El corazón del Mufi: Acervo Filatélico

Fotografía: Georgina de la Rosa, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Hablar del Museo de la Filatelia de Oaxaca es hablar de un espacio único en su tipo. Visitarlo conlleva recorrer sus pasillos, disfrutar sus exposiciones temporales, contemplar su biblioteca y viajar por la historia postal de México mediante sus colecciones permanentes, exhibidas en uno de los espacios públicos más importantes del museo: la Bóveda Filatélica. Se trata de un repositorio de 13 gabinetes, cada uno con 50 abanicos que albergan diferentes colecciones temáticas, por ejemplo, desde el primer timbre postal en el mundo hasta el emitido por México más recientemente. Quienes deseen adentrarse más en el tema postal tendrán la oportunidad de conocer sobres con distintas marcas o sellos que se aplicaban a la correspondencia antes de 1840, una etapa que recibe el nombre de “Prefilatelia”; por su parte, las cartas de Frida Kahlo pertenecen a una de las colecciones más queridas por el público. Y si te gustan los deportes, puedes descubrir las piezas que tenemos de los Juegos Olímpicos de México 1968, pero si prefieres el futbol, tenemos la Colección Mundial de Futbol México 1986.

Te has preguntado ¿de dónde provienen las piezas postales que exhibe el Museo en todas sus áreas?

Existe una parte que yo llamo “El corazón del Mufi”. Y me refiero al área del acervo. Le llamo corazón precisamente por la función que cumple: así como este órgano bombea sangre a todas las partes del cuerpo, el acervo nutre de timbres postales a cada área del museo, de aquí la importancia que cobran al estar relacionadas entre sí. El acervo se alimenta de las donaciones de timbres postales que recibimos año con año, y son precisamente estas las que dan vida a todo el museo. En el acervo se clasifica, cataloga y resguarda cada timbre; una vez hecho lo anterior, se envían a las demás áreas; del acervo salen las piezas del mapamundi que recibe a todos nuestros amigos visitantes, ubicado en la sala de exploración; también las piezas que forman parte de las colecciones, permanentes y temporales que exhibimos durante todo el año; de aquí mismo surge el material que se trabaja con las escuelas en nuestro Club infantil. Por si fuera poco, de aquí salieron más de 20 000 timbres postales que adornan el Vocho Mufi que recorre las calles de la ciudad.

Crecemos año con año, lo que nos permite tener una amplia gama de colecciones temáticas por mostrar. Sin duda, los espacios de exhibición, nuestras salas y la Bóveda Filatélica se quedan pequeños frente a la cantidad de piezas postales resguardadas. Uno de nuestros objetivos es poder mostrar la mayor cantidad de piezas filatélicas, lo que nos permitirá llegar a un mayor número de grupos, dando como resultado que niños, estudiantes y expertos en el tema postal nos visiten, aprendan y se maravillen de la extraordinaria cultura filatélica con la que cuenta México y que Oaxaca tiene el honor de mostrar en un espacio como el Mufi.


El arte de compartir

Mi pasión por la filatelia y el coleccionismo nació cuando me di cuenta del disfrute que me generaba conocer sobre otras culturas mediante lo que para ellas era tan importante y significativo como para plasmar en un rectángulo de arte e historia y que podía llegar a regiones remotas del planeta. Entonces inicié el resguardo de timbres individuales, sobres de primer día, colecciones anuales y libros explicativos de cada una de las series.

Luego de décadas de armar con mucha dedicación una interesante colección, y al mismo tiempo integrar una biblioteca que amplía el conocimiento sobre cada serie de timbres, me pregunté qué pasaría con todo ello si no encontraba con quién compartirlo y que realmente lo valorara. Al darme cuenta de que entre la familia y seres queridos no había alguien que pudiera aquilatar la importancia de esta colección, encontré que en Oaxaca existía un interesante esfuerzo por preservar el arte de la filatelia.

En una ciudad que impresiona por su arte y sus tradiciones, no sorprende que existan recintos cuya función sea difundir la cultura local, altamente reconocida, en especial en las artes plásticas. Sin embargo, encontrar un sitio especializado y debidamente categorizado y organizado en importantes áreas de la filatelia fue una muy agradable sorpresa.

Siempre he creído en el arte de compartir. La acción de ofrecer a los demás lo que a uno le provoca experiencias edificantes y duraderas es altamente disfrutable, sobre todo, es la mejor manera de asegurar que nuestra cultura se fortalezca en cada obra, en cada medio disponible que sea visto y apreciado por quien lo toma en sus manos.

Como amante del arte y del coleccionismo siempre será mi prioridad contribuir con lo que esté de mi parte para este recinto que llega a sus primeros 25 años de historia, gracias a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y a las voluntades de personas y organizaciones en el estado y otras partes del país.

Felicito enormemente al Mufi y deseo que vengan muchos años más de crecimiento en su acervo, de una mayor apreciación de su labor filatélica y cultural, y del favor de los visitantes con sed de conocimiento.

Entrevista: https://www.youtube.com/watch?v=FYlpepkB8Hc


Marcelo Villareal

¿Quién no ha coleccionado algo desde niño? Parece una necesidad humana: en el colegio intercambiábamos tarjetas, juguetes de promoción y hasta corcholatas con impresiones especiales, esto es porque somos buscadores por naturaleza.

¿Qué implica ser un coleccionista, ya sea de estampillas postales, monedas, pinturas famosas, abanicos, campanas, insectos o cualquier otro tipo de objeto? Requiere, en primer lugar, tener el conocimiento de los objetos a atesorar; por lo tanto, es más que un pasatiempo, es un estudio ordenado, profundo y minucioso de lo que se va a coleccionar. Requiere tiempo de investigación en museos, libros o revistas, de buscar esas piezas especiales y exclusivas, fuera de lo común, y que tienen una historia que contar; de colaborar con otros coleccionistas, en subastas; es el tiempo dedicado a su búsqueda, el dinero invertido, su cuidado y la paciencia de hacerlo; y el amor por lo que se hace, una pasión que, en ocasiones, se convierte en compulsión por esos objetos especiales que tienen un valor sentimental, además del monetario y el artístico; es aportar esas obras y ese conocimiento a la historia personal y de una comunidad, ya sea a nivel local o mundial.

El Museo de la Filatelia de Oaxaca tiene el honor de albergar una gran cantidad de donaciones, no solo de estampillas sueltas sino de álbumes y colecciones cuyos propietarios han decidido dar a la institución desinteresadamente; se trata de colecciones muy valiosas, tanto por su contenido filatélico como por el capital invertido en ellas a lo largo de los años.

El coleccionista, entonces, es una pieza clave en la comunicación y el aporte de conocimientos. En este caso, hablaremos de uno de ellos, el Sr. Marcelo Villarreal Sánchez, quien de forma desinteresada ha donado al Mufi la colección de estampillas a la que ha dedicado tantos años en reunir.

Separar cada pieza postal nos permite conocer la manera de coleccionar de cada filatelista. Así, en esta colección podemos encontrar timbres sueltos, hojas recuerdo, planillas, bloques y libros anuales, material que data de los últimos años de los años 90 y de toda la primera década del 2000. Entre todo el material filatélico donado —que abarca más de 30 países— destacan los sobres de primer día de emisión de Canadá, Israel, Suiza y Nueva Zelanda. Los temas abordados en los timbres de esta donación van desde la flora y la fauna, pasando por los deportes, la arquitectura y la gastronomía mundial, hasta llegar a las grandes producciones cinematográficas como Narnia y El Señor de los Anillos, literatura fantástica de la cual es ferviente lector. Piezas que destacan por su belleza y particularidad son los minicuadernillos de Los Guerreros de Terracota emitidos por las Naciones Unidas, la única organización que puede emitir timbres postales.

El Sr. Villarreal también nos ha donado parte de su extensa biblioteca de Historia del Arte, libros sobre diferentes museos y de flora y fauna, temas sobre los que también se ha dedicado a coleccionar. Entre los libros de Historia del Arte destaca uno en especial: Grandes Tesoros Nacionales de China. Obras Maestras en el Museo del Palacio Nacional, una obra hecha con la belleza de la caligrafía china y que se encuentra en la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío del Mufi, abierta para su consulta.

Agradecemos al señor Marcelo Villarreal Sánchez por incrementar nuestro acervo con sus donaciones: gracias por su gran espíritu filantrópico.


La historia y la importancia de la correspondencia

Fotografía: Antonio Turok, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Lo sabemos, hoy en día es más práctico enviar un whatsapp o hacer una videollamada para comunicarnos, pero ¿sabes cuál es una de las ventajas de la correspondencia postal tradicional? El elemento humano, es decir, la calidez y los múltiples sentimientos que se originan al enviar y recibir una carta. En un mundo cada vez más instantáneo e hiperconectado, acciones como el apreciar la belleza de una caligrafía, la textura del papel, el aroma del contenido y las enmiendas que evidencian el factor orgánico de los errores son experiencias inigualables. Además, las cartas son piezas que pueden ser guardadas de manera física para mantenerlas cerca, como dejándolas añejar para que fermenten las emociones de las que están impregnadas; no es lo mismo abrir una carta por primera vez, al instante de su llegada, que releerla después de algunos años, porque de forma mágica incrementa la profundidad de los recuerdos que nos emocionaron antes.

Por otro lado, el carácter formal es otra virtud de la correspondencia tradicional. Dentro de la comunicación digital, el correo electrónico tiende a ser la forma más seria y profesional de dirigirse a alguien, aun así, no puede competir con la solemnidad de la carta, con la cualidad oficial del lacrado o la legitimidad de la firma manuscrita, detalles por los cuales los gobiernos y Estados del mundo siguen optando por el papel y la tinta para establecer sus acuerdos, relaciones, comunicados y políticas con otras entidades.

Aunque cabe aclarar que la historia de la correspondencia no siempre ha tenido que ver con el papel y la tinta, su desarrollo histórico no ha evolucionado en conjunto, como sí lo ha hecho el de la comunicación en general. Desde que la humanidad aprendió a desarrollar un lenguaje, la correspondencia ha sido su aliada primordial. Así lo observamos con las grandes civilizaciones de antaño. Los painanis, por ejemplo, fueron los mensajeros fundamentales para la cultura mexica, corredores profesionales que tenían como misión transmitir mensajes a zonas lejanas de forma eficiente y rápida (considerando la época), por eso el significado de su nombre: corredor ligero, parecido a los mensajeros de la Grecia clásica, quienes eran parte de la logística militar de los hoplitas; el caso más famoso es el de Filípides, el héroe que, según las leyendas, recorrió más de 300 km sin descanso para avisar a los espartanos sobre la invasión de los persas a Maratón; al finalizar su mensaje, falleció de agotamiento (en tributo a él se realizan los maratones modernos).

Fotografías: Ariel Mendoza, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

La correspondencia tradicional representa el lado más humano de la historia, nos recuerda que el mundo muchas veces ha dependido, y aún depende, de elementos tan simples como la palabra, el papel y la tinta. Puede que la respuesta instantánea domine nuestra época convulsa y poco tolerante a la espera, pero la correspondencia tradicional tiene esa gracia artesanal, esa manualidad romántica que nos expresa de forma indirecta algo más que lo que dicen las palabras. ¿Qué hubiera sido de Rulfo sin sus cartas a Clara? ¿De Napoleón Bonaparte sin sus cartas a Josefina? ¿De Frida Kahlo sin sus cartas a Diego Rivera?

Hoy, te invitamos a enviar una carta, a realizar la correspondencia tradicional, pues esta práctica sigue vigente y activa, agregando que cada vez que compras un timbre y envías tu escrito por correo físico contribuyes en el empleo de miles de trabajadores del servicio postal. Te aseguramos, eso sí, que la persona que reciba tu misiva se sentirá halagada y especial, mucho más que si recibiera un mensaje de texto digital.


Escribir en el tiempo: enviar cartas

Fotografía: César Saldívar, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Desde siempre deseamos. Debiéramos llamarnos los seres deseantes. Los que no cesan de desear. Sabemos de nuestro afán por crear alfabetos que nos permitan expresar esos deseos. Nos quitaban el sueño las bestias gigantes que no lográbamos atravesar con nuestras lanzas, entonces tuvimos que pintarlas en las cuevas. Aparece, por ejemplo, un hipopótamo en Lascaux. Aparecen manos (como en la extraordinaria Cueva de Las Manos) o caballos, aves y otros símbolos que hemos intentado traducir.

Primero fue en piedra. Grabamos representaciones para hablar de nuestros días y el mensaje quedaba allí: una carta para los que vendrían. Señales como migas de pan en el camino. Luego fueron otras superficies: arcilla, papiro y después el papel.

La carta estuvo allí siempre. Fue por la necesidad de comunicar nuestra angustia y nuestro desasosiego por habitar este mundo. Las primeras cartas se escribieron en cuevas que hoy se esconden bajo las piedras.

Hemos escrito cartas desde que se inventaron los primeros alfabetos. Cartas que hoy no comprenderíamos, extasiados (algunos) por obtener respuestas de inteligencias artificiales o por la respuesta hiper veloz de lo inmediato.

Las cartas tienen eso de incertidumbre. El tiempo, la pausa, los caminos que deben atravesarse nos hacen esperar una carta como si nuestra vida dependiera de ello. Y es que es así: una carta es una posibilidad. Los papiros o cartas de Hekanaj (1917 a.n.e.) siguen allí para decirnos que por más fugaz que sea nuestra existencia, algo de nosotros perdurará.

La sensación de no tener certezas nos conduce a desear un momento más de vida hasta que el cartero toque a la puerta o un sobre se deslice bajo la misma.

En poemas, cuentos y novelas que he leído, las cartas están allí para trastornar o transformar las existencias de sus destinatarios. Me acuerdo de que en Hotel Savoy (la novela del maestro de la correspondencia, Joseph Roth, quien sostuvo grandes conversaciones por medio de cartas con su amigo Stefan Zweig que pueden leerse en el libro Ser amigo mío es funesto, de Editorial Acantilado), Gabriel Dan (protagonista de la novela) recibe varios recados para indicarle que debe abandonar el lugar debido a que no ha pagado su estancia en el maravilloso y desquiciado hotel Savoy. ¿No es una de las cartas más tristes? Debemos irnos de aquí. Ese funesto anuncio, que podría ser más bien clasificado como un recado, nos advierte que no pertenecemos a ese mundo. Vaya tristeza.

Otra existencia situada en la ficción y la epístola es la de Emily Dickinson. Emily, la poeta que sí conoció el mundo y que en algún momento decidió apartarse para existir a través de su lenguaje, escribió: “Una carta es la alegría de la Tierra denegada a los Dioses”.

Las cartas seguirán existiendo como esos artefactos que los primeros seres vivientes desarrollaron para que pudiéramos llegar nosotros a destruirlo todo. “Mientras haya emociones, siempre habrá letras escritas”, lo advierte Silvia Ferrara, en su bellísimo ensayo “La gran invención”. Escribir una carta es lanzar un mensaje al vacío.

Siempre fue así: deseábamos transmitir nuestros pensamientos. Buscamos la manera de que nuestras ideas permanecieran en la Tierra. Exploramos todas las superficies. Hasta llegar a escribir un recado sobre un papel. Un recado simple. Una lista o una indicación. Y pensamos que eso debía permanecer, sobrevivirnos.


Para el Mufi

Estimado Mufi:
Es para mí un gusto felicitarlos, tanto al Museo de la Filatelia como a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca en este 25 Aniversario de un espléndido museo que tanto ha aportado a la ciudad de Oaxaca.

Recientemente tuve el honor de recibir, de manos del maestro Michael Sull, el título de Master Penman de caligrafía cursiva, misma que impartí en el Mufi hace algunos años y que tan necesaria es para
la comunicación personalizada, mediante cartas con timbres postales que se usan cada día menos.

Mayo de 2023


Miscelánea Filatélica: Un rinconcito para las letras y la filatelia

Hace casi 25 años, una pequeña tienda con algunas lupas, estampillas, hojillas, sobres, charnelas y pinzas filatélicas abrió sus puertas en el número 504 de la calle de Reforma, en el corazón de la ciudad de Oaxaca. ¿Quién hubiera pensado que este espacio dedicado a la filatelia también se volvería un referente de la promoción de la escritura?

Como podría esperarse, al inicio, la tienda del Museo de la Filatelia de Oaxaca se centraba únicamente en ofrecer los insumos necesarios para la práctica de la filatelia. Los filatelistas más experimentados podían encontrar aquí las estampillas que hicieran falta en su colección, charnelas para fijarlas, herramientas para su estudio y para su conservación. Por otro lado, los menos experimentados podían descubrir un extenso mundo de temas, formas y colores por explorar gracias a las estampillas y, si así lo deseaban, también podían adquirirlas.

Con el paso del tiempo, y gracias a las alianzas del Mufi con artistas plásticos, encuadernadores y diseñadores locales, los productos fueron diversificándose y los talleres ofrecidos por estos colaboradores generaron nuevas necesidades en un público en constante crecimiento y en busca de nuevas experiencias que enriquecieran su visita al museo. De pronto, los papeles decorados, los sellos de goma, las tintas multicolores, los stickers, las cintas washi y las libretas artesanales hicieron su aparición en los aparadores de lo que años más tarde se conocería como la Miscelánea Filatélica.

Fue el propio público del museo el que solicitó un catálogo de materiales cada vez más amplio y, sobre todo, con identidad propia. Las colaboraciones para el diseño de productos exclusivos se hicieron necesarias y, eventualmente, la tienda del museo se volvió una plataforma para artistas emergentes y otros ya consolidados, los murales y demás intervenciones repartidas por los blancos muros del Mufi poco a poco hicieron su aparición en bolsas de mano, pañuelos o pines. A su vez, los muros de la miscelánea vieron la llegada de obra gráfica, acuarelas, fotografías e incluso textiles. De alguna manera, este espacio se ha convertido en un lugar de disfrute estético donde también podemos adquirir algún objeto para recordar nuestra visita a un museo tan peculiar o enviar correspondencia a algún ser querido.

A partir de los distintos talleres de caligrafía llevados a cabo en el museo durante los últimos años, la revalorización de la escritura a mano se ha vuelto parte fundamental de la identidad de la miscelánea y los visitantes han solicitado herramientas cada vez más especializadas, lo que ha propiciado que el espacio cuente con gran variedad de plumillas, tintas, hojas decoradas y sobres, atrayendo a nuevas generaciones de apasionados de la correspondencia y logrando que esta se encuentre más viva que nunca en el Mufi.

La tienda ha sido un actor muy importante en los eventos realizados en el museo que promueven diversas expresiones artísticas enfocadas en el diseño y la gráfica. En 2013 se llevó a cabo la 1.ª edición del Mercado Itinerante de Diseño en colaboración con el Centro de Diseño de Oaxaca y la Lonja Mercantil; se contó con la participación de artistas y colectivos nacionales como Chamuchic, Trista, Ishi y Taller Un, y con locales como Miku Meko, Dr. Lakra y Francisco Toledo. En 2017 se realizó la Mercadería de Diseño en colaboración con Abarrote de Diseño y 16 artesanos y diseñadores de todo el país; este evento duró 3 días, los cuales estuvieron amenizados por conciertos y presentaciones teatrales, además de la exhibición de las piezas de cada participante, dotando de vida cada rincón del museo. No son pocas las actividades de este tipo en el Mufi y no acabaríamos pronto de enumerar a todos los colaboradores que hacen posible cada evento gracias a un trabajo de reciprocidad en la difusión de la cultura y la búsqueda de nuevos públicos.

Fue hasta la reapertura del museo, en 2021, cuando la tienda recibió el nombre de “Miscelánea Filatélica”, denominación más que adecuada para un lugar en el que puedes encontrar gran variedad de productos, desde los enteramente filatélicos, decorativos y didácticos, hasta obras de arte, eso sí, siempre relacionadas con la filatelia y la correspondencia.

Más allá de tratarse de un espacio meramente comercial, la Miscelánea Filatélica busca aportar a la experiencia y resolver las necesidades de los visitantes por medio de la sinergia con diseñadores y artistas locales, nacionales e internacionales, volviéndose un espacio imprescindible durante tu visita al Mufi.


Colaboración con la Miscelánea Filatélica

Fotografía: Marcela Taboada, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Fue precisamente cuando cumplí 18 años, sin saber cuál sería el camino a seguir en mi vida, cuando una mañana descubrí un lugar cuya intensa blancura dio un poco de luz a mi pensamiento. Familiarizado con la lectura del periódico desde niño, quién iba a pensar que el espacio tan luminoso que exploraba había sido sede del Periódico Oficial del Estado de Oaxaca, tal vez por eso también llamó mi atención. Sinceramente, en ese tiempo no entendía mucho de filatelia, y es posible que en este momento tampoco sepa tanto, sin embargo, un nuevo recinto cultural en la Verde Antequera era algo que me llenaba de emoción, sobre todo cuando en la Oaxaca de antaño, la que podíamos disfrutar quienes vivíamos en ella, requería de espacios diferentes a los ya conocidos.

De esa forma fue como conocí el Museo de la Filatelia de Oaxaca. Su nombre de por sí era inusual, por lo menos en esta tierra del sur, igual de inusual que las exposiciones temporales y permanentes que ha tenido a lo largo de su historia; al Mufi puedes ir una y otra vez para encontrar algo diferente: en sus muros y pasillos, en los espejos de agua donde navegan plácidamente los nenúfares, e incluso en los pisos y en su cielo. Realmente el museo ha crecido con nosotros y, a su vez, nosotros con él. Compartir este espacio en 2017, en la Mercadería de Diseño, con personas de otras vocaciones culturales y artísticas desde el diseño y otras disciplinas, fue una gran experiencia: el Mufi nos abrió sus puertas y nosotros a él nuestra creatividad, desde entonces somos amigos.

Ahora seguimos en el museo, en su Miscelánea Filatélica, un sitio en el que, efectivamente, en algún momento hubo una tienda de abarrotes. Gracias a la relación que mantenemos con el museo, lo que creamos Oscar, Jorge y yo con nuestra marca, se encuentra disponible en ese espacio, compartiendo con las creaciones de otras personas de Oaxaca y varios lugares del país productos de ediciones elaboradas especialmente para el museo y elementos relacionados con la filatelia, lo postal, el correo y demás; para nosotros, ser parte de la tienda es una manera de llegar a otras personas de todos los rincones del mundo.

Por lo anterior, y por todo lo que venga, a un cuarto de siglo de su creación, en Abarrote de Diseño nos unimos a la celebración de la vida del museo, estamos seguros de que continuará creciendo y consolidándose como un referente de la filatelia en México, pero también de otras propuestas culturales para todos los gustos.

¡Felicidades y larga vida Mufi!


Arte Correo

Crecí en Ensenada, Baja California México. Durante mi adolescencia me sentía aislado. Gracias a unos amigos descubrí el punk y la contracultura underground: uno de ellos intercambiaba casetes y materiales de otros países. No tardé mucho en involucrarme, ya que algunos de esos fanzines incluían arte que era utilizado para camisetas, flyers, portadas de discos y, en general, eran la imagen del punk, a la par que este también fue la estética del skateboard. Los intercambios de cartas eran con bandas que se anunciaban en dichos fanzines, revistas caseras hechas por los fanáticos de la música hardcore, punk, cuya temática era anarquista, pacifista, anticrueldad animal y feminista, y que utilizaba la música como plataforma. Eventualmente, gracias al intercambio de materiales con muchos artistas y colectivos me topé con el Arte Postal, un fenómeno de comunicación donde se hacían presentes no solo el hardcore punk, sino muchas otras cosas del underground: eran días de fotocopias, pegostes, casetes grabados y rarezas. Gracias a estos intercambios logré una robusta red de contactos en muchos países. En 1990 recibí una convocatoria para una antología internacional de arte underground, de parte de John Marriott, un artista canadiense radicado en Toronto. Posteriormente, el libro salió bajo el título de Sensoria From Censorium que fue, al final, la manera en la que entré como tal al Arte Postal.

No tardó mucho en llegar la primera carta de Brain Cell, y de muchos otros contactos después de eso. Durante los 90 no solo tripliqué el número de contactos, sino que empecé a hacer eventos de Arte Postal en Ensenada: lecturas y exposiciones, y en 1994 inicié Fish, un proyecto con el tema de peces y animales fantásticos. En 1995 armé el primer sitio web de Arte Postal en español, lo que eventualmente dio origen a artepostal.org.mx que estuvo activo hasta 2002. En 1999 ayudé a Alejandra Mora —directora del Mufi en ese momento— a coordinar “Arte Postal hacia el nuevo Milenio”, participando con Jas Felter, Clemente Padín, Antonio Caro, Michael Hernández, Michael Thompson y Manuel Marín. Oficialmente, dejé de enviar cartas con el tema de Arte Postal en 2002, para dedicarme de lleno al streetart, graffiti, etc.

En 2012 decidí donar mi colección de cartas al Mufi, y en 2014 fui invitado de nuevo para dar una conferencia y realizar un mural.

Existen entrevistas en video donde hablo de mi experiencia: https://www.youtube.com/watch?v=cEX_EmDRDeQ


La biblioteca del Mufi: un libro en sí

La Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, especializada en filatelia, es un espacio para la consulta de temas relacionados al coleccionismo de timbres postales de todo el mundo, la historia del correo, el Arte Correo y el género epistolar. También es un espacio donde se reúnen especialistas de bibliotecas, archivos y museos para intercambiar conocimientos y compartir experiencias acerca de los acervos y la conservación del patrimonio bibliográfico y documental; algunas veces, hasta funciona como un espacio expositivo.

Para algunos visitantes, esta biblioteca es como una sala más del museo, ya que tienen la idea de que “los libros no se tocan porque son viejitos y se deshacen” o porque “no hay que desacomodar el librero”; mientras que los más jóvenes preguntan por el precio de los ejemplares exhibidos en el atril como “El libro del mes”. La mayoría coincide en que es un lugar extraordinario que emana una fragancia especial, una mezcla de libros y cedro, que al percibirla nos evoca a “la casa de los abuelos”, o bien, despierta la mente y nos inspira a crear, a plasmar las ideas sobre el papel para redactar un guion o una carta y entablar el diálogo epistolar con familiares o amigos.

La biblioteca del Mufi es el espacio ideal para leer libros y correspondencias ajenas, aquellas que escritores, científicos, humanistas y artistas dejaron sin sospechar lo valiosas que ahora son, claro, desde la perspectiva literaria, histórica y cultural, como las cartas de Frida Kahlo y el doctor Leo Eloesser, que, aunque las versiones originales se resguarden en la Bóveda Mufi y estén disponibles para todo el público, los visitantes optan por leer al Querido Doctorcito en la biblioteca.

Nuestros usuarios son diversos: filatelistas, curadores e investigadores, por mencionar a algunos, quienes consultan catálogos para buscar los datos de emisión de los timbres postales o libros que versan sobre la historia del correo, tarjetas postales, el diseño o los procesos de impresión en los timbres.

Los alumnos de nivel básico y medio realizan tareas afines a los medios de comunicación o a la estructura de la carta, mientras los estudiantes universitarios, enfocados en el diseño y la comunicación gráfica curiosean por la inmensa variedad de motivos postales y el mail art. No podríamos dejar de lado a los pequeños usuarios, quienes se maravillan con las ilustraciones de encantadores personajes como osos, leones, tigres, conejos o divertidos monstruos que protagonizan historias de cartas y carteros, o con canciones escondidas en códigos QR en las que aprenden de manera didáctica el recorrido de una carta.

Son muchas las anécdotas que podemos compartir de los usuarios en una biblioteca, algunas alegres, otras conmovedoras, y más en un lugar tan apacible que al llegar evoca ciertos recuerdos de momentos, de cartas leídas y palabras que quedaron dispersas en el alma, tan sensibles que en un lugar mágico renacen, duelen, alivian, se dejan libres.

De nostalgia, compartimos la experiencia de aquel chico que, al mirar los títulos en el primer librero, fue tal su asombro que pegó un grito y, conmovido, se dio la media vuelta, llamó a su compañera, a quien abrazó y, entre lágrimas, expresó: “Ese libro es de la editorial en donde trabajó mi papá”; o la de aquella señora que, transcurrido el segundo año de la pandemia, en octubre, al leer el título del libro del mes, Cartas de amor a los muertos, de Eva Dellaira, su semblante cambió inesperadamente, se tornó triste y, sollozando, comenzó a hablar en voz alta, con ansias de expresar algo más, pero sin poder hacerlo; mencionó a su padre y que sentía en lo profundo todo lo que no le pudo decir antes de morir. Ante el susceptible minuto, nos solidarizamos, en tanto se aligeraba el momento, con un gesto amable y empático reconfortamos a nuestra usuaria, la escuchamos, se desahogó. Su sentir era comprensible, tres miembros de su familia habían perdido la batalla ante el Covid-19. Para ella, el título del libro era claro: nos pidió tinta y tres hojas, y se dirigió al jardín a escribir cartas a sus deudos, pues a su regreso las pondría en el altar del Día de Muertos.

En contraparte, hay anécdotas como la de aquella adolescente que llega directamente al librero e identifica su ejemplar de Cartas a Clara, de Juan Rulfo. Ella disfruta la lectura de las cartas, ríe entre página y página.

La última vez que estuvo aquí dejó su separador, así que echamos un ojo, sin afán de retirarlo del ejemplar: indicaba la página 77, una carta fechada el 29 de abril de 1947, aquí un fragmento:

Chachita:

Mírame bien. Ponte seria y mírame con tus ojos. No, no cierres ninguno. Mírame con los dos ojos tuyos muy abiertos […] y ahora dime: ¿Por qué me escribes tan poquito? Tus cartas apenas empiezo a leerlas y luego se acaban.

Y una anécdota más, la de Santi, quien está próximo a cumplir siete años. Él es un pequeño explorador de libros, y contento nos platica que ha compartido algunas historias de los libros del Mufi con sus compañeros en el colegio, y más sorprendido aún porque “muchos no conocen la biblioteca del museo de los timbres y las cartas” y él “ya cuida los libros porque ha venido muchas veces”, para ser exactos, desde que tenía tres años.

Muchas veces hablamos de historias en los timbres, en las cartas y en los libros, sin darnos cuenta de que la biblioteca es un libro en sí mismo, uno que abre sus puertas cada día para documentar su propia historia, un registro de vivencias e imágenes. Deseamos que los usuarios experimenten la magia de este lugar: su presencia hace que la biblioteca se mantenga viva, como un libro abierto.


El Mufi promueve la filatelia mexicana

El Museo de la Filatelia de Oaxaca es el sueño de todo aquel que se reconoce como filatelista, aun más para el mexicano: hoy, para ser filatelista, no necesitas otra cosa más que declararte en tu interior y con mucha convicción, tener el gusto por las estampillas… aunque solo poseas una, aunque solo las contemples, aunque nunca hayas tenido una en tus manos.

Esto es lo que el Mufi ha puesto, durante 25 años, a nuestra entera disposición: un lugar en donde cualquier visitante desarrollará el gusto por la filatelia, incluso sin haber tenido un contacto previo con este pasatiempo, o sin haber tenido una estampilla en sus manos.

Hoy en día, el estudio de la filatelia comprende desde la prefilatelia hasta el Arte Postal, y esa composición tan rica la podemos ver plasmada en todas y cada una de las actividades que realiza el Mufi, razón por la cual solo se le puede reconocer, ya que es el promotor más importante de esta disciplina en México. Suena atrevido, fuerte e intenso, pero lo ha demostrado con hechos.

Lo hemos visto como sede de importantes exposiciones de competencia internacional; sus publicaciones impresas, que han abordado temas como los juegos olímpicos y el café, son testimonios sólidos de su empeño por difundir la filatelia de México y el mundo; también han organizado innovadoras exposiciones de filatelia y Arte Postal, además de poner al alcance de todos los filatelistas suvenires con dicha temática en la Miscelánea Filatélica, un espacio que permite a los fanáticos conseguir algo de tema postal, y no olvidemos las innumerables actividades artísticas que van desde el diseño de tu propio lacre, tu postal o encuadernado decorado con filatelia, hasta imprimir tu propia playera, la cual llevarás hasta el último día de su vida útil con mucho gusto y satisfacción al ser producto de uno de tantos momentos creados en el Mufi.

El constante cambio y fluctuación de la dinámica del Mufi, que va desde el Arte Postal hasta la formalidad de la investigación filatélica, son ejemplo a seguir, pues aquel que disfruta del arte creado con material filatélico, o aquel que disfruta del arte plasmado en las estampillas, queda involucrado en la esencia del museo.

Considero los catálogos de México Exporta, Arquitectura y Arqueología, Pruebas muestras y ensayos en los timbres postales de México, como los basics cuando de aprender de México y sus emisiones postales se trata; e imaginen qué gran apoyo son estas emisiones, esenciales para el principiante, aquel que empieza a coleccionar y quiere saber qué llega a sus manos. Del mismo modo sirve para aquel filatelista avanzado que quiere competir, exhibiendo su colección en algún evento mundial, pues la información concentrada y plasmada en estas publicaciones tiene la formalidad, documentación y calidad para ser empleados como referencia bibliográfica del más alto nivel.

Qué decir de su acervo bibliográfico, en el espacio más íntimo con el conocimiento filatélico de México, la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, que alberga uno de los acervos más nutridos que existen en México, abarca temas complejos y poco tratados en la filatelia mexicana y que está a disposición para todo aquel que quiera adentrarse en una investigación sin precedentes.

El Mufi ha representado a nuestro país a nivel mundial poniendo en alto a la filatelia nacional y dejando claro que México es potencia filatélica, pues ha levantado la mano en el circuito más grande e importante, como lo es la Federación Internacional de Filatelia (fip por sus siglas en francés), y esto ha marcado a otros organismos y clubes en el país que tienen a este museo como ejemplo a seguir para ver por los filatelistas y continuar fomentando este bello pasatiempo.

Es indudable que el Mufi representa la pasión de todos los que amamos la filatelia. También es la ventana para los curiosos que quieren conocerla y, sin temor a equivocarme, esos curiosos son los que se reconocerán como filatelistas, sin tener una estampilla en sus manos, como la próxima generación. Gracias, Mufi, por 25 años de inspiración y motivación en este largo camino de aprendizaje en la filatelia mexicana.


La importancia de coleccionar postales

Muchos aspectos debieron ser resueltos para lograr la coordinación entre los sistemas de correos de diferentes naciones. El uso de timbres postales (Reino Unido, 1 de mayo de 1840) fue uno fundamental y que se propagó por el mundo (en México se emiten timbres desde 1854). Esta innovación propicia discursos sobre los tamaños de las cartas, las tarifas, etc. Y motiva rápidamente el coleccionismo de esos atractivos pedazos de papel impresos, esto es la Filatelia.

Tras varios intentos se concreta, en el Tratado de Berna (15 de septiembre de 1874), la creación de la Unión Postal General (9 de octubre de 1874), la cual cambia su nombre, en 1878, a Unión Postal Universal, instancia que propicia el establecimiento de acuerdos para el manejo de la correspondencia internacionalmente. En la actualidad, la upu es una entidad dependiente de la Organización de las Naciones Unidas.

Un aspecto trascendental fue haber hecho accesible el correo a más personas, quitar lo elitista de los correos antiguos. Así, el número de piezas postales creció exponencialmente, millones de piezas eran enviadas cada año por el mundo.

Entre las muchas ideas de mejora de los sistemas de correos, para volverlos accesibles económicamente fue fundamental el desarrollo de las tarjetas postales: ofrecían una tarifa más económica que la de los sobres a cambio de reducir el texto (y sacrificar la privacidad), pues son tarjetas de cartón más ligeras que un sobre con una carta dentro.

La tarjeta postal tuvo un éxito impresionante, sobre todo para la comunicación internacional. En una primera etapa fueron elaboradas por los sistemas de correos con el timbre impreso directamente en la tarjeta (entero postal). Aunque es causa de polémica, se considera que la primera tarjeta postal fue emitida el 1 de octubre de 1869 por la administración de Correos de Austria-Hungría, y muy pronto fue imitado por los diferentes sistemas de correo en el mundo.

Estas primeras tarjetas solo incluían encabezados de identificación del país emisor impresos mediante grabados, más o menos atractivos. Pero con la revolución de las imágenes —generada por la fotografía y la mejora de los sistemas de impresión— pronto se llegó a las tarjetas postales ilustradas mediante grabados que, con el cambio de siglo, pasaron a ser fotografías y más tarde nombradas tarjetas postales fotográficas: imágenes en blanco y negro impresas en papel fotográfico al cual se les imprimía en el reverso un formato (de acuerdo con criterios de la upu) de tarjeta postal con espacio para poner los datos del destinatario, el mensaje y hasta una estampilla.

Las tarjetas postales ilustradas fueron muy atractivas para los remitentes y destinatarios, tanto que generaron un auge de nuevos coleccionistas (cartofilia o deltiología). Durante la primera mitad del siglo XX fueron el medio ideal para enviar un saludo, informar dónde estábamos o enviar un aviso, entre otros usos.

Con las mejoras y ampliación de las opciones de comunicación audiovisuales, decayó el envío de tarjetas postales y cartas personales, y aunque podría pensarse que la tarjeta desaparecería, un significativo grupo de personas continúa enviando tarjetas postales por el correo. Unos para estar en contacto con personas de otros países y otros como coleccionistas, quizá como si fueran a enviar una flor a alguien querido, para felicitarlo por su cumpleaños, para desear feliz navidad o año nuevo.

Hay que reconocer que el trabajo de los estudiosos que se reúnen —como en el Congreso Mexicano de Tarjetas Postales— para dejar registro de sus investigaciones históricas, conceptuales o de prospección en torno a los productores —personas y empresas— de tarjetas postales a lo largo de la historia; a las tecnologías, desde las impresiones tipo grabado, hasta la elaboración personal en casa de la tarjeta para enviarla a un amigo. Este congreso anual itinerante ha dejado una base de información en internet abierta a los interesados.

Uno de los usos actuales más importantes de la tarjeta postal es en la publicidad comercial de lugares, productos y servicios, en donde se ve el cambio en las modas del diseño influenciadas por las técnicas de edición, impresión y distribución, pues se pueden manejar tanto en papel como en línea.

Con otro enfoque, el Museo de la Filatelia de Oaxaca, lugar donde se llevó a cabo uno de estos congresos de postales, ha realizado una labor trascendental generando cultura en aspectos filatélicos en todo el mundo: al ser también la tarjeta postal un objeto filatélico, ha dejado huella en la promoción de su uso mediante cursos para niños y el público en general.

Cabe enfatizar que el Mufi ha llevado a cabo la ardua promoción del actual uso de la tarjeta postal como arte, esto mediante sus concursos de diseño de estos objetos que han generado ejemplares hermosísimos y transcendentales por sus mensajes.

Conocer el pasado hace a una sociedad fuerte, por eso el coleccionar tarjetas postales y estudiarlas, o simplemente disfrutarlas, es atesorar cultura, y esto debe promoverse.

Aunque ya no se usan como antes, las tarjetas postales siguen estando muy vivas, ¡colecciónalas!


Vocho Mufi

La creatividad. Con el propósito de mostrar al público una parte del universo filatélico y del arte a partir de los timbres postales, surgió el Vocho Mufi, un proyecto en el cual un automóvil Volkswagen Sedán modelo 93 se cubriría de timbres postales de distintos países. Pero ¿qué diseñar? La creatividad se puso en marcha: la idea central fue considerar elementos representativos de Oaxaca: luego se seleccionaron motivos iconográficos de algunos textiles originarios de pueblos zapotecas, mixtecas, chatinos y huaves, por mencionar algunos: una cabra, una serpiente, aves de frente, motivos florales europeos, delicadas flores pequeñas y grecas, así como ornamentaciones de recipientes rituales.

El diseño. Se eligió un fragmento para plasmar en una lámina y así realizar una prueba del adhesivo y lacas que utilizarían para conocer los detalles del acabado; posteriormente, la lámina fue expuesta a la intemperie para observar la durabilidad de los materiales. Una vez aceptados, se elaboró la plantilla en gran formato para trazar el diseño sobre el vocho.

Los timbres. A la par del diseño, con el apoyo de los estudiantes de servicio social, se clasificaron los timbres postales por color con el propósito de estimar la cantidad y elegir la paleta de color para cada detalle. Es importante mencionar que los timbres postales utilizados son comunes, viajaron en una carta o en una tarjeta postal procedentes de Alemania, Austria, Italia, Argentina, Estados Unidos y, por supuesto, de México, cada uno con variedades de color. Estos timbres fueron coleccionados y llegaron al museo por distintas donaciones, se lavaron y, finalmente, por contar con tantos en el acervo Mufi, quedaron dispuestos para ser utilizados en talleres o en otros proyectos de Arte Postal.

El proceso. Colocar los primeros timbres, atinar a la precisión que debían tener el pegado y los cortes de estos tornó la tarea complicada; pero poco a poco la habilidad y la perseverancia del equipo de trabajo fueron tales que hasta el mínimo detalle contemplado en el diseño se ve impecable. Durante el proceso se contó con la colaboración de la Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú, Adabi, Andares del Arte Popular, la Casa de la Ciudad, el MIO, Museo Textil, Taller de Restauración FAHHO e invitados especiales: la Biblioteca Francisco de Burgoa, la UABJO, la Fundación Bustamante Vasconcelos, Guerreros de Oaxaca y, por supuesto, del equipo del Museo.

Vocho Mufi. El esfuerzo de un gran equipo de trabajo ha quedado plasmado en una historia que comenzó a escribirse en 2016 y que se ha convertido en un highlight de nuestro querido museo. Hoy, este creativo proyecto se suma a los que el Mufi ha generado en estos maravillosos 25 años, y nos recuerda que cada proyecto con timbres postales hace que tengamos anécdotas, experiencias e historias que contar.

¡Arrancamos! Ahora estamos listos para emprender un fascinante recorrido por los barrios y espacios públicos de la ciudad, llevando actividades que deleiten a nuevos públicos dispuestos a descubrir el mundo de la filatelia.



Restauración y evolución arquitectónica del Mufi

El Museo de la Filatelia de Oaxaca se inauguró en 1998 en el interior de la casa número 504 de la calle de Reforma, la cual había sido rehabilitada recientemente para dicho uso. Posteriormente, como parte de la primera ampliación fue intervenida la casa número 500, permitiendo establecer una intercomunicación entre ambos inmuebles. En 2017, en aras de que el Museo continuara creciendo y diversificando sus actividades, fue adquirido un predio más en Constitución 201, esquina con Reforma, dentro de la misma manzana, en una de las intersecciones del bastión del Ejército Nacional, frente al XXVIII Regimiento de Caballería.

Es muy probable que Constitución 201 —la casa correspondiente a la segunda ampliación— haya conformado un solo predio con Reforma 500 en el año de 1848. A principios del siglo XX, en 1910, la casa ya había sido subdividida y —aunque varios predios de la manzana habían sido reformados— solo la casa de Constitución permanecía registrada como antigua, ocupando el No. 6 de la calle y como propiedad del señor Ignacio Ortiz. Se conoce un documento más acerca de la casa, con fecha del 9 de julio de 1917, titulado Manifestación de finca urbana No. 982, el cual se encuentra en el Archivo General del Estado de Oaxaca, por el que se sabe que en ese año la casa continuaba perteneciendo al mismo propietario. Dicho documento dice lo siguiente: “Esta casa contiene tres patios de un piso, con 15 piezas, su construcción es de ladrillos, adobe y barro y mide 485.60 centímetros (metros) cuadrados de sitio”. Entre sus líneas también se detalla la existencia de paredes de adobe (405.5 m³); de ladrillo y mezcla (68 m³); techo de terrado (392.60 m2); pavimentos de ladrillo (298 m²) y de piedra de río (93 m²); 19 puertas de madera y 4 rejas de fierro en regular estado; particularmente, expresa la existencia de 4 pilares de ladrillo que tenían una altura de 3 m y un espesor de 50 cm. En enero de 1931 un fuerte sismo provocó el colapso parcial de la fachada sur de la casa, y se sabe que en la segunda mitad del siglo XX estaba habitada por tres familias: sin embargo, en 1995 la casa ya se encontraba abandonada.

En junio de 2019, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca comenzó la restauración del inmueble, rememorado hasta esa fecha como una casa abandonada desde hacía 25 años, aproximadamente. El abandono había causado importantes pérdidas y deterioros en la estructura y elementos arquitectónicos. Probablemente en el recuerdo de muchas personas se encuentre una fachada con una mezcolanza de colores y el letrero de “Miscelánea”, que refería uno de sus últimos usos, a estos se hallaban sobrepuestas las mantas, letreros y cintas restrictivas de acercamiento al edificio por riesgo de colapso. El guardacantón de cantera verde conformando la esquina, las rejas y una serie de puertas y ventanas que daban a ambas calles fueron, probablemente, los detalles menos percibidos de la fachada; por su parte, el interior de la casa se dejaba entrever por las puertas y ventanas débilmente sostenidas, mostrando un lugar totalmente derruido, carente en general de cubiertas. De este modo, luego de que transcurrieran ochenta y ocho años desde el sismo de 1931, las calas estratigráficas de pintura realizadas durante la restauración de ambas fachadas revelaron los colores primarios, ocre y terracota. Así, bajo el pretil de piedra cantera que sella la parte superior de los muros, se intercalan ambos colores para conformar una cenefa dibujada, aunque en la fachada de Constitución esta se muestre solo en una parte, hecho que remite al sismo de 1931, cuando colapsó gran parte de la fachada y por lo cual se le integró también un pretil de cantera completamente nuevo.

Fotografías: María Luisa Santos Cuéllar, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Entre elementos modificados y otros muy bien conservados, la casa que llegó hasta nuestros días mostraba algunas alteraciones en vanos y rejas, por lo que la restauración de la fachada logró la recuperación de los macizos y también de las rejas faltantes, fabricadas artesanalmente mediante el forjado de roleos y ornamentos de los paneles y remates de las rejas y el fundido de las perillas decorativas de los barrotes que fueron retomados de la única reja antigua con la que contaba la casa. Esta composición de las mismas proporciones de los vanos y medidas se repetían en la casa colindante de Reforma, de la que se sabe que en 1848 fue una sola, así que la restauración se extendió a dicho predio para unificar ambos inmuebles en una sola fachada: la de Reforma se identifica por el cornisamento y rejas de herrería que tenía y que fueron conservados durante la restauración.

En Constitución 201, un cúmulo de vestigios y hallazgos en el sitio formaron nuevamente las crujías y las cubiertas de viguería. A partir de abril de 2020, esta casa conforma el acceso principal al Museo de la Filatelia de Oaxaca. En el área restaurada se integró la recepción, se trasladó la Miscelánea Filatélica e incluso se abrió una cafetería, el patio principal cuenta con un amplio corredor y se agregaron tres salas, entre ellas, una de gran tamaño adaptada en el segundo patio, el cual se encuentra desprovisto de las construcciones agregadas y protegido ahora por una cubierta flotante inspirada en el timbre postal.


Entre patios

Fotografía: Michael Toolan, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Conocí el Museo de la Filatelia de Oaxaca en 2007. Desde mi primera visita encontré un bello espacio que resguarda una de las colecciones de filatelia más importantes de América Latina. A partir de entonces, el Mufi ha sido para mí una visita obligada, que me llena de gozo y sigue sorprendiendo tanto como la primera vez.

En apariencia, se podría pensar que el museo es visitado exclusivamente por los aficionados y coleccionistas interesados en la filatelia. La realidad es que cualquiera de sus visitantes, sean cuales sean sus profesiones o intereses personales, habrán encontrado, durante el recorrido por las salas del museo, piezas que atrapen su atención, ya sea por la temática o por la belleza de las colecciones.

En pequeños pedazos de papel, las estampillas contienen temas tan extensos como diversos.

Planillas conmemorativas y de personajes históricos, aspectos de la naturaleza con imágenes de animales e insectos, ejemplos de la botánica endémica de cada país, entre otros, son temas que figuran en la magnífica Bóveda Filatélica del museo. También destacan el deporte, la historia del arte, las tradiciones, los objetos populares, la arqueología y los espacios emblemáticos de distintas épocas y estilos dentro de la arquitectura mundial: la naturaleza y la historia de la humanidad contenidas en estampillas, de todo y para todos.

En sus salas y espacios de exhibición, el Mufi presenta también objetos históricos relacionados con el correo postal. En ocasiones, objetos y estampillas se muestran en exposiciones que integran el arte contemporáneo a los temas filatélicos. Pero la vocación del museo no se ha limitado a conservar y exhibir estampillas, ya que, además de fomentar el uso del timbre postal para mantenernos comunicados en la distancia, en cada uno de sus proyectos da vida a la creación de nuevos conceptos que mantienen activa y vigente la colección que resguarda.

Además de sus salas para exhibiciones permanentes y temporales, los espacios abiertos tienen una presencia importante y multifuncional. El recorrido incluye seis magníficos patios que dan un respiro entre las salas del museo, espacios que para el ámbito arquitectónico se asocian con el descanso y la recreación.

Además de comunicar a las distintas áreas del museo entre sí, en cada uno de
los patios que vamos encontrando en nuestro recorrido el cielo de Oaxaca se une a la
belleza del lugar.

En distintas culturas, la integración del patio dentro de la arquitectura ha tenido una importancia relevante, particularmente en la griega, romana y árabe, quienes nombraban a sus patios como el wast al-dar ‘centro de la casa’. Más adelante, con la expansión musulmana, el patio fue integrado a las construcciones de la Península ibérica, y con la llegada de los españoles a América, este espacio se introdujo al interior de las casas coloniales. En la modernidad, Luis Barragán, figura central de la arquitectura mexicana —galardonado con el Premio Pritzker, en 1980, y el Premio Nacional de Arquitectura, en 1987— fue un maestro en la creación de patios interiores en los que sintetizaba una mezcla de elementos tradicionales y modernos.

Independientemente de su valor arquitectónico, los patios son inspiradores, se nombran en canciones y poemas, como el de Jorge Luis Borges, titulado, precisamente, “Un patio”, en el que describe las cualidades de la luz que se percibe a lo largo del día en estos espacios.


Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del
[patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la
[casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada
[de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un
[aljibe.

Los patios tienen personalidad y los que nos ofrece el Mufi tienen sus particularidades.

Fotografía: Hertzain Vásquez, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

El primero de ellos hospeda un automóvil de la marca Volkswagen, bautizado afectuosamente como el Vocho Mufi por su decoración con estampillas. La función original del timbre postal se traslada del sobre —que suele contener una carta— a un elemento para decorar el vw Sedan 1993. Mostrando orgullosamente su diseño, inspirado en la colección del Museo Textil de Oaxaca, de vez en cuando sale de paseo por las calles de la ciudad.

Pasando la Bóveda Filatélica del museo nos encontramos de frente con un espectacular muro de cantera amarilla de sobresalientes volúmenes geométricos. En el patio cuadrado, que está rodeado por abundante vegetación y altos bambúes, se encuentran mesas y sillas para que los visitantes se sienten a platicar o a tomar un descanso.

El techo móvil de carrizos, que resguarda a los visitantes del sol de mediodía, proyecta juegos de luz y sombras sobre el muro y el piso a lo largo de la jornada: un espacio que invita a la serenidad y la reflexión.

Un puente de madera comunica a un íntimo y pequeño patio lateral. Su piso de piedritas blancas contrasta con la calidez de los muros de adobe. Tres árboles jóvenes sustituyen a la jacaranda que originalmente creció en ese espacio: la naturaleza se transforma y cumple con sus ciclos de vida dando lugar a la nueva vegetación.

Desde hace doce años, un pochote y una pata de vaca dan sombra a los niños que hacen un recreo de su visita al museo. En el columpio, colocado especialmente para ellos, los podemos encontrar disfrutando de la sombra y meciéndose plácidamente; mientras uno se columpia, siempre hay otros que esperan su turno, recogiendo y admirando con curiosidad las piedras del piso. Los niños han tenido en el Museo un espacio para fomentar su imaginación y creatividad. Es común encontrarlos corriendo en busca de los buzones para enviar una tarjeta postal de su propia creación.

En verano, el Mufi recibe a los niños con actividades especiales y a veces los encontramos esperando pacientemente la magia de la imagen con una cámara estenopeica entre sus manos, o realizando las actividades creativas de los distintos talleres, cuidadosamente preparados para ellos.

El gran espacio de muros blancos conocido como La plancha de eventos al que comunica el puente de madera, posee muros que reflejan y potencian la luz tan intensa inundando las salas de exposiciones temporales que se encuentran al fondo del patio rectangular.

Durante la noche, la función de los muros es servir como una enorme pantalla blanca para proyecciones.

La plancha de eventos ha sido testigo de presentaciones de libros, cancelaciones de estampillas, conferencias, congresos e inauguraciones y, en ocasiones, la luz es sustituida por la alegría que provoca en los visitantes la música de los conciertos de La China Sonidera, Mono Blanco o el Trio D’Argent, entre los muchos intérpretes que se han presentado en la explanada.

Todos los espacios, durante cada hora del día, son aprovechados en sus cualidades de socialización para realizar y compartir eventos.

Fotografía: Hertzain Vásquez, Estampas de un espacio, Mufi, 2018.

Dos arcos conectan con el patio siguiente. Un espacio inconfundible por su espléndido espejo de agua que muda de personalidad según las fiestas y tradiciones del año. En su reflejo, el cielo y el agua dialogan refrescando el ambiente y según la temporada lo encontramos adornado con nenúfares o con el intenso color naranja de la flor de cempasúchil.

El blanco encalado de los muros ilumina con su reflejo las columnas habitadas por las palomas que anidan en sus capiteles y que nos sorprenden con su vuelo repentino.

El espacio, con su estilo mediterráneo, se viste con las enormes cactáceas endémicas de Oaxaca que crecen queriendo alcanzar el cielo azul, y es común encontrar a los visitantes tomando fotografías y selfies que constatan su visita a tan bello lugar.

Por último, el sexto y más reciente de los patios del Museo fue agregado con la expansión y las nuevas salas en 2021. Se trata de un patio que colinda con la calle Constitución y que con su techo móvil constituye un espacio versátil para las actividades organizadas por el museo.

A un costado se encuentra un espacio de café y refrigerios para consumir antes o después del recorrido o de la visita a la Miscelánea Filatélica, donde se puede encontrar todo tipo de artículos relacionados con la filatelia.

De igual forma, el espacio se presta para asistir a una clase de danzón o a la presentación de un libro y, con la misma eficacia, también sirve como centro de reunión para socializar después de la inauguración de una exhibición.

El 6, para la numerología de distintas culturas y religiones, es un número afortunado y se le asocia a la armonía, el equilibrio, la responsabilidad y estabilidad. Se le relaciona también con la energía de la Tierra y su conexión con la naturaleza. Es un símbolo de unión y de comunicación. En México, para la cultura maya, el número 6 está relacionado con la sabiduría, la compasión y la unión entre la mente, el cuerpo y el espíritu.

El Museo de la Filatelia de Oaxaca festeja los 25 años de su fundación, tiempo en el que se ha ido transformando y creciendo como un espacio de armonía entre lo tradicional y lo contemporáneo. Un museo donde la naturaleza convive en equilibrio con la arquitectura, uniendo a personas de todas las edades y nacionalidades en una experiencia integral que las comunica con la cultura.

Con sabiduría y generosidad, el Mufi nos ofrece un espacio en donde la calidez humana de sus fundadores, directivos y de quienes nos reciben con entusiasmo en cada visita nos hace regresar, inevitablemente, al encuentro de nuevas sorpresas en sus salas y entre sus seis mágicos patios.


Entre gráfica, filatelia y numismática: museos impulsados por iniciativas ciudadanas

Una década de distancia separa la creación del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca del Museo de la Filatelia; el primero, fundado por Francisco Toledo en 1988 y el segundo por Alfredo Harp Helú, en 1998. Hoy en día, Oaxaca cuenta con museos y bibliotecas especializadas, espacios que son visitados y cuyos acervos son consultados por personas provenientes de distintas partes del mundo.

Toledo contaba que, en la época en la que abrió el IAGO, en la misma cuadra todavía mataban cerdos, y que los carros transitaban por la calle de Macedonio Alcalá: han pasado casi 35 años desde entonces. El artista, además, fundó más museos y bibliotecas, y surgieron otros espacios promovidos por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.

Al ser lugares que buscan difundir el arte, la cultura y la educación, han desarrollado proyectos en conjunto. Entre los espacios creados por Toledo y la FAHHO existe un trabajo colaborativo cuyos resultados son visibles en exposiciones, concursos, talleres y publicaciones. Entre el IAGO y el Mufi, por ejemplo, a manera de celebración, para conmemorar sus aniversarios, han editado publicaciones y diseñado ediciones especiales de carteles.

Y no es extraño que los espacios colaboren, tiene que ver, también, con quiénes han impulsado estos proyectos: el maestro Toledo y la doctora María Isabel Grañén Porrúa trabajaron juntos en diversos proyectos, iniciaron con la catalogación del acervo que hoy se encuentra en la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa, espacio que actualmente dirige la doctora Grañén Porrúa, quien en su momento también dirigió el IAGO.

Las colaboraciones entre el Instituto y el Museo vienen quizá de que este último se ideó en una exposición en el IAGO. Eduardo Barajas, director del Mufi, recuerda la anécdota que le han contado:

El IAGO organizó una exposición de filatelia y numismática, la colección pertenecía al Archivo Histórico de Banamex, entonces el maestro Toledo le comentó a don Alfredo Harp Helú que sería buena idea poner un museo de numismática y filatelia en Oaxaca, un tema que al filántropo le interesaba porque tenía colecciones tanto de monedas, como de timbres.

Fue así como años más adelante, en 1998, surgió el Mufi.

En los 35 años del iago y 25 del Mufi se han editado diversos materiales, Bestiario de artrópodos y una zoología variada es una publicación que se realizó para el 10.° y 15.° aniversario del Mufi y 20.° y 25.° del iago. Testimonios, obra, filatelia, catálogos y pósters conmemorativos diseñados por el maestro Toledo han sido parte de las exposiciones.


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