Hay preguntas básicas que todo visitante curioso nos cuestiona cuando finaliza su recorrido por el MUFI, y de todas las preguntas, hay una que muestra más interés: “¿Cómo obtuvieron tantos timbres postales?”. Gracias a la generosidad de muchas personas que han depositado su confianza en nuestro espacio, año con año nuestro acervo filatélico se incrementa con donaciones que contienen desde grandes colecciones filatélicas, hasta las más pequeñas e interesantes. Muchas de éstas vienen acompañadas también de historias personales, como las de aquellos que llegan contándonos que esas colecciones filatélicas estaban resguardadas entre libros, cajones, y algunos otros con la intención de preservar la memoria de aquel familiar que fue un apasionado de los timbres postales. Este tipo de historias nos han impulsado a continuar con nuestra misión de preservar el timbre postal. Muchos desconocen que gracias a estas donaciones nuestro acervo se incrementa y permite mantener con vida las colecciones del museo, sus exposiciones y, sobre todo, fomentar en las nuevas generaciones el uso del timbre.
Este año recibimos 18 donaciones, desde grandes colecciones filatélicas, que incluyen planillas, hojas recuerdo, sobres de primer día de emisión, catálogos, timbres postales, tarjetas postales, entre otros. Grandes amigos del museo contribuyen todos los años, como es el caso de Jordana Selwick y familia, quienes desde Baja California nos hacen entrega de su aportación con las emisiones filatélicas más actuales del Servicio Postal de los Estados Unidos. Otro ejemplo es el de nuestro presidente vitalicio, don Alfredo Harp Helú, quien nos hizo entrega de hermosas emisiones postales de China y Hong Kong. La sorprendente donación de Raúl Fernández, con más de 58 478 piezas filatélicas, ahora se revisa pieza por pieza, para su integración inmediata a nuestro acervo. Y así, más historias y donaciones son las que fortalecen nuestros objetivos como un museo dedicado al estudio y a la preservación del timbre postal. A todos aquellos que contribuyeron este año, ¡muchas gracias!
DONADORES MUFI 2017
Laura Macouzet • Suzanne Kinney • Othon Díaz Valenzuela • Miguel Ángel de la Paz Fernández • Adela García • Gertrudis Barroso Soto • Suhad Harp • João Botto Caeiro • Susan Grillo • Alfredo Harp Helú • Enrique Trigueros • Rocío Ocádiz • Raúl Fernández • Nabil Semann • Amigos del IAGO y del CFMAB • Mauricio Gómez Morín • Jordana Selwick • Eusebio Leal Spengler
El 7 de septiembre Oaxaca sufrió uno de los terremotos más fuertes registrados en su historia. Las regiones afectadas fueron la Sierra Mixe, la Mixteca y el Istmo; los daños causados a raíz de esto, aunados a los sismos de septiembre, se dieron en algunos edificios monumentales como templos y principalmente en un gran número de viviendas que se vieron perjudicadas parcial o totalmente, dejando un rastro de escombros en muchos pueblos que vieron caer en cuestión de segundos no sólo su patrimonio material, sino también, su identidad y la imagen característica de sus pueblos.
Como parte de las distintas acciones que la Fundación Alfredo Harp Helú articuló como respuesta a la emergencia, se inició una estrategia de reconstrucción en las distintas regiones para salvaguarda del patrimonio edificado. Dicha iniciativa responde a una preocupación de conservar y preservar el patrimonio arquitectónico de estos pueblos, que no sólo busca reconstruir lo material, sino también reforzar en el imaginario social la importancia de preservar y valorar los sistemas constructivos locales que son parte fundamental de una identidad colectiva. Con la finalidad de hacer un recorrido y diagnóstico preliminar de la situación, los trabajos se iniciaron con una visita al Istmo, empezando por la comunidad de Ixtaltepec, uno de los pueblos que se caracterizan en la región por el gran número de viviendas tradicionales que sufrieron daños.
La estructura de la vivienda tradicional de la región y que se usa en Ixtaltepec está compuesta de materiales locales: muros de ladrillo, techos de morillos (vigas de madera), biliguanas (pequeñas tablas de madera) y tejas de barro. Esta tipología se repite en casi todos los pueblos de la región con pequeñas variantes, en algunos casos muros de adobe y techos de bajareque o tablas. En cuanto a la forma, la constante es un módulo básico con cubierta de dos aguas, donde la mitad del espacio se usa para actividades hacia adentro de la casa y un corredor hacia un patio. Esto responde a las condiciones climáticas de la región donde la gente hace gran parte de sus actividades diurnas en espacios abiertos y bien ventilados. Ante la incertidumbre y falta de confianza en los materiales locales por los daños que sufrieron, y también por la desinformación sobre cómo reforzar los sistemas de constructivos tradicionales, la Fundación Alfredo Harp Helú inició un proceso de acompañamiento técnico en el que especialistas de Casa de la Ciudad y del Taller de Restauración trabajan en la reconstrucción de estas viviendas.
“Los escombros no son basura, son identidad” leí hace unos días. Los escombros que ahora son el paisaje común en los distintos pueblos de Oaxaca, serán la guía en este proceso de reconstrucción que inicia, proceso de largo aliento que, en la medida de lo posible, devolverá a los afectados no sólo una vivienda segura y confortable para vivir, sino también su identidad colectiva
Ndaani’ xquidxe’ nabeza ubidxa, ruxooñe’ lade niaa yoo, rigui’ba’ ne randagaa lo ca yaga, raze yudé sica ti xcuidi, ruxidxi ra rugadxe niaa ruaa nisa guiigu’.
En mi pueblo habita el sol, corre entre las piernas de las casas, trepa y se columpia en los árboles, se baña de polvo como los niños, sonríe al mojar sus pies a la orilla del río.
Esteban Ríos Cruz
El de noviembre fue un recorrido como ningún otro, el Istmo de Tehuantepec estaba devastado por los sismos del pasado mes de septiembre. Haber tenido la posibilidad de instalar la Biblioteca Móvil de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca en la zona significó contribuir con nuestro granito de arena en la lucha de una comunidad por levantarse de las ruinas. Una comunidad sin igual, orgullosa de sus raíces, costumbres y tradiciones fue puesta a prueba como nunca antes, pero, gracias a su gran corazón, temple y a la ayuda generosa y desinteresada del pueblo solidario de México y otras naciones, está renaciendo fuerte, sabia y más humana que antes. En Asunción Ixtaltepec, Raúl Herrera Meza y Lupita Bante Antonio nos recibieron en su casa, una casa de puertas abiertas donde la solidaridad, la fraternidad, la alegría y la esperanza han hecho nido. Desde ahí se teje una red de apoyo muy bien organizada. Gracias al esfuerzo que realizan todas las agrupaciones que forman parte de esa red, la biblioteca móvil pudo realizar su trabajo sin contratiempos.
En cada una de las comunidades que visitamos el trato fue amable y hospitalario. Nos animaba a corresponder dando lo mejor de nosotros. Las jornadas fueron largas, pero recibir esa energía positiva de quienes lo perdieron casi todo, inundaba nuestros corazones y nos permitió empezar con nuevos bríos cada mañana.
Recorrimos las comunidades más afectadas y pudimos percatarnos de la enorme necesidad de la población, especialmente de los niños, de realizar actividades que les permitieran echar a volar su imaginación, divertirse sanamente, crear, reír y olvidar, aunque sea por unos momentos, su dolorosa realidad.
Los libros, puertas a mundos de fantasía, de ensueño y diversión, transformaron el semblante y el ánimo de aquellos que se acercaron y cruzaron sus umbrales, atreviéndose a emprender un viaje por cada una de sus páginas. De estos pequeños momentos estuvo lleno nuestro recorrido, pequeños sí, pero fueron muchos pequeños momentos de felicidad.
La reconstrucción material y emocional apenas empieza. El camino será largo, pero nuestros hermanos istmeños tienen la certeza de que ese camino no lo harán solos, y que del dolor provocado por la destrucción surgió la enorme posibilidad de mostrar nuestra humanidad y, por lo tanto, sentir en nuestros corazones que aún hay esperanza para nosotros en este increiblemente bello planeta azul.
“Oaxaca era de oro…”, recuerda Alejandra Pacheco, representante de ventas de Pacheco´s Orfebrería e hija de don Manuel Pacheco, quien perteneció a una generación de grandes maestros orfebres oaxaqueños y enseñó a sus ocho hijos y a otros artesanos que tomaron su camino en esta fina labor. La palabra orfebrería viene del francés orfêvre, que a su vez viene del latín aurum que significa ‘oro’ y facêre ‘hacer’. Oaxaca se ha distinguido particularmente por la variedad de diseños que hay en la orfebrería tradicional que complementan la identidad en la vestimenta de muchos pueblos de sus diferentes regiones. Las piezas destacan por ser obra de gran formato y por la gran calidad en sus acabados.
La familia Pacheco ha convertido el taller —establecido por su padre a finales de los años 40— en una extensión de su vida. Así lo afirma Manuel, el fiel heredero de herramientas, moldes, diseños y prestigio que creó don Pachequín, como se le conocía. El maestro dedicó hasta los últimos días de su vida al oficio que tanto reconocimiento y orgullo ha dado a los mexicanos en el ámbito internacional. Réplicas de las joyas de la Tumba 7 de Monte Albán para el turismo y anillos de graduación para los locales es lo que más han comercializado. Tres de los hermanos Pacheco se encuentran en Salina Cruz, en el Istmo de Tehuantepec, donde trabajan la orfebrería tradicional que allá se utiliza. La familia Pacheco está formada por artistas creativos que buscan diseños nuevos y calidad en sus productos. Ellos están pendientes de la presentación del producto final y de posicionarse como marca; generan joyería accesible para todos los bolsillos y están preocupados por la permanencia de su trabajo: “Nuestro futuro es incierto, no sabemos si la joyería va a seguir porque es un ornato, no es un artículo de primera necesidad, es un lujo y cuando vienen periodos de crisis, es lo primero que se olvida”. Manuel y Alejandra reconocen que hay otros maestros orfebres que dominan a la perfección muchas técnicas tradicionales y que han desistido de la actividad por falta de ingresos.
La familia Pacheco ha trabajado en mantener el taller buscando siempre oportunidades de venta. Participaron en la exposición Orfebres oaxaqueños en el Museo Estatal de Arte Popular de Oaxaca, además de exhibir sus piezas en diversas expoventas fuera del estado. También han impartido el Taller de Filigrana en Andares del Arte Popular. Para Alejandra es un orgullo salir a ferias, que la gente identifique su trabajo y que busquen las piezas del taller; asegura que: “La perfección nos define como taller, todo lo que hacemos lleva mucho corazón y únicamente lo vendemos hasta que está totalmente limpio y nos guste”. En Andares pueden disfrutar las piezas que elaboran los Pacheco, que están cargadas de la historia de este oficio en la ciudad de Oaxaca y del amor de una familia unida. Al adquirir sus productos apoyan al taller que ha sido afectado por los sismos de septiembre, y a salvaguardar el patrimonio de los oaxaqueños.
Cada año, el equipo que prepara la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) señala como necesario incluir actividades que promuevan la permanencia y difusión del objeto libro, así como el acercamiento a la literatura de la mano de otras manifestaciones artísticas o del conocimiento.
Así, durante el otoño diversos museos y centros culturales de la ciudad se tornan sedes que albergan la programación de la edición en turno apoyando con ello la generación de una sinergia con otras voces, aquellas con las que la FILO encuentra una correlación para lograr uno de sus objetivos: ser un proyecto de fomento lector integral que impulse el diálogo, la reflexión, y la colaboración, para la construcción de un entorno social plural e incluyente. La edición 37 de la FILO —que tuvo como tema principal las nociones Frontera y Migración—, no fue la excepción. Encontró en el Museo de Filatelia de Oaxaca la voz que desde otro lugar impulsa la pertinencia de homenajear a un individuo que describió acertadamente la idiosincrasia mexicana, generó valiosas aportaciones a la literatura, a la tradición filatelista y además, cercano a ambas organizaciones: Eduardo Humberto del Río García, conocido por todos como Rius.
Por tanto, MUFI y FILO celebran la existencia del caricaturista mexicano, brindamos un homenaje póstumo a la labor creativa y crítica realizada con su trabajo a través de la exposición Rius Nuestro de Cada Día, la cual se forma con una selección de dibujos y originales mecánicos de 17 libros que el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT) tiene bajo resguardo desde 2016, año en que Rius donó a la UNAM las maquetas originales de 53 de sus libros clásicos.
La revisión de la página web del monero y su reciente fallecimiento, me condujo a generar una propuesta de exhibición que respondiera a la pregunta “¿Rius es…?”, la cual logramos responder impulsados por la anécdota: la cercanía, complicidad y estimación que la FILO, Editorial Almadía y el MUFI establecieron con el caricaturista por años, así como por la amistad afianzada por los años de residencia en Oaxaca, y su pasión como coleccionista de timbres postales.
Esperamos que la exposición genere un mayor conocimiento de la obra del caricaturista —quien en cada cartón le recuerda al lector el papel político y social que juega como individuo— y además, otorgue una noción del Rius de carne y hueso, apasionado por la filatelia, irreverente en sus declaraciones y humano en todo lo extenso de la palabra.
La tragedia que nos ha tocado vivir en las comunidades de la región istmeña de Oaxaca a causa de los sismos del 7 y 23 de septiembre de 2017, ha provocado que de nuestros corazones y nuestras bocas salgan historias tremendas sobre la angustia y el miedo que vivimos esa noche. Pero también (como en los cuentos) las narraciones culminan con el episodio del milagro que nos permitió salir con vida en medio de tanta destrucción. Es por esto que en todos los corazones está la certeza de que, con la reconstrucción de las casas y la reconstitución del ánimo de todos los istmeños, se está tejiendo una nueva historia para la región. Definitivamente no queremos volver a la normalidad, sino recomenzar algo distinto y mejor.
En ese sentido se ha venido dando una interesantísima sinergia entre quienes queremos comenzar algo nuevo desde aquí y las personas e instituciones que desde fuera de la región han traído apoyo solidario y visionario. Además de la ayuda humanitaria, de vital importancia en el momento de la emergencia, un gran ejército de personas, entre voluntarios, médicos, psicólogos, promotores comunitarios y culturales, ha venido a decirnos que contamos con ellos y que se comprometen con nosotros en la tarea de restaurar las condiciones necesarias para recuperar nuestra calidad de vida. Los grupos de WhatsApp fueron el medio para construir amplísimas redes de comunicación y apoyo que han permitido generar esta fuerza de ayuda y recuperación.
Pocos días después de los sismos, Edgar Olmedo, promotor de lectura de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca en la Mixteca, visitó Asunción Ixtaltepec, Juchitán y Unión Hidalgo trayendo despensas y lonas para las familias damnificadas, de parte de la FAHHO. De nuestra conversación durante la comida surgió la idea de traer la Biblioteca Móvil a la región. En cuanto se nos dio la luz verde, hicimos uso de los mismos grupos de WhatsApp para conformar una nueva red encaminada a organizar la visita de la Biblioteca Móvil a los distintos municipios del Istmo.
De esa manera, la unidad móvil de la Mixteca modificó su ruta y vino al Istmo del 4 al 23 de noviembre. Edgar y Jonathan han estado recorriendo localidades de los municipios de Asunción Ixtaltepec, Juchitán, Ixtepec, Comitancillo, Espinal, Unión Hidalgo, Barrio de la Soledad, San Francisco Ixhuatán y San Mateo del Mar llevando libros, cuentos, arte, juego, alegría y esperanza a nuestros niños y jóvenes.
El impacto que han generado en los niños y las familias es impresionante. Un pequeño librero exhibe cuentos con imágenes atractivas y un tapetito de esponja de colores se han convertido en un verdadero oasis, en medio de los escombros y el polvo de las demoliciones. Ahí los niños vuelan con su imaginación por los mundos fantásticos de las historias que leen y que luego evocan mientras construyen entre sus manos figuras con el papel, los tubitos de papel higiénico, los globos y la harina, las pinturas y las cartulinas. Esta sencilla actividad literaria, colaborativa, creativa y lúdica está convirtiendo a nuestros niños y jóvenes en reconstructores de ese algo nuevo que queremos que sea el Istmo. Gracias, Bibliotecas Móviles. Gracias, FAHHO. Gracias, Edgar y Jonathan. Gracias, niños istmeños que acudieron al llamado de la BibIioteca Móvil.
La Academia de Béisbol Alfredo Harp Helú y el programa Seguimos Leyendo organizaron diversas actividades complementarias a las literarias que buscan fomentar en los jóvenes el gusto por la vida cultural de Oaxaca. Para los 35 prospectos de nuestro Curso de Invierno ha sido una grata experiencia de convivencia entre ellos y con el personal directivo-técnico. Ha significado salir de lo deportivo y lo competitivo para encontrarse como amigos y compañeros de ruta turística.
Los jóvenes atletas responden de manera positiva y con un entusiasmo que celebramos. Han manifestado sentirse muy contentos al descubrir una Oaxaca que no esperaban. Algunos de ellos han estado varios años en la Academia, y no se habían dado la oportunidad de apreciar la cultura y los rincones de Oaxaca.
Cada sede en donde se han realizado actividades resultó significativa para ellos. Wendy Gil, coordinadora del programa Seguimos Leyendo, los acercaba de manera previa al próximo lugar de visita con lecturas escogidas para tal fin. Así fue como los jóvenes deportistas descubrieron el Museo Textil de Oaxaca, Santa María del Tule por la ciclovía, la Biblioteca BS Xochimilco, la Cruz de Piedra y Santo Domingo, entre otros espacios culturales.
Los directivos de ambos programas conocen la importancia y la necesidad de tejer el deporte, la lectura y las experiencias vivenciales con el mosaico de posibilidades estéticas y culturales que Oaxaca propicia. Si bien la prioridad del proyecto de la Academia es el deporte (béisbol), y la de Seguimos Leyendo es la literatura, el andamiaje construido una vez a la semana hace posible un modelo de educación integral. Presentamos algunos testimonios de los prospectos:
Me ha parecido algo nuevo e interesante, no he visto lo mismo y ya le encuentro más sentido a la lectura, eso cambia. Está bien salir a aprender cosas de Oaxaca. José Ignacio Cervantes
Nos dio un gran aprendizaje conocer un poco más de cultura de Oaxaca, las salidas han sido interesantes. Jonathan Rico
Se me hace muy importante ya que vamos conociendo más sobre la lectura y partes de Oaxaca, la verdad quisiera que siguieran haciendo esto para aprender más. Hendrick Briones
La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca se sumó a las labores de restauración que se realizaron en el Teatro Macedonio Alcalá, recinto que resultó dañado con los sismos del pasado mes de septiembre. A decir de Esteban San Juan, director de este espacio, el teatro soportó los embates de los sismos que afectaron a gran parte de las comunidades debido a que la buena cimentación evitó daños mayores. Sin embargo, sufrió el desprendimiento de plafones, perillas ornamentales de cantera, y la formación de grietas en muros laterales e internos.
Para la reparación de los daños, la FAHHO propuso el trabajo de los estructuristas de la empresa Colinas de Buen, la cual destaca en el país por las obras realizadas en espacios como el Auditorio Nacional, el Museo Nacional de Antropología, la Catedral Metropolitana e infinidad de edificios patrimoniales.
Aunque la estructura del teatro resistió, sus puertas se cerraron para evitar que artistas y público en general estuvieran en riesgo, pero después de poco más de tres meses de trabajo, el pasado diciembre se levantó el telón para presentar El Cascanueces, a cargo del Ballet Ruso de Vorónezh.
Con la reapertura del teatro se recupera un edificio emblemático, patrimonio de los oaxaqueños, y se devuelven los recuerdos de todos aquellos que han disfrutado de los eventos que, durante todo el año y desde su inauguración, se programan para disfrute del público.
Además del apoyo brindado por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, la Asociación Civil Amigos del Teatro Macedonio Alcalá, así como la Secretaría de Cultura federal y la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca gestionaron recursos que permitieron la restauración y el mantenimiento general del teatro.
Para el arquitecto San Juan este inmueble de la época del porfiriato, ideado por el ingeniero Rodolfo Franco Larráinzar, es un ejemplo de arquitectura para todos.
Con la introducción de la máquina de coser en la segunda mitad del siglo XIX, y el auge en la disponibilidad de manta industrial e hilos mercerizados, algunas comunidades indígenas abandonaron, parcial o totalmente, el telar de cintura. La mecanización de la indumentaria fue más notable en sus huipiles, blusas y camisas para hombres, mientras que prendas como enredos y gabanes continuaron elaborándose en el telar de cintura. Estas innovaciones representan un paso más en la globalización de la herencia textil de cada comunidad. Desde el inicio de la civilización mesoamericana, el arte estuvo ligado al intercambio de productos en el mercado, pero en el siglo pasado hubo una explosión en la disponibilidad de productos globales en zonas rurales (por ejemplo, plásticos, cemento, celulares, etc.). A su vez, esta apropiación de productos mercantiles representa una dependencia cada vez menor en las materias primas, tintes naturales, productos y técnicas de producción ancestrales.
En cuanto a la presencia de la máquina de coser en Oaxaca, un agente de ventas de Singer reportó una venta de 410 máquinas en 1888, durante un periodo de 18 meses y un inventario de 350 máquinas adicionales (Beatty, 2015), a pesar de que el Estado no contaba con la presencia fija de un agente de ventas y la comunicación entre Oaxaca y las oficinas centrales en México podía tomar meses en 1887 (de la Cruz-Fernández, 2013). En algunas piezas de Yalálag, el Istmo y Huautla de Jiménez, ingresadas a Francia entre 1890-1892 (actualmente resguardadas en el Museo del Quai Branly), ya se aprecian costuras hechas a máquina (Hector Meneses, comunicación personal). Esto significa que algunas comunidades rápidamente adquirieron máquinas de coser, probablemente por medio de contratos de alquiler (Beatty 2015 y de la Cruz-Fernández, 2013) y las aprovecharon para elaborar la costura de su indumentaria.
Actualmente, el uso de la máquina para la realización de bordados ha alcanzado una gran diversidad de estilos. Desde el punto de vista tradicionalista, estos cambios, y las prendas que resultan, representan un arte textil “menos auténtico” que conlleva la connotación de ser “menos indígena” y “con menos unicidad”. Materias primas que antes se podían cultivar en los patios de las casas o que se compraban o intercambiaban en los mercados locales de una comunidad vecina, se convirtieron en productos procesados y comprados siguiendo una larga cadena de distribución y compraventa que desvinculaba el origen de la manufactura final. Aunque el mismo proceso de sustitución ocurrió con los hilos de la mayoría de las prendas tejidas en el telar de cintura durante el siglo XX en toda Mesoamérica. El hecho de incorporar una máquina en el proceso de producción (hoy en día —en ciertos casos— máquinas programadas con computadoras), pareciera disminuir el “aura” del arte textil mesoamericano, para retomar un concepto de Walter Benjamin. Gracias a la facilidad para la adquisición de hilos y telas industriales y a partir de la eficiencia que brinda la máquina de coser, los tiempos de producción bajaron, provocando una depreciación en los precios de las prendas. En ciertos casos, este factor ayudó a abrir mercados externos y a competir en ellos, particularmente en el mercado turístico, lo que a su vez contribuyó a borrar la línea entre objeto etnográfico de la indumentaria indígena y mercancía. Es interesante reflexionar que en ninguna de estas piezas es posible saber con certeza el origen de las materias primas empleadas (tal como ocurre con cualquier camisa comercial que se encuentra actualmente en las tiendas departamentales). Al no ser una técnica de manufactura tradicionalmente asociada al contexto local/regional y aunado a la creciente visibilidad de los textiles mesoamericanos en los mercados internacionales, así como a la apropiación de materiales y técnicas disponibles globalmente, estas prendas se vuelven sumamente susceptibles de ser plagiadas, como le sucedió a la blusa de Tlahuitoltepec en los años 2009, 2014 y 2016.
La máquina de coser reta nuestros conceptos dogmáticos y anticuados en torno a las características y la naturaleza del arte textil indígena, como la incorporación de cualquier novedad tecnológica en las artes (pintura fotografía, concierto-mp3, teatro-cine, etc.). Sin embargo, no hay que relegar estas culturas dinámicas a meras expresiones anacrónicas. Pensamos que las piezas que mostramos en esta exposición son ejemplos de la rica diversidad de las culturas indígenas: culturas modernas e indudablemente auténticas y que reflejan la continuidad natural de su realidad local. Al mismo tiempo, estas prendas también son ejemplos limítrofes dado que, aunque adoptan un proceso mecánico, siguen siendo piezas únicas. Es decir, no son infinitamente reproducibles por medio de procesos técnicos, puesto que cada una requiere de una mano de obra individual. Aun así, esta muestra nos hace preguntarnos: ¿qué pasará con estas herencias y propiedades intelectuales colectivas cuando pasen totalmente a procesos industriales o, inclusive, digitales? Hay diversos ejemplos en el mundo que nos indican que este proceso no es uniforme ni lineal, desde la impresión masiva de diseños istmeños sobre lonas de plástico al creciente canon de cine de arte elaborado por y para pueblos indígenas, o bien, el arte callejero indígena. En términos de las artes textiles indígenas habrá comunidades que buscarán conservar sus viejas y nuevas expresiones al abrigo de los modos de producción locales/regionales. Habrá comunidades que seguirán produciendo textiles dentro de los lineamientos de su herencia, pero apropiándose de las herramientas y materiales que presenta la globalización, y habrá comunidades que se lancen totalmente hacia las tecnologías más actualizadas para crear su arte textil en una plétora de formas y medios. Todas son expresiones válidas, independientemente de las tecnologías y materias primas que empleen, de que sean únicas o eternamente reproducibles. El “aura” del arte textil indígena siempre será algo que nos seguirá sorprendiendo con su adaptabilidad e inagotable creatividad.
Yo soy el amor, ¡yo soy el más gigante! Juan Gedovius
El clima lluvioso nos concedió una tregua, permitiendo que 22 lectores voluntarios del programa Seguimos Leyendo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, con apoyo del municipio de Santiago Pinotepa Nacional, viajáramos en la Caravana Literaria a la Costa 2017, en particular a nuestra Costa Negra. Junto con los lectores voluntarios iban nuestros queridos coordinadores, quienes, no perdiendo la costumbre, llevaban cargando sus maletas con libros para prestárnoslos. Y también se unía a nosotros una persona muy especial: Juan Gedovius, ilustrador mexicano, autor de más de 70 libros. Con cuántas anécdotas volveríamos, cuánta alegría encontraríamos para nutrir nuestro corazón con todo lo otorgado y, principalmente, con todo lo recibido. Durante dos días, más de seiscientos niños lectores-escuchas se congregaron en escuelas, casas de la cultura y canchas municipales de tres localidades: Cerro la esperanza, Mancuernas y la propia Pinotepa de Don Luis. Niños deseosos de escucharnos leer, animosos por integrarse a alguna de las actividades complementarias propuestas: pintar, elaborar un ave de papel y volarla, hacer experimentos, etcétera.
Supimos que siguen existiendo mecenas que nos brindaron alimentación y hospedaje, porque están convencidos de que la lectura es una forma de enriquecer la vida de la niñez, así como decenas de padres de familia comprometidos que no sólo llevaron a sus hijos, sino que también se integraron con curiosidad a las lecturas y actividades. ¡Un fin de semana que valió la dedicación y el tiempo invertidos! Escuchamos a la Banda de Música de la Casa de la Cultura de Pinotepa de Don Luis, interpretando la chilena de rigor: Pinotepa, mientras nuestros corazones latían al unísono con la melodía. Algunos inclusive nos animamos a bailar, contagiados por esa viveza costeña. Juan Gedovius se integró de manera natural con nosotros, ya que también asistió como voluntario.
Es sorprendente ver su calidad humana, su espontaneidad, esa calidez al dedicar su atención plena a lo que queríamos compartirle, mostrando con su mirada que su mente y su corazón estaban atentos a nuestras palabras, con esa apertura para que conociéramos su vida, sus procesos creativos, sus vínculos con otros artistas, sus viajes por el mundo y, por supuesto, los vastos conocimientos musicales que posee al ser músico de profesión. Pero sobre todo, nos permitió conocer su gran alma de niño, divertida y genuina. Gracias a Juan Gedovius, ahora sabemos que el amor puede presentarse ante nosotros como un enorme monstruo verde de ojos tímidos, igual que en su obra El más gigante. Y gracias a nuestros niños costeños, también confirmamos que el amor se hace presente en sus rostros, al vernos llegar con nuestra caravana de libros. Gedovius nos sorprendió convirtiendo a un numeroso grupo de niños “espectadores” en un monstruo que hacía retumbar la tierra con sus pasos y hacía vibrar nuestro corazón con sus risas. Aprendimos de todos, de nuestros compañeros y amigos lectores voluntarios. Aprendimos que existen tantas formas de leer o narrar un cuento como lectores voluntarios había; que nuestras habilidades y experiencias de vida nutren a nuestro yo lector. En fin, fueron dos días de inmenso gozo por la oportunidad de compartir con otros nuestra pasión por la lectura, y más cuando se trata de llevarla a nuestros niños oaxaqueños. Gracias por todo lo vivido, nos vemos pronto porque nosotros… ¡Seguimos leyendo!
Los ahuehuetes son árboles también conocidos como sabinos. El nombre ahuehuete viene del náhuatl y significa ‘viejo del agua’. El nombre de sabino fue puesto por los españoles cuando llegaron al territorio que ahora conocemos como México. Todos los seres vivos del planeta recibimos un nombre científico que nos identifica. En el caso de los ahuehuetes es Taxodium mucronatum. Pertenecen a la familia botánica Taxodiaceae. Los ahuehuetes son parte integrante de una comunidad vegetal conocida como bosques de galería. Estos bosques crecen a los lados de los ríos y en arroyos y lagunas, es decir que necesitan mucha agua para poder desarrollarse en toda su plenitud. Se encuentran distribuidos en 28 de los 32 estados de la república mexicana. Los ahuehuetes están ligados a la historia de México por distintos aspectos.
Por citar dos de ellos podemos mencionar en primer lugar que, bajo la sombra de un majestuoso ahuehuete, la noche del 30 de junio de 1520 el conquistador Hernán Cortés lloró la derrota sufrida ante el ejército que defendía Tenochtitlán, por ello este árbol fue conocido como “el árbol de la noche triste”. El segundo hecho que los liga a nuestra historia es que, mediante un concurso convocado para festejar el centenario de nuestra independencia, fue nombrado como el árbol nacional. Los ahuehuetes pueden llegar a vivir miles de años. El ejemplar vivo más viejo que se conoce es el de Santa María del Tule, al que se le ha estimado una edad de más de 2 000 años. Le seguía en longevidad el ahuehuete de Atlixco, Puebla. Este árbol fue conocido y documentado por el explorador alemán Alexander Von Humboldt durante el recorrido que hizo por nuestro país en 1804. Por desgracia este ahuehuete ya murió y sólo nos queda de él la documentación bibliográfica. Después de ellos, podemos ubicar en longevidad al ahuehuete localizado en la Antigua Estación de Ferrocarril de Oaxaca (actualmente Museo Infantil de Oaxaca) que, según algunas fuentes bibliográficas, pudiera tener 1400 años. La edad que tiene este árbol lo convierte en el ser vivo más viejo de la ciudad de Oaxaca.
El conocimiento de este dato nos confiere a todos los habitantes de la ciudad de Oaxaca la gran responsabilidad de emprender medidas que permitan garantizar la conservación de este ahuehuete, que podemos considerar el “ahuelito” de los oaxaqueños. Es uno de los 33 árboles notables decretados en el estado por su porte y belleza, y por formar parte de las tradiciones del lugar donde se encuentra. Como parte del programa Acciones de Conservación del Ahuehuete de la Antigua Estación del Ferrocarril, que emprenden las autoridades correspondientes, se desempeñan diversas labores para la preservación, protección y monitoreo de este árbol notable. Entre otras actividades, el Museo Infantil de Oaxaca organizó el Primer Coloquio Forestal: Los Ahuehuetes en Oaxaca cuya misión es muy sencilla: hacer conciencia en la preservación de los “árboles viejos del agua”.
nimää ja ap kyamata’aky, jäjtäkp ijty ejtp ja Xëë’än. AkXëë’än ijty yë tëjkween,
Aktëjkween ijty yë tëjk’ää. Ku ijty ja tëjk xtanäxt Akxëë’aju’tk ijty jayeen timyye’etyëp. Jëts jam xojkëjxp tyimyteety jënpäjkë’n ja tsäjptsuuky, jëts ja käm jam jënyoo’ë’n akxon pyajkxtë’ëtsy.
Jëts yë juyuujk pavo real Xëë’än tam myuku’uk ja’. Jëts ja joon nayte’ntëm tyepyëjkn ku tu’uk’oojk tu’uk’oojk wyä’äjki’iky.
El programa de pago en especie inicia en 1957, tras una iniciativa presentada por el pintor David Alfaro Siqueiros, quien solicitó al director del Impuesto sobre la Renta (Hugo B. Margáin) la opción de pagar los impuestos donando obras de arte de su propia autoría. A esta iniciativa se sumaron artistas como Diego Rivera y Rufino Tamayo. Años después, el 21 de enero de 1994, el Gobierno federal publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto que condona y exime el pago de contribuciones federales en el estado de Chiapas a artistas plásticos, con motivo del levantamiento zapatista ocurrido el 1 de enero de 1994, a efecto de coadyuvar a la recuperación económica de los contribuyentes.
Habiendo sido olvidada esta alternativa, tras sesenta años de presentada la primera iniciativa y con los fines de “apoyo”, en agosto de 2017 el Servicio de Administración Tributaria y el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART) han relanzado esta “facilidad” para el pago de contribuciones federales ampliada a todo el país para personas físicas con actividad en artes plásticas; so pretexto de reconocer a los Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en coordinación con FONART, invita a los artesanos a contribuir con el pago de impuestos que les resulte por el ejercicio fiscal pagando con las obras que produzcan, de acuerdo a la cantidad de piezas terminadas durante un año. Los artistas interesados en realizar su contribución de esta manera, podrán presentar en cualquier oficina del Servicio de Administración Tributaria la solicitud para inicio de operación de pago en especie, que se declarará en los meses de enero, febrero y marzo después de terminado el año fiscal del cual se trate, y permanecerán tributando mediante esta forma hasta que den aviso de lo contrario.
En cuanto a los pagos provisionales, quedarán relevados de esta obligación hasta el año del calendario en el cual presenten por escrito que se abandona la opción de pago en especie. Las personas morales que adquieran obras de los contribuyentes que tributen en esta modalidad, no efectuarán retenciones del impuesto sobre la renta. Por su parte, los artistas deberán comunicar por escrito que el pago del impuesto sobre la renta y al valor agregado a su cargo, lo hacen con obras de su producción.*
Ésta es una alternativa para los artesanos que, además de elaborar las piezas que ya de por sí generan para venta, puedan producir otras más para Hacienda. La opción no parece ser viable para aquellos que tarden mucho tiempo en elaborar una pieza o que participen en concursos y solamente tengan oportunidad de terminar una o dos piezas en todo un año. Lo mejor de esta iniciativa es que el gobierno hace un esfuerzo para reconocer a los maestros artesanos al nivel de grandes artistas plásticos.
* Fuente: DOF, 31/10/1994, segunda sección, artículo séptimo, decreto SHCP.
En San Antonino Castillo Velasco vive la familia Raymundo, integrada por tres talentosas mujeres portadoras de la hermosa tradición de la siempreviva o flor inmortal. Aunque esta manifestación artesanal resulta muy escasa, la familia Raymundo destaca por el gran amor y entrega que tienen para realizar y conservar su tradición, además de la alta calidad de sus piezas, ganadoras de diferentes reconocimientos. Comenzando por la siembra, pasando a la cosecha, el proceso de secado, hasta llegar a la parte artística con el pintado de anilina y posteriormente la realización de la figura con un armazón de carrizo para recubrir con la misma flor, resulta ser un trabajo bastante detallado y prolongado, que implica un gran esfuerzo, pero que sin duda alguna brinda resultados extraordinarios y una satisfacción única para sus creadoras.
Las piezas que realizan son muy variadas, por lo general se elaboran figuras de santos o vírgenes para los convites o calendas, aunque también dejan volar su imaginación, haciendo gala de grandiosas habilidades al crear, cada una con su toque personal, distintas figuras tridimensionales que son todo un deleite a la vista y al corazón. Buscando honrar y reconocer el trabajo de esta gran familia portadora de una bella tradición, el Centro Cultural San Pablo, en coordinación con Andares del Arte Popular, expone durante el mes de febrero en la Capilla del Rosario una pequeña muestra del gran trabajo de estas mujeres que, con su talento, corazón y entrega, mantienen vida a la siempreviva.
En Andares del Arte Popular hemos descubierto la pasión que muchas personas sienten por las piezas, las texturas y colores que los artesanos crean, y cómo estas piezas pueden conjugarse con espacios contemporáneos y ser utilizadas para crear ambientes, dotar de espíritu y personalidad a los hogares, oficinas, corredores, etc. Esa imagen se repite en muchos escenarios de nuestro estado. En cada cocina, sala o corredor sentimos la necesidad de que nuestros espacios estén llenos de elementos que nos familiaricen o nos transporten. Cada elemento en las casas oaxaqueñas, independientemente del lugar específico, tiene justificaciones culturales muy arraigadas, razones muy concretas de ser. Una pichancha de barro, por ejemplo, es para nosotros una herramienta de cocina para lavar el maíz en el proceso para convertirla en masa, pero esta misma pieza se convierte, en otros espacios, en centro de mesa, pieza decorativa de algún pasillo o algún rinconcito donde la encuentran tan valiosa que no se cree que pueda ser utensilio de cocina. Entendemos que fuera de las comunidades es complicado que las piezas tengan la misma utilidad, pero es muy importante mantener viva la técnica y poder llevarla a todos los espacios posibles. Creemos en los valores de las piezas, pero creemos más en la capacidad y en las técnicas que los artesanos utilizan y que han mantenido vivas durante cientos de años.
Al cruzar nuestras fronteras, hay muchas personas que se ven atraídas por lo que en nuestro país se crea, pero muchas veces no encuentran maneras de tenerlo. Formas complicadas, dimensiones extraordinarias, peso excesivo, incluso colores no aptos para sus espacios hacen que muchos posibles compradores decidan no adquirirlos.
En Andares del Arte Popular presentamos estrategias que nos ayudan a llevar esas piezas tradicionales a nuevos espacios, metodologías que buscan desmenuzar las técnicas para entenderlas; utilizar materia prima de mejor calidad para optimizar los acabados. Nuestro objetivo es acompañar el proceso creativo de los artesanos para idear nuevas piezas o incluso realizar ejercicios como reducciones o abstracciones que busquen mantener la esencia de las piezas para llevarlas a nuevos diseños y ambientes. Intentamos ser cuidadosos, respetar el contexto histórico, compartir con los compradores las razones e intenciones, hacerlos conscientes de que las piezas que los acompañarán tienen valores más fuertes que los decorativos. Buscamos apoyar a los artesanos para hacer más fácil la comercialización de sus productos, mirar nuevos horizontes y espacios donde pueda brillar su trabajo, porque creemos en la pasión por lo que hacen.
La Casa de la Ciudad ha impulsado desde el año 2015, en colaboración con la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión, un espacio radiofónico permanente para analizar y difundir temas relacionados con el origen, desarrollo y conservación de nuestras ciudades. Este espacio se articula en formato de cápsulas informativas y un programa producidos por la Casa de la Ciudad y transmitidos por Global 96.9 ARO FM dentro de la zona metropolitana de Oaxaca, y Oaxaqueña Radio ARO FM, en todo el estado. Voces de la Ciudad es un segmento de radio que da voz a los ciudadanos a través de un compendio de frases y opiniones de habitantes de distintas edades, barrios y colonias, alrededor de una pregunta sobre su ciudad.
Ciudad en Palabras transmite en noventa segundos información de divulgación objetiva para jóvenes y adultos sobre temáticas relacionadas con el fenómeno urbano. Ciudad Abierta es un programa de treinta minutos con entrevistas a personajes destacados. Bajo el lema “La ciudad es casa de todos” presenta a la audiencia iniciativas de organizaciones sociales, gobiernos, activistas, investigadores, instituciones académicas, entre otros, que trabajan por mejorar nuestro entorno urbano hacia uno más humano, sustentable, inclusivo y resiliente. Dentro de sus objetivos está ser un foro constante de análisis y diálogo colectivo acerca de los retos que enfrentan actualmente las ciudades y sus posibles alternativas de solución. La ciudad de Oaxaca se convierte en la caja de resonancia para estas iniciativas.
También busca dar a conocer a un público diverso temas relacionados con el urbanismo como movilidad, espacio público, territorio, medio ambiente, sostenibilidad, diseño social y participativo, arte y cultura, así como difundir los proyectos y actividades de la Casa de la Ciudad. Este 2018 el programa radiofónico de Casa de la Ciudad cumple tres años, y los más de 50 programas pueden ser escuchados en nuestro canal de Youtube: Casa de la Ciudad.
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