El compromiso con México se renueva

Nos alegra compartir con nuestros seguidores, colaboradores y amigos que, desde su creación y al cierre del ejercicio 2021, la Fundación Alfredo Harp Helú, junto con sus filiales, ha apoyado a un total de 5702 proyectos para México. Las áreas por las que desde hace más de veinte años se preocupa —y ocupa— todo el equipo que conforma las fundaciones Harp Helú son la trama y urdimbre sobre las que tejemos día con día nuestros esfuerzos.

Si bien los últimos años se han presentado particularmente difíciles para todos los mexicanos, también ha sido una época que nos ha demostrado que la solidaridad y el trabajo en conjunto son la clave para salir adelante. Es por eso que la FAHH no quita el dedo del renglón y hace lo propio. Las iniciativas que apoyamos trabajan constantemente con renovada energía: se han otorgado apoyos a diversos centros de salud del país; también impulsamos la educación mediante la construcción y equipamiento, becas y donación de material bibliográfico y didáctico. Miles de niños de diversos municipios fueron beneficiados con bicicletas, balones y equipo deportivo, además, las múltiples iniciativas de FAHH Deporte han llegado a diversas colonias y alcaldías de la Ciudad de México. Como cada año, la Coordinación de Medio Ambiente, en conjunto con la sociedad organizada y los municipios, plantamos más de cinco millones de árboles en las diferentes regiones del estado de Oaxaca, y nos ocupamos también de proyectos de plantación urbana. Desde el Taller de Restauración FAHHO y la Casa de la Ciudad colaboramos en la construcción, rescate y restauración de más de veinte monumentos históricos, así como parques y espacios públicos en diferentes localidades de Oaxaca. Los profesionales de Adabi de México trabajan con documentos históricos, fondos bibliográficos, colecciones fotográficas y hemerográficas que son resguardados con las medidas necesarias y puestos a disposición de la consulta del público. En Andares del Arte Popular trabajamos con artesanos, impulsamos la venta de sus maravillosas creaciones y buscamos, en la medida más amplia de las posibilidades, que su trabajo sea reconocido y, sobre todo, valorado. Se han entregado muebles y material para reconstruir escuelas y viviendas; se han apoyado centros musicales, concursos de creación literaria y hemos otorgado premios a la labor de rescate de las lenguas indígenas, proyectos que se gestan desde la sociedad y que acuden a la Fundación Alfredo Harp Helú buscando la guía de los especialistas, o el impulso económico compartido.

Cada vez hay un nuevo reto por el que trabajar —una donación, un edificio que rescatar, un archivo que limpiar y organizar—, por ello hacemos hincapié en el desarrollo de los jóvenes, estamos seguros de que su visión y participación es fundamental para mejorar la sociedad y salir avante de cualquier adversidad. Sin embargo, las acciones que cada uno de nosotros lleve a cabo también son vitales para la construcción del futuro de todos, y en la Fundación estamos seguros de ello. Nuestro compromiso sigue siendo con la gente de México, sus culturas y con los valores humanos universales.


XV años navegando entre libros

Una biblioteca no es un conjunto de libros leídos,
sino una compañía, un refugio y un proyecto de vida.

Arturo Pérez-Reverte

Por mucho tiempo, las bibliotecas fueron espacios de culto y silencio, lugares ocupados por estudiantes en búsqueda de información para las tareas escolares e investigación; una función importante, pero no la única. Estos espacios de orden y absoluta solemnidad daban poca cabida a la curiosidad de sus moradores; era impensable el barullo entre sus pasillos y, aún más, ver merodeando a personas que no estuvieran en edad escolar. Nadie imaginaba la transformación que estos espacios tendrían en el transcurso de los años, pues, como muchas otras instituciones, tuvieron que adaptarse a las necesidades sociales que iban surgiendo y mutaron para ser más versátiles, pero, sobre todo, para convertirse en lugares de encuentro, lectura y creatividad.

Fue así como dos almas dedicadas al mundo de los libros soñaron con un espacio distinto, un lugar luminoso para los ojos y el alma, un semillero de un tipo de lectura que no tuviera restricciones y estuviera al alcance de todos. Gracias al apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y al incesante entusiasmo de la Dra. María Isabel Grañén Porrúa y del Lic. Freddy Aguilar Reyes, ese deseo se hizo realidad.

El 3 de marzo de 2007 se abrió la BS Biblioteca Infantil de Oaxaca, un espacio dedicado a las niñas, niños y familias de la ciudad. Con gran algarabía, coloridos zancudos y frías paletas que apaciguaban el calor de la época, la BS recibió a sus primeros visitantes, quienes se acercaron llenos de curiosidad para descubrir qué había en ese magnífico edificio que serpenteaba entre ciruelos, y cuyo jardín era resguardado por una fuente de sapos, regalo del maestro Francisco Toledo.

Así inició esta odisea que, como el viaje de Ulises, está llena de anécdotas y aventuras que todos sus visitantes han creado entre los pasillos y salas de lectura. La travesía inició con un aproximado de cinco mil libros —de narrativa, poesía, obras de teatro y libros informativos— que atraparon la mirada de los primeros curiosos. Este proyecto proponía una nueva perspectiva: crear un espacio para estimular la imaginación a través de la literatura y compartir la experiencia familiar del placer por la lectura. Así, la BS fue una de las primeras bibliotecas del país en poner a disposición del público una bebeteca, es decir, una sala de lectura para la primera infancia (0-6 años), porque está comprobado que el acercamiento a los libros desde edades tempranas es una forma de construir vínculos más sólidos entre padres e hijos, además de estimular la adquisición del lenguaje en los bebés.

Los servicios y las nuevas formas de trabajo fueron clave para atraer al público, pues la biblioteca no solo resguardaba libros e información, también propuso actividades artísticas, culturales y ambientales dirigidas exclusivamente al público infantil y juvenil. Tardes de libros en el jardín, talleres, círculos de lectura, charlas y exposiciones fueron algunas de las actividades planteadas al inicio del proyecto y que se han ido consolidando a lo largo de los años. Tiempo después, el jardín de las letras creció y el semillero de la lectura se extendió a otros lugares de la ciudad para crear una Red de Bibliotecas Infantiles que, gracias a su constante labor, se ha afianzado como un espacio donde, además de obtener e intercambiar información, se crea un ambiente de sociabilidad, acceso libre y acogedor que invita a permanecer en el lugar. Fue así como a esta travesía se unieron más naves.

En 2008 se equiparon dos camionetas con libros, anaqueles, mesas y sillas para echar a andar las Bibliotecas Móviles, un proyecto que recorre las agencias y municipios para acercar actividades relacionadas con la lectura, servicio de préstamo a domicilio y cine. En 2011 se abrió un espacio mucho más pequeño en el Centro Cultural San Pablo; después, en 2013, la Casa de la Cacica en Teposcolula acogió una nueva sede de la BS. En 2017 abrieron sus puertas la BS Ferrocarril y BS Canteras; finalmente, en 2019 la BS cruzó las fronteras, estableciendo una sede en el Salón de la Fama, ubicada en Monterrey. Asimismo, el proyecto ha extendido su apoyo a iniciativas que comparten el mismo interés por la lectura, con la compra de libros y equipo para la creación de “bibliotecas amigas”, como El Diablo de los libros, de la Central de Abastos, El Gran Cocodrilo, en Montoya, la Biblioteca de El Rosario y la de Santa Catarina Minas.

El próximo 3 de marzo la BS cumple 15 años de transitar por estos mares de la lectura, un viaje con muchos días soleados en los que hemos visto crecer no solo el interés por los libros, sino también los proyectos y deseos de muchos niños cuyos cimientos se encuentran en este espacio que los abrigó, y donde su infancia quedó marcada.

Sin duda alguna, la BS seguirá al alcance de todas las familias que decidan asomarse a este mundo de imaginación y fantasía.

¡Felicidades a la BS!


Cinco años de ser MIO

Hablar de la Antigua Estación del Ferrocarril, terminal Oaxaca, es hacer un viaje a su historia: relatos de fantasía, anécdotas de ferrocarrileros y viajeros, así como sueños de la infancia; y es que cuando hablamos del ferrocarril es inevitable no soñar.

Con el ánimo lleno de esperanzas fue que en 1879 se colocó la primera piedra para la construcción del complejo de la Estación del Ferrocarril. De igual manera, en 1882 se sembró el higo de la Estación por el entonces gobernador del estado, el general Gregorio Chávez, como símbolo del término de la obra y el inicio de su funcionamiento para conectar a Oaxaca con el resto del país.

Quién hubiera imaginado que 124 años después el ferrocarril en México sería solo una parte de la historia. Sin embargo, el inmueble ubicado en el emblemático barrio del Ex Marquesado de la ciudad, con todo el valor patrimonial que aporta a nuestra historia como oaxaqueños, se convirtió en la sede de un nuevo sueño que parecía salido de los cuadros del pintor ocoteco Rodolfo Morales.

Han pasado cinco años desde aquel 3 de marzo de 2017 en que el barrio del ExMarquesado vio nacer al Museo Infantil de Oaxaca, un proyecto que retomó los espacios arquitectónicos de la Antigua Estación del Ferrocarril —impulsado para su rescate y restauración durante el 2013 por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, en coordinación con la federación, a través de su Secretaría de Cultura, y el municipio de Oaxaca de Juárez— y que se formó con el compromiso de brindar a los niños y niñas un lugar seguro para fomentar y amparar sus ideales, impulsar su creatividad e incentivar su acercamiento al patrimonio natural y cultural de nuestro estado.

Con 1826 días de operación, el Museo Infantil de Oaxaca se ha llenado de incontables risas y momentos memorables para las infancias. Ha sido escenario de eventos artísticos y culturales como presentaciones de conciertos, malabarismo, teatro, cuentacuentos, entre otros. En sus espacios se han impartido más de quinientos talleres infantiles, abarcando temas de educación ambiental, y patrimonial, arte y primera infancia, y nuestros colaboradores han realizado convenios para ofrecer a los niños y niñas un acercamiento a los grandes maestros del arte oaxaqueño con la renovación de las exposiciones didácticas infantiles “Rodolfo Morales, Maestro del Color” y “Las Sonrisas de Tamayo”.

Pese a todo, han pasado también dos años desde que la situación sanitaria global nos hiciera cerrar nuestras puertas, dando al equipo del MIO la tarea de explorar nuevas formas de acercarnos a nuestro público, valiéndonos de recursos que nos hacen extrañar un poco menos las risas, la imparable creatividad y alegría de los niños y niñas. En estos silenciosos años nos hemos dado a la tarea de plantearnos nuevos objetivos y metas, y desarrollar programas que permitan a nuestros visitantes disfrutar de un nuevo MIO a su regreso.

A puerta cerrada se ha sostenido el compromiso permanente del mantenimiento del inmueble de la Antigua Estación, con trabajos significativos, como la restauración de la barda perimetral; también se ha trabajado de la mano de la comunidad ferrocarrilera en Oaxaca para mantener viva la memoria del Ferrocarril Mexicano del Sur, rescatando tres acervos documentales: la Colección Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros Sección XXII, la Colección del Ferrocarril Mexicano del Sur y la Colección Manuel R. Palacios. Se han renovado proyectos digitales y se ha gestionado un acervo que enriquecerá la historia de este medio de transporte en Oaxaca.

Estamos orgullosos de lo que hemos logrado hasta ahora porque es resultado del arduo trabajo del museo; buscamos generar espacios seguros para la expresión de todas aquellas infancias ávidas por tener un lugar al cual pertenecer, queremos que encuentren un espacio propio en el Museo Infantil de Oaxaca. Y seguimos aprendiendo, llenando de plantas nuestros huertos a la espera de que reverdezcan, aguardando el momento propicio para dar apertura a la muestra de nuestros nuevos acervos para que maravillen a chicos y grandes.

Esperamos con ansias el momento de abrir nuevamente nuestras puertas, nos emociona la idea de ver rostros conocidos y de encontrar nuevos amigos que corran por los espacios, llenando de vida la Antigua Estación del Ferrocarril donde el MIO es de todas y todos.


Mantenimiento de la Biblioteca Francisco de Burgoa

Los libros han sido el medio para la expansión del conocimiento. Concentrados en las grandes bibliotecas —construidas y enriquecidas por el hombre—, son el instrumento perfecto para iluminarse e instruirse. Hoy en día sobreviven obras valiosísimas producidas en el mundo prehispánico, algunas otras, traídas del viejo continente y que resistieron tormentas, asaltos y naufragios, a los que además se han sumado las obras producidas en el “Nuevo mundo”.

La preservación de estos materiales puede verse afectada por diferentes catástrofes imposibles de evitar. Entre los eventos que en la historia han arrasado con los recursos bibliográficos más valiosos de la humanidad se encuentra el caso del incendio del Museo Nacional de Brasil, que resguardaba una de las colecciones más antiguas del mundo. Desde 2014, el museo había dejado de recibir ingresos para su mantenimiento, por lo que las paredes se encontraban en pésimo estado y todo el cableado estaba expuesto. Así, el 2 de septiembre de 2018, cerca del 90% de las piezas del museo se incendiaron, aboliendo una parte de la memoria de la humanidad.

Una de las bibliotecas más importantes de México se encuentra en Oaxaca, la Biblioteca Francisco de Burgoa, antes llamada “Biblioteca Vasconcelos”, perteneciente a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y ubicada en el exconvento de Santo Domingo de Guzmán. Luego de ser intervenido en 1994, este espacio pudo acoger, en 1998, la colección constituida por treinta mil valiosos ejemplares que conforman cuatro fondos: antiguo, histórico, moderno y de colecciones. La biblioteca, que en su momento fue el primer proyecto activo, ofrece hoy en día la restauración de materiales bibliográficos e históricos en su taller especializado.

A partir de su reubicación y catalogación, iniciadas en el año de 1993 gracias al interés del maestro Francisco Toledo, se sumó prontamente Fomento Social Banamex para la restauración y rehabilitación del exconvento, así como para la fabricación del mobiliario destinado al acervo. Por esas fechas comenzaba a surgir la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. A finales de 2021, y a 25 años de la apertura de este recinto, la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la FAHHO y directora de la Biblioteca Francisco de Burgoa, encaminó un proyecto de mantenimiento del ala norte del exconvento, el espacio ocupado por la biblioteca.

Mediante un convenio entre la FAHHO y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, realizado a finales del año 2021 y principios de este 2022, se llevó a cabo el proyecto de instalación eléctrica de la Biblioteca, cuyo principal objetivo consiste en cumplir con las normas actuales de seguridad que la Unidad de Verificación de Instalaciones Eléctricas (UVIE) establece, ya que, desde la restauración inicial del edificio, el sistema eléctrico con que contaba la biblioteca se encontraba obsoleto y no cumplía con las normas de seguridad vigentes.

Con el objetivo de preservar la calidad del acervo bibliográfico —y del edificio— se contó con el análisis de especialistas de diversas instituciones, entre ellas de la UVIE. Los dictámenes concluyeron que existía un terrible riesgo de que se originara un incendio, pues no se contaba con planos, memorias de cálculo, diagrama unifilar, cuadros de cargas o registros de la instalación eléctrica y, a su vez, dicha instalación se encontraba desprotegida frente a cortocircuitos y descargas eléctricas; los tableros eran obsoletos, se encontraban dañados y con piezas, como tornillos y tapas, vencidas. Parte de las luminarias y balastros que alcanzan altas temperaturas, así como los registros eléctricos, estaban en contacto con los libreros, por lo que, en caso de fallar, habrían hecho contacto con la madera y el papel de los libros; además el cableado y aislamientos se encontraban deteriorados por el uso y la temperatura. La rehabilitación completa de la instalación eléctrica consistió en realizar el descableado, desmontaje de luminarias, tuberías, tableros e integraciones de registros, centros de cargas, cajas, tuberías, interruptores termomagnéticos, cableado y luminarias, entre otros.

El acervo de la Biblioteca Francisco de Burgoa cuenta con una instalación eléctrica segura e iluminación adecuada, con lo que se encuentra protegido del riesgo que representa un incendio. La pérdida de una biblioteca constituye una de las destrucciones culturales más lamentables por las que puede atravesar la humanidad, y compete a cada institución recapitular y proceder en las medidas, actualización de tecnologías y revisión del apego a las normas de seguridad necesarias para su preservación.


Registro y conservación del Mapa de Sosola

El Mapa de Sosola es un mapa con escritura pictográfica mixteca que fue pintado en el siglo XVI sobre papel. Por los documentos que lo acompañan (y de los cuales actualmente solo quedan en la comunidad reproducciones fotostáticas hechas entre 2000 y 2003) sabemos que es la copia de una pintura hecha sobre un lienzo de algodón en 1575 para presentar en un conflicto con el vecino Huauclilla. En el documento, las dos comunidades plasmaron cada una su versión del lindero, usando la escritura pictográfica que encontramos en los famosos códices.

La primera vez que el mundo supo de este mapa fue el 7 de abril de 1978, cuando, por mediación de Rafael Cruz Vázquez, vigilante del Instituto Nacional de Antropología e Historia, los investigadores Maarten Jansen y María de los Ángeles Romero Frizzi pudieron estudiar y fotografiar el mapa. Finalmente, el documento fue analizado y publicado por Maarten Jansen y Aurora Pérez Jiménez en el año 2000, y reeditado en 2007 y 2013.*

La importancia de este documento radica en que forma parte de los pocos testimonios pictográficos que aún se encuentran en su lugar de origen en la Mixteca. Solo se conocen unos ocho ejemplares en esta situación, número que aumenta a trece si incluimos los demás conservados en comunidades de la región de Coixtlahuaca.1 La conservación de este patrimonio local es una preocupación importante para la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, por lo que a lo largo de los años, ha apoyado a varias comunidades para que conserven sus pinturas, no solo en la Mixteca, sino en otras regiones del estado.

Por lo anterior, y tomando en cuenta que ya han transcurrido 44 años desde que se fotografió el documento, personal de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, en coordinación con arquitectos del Taller de Restauración —que desde hace unos años trabajan en la restauración de la iglesia de San Juan Sosola— pedimos audiencia con el comisariado de Bienes Comunales y el agente de la comunidad en turno, quienes nos recibieron muy amablemente. En una segunda visita, el día 2 de febrero, pudimos inspeccionar y fotografiar de nuevo el documento; en esta ocasión constatamos que el mapa no ha sufrido daños visibles desde 1978. Lo que preocupó a ambas partes fue el extravío del expediente alfabético, del cual, como dijimos, solo quedaron copias fotostáticas. Acordamos que sería de suma importancia averiguar qué había sucedido hace veinte años, cuando se fotocopió.

El objetivo de la visita no solo era registrar y evaluar el estado del documento, sino también conversar sobre su conservación a futuro, una preocupación que fue compartida con las autoridades locales, incluyendo la actual agente de la comunidad. Las autoridades expresaron su interés en realizar una visita al Taller de Conservación de la Biblioteca Francisco de Burgoa, en donde las manos pacientes de la Lic. María del Refugio Gutiérrez han consolidado, limpiado y restaurado numerosos documentos de las comunidades oaxaqueñas durante los últimos veinte años.

Este programa de conservación tiene como mayor desafío el hecho de que estos documentos no son fríos objetos museísticos de interés únicamente académico o de tintes nacionalistas, sino que forman parte del patrimonio de comunidades vivas que descienden directamente de quienes elaboraron los documentos. Cualquier programa de conservación debe tomar en cuenta esta característica y tender puentes entre los intereses y prioridades de las comunidades y los de los académicos e instituciones. Actualmente, además de la preocupación por la conservación, existe mucho interés en las comunidades que guardan documentos pictográficos, por saber más de su contenido, dándose, de esta manera, una importante conexión al explorarlos conjuntamente comunidades y académicos.

La eminente conservación del Mapa de Sosola es un ejemplo más de cómo las comunidades e instituciones pueden colaborar y encontrar puntos en común en pro del patrimonio documental. La BIJC agradece a los arquitectos del Taller de Restauración su amable apoyo para organizar las visitas a la comunidad.

*En el primer caso se encuentra en las pp. 249-251. En el segundo, en las pp. 44-72.

1 Sin embargo, fuera de la Mixteca aún se conservan, aproximadamente, 45 documentos pictográficos en museos, bibliotecas y archivos.

Referencias
Jansen, Maarten, y Gabina Aurora Pérez Jiménez, La Dinastía de Añute. Historia, literatura e ideología de un reino Mixteco. Leiden: CNWS, Universiteit Leiden, 2000.
Historia, literatura e ideología de Ñuu Dzaui. El códice Añute y su contexto histórico-cultural. Oaxaca: EEPO, 2007.
Historia, literatura e ideología de Ñuu Dzaui. El códice Añute y su contexto histórico-cultural. Oaxaca: CSEIIO, 2013


Un lienzo emplumado

Se sienta junto a una ventana que mira hacia el norte por encima del jardín, su larga urdimbre tendida frente a él. Al estirar la espalda, el telar se tensa. Luego él se encorva al crecer su concentración, contando hilos que se elevan y se hunden con suave inclinación. Introduce entonces el machete de madera, tomándolo con ambas manos para apretar la trama. A veces parece como si estuviera arrastrándose cuesta arriba en una montaña, intentando jalar todo su cuerpo con los brazos, como si la Sierra de San Felipe lo hubiera embrujado y anhelara alcanzarla. Teje con esmero de ocho a tres, de lunes a viernes. Con cada nuevo lienzo que comienza, le enseño técnicas que he dilucidado al examinar frágiles fragmentos arqueológicos y viejas colecciones almacenadas en museos polvosos. Cuando lo necesita, trazo los diseños en papel milimétrico, que él estudia con cuidado y luego procede a transferir a la tela. Después de ocho años de trabajar juntos, nuestras conversaciones se han vuelto crípticas para quienes nos escuchan, pues definimos los cruces que han de seguir los hilos en términos que nosotros acuñamos. La comunicación entre él y yo fluye rápida y sucinta, puntuada por el ofrecimiento de un vaso de agua de manantial o una taza de té de manzanilla.

Noé Pinzón aprendió a tejer de su madre. Su padre se había marchado a los Estados Unidos, buscando empleo. Los hombres jóvenes en su comunidad de origen (San Mateo del Mar, población ikoots asentada en una lengüeta de tierra entre el Pacífico y las grandes lagunas salobres del Istmo de Tehuantepec) aprenden a pescar o a cultivar las parcelas arenosas, pero no se sientan ante el telar. Sin embargo, la madre de Noé, Francisca Palafox, es una tejedora magistral y él fue cautivado poco a poco por su arte. Al ver que la violencia y la desesperación se afianzaban en el vecindario, a la par del narcotráfico, la familia decidió mudarse a la ciudad. Acá Noé se sintió menos cohibido por la presencia de testigos masculinos y comenzó a tejer abiertamente. Al poco tiempo desarrolló tanta destreza como sus hermanas. Inicié mi pequeño proyecto con la familia entera los sábados, cuando habían terminado su rutina de trabajo y podían dedicarle algo de tiempo a la experimentación. No entiendo la lengua ombeayiüts que ellos hablan, pero pude inteligir que la madre y las hermanas preferían retomar las técnicas que les eran familiares, mientras que la curiosidad de Noé había despertado. Expresaba más y más entusiasmo con cada tuerce de los hilos que yo le mostraba, y quedé convencido de que podríamos trabajar juntos para crear tejidos novedosos a partir de muestras antiguas, sin importar cuán difícil y tediosa fuera la tarea.

Con la generosidad que la caracteriza, la Fundación Alfredo Harp Helú respaldó nuestro proyecto a través del Museo Textil. Además de proveerle un empleo formal a Noé, la FAHHO financió la recreación de hilos emplumados, que dejaron de usarse en Oaxaca y en otras regiones de México hace unos trescientos años. Hector Meneses, hoy director del MTO, había revelado en su tesis de licenciatura la mayoría de los secretos en el proceso de teñir, torcer y tejer la pluma, al estudiar un dechado labrado que formó parte de un huipil hacia el año 1700, un milagro de sobrevivencia que llegó a nuestras manos gracias al Maestro Francisco Toledo, quien conoció a Noé y admiró su trabajo. Animados por el Maestro y armados de una buena provisión de hilo emplumado de varios colores, a finales de 2014 estábamos listos para emprender el reto.

Mostramos aquí la primera pieza que logramos. Noé terminó de tejerla en abril 2015. La urdimbre y la trama son de seda criolla que fue criada, hilada y teñida con grana por Moisés Martínez Velasco y su familia en San Pedro Cajonos, comunidad zapoteca en la Sierra Juárez. La pluma de ganso fue teñida y torcida por Román Gutiérrez Ruiz en Teotitlán del Valle, población zapoteca cercana a la ciudad. El tejido de base es una estructura de gasa compleja 4-4 combinada con trama envolvente. 4-4 indica que cuatro hilos pares de la urdimbre se tuercen con cuatro hilos nones. El resultado es una textura reticular que hace resaltar los puntos de color, donde las tramas suplementarias de hilo emplumado (teñido con grana, añil y pericón) lucen a través de los pequeños orificios redondos. La idea nos surgió a partir de una magna exhibición de moda mexicana inaugurada en esas fechas en CDMX. Las personas a cargo de la instalación de los textiles comunitarios difundieron por las redes sociales un mensaje que decía: “Colgando chambritas. Estamos en montaje preparándonos para nuestra siguiente exposición…” Nos indignó ese comentario. Concebimos esta pieza como respuesta a lo que nos pareció un trato denigrante para el arte de los pueblos originarios, y le dimos por nombre: “Paño para recibir a una criatura al nacer”. Se exhibe en este momento en la muestra “Arte de los pueblos de México. Disrupciones indígenas” en el Museo del Palacio de Bellas Artes.


Arquitecturas Nativas

En enero de este año, la Casa de la Ciudad formó parte del Festival Sarañani, evento internacional organizado por la Escuela de Conservación Sarañani, de la Fundación Altiplano, una institución sin fines de lucro asentada en Arica y Parinacota, Chile, que acompaña a comunidades andinas y rurales que necesitan conservar sus tesoros naturales y culturales en riesgo. Lo anterior en colaboración con RootStudio, del arquitecto Joao Boto Caeiro, con sede en la ciudad de Oaxaca y cuyo trabajo integra sostenibilidad y sentido social.

Fuimos anfitriones de algunas de las charlas que formaron parte de la programación y que reunieron a personas y organizaciones de Chile, Perú, Bolivia, México, Angola, Argentina, Italia, Alemania, España, Estados Unidos y Australia. El objetivo del Festival fue poner sobre la mesa temas como el desarrollo sostenible, la preservación de tradiciones constructivas, el trabajo en comunidad y las arquitecturas nativas.

Además de fungir como sede, formamos parte de uno de los paneles para hablar del trabajo de la Casa de la Ciudad y del Taller de Restauración FAHHO en torno a la reconstrucción de viviendas, restauración, mejoramiento de imagen urbana y conservación patrimonial. Para ello tomamos como ejemplo los proyectos desarrollados en Santo Domingo Tehuantepec, sin dejar de mencionar los 26 años de trabajo de conservación del patrimonio histórico y arquitectónico del estado que la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca ha realizado desde que, en 1994, se sumó al proyecto del actual Centro Cultural Santo Domingo.

El trabajo de rescate y conservación de las casas tradicionales de Tehuantepec ha implicado una serie de etapas: por ejemplo, el recorrido en comunidades para hacer un reconocimiento de las zonas afectadas por sismos u otros siniestros, y el estudio de la diversidad cultural y patrimonial de la zona. Esta última considera aspectos como el patrimonio natural, prehispánico, documental, vernáculo y ferroviario. Posteriormente, se realizó una concentración de casas catalogadas, de las cuales 175 están denominadas como “Monumentos Históricos Inmuebles” por el Instituto Nacional de Antropología e Historia ante la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos. Se estudió la traza urbana para el análisis del territorio de la ciudad. Se identificaron los problemas que a lo largo de los años han dificultado la conservación del patrimonio tehuano: falta de programas específicos para la recuperación de casas de arquitectura tradicional, demolición de un patrimonio recuperable, aniquilación de la arquitectura local, contaminación visual, intervenciones inadecuadas, falta de mantenimiento, transformación y pérdida de la imagen histórica, réplicas sísmicas constantes, desconfianza en el sistema constructivo tradicional y, sobre todo, falta de especialistas.

También realizamos un análisis de las características arquitectónicas de las casas tradicionales de Tehuantepec, como los materiales que las componen y el sistema constructivo. Finalmente, se compartieron los resultados de cuatro años de trabajo, así como nuestros objetivos y estrategias, entre las que se encuentran: recuperar la confianza en el sistema constructivo tradicional, detener las demoliciones, restaurar las casas tradicionales, reactivar la economía, recuperar espacios culturales, mejorar la imagen urbana y crear alianzas institucionales y un programa de recuperación del patrimonio.

Concluimos nuestra participación en el Festival Sarañani 2022 hablando de la importancia de confiar en los sistemas constructivos tradicionales y de la conservación del patrimonio de las comunidades. Para conocer más acerca de este trabajo puedes visitar: www.casadelaciudad.org y www.tallerderestauracionfahho.org


El libro coral de Santiago Yolomécatl

En 2019 tuvimos la fortuna de colaborar en la organización del archivo de un templo que data de 1678, en Santiago Yolomécatl, una comunidad de la Mixteca con un fuerte arraigo a sus costumbres y tradiciones. Acudimos allí gracias a una solicitud recibida por parte de la Sociedad Católica de este lugar. Este grupo de personas, que son nombradas cada año por la autoridad municipal, es el encargado de salvaguardar los bienes materiales y menesteres de la iglesia.

Antes de realizar la intervención, fue necesario levantar un diagnóstico del estado de conservación del acervo documental que se encontraba guardado en cajas de polipropileno, algo que ayudó, en cierta medida, a protegerlos a pesar de las condiciones adversas de luz y humedad de la bóveda en la que se encontraban. Sin embargo, el deterioro causado por esta exposición era visible e irremediable. Viendo esto, se les exhortó a realizar la movilización de los documentos y libros a un espacio adecuado durante unas semanas, en lo que el equipo volvía para llevar a cabo la organización. Es importante mencionar, como siempre señalamos, que las condiciones en el resguardo de los documentos son clave para su conservación.

Al regreso constatamos que los expedientes y libros habían sido resguardados en mejores condiciones, y que, además, estaban envueltos en tela tipo tyvek, esto a razón de que, poco tiempo después de nuestro diagnóstico, se presentó personal del INAH ante la Sociedad Católica para trabajar en el templo, y como parte de sus actividades almacenaron los libros y documentos en soportes provisionales, por lo que la limpieza a fondo fue la primera acción que tomamos.

Durante este proceso se nos presentó un majestuoso ejemplar en gran formato que atesoraban en el templo. Se dedujo que se trataba de un libro de coro, porque en sus inmensas páginas se observaban partituras y cantos de tipo religioso escritos en latín, mientras que sus letras manuscritas eran de color negro y rojo, y las iniciales estaban plasmadas con bellas decoraciones de imágenes religiosas, frutos, flores y aves. El libro ostenta tapas de madera recubiertas en piel, sus esquinas y broches terminados en metal, y el lomo reforzado con cinco nervios de cuero, lamentablemente tres de ellos se encontraban rotos.

En un estudio elaborado en la Biblioteca de México —lugar donde se resguarda uno de los libros de coro más antiguos del país—, se menciona que este tipo de manuscritos se empezó a usar en catedrales y monasterios en la Edad Media para alabar las creaciones divinas y fortalecer los rituales de la Iglesia. Se dice que fueron obras bibliográficas de gran contenido litúrgico y que se consideraban destinados a la preservación del “canto de los ángeles”.

Debe apuntarse que el libro de coro encontrado en Santiago Yolomécatl se hallaba en mal estado. Al tener tres nervios rotos, se tuvo que manipular con sumo cuidado para su limpieza, y aspirarlo en más de una ocasión, debido al exceso de residuos de madera que contenía por el ataque de la polilla. Posteriormente, usando la brocha, se retiró el exceso de polvo que guardaba cada una de sus más de doscientas páginas; finalmente, se realizó la limpieza del recubrimiento de piel con algodón, puliendo las partes metálicas con goma y retirando el óxido con bisturí. Puesto que es un libro de mayor dimensión que una caja AG-12, se almacenó en una guarda de tela tyvek y se le colocó una etiqueta que describe su ubicación dentro de la clasificación del archivo; desafortunadamente, no contamos con ningún otro dato sobre su antigüedad o fecha de elaboración.

El proceso de limpieza aplicado en este ejemplar es parte de un mantenimiento esencial que, si bien no elimina el deterioro, sí ayuda a retardar los efectos dañinos en el documento. Me sentí honrado por haber tenido entre mis manos esta peculiar obra. Es un hecho que el esplendor de su contenido seguirá enriqueciendo la historia de esta hermosa población y que será uno de los tesoros mejor resguardados en el archivo del templo de Santiago Yolomécatl.


Una nueva fórmula

Pasaron diez años para que la voz de mando del cuartel escarlata la emitiera alguien que no está íntimamente ligado a las raíces del equipo. Con la convicción de que para encontrar resultados diferentes no se pueden mantener los mismos métodos, los Diablos Rojos del México sorprendieron al mundo de la pelota con el nombramiento de Juan Gabriel Castro como su mánager para la temporada 2022.

Originario de Los Mochis, Sinaloa, Juan Gabriel Castro cuenta con una carrera larga e intachable como jugador, coach y mánager en diferentes niveles, aunque para nuestro país su logro más importante fue dirigir a la Selección Mexicana de Beisbol que obtuvo el histórico boleto para competir en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (aunque por injustos motivos administrativos no le fue permitido culminar su obra en el magno evento).

La directiva de la Pandilla Roja tiene claro que los conocimientos de Castro y su amplia experiencia llevarán al equipo a dar el paso que durante tres campañas consecutivas se han negado: representar a la Zona Sur en la serie final de la Liga Mexicana.

Con la llegada del nuevo estratega se puede adelantar una serie de movimientos en la plantilla de coaches y jugadores, con el objetivo de renovar los ánimos ganadores del club, que busca su corona número 17 en la historia —y primera desde 2014—, precisamente cuando se presentó el ajuste de piezas más recordado de los últimos años.

Durante la presentación, Juan Gabriel Castro, el nuevo piloto del infierno, y número 43 en la historia, dejó muy claro que la disciplina y el respeto serán las reglas de oro que lo acompañarán en este gran desafío y que, además, en caso de ser exitoso, lo colocaría muy cerca del radar de las Grandes Ligas, a donde pretende regresar algún día, aunque ahora en calidad de mánager.

Pero el tema deportivo no es lo único destacable en estas primeras semanas del año. Tras un invierno muy intenso, el Archivo Histórico de los Diablos Rojos ha nutrido de forma sustancial el contenido de su acervo, además de la extensa variedad de pasajes, datos y cifras que se buscan día con día con la colaboración de su equipo de investigación. El crecimiento es tan grande que muy pronto podríamos estar hablando de un logro sin precedentes en el beisbol mexicano. Seguiremos pendientes.


Del cafetal al timbre postal

Millones de personas como tú comienzan su día disfrutando de una taza de café, pero, te has preguntado, ¿qué hay detrás de ella? El aroma y sabor del café están condicionados por factores que van desde la manera de cultivarlo hasta su preparación. En México se producen cafés de excelente calidad, ya que su geografía, diferentes alturas, climas y suelos, permiten cultivar y producir variedades que han sido clasificadas dentro de las mejores del mundo. Asimismo, gracias al suelo de gran calidad de Oaxaca, a los árboles de sombra que se encuentran en laderas y a las grandes altitudes, es posible el cultivo del café de alta especialidad.

Con el propósito de promover y difundir colecciones filatélicas, además de promocionar y divulgar la importancia histórica y cultural de la producción y consumo del café, el Museo de la Filatelia de Oaxaca presenta la publicación Café exquisita obsesión: Colección Mario Ramírez Bahena – Del cafetal al timbre postal.

La primera parte de esta obra se compone de la colección temática “Café, exquisita obsesión” del filatelista Mario Ramírez Bahena, quien nos presenta temas como el origen del café, su cultivo y cosecha, cadenas de distribución, comercialización y su éxito a nivel mundial; todo ello contado por medio de materiales filatélicos como enteros postales en presentación de tarjetas y sobres, franquicias militares, marcofilia con cancelaciones especiales, slogans y sellos de máquinas franqueadoras, pruebas, errores, booklets, sobremarcas, bandeletas, muestras y una gran variedad de sellos.

La segunda parte del libro está dedicada al cultivo del café en Oaxaca. Para esta sección se invitó a colaborar a investigadores y productores cafetaleros del estado. Por ejemplo, al ingeniero Javier Aparicio López, investigador de la Universidad Autónoma de Chapingo, quien aborda los temas del origen del café en Oaxaca, las regiones y municipios productores, características generales del café y factores que influyen en la calidad del mismo. El maestro en ciencias Lucino Sosa Maldonado habla sobre el porcentaje de superficie cultivada por agricultor, la producción total en el estado y sus costos. El ingeniero Homero Blas Bustamante desarrolla el tema de la biodiversidad en el estado, la relación entre el cultivo del café y la preservación de los hábitats naturales; a su vez, señala cuáles son las mejores prácticas de cultivo para mantener y preservar la biodiversidad. Josefina Vásquez Morales, productora de café, nos muestra los diferentes métodos para prepararlo y extraerlo, además de las características en el proceso del tueste. Finalmente, la presidenta honoraria del Clúster de Café Oaxaqueño El Oro Verde, Norma Leticia Ruiz García, nos cuenta sobre el proceso de denominación de origen del café Pluma.

En la sección “El café en la ciudad” conocerás algunos laboratorios de catación, barras, cafeterías y tostadoras que se encuentran en el centro histórico de la ciudad de Oaxaca.

En el capítulo “Café como estilo de vida” la poeta mixteca Nadia López, el artista visual Amador Montes, la fotógrafa María Luisa Santos Cuéllar y la periodista Regina Mejía nos comparten, desde distintas disciplinas, las experiencias personales y artísticas que han tenido con el café.

Este libro es un testimonio de investigadores, productores y amantes del café. Confiamos en que en él reconocerás la importancia de este fruto mientras descubres los encantos, historias y peculiaridades que lo rodean.


Biblioteca Antigua del Seminario Conciliar de la Purísima de la Diócesis de Zacatecas

En 2017, el Seminario de Zacatecas, mediante el Pbro. José Luis Ramírez Sánchez, se acercó a Adabi para solicitar apoyo en el rescate y catalogación de la Biblioteca Antigua que se encuentra depositada en un pasillo de la parte superior de la Capilla del Seminario Menor. Los trabajos iniciaron ese mismo año: el primer paso fue la elaboración de un diagnóstico que estuvo a cargo de Juan Manuel Herrera, director adjunto de Adabi en ese momento. A principios de 2018 se capacitó a un grupo de seminaristas que se encargaron de limpiar los libros y separarlos de acuerdo al siglo que les correspondía; al mismo tiempo, se retiraron las publicaciones periódicas para colocarlas en otro espacio.

En enero de 2019 la maestra María de los Ángeles Ocampo Villa capacitó a quienes integrarían el grupo de capturistas en tres aspectos claves para el proyecto: a) las partes que componen al libro, b) los tipos de encuadernación según la época y c) los campos de la ficha a llenar —que es la que usa Adabi y responde a estándares internacionales—. Lamentablemente, la llegada de la pandemia en marzo de 2020, causada por el virus SARS-CoV-2, nos obligó a trabajar desde nuestras casas únicamente con imágenes de las tapas, las portadas y las marcas de fuego, capturando solo una parte de los datos. No fue sino hasta marzo del 2021 que regresamos al trabajo presencial y concluimos, en el mes de octubre, con la captura de todos los datos de las fichas que hacían falta.

Hay un dato curioso que hace de este acervo una biblioteca extraordinaria —más allá de los libros que la componen, que por ellos ya es un tesoro—: su donador, el segundo obispo de Zacatecas, José María del Refugio Guerra y Alva (1872-1888), integró esta biblioteca, según la tradición, en pleno siglo XIX, una tarea muy difícil, incluso en nuestros días, por lo que en su tiempo debió haber sido toda una hazaña.

La Biblioteca Antigua está integrada por 15166 libros y comprende el periodo que va de 1511 a 1900. Seguramente faltan muchos ejemplares que la componían originalmente, pues durante tiempos difíciles como la Revolución y la Cristiada— fue albergada por diferentes edificios, hasta 1969, cuando se trasladó a las actuales instalaciones del Seminario en Guadalupe, Zacatecas, y con el paso del tiempo se fueron integrando donaciones de otros obispos y sacerdotes. Contiene todos los temas de cualquier otra biblioteca que existiera desde el siglo XVI: obras de teología y filosofía que marcaron los rumbos de la cristiandad (San Agustín, Santo Tomás, San Gerónimo), moral y catecismo, así como diversas ediciones de la Biblia, entre ellas una Regia o Políglota de Benito Arias Montano y Cristóbal Plantino, impresa en Amberes (1568-1572); de la misma forma, todo lo concerniente a derecho civil y canónico (Códice Justiniano, Las Siete Partidas, la Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias); concilios, confesionarios, hagiografías, entre muchos más.

El creador de esta biblioteca quiso dejar un conjunto de textos originales de donde los estudiantes del Seminario pudieran abrevar y obtener una formación sólida. Los acontecimientos políticos de la primera mitad del siglo XX la obligaron a peregrinar, lo que impidió su conservación íntegra; a pesar de esto, sigue siendo una gran biblioteca en espera de usuarios que vengan a estudiarla y den a conocer al mundo el contenido de sus obras resguardadas en un pasillo con poca luz.


Los bosques están enfermos, pero también pueden sanar al mundo

El avance del COVID-19 ha tenido efectos sobre los recursos naturales, impactando a la sociedad, lo que dificulta el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la Organización de las Naciones Unidas. Por lo tanto, la recuperación sostenible es necesaria para continuar el avance de los objetivos vinculados con la gestión de los recursos naturales. Entre los ejemplos más claros está el ODS 15: “Gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, revertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad”. En este sentido, las acciones de la Fundación Alfredo Harp Helú en beneficio del medio ambiente, así como el trabajo de la mano de las comunidades están en consonancia con estos objetivos.

Las medidas de recuperación pospandemia deberán reducir la vulnerabilidad social y, al mismo tiempo, proteger el ambiente. A partir de la pandemia, los efectos negativos sobre los ecosistemas son diversos. Uno de ellos es el incremento en la explotación ilícita de recursos naturales por grupos de delincuencia y mafias regionales que aprovechan la restricción de la vigilancia por las medidas de cuarentena. Además, en contextos marginales, la subsistencia de las comunidades depende únicamente de su entorno, lo que provoca el aumento en el consumo de leña, alimento y materiales para el autoempleo, reprimiendo la convivencia y el libre mantenimiento de los individuos.

Aunado a esto, se han relajado ciertas normas ambientales como la de plásticos de un solo uso. Los sectores de infraestructura y minería presionan para que se debiliten, por ejemplo, las manifestaciones de impacto ambiental a las que consideran trabas burocráticas para la reactivación de la economía. Y los gobiernos tampoco apoyan esta situación; el recorte presupuestal del Estado por la crisis económica derivada de la pandemia tendrá su máxima expresión en el futuro inmediato, con efectos sobre los ecosistemas y sus poblaciones. Caso contrario es la situación de los combustibles fósiles —eslabones iniciales en las cadenas de suministro y de valor— exentos de las medidas de restricción por la pandemia. No obstante, el cierre de fronteras y las cuarentenas sí afectaron a las economías, lo que se traduce
en la desaceleración de la actividad extractiva, provocando una restricción de la oferta y la demanda por interrupciones de las cadenas globales de suministro y por fuertes caídas en el comercio, respectivamente.

Algunas de las recomendaciones de organismos internacionales, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, establecen que en la nueva normalidad la transición hacia una economía
sostenible brindará beneficios que superen los costos de inversión. Los incentivos financieros deben incluir valoraciones de la naturaleza como un activo rentable, así como su valor intrínseco o de existencia, y considerar las externalidades negativas de la extracción de recursos naturales. Se recomienda no relajar los esfuerzos de protección de la naturaleza por los desequilibrios económicos pospandemia puesto que hay un riesgo muy alto de perder el beneficio de los servicios ecosistémicos, incluso de forma permanente. La crisis debe ser un aprendizaje de la interconexión entre ecosistemas y humanos. La pandemia incrementa la necesidad de proteger los espacios naturales, así como de asegurar sus servicios a la población de manera sostenible. Es posible que la recuperación económica se construya de manera coherente, recuperando la salud de los ecosistemas, pero para lograrlo se requieren cambios estructurales, así como impulsar la transición hacia modelos productivos más sostenibles, inclusivos y adaptados al cambio climático.

Un elemento fundamental y tarea clave para proteger la salud humana es unir esfuerzos y preservar la diversidad e integridad de los ecosistemas, respetando sus fronteras naturales y evitando la fragmentación, degradación y destrucción de hábitats.

El Banco Interamericano de Desarrollo, en su publicación del 2021, Cómo sanar el mundo herido, cuestiona “¿Qué aspectos del mundo prepandémico queremos realmente restaurar?”. Equilibrar las aspiraciones humanas con las necesidades de la naturaleza, considerando las consecuencias de la crisis climática, la degradación generalizada del ambiente y la excesiva explotación de los recursos naturales, quizás exigen un replanteamiento del concepto de “sostenibilidad”. En lugar de la concepción antropocéntrica, proponer una definición en la que los derechos de todos los seres vivos tengan un peso comparable al del humano. Debemos apresurarnos y acordar nuevos términos para un nuevo contrato social, un contrato natural, un contrato con la vida. Dicho contrato debería implicar nuevas formas de asignar valor a los recursos naturales y una rendición explícita de cómo las decisiones de hoy afectarán a las futuras generaciones de seres vivos.


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