Trilce en la BH

El término “trilce” nos refiere inmediatamente al poemario homónimo de César Vallejo, pero ¿qué significa, realmente, esta palabra? Según algunos estudiosos de la obra del poeta peruano, este término se forma con la unión de las palabras “triste” y “dulce” o por “trino dulce”. El mismo Vallejo, en entrevista con el periodista César González Ruano, afirmó: “Ah, pues trilce no quiere decir nada. No encontraba, en mi afán, ninguna palabra con dignidad de título, y entonces la inventé…”.

Sin embargo, Trilce representa un parteaguas en la creación poética del siglo XX y dio gran reconocimiento a su autor. Comenzó a escribirlo en 1918 y lo terminó en 1922, el año de su primera edición. Fue impreso en la imprenta de El panóptico, como era conocida la Penitenciaría de Lima, con un tiraje de 200 ejemplares.

El libro fue incomprendido y condenado al ostracismo por varios años, hasta que en 1930 fue publicado en España por la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, e impreso en la Imprenta San Martín y C.ª, con prólogo de José Bergamin y una salutación de Gerardo Diego. Esta es la edición que se resguarda en la Biblioteca Henestrosa.

Según Tomás Fernández y Elena Tamaro, “Trilce (1922), [es] uno de los títulos claves de la poesía de vanguardia. Vallejo adopta el verso libre y rompe violentamente con las formas tradicionales, con la lógica, con la sintaxis; crea incluso palabras nuevas, como la que da título a la obra. Algunos poemas son experimentos difícilmente comprensibles, pero en otros tal extremismo verbal se halla al servicio del choque emotivo. Es el caso de aquellas composiciones que sirven de vehículo a un recuerdo infantil o a un sentir amoroso; también hay otras vetas de emoción: la pasión erótica, la angustia de la cárcel, la opresión del paso del tiempo o la muerte.

Juzgada actualmente como una de las mejores realizaciones del vanguardismo literario, la obra tardaría algunos años en ser comprendida…”. Te invitamos a descubrir esta joya en la Biblioteca, y a adentrarte en el universo de Trilce.


Mujeres del Barro Rojo

En la comunidad de San Marcos Tlapazola hay un grupo de mujeres que mantienen viva la herencia de la alfarería que les dejaron sus antepasados. Ellas transmiten los secretos de este trabajo de generación en generación, aman el barro porque en él viven las historias de sus ancestros.

Se trata de una cooperativa de quince alfareras, entre hermanas, cuñadas y sobrinas, que se organizan para trabajar y comercializar las piezas que elaboran. Ellas fabrican cada pieza a mano, no utilizan torno ni molde, por ello cada pieza es una obra excepcional que demuestra su gran talento.

En sus inicios fueron conocidas como “El taller de la tiendita” o “La fama”, porque empezaban a ser reconocidas por su trabajo y algunos pensaban que llevaban notoriedad a San Marcos Tlapazola. Fue hace quince años aproximadamente que decidieron formar un grupo y cambiar su antiguo nombre por el que ahora llevan, y orgullosas lo escriben en zapoteco: Raá unaá shte yú shnia, ‘Mujeres del Barro Rojo’.

Elia Mateo Martínez es una de las más jóvenes del grupo. Me platica lo que el barro ha significado en su vida: “Me siento feliz y agradecida con la madre tierra porque de ella sacamos el barro, el agua y la leña. Todo lo que nosotras ocupamos para nuestro trabajo proviene de la tierra: el barro viene de la tierra y nosotras venimos de la tierra, eso es lo más bonito y este es un bello trabajo”. Elia está convencida de que si una trabaja con amor, empeño y dedicación, las piezas salen muy bonitas.

El barro les ha dado sustento, satisfacción y reconocimiento, y sin imaginarlo su barro las ha llevado a viajar a lugares que jamás hubieran soñado: Arizona, Vancouver, Washington, Portland y, en 2012, algunas de sus piezas fueron seleccionadas para la exhibición “Destination: Mexico” en la tienda del Museo de Arte Moderno en Nueva York, MoMA.

Las Mujeres del Barro Rojo comparten un sueño para el futuro: heredar esta tradición, que las nuevas generaciones formen parte de la cooperativa y que las madres sigan inculcando este trabajo a sus hijas e hijos. Les gustaría que el barro rojo se conservara, que no se perdiera la tradición. Ellas trabajan activamente para que las generaciones que vienen detrás de ellas continúen con este trabajo y que en el futuro llegue a existir un nuevo grupo de mujeres y hombres del barro rojo.


Diplomado en administración de archivos y gestión documental

En noviembre de 2021, Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México y El Colegio de Jalisco firmaron un convenio de colaboración en temas de conservación, diagnóstico de acervos, entre otros. Además, se estableció que habría un apoyo mutuo para la participación en cursos y diplomados –en materia de archivística– de ambas instituciones. Gracias a dicho convenio tuvimos la oportunidad de participar en el Diplomado en Administración de Archivos y Gestión Documental, impartido por El Colegio de Jalisco y dirigido al público en general, particularmente a aquellos interesados en la archivística teórica y práctica. Su tercera edición tuvo lugar de marzo a julio del 2022, con motivo del cuarenta aniversario de la institución, y tuvo un total de 160 horas divididas en 13 sesiones, las cuales se impartieron los sábados en horario matutino y en modalidad virtual. El diplomado requiere del compromiso del interesado, ya que todas las clases se enriquecen con el trabajo autodidacta del alumno, mismo que es dirigido por medio de tareas estratégicas, requeridas por los especialistas en cada uno de los temas expuestos. La clase se nutre, a su vez, con la exposición de dudas, comentarios y experiencias de cada participante.

Durante siglos, los archivos de nuestro país han sido el “fantasma” de sus guardianes y se han escondido en los más recónditos lugares de sus edificios. Sin embargo, a partir de que se decretara la Ley General de Archivos en el Diario Oficial de la Federación el 15 de junio de 2018, todas las dependencias públicas y privadas que tuvieran bajo su custodia documentación de interés histórico, cultural, social, científico y técnico para la nación, están obligados a someterse a sus requerimientos.

En la actualidad, el archivista realiza actividades vigiladas que lo orientan a adquirir conocimientos teórico-prácticos, legales y hasta digitales, por lo que es importante que el personal de archivos se capacite y se actualice regularmente, para lo que requiere el apoyo de su institución, ya que la profesionalización y el otorgamiento de herramientas adecuadas contribuyen a la valorización de su labor y espacio de trabajo, mismo que se verá beneficiado si se enriquece con actividades que requieran la interdisciplinariedad.

El curso brinda al diplomante las herramientas para conservar, custodiar, organizar, valorar, describir, difundir y disponer de la documentación para su consulta pública. Busca que el alumno entienda y se familiarice con los términos de la teoría y práctica archivística que lo conducirán a reconocerse como guardián de la memoria, y a obedecer los marcos normativos, entendiendo que el acceso a la información es un derecho de la sociedad, que solo es posible mediante el cumplimiento de los sujetos obligados y teniendo como objetivo la rendición de cuentas y la transparencia en sus administraciones.

Es invaluable la aportación de El Colegio de Jalisco al poner los recursos y espacios a disposición del público para un diplomado en beneficio de la profesionalización en el ámbito archivístico que refleja la preocupación y necesidad que existe en el país. Adabi de México celebra y reconoce el esfuerzo que implica la elaboración de un plan de trabajo que contribuye a la capacitación de dichos especialistas, tarea que le ha ocupado por los últimos 19 años y en la cual ha tenido una importante línea de acción desde su creación.

Esperamos que este sea un incentivo para otras instituciones de educación superior y con ello se vea beneficiada la memoria documental de la nación mexicana.


Los primeros libros impresos

La palabra “incunable” proviene del latín incunabula, cuyo significado es ‘en la cuna’, y hace alusión a que estos libros son “los primeros hijos” de la imprenta inventada por el alemán Johannes Gutenberg hacia 1450. Con la invención de esta no solo se pretendía agilizar la producción de los libros, sino abaratar sus costos, pues el pergamino había sido sustituido por el papel hecho de trapos o cáñamo, una fibra natural muy durable.

Es común confundir el término “incunable” con algún libro o códice antiguo, pero si hay algo que convierta a un libro un “incunable” es sin duda alguna su fecha de impresión. Recordemos que la imprenta moderna nació en 1453, y con ella, el concepto de libro como lo conocemos. Así, podemos decir que un “incunable” es aquel libro impreso entre los años 1453 al 1500 por diversos impresores europeos.

La Biblioteca Francisco de Burgoa posee una de las colecciones bibliográficas y documentales más importantes de México. Perteneciente a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, cuenta con un acervo de obras que datan de los siglos XV al XX. Este acervo se conforma principalmente de libros que pertenecieron a los conventos del estado; la mayoría de ellos proviene del fondo bibliográfico de los dominicos, quienes, interesados en su formación, tuvieron bibliotecas en sus diferentes conventos, por lo que es posible formarse una idea de las lecturas que hacían los religiosos que habitaron las tierras de los oaxaqueños.

La mayor parte de los libros llegó desde el viejo continente a Veracruz; resistieron las eternas horas del trayecto a las Indias, las tormentas, los naufragios y asaltos de piratas a los barcos. Por lo que prácticamente es un milagro conservar aún todos estos libros. Lo que esta biblioteca reúne no se va a encontrar en ningún otro lado. También son conservados ejemplares únicos, tanto mexicanos como extranjeros, colecciones de personalidades e instituciones que ilustran la historia y formación cultural e intelectual del país y de este estado.

La Biblioteca Burgoa es un tesoro histórico y entre sus bienes más preciados se encuentran doce incunables, por ejemplo, la hermosa edición ilustrada de San Buenaventura (1221-1274) en donde hace un estudio de los cuatro libros de las sentencias de Pedro Lombardo, impreso en 1491; los comentarios a los distintos libros de Aristóteles hechos por el mismo Lombardo y Johannes Versoris, o joyas clásicas como la Historia Natural de Plinio.

Han pasado ya veinticinco años desde que se inició la titánica misión de salvar del polvo y el olvido todos esos libros que se encontraban dispersos por las bibliotecas del estado. Y ahora, con el aniversario de la ciudad cada vez más cerca tenemos que recordar que es innegable la estrecha relación que tiene la historia de esta ciudad con los libros que la habitan y, sin duda, los libros que se encuentran en la Biblioteca Francisco de Burgoa tienen aún mucho por contar.


Editorial

Con este Boletín de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca recordamos los sismos de 2017 que afectaron a diversas zonas de México. Compartimos la reflexión sobre estos lamentables acontecimientos y dos casos de éxito en los que se manifiesta la ardua labor emprendida y los resultados tangibles que, a la fecha, demuestran que el trabajo coordinado rinde grandes frutos. Desde el Taller de Restauración FAHHO nos narran las labores que emprendieron en la Casa de la Cultura de Tehuantepec, y del Programa Seguimos Leyendo cuentan cómo desde la palabra y la narración también se reconstruye el tejido social.

Alejandro de Ávila da continuidad al ciclo de Arte Plumaria con un texto que describe la elaboración de tres lienzos tejidos en telar “Flechas al cielo”, una figura que se inspira en la mitología tu´un savi. Por otro lado, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova nos presenta parte de su acervo fotográfico y de sus fondos reservados, en una exposición denominada “Retratar el cambio en Jamiltepec (1957-58)”, que es muestra del trabajo que la antropóloga Susan Drucker registró durante su estancia en localidades mixtecas de la costa oaxaqueña.

A todos nuestros lectores les damos una buena nueva respecto a la Revista Infantil de la FAHHO, Casiopea; la Coordinación de Medio Ambiente nos habla sobre el Arboretum Nacional de México, un proyecto de reforestación de la Fundación Mexicana del Árbol, A. C. que pretende rescatar más de dos mil especies arbóreas. Andares del Arte Popular nos regala una breve nota sobre Polvo de Agua, un taller de barro que deben conocer.

Incluimos una nota informativa del Museo de la Filatelia de Oaxaca sobre el Congreso Nacional de Tarjetas Postales, interrumpido por la pandemia, y que ahora retoma su curso; ilustramos las exposiciones del Centro Cultural San Pablo y hablamos sobre un peculiar partido de beisbol: sobre todo, hacemos un reconocimiento al trabajo que se realiza día con día en cada una las filiales. Con la mención de una especial participación en el Taller de Gráfica, desde Museo Infantil de Oaxaca conmemoramos el natalicio de Rufino Tamayo, el pasado mes de agosto y, finalmente, las colaboradoras de Adabi de México refieren a la actualización que hacen en su trabajo de conservación de archivos históricos.

Gracias por acompañarnos en cada número de este boletín, y los invitamos a que visiten las actividades que cada filial prepara para todos ustedes.


El trabajo coordinado rinde frutos

En los últimos cinco años nuestro país ha atravesado por momentos trascendentales: desde los sismos de 2017 y 2019, hasta la pandemia por SARSCOV-2 que al día de hoy nos asola. Sin embargo, es a partir de ellos que hemos aprendido a levantarnos juntos y salir adelante. En la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca estamos comprometidos con no abandonar el camino que emprendimos hace más de veinticuatro años, y a continuar brindando todo el apoyo a quienes fueron afectados por estos desastres naturales.

Sin duda, lo más sorprendente después de una catástrofe es que el ánimo y las fuerzas de las personas se redoblen. Y desde la Fundación buscamos reiterar e imitar ese gesto, insistir en estas esperanzas. Durante tantos años hemos enfocado nuestro esfuerzo en contribuir con acciones y apoyo para el rubro educativo y cultural del país; atendemos con empeño la salud, el deporte y hacemos hincapié en el cuidado del medio ambiente. No obstante, una de las materias que más han requerido nuestra atención desde hace cinco años es el apoyo a las zonas afectadas por los sismos del 2017: nos tendimos la mano y con la ayuda de diversas personas, instituciones y gobiernos, hemos aprendido a sobreponernos ante la adversidad.

No nos cansamos de señalar que una de las ventajas fue haber actuado desde el primer momento: al día siguiente de los siniestros una cantidad increíble de personas asistió a los centros de acopio para ofrecer su ayuda; otras, desde diferentes entidades del país, apoyaron con víveres y herramientas. Instrumentamos un Programa de Apoyo Inmediato y una serie de proyectos de corto y largo plazo desde los que hemos apoyado, en diversos ámbitos, a las comunidades afectadas: otorgamos suministros de primera necesidad, instalamos cocinas comunitarias, donamos despensas y ropa, material de curación y circuitos para potabilizar el agua. Teníamos una urgencia que atender, y actuamos en consecuencia. Fue maravilloso ver cómo, a pesar de la amargura que nos causaba el desastre, cada una de las personas que se sumó a este esfuerzo adoptó la causa como propia.

Fue imperativo llevar ayuda a las regiones más afectadas: Oaxaca y Chiapas, por el sismo del día 7; Puebla, Morelos, el Estado y la Ciudad de México, por el 19 de septiembre. Afortunadamente, la comunicación entre los gobiernos municipales, estatales y federales se dio de manera efectiva. Una vez cubiertas las necesidades vitales, se llevó a cabo un plan de reactivación económica en apoyo a la economía de las familias. Luego, urgía atender los edificios que responden al uso comunitario y al valor histórico y patrimonial de las regiones: al salvaguardar la arquitectura tradicional buscamos preservar la identidad y esencia de sus habitantes, sobre todo, dar un mensaje de esperanza.

Hoy, tanto en el Boletín FAHHO y en las páginas web de algunas sedes –como del Taller de Restauración– podemos ver fotografías y leer artículos que hablan de estos edificios y los muestran antes y después de las restauraciones. Al mirarlas nos queda claro que el trabajo coordinado rinde maravillosos frutos.

Y todavía falta mucho mas por hacer, así que seguiremos con el mismo optimismo para darnos la mano unos a otros.


Informe a cinco años de los sismos

En noviembre de 2017, a dos meses de los siniestros telúricos que sacudieron el Sureste de México, salió a la luz el Informe que daba cuenta de las acciones y trabajos que emprendía la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca para paliar los daños causados por los sismos: acompañado de imágenes contundentes se agregaron tablas y cifras que reflejaban el inmenso apoyo brindado a las zonas afectadas. Uno y dos años después, en el mes de septiembre, se hacía un balance parecido, pero en estas ocasiones con un avance visible en cuanto a las comunidades atendidas y los montos ejercidos.

Hoy, cinco años después, grandes colaboraciones y mucho trabajo después, también presentamos el balance del apoyo brindado: se ha ayudado a todas las regiones del estado, se han restaurado monumentos históricos y se han levantado mercados y viviendas: poco a poco, el tejido social se va recuperando.

Para la FAHHO trabajar por la cultura, la educación, la salud, el deporte, pero también el desarrollo social y la calidad de vida de los oaxaqueños, ante siniestros que tanto nos han afectado, seguirá siendo una prioridad.

Este recuento de obras y acciones patentiza en particular nuestro compromiso con un Oaxaca que preserve su riqueza cultural y en pro de un mejor futuro para esta y las siguientes generaciones.


Casa de la Cultura de Tehuantepec: presagio de grandes cambios

Los sismos ocurridos en tiempos difíciles
se interpretaron como presagios de
grandes cambios en la vida cotidiana.
500 años de desastres, crónicas, relatos y estadísticas de sismos en Oaxaca

Diversas causas y naturalezas pueden propiciar la destrucción del patrimonio edificado, entre las más impetuosas y evocadas, los terremotos. La historia ha recuperado momentos de gran relevancia, y algunas veces se acompaña de testimonios todavía vigentes. También en la historia no siempre nombrada –por su condición vergonzosa–, una cantidad cuantiosa de monumentos han desaparecido: el testimonio de generaciones fue borrado y ellas mismas lamentan su desaparición.

Concebir cada uno de estos monumentos y ejemplos arquitectónicos como un ente que no se renueva que no renace ni brota– por su nula capacidad de volver a engranar las manos productoras, materiales y circunstancias que inscribieron la calidad memorial y entrega moral de la que han sido objeto, conduce al hombre a la restauración.

La preservación del antiguo convento en Santo Domingo Tehuantepec, región del Istmo, y el retorno de la población a su Casa de la Cultura –llevada a cabo el pasado mes de agosto–, reflejan una amplísima tarea, además de tomas de decisiones de especialistas en las que se balancearon los cuidados técnicos de una estructura de contrafuertes, muros y bóvedas profusamente decorados y hallados al límite de su resistencia.

La restauración del patrimonio cultural y arquitectónico es un proceso sosegado y convincente, pero con cada restitución se enriquece el significado cultural para la comunidad, se dignifica la calidad constructiva de un inmueble germinado en el siglo XVI –de un convento precedente de gran esplendor–, el funcionamiento y culto divino y, finalmente, también se da voz a los testimonios, poco o nada conocidos, de quienes transitaron por el inmueble en el siglo XVIII, cuando el convento fue entregado al clero secular, así como su devolución y reparación realizadas por los frailes dominicos, hasta llegar al siglo XIX, cuando su uso como cárcel es evocado solo por unos pocos.

Hace cuarenta y cinco años el antiguo convento fue desocupado; siete años después, en 1984, comenzó su reparación para albergar a la Casa de la Cultura Rey Cosijopi, y funcionó durante treinta y ocho años contados, hasta septiembre de 2017, cuando dejó de funcionar debido a los daños presentados por los sismos. En ese momento, la colaboración de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, mediante recursos federales, permitieron llevar a cabo trabajos de estabilización estructural y de pintura en el inmueble.

A partir del 2021 la FAHHO continuó este trayecto, y el pasado mes de agosto entregaron a la población de Santo Domingo Tehuantepec el segundo patio de lo que fue el antiguo convento y las áreas que circundan a este, tales como el pórtico actual de acceso, la sala de profundis, el refectorio, la antigua cocina y capilla.

Aún falta mucho por hacer, pero esta entrega y cada uno de los nodos culturales y devocionales, grandes y modestos monumentos devueltos a su uso, donde se cultiva el quehacer comunitario, son el presagio y la respuesta, de un tiempo difícil que termina y que también debemos honrar.

En algún momento de toda esta labor se nos vino a la mente un fragmento de la oración a San Emigdio contra los terremotos:

Nuestra Señor bendiga esta casa y a todos los que en ella habitamos y nos libre del ímpetu del terremoto.

Te invitamos a visitar la exposición “Casa de la Cultura de Tehuantepec, presagio de grandes cambios”, en el antiguo convento de Santo Domingo Tehuantepec, que se encuentra en los espacios entregados por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, devuelto al uso y disfrute de la población desde agosto de 2022.


Reconstruir con la palabra

Cuando en septiembre de 2017 la tierra se sacudió de manera devastadora, una de las regiones más afectadas fue el Istmo, en el estado de Oaxaca. En Valles Centrales se sintió realmente fuerte; manifiesta el Gobierno de nuestro país que ha sido un sismo de los de mayor magnitud en los últimos cien años.

Cuando amaneció empezamos a saber, mediante los medios informativos, el impacto, el nivel de los daños para los habitantes de varios municipios del Istmo; vimos familias sin techo, sin comida, ni agua, algunos lo habían perdido todo. Pero también empezamos a ver la solidaridad humana y cuántas campañas de apoyo se organizaron para paliar los daños y las pérdidas.

A los nueve días del terremoto, un grupo de amigos voluntarios, Edgar Olmedo, Citlali Soleil y Zenón Ruiz, lectores del programa Seguimos Leyendo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, visitó la región. Al regresar nos compartieron datos concretos e imágenes que nos generaron un nudo en
la garganta sobre lo que estaba sucediendo, principalmente con las niñas, niños y jóvenes. Inmediatamente me di cita con la Dra. María Isabel Grañén, quien me escuchó con atención, ya que tenían lista la agenda para visitar en esos días las zonas afectadas y comprobar lo que le iban narrando; por fortuna, la conclusión fue inmediata: atender con los promotores de la Biblioteca Móvil las poblaciones que más lo necesitaran.

Empezamos a leer nuestras mejores historias, llevamos más de dos mil libros de la mano de dos extraordinarios promotores, quienes en los campamentos de día y de noche iban leyendo y escuchando a los niños. Nos sumamos a una capacitación que brindaba en la región la International Board of Books for Young People, IBBY, y la Secretaría de las Culturas a nivel federal, bajo el título: “Metáforas para la reconstrucción”, tomamos también un curso que se llamó “Primeros auxilios emocionales”. Proyectamos cine y llevamos el telescopio para mirar el cielo. Fuimos de la mano de personas generosas y amorosas, como Raúl Herrera, Jimmy Tucker, Lupita Bante, Natalia Toledo y su red los Hombres Hormiga. Con la biblioteca móvil Ando Leyendo-Leyendo Ando trabajamos desde el 2017 hasta el 2020, cuando nos pegó la pandemia, visitamos veinte comunidades, volviendo cada mes al mismo sitio: el préstamo de libros estaba más vivo que nunca, ya hasta nos pedían títulos concretos y temas.

Desde Tequisistlán hasta San Mateo del Mar, San Francisco Ixhuatán, entre otros puntos, donde muchas veces el piso era de tierra o arena, en salones habilitados con techos de palma, donde los padres de familia habían levantado esos sitios para sus hijos mediante el tequio con los vecinos.

Posteriormente, la familia Harp Grañén pensó en seguir tejiendo más redes de apoyo y solidaridad y aportó los recursos necesarios para que el programa Seguimos Leyendo llegara a la región. Como es grande y con mucha población, tuvimos un programa piloto en Ixtaltepec e Ixtepec, que al año se convirtió en un sólido y bien recibido plan de acciones: lectura en voz alta con la participación de maestros y padres de familia, Guiexooba de Gyves era nuestra coordinadora y contagiaba a sus paisanos, leían en zapoteco en varios espacios, de día y de tarde. También se sumaron a Seguimos Leyendo programas de radio comunitaria, entre otros, pero nos alcanzó la pandemia y en septiembre de 2020 se cerraron las actividades. La gran mayoría, para esa fecha, ya contaba con muchas actividades en línea: cuentos para dormir, refugio de palabras, reseñas de autores clásicos, videocuentos, talleres, textos como cerezas poesía, entre muchos más.

Deseamos volver a las andanzas, sentir la brisa del mar, leer las sonrisas de los niños, mirar por medio de sus pupilas sus sueños, y seguir viajando con las historias que ellos también nos narran en su propia lengua. Los sismos de 2017 significaron pérdida y dolor, sin duda, pero por otro lado nos brindaron la oportunidad de llegar más allá de lo que imaginábamos: a reconstruir con la palabra.


Herir al sol

En tres números previos del Boletín he comenzado a describir nuestro trabajo con Noé Pinzón Palafox, joven tejedor sumamente talentoso, quien nació y creció en la comunidad ikoots de San Mateo del Mar, en el distrito de Tehuantepec. Él y yo hemos recreado diversas técnicas textiles que se conocían antiguamente en Oaxaca y en otras regiones de México, pero que se perdieron en los siglos XIX y XX. Afortunadamente este proyecto sigue en marcha con el apoyo generoso de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.

En el número de julio nos referimos a “La vida de cuadritos”, un lienzo de seda amarilla con rectángulos multicolores de hilo emplumado, cuyo diseño intenta hacer patente, con buen humor, una postura antifascista. Ahora presentamos una pieza más ambiciosa, con connotaciones pacifistas distintas, que requirió de nueve meses de trabajo y que Noé terminó en octubre de 2017.

“Flechas al cielo” se compone de tres lienzos tejidos en telar de cintura con seda criolla, criada e hilada a mano con malacate en San Pedro Cajonos (comunidad zapoteca del distrito de Villa Alta en la Sierra Norte) por Moisés Martínez Velasco y su familia. En este ejemplo decidimos aprovechar el color natural de la seda sin teñirla. Usamos también hilo de algodón de dos cabos, torcido a mano con una redina, incorporando plumón de ganso de color blanco entre ambas hebras. Lo elaboró Román Gutiérrez Ruiz en Teotitlán del Valle (comunidad zapoteca en el distrito de Tlacolula). La torsión del hilo mantiene fija a la pluma, esponjada como un pequeño copo de algodón que se alargara. Empleamos este material como trama suplementaria para acentuar la textura en algunos elementos del diseño.

El tejido combina varios ligamentos. En los tres lienzos se repite siempre un triángulo (como punta de flecha) en tejido calado de tramas discontinuas.1 Entre estos triángulos labramos otros en distintas técnicas: sarga, tejido relevado, flotación de urdimbre, brocado de trama, brocado de urdimbre, confitillo, gasa, soumak, trama envolvente, sprang, urdimbre transpuesta y otras más.2 En total ejemplificamos cincuenta y dos variantes de tejido, de tal forma que la pieza terminada es un extenso muestrario de estructuras textiles. Para su elaboración nos sirvió como antecedente haber montado en 2015 una exposición de dechados en el Museo Textil de Oaxaca, acompañada por una publicación.3 Más que hacer alarde de nuestra destreza, como era la finalidad de muchos de los antiguos dechados bordados, en “Flechas al cielo” quisimos explorar las múltiples posibilidades de jugar con los reflejos de la luz, creando texturas contrastantes en una larga tela monocromática.

Después de tejer, cosimos los tres lienzos lado a lado, a la manera de una tilma, el manto que usaban los hombres en varias regiones de Mesoamérica antes de la invasión europea. Las cintas que unen los tres lienzos muestran un enlazado de urdimbre, tejido con tarjetas, con huecos que se abren al envolver la trama con una aguja. Esta estructura, relacionada conceptualmente con la técnica de los antiguos huipiles zapotecos de Choapan, y otras prendas del norte de Oaxaca, adorna un par de servilletas tejidas en la primera mitad del siglo pasado que documenté en mi investigación de campo en el centro de San Luis Potosí para mi tesis de licenciatura. El fleco perimetral de la tilma también lo tejimos en la técnica de enlazado de urdimbre empleando tarjetas, como se fabricaban anteriormente algunas cintas y muchos flecos en varias comunidades del centro del país.

La mayoría de las estructuras que elegimos para tejer esta prenda aparecen en textiles mexicanos arqueológicos o etnográficos. El calado de tramas discontinuas, en particular, se aprecia en fragmentos dragados del cenote sagrado de Chichén Itzá en Yucatán, y también en un ceñidor, o braguero, encontrado recientemente en una cueva de la Sierra Gorda del estado de Hidalgo.4 Yo había experimentado previamente con algunas de estas técnicas con hilo de algodón en un telar de cintura pequeño, y así pude enseñárselas a Noé. En otros casos, la estructura fue una innovación mía: se la dibujé y expliqué a Noé, y él la ejecutó. El tejido con tarjetas se lo debemos a Tomoko Torimaru, experta textil japonesa, quien nos impartió un taller en el MTO en marzo de 2017. La variante con trama envolvente la desarrollamos Adriana Sabino y yo en el Museo, después de haber participado en dicho taller.

El diseño y el nombre de la tilma se inspiran en una figura protagónica de la mitología antigua registrada en tu’un savi (lengua mixteca) y en náhuatl. Nuestro colega Sebastián van Doesburg, investigador de
la Biblioteca Juan de Córdova, descubrió en 2016 un documento en el archivo de Teposcolula que data del siglo XVI y consigna una versión insospechada del mito, transcrita en el lenguaje ritual de la élite ñuu savi (pueblo mixteco). La narración se basó evidentemente en un códice precolombino como referente gráfico. Sebastián nos contagió su emoción por ese hallazgo. Así que, al retomar el tema, nuestro tejido busca actualizar y subvertir la etimología de Ilhuicamina, epíteto de uno de los tlatoanis mexicas: ilhuica[tl] ‘cielo’ + m na ‘tirar saeta’, en náhuatl clásico.

Las flechas que apuntan al firmamento se relacionan en nuestra imaginación con las ojivas nucleares. Si es fútil intentar flechar al sol (“Al que escupe p’arriba, en su cara le cai”, dice un refrán que escuché en una ranchería potosina), más lo es pretender disuadir la violencia con armas de destrucción masiva. La locura del entonces presidente de Estados Unidos, en sus escaramuzas verbales con el líder de Corea del Norte, subía de tono justo cuando Noé tejía los lienzos de esta tilma. La perspectiva de un holocausto nuclear nos angustia desde entonces, temor que se agrava en este verano de 2022 al escalar la guerra en Ucrania.

1 Empleamos ligamento sencillo en el tejido calado, reforzado al inicio y al final con enlazados de trama.

2 Para designar las estructuras básicas de tejido, tomamos como referencia una obra clásica en este campo: Emery, Irene. 1966. The primary structures of fabrics. The Textile Museum, Washington, D.C.

3 De Ávila B., A. 2015. In octacatl, in machiyōtl: dechados de virtud y entereza. Catálogo de exposición, Museo Textil de Oaxaca.

4 Conocimos esta pieza gracias a Arturo Gómez Martínez, subdirector de Etnografía del Museo Nacional de Antropología.


XV Congreso Mexicano de Tarjetas Postales

Durante los últimos meses del 2019 comenzó a planearse, en el Museo de la Filatelia de Oaxaca, un proyecto educativo cuya finalidad era reunir a un grupo de artistas y entusiastas de un tema tan controversial como fascinante: el tatuaje.

La idea principal era crear un espacio de charla e intercambio en el que cada participante aportara información, técnicas e historias relacionadas con su experiencia con el tatuaje y el arte en general; finalmente, se intervendría de manera conjunta una selección de tarjetas postales que ilustran el tatuaje en distintos contextos y épocas. Para dicho programa también era necesario contar con algunos guías que pudieran conducir las dudas e inquietudes. Así, fueron seleccionados dos tatuadores de la ciudad de Oaxaca: Erick de Silva y Rosa del Alba (Ross Lovecraft) del estudio Diablo Azul. Por otra parte, y considerando la importancia de la escritura dentro de la correspondencia, Jonathan Reyes (Phor), egresado de la licenciatura en Artes Plásticas y Visuales de la UABJO, participaría como guía para la enseñanza de conceptos básicos, caligrafía y lettering.

Durante el mes de diciembre de 2019 se lanzó la convocatoria “Tinta sobre la piel de papel: intervención de tarjetas postales”. De manera inmediata, la comunidad que ha creado el Mufi, con su labor durante estos 24 años, se hizo presente, y el público no tardó en responder: un gran número de interesados hicieron llegar sus carpetas de trabajo, y aunque todas y cada una de ellas eran sorprendentes, al final fueron seleccionadas las propuestas de nueve artistas: Berzai Remes, César Mojarro, Román Gómez, Alexis Villafán Díaz, Yankel Balderas Pacheco, Donatella Chiara Passaforte, Frida Fernández, Farit Barrera Gutiérrez y Alma Millán Arciga.

Tal como se había previsto, el lunes 3 de febrero de 2020 se dio cita, en el área educativa del Mufi, el grupo de entusiastas del tatuaje, iniciando la primera de 22 sesiones que integraron el programa. Con el paso de los días y las semanas fuimos repasando conocimientos sobre la historia del tatuaje, la diversidad de estilos definidos por el tiempo y el espacio geográfico; también hablamos de conocimientos técnicos, como el uso de las máquinas de tatuar, el correcto montaje de las agujas y el uso del papel hectográfico; además, se llevó a cabo una serie de ejercicios con plumillas, plumones, hojas punteadas e incluso pedazos de carrizo que funcionaban para acercarnos de manera muy didáctica al lettering o dibujo de letras.

La variedad de técnicas que los participantes utilizaban en su quehacer artístico era muy amplia: algunos tenían experiencia con el esténcil, otros eran diestros con el aerosol o el acrílico y otros más utilizaban técnicas tradicionales de grabado, e incluso ya se dedicaban profesionalmente a este arte: todas las intervenciones muestran una gran variedad de técnicas y una maestría en su manejo. Por desgracia, el inicio de una emergencia sanitaria de carácter global no permitió que el programa se concluyera de la manera en que se tenía previsto, sin embargo, el interés y compromiso de cada participante hizo posible que las 72 tarjetas postales fueran concluidas y resguardadas como parte del acervo del Museo.

Afortunadamente, la colección de tarjetas intervenidas participará este año en el XV Congreso Mexicano de Tarjetas Postales, CMTP, con el que el Mufi tiene una larga historia de colaboraciones y gracias al cual se han logrado acciones como la emisión de Tradiciones Mexicanas, de 2014, en la que observamos una obra del concurso El Buzón de la Calaca, exhibida en el Congreso un año antes.

El CMTP, así como la mayoría de los aspectos de nuestras vidas, ha cambiado desde el inicio de la pandemia por Covid-19, por ello, en esta emisión las actividades se desarrollarán de manera híbrida: conferencias de manera presencial en el Palacio Postal de la CDMX, y una muestra virtual de colecciones temáticas en la página https://www.cmtp.com.mx/ a partir del 1 de agosto y hasta el 31 de diciembre de este año, en donde podremos observar Tinta sobre la piel de papel, colección que próximamente formará parte de una exhibición en el Mufi. Estén atentos a estas y próximas noticias.


Emi Winter: “Verdor”

El Centro Cultural San Pablo presenta una exposición del trabajo que ha realizado Emi Winter en los últimos años: nueve pinturas y un gobelino que exploran temas como la vegetación, las flores, árboles, plantas, humedad, jardín.

1. Al parecer, para Emi Winter un jardín puede ser la aparición de colores que emergen desde un lugar que no es visible, casi todos verdes, pero en múltiples tonos y en formas que se distinguen de la luz que es compasión. Un jardín también puede ser los recuerdos mezclados de todos los jardines conocidos o imaginados, y es vegetación que crece como el afecto.

En cualquier jardín las ramas y las hojas se relacionan con la luz del sol, dándole espacio para dibujar, con sombras móviles, breves ambientes de calma en una temporada, y en otra, dejando que la lluvia renueve la historia verde y roja de las plantas y los árboles que lo habitan.

Un jardín también puede ser los colores que no se quedan quietos, y los gestos que se provocan unos a otros en capas sobre capas de pintura; es la impresión intensa de verde en la mirada, o de rosa, rojo, amarillo, azul y negro; es la disposición vertical y gruesa de áreas de color, o el cruce horizontal de una experiencia de dibujo que arriesga la composición y la equilibra al mismo tiempo; son las marcas de los utensilios de pintura buscando y evadiendo la semilla de una imagen.

Un jardín es el sol y la lluvia que alcanzan la tierra para tener cuerpo mediante plantas, árboles y humedad que convocan más lluvia y más sol, y es la pintura que convoca más pintura para descubrir más vida, y más sol.

2. En las obras de la exposición hay una sensibilidad refinada y la madurez para soportar la tentación de la representación icónica, o de repetir más de lo necesario un gesto, por eficiente que haya sido. Hay una especie de armonía que parece temporal –un equilibrio que se pierde para volver a construirse– entre las necesidades de la composición, los colores, los tiempos de secado de los materiales, las franjas verticales y horizontales, los gestos puestos con barra de óleo que son huellas del deseo de dibujar, las aparentes manchas, los rayones y los fondos de color; ese equilibrio solamente se consigue si se vive con la pintura, como se vive una experiencia física, coordinada con pensamientos que duran meses o años. Ese momento de mirada detenida que es cada pintura, da cuenta del sol que pasa por un jardín, y de la pintura como autocomprensión siempre en proceso.

En Canto sostenido, franjas amarillas y rojas, desde su inicio un gesto atrevido, se sostienen y continúan por más y más espacio cruzando casi los seis metros del lienzo. En otro momento, franjas verticales gruesas, con un rosa que tiende más al blanco que al rojo, cruzan desapareciendo hacia el cielo, dejando espacios sin tocar; porque así quiso comportarse el rodillo; y sobre esos gestos, en otro momento, una línea de dibujo con barra de óleo pasa sin crear una figura –o quizá sí, pero en otra dimensión u otro espacio– dejando un rastro de dibujo de algo pasado o futuro, o sin tiempo.

Arriesgarse y contenerse en el espacio adecuado, dejar visibles fragmentos de una capa de pintura, cubrir otras, integrar un color más, permitir que los materiales y la composición estén un tiempo sin intervenir mientras se planea o se descubre el paso siguiente y después tener la destreza y la voluntad para ejecutar ese gesto, implica libertad y disciplina al mismo tiempo. Dejar que los utensilios y los materiales usados trabajen, y aceptar el resultado, implica entender que construir una imagen requiere, en el mejor de los casos, que la propia artista acepte transformarse con imaginación y compasión.

En las diez piezas de la exposición existe la conmoción de lo nuevo, de lo que vino de un lugar no visible, pero también cierta tranquilidad. Quizá por su vida en Oaxaca, de la que no se ha alejado, por su vida actual en Estados Unidos y por sus vínculos con el arte contemporáneo de otros países, Emi Winter ha desarrollado una manera compleja y al mismo tiempo serena de pintar.

Al abordar los temas de esta exposición, Emi Winter explora la calidad del verde que hay en la vegetación, explora el verdor previo y posterior a la mirada, y nos ayuda a comprender que un árbol, un jardín o un bosque, pueden ser para el sol, lo que es el color para la vista: su trama, su plan, su anzuelo.


EL ARBORETUM NACIONAL DE MÉXICO

Fotografía tomada de la página de Facebook de la Fundación Mexicana del Árbol A.C.

En el marco del Día del Árbol y la Fiesta del Bosque, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, mediante su coordinación de Medio Ambiente, organizó la conferencia “El Arboretum Nacional de México: rescate y conservación de árboles nativos” dictada por el Dr. en Genética Forestal, Teobaldo Eguiluz Piedra, fundador y presidente de la Fundación Mexicana del Árbol A. C. A continuación, les compartimos, de manera concentrada, parte de lo que se expuso en dicha conferencia.

Los árboles son los seres vivos más grandes y longevos del planeta, aparecieron en la Tierra hace más de 300 millones de años, y a pesar del deterioro que el hombre le ha causado a los ecosistemas forestales, estos seres vivos seguirán habitando el planeta. Dicho perjuicio ha puesto en peligro de desaparecer a al menos el 10 % de las especies de árboles del mundo.

Sin duda, los bosques han suministrado bienes y servicios ambientales a todas las demás especies terrestres y marinas del planeta, con mencionar que hay más de cinco mil productos derivados del árbol, extraídos o generados de todas las partes que lo integran. Los árboles son seres maravillosos que han ayudado a la evolución orgánica de las especies animales y vegetales, incrementando la biodiversidad a través de su historia evolutiva. En México, particularmente, hay mucho por hacer en cuanto a la conservación de los árboles, pero no se podrá accionar mucho si desconocemos su identidad. Por esta razón consideramos impostergable la creación del Arboretum Nacional, un programa que conlleva múltiples propósitos.

México no cuenta con un ARBORETUM NACIONAL, sin embargo, según nuestras proyecciones, deberá integrarse por numerosas colecciones plantadas de árboles y arbustos con la máxima representación de la diversidad de especies de todos los tipos de vegetación existentes en el territorio. México es un país rico y megadiverso, cuenta con casi 4 000 especies de árboles nativos –de las cuales, 3 500 han sido catalogadas por la Botanic Gardens Conservation International, BGCI– y por ende es una nación exportadora de especies arbóreas. Según la BGCI, existen 60 067 especies de árboles en el planeta. Un arboretum nacional es una colección viva de varios árboles de la misma especie que sirve para educar y difundir en las comunidades la importancia del árbol y los bosques para el futuro de la raza humana como sociedad; porque los bosques están amenazados y muchas especies en peligro de ser eliminadas. El Arboretum Nacional representa una esperanza de vida para muchas especies que paulatinamente pierden diversidad y procedencias enteras por cambio de uso del suelo, poniendo en peligro su mera existencia si no las plantamos en todas las regiones, dentro de un área de la Red Nacional del Arboretum.

Los objetivos del Arboretum Nacional son los siguientes:

1) Crear una colección viva de especies de árboles y arbustos de todo el país, concentrada en varios sitios de acuerdo con la región, y mantener su registro digital actualizado.

2) Fomentar la educación y el conocimiento de los árboles de México.

3) Promover la conservación moderna del árbol y los bosques, lo cual se logrará cuando se conozcan las especies por su valor genético, silvícola, etnobotánico actual o potencial y su función dentro del ecosistema donde evolucionaron por miles de años.

4) Estudiar, identificar y conocer los árboles por su nombre común y científico, de acuerdo con el Código Internacional de Nomenclatura Botánica.

5) Crear una plataforma digital que incluya todos los archivos electrónicos de cada sección plantada del Arboretum.

6) Promover la participación activa de la comunidad académica y científica de las universidades y centros de investigación, así como de la sociedad civil a través de la ONG, de expertos, vinculando los tres órdenes de gobierno: nacional, estatal y de las propias comunidades.

Fotografía tomada de la página de Facebook de la Fundación Mexicana del Árbol A.C.

Por otro lado, algunas de sus metas son:

1) Establecer el Arboretum Nacional en diferentes predios regionales, ya sean privados, ejidales o comunales, que reúnan las características idóneas para el desarrollo exitoso de las especies a lo largo de un transecto altitudinal y latitudinal que represente los diferentes ecosistemas del país.

2) Plantar al menos 2 000 especies de árboles y arbustos diferentes en parcelas que vayan de los 5 a los 10 árboles que formen un grupo de cada especie, perfectamente identificadas para integrar su registro y pedigree.

3) Definir y elegir sitios de plantación en ciudades bien comunicadas por todas las vías y vinculados con universidades y centros de educación e investigación que utilicen el Arboretum Nacional para cumplir sus fines académicos, científicos, culturales y ambientales.

La estrategia operativa se estima de la siguiente manera: el Arboretum Nacional de México deberá ser operado por la Fundación Mexicana del Árbol como coordinador del proyecto, quien establecerá un consejo técnico y administrativo para gestionar su funcionamiento en cada sección del Arboretum regional, así como su patronato local de apoyo operativo. La FMA mantendrá una página web exclusiva para el Arboretum Nacional, en donde se tendrá toda la información técnica y contable de la operación de todas las secciones bajo su control presupuestal. El financiamiento del Arboretum Nacional se realizará con fondos públicos y privados, los cuales no serán centralizados, sino administrados regionalmente por cada colección del Arboretum local.

Como calendario de ejecución del Arboretum Nacional, se estima lo siguiente: existen procesos por definir todavía, pero en general se ha planeado hacer las plantaciones del Arboretum calendarizadas por periodos bianuales y en cuatro etapas durante los próximos ocho años. Cada una de las etapas comprende la plantación de 500 especies diferentes; la primera se llevó a cabo de 2019 a 2021, la segunda se desarrollará de 2022 a 2024, la tercera, de 2025 a 2027 y la cuarta, de 2028 a 2030.

Como responsable técnico del Proyecto Nacional: Teobaldo Eguiluz Piedra, Ph. D.Ing. Agr. Especialista en Bosques, doctor en Genética Forestal y Arboricultor con 40 años de experiencia en docencia, investigación, producción de árboles, arboricultura y jardinería.

La Fundación Mexicana del Árbol, A.C. es una organización privada, no lucrativa, dedicada a la educación ambiental sobre el árbol y los bosques, así como a la difusión del conocimiento para su mejor uso, conservación y protección a corto, mediano y largo plazo. Dentro de los proyectos de la Fundación está la creación y plantación del Arboretum Nacional de México. Los demás propósitos son: la conservación del Ahuehuete (Taxodium mucronatum) como el árbol nacional de México; la domesticación de árboles y arbustos nativos para la jardinería y la creación del Museo Nacional del Árbol.

Te invitamos a revivir esta conferencia en el siguiente enlace: https://bit.ly/ArboretumM.

*El proyecto del Arboretum Nacional de México es propiedad intelectual de la Fundación Mexicana del Árbol, A.C. quien posee los derechos de autor y no podrá ser reproducido en ningún formato sin la aprobación escrita de la Fundación.


Rescatar con palabras: los diarios de una antropóloga

La exposición “Retratar el cambio en Jamiltepec (1957-58)” muestra el trabajo realizado por la antropóloga Susan Drucker en las localidades mixtecas de la Costa oaxaqueña. Conformada por fotografías, testimonios, documentos y extractos de sus diarios de campo, esta es una ventana a un momento particular de la antropología, de la realidad social de Jamiltepec e incluso de las políticas indigenistas de la época. La muestra tiene la curaduría de Paula López Caballero, historiadora y antropóloga por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, quien narra cómo fue su acercamiento con el archivo de Susan: “Conocí el trabajo de Susan Drucker como parte de mi investigación. En 2015 supe que ella seguía activa y trabajando como antropóloga en el Reino Unido y tuve oportunidad de visitarla y charlar en varias ocasiones entre 2016 y 2018”, nos dice.

En el recorrido de esta exposición encontramos fotografías que nutren el relato con extractos de los diarios de campo que Drucker escribió durante 1957 y 1958 en Jamiltepec y Cayuco, comunidades de la Costa Chica de Oaxaca. Como parte de un movimiento “modernizador” emprendido por el Instituto Nacional Indigenista, se le encargó a Susan que emprendiera este estudio antropológico; en él, la autora busca responder a la pregunta “¿Cómo entender el cambio cultural que está viviendo la población por medio del caso concreto del cambio de indumentaria?”. A la investigadora le interesaba, sobre todo, el grupo minoritario de personas al que localmente denominaban “revestidos”, que eran los indígenas que habían abandonado la indumentaria mixteca a favor de la occidental.

En la misma sintonía que Irmgard Weitlener Johnson, Susan Drucker se adentró en el estudio antropológico realizando estudios de campo amplísimos y que hoy en día tienen un gran valor: Drucker no solo presenció y fotografió parte de la vida cotidiana de las personas de la Costa, sino que dejó por escrito muchas de sus impresiones; si bien utiliza un lenguaje bastante objetivo y sin rasgos ficcionales, gracias a algunas expresiones podemos entrever al ser humano que se impresiona, finalmente, con algunas manifestaciones, y también “en la selección de imágenes que aquí se exhibe queda plasmada su sensibilidad estética y social”, como resalta López Caballero.

Las imágenes y los extractos de los diarios son enriquecidos con comentarios realizados por los actuales habitantes de Jamiltepec. En mayo de este año, el personal de la BIJC y la investigadora Paula López exhibieron algunas de las fotografías en el palacio municipal de esa comunidad; conforme las personas se acercaban iban reconociendo a los vecinos, a sus familiares, incluso una mujer se reconoció a sí misma. Al recorrer las imágenes vemos la indumentaria, la disposición de los objetos y hasta de las casas y, finalmente, apreciamos el trabajo antropológico y social de la investigadora Susan Drucker, como señala Paula López Caballero: “Con esta muestra se pretende dar a conocer su trabajo y así contribuir a visibilizar la centralidad de las mujeres en la investigación social y antropológica”.

Susan Drucker, originaria de Nueva York, pero de ascendencia judía, llegó a México a los 16 años y estudió pintura y artes, pero poco después ingresó a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde formó parte de un importante grupo de investigadoras e investigadores que realizaron trabajos que en su momento fueron recibidos como contestatarios y diferentes, ya que no respondían a las formas comunes de seguir viendo “a las poblaciones rurales como culturas estáticas y exóticas”, como describe López Caballero. Entre sus colegas destacan Mercedes Olivera, Guillermo Bonfil, Margarita Nolasco, entre otros.

Afortunadamente, las notas de campo, las bitácoras de la investigación y la colección fotográfica que Drucker registró en su estancia en Oaxaca, han sido donados a la BIJC por la propia investigadora. Dicho fondo se encuentra disponible actualmente al público para su consulta.

Te compartimos un video donde se muestra a la propia Susan Drucker hablando de Jamiltepec, escuchamos a pobladores de la comunidad y a la investigadora Paula López comentando acerca de esta exposición: https://bit.ly/SusanDrucker

Visita “Retratar el cambio en Jamiltepec (1957-58)”, en el primer nivel del Centro Cultural San Pablo, hasta mediados de octubre.


Literatura infantil escrita por niñas y niños: Casiopea

El mundo puede existir porque todavía hay niños, o porque hay infancia. El mundo es un infante. El día que el mundo deje de ser un infante, desaparecerá. Yo diría que la infancia es la
sangre de la existencia y creo que una vida en la que no hay infancia no tiene sentido, ni es
buena para nadie. La infancia es la esencia del mundo y de la naturaleza.
Infancia sin fin, Fernando Pessoa

Casiopea llegó de las estrellas, de la imaginación de un grupo de colaboradoras de las diferentes filiales de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, y fue pensada para las niñas, niños y sus familias. Desde el primer número generamos contenido de interés para nuestro público. Cada edición se convirtió en una aventura; después de un año y siete números publicados la revista encontró otros caminos para comunicarnos con las infancias.

Desde su origen, la publicación se creó para que las niñas y niños participaran en ella, de ahí la sección “Alza la voz”, donde a partir de un texto y una ilustración conocíamos el mundo infantil de la mano de sus protagonistas. El interés de ellos se reforzó con el paso del tiempo, lo que nos llevó a una nueva sección “De patitas y colitas”, donde Mira nos narra la historia de Pelusa en “Un demonio en el estudio de grabación”; al mismo tiempo coincidió con la presentación de la edición impresa del libro conmemorativo del concurso Decamerón: narrado por niñas, niños y jóvenes mexicanos 2021. Los noveles escritores estaban muy interesados en seguir publicando y, en reuniones previas a la presentación del libro, conversamos sobre la posibilidad de sumarse como parte del equipo de redactores de Casiopea, y la invitación fue recibida con entusiasmo. El día de la presentación confirmamos su respuesta. Fue así como la doctora María Isabel Grañén Porrúa, siempre impulsando los proyectos, sobre todo aquellos que se refieren a las infancias y a los libros, dijo: “Hagamos una revista para niños, hecha por ellos mismos”.

A partir de ese momento iniciamos un proceso con el Consejo editorial y los posibles colaboradores, se propuso una serie de temas y contenidos que las mismas niñas y niños aportaron. Cada participante tuvo el acompañamiento de una integrante del Consejo para desarrollar su texto, recibir observaciones, comentarios y todo el apoyo que necesitaran; las mamás y papás también han sido fundamentales. Este grupo de niñas, niños y jóvenes escritores representa a un sector de la infancia que surgió de manera espontánea y voluntaria del concurso de cuento, que dio pie a la publicación más reciente; sin embargo, no tenemos duda de que en cada número nos iremos nutriendo de nuevos colaboradores que se agreguen al equipo de Casiopea.

Este ejercicio creativo nos ofrece muchos motivos para observarlo, para adentrarse en el mundo de las infancias, conocerlo, saber de qué está hecho, qué piensan, qué les gusta, qué temas son de su interés, cómo lo expresan, cuáles son sus anhelos y sueños, lo que nos permite tener una visión del futuro. Casiopea da un giro y toma una nueva ruta con destino a las estrellas.


Líderes de la Zona Sur, otra vez

Aunque para los estándares del club no es el objetivo primordial, los Diablos Rojos del México capturaron el liderato de la Zona Sur de la Liga Mexicana de Beisbol por tercera temporada consecutiva, y celebran su participación 45 en los playoffs, cifra récord en la pelota de primavera-verano.

Con una voz nueva en el mando, la de Juan Gabriel Castro, el camino de Los Rojos hacia la cima fue muy distinto al de otros años, cuando el club escarlata solía llevarse la competencia de punta a punta. En esta ocasión, el primer sitio sureño parecía por momentos inalcanzable, sobre todo el 24 de mayo, cuando después de los primeros 28 encuentros el equipo cayó al fondo de la tabla, empatado con los Bravos de León y los Leones de Yucatán.

Sin equilibrio entre el picheo y la ofensiva, cuerpo técnico y oficina deportiva tuvieron que intentar de todo para enderezar el rumbo, al grado de que 64 jugadores se pusieron el uniforme escarlata, cifra récord en los últimos diez años (39 lanzadores, 4 cáchers, 13 jugadores de cuadro y 8 jardineros).

Los diferentes movimientos, algunos peligrosos y otros dolorosos, comenzaron a dar frutos para el tercer mes de competencia donde el equipo ganó 14 de sus 20 juegos, iniciando la reacción esperada por sus seguidores.

Aunque los lanzadores siguieron batallando, la explosividad de la ofensiva logró imponer su ley entre el 1 de junio y el 7 de agosto, final de la temporada regular, acumulando una marca –de 35 juegos ganados y 16 perdidos– que colocó a los Diablos Rojos en lo más alto de la Zona Sur el 22 de julio, primer lugar que no volvieron a ceder, a pesar de una fuerte presión de parte de los Pericos de Puebla y Olmecas de Tabasco.

En la primera temporada larga desde el inicio de la pandemia, una nota muy importante es que los Diablos mantuvieron su gran poder de convocatoria, al ser vistos por más de medio millón de aficionados a lo largo del país, promediando asistencias de más de seis mil cuatrocientos espectadores por encuentro.

Con el vértigo de los playoffs viene la parte más emocionante de cada calendario, y con la mira puesta en ganar el primer título desde 2014, jugadores, afición y todo el grupo de colaboradores esperan con mucha fe que el Museo Diablos pueda recibir su primer trofeo, el 17 en la historia incomparable de Los del México.


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