Tanto enriquecen los árboles nuestras vidas que no es exagerado pensar en ellos como el mayor patrimonio viviente de la capital oaxaqueña. Su sombra refresca el ambiente, mientras que la transpiración natural de sus hojas nos regala microclimas agradables aún en los días más calurosos del año. Frente al ruido y la contaminación de los autos, los espacios arbolados se vuelven lugares de calma, perfumes y cantos. Nos sirven incluso como marcadores temporales, pues la floración de jacarandas, guayacanes, guajes, pochotes y coquitos convierten el paso de las estaciones en una experiencia estética compartida por locales y visitantes.
Existen entre los árboles de la ciudad algunos individuos excepcionales, gigantes centenarios cuya historia se encuentra profundamente ligada a la nuestra. Ciertamente, resultaría difícil imaginar el paisaje urbano sin los laureles de la Alameda, la higuera de Belén, los coquitos de Jalatlaco o el ahuehuete del Museo Infantil de Oaxaca, que ya tenía más de mil años cuando se fundó la ciudad de Oaxaca. Estos árboles extraordinarios son, desde luego, insustituibles.
No obstante, quizá por lo acostumbrados que estamos a disfrutar de estos servicios ambientales, rara vez reparamos en las necesidades de los propios árboles. Es así como el desinterés de la sociedad y la negligencia de las autoridades conducen con frecuencia a la muerte de especímenes notables, así como al estado general de daño que hoy tiene el arbolado de Oaxaca; cubierto de muérdago, ahogado en suelos duros y completamente estresado por la falta de agua.
El problema es descomunal, pero su solución no podría ser más simple: basta con atender las causas. Hay que garantizar el riego, liberar y descompactar los suelos, ser prudentes con las podas y combatir las plagas. Hacerlo implicaría costos, es cierto. Pero sería mejor y, a la larga, mucho más barato que ver morir más árboles. Sin embargo, con todos aquellos ejemplares que ya no logramos salvar, ¿qué podemos y qué debemos hacer?
Entre el 2 y el 5 de abril, el MIO colaboró con la Asociación Mexicana de Arboricultura y el Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca para organizar el 2º Congreso Mexicano de Arboricultura y Dasonomía Urbana. Fue un evento muy significativo, pues nos permitió poner al arbolado en el centro de la conversación por primera vez en mucho tiempo. Participaron en este congreso numerosos especialistas, personalidades y público interesado, tanto de México como de otras partes del mundo.
La sombra de los dos árboles notables ubicados en las instalaciones del MIO dio lugar a talleres, conferencias magistrales, ciclos de ponencias, actividades infantiles, presentaciones artísticas y una exposición de carteles científicos. Sin embargo, una de las actividades que más despertó el interés de los participantes fue el taller de “Árboles hábitat”, enfocado precisamente en la cuestión de los árboles muertos. En el transcurso de dos sesiones Michael Morey, Karina Peña y Noel Rodríguez demostraron cómo convertir los troncos secos de parques y camellones en hogares para la vida silvestre.
La construcción de árboles hábitat es una forma creativa de fomentar la biodiversidad en el espacio urbano. El primer paso conlleva el uso de motosierra, y consiste en esculpir las cavidades del árbol, de modo que sirvan de refugio a aves, murciélagos, roedores y marsupiales. Después, al preservar las ramas de la copa, se permite que el tronco siga ofreciendo perchas para que halcones, águilas y gavilanes puedan observar desde las alturas. Incluso la madera muerta tiene valor en un árbol hábitat, pues se transforma en alimento para toda clase de insectos, hongos y líquenes. Cuando esta se descompone, la vida sigue reproduciéndose, pues su materia orgánica enriquece el suelo y propicia la proliferación de nuevas plantas.
Todos deseamos que cada vez existan en Oaxaca menos ejemplares para ensayar metodologías como esta. Esperamos, por supuesto, que actividades como el congreso de este año nos ayuden a tomar mejores decisiones sobre los árboles que todavía distinguen nuestro espacio público. Pero, en cualquier caso, los árboles hábitat nos ofrecen algo distinto. Son el signo de un enfoque renovado para relacionarnos con nuestros errores. En lugar de remover troncos secos y fingir que nada ocurrió, es posible convertirlos en memoriales útiles y ofrecer el vacío que deja su vida a todos aquellos seres con quienes también compartimos las calles. Acciones como esta representan, hasta cierto punto, una segunda oportunidad para decidir qué tipo de ciudad merecemos y las acciones que debemos llevar a cabo para lograrlo.
Organización de archivos. Fotografías: Acervo de Adabi
Uno de los pilares fundacionales de la asociación Apoyo para el Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México es su compromiso social con la memoria documental de nuestro país. Actualmente, el rescate de cada archivo, biblioteca o acervo fotográfico asumido por Adabi se realiza en respuesta a solicitudes de la comunidad interesada, ya que uno de los objetivos de la asociación es la creación de conciencia en las personas para que asuman una responsabilidad con los documentos, algo que solo será posible si existe en la comunidad el reconocimiento de la importancia y valor del patrimonio documental.
Las actividades desempeñadas por el equipo van desde los diagnósticos, que muchas veces se dan en lugares poco favorables para la adecuada conservación de la documentación, pasando por el rescate que en ciertos momentos conlleva la intervención de los restauradores—, organización y creación de instrumentos de consulta, hasta el seguimiento y asesorías al personal encargado de custodiar los archivos. Es así como, durante 22 años, Adabi ha colaborado mano a mano con distintas instituciones civiles y religiosas en pro de la conservación de la memoria de México que cada uno resguarda.
En 2024 la presencia de Adabi en la capital del país fue significativa, pues tuvo una vinculación institucional con instancias gubernamentales y eclesiásticas, como el Archivo General de la Nación, el Acervo Histórico del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México o la Conferencia del Episcopado Mexicano; sin olvidar las privadas —entre otras, el Consejo de Leonora Carrington y Fomento Cultural Grupo Salinas— de gran relevancia. Sin embargo, en este mismo año la labor del equipo ha dejado huella en otras partes de la República. Oaxaca, Puebla y Michoacán son los estados en los que se ha laborado arduamente atendiendo archivos civiles y eclesiásticos. En Puebla se concluyó un convenio con el Archivo General Municipal para la organización de archivos municipales y la consolidación de un taller de conservación documental; finalizó también el convenio con la Biblioteca del Oratorio San Felipe Neri y, en colaboración con el Archivo General de la Nación, se logró recuperar un documento de Huejotzingo de 1554: el nombramiento del mayorazgo de Francisco Vázquez, firmado por fray Juan de Alameda. Además, se realizó la organización de un archivo privado: los Fondos Personales de Abraham Sosa y Manuel Sosa, y se ha buscado la colaboración con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla para fomentar en los estudiantes la importancia del rescate y la organización de los archivos históricos.
En Michoacán, la asociación ha trabajado para apoyar proyectos de rescate y organización de archivos parroquiales de la Arquidiócesis de Morelia, en un proyecto tripartita donde participa también la Dirección de Archivos del Poder Ejecutivo del Estado. El resultado ha sido fructífero, ya que se organizaron 37 archivos históricos, y se capacitó y consolidó un equipo de rescate archivístico.
En Jalisco se concluyeron dos proyectos con El Colegio de Jalisco, uno corresponde al Fondo Fotográfico Fernando Martínez Réding y otro al Fondo Agustín Yáñez; además de nuestra colaboración en el diagnóstico del archivo personal de Federico Munguía, importante periodista, investigador y cronista mexicano.
Con Morelos, el proyecto de catalogación en el Archivo Fotográfico Tres Ríos ha permitido que Adabi también otorgue asesoría para la obtención del reconocimiento Memoria del Mundo otorgado por la UNESCO. Por su parte, con San Luis Potosí y Zacatecas se mantiene el vínculo de trabajo con el Archivo Histórico del Estado y el Seminario Conciliar Guadalupano, respectivamente.
Al extremo del país el trabajo de la asociación también está presente. Ha continuado el trabajo iniciado en 2012: el traslado, coordinado por Adabi, del Archivo de la Arquidiócesis de Yucatán, que se encontraba en las oficinas principales, al exconvento franciscano de Conkal. Esta mudanza concluyó en 2014, año en el que se fundó un taller de restauración que permite la conservación de los documentos a partir del trabajo conjunto de Adabi: preservación de documentos, fuentes fotográficas, capacitaciones y asesorías.
Si bien en unas cuantas líneas no se resume el trabajo que Adabi ha mantenido a lo largo de dos décadas, la mención de los estados con los que actualmente mantiene lazos es una muestra de lo heterogénea que es la necesidad por el rescate y conservación del patrimonio documental. El camino es arduo, pero el amor a los archivos y a la memoria de México es lo que impulsa el día a día de nuestro equipo.
Taller de teñido y decorado. Fotografías: Acervo del Museo Textil de Oaxaca
La salud mental es un tema de creciente importancia en la sociedad del siglo XXI. A medida que avanzamos en una era de rápidos cambios tecnológicos, sociales y económicos, la presión sobre la salud mental de las personas ha aumentado significativamente. A pesar de los avances en la comprensión de los padecimientos mentales, el estigma sigue siendo un obstáculo importante. Muchas personas aún sienten vergüenza o miedo de buscar ayuda, el hecho de comentar “tengo cita con el psicólogo y/o psiquiatra” es motivo o sinónimo de alguien “débil” o “incapaz” por necesitar apoyo profesional; se critica y se juzga. Caso contrario es atender otros padecimientos, lo cual es visto como algo “normal” o como signo de fortaleza y autocuidado. La educación y la empatía son cruciales para reducir el estigma y fomentar un entorno donde las personas se sientan cómodas hablando sobre su salud mental.
A lo largo de la historia los hilos han sido parte importante en la recuperación de diversas enfermedades, como estrés, ansiedad o depresión, por mencionar algunas de las que han marcado, en cierta medida, la respuesta de la sociedad en este mundo de prisas.
Desde la creación del programa mensual educativo del Museo Textil de Oaxaca, hace diecisiete años, las personas y artistas textiles que han participado han creado un espacio íntimo y seguro. Algunas artistas comentan que bordar o tejer tiene beneficios terapéuticos, otros participantes experimentaron una reducción de ansiedad y una sensación de calma al tejer o bordar.
En una ocasión Adri [Adriana Santos], participante asidua a los talleres del MTO, nos compartió: “El participar en los talleres del Museo ha sido un escape a la rutina, un lugar seguro que me ha generado un autoconocimiento gracias al hilo y la aguja, me ha ayudado a disminuir en gran medida mi medicación”. Otra participante, Silvia Maldonado, nos comenta: “Al dejar ir a mis hijos porque ahora hicieron su vida, logré ese arropo en los diversos talleres del Museo”. Distintas personas han externado su agradecimiento: “Gracias por sacarme de la rutina”, “Ya necesitaba un giro en mis actividades”.
Con el paso del tiempo, los talleres del MTO se han convertido en un espacio comunitario donde las personas se reúnen, comparten ideas y trabajan juntas. Esta interacción social ha podido ayudar a combatir no solo padecimientos mentales, sino también la soledad y el aislamiento, fomentando relaciones positivas y un sentido de pertenencia.
Muchas de las afectaciones a la salud mental de las personas se agudizaron durante la pandemia, pero aún aislados en casa pudimos ver que crear arte era posible. Múltiples talleres creados por el MTO de manera virtual ayudaron a las personas a fortalecer su paciencia y perseverancia; así como a enfrentar y superar los desafíos que surgen durante un encierro, pero, sobre todo, los talleres pudieron fortalecer la resiliencia y la capacidad de manejar distintos padecimientos mentales en algunas personas. Algunos comentarios a estas actividades fueron: “No me imaginaba que los hilos y las agujas serían un escape en la vida diaria durante la contingencia”, “Gracias Museo por ayudar a mi mente a respirar”.
Estamos seguros de que los talleres han fomentado la convivencia y el intercambio de experiencias, así como un descubrimiento de habilidades a veces desconocidas por los asistentes. Asimismo, en muchos de los casos han proporcionado información sobre diversos aspectos de la salud mental, ayudando a comprender mejor las propias experiencias y las de los demás.
Quién se imaginaría que el hilo y la aguja que utilizamos para reparar un textil serviría para cerrar una pena, coser una tristeza, zurcir un dolor o sería un bálsamo para curar heridas del alma, de la mente y del corazón.
Cruz yalalteca de plata. Fotografía: Acervo de Andares del Arte Popular
Cerca del Distrito de Villa Alta en la Sierra Norte del estado de Oaxaca se encuentra Villa Hidalgo Yalálag. Esta población se encuentra dividida en cuatro barrios: San Juan, Santa Catalina, Santa Rosa de Lima y el barrio de Santiago. En cada uno se pueden percibir diferentes aromas, como el olor de la leña ardiendo en el horno para coser el pan blanco; la delicia del olor del humo de la morcilla chillando en las brazas; la diversidad de sonidos y canciones que experimentan las bandas de niños y adultos que invitan a subir o a bajar por sus calles empedradas, a veces angostas, a veces anchas, acompañados del azul del cielo y las majestuosas montañas de la Sierra Norte. Lo llamativo ha sido la plaza del centro del pueblo, donde cada martes se daban cita los yalaltecos y gente proveniente de otros pueblos, como San Melchor Betaza, San Bartolomé Zoogocho, Latuvi, San Pedro Cajonos, San Pablo Yaganiza y las rancherías cercanas.
Todas las personas llegaban desde muy temprano ofreciendo sus productos, era una rica experiencia para todos los sentidos; para el paladar champurrado, tamales de frijol envueltos en largas hojas de plátano, barbacoa, caldo de carne seca, memelas de frijol, enormes tortillas y nada como un fresco y espumoso pozontle. También se comercializaban mezcal, huaraches, sombreros de panza de burro, frutas, verduras y granos que podían ser medidos en arrobas.
El día pasaba entre vendimia, truequeo, pláticas y el distinguido saludo padiush, que es un saludo informal y cotidiano ocupado a cualquier hora del día. En esta población aún se sigue hablando el zapoteco, específicamente la variante propia de Yalálag. Cada persona se distinguía por la vestimenta de su región y su variente del zapoteco. Gran testigo y guardián de este día de plaza es la antigua Iglesia de San Juan Bautista, que aún sigue estando de pie y repicando su gran campana. Actualmente el tianguis se sigue realizando y, aunque con muchas menos personas, intenta recuperar su esplendor.
En la actualidad, una parte de la población ha migrado a la ciudad de Oaxaca y las nuevas generaciones lo han hecho al norte, de manera que una notable población radica en Los Angeles. Pero las raíces siempre los llaman de vuelta a casa, pues ocasionalmente vuelven a la fiesta del pueblo, o para despedir a un difunto o para celebrar su boda. Las bodas tradicionales en Villa Hidalgo Yalálag duran ocho días, es un ir y venir entre la casa de la novia y el novio, para recibir o dar desayunos o comidas con canastas de pan, guajolotes, leña, semillas, regalos y dinero acompañados por una o varias bandas. Todo lo recibido es cuidadosamente registrado en una libreta para regresar el favor cuando toque darlo de vuelta.
Todos los invitados cooperan en el trabajo. Las tareas más pesadas son para los hombres: acomodar mesas y sillas, acarrear leña, transportar sacos de granos, mientras las mujeres echan las tortillas al comal y cooperan en labores de la cocina lideradas por las cocineras tradicionales y las recetas que han heredado de sus madres, abuelas, bisabuelas. Entre pláticas y risas se desarrollan gustosas las tareas a lo largo del día, esta fiesta es muy generosa con la comida y la hay en abundancia para satisfacer a todos los invitados. Algunas de estas costumbres se han ido modificando con el paso del tiempo y de la mano de las nuevas generaciones.
Villa Hidalgo Yalálag encierra muchas más tradiciones y tiene una rica cultura que merece ser conocida. La galería de Andares del Arte Popular se ha propuesto contribuir con esta tarea por medio de la difusión de sus textiles, cerámica y la reconocida cruz yalalteca de plata. Un símbolo cuyo significado devela elementos religiosos tanto occidentales como zapotecos prehispánicos.
Fotografías documentales del Fondo Personal Ronald Spores
En la carrera antropológica de Ronald Spores, la fotografía ha jugado un papel fundamental en sus investigaciones. Según el etnohistoriador, tomar fotografías es indispensable en los procesos arqueológicos. En la Antropología la fotografía ha sido una herramienta que se utiliza como apoyo y soporte del trabajo documental, ya que permite registrar el desarrollo y los resultados de los procesos arqueológicos.
En 2022 el investigador estadounidense, quien dedicó gran parte de su vida a estudiar la historia de los pueblos prehispánicos de la región Mixteca de Oaxaca, decidió donar su archivo personal —compuesto por documentos, libros, revistas y fotografías— al acervo de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova. El equipo de Adabi Oaxaca emprendió la organización de la parte documental del archivo, la cual concluyó en diciembre de 2024 con la realización de un inventario general que da cuenta de las actividades realizadas por Spores durante su vida profesional, quedando organizado en tres secciones: Académico, Antropólogo y Personal.
Inicialmente el apartado fotográfico se encontraba resguardado en cuatro cajas AM40 y dos carpetas. Dentro del apartado encontramos seis soportes fotográficos diferentes: negativos de 135 mm blanco y negro; negativos de 135 mm a color; negativos de 110 mm a color; transparencias de 135 mm a color; así como positivos a color y positivos en plata gelatina en diferentes formatos. La organización del apartado fotográfico inició este 2025. Para ello tomamos como base el cuadro de clasificación del Fondo documental, ya que las imágenes complementan los documentos de sus investigaciones, además de que testimonian sus actividades académicas y su vida personal.
El apartado fotográfico del Fondo Personal Ronald Spores abarca una cronología desde 1958 hasta la fecha, y cuenta con información relacionada con los procesos en los que Spores fungió como director o colaborador, específicamente en los estudios que hizo en San Pedro y San Pablo Teposcolula, Yucundaa (pueblo Viejo de Teposcolula), Santo Domingo Yanhuitlán, Tlaxiaco, Santiago Tillo, San Juan Yucuita y San Juan Bautista Coixtlahuaca, en la mixteca oaxaqueña. El registro fotográfico hecho en los recorridos arqueológicos y excavaciones permitirá la posterior divulgación y difusión de la investigación. En este sentido, muchas de las imágenes de este apartado fueron utilizadas en las publicaciones realizadas por Spores como: The Mixtec Kings and their People (1967), y The Mixtec Ancient and Colonial Times (1984); así como en artículos especializados para revistas que permitieron que un público más amplio comprendiera y tuviera acceso a este patrimonio cultural. La fotografía es una herramienta invaluable para preservar la memoria histórica y también la personal. Es por eso que dentro de este archivo las fotografías de sus seres más queridos, sus familiares y sus viajes configuran una mirada a la vida privada de Ronald Spores.
Este apartado fotográfico cuenta con 1483 transparencias, las cuales ya han sido digitalizadas. Al ser positivos directos, constituyen un material mucho más fácil y práctico de utilizar en presentaciones, ya que se pueden proyectar. De estas imágenes, un gran número corresponden a materiales didácticos que Spores utilizaba en sus clases de Antropología en la Universidad de Vanderbilt, de la cual se jubiló como profesor emérito.
La autoría de estas imágenes no pertenece en su totalidad a Spores, algunas de ellas fueron hechas por colaboradores, miembros de su equipo, pero con el paso de los años ha sido cada vez más difícil para él saber con exactitud quiénes fueron los autores. Salvo en algunos casos, como en el de Josef Whitecotton, su amigo, colaborador y colega, quien realizó el registro fotográfico mientras trabajaban en San Juan Yucuita. En 1966 Spores también trabajó con el fotógrafo profesional John Warren, con quien viajó durante año y medio con el objetivo de documentar mercados para su proyecto de investigación sobre la economía en la región de la Mixteca.
Spores comenta que inicialmente el registro fotográfico lo realizaban en negativos de 135 mm, en blanco y negro. Eventualmente migraron a los negativos en color, en especial a las transparencias en color. El antropólogo recuerda que la mayoría de este material fotográfico fue procesado en Foto Figueroa, una de las primeras tiendas fotográficas de la ciudad de Oaxaca, ubicada en la calle Miguel Hidalgo, en el Centro Histórico. La tienda aún existe, aunque ha reducido su tamaño.
Ronald Spores trabajando con el equipo de Adabi Oaxaca en la catalogación de su archivo personal.
Aún ahora, a sus 94 años de edad, Ronald Spores sigue fotografiando. En viajes recientes a la región de la Mixteca, se le ha observado atento a través de la ventana del automóvil buscando referencias de asentamientos prehispánicos, mismas que captura con su teléfono celular para una de sus investigaciones pendientes sobre la traza urbana de los pueblos mixtecos.
El apartado fotográfico del Fondo Personal Ronald Spores continúa en proceso de intervención. Hasta ahora se han digitalizado todas las transparencias a color, además de los fotogramas: 369 de 135 mm a color y 352 de 135 mm en blanco y negro. Queda pendiente la digitalización de los positivos a color y plata gelatina. Con ayuda del doctor Spores ha iniciado el proceso de clasificación y descripción de las imágenes para que puedan ser consultadas a la brevedad posible en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova.
Taller de literatura en el VIII Festival para la Primera Infancia
Entre risas, flores y libros llegó una nueva edición del Festival para la Primera Infancia. Esta iniciativa es un esfuerzo anual de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, por medio del Museo Infantil de Oaxaca y el programa Seguimos Leyendo. Como cada año, el mundo de los adultos quedó de lado por un instante y nos centramos de lleno en brindar al público de 0 a 6 años espacios para el arte y el juego en familia.
Los pasados 11 y 12 de abril, por octava ocasión, cientos de familias y una decena de grupos escolares acudieron con gran alegría a las instalaciones del MIO para participar en 24 talleres artísticos, los cuales fueron diseñados e impartidos por profesionales de la educación en primera infancia.
Por medio de actividades lúdicas y teniendo a los libros como eje principal, las niñas y niños descubrieron el teatro, la literatura, las artes plásticas y la música. Muchos incluso vivieron algunas de sus primeras experiencias estéticas, acompañados de sus seres queridos y cobijados por un entorno creado especialmente para ellos.
Los significados que se construyen en estos momentos de convivencia entre adultos e infantes perduran en el imaginario de ambos y se convierten en presentes que entrelazan y transforman sus vidas, que les ayudan a fluir juntos y los acompañan de vuelta a casa. Es por ello que la octava edición del Festival para la Primera Infancia llevó el nombre de “Regalos inesperados”.
Todos los talleres de esta edición partieron de la idea fundamental de que cualquier objeto puede convertirse en un regalo que detone el juego, el contacto físico y visual, la palabra y las artes. Además, por primera vez, los espacios del MIO se llenaron de instalaciones interactivas, donde niñas y niños pudieron experimentar aromas, colores, texturas, sonidos y toda clase de sensaciones nuevas. Los regalos, sin duda, estuvieron siempre presentes.
Es importante mencionar que un distintivo del festival ha sido la profesionalización de los talleristas, ya que estos ocho años de trabajo han servido para desarrollar el talento local. Gracias a la guía de la maestra Eva Janovitz —directora artística del programa y pionera desde hace tres décadas de la promoción cultural para la primera infancia—, todos los talleres de este año estuvieron encabezados por profesionales oaxaqueños; en su mayoría, personas que se han formado y son parte de la comunidad lectora de Seguimos Leyendo.
Finalmente, para cerrar las actividades de cada día, las familias que asistieron al festival pudieron disfrutar de espectáculos artísticos dirigidos a la primera infancia. El viernes por la tarde, Isis Orozco y su ensamble presentaron Ópera y sonidos ante un auditorio repleto. El sábado, la emotiva función de Bubú Dadá, a cargo de la compañía Pipuppets Titereteatro, también fue un éxito.
El último regalo de nuestro VIII Festival para la Primera Infancia llegará muy pronto, pues los alimentos no perecederos que donaron las familias participantes viajarán hasta el Albergue Integral Comunitario 16 de Tepuxtepec, Mixes. Mientras tanto, comenzaremos a pensar en la próxima edición, con la meta de llegar cada vez a más familias y el compromiso de seguir invirtiendo en los derechos culturales de la primera infancia.
Iglesia de Santa Ana Zegache. Fotografía: Archivo FAHHO
Rodolfo Morales está presente en los colores que abundan en Ocotlán de Morelos y los pueblos aledaños. Principalmente en algunos templos dominicos cuya pintura mural fue restaurada por manos de mujeres bordadoras ocotlenses, gracias a un taller de restauración que el maestro creó para ese fin, y que remite a los propios murales de Morales. Asimismo, recuerda a las pinceladas de Tamayo, maestro y amigo de Morales; así que, muy seguramente, esos son los colores de Oaxaca, incluso del México que los más destacados artistas representaron en sus obras.
Al observar, por ejemplo, la fachada del templo de Zegache resulta impresionante cómo armonizan los vibrantes rojos, verdes y azules sobre un fondo amarillo… Los arcángeles custodiando la gran puerta, vestidos de gala con túnicas verdes; los diez jarrones con flores ubicados a lo largo del arco de entrada; el azul cielo de las cúpulas, y en lo alto las cruces… ¿A caso estamos entrando a uno de los cuadros de Morales? La restauración de las fachadas de los templos ocotlenses tiene un origen, primero, en la mente de Rodolfo Morales, con la intención de devolverle a su comunidad parte de la identidad cultural que estaba frente a sus ojos, pero en ruinas y olvidada; después, en la labor de un aliado: Esteban San Juan Maldonado, arquitecto y restaurador, quien trabajó con el maestro, mano a mano, durante las restauraciones de ocho templos de distintas localidades pertenecientes a Ocotlán de Morelos.
En esta ocasión entrevistamos al arquitecto, quien nos contó acerca de la relación de trabajo, la influencia cultural y el legado del maestro del color dentro del marco del rescate del patrimonio edificado de Oaxaca, especialmente el que fue financiado por la Fundación que lleva su nombre, y que se encuentra en Ocotlán.
¿Cómo conoció al maestro Morales?
Soy originario de Ocotlán de Morelos, y desde niño pude darle seguimiento a su labor, pues él había pintado el mural en el Palacio Municipal y eso llamó mi atención. Muchos años después, luego del gran sismo del 85 en la Ciudad de México, Rodolfo volvió a Oaxaca; cuando lo supe quise ir a conocerlo, así que eso hice. Yo iba a verlo para que me autografiara un cartel de exposición, pero lo primero que hizo fue preguntarme si mi madre era Galvina Maldonado y mi padre Antonio San Juan, yo respondí que sí, y él inmediatamente me dijo que eran sus familiares lejanos. Después, ya en confianza, me cuestionó sobre mi profesión, y le respondí que era arquitecto. No dijo nada más, pero quedó en buscarme…, cosa que hizo años después, momento en el que me confesó que él en realidad no creía en los arquitectos, algo que entendí con el paso de los años, aunque en ese entonces me dio una oportunidad de trabajo al encomendarme la remodelación de sus propiedades. Ese fue el inicio de nuestro andar juntos, y se impresionó tanto con mi trabajo que no dudó en invitarme a participar en el gran proyecto de restauración del templo dominico de Ocotlán.
¿Ese fue el primer proyecto de restauración en el que participó a lado del maestro?
Así es. Ese fue el primer proyecto en el que participé con él. En 1995, la Fundación Rodolfo Morales recibió el inmueble, luego de que el maestro hablara con el gobernador para poder realizar los trabajos de restauración. Cuando lo visitamos, el templo todavía funcionaba como cárcel; a la hora de hacer la investigación histórica para conocer los antecedentes del inmueble, me percaté de que no había registro en México de dicho convento, así que tuve que ir a Sevilla, al Archivo General de Indias, donde encontré los registros. Fue gracias a los documentos de fray Fancisco de Burgoa, considerado como el primer cronista oaxaqueño, que pude hacer un recuento histórico. Me dediqué entonces a estudiar los antecedentes del origen del exconvento, y fue así como inició el trabajo de rescate. Esa búsqueda incial se convirtió en el eje rector de toda la investigación que prosiguió y que guiaría la labor de rescate de todos los conventos dominicos en la zona.
¿Podría hablarnos sobre otros proyectos de restauración y conservación en los que haya colaborado con el maestro Rodolfo Morales y su visión acerca de esta labor?
Bueno, están el Templo de Santa Ana Zagache, San Jacinto Ocotlán, San Pedro Taviche, San José del Progreso, Magdalena Ocotlán, San Pedro Mártir y Santa Catarina Minas. Pero debo comentar que fue gracias a ese proceso de investigación documental, de la mano del conocimiento y el espíritu humanista del maestro, que logré adentrarme en su visión del mundo, el significado que él veía, la importancia de la arquitectura dominica y el misticismo que rodeaba a ese ámbito. Logré observar esa conexión entre su obra y el contexto del pueblo al que quería darle los templos restaurados. Una realidad que ahí estaba, pero que yo aún no vislumbraba; por ejemplo, en algo que sucedía mucho en el día a día: mientras los hombres se emborrachaban, las mujeres lloraban y pedían a Dios por la familia…; él me abrió los ojos a ese mundo y su significado, que de alguna manera se encuentra resguardado en la arquitectura.
En una ocasión, durante las primeras visitas a las localidades ocotlenses, el maestro me preguntó: “¿Qué es lo que ves aquí?”; se trataba de un pueblo con apenas algunas chozas, con cactus como límites o bardas entre ellas, los caminos de tierra y los cerros a lo lejos. “Veo a Pedro Páramo, a Juan Rulfo”, le respondí; “Claro, esto es México, estos son sus colores”. Finalmente, eso amplió mi visión y entendí la intención del maestro detrás de su labor de rescate arquitectónico.
Cada visita a los pueblos que hice a su lado ya estaba influenciada por esa visión. En otro pueblo, San Pedro Taviche, pude ver por qué Morales finalmente llenó sus cuadros de mujeres. En ese lugar, los únicos que dialogaban con nosotros eran los hombres, nunca aparecían las mujeres, estaban rezagadas; incluso la comida era servida por ellos.
Imagino, claro, que esa impresión adquirió mucho simbolismo para el maestro, tan es así que en muchas de sus obras las mujeres son protagonistas, abarcan todo el cuadro. ¿Qué otras experiencias recuerda de esas visitas a las comunidades donde se hicieron las restauraciones de templos?
Recuerdo la vez que llevamos una banda sinfónica a Taviche. Fue realmente emocionante, a la vez que un desafío. La gente no había presenciado nunca algo así. La llegada fue una odisea: el autobús en el que se trasladaban los músicos se descompuso, así que tuve que llevarlos en mi camioneta…, pero sin duda valió mucho la pena. Una imagen surrealista: los trajes empolvados de los intérpretes, la luz de la luna que iluminaba a la sinfónica, y los pobladores, atentos, impresionados, escuchando.
Esas y muchas más experiencias sacaron a relucir el espíritu humanista que anidaba en usted.
Sí, de hecho debo mencionar que yo estudié en un seminario, así que ya tenía un antecedente de los conocimientos en filosofía, religión y arquitectura. Todo lo que estaba escondido poco a poco era extraído por la pasión que el maestro sentía y que contagiaba; una pasión, amor y visión por el futuro de Ocotlán, Oaxaca y México.
Debo agregar que esa visión iba más allá de la restauración de monumentos históricos; él iniciaba un camino hacia la sustentabilidad del medio ambiente. Entendí que no requerimos más que la visión de lo que somos. No soy un experto en arte, pero creo que él plasmaba en su obra una imagen de un pasado y un futuro que se fortaleció durante sus visitas a estos pueblos.
Ahora, ¿cuáles han sido los retos de mantener vivo el legado de restauración arquitectónica de Rodolfo Morales?
Uno de los retos es la picota destructiva de la ignorancia sobre la importancia que guardan estos monumentos y la arquitectura vernácula, debido a la idea de progreso y modernidad. Otro reto es el crecimiento poblacional, la invasión de la urbanización, los condominios que ya no respetan el entorno. Como Oaxaca es un pueblo con muchos migrantes, las influencias externas invaden los espacios que antes vi como rulfianos.
¿Cómo se ha percibido, desde la arquitectura, el trabajo de este artista de gran relevancia para la conservación del patrimonio histórico edificado?
Oaxaca es patrimonio cultural de la humanidad; sin embargo, los arquitectos suelen traer modas, además, cada quien quiere dejar su huella, muchas veces sin tomar en cuenta el patrimonio. Ricardo Legorreta, gran amigo de Rodolfo, me decía que no dejara de apoyar la labor encomiable del maestro, y me daba el ejemplo de cómo había visto ciudades destruidas por las modas arquitectónicas. También sucede que las ciudades patrimonio se están volviendo ciudades museo, ciudades de escaparate, y ya no de vivienda, o como decía Manuel Toussaint, esos sitios donde antes las casas tenían plantas, ahora vemos tinacos… La arquitectura vernácula se ha dejado de lado, pero esa era justo la idea del maestro: devolver su imagen y sus colores a México.
Frente a esta pérdida ocasionada por las modas arquitectónicas, ¿qué importancia tiene para la sociedad oaxaqueña, y la mexicana en general, conmemorar el centenario de un artista como Rodolfo Morales?
Su obra está recargada de la mexicanidad, de lo oaxaqueño…, pero no en un sentido patriótico, sino más allá; México es un paisaje, un lugar con la esencia de los pueblos originarios y de los templos que ahora son patrimonio histórico. Rodolfo Morales, como muchos artistas oaxaqueños, plasmaba en su plástica el inframundo, el cielo, las mujeres… Ese era su mundo, nuestro mundo oculto. Y en definitiva su legado permanece: al salir de México podemos darnos cuenta de ello, la herencia de sus colores, los colores de Oaxaca, también aparecen en otros lados; Ciudad del Cabo, Johanesburgo tienen los colores de Rodolfo; los tapetes de Teotitlán y los de allá son similares. Nuestra labor es enseñarles a las nuevas generaciones sobre ese legado, para que forme parte de su vida, pues, finalmente, forma parte de su entorno.
El patio del cactus, Museo de la Filatelia de Oaxaca. Fotografía: Acervo Mufi
Las victorias florecen en el campo, y en esta ocasión lo hicieron en el diamante de fuego con el triunfo del equipo de softbol femenil de Diablos, quien se lleva el trofeo de la temporada 2025. Enhorabuena y que sea un buen augurio para la temporada que están por iniciar los Diablos Rojos del México. Asimismo, Guerreros de Oaxaca hace lo propio al darnos una semblanza de su actual manager, quien pronóstica también una excelente temporada para los bélicos.
Qué agradable es la lectura, y más a la sombra de una jacaranda que florea en esta época del año. Es por ello que, para dar la bienvenida a la primavera, varios de los colaboradores nos comparten notas relacionadas con la lectura. Jessica Santiago, por ejemplo, nos recomienda un pequeño libro de cartas de la escritora Emily Dickinson, disponible en los estantes de la Librería Grañén; por su parte, en la nota de la BS Ferrocarril se reflexiona en torno a la experiencia de la lectura en su Gym lector. El Centro Cultural San Pablo nos invita a las lecturas de poesía en el atrio, así como a las conferencias de especialistas sobre el jardín celeste: el universo. Seguimos Leyendo nos habla de la caravana literaria que ahora recorrió algunos poblados de la costa oaxaqueña, y la Biblioteca Henestrosa reseña una actividad de resistencia poética transcurrida el 8 de marzo. ¿Qué otra forma de hallar inspiración en un libro? Casa de la Ciudad responde y nos detalla la relación entre espacio y comunicación a partir de una obra titulada Ciudades para la gente. Por su parte, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova nos relata sobre la presentación de un cuento infantil traducido al zapoteco del Istmo.
Por otro lado, el Museo de la Filatelia, Andares del Arte Popular, Museo Infantil y Adabi Oaxaca nos comparten algunas líneas sobre el acontecer cotidiano: un flâneur que recorre por primera vez el Mufi; las hazañas de un maestro tallador de madera; un taller para la primera infancia y las joyas documentales encontradas durante un proyecto de organización de archivos en una agencia municipal. No podemos dejar de mencionar la labor de los talleres de restauración: por un lado, Adabi de México nos comparte sobre el arte de reparar un libro antiguo; el Taller de Restauración nos cuenta acerca de los trabajos de rescate de la Casa Balcón para convertirla en un centro cultural en Santo Domingo Tehuantepec; mientras que la Biblioteca Burgoa nos acerca a las actividades de su taller permanente de restauración.
Te invitamos a buscar la sombra más fresca debajo de algún bello árbol, de esos que abundan en nuestra ciudad, para que nos acompañes a lo largo de estas páginas y disfrutes cada uno de estos textos.
Integrantes del equipo Diablos Rojos Femenil celebrando el campeonato Serie de la Reina.
Diablos Rojos Femenil completó la misión al apoderarse de la Serie de la Reina y acreditarse su primer campeonato en la segunda temporada de la Liga Mexicana de Softbol. Como en todo el calendario, las Rojas fueron un huracán en la gran final y barrieron en tres juegos a Sultanes Femenil, dejando un saldo de seis victorias y únicamente una derrota en la postemporada.
Lo mismo que en la temporada regular, donde las escarlatas ganaron 23 juegos e implantaron un récord de triunfos en un calendario, el equipo mantuvo el acelerador a fondo para superar rotundamente a Jalisco y a Monterrey en una postemporada donde no hubo la necesidad de extender las series al límite de cinco encuentros.
El éxito de las campeonas de la temporada 2025 llega en un momento excepcional, iniciando los festejos del 85 aniversario de la Organización, que en los últimos seis meses ha levantado tres trofeos en el mismo número de disciplinas, para unirse así a las coronas adquiridas en beisbol y basquetbol, dejando atrás diez años de espera para que el club volviera a escalar a lo más alto de la cima deportiva. Las Rojas, dirigidas por Denisse
Fuenmayor, hicieron efectiva la etiqueta de favoritas, a diferencia de lo que sucedió en 2024, cuando el equipo que obtuvo el primer sitio general no pudo llevarse el gallardete en un formato muy complejo, donde se requieren tres victorias para avanzar y las líderes comienzan celebrando dos juegos de visita.
Es inevitable hacer comparaciones entre el campeonato femenil y el título de los Diablos Rojos de 1956, cuando el equipo también ganó su primer campeonato con la aportación indiscutible de los ganadores de la triple corona de bateo y pitcheo. A 69 años de distancia, Jazmyn Jackson y Megan Faraimo se unen a los entrañables Alonzo Perry y Francisco Panchillo Ramírez.
Si de semejanzas se trata, una muy significativa resultó ser que, por séptima ocasión y primera en la rama femenil, Sultanes y Diablos Rojos se enfrentaron directamente para definir un gallardete, balanza que ahora favorece al lado colorado 4 a 3.
Una nota de orgullo para la división femenina de la Pandilla Escarlata es que es el primer campeonato que se conquista sobre el terreno de juego del Estadio Alfredo Harp Helú, ante una afición que jamás deja de apoyar y estableció un récord de 12424 asistentes en el juego del campeonato.
Celebremos, pues, a las escarlatas que pasan a la historia:
Manager: Denisse Fuenmayor Catchers: Elisa Cecchetti y Mia Davidson. Infield: Leannelys Zayas, Gabriela Sandoval, Edith de Leija, Andrea Rodríguez, Danna Barrera, Paulina Ruiz, Marilyn Salas, Alma Vega y Grecia García. Outfield: Stefanía Aradillas, Elizabeth Robert, Ximena Guerrero, Jazmyn Jackson y Rosa del Castillo. Pitchers: Megan Faraimo, Yamerki Guevara, Yilian Tornés y Karla Téllez.
Es un dato conocido por muchos oaxaqueños, e incluso por los turistas asiduos de Oaxaca, que en el cruce de las calles de Reforma y Constitución, en el centro de la ciudad, se ubica el Museo de la Filatelia de Oaxaca, un espacio cultural, creativo, diverso y amable para quien lo visita. Al igual que las otras instancias de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, una de sus motivaciones es ser un lugar para compartir y crear comunidad, en este caso alrededor del coleccionismo postal.
Desde su fachada, el Mufi nos invita a adentrarnos para descubrir lo que cobija. Su arquitectura bellamente cuidada en sus detalles originales— evoca una riqueza en todos los sentidos: sus paredes albergan diversas salas con un gran saber, sus patios son una bocanada de frescura y descanso en el que los encuentros no resultan casuales.
Imaginemos a un paseante1 que quiere conocer el Museo; su recorrido iniciaría, indiscutiblemente, en la Sala de Exploración, donde se exhibe un gran mapa que muestra timbres postales de todos los países pertenecientes a la Unión Postal Universal, así como abanicos de estampillas que ilustran, en primera instancia, su elaboración en diversos materiales como porcelana, metales, hologramas, entre otros. Al lado, se toparía con la Sala de Historia y Filatelia, la cual presenta exposiciones temporales acompañadas de información técnica sobre las estampillas y sus usos postales, la razón de ser del Mufi. Podría admirar la actual muestra sobre las antiguas formas de transporte del correo en nuestro país.
Si continúa con el recorrido nuestro paseante llegaría al Salón Constitución, que conecta a una segunda sala de historia postal y filatelia —la cual da continuidad a la exposición en curso—, en donde podrá apreciar una de las primeras formas de transporte del correo, los painani, que surgió durante el Imperio mexica. Esta sala reproduce, además, con elementos originales, las instalaciones de una ventanilla de correos de principios del siglo XX en México.
El paseante se adentra ahora a la Sala Arte Correo con piezas intervenidas en temas postales que develan un enriquecimiento cultural muy variado. Luego lo recibe una de las colecciones favoritas del Mufi, la Sala Beisbol, con timbres, sobres de primer día y folletos informativos de las principales emisiones del Rey de los Deportes, acompañado por bates, pelotas y grabados de un alto valor artístico.
Sala Beisbol
Camina un poco más y llega a la Galería y la Sala Penny Black, que hoy en día albergan una gran exposición sobre el box, con estampillas, historias, narraciones y objetos de gran valor apreciativo que deleitan la estancia.
Se toma un momento y, aunque deambula solo por cada sala, encuentra el patio central y el patio de cactus, que le ofrecen una perspectiva extraordinaria de árboles, mesas al aire libre y la posibilidad de meditar sobre lo que acaba de presenciar. Se pregunta si acaso el resto de los visitantes de este museo, o de cualquier otro, se sienten afortunados de tener ante sus ojos pedacitos de historia. De repente alza la vista y se encuentra con dos puentes que llevan al jardín sonoro, otro espacio arbolado y acogedor en el que las personas se sientan a conversar, y trata de adivinar sobre qué estarán hablando.
Se dirige ahora a la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, y se impresiona al enterarse de que esta biblioteca cuenta con un acervo especializado en temas filatélicos y postales, que incluye una gran diversidad de información para cualquier estudioso especializado en filatelia, o un novato en busca de joyas, como él. Las cosas de las que nos perdemos —se dice a sí mismo— cuando no somos observadores, cuando dejamos que la rutina nos consuma y nos oculte estos rincones tan preciosos que resguardan tesoros. Y como si de una evocación se tratara, llega a la Bóveda Filatélica, que alberga colecciones especializadas tan interesantes como las cartas de Frida Kahlo al doctor Leo Eloesser, o de países como México y Líbano; de temáticas sobre beisbol, aves y muchas más. Piezas originales que guardan diversas historias.
Camina un poco más hasta llegar al fondo del Museo, donde se topa con buzones de diferentes formas y tamaños, épocas y contextos, todos ellos enmarcando al Vocho Mufi, un Volkswagen sedán original y funcional tapizado por 50000 estampillas de diversos países, que constituyen una decoración multicolor evocando las grecas de la zona arqueológica de Mitla, Oaxaca.
Uno de los patios del Mufi y la bóveda filatélica. Fotografías: Acervo del Mufi
Sin esperarlo se entera de que hay una sala dedicada a la numismática, donde se expone la historia de las monedas fabricadas en México y de las casas que realizaron este trabajo (Cecas), desde la época virreinal hasta nuestros días. No lo duda y se detiene a observar los ejemplares de diversas épocas, valores y materiales, en cuya acuñación individual cuentan parte de la historia de este país al ser usadas como medio de cambio.
Sin duda ha sido un recorrido lleno de aprendizajes, y aunque él no se considera un filatelista, agradece la posibilidad de conocer un poco de ese mundo. Antes de retirarse, una pequeña puerta lo invita a ingresar a la Miscelánea Filatélica, donde encuentra a su disposición estampillas nacionales y extranjeras, sobres, hojillas filatélicas; material para cuidar colecciones, para escritura y caligrafía, gomas de sellos, maletas; ediciones de libros especializados en temas postales, beisbol, historia, grabados y, en especial, ediciones de las familias Harp Helú y Grañén Porrúa.
Ya sea por primera vez o algo recurrente; ya sea que por casualidad o predeterminación te encuentres caminando por las calles del centro de Oaxaca, visitar el Mufi es una oportunidad imposible de desaprovechar.
1 Un paseante muy al estilo flâneur literario, un caminante que es un observador apasionado por recorrer las calles sin aparente rumbo fijo; pero justo su pasión por observar es lo que le descubre escenarios maravillosos que escapan de la cotidianidad y rutina de cualquier ciudad.
Casa Balcón en proceso de reconstrucción. Fotografía: Acervo Taller de restauración
Casa Balcón es un inmueble que está ubicado en Santo Domingo Tehuantepec. Después de los trabajos de restauración proporcionados por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca como parte del programa de apoyo inmediato a las afectaciones por los sismos en Oaxaca, se decidió realizar una intervención en toda el área. Fue entonces que se ubicó la propiedad, ahora denominada Casa Balcón, para dar inicio al proyecto de restauración en 2020, aunque los trabajos in situ comenzaron hasta el año 2024.
Los trabajos de rescate del inmueble consisten en la consolidación de muros y pisos; integración de cubierta de morillos de madera y de teja, así como de acabados: pintura a la cal, enladrillado del patio y restauración de las puertas de madera. La etapa que se está trabajando actualmente es la de integración de cubiertas, puesto que se ha concluido la consolidación de muros y el rescate de los aplanados.
Un dato interesante sobre el inmueble es que se encuentra entre el límite de Tehuantepec y San Blas Atempa. Debido a esta ubicación privilegiada se pretende que la casa sea una filial de la Fundación, donde habrá un centro cultural con una biblioteca y diversas actividades como talleres, conciertos, exposiciones, seminarios, presentaciones de libros, conferencias, etc. El rescate de la arquitectura vernácula en la creación de espacios culturales es fundamental para preservar la identidad de una comunidad, ya que refleja su historia, tradiciones y valores.
La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca tiene un gran compromiso con México, y este proyecto es un paso más hacia el futuro sin perder de vista nuestras raíces, valorando el conocimiento heredado a lo largo de generaciones. La idea es clara: restaurar viviendas y edificios también nos fortalece como sociedad.
¿Preparar el café?, ¿sacar las copias?, ¿ayudar a limpiar una bodega? Estas y muchas actividades más son lo primero que, en la mayoría de las ocasiones, piensan o imaginan los y las estudiantes cuando inician sus prácticas profesionales y/o servicio social al término de su formación universitaria. La situación no es tan distinta si hablamos de iniciar estas labores en instituciones culturales, como un museo, por ejemplo. Aquí las actividades suelen ser de tales como vigilar salas, cubrir eventos o realizar cualquier otra actividad fuera de las inquietudes de los estudiantes que buscan experiencias de aprendizaje y desarrollo profesional.
Desde la apertura del Museo Textil de Oaxaca hemos asumido una labor educativa muy importante al crear, hace ya más de 10 años, el proyecto de Estancias, residencias, prácticas, servicios sociales y voluntariado, enfocado en la participación activa de estudiantes de distintas instituciones educativas de Oaxaca, México y otros países. El programa funciona con el interés propio de cada universitario, sin indicarle qué actividades debe realizar, si no, al contrario, es el propio estudiante quien expresa mediante un anteproyecto lo que le gustaría realizar en alguna de las áreas que conforman el MTO.
El programa no solo ha permitido a los estudiantes crear y ejecutar programas educativos y de talleres dentro del propio Museo, sino también interactuar con diferentes públicos y mejorar sus habilidades de comunicación, pero, sobre todo, de sensibilización. Como único museo en su tipo en México, el MTO ha brindado a los interesados una experiencia enriquecedora y de calidad, además de la oportunidad de aprender y colaborar con creadores y especialistas en el textil.
Como parte de este programa, en junio de 2024, la Coordinación de enlace comunitario del MTO publicó una convocatoria dirigida a estudiantes de las licenciaturas de las áreas de Ciencias y Humanidades, con el objetivo de redactar un documento que abordara el textil artesanal desde la visión de las propias creadoras para conocer sus historias, procesos, satisfacciones, retos y transformaciones. Las estudiantes convocadas tuvieron una experiencia enriquecedora al viajar a Santo Tomás Jalieza y Teotitlán del Valle, Oaxaca, con el fin de conocer a las artistas textiles, sus procesos creativos y el quehacer textil en sus pueblos, haciendo uso de sus conocimientos y habilidades para recabar la información que les ayudó a cumplir el objetivo de la convocatoria.
Raquel Elfega López Pérez, egresada de la licenciatura en Gestión Cultural y Desarrollo Sustentable, UABJO, fue una de las estudiantes que participó en este proyecto; una experiencia que aportó significativamente a su desarrollo profesional:
El servicio social es una etapa de la formación profesional que, más allá de ser un trámite, debería brindar experiencias significativas. Realizar este proceso en el Museo Textil de Oaxaca me permitió ampliar mis horizontes no solo en el ámbito académico, sino también en lo personal. Por medio del acercamiento al acervo del museo y las exposiciones que se realizan en sus salas, pude conocer más sobre las posibilidades que existen en el textil, las diversas técnicas de tejido y bordado, además de los conocimientos y contextos que rodean a estas prácticas. De igual manera, trabajar directamente con los artistas fue una maravillosa oportunidad, tanto en la comunidad de Santo Tomás Jalieza, Oaxaca, con la familia Navarro Gómez, como con los artistas que imparten talleres en el Museo; escuchar sus historias familiares y comunitarias, aprender sobre sus técnicas y conocer sus trayectorias tuvo un impacto en mi quehacer como egresada de la licenciatura en Gestión Cultural y Desarrollo Sustentable, para desempeñar mi profesión con respeto hacia las comunidades y los artistas involucrados en futuros proyectos, siempre de la mano de ellos. Cabe resaltar que el MTO es un espacio ideal para realizar el servicio social, ya que por un lado permite poner en práctica lo adquirido durante la preparación escolar, pero también es un espacio en el que siempre se aprende, tanto de su acervo, exposiciones y talleres como de cada una de las personas que conforman el equipo del Museo, el cual funciona de manera integral.
Para Sandra Angélica Amaya Díaz, egresada de la licenciatura en Lenguas, UABJO, su relación con el quehacer textil cambió su perspectiva personal y profesional:
A lo largo de mi vida y durante mi formación académica he sentido una profunda conexión con las tradiciones, las manifestaciones culturales y artísticas que definen la identidad del lugar al que pertenezco. Al comenzar la búsqueda de un espacio para desarrollar mi servicio social, tenía claro que debía encontrar un proyecto que no solo me permitiera crecer profesionalmente, sino que también me ofreciera un entorno para desarrollarme a nivel personal. Es por eso que elegí el Museo Textil de Oaxaca. La oportunidad de estar en el Museo ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Rodeada de personas que comparten su pasión, conocimiento y amor por el arte textil, he recibido más enseñanzas y retos de los que en algún momento imaginé. Entre hilos, libros, exposiciones y pláticas, en el MTO no solo tuve el privilegio de desarrollar y aprender nuevas habilidades profesionales, también he podido tejer una conexión aún más profunda con las raíces que me han acompañado siempre.
A su vez, Diana Aguilar González, estudiante de Ingeniería en Diseño Textil y Moda de la Universidad Tecnológica de los Valles Centrales de Oaxaca, participa en el programa con la elaboración del Manual básico de patronaje y acabados de confección, dirigido a artistas textiles que participarán en la tercera edición del evento Ladx duu en diciembre de 2025. Diana se ha sentido entusiasmada y motivada en el programa:
Como parte del proceso formativo en mi carrera universitaria llegó el momento de cumplir con las estadías profesionales, un requisito esencial para consolidar los aprendizajes adquiridos. Como estudiante de Ingeniería en Diseño Textil y Moda, la elección del lugar donde desarrollaría esta etapa representó un dilema significativo. Desde la universidad se nos aconseja optar por una empresa que nos permita aplicar nuestros conocimientos y adquirir nuevas experiencias en el ámbito laboral. Para muchos de mis compañeros la elección natural fue la producción textil a gran escala y el sector industrial, una extensión lógica de nuestro programa académico. Sin embargo, mi trayectoria y mis intereses me llevaron a considerar un camino diferente. Desde niña, el arte, la historia y la cultura han sido parte fundamental de mi vida. Mi inclinación por las artes plásticas me permitió establecer una conexión profunda entre el diseño textil y el arte textil, dándome una perspectiva más genuina y enriquecedora de esta disciplina, más allá de su faceta industrial.
Fue esta visión la que me llevó a elegir el Museo Textil de Oaxaca como el lugar ideal para realizar mis estadías. Aquí tuve la oportunidad invaluable de acercarme a la historia de los textiles, comprendiendo su relevancia cultural y simbólica. Pude observar los procesos de montaje y desmontaje de exposiciones, exploré el acervo del museo y participé en los talleres que ofrece la institución, los cuales me brindaron un conocimiento más profundo y significativo. Además, espero sinceramente que el taller con el que colaboré haya sido de gran utilidad para quienes participaron en él. Mi deseo es que haya sido una experiencia de aprendizaje valiosa, como lo fue para mí, que motive a seguir explorando y apreciando el arte textil desde una perspectiva más profunda y significativa.
Este proceso no solo enriqueció mi formación, sino que también marcó un antes y un después en mi camino profesional. Descubrí que mi verdadera vocación se encuentra en el estudio, preservación y difusión de los textiles con un valor histórico y cultural. Comprendí que más allá de la industria los textiles cuentan historias, guardan memoria y son testigos de la identidad de los pueblos. Este hallazgo me llenó de emoción y reafirmó mi deseo de dedicar mi vida a este campo, contribuyendo a la preservación y apreciación del arte textil como un legado invaluable.
A lo largo de la historia del MTO, alumnas de diversas nacionalidades han participado en el proyecto, como Flavia Bomfim, originaria de Salvador de Bahía, Brasil, y María José Irula, de la República de El Salvador; ellas compartieron sus experiencias dentro del programa (2016) en el texto “Experiencias multiculturales”, publicado en el Boletín FAHHO.1
Asimismo, Rosa Lorena Román Torres, profesora de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), en un texto titulado “El Museo Textil de Oaxaca, una experiencia docente” comparte cómo ha sido el vínculo con el Museo al realizar las prácticas de verano con el alumnado de la Escuela en el Taller de Restauración del MTO.2
Los museos desempeñan un papel fundamental en la educación y el desarrollo de las personas. Al recibir a estudiantes para que realicen sus prácticas profesionales y/o servicios sociales se fomenta el aprendizaje activo, se desarrollan habilidades, se promueve la conciencia y apreciación del patrimonio y hasta puede inspirar vocaciones; pero, sobre todo, que los participantes aprovechen al máximo esta oportunidad para aprender, crecer y contribuir al enriquecimiento cultural de la sociedad.
Para conocer y participar en el proyecto de Estancias, residencias, prácticas, servicios sociales y voluntariado consulta el siguiente enlace: https://museotextildeoaxaca.org/vinculacion/
Partituras del archivo de Santa María Suchixtlán. Fotografía: Acervo Adabi Oaxaca
En el mes de octubre de 2024 el equipo de Adabi Oaxaca terminó de organizar e inventariar el Archivo de la Agencia Municipal de Santa María Suchixtlán. Dicho acervo es de gran importancia para la población debido a los proyectos que están llevando a cabo sus nuevas generaciones con la intención de rescatar el pasado e identidad de su comunidad. Además de rescatar su archivo, están en proceso de creación de un museo comunitario, de modo que el rescate de sus documentos se alinea con esa pretensión. Cabe mencionar que algunos documentos del archivo son de gran relevancia, ya que tratan sobre litigios por límites con pueblos colindantes, con los que actualmente trabajan de la mano en el proyecto Geoparque Mixteca Alta, por medio de la participación de ciertos integrantes de la comunidad. Por este motivo, el conocimiento de su documentación les permite mantener convenios intercomunitarios con miras a la difusión del pasado de la región de la Mixteca.
El archivo histórico de Suchixtlán quedó resguardado en 23 cajas AG-12 con fechas que cubren el periodo de 1761-1981. Es preciso mencionar que la autoridad de la agencia tenía guardados sus documentos más antiguos, que son setenta en total, en una caja aparte. Esto por motivos de seguridad, ya que los consideran de gran importancia. Se decidió respetar esa disposición, y fueron clasificados y consignados en el inventario. Se respetó el orden y la numeración original, pero se les dio una clasificación como al resto de los expedientes y de manera digital se les asignó la caja correspondiente dentro del Archivo General. Por motivos de conservación y mayor practicidad en su manipulación, dividimos y resguardamos los expedientes en dos cajas tipo AG-12.
Debido a labores de restauración en la iglesia se incorporó al archivo de la agencia un pequeño fondo perteneciente al templo católico. Su documentación consiste en obras de arte sacro, sobre todo libros corales. Son tres, uno de ellos es de 1669, de los otros dos se desconoce su fecha de fabricación, pero se intuye que pertenecen a la misma época. Existen también algunos recortes de partituras con inscripciones en mixteco.
Uno de los documentos que es considerado un tesoro por la comunidad —además de tratarse para ellos del acta de nacimiento del pueblo—, es un mapa primordial del siglo XVIII, en el que se muestra una representación del territorio que poseía el pueblo. Sin embargo, debido al deterioro que presentaba el mapa, tuvo que ser intervenido en el taller de restauración de la Biblioteca Francisco de Burgoa en 2002, y fue devuelto a la comunidad al año siguiente. Esta labor no habría sido posible si no fuera por la comunicación entablada entre el Dr. Sebastián van Doesburg (en ese entonces enlace de la Biblioteca Burgoa con la comunidad) y el maestro José García Montesinos. Más adelante, Francisco Gómez, actual agente municipal, realizaría una tesis sobre dicho documento.1 Este junto con otros expedientes de tierras y de juicios civiles por límites representan los títulos primordiales de la agencia.
Catalogación de documentos de Santa María Suchixtlán. Fotografía: Acervo Adabi Oaxaca
Para la comunidad de Suchixtlán, el conocimiento y difusión de su archivo, pero sobre todo las iniciativas y gestiones de sus autoridades por rescatar, restaurar y conservar sus documentos, representan una oportunidad para reencontrarse con su identidad mixteca. A la par, la identidad territorial y el lugar que tienen dentro de la región en alianza con los pueblos vecinos con los que han disputado el territorio, dicen mucho de la trascendencia de los documentos, así como sobre su función en la conciliación de litigios. La voluntad de la comunidad por trascender los conflictos del pasado y los desafíos del presente, ha conducido a la creación de proyectos que permitan atraer visitantes interesados en la historia y cultura de la región, algo que contribuye a impulsar la economía local. Desde esta perspectiva, las comunidades han organizado recorridos por los territorios de esta región vinculados al proyecto del Geoparque Mixteca Alta, durante los cuales se difunde una historia documentada, demostrando la relevancia del rescate de archivos.
En 1960 el artesano Isidoro Cruz Hernández elaboraba piezas de madera, tales como maromeros y trompos; además, invitaba a las familias de la comunidad a su casa para que se instruyeran en este oficio, entre ellas se encontraba la familia Melchor. Es aquí donde los Melchor aprendieron a elaborar sus primeras piezas, las cuales consistían en juguetes: resorteras, trompos y rayuelas elaborados todos con las herramientas que en ese momento tenían al alcance, como el machete y el cuchillo. En el proceso fueron experimentando con varios tipos de madera presentes en la comunidad: mezquite, huamúchil, sauce, pochote, jacaranda, zompantle y guayabo hasta llegar al copal, madera que por sus propiedades y características es muy noble para el arte de la talla.
En 1970, con 20 años de edad, el maestro Margarito Melchor comenzó a trabajar sus primeras piezas. Él recuerda que en aquellos años los llamaban “moneros”, un término que en realidad no tenía ningún valor, pues la mayoría de las personas en la comunidad se dedicaban a la ganadería, agricultura o albañilería. Pero don Margarito siempre sintió un gran amor por su oficio.
Con el tiempo esta labor cobró un gran impulso; pasaron de elaborar monitos y juguetes a crear piezas llenas de vida y color. Al punto en que, en 1975, don Margarito ganó el primer lugar en el cuarto concurso de talla artística de madera de la región de Oaxaca. Fue ahí donde las puertas comenzaron a abrirse y la magia empezó a suceder.
En 1991 fue invitado a la Universidad de Stanford, en California, donde impartió talleres de pintura y talla. En 1993 se publicó el libro Oaxacan woodcarving, en el cual uno de sus trabajos figura como portada. Asimismo, participó en el libro Changing Dreams A Generation of Oaxaca’s Woodcarvers, escrito por Shepard Barbash e ilustrado con fotografías de Vicki Ragan; en 1996 se publicó el libro titulado Margarito´s carvings, un relato sobre su gran trabajo. Y el siguiente año, en el Chicago Children’s Museum, don Margarito expuso acerca del tema del folclor y el arte popular en el mundo.
Maestro Margarito Melchor.
Asimismo, en 2011 participó en el taller “Creación de marionetas” del Centro Cultural de San Agustín Etla con Francisco Toledo. En 2017, mediante la Secretaría de Turismo, recibió una distinción del Gobierno del Estado de Oaxaca por pertenecer a la primera generación de artesanos que trabajan la talla de madera.
En 2020, el Consulado General de México en San José, California, le otorgó un reconocimiento por su colaboración en la promoción de la cultura de México en el mundo a través de la presentación virtual del taller de artesanías y alebrijes.
Su amplia trayectoria en la preservación y difusión de la talla en madera fue galardonada en 2024 por la Secretaría de Turismo del estado de Oaxaca y el H. Ayuntamiento de San Martín Tilcajete. Ese mismo año la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca reconoció su destacada trayectoria como maestro monero, por resguardar el legado y patrimonio cultural tangible e intangible de Oaxaca. Sin duda 2024 ha sido uno de sus mejores años, pues también recibió el Reconocimiento Iberoamericano y del Caribe al mérito creativo, cultural, tradicional, ancestral y artesanal 2024 por parte de la Comisión Iberoamericana de Derechos Humanos.
Al redactar estas líneas y escuchar la gran historia del maestro Margarito surge en mí una gran admiración y respeto por él y por este arte, deseando que las futuras generaciones continúen con este hermoso oficio que da vida a la vida.
En tan poco tiempo vistiendo la camisola de los Guerreros de Oaxaca, el chihuahuense Luis Carlos Rivera ha sentido muy a fondo los colores y la pasión por el equipo oaxaqueño, y asegura que la temporada 2025 será un gran reto por la revancha que se buscará luego de lo sucedido la campaña pasada.
“Este año es importante para todos nosotros, nos quedamos muy cerca de alcanzar el objetivo, pero eso ya pasó. Ahora es momento de enfocarnos en lo que nos tiene aquí practicando, que es el campeonato de este año”, mencionó Rivera en junta con los peloteros que han reportado en la pretemporada.
Rivera ha sido catalogado como uno de los estrategas más importantes en la pelota mexicana, pues cuenta con años de experiencia en diferentes ligas del mundo, al dirigir durante el verano a equipos como Leones de Yucatán, Rieleros de Aguascalientes, Bravos de León, Toros de Tijuana y ahora a Guerreros de Oaxaca; en el invierno a Venados de Mazatlán y Águilas de Mexicali; de igual forma ha trabajado como coach de pitcheo en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) con los Bravos de Margarita.
El chihuahuense llegó a la tribu zapoteca casi a mitad de la temporada 2024, donde terminó un récord de juegos ganados y perdidos de 30-26 en 56 encuentros dirigidos, llevando al equipo oaxaqueño a la final de la Zona Sur al eliminar a los Leones de Yucatán y los Conspiradores de Querétaro.
Como pelotero profesional, Luis Carlos jugó en la gran carpa con equipos como Bravos de Atlanta y Orioles de Baltimore en el año 2000; en México con equipos como Tigres de la Angelópolis, Dorados de Chihuahua y Sultanes de Monterrey.
Todo el éxito para Luis Carlos Rivera con el equipo oaxaqueño en esta temporada 2025, la cual promete ser interesante para la tribu zapoteca.
A partir de la exposición: “Ladidoo / Piel de hilo”, de Natalia Toledo, en el Centro Cultural San Pablo iniciamos un ciclo de lecturas de poesía en el atrio para explorar los posibles vínculos entre arte contemporáneo y poesía. Durante los próximos meses (un sábado al mes) diferentes escritores estarán acudiendo a San Pablo para leer obras ya publicadas y obras nuevas, en un espacio diseñado para ese propósito en el atrio.
Ese espacio delimitado en un cubo de muros invisibles es un recuerdo de Natalia Toledo y, al mismo tiempo, un escenario: lo que ocurre ahí es un ejercicio de pensamiento, una obra de literatura, pero también de búsqueda de mente colectiva, que explora las relaciones entre palabra y lenguaje tejiendo un puente invisible entre los asistentes, una coordinación temporal de pensamiento y emoción.
Esta invisible y efímera coordinación conductual pone en marcha un mundo que no es físico, pero que se puede intuir y observar, un mundo constituido de acontecimientos cotidianos, pero observado siempre con una mirada nueva que encuentra relaciones ocultas entre las cosas. Ese mundo de la poesía es también donde habita el arte.
Poner en marcha ese tipo de conexión entre las personas en el atrio de San Pablo abierto al público, es una manera de construir colectivamente una experiencia positiva, que conecta a los asistentes con una modalidad específica de la mente que es compasión: la empatía.