Otros ámbitos, otros andares

Fotografías: Acervo de Andares del Arte Popular

Al entrar en la tienda, sobre un carrito de nieves –decorado con los motivos que podríamos encontrar en un alebrije– una copa de fingida nieve de madera nos da la bienvenida con la siguiente inscripción: “La vida sabe mejor cuando la compartes”. Desde el inicio y, especialmente, más adentro, las paredes blancas y los espejos reflejan la luz solar que se cuela desde el techo, por las ventanas y por una fachada totalmente abierta al atrio del Centro Cultural San Pablo; una luz acompañada de ese viento que las lluvias estivales nos dan como un presente.

En ese delicado ambiente, las cosas no solo se observan bajo otro cariz, sino con un ritmo diferente al de la cotidianidad. Sin embargo, ahí parece haber tiempo para detenerse, como en un museo, a contemplar lo cotidiano que se presenta como utilitario, decorativo o lúdico no solo en tanto objetos de interés cultural o curiosidades, sino como artefactos artísticos.

Se trata del nuevo espacio que a partir del 1 de julio de este año (2024) ocupa la tienda de Andares del Arte Popular, ahora ubicada en las inmediaciones del Centro Cultural San Pablo (Av. de la Independencia 902). Para la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, esos caminos en el arte popular iniciaron en abril de 2017 con esta iniciativa que busca comprender y apoyar las necesidades y los desafíos que enfrentan los maestros y las maestras artesanos. Una de las principales estrategias que Andares ha puesto en marcha es una justa comercialización de la artesanía oaxaqueña, con la ventaja de tener acceso a un gran público en un lugar privilegiado del centro histórico de Oaxaca.

“La vida sabe mejor cuando la compartes”. Si este es un lema asumido por quienes construyen Andares del Arte Popular no podría afirmarlo con certeza, pero esa impresión parece desprenderse de su labor, de modo que esta inscripción se ha hecho eco en los espacios que Andares ha habitado. En ese sitio participan, convergen y se comunican, por un lado, formas y materiales diversos y, por otro, las distintas comunidades que han construido su identidad en torno al arte popular. Estas comunidades han hecho de la potencia creadora una herencia generacional; una labor colectiva, familiar, comunitaria; una tarea que, respondiendo a la practicidad de la vida, nos permite hallar la belleza en lo cotidiano-utilitario; una ocupación cuya posibilidad descansa en la materialidad que el entorno proporciona naturalmente a cada población.

Transitar y compartir son dos cosas que Andares del Arte Popular ha sabido hacer. No es casual que “transitar” participe de la misma raíz lingüística que “avatar”, de manera que las vicisitudes requieren para su superación un cambio, una transformación; cruzar o pasar por, es decir: andar. Las comunidades artesanas conocen muy bien las adversidades, pero también saben que compartirlas es mejor, que trabajar y andar los caminos del arte popular se hace mejor en compañía.


La diapositiva en la memoria familiar del siglo XX*

El pasado 31 de mayo participamos en una transmisión en vivo para platicar sobre el impacto de la fotografía del siglo XX, específicamente la relacionada con las diapositivas. En un inicio, se abordaron temas relacionados con este tipo de ejemplares fotográficos considerando parte de sus antecedentes, lo cual implica retomar datos específicos desde el origen de la diapositiva como invento, así como considerar un largo proceso de modificaciones técnicas en la historia de la fotografía. Cabe señalar que este proceso de perfeccionamiento ha impactado directamente en las características de las diapositivas, pues se ha producido y empleado una gran diversidad de cámaras fotográficas que con el tiempo no solo han generado mejores imágenes, sino que también han propiciado que su proceso de obtención sea cada vez más práctico.

En esta ocasión, con la intención de dirigirse a un público general, en primer lugar se abordó el tema de la conservación de este tipo de ejemplares fotográficos. Para ello se realizó una breve exposición de las características de las diapositivas que, posiblemente, encontramos en todos los hogares; asimismo, se habló acerca de los frecuentes y más importantes efectos de deterioro que deben tratarse; además, se hizo referencia al apoyo dirigido a toda persona con algún ejemplar en custodia que desee determinar si este requiere únicamente de tareas sencillas para su preservación, o exige una atención especializada.

Por lo tanto, se aportó la información de quienes profesionalmente están a cargo de la intervención y resguardo de la memoria fotográfica, y de cómo todos, por medio de tareas muy sencillas, podemos colaborar en el rescate de las diapositivas.

* Este texto está basado en la entrevista realizada a Berenice Rochin (Adabi de México) y Alejandro Salinas (Haluro 64) en el programa radiofónico Vientos de cambio de KLDRO Radio, la cual puedes consultar en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=f6N-KJITGpw


168 aniversario de la primera serie postal en México

Primera serie postal en México. Acervo del Museo de la Filatelia de Oaxaca

Hablar de la filatelia mexicana es, sin duda, hablar de la historia de nuestro país. Cada pedazo de papel difunde la cultura, el arte y las costumbres que nos marcan como una sola nación, pero también existe la otra parte, la filatelia como narradora de hechos complejos y convulsos. En México, durante el siglo XIX, se vivió una grave inestabilidad política, lo que causó una guerra civil entre liberales y conservadores, con cada bando defendiendo sus ideales. En estas condiciones de caos político y social, la sociedad mexicana presenció la aparición del primer timbre postal.

Hace 168 años, en febrero de 1856 y siendo presidente interino de la República mexicana Ignacio Comonfort, se publicó el decreto que ordenaba el uso de timbres de correo. Seis meses después, el 1 de agosto del mismo año, fue puesta en circulación la primera serie, la cual se compone de cinco timbres postales que llevan grabado el busto de Miguel Hidalgo y Costilla. Esta serie se conforma de cinco valores y colores diferentes: medio real en color azul, un real en amarillo, dos reales en verde, cuatro reales en rojo y ocho reales en color lila. El grabado de los timbres estuvo a cargo de José Villegas, director de la Imprenta del Gobierno en aquellos años, y, debido al carácter artesanal de la producción de los primeros timbres postales, podemos encontrar hasta nuestros días un sinfín de tonalidades en los colores.

Ya puesta en marcha esta novedosa forma de enviar correspondencia, México seguía viviendo una continua guerra civil. En muchos lugares el Gobierno no tenía mayor autoridad y abundaban grupos de bandidos que asolaban los caminos y constantemente asaltaban las diligencias que transportaban los timbres de correo. Así que para evitar el consecuente daño al fisco, fue necesario asegurar que los múltiples envíos de timbres no fueran robados antes de ser entregados a las administraciones en todo el territorio nacional. La solución fue algo único en la historia del correo mundial: se reglamentó que cada uno de los timbres se contramarcara/sobrecargara con el nombre del distrito postal a donde fueran enviados, de modo que, cuando los timbres no tuvieran esta señal, no tendrían valor alguno. Esta disposición concluiría en 1883, al prohibirse a las administraciones sobrecargar cada timbre con el nombre del distrito. Sin duda alguna, este acto hizo que la filatelia mexicana se convirtiera en una de las más interesantes en el mundo, ya que permite a los interesados no solo coleccionar de forma tradicional, sino por los diferentes distritos y cancelaciones que se utilizaron en cada uno de estos.

Dos reales sin sobremarca. Acervo del Museo de la Filatelia de Oaxaca.
Par de timbres con sobremarca: Medio real, distrito OAJACA. Acervo del Museo de la Filatelia de Oaxaca

El fin de la primera serie de timbres postales llegó con el triunfo de los liberales en recursos tenían que devolver las cartas, ya que el remitente ponía la carta en el correo y el destinatario pagaba el porte. A partir de la aparición de los timbres postales, el porte, el peso y la distancia debían ser cubiertos por el remitente. De esta manera el nuevo servicio de franqueo estuvo al alcance de todos los mexicanos, convirtiendo a las estampillas postales en objetos muy preciados por los filatelistas debido a su gran valor cultural en la historia de nuestro país.

Si quieres conocer más del tema, te invitamos a que visites nuestra biblioteca especializada José Lorenzo Cossío y Cosío, ubicada en el Museo de la Filatelia de Oaxaca. También podrás admirar en el interior del MUFI una de las joyas de la filatelia mexicana: la famosa fajilla del distrito de Yzamal, Yucatán, con un franqueo de 104 reales, el más grande conocido de la primera emisión de 1856.


Camino a San Pablo. Exposición del taller de grabado de Fernando Sandoval

Fotografías: Acervo del Centro Cultural San Pablo

Cada exposición de arte es una serie de ideas, una propuesta; una tesis funcional que propone un diálogo en el contexto donde se lleva a cabo. La exhibición que presenta el Centro Cultural San Pablo sobre los más de treinta años de trayectoria del taller de grabado de Fernando Sandoval reúne obras realizadas con muchos artistas: Rodolfo Morales, Sergio Hernández, Francesco Clemente, Dr. Lakra, Francisco Toledo y muchos otros, con quienes Fernando ha compartido su conocimiento y experiencia para lograr los mejores resultados en cada obra de arte.

Para comprender el amplio panorama del grabado en Oaxaca, el taller de Fernando Sandoval es fundamental, no solo porque inició cuando aún no existían talleres de grabado en la ciudad, sino porque ha formado a maestros impresores a lo largo de los años. Además, ha construido un modelo de empresa que da prioridad a las ideas, propósitos y búsquedas de cada artista antes que al aspecto comercial, logrando que ellos se sientan cómodos atreviéndose a experimentar para hallar algo nuevo en su trabajo.

Cada obra de arte en grabado no es la transcripción de una idea en representación, es la elaboración de un pensamiento en el momento justo en que se traduce a sí mismo en imagen sobre la placa y luego sobre el papel. Y gracias al taller de Fernando Sandoval podemos observar decenas de maneras de hacer aparecer lo invisible, justo en el momento en que empieza a formar parte del mundo.

Hacer emerger una imagen es un proceso compartido entre el artista y el impresor, un momento de descubrimiento de la imagen y del mundo que trae a colación. De hecho, la línea que va dejando la punta metálica para hacer aparecer una figura, una marca o cualquier gesto, mantiene una doble relación con el espacio del dibujo: al mismo tiempo visual y metafísica, pues elaborar una imagen ha estado siempre asociado con lograr una especie de poder frente al mundo.

Cada imagen está fundada en un deseo de dejar aparecer algo, así como tener acceso a aquello que se encuentra en el mundo siendo invisible y que no se conocerá sin la particular intervención del artista. Cada imagen y cada dibujo funcionan como una revelación que ocurre en el espacio delimitado por la placa; cada placa es un espejo donde se puede contemplar la mâya, no la ilusión y la apariencia cotidianas, sino el tejido secreto del que está hecho el mundo.

En ese caso, realizar un grabado es descubrir un aspecto de aquello que no tiene forma, aquello que es continuo e indiferenciado; quizá por eso muchos de los grabados de la exposición son intensamente atractivos, pues no solo contienen imágenes geniales, sino que apuntan a la abundancia del mundo donde esas imágenes son posibles.


Estudiantes entretejiendo comunidades

Fotografías: Acervo del Museo Textil de Oaxaca

El Servicio social constituye una actividad que permite al alumnado identificar áreas de oportunidad y coadyuvar a la solución de diferentes problemáticas y servicios dentro de la sociedad. Por medio de esta actividad se trabaja para impulsar las condiciones necesarias que fomentan la formación integral de los estudiantes.

Como parte del programa de Servicio social, Prácticas profesionales y Voluntariado que ofrece el Museo Textil de Oaxaca, los estudiantes viven una experiencia enriquecedora al colaborar directamente con creadores y especialistas en el textil; asimismo, contribuyen al trabajo que realiza cada artista en sus diferentes áreas para la mejora de sus procesos creativos o en la creación de nuevos productos, por mencionar algunos ejemplos. Para poder formar parte de este programa se invita a los interesados a presentar un proyecto que deseen llevar a cabo, así como hacer mención del objetivo y resultados que se alcanzarán al término de su colaboración; el programa está abierto para todas las universidades de cualquier parte del mundo.

Para la primavera de 2024 contamos con la participación de Kaelin Silas, estudiante de la carrera de Diseño, de la Universidad de Wisconsin – Madison. Su propuesta consistía en desarrollar una serie de talleres con diferentes técnicas de reserva empleando un concentrado de añil a base de fructosa; para el teñido utilizó añil producido en Santiago Niltepec, Oaxaca.

Kaelin preparó algunos concentrados a base de dátiles, sulfato ferroso y fructosa, lo que dio pie al primer taller, “Variaciones del añil”, en el que el público asistente pudo aprender y conocer las variaciones del añil en sus diferentes formas de preparación; el taller se llevó a cabo en sesiones de un día, con la posibilidad de elegir la hora y la fecha de la sesión.

Como parte de las capacitaciones dirigidas a artistas textiles, se les hizo una invitación a participar de este taller, en el cual Kaelin les mostró cómo preparar un concentrado de añil a base de fructosa; algunos artistas que participaron compartieron sus experiencias con el teñido. Nelson Hernández, de la comunidad de Santo Tomás Jalieza, Oaxaca, comentó que le parecía una receta más natural y con aroma agradable (por la fructosa); Diógenes Gutiérrez, de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, comentó que haría la prueba con fructosa para dejar de contaminar con algunos químicos que utilizaba en su proceso de teñido. Fue así como todos los participantes compartieron anécdotas de los diversos procesos que emplean para el teñido de fibras.

En las siguientes líneas, Kaelin comparte la experiencia de su pasantía en el MTO: Venir al museo para realizar una pasantía me atrajo porque valora mucho a los artesanos con quien trabaja, desarrollando programas y talleres para la comunidad. Hay una gran historia de textiles en Oaxaca y el museo se compromete a mantener vivas estas tradiciones. Admiro mucho los esfuerzos, y por eso quería realizar una pasantía en el museo. Me encantó colaborar con otros artistas textiles y personas que aprecian los textiles, conocer sus historias y hablar con los participantes de los talleres. En la universidad disfruto experimentar con tintes naturales y técnicas para crear arte. Soy estudiante de teñido, serigrafía,
tejido e impresión.

El Servicio social es un requisito obligatorio y una actividad académica que deben cumplir los jóvenes universitarios antes de egresar de su carrera. En el MTO lo obligatorio de este requisito se convierte en una experiencia única de aprendizaje. Invitamos a estudiantes que deseen tener un acercamiento con los hilos, agujas, tintes y telares a participar en este programa, donde podrán crear, conservar, promover y, sobre todo, hacer comunidad con diferentes pueblos.


¿Cuál es el papel crucial del diseño en los museos?

¿Alguna vez te has sentido atraído por alguna exposición sin siquiera haber visto las obras en persona? Los colores de la sala, los textos, la iluminación; algo de esto hace que, por alguna razón, te sientas cómodo dentro del espacio. Los museos tienen el poder de transportarnos a distintas experiencias, porque detrás de cada una de estas existe un elemento esencial: el diseño.

Aplicado a las instituciones culturales, el diseño va más allá de ser solo una cuestión estética. Se trata de un elemento de gran importancia que moldea la forma en la que interactuamos con el espacio y condiciona el tipo de experiencia que se detonará.

El impacto que este tiene en los museos se ve reflejado desde antes de llegar al espacio mismo. En muchas ocasiones, el primer contacto del público ocurre mediante sus redes sociales o página web. Casi siempre tenemos una idea de cómo puede ser la experiencia en cada museo por medio de lo que vemos en internet.

Una vez que el visitante ha llegado a nuestro museo inicia la experiencia física, y el diseño, implementado de forma apropiada, puede guiar a los visitantes a través de las exposiciones. Así, la tarea es unir el contenido de la exposición con la forma en que este se presenta para lograr una experiencia más significativa, al crear una relación más íntima entre la obra y el observador. Al organizar, sintetizar y presentar la información de manera clara y atractiva, es posible generar narrativas que cautiven al visitante y lo guíen a lo largo de las salas. De esta manera, el diseño gráfico es una herramienta clave en una de las labores principales de un espacio museístico: la de educar.

Por otro lado, el diseño gráfico puede mejorar la accesibilidad y crear un ambiente agradable. Una de las características más importantes del diseño en los museos es la del reforzamiento de su identidad. A partir de ello podemos generar un diálogo como institución con los visitantes.

En la actualidad, es sumamente importante que los diseños propuestos en instituciones culturales cuenten con las características necesarias para la inclusión. Un diseño inclusivo siempre va a considerar todas las necesidades de los visitantes, independientemente de su edad, capacidades físicas o idioma. De esta manera garantizamos que los museos sean accesibles para todos y todas.

La pandemia ocurrida en el 2020 dejó en evidencia la importancia y los alcances de las tecnologías para adaptar los modelos educativos y las distintas formas de relacionarnos en diferentes ambientes virtuales e inmersivos. Muchas interrogantes fueron respondidas mediante pruebas y errores durante este tiempo: ¿Qué opciones existen para exhibir piezas que no tenemos físicamente? ¿Cómo podemos continuar visitando espacios culturales sin salir de casa? ¿De qué manera recreamos una experiencia que ya no existe?

Eventualmente, la tecnología terminó llegando a los museos para enriquecer las experiencias que estos ofrecen. Sin embargo, estas ‘nuevas tecnologías’ no son tan nuevas como se nos presentan, llevan con nosotros más de veinte años. Lo que sí es nuevo es la forma en la que se utilizan para beneficio de las instituciones culturales. Algunas de ellas son la realidad virtual y la realidad aumentada, con todas sus variantes.

Con la ayuda de este tipo de herramientas es posible generar una infinidad de discursos. ¿Te imaginas estar en Monte Albán y poder revivir un juego de pelota mirando a través de tu celular? ¿O que, al grabar un huipil te aparezca una descripción de su iconografía o un video de la comunidad donde fue elaborado?

Como museógrafo del Museo Infantil de Oaxaca he planteado algunas propuestas para utilizar estas herramientas y procurar superar algunos de los retos que se nos han presentado. El MIO, al encontrarse en una antigua estación de ferrocarril, tiene la misión de difundir y educar en la historia y el patrimonio ferroviario. Sin embargo, uno de los principales retos a los que se enfrenta es la falta de material rodante en la estación. Entonces, ¿cómo podemos mostrar algo que ya no existe físicamente en el espacio? A partir de la realidad aumentada y el modelado en 3D es posible recrear una locomotora de vapor en tamaño real y presentarla estacionada en el andén. Gracias a la labor del diseño, sería posible rodearla, acercarse a ella e incluso verla por dentro. De esta manera, acercaremos el patrimonio histórico mediante las tecnologías digitales a las nuevas generaciones.

De igual forma, apoyándome de estas tecnologías (y con asesoría del maestro y diseñador René Mecott), hice el prototipo de una experiencia en la que niños y niñas, al armar un vagón de papel, aprenden sobre sus distintos usos e historia. Al finalizar los armables, estos revelan un código QR que, al escanearse con cualquier celular, regala al usuario un modelo virtual de una locomotora que este puede colocar en su patio, sala o escuela. También, por medio de un minijuego, que consiste en buscar íconos repartidos virtualmente por el espacio, los visitantes descubren a la mascota del museo portando los distintos vestuarios de los trabajadores del ferrocarril y sus cargos. De esta forma, el público puede llevarse a casa un pedacito del MIO.

En cuanto a la realidad virtual, se planteó una experiencia con visores VR (gafas de realidad virtual) los cuales pueden estar instalados en alguna sala o dentro de algún vagón. La función de esta herramienta será la de emular viajes en el tiempo para los visitantes: poder experimentar un viaje en ferrocarril como en la década de 1950, participar en la inauguración de la estación en 1892 o incluso presenciar cómo impactó un rayo en el ahuehuete de la estación.

Como hemos podido observar, las posibilidades parecen infinitas cuando hablamos de generar experiencias enfocadas en los diferentes espacios museísticos, pero, como cualquier tecnología que se mezcla con la historia, la cultura y las tradiciones, es importante integrarlas con cuidado y conscientemente. Uno de los objetivos principales que siempre debemos tener en mente es que las tecnologías deben complementar a las exposiciones y mejorar la experiencia del visitante, por ningún motivo deben restarle valor u opacar las piezas exhibidas.


Colores de Copal

San Martín Tilcajete es una comunidad de origen zapoteca, cuyos habitantes han trabajado la talla en madera por varias generaciones. En esta ocasión conoceremos el trabajo de una familia proveniente de esta población.

Perla Fuentes nos da la oportunidad de escuchar la historia de cómo su trabajo con la talla de madera ha perdurado hasta el día de hoy. Todo inició con su abuelo paterno, quien en un inicio se dedicaba al cultivo del campo, pero entre los años sesenta y sesenta comenzó, junto con otros miembros de su familia, a tallar máscaras para el carnaval que se realiza en la comunidad cada año. Así se originó esta tradición en torno al tallado de máscaras para el que se ocupaba madera de guamichil y zompantle, con la que también elaboraban las herramientas para el campo, como el yugo para sus toros, entre otras.

En los años setenta el iniciador del tallado en madera, Isidoro Cruz, tallaba las máscaras y las vendía para el carnaval de la comunidad. Poco a poco, se dio a conocer el trabajo que realizaba y, en una ocasión, llegó a su casa una persona de la Ciudad de México que traía un alebrije de cartón hecho por el maestro Pedro Linares; esta persona le solicitó una réplica en madera de tal trabajo.

Ante este reto, Isidoro Cruz habló con los maestros Celedonio Fuentes Méndez y Zenen Fuentes –el abuelo y el tío de Perla Fuentes, respectivamente–, para trabajar en equipo con el fin de realizar este pedido. Se dividieron la tarea, y al comenzar a manipular las maderas con las que realizaban las máscaras se dieron cuenta que eran muy duras, por lo que buscaron un tipo más suave, ya que el pedido consistía en elaborar alas, lenguas, garras, entre otras piezas que requerían que el material fuera de un manejo más sencillo. Como vieron que había mucha madera de copal en la comunidad, tomaron la decisión de trabajar con ella, pues se trataba de un material suave y de fácil manejo. De esa manera lograron elaborar todas las piezas que constituían la réplica del alebrije de papel.

Cuando la persona que hizo el encargo volvió a Oaxaca, quedó fascinado por el resultado de la pieza en madera, con un acabado rústico, ya que para la época resultaba difícil conseguir las herramientas para obtener piezas más finas, por ejemplo, las lijas. Una forma de lograr un acabado más delicado consistía en romper botellas de vidrio, y con el filo de los pedazos se podían afinar un poco más las piezas.

Para pintar las distintas partes de la composición se utilizaban tintes naturales, como el tizne de las ollas que se ocupaban en la cocina, la grana cochinilla, las flores de cempasúchil, entre otros. Al ver que su trabajo era cada vez más popular, comenzaron a invitar a más amigos para que hicieran posible llevar a cabo los pedidos solicitados.

Al recordar estos grandes primeros pasos en la creación de la identidad del tallado de madera, no se pueden dejar de lado los grandes retos que también se tenían para la época, por ejemplo, la falta de reconocimiento al valor tan importante de estas piezas y, por ende, los malos pagos.

Cuando buscaban la forma de poder vender las obras que realizaban, el maestro Celedonio, junto con sus hijos, acomodaban las piezas dentro de un canasto de carrizo para transportar sus productos a la ciudad de Oaxaca con el fin de enviarlos a la Ciudad de México.

La gente identificaba a los maestros con el mote de “moneros”, y al abuelo de Perla lo nombraron Tío Chele Fuentes, el monero. Muchos decían que este noble trabajo era para gente floja, pero con el paso del tiempo, y al ver que este oficio era sustentable, se unieron más personas para aprender.

Gracias a la constante labor del abuelo de Perla, su padre, Martín Fuentes Melchor, pudo salir adelante y pagar sus estudios. Para cuando el maestro Martín tenía a su familia, hubo un momento de desánimo, ya que como padre y proveedor de su hogar no tuvo otra opción que buscar un nuevo empleo para poder llevar el sustento, pero no por ello abandonó el tallado en madera. Al paso del tiempo, cuando los hijos del maestro Martín Fuentes eran mayores, Perla Fuentes decidió darle un reconocimiento a la herencia que su abuelo les dejó.

En 2017 nació Colores de Copal un taller para honrar y conservar el legado que les fue heredado; este taller fue el motivo por el que el maestro Martín Fuentes logró retomar las fuerzas necesarias, gracias al apoyo de su familia, para seguir trabajando las piezas tradicionales que elaboraba con su padre. Perla y sus hermanas comenzaron a experimentar con nuevas técnicas de decoración y a realizar nuevos productos, con lo que esperan que su trabajo no sea solo reconocido en México, sino en otros países como Estados Unidos, Francia, España y Australia.

Gracias a todos los esfuerzos para crear Colores de Copal, la familia agradece la oportunidad de tener una carrera, pero, sobre todo, tener una como maestros del arte popular de Oaxaca. Agradecemos el compromiso por preservar el oficio del maestro Celedonio Fuentes y ser parte de la tercera generación de guardianes de la tradición.

Te invitamos a conocer el trabajo de la familia Fuentes Pérez en Avenida Independencia 902, Oaxaca, Centro.


¿Por qué es necesario fumigar?

El estado de Oaxaca alberga un número considerable de archivos históricos, municipales y parroquiales que, lamentablemente, han carecido de atención durante muchos años, pues han pasado incluso décadas sin limpieza, sin vigilancia y sin consulta, lo que ha generado en los documentos una excesiva acumulación de polvo, manchas provocadas por humedad, pérdida de tintas y soporte. Además, expuestos por largo tiempo a la humedad y la temperatura variable, sin ventilación y movimiento, se hacen susceptibles a la aparición de todo tipo de microorganismos que agravan sustancialmente la situación. El apilamiento de documentos suele convertirse en el hogar predilecto de insectos, roedores y microorganismos; este cúmulo de problemas suele englobarse como uno mismo, pensando erróneamente que al realizar una fumigación se erradicarán los tres casos expuestos anteriormente.

La fumigación es un método de control de plagas que se aplica para eliminar cualquier insecto o fauna nociva; por otro lado, la desinsectación se centra en la erradicación de los insectos y artrópodos; por último, la desinfección se enfoca en la eliminación de microorganismos en superficies y objetos. Estos métodos son necesarios para mantener el estado óptimo de nuestros archivos, así como la salud y bienestar de quien los resguarda y consulta.

Sin embargo, deben considerarse varios factores antes de realizar este proceso, donde el clima es determinante. En el Archivo de San Miguel Tequixtepec encontramos presencia de Lepisma saccharina, mejor conocidos como pececillos de plata; estos fueron detectados en diversas cajas del archivo de concentración e histórico, en un espacio que se comparte con la biblioteca municipal. Es común pensar que solo es necesario fumigar las cajas en las que se han visto los insectos, no obstante, la desinsectación debe realizarse tomando también en cuanta todo el espacio donde han sido encontrados los insectos, abarcando los materiales y muebles en los que se ha almacenado la documentación. En Santa María Suchixtlán además notamos la presencia de varios insectos, entre los que destacan los pececillos de plata, pero en este caso extendidos incluso hacia los espacios aledaños al archivo.

Por otro lado, en el Istmo es más frecuente la termita o comején; ahí descubrimos colonias vivas de estos insectos en su periodo larvario, no solo en libros y documentos, sino también en las paredes de todo el inmueble, pues la temperatura y la humedad propias de la región favorecen a su reproducción. Santiago Lalopa y San Miguel Yotao, por el contrario, localizados en la Sierra Norte, con una temperatura más fresca y humedad constante, albergaban ambos tipos de insectos, además de microorganismos. Es preciso recalcar que la llamada fumigación –que lo correcto sería la “desinsectación”– en el proceso que aplicamos, no elimina los microorganismos comúnmente llamados hongos.

Una vez identificado el problema, nos disponemos a acomodar estratégicamente el material, de manera que el insecticida abarque todos los documentos; se sellan ventanas, puertas y cualquier abertura existente en el espacio donde se aplicará el fumigante. Para ejecutar esta tarea, es indispensable mantener medidas adecuadas de seguridad, a la par del uso de traje tyvek, mascarilla antigás y guantes. Por lo regular utilizamos un insecticida de tipo piretroide, el cual genera una capa de humo que tiene la capacidad de penetrar en áreas de difícil acceso donde comúnmente se esconden o reproducen los insectos. Pasadas de 24 a 72 horas de la acción del fumigante, nos apoyamos con aspiradoras para eliminar todo tipo de residuos; si durante la limpieza encontramos insectos muertos, es cuando comprobamos que el proceso ha surtido efecto. Finalmente, acomodamos y resguardamos el material aspirado en el mobiliario que también tiene que estar limpio.

Las recomendaciones siempre coinciden en cuidar las condiciones de resguardo para prevenir que insectos como estos proliferen y así evitar procesos invasivos y costosos, como la desinsectación. En los archivos y bibliotecas, una limpieza profunda y programada es lo que permitirá que los documentos tengan una movilización y ventilación constante que promueva su conservación. Es responsabilidad de los resguardantes vigilar las condiciones de sus acervos, además de capacitarse, tener un plan de riesgos y, de ser posible, equiparse en aspectos prioritarios, lo que permitirá hacer frente a cualquier situación de emergencia en el objetivo primordial de la preservación del patrimonio documental.


Homo ludens: la afición escarlata y el cuidado del medio ambiente

Fotografía: Acervo del Estadio AHH

En 2022, el Estadio Alfredo Harp Helú y el equipo Diablos Rojos iniciaron con la campaña “Tapitas al bat”, cuya idea consistió en invitar a los aficionados a recolectar tapas de plástico y donarlas al Estadio durante los juegos locales de esa temporada. Las tapitas serían llevadas, posteriormente, a organizaciones que colaboran con diferentes programas de atención a niños con diagnóstico de cáncer.

En 2023, Diablos Rojos se sumó a la iniciativa IMURecicla, un programa de recolección de pilas usadas, considerado el más grande de América Latina. Para ello se instaló una columna recolectora dentro del Estadio AHH en la que la afición, administrativos y jugadores de los Diablos podían dejar sus pilas usadas y así darles un manejo adecuado y contribuir al cuidado del medio ambiente. Cabe mencionar que se lograron reunir 105 kilogramos de pilas usadas durante julio y agosto de ese año.

Estos dos ejemplos son solo una pequeña parte de lo que juego con juego, día con día, sucede en el Estadio en favor del medio ambiente. Cuentan mucho los pequeños actos, y especialmente aquellos que se hacen más por una buena costumbre que por una orden y de mala gana. Desde la entrada a la Casa del equipo escarlata todo lo que observamos está dispuesto para que los aficionados disfruten del juego. Y mientras uno va a gozar de los batazos, los hits, las carreras, la comida, las bebidas y el excelente ánimo que inunda todas las zonas, hay un momento entre la séptima y octava entrada en el que el equipo de limpieza pasa por cada pasillo a recolectar la basura. Es algo que quizá no debería sorprender, pero ¿en cuántos estadios, al menos en México, sucede lo mismo? Y ocurre de tal manera que se siente como algo cotidiano, que forma parte de la atmósfera del Estadio.

Hace algunos domingos, a principios del mes de julio, sucedió algo que funciona para ejemplificar cómo los pequeños actos cotidianos son los que hacen la diferencia. Era la octava entrada y los Diablos perdían por bastantes carreras. En tanto iniciaba la octava alta, se escuchó en el altavoz la canción de un autor cubano que dice “¡A esconderse que ahí viene la basura!”, haciendo un llamado a los aficionados a recolectar los empaques y envases de lo consumido durante el juego, para depositarlos en una bolsa que el servicio de limpieza hace pasar con el fin de aminorar los desechos que se dejan en las gradas al final del juego. A modo de reto curioso para matar el tedio, un aficionado de las gradas del jardín derecho lateral comenzó a reunir todos los vasos desechables: los propios, los de sus amigos, los de los vecinos, y pronto muchos aficionados de la marea roja de otras gradas comenzaron a cooperar para formar la torre más alta de vasos jamás vista. Los aficionados de alrededor comenzaron a animar al recolector… las autoridades observaron la conducta hasta que un policía se acercó y, tras una breve plática, retiró la torre y puso el contenido en la basura. De repente, volvió a formarse otra, con vasos provenientes de aficionados más alejados… pero también por las gradas de primera ya comenzaban a imitar el ejemplo.

¿Y qué tiene de extraordinario, se preguntará el lector? Sin duda los aficionados del beisbol somos distintos, somos homo ludens ‘hombre que juega’ hasta para nuestra conciencia ambientalista. El Estadio Alfredo Harp Helú fue creado para tener una relación empática con el medio ambiente: captación de lluvia, ahorro de agua, tratamiento de aguas negras, tecnología led de bajo consumo de energía eléctrica, más los dos ejemplos al inicio mencionados… y la marabunta roja está en sintonía con esta empatía.

De vez en cuando aparecen videos de aficionados japoneses que recogen la basura en sitios muy lejanos a su tierra natal… ¿no sería ideal que estas torres se crearan cada octavo inning para limpiar de manera divertida? Sería un buen ejemplo para todos.


Editorial

Entre las tantas frases atribuidas y citadas de Jorge Luis Borges, se encuentra una en la que declara inimaginable un mundo sin libros, pero no sin pájaros o sin agua, una idea ya incomprensible en estos tiempos que el cambio climático se ha convertido en una preocupación. Sin embargo, la literatura pocas veces es literal, la palabra es un “jardín de senderos que se bifurcan” y, entonces, es posible pensar que si nos faltaran los libros sería porque también nos habrían abandonado las aves y las aguas. En otras palabras, un mundo inimaginable sería aquel en donde no hay árboles, ecosistemas dignos para la lectura, para la vida. Esta es la idea que ronda este número 40 del Boletín Digital de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, dedicado, en gran medida, a celebrar los libros, los árboles y el vital líquido.

En este tenor, este número comienza con cuatro textos que conmemoran los treinta años de existencia de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa: su directora, María Isabel Grañén Porrúa, traslada nuestra imaginación hasta el entonces llamado “nuevo mundo” para evocar la importancia de este acervo. Stella González Cicero, directora de Adabi de México, valora los motivos, los factores y agentes que han hecho posible el reconocimiento nacional e internacional de la Biblioteca. Por su parte, el Mufi distingue los lazos espaciales, temáticos y logísticos que han tejido con la Burgoa en favor de sus visitantes. Asimismo, desde la propia Biblioteca se nos ofrece un catálogo de joyas bibliográficas seleccionadas a partir de la exposición “Libros peculiares”, que muestra obras producidas en las imprentas más importantes de Europa y América, entre los siglos XV y XVIII. A estos textos se suma la experiencia de Michael Swanton quien, como coordinador de proyectos lingüísticos (2005-2012) en la Biblioteca Francisco de Burgoa, señala la trascendencia que este acervo ha tenido en el impulso de las investigaciones sobre las lenguas mesoamericanas vivas.

En un orden de ideas distinto, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova presenta sus trabajos de conservación e investigación en torno a cuatro mapas de la Sierra Juárez que el ingeniero alemán Enrique de Schleyer realizó en 1870 y 1871. El Taller de Restauración expone las intervenciones llevadas a cabo en el templo de Villa Tejúpam de la Unión, Teposcolula, señalando sus antecedentes históricos y los servicios futuros que ofrecerá para la comunidad.

Por otro lado, el Museo de la Filatelia de Oaxaca escribe sobre su exposición “El ingenio alado”, una colección de timbres que resalta la diversidad biológica y la pericia con que las aves habitan el mundo embelleciéndolo y despertando el asombro. El Museo Infantil de Oaxaca vuelve a ensalzar la naturaleza al abrirnos a la posibilidad de pensar el museo como espacio para la reflexión sobre la vida humana en profunda conexión con el crecimiento de la milpa. Por su parte, Andares del Arte Popular refrenda la importancia y el significado del agua en los procesos artesanales, desde la conformación del barro hasta la obtención de tintes. En este mismo sentido, la Biblioteca Henestrosa propone un texto relacionado con el derecho al agua en la ciudad de Oaxaca no solo como recurso y servicio, sino como parte del paisaje, dentro de un contexto donde la lluvia y la poesía se han convertido en las únicas formas de habitar nuestra vital y primigenia relación con el agua. La poesía, entonces, se convierte en remedio, como lo señala el texto de Seguimos Leyendo, en este caso para un grupo de mujeres que adoptaron el poema como forma de expresión a partir de la lectura y la creación compartidas. En concordancia con el compromiso de la FAHHO para seguir preservando la comunidad, los libros y la poesía, la Coordinación de Medio Ambiente ofrece un texto sobre el Día del Árbol para insistir en la importancia de los árboles en la conservación de los ecosistemas.

Para remarcar la importancia del deporte en la sociedad y la cultura, los Diablos Rojos del México presentan una nota sobre el fenómeno que el lanzador Trevor Bauer ha suscitado en el beisbol mexicano con sus sorprendentes apariciones en el campo de beisbol. Asimismo, Guerreros de Oaxaca vuelve a mostrar la sinergia que el diseño de sus uniformes busca establecer con las artes y oficios de Oaxaca, esta vez con los tradicionales rótulos. También un caso de sinergia es el que presenta el texto del Mufi acerca de la exposición “Beisbol: el Jonrón de los EE.UU.”, del Smithsonian National Postal Museum, en la que se exploran las conexiones con el beisbol y ciertas prácticas deportivas prehispánicas por medio de las confluencias entre las historias del beisbol y del servicio postal.

Una vez más, esperamos que esta entrega del Boletín Digital sea de su agrado y contribuya a que sus acciones, junto con las que emprenden las diferentes filiales de la Fundación, vayan marcando caminos hacia la construcción de mejores modos de vida.


Memorias de letras entretejidas

Fotografías: Acervo de Comunicación FAHHO

La nave de la Biblioteca Francisco de Burgoa es un túnel del tiempo lleno de historias que dejan leerse, algunas en sus libros, pero hay otras muy intensas que se viven diariamente.

Si uno agudiza el oído y usa la imaginación, puede escuchar los disparos de cañones que anuncian a la población la llegada de la nao al puerto de Veracruz. La gente espera con ansias las noticias del Viejo Continente. El Comisario del Santo Oficio de la Inquisición se adelanta para revisar los cargamentos. Uno de los barriles tiene un letrero que dice “avellanas”, pero, al abrirlo, encuentra algo escandaloso: ¡libros prohibidos! Algunos van directo a la hoguera, en cambio, otros se libran de ella y así varios textos que perturban las buenas conciencias, como las novelas de caballería, circulan en la mentalidad de los habitantes del Nuevo Mundo.

No faltan aquellos viajeros que colocan sus libros entre sus ropas, y otros frailes, como el arzobispo fray Juan de Zumárraga, traen de Europa sus bibliotecas personales. Aguantan los mareos, el calor, el hambre y las incomodidades que implican los eternos días de trayecto en el camino a las Indias.

Los cargadores depositan los baúles con libros en los lomos de las mulas que van hacia la Provincia de Antequera. Unos serán para los conventos de los carmelitas, jesuitas, agustinos, betlemitas y, la mayor parte, para los dominicos. Los frailes eran humanistas, requerían libros y no escatimaban recursos para adquirirlos. Así, las bibliotecas de Oaxaca no tenían nada qué envidiar a sus contemporáneas en Europa.

Al cabo de los años, estos libros estuvieron expuestos a múltiples aventuras; sobrevivieron a terremotos, incendios, inundaciones, guerras, insectos, roedores y también al descuido y al pillaje. Pero, milagrosamente, se conservaron y, hace treinta años, el maestro Francisco Toledo tomó la iniciativa de organizar, catalogar y restaurar unos 27 000 libros que habían quedado desordenados en una bodega de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Olvidada, ahí estaba una de las mejores bibliotecas de México y, afortunadamente logró ser trasladada a una nave del exconvento de Santo Domingo.

Este año celebramos los treinta años de aquel rescate del que resultaron muchas otras historias. La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca siempre ha estado cerca de este proyecto y celebra que existan guardianes incansables que trabajan diariamente para conservar los libros, fotografías, documentos y periódicos que hoy forman la Biblioteca Francisco de Burgoa, un lugar de confluencia con las miles de personas que la han visitado. Estoy segura de que para cada una de ellas, la Biblioteca significa un cúmulo de encuentros afortunados que enriquecen las historias narradas en los libros y la vida de cada uno de nosotros.


30 Años de la Biblioteca Burgoa

Fotografías: Acervo de Comunicación FAHHO

Con gran alegría nos unimos a la celebración del trigésimo aniversario de la Biblioteca Francisco de Burgoa, un faro de conocimiento y cultura que ha brillado durante estas tres décadas. Es menester felicitar de corazón a todas aquellas personas que, con su inquebrantable dedicación y esfuerzo, han contribuido a la creación y florecimiento de este emblemático espacio, desde los fundadores y bibliotecarios hasta los investigadores y visitantes: cada uno ha jugado un papel crucial en la consolidación de la biblioteca como un tesoro cultural insustituible. Pareciera que su sola presencia en el Museo —antiguo convento de los dominicos a quienes perteneció este valioso acervo bibliográfico que resguardaba el saber desde varios siglos atrás— y su permanencia en el presente hubieran sido suficientes, sin embargo, es necesario considerar otros muchos beneficios que se desprenden de su existencia.

Su localización en el Museo de Santo Domingo de Oaxaca ha mostrado a los miles de turistas que acuden a visitarlo la cultura alcanzada en Hispanoamérica entre los siglos XVI al XX. Han pasado por ella muchos estudiosos de los contenidos culturales que se encuentran en sus libros, buscando el conocimiento y la sabiduría que sustenten la historia de la orden dominica, así como la de las corrientes filosóficas y las teológicas en el ámbito religioso, además de las científicas en cuanto al contexto académico de aquel entonces, fundamento de actuales pensamientos. Con el paso del tiempo, la Biblioteca Burgoa ha acrecentado sus colecciones de libros con las donaciones de importantes personalidades, gracias a la confianza lograda en la sociedad dado el compromiso y la seriedad que como institución sustenta.

Podemos decir que el rescate de la otrora biblioteca de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca fue un acierto del maestro Toledo en su deseo por dar a conocer este acervo bibliográfico y ponerlo al alcance de los oaxaqueños y muchos académicos alrededor del mundo. Actualmente es una de las pocas bibliotecas que cubre varias funciones: estar abierta a un público estudioso para la consulta, brindar exposiciones temáticas para dar a conocer su riqueza cultural, así como ser un espacio que abre a los escolares mundos y horizontes diversos. Asimismo, ha abierto sus puertas a otras muchas instituciones de diversa índole para que, como un espacio estéticamente maravilloso, desarrollen actividades de corte cultural en un lugar en el que sus asistentes puedan sentirse cobijados por siglos de cultura.

Durante treinta años, la Biblioteca Francisco de Burgoa ha logrado ser un orgullo para la Universidad, para los oaxaqueños y para todo México, asimismo, como patrimonio cultural es también un motivo de orgullo ante el mundo. Por esta razón, y gracias a quienes se han dedicado a protegerla, ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los esfuerzos para consolidarla y mantenerla en funcionamiento se deben a la institución que la custodia y, especialmente, al amor y cuidado que por todos estos años le ha procurado su directora, la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, a quien felicitamos calurosamente. Treinta años se dice fácil, pero vivirlos comprometidamente llenan toda una vida de entrega, sacrificios, pendientes, responsabilidades y también, por qué no decirlo, de grandes satisfacciones. No es nada fácil sostener instituciones culturales sin un pleno convencimiento de lo que estas significan y del potencial que poseen. En su público, en quienes la consultan y aprovechan, así como en quienes la disfrutan recae gran parte de su porvenir como una institución viva y su permanencia como un tesoro invaluable que merece cuidado y resguardo a futuro.


La Biblioteca Francisco de Burgoa y el MUFI: analogías y remembranzas

Alicia Gojman e Isaac Backal. MEPSI, 2003. Acervo: Museo de la Filatelia de Oaxaca y Biblioteca Fray Francisco de Burgoa

Sea cual fuere nuestra insistencia en hacer hablar al pasado, en nuestras bibliotecas, en nuestros museos o en nuestras filmotecas solo podremos encontrar las obras
que el tiempo no ha hecho (o no ha logrado hacer) desaparecer. Más que todo, entendemos que la cultura es lo que queda cuando todo lo demás ha sido olvidado.

Jean-Philippe de Tonnac

La Biblioteca Francisco de Burgoa de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y el Museo de la Filatelia de Oaxaca son espacios que destacan en la vida cultural de la ciudad, ya que resguardan importantes acervos de riquísima historia, así como libros y timbres, estos últimos en el Mufi.

En 2013, con motivo del XII Congreso Mundial de la Organización de las Ciudades Patrimonio Mundial, celebrado en Oaxaca, el Comité Nacional de Lucha contra la Tuberculosis y Enfermedades del Aparato Respiratorio emitió la planilla Oaxaca Ciudad Patrimonio con cincuenta timbres postales, un conjunto de bellas imágenes capturadas por la fotógrafa Cristina Kahlo que muestran la riqueza cultural de nuestra ciudad, destacando la zona arqueológica de Monte Albán, la arquitectura colonial, las artesanías, los textiles y la gastronomía, además de parques, jardines y museos, entre otros espacios culturales.

Uno de los motivos postales que armonizan esta composición muestra un libro abierto en primer plano, al fondo un librero de cedro y a la izquierda una reja: se trata del espacio emblemático de la Biblioteca Francisco de Burgoa. Para quienes tenemos la dicha de conocerla, un solo detalle en un timbre postal atrae la mirada y nos convierte en testigos del exquisito aroma del papel y de la piel de las encuadernaciones, así como de la fina fragancia del cedro. A la distancia, aun sin conocer el espacio, inspira a crear, como la obra que a partir de este timbre realizó la artista estadounidense Molly Rausch (2014).

La Burgoa y el Mufi, como comúnmente se les conoce, comparten la misma fila de timbres en la planilla, de extremo a extremo, una distancia simbólica que en realidad son los imponentes muros de cantera verde del bello complejo cultural Santo Domingo. Su cercanía es tal que les permite realizar proyectos en conjunto, desde el préstamo de espacios para la realización de talleres, conferencias e incluso la solidaridad en una que otra emergencia en la logística de algún evento.

Y por simple que parezca, tienen algo en común: un timbre puede tener un motivo afín al libro o a aquello que le rodea: bibliotecas, imprenta, tipografías; un libro o un documento puede conservar una estampilla como un comprobante del pago de impuestos para documentos y libros (timbre fiscal) o bien, una estampilla adherida por el servicio de envío del ejemplar por correo. Los libros y los timbres son de interés para los coleccionistas por su antigüedad, su rareza o la variedad del papel, incluso por ser los únicos ejemplares que se conocen; ambos se clasifican, se catalogan, se estudian, se exhiben, se preservan; son acervos excepcionales con gran valor histórico que forman parte de nuestro patrimonio.

Entre los proyectos colaborativos se encuentra la exhibición filatélica “MEPSI Oaxaca 2003” cuya sede fue la Biblioteca Francisco de Burgoa, en donde se llevó a cabo la Corte de Honor en la cual se exponen colecciones invitadas de relevancia filatélica, como Correo Colonial en México de Alicia Gojman e Isaac Backal, una amplia selección de piezas presentada en 250 hojas de montaje. La exposición temporal “1539- 2011, 472 Aniversario de la imprenta en México”, primera en América, con obras de Juan Pascoe, tuvo lugar en el MUFI, en la que se exhibieron piezas de la colección de los Talleres de Impresión de Estampillas y Valores (TIEV) y de nuestro acervo, complementando la muestra con dos manuscritos del siglo XI del Fondo Antiguo de la Burgoa, uno persa y otro árabe, así como algunos ejemplares que datan del siglo XVI.

Otro tema en común es que la Biblioteca Burgoa cuenta con un espacio para la exhibición temporal de las piezas relevantes de su acervo, por ello, para el MUFI compartir experiencias y brindar apoyo museográfico es una grata colaboración. En este aspecto podemos mencionar las siguientes exposiciones temporales: “Entrecruzamientos”, con obras de Fabiola Tanus, fue una muestra colectiva con sede en la Biblioteca Francisco de Burgoa, el Centro Cultural San Pablo y el MUFI. “Escenario de la tradición textil en México”: bordados inspirados en ilustraciones de María Teresa Castelló y Adolfo Best Maugard, con piezas de la artista textil Mariana Grapain (2022); así como la exposición “Somos lo que recordamos” con libros de literatura infantil y piezas realizadas en el Taller de cerámica Cuarto Suspiro (2022).

En 2017, se realizó el seminario-taller “La edición y las publicaciones de museos”, impartido por la magister Natalia Silberleib, en donde se analizaron los proyectos editoriales generados en la Biblioteca y en el Museo como evidencia del trabajo de investigaciones, exposiciones temporales y contenidos para la difusión de las colecciones.

La Biblioteca Burgoa, como integrante de la Red de Unidades de Información de Oaxaca, ha colaborado en sus distintas actividades. En 2014, fue una de las sedes del primer Foro Itinerante RUIO, una buena oportunidad para conocer su espléndido acervo e intercambiar experiencias del quehacer de los bibliotecarios en lo referente a la organización, catalogación y preservación de las colecciones. Además, en su espacio se han realizado capacitaciones de primeros auxilios y uso de extintores en colaboración con la Coordinación Estatal de Protección Civil, con la finalidad de atender situaciones en caso de emergencia.

Colección timbres Oaxaca Ciudad Patrimonio, 2013-2014
Acervo: Museo de la Filatelia de Oaxaca y Biblioteca Fray Francisco de Burgoa

A partir de las reuniones de la red y al formar parte de la Fundación Alfredo Harp Helú, surgió el proyecto Sistemas de Información FAHHO, en el cual la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, el MUFI y la Burgoa formaron un gran equipo de trabajo para catalogar y compartir recursos digitales, entre los que se encuentran: libros, fotografías, timbres y colecciones especiales, dando paso a la conformación del Repositorio Digital FAHHO.

Con gran entusiasmo celebramos el XXX aniversario de la Biblioteca Francisco de Burgoa, nos complace ser parte del festejo de este gran recinto cultural que da fe del rescate, la preservación y la difusión del invaluable e importante acervo cultural que resguarda, así como de los grandes proyectos que genera en favor de la cultura.


Libros peculiares: joyas bibliográficas de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa

Jerónimo Mercurial. De Arte Gymnastica, Venecia, Juntas, 1573.

La biblioteca es a la vez símbolo y realidad de una
memoria colectiva.

Umberto Eco

El proyecto de organización y clasificación de los libros que hoy conforman el acervo de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa permitió la identificación de ejemplares muy raros y de tal importancia que, en el año 2018, la UNESCO le otorgó el registro en su programa Memoria del Mundo. Para celebrar los treinta años del inicio del proyecto que dio origen a esta biblioteca, seleccionamos ciertos tesoros bibliográficos.

Hace algunos años, durante el proceso de catalogación, se identificó el libro más antiguo que alberga la Biblioteca Burgoa, una obra de derecho canónico que fue impresa en Padua, en 1472. Además de dicha obra, en la exposición es posible apreciar un par de ejemplares de la dinastía Cromberger, que tenía una de las imprentas más activas de la Península Ibérica, en Sevilla. Dicho taller inició con Jacobo Cromberger, dándole continuidad su hijo Juan y su nieto Jacome, y fue de estas prensas que salieron los libros góticos más bellos de España. Juan de Zumárraga introdujo la imprenta al Nuevo Mundo por medio de ese célebre taller; en el año 1539, Juan Cromberger envió a la Ciudad de México a Juan Pablos de Brescia y Gil Barbero para que establecieran la primera imprenta en América.

De aquellos primeros libros impresos en América conservamos nueve en la Burgoa. Uno de ellos es el conocido como Cedulario de Puga, que es considerada la primera recopilación de leyes de América, por tanto, es de gran importancia para la historia de la dominación española en México.

Asimismo, a lo largo del recorrido podemos encontrar una veintena de obras del Renacimiento y el Barroco de temas como música, cultura física, zoología, magia, medicina, cultivo de la grana cochinilla, por mencionar algunos.

Guillaume Budé fue un destacado filólogo francés, contemporáneo de Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro. La primera edición de De asse et partibus eius libri quinque data de 1514, aunque en la Biblioteca conservamos únicamente la segunda edición, ampliada y corregida de este importante tratado sobre monedas y medidas antiguas, considerado el primer libro de numismática. La portada, impresa con tintas roja y negra, cuenta con la marca del impresor que representa a tres hombres en la imprenta.

Rondelet (1506-1566), médico y naturalista francés, se ocupó del estudio de los animales acuáticos. Sus obras contienen más de trescientas reseñas de especies de gusanos, moluscos, crustáceos, peces, anfibios, reptiles y mamíferos. Sus descripciones están basadas en las observaciones que realizó personalmente en las costas del Atlántico y del Mediterráneo. En el tratado de Pedacio Dioscórides, médico griego del siglo I, titulado Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos, se describen cerca de setecientas plantas, animales y minerales con efecto terapéutico. Su obra estuvo vigente durante varios siglos, prueba de ello son las tres ediciones que mostramos en la exposición, una del siglo XVI, otra del XVII y la última impresa en el XVIII. A partir del descubrimiento de la imprenta, la posibilidad de ilustrar libros científicos con grabados permitió complementar los escritos con las imágenes de lo descrito y propició el intercambio de ideas entre los estudiosos. La conjunción del libro impreso con la estampa científica fue uno de los factores decisivos para el avance de la ciencia moderna.

Jacobus de Zochis. Canon, omnis utriusque sexus disputatum ac repetitum, [Padua], Bartholomaeus de Valdezoccho and Martinus de Septem Arboribus, 28 July 1472

Cayo Julio Higino (64 a.C.-17 d.C.) fue bibliotecario del emperador Augusto; llegó a Roma como esclavo alrededor del año 45 a.C. y allí ejerció su labor como director de la Biblioteca Palatina. Higino es autor de obras y tratados hoy perdidos, solamente se conservan las Fábulas y la Astronomía. En su libro de Fábulas recoge un amplio repertorio de mitos griegos, incluyendo referencias a personajes romanos.

Durante el Renacimiento se retoma la importancia de la actividad física, y el tratado de Jerónimo Mercurialis, médico italiano, rescata las enseñanzas de la cultura grecorromana para mantener el cuerpo fuerte y sano. Las proporciones exactas son sinónimo de belleza humana y natural. El equilibrio, la armonía, el orden y la paz se convierten en ideales y valores de cultura y de civilización. La corporalidad humana es vista como parte de la creación divina, del orden y del equilibrio en la naturaleza y el universo. Se descubre una retrospectiva cultural clásica testimoniada por el hombre de Vitruvio, por los cuerpos y las formas musculares atléticas que manifiestan los artistas como Miguel Ángel. El ejercicio físico, los juegos corporales y el deporte se configuraron en estos siglos como dispositivos de distinción social. El tratado De Arte Gymnastica de Mercurialis es considerado como la primera obra humanística que restablece la gimnástica clásica. Destacan la calidad de la obra y de sus numerosos grabados.

Durante la época renacentista proliferaron los tratados con el fin de educar y establecer criterios sobre las teorías musicales, a partir de la filosofía musical de los antiguos. El Melopeo y Maestro fue uno de los tratados más importantes de la época; siguiendo la tradición humanista del siglo XVI, recoge las ideas de autores clásicos, especialmente de Boecio. En su obra, Pietro Cerone utiliza una de las clasificaciones instrumentales más antiguas y universales: instrumentos de golpe (tambor, sistro, atabal, pandero), de viento (flauta, chirimía, duçaina, sacabuche) y de cuerdas (salterio, rabel, vihuela, cítara, guitarra).

Esta obra es un tratado musical fundamental del siglo XVII con el que Cerone se convierte en el iniciador de la nueva teoría musical española del Barroco. El título de la obra alude a que “melopeo” significa músico perfecto: para Cerone el conocimiento de la música se obtiene por medio de la teoría y la práctica.

Ruiz de Ribayaz nació en Santa María de Ribadeo, España, en 1662. Viajó al Nuevo Mundo, acompañando al virrey del Perú, Pedro Antonio Fernández de Castro, quien tocaba la guitarra y era uno de los discípulos del autor de esta obra. Cuando regresó a Madrid publicó Luz y Norte Musical, en 1677, donde indica la manera de ejecutar algunos adornos y también recoge danzas populares y cortesanas de su tiempo. En el prólogo menciona que en Perú los músicos no sabían leer las cifras o tablatura, con excepción de unos pocos que conocían la música polifónica, pero tañían diestramente la guitarra y cantaban de memoria.

Detalle de Melopeo y Maestro.

La obra de Martín Arredondo, considerado el albéitar (veterinario) español más culto del siglo XVII, es fundamental para la historia de la medicina veterinaria. Extrae de los autores clásicos como Hipócrates, Aristóteles, Galeno y Dioscórides, por mencionar algunos, todo el conocimiento relacionado con las enfermedades de los animales y lo recopila en su obra, que sirvió para formar a los albéitares de su época. Este libro es un excelente ejemplo de la cultura veterinaria del siglo XVII; en él se mezclan biología con fantasía, mitología y superstición. La primera edición se imprimió en 1669, el ejemplar de la Burgoa fue impreso en Madrid, en 1705.

Lorenz de Rada, además de militar fue escritor y una figura reconocida en la esgrima española del siglo XVIII. En la Biblioteca Burgoa conservamos uno de los tres libros de su obra Nobleza de la espada. Regresó a México en 1706, donde falleció siete años después.

“Libros peculiares” es el título de la exposición que exhibe obras producidas en las imprentas más importantes de Europa y América, desde incunables hasta libros de ciencia, arte o magia. La muestra podrá visitarse en la Biblioteca Francisco de Burgoa hasta el mes de agosto.


La Biblioteca Fray Francisco de Burgoa y mi llegada a Oaxaca

A mi madre le pareció sumamente chistoso. Tanto ella como mi abuela eran bibliotecarias: la casa en la que crecí estaba llena de libros organizados según el sistema decimal de Dewey. Cuando era niño, y después adolescente, juré repetidamente que nunca jamás sería bibliotecario. Y, sin embargo, había aceptado un puesto en 2005 en la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa. Es cierto que no era un puesto de bibliotecario, pero aun así estaría trabajando en la biblioteca más importante y hermosa de Oaxaca. Fui coordinador de proyectos lingüísticos. A mi madre, comprensiblemente, le parecía una especie de destino kármico.

Durante varios años, antes de julio de 2005, había vivido en Leiden, una pequeña y encantadora ciudad holandesa con una antigua universidad, donde realizaba mis estudios de posgrado en lingüística y filología de ciertas lenguas mesoamericanas de la Mixteca. Con estos antecedentes, sabía algo sobre la imprenta temprana en la Nueva España cuando llegué a la Biblioteca Burgoa. Sin embargo, mis seis años en este espacio me brindaron una educación única y extraordinaria sobre este tema. No sólo estuve rodeado de libros impresos por Juan Pablos, Antonio de Espinosa, Pedro Ocharte y Pedro Balli, sino que aprendí sobre este tema de la mano de la enérgica y joven directora de la Biblioteca, la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, una de las mayores especialistas mundiales en este tema.

Grañén Porrúa también me dio mucha libertad para realizar proyectos sobre las lenguas de Oaxaca. Era una señal de confianza o tal vez me estaba poniendo a prueba. Mi proyecto principal, que continúa hasta el día de hoy, fue tender puentes entre la academia, especialmente desde la lingüística y la filología, y la sociedad oaxaqueña mediante eventos académicos, docencia e investigación. Creo firmemente que los académicos podemos contribuir a Oaxaca y que Oaxaca puede ser —debe ser— un productor de conocimiento académico, no solo un sitio para el trabajo “de campo”. Así que busqué colegas con ideas afines para colaborar en esto.

Con la lingüista zapoteca Aurea López, del INAH, creamos el Seminario Lingüístico de Oaxaca (SOL), un foro lingüístico experimental para hablantes de lenguas oaxaqueñas. Con Sebastián van Doesburg, entonces director de la Casa de la Ciudad, y Alejandro de Ávila, director del Jardín Etnobotánico de Oaxaca, trajimos en 2006 el Coloquio de Lenguas Otomangues y Vecinas (COLOV) desde su lugar de nacimiento en la Universidad de California, Berkeley. Luego se convirtió en un evento bianual oaxaqueño, que se celebró en la Biblioteca Burgoa en 2008, 2010 y 2012, tal como en 2006. Para entonces, el COLOV estaba claramente consolidado como el evento académico más importante dedicado a las lenguas de Oaxaca. Como coordinador de proyectos lingüísticos de la Biblioteca, di clases en la Escuela Normal Bilingüe Indígena de Oaxaca (ENBIO) en Tlacochahuaya, así como en la licenciatura de antropología en el Instituto de Investigaciones Sociológicas de la UABJO, asimismo participé en el Comité Interinstitucional para las Culturas y Lenguas de Oaxaca (CICLO).

Con la orientación de la Dra. Grañén Porrúa y Penélope Orozco, colaboré en las exposiciones de la Burgoa. Para mí, una de las más memorables fue “Tutu Ñudzavui: La escritura mixteca desde la colonia al siglo XXI”, inaugurada el 17 de abril de 2010 durante el sexto COLOV. La exposición, con cédulas bilingües en mixteco y español, reunió una muestra extraordinaria de impresos y manuscritos escritos en mixteco desde 1568 hasta 2008 gracias a la participación de la Biblioteca Palafoxiana en Puebla, la Biblioteca Pública del Estado de Oaxaca, el Archivo Histórico del Poder Judicial de Oaxaca, el Archivo Parroquial de San Pedro y San Pablo Teposcolula y la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.

Fue en la Biblioteca Burgoa donde desarrollé un método para estudiar paralelamente las lenguas mesoamericanas vivas y los textos antiguos. Estudié y documenté el mixteco, ixcateco y náhuatl mientras trabajaba en textos tempranos en estas lenguas.

El mixteco, en particular, se convirtió en un tema importante de este método, ya que trabajé sobre esta lengua viva tanto en los pueblos como en la propia Biblioteca, al mismo tiempo que estudiaba la extraordinaria Doctrina Christiana en lengua mixteca de fray Benito Hernández, de 1568, que marcó el inicio de la escritura alfabética en esta lengua. En la Burgoa pude oír hablar mixteco y consultar el ejemplar de este primer impreso, uno de los más completos del mundo. Al encontrarme tan cerca de las lenguas vivas y de los textos tempranos, mi estancia en la Burgoa me alejó de las reflexiones teóricas hacia una práctica más aplicada y socialmente comprometida de estas disciplinas.

Seis años después de aceptar el cargo en Burgoa, acepté otro: participar en la creación de lo que sería la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, ubicada en el Centro Cultural San Pablo, sede de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Aunque los acervos son de naturaleza distinta, la Burgoa fue mi referente para la Juan de Códova. Así fue como dejé la Burgoa en 2012 para dedicar mi tiempo a este nuevo proyecto; no obstante, la gran y hermosa biblioteca de Santo Domingo fue mi primera educación académica en Oaxaca y es mi referencia principal para mi labor en la Córdova. No puedo imaginar qué sería de la investigación en Oaxaca sin la Burgoa. Por eso me alegro cada vez que vuelvo a las aulas, llenas de recuerdos, de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa.


Remedios poéticos

Participantes del taller “Cucharadas de poesía”.
Fotografía: Acervo de Seguimos Leyendo

“Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”, así se expresaba Virginia Wolf en su ensayo publicado en 1929 y es lo que han hecho las mujeres que integran “Cucharadas de poesía”, quienes se han adueñado del espacio para hacer resonar su voz y su palabra. Esta historia inició durante la luna llena de octubre del 2021.

Con este proyecto poético, el programa Seguimos Leyendo reinició sus actividades presenciales —después de la pandemia— dirigidas tanto a hombres como a mujeres, pero fueron ellas las que no dejaron de asistir cada martes a las 11:30 horas a las instalaciones de la BS en el Centro Cultural San Pablo.

Ellas están haciendo una revolución al hacerse dueñas de su tiempo y dedicarlo en parte a leer y conversar sobre poesía: quien llega a “Cucharadas de poesía” sabe que no saldrá inmune. La creatividad florece, hay quien se niega, pero bajo el cobijo de todas, todas creamos.

En 2021 nos dedicamos a escribir durante meses y logramos una recopilación de textos inéditos. Para 2022 fuimos más aventureras y nuestra propuesta se llamó “La experiencia de un poema visual erótico”, donde cada una diseñó una bolsa inspirada en un poema, y el Museo de Filatelia nos cobijó e hicimos la presentación de estas creaciones.

Cada poema, por medio de su rima, verso o musicalidad ha tocado nuestro espíritu y nos ha dado un poco de consuelo, como si de un remedio se tratara. Esta experiencia fue la premisa para que el 22 de marzo del 2024 presentáramos #RemediosPoéticos, donde más de noventa personas acudieron al llamado en busca de algún poema que pudiera resonar en ellas.

Desde noviembre del 2023 al día de hoy hemos recibido la visita de creadores oaxaqueños y extranjeros: Isabel María Paniagua (España), María Angélica Muñoz Jiménez y Patricia Lagos (Chile), Julio León A. Montero, Jessica Santiago, Gayne Rodríguez y la dramaturga oaxaqueña Sonia Gregorio.

“Cucharadas de poesía” es un espacio abierto para quien desee leer poesía con y para otros, un foro para creadores artísticos. En octubre de 2024 cumpliremos tres años de ser un lugar para todos, creado por mujeres, dedicado a la palabra poética.


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