San Pedro Sochiapan, tejiendo
entre las flores

Entre los pueblos que conforman la región de la Cañada se encuentra San Pedro Sochiapan, una comunidad chinanteca muy antigua, rodeada de ríos, montañas boscosas y paisajes que invitan a volar sin alas. En ese lugar vive un grupo de tejedoras, quienes en su anhelo de retomar el tejido en telar de cintura, una de las tradiciones más antiguas de su comunidad, conformaron el grupo Ha-Lí, que en su lengua significa Tierra de las flores. Este grupo tiene la firme convicción de que en su vestimenta está el significado e identidad de su comunidad; por esta razón, los textiles y sus diseños no pueden separarse por completo.

Pensando en la importancia de preservar, difundir e incentivar la permanencia de las tradiciones textiles, el Museo Textil de Oaxaca se trasladó a la comunidad de San Pedro Sochiapam para entregar un reconocimiento a las artistas del grupo Ha-Lí por su interés y activa participación en la labor del tejido en telar de cintura.

En un cálido día de marzo de 2017, las tejedoras se reunieron con sus familias y amigos para compartir este momento; el bullicio de los niños se hacía presente en el auditorio de la localidad. El rostro de cada integrante se iluminó como los colores de sus huipiles, y una sonrisa se dibujó ante la emoción de ser reconocidas en su propia comunidad por resaltar el valor e importancia que posee el trabajo que realizan. Algunas cargaron sus telares en espera de hacer la demostración de lo aprendido: mujeres de todas las edades tomaron sus puestos en sus telares recién montados, movían sus dedos rápidamente haciendo pasar los hilos por las urdimbres y comenzaron a surgir aves, grecas de múltiples colores y águilas bicéfalas. Otras mujeres portaron con orgullo el huipil que tejieron para esa ocasión, algunas más decoraron el escenario con muestras de su trabajo y sus innovaciones; nos permitieron ser parte de este momento, hasta ese entonces, íntimo.

Teniendo en cuenta que el acceso a hilos de distintos colores y calibres es complicado para muchas comunidades, se entregó al grupo una serie de hilos de algodón como parte del reconocimiento otorgado por el MTO, los cuales despertaron aún más la alegría, motivación y las ganas de seguir adelante. Este material es parte de la hiloteca del Museo Textil de Oaxaca.

“El reconocimiento ha sido un incentivo y un impulso para las que conformamos el grupo Ha-Lí”, dice Elvira Pérez Pozos, representante del grupo, y agrega: “Muchas mujeres de la comunidad se nos han acercado para hacer pedido de huipiles, estamos al tope de trabajo; creemos que es una buena consecuencia del reconocimiento y nuestro trabajo”.

Además de reconocer la faena del grupo Ha-Lí, el Museo Textil de Oaxaca destacó la labor e interés de la profesora Isabel Arenas Aparicio, una mujer que ha sido de vital importancia en la conformación del grupo, como lo comenta Elvira.

El Museo también otorgó una mención y reconocimiento especial a la artista Juana María Hernández, quien a sus 103 años de vida es la única mujer de la comunidad que continúa usando la indumentaria tradicional de forma cotidiana, siendo un ejemplo entre las mujeres más jóvenes, ante la rápida desaparición de su uso en las comunidades, y a medida que la moda occidental llega a los rincones más apartados de Oaxaca.

La alegría en el rostro de los miembros de la comunidad de San Pedro Sochiapan impregna de emoción la labor del Museo Textil de Oaxaca, ya que afianza el deseo de aprender, compartir y seguir llegando a más lugares.


Montes verdes – Raíces azules

En las tierras cálidas del Istmo de Tehuantepec se encuentra la comunidad de Santiago Niltepec, lugar donde se cultiva y produce el añil, considerado uno de los tres tintes más especiales de Mesoamérica. Con esta nota recordamos con especial afecto a Octaviano Pérez (1956-2022), quien nos recibiera en 2014 para explicarnos el arduo trabajo que se requiere para extraer color de la planta de añil, conocida localmente como jiquilite. Un grupo de amigos nos reunimos con don Octaviano y su familia, doña Arcelia y José Ángel, para conocer los secretos de la planta que nos regala tanto el color del cielo a medianoche, como el del horizonte límpido y claro.

Entre los principales intereses del Museo Textil de Oaxaca se encuentran los colorantes naturales. Por ello disfrutamos escuchar las historias de las personas que han mantenido vivo el conocimiento a este respecto, de generación en generación, conservando huellas culturales que nunca dejan de sorprendernos. Si bien es cierto que es difícil trabajar con estos tintes, también lo es que esta actividad ofrece un atractivo irresistible para las grandes mentes: el desafío. Don Octaviano nos dejó muy claro este punto cuando, tras preguntarle por qué seguía cultivando el añil, respondió: “Porque es difícil; no cualquiera puede hacerlo”.

Tras un año de acompañarles en el proceso, desde la siembra hasta la solidificación de la pasta de añil, el MTO invitó a don Octaviano y a José Ángel a compartir su historia. Luego de su triunfante participación en el Primer Encuentro de Textiles Mesoamericanos, organizado por el Museo en octubre de 2014, su piedra tintórea ha sido llevada y apreciada en otras culturas, como en pueblos andinos del Cusco, en Perú, y entre mujeres mapuche en el extremo sur de América.

En 2018, el equipo del MTO volvió a la localidad de Niltepec, en esta ocasión, con ánimo de propiciar un encuentro entre niños, padres de familia y productores de añil. Durante tres días los participantes escucharon de viva voz de los productores el proceso de extracción del tinte, quienes compartieron sus conocimientos y experiencias con el público asistente. Entre las voces que se escucharon resaltó la del señor Teódulo, un hombre de mirada firme y orgulloso de su oficio, quien comentó: “El trabajo que realizo es la herencia de mi padre, después de él se dejó de elaborar, hasta ahora que nos organizamos y decidimos retomarlo”.

Al finalizar la explicación continuamos con una demostración de diversas técnicas de teñido de reserva para lograr diseños en los lienzos de algodón y playeras que cada niño y niña llevaba. Mientras escuchaban atentos a las explicaciones que mencionaban dobleces y amarres, de pronto interrumpió una voz en el salón: “¡Se parece a un tamal!”. Entre risas y gestos de alegría y un ¡guaaauuu! de fondo, se percataron de que si doblan su prenda en forma de tamal podrían obtener muchas líneas de diseño.

Los participantes desconocían el uso del tinte que se produce en su comunidad, como comentó una madre de familia: “Con mi abuelo y mi papá lo conocí, pero no sabía que podíamos pintar telas y hacer muchas cosas con ellas”. También escuchaban hablar de las pilas —depósitos de agua donde se procesa la extracción del añil— y solamente algunos las conocían puesto que son hijos o nietos de los productores; el resto desconocía el lugar mágico donde se producía la tinta, como ellos le llaman.

El taller de teñido tuvo como objetivo mostrar a la propia comunidad las bondades del uso de este tinte pues, paradójicamente, la comunidad productora desconocía su uso a pesar de ser de los últimos lugares en México donde se cultiva y produce el añil.

La actividad se llevó a cabo a un costado de las pilas: qué mejor lugar que en el origen de toda esta aventura. En medio de la naturaleza y con grandes ánimos, los participantes pusieron en práctica lo aprendido en el aula. Poco a poco las prendas se sumergieron en el tinte y la magia se hizo presente al ver que sus prendas se convertían, en pocos minutos, de un color verde al azul añil gracias a la acción del oxígeno.

En cada sesión contamos con la participación de grupos escolares de 5.ºy 6.º grado de las tres primarias que existen en la comunidad. Convencidos de continuar con el legado de la producción del añil, por la importancia que tiene en el mundo textil, los participantes manifestaron que se sienten orgullosos de saber que en su localidad se cultiva y produce la tinta con la que muchas comunidades dan vida y color a sus fibras en Oaxaca, así como en otras regiones de México y del mundo.


La enseñanza de los hilos

Apunto de cumplir los primeros quince años de vida del Museo Textil de Oaxaca, nos complace señalar que personas adultas, adultos mayores, jóvenes y niños han participado en los cursos y talleres que organizamos con el propósito de dar a conocer la riqueza textil que existe en todo el mundo para dignificar el trabajo que cada artista realiza en sus obras.

Estas actividades son impartidas por artistas de diferentes comunidades cuya herencia textil se ve plasmada en lienzos con bordados y brocados multicolores, con hilos hilados a mano o teñidos con tintes naturales. Cada técnica tiene su propio estilo y uno de los principales objetivos del Museo ha sido el darlo a conocer, así como compartir que el textil está vivo en las comunidades. Con esto no se pretende que un público externo se apropie de una iconografía que conoció en cinco días, sino que, a partir de los talleres, cada participante pueda valorar y dignificar el trabajo que realizan los artistas del hilo y la aguja, lo que se evidencia en comentarios como: ¡No vuelvo a regatear! ¡Tantos días de trabajo y solo tejí/bordé esto! ¡No sabía que para dar una textura se debe bordar en esa dirección!

De igual manera, los talleres se han vinculado con las exposiciones en curso para comprender más claramente el proceso de elaboración de las piezas expuestas. A partir de estas experiencias descubrimos que las labores del telar se comparten en diferentes puntos del mundo, por ejemplo, un teñido de ikat de los pueblos del sureste asiático comparte similitudes con el jaspe de Tenancingo o de San Luis Potosí y un brocado de Guatemala con la trama suplementaria de Chiapas. Estas semejanzas nos invitan a apreciar de manera más integral las técnicas y formas de expresión que se plasman en el telar.

De igual manera, hemos sido testigos de que el lenguaje de los hilos traspasa fronteras, pues además de contar con la visita de artistas locales, nos han acompañado desde Perú, Chile, Estados Unidos e India, por mencionar solo algunos ejemplos, compartiendo con el público aficionado su técnica, aspectos de sus vidas, gustos, sueños e incluso sus miedos. Estas vivencias nos hacen partícipes de sus tradiciones y se refuerza el lazo que se ha formado entre el público visitante y las personas creadoras del textil.

Deseamos seguir creando una gran urdimbre de aprendizaje mediante el programa de los talleres impartidos en el MTO, tramar experiencias, técnicas y amistades por muchos años más.


¿Por qué combatir la cultura del regateo?

“¿Cuánto es lo menos?” es una frase que se escucha cotidianamente en un sinnúmero de transacciones económicas. Sin embargo, quizás sea tiempo de replantear la pertinencia de esa pregunta tan rutinaria, la cual implica que el regateo —según algunas personas— es una cuestión cultural. Es cierto que un “estira y afloja” es parte de una negociación, pero en lo que no estamos de acuerdo es cuando la negociación no se da de forma equilibrada entre quien compra un producto y quien lo ofrece.

Los productos artesanales son algunos de los más susceptibles a esta injusticia. La cotidianidad del regateo se apodera de muchas personas que, sin detenerse a evaluar todo el contexto que rodea a un bien artesanal, se remiten automáticamente a pedir un descuento. Esta actitud puede resultar molesta (por decir lo menos) y humillante (por decir lo más), pues se cree, por ejemplo, que porque un textil está hecho a mano, según una tradición local y al interior de un taller familiar, el costo debe ser más barato que algo hecho “con tecnología”. Recordatorio: el telar de cintura es tecnología sofisticada y el teñido con tintes naturales demanda conocimientos de química; tanto el tejido como el teñido requieren de maestría y talento. Si algo debe costar más barato debería ser la producción en serie, sistema que produce tantas cosas que están a nuestra disposición, que se nos ofrecen a precios elevados y para las que, sin embargo, nunca cuestionamos su valor real: ¿quién hizo la playera que encontramos en un supermercado? ¿En qué condiciones trabaja (y vive) esa persona? ¿Cuánto tiempo pasa ese trabajador con su familia? ¿Qué sueldo tiene? Lo que estamos pagando por esa playera ¿será suficiente para que una persona viva dignamente? Alguien, en algún punto, está pagando el precio real.

El Museo Textil de Oaxaca, por medio de distintas iniciativas, ha tratado de acercar al público en general con quienes crean los tejidos que nos arropan.

Desde la tienda del MTO, por ejemplo, así como en su programa de expo-ventas, se plantean algunas de estas interrogantes directamente a quienes tejen, hilan, bordan y tiñen. Las maestras y maestros del telar y de la aguja, por su parte, tienen la posibilidad de hablar frente a frente con la gente, sin intermediarios, sin disfraces, en una relación abierta y propicia para el comercio justo. Al intercambiar experiencias con sus colegas se percatan de aciertos, retos y abusos que se viven y comparten con frecuencia en el mundo artesanal.

En el MTO estamos convencidos de que estos espacios de encuentro son pequeñas parcelas donde se cultivan la sensibilidad, el respeto, la ética y la responsabilidad con el prójimo.

Hacemos una invitación a reflexionar unos minutos más la próxima vez que adquiramos un producto artesanal. ¿Quién lo hizo? ¿Cuánto tiempo le tomó hacerlo? ¿Nos gustaría que nos regatearan nuestro trabajo? Valoremos, pues, el corazón, el conocimiento, el talento y la creatividad de la labor artesanal.


Las ventanas

Las ventanas, como los ojos, pueden estar abiertas, cerradas, sucias, olvidadas; pueden tener diferentes formas y contar historias diversas: son membranas que nos permiten mirar al interior de algún lugar. A veces sirven de protección, otras más de prisión, pero la finalidad que tienen en común es dejar pasar la luz.

En el contexto actual, las ventanas también son unión y conversación: las abres y cierras a través de una aplicación, y es a través de esta tecnología que continuamos trabajando en equipo, en familia. Nos reunimos artistas textiles y colaboradores del Museo Textil de Oaxaca para dialogar, para construir y deconstruir.

Es tiempo de unir acciones y combatir la discriminación con fuerza y determinación, y para esto se suman las opiniones de diversos creadores desde diferentes puntos del país, reunidos a través de Zoom. Algunos se conectan en parejas; esposos, madres e hijos, jóvenes y adultos, mujeres y hombres que han dedicado su vida al quehacer textil, ese que implica una serie de conocimientos profundos, sensibilidades heredadas y maestra ejecución. Entonces, surgen las interrogantes: ¿Por qué se vuelve tan difícil que se aprecie este trabajo en su justa dimensión? ¿Por qué hay personas que insisten en regatear aquello que demuestra conocimiento y destreza?

Buscando generar espacios que promuevan la conciencia, la autocrítica y la sensibilización respecto a las prácticas que giran en torno al valor de los textiles creados a mano, y con la finalidad de fomentar el respeto hacia las expresiones culturales y hacia sus creadores, el MTO lanza la propuesta de intervenir las ventanas de la planta baja de nuestro edificio. La intervención consiste en mostrar una serie de escenarios, a partir de imágenes y preguntas que propicien la reflexión y conversación sobre distintos temas, tales como el racismo, la economía, los estereotipos de género y discriminación, entre otros.

Las imágenes y frases que mostramos en este proyecto surgen del diálogo y el trabajo en equipo que comenzó con una reunión por Zoom —de casi tres horas— y que continúa por WhatsApp, con aportaciones y opiniones consensuadas donde todas las voces son escuchadas, valoradas y, sobre todo, consideradas durante la toma de decisiones.

La emisión de juicios derivados de estereotipos es pan de todos los días: juzgamos el libro por la cubierta y asumimos las mentiras o engaños que a veces nos dan nuestros recursos y experiencias en la vida. Nos comenta la maestra Cecilia Jaime Lino, tintorera y bordadora de Hueyapan, Puebla: “Saben que soy artesana… y saben que soy maestra (refiriéndose a sus alumnos y a la imposibilidad de dividir esto que la hace ser y existir) y casi siempre, cuando ven a una persona de origen indígena asumen pobreza e ignorancia”, y agrega: “Es importante dar a conocer lo que somos como personas, como indígenas, como seres humanos”.

Por su parte, Luis Rodríguez, rebocero de Tenancingo, Estado de México, señala: “La discriminación ha impactado en la producción artesanal en México, es como un cáncer que nos dio a todos los productores artesanales y [que] nos viene carcomiendo: impacta en la desaparición de muchas artesanías”. Todos estos actos de discriminación dejarán un hueco en nuestra historia e identidad. Es gracias a esta discriminación, y la mella que ocasiona, por la que a tantas personas ya no les enseñaron a hablar la lengua triqui, como le sucedió a la artista Yatahli Rosas, tejedora de San Andrés Chicahuaxtla, Oaxaca.

Decía Mehmet Murat Ildan, dramaturgo turco: “Si quieres que la gente entienda, ¡invítalos a tu vida y deja que vean el mundo desde tu ventana!”. Mirar desde el punto de vista ajeno no solo nos permite entender, sino que nos permite sentir, eso es empatía: vivir las emociones del otro aunque desconozcamos el contexto. Hoy en día, con las puertas del museo abiertas, seguiremos mostrando los textiles de Oaxaca y del mundo, uno donde cabemos todos.


Hiloteca

Sorprendió cuando el MTO abrió sus puertas al público en 2008 y mostró los tejidos y bordados de Oaxaca como expresiones artísticas en salas bien iluminadas, con suficiente espacio para apreciar cada una de las obras, como dignas creaciones de la sensibilidad humana. No porque fuera la primera vez que se observara algo así (el Centro de las Artes de San Agustín Etla había presentado una exposición textil pocos meses antes), sino porque las salas de la Casa Antelo prometían un espacio permanente para la valoración, sensibilización y reconocimiento de las culturas vivas de Oaxaca, guardianas del legado que durante generaciones han preservado, portado y adaptado a su época. Los textiles no se mostrarían solamente en las salas de exhibición, sino que el Museo se complementaría con una tienda que permitiría tocar al arte textil con el que se cohabita en Oaxaca. Así, la vinculación entre la tienda y el acervo del MTO ha sido fundamental para reconectar a personas de distintas comunidades con sus familiares del pasado y con su historia.

Con los años, la variedad y novedad de las exposiciones del Museo, en combinación con un dinámico programa educativo, comenzaron a tener repercusiones en las escenas local y regional. Un factor imprescindible en el desarrollo de este proceso ha sido el establecimiento de la Hiloteca, término que acuñamos cuando, en conversaciones con Remigio Mestas, se planteó la propuesta de establecer un espacio donde las y los artistas del telar tuvieran acceso a materia prima de buena calidad.

El hilado es una etapa crucial en la elaboración de un textil, pues incluso la mejor de las técnicas, combinada con los diseños más hermosos, puede verse arruinada por un hilo de pobres cualidades. Así, en julio de 2015 comenzamos el proyecto de la hiloteca con una oferta inicial que se componía, principalmente, por hilos de algodón para tejer y bordar. Después, con la intención de brindar un valor agregado al tejido o bordado final, al mismo tiempo de ofrecer un apoyo directo a hilanderas/os, incluimos hilaturas más especiales. De esta manera, la seda criolla de la Sierra Norte de Oaxaca y el algodón hilado a mano con malacate se incorporaron al programa. Más recientemente hemos traído seda, lino y bambú de Oriente (como en el pasado lo hubiera hecho la Nao), hilos de gran calidad que se han oaxaqueñizado al recibir, por ejemplo, un baño de grana cochinilla criada en los Valles o uno de añil istmeño. Quizá el hilo más inusual deriva de un proyecto de investigación que inició el Museo hace quince años: el vaporoso hilo emplumado.

Con la red de contactos que el Museo ha ido tejiendo con los años, hemos conocido las personalidades de las tejedoras, estableciendo lazos de confianza. Por esta razón las invitamos a emplear algunos de los materiales de la hiloteca para sus propios trabajos; con ello buscamos que se den el tiempo de experimentar sabiendo, desde el inicio, que su tiempo será remunerado. De igual modo, deseamos ofrecerles una motivación más para aumentar las posibilidades de venta de sus trabajos.

La hiloteca del MTO va más allá de la compra-venta de hilos. La concebimos como un espacio de descubrimiento, intercambio y experimentación; como un árbol cuyas raíces están fuertemente ancladas en la historia y la identidad de cada pueblo, y cuyo tronco se templa con los nuevos vientos que llegan con cada exposición, con cada visita al acervo, cada conversación, cada entramado del telar. La hiloteca es un punto de encuentro entre distintas culturas y personalidades que, sin embargo, siempre hallan su quintaesencia en el diálogo y en la colectividad que implica el quehacer textil.


Tejer en tiempos de pandemia

Recién iniciada la pandemia de covid-19, en marzo de 2020, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca tuvo la iniciativa de generar un proyecto en torno a la creación del arte popular. Preocupaba ver las calles vacías y la inevitable desaparición de las ventas, tanto como el peligro latente del contagio. La propuesta de la fahho contempló la comisión de piezas especiales para asegurar, por un lado, ingresos a las familias creadoras de arte popular y, por otro, condiciones para continuar trabajando desde casa, poniendo la atención de mano-mente-corazón en un tema distinto al de la emergencia sanitaria, aunque fuera por un momento.

La creación de textiles ocurrió desde distintos ángulos. En algunos casos, Alejandro de Ávila y Noé Pinzón, compañeros nuestros del Museo, tomaron la iniciativa y crearon una serie de diseños prototipos para el hogar: cojines, caminos de mesa y cortinas. La idea era vincular el algodón, producido e hilado a mano por mujeres de Oaxaca y Guerrero, con la producción de añil en Niltepec y las tejedoras de San Juan Cotzocón, Pinotepa de Don Luis, San Juan Colorado, en Oaxaca, y Xochistlahuaca, en Guerrero.

En otros casos, el proceso creativo fue más libre, guiado tan solo por preguntas que sirvieron de detonantes, lo que sucedía en conversaciones digitales llenas de interrogantes, cuestionamientos y reflexiones personales. El punto de partida para otras experiencias fue directamente el corazón del Museo: las colecciones. Entre otras cosas, en los acervos encontramos textiles antiguos, vemos estilos que han caído en desuso y ejemplares que, si bien han sobrevivido al paso del tiempo, han llegado a nuestros días extremadamente frágiles.

Algunos proyectos más se acompañaron de la asesoría y retroalimentación de Rocío Vidal, con quien hemos colaborado en numerosas ocasiones en la impartición de talleres dirigidos a artistas del telar y la aguja.

WhatsApp se convirtió en nuestra herramienta fundamental de comunicación. A través de este servicio iban y venían los bocetos de las propuestas, así como las fotos de los procesos y narraciones de las dificultades halladas en el camino. Quienes habían participado en los talleres de experimentación en el Museo, de pronto continuaron con esos procesos a distancia, mediante textos, mensajes de voz y videollamadas, tanto en formato uno a uno, como grupal.

Sobre esta última modalidad, Ana Bertha Hernández, del Taller Béj Xile, comenta:

Primero realizamos distintos bocetos y gracias a la tecnología pudimos mantenernos en contacto durante el proceso de la elaboración de los productos elegidos; todo el trabajo se realizó con gran entusiasmo. Gracias a este proyecto se nos da la gran oportunidad a todos nosotros de seguir trabajando bajo una nueva modalidad. Principalmente, se logró mantener activa la economía de las familias sin salir de casa, brindándonos un gran alivio y tranquilidad. Es por ello que a una de nuestras prendas la nombramos en zapoteco Lez que significa esperanza, la cual nos dio este proyecto; a la otra prenda la nombramos Xhage que significa huipil, ya que para nosotros es muy importante preservar nuestra lengua materna y compartirla con mucho orgullo.

Ciertamente, la pandemia trajo consigo efectos adversos, pero también nos empujó a sumergirnos en las posibilidades que ofrece la interacción virtual. Si bien el MTO ha retomado buena parte de sus actividades y programas presenciales, las experiencias de los años previos nos han brindado conocimientos y prácticas técnicas que facilitan la colaboración y el diálogo continuo con artistas, sin la forzosa necesidad de que ellas y ellos requieran desplazarse a la ciudad de Oaxaca. Este ejercicio exigió –quizá más que nunca– que los museos se adapten a las realidades que se viven: las instituciones son espacios sociales y, como tales, deben contar con la flexibilidad de pensamiento para actuar en verdadero servicio de las comunidades a su alrededor.


El acervo como catalizadorde interrogantes

¿Acaso lo que aprendimos es lo único que existe? ¿Qué clase de conocimiento es el que nos da supremacía sobre otro? ¿Qué tan maravilloso sería poder preguntar aquello que no entendemos a quien lo vivió, experimentó, usó y concibió?

Una de las principales funciones de un museo es la protección y promoción del patrimonio natural y cultural que resguarda. Desde su apertura, el Museo Textil de Oaxaca tuvo como objetivo primordial el dar acceso al museo y a sus colecciones a investigadores, académicos e interesados en arte textil; sin embargo, quienes tienen un lugar muy significativo en las consultas que se ofrecen en el acervo del museo son los creadores, artistas, artesanas, tintoreros, tejedoras y tejedores, investigadores de comunidades (a veces muy remotas, a veces muy cercanas), ellos tienen siempre prioridad. En estas consultas es maravilloso el vaivén de los conocimientos: notas, observaciones y reminiscencias que nos permiten un acercamiento directo con las comunidades; se establecen vínculos, amistades y alianzas que tienden puentes de información que, al paso de 15 años, se han vuelto infinitos.

Por ejemplo, hace poco recibimos dos peticiones para consultar un tejido que, en la comunidad a la que perteneció, lleva varios años en desuso, ya nadie teje y se conserva un solo ejemplar al que no es posible acceder. Esta consulta representa un paso adelante en el proceso de rescate de una tradición textil que es parte de una práctica de tejido casi perdida desde hace poco más de 50 años.

Es gracias a este intercambio de información que se han llenado huecos, vacíos e inconsistencias, que se han verificado y confirmado unas más que, de otra manera, serían un punto de vista sesgado que no contemplaría los conocimientos que cada comunidad guarda sobre su propio patrimonio. La voz cantante la llevan las comunidades, y hacemos especial énfasis en no opacarla con la voz institucional.

Cada vez se vuelve de máxima importancia el respeto hacia los deseos de las comunidades en la toma de decisiones, tanto museísticas como ideológicas para su representación. Aunque lo que vivimos en estos años de pandemia ha frenado un poco los esfuerzos que se venían haciendo para acercar el museo a las comunidades, queremos resaltar que hace algunos días tuvimos nuestra primera consulta vía Zoom, en la que logramos conectar una cámara de alta resolución y fue posible, incluso, realizar una cuenta de hilos en la faja que observamos.

Si bien hemos sido testigos de que la tecnología está a nuestro favor, el factor humano es insustituible, pues a través del ojo y el tacto se crean descripciones fieles sobre colores, texturas y diseños. Es verdad que falta mucho camino por andar y métodos que perfeccionar, pero es nuestra intención ser esa herramienta útil que permita a todos resolver dudas e inquietudes, mano a mano entre conocimiento y tecnología: ciencia y vanguardia, pero también humanidad, empatía, amor y, sobre todo, interés. Adaptarse a los nuevos cambios es quizá la evolución más difícil que nuestra especie debe entender.

Les invitamos a revisar el procedimiento para realizar una consulta al acervo en este enlace: https://bit.ly/3Z9UrBk


 

El Encuentro de Textiles Mesoamericanos

En 2014 dio inicio el Encuentro de Textiles Mesoamericanos (TEXTIM), un evento bienal que busca abordar el tema de manera integral al valorar la aportación que realizan distintas ramas del conocimiento al estudio de los tejidos del área mesoamericana. Del mismo modo, el Encuentro aspira a reconocer las tradiciones de otras regiones del mundo que se vinculan con los textiles mesoamericanos por sus materiales, técnicas o diseños.

Con estas miras, se invita a participar en el Encuentro a todas las personas cuyo trabajo se relacione con el textil artesanal (hilado, teñido, tejido, bordado, deshilado, cultivo de materias primas como el algodón o las plantas tintóreas, etcétera), así como a profesionales en los campos de la arqueología, antropología, biología, conservación, economía, etnografía, etnohistoria, geografía, historia del arte, investigación de materiales, lingüística, museografía, museología, restauración, semiótica y sociología.

También se da la bienvenida a las personas interesadas en las artes visuales, las artes escénicas, las tecnologías de la comunicación y el diseño que se desenvuelvan alrededor del tejido mesoamericano. La primera edición del TEXTIM estuvo dedicada a la memoria de Irmgard Weitlaner Johnson (1914 2011) en el centenario de su nacimiento.

La maestra Johnson fue pionera en el análisis de las técnicas y los diseños de los textiles de México; su dedicación y rigor metodológico marcaron un hito en este campo, ya que formó a varias generaciones de estudiosos del tejido y su visión ha quedado reflejada en el Museo Textil de Oaxaca, institución organizadora y anfitriona del Encuentro. Se llevaron a cabo presentaciones con ponentes de Chile, Costa Rica, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala y México. También se contó con paneles de discusión que abordaron la tradición de la técnica de ikat (teñido de reserva anudada) en México en contraposición con Costa de Marfil y Uzbekistán; se presentó la indumentaria que se viste actualmente en pueblos de Michoacán, Chiapas y Veracruz y se habló de la relación que guarda con el mundo del diseño; finalmente, se abrió un espacio para mirar las técnicas tradicionales desde el punto de vista del arte contemporáneo.

Hubo demostraciones de tejido y bordado con representantes de distintas comunidades de México y el extranjero; talleres en colaboración con el Centro de la Grana Cochinilla Tlapanochestli y el Centro de Textiles del Mundo Maya; una expo-venta que reunió a diez grupos procedentes de Oaxaca, otras zonas de México y de Guatemala y visitas a talleres de tejido artesanal. El evento se complementó de manera inigualable con la exposición presentada por el MTO, que contó con una pequeña selección de la colección de la maestra Johnson, actualmente resguardada en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo en la ciudad de Leiden, Países Bajos.

El TEXTIM II fue en memoria de la maestra tejedora Justina Oviedo Rangel (1938-2013), originaria de San Mateo del Mar. La labor de la maestra Justina en torno a la innovación de técnicas empleadas en el telar de cintura dio pie al tema del Encuentro: Creación, Adaptación y Renovación en el Textil Mesoamericano. La conferencia magistral estuvo a cargo de Flavia Cuturi, quien convivió con la maestra Justina durante más de 30 años.

Esta edición estuvo acompañada de una exposición en el Centro Cultural San Pablo, la cual permitió conocer más a fondo el trabajo, la personalidad y el ingenio que marcaron la trayectoria de la maestra Justina. Familiares de doña Justina, como sus hijas Victoria y Elena Villaseñor Oviedo, estuvieron presentes y participaron en el evento con demostraciones de tejido, muestra de sus trabajos en la expo-venta y la impartición de un taller con las técnicas que caracterizaron a Justina: tejido de doble vista y contorno redondeado en telar de cintura. Asimismo, el MTO presentó una exposición sobre una técnica exclusiva de la región mesoamericana, los tejidos elaborados con hilos emplumados. “Hilar el viento: Los textiles mexicanos de pluma” surgió de la investigación de un fragmento textil de finales del
siglo XVII —donado por el maestro Francisco Toledo† al Museo— y de los esfuerzos por recrear la elaboración de hilos de pluma. Este proceso se pudo conocer más de cerca durante el TEXTIM, pues el programa incluyó demostraciones de hilado y tejido de pluma con artistas invitados de Teotitlán del Valle, San Sebastián Río Hondo y San Mateo del Mar, Oaxaca; Zinacantán, Chiapas, y Ahuiran, Michoacán. El público asistente también tuvo la oportunidad de incursionar en el teñido e hilado de pluma a partir del taller ofrecido por Román Gutiérrez, originario de Teotitlán del Valle, y experimentó con el tejido de pluma según la técnica empleada en la comunidad de Zinacantán, Chiapas, con la maestra María Santiago.

La edición más reciente del TEXTIM, Colecciones textiles – El rostro humano detrás de los objetos, estuvo dedicada a la memoria de Ernesto Cervantes (1902-1985), coleccionista de arte oaxaqueño cuyo legado se encuentra alojado en distintos espacios de esta ciudad. La colección textil formada por don Ernesto fue una con las que inició el proyecto del MTO, y la riqueza patrimonial reflejada en su colección fue el punto de partida de esta edición.

Como en ocasiones anteriores, el evento se acompañó de una exposición, en este caso fue “Sensibilidades pareadas – Las colecciones de Ernesto Cervantes y Josephine Brown”, curada por Alejandro de Ávila, conferencista magistral del TEXTIM III. Acercamientos desde el conocimiento tradicional, la ciencia, la museología, antropología, historia del arte y la formación de futuros profesionales, entre otros, nos mostraron el quehacer en torno a la actividad textil tal y como se vive en distintos contextos. Iniciativas y proyectos impulsados en México, Chile, Argentina, El Salvador, Estados Unidos, Francia y España crearon un foro de intercambio de experiencias con la finalidad de enriquecer y complementar esfuerzos en pro de la valoración y salvaguarda de la herencia cultural textil.

Finalmente, no podían faltar, durante los primeros dos días del Encuentro, los talleres creativos (teñido y tejido) y académicos (conservación de textiles). Luego, la pandemia de COVID-19 interrumpió la programación de estos encuentros, pero, nos estamos preparando para retomar al TEXTIM en el otoño de 2024, diez años después de su primera edición.

Se puede consultar la mayoría de las presentaciones realizadas durante las tres primeras ediciones del TEXTIM en el canal de YouTube del Museo:

https://bit.ly/3Y9YhJm


Acervo bibliográfico

El Museo Textil de Oaxaca cuenta con una vasta bibliografía especializada en textiles. La mayor parte de este acervo fue donada por el artista oaxaqueño Francisco Toledo† en abril del 2008, poco antes de la apertura de este espacio. La colección conforma por más de 1400 publicaciones y continúa en crecimiento gracias a numerosas donaciones como la del maestro Toledo.

El material se relaciona con los diversos procesos de elaboración de textiles: técnicas, tipos de fibras, teñidos, historia, conservación y diseño, expresiones que poseen siglos de historia y creatividad, y que surgen de una amplia gama de tradiciones, costumbres y cosmogonías de los pueblos originarios de nuestro país y de otras partes del mundo. Por ello, las publicaciones están escritas en idiomas como el inglés, chino, japonés y español, entre otros.

Antropólogos como Bernard Bevan, Marta Turok e Irmgard Weitlaner Johson dedicaron su vida al estudio y difusión de dichas expresiones —admiradas, seguidas y estudiadas rigurosamente— y sus publicaciones forman parte de este acervo. La academia tampoco ha sido indiferente, pues algunos estudios científicos han llegado hasta nosotros para hablarnos de cuidados y conservación, por ejemplo, Biología aplicada a la conservación y restauración, Chemical principles of textile conservation, Tapestry Conservation, X-Radiography of textiles, Dress and Related Objects.

A la par, contamos con publicaciones de Olga de Amaral, Anni Albers y Jack Lenor Larsen sobre arte contemporáneo; de artistas como Miguel Covarrubias, de diseñadores icónicos en el mundo de la moda, como Chanel, Versace, Valentino, Paco Rabanne, Yves Saint-Laurent; también albergamos publicaciones periódicas de relevancia, como Hali, The Textile Museum Journal, Fiberarts, por mencionar solo unos ejemplos. El acervo también tiene material audiovisual, que responde a la importancia de documentar para preservar la memoria: Hilanderas de San Juan Colorado, El cine indigenista (El oficio de tejer), Indigo a world of blue y Tana Bana Wisdom of the loom.

Actualmente, dicho acervo se encuentra en resguardo en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, en el Centro Cultural San Pablo, donde podrás consultarlo de manera gratuita.

Te invitamos a disfrutar de la lectura de esta bibliografía repleta de hermosas imágenes de textiles que tal vez al principio solo fueron pensamientos, y que con el zigzagueo de la urdimbre y la trama —y de la aguja y la tela— tomaron los adornos del viento que se pasea en las montañas, en los valles o las playas; o sueños, quizás, que se apropiaron de los colores de las flores, de los árboles, la tierra y el arcoíris para plasmarlo en su diversidad de expresiones, dándonos una voz plural y milenaria que surge de las mentes de los artistas de todos los rincones del planeta. ¡Te esperamos!


Construyendo redes para un tejido social

La comunicación humana surgió en el momento en que nuestras ancestras y ancestros, en su lucha por sobrevivir y como respuesta a sus instintos, se vieron obligados a transmitir sentimientos, emociones y saberes a quienes les rodeaban. Para ello se valieron de formas como gestos, mímica y sonidos, lo que constituyó el inicio de un lenguaje. Consecuentemente, la forma en cómo se comunica e interactúa la humanidad ha evolucionado a lo largo de toda su historia, tornándose cada vez más compleja: hemos pasado de las formas simples y esquemáticas que reproducían la realidad más cercana, a composiciones más complejas hoy en día.

Con la llegada del nuevo milenio, las redes sociales y la Web 2.0 comenzaron a dar indicios de convertirse en una nueva forma de comunicarnos, parecía algo extraño e inverosímil, pero hoy es una realidad cotidiana.

Los museos no podemos quedarnos al margen. Desde hace más de una década, el Museo Textil de Oaxaca se ha hecho presente en las redes sociales, creando, mediante estas herramientas, un museo más abierto y participativo que se adapta y presenta de manera virtual el quehacer textil a una amplia audiencia en distintas partes del mundo.

Aunque los primeros pasos del MTO en este medio parecían los inicios del lenguaje, hoy, nuestra página web se ha convertido en un espacio de difusión, expresión y reflexión entre toda la audiencia; afortunadamente, la barrera del idioma no ha sido impedimento para que tantas personas compartan, comenten y expresen su sentir en torno al arte textil.

En 2020, con la llegada de la pandemia, la palabra social adquirió su verdadero significado. El confinamiento nos obligó a desarrollar actividades digitales para todas las personas que nos siguen, muchas de ellas sacudidas por situaciones duras, nunca antes vividas. Notamos el resultado en los múltiples comentarios que recibimos, los cuales expresaban que las actividades habían sido recibidas con un “valor sanador”. Para muchas personas, participar en una charla en línea o una actividad virtual desde casa ha sido la experiencia más satisfactoria de su vida durante la pandemia.

El aumento del interés por las nuevas tecnologías y el uso de las redes sociales, además de su diversificación, ofrece nuevas oportunidades, pero también significa un reto constante para los museos —que juegan un papel clave en el actual mundo digital— ya que han modificado la forma en que planificamos, interactuamos e, incluso, disfrutamos de nuestras vidas.

Te invitamos a seguirnos en Facebook (Museo Textil de Oaxaca), Twitter (museo_textil), Instagram (museo_textil) y YouTube (Museo Textil de Oaxaca).


Hilo, papel y palabras Historias digitales

Existe un mundo de publicaciones y una variedad muy amplia de soportes impresos y digitales creadas por los museos: catálogos, libros, mapas, folletos, etc. La creación de estas obras cumple y enriquece, en gran medida, la labor de los museos: educación, investigación, reflexión, conservación, entre muchas más.

Las publicaciones concebidas por el Museo Textil de Oaxaca a lo largo de su historia han acercado el arte textil a públicos tan diversos como los hilos en un telar. Tal es el caso de los catálogos El águila voló y el nopal quedó temblando. Textiles mexicanos en el bicentenario e In octacatl, in machiyōtl: Dechados de virtud y entereza, resultado de las exposiciones presentadas en 2010 y 2015, respectivamente. Un equipo multidisciplinario fue el encargado de editar y construir estos materiales en soportes físicos; el hojear página por página, leer cada párrafo y observar atentamente cada fotografía fue motivo de gran asombro: como si se tratara de interactuar con las piezas del acervo o estar en la exposición misma. Hoy en día, dichas publicaciones están disponibles en soportes digitales en la página web del MTO y pueden ser descargados de forma gratuita.

Navegando por ese mundo intangible llamado ciberespacio, en donde las posibilidades son tan infinitas como la propia creación textil, el MTO ha construido dos sitios virtuales: “Hilar el viento. Los tejidos mexicanos de pluma”, como parte de la muestra presentada en 2016 y que acompañó al Segundo Encuentro de Textiles Mesoamericanos, TEXTIM, y “Fibras de Abya Yala. Muestra interactiva en línea”, una iniciativa del Museo que acompañó al encuentro “Textiles de las Américas”, celebrado en octubre de 2021 en el Museo Ixchel del Traje Indígena, en la ciudad de Guatemala. Estos sitios han acercado, de manera virtual, a personas en distintas latitudes del planeta a una parte del acervo del MTO y a su investigación.

El viaje es a través de distintas opciones de búsqueda que permiten seleccionar los textiles conforme al criterio de la propia persona; en otros casos se puede navegar en una región en particular, por una fecha específica o, en su caso, por la forma del proceso creativo. Sin duda son una fuente de consulta que invita a conocer el quehacer textil desde las narrativas de las personas que lo crean, lo usan y lo transforman.

Tenemos la esperanza de que con el paso inexorable del tiempo estos materiales continuarán despertando la curiosidad y aprecio por el arte textil, pero, sobre todo, contamos con que sigan siendo un vehículo de comunicación y educación que fomenten experiencias participativas y de construcción de pensamientos críticos y reflexivos entre las y los usuarios.


Editorial

Nos emociona el trabajo que se vislumbra para este año. Si bien durante el primer mes ya instalamos exposiciones en los espacios y filiales, llevamos a cabo presentaciones de libros, conciertos, visitas a las comunidades promocionando la lectura, entre otras actividades, en febrero habrá más acciones que beneficiarán a las infancias, estudiantes, especialistas y público en general.

En este Boletín Digital FAHHO se habla, por ejemplo, del proceso del equipo que visualizó y armó el carrusel que ya se encuentra, de manera permanente, en su nuevo hogar, el Museo Infantil de Oaxaca. Minerva Soto, la arquitecta encargada de su realización, nos comparte su experiencia. Por otro lado, Jorge Contreras reflexiona sobre la quietud, la mirada y la atención que emanan de la exposición “El mar de arriba”, de Amador Montes, instalada en el Centro Cultural San Pablo. Y desde el Museo Textil de Oaxaca nos comparten dos notas que, en esencia, tocan el mismo tema: el papel de los espacios para el intercambio de saberes a nivel internacional, y nos cuentan sobre la visita de dos maestras tejedoras originarias de San Miguel de Pallaques, Perú, y dos artistas de Kutch, India.

En este sentido, Pablo Soler Frost, desde el Museo de la Filatelia de Oaxaca, recurre al tema de los recuerdos y las experiencias para hablar sobre una entrevista a Vladimir Nabokov. Así, los vasos que comunican los textos nos llevan a la nota del doctor Sebastián van Doesburg, de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, quien observa el desarrollo del edificio que fungió como Real Alhóndiga de Antequera hace muchos años. Eventualmente se encuentra la nota de Ana Rodríguez, del Taller de Restauración FAHHO, que nos invita a buscar y leer su gaceta especializada en la intervención y rescate del patrimonio.

No podía faltar lo tocante a medio ambiente. En esta ocasión seguimos exhortando a la ciudadanía y a las autoridades competentes a volver a poner el dedo en renglón, y en la llaga, para visibilizar, actuar y buscar soluciones al conflicto con los residuos sólidos que no dejamos de producir.

También compartimos una breve semblanza sobre Ramón Urías, el Conejo, egresado de la Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú y “Guante de oro” de la Liga Americana de Beisbol.

Desde la Biblioteca Henestrosa, Freddy Aguilar reflexiona sobre la presencia de África en Oaxaca y nos comparte una lista de libros disponibles en el acervo del recinto. Te invitamos a leer la nota y a sumergirte en los libros que sugieren.

¡Nos leemos el mes que viene!


El carrusel en su nuevo hogar

El desarrollo del proyecto del carrusel me aportó mucho aprendizaje para mi vida laboral y personal. Siempre he pensado que el conocimiento es la semilla para cambiar el mundo en muchos aspectos, y estoy convencida de que al sembrarla en nuestras niñas y niños podemos lograrlo. Así, una valiosa herramienta de aprendizaje es el juego, y aunque las infancias no juegan con el objetivo de aprender en sí, es mediante este que encontramos infinitas posibilidades para conocer al mundo y desarrollar nuestras habilidades.

Este proyecto se realizó con el objetivo de que las niñas y los niños aprendieran parte de los textos que hablan de la historia y la cultura de las comunidades; todos los elementos que conforman el carrusel representan algún elemento del Códice Vindobonensis.1 En el poste central del carrusel representamos el Árbol del origen para que ellos conozcan el comienzo del pueblo mixteco. También nos enfocamos en los signos calendáricos. De inicio elegimos diez; esta selección se hizo, principalmente, pensando en que los glifos2 no dieran miedo, sino que gustaran a las niñas y niños; al final solo nos quedamos con seis: los tres pequeños, el jaguar, el perro y el venado, se eligieron por su textura y forma más amables con los bebés; los otros tres, la serpiente, el águila y el zopilote, los elegimos para los mayores; estos tienen una apariencia mística y se les agregaron texturas. Siempre se pensó en diseñar este carrusel para incluir a las infancias con capacidades diferentes, por lo que la figura más generosa para darles accesibilidad fue el trono: pensamos que ahí serían los reyes de este juego.

Posteriormente, construimos un cosmos que acompañara a estos glifos, de tal manera que en el faldón de la parte superior representamos el cielo: el sol, la luna y las estrellas; y en el faldón inferior representamos la tierra —o terreno— y las flores. El carrusel mide seis metros en la parte inferior y siete en la parte superior, con una altura total de seis metros.

El proceso para llegar a plasmar los glifos en tercera dimensión fue el siguiente: primero revisamos el códice y elegimos; luego se escaló a las medidas, cuidando las proporciones para no deformarlo; entonces el maestro escultor procedió a realizar la figura en unicel, tomando ejemplos de otros animalitos semejantes. Una vez que tuvimos la figura en tercera dimensión se empapeló con pegamento y papel crakf; la siguiente parte fue realizar el molde en fibra de vidrio, por lo que el primero se forró por capas de este material y pegamento especial.

Luego se elaboraron cada una de las partes del glifo. Finalmente, estas se unieron para obtener el glifo completo. Pasamos al proceso de decoración, que se inicia lijando y pintando manualmente cada uno de los detalles, cuidando de tener una gama de colores semejantes al códice y a los tintes naturales que existían en aquella época, como el azul añil y el rojo de la grana cochinilla, lo cual implicó realmente un arduo trabajo con muestras de color. De manera simultánea, especialistas en el funcionamiento de juegos mecánicos realizaban en el taller los trabajos de la estructura, electricidad y mecanismos del carrusel. Este proceso duró dos meses y medio, un tiempo récord, ya que por lo general la elaboración de un carrusel tarda, aproximadamente, siete meses.

Como arquitecta considero que este proyecto aporta a la innovación social, la cual busca un mejor mundo en todos los sentidos. Este diseño procura reducir las diferencias sociales, es inclusivo, pretende crear nuevas posibilidades de aprendizaje y disfrute para las infancias de esta generación y posteriores, y así lograr una solidaridad social e inclusiva.

No quiero dejar de reiterar que esta ha sido una experiencia enriquecedora: principalmente porque he perdido el miedo a explorar nuevas formas de ejercer mis conocimientos. Doy gracias a la doctora María Isabel Grañén Porrúa y a don Alfredo Harp Helú por estas ideas tan maravillosas y por depositar en mí la confianza para materializar este sueño para las niñas y niños oaxaqueños.

1 Que puede consultarse en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, en el Centro Cultural San Pablo.
2 Un glifo es un signo grabado o pintado que equivale a una palabra o sílaba.


El rescate de la Real Alhóndiga de
Antequera, predio fundacional de Oaxaca

La persona que ahora accede al edificio restaurado de lo que fue, entre 1753 y 1893, la Real Alhóndiga de Antequera, nota inmediatamente la rampa que sube desde la calle hacia el patio. Como indican los restos arqueológicos encontrados, el patio elevado del edificio no es otra cosa sino la plataforma prehispánica sobre la cual Hernán Cortés mandó construir su casa en Oaxaca, alrededor de 1525. En una pintura de 1688, conservada en Sevilla, vemos aún cómo las ruinas de esta casa están desplantadas visiblemente sobre una plataforma. Cortés no visitó su casa sino hasta finales de 1532, cuando pasó por Oaxaca de camino al Istmo, aunque siempre hubo mayordomos que dejaron huellas de su presencia en ella y en los documentos históricos.1

En 1753, al adquirir el predio de los descendientes de Cortés, la ciudad de Oaxaca fundó aquí la alhóndiga, la lonja de maíz y trigo que servía para evitar la especulación en los precios por parte de las haciendas. En 1893 el edificio fue vendido al gobierno del estado para obtener los fondos para la construcción del mercado, en la plaza adjunta, a cargo de la empresa inglesa de los señores Read & Campbell, los mismos que habían construido la línea del ferrocarril a Oaxaca en los años inmediatamente anteriores. Durante el siglo XX, en este mismo lugar se desempeñó la Comisaría de la Policía de Oaxaca, pero cuando esta se mudó, alrededor del 2000, el edificio quedó desamparado.

El pasado 14 de noviembre, el exgobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y su esposa, Ivette Morán, inauguraron el edificio restaurado de la Alhóndiga de Oaxaca. De esta manera se puso fin a la destrucción de este predio histórico que desde hacía dos décadas estaba en total abandono. En esta ocasión queremos recordar el largo camino recorrido para llegar al feliz rescate del edificio y del importante patrimonio arqueológico en su subsuelo.

Fue en el año de 2005 cuando el gobierno del estado y el municipio de Oaxaca pensaron en crear una plaza para vendedores ambulantes al interior del edificio construido en 1753. El proyecto, a cargo del municipio, contempló la construcción de una estructura metálica de tres niveles. Durante este mismo año, unas excavaciones que estaban a cargo de arqueólogos del INAH, y que eran llevadas a cabo con el apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, confirmaron lo que varios documentos históricos ya habían revelado: a solo cuarenta centímetros debajo del piso del patio se encontraron los restos de una edificación prehispánica que debió corresponder a la casa del tlacatectli o gobernador mexica que regía el asentamiento de Guaxacac hasta, por lo menos, 1530.2 Con esto, el proyecto del municipio fue cancelado.3

El edificio fue invadido dos veces (en 2006 y 2019) por grupos de vendedores ambulantes. Y dos veces fue desalojado, la primera vez por el municipio a raíz del temblor de 2017 y la segunda en 2020. Fue en la primera ocupación de más de diez años que el edificio sufrió graves deterioros, por lo que en 2009 la FAHHO colocó un techo temporal para proteger los restos. En varias ocasiones se trató de llamar la atención de los gobiernos en turno sobre la situación de abandono, y a veces parecía que había avances, pero cada vez quedaban truncos. Mientras que desde 2010 se barajaba la posibilidad de que aquí se estableciera el Centro Gastronómico de Oaxaca —propuesta del gurú del turismo, Joseph Chias, en 2008—, no se realizó, ya que estaba ocupado por los ambulantes. Al final, el proyecto del Centro Gastronómico se mudó al exconvento del Carmen Alto en 2021.

Solamente hacia mediados de 2022 se retomó, de manera sorpresiva, la restauración de la Alhóndiga por parte del Instituto del Patrimonio Cultural (INPAC) del gobierno de Oaxaca. El proyecto de restauración y su sustento histórico fueron elaborados por el Taller de Restauración FAHHO, quien, mediante un convenio con la Secretaría de Cultura, participó en la supervisión de los trabajos. Durante la restauración por parte del INPAC —llevada a cabo en un tiempo muy corto— se dio, sin embargo, amplio espacio a las excavaciones a cargo del INAH, muestra de la buena colaboración entre las partes que caracterizó la obra. Siguiendo donde habían llegado las excavaciones de 2005 se descubrieron nuevas evidencias de la ocupación prehispánica. Se agradece la decisión —“digna de aplaudirse”, en palabras de la presidenta de la FAHHO— del anterior gobierno del estado de haber retomado y llevado a buen cabo el rescate de este patrimonio fundacional en peligro de destrucción.

Foto: Gobierno de Oaxaca.

Hoy ya no se ven restos prehispánicos desde la calle porque los muros de los edificios los esconden, pero por más increíble que parezca, Oaxaca tiene su propio montículo arqueológico en su centro. Además, hace poco, durante una obra en un predio al sur de lo que era la plataforma prehispánica, se encontraron los restos de una estructura palaciega. Así, poco a poco se nos está revelando el antiguo centro de la Guaxacac prehispánica y no hay duda de que aprenderemos más sobre esta importante etapa.

Como señaló el director del Centro INAH Oaxaca en su discurso de inauguración de la alhóndiga restaurada, existe el interés en seguir explorando, en los próximos años, el subsuelo del área para conocer mejor la fase prehispánica de Guaxacac y su transformación a raíz de la colonización española. Esperemos que el nuevo gobierno estatal, propietario del predio, comparta este interés por conocer los orígenes de nuestra ciudad.

P.D. Para la persona a quien le interese el tema, pueden observarse algunos objetos correspondientes a la ocupación mexica en Guaxacac encontrados en el subsuelo del exconvento de San Pablo en la exposición permanente al interior de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova.

1 Para un estudio más reciente sobre los primeros años de la presencia de los españoles en lo que hoy es la ciudad de Oaxaca, véase la publicación Conquista y Colonización en Oaxaca. El Juicio de Residencia de Juan Peláez de Berrio (1531-1534), del autor de estas líneas (2022, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM). Acceso libre: https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv/detalle-libro/6822-conquista-y-colonizacion-en-oaxaca-el-juicio-de-residencia-de-juan-pelaez-de-berrio-1531-1534

2 Aunque a partir de, aproximadamente, 1525 Hernán Cortés mandó construir su casa encima de la plataforma del tlacatectli, este siguió con vida hasta por lo menos 1530, según revelan varios documentos.

3 Los estudios históricos y arqueológicos, de las manos del autor de estas líneas y de la arqueóloga Susana Gómez Serafín, respectivamente, fueron publicados en 2014 por Carteles Editores con el apoyo de varios empresarios de Oaxaca.


El mar de arriba

Antes del principio, una voluntad sutil e infinita flotaba sobre el mar; era la mente que se transformaba, pero al mismo tiempo la mente era el mar y las aguas que, después de miles de años y por algún motivo, desearon. En las obras de la exposición de Amador Montes en el Centro Cultural San Pablo, también hay una manera de observar el cielo como un mar.

Bajo cielos inmensos de azul claro u oscuro, serenos, nocturnos, o de colores ocres quemados por el sol, vuelan aves abriendo las aguas celestes; y se forman nubes como presencias sutiles que apenas alcanzan a permanecer un momento, o estrellas que son lejanos puntos blancos y azules en un mar densamente poblado por seres inaccesibles al pensamiento humano, pero que pueden intuirse.

En lugar de observar el cielo como un espacio vacío, Amador Montes eligió mirar un verdadero océano de nubes, estrellas, palabras escritas con grafito o esgrafiadas penetrando las capas de pintura; rayones, manchas de otros materiales; plecas negras, números, frases, chorros de pintura blanca que parecen lluvia cayendo de las nubes; un mar habitado por decenas de aves blancas o negras —águilas, grullas, halcones, o aves moan— que vuelan hacia arriba solas o en grupos, pero en solitario.

Para abordar los temas de esta exposición, Amador Montes vivió intensamente varios meses observando, leyendo y pensando sobre los significados del cielo; de día, de noche, en la ciudad y en el campo, en la costa o en los montañas, registró sus colores y aspecto, invirtió muchos días, semanas y meses en realizar las obras, algunas —las primeras en terminar— se tuvieron que borrar porque nuevos cielos le pedían mejorar la mirada, arriesgarse con tonos diferentes, con otras formas de nubes, con mayor comprensión.

El resultado de esta empresa son pinturas únicas, en las que descubre nuevos recursos para transformarse, aceptando con compasión una forma de pensar y pintar muy íntima, de seguir explorando un mundo interno mediante afecto, melancolía y esperanza; emociones antiguas que de alguna manera son también agua —como todo lo humano—, y el agua, como se sabe, es el origen de todo: agua es mar, mar es nubes, nubes son cielo, cielo es mar.


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