoridades municipales y escolares nos han apoyado y ya empiezan a correr la voz sobre nuestra labor, las invitaciones para atender otras comunidades y escuelas no se han hecho esperar.
Hace unos días, un niño hizo un dibujo de la biblioteca móvil, de mi compañero y yo sosteniendo unos libros, un telescopio, Júpiter, la luna y un corazón; al preguntarle por qué había dibujado eso, respondió que lo que más le gusta es que vayamos a leerles. Sin duda resulta inspirador y gratificante: percibimos lo mucho que significa nuestra labor para las niñas y niños. Compartir lecturas en voz alta por las tardes, teniendo de fondo las notas musicales de la banda que ensaya en la escoleta, mientras la neblina baja de las montañas y lo cubre todo, nos llena de entusiasmo, disipa la fatiga y nos anima a continuar promoviendo la lectura por las numerosas y muy pobladas comunidades de la Sierra Mixe.
Programa Seguimos Leyendo
Una vez más hemos dado el banderazo inicial del Programa Seguimos Leyendo. Después de la suspensión de actividades por la pandemia del covid-19, hemos recibido, de manera constante, solicitudes de diferentes instituciones para acercar la lectura en voz alta a sus poblaciones. Escuelas de nivel inicial, preescolar, primaria, secundaria, bachillerato, asociaciones civiles, casas hogar para el adulto mayor, incluso el Centro Penitenciario Femenil de Tanivet han solicitado su incorporación a nuestro programa.
Mediante gestiones y alianzas interinstitucionales, de enero a febrero del presente año se han sumado ya 14 espacios de manera formal; cada mes, la voz de los lectores voluntarios llega a 1 270 niñas, niños y adolescentes y a 113 adultos.
A partir de la reactivación de Seguimos Leyendo se contactó a las lectoras y lectores voluntarios que permanecían ávidos por regresar a compartir lecturas. Contamos con la participación de 91 personas que han compartido con sus escuchas 259 libros, asimismo se les han prestado 224 libros para prepararse antes de llegar a su audiencia.
El recibimiento que ha tenido este programa en las diversas comunidades ha sido de gran aceptación. Sin duda, esta vuelta significa mucho para todos los involucrados, a partir de ahora tenemos nuevos retos y compromisos con las y los amantes de la cultura escrita.
El desarrollo de la ciencia en la Nueva España no fue igual en el siglo XIX que durante la centuria anterior. Para 1821 la devastación que dejó la Guerra de Independencia era total:1 el panorama económico era desolador, el aparato científico se encontraba desmantelado, los peninsulares “de valía” tuvieron que abandonar el país; la desorientación académica –después de 300 años de tutelaje– era muy grande y la incertidumbre y la violencia no dejaron un resquicio de tranquilidad para el estudio.
Así, existe un desfase de la ciencia mexicana con respecto, por ejemplo, de la de Europa, con Francia a la cabeza, que preparaba su despegue con los hallazgos reunidos en años anteriores, descubrimientos y avances que servirían para esbozar las grandes síntesis científicas con las que finalizó el siglo XIX. Paralelamente, se dio un desarrollo muy importante debido a las consecuencias sociales: se trata del periodo de “popularización de la ciencia” como respuesta al magnetismo que las nuevas síntesis científicas y sus aplicaciones en la tecnología empezaron a ejercer sobre los legos. Es probable que a esta corriente se hayan adherido las publicaciones mexicanas que hoy en día se atesoran en la Biblioteca Henestrosa y que nos ocupan en este momento.
La Ciencia Recreativa es una publicación del siglo xix dirigida por el ingeniero poblano José Joaquín Arriaga. Salió a la luz el 12 de abril de 1871 “con la intención de propagar con un estilo fácil, ameno y correcto la ciencia entre la niñez y las clases trabajadoras del pueblo”; se trata de una serie que no solo deleitó a los lectores, sino que también los instruyó. Se conforma de una serie de cuentos o leyendas breves –de 36 o 38 páginas– en las que se difunden conocimientos científicos, presentándolos de forma atractiva para la población en general. Encontramos títulos como “Vida y aventuras de una moneda de 5 centavos”, ejemplar que explica lo más esencial de la metalurgia y minería; “Los misterios de la niebla”, que trata de ciertos fenómenos meteorológicos, e “Historia de un grano de café”, que nos habla sobre el cultivo y cuidado de esta semilla. Algunos ejemplares están ilustrados con litografías de Hesiquio Iriarte y José María Velasco.
El Fondo Reservado de la Biblioteca Henestrosa alberga los siguientes títulos:
Introducción general. La primera semilla
Geografía Física del globo. Los campos de nieve
Física experimental y recreativa. Impresiones del viaje del Tío Pablo
Geografía física del globo. Una ascensión al Popocatépetl
Agricultura. Historia de un grano de café
Geografía Física del globo. Plutón y Neptuno
Física. Transformaciones de un trozo de hielo
Meteorología. Las tempestades
Meteorología. El titán y el Pigmeo
Física del globo. Los Aerolitos
Minería y metalurgia. Vida y aventuras de una moneda de 5 centavos
Meteorología. Los misterios de la niebla
1 Chinchilla Pawling, Perla. “La ciencia mexicana del período nacional”. En Trabulse, Elías. Historia de la ciencia en México. México: conacyt; fce, 198
Los Guerreros de Oaxaca estarán en su temporada 28 de la Liga Mexicana de Beisbol (lmb), y este 2023 el club celebra 27 años en el circuito veraniego con un plantel completamente reforzado en jugadores y cuerpo técnico.
Este año estará al mando de la tropa Gerónimo Gil, nacido en el Barrio de la Soledad, Oaxaca, oficialmente el primer mánager oaxaqueño que dirige al equipo bélico en su historia. Gerónimo estará comandando a su segundo equipo profesional después de que llevó a los Leones de Yucatán a la Serie del Rey en el 2019.
El resto del cuerpo técnico que acompañará a Gil lo integran Sergio Valenzuela y Javier Momo Cruz en el picheo; Daniel Fernández y Marco Antonio Romero en el bateo y Shamar Almeida e Iván Cervantes como entrenadores de bases.
La directiva zapoteca se esforzó por tener un equipo competitivo que peleara un campeonato, por eso llegaron los receptores Ricardo Valenzuela y Kevin Zamudio, además de Christian Ibarra, y una continuidad de peloteros como José Carlos Ureña, Orlando Piña, Samar Leyva y Carlos Figueroa, quien fuera el mejor pelotero a la ofensiva del club en la temporada 2022.
El picheo fue una de las posiciones que recibió más modificaciones, llegando nombres como el de Francisco Villegas, Adrián del Moral, Iván Salas, Marco Rivas, Adrián Ramírez y la continuidad de Luis Iván Rodríguez, Esteban Bloch, Erick Casillas y Luis Fernando Miranda, este último considerado el pícher del año en la Liga Mexicana del Pacífico en la temporada 2022-2023 con los Cañeros de los Mochis.
La base de extranjeros promete mucho con peloteros de calidad que han brillado en ligas de Estados Unidos y grandes ligas, como Edubray Ramos, lanzador que militó del 2016 al 2019 con los Phillies de Philadelphia; después, la llegada del norteamericano Eric Filia, con poder en el madero y velocidad en las piernas, además de la incorporación de Ademar Rifaela, quien viene de ser campeón en la Liga Invernal de Panamá.
Esta legión extranjera la completan los lanzadores José Mesa Jr., Ángel Padrón, David Ramos, jugadores de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional con números positivos quienes se mantienen en los primeros lugares en efectividad; se cuenta, además, con la continuidad del lanzador dominicano Elvin Liriano, quien en 2022 gustó mucho por sus grandes actuaciones en la loma de las responsabilidades.
El equipo bélico inició la pretemporada con un Early Camp con algunos peloteros que llegaron temprano a los entrenamientos para comenzar a tomar ritmo de juego, reportando el resto del equipo el pasado 1 de marzo para iniciar entrenamiento de playa en Huatulco, donde junto con los preparadores físicos Tonatiuh Cruz, José Luis Sandoval y Adrián Valadez, se preparan para tener una temporada exitosa.
Después, Guerreros regresó a la ciudad de Oaxaca para incorporarse a la Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú y comenzar de lleno con el entrenamiento de estrategia, fundamentos y práctica de bateo en general.
Los bélicos iniciaron sus juegos de preparación este 31 de marzo, para medirse en el clásico encuentro frente al selectivo de las Ligas Locales, y después disputar el Torneo Interliga frente a equipos como Diablos Rojos del México, Pericos de Puebla, El Águila de Veracruz y Toros de Tijuana. Iniciarán la campaña 2023 el próximo 21 de abril contra los Olmecas de Tabasco en el estadio Eduardo Vasconcelos en el estado de Oaxaca.
El mundo textil que se encuentra en Oaxaca es diverso. Desde las comunidades de Valles Centrales hasta la Costa, entre las montañas de la Sierra Norte y Sierra Sur y demás regiones, los textiles van y vienen, entre el pasado y el presente, dejan huella y se arraigan a las nuevas generaciones para no morir. En Andares del Arte Popular somos conscientes de que no podemos abandonar a los maestros que mantienen viva la herencia que transmiten de generación en generación, y nuestro principal objetivo es protegerlas.
Los textiles no solo son una prenda para utilizar, son el lenguaje e historia de muchos pueblos, símbolos que han perdurado desde antes de la época colonial y aún mucho después, cuando fueron introducidos nuevos productos al continente. Si hablamos, por ejemplo, del telar de cintura y de todas las herramientas que lo conforman, debemos señalar que se trata de una técnica que merece ser conservada, pues tiene un origen prehispánico que no solo se encuentra en Oaxaca, sino que se comparte en todo México y Centroamérica.
No podemos dejar de mencionar los tintes que la naturaleza le ha obsequiado al ser humano para utilizar en los textiles. Estos fueron descubiertos, muy probablemente, por casualidad o por alguna necesidad para plasmar un sentir: la grana cochinilla, el añil y el caracol púrpura, entre otros, predominan en el mundo textil de Oaxaca.
Por todo lo anterior, te invitamos a que conozcas nuestras salas y el universo textil que nos rodea en a Andares del Arte Popular, ubicado en Avenida Independencia #1003, Oaxaca, Centro.
Las bibliotecas son lugares de encuentro. Ahí coinciden lectores y lecturas, infantes y palabras, amigos, familia, comunidad. También en estos espacios surge la posibilidad de hallar historias olvidadas que alguna vez nos contaron; otras que no imaginábamos que fueran posibles y algunas más que no sabíamos que nos habitaban, pero para las cuales alguien más prestó sus palabras al papel para que las reconozcamos.
El origen de las bibliotecas está relacionado con el almacenaje y preservación de lo que sabemos del mundo y de nosotros mismos, pero preservar lo que hace la humanidad poco tiene de estático: esta crece, cambia, conoce y descubre; entonces el acervo también aumenta y se transforma. Sucede lo mismo con quienes lo exploran. Las bibliotecas poseen esa posibilidad del cambio, una expansión potencial de sus letras y de los horizontes de aquellos que se aventuran a estos encuentros con las historias resguardadas.
Desde la Red de Bibliotecas Infantiles BS y las Bibliotecas Móviles puestas en circulación nuevamente, somos testigos y promotores de estos esperanzadores encuentros, a veces suaves y paulatinos, como un papá que se aprende una rima o una mamá que hace voces al leer; otras veces con risas explosivas al jugar a ser trolls o descubrir cómo funcionan las estrellas. Sí, preservamos y acercamos historias para que las nuevas generaciones tengan una idea de dónde hemos estado, pero también para que tengan un espacio dónde formar y fortalecer vínculos con los suyos. Los encuentros que vemos y promovemos resignifican la experiencia personal y colectiva. Generamos espacios en los que lectores y no lectores se sienten libres para explorar, jugar, leer, conversar y regresar a casa con algo diferente: frases anidadas, dudas, experiencias, nuevos amigos. Con un poco de suerte, ese será el hechizo y volverán, un poco distintos, con más curiosidad, quizá. Y tienen todos ellos, sin saberlo, ese poder de transformar los acervos y a los bibliotecarios, de adaptarlos a sus lecturas, ritmos, búsquedas y necesidades. Desconocen esa relación simbiótica en la que la biblioteca se trastoca profundamente por su paso. Así, lectores y bibliotecarios estamos en una danza constante en la que nosotros proponemos y ellos llegan, toman, mueven, dejan.
Celebrar la importancia del libro es para las bibliotecas infantiles y móviles un mero pretexto. Sabemos que lo que en verdad celebramos son esos encuentros con historias, con uno mismo; celebramos los lazos que formamos y los universos que, entre letras y juegos, nos permiten conocernos como seres vulnerables, divertidos, resilientes, creativos. Son las manitas que recorren las estanterías, las voces que leen, las mentes que imaginan y la calidez que surge de sabernos cómplices en las historias, las que celebramos este mes en las bibliotecas.
Al iniciar un proyecto, concebimos un objetivo para él, aunque después su destino no responda necesariamente al primer planteamiento, ya que en el camino se van abriendo vertientes de trabajo, estudio y necesidades que lo modifican. Por eso, a veces, al volver la vista atrás, resulta difícil visualizar claramente cómo se formó el camino. Un elemento crucial para lograr la consolidación de los proyectos es la gestión: puede llevar poco tiempo cuando las circunstancias y las voluntades están alineadas, o puede tomar años cuando no es así, como en el caso del Fondo personal Manuel R. Palacios, de tema ferrocarrilero, en el que con algo de tiempo se acomodaron las energías y los escenarios.
Desde el inicio, este Fondo tuvo una concordancia singular que hizo crecer las expectativas y concretar las acciones para abordarlo. La organización documental se realizó bajo los lineamientos archivísticos que marca la ley, logrando un inventario que integró tres donaciones hechas por Manuel Palacios (hijo), principal apoyo para lograr, en primera instancia, la vinculación de esfuerzos entre Adabi Oaxaca y el Museo Infantil de Oaxaca. Terminada la parte documental, y movidos por el interés y curiosidad generados en gran medida gracias a las pláticas del Lic. Manuel sobre su padre, nos aventuramos a trabajar en algo nuevo: la descripción del apartado fotográfico, que, al requerir de un tratamiento especializado, necesita una inversión importante de tiempo, tanto en la organización como en la estabilización.
El planteamiento para esta fase requirió de la previa elaboración de un diagnóstico muy específico en el que se analizó cada fotografía, consignando sus medidas, el material de soporte, los daños y la técnica, el tipo de guarda requerida y la inversión de tiempo para su estabilización y descripción. Este proceso es necesario para hacer un planteamiento correcto y real sobre los tiempos y materiales que deben utilizarse para la estabilización y resguardo, acciones que se llevaron a cabo en colaboración con el Archivo General del Estado de Oaxaca y Adabi de México.
Para elaborar el inventario fotográfico fue absolutamente necesario capacitarse, así como alimentar el anhelo de saber más con lo encontrado en los documentos sobre el periodo de ensanchamiento de los ferrocarriles. Nos llevó dos semanas de teoría más otra de práctica; aun así, al inicio de la descripción nos enfrentamos a una tarea lenta y compleja, pues la descripción de la imagen, aunque puede mostrar el bagaje de interpretación de quien la observa, exige educar la vista de forma objetiva, de otra manera, las inferencias o aseveraciones infundadas nos llevarían a una mala lectura y, por ende, a dar referencias e información equivocada.
Este inventario consigna algunas características de catálogo, lo que permite recuperar varios elementos importantes —como los números de inventarios anteriores, inscripciones, técnica, medidas de la imagen y del soporte— y darle una clasificación, para lo que debe generarse un cuadro de clasificación exclusivo e independiente del cuadro documental. Además, el inventario nos permite ir agrupando las acciones reflejadas en la fotografía, a lo que se le suman las referencias bibliográficas y las búsquedas en plataformas oficiales y no oficiales que orienten o vinculen la compresión de los elementos, hechos o personajes que conforman las imágenes.
La principal fuente de información ha sido la revista Ferronales, en la que se encuentra el seguimiento administrativo de los trabajos que durante seis años se realizaron para el cambio de vías. Para nuestra fortuna, el Lic. Palacios conservó los números publicados durante seis años que duró la modernización de los ferrocarriles del proyecto Alemán; también referenciamos, aunque con menos frecuencia, Mirada Ferroviaria y otras revistas ligadas al tema ferrocarrilero. Otro apartado nos permite enlazar ligas digitales –la Mediateca INAH– que proporcionan información confiable.
La colaboración nos ha permitido ir más allá de un inventario documental. El Museo Infantil de Oaxaca ha sido un gestor decisivo en los traslados y la difusión de los procesos y contenidos, y nuestro próximo desafío conjunto está puesto en la apertura de este fondo al público, para lo que el Archivo General del Estado de Oaxaca es un gran aliado. Llevar a la luz estos retratos de un aspecto tan importante de México hace casi 70 años, no solo con información y documentos también con imágenes, merece una divulgación adecuada.
La riqueza literaria abunda en el acervo de la Biblioteca Francisco de Burgoa; sobresalen obras escritas y producidas por el intelecto de personajes que rebasan la erudición habitual de una época. Tal es el caso de Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) y su obra, casi desconocida, Neptuno Alegórico, de 1681. La impresión de este texto estuvo a cargo de Juan de Ribera, hijo de Diego de Ribera y hermano de Hipólito de Ribera, descendientes de una familia de importantes mercaderes e impresores de libros en el siglo XVII, y de quienes adquirió gran fama y prestigio pese a todas las vicisitudes que giran en torno a su persona y producción. Asimismo, la impresión se hizo en el “Empedradillo”, la calle de la oficina donde se hallaba la imprenta de Juan de Ribera desde 1677, y que se llamaba así por ser una de las primeras calles de la Ciudad de México en ser empedrada. La fama e importancia de este impresor creció al desposarse con María Benavides, quien procedía de otra familia de reconocidos impresores. Su unión ayudó a que la imprenta y mercadería de libros de ambas familias no pereciera.
Durante el Virreinato en la Nueva España se consolidaron algunas costumbres provenientes de la cosmovisión europea, en su mayoría de índole cristiana. Una de estas prácticas, que se volvió una tradición que evolucionó durante los posteriores siglos, incluso después de la Independencia de México, es el acto de erigir arcos triunfales. En efecto, estos elementos surgen y son erigidos desde la Edad Antigua con las guerras victoriosas del ejército romano, ejemplo ilustrativo es el famoso Arco de Tito.
Esta tradición se recuperó durante el Renacimiento, cuando los espacios se revistieron de iconografía clásica en su mayoría, aunados a otros aspectos formales y a un lenguaje alegórico conformado por elementos de la cultura grecorromana. Se dividieron en dos tipos: los arcos permanentes, con todos los elementos arquitectónicos vislumbrados en los arcos triunfales de las grandes ciudades europeas del siglo XVIII, y los efímeros o perecederos, elaborados con materiales como cartones, barro o lienzos; en ambos casos se erigen para presidir las entradas triunfales de grandes actores políticos y militares del momento. Así, serán bien conocidos en la Nueva España por ser elaborados para las entradas de los virreyes. Para esta honrosa labor se designaba a un erudito de la época, quien sería el encargado de modelar las imágenes alegóricas, frases históricas y analogías entre las virtudes de un héroe antiguo, o dios mitológico, y la majestad que tiene el prestigio de ser ensalzado por el arco.
En este sentido, el Neptuno Alegórico es la brillante obra que exalta a Vuestra Majestad, el virrey Tomás de la Cerda y Aragón, así como la descripción y explicación de las figuras alegóricas utilizadas como símil a la figura de este virrey. La alegoría es una figura retórica que se ocupa para describir la nobleza del virrey con figuras relacionadas a lo divino, muy representativas de la tradición antigua, es por ello que la Décima Musa lo sitúa a la par de una divinidad, en este caso del dios Neptuno.
Generalmente, la obra se estructura en cuatro partes, comenzando por una breve pero eminente dedicatoria. En esta, el Fénix de México, dirigiéndose al virrey, manifiesta la razón por la cual el arco triunfal dedicado a sus virtudes se compone de todo tipo de blasones. Esta parte es una muestra de la erudición de Sor Juana en materia de autores antiguos, ya que cita diversos y renombrados personajes como Séneca, Plutarco, Virgilio, Cicerón, Ovidio, entre otros; también deja entrever su conocimiento sobre materias religiosas, como los Evangelios, y sus profundas afinidades con la cultura egipcia, tema que atraviesa otros momentos de su obra.
En la segunda parte, la autora se concentra en exponer el porqué de la manifestación y tradición de los arcos triunfales en siglos pasados como regalo y veneración hacia los virreyes, en contraposición a la novedad en la que se basan los altos mandos de la época para encontrar “más apta la blandura inculta de una mujer que la elocuencia de tantas y tan doctas plumas”. No obstante, a pesar de los mismos prejuicios que Sor Juana tiene sobre su propia obra, no cabe la menor duda de que esta producción intelectual del Neptuno Alegórico, por más que fuese un encargo, es muestra de soltura y brillantez de la autora, más aún, aumenta el valor prístino de tal dedicación cuando se habla desde una época aún impregnada por la figura masculina como principal actor del conocimiento. Sin duda, una mujer que lucha contra los convencionalismos de la época.
Por otro lado, para hablar de las analogías que se utilizan en la obra, el Fénix de América cita las palabras de Ovidio: Non census magnus, nec clarum nomen avorum: sed probitas magnos, ingeniumque facit (‘Aquello que hace grande a los hombres no es la riqueza, ni lo ilustre de los hombres de sus antepasados, sino la honradez y el carácter’). Así, una de las similitudes más importantes que Juana de Asbaje observa entre los actores principales de este arco triunfal es que ambas figuras, Neptuno y el virrey Tómas de la Cerda, son, por un lado, un dios-príncipe cuyo dominio es el océano, mares y ríos; mientras que, por el otro, el virrey ostenta el título de “marqués de La Laguna”, y es general del Mar Océano, con todos los ejércitos y costas de Andalucía. Además de eso, el tridente de Neptuno guarda un significado que se seculariza en un elemento simbólico con la frase Munere triplex ‘triple función’, aludiendo a la vez a las potestades del bastón del virrey: civil, militar y penal. La tercera y cuarta parte de la obra versan sobre la descripción pormenorizada de las inscripciones y los lienzos, y una explicación en verso del arco.
Te invitamos a consultar la obra digital en la sección de la Biblioteca Burgoa albergada en el sitio web de la http://bitly.ws/Cer5