Pedagogía del Agua: una nueva cultura para el cuidado de nuestro recurso hídrico

Relacionar la gestión del agua con la pedagogía requiere de la vivencia de los fenómenos naturales en la construcción de conocimientos y pautas para la acción. En ese sentido, la Pedagogía del agua no es un componente más de un programa de gestión del recurso hídrico: es el proceso mismo de gestión democrática del agua. Las actividades de cultura y concientización que se proponen incorporar en las escuelas, y en la opinión pública, son una parte necesaria, pero insuficiente. Instalar el concepto de “Pedagogía sostenible y resiliente del agua” como sinónimo de la gestión democrática del agua permitirá valorizar la idea de que las sociedades que subsistirán en el futuro son las que tengan mayor capacidad de aprendizaje, es decir, de adaptación y transformación ante un mundo tan cambiante.

Nuestra propuesta político-pedagógica es un modelo intencionado de enseñanza que garantiza el aprendizaje bajo ciertas “reglas”. Este modelo está orientado, en nuestro caso particular, al desarrollo de un pensamiento crítico con base en el tema de la contaminación del agua de nuestros ríos, lagos, lagunas, mantos freáticos y mares.

Cuando hablamos de una propuesta político-pedagógica, estamos diciendo que nuestra iniciativa es una caja de herramientas flexible para reconstruir el tejido social por medio de la apropiación de la tecnología relacionada con el agua en comunidades vulneradas por su contaminación.

Es una propuesta que apunta a la concientización y el sentido de pertenencia; impulsa el compromiso para la participación individual, grupal y comunitaria, en donde tanto sociedad como autoridades sean un solo elemento en beneficio del saneamiento de las aguas. Es un modelo de trabajo que fomenta la creación de agentes de transformación social eficaz, viable y sostenible. Es un proceso dialéctico sustentado por elementos teóricos y prácticos. De igual manera, es un modelo flexible y dinámico.

La propuesta político-pedagógica de educación popular de la Fundación CyPro se construye en espacios creados en comunidades, a partir de una asociación entre la Fundación CyPro y estas. Hoy en día, todo el mundo vive sin una pedagogía del agua y es Oaxaca la primera entidad en donde esta ha cobrado vida y desde nuestro seno se está difundiendo al mundo.


Recomendaciones literarias relacionadas con el agua

Leo Lionni, Nadarín, Kalandraka,
México 2014. Edad recomendada:
5 años en adelante

¿Recuerdas ese primer encuentro con el lienzo blanco tratando de dibujar el mar? Tal vez tomaste tus colores buscando el azul transparente que se acercara más al color visto por primera vez cuando visitaste el océano, o a lo mejor trataste de encontrar tu propio azul y trazaste mundos submarinos, ciudades y especies nunca vistas.

Quizás fue así como Leo Lionni escribió e ilustró a Nadarín, un pez muy veloz de color negro. Posiblemente esto no te parezca algo extraño, pero resulta que toda la familia de este inquieto pez era de color rojo. Un día ocurrió un acontecimiento catastrófico: entre las olas apareció un atún fiero y hambriento que de un solo bocado se comió a todo el cardumen de Nadarín. Él, que era muy valiente, logró escapar hasta las profundidades del mar. Para no contarte más, te invito a descubrir cómo nuestro valiente protagonista diseña una estrategia para disfrutar del ancho mar.

Las ilustraciones de este libro hacen pensar en los dibujos que los niños realizan en las escuelas y después dejan secar bajo el sol. Son sencillas y nos incitan a tomar las acuarelas y los pinceles para dibujarle nuevos mundos a Nadarín.

Desde niño, Leo Lionni se dejó influenciar por el arte gracias a su tío Piet, un artista que tomaba a Leo como modelo para sus dibujos. Dentro de sus memorias lo nombraba “su héroe”. Gracias a relatos escritos en forma de fábulas, Lionni trata de aleccionar sobre la vida pero sin moralizar.

Entre sus libros más destacados, encontramos: Pequeño azul y pequeño amarillo, Frederick y Nadarín.


El agua en el río de Heráclito: la transformación, las emociones, las letras

Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces,
porque ni el hombre ni el agua serán los mismos.

Heráclito

Este famoso aforismo del filósofo jónico hace alusión al cambio. Y cómo no va a hacerlo si el efecto principal del agua es la transformación de todo lo que toca. Desde sus consecuencias en la naturaleza, como la formación de cañones completos gracias a la erosión o, incluso, la forma en la que están constituidos los continentes, posterior a la Pangea; estalactitas y estalagmitas y hasta el cuerpo de los seres vivos. Solo el ser humano comparte el podio con el agua en esta faceta transformadora.

Como buen visitante que llegó para quedarse —justo porque proviene del espacio—, el agua constituye, en porcentaje, la mayor parte del planeta, habitando en seres vivos y fuera de ellos, en estado “natural”. Podríamos afirmar, como lo señala la famosa frase “Nada se destruye, sino que todo se transforma”, que el agua que habita actualmente el planeta lo ha hecho desde el principio de los tiempos, y formó parte de otros seres vivos millones de años antes de estar dentro de nuestro organismo. ¿Aún se duda de que todo y todos estamos conectados? Esa conexión es el agua misma.

El agua ha pasado por todo y configura todo, incluso lo interno, lo subjetivo del ser humano. La vida completa es agua y en ella hay múltiples formas de experimentarla por medio de las emociones. Si consideramos que cada emoción posee un tipo de respiración específica, de inhalación y exhalación para cada sentir —sentarse en una silla y recordar cómo respiramos cuando estamos enojados, cómo sale el aire en las carcajadas, o en el suspiro cuando se desea algo— debemos saber que en cada bocanada de aire y en cada expiración hay vaho, vapor de agua. Sin esto, los pulmones no podrían ser capaces de expandirse y contraerse: respirar y sentir no serían posibilidades.

El agua misma se transforma con las emociones, basta ver la forma microscópica de las lágrimas que se forman a partir de distintos sentimientos1 para conocer la empatía de este elemento. En su forma extensa, en el mar o en los ríos, el agua produce produce sensaciones diversas, incluso se ha asociado a emociones relativas a su movimiento: calma, furia, paz o reclamo. Se puede pensar que es una especie de relación magnética que no solo posee el agua entre sus propias partículas, sino también entre sus diversas representaciones: nuestras emociones y las del mar se conectan.

La necesidad de plasmar el sentir es posible gracias a la emulsión del agua con las emociones y la palabra escrita. Esta es otra manera de entender las formas complejas que puede tener este elemento: desde la tinta y el papel empleado para plasmar las letras, hasta las respiraciones y exasperaciones que los autores y lectores traen consigo en “gotículas de emoción líquida”, aludiendo a Bauman.2 Tan es así que, por ejemplo, José Saramago, en su libro El silencio del agua, refiere que la confrontación con los seres que habitan en el agua es una confrontación con nuestras propias motivaciones, y al momento de la calma previa a la batalla, dice: “No creo que exista en el mundo un silencio más profundo que el silencio del agua”, un silencio inolvidable. Moby Dick, El Viejo y el mar, Veinte mil leguas de viaje submarino, Los muros de agua, por mencionar algunos de los incontables títulos con agua de por medio, por inspiración o por fascinación.

Provenimos del agua, estamos compuestos de ella, nos asentamos, desde los confines de la historia cultural, junto a los ríos y lagos. Nuestro destino está relacionado con su existencia, nuestras emociones y legado también están asociados a ella. ¿Qué objeto de transformación debemos esperar cuando el agua deje de estar? Si es su poder de transformación tan garrafal, ¿en qué nos transformaremos cuando el agua se vaya? ¿Cuál será su última acción de cambio?

1 Lynn Fisher, The topografhy of tears. NY: Bellevue Literary Press, disponible en https://www.rose-lynnfisher.
com/tears.html

2 Zygmunt Bauman, “Enamorarse y desenamorarse” en Amor líquido sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Barcelona, Paidós, 2018. Disponible en: https://www. planetadelibros.com/libros_contenido_extra/38/37846_
Amor_liquido.pdf


¡Aguas con el agua!

Eduardo del Río, Rius, y Darío Castillejos,
¡Aguas con el agua! Instituto Mexicano de la
Tecnología del Agua, Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales, Comisión
Nacional del Agua, México, 2014.

Esta obra del autor Eduardo del Río, Rius, en la que participa también el caricaturista Darío Castillejos, aborda el abuso que hemos tenido contra la naturaleza, en particular contra el agua. ¿Puede morirse el agua? Con esta pregunta satirizante inicia Rius los diálogos con su singular caricatura, abordando la problemática del uso y contaminación del recurso hídrico en nuestra vida cotidiana. Explica, con ese humor ácido que lo caracteriza, las consecuencias de la deforestación, interrupción de los ciclos hídricos, interrupción de la filtración en ciudades pavimentadas y hasta el desperdicio que generamos en casa.

De Eduardo del Río nadie se salvaba, como bien decía por medio de sus personajes: hasta los ecologistas y el papa contaminan. La contaminación somos todos. Este ejemplar aborda también el problemático manejo del agua a nivel industrial y el daño que han causado los contaminantes que se producen en las fábricas y que desembocan en mantos acuíferos, dañando a la flora y fauna dependientes de ellos. Sin duda un ejemplar para disfrutar y reflexionar sobre nuestra participación en el cuidado de nuestro vital líquido.

En su contraportada, este libro presenta una lámina del maestro Francisco Toledo, quien siempre mostró preocupación por la situación del agua en Oaxaca.


El valor perdido del agua en la ciudad

Existen 49 fuentes históricas en la ciudad de Oaxaca: seis del siglo XVII, 15 del siglo XIX y 28 más del siglo XX. Sin embargo, menos de la mitad se encuentran funcionando, mientras que el resto están abandonadas y sin mantenimiento.

El agua es uno de los recursos más importantes con los que cuenta nuestro planeta. Sin este medio natural la vida es imposible. Por esta razón es de suma importancia que se le devuelva el valor que merece. Su descuido se debe a que su aprecio está ligado al factor monetario en vez de enfocarlo a los factores culturales, ambientales, sociales y de salud. Dichas acciones mal orientadas llevan a una gestión inadecuada del recurso hídrico debido al manejo inadecuado y a la negligencia política.

La contaminación de cuerpos de agua, aunada al cambio climático, provoca que el acceso al agua potable sea cada vez menor. La temporada de sequía es más larga y como resultado los cuerpos de agua tardan más tiempo en recuperar su volumen, o, en algunos casos, han comenzado a desaparecer. Respecto al acceso al agua en el ámbito mundial, el diario británico The Guardian1 comparte los siguientes datos: el 96% de la población de México tiene acceso al agua potable, mientras que, en países como Angola o la República Democrática del Congo, apenas la mitad de la población cuenta con esa posibilidad.

En términos socioculturales, el agua es percibida como un recurso inagotable, y a pesar de ello es desperdiciada y contaminada sin pensar en lo mucho que la necesitamos. De acuerdo con el Informe 2021 de la UNESCO sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, el 80% de las industrias y municipios de todo el planeta tiran desechos a cuerpos de agua naturales sin un tratamiento previo. Según el INEGI, en la Zona Metropolitana de Oaxaca, hasta el 2002 se tenían registradas 25 descargas de aguas residuales a los ríos de la ciudad, viéndose afectados principalmente el Río Atoyac, el de San Felipe, Jalatlaco y Salado.

La contaminación a estos caudales minimiza el valor que tienen para Oaxaca, como puntos de referencia importantes para la fundación de la ciudad, principalmente el de Jalatlaco y el Atoyac. El valor del agua no siempre fue relegado a algo meramente monetario; prueba de ello es que distintas ciudades en el mundo enfocaron gran parte de su diseño urbano a valorizar el agua. Roma, por ejemplo, con sus grandes y hermosas fuentes o sus imponentes acueductos; los canales de ciudades como Suzhou, en China, San Petersburgo, en Rusia, y Gold Coast, en Australia.

Se tienen registros de que en Mesoamérica se utilizó una bella infraestructura hídrica: los chultunes (cisternas mayas) en Yucatán, las presas, pozos, acueductos, ductos de piedra con tapa, las chinampas, etc. En nuestras actuales ciudades, se han heredado bellos patrones urbano-arquitectónicos de la infraestructura novohispana, como los acueductos y fuentes, elementos que dan una identidad y una imagen armónica urbana. Sin embargo, la desvalorización del agua nos ha llevado también al abandono de estos bellos elementos arquitectónicos. Es fácil ver que gran parte de los acueductos de la ciudad han sido dañados, o que las mismas fuentes han sido abandonadas. De acuerdo con la arquitecta Andrea Amador,2 existen 49 fuentes históricas en la ciudad de Oaxaca: seis del siglo XVII, 15 del siglo XIX y 28 más del siglo XX. Sin embargo, menos de la mitad se encuentran funcionando, mientras que el resto están abandonadas y sin mantenimiento. Esto solo es muestra del poco valor otorgado al patrimonio de nuestra ciudad.

Frente a este problema, la UNESCO nos habla sobre cómo se deben incorporar diferentes aspectos para devolverle su valor al agua; hace mención de aspectos culturales, de género, ciencias específicas y sistemas de creencia. Se busca que el valor del agua sea el mismo sin importar la región, la cantidad ni el uso que se le dará y la ganancia que se obtendrá. Al unificar este valor se lograría que el agua comience a tener un uso sustentable, lo que garantiza el equitativo manejo de este recurso en un futuro.

Si estás interesado en profundizar en el tema del agua urbana, artificial y natural, te invitamos a consultar nuestro acervo que cuenta con material dedicado a ese tema y enfocado a la ciudad y su arquitectura.

1 Katherine Purvis, “Access to clean water and sanitation around the world – mapped” en The Guardian, (julio 2015). https://www.theguardian.com/global-development-professionals-network/2015/jul/01/global-access-clean-water-sanitation-mapped

2 Análisis histórico-social y catalogación de las fuentes públicas de la Ciudad de Oaxaca 1521-1990, dos tomos, tesis de licenciatura, Facultad de Arquitectura, UABJO.


El agua y la música*

Pocas cosas son tan inquietantes y motivadoras como estar frente al mar. Dependiendo de las circunstancias, esto puede generar diversas sensaciones: una paz infinita o un pánico terrible, pasando por el asombro, la estupefacción o la añoranza. Quizá por ello es que ha inspirado tanto a poetas y narradores como a pintores y músicos. La naturaleza, y en particular el agua, proporciona los elementos para la creación artística: las texturas, los sonidos, los colores, la profundidad, las sensaciones, las formas y por qué no, las ideas y las imágenes.

Desde niña me llamaron la atención los sonidos producidos por el agua en sus diferentes manifestaciones. Las fuentes me daban cierta tranquilidad, y las tormentas del verano me causaban temor: me inquietaban las cascadas por la fuerza que sentía al caer el agua y me gustaba saltar los charcos y empaparme las calcetas, aunque mi madre se pusiera furiosa por temor a que me enfermara. Los momentos que recuerdo con más intensidad de mi niñez tienen que ver con el agua, además de los sonidos naturales que ella produce, mi gusto por la música comenzó con Debussy, cuando mi abuela tocaba la Catedral sumergida. Me refugiaba debajo del piano y veía con especial deleite el cuadro de Joaquín Clausell, que colgaba en la pared: una marina inmensa con una furia intempestiva que dejaba vislumbrar una roca que recibía el golpeteo de las olas sobre sí. Dependiendo del ánimo de la abuela, pasaba a Los jardines bajo la lluvia o cambiaba de autor y se iba al Preludio de las gotas de lluvia de Chopin. Eran tardes serenas en las que pasábamos horas en una compañía un tanto extraña, porque lo único que veía de mi abuela eran sus pies; en realidad, solo la escuchaba y la sentía. Eran tardes acuáticas, ella era como el agua con sus diferentes temperamentos y se expresaba a partir de las composiciones de los grandes músicos que le llegaban al corazón. Dejaba que la música tomara la batuta y la fuera guían do hacia lugares insospechados, hacia una aventura estética que compartía conmigo. Me presentó La Pastoral, y por supuesto me pedía especial atención en el segundo movimiento, la Escena junto al río, y me contó que Beethoven pedía, en la propia partitura, que para su interpretación se expresaran los sentimientos: “No pintura, sino impresiones”. Más grande, me llevó al lago de Chapultepec a ver en vivo El lago de los cisnes, no cabía de la emoción de ver tal espectáculo.

Con el transcurrir de los años puse especial atención en las composiciones relacionadas con el agua, se convirtieron en una manera de revivir esas tardes. Fue así que descubrí la Tempestad, de Franz Liszt, Los juegos de agua, de Maurice Ravel, la última obra del compositor alemán Richard Strauss, Sinfonía alpina, al pie de la cascada, y, sin temor a la crítica, el Danubio azul de Johann Strauss. Y ya que estamos con los valses, Sobre las olas, de Juventino Rosas.

Hablando de olas, descubrí a un músico italiano que experimenta y mezcla diversos géneros, aunque él prefiere considerarse minimalista. Hablo de Ludovico Einaudi, quien afirma que le gusta tanto el rock como Mozart. Entre sus composiciones de piano está Waves/Olas,una delicia. Me gusta escucharla cuando trabajo porque me ayuda a concentrarme y a estar tranquila. Ludovico Einaudi compuso Elegy for the Artic, una obra que unió las firmas de 8 millones de personas para salvar el Ártico. Como parte de esta pieza se escuchan los glaciares cayendo y el sonido del agua. Y cómo no recomendar el fantástico video con música de Arvo Pärt, Da Pacem, que presenta la vida marina: meduzas, calamares, seres exóticos danzan con suavidad acompañados por las voces corales y el órgano.

Disfruto otros géneros musicales más populares, si se quiere, pero igualmente emotivos, como aquél que nació en El Mediterráneo con alma de marinero o El hombre y el agua de Juan Manuel Serrat:

Cuídala, como cuida ella de ti.
Brinca, moja, vuela, lava,
agua que vienes y vas.
Río, espuma, lluvia, niebla,
nube, fuente, hielo, mar.
Agua, barro en el camino, agua que
esculpes paisajes,
agua que mueves molinos.

Joaquín Sabina nos recuerda que “el agua apaga el fuego y al ardor los años”, y Jarabe de Palo afirma que el agua y la sed son un serio problema:

Pasión y ley
Difícil mezcla
Agua y sed
Serio problema
Cuando uno tiene sed
Pero el agua no está cerca
Cuando uno quiere beber
Pero el agua no está cerca
Qué hacer…

Para cerrar con broche de oro, los Latin Brothers en Cartagena nos cuentan en una salsa riquísima que Sobre las olas un barco va.

* Este artículo se lee con la siguiente lista de reproducción: https://www.youtube.com/playlist?list=PL352jsxBH_nSbAFJ9mOASscBcO2xAuwi3

1 ¡Mas, oh corazón mío, escucha la canción de los marinos!, Brisa Marina. http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/64-027-stephane-mallarme?start=5


Planta hidroeléctrica La Luz en San Agustín Etla, Oaxaca

Estado actual del edificio. Fotografías de agosto de 2021.

Entre las montañas que rodean San Agustín Etla se originan pequeños hilos de agua que conforman corredores de vida, que, al juntarse, configuran el Río San Agustín, o Río grande, así conocido por la gente de la misma comunidad. Dada la cantidad de este vital líquido, San Agustín Etla fue un espacio ideal para que durante el auge industrial del Porfiriato se instalaran allí las conocidas fábricas textiles; la abundante agua se aprovechaba tanto para estas como para la operación de unas hidroeléctricas conocidas como La Luz, levantada en 1883, y La Soledad, construida veintiséis años más tarde. Hubo grandes sueños en Oaxaca en esos años: la minería, el ferrocarril y las fábricas de textil, alimentados con la energía eléctrica y el motor de vapor, iban a ser los propulsores para un mejor futuro. Aunque esta época del positivismo industrial ya quedó atrás, sus edificios conforman hoy un valioso patrimonio arquitectónico en el estado. Sin embargo, mientras que la fábrica y la planta de La Soledad fueron rescatadas por el maestro Toledo, La Luz, la primera hidroeléctrica que alimentó a la ciudad de Oaxaca, fue abandonada, saqueada y, desafortunadamente, hoy se encuentra en ruinas.

La industria textil se hizo presente en México a partir de 1830. Para el año de 1837 se crearon 4 fábricas modernas de hilados en Puebla, y para 1844 existían ya 47 fábricas en todo el país. Rodríguez Velasco (2011) en su libro Capitalismo y modernización en Oaxaca, señala que la industria textil llegó a Oaxaca cuatro décadas más tarde en comparación con otras entidades del país. Aun así, las fábricas textiles impactaron su entorno físico y social: introdujeron una nueva arquitectura industrial que incluía obras hidráulicas que aprovechaban la fuerza y abundancia del agua para generar la fuerza motriz. Así, las primeras dos fábricas, San José, en San Agustín, Etla, y Xía en la Sierra Juárez, fueron fundadas en 1873. En 1883 se estableció una más: la majestuosa Soledad Vista Hermosa, también en San Agustín, fundada por José Zorrilla, quien se benefició con exenciones fiscales que le concedió el gobernador de ese momento, Luis Mier y Terán, a cambio de montar un motor hidráulico de sesenta caballos de fuerza, conocido como La Luz, para beneficiar, además, a la ciudad de Oaxaca.

Detalle de tubería a escala de 0.02 m. Colección: Francisco Tort i Ràfols, Biblioteca de Investigación Juan de Córdova.

Para realizar el diseño de la fábrica y de su hidroeléctica, se contrató a los hermanos Tort i Ràfols, quienes trabajaban como arquitectos e ingenieros para el sector privado. La Biblioteca de Investigación Juan de Córdova resguarda una colección importante de sus mapas, planos y dibujos originales que realizaron en diferentes proyectos en los estados de Oaxaca y Chiapas a finales del siglo XIX y la primera década del siglo XX. Su obra es amplia, desde el diseño de fábricas de textil y de azúcar, hasta la renovación en un estilo afrancesado de casas particulares en el centro de Oaxaca. Los planos que abundan son los de la hidroléctrica La luz. Hay alzados de sus fachadas, detalles del edificio, pero también de la tubería que alimentaba las turbinas, las instalaciones hidroeléctricas y de la electrificación de la villa de Etla y de la línea a Oaxaca. Además, entre las fotos del álbum del viajero Charles Hamilton, también conservadas en la BIJC, se encuentra una donde se aprecia el edificio en funciones al inicio del siglo XX.

La Luz, la primera hidroeléctrica que alimentó a la ciudad de Oaxaca, fue abandonada, saqueada y, desafortunadamente, hoy se encuentra en ruinas.

Con la intención de conocer el edificio plasmado en los planos y fotos, personal de la BIJC organizó, junto con el Comisariado de Bienes Comunales, una excursión el día 1 de agosto de este año. Hoy, el elegante edificio de la hidroeléctrica La Luz sigue en pie a unos cinco kilómetros de la comunidad, en una cuenca boscosa pero bien conservada, entre los arbustos y los árboles que conforman un hermoso paisaje. Es un modesto edificio porfiriano desplantado en un pequeño plano arriba de un fresco arrollo. Frente al edificio pasa el canal de agua que conduce a la presa en la comunidad de San Agustín Etla. Es un lugar idílico y nostálgico que evoca otros tiempos. Por su importancia para Oaxaca, y por su relación con la fábrica de la Soledad Vista Hermosa, la construcción merece una cuidadosa restauración antes de que sea demasiado tarde. Determinar un uso social adecuado, que permita disfrutar de este pequeño paraíso sin destruir la calma y el silencio que hoy reina en el lugar es sin duda un desafío. Agradecemos al Sr. Érick Pérez Ruíz, comisariado de Bienes Comunales, por permitirnos el acceso y guiarnos
al lugar.


Aclaraciones sobre el número anterior

Uno de los intereses académicos de la FAHHO es la difusión del conocimiento relacionado con las lenguas originarias y la historia de Oaxaca. Es por ello que cada número de este boletín cuenta con algunas colaboraciones encaminadas a profundizar y comentar dichos temas. La discusión que a continuación compartimos con ustedes, lectores, surge de una serie de correos electrónicos que se transformaron en una cátedra dictada por especialistas que dejan ver una principal preocupación: mostrar el dinamismo de las lenguas originarias para que se intensifique su comprensión mostrando su complejidad y capacidad transformadora. El Boletín FAHHO no. 6 (julio-agosto 2021) dio pie a tan enriquecedora discusión entre Alejandro de Ávila, director del Jardín Etnobotánico de Oaxaca y curador del Museo Textil de Oaxaca, y Sebastián van Doesburg, director de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova e investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, ambos académicos colaboradores de esta Fundación.

En primera instancia, Alejandro de Ávila escribió a la oficina editorial para mostrar su inquietud respecto a tres artículos, con la única intención de hacer observaciones de carácter de precisión histórica y lingüística. Por razones de espacio no resultó posible reproducir todo el diálogo que ambos académicos sostuvieron; por lo que compartimos con ustedes fragmentos sustanciales que se centran, principalmente, en la discusión de precisión lingüística del segundo artículo.

[…] leí con interés el Boletín de la FAHHO […]. Veo que incluye tres artículos que se relacionan con el textil, lo cual me da gusto, pero encuentro algunos problemas que me parece debemos corregir:

  1. El trabajo […] acerca del traje de tehuana reitera una versión insostenible acerca del origen de los diseños florales istmeños en la Nao de China. Podemos relacionar las peonías y otras figuras bordadas en los huipiles con los
    mantones de Manila, pero éstos representan un formato textil de finales del siglo XIX, casi un siglo después del último viaje de la Nao. […]
  2. El trabajo […] acerca del tocado tradicional en Cuetzalan adolece también de problemas en la terminología en la lengua indígena, en este caso una variante del náhuatl. [La autora] transcribe el nombre del tocado como maxtahuatl. Sin embargo, la variante que se habla en Cuetzalan y los municipios vecinos carece1 del fonema –tl, que conocemos del náhuatl clásico y algunas variantes contemporáneas. Diversas fuentes registran el nombre del tocado como maxtahual, que es como se designa en Cuetzalan. La Maestra Irmgard W. Johnson,2 cuyo trabajo reseña García, así lo pronunciaba, como recuerdo con claridad por haber ella sido mi mentora durante cuatro décadas. Según entiendo, maxtahuatl constituye una reconstrucción ficticia de la forma histórica, que no está atestiguada en el diccionario de Alonso de Molina ni en otras fuentes del siglo XVI.
  3. El trabajo [sobre los textiles de Cosoloaque] muestra de nuevo una transcripción problemática de los términos en náhuatl, en este caso una de las variantes del sur de Veracruz. La secuencia kwe-, transcrita convencionalmente cue-, aparece en este trabajo como koe-, que falsea la fonología del náhuatl. […]

La respuesta del director de la BIJC a la inquietud del director del JEBOax fue la siguiente:

[…]
Gracias por señalar algunos temas en la representación de terminología en náhuatl y zapoteco.
[…] sobre la palabra maxtlahuatl.

Hallé la siguiente cita en la Relación Geográfica de Ixtlahuacan (Guanajuato): “las indias usan en el pelo una cinta de 8 Varas de largo y tres dedos de ancho con la q[u]e forman de su pelo el tocado q[u]e llaman Maxtlahuatl” (Paredes Martínez, Carlos, 2005. Descripciones geográficas del obispado de Michoacán en el siglo XVIII, CIESAS/Universidad Michoacana, p. 127; revisé la paleografía en el sitio Amoxcalli de Thouvenot, así que no es una reconstrucción).

También encontré el término en El Portento Mexicano, una pieza de teatro sobre la Virgen de Guadalupe, publicada por Fernando Horcasitas (2004 Teatro Náhuatl, vol. II, UNAM, p. 285).

Por lo mismo lo di por bueno.

Veo que Antonio García Cubas alrededor de 1870-1874 ya lo escribe como mastlahual al hablar de la prenda en Tlapacoyan, cerca de la Cuetzalan: “el mastahual, redecilla de cintas, recoge las bien tejidas trenzas de su luciente y negro cabello que tan bien cuadra a la limpia y morena tez de su rostro”.

La forma mastauat tomada de un libro de Culturas Populares es claramente incorrecta. Tendremos cuidado con la correcta representación.

A partir de esta respuesta, las consultas bibliográficas no se hacen esperar, y, sin duda, son la parte enriquecedora que da muestra del serio interés que ponen nuestros colaboradores para que el Boletín se construya en cada edición.

Interesante que las fuentes que citas atestigüen la forma maxtlahuatl,3 que por lo visto se vincula etimológicamente con ma:xtlatl, pero […] en [el] artículo escribe “maxtahuatl”, donde no es factible proponer esa etimología y por ello reitero que me parece una forma ficticia.


Señalas que maxtlahuatl aparece mencionado en la Relación Geográfica de Ixtlahuacan. Te hago dos observaciones: ese “partido” del obispado de Michoacán no se ubica en el actual estado de Guanajuato, como indicas, sino en la región del sur de Jalisco y norte de Colima, como puedes verificar en las pp. 34-35 de esta tesis acerca de la cartografía de ese antiguo obispado: http://bibliotecavirtual.
dgb.umich.mx:8083/xmlui/bitstream/handle/DGB_UMICH/2354/IIH-M-2006-0003.
pdf?sequence=1&isAllowed= y

Segunda observación: esta precisión geográfica es significativa porque la ubicación real de la comunidad donde se registró el maxtlahuatl en el siglo XVIII corresponde muy de cerca con el pueblo de Tuxpan, comunidad del sur de Jalisco donde se habla náhuatl hasta la fecha. En Tuxpan se conservó hasta mediados del siglo pasado un tocado ceremonial consistente en una larga cinta que se enrollaba alrededor del cabello para formar un rodete, tal como lo describe el pasaje que nos compartes de la Relación de Ixtlahuacan. El tocado de Tuxpan no era tan voluminoso como el de Cuetzalan, pero tenía una estructura análoga. Fue precisamente nuestra querida Irmgard quien documentó esas cintas, que se tejían en Tuxpan, y la forma de enrollarlas alrededor del cabello.

[…]
El tocado de Tuxpan no es el único que se relaciona con el maxtahual de Cuetzalan: también se vincula con el petop de las comunidades tének de la Huasteca Potosina y con los rodetes de varios pueblos mixtecos (San Antonio Huitepec, entre otros), zapotecos (Yalálag es el más conocido, pero peinados análogos se usaron en varias comunidades más), mixes, tsotsiles, tseltales, y un montón de localidades en Guatemala. El maxtahual de Cuetzalan es entonces una versión particularmente exagerada de un tocado de origen mesoamericano de amplia distribución.
[…]

El intercambio se amplifica y se convierte en una muestra de la evolución que el término en discusión ha atravesado. Es por ello que, en la siguiente respuesta, Van Doesburg recurre a más ejemplos referenciales:

En cuanto a la relación con ma:xtlatl, esto ya lo vio Chimalpopoca Galicia en 1856, cuando tradujo el término maxtlahuatl como ´bragas´ en El Portento Mexicano. También en el conocido Diccionario de mexicanismos de Santamaría. De allí que Barry Sell y Louise Burkhart (2006, Nahuatl Theater. Oklahoma Press, p. 133) lo traducen como ´pantalón´. Pero esta es una traducción ridícula, ya que el término aparece en el diálogo entre la mujer Cacahuatzin y el joven Totopochtli en el que este último le dice a la primera:

Ma xocontlali in maxtlahuatl, ca monemac”, ‘Ponte el maxtlahuatl, te lo mereces’ (bueno, así lo entiendo con mi limitado conocimiento del náhuatl). Así que ´pantalón´ está fuera de lugar aquí.

Creo que no hay diferentes puntos de vista. Más bien, agradezco a Alejandro sus comentarios y correcciones que son pertinentes e interesantes. […]

Un adendum:

De repente me acordé dónde había visto el término maxtlahuatl antes: en un texto que escribí hace seis años, una reseña de la publicación del Mercurio Yndiano. Poema Histórico de Patricio Antonio López, por la Dra. Beatriz Hay del Colegio de México (2004). […] Don Patricio Antonio López supongo que no necesita introducción: noble zapoteco de Valles Centrales, intérprete de la Real Audiencia y colaborador de Boturini. […] En aquella ocasión me llamaron la atención algunos vocablos derivados del náhuatl en su poema. Cito aquí una parte.

En el verso 117, don Patricio compone:

“Aqui a tus aras ofresco
esta, mi diadema, que orle
de tus divinas mazclahuas
los matizados airones”

Pocos versos más adelante (verso 142), el poeta zapoteco describe a los soldados españoles [de] la siguiente manera:

“Los cupiles que acá usamos
los traen y llaman morriones,
y sólo cuando combaten
por simeras se los ponen”.

Quedan sin aclararse las palabras mazclahua y cupil.

[…]

Dirigir los comentarios de esta manera es un ejemplo del camino que sigue cualquier investigación (el contraste de fuentes documentales, la postura de los expertos y una conclusión derivada de todo ello, por mencionar algunos pasos), y esta última parte es evidencia del cierre de las pesquisas hasta aquí mostradas:

Fascinantes citas del siglo XVIII, Bas. Me parecen particularmente significativos los versos que citas de don Patricio Antonio López porque abren la posibilidad de que mazclahuas/maxtlahua haya sido un término conocido también en Oaxaca, de lo cual por lo visto no había noticia.

Por mi parte, encontré en el diccionario en línea de Stephanie Wood que el verbo axtla:hua (“rodear a la cabeza los cabellos la mujer, componiéndolos”, Molina dixit) dio pie a otros dos sustantivos: neaxtla:hualli y axtlacui:lli.
Stephanie cita ambos a partir del trabajo de Justyna Olko […]; [aunque] no menciona de qué fuentes obtuvo Olko estos términos. Ambos son descritos como el peinado característico de las mujeres de la Cuenca de México, tal como aparece representado en los códices y las esculturas del periodo de contacto. […]

Todo indica, entonces, que en el siglo XVI había por lo menos tres términos descriptivos, derivados los tres de axtla:hua, para referirse a los peinados femeninos compuestos con cordones o cintas. Con el tiempo, uno de esos nombres se “congeló”, en el sentido de que el verbo del cual derivaba parece haberse perdido, y entonces la etimología se oscureció para los hablantes, algo que sucede con frecuencia en las lenguas de todo el mundo. Quizá eso es lo más interesante de toda esta historia: usar el tocado como ejemplo de la selectividad de la memoria, y del proceso constante de diversificación, erosión y resignificación en la historia cultural.

Sebastián van Doesburg:

Bueno, para cerrar el día, el Libro 8, folio 31 (quinto renglón del texto náhuatl) del Códice Florentino, Sahagún y sus colaboradores usan el término maxtlaoa y hasta nos ofrecen una ilustración de los cuatro peinados de moda entre las mujeres nahuas. Las damas vienen en parejas. Comienza mencionando los cuatro estilos de la ilustración, el último [es] el que nos interesa.

“Tzonqueme, quatequeque, atzotzocoleque, maxtlaoa”.

En la paráfrasis de Sahagún (texto español a la izquierda): “y tambien vsauan trayer, los cabellos largos hasta la cinta: y otras trayan los cabellos, hasta las espaldas: y otras trayan los cabellos largos en vna parte, y otra de las sienes, y orejas, y toda la cabeça tresquilada; y otras trayan los cabellos torcidos con hilo prieto de algodon, y los tocauan a la cabeça, y ansi lo vsa[n] hasta agora, haziendo dellos como vnos cornezuelos sobre la frente”. (Se nota cierta eficiencia en las expresiones nahuas, la frase en español es como siete veces más larga…).

¿Qué aprendizaje se desprende del anterior debate? Aparte del interesante tema desarrollado, nos permiten observar de primera mano la intensa labor que los investigadores realizan tras bambalinas en cada texto trabajado; así como la atención puesta en la actividad de todos los involucrados para, finalmente, generar un trabajo en equipo y así dar pie a un diálogo vivo, dinámico y enriquecedor.


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