En el MIO el público descubre un espacio que invita a interactuar con la historia, la cultura y algunos de los aspectos más cotidianos de la riqueza cultural de Oaxaca y México, mediante el juego y la expresión artística. Es aquí donde nos encanta decir que se trata de un museo lleno, no de cosas por ver, sino de cosas por hacer.
Como espacio educativo, el Museo reconoce que los visitantes no llegan como una hoja en blanco. Al estar en contacto con el patrimonio y ser partícipes de un cierto número de manifestaciones culturales, tanto niños como adultos, sean o no de nuestra entidad, poseen una riqueza cultural. Es por ello que el MIO propone al visitante un recorrido a partir de experiencias didácticas, sesiones de juego y expresiones que buscan que los participantes exploren sus conocimientos. Estas experiencias tienen la intención de explorar diversas áreas del patrimonio por medio del juego. Una de las experiencias didácticas que puede ejemplificar esta idea es “¿Será melón o será sandía…?”, una experiencia gastronómica que explota la curiosidad mediante el tacto, el gusto y el olfato, para reflexionar sobre las aguas frescas y los ingredientes que las componen. Así, con este juego tan sencillo, los niños reconocen sabores conocidos y descubren algunos otros, al mismo tiempo que se genera una cercanía con el patrimonio culinario de México. En algunas de las manifestaciones más cotidianas, el niño utiliza sus propios conocimientos, los reafirma y encuentra nuevas formas de interpretarlos.
El juego en el museo también es una estrategia que puede permitir la construcción de conocimiento por medio de la exploración creativa y el diálogo con otras manifestaciones del arte. Con jugar a ser artista o reinterpretando obras pictóricas de maestros del arte oaxaqueño, el niño es capaz de reapropiarse del arte, dotarlo de otros significados o cargarlo de significados propios. De esta forma, los niños generan por sí solos nuevas propuestas, conversan con el artista o se vuelven capaces de entender el arte de formas nuevas, convirtiéndose en actores y no en meros espectadores dentro del museo.
Los museos son espacios cambiantes y la forma en que aprendemos en los museos también cambia. Experiencias didácticas, como las que ocurren en MIO cada día proponen el juego como la estrategia apropiada para que el público, tanto adulto como infantil, sea el constructor de su propio aprendizaje. Es importante regresar al juego como estrategia dentro de los espacios culturales y los museos, generar momentos que estimulen la creatividad, reten a la curiosidad y permitan a los públicos reflexionar sobre su entorno.
Madre, yo siempre he querido decirte sé que no soy lo que deseas sé que no cumplo tus expectativas pero tú tampoco las mías no somos lo que llamarían tal para cual.
Madre, cuando toco tu tristeza con los ojos se me desgarra el corazón y no sé por qué nos acostumbramos a estar solos a no depender de nadie a no necesitarnos.
Madre, hoy me siento roto pues no entiendo cómo tú y yo al ser tan distintos somos tan cercanos, cómo tú y yo nos podemos entender en las melancolías si en el día a día no soportamos nuestra presencia.
Madre, hoy me desnudo en las palabras me atrevo a decir que no estoy orgulloso de ti como tú no de mí pero me he acostumbrado a entenderte al igual que tú me has entendido a mí.
Madre, quiero que sepas perdonarme por no decir que te amo pero tú no lo has hecho conmigo y lo que sentimos entre miradas, lo ocultamos Madre, el mundo es una fiera y si hoy no regresara no me llores, no me sufras recuérdame como lo que fui tu contrario.
Mi nombre es Mar Alvarado González, tengo nueve años y soy de Santa María Huatulco. Normalmente, durante mis vacaciones de verano viajaba a un lugar muy lejano. Por las mañanas salía a caminar con mi perrita Luzia, por las tardes me iba con mi abuela a tomar un helado y al regresar a casa le daba de comer croquetas a mi amiga Luzia.
Estas vacaciones fueron diferentes en la Biblioteca Móvil que estuvo de visita en Huatulco. La primera semana se estacionó en La Crucecita y la segunda semana en San Agustín, donde mi mami pasó toda su infancia y además es mi playa favorita. Yo no pude estar los días de los talleres en esos lugares, porque están un poco lejos de donde vivo, pero fui a visitar a los niños para que me contaran cómo les había ido, y si me recomendaban que yo fuera cuando estuviera en mi comunidad. Todos me dijeron que los promotores eran muy divertidos, buena onda y además traían muchos libros, juegos, proyecciones y telescopio. Yo le pregunté a mi papi que si era verdad que en ese carro traían todo eso, y él me contesto que sí, pero que mejor fuera al taller para que yo misma lo viera. La verdad no tenía muchas ganas de ir porque era muy temprano y las vacaciones son mi oportunidad para levantarme tarde. Cuando le dije a mi mami que siempre sí iría se puso muy contenta y comenzó a buscar todos los materiales que necesitaba. Me dio mucha risa cuando encontré un calcetín viejo de mi papi dentro de la bolsa de los materiales, que después se convirtió en Lesliee, otra de mis mejores amigas, aparte de Luzia mi perrita, arcoíris mi quitapesares, barrigón, Adita y Suri.
Me gusta leer mucho porque aprendemos sobre la vida de muchos personajes y también la vida de los escritores, y además los libros inspiran a niños y a todos los adultos. La Biblioteca Móvil nos ayudó a reciclar para cuidar el planeta, a no tirar mucha basura, a crear banquitos y bolsas con cosas que pensamos que ya no sirven pero que le podemos dar otro uso. Nos dio la oportunidad de aprender cosas nuevas con libros y ayudó a inspirar nuestra imaginación. Recuerdo mucho a Mauricio, un niño muy listo que fue al taller pero que también a veces era muy gritón, me encontré con compañeros talentosos, amigables y a veces irritantes.
No quiero que se vaya la Biblioteca Móvil, ojalá en los días de escuela regresen para que me ayuden con mi tarea, creo que sería muy feliz. Los libros me gustaban, pero creo que ahora me gustan más, me gustan con dibujos y letras, pero mis preferidos son los libros muy viejos, con muchas letras chiquitas y que huelen como a cosas guardadas. Ahora sé que la Biblioteca Móvil no solo me gustó a mí, también les gustó a los niños de La Cruz y de San Agustín, y no estaban equivocados cuando me hablaron cosas bonitas de los promotores. Cuando mi abuela que estaba de visita en la casa se regresó a su pueblo hace unos días, sentí mucha tristeza, no pude dejar de llorar por mucho tiempo, y creo que lo mismo me pasó a mí y a los demás niños que asistieron a los talleres, nos pusimos muy tristes cuando la Biblioteca se fue. Espero que no nos olviden nunca y que nos vuelvan a invitar. La Biblioteca Móvil me puso muy feliz a mí y a todos los niños de mi comunidad. ¡Ojalá vuelva pronto!
Finaliza el curso Primavera 2019 de la Academia Alfredo Harp Helú, y con ello concluye un ciclo más de actividades junto al proyecto Seguimos Leyendo. Durante cinco meses se realizaron diversas dinámicas que tenían el propósito de ayudar al desarrollo personal y deportivo de los jóvenes prospectos.
Entre las destacadas se encuentra la reunión con alumnos del CENDI #6, fue el segundo convivio realizado con ellos. En esta ocasión los jóvenes recibieron en la Academia AHH a los niños, quienes realizaron un recorrido por las instalaciones para conocer la que sería casa de los beisbolistas durante algunos meses. Después se hicieron juegos y actividades didácticas.
En esos días los jóvenes recibieron una sorpresa: se contactó a las mamás de algunos para que les grabaran mensajes de motivación, y se proyectó dicho video. En esa sesión se expresaron muchos sentimientos encontrados, pero sin duda fue una actividad que cumplió su objetivo.
También se realizó una actividad de creación de carteles, con mensajes para los niños del Hospital de la Niñez Oaxaqueña que se encuentran luchando en la batalla contra el cáncer.
Hubo, además, una sesión con el lector voluntario Puk, quien mostró algunos trucos de magia y explicó cómo la ciencia se relaciona con el beisbol, concluyendo con la importancia de tener conocimientos de física y matemáticas.
El día del cierre, los jóvenes manifestaron haber disfrutado mucho el curso y agradecieron a Nancy Yescas y Zenón Ruiz, del programa Seguimos Leyendo, el tiempo dedicado. Mencionaron llevarse buenos recuerdos y aprendizajes de todas las actividades, por lo que se puede concluir que se cumplió con el objetivo. Se espera mantener esta relación que aporta grandes aprendizajes y bonitas experiencias a los beisbolistas.
Alejandro Jesús Vera Guzmán, originario de Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca, es escultor y músico tradicional. Cuando tenía tres años de edad, le hizo dibujos a un hueso de aguacate, y para él fue hacer su primera máscara. Más tarde, cuando tenía diez años, con la intención de tener su propia máscara para la fiesta de Juxtlahuaca, empezó a tallar la madera de sabino. Dos años después, terminó su primera máscara. La gente preguntaba en cuánto la vendía, pero él la había hecho para bailar y ser un diablo más.
El maestro Alejandro Vera se fue a estudiar la preparatoria a la Ciudad de México, y un día su padre lo visitó, y le pidió que se metiera a estudiar arte en una casa de la cultura. Fue ahí donde le dijeron que, con esa calidad de trabajo, tenía que ir a la Academia de San Carlos. Fue a preguntar, pero le pedían tener la preparatoria terminada. La persona encargada de las inscripciones vio su trabajo, y le dijo que tomara las clases. Tuvieron un acuerdo de complicidad, donde no le pedían papeles y él hacía como que ya estaba inscrito. Poco tiempo después logró inscribirse formalmente.
Estudió cinco años talla natural, ahí fue desarrollando su propio estilo, a pesar de no seguir la indicación de hacer bocetos. El maestro cree que: “Cuando haces un boceto ahí se va toda su energía. Cuando lo pasas a la obra, estás reproduciendo algo que ya hiciste, por eso cuando pego el primer trancazo no paro hasta que lo acabo. La necedad me ha llevado a hacer todo esto que tengo”.
En 1992 empezó formalmente con su taller de labrado de máscaras de diablos para la fiesta de Juxtlahuaca. El maestro Vera asegura que el diablo le ha dado la libertad de expresarse artísticamente: “Al diablo nadie lo conoce, es una sugestión que tenemos, que representa al mal. Si existe o no existe, no podría investigar. Lo hago como yo quiero, y nadie me puede decir que estoy mal”.
Para trabajar una máscara se necesita un palo de sabino seco. A veces tarda hasta dos años en secarse. Se corta a la medida, y se empieza a tallar a golpes, después se vacía con gubias, cuchillos y herramientas que diseñan los mismos artesanos. Se incrustan los ojos de vidrio, las pestañas que son pelos de toro y los cuernos de otros animales. Éstos se compran con los matanceros, los tienen que secar, limpiar y lijar.
La satisfacción más grande del maestro Vera es haber heredado esta pasión a sus hijos. Ahora su hijo se dedica a la elaboración de las máscaras sobre pedido, su hija estudia en la ciudad de Oaxaca y es una gran apasionada del arte, del dibujo y sobre todo de la foto. A ellos les está dejando lo que ha aprendido: “Todo han sido errores y aciertos de mucho tiempo, y ahora que a mi hijo le está gustando, me da mucho gusto darle consejos y hacerle ver que las cosas no son como nosotros creemos”.
Para el maestro Alejandro es muy importante que la gente conozca Juxtlahuaca, a los artistas locales y la maravillosa geografía de un pueblo ubicado entre montañas de la Mixteca, donde la gente habla con tranquilidad y en su acento evocan la paz, una que no se proyecta en el baile de los diablos.
“Nuestra vida es esto, no nos pueden hacer cambiar, sentimos lo que estamos haciendo. Mi colección es para dejar un acervo de máscaras, yo quiero hacer historia de mis máscaras, cada máscara que he hecho, ya tiene fecha y una historia, todo está escrito en las máscaras.” Concluye el maestro, quien ha sido reconocido por crear distintas versiones del diablo.
No recuerdo cuándo fue la primera vez que vi, admirado y feliz, a los caballitos de La Palestina. Era un niño. Mi padre trabajaba en el edificio Edison, en el número 15 de las calles de Gante, en la Ciudad de México, es decir, a unos pasos de la tienda que inició, en 1884, Juan Rosales Ortiz, zacatecano, para vender artículos de “guarnicionería para jinetes”.
Creo que con mayor claridad que la escultura patriótica o histórica, aún de la mitológica o de la religiosa, esas figuras tan bien logradas pertenecen sin distinción a una sociedad, son arte público. Hay quienes cada Día de la Raza, 12 de octubre, se plantan frente a la espléndida escultura de Colón, en Reforma, para legítimamente indignarse por el curso de cierta época de la historia del mundo. Hay quien pasa indiferente frente al Caballito de Tolsá, y lo considera una referencia, sin la menor noticia de Carlos IV. La mayoría no sabe ni le interesa quiénes son los personajes que dibujan cierto relato histórico en el Paseo de la Reforma, emblema del Centenario, también saqueadas. La obra del Palacio Legislativo del Porfiriato fue transformada por Obregón Santacilia en un gran monumento a la Revolución, y ahora la fuente en la llamada Plaza de la República hace feliz a niños y familias de tarde en tarde.
Como sea, el inmenso panteón cívico hecho escultura carece de la naturalidad y el extraño estar fuera de lugar y tiempo de aquellos caballitos, que a un tiempo quieren ser hipocampos. La Palestina está en un cruce difícil de desconocer: 5 de mayo y Bolívar, Allende si se quiere precisión. Hace unos días robaron una parte del conjunto. Como cada vez, en innumerables ocasiones que he pasado por ahí, me han hecho feliz, su desaparición me hace infeliz, me causa desasosiego. Llegué a mi casa y busqué un libro en el cual refugiarme: El saqueo del pasado, de Karl E. Meyer. Y una frase en la introducción fue suficiente: “¿Existe un interés público en lo que ocurre en las obras de arte?”. Ésa es, según creo, la pregunta que ponen en la mesa los malandrines que no robaron a Colón ni al Juárez de la Puerta Mariana, ni al Carlos IV de Tolsá, sino a unos hermosos caballitos que dieron felicidad, al menos a mí, en una esquina por tanto tiempo en la Ciudad de México.
Desde el mirador de ADABI de México es una pésima noticia en la que no hay lugar a la indiferencia. Es cierto, el edificio de La Palestina es del Banco de México, que se ha preocupado por la buena conservación de sus inmuebles, y no menos por sus acervos artísticos, documentales y bibliográficos. Acaso sea una oportunidad inmejorable de reflexionar acerca del saqueo del pasado.
Se ha dicho repetidamente que la música es un alimento para el alma, y por más que se diga, no deja de ser verdad. La música, me atrevería a decir, como ninguna otra manifestación artística, hermana las almas, las une desde lo más profundo del ser. Provoca emociones que pueden ser palpables y compartidas al unísono. Es por eso que en las diferentes culturas del mundo la música está siempre presente en los rituales espirituales y religiosos, así como en las festividades más importantes.
Tengo especial preferencia por la música, me ha gustado desde pequeño, y he tratado de fomentarla en múltiples proyectos que ha patrocinado la fundación que lleva mi nombre. Uno de mis favoritos fue la restauración de varios órganos históricos, unos en el estado de Oaxaca y, en especial, los dos de la Catedral Metropolitana. Qué alegría poder ser parte de ese gran rescate en la Ciudad de México y unirme al trabajo del entonces Conaculta, el INAH y las autoridades de la Catedral Metropolitana. Ambos órganos pedían a gritos ser restaurados. Era preciso recuperar su belleza y su sonido original, así que se buscó en todo el mundo a los expertos que pudieran restaurarlos hasta encontrar el taller de Gerhard Grenzing. Fue un trabajo arduo, de varios años, ya que estos dos monumentos de varios pisos se desmontaron por completo y tubo por tubo, pieza por pieza, escultura por escultura se limpiaron, restauraron y conservaron para recuperar su grandeza. Esta labor titánica de nada serviría si no escuchamos la fuerza de los sonidos que son capaces de producir. Después de ver el resultado del primer órgano, el segundo, el de la Epístola, fue restaurado en memoria de mi muy amado hijo Alfredo Harp Calderoni.
El día del primer concierto, después de haber sido restaurados, escuchamos un diálogo maravilloso entre los dos órganos. Los sonidos iban y venían en una conversación sin igual. Quedé tan entusiasmado que pensé que era necesario seguir fomentando conciertos de este tipo.
Le propuse a Olivia Gorra, una de las voces más hermosas del país, realizar un par de conciertos. Acordamos que el motivo fuera por el amor a México, y qué mejor ocasión para invitar al organista de la Catedral de Notre Dame de París, Johann Vexo, para que tocara en nuestra Catedral. Qué honor para nuestros oídos y qué privilegio para nuestra alma saber que estos monumentos nacionales tocan por la gloria y el amor a México.
Erráticas y cambiantes, las formas posibles que deambulan por el mundo aparecen, se transfiguran y desaparecen en los contornos difusos de la materia; por ello, en tanto creador de formas (o conjurador de arquetipos), el artista establece una apuesta contra la tendencia del universo hacia la indistinción y la entropía: aliado de las posibilidades entre lo visible y lo invisible, su lucha permanente es contra la insignificancia.
Esta muestra antológica de grabado y técnicas mixtas de Sebastian Fund en la Biblioteca Henestrosa, titulada Tren eterno, permite calibrar los cimientos de un artista joven que no obstante ha erigido ya una visión y una poética reconocibles. Los grabados mestizos de Fund –que sabe que la impureza más que una estética es un modo de producción– delatan no sólo un oficio macerado sino también un imaginario propio, oscuro, lujurioso y pleno de resonancias que remiten a instantes primigenios de la creación, por ello no es casual que algunas de sus figuras zooantropomorfas recuerden a bestias prehistóricas que, a través de sus grabados, perfilan todas las mañanas del mundo: no tanto figuraciones imposibles como variantes insospechadas de un génesis particular.
Con piezas tomadas de muestras anteriores como Identidad, Huellas lejanas, o Bestias negras, este bestiario en movimiento –que también explora la textura del desecho en las composiciones más excepcionales– combina al grabado rígido con la tinta y la acuarela, ensanchando y presentando los límites de su materialidad justo en el corazón de Oaxaca, tendiendo puentes de diálogo para dar cuenta de un presente múltiple. Enrarecido.
En esta muestra se dan cita formas antropormorfas, extrañas fábulas sin lengua que comunican con insólitas cámaras mentales; bestias mestizas desubicadas por los trazos que dispersó la danza: por eso en estos seres y en las composiciones en gráfica, tinta y acuarela hay deseo y hay cópula: promiscuidades y colindancias que revelan su plenitud y potencia a través de máquinas de grabado que permiten sentir el peso pleno de la imaginación en la materia.
Jirones de una mente sensible, pero sobre todo auténtica y coherente, esta panorámica de un artista cuyo imaginario acaso colinde con las distorsiones y dilucidaciones de algunos seres carringtonianos, señalan que la suya es una apuesta que se resuelve en otra promesa que no claudica ni se consume: la obra de Sebastian Fund, en su ejercicio pleno y permanente, anuncia la inminencia de un iluminado porvenir.
Denchangiama rra inkua ndie ni dserjï, gií ni inkuama Ni nuxrï lloo nda ja’ä Nu ni nixa llookua nda ja’ä Nu dinda mio kaxra rusï
mio lloo llakü mio lloo ra’sü lloo ni danuxrï Mio gie nda ni raa ja’ä Nu tukilla dsigie nda ni dsira ja’ä Rra dsirja ni inkua ja’ä, beé nidenku ni dajui. Bajiä xrü koö xadë nu bikuä ga’a dsua ndaa. Kua bikuä nde nué nu nde ni jangi
Saa nidenku kü dijú Nu kua netoö ni rrakü, Kua netoö nda ja’ä ndie ni dserjï. Tooma rrí especial, nillasiä nda ino dijú. Nidia ni stami, jalla jakuä tatiua Mio ja’á toomi especial, ngukuami xride.
*Basado en la historia original: “Is There Anyone Like Me?”, de Fred Strydom. Agustín Jiménez García, traductor, chocholteco de Santa María Nativitas (Ngigua)
L’ahzem (faja nupcial de mujer), data al parecer del siglo XIX. Tejida en Fez o Tetuán, norte de Marruecos
Pueblo marroquí, hablante de árabe, lengua de la rama semítica de la familia afroasiática
Nos conmovió mucho percibir la sensibilidad con la que Tony y Roger Johnston reunieron cientos de obras maestras del arte textil durante más de cuarenta años. Admiramos pieza tras pieza por varios días, la riqueza de los matices y la vitalidad de las figuras tejidas nos remitieron con fuerza a las imágenes que uno como niño se forma del jardín del edén. Al donarnos su colección, la familia Johnston hereda a Oaxaca su esfuerzo, su cariño y su visión del paraíso.
Una de las piezas de la colección que ahora llama nuestra atención es una faja nupcial de mujer que data, al parecer, del siglo XIX.
L’ahzem consta de dos urdimbres y dos tramas, todas ellas de seda devanada. Las urdimbres y la trama de base son del color natural de la fibra, mientras que las tramas suplementarias son de seda entorchada con laminilla metálica (que tomó un color café) y seda teñida con colorantes que parecen ser naturales. La estructura de tejido presenta dos técnicas: una de las variantes del tejido de lampas y un brocado. Se denomina “lampas” a una estructura compleja donde la urdimbre de base, que forma el fondo de la tela, se teje con una trama de base, ya sea en ligamento sencillo (también llamado tafetán), sarga (donde cada trama flota de manera equilibrada sobre dos o tres hilos de urdimbre, por ejemplo en la secuencia 2-1-2) o raso (donde las tramas flotan sobre varios hilos de urdimbre en forma desequilibrada, por ejemplo 5-1-5), mientras que una segunda urdimbre, llamada “urdimbre de ligamento”, interactúa con tramas suplementarias para formar los diseños. Éstos sobresalen del fondo al tejerse como una capa sobrepuesta en ligamento sencillo, sarga o raso. Para acentuar el contraste, la urdimbre y trama de base forman generalmente un tejido de cara de urdimbre, mientras que la urdimbre de ligamento y la trama suplementaria forman un tejido de cara de trama.
En las secciones de lampas de esta faja, el tejido de base es de tafetán de cara de urdimbre y la segunda capa decorativa es de ligamento de raso de cara de trama. Las secciones multicolores corresponden al tejido de lampas, mientras que las secciones de dos colores, donde la trama es de seda entorchada con laminilla metálica presentan una estructura distinta: se trata de un brocado donde las tramas suplementarias flotan por largos trechos a todo lo ancho del lienzo para formar el diseño geométrico a base de octágonos con las lacerías que se proyectan de sus vértices (las lacerías son las líneas que se entrecruzan, conectando un octágono con otro).
Las telas de lampas se tejen en un telar de pedales donde los diseños son preprogramados mediante cordones que determinan la secuencia de levantamiento de una larga serie de “ramos”. Cada uno de estos ramos se compone de una tira de madera que controla ciertos hilos de la urdimbre. Para tejer el diseño, se ha programado con anticipación cuáles cordones se jalarán para cada trama suplementaria, levantando varios “ramos” a la vez, que accionarán los hilos de urdimbre requeridos. Al mismo tiempo, el tejedor pisa los pedales indicados para insertar la trama de base en la urdimbre que le corresponde. El ensamblaje completo se conoce como “telar de tiro” (drawloom en inglés) y requiere de dos personas para operarlo: una para jalar los cordones que levantan los ramos en cada paso, y otra para tejer la tela.
Los telares de lampas son los más complejos de los diversos tipos de telares de tiro y fueron el antecedente inmediato de los telares Jacquard inventados en Francia en 1804, donde los diseños son predeterminados por medio de tarjetas perforadas. Los telares Jacquard con sus tarjetas propiciaron a su vez la invención de una de las primeras computadoras en 1944, programada mediante una cinta de papel con perforaciones.
Los tejidos de lampas fueron ideados en Medio Oriente en la época medieval y se difundieron rápidamente como textiles de lujo. Hacia el este fueron retomados a lo largo de Asia hasta China y Japón; hacia el oeste llegaron a Andalucía y se hicieron especialidad de Granada. De Granada pasaron a Fez en el siglo XIII, antes de la expulsión de los musulmanes de España. De Fez la técnica se difundió en Tetuán y otras ciudades, si bien la primera fue siempre el centro principal de producción. Los talleres perduraron allí hasta principios del siglo XX, y recientemente la técnica fue revivida en la medina (barrio antiguo) de la misma ciudad por empeño del artista Sy Hassan.
Antiguamente se tejían en Fez las fajas matrimoniales que vestían las novias en el norte de Marruecos, confeccionadas con un lienzo largo dividido en secciones marcadas por cambios en el diseño y el colorido. Esta pieza representa uno de esos lienzos. Tony y Roger lo compraron en 2000 en una tienda de antigüedades en la ciudad de Rabat, donde al parecer alguien les dijo que se trata de una faja hecha para la comunidad judía. Por lo visto, estas prendas de boda eran usadas tanto por novias judías como musulmanas, lo mismo árabes que bereberes.
Estamos así ante un textil que evoca una época no sólo de convivencia pacífica entre el Islam y el judaísmo, sino de comunicación cotidiana que moldeó y enriqueció las culturas de ambos pueblos de forma recíproca, como ya había sucedido en las ciudades andaluzas durante la era medieval. La faja nos da en qué pensar, en estos momentos en que crece el antagonismo entre judíos, musulmanes y cristianos en el Medio Oriente y en otras regiones del planeta.
Siguiendo la tradición marroquí, la larga faja se envolvía apretadamente alrededor de la cintura de la novia. Pasada la ceremonia de la boda, se soltaba la faja como señal de que ya no había impedimento alguno para que ella concibiera hijos. Los diseños de la prenda incluyen con frecuencia figuras de buen augurio para la novia, como la hamsa (‘cinco dedos’) o mano de Fátima (hija del profeta Mahoma), figura que brinda protección contra el ojo maligno para judíos, árabes y bereberes, y que tiene antecedentes en las civilizaciones antiguas de Mesopotamia y Egipto. El diseño defiende de manera simbólica a la mujer y promueve su fertilidad y lactancia. La mano de Fátima se aprecia claramente en ambos extremos de esta faja, justo al centro de la sección final y apuntando hacia afuera. En Marruecos, las mujeres sayeed (descendientes de Fátima) tenían el privilegio de usar el lienzo de l’ahzem sin doblar, mientras que el resto de las novias se ceñían la faja matrimonial doblada por mitad a lo largo del lienzo.
Las dos estrellas de ocho puntas que flanquean la hamsa en ambos extremos de la faja también son un diseño propicio. Como representación del planeta Venus, esta figura se asociaba con la diosa Ishtar en la antigua Babilonia. La mano extendida con cinco dedos también se asociaba con ella. El amor, la belleza, el sexo, la fertilidad y la guerra eran dominios de Ishtar. La estrella de ocho picos se vinculaba de igual manera con Afrodita y Venus en la antigua Grecia. Más aún, en las secciones de esta faja brocadas con hilo metálico aparece una versión distinta de la estrella, que tiene connotaciones simbólicas específicas: el octágono formado por dos cuadrados sobrepuestos, llamado en árabe khatim sulayman, ‘sello de los profetas’. Una leyenda relata cómo el rey Salomón usó esta figura para capturar djinns, criaturas sobrenaturales o contrapartes inmateriales de los seres humanos. El diseño evoca de modo explícito la planta octagonal del Domo de la Roca en Jerusalén, uno de los sitios más sagrados del Islam. Fue desde la roca al centro del domo que el profeta Mahoma ascendió al cielo para reunirse con Dios, y fue en ese mismo lugar donde Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo por orden divina, según los tres credos: el islámico, el judaico y el cristiano.
En los tramos multicolores de esta faja, luciendo el tejido de lampas, la figura principal en forma de gota con el extremo curveado se conoce como “boteh” (paisley en inglés), que es frecuente en las alfombras y otros tejidos islámicos, y que al parecer se originó en la antigua Persia. El estudio iconográfico de los ejemplos más tempranos que se conservan sugiere que el boteh representaba originalmente un ciprés y un ramo de flores. En la religión zoroástrica de Persia, anterior al Islam, el ciprés simboliza la vida eterna, idea que resurge en los textiles islámicos, donde el boteh parece relacionarse con la preñez y con la noción de una semilla de vida. Así lo proponen algunos promotores de las alfombras iraníes, quizá con más imaginación que evidencia etnográfica.
Para terminar con la faja, entre un boteh y otro aparece una luna creciente, que fue adoptada junto con una estrella en las monedas de Bizancio del primer siglo antes de Cristo, como símbolo de la victoria de la ciudad sobre sus enemigos. En el siglo XVIII la luna creciente y la estrella fueron retomados como emblema del imperio otomano, centrado en Anatolia como el antiguo imperio bizantino, y posteriormente sirvieron para abanderar a varias naciones islámicas, incluyendo cuatro países vecinos a Marruecos: Túnez, Argelia, Mauritania y la República Saharaui. No necesitamos explicar por qué la luna se asocia gráficamente con las menstruaciones, la concepción y la gestación en muchas regiones del mundo.
Los telares de tiro se usaron en México durante el periodo virreinal: un óleo de Carlos López, pintado en 1740, que resguarda el Museo Soumaya de la Ciudad de México, muestra el interior de un taller de tejido, donde un operador acciona los cordones que levantan los ramos, mientras que el tejedor pisa uno de los pedales al mismo tiempo que asienta sus tramas de dos colores. San Miguel Arcángel y el Espíritu Santo presiden la escena, bendiciendo, por lo visto, un trabajo tan complejo.
Reflejos de la memoria es una exposición que presenta a los visitantes el trabajo que durante quince años ha realizado una de las instituciones hermanas de la FAHHO, la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, mejor conocida como Adabi de México.
La exposición, además de compartir los logros de estos tres lustros, tiene el objetivo de fomentar la conciencia entre los mexicanos sobre la importancia de los archivos y las bibliotecas para la comprensión de nuestro pasado y nuestro presente. Muestra el trabajo realizado en 29 estados de la república mexicana con instituciones públicas y particulares, civiles y eclesiásticas, nacionales y locales que marca a Adabi como referencia obligada en el país en materia de archivística, libro antiguo, conservación, restauración y encuadernación.
La trayectoria de la asociación en el rescate del patrimonio de México le ha valido el reconocimiento nacional por parte de instituciones públicas y privadas, así como el de organismos internacionales como la Unesco y Europa Nostra. Es por esto que el Centro Cultural San Pablo expone hasta el mes de noviembre parte del archivo histórico de México.
El 15 de julio fue el día marcado en el calendario para muchos jóvenes que buscan cumplir su sueño de jugar beisbol profesionalmente: el comienzo de una carrera llena de sacrificios, pero también recompensas invaluables. En las instalaciones de la Academia AHH dio inicio el curso del mes. Se inscribieron cincuenta adolescentes de diferentes partes de la república mexicana, quienes pasaron un mes entrenando, viviendo y soñando con el beisbol.
De igual forma, dio inicio el curso del mes en Mazatlán, Sinaloa, con otros 35 jóvenes, quienes buscaron ganarse un lugar en el roster para el curso de invierno 2019, que da inicio en septiembre.
Para el fin del curso de verano 2019, se tuvo una buena selección de peloteros que cumplen con los requisitos y los parámetros para pulir su talento en los cursos largos.
Andrés Muñoz llegó a las instalaciones de la Academia Alfredo Harp Helú en 2014 con un único objetivo en su mente: llegar al mejor beisbol del mundo. Siempre se mostró como un joven centrado y enfocado en su sueño. Esto no es obra de magia, pues tuvieron que pasar cuatro años llenos de esfuerzo, dedicación y trabajo para poder ver culminado dicho anhelo.
Muñoz se convirtió en el sexto egresado en llegar a las ligas mayores. Su sueño se cumplió el viernes 12 de julio, cuando debutó en San Diego, California contra los Bravos de Atlanta, con un lanzamiento de 101 mph, enfrentando a Nick Markakis, a quien le otorgó base por bolas, para después forzar un doble play y terminar la entrada ponchando a Brian McCann.
Esta historia sirve como inspiración para los jóvenes que inician su proceso de preparación en las instalaciones de la Academia AHH, mostrándoles que ningún sueño es imposible si se tiene el coraje y la disciplina para luchar por él.
Jesús Fabela vive su sexto año con los Diablos Rojos del México, y su séptima temporada de actividad ha sido la mejor en su carrera. Desde el primer mes de campaña se ubicó en los primeros lugares de bateo y el número uno entre los mexicanos, superando el .400 de porcentaje (4 hits por cada diez turnos), además de una defensiva espectacular en los jardines.
“Chuyito” ya es el jugador especial que se pronosticó en 2014 cuando debutó y colaboró en el campeonato más reciente de la Pandilla Escarlata, pero ¿qué ocurrió para que finalmente alcanzara el punto de consagración? En medio de una enorme frustración por un invierno de poca actividad, los primeros días de 2019 sufrió la pérdida de su padre en un accidente, quien a pesar de la distancia siempre estuvo pendiente de su desarrollo, y continuamente le insistía en mantenerse enfocado en su objetivo. Como si el consejo lo estuviera escuchando en el momento de recibir la invitación a la pretemporada de Diablos, Jesús Fabela no dudó en aceptar, no obstante que se trataría de una preparación más prolongada que el resto de sus compañeros, dos meses para ser exactos.
Esos primeros días de entrenamiento le permitieron observar el entusiasmo y dedicación con la que practican los alumnos de la Academia Alfredo Harp Helú, misma hambre e intensidad que experimentó en sus inicios, precisamente en San Bartolo Coyotepec, donde cariñosamente junto a Carlos Figueroa se les conocía como “los enanos”.
Y es que sin una estatura y constitución física tan sobresaliente como el resto, siempre ha sabido que su éxito depende del tiempo que le invierta a su preparación. Como en aquellas primeras horas cuando era alumno, “Chuyito” se contagió de sus nuevos compañeros, y recargó las baterías para afrontar las nuevas batallas.
En plena recta final de la campaña, el jardinero derecho y segundo bat del México tiene en mente cerrar fuerte para llegar a la postemporada en su mejor momento. Le emociona pensar en un campeonato de bateo o cualquier otro galardón, pero considera que ganar un campeonato es la única manera de corresponder a la confianza que el club le ha dispensado a él y al resto de jugadores que vienen desde abajo, los Diablos que nacieron siendo rojos.
La biblioteca personal de un escritor es también un registro biográfico: de cierto modo cuenta la historia del propietario. Los títulos y colofones revelan fechas de adquisición, gustos literarios, tendencias de época. Las anotaciones al margen expresan modos de pensar, y las dedicatorias dan cuenta de relaciones personales, unas afectuosas, otras más bien frías o diplomáticas. En ciertos casos registran también el itinerario de un libro, algún cambio de manos, azarosas mudanzas de una estantería a otra.
Aunque se han ido sumando colecciones relevantes, el fondo de la Biblioteca Andrés Henestrosa sigue conformado básicamente por la colección personal del escritor de Ixhuatán. Entre los volúmenes es común encontrar dedicatorias de celebridades como Efraín Huerta, Carlos Monsiváis o Amparo Dávila, rubricadas en páginas preliminares de primeras ediciones. Y a veces, la dedicatoria no va dirigida a don Andrés.
En la sección de narrativa de la Henestrosa se encuentran dos ejemplares idénticos de Palindroma, libro de relatos, o algo parecido, escrito por Juan José Arreola y publicado por el sello Joaquín Mortiz en 1971. Uno de esos tomos tiene una dedicatoria en la página 3, la escribió Arreola y dice así: “A Víctor, con el afecto de su tal vez más viejo amigo”. La inscripción lleva fecha de 1978. En la página 2 se lee una anotación posterior de Henestrosa: “Adquirido, como obsequio de V.G.A., hoy, sábado, 2 de dic. de 1985. Las mías serán tan buenas y tan amorosas como las manos de su primer dueño. Quedan aquí, en Ahuehuete 42, después de una lectura más: en cada una, una ganancia”. El texto funciona como arma apuntada contra el olvido, y de paso nos acerca al complaciente género de la autodedicatoria. La calle Ahuehuete, en Ciudad de México, hoy se llama Andrés Henestrosa.
Como cualquier otro libro de Arreola, Palindroma es inclasificable y exquisito. Se mueve con plena libertad entre el jugete literario, la erudición sin solemnidad, la prosa exacta y los textos breves que valen como entes autónomos y extraños, como uno que se titula “La disyuntiva”: “El error está en decidirse. No le diga usted ni sí ni no. Empuñe resueltamente los dos extremos del dilema como las varas de una carretilla y empuje sin más con ella hacia el abismo. Cuidando, claro, de no irse otra vez como la soga tras el caldero”.
La escritura de Arreola, llena de acertijos y de mirillas que conducen nuestros pensamientos a quién sabe dónde, invita a elaborar conjeturas sobre aquel par de inscripciones de puño y letra. Arreola dedica un libro a Víctor, de quien el autor es tal vez su más viejo amigo. Siete años después, Víctor ya se ha separado del ejemplar, que termina en venta de segunda mano. V.G.A lo adquiere y obsequia el volumen a Henestrosa. Así, las páginas de cortesía, que salieron en blanco de la imprenta, se suman a la obra literaria, le dan profundidad y la enriquecen. Los tomos adquiridos por don Andrés son parte de una serie que en 1971 agrupó la mayoría de las obras de Arreola. Junto a los dos Palindroma, hay dos ejemplares de Confabulario, y otros dos de Bestiario. Es de suponerse que Palindroma fue adquirido gracias a la firma manuscrita de Arreola, pero el comprador al parecer salió con otros cinco volúmenes.
En Palindroma solamente pueden encontrarse dos frases que digan lo mismo al derecho y al revés, es decir, palindromas: uno que pusimos de epígrafe, y otro más que irá al final, quizás como ejemplo de la serena misoginia, propia de esa época, que el autor va soltando, de vez en vez, a lo largo de la obra: “Adán, sé ave, Eva es nada”.
En esta ocasión les escribo para hacerles llegar una gran noticia, pues el Museo de la Filatelia de Oaxaca ha tenido el honor de representar a México en la Exposición Mundial de Estampillas China 2019, que se llevó a cabo en la ciudad de Wuhan, Provincia de Hubei, China. Este magno evento reunió más de noventa países. Las federaciones de cada país conjuntaron las mejores colecciones y las publicaciones literarias del mundo, en donde el MUFI presentó dos de sus más recientes obras: México Exporta y Arquitectura y Arqueología.
Pero ¿qué significa esto? Tenemos que irnos más atrás y entender a los filatelistas. Ellos son los coleccionistas de estampillas y material postal. Más allá de acumularlo, llevan a cabo una labor muy importante: el estudio de las piezas emitidas por el correo. Las estampillas a las cuales muchos hacen referencia como “pequeños billetitos” con los cuales se paga un servicio postal, otros las consideran “pequeñas ventanas de la historia”, pero para los filatelistas son: diversión, entretenimiento, la forma de pasar el tiempo fuera de la rutina diaria. Analizar las estampillas por delante y por detrás, sentir su papel, observar sus colores y la técnica de reproducción que se empleó para elaborarlos y muchos otros detalles son parte de la actividad filatélica.
Ahora que conocemos un poco de esa relación “simbiótica” entre la estampilla –también llamada sello postal o timbre postal– y el filatelista, tenemos que preguntarnos: ¿cuál es el producto de ese estudio? Y la respuesta es: la posteridad, dejar huella para la posteridad, es decir, dejar plasmado el resultado de una investigación, hacer notar los descubrimientos o hallazgos del filatelista en las estampillas de alguna serie emitida por el correo, y ahí la gran labor del MUFI.
Las obras México Exporta y Arquitectura y Arqueología son dos maravillosos estudios plasmados en papel y transformados en libros, que complementan la información existente alrededor de estas dos series permanentes, muy populares en México y relevantes en el ámbito internacional. El arte que se puede observar en la constitución de estas obras literarias es magnífico. La mezcla del diseño editorial y las imágenes exclusivas del libro destacan la importancia de estas emisiones que han recibido la presea Plata Grande y Plata respectivamente. No es sencillo participar en una actividad en que participan más de 135 obras literarias, todas con una especialidad. En este caso, hablar de dos de las series de estampillas más queridas por el mundo es una aportación sin igual.
Como todo participante olímpico, la medalla significa el esfuerzo detrás de estas publicaciones, las más de 200 páginas que contiene cada una, el arduo trabajo para obtener las imágenes que se muestran, el diseño de su portada, la letra que facilita la lectura y lo más importante: “Que el MUFI ha abierto las puertas a la inmortalidad”. Como cualquier obra impresa, pretende estar para siempre, esperando a algún curioso, algún interesado en conocer más sobre el pequeño papel que encontró adherido a una carta o saber qué es esa antigua colección del abuelo… he ahí la información materializada en este libro.
Amigos lectores, no me queda nada más que despedirme invitándoles a conocer más sobre el MUFI y estas grandes actividades que desarrolla para todos ustedes. Disfruten de la filatelia en este único y excepcional lugar: el Museo de Filatelia de Oaxaca.
Mario Ramírez Bahena Comisario de México en China 2019.
¡Bienvenidos al paraíso de los Diablos Rojos del México!
Sí, en efecto, uno de mis sueños fue construir un estadio porque siempre nos andaban cambiando de un lugar a otro. Este estadio lo tenemos que gozar. Yo estoy muy feliz, y quiero que todos estemos muy felices.
Agradezco a las más de 9 000 personas que trabajaron en la construcción de este bello estadio, son muy importantes.
Muy importante para mí es agradecer al señor presidente de la república, licenciado Andrés Manuel López Obrador, que se haya dignado a acompañarnos en la inauguración de este estadio. Él ama el beisbol como lo amamos nosotros, y creo que es relevante que nos haya acompañado.
México siempre juega en equipo, y ahora va a redoblar sus esfuerzos para jugar en equipo. México es muy grande, México es el campeón y seguirá siendo el campeón.
¡Vamos a trabajar todos juntos!
Palabras de Alfredo Harp Helú en la inauguración del Estadio de los Diablos Rojos del México.
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