Dr. Herbert Steiner (1927-2025) In memoriam

Retrato del Dr. Hebert Steiner. Fotografía: Acervo UC Berkeley

Sa rugûj ñu›unj nee, da’hui nahuin ra’a nee nej.

El Dr. Herbert Steiner nació en Göppingen, Alemania, en 1927. En 1938, la familia escapó del régimen nazi y emigró a los Estados Unidos con sus padres y su hermano mayor. Se establecieron en San Francisco, California. Herb me dijo que cuando llegaron por primera vez a esa ciudad, se puso ansioso cuando su madre lo mandó a comprar pan porque aún no sabía inglés. A pesar de estos comienzos difíciles, Herb disfrutaba del aprendizaje y del atletismo, y prosperó en la escuela. Asistió a la Universidad de California en Berkeley, donde obtuvo su licenciatura en Ingeniería Física en 1951 y luego su doctorado en Física en 1956.

Durante su carrera, Herb trabajó con muchos científicos eminentes a la vanguardia de la investigación en física, incluido el equipo con el que hizo el histórico descubrimiento del antiprotón en Berkeley (1955), que le valió el Premio Nobel en 1959. Se convirtió en uno de los pioneros en el estudio de los neutrinos. De 1956 a 1960 fue investigador en el Lawrence Radiation Laboratory. En 1960 recibió una beca de la Fundación John Simon Guggenheim para realizar investigaciones en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN).

Al año siguiente se incorporó a la facultad de física de su alma mater. Fue director del Departamento de Física de Berkeley entre 1992 y 1995, aún después de jubilarse, como profesor emérito, Herb siguió participando en proyectos de investigación a sus 90 años.

Él y su esposa Emilie habían estado casados por más de cuatro décadas cuando ella falleció en 2015. Emile había visitado Oaxaca previamente, lo que le dejó un impacto duradero. Por ello, ambos decidieron usar sus ahorros para ayudar a la educación de los niños en este estado mexicano.

En el verano de 2017, Herb se acercó a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. La presidenta de la Fundación, Dra. María Isabel Grañén Porrúa —ella misma una gran defensora de la educación de los niños— me encomendó ver cómo podíamos trabajar juntos. En noviembre de ese año, Herb llegó a Oaxaca con su compañera Gertrude Wihrheim, quien vivía en Austria. Juntos, Herb, Gertrude y yo, manejamos hasta San Andrés Chicahuaxtla, donde nos reunimos con padres y madres, niñas y niños, autoridades de la comunidad y maestros, incluido el difunto Prof. Juan Vázquez.1 Comimos masa de barbacoa acompañados de los anfitriones de la comunidad y de la alegre música triqui interpretada, como es la tradición, en una guitarra con una afinación atípica y un violín.

Después de esta memorable visita, Herb y la Fundación trabajaron juntos para diseñar la “Iniciativa Educativa Emilie Steiner para la Oaxaca Rural” (ESEIRO), un proyecto especial de la FAHHO para ampliar las oportunidades educativas de los niños de Chicahuaxtla y las comunidades vecinas mediante el crecimiento y el desarrollo de proyectos ya existentes de la Fundación. El objetivo principal es fortalecer el aprendizaje comunitario entre los niños y jóvenes, para inculcar un amor por el aprendizaje que dure toda la vida. El lanzamiento de ESEIRO fue interrumpido por la pandemia de COVID-19, pero finalmente comenzó en 2022.

En menos de tres años, el proyecto ESEIRO ha capacitado a docentes, donado útiles escolares e infraestructura, organizado actividades extracurriculares, creado materiales pedagógicos en lengua triqui y, gracias al trabajo de Seguimos Leyendo, se equipó y desplegó una nueva biblioteca móvil que tiene su base en Chicahuaxtla. Se contempla que el proyecto continúe por otros siete años.

Herb, un gran planificador, previó que este compromiso con Oaxaca necesitaría la ayuda de personas confiables y comprometidas. Mostrando un buen criterio, reclutó a sus capaces y bondadosos primos, el doctor John Oppenheimer y su esposa Leah, quienes han podido dar seguimiento a la visión de Herb. Cuando se inauguró el nuevo bibliobús en Chicahuaxtla, el 24 de febrero de 2023, los Oppenheimer asistieron en persona y Herb se unió a distancia.2

Mis interacciones con Herb se limitaron a unos pocos años de contacto intermitente, pero fueron suficientes para que yo llegara a admirar su mente aguda y crítica. Herb no se conformaba con respuestas fáciles y creía que siempre había margen de mejora. Disfrutaba de la vida y nunca dejaba de aprender. Fue este amor por el conocimiento lo que lo llevó a hacer nuevos descubrimientos sobre nuestro universo, pero Herb también había pensado claramente en su lugar en él, que generosamente llegó hasta el pueblo de San Andrés Chicahuaxtla, en lo alto de las montañas de la Mixteca.

El doctor Herbert Steiner falleció pacíficamente en su casa de Berkeley, California, el 15 de enero de 2025 a la edad de 97 años.

1 https://fahho.mx/BoletinDigitalFAHHO31.pdf

2 https://fahho.mx/BoletinDigitalFAHHO27.pdf


Las Mulitas: la emisión de las antiguas formas de transporte de correspondencia en México (1895-1898)

Hoy en día, comprar en línea es tan fácil con un par de clics. Pides un libro, un celular o unos zapatos, y en cuestión de horas (o días, si la paciencia es lo tuyo), un mensajero toca tu puerta con el paquete en mano. Pero ¿te has preguntado cómo llegamos a este punto? Antes de los drones y las entregas exprés existió un mundo donde el correo se movía a pie, a caballo o incluso en diligencias que sorteaban caminos polvorientos y asaltantes.

En México, la historia del transporte postal es un relato fascinante de ingenio y adaptación. Mucho antes de que existieran timbres postales, los mensajes ya viajaban de mano en mano, recorriendo largas distancias a lomo de bestia o en ferrocarriles que serpenteaban el país. En 1895, durante el Porfiriato, una serie de estampillas rompió con la tradición de homenajear solo a héroes nacionales para poner en el centro de la filatelia a los verdaderos protagonistas de la comunicación: los medios de transporte que llevaban el correo de un punto a otro. Esta emisión postal presentó cinco timbres, cada uno dedicado a una forma clave de distribución del correo en México.

El correo a pie, emitido en valores de 1, 2 y 3 centavos, rinde homenaje a los carteros que recorrían comunidades a paso firme, sorteando caminos difíciles con su inseparable morral al hombro. En el timbre de la siguiente página notarás un pequeño detalle: la silueta de un perro en la esquina inferior derecha, convirtiendo a este en el primer timbre mexicano en representar a tan leales compañeros.

El correo a caballo con mula de carga, en valores de 4 y 12 centavos, recuerda a los incansables jinetes que llevaban el correo a regiones montañosas o de difícil acceso. Su impacto fue tal que la serie completa terminó con un apodo entrañable: las Mulitas.

El correo en diligencia, en valores de 10, 15, 20 y 50 centavos, representa las icónicas carretas que transportaban grandes volúmenes de correspondencia. Sin embargo, no todo era velocidad y eficiencia: los caminos en mal estado y los asaltantes ponían a prueba a los valientes conductores de estos vehículos.

El correo transportado en ferrocarril, en valores de 1, 5 y 10 pesos, marcó una auténtica revolución en la entrega de cartas y paquetes. Con él, los envíos dejaron de ser una carrera de obstáculos para convertirse en un trayecto rápido y eficiente.

Finalmente, el sistema de mensajería prehispánico, representado con la estatua de Cuauhtémoc con valor de 5 centavos, rinde tributo a los painanis, corredores de élite del imperio mexica que, en relevos, transportaban mensajes vitales a velocidades sorprendentes.

Esta serie, distribuida en 13 valores y distintos colores, ha sido una de las más estudiadas por los filatelistas, quienes han identificado numerosas variedades en color, perforaciones, marcas de agua y tipos de papel, consolidándose como un referente en la historia postal de México.

Si quieres ver de cerca estos pequeños fragmentos de historia, el Museo de la Filatelia de Oaxaca presenta la exposición “Las Mulitas: la emisión de las antiguas formas de transporte de correspondencia en México (1895-1898)”. Aquí podrás admirar las cuatro emisiones completas, así como piezas originales de la época, como postales y tarjetas carta entero postales.

Pero las Mulitas no solo son estampillas, sino que abren una ventana a un tiempo en el que cada carta emprendía una aventura. En ellas se revela la memoria de un México que construía su identidad carta tras carta, viaje tras viaje.

¿Te animas a descubrir esta colección? ¡No te la pierdas!


Virtud y bálsamo de las palabras

Paz: Cuando uno se perdona.
Juan Camilo, 8 años

Palabra: Yo soy las palabras que salen de tu dulce boca y llegan a mi
propio corazón, el alma me dice que tus palabras soy yo.
Michel Yuliana, 10 años

Con motivo del Diplomado Internacional en Cultura de Paz y Literatura promovido y financiado por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y la ULSA Puebla, invitamos, en esta ocasión, a docentes colombianos a compartir su mirada sobre el tema y nuestro programa académico.

Yo nací cuando había guerra, y durante décadas hemos padecido en Colombia una guerra terrible que muchos se han negado a reconocer, a pesar de miles de muertos, desaparecidos, desarraigados, agredidos de mil formas, expoliados. Una guerra a la que algunos hemos intentado oponernos con algo tan inservible, parece, como las palabras. Leyendo cuentos, testimonios, poemas, escribiendo, conversando con diferentes personas de lo que les sucede en el alma, en su vida misma que se escribe, a voluntad, en una hoja. O en sus bocas que cuentan tímidas y temblorosas dolores y tristezas; al nombrarlos buscamos que no sucedan de nuevo, y así encontrar juntos caminos para perdonarse y perdonar, porque fuimos todos y, en breves pero hondos instantes, fuimos su adentro. Nos miramos a los ojos, nos respetamos: en la mayor de las sinestesias pudimos vernos en las palabras.

En nuestros países compartimos muchas situaciones: esa violencia que tantas veces empieza en el hogar fermenta en el adentro, se esparce iracunda y se vuelve cuerpo en el día a día de muchos. Hay que desarmar los espíritus y este diplomado piensa y trabaja en eso, así como en repensar también nuestra paz o nuestra zozobra para entender cuál es el trato que damos a los otros, que también soy yo. Debemos vernos a los ojos y usar lo que las palabras entregan para ayudar a sanarnos. Decía la escritora española Irene Vallejo:

[…] Estoy convencida que entre los muchos motivos que generan la violencia es esa frustración e impotencia de lo que no somos capaces de verbalizar, que solemos enterrar en nuestro interior, con las injusticias, las decepciones, el dolor, la tristeza, lo no verbalizado acaba convirtiéndose en violencia.

Sabemos que “cultura” viene de cultivar, esto nos emparenta con el ritmo de las plantas que, en medio de los terrenos más hostiles y adversos, con terquedad, paciencia y entereza pugnan por medrar, crecer, fructificar. Es bueno conversar y que el trabajo que hacemos, como el empeño de las plantas, nos permita a todos vivir, florecer.

La cultura de paz es como esta tenacidad de las flores, un esfuerzo para generar relaciones que nos permitan mirarnos a los ojos, encontrarnos, escucharnos, expresar nuestras ideas sin que el entorno se convierta en un campo de guerra: respetarnos en la diferencia. En situaciones marcadas por violencias sociales y políticas, construir esta cultura supone utilizar todas las herramientas posibles para remendar el tejido social roto.

Entender es nuestra obligación, como dijo muchas veces la filósofa alemana Hanna Arendt. Y para hacerlo es preciso escudriñar la realidad, enfrentarla con toda su gama de grises, explorar cómo nos hemos convertido en lo que somos… hallarnos en nuestra complejidad y diversidad. La literatura, el periodismo, los testimonios, las fotografías son fundamentales para lograrlo, y el aula de clase y las bibliotecas son lugares propicios para hacerlo.

Es precisamente de los episodios traumáticos de nuestras historias y los temas duros sobre lo que debemos conversar en el aula. Porque hoy los niños y los jóvenes tienen sus cabezas atiborradas de inquietudes a las que buscan explicaciones. Si no se las damos, ellos las buscan en otros lados…, ¡donde sea! Y en el reinado de las redes sociales el debate, por lo general, es reemplazado por la rabia; el que piense distinto, el contradictor, se convierte fácilmente en enemigo. No podemos valorar la paz si reducimos la guerra a un juego de amigos y enemigos, de buenos y malos, más bien, tenemos que atender y comprender la diferencia. Las novelas, las crónicas y los cuentos, nos llevan a mirar el mundo desde diferentes puntos de vista. En sus páginas podemos ver y entender al otro… La literatura corre velos, nos muestra verdades que el fanatismo y el sectarismo ocultan.

Las realidades de México y Colombia tienen muchos aspectos en común. Y ya que nos alimentamos de las experiencias de otros, los paralelismos nos sirven para trazar nuevas rutas, es por eso que el Diplomado en Cultura de Paz y Literatura nos motiva a compartir lecturas, a apropiarnos de nuevos textos que fortalecerán nuestra percepción del mundo y nuestra labor en el aula.

Los miedos y prejuicios que experimentamos son similares; en nuestros países hay quienes siguen pensando que los niños no tienen criterio, desconocen que se borró, hace años, la concepción del menor como ser incompleto y dependiente. Los niños y los jóvenes tienen derecho a conocer en qué mundo viven, a ser protagonistas de la cultura de paz. ¿Qué pasaría si el Estado, la familia y la sociedad cumplieran con su papel de garantes de los derechos de la infancia y adolescencia en nuestros países?

Para responder esta y otras dudas fundamentales hacia una cultura de paz, es necesaria una forma diferente de pensar y relacionarnos con los otros y con el mundo, una que obstaculice la tarea de los que, desde el poder, quieren crearnos y volvernos enemigos para llevarnos a nuevos conflictos. ¡Es tan necesario diseñar ambientes donde volvamos a creer en el otro, donde el miedo no nos paralice…! Debemos hacer pausas, detenernos y rastrear los porqués de tantos sinsabores.

Hace poco un estudiante de 10 años me dijo: “La guerra es por el odio” y su padre, un exmilitar, dio las gracias a la lectura por habilitar un espacio de diálogo con su hijo sobre un tema que creía vetado. “No sabía —reconoció— que de ‘eso’ (la guerra) podía hablar con él”.

Esto escribió una joven después de leer Crecimos en la guerra, una serie de crónicas sobre niños y jóvenes que han sufrido la violencia. “Ahora puedo ver una Colombia que se desangra. Ahora mi mente ya no es víctima de la ignorancia. Esta obra me muestra un conflicto que camina al pie de la indiferencia”. Son vivencias de jóvenes que, como todos los de su edad, tienen ilusiones, ganas de ser, de construir. Pero solo algunos pueden realizar sus sueños y para otros no existe ni siquiera la posibilidad de imaginarlos. Lo más bello es que la mayoría de los lectores expresa su interés en aportar con un granito de arena a que esta violenta realidad cambie: “¿Qué podemos hacer para que esto no se repita?”, preguntan.

El Diplomado en Cultura de Paz y Literatura en el aula es una especie de respuesta a esta pregunta, una invitación a leernos, a escucharnos, a reflexionar sobre un hecho al que no le dedicamos el tiempo que requiere: Detrás del odio y las balas se mueven muchos y diversos intereses. La invitación es a mirarnos a los ojos y entender que no estamos hechos para matarnos entre nosotros, que todos tenemos los mismos derechos y merecemos respeto y un lugar digno en el mundo. Como dice Ida Vitale: “La poesía busca sacar de su abismo ciertas palabras que puedan constituir el tejido de cicatrización en el que todos andamos sin saberlo”.


Dos librerías, dos niñas

Una de las salas de la Librería Grañén Porrúa. Fotografía: Acervo Librería Grañén Porrúa

En estas breves líneas, dos lectoras nos hablarán de su experiencia como asiduas transeúntes de las librerías. En cada experiencia observaremos cómo estos espacios, a diferencia de las bibliotecas, muestran un crisol de actividades y sensaciones que podemos experimentar entre el bullicio propio de los lectores; ahí la diferencia con las bibliotecas, que rinden más un homenaje al silencio consensuado.

Al principio no lo creía, pero, en efecto, hay personas que desde quince minutos antes de las 9 de la mañana ya están buscando libros. Quién lo diría. “¿A poco sí se venden los libros?”, me preguntaron mis tíos cuando les conté que ahora trabajaba en una librería en el centro. “Sí, va usté a creer, y mucho”. Bien bonito se siente cuando entran las mamás con los chamacos y les dicen: “Vamos a ver qué hay, ¿está bien? Solo vamos a ver”. Y cada quien termina llevándose un ejemplar. Digo, es mi trabajo: vender los libros, recomendarlos. Pero también contarlos, acomodarlos, sacarlos de las cajas cuando llegan, guardarlos cuando van de regreso, buscarlos cuando alguien pregunta por alguno y sé que lo he visto por algún lado… Sí que se venden, pero más atinado sería decir, sí que se lee.

Ya era tarde y todavía no nos acostumbrábamos al horario de Francia, pero queríamos conocer la librería Shakespeare & Company. Estábamos por el río Sena y era nuestra única oportunidad de visitarla porque (como buenas viajeras) teníamos un itinerario demasiado ajustado.

¡Era la primera vez que me tocaba hacer fila para entrar a una librería, estaba a reventar de gente! Mi mamá comentó que ojalá hubiera así de gente en su librería de Oaxaca. Ya era tarde y estaban a punto de cerrar, así que solo dejaban entrar a quienes fueran a comprar algo, y no a chismosas como nosotras. Como no podíamos regresar otro día, pero teníamos tantas ganas de entrar, cuando el guardia de la entrada nos preguntó si queríamos comprar, respondimos inmediatamente que sí.

Una vez adentro nos sorprendió un tumulto de gente y de libros. El lugar no me pareció tan grande como me lo imaginaba, o a lo mejor me pareció así porque ya empezaban a cerrar. Se me hizo curioso que hubiera tantos libros en inglés y no en francés. Había todo tipo de títulos: desde los más conocidos hasta los que están casi agotados. Y vi que muchas personas compraban solo bolsas de tela y otros recuerditos de la librería.

Pero era tanto que no sabía qué ver, además de que nos estaban apurando para que pudiera entrar más gente. Normalmente me gusta tomarme mi tiempo para elegir con calma, pero esta fue la visita más rápida del mundo. Vimos lo larga que era la fila para pagar y, sin decir una palabra, salimos de ahí con las manos vacías.

Durante el resto del viaje, leí la novela La librería más famosa del mundo, que justamente habla de Shakespeare & Co. Me encantó poder imaginarme todo a detalle porque ya la conocía. Me enteré que arriba de la librería hay cuartos para alojar visitantes, así que, si alguna vez se te ocurre ir a París y no tienes dónde quedarte, piensa que Shakespeare & Company te da posada a cambio de que leas un libro al día y ayudes en la tienda.

Comentar que la calle donde se aloja la librería en que trabajo es concurrida, sería decir poco. Por otro lado, decir que es bonita, sería exagerar. Bonitas las mujeres que pasan caminando vendiendo fruta picada, bonitos los niños que al diez para las ocho van corriendo a clases arrastrando la mochila. Bonito el sol que de mañana le pega a las paredes de todo Macedonio Alcalá. Su belleza radica en lo que ofrece y resguarda: mundos enteros, personajes interesantes e historias para cada gusto lector.

Cuando “el andador” —como coloquialmente se le conoce a la calle Macedonio Alcalá— se llena de calendas, manifestaciones, una lectura de poesía, un cantante callejero, andar es lo que menos se puede hacer. Así que ahí está la librería donde trabajo, en el 104 del Andador. Estoy segura de que si te tomas tu tiempo y te das una vuelta por cada sala, por cada estante, querrás volver una y otra vez.

Las razones por las que vas a una biblioteca o a una librería son diferentes, al margen, claro está, de la posibilidad económica que conlleva. Sin embargo, los libros ahí están, en ambos espacios, listos para ser leídos.


El archivo del templo de San Juan Chilateca

Mapa de San Juan Chilateca, 1760. Fotografía: Acervo Adabi Oaxaca

El templo católico dedicado a San Juan Bautista Chilateca, está ubicado en el municipio del mismo nombre, en el distrito de Ocotlán en los Valles Centrales. Ahí se resguarda un archivo conformado por cuatro cajas con los documentos del archivo histórico, tres cajas con libros litúrgicos y una con discos de vinilo, en su mayoría con temas religiosos. En general, el archivo contiene documentos de fechas recientes con información sobre devociones y tradiciones populares, usos y costumbres en la organización de la feligresía de la población, historia de las intervenciones en el inmueble, elección de mayordomías, administración del templo por parte de la Junta vecinal –que son los encargados de la iglesia, etc.

Aquí no se encuentran los registros de la administración sacramental, sino en la cabecera parroquial de Santa Ana Zegache. Sin embargo, durante el proceso de organización del archivo se identificaron, entre los documentos más antiguos, un conjunto que no correspondía con la administración de la iglesia, sino con asuntos judiciales del pueblo de San Juan en el siglo XVIII. Incluso se conserva un inventario de 1880 que enlista estos testimonios junto con los objetos de la iglesia. De hecho, algunos inventarios tienen el sello del Juzgado Constitucional, pues en las comunidades regidas por el sistema de usos y costumbres muchas veces no existe una separación entre la Iglesia y el Estado.

Entre estos documentos se encuentran dos expedientes fechados en 1735 que contienen diligencias realizadas ante el alcalde mayor de la cabecera de San Lorenzo Zimatlán, por el despojo en 3 mojones en los parajes nombrados Guelavecho, Lachiloveo y Sebasiguiñi, donde estaban unas piedras clavadas que fueron retiradas por el pueblo vecino de San Antonino. Después de la presentación de varios testigos, el pueblo de Chilateca pudo recuperar la posesión de sus tierras.

También se encuentra un bello mapa elaborado en 1760 que representa los principales linderos. Según el diagnóstico realizado por la asesora especializada en restauración del AGEO, María Magdalena Heredia, mide aproximadamente 63.6 por 40.5 cm, tiene un soporte de tela aprestada y está pintado en acuarela y tinta ferrogálica. Se encuentra adherido a una caja por la parte superior y, a manera de pergamino, se enrolla hacia adentro por medio de un bastón de madera.

El mapa tiene una cartela con la descripción de las tierras a partir de unas letras señaladas en el espacio geográfico. Ahí se muestran los terrenos de particulares del pueblo de San Jacinto, las tierras arrendadas por los de San Juan Chilateca al pueblo de San Martín, al bachiller don Juan Joseph Ortiz de Velasco y a Miguel Sánchez, las despojadas por los de San Antonino y Santo Tomás, así como las que gozan para sembrar los de Chilateca sin contradicción alguna.

En algún momento las autoridades civiles de San Juan Chilateca debieron resguardar en el templo los testimonios de los límites de su pueblo. Por eso, ahora el archivo conserva importantes fuentes de información para la historia de la comunidad. Muchos de los archivos locales mantienen invaluables tesoros que se han conservado gracias al celo de sus custodios; ahora es nuestro trabajo brindarles asesoría para su organización archivística, y así garantizar su conservación.


Golpe a golpe, el diablo despierta

Desde tiempos ancestrales, los pueblos de la Mixteca entendían que la vida es una danza entre la luz y la sombra, entre el bien y el mal, y que ambos habitan en el corazón de todos. Es por eso que la figura del diablo, difundida por el cristianismo, pudo alzarse como símbolo de libertad, y su presencia esculpió las fiestas patronales. Cada 25 de julio, Santiago Juxtlahuaca se llena de música y danza. Dos mayordomías marcan el ritmo de la fiesta: la del barrio de Santo Domingo y la del Centro. Ahí, los diablos aparecen solitarios o en grupo saliendo de las casas, bailando al son de las chilenas, enfrentando a los moros, hasta que alguien cae y es llevado, en triunfo o derrota, en brazos de quienes encarnan al diablo.

Entre estos rituales y bailes, el maestro Alejandro Jesús Vera Guzmán encontró su voz golpeando la madera de sabino hasta darle forma. Pasaron años, y la máscara que había soñado cobró vida. No buscaba una venta, era solo para bailar, para ser uno más de los diablos que llegan solos. Entre las gubias y la madera descubrió que no había límites para lo que podía crear. Sus manos nunca hicieron bocetos, solo asestan golpes precisos, como los de su zapateado, directos al corazón de la obra.

El taller del maestro Vera es un santuario del diablo, donde el sabino espera años para secarse. Después, las herramientas diseñadas por los mismos artesanos le arrancan poco a poco la forma: los ojos de vidrio que todo lo ven, las pestañas de toro, los cuernos de otros animales. Cuando Alejandro trabaja, el taller evoca las montañas mixtecas, se llena de historias antiguas y de danza. Cada máscara lleva en su rostro fragmentos de Juxtlahuaca, de sus paisajes y sus secretos. El maestro no busca copiar un rostro, busca tallar una emoción: la furia, la risa, el misterio. El diablo es su libertad, su compañero, su historia. Cada máscara es única, una pieza de la historia que aún sigue viva, resonando en Andares del Arte Popular.


Los actos notariales de los distritos del estado de Oaxaca en manos del juez receptor (1614-1931)

Fotografías: Acervo del Archivo Histórico de Notarías del Estado de Oaxaca

El Archivo Histórico de Notarías del Estado de Oaxaca, por invitación de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, presenta, en la Sala de Exposiciones de la misma, la muestra denominada “Los actos notariales de los distritos del estado de Oaxaca en manos del juez receptor (1614-1931)”.

En este recorrido podremos disfrutar de algunos documentos que pasaron ante los jueces receptores de los diferentes distritos que formaron el estado de Oaxaca en el periodo que va del virreinato al México Moderno. Estos actos notariales fueron el resultado de la función de los jueces receptores que actuaron ante la falta de notarios públicos en los lugares más apartados del estado.

En esta exposición queremos resaltar la importancia de la labor del juez receptor, pues gracias a ellos tenemos los libros de protocolos, apéndices y minutarios que forman el Archivo Histórico de Notarías. Durante el periodo temprano del virreinato, los alcaldes mayores y tenientes fueron quienes desempeñaron la función del escribano, y ya muy avanzado este periodo el cargo fue asumido por los subdelegados, quienes otorgaban la fe pública a los actos y hechos que pasaron ante ellos. Ya para mediados y finales del siglo XIX, los jueces de primera instancia fueron los encargados de investir de fe pública los documentos notariales ante la falta de notarios públicos.

Los jueces receptores elaboraron escrituras de ventas de casas, esclavos, tierras, haciendas y ranchos, además de testamentos, poderes, contratos, convenios, memorias testamentarías, certificaciones, hipotecas, préstamos de mutuo, protocolizaciones de escrituras, adjudicaciones de bienes, entre otros.

El acervo notarial de la sección de jueces receptores cuenta con documentos que datan de 1614 hasta 1940. La exposición nace a partir de los avances de los trabajos de catalogación de la sección de jueces receptores que el equipo encargado de estas funciones realiza día con día en este acervo. Al ver la riqueza de los documentos que se fueron registrando en la base de datos, se decidió hacer la selección de uno de los tantos instrumentos públicos que forman los libros de los distritos para poder mostrarlos, y qué mejor forma de hacerlo que en la sala de la biblioteca; para que un gran número de personas puedan tener acceso a estos tesoros escondidos de los pueblos de Oaxaca. En esta muestra podrás apreciar: el nombramiento de un escribano, que es el más antiguo del acervo (1614); protocolizaciones de títulos de composiciones de tierras, en mixteco y zapoteco; contratos, ventas y donaciones de tierra. Todo gracias al quehacer de los jueces receptores, quienes también fungían como escribanos y que actualmente conocemos como notarios públicos.

En la inauguración de la exposición daremos a conocer, para su consulta, los nuevos catálogos de los distritos de esa sección del archivo. Invitamos a que nos visiten estudiantes, académicos, público en general y, sobre todo, las comunidades de Oaxaca.

Los documentos presentados en esta exposición son una pequeña muestra de lo que puedes encontrar en el archivo de notarías. Si deseas conocer más de cerca la función del juez receptor, visita la exposición que se mantendrá durante los meses de marzo y abril del presente año. Además, si quieres consultar los libros de protocolos en donde se encuentran los documentos seleccionados, escríbenos al correo ahnoaxaca@gmail.com solicitando una cita para que lo puedas hacer en la Sala de Consulta de la Biblioteca Francisco de Burgoa, de lunes a viernes de 10 a 15 horas.

Así que, si te gusta conocer la historia, pero en particular la de los pueblos de Oaxaca, visita la exposición: te llevarás una gran experiencia.


La luz que da color a los 90 años de Shinzaburo Takeda

Oaxaca ha sido luz pura en mi vida, y en la obra del maestro Shinzaburo Takeda brilla con más intensidad. Sus destellos dan un toque especial en los paisajes, los mercados y la gastronomía; también deslumbran en sus pueblos y montañas; en la flora y la fauna, y en sus manifestaciones artísticas que expresan las tonalidades del espíritu de sus pueblos. Por eso Oaxaca, enlazada con su historia milenaria, jamás dejará de sorprendernos, siempre habrá algo asombroso por aprender.

Es verdad que Oaxaca cautiva la vista, pero sus emociones se perciben en otros sentidos, como cuando los aromas se mezclan en el ambiente de un exquisito mercado y se desprenden los olores de la canela, el cacao y el tejate; igualmente se percibe el perfume de la fruta fresca y los pétalos de flores; nos llega también el aroma de la carne humeada junto al chorizo asado con el chile de agua y la cebolla. Asimismo, Oaxaca encanta con sus chicharras que cantan a la lluvia, o bien al escuchar una banda con instrumentos de aliento y las músicas de esta entidad eminentemente melódica. El escritor Ítalo Calvino relacionaba Oaxaca con el sentido del gusto y los placeres carnales. A mí, en lo personal, me seducen las fibras de los textiles que tengo el privilegio de usar a diario. Y es que, sea como sea, Oaxaca siempre acaricia el alma.

Soy afortunada, el destino me concedió el honor de conocer Oaxaca, de crecer en ella y de ser regada con el amor de su gente. Llegué a este estado hace 31 años y, desde entonces, no he hecho más que trabajar por él y por mi amado país. Oaxaca me acogió y aquí he dejado mi corazón. Como el maestro Takeda, soy oaxaqueña por elección y aquí he vivido los años más felices de mi vida. ¡Cómo no enamorarse de esta tierra!

Siempre he dicho que Oaxaca es la mejor puerta de acceso para conocer México. No es suficiente recorrer los sitios de interés histórico, como monumentos arqueológicos y del periodo virreinal; seducen también los espacios culturales concebidos en el siglo decimonónico y aquellos que la sociedad civil contemporánea ha creado, gracias al talento de sus hombres y mujeres.

Takeda y yo, cada uno por su lado, llegamos a Oaxaca y al instante nadamos como el pez en el agua. Él quedó cautivado con la Costa y el Istmo; se maravilló con sus paisajes, mujeres, su flora y su fauna, y dedicó su vida a la docencia, donde encontró una descendencia prolífera y talentosa. Por mi parte, me dejé cobijar por paraísos con libros y, como si mi destino hubiera estado escrito, debía cuidarlos, limpiarlos y ponerlos al alcance del público. En el momento de mi llegada los astros estaban alineados: por un lado, la claridad del maestro Francisco Toledo impulsaba fuertemente el arte y la cultura. Por el otro, el futuro era esperanzador: pronto iniciaría la restauración del exconvento de Santo Domingo que tantos beneficios ha traído a la ciudad, además de la fortuita presencia de Alfredo Harp Helú. No puedo olvidar a personajes maravillosos que habían abierto el camino de la protección del patrimonio, como don Luis Castañeda Guzmán, el Ing. Juan Ignacio Bustamante, el historiador Francisco José Ruiz Cervantes, Anselmo Arellanes, Víctor de la Cruz, Manuel Matus, Freddy Aguilar, sin dejar de mencionar a la queridísima Beatriz Natera, bien conocida por todos como la Chatita. Otros personajes hacían y siguen haciendo brillar aun más la belleza de Oaxaca: Rodolfo Morales, Sergio Hernández, el maestro Shinzaburo Takeda, Ignacio Toscano y otros muchos que nos han abierto el camino. Ellos también eran y siguen siendo luz, faros de atracción de miles de personas que vienen de todo el mundo en busca de su brillo y color. De todos ellos aprendí y me nutrí.

Poco a poco, el sendero se fue construyendo, cada uno pondría su granito de arena, y con amor el ámbito cultural se desarrolló de una manera vertiginosa: galerías, museos, teatros, centros culturales, talleres de gráfica, bibliotecas y librerías brotaron por doquier. Así se nutrió una generación necesitada de letras, pinceles y prensas; germinaron también muchos músicos, poetas, escritores, artistas, historiadores, historiadores del arte, arqueólogos, filólogos, ceramistas, epigrafistas, lingüístas, fotógrafos, grabadores, impresores, curadores, alfareros, tejedores, críticos de arte, talladores de madera, sociólogos y humanistas que han llenado de más color a Oaxaca.

Tierra fértil para la belleza, Oaxaca ha bordado mi camino y también el del maestro Takeda: lo ha llenado de luz y nos ha regalado las más tiernas flores de amor. ¡Qué más se puede pedir en la vida! Por mi parte, me siento satisfecha. Hoy esta tierra sigue derrochando afectos para mí: Chocolate Mayordomo, mediante su Fundación Salvador Flores, junto a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y la asociación civil Por Amor al Arte, me distinguen con la Presea Shinzaburo Takeda. Estoy más que agradecida y por ello no puedo dejar de recordar, en esta ocasión, a todas las personas que han sido parte de mi andar en estos años, sin su amistad y trabajo mi rumbo no sería tan pleno. Ustedes, Oaxaca y la medalla que hoy me brindan relumbran en mi corazón.

¡Muchas gracias!


EDITORIAL

Abrimos el segundo Boletín digital de este 2025 con la gran noticia de la conclusión de los trabajos de restauración en el exconvento de Santo de Domingo Tehuantepec y en la Casa de la Cultura de Juchitán, que recuperarán su funcionamiento para la comunidad. Otra gran primicia es la que comparte la Biblioteca Infantil de Oaxaca, que ahora anuncia las actividades dirigidas a las infancias que viven con Trastorno del Espectro Autista. De igual manera, los Diablos Rojos inician un nuevo juego, esta vez cotizando en la Bolsa Mexicana de Valores, mientras la Academia de Beisbol AHH anuncia las firmas de nueve jugadores que se integran a las Grandes Ligas del Beisbol.

Para seguir celebrando los 15 años del programa Seguimos Leyendo, podemos leer una pequeña crónica sobre el evento de premiación a la trayectoria de los lectores voluntarios. También el Museo Textil de Oaxaca nos comparte una narración acerca de una de las tejedoras invitadas al proyecto “Huipiles contemporáneos para Malintzin”. Conoceremos, además, los nuevos caminos que emprenderá el Centro Cultural Itinerante.

En el rubro de exposiciones, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova realiza una en torno a la actividad de Howard Leigh como coleccionista. Por su parte, la Biblioteca Francisco de Burgoa presenta “Historias preservadas”, acerca de los archivos y colecciones personales que resguarda la Biblioteca. “Rostros ferroviarios” es el nombre de la muestra fotográfica que aborda el Museo Infantil de Oaxaca. El Museo de la Filatelia de Oaxaca teje puentes entre diversos temas y la filatelia, como con la exposición “Round de sombra: historias de campeones mexicanos”. Por su parte, el Centro Cultural San Pablo presenta dos exposiciones: una protagonizada por la fotografía de Mario Cruz y la otra por la instalación de María Nana. Algo digno de admirar es también la escultura de Ken Hiratsuka: Una línea, un planeta, que ahora habita en las inmediaciones de la BS Canteras.

En esta ocasión, Adabi nos habla de las condiciones en que se encuentran los libros y los documentos como un reflejo de las circunstancias en que se hallan los espacios que los albergan. Finalmente, conoceremos el programa Basura Cero, una iniciativa que se ha adoptado dentro de las instalaciones de la Fundación.

Es así como cerramos estas líneas para permitir que sean ustedes mismos quienes den lectura a las siguientes páginas para encontrar el texto que quizás pueda resonar y ser de ayuda en sus vidas.


Dos centros culturales, un mismo pulso

Exconvento de Santo Domingo de Guzmán después de la restauración. Fotografías: João Boto Caeiro

“Sumar multiplica”, dice Alfredo Harp Helú, y eso es precisamente lo que venimos a hacer el día de hoy: sumar y agradecer. Hoy recordamos la terrible sacudida que despertó a los habitantes de Oaxaca el 7 de septiembre de 2017. El susto fue peor al enterarnos de las consecuencias lamentables que dejó aquel sismo en diversas regiones del estado. En menos de dos minutos, monumentos, mercados, viviendas, escuelas, hospitales y empresas sufrieron pérdidas cuantiosas.

Nos invadía la impotencia; saber que nuestros hermanos sufrían nos llenaba de dolor. Había que actuar lo antes posible y eso fue lo que hizo la Fundación Alfredo Harp Helú. Desde el primer día después del sismo instrumentamos un programa de acción inmediata, ya que era urgente ayudar a los pobladores a cubrir necesidades básicas: despensas, ropa, material de curación, tiendas de campaña y circuitos para potabilizar agua.

Cuando llegamos al Istmo, el panorama era terrible, pero había algo todavía peor: el taladrante sonido de una máquina excavadora que derrumbaba las casas; tenía preferencia por aquellas hechas de adobe o ladrillo con vigas de madera. A cambio, a los dueños se les ofrecía ciento veinte mil pesos, cuando su propiedad valía muchísimo más. Hubo pueblos que perdieron su fisionomía y, entre las lágrimas de los pobladores, el cascajo fue volcado al río. Me dolía el estómago; más bien, el alma.

Cuando llegamos a Santo Domingo Tehuantepec, las máquinas trituradoras acababan de hacer su aparición en el centro histórico. Muchas casas tenían letreros con pintura en aerosol que decían: “Demoler”, pero en realidad no lo requerían. El INAH fue un gran aliado: evitó el derribo de muchas propiedades, mientras que la presidenta municipal ordenó trasladar las máquinas a otro lugar. Hicimos un equipo en beneficio de la comunidad.

Alfredo Harp Helú quería levantar el ánimo en la población, y organizó un partido de beisbol entre la famosa liga del Istmo y los Guerreros de Oaxaca. El estadio estaba abarrotado, pero, entre la algarabía, la tierra no dejaba de temblar.

La Fundación decidió rescatar principalmente edificios y espacios de uso comunitario: casas de cultura, archivos, bibliotecas, parques, mercados, hacer reforestación y remodelación de campos deportivos. Y, entre todas estas obras, redoblamos esfuerzos en Santo Domingo Tehuantepec, donde se recuperaron 53 viviendas con valor patrimonial; algunos callejones de la ciudad; la Casa Guietiqui; los parques Bigarii y el Amado Chiñas; el frontón y los contrafuertes del palacio municipal; el Mercado Guichivere y el campo de beisbol. También organizamos el archivo histórico parroquial y el diocesano, así como el acervo bibliográfico y documental de la Casa de la Cultura. De los doscientos noventa millones de pesos invertidos por la FAHHO en la rehabilitación de las zonas afectadas por los sismos de 2017 en Oaxaca, se destinaron 86 para Santo Domingo Tehuantepec.

El edificio más emblemático, sin duda, fue el complejo conventual de Santo Domingo. Este edificio, construido en el siglo XVI, representa el desarrollo de una forma de pensar y vivir en la comunidad. Primero fue una iglesia, convento y obispado; luego cuartel, cárcel y, finalmente, se convirtió en la Casa de la Cultura. Los trabajos realizados pretenden restituir a la comunidad este espacio tan necesario para la difusión de las artes y el conocimiento.

Fue lamentable que, en medio del dolor, hubo quienes veían por su propio beneficio e incurrieron en conflictos de interés personal, pero, por fortuna, la mayoría trabajó en favor del colectivo. Las sombras no pueden oscurecer el horizonte cuando sale el sol. Es por eso que compartimos nuestra alegría, por la suma de esfuerzos de tantas instituciones en esta obra titánica. Es profundamente motivador saber que los mexicanos estamos unidos, pues en las desgracias de México hay una luz de solidaridad que nos reconforta. Nuestro país sabe levantarse una y otra vez, lo ha demostrado en innumerables ocasiones.

Deseo que este espacio vuelva a llenarse de vida cultural, que regresen las danzas, las lecturas, las exposiciones, los talleres, el teatro, la reflexión y la creación. Déjense cobijar por los muros del edificio, cúbranse con la sombra de sus pasillos, y que su patio se abra al cielo para que las estrellas no dejen de brillar para ustedes.

Fotomural en honor al maestro Francisco Toledo en la Casa de la Cultura de Juchitán

Un semillero de afectos
Francisco Toledo enviaba libros con bastante frecuencia a la Casa de la Cultura de Juchitán, y con ellos iba su corazón. Nunca dejó de hacerlo, porque para él ese lugar significaba un lazo con su tierra y con los suyos. De ahí su intensa participación en la integración de colecciones de arte prehispánico, pintura, fotografía y grabado, y su búsqueda para montar exposiciones de gran calidad. En ese lugar nació una generación ávida de letras, arte y belleza, fue un semillero de talentos y reflexiones. Por eso no extraña que brotara de la tierra la Iguana Rajada, la revista Guchachi´ reza, voz y espejo de los movimientos sociales, intelectuales y artísticos de Juchitán, así como del resto del país en esos años. Las lenguas, culturas e historia del Istmo fueron centrales en su contenido.

En 2017 un terrible temblor simbró la tierra de Toledo, pero su corazón también palpitaba por ayudar cuanto podía. A los pocos días del suceso llegué a Juchitán y, conforme avanzaba por las calles, me invadía una tristeza angustiante: el panorama era desolador. Lo primero que hice fue ir a la Casa de la Cultura de la que tanto hablaba el maestro. Me impresionó el curato y el templo de San Vicente con los campanarios desgajados y a punto de desplomarse. Corrí a la biblioteca y no daba crédito al ver la cantidad de libros tirados, como si hubieran sido aventados desde los libreros vacíos y rotos. Afortunadamente, el equipo de Adabi de la Fundación Alfredo Harp Helú ya los recogía para meterlos en cajas. Levanté un ejemplar del suelo, lo acaricié, luego otro y otro más…, reconocí el ojo exquisito de Toledo para seleccionar libros. ¡Ay, cuánto amor había en ellos!

Entre los libros también estaban las piezas prehispánicas en las que Sara Toledo puso su empeño para que se conservaran de la mejor manera posible. Sé que el maestro Toledo sigue presente en sus hijos, quienes continúan su labor y no dejan de insistir para salvar y dar continuidad a su legado.

Casa de la Cultura de Juchitán después de la restauración

La FAHHO, por su parte, colaboró con el INAH en la recuperación del curato, en el proyecto arquitectónico de San Vicente Ferrer; participó junto con otras asociaciones civiles en la reconstrucción del Mercado y, de manera personal, en la Biblioteca del Ferrocarril José F. Gómez y la Biblioteca López Chiñas. De los doscientos noventa millones de pesos invertidos por la FAHHO en la rehabilitación de las zonas afectadas por los sismos de 2017 en Oaxaca, se destinaron 81 para Juchitán de Zaragoza.

Afortunadamente, el Gobierno federal cumplió el deseo de Toledo de recuperar la Casa de la Cultura de Juchitán. La Fundación Alfredo Harp Helú se sumó a los llamados del arquitecto João Boto Caeiro, quien también ha dejado su corazón en la restauración de este espacio maravilloso. Sumamos también para recuperar la memoria de Francisco Toledo, para que siga vivo y continuemos aprendiendo de sus relatos, imágenes y colores, de la cultura zapoteca. Así, las palabras de los libros donados por Toledo florecerán en los corazones de los habitantes de Juchitán.
¡Gracias, maestro Francisco Toledo!


Diablos Rojos en la Bolsa Mexicana de Valores

Día del ingreso de los Diablos a la BMV. Fotografías: Enrique Gutiérrez

Con el tradicional sonido de la campana, los Diablos Rojos del México ingresaron oficialmente a la Bolsa Mexicana de Valores, iniciando con un home run los festejos por sus 85 años de vida.

A unos días de superar las tres décadas como directivo de la Liga Mexicana de Beisbol, don Alfredo Harp Helú alcanzó uno de sus grandes sueños al enlistar al equipo escarlata en el mercado de valores bajo la denominación DIABLOS, que es como aparecerá en los tableros electrónicos.

Acompañado de su familia, socios y amigos, el presidente ejecutivo de los Diablos Rojos volvió al edificio bursátil de Paseo de la Reforma, donde fue la máxima autoridad de 1988 a 1990. En su mensaje, don Alfredo manifestó su alegría por un logro más y refrendó que la mejor inversión está en México.

Estoy muy contento por este día histórico para los Diablos Rojos. Sé que trabajando juntos vamos a tener un gran futuro. Vamos a luchar para que esto crezca mucho. Esta tiene que ser una gran emisora, un gran ejemplo, como lo ha sido Diablos en el deporte. Estoy seguro de que trabajando juntos vamos a alcanzar un gran éxito, vamos a tener un gran México con un importante mercado accionario. Ahora queremos tener muchos inversionistas para poder crecer nacional e internacionalmente.

Día del ingreso de los Diablos a la BMV. Fotografías: Enrique Gutiérrez

Los 17 veces campeones en el beisbol y una en el baloncesto debutaron en el mundo bursátil el 9 de enero de 2025 con 624 255 acciones en dos Series, con un precio de 1 620 pesos. En su primer día de operaciones, DIABLOS no realizó una oferta pública inicial, es decir, no levantó capital. La convocatoria oficial se lanzó el 16 de enero, una semana después del timbrazo simbólico en la BMV.

Marcos Martínez Gavica, presidente de Grupo BMV, recordó que, en menos de un año, dos clubes deportivos mexicanos se han listado en la Bolsa: La Pandilla Roja y las Águilas del América.

¡Enhorabuena al club escarlata por hacer historia en el mercado bursátil como lo ha hecho en el deporte! Con tan importante logro arrancamos este 2025, que sin duda augura una buena temporada para los Diablos Rojos y su afición.


Arte y escritura Beni Zaa La colección de Howard Leigh en el acervo de la BIJC

Retrato de Howard Leigh frente a su colección

Esta exhibición presenta una ventana al quehacer coleccionista, artístico y académico de Howard Leigh, quien tuvo una gran pasión por el arte y la escritura antigua beni zaa (zapoteca). Asociado de Ervin Frissell, fundador del museo arqueológico establecido en Mitla en 1950, Leigh atesoró su colección en el mismo cuarto donde vivió y fue muy selectivo al adquirir piezas. Frissell, por otro lado, compraba todo lo que le ofrecían si su presupuesto lo permitía, y exhibía sus piezas al público en las salas y corredores de la posada La Sorpresa, sede del museo. La sensibilidad artística de Leigh, sus límites financieros y un periodo más breve de coleccionismo, si acaso lo llevaron a conjuntar una sexta parte de lo que Frissell reunió.

Pieza arqueológica del acervo de H. Leigh

Al morir, Leigh tenía 395 objetos, pero su acervo llegó a incluir casi 550 piezas. Tal diferencia numérica se debió a varios factores. La rotura accidental de artefactos y el robo de piezas pequeñas contribuyeron poco, más bien, fueron los intercambios y donaciones que hacía con los Frissell y la ilícita compraventa de piezas una vez registrada su colección ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Puesto que las leyes mexicanas no permiten la propiedad privada de bienes arqueológicos, el registro de su colección —acaecido en 1958— le concedió tenerla en comodato. En 1960, cuando Leigh era miembro del Consejo Ejecutivo del Museo Frissell, firmó una Declaración de Principios, en la que se comprometía a la no compraventa de objetos arqueológicos. Desafortunadamente, entre 1965 y 1975, algunas de sus piezas salieron de Oaxaca y del país.

La exposición en la Biblioteca Juan de Córdova. Fotografía: Demián Ortíz

Para frenar las acciones ilegales de Leigh, el antropólogo John Paddock —quien dirigió los destinos del Museo Frissell durante casi tres décadas— llevó a cabo una documentación y catalogación extensa de ambas colecciones y, al menos en siete ocasiones, buscó oportunidad y pretexto para fotografiar los objetos en la habitación de Leigh. Gracias al vasto número de fotografías de Paddock, así como a los registros de Foto Rivas y de otras fuentes y archivos documentales —todos ellos ahora parte del Fondo Paddock de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova— es posible aprender más sobre la colección Leigh y sobre el Museo Frissell. Asimismo, el futuro uso de estos acervos, que no solo se limitan al Museo Frissell, presenta oportunidades ilimitadas para continuar con la investigación arqueológica, antropológica e histórica de los antiguos beni zaa.

Acervo Howard Leigh en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova. Fotografía: Demián Ortíz

A la muerte de Leigh, su habitación quedó cerrada por varios años. Cuando en 1988 John Paddock me encomendó realizar —debido a que yo era curador del museo en ese entonces— una propuesta de exhibición para la colección Leigh, se siguieron dos directrices: presentarla en el mismo cuarto e incluir todos los objetos a pesar de que muchos de ellos estaban fragmentados e incompletos. Además de su calidad estética, las piezas rotas proveen información muy importante sobre el pasado. El proyecto vislumbró ocho vitrinas y tres pedestales, los cuales estarían acompañados de cédulas generales y comentarios sobre ciertos objetos, pero este nunca se materializó debido al cierre del museo, ocurrido unos años después. La actual exhibición de la BIJC recupera partes del proyecto de 1988 basándose principalmente en fotografías e información de piezas que no se exhiben actualmente en el Museo Frissell (reabierto como museo arqueológico en 2023), y que, por lo tanto, han estado fuera de la vista del público desde hace casi cinco décadas. Pero también profundiza en la biografía y el coleccionismo de Leigh, e incorpora resultados más recientes que sitúan objetos de su colección en el contexto de la arqueología contemporánea.

Para conocer el proyecto original de 1988, puedes escanear el código QR o acceder a la siguiente liga: https://drive.google.com/file/d/1l4h6WVtBnkPM_VbqwX1qWoOElDPGz4wV/view

*La exposición se presenta en el ingreso e interior de la biblioteca hasta el 30 de marzo de 2025.


¡Bienvenido 2025!

“La ciudad en bici itinerante”, taller de bici impartido por FAHHO Sobre Ruedas. Fotografías: Alan Vargas

FAHHO SOBRE RUEDAS continuará en 2025 con su objetivo de acercar actividades culturales, artísticas y educativas a comunidades periurbanas y rurales de Oaxaca. Este año, el programa se fortalecerá con la incorporación de nuevas filiales: el Museo Textil de Oaxaca, el Museo de la Filatelia y la Biblioteca Henestrosa, quienes se suman al Museo Infantil de Oaxaca, la Fonoteca Juan León Mariscal, la Casa de la Ciudad y las Bibliotecas Móviles, que ya estuvieron participando con el Centro durante el periodo piloto desarrollado en el último trimestre de 2024. Para este 2025, incrementaremos también nuestro número de intervenciones, así como nuestras actividades. Además de las Rutas FAHHO, desarrolladas durante el año pasado, se incorporarán tres programas nuevos:

Rutas FAHHO
Este programa llevará actividades culturales, artísticas y ciclistas de forma extensiva a todas las rutas de las Bibliotecas Móviles en Valles Centrales. Las actividades incluirán talleres, conciertos, exposiciones y eventos que integren a las comunidades participantes.

Comunidades en seguimiento
El programa se desarrollará en San Francisco Lachigoló y Teotitlán del Valle con un enfoque anual y articulado, que fomente el desarrollo de habilidades y la creación de productos culturales comunitarios. Las actividades se estructurarán en talleres que culminarán con una exhibición de los resultados al finalizar el año.

Taller “Textiles a cuadro” en San Jerónimo Tlacochahuaya

Programa Formativo de Gestión Cultural Comunitaria
Diseñado para fortalecer las capacidades de gestión cultural, este programa trabajará con grupos locales para que desarrollen un programa cultural comunitario. Durante el año, los participantes trabajarán en el proyecto acompañados de instructores provenientes de las filiales de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.

Programa Formativo de Escritura Creativa
Este programa estará dirigido a jóvenes interesados en la creación literaria. A partir de módulos de escritura creativa, los cursantes desarrollarán su obra, la cual se recopilará en una antología que será publicada al finalizar el año. Los instructores serán escritores locales vinculados a la Biblioteca Henestrosa.

En términos generales, durante este 2025, el Centro Cultural Itinerante FAHHO SOBRE RUEDAS dirigirá sus esfuerzos operativos a la promoción de los derechos culturales, la formación comunitaria y la creación de productos culturales significativos. Con la incorporación de nuevas filiales y programas ampliaremos el alcance e impacto de FSR, con el fin de consolidar un modelo de intervención cultural relevante, sostenible y replicable.

El propósito es contribuir a que las comunidades que adopten esta propuesta, sean capaces de recrearse como espacios alternativos que permitan promover un cambio social.


Orgullo y admiración

Elvira junto al huipil que tejió para Malintzin. Fotografía: Acervo del Museo Textil de Oaxaca

En el número 33 de este Boletín, publicado en diciembre de 2023, narramos la experiencia que tuvimos en el Museo Textil de Oaxaca sobre una serie de huipiles creados para Malintzin. El proyecto derivó en una exposición física que después se transformó en una edición virtual, que puede visitarse en: Huipiles contemporáneos para Malintzin. Diálogos textiles desde Mesoamérica-Museo Textil de Oaxaca

En aquella ocasión hubo un huipil que no logró estar presente: el tejido por Elvira Pérez Pozos, de San Pedro Sochiapan. Por cuestiones personales, poco antes de la inauguración de la exposición en octubre de 2023, Elvira tuvo que retirarse del proyecto. Fue una lástima, pues había participado de forma entusiasta durante todo el proceso, incluso de manera remota, vía Zoom, en la primera reunión que tuvimos como grupo. No obstante, seguimos escribiéndonos en WhatsApp hasta que, de pronto, ya no hubo respuesta.

Un año después, en octubre de 2024, Elvira nos visitó en el Museo: había perdido su celular y, con él, todos sus contactos. Viajó desde la Cañada hasta la ciudad de Oaxaca para retomar las pláticas con el MTO y, en la conversación, volvió a surgir el tema de Malintzin. Elvira lamentaba no haber podido finalizar el huipil que había imaginado, y no sabía si continuarlo ahora que su vida le permitía volver al telar. Había tejido dos de los tres lienzos del huipil. Al interior del MTO, y con el apoyo invaluable de la FAHHO, animamos a Elvira para que terminara el huipil tal y como lo había pensado. Le tomó tan solo un mes para que se comunicara con nosotros y anunciara que había terminado.

La planeación del huipil se llevó únicamente en la mente: Elvira no dibujó previamente cómo serían los diseños ni cuáles serían los colores por emplear. Nos cuenta: “No sé por qué. Siento que no hubo la necesidad de dibujarlo, solo fue tenerlo en la mente y de ahí pasarlo a los hilos para tejer”. Este proceso nos muestra, una vez más, al textil como un medio de expresión en sí mismo, un medio que no requiere, forzosamente, por ejemplo, de trazos preparatorios en papel o de intentos por asemejarse a un lienzo pintado al óleo. La mente y las manos conectan directamente con la urdimbre del telar y ahí, en una danza manual e intelectual, se van creando soporte e imagen al mismo tiempo. Esto me recuerda a las conversaciones sostenidas con Nilda Callañaupa Álvarez, tejedora y directora fundadora del Centro de Textiles Tradicionales del Cusco, en Perú. Al platicar sobre el trabajo que ha coordinado para recrear técnicas antiguas de tejido como la ticlla (tejido de urdimbres discontinuas) o el watay (teñido de amarres), Nilda cuenta cómo el grupo de tejedoras inmediatamente se pone manos a la obra, deseosas de experimentar con los hilos en vez de dedicar mucho tiempo a descripciones técnicas o esbozos preparatorios. A tejer se aprende tejiendo.

Desde un inicio, Elvira supo que Malintzin merecía un huipil de gala; el huipil “tenía que ser de lo mejor”, pues “dicen que Hernán Cortés fue el que dirigió, pero, en nuestra historia, la verdadera capitana fue Malintzin. […] Representó a muchas mujeres, salió adelante, no se dio por vencida. Imagínense si hubiera sido un hombre, ¿qué hubiera pasado? Pero no, fue una mujer que buscó la forma de sobrevivir entre esas guerras, es un orgullo, ¿no?”. Elvira imagina que si pudiera entregarle el huipil a Malintzin, le diría: “Es un orgullo conocerte. Te entrego este huipil como muestra de lealtad y de admiración hacia tu persona”.


Los ojos no vistos

“Memoria artificial”. Fotografía: Mario Cruz

La imagen no es solo luz detenida: es vestigio, susurro de lo que alguna vez fue. En la cosmovisión de los pueblos originarios, como en el polvo y la penumbra de Pedro Páramo, la memoria no habita únicamente en las palabras, sino en las grietas del tiempo, en las sombras que proyectan las piedras, los objetos, las voces. Cada imagen que Mario Cruz construye en su exposición “Memoria artificial” es su herencia, un fragmento de esas sombras, una ceniza encendida que arde en los relatos con los que crecemos escuchando, pero que no vemos.

¿Qué hacemos con esas imágenes mentales? ¿Cómo las leemos cuando las herramientas que usamos para construirlas —como la inteligencia artificial— utilizan idiomas que no son nuestros?

Las fotografías difusas evocan un territorio liminal: entre lo visto y lo imaginado, entre la memoria y el olvido. Un territorio que no busca representar la realidad de forma unívoca, sino evocar la tensión misma de recordar. Mario construye un diálogo con los ancestros, sus imágenes digitales cargan un peso histórico: son espejos fragmentados que intentan devolvernos reflejos nuestros, pero de otra época. Como la Comala de Juan Preciado, las imágenes susurran desde el silencio, desde las historias nunca dichas, desde el olvido que también forma parte de nuestra raíz.

Así, el artista que traduce la oralidad en imagen no solo da cuerpo a la memoria, crea un acto de resistencia. Es en esa tensión, en ese contraste de lo heredado y lo reinterpretado, donde el arte se convierte en un puente entre el pasado y el presente. Las narrativas de una comunidad y las imágenes que evocan son actos de amor a los ancestros: una forma de mantener su aliento vivo en el lenguaje cambiante de nuestro tiempo.

Y entonces, nos preguntamos: ¿Qué hacemos con estas imágenes? Las honramos como las cenizas de nuestros muertos que nos acompañan, como si fueran el viento que los hace volver.

Puedes visitar esta exposición hasta marzo de 2025 en las instalaciones del Centro Cultural San Pablo.


Transformando el beisbol mexicano: La nueva era de la Academia Alfredo Harp Helú

Prospecto de la Academia AHH al bat

La Academia Alfredo Harp Helú inicia una nueva etapa de evolución, apostando por la tecnología y nuevos procesos de entrenamiento que buscan incorporar a más talentos mexicanos en el mejor beisbol del mundo.

Desde su fundación, hace 15 años, derivada del anhelo y el apoyo de don Alfredo Harp Helú, la Academia se ha consolidado como el semillero más importante de México en el talento beisbolero, y este 2025 marca un momento histórico en su trayectoria con doce preacuerdos alcanzados con equipos de Grandes Ligas.

Bajo la dirección de Santigo Harp y Jorge del Valle —que ha contado con la asistencia del nuevo director operativo, Octavio Hernández Pernía— la Academia ha integrado tecnología de punta: sistemas Trackman, Rapsodo, Blast Motion, Sinergy y Arm Care para detectar al mejor talento de México, perfeccionar sus habilidades, evaluarlos de forma empírica, y con ello ofrecer la mayor cantidad de información posible a los equipos de las Grandes Ligas de Beisbol (MLB, por sus siglas en inglés) para que inviertan en México. Esta modernización también incluye estrategias de marketing innovadoras que buscan competir directamente con potencias como Venezuela y República Dominicana.

Prospectos de la Academia AHH en diferentes actividades. Fotografías: Giovanni Cruz García

Las firmas comenzarán a concretarse a partir del 15 de enero, fecha clave en el calendario de Grandes Ligas para la contratación de talentos internacionales. Entre los jugadores con fecha de firma confirmada se encuentran: el pitcher derecho Roberto Salas con los Rockies de Colorado; el pitcher derecho Efren Álvarez con los Cardenales de San Luis; los pitchers derecho Vismar Dagnino y Emmanuel Ruiz con los Astros de Houston; el infielder José Manuel Verdugo y el pitcher derecho Jesús Aarón Castro con los Padres de San Diego; el pitcher derecho Máximo Rodríguez con los Marineros de Seattle; el pitcher zurdo Iker Redona con los Rojos de Cincinnati; y el catcher Carlos García con los Azulejos de Toronto. Además, los jugadores Didier Pacheco (pitcher), Sebastián Enríquez (jardinero) y José Lavagnino (catcher) también alcanzaron preacuerdos en la MLB, aunque sus respectivos equipos han solicitado que sus acuerdos se publiquen más adelante.

“Este es un momento de orgullo para nuestra academia y para el beisbol mexicano. Cada jugador que firma representa no solo su sueño, sino también el trabajo colectivo de entrenadores, familias y compañeros. Y esto es solo el comienzo de algo que don Alfredo dice constantemente: “La mejor inversión siempre estará en México”, expresó Jorge del Valle, vicepresidente de los Diablos Rojos del México y representante legal de la Academia.

Con estos logros, la Academia Alfredo Harp Helú reafirma su compromiso de ser el puente entre el talento mexicano y el beisbol mundial. Este año histórico no solo celebra el trabajo de una década y media, sino que también abre la puerta a un futuro brillante. La Academia de Beisbol AHH sigue firme en su misión de formar a los mejores jugadores de México, demostrando que los sueños pueden convertirse en realidad cuando se combinan talento, esfuerzo y visión.


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