Editorial

Un entorno más verde y cordial ha sido parte de los sueños de Alfredo Harp Helú. Este mes de octubre se cumplen 15 años de concretar esfuerzos constantes en este sentido y los cambios han sido notables: reforestación, captación de agua pluvial, plantación de árboles en las ciudades y atención a los ejemplares notables, apoyo a la investigación sobre la biodiversidad, la instalación de varios viveros de alta tecnología y un banco de germoplasma. Lo más importante ha sido enraizarnos con las comunidades para generar nuevos ecosistemas llenos de flora, pájaros y animales.

Los resultados son notorios, podemos sentir la sombra de 65 millones de árboles plantados conjuntamente, así como la humedad de varios jagueyes, que son pozas que captan los escurrimientos o filtraciones de agua. Ahora nos asombran las manchas verdes y las flores coloridas en medio de parajes pedregosos. Notamos que los usuarios del transporte público en Oaxaca se cobijan bajo los árboles plantados en las calles, y éstas se alegran con las copas verdes y las flores de cada estación. Los resultados nos animan a saber que somos más conscientes del cuidado del medio ambiente. Nos motiva haber conjuntado tantos esfuerzos con gobiernos, instituciones y miles de personas que participan en la reforestación de sus comunidades que, además, han involucrado a las nuevas generaciones. Hemos tenido el privilegio de trabajar de la mano de organizaciones comprometidas con el cuidado de la tierra y el respeto hacia la naturaleza.

Las experiencias de los viveros de alta tecnología en Oaxaca han motivado a reproducir los mismos esquemas en otras entidades de México como en Tabasco, Chiapas, Morelos y también en el extranjero, como Cuba y Líbano. Es un gusto saber que en otros lugares también se interesan por reproducir y sembrar la flora local.

La Fundación Harp Helú Oaxaca insiste en que es prioritario trabajar en este sentido, así que nuestras filiales también organizan actividades para hacer más conciencia social. Como muestra un botón: en este número del boletín veremos que el Museo Infantil de Oaxaca, además de cuidar los árboles notables de la estación del ferrocarril, prepara un jardín polinizador; desde la Casa de la Ciudad y el Taller de Restauración se realizan actividades para crear rincones más verdes y se emprenden proyectos de cohesión social en diversos parques del estado, por ejemplo, en Santo Domingo Tehuantepec, con la rehabilitación del Parque Bigarii, la Academia de Beisbol AHH y los equipos Diablos Rojos y Guerreros de Oaxaca se han sumado a las tareas de reforestación y del cuidado del agua en sus campos. La Naturaleza es uno de los temas preferidos en nuestras bibliotecas y sus acervos atesoran ejemplares dignos de ser compartidos. La Red de Bibliotecas Infantiles BS ha organizado, desde su apertura, exposiciones y talleres que acercan a las familias a la ciencia de una forma divertida y, en 2020, junto con la Coordinación de Medio Ambiente, idearon el proyecto ecológico El Hilo Invisible de la naturaleza, que habla sobre la relación de los más ínfimos detalles del medio ambiente con nuestra vida cotidiana. Por su parte, el Museo Textil de Oaxaca teje sin cesar alianzas que motivan al cultivo de tintes naturales y tejidos de arcoíris que nos enlazan de forma más íntima con las comunidades del estado.

La pérdida de la biodiversidad en el mundo es lamentable. Por ello es urgente señalar los riesgos y transmitir la necesidad de trabajar juntos por el correcto funcionamiento de los ecosistemas. Así, la tarea de la FAHHO en estos 15 años alienta a seguir trabajando. Como dice Alfredo Harp Helú: “Reforestar, reforestar y reforestar: sembremos verde y tendremos entornos llenos de vida”.

Este mes de octubre también celebramos otro aniversario importante: los diez años del Centro Cultural San Pablo, una hermosa burbuja que nos permite respirar en paz. Luego de una sistemática restauración, este edificio histórico ha sido adoptado por la ciudadanía como un punto de encuentro y recreación. En él podemos escuchar música en vivo y risas
infantiles; las mujeres suelen reunirse a tejer al atardecer, nos sorprenden los cuentacuentos que alegran a las familias y los investigadores que desean un lugar tranquilo y con buenos libros para leer. Motivan las exposiciones llenas de espectadores, los seminarios, conferencias, conciertos, óperas y obras teatrales repletos de un público interesado en el quehacer cultural. Nos encanta recibir a los pequeños cuando montan felices el carrusel o bien ante el asombro y la alegría que causó un dinosaurio T-Rex.

San Pablo es un sitio donde los niños pueden correr tranquilamente y gatear entre libros, un lugar donde los enamorados pueden ver salir las estrellas o cualquiera puede acurrucarse a ver una película en el Cinema Petate. Las puertas de flores anudadas por Francisco Toledo se abren al público cada mañana para sentir el arte, la cultura, el entretenimiento y la diversión, pero, sobre todo, para hacer comunidad y sumar a la ciudad de Oaxaca una calle y un espacio que multiplican sus veinticinco siglos de historia y que forja diariamente un nuevo camino colectivo.


La transfiguración de una obra producida por el tiempo

Hace 2 881 años, en el 800 a. C., una civilización reservó uno de los testimonios de lo que, al día de hoy, se conoce como la primera ocupación humana del actual Centro Histórico de Oaxaca de Juárez. El vestigio fue hallado a pocas cuadras de la antigua plaza mayor de la ciudad, a cuatro metros de profundidad. La edificación de San Pablo, el primer monasterio de la ciudad, comenzó en 1529, con 2 329 años de diferencia.

La orden dominica comenzó la construcción inicial en doce solares que había recibido, pero sucumbió quedando únicamente los cimientos y arranques de muro. A principios del siglo XVII, luego de su reconstrucción, el edificio fue vulnerado nuevamente por algunos temblores que propiciaron su abandono y, a mediados del mismo siglo, Fray Francisco de Burgoa decidió retomar la reconstrucción y vender las esquinas del atrio para recaudar recursos para dicha obra.

Al pasar el tiempo el recinto perdió tres callejones que funcionaban como acceso, y su fachada quedó oculta detrás de las casas y comercios de los nuevos propietarios del atrio. Se sabe que el edificio fue ocupado de 1830 a 1860 por el Instituto de Ciencias y Artes, para después pasar a manos del estado gracias a la Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos; en ese periodo se demolió la parte oriente del edificio para abrir paso a la calle de Fiallo y el resto fue fraccionado y vendido a particulares. En los últimos años del siglo XIX el monasterio fue removido paulatinamente de la vista de la ciudad y de la memoria de sus habitantes: el lado oriente del claustro se convirtió en hotel y bar; las accesorías del lado norte, en comercios, como una pastelería, papelería y oficinas de una aerolínea y de contaduría; del lado sur cumplía como casa-habitación y una de las ocupaciones menos esperadas fue la de estacionamiento. En estas partes aisladas todavía se podían encontrar los testimonios de la construcción dominica.

Pasaron cerca de 150 años para que sucediera el redescubrimiento de la construcción de San Pablo, en el año 2006; habían transcurrido varias generaciones sin conocer el primer monasterio de Oaxaca. Aunque a nuestra vista es un edificio inmutado, para su rescate fueron necesarios ocho predios, cuya adquisición requirió de un largo proceso de negociación con los propietarios así como de sensibilización para lograr la recuperación histórica que estaba por iniciarse. Para llevar a cabo la restauración del Centro Cultural San Pablo se invirtieron 197 millones de pesos y se contó con eltrabajo de cerca de 500 personas.

El reconocimiento y rescate del convento fue posible gracias al trabajo organizado de un gran equipo de especialistas. Desde el año 2006, y durante los siguientes cinco años, se contó con la participación de arqueólogos, antropólogos, restauradores de bienes muebles, ingenieros, artistas, historiadores, contadores, administradores, arquitectos y arquitectos restauradores; además del trabajo y dedicación de maestros constructores, albañiles, carpinteros, herreros, canteros, entre otros.

El equipo de arqueología trabajó durante cuatro temporadas que fueron del 2006 al 2011. Los vestigios identificados en San Pablo contribuyeron a enriquecer los estudios sobre las primeras ocupaciones humanas en la zona del centro; hallazgos de entierros, tuberías de barro, cerámica, vidrio, huesos de animales, piedra, restos de muros y cimentaciones encontradas brindaron referencias de las diferentes ocupaciones, usos y evolución del inmueble.

Sobre los muros y bóvedas se realizaron calas estratigráficas que mostraban de seis a catorce capas de pintura sobrepuestas. Estas fueron interpretadas por los especialistas en restauración de bienes muebles y confirmaron los distintos usos del edificio: las capas develadas expusieron parte de la decoración realizada en el siglo XVII; también mostraron algunos letreros del siglo XIX que revelaban los espacios que albergaron al Instituto de Ciencias y Artes y, finalmente, dejaron ver la decoración correspondiente a los usos que se le dieron durante el siglo XX.

La extracción de más de seis mil toneladas de agregados se dio luego de una amplia investigación histórica, acompañada de detallados registros de dimensiones, sistemas constructivos y deterioros, además del análisis de casos análogos, la revisión de tratados de arquitectura para la reconstrucción geométrica de elementos faltantes y múltiples dictámenes estructurales cotejados con los hallazgos arqueológicos y de restauración.

El callejón San Pablo, una sección del atrio recuperado, dignifica el acceso al antiguo recinto. Desde aquí es posible apreciar la sobriedad de la fachada, rematada por un frontón triangular y un óculo reconstruido desde la concepción de los dominicos. Detrás de estos se encuentra la cubierta de madera del coro en la que se demuestra la posibilidad constructiva y de materiales de la época. A un costado, el monasterio reluce su portería y patio de dómina, elementos que anteceden al antiguo claustro; en este espacio la luz recorre nuevamente las pilastras de cantera, y la arquería, una vez cegada, cede nuevamente el paso para iluminar los deambulatorios.

En el claustro, una esbelta estructura reversible —construida con acero y vidrio— frente al mamposteo centenal de piedra y tierra, equilibran el paso del tiempo, dialogan separado uno del otro en similitud a la transición que existe entre los siglos de su edificación. El espacio recuperado mediante esta estructura sustituye las celdas demolidas en 1960. La obra contemporánea reserva una sobriedad acorde al recogimiento espiritual y académico de la obra antigua; en sus deambulatorios, Sala De profundis y celdas se puede leer la decoración mural y, a través de ventanas arqueológicas, escuchamos ecos de las diferentes épocas y usos del inmueble.

La intervención y recuperación del Centro Cultural San Pablo afirma la posibilidad de transfigurar una obra producida por el tiempo en su lado más digno y utilitario, gracias a la reunión sabia y diversa de múltiples conocimientos y habilidades. La humanidad y el impulso preciso de Alfredo Harp Helú y María Isabel Grañén Porrúa hicieron de este inmueble un espacio distintivo de Oaxaca, un recinto virtuoso para el enriquecimiento humano.


Semillas, raíces y árboles, tres lustros de conciencia en Oaxaca

Veo dondequiera en la naturaleza, por ejemplo en los árboles,
capacidad de expresión y, en cierto modo, un alma
.
Vincent van Gogh


Las manos del árbol tienen las uñas sucias de azul a fuerza de excavar dentro del cielo.
Fabrizio Caramagna

En 2006, la Fundación Alfredo Harp Helú, conjuntamente con el Gobierno del estado y el Gobierno de Suecia, a través de su Embajada, dan inicio al proyecto para crear la infraestructura de producción de planta más importante que haya tenido el estado de Oaxaca.

En esta primera etapa, la Fundación donó 15 viveros tecnificados y el equipamiento de un banco de germoplasma; adicionalmente, el gobierno estatal realizó gestiones para establecer 32 viveros más en las ocho regiones del estado. Esta infraestructura de 47 viveros tenía una capacidad para producir 40 millones de árboles.

El Proyecto de Transferencia de tecnología convenido con Suecia, además de la instalación de la infraestructura, incluía el paquete tecnológico de producción de plantas, la formación y capacitación de cuadros técnicos locales para la operación de la infraestructura y la aplicación del paquete tecnológico, así como la recolección de germoplasma. Para esta capacitación colaboraron especialistas de Suecia, Sudáfrica y Costa Rica.

En la primera fase del proyecto, la federación, juntamente con el Gobierno estatal y la FAHHO, lograron una producción de 65.5 millones de árboles que sirvieron para realizar los proyectos de conservación de suelos, restauración y reforestación social en Oaxaca, lo que generó empleo en el sector rural.

Este proyecto de infraestructura para la producción de planta se amplió a otros estados de la geografía nacional donde la Fundación donó viveros tecnificados: dos al estado de Chiapas para apoyar a organizaciones sociales de comunidades cafetaleras en la Reserva de la Biosfera El Triunfo; un vivero en San Pedro Balancán, Tabasco, que operó en coordinación con la Dirección Forestal de ese estado, y, por último, un vivero en Morelos, donde se coordinaron los trabajos con la Comisión de Medio Ambiente.

Fuera de México, la FAHHO hizo una donación a la Quinta de los Molinos, en Cuba, a petición del historiador y restaurador de la Habana Vieja y su Centro Histórico, Eusebio Leal, y apoyó con un vivero a Líbano, en Bcharré, para la producción del clásico Cedrus libani o cedro libanés.

En 2018, en una segunda etapa del proyecto, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca inició el Programa de Reforestación Social, que se promueve y ejecuta en Oaxaca, rehabilitando 11 viveros tecnificados ubicados en seis regiones del estado. A la fecha, se han producido y donado 15 millones de árboles, y junto con autoridades agrarias, municipales, organizaciones de la sociedad civil, particulares, pequeños propietarios e instituciones ambientales y educativas de los tres niveles de gobierno, asumimos el compromiso de reforestar cuencas, microcuencas y áreas degradadas, reforestación para el aprovechamiento de leña combustible, reforestación urbana y en los márgenes de los ríos, siembra de frutales en traspatio y de magueyes silvestres.

Con este proyecto logramos tener presencia en 412 municipios y 692 localidades de las ocho regiones del estado de Oaxaca.

Adicionalmente, la FAHHO también ha realizado trabajos de reforestación urbana en la ciudad de Oaxaca, donde ha sembrado y dado manejo inicial a un total de 4325 árboles de diferentes especies de más de tres metros de altura; ha donado 40752 árboles para apoyar la reforestación en colonias, parques, centros educativos y municipios conurbados, y se reforestó y restauró un área de 17.5 hectáreas, donde se sembraron 21000 árboles de diferentes especies, incluidas especies nativas.

Se han producido y donado 15 millones de árboles, y junto con autoridades agrarias, municipales, organizaciones de la sociedad civil, particulares, pequeños propietarios e instituciones ambientales y educativas de los tres niveles de gobierno.

Impulsamos estas iniciativas porque en la FAHHO estamos convencidos de que reforestar las cuencas y microcuencas permite la recuperación de bosques y selvas, lo que es fundamental para el sostenimiento de la biodiversidad, la captura de carbono, la formación y protección del suelo, la mitigación de los daños por desastres naturales y la regulación del ciclo del agua y del clima.

Han sido 15 años de responsabilidad compartida con el Proyecto. A las labores de la FAHHO en pro de la naturaleza se han sumado miles de personas de las ocho regiones del estado de Oaxaca, quienes han participado en la recolección de semillas, en la producción, en la siembra y cuidado de los árboles, acciones que han generado conciencia y un gran movimiento a través de la reforestación social. Se han ganado espacios afectados por la deforestación causada por incendios, plagas, cambio de uso de suelo, y en los que cada año se pierde un promedio de 20 000 hectáreas que representan 20 millones de árboles. Ante este escenario, la FAHHO ratifica su compromiso con el medio ambiente de Oaxaca y de otras regiones del país, porque consideramos que una de las acciones más importantes para mitigar el cambio climático y para proteger este gran patrimonio natural que poseemos en Oaxaca, y en toda la república, es ¡reforestar, reforestar y reforestar!

El gran motor de nuestros proyectos es don Alfredo Harp Helú, siempre entusiasta y comprometido con los temas de reforestación y cuidado del medio ambiente. A pesar de que algunos aliados no siempre han cumplido sus ofrecimientos, él optimista, está decidido a hacer un cambio notable para mejorar los ecosistemas. Y realmente, sorprende que con su indiscutible apoyo se hayan logrado tantos retos a favor de la Naturaleza en estos primeros quince años. Es un privilegio trabajar a su lado, pues su único interés es el beneficio común y del planeta.

Y, como bien dice Joaquín Araújo: “Quien planta árboles está al lado de la eternidad. Nuestra codicia legítima de más bosques es la búsqueda de una humanidad más humana”.

INVERSIÓN DE LA FUNDACIÓN EN EL ESTADO DE OAXACA. 15 VIVEROS CONSTRUIDOS, 21.95 MILLONES DE ÁRBOLES PRODUCIDOS Y DONADOS
INVERSIÓN DE LA FUNDACIÓN FUERA DE OAXACA. 5 VIVEROS CONSTRUIDOS

San Pablo: 10 años, 25 siglos y una exposición en camino

Este mes se cumplen diez años de que el antiguo convento de San Pablo abriera sus puertas al público transformado en un lugar de encuentro con el conocimiento, la cultura y el arte. Ha sido un periodo tan lleno de vivencias y actividades, que resulta abrumador considerar que se trata tan solo del más breve y reciente capítulo de una historia colmada de sucesos y cambios.

¿Cómo podemos saber acerca de lo que sucedió en este lugar con el paso de los siglos? ¿Quiénes estuvieron aquí antes que nosotros? ¿Qué tan antigua es esa historia?

Cabe recordar que hacia el año 2005 el edificio del exconvento se hallaba oculto, fraccionado e irreconocible detrás de fachadas añadidas, arcos tapiados y muros sobrepuestos. Solo algunas personas informadas sabían que en esa zona del centro había estado el primer convento de Oaxaca, pero los detalles que se conocían de esa historia eran vagos e inconexos.

Durante los siguientes seis años, a la par que se llevaba a cabo la restauración, se desarrolló una amplia investigación con el objetivo de conocer la historia y características del edificio. El historiador Sebastián van Doesburg, al frente de un numeroso grupo de profesionistas, localizaba e interpretaba documentos y testimonios, mientras el arquitecto Gerardo Virgilio analizaba las evidencias que presentaban los muros y cimientos que se iban liberando, así como las escasas representaciones del convento en planos de la ciudad. Un tercer equipo se afanaba en el subsuelo: arqueólogos y antropólogos físicos —especialistas en reconstruir el pasado a partir de sus evidencias materiales— localizaron antiguos pisos, cimientos y tuberías; también hallaron una gran diversidad de objetos que, por azares del destino (o por voluntad de sus poseedores), quedaron enterrados, así como restos óseos de personas y animales.

Toda la información recabada, y su posterior análisis, resultó fundamental para orientar las decisiones y soluciones del proyecto de restauración. Además, permitió conocer muchos detalles acerca del lugar que ocupó San Pablo en la historia del Valle de Oaxaca, primero como sede de los dominicos y parroquia de los pueblos nahuas, mixtecos y zapotecos de los alrededores de Antequera y, posteriormente, como sede del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca.

Se pensaba que las excavaciones arqueológicas revelarían testimonios acerca del establecimiento del convento. Si acaso, que se encontrarían vestigios relacionados con el pueblo de Huaxyacac establecido por los mexicas en el siglo XV. Pero lo que nadie imaginó fue lo que sucedió: se localizaron cimientos de piedra, entierros y ofrendas de cerámica que datan del año 500 antes de Cristo, la misma época en que Monte Albán estaba siendo fundada en lo alto de un cerro.

Así, las investigaciones que se realizaron en torno a la restauración de San Pablo vinieron a enriquecer e incluso a cambiar la historia conocida del centro de Oaxaca. Pero, además, permitieron recuperar una gran cantidad de objetos en los que esa historia se vuelve tangible. Esas piezas se estuvieron limpiando, restaurando e inventariando, mientras San Pablo iniciaba su nueva vida como espacio cultural. Luego permanecieron resguardadas hasta que, recientemente, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova inició gestiones ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia para recibirlas en préstamo y generar una exposición que permitiera compartirlas con el público.

Estos meses en que la emergencia sanitaria ha obligado a un cambio de actividades, nos han permitido disponer del tiempo suficiente para reunir y analizar nuevamente toda la información y los registros, para luego diseñar y producir un proyecto expositivo en el que estaremos compartiendo una selección de las piezas recuperadas junto con algunas fotografías e información que las contextualice.

Los objetos de cerámica, que datan del 500 al 300 a.C., resultan piezas muy bellas que nos remiten a las prácticas funerarias, a los paisajes y a las formas de subsistencia de esa época. Además, se vinculan a un replanteamiento acerca del rol que tuvieron las comunidades del centro del Valle de Oaxaca en la fundación de Monte Albán y en los primeros siglos de su desarrollo.

El siguiente periodo con evidencias es el Posclásico Tardío, cuando el centro de poder zapoteco en el Valle se había trasladado a Zaachila y había asentamientos mixtecos y mexicas en la zona. Los pocos objetos recuperados nos permiten especular que el área donde se asienta San Pablo era en esa época, posiblemente, una zona poco poblada, quizá un área de cultivos del muy cercano pueblo de Huaxyacac.

Vinculados al siglo XVI y a la fundación del convento dominico se encontraron objetos de cerámica, figurillas y monedas que nos hablan de una época de contacto, mezcla y sustitución entre la cultura material de los recién llegados europeos y la de los pueblos que vivían en el Valle. En cambio, las piezas localizadas correspondientes a los siguientes dos siglos remiten por completo a la vida conventual y a los inmuebles que poseían los dominicos.

Del siglo XIX tenemos un interesante conjunto de objetos que refieren a una ciudad de Oaxaca con un rol protagónico en la vida política nacional y vinculada comercialmente con el mundo. Estos objetos son un vínculo tangible y entrañable con la historia. En particular, podemos observar los procesos diversos, importantes y antiguos que ha vivido el área del actual centro de la ciudad. La exposición se colocará en el interior de la biblioteca, en donde tenemos libros y documentos que son el complemento ideal para construir un conocimiento sobre el tiempo pasado y el presente de las culturas que han conformado al Valle de Oaxaca.

Tan pronto abramos nuestras puertas nuevamente al público, les estaremos informando para que, con las medidas de seguridad adecuadas, puedan disfrutar de tan magnífica exposición que preparamos para ustedes.


Jardín polinizador

El Programa de Reforestación Social de la Coordinación de Medio Ambiente de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca cumple 15 años, y lo tomamos como inspiración en el Museo Infantil de Oaxaca. Este programa, que tomó como base los grandes proyectos de reforestación del maestro Rodolfo Morales, y de sus caminos de jacarandas que adornan y dan la bienvenida a su natal Ocotlán, también inspiró los programas de educación ambiental del Museo dirigidos a los niños.

Al inaugurar el MIO también llegaron las solicitudes de los ambientalistas de la ciudad que pedían atención y cuidado de dos árboles notables ubicados en el museo: el higo del Valle y, especialmente, el Ahuehuete, el árbol más longevo de la ciudad. Fue así que, durante la andanza y diseño de los proyectos educativos, asumimos la responsabilidad de cuidar el arbolado no solo notable, sino urbano de la estación del ferrocarril. Cabe destacar que a este proceso se sumaron la comunidad y las dependencias municipales y gubernamentales.

Las singulares características que nos regala el MIO las aprovechamos en nuestro quehacer diario, porque gracias a ellas estudiamos la edad de los árboles, su suelo, las especies y también los riesgos a los que se enfrentan. Compartir con los niños esta experiencia ha sido uno de los procesos más enriquecedores.

Estamos ansiosos de volver a encontrarnos en el museo en 2022, porque contaremos con el nuevo jardín polinizador de plantas nativas de Oaxaca que proveerán de alimento, refugio, agua y espacio a polinizadores como abejas, colibríes, escarabajos, entre otros. Además, instalaremos hoteles de insectos que les darán cobijo y que nos ayudarán a polinizar plantas de ornato y hortalizas, así como a combatir de manera natural las plagas que estas presentan. También contaremos con nuevas áreas de compostaje y lombricompostas que nos permitirán conocer, en conjunto, diferentes opciones de generar nuestro propio abono para el enriquecimiento del sustrato de nuestros queridos árboles. Tendremos muchas sorpresas al volver, y esta sin duda será una de ellas, a propósito de los 15 años del Programa de Reforestación Social de la FAHHO.


Diez años de ser un regalo para México

El 26 de noviembre de 2011 abrió sus puertas el Centro Cultural San Pablo, en medio de la algarabía por el rescate del convento dominico del siglo XVI. Han pasado ya diez años desde su inauguración y las imágenes y noticias de sus hallazgos aún nos maravillan como entonces:

Luego de décadas en el olvido, los restos de lo que fue el monasterio de Santo Domingo de Soriano (San Pablo) comienzan a emerger. Un ambicioso proyecto de restauración busca recuperar parte del convento original y convertirlo en una institución con fines culturales y académicos.

Ya desde 2006 la FAHHO había impulsado un minucioso proceso de investigación e intervención de aquel espacio lleno de historia, pues, además de ser un convento dominico, en el siglo XIX alojó al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca que destacó por su vocación educativa.

También fue vecindad, hotel y hasta un estacionamiento. Sus diferentes usos habían borrado el antiguo esplendor, luego de retirar más de 6 000 toneladas de concreto.

Lo sorprendente es que se encontraron todas las columnas y los arcos de todo el primer claustro. Aunque sí están deterioradas. También, se encontraron vestigios de cornisas, capiteles, bases.

La apertura del antiguo callejón, entre las calles de Independencia e Hidalgo del centro de la ciudad de Oaxaca, permitió volver a admirar la fachada y el atrio original, “ocultos durante 150 años y que se perdieron de la memoria e imaginarios colectivos”.

También se encontraron cimientos prehispánicos y restos óseos de más de 2 500 años de antigüedad, pertenecientes a la etapa del nacimiento de Monte Albán.

Los hallazgos de San Pablo son realmente importantes y se les debe dar ese reconocimiento porque en ninguna otra parte de la ciudad de Oaxaca, en los Valles Centrales, se había hecho una investigación metodológica y sistemáticamente.

De esta manera, el Centro Cultural San Pablo renació de las ruinas en 2011 como un espacio académico que retomaba su antigua vocación; dedicado en principio a la reflexión sobre las lenguas, historia, costumbres, tradiciones y cultura material de los pueblos originarios de Mesoamérica, su labor se ha enriquecido con actividades culturales y expresiones artísticas diversas, de las que han sido testigos más de 1811449 personas.

Celebramos que en estos diez años nuestros espacios han sido partícipes de una gran cantidad de eventos culturales: conciertos, talleres, funciones de cine, exposiciones, conferencias, puestas en escena, festivales, presentaciones de libros, congresos, charlas, expoventa de textiles, entre muchos más.


Arbolado urbano: Parque Bigarii

El Parque Bigarii se encuentra en el mismo cuadro en que podemos ubicar al exconvento dominico de Santo Domingo Tehuantepec, mejor conocido como El exconvento del rey Cosijopi. También a unos metros se encuentran el palacio municipal y el mercado Jesús Carranza, entre otros sitios de importancia para la comunidad tehuana. Este parque, que lleva el sobrenombre del cantante Virgilio Márquez Bigarii, se ubica, entonces, en una zona estratégica, pero requería de varias adecuaciones para su óptimo aprovechamiento.

Debido a sus características, se trataba de un espacio poco utilizado. Por ello, el objetivo de la restauración fue crear las condiciones y convertirlo en un lugar de encuentro para la comunidad, de esparcimiento, recreación y difusión de la cultura.

De esta forma, en septiembre de 2021 terminaron los trabajos de remodelación del parque: se agregaron distintos tipos de pavimento, gradas, filtros de agua y un diseño de microclimas con flora de la región. Respecto a este elemento, se contempló la protección de las especies endémicas y la reubicación de arbustos y plantas de ornato. También se procuró la conservación de los árboles que ya existían en el parque y la plantación de nuevos ejemplares para seguir reduciendo la temperatura del suelo, ya que el clima de la zona, aunque es tropical, puede llegar a ser bastante caluroso.

Dada la importancia de preservar las especies características de la región, así como los árboles frutales, debido a sus servicios ambientales y sociales, tan solo en este espacio se plantaron diez especies de árboles: una palmera de abanico mexicana, tres palmeras reales, ocho palmas areca, seis árboles guiechachi, uno de limón, dos de guayaba, uno de guiexhoba y dos de mango, dos robles y un árbol de nim.

La razón por la que se reubicaron los árboles, tanto en recorridos como en zonas de descanso, es la generación de microclimas, ya que las áreas arboladas modifican significativamente la temperatura, de tal forma que son indispensables para su regulación. Está demostrado que las áreas con microclimas mejoran el ambiente de las ciudades, el cual ya está afectado por el sobrecalentamiento que generan el asfalto y las construcciones, así como las dinámicas cotidianas y actividades domésticas e industriales:

Los árboles contribuyen a disminuir la contaminación de todo tipo presente en las ciudades. Disipan la polución del aire, amortiguan los ruidos, protegen el agua, la fauna u otras plantas, controlan la luz solar y artificial, disipan los malos olores, ocultan vistas desagradables y controlan el tráfico peatonal y vehicular […] [La] disminución de la exposición de los suelos a los efectos del agua tanto por el impacto vertical (lluvia) como por arrastre (escorrentía) minimizando la
erosión.1

Como parte integral del proyecto, y entendiendo que el adecuado manejo del agua también es parte de los servicios ambientales, se procuró la permeabilidad del suelo en la zona. Por lo regular, una ciudad es un elemento impermeable que fomenta la erosión de los suelos y evita la recarga de los mantos freáticos, pues los pavimentos que se utilizan (el concreto hidráulico) son impermeables. Lo que se pretende en el Parque Bigarii es conservar y aumentar la mayor cantidad de filtros de agua: la zona de los juegos infantiles es un área permeable, pues no se colocó pavimento y, en las áreas donde sí lo hay, se incorporaron filtros en forma de totopos, cuyos pequeños huecos permiten el paso del agua. También el área de los árboles, libre del alcorque2 que se encuentra en la banqueta, y el área de la plaza, permiten la filtración.

De esta forma, el parque cuenta ahora con 27 árboles sanos y un suelo permeable. El objetivo es que el espacio funcione como una infraestructura verde que proporcione ciertos servicios ambientales y sociales para mejorar la calidad de vida de las personas que habitan Santo Domingo Tehuantepec. En resumen, los servicios socioambientales que brinda el parque son: el agua, los microclimas y las áreas verdes.

El medio ambiente de una ciudad está compuesto por la interacción entre los elementos construidos y los elementos naturales, por lo tanto, no es lo mismo hablar de un medio ambiente natural que de un medio ambiente construido. Sin embargo, el objetivo del urbanismo, aplicado en este caso al Parque Bigarii, es buscar que exista un equilibrio entre lo construido y lo natural, y que, sobre todo, mejore la calidad de vida de los ciudadanos.

1 “Diseño preliminar del manual verde”, Jardín Botánico, Universidad de Los Andes, 1998.

2 Hoyo que se hace al pie de una planta o de un árbol para retener el agua de la lluvia o del riego.


Centro Cultural San Pablo, patrimonio mundial

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) otorga el título de Patrimonio Mundial o Patrimonio de la Humanidad a todos los sitios de importancia cultural o natural que poseen un valor universal excepcional, por lo que merecen ser especialmente conservados para el disfrute de las generaciones futuras.

Con el objetivo de garantizar la protección y una conservación efectiva de este patrimonio, en 1972 se llevó a cabo la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en la cual se conformó una comunidad internacional con la misión de identificar, promover, salvaguardar y resguardar esta herencia cultural. Hasta la fecha, 193 países han ratificado esta convención, entre ellos México, los cuales han generado una lista de 1121 sitios entre culturales, naturales y mixtos.

Actualmente, México cuenta con 35 bienes culturales y naturales registrados como Patrimonio de la Humanidad, entre ellos, desde 1987, el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca. Este sitio conserva su arquitectura distintiva, en donde encontramos construcciones que albergan una tradición cultural de más de cuatro siglos de arte e historia. Los monumentos religiosos y las peculiares fachadas de colores se combinan para crear un paisaje urbano y colonial, en donde gracias a los distintos proyectos de conservación y restauración, pareciera que el tiempo se ha detenido en algunos puntos.

En el 2013, en la capital oaxaqueña, se llevó a cabo el XII Congreso Mundial de la Organización de las Ciudades del Patrimonio Mundial, este encuentro reunió a alcaldes de distintos países, los cuales compartieron las diferentes experiencias y estrategias para la protección de este tipo de patrimonio. Ese mismo año, Correos de México, emitió una estampilla postal especial con el tema Patrimonio Mundial, con motivo de este acontecimiento.

En esta emisión se plasman las fachadas del Templo de San Matías Jalatlaco y el exconvento de San Pablo. El templo de San Matías fue construido en 1713, y fue considerado monumento histórico por la Comisión de Avalúos de Bienes Nacionales desde 1941. Entre sus principales características arquitectónicas se encuentra su conformación con una sola nave, resguardada mediante una bóveda de cañón.

Ubicado en el centro de la ciudad de Oaxaca, el exconvento de San Pablo tiene una historia muy particular. Después del abandono de los dominicos a inicios del siglo XVII, sus muros han hospedado la imprenta municipal, el Instituto de Ciencias y Artes y un cuartel militar. En 1862, el gobierno municipal decidió dar cauce a la calle de Fiallo por lo que ordenó la demolición de una parte de San Pablo. En ruinas, el gobierno vendió el exconvento, para convertirse luego en una vivienda y más tarde en un hotel. Actualmente, San Pablo es casa de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, gracias a lo cual continúa su legado de investigación y divulgación de las artes. Asimismo, es un espacio que ha logrado un vínculo directo con la comunidad, ya que protege y enaltece las tradiciones, valorando toda la herencia cultural del estado.

En esta emisión, la planilla postal que contiene a las estampillas se presenta en el formato denominado téte-béche, que en francés significa “pies contra cabeza”, en el que la estampilla se encuentra invertida con respecto a otra. Abarcando toda la estampilla se muestra una fotografía, en tonalidades de color sepia, gris, café, blanco, verde, arena y negro, que fue realizada por el fotógrafo Hertzain Vásquez Hernández. Un dato interesante del lanzamiento de la estampilla fue que el matasellos, que es el objeto que se utiliza en la cancelación de los timbres adheridos a una carta para nulificarlos, fue destruido al término del evento, para que las piezas selladas con él adquirieran el carácter de piezas únicas. El timbre tuvo un valor facial de $15.00 y contó con un tiraje de 200 000 piezas. Esta emisión se realizó gracias a la colaboración de los gobiernos municipal y estatal, a través de la Dirección de Cultura y la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico; además, participaron el Museo de la Filatelia, la Fundación Alfredo Harp Helú, Correos de México y el Centro de Diseño de Oaxaca.

Esta pieza filatélica se convirtió en un promotor y difusor de uno de los conjuntos más notables y originales de los bienes artísticos de México, ya que se mezcla el pasado colonial con los nuevos proyectos artísticos y creativos, de una arquitectura que se niega a desaparecer.


Arcoíris de mar – Megdhanus tañu’u Taller KITI KUATI

Somos un grupo de jóvenes tacuates originarios de la Sierra Sur, de la comunidad El Tapanco, perteneciente al municipio de Santa María Zacatepec, Putla Villa de Guerrero, Oaxaca. Con la idea de conservar y compartir nuestra esencia cultural, iniciamos el proyecto Kiti kuati —que en nuestra lengua materna significa ‘animalitos’—. Nuestro bordado se caracteriza por plasmar animales de la naturaleza que, en esencia, son nahuales, seres espirituales que nos protegen de algún peligro.

Debido a las colaboraciones con el Museo Textil de Oaxaca, formamos parte de un proyecto internacional de trabajo conjunto con la India, específicamente con la región de Kutch. La propuesta nos pareció muy interesante y nos motivó a participar.

Todo inició cuando logramos una conexión profunda e instantánea con la artista Tulsiben Purstottam Puvar. Mantuvimos la comunicación en la distancia gracias a la tecnología y a un idioma universal: el arte. De esta forma, concretamos nuestras intenciones. Después de comentar el significado que deseábamos darle al proyecto, nació la idea de hacer algo poco común, algo con lo que no hubiéramos experimentado antes y que desafiara nuestro propio talento creativo. A raíz de ese primer intercambio, la artista de Kutch mencionó que los arrecifes de coral se encontraban en peligro de extinción en su país, con lo que coincidimos, ya que también en México esta especie se encuentra en riesgo, razón por la cual decidimos trabajar sobre este tema. Inmediatamente vimos el desafío que buscábamos: en nuestro textil siempre hemos bordado animales terrestres y ahora se trataba de especies acuáticas.

El siguiente reto fue definir un nombre para todo. Nombrarlo en inglés —el idioma mediante el que nos comunicábamos en WhatsApp— no iba acorde con lo que queríamos transmitir. De ahí surge la idea de unir una palabra del idioma gujaratia una en tacuate, así, ambos países tendrían una conexión única, y con solo ver el título nos sentiríamos dueñas del diseño. El nombre elegido fue Megdhanus-Tañu’u. Megdhanus significa ‘arcoíris’ en gujarati y tañu’u ‘mar’ en tacuate: Arcoíris de Mar. Estamos acostumbrados a ver esta combinación multicolor que se forma en el cielo, pero si observamos el desfile de colores que se dibuja bajo el mar por los fantásticos corales, podemos visualizar otro tipo de fenómeno.

Las piezas que conforman la colección Megdhanus-Tañu’u son cinco y muestran formas típicas del textil tacuate: un huipil largo, característico del traje de la mujer; una camisa cotón inspirada en la forma tradicional del traje típico del hombre; un blusón y dos blusas, todos con un corte rectangular propios del textil tacuate. La primera camisa de la colección es de telar de pedal y de tinte añil natural combinado con hilo de algodón. El segundo huipil, el blusón y las dos blusas son de lino en su totalidad. Todas las piezas están bordadas con hilos de algodón de acuerdo a la paleta de colores inspirada en los corales, con la técnica de los puntos contados.

Este proyecto ha sido el mayor reto que hemos concretado y, a la vez, una maravillosa experiencia. Hemos explotado al máximo las ideas que había que aterrizar con claridad y buena ejecución del diseño. Nos asombró la perfecta conexión con Tulsiben, de principio a fin: el diseño de las formas y la propuesta de los colores se lograron sin tanto esfuerzo porque cada quien aportó ideas increíbles.

Para amplificar el significado del proyecto, nos dimos a la tarea de investigar las características de los arrecifes de coral y su importancia para el medio ambiente. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas, los arrecifes son los bosques del mar, cuya función es la de albergar colonias de fauna marina además de eliminar el dióxido de carbono y de proteger a las islas y las costas de olas y tormentas. Sin embargo, debido a la contaminación de los océanos, la industria pesquera, la deforestación cerca de las costas y el cambio climático, los arrecifes de coral resultan significativamente afectados.

Desde el Taller Kiti kuati los invitamos a seguir algunas recomendaciones para el cuidado de los arrecifes de coral. Si ustedes son buzos o conocen a quienes practican esta actividad, exhórtenlos a adoptar un arrecife y comprometerse a monitorearlo. No compren artículos o piezas de joyería fabricados con coral, apoyen los complejos vacacionales amigables con el medio ambiente en las zonas costeras, procuren no tirar basura en cada visita y eviten tocar los corales para prevenir su deterioro. ¡Convivamos en armonía con la naturaleza!

Ha sido un honor ser parte de este estupendo proyecto y, sobre todo, el tener la fortuna de colaborar con artesanos de otros países. Agradecemos inmensamente al Museo Textil de Oaxaca por acompañarnos durante todo el proceso como impulsores del intercambio cultural y, especialmente, por apoyarnos como traductores para hacer posible la comunicación entre dos países sin importar la distancia ni el idioma.


Guerreros y su compromiso con el medio ambiente

La directiva bélica, aparte de esmerarse por que cada año el club dé un gran espectáculo en el terreno de juego, también se preocupa por el medio ambiente. Es por eso que, junto con la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, nos esforzamos para que nuestro estado siga siendo uno de los sitios con mayor biodiversidad en el país.

En 2013, Guerreros de Oaxaca y la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) se unieron para crear el programa Un Hit, Un Árbol, el cual consistió en que, por cada imparable del equipo bélico en la campaña, se sembraría un árbol en una zona específica de la ciudad. Para ese año, se sembraron alrededor de 1 250 árboles en lugares representativos del estado como el Tecnológico de Oaxaca, Ciudad Universitaria, San Bartolo Coyotepec, el Colegio La Salle y calles del centro de la ciudad, entre otros lugares.

De igual forma, en 2019 el club deportivo hizo una donación de árboles al parque de Conservación Yaguar Zoo, el cual funge desde 1997, como un centro depositario de especies animales decomisadas y aseguradas por la PROFEPA y la SEMARNAT en la República Mexicana. En el evento estuvo presente todo el equipo oaxaqueño junto con las mascotas Tato y Nelson.

Sin importar si es dentro o fuera de la cancha, Guerreros de Oaxaca cumple un compromiso social con la afición y, más allá, en beneficio del medio ambiente.


Los calendarios y la naturaleza

La manera en la que el ser humano interactúa con la naturaleza siempre ha formado parte de su conocimiento. Inicialmente, desde las diferentes mitologías buscaba explicarse la creación de lo que hoy llamamos biodiversidad. Siglos después, al aparecer la imprenta, la producción y posterior popularización de las publicaciones de carácter periódico, este conocimiento fue diseminado por variados medios impresos, como los calendarios que, siendo de muy distintos tipos e intenciones, señalaron —y siguen mostrando— hasta a los más ajenos, las fases de la luna, los eclipses, las temporadas de lluvia y las horas en que amanece o se oculta el sol según las estaciones. En el territorio que hoy ocupa México, los astrónomos por excelencia fueron los mayas, quienes registraron todo tipo de acontecimientos astrales en la época prehispánica, según se consigna en las fuentes existentes, y llegaron a tener el calendario más preciso de todas las culturas hasta la actualidad.

En el mundo occidental, los auscultadores de los cielos también registraron en anuarios astronómicos, a partir de cálculos matemáticos, los acontecimientos astrales, dando con ello un sustento científico a los calendarios que se publicaban cada año con intenciones de diversa índole, como se verán a continuación.

La Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, que se encuentra bajo el resguardo de Adabi, así como la Biblioteca Henestrosa y la Juan de Córdova de la FAHHO, poseen ejemplares de estas publicaciones periódicas mexicanas editadas en el siglo XIX. Bajo la denominación de “calendarios”, mostraban información tan variada como cronologías y conversaciones graciosas; tales calendarios revelan un mundo “inclusivo” en donde conviven la ciencia, la herencia grecorromana con sus signos zodiacales (tal vez un poco incómodos para una autoridad clerical) y las intenciones tanto religiosas como de sátira política. Hay calendarios liberales, “arreglado al meridiano político de la Federación”; de “la risa”, “del extravagante”, entre otros temas y, dependiendo de los recursos del impresor o de sus intenciones, destacan ediciones como el calendario de Andrés Boix para el año de 1854, que muestra, en el encabezado de cada mes, la ilustración de un animal, ya fuera una foca en el mes de enero o un venado en diciembre, entre otros como abejas, osos, alces, leones, camellos, jabalíes, bisontes, tapires y un coatí, en el resto de los meses. Este uso de ilustraciones no se repite en otras publicaciones.

Otro ejemplo digno de señalar dentro de la relación humano-vegetación es el Decimoquinto Calendario Religioso de JM Osorio para el año de 1878, arreglado al meridiano de Puebla, que incluye el “Diccionario de las plantas con sus emblemas para traducir un billete o selam”. En sus líneas nos remite a la relación que las plantas guardan con una categoría física o emocional, u otro tipo de intenciones; así, el abeto se corresponde con la elevación; la calabaza alude a la gordura, el azafrán se asocia a la orden categórica “No abuses”; mientras que el castaño señala “Hazme justicia”. El pino se vincula al atrevimiento, el zarzal a la esterilidad, el musgo al amor materno y el helecho es reflejo de la sinceridad. Hoy en día, algunas de estas especies botánicas se utilizan en prácticas tradicionales como el feng-shui y en los aromatizantes comerciales y artículos de aseo personal de venta cotidiana, tratando de regresar a los habitantes de la ciudad, artificial y momentáneamente, a un hábitat más esencial y, aparentemente, tranquilizante, resignificando su concepto y evidenciando el cambio de mentalidad experimentado un siglo después.

Sin embargo, también existen registros que nos llevan más allá de las imágenes impresas y nos acercan a archivos de sonidos de la naturaleza y de otros seres vivos. La Biblioteca Británica cuenta con una gran compilación de esos archivos,1 mientras que en México se puede visitar la Biblioteca de Sonidos Aves de México,2 la exposición Los sonidos de los animales mexicanos, 3 así como Los cantos de las aves de la Ciudad de México organizados por Biodiversidad mexicana.4

No hace falta enunciar la importancia de estos registros que, sin duda, acercan más a la humanidad con el entorno natural, espacio al que necesitamos regresar de vez en cuando para encontrarnos a nosotros mismos.

1 https://sounds.bl.uk/Environment

2 http://www1.inecol.edu.mx/sonidos/menu.htm

3 https://mexicana.cultura.gob.mx/es/repositorio/x2acnp2f9p-9

4 https://www.biodiversidad.gob.mx/cienciaciudadana/cantos_aves_cdmx


Alfombras mágicas para cuentos

El Centro Cultural San Pablo tiene una presencia seminal en el panorama contemporáneo de Oaxaca, principalmente, en todo lo relativo a la cultura, el arte, la educación y la ciencia.

En sus primeros diez años de vida ha ofrecido una gran diversidad de propuestas y actividades, tanto las que han organizado las filiales y programas de la propia Fundación Harp Helú Oaxaca, como las coordinadas por instancias externas, públicas, de la sociedad civil, de carácter nacional e internacional.

El Centro Cultural San Pablo ha sido el hogar del programa de lectores voluntarios de la Fundación, mejor conocido como Seguimos Leyendo, que cuenta con más de 13 años de trayectoria social. Ha fungido como un espacio fundamental para experiencias que estimulan y enriquecen la cultura, entre las que debemos destacar las comparsas literarias, los diplomados de promoción y fomento de la literatura infantil, festivales para la primera infancia, posadas literarias, la iniciativa de bibliotecas humanas, lecturas en voz alta bajo el palo mulato y talleres jugueteando con bebés todos los sábados; presentaciones de libros con autores e ilustradores reconocidos nacional e internacionalmente, talleres de escritura creativa y múltiples sesiones de formación humana; en tiempos de pandemia, grabaciones de videocuentos, talleres de lectura en verano y Navidad y, lo más reciente: a partir de la exposición de Miguel Castro Leñero en la galería del Centro San Pablo, durante septiembre y octubre de este 2021, hemos regalado, con todas las medidas de seguridad y sanidad, lecturas en voz alta y actividades plásticas a grupos reducidos de niños y niñas.

Los espacios son solo eso, espacios, pero pueden tornarse en lugares significativos e inolvidables, tanto para el que abre las puertas como para quien los visita y habita, aunque solo sea de forma pasajera. Durante estos años de puertas abiertas, salvo la época de pandemia, el Centro Cultural San Pablo ha visto a los bebés gatear en esos pastos verdes que parecen alfombras mágicas; ha recibido a niños preescolares y de primaria, a jóvenes, y también a nuestros adultos mayores. Trabajar y habitar en este lugar es una recreación constante y cotidiana. El espacio te habla, te abraza, te invita a ver el cielo y a imaginar lo que ha sucedido sobre estas piedras, experiencias que hoy forman parte de su historia, que también es nuestra.

Puede decirse que todas las expresiones artísticas han tenido cabida y presencia en el Centro Cultural San Pablo. Su callejón invita a investigar qué sucede, qué se ofrece, aún hoy con las rejas cerradas, muchas personas se detienen, y, con sus ojos de asombro y admiración, toman fotos de esas forjas diseñadas por el maestro Francisco Toledo, las tocan, se las llevan de recuerdo.

La pandemia detuvo el ambiente y el movimiento cultural que ya llevaba un ritmo constante y armónico. Desde el pasado mes de septiembre, a partir de la exposición del artista mexicano Miguel Castro Leñero, que actualmente se muestra en San Pablo, el programa Seguimos Leyendo realiza diversas actividades con grupos escolares o familias que se inscriben previamente. Afortunadamente, los niños y las familias han respondido de forma positiva. Hemos logrado la presencia de grupos —de no más de 10 niños cada uno, cuidando la sana distancia— de preescolar y de los primeros grados de primaria.

Al llegar visitan el callejón, contemplan y reciben una charla sobre la obra de Xaquixe, el espléndido huipil istmeño de cristal reciclado, para luego visitar la exposición. Para cerrar compartimos las historias y los cuentos, buscando relacionarlos con el tema de la exposición: los animales y las mascotas, y charlar un poco sobre lo que ha pasado con ellos en tiempos de COVID-19. Los niños aprenden jugando por medio de la plástica, del origami, o de lo que libremente deseen crear. Ha sido un reencuentro con los más pequeños, los que en todo momento portan bien su cubrebocas y que merecen un respiro para gozar del verde intenso de la alfombra vegetal, en contraste con el cielo azul, y que se vuelven a encontrar lentamente con lo que promete ser una próxima normalidad.

Gracias por existir, Centro Cultural San Pablo.


Martín Vidal: seis décadas puliendo diamantes

Tortillas hechas a mano y una vasija de pulque sellaron una amistad que cambió la vida de nuestro personaje de hoy. Fue en Atlacomulco, Estado de México, cuando un buen día, el licenciado Manuel R. Palacios, notable catedrático y asesor de la Presidencia de la República, accedió a buscar un empleo en la capital para el joven Martín, correspondiendo a las atenciones recibidas por parte de sus padres en sus visitas al pequeño pueblo mexiquense, cercano a la Presa de El Salto.

Con sus estudios de primaria concluidos y una notable afición al beisbol, Martín Vidal no dudó en elegir el Parque del Seguro Social como la sede de su trabajo, declinando las ofertas que existían para incorporarse a PEMEX o Teléfonos de México.

Corría el año de 1966 cuando, desempeñando labores de auxilio administrativo y algunas otras que tal vez no correspondían a su edad, se asomaba a observar a los trabajadores que cuidaban el terreno de juego de la catedral del rey de los deportes en nuestro país, seguro de que él podría hacerlo mejor, implementando el uso de la cinta métrica y de herramientas más sofisticadas.

No pasó mucho tiempo para que Martín Vidal hiciera buenos sus pronósticos, estableciéndose como encargado del campo y de todo el mantenimiento del Parque Deportivo del Seguro Social, al que le dio uno de los toques más particulares en toda su vida: pintar de rojo y azul sus siete mil butacas, dividiendo de manera natural a las aficiones de los dos rivales del entonces Distrito Federal en la década de 1970.

Su gusto por el estudio de planos resultó determinante para lo que vendría más adelante: la transición a la superficie artificial del Foro Sol. Con la nueva casa del beisbol en la Ciudad de México en un inmueble de dimensiones gigantescas, Martín Vidal se olvidó de labores de mantenimiento general, dedicándose exclusivamente al cuidado del campo de juego, que ahora requería de una especialización muy detallada, supervisada por personal proveniente de Estados Unidos, labor donde ya estaba acompañado de su hermano Fidencio. Al paso de los años, Martín fue reconocido como el mejor en su trabajo, galardonado en la Liga Mexicana y en concursos internacionales, en donde ha competido sin saberlo.

Desde la cuatrimoto que lo traslada por todos los rincones del Estadio Alfredo Harp Helú, Martín Vidal nos cuenta, con la mirada apuntando a los recuerdos, la felicidad que le causó la responsabilidad de trazar su primer campo, que se encuentra en la Academia de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, y que es una réplica del primero que tuvo a su cargo. Martín considera que, después de supervisar la creación de lo que hoy conocemos como el Diamante de Fuego, ya no hay tarea que le pueda quitar el sueño, confiando en sus conocimientos y en el talento de cada uno de los integrantes de la cuadrilla que dirige como si fuera una orquesta sinfónica.

Minutos antes de que llegue la hora del café y una infaltable pieza de pan, Martín bajó de su vehículo para recordar que todavía queda una asignatura pendiente: asegurarse de que su familia tenga la oportunidad de pisar el campo que le provoca tantas alegrías y satisfacciones.


El Centro Cultural San Pablo: un cerebro que es corazón

Quizás por toda la historia que hay —literalmente— debajo de sus muros, el Centro Cultural San Pablo posee una fuerza de atracción natural y brutal hacia todos aquellos quienes pasamos, por curiosidad o por deber, diariamente por las calles del centro de Oaxaca. Mientras permanece cerrado, cuando las personas caminan sobre las aceras de Independencia o de Hidalgo, a la altura de las pesadas rejadas, hay quienes dicen con gran seguridad: “Mira: el Centro Cultural San Pablo”, aunque no sepan a ciencia cierta qué sucede en el recinto. Pero dudo que algún oaxaqueño desconozca qué sucede en este espacio. En un día “normal”, dentro de los muros de esta enorme casa han sucedido las más cotidianas maravillas: niños descubriendo libros en la Biblioteca Infantil —qué simple y enorme la tarea de dar a un niño este pequeño objeto—; la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova atestada de investigadores, consultando, escribiendo; el café en el que se daban clases, se cerraban tratos y se declaraba el amor… ¡hasta ir de pasadita y utilizar el servicio sanitario era inevitable! Los murciélagos te guiaban hacia esos oscuros aposentos…

Quienes hemos formado parte de su historia, de alguna actividad realizada durante los últimos diez años, hoy lo decimos con añoranza, “Mira, el Centro Cultural San Pablo”, porque recordamos todo lo que se detuvo. Aunque también me gustaría ser de aquellos que no tienen idea de lo que sucede ahí adentro, y descubrir el tesoro por primera vez. Sin embargo, lo sé, lo he visto. El teponaztle y la chirimía. El cine. El atrio lleno de artesanías. Los niños. Las posadas del cacao. El concierto. El espejo de agua. Las blancas paredes. Los custodios. Los amables señores de la limpieza. El investigador. La muchacha que toma fotos. Los chicos que acomodan las sillas. La niña de Monte Albán. El señor Habibi. La alfombra de pasto… Desde hace más de diez años el Centro Cultural San Pablo ha sido el corazón de la Fundación Alfredo Harp Helú: desde sus oficinas bombea sangre, ánimo y esperanza a cada una de sus instancias, y también ha funcionado como el cerebro de este ser vivo —cómo separar el uno del otro— que es la FAHHO, ya que desde aquí han surgido programas, vínculos, festivales, congresos y tantos proyectos más que suman al crecimiento cultural de Oaxaca. Eso, sumar. Oaxaca está lleno de espacios cotidianos e increíbles, de callejones que son pasajes al pasado o al futuro, de personas que hacen palpables los sueños, y el Centro Cultural San Pablo, en tan solo diez años se ha confirmado como uno de esos lugares de los que las personas se apropian para decir con tan grande seguridad: “Mira, el Centro Cultural San Pablo”.

Dice José Emilio Pacheco que, aunque suene mal, daría la vida por diez lugares de su patria, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha… varias figuras de su historia, montañas y tres o cuatro ríos. Yo creo que el Centro Cultural San Pablo es una de esas fortalezas, una casa de puertas abiertas, un cerebro que es un corazón. Que vengan más historias.


Acciones para un futuro sostenible: la BS y su agenda ambiental

El tema del medio ambiente tomó relevancia a nivel mundial desde la década de los 70, época en la que la Organización de las Naciones Unidas, por medio de la Conferencia de Estocolmo realizada en 1972, sentó las bases para la creación de políticas y estrategias medioambientales. Ese mismo año, la Asamblea General estableció el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente, fecha en la que se invita a todos los países a realizar actividades y proponer acciones encaminadas a la protección y mejoramiento del entorno natural, así como a crear conciencia del impacto ambiental que la actividad humana ha generado en diversos aspectos relacionados con este.

Bajo esta mirada, desde su apertura en 2007, la BS Biblioteca Infantil de Oaxaca se ha convertido en un espacio de información y difusión sobre el tema. La construcción de la biblioteca es, en sí mismo, un ejemplo de armonía con el entorno: en cada recoveco se observa que el espacio fue planeado para conservar la flora y fauna que ha habitado el terreno desde hace muchos años.

Pero este solo fue el comienzo de una idea que se ha mantenido firme a lo largo del tiempo, pues, año con año, nuestra agenda no se ha encaminado únicamente hacia la literatura y la cultura, sino que también ha contemplado la diversidad de encuentros que fortalezcan el respeto por la naturaleza en todas sus formas. A partir de esta proposición se han establecido vínculos con instituciones y personas dedicadas a las ciencias y que se encuentran desarrollando proyectos en pro del medio ambiente desde sus trincheras.

En 2016, por ejemplo, el departamento de Educación Ambiental del IPN-CIIDIR, unidad Oaxaca, dirigido por los maestros en Ciencias, Olga Herrera y Manuel Rubio, con el apoyo de un grupo de estudiantes, se unió a la cartelera de la BS con una serie de actividades denominadas “Ciencia que pica la con-ciencia” y “Noches de ciencia”. Estas sesiones lúdicas y de exploración significaron una experiencia inolvidable para las familias que nos acompañaron, ya que por primera vez tuvieron la oportunidad de observar y tocar insectos, aves rapaces, marsupiales y hasta reptiles. Esta experiencia, realizada con animales rescatados, tenía como objetivo reconstruir la visión que se tiene sobre algunas especies animales desmitificando creencias negativas que comúnmente están relacionadas con ellas, pero también para comprender la importancia de su conservación en el equilibrio de los ecosistemas.

Anfibios, Centinelas ambientales: Salamandras (2014) y Una ventana a la biodiversidad (2018), son dos exposiciones fotográficas itinerantes de la Red de Bibliotecas Infantiles que también formaron parte de nuestra agenda ambiental para mostrar al público la diversidad biológica de nuestro estado. Esta compilación de fotografías maravilló al público por la infinidad de colores, formas y texturas de las diferentes especies presentadas que el lente fue capaz de capturar, además de significar una oportunidad para descubrir anfibios y reptiles endémicos que se creían extintos.

Así, poco a poco se fueron entretejiendo lazos con más personas para realizar un trabajo conjunto entre la BS y los profesionales, una simbiosis que busca poner su granito de arena para reducir los problemas ambientales y mejorar las condiciones de vida en el futuro. En este sentido, nos hemos mantenido atentos a las fechas y eventos relevantes para plantear actividades dirigidas a los niños y niñas, pero también a los adultos, agentes importantes para cambiar infinidad de hábitos que poco ayudan a nuestro planeta.

En los últimos años hemos propuesto diferentes talleres, como el de la elaboración de bolsas de tela para sustituir las de plástico, y otro para incentivar el uso de la bicicleta, otro para conocer diversas formas de elaboración y preparación de compostas (Bokashi o con lombriz roja californiana); además de charlas sobre los océanos, la migración de las aves, el uso de aplicaciones para registrar y compartir observaciones de la naturaleza —como la plataforma NaturaLista—, 1 talleres de creación de huertos urbanos, proyecciones de documentales sobre el calentamiento global, flora y fauna del planeta, incluso experimentos para reciclar el unicel, entre otros.

Otras de las acciones que forman parte de la cotidianidad de la BS son las de separación de la basura, la reutilización de los desechos orgánicos para nuestra composta, el uso del agua de lluvia para los sanitarios y fuentes,2 así como la disminución de materiales plásticos y tóxicos en los talleres. Además, habría que agregar que nuestro acervo cuenta con una colección importante sobre temas relacionados con ecología, animales en peligro de extinción, contaminación, océanos, flora y fauna del planeta y desarrollo sostenible, para que nuestros usuarios se adentren y conozcan más al respecto.

Y aún en estos tiempos difíciles, nos hemos adaptado y renovado para continuar con esta labor. A finales del 2020 establecimos un vínculo interinstitucional con la Coordinación de Medio Ambiente de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, a través de El Hilo Invisible de la Naturaleza, un proyecto ecológico dirigido por Rafaela Martínez que surgió en medio de la pandemia para contar cómo los seres vivos han tejido intrincados e invisibles hilos que sostienen la vida en el planeta.

De igual manera, este año continuamos con la donación de árboles que recibimos por parte de esta coordinación desde el 2018, con el fin de distribuirlos entre la comunidad cercana a nuestro espacio y reforestar zonas de la ciudad y municipios conurbados.

Creemos firmemente que estas acciones, sumadas a los cientos que se realizan en todo el mundo, generan nuevas posturas frente al cuidado y protección del medio ambiente, además de que trastocan hábitos y forjan un futuro más armónico entre todos los seres vivos que habitan este planeta.

1 http://www.naturalista.mx/

2 Puedes ver el video en el siguiente link: https://youtu.be/pIVMK6NCDho


Metas en la vida: sembrar arbolitos

Cuando era pequeña y escuchaba aquella frase sobre las metas de la vida: “Tener un hijo, escribir un libro y sembrar un árbol”, pensaba que era una cosa demasiado fácil. “Por supuesto que sí, ¡allá voy vida adulta!”. ¿Por qué nuestros abuelos y padres lo hicieron parecer así, tan sencillo? Tener un hijo, ¡listo!, solo hacía falta desearlo, ¿no? Escribir un libro, ¡listo!, total, sabía escribir y mis maestros decían que mi ortografía era “impecable”. Sembrar un árbol, ¡listo!, pan comido, ¿qué más había por hacer en esta vida? No podía ser así de simple. Oh, sorpresa. Los caminos de la vida no son lo que yo pensaba. Sembrar un árbol no implicaba solamente sacar semillas de cualquier flor o fruto, como en el juego, ponerlo en la tierra y servirle agua. “Tener un hijo, escribir un libro y sembrar un árbol” era cosa seria, ¡proyectos de vida completos! Afortunadamente, para cada una de estas tareas he contado con una amplia red de amigos, maestros, colegas y cómplices que me apoyan en el camino. Luego platicaremos de las dos primeras; hoy quiero hacer hincapié en la última de las metas: sembrar árboles (que en sí misma ya es enorme).

Elegir el árbol y el sitio, preparar la tierra y ordenar todo a su alrededor. Informarse si la raíz será gruesa o si es de copa ancha, verificar que no existan riesgos, contemplar a alguien que lo podará de manera correcta y que nos enseñará a hacerlo por nosotros mismos, eventualmente; seleccionar el mejor abono, regarlo a sus horas, hablarle bonito (¿estaba hablando del árbol o del hijo?)… Para nuestra fortuna, en el estado se encuentra la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca que apoya, desde hace 15 años, a quienes han tenido este mismo sueño de convertirse en sembradores de árboles: desde el Programa de Reforestación Social en la ciudad, con la donación de ejemplares para que las personas se los lleven en brazos (como al hijo) hasta la producción de manera sistematizada de árboles para reforestar enormes áreas que así lo soliciten, pasando por plantar árboles por toda la ciudad para alegrarnos la vida y dar sombra a los transeúntes. Y como un padre con su hijo, o como el escritor con su obra, desde la Coordinación de Medio Ambiente abrazan cada ejemplar de guayacal, macuil, primavera o pochote que crece en las calles de la ciudad, y con la emoción a flor de piel esperan que los oaxaqueños y todos aquellos que pasen o que vivan cerca de algún arbolito lo cuiden y rieguen y traten bonito. Porque no solo se trata, como decía, de hacer un boquete y dejar caer algunas semillas o sembrar una plantita; se debe tener convicción, fe, ánimo y dedicación. La Coordinación de Medio Ambiente de la FAHHO posee estas herramientas, y no dudo de que va a seguir cuidando esos arbolitos por otros quince años o más.

A estas alturas puedo decir que he palomeado de mi lista los tópicos “Tener un hijo” y “Escribir un libro” (porque insisto en que mi ortografía es “impecable”), pero este de “Sembrar un árbol” lo palomeo y renuevo cada vez con mayor emoción.


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