COLECCIONES TEXTILES. EL ROSTRO HUMANO DETRÁS DE LOS OBJETOS

Del 17 al 21 de octubre de 2018 se llevará a cabo el Tercer Encuentro de Textiles Mesoamericanos (TEXTIM III), convocado por el Museo Textil de Oaxaca. Como parte del festejo del décimo aniversario del MTO, en esta ocasión dedicaremos el Encuentro a la memoria de Ernesto Cervantes (1902-1985), oaxaqueño coleccionista de arte cuyo legado se encuentra alojado en distintos espacios de esta ciudad. Los textiles reunidos por don Ernesto fueron una de las colecciones con las que inició el MTO, y es por ello que desde el mes de julio se presenta una selección de los textiles que tanto él como su esposa, Josephine Brown, conformaron a lo largo de varias décadas. La riqueza patrimonial reflejada en la colección Cervantes-Brown es el punto de partida de esta tercera edición del TEXTIM: las colecciones textiles como reflejo de la personalidad, razones y pasiones que anteceden a la formación de un acervo.

Tras la recepción de más de 50 propuestas, se darán a conocer 35 ponencias, demostraciones y carteles durante los dos días del encuentro. Acercamientos desde el conocimiento tradicional, la ciencia, la museología, la antropología, la historia del arte y la formación de futuros profesionales, entre otros, nos mostrarán el quehacer en torno a la actividad textil, tal y como se vive en distintos contextos. Iniciativas y proyectos impulsados en México, Chile, Argentina, El Salvador, Estados Unidos, Francia, España y Japón crearán un foro de intercambio de experiencias con la finalidad de enriquecer y complementar esfuerzos en pro de la valoración y salvaguarda del patrimonio textil.

Como en las ediciones anteriores, los primeros dos días del Encuentro estarán dedicados a talleres tanto creativos (teñido y tejido), como académicos (conservación de textiles). Durante el fin de semana se presentará una expo-venta especial en el atrio del Centro Cultural San Pablo, donde se apreciarán los trabajos de diez talleres y agrupaciones procedentes de distintos pueblos de Oaxaca: San Juan Colorado, San José del Progreso, Maguey Largo, San Mateo del Mar, Santa María Tlahuitoltepec, Pueblo Nuevo, San Andrés Chicahuaxtla, El Tapanco (Santa María Zacatepec), Santo Tomás Jalieza y Teotitlán del Valle. Gran parte de los tejidos y bordados que se presentarán en esta expo-venta derivan de una serie de talleres de creación y experimentación que se han realizado desde octubre de 2017, con miras a esta edición del TEXTIM.

Puesto que el cupo es limitado, sugerimos visitar el siguiente sitio para conocer más detalles sobre el proceso de inscripción.


LOS TONOS DEL AMOR HACEN ECO EN EL CENTRO CULTURAL SANTO DOMINGO

La historia de la relación entre la música y la literatura es larga y ha llenado cientos de páginas de crítica y comentarios. Se podría hacer una larga lista de obras de la literatura universal y la literatura clásica que, ya sea por sus valores estéticos, tradicionales o por sus llamativos argumentos, han sido fuente de inspiración para músicos y escritores de todos los tiempos.

La trama o la estructura dramática de la literatura ha sido representada, enriquecida y resaltada desde la música. El poder evocador del lenguaje musical acompaña la anticipación de los hechos de una trama literaria, enriquece las sensaciones, la empatía, el temor por los personajes, o ahonda la experiencia narrativa de una historia.

Este año, el programa Seguimos Leyendo ofreció a sus lectores voluntarios la oportunidad de experimentar un acercamiento entre la música y la literatura a través de una experiencia estética diferente: un concierto en el que la música y la literatura dialogan entre sí.

Lo que en un principio sería una sesión del diplomado en Cultura Escrita y Adolescencia, se convirtió en una tertulia memorable para todos los que asistimos. Abierta al público, la presentación de Los Tonos del Amor reunió el virtuosismo de dos músicos mexicanos de talla internacional: el violinista Eduardo Espinosa y la pianista Adriana Pimentel, quienes, al estilo de las tertulias del siglo XIX, nos sumergieron en un recorrido por la historia de la música y la literatura entre cuentos, anécdotas, pasajes musicales, fragmentos de obras, explicaciones, fragmentos de cartas, chismes de época, bajas pasiones y mucha, mucha música de extraordinaria calidad en su interpretación.

Una vez más, la FAHHO nos sorprende con la calidad de la oferta cultural para los participantes del programa Seguimos Leyendo, que año con año ponen su esfuerzo y dedicación en prepararse para llegar a los niños y jóvenes de Oaxaca, con una propuesta integral de actividades que amplíen sus horizontes alrededor del libro y la lectura. Se merecen el apapacho.

CITAS ENTRE CIENCIA, ESCUCHAS Y LECTORES

En su existencia, el programa Seguimos Leyendo ha tenido como características ser comprometido, continuo, formal, recreativo e incluyente, llevando historias a miles de personas en diferentes instituciones. En el año 2017 se trazó una meta más ambiciosa bajo la dirección del Dr. Puck, que consiste en compartir lecturas científicas acompañadas de una parte experimental y/o visual para captar los diferentes sentidos de los escuchas.

Como primera fase se abrió una convocatoria a los lectores activos para profesionalizarlos en el método de lectura propuesto, mostrar la diversidad de material con contenido dirigido a adolescentes, explicar las dinámicas que pueden acompañar al texto y ensayar lo aprendido antes de ir al ejercicio en la realidad. En la segunda etapa los lectores voluntarios fuimos a compartir notas científicas en primarias, secundarias y bachilleratos, acompañados de juegos, videos, experiencias y diversión.

Al iniciar el proyecto con un diagnóstico de entrada, noté que la ciencia no era un gusto mayoritario para la lectura de chicos de secundaria. El reto de este proyecto fue exactamente vencer ese obstáculo. Entregar lecturas científicas con estrategias que las volvieran atractivas, que atraparan la atención y sembraran curiosidad en los jóvenes. Durante la ejecución de las lecturas de ciencia con adolescentes fuimos conociendo más al escucha, a la vez que, por autoevaluación, generamos propuestas más valiosas.

De mi experiencia vivida puedo decirles que a los adolescentes les gustó trabajar en equipo, ensuciarse las manos en los experimentos, ver videos, entender el mundo desde otras perspectivas, jugar para conocer, leer de ciencia aplicada en diferentes campos; tanto que en la encuesta de salida se reflejó el deseo de los escuchas por seguir con estas dinámicas y conocer ahora nuevos temas.

Me da gran satisfacción notar que la apreciación de los jóvenes por el proyecto ha sido positiva, porque sé que mostrándoles la ciencia en modo dinámico se abre un panorama para ellos, dando lugar a la creatividad y la innovación. Como dice Andrés Oppenheimer en su libro ¡Crear o morir!: la prosperidad de los países depende cada vez más de los científicos, innovadores y emprendedores.

REFORESTACIÓN SOCIAL

En el estado de Oaxaca se pierden anualmente un promedio de veinticinco mil hectáreas de bosques y selvas, principalmente por el cambio de uso del suelo para actividades agropecuarias, incendios forestales, plagas y tala clandestina. Ante este escenario, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca mantiene un compromiso con el medio ambiente del estado, convencidos de que la reforestación, como parte de las acciones tempranas contra el cambio climático, es vital para la recuperación de bosques y selvas, y fundamental en el sostenimiento de la biodiversidad, en la captura de carbono, en la formación y protección del suelo, en la mitigación de daños y desastres naturales y en la regulación del ciclo del agua y del clima.

En el año 2006, la Fundación impulsó el proyecto de transferencia de tecnología forestal, donde también participaron el Gobierno de Suecia y el Gobierno del Estado de Oaxaca, con la instalación y equipamiento del Banco de Germoplasma para el almacenamiento de semillas. De igual forma, colaboró en la infraestructura para la producción de planta con la instalación de quince viveros con tecnología sueca. En los años subsecuentes se ha impulsado la producción de planta; en el presente año se rehabilitaron ocho viveros y se produjeron tres millones de árboles, siete especies de pinos, cinco especies de plantas nativas y nueve especies tropicales y agroforestales para apoyar la reforestación social en el Estado. En la región de la Mixteca, una de las zonas más degradadas del país, se rehabilitaron tres viveros: los de Yanhuitlán, El Vergel Tlaxiaco y Chalcatongo, donde se produjeron 1 366 000 árboles; en Valles Centrales, en el vivero del Tequio se produjeron 544 000 árboles; en la Sierra Sur, en el vivero de Monjas Miahuatlán se produjeron 425 000 árboles; en la Cañada, en el vivero de Concepción Pápalos se produjeron 343 000 árboles; en la Sierra Norte, en el vivero de Ixtlán de Juárez se produjeron 355 000 árboles; en el Istmo, en el vivero de El Porvenir, Chimalapa, se produjeron 85 000 árboles, mismos que se donaron al Gobierno del Estado de Oaxaca, a través de la Comisión Estatal Forestal, aprovechando su infraestructura para promover y ejecutar el programa de reforestación social, en beneficio de las comunidades, organizaciones de la sociedad civil, instituciones de los tres niveles de gobierno y autoridades agrarias que ejecutan los trabajos de reforestación social. Un compromiso más de la FAHHO con el medio ambiente de la entidad.

RAÍCES DE ADOBE Y BILIGUANA

En una de las principales calles de Santo Domingo Tehuantepec vive la señora Ana María Betanzos Calvo, de 70 años, quien tiene una casa antigua y tradicional de la región, la cual sufrió daños en su cubierta y en sus muros de adobe debido al sismo del 7 de septiembre. La Fundación Alfredo Harp Helú, fiel a su compromiso de conservar el patrimonio arquitectónico, le ayudó a reconstruir su casa para evitar que se demoliera.

La señora Betanzos menciona que en el momento del sismo estaba en la habitación que colapsó. “Precisamente me acababa de cambiar y yo tengo la costumbre de ponerme a hacer crucigramas antes de dormirme, oigo la tele, la veo, pero me pongo a hacer mis crucigramas, eso estaba yo haciendo para que me agarrara el sueño y ya ponerme a dormir, pero en eso estaba yo sentada cuando se mueve. ¡Ay!, dije, un temblorcito. ¡Cuál temblorcito! Cuando me da aquella sacudida, ¡pélate! No, si estuvo duro, estuvo duro, nunca había sentido un temblor así, nunca, nunca. Yo ya ni pedía perdón, ni Dios mío, ni nada, yo ya quería que parara aquello”.

La señora narra que en ese momento se estaba cayendo todo: “Yo decía, ya párale, y ya párale, ya párale y nomás no quería parar”, se hicieron aberturas por toda la casa, “fueron por pedazos, esos hoyotes quedaron ahí”. No pudo salir por ninguna de sus puertas debido al movimiento, así que se refugió en una de ellas, debajo de un tablón grueso que tiene en la parte superior y que sirvió de protección para que no le cayeran los escombros. Menciona que en ese momento llegó su amigo, quien le ayudó a salir y la llevó con él a su casa, donde se quedó mientras él fue a auxiliar a otros, pues veían que la gente tiraba puertas y ventanas para lograr sacar a los que estaban atrapados.

Después del temblor le habló a su hermano Miguel, quien le propuso construir dos cuartos. Ella aceptó, pues ya estaba resignada: “Iba yo a dejar puro patio, lleno de plantas, de flores, levantaba yo una palapita ahí, ahí pusiera mi cocina y mi comedor, y decía yo que ya con eso pues más que suficiente para mí sola”. La señora Betanzos estuvo un tiempo en un albergue y después con una prima en lo que construían: “Me venía a sentar en la casa y aquí estaba metida todo el día; me enfermé, me puse de malas, hasta la presión, todo. De por sí que padezco de la presión y soy diabética. Creo que esos días no podía ni con mi alma”.

Los papás de la señora Ana María eran de la región y hablaban zapoteco. Por un tiempo vivieron fuera, pero regresaron a Tehuantepec. Ella fue la única hija que volvió con ellos.“Desde chiquilla me gustaba el campo, cuando veníamos acá mi papá nos metía mucho a trabajar al campo. Sembrábamos maíz. Sembraba ajonjolí mi papá. Teníamos plátanos, cortábamos la hoja para los tamales. Nos ponía a cada quien, nos daba dos, tres cortadores y que anduviéramos atrás del peón, viendo que cortara el coco. Lo contábamos y ya se almacenaba”.

La casa era del primer esposo de su abuela: “Ella se casó a los 16 años con un señor que tenía creo más de 40 años, pero este señor fue nada menos sobrino de doña Juana Cata C. Romero, la benefactora de aquí, de Tehuantepec. Ahí tuvo mi abuelita tres hijos y se apellidaron Romero, llevaban el apellido del papá de doña Juana Cata. Después enviudó ella, vino mi abuelito, se casó, pero ya aquí fue al revés, mi abuelito venía con 25 años, creo dice él, y mi abuelita ya tenía 45, se casa con mi abuelito y tiene un hijo que fue mi papá, nada más ese tuvo”.

Cuando sus padres fallecieron hace trece años, ella se quedó viviendo ahí. Le gusta la casa por ser tradicional y por tener tantas cosas antiguas como una peculiar ventana con barrotes de madera. Le gusta vivir ahí, por eso “cuando la vi me puse a llorar, y no creas, de vez en cuando me pongo a llorar, que la veo que está toda así”.

Declara que le daba miedo entrar a la casa porque la veía en muy mal estado, al grado de considerar demolerla, pero la visitaron los del Instituto Nacional de Antropología e Historia para decirle que no la tirara. También recuerda la visita de don Alfredo Harp y de la doctora María Isabel Grañén Porrúa, de quien recuerda estas palabras: “Está muy bonita su casa, se la vamos arreglar, va a ver, hasta le va a quedar más bonita de como la tiene ahorita”.

Doña Ana María destaca que ayudó con lo que pudo en la reconstrucción, con algo de material y dinero que le dio su hermano Miguel. Su cariño hacia la casa no solo radica en el hecho de ser una herencia familiar, sino también por haber nacido en ella: “Yo nací en esta casa, tal vez por eso me ha nacido ese cariño […] cuando me dijeron se va a tirar, me dolió, sentía yo feo, pero pues qué hacía yo”.

También comparte su pesar al ser testigo de las numerosas demoliciones de las viviendas en su comunidad: “¿Ahora qué va hacer Tehuantepec? Una casa, de puras casas de lámina, […] estoy a gusto que la casa ya no se perdió, que va a ser una de las casas que voy a presumir […] porque la mayoría se desesperó y la tiró, ¡la tiró, la tiró!, yo les decía y hasta lloraba con ellas”.

La señora Ana María menciona que “hay que olvidar todo lo feo […] lo que es bonito pues eso no hay que olvidarlo, que dice el dicho que a veces de los recuerdos vive uno, ¡a veces! Pero que sean bonitos, que sean buenos”. Mientras tanto, la FAHHO sigue trabajando en Tehuantepec para conservar las historias de las familias y la de toda una región.

LA ESCRITURA DEL ARTE EN LOS LIBROS DE LA BIBLIOTECA

El próximo mes de septiembre la Biblioteca Burgoa inaugurará una exposición con obras de su acervo dedicadas al arte. Se trata de una selección de tratados y diálogos sobre dibujo, pintura y escultura que abordan las nociones artísticas que delinearon el imaginario oaxaqueño desde el periodo virreinal y hasta el siglo XIX.

El elogio de la nobleza de la pintura, la hermandad de las artes, la imitación de la naturaleza, ya planteados en el Renacimiento y la tratadística posterior, fueron conceptos conocidos en Oaxaca en las obras señeras de Vitrubio, mediante una reedición dieciochesca, así como Varia conmensuración, escrita por Juan de Arfe y Villafañe en el siglo XVI, o Conversaciones sobre la escultura de Celedonio Nicolás de Arce y Cacho, publicada en 1786.

La exposición mostrará también textos decimonónicos que delinearon las clases de dibujo en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca a cargo de Francisco Bonequi: Nociones elementales de dibujo lineal y natural, opúsculo para el uso de los jóvenes publicado en 1851, así como los dibujos de las clases. Se mostrarán también obras canónicas del siglo XIX como Diálogo sobre la historia de la pintura en México, de José Bernardo Couto y El arte en México en la época antigua y durante el gobierno virreinal, de Manuel G. Revilla; libros que forman parte de la historiografía mexicana de la historia del arte.

La curaduría fue hecha por los alumnos de la licenciatura en Historia del Arte de la UABJO. Muestra el diálogo con el arte que ha existido en Oaxaca y que sigue siendo hoy en día del interés de los investigadores y los visitantes.

EL BUZÓN DE LA CALACA

Al igual que un día bien aprovechado trae buen sueño, una vida bien aprovechada trae una muerte feliz

Leonardo da Vinci.

¿Cuándo fue la última vez que enviaste una postal? Desde hace 148 años, cuando en Austria se envió la primera postal en el mundo, ha sido un medio de comunicación genuino, económico, permanente y breve, en el que el sentimiento fluye mejor, fluye mejor la tinta, fluye la nostalgia del recuerdo de nuestros abuelos, y entre líneas fluyen palabras que sólo guardamos para nosotros mismos. La misma nostalgia repleta de memorias que nos envuelven a todos los mexicanos durante noviembre, recordando a nuestros seres que han partido.

Como herencia milenaria, durante los días 1 y 2 de noviembre en México celebramos el Día de Muertos. Esta festividad preserva la esencia indígena del culto a los muertos como motivo de alegría, donde la muerte es un renacimiento, un vivir para siempre. Con el paso del tiempo se ha enriquecido con otras influencias culturales, ya que los pueblos prehispánicos tenían fechas específicas y lugares míticos dedicados a la muerte y al eterno descanso del alma. Además, estos festejos coincidían con el fin del ciclo agrícola, es decir, con el fin de la temporada de lluvias y de la estación productiva.

Desde hace seis años consecutivos, el MUFI se une a estas festividades realizando El Buzón de la Calaca, una convocatoria anual de diseño de tarjetas postales con la temática del Día de Muertos, con el objetivo de promover el diseño postal y el uso de la correspondencia y del timbre postal a nivel nacional e internacional. Se han recibido más de 500 postales de todo el mundo en técnicas de grabado, fotografía, collage, impresión digital y acuarela. Durante ediciones anteriores se contó con la participación de países como España, Chile, Austria, Argentina, Colombia y Estados Unidos.

Recordando uno de los grandes logros de El Buzón de la Calaca, durante la realización del Séptimo Congreso Mexicano de Tarjetas Postales celebrado en agosto de 2014 en la ciudad de Monterrey, la Dirección General del Servicio Postal Mexicano, al gustarle tanto la iniciativa, decidió realizar una estampilla postal para la serie Tradiciones Mexicanas, Día de Muertos, con una de las tarjetas postales ganadoras del concurso. Y fue el 14 de noviembre del mismo año cuando a través del MUFI se convocó a Paulina Suárez Vásquez, ilustradora de la postal ganadora, para presentar dicha estampilla con un evento de cancelación especial y presentación de la exposición de 2014. En la emisión filatélica se puede apreciar la tradicional calaverita mexicana, generalmente hecha con azúcar, enmarcada en un collage de estampillas postales y flores de cempasúchil, dejando testimonio en nuestra historia y en la historia filatélica de nuestro país.

Es por ello que invitamos a ilustradores, diseñadores, estudiantes, artistas y público en general a participar en esta próxima convocatoria a realizarse del 20 de agosto al 26 de octubre del presente año, las bases serán publicadas a través de nuestras redes sociales.

La sabiduría del pueblo es ratificada al proponer soluciones prácticas y equilibradas con el medio ambiente, que otorgan grandes beneficios económicos y la capacidad de valorar todo lo que el entorno natural puede brindar.

LA BIBLIOTECA DE LAS LENGUAS DE OAXACA

Bi tijnajtjóbi kjoabitsjén la indena.
Aquí está guardada la memoria de mi pueblo.
Gabriela García (Mazateco)

En el centro de la ciudad de Oaxaca, en el segundo piso del interior del exconvento San Pablo, se encuentra la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova (BIJC, para los amigos), un espacio tan silencioso, que a veces parece que no hay nadie, pero si se observa con detenimiento a través de los cristales, se pueden notar mesas y sillas de madera (“rústicas”, dicen los visitantes) y sobre los muros, enormes libreros, con puertas enormes, también de madera, que van de piso a techo, en donde son resguardados cientos de libros que cuentan historias de hombres y mujeres que quisieron compartir su conocimiento con el mundo. También se observan personas leyendo o con computadoras portátiles y audífonos o celulares, enfocando su mirada algunas veces en lo que hay sobre su mesa y otras hacia el techo, pareciera que buscan algo entre las vigas.

El lugar tiene ese aire común de una biblioteca conventual, que atrae a muchos y muy diferentes visitantes; por ejemplo, a aquellos que tienen gusto por las construcciones antiguas; a los que tienen curiosidad por descubrir y recorrer los pasajes ocultos de un exconvento y/o a los que tienen interés por saber qué fue lo que hicieron los arquitectos para recuperar y restaurar el lugar; pero también atrae a otros visitantes, a esos que saben que hay una biblioteca con acceso libre a internet, o a aquellos que llegaron por casualidad y/o a aquellos que identifican el espacio, como el de la biblioteca especializada de las lenguas de Oaxaca y de los textiles del mundo.

La BIJC, con apenas seis años de existencia (es una de las bibliotecas más nuevas de la ciudad), ha logrado posicionarse como una institución cuya razón de ser es la defensa, promoción y preservación de las lenguas (en especial las de Oaxaca, pero no únicamente), y los documentos mesoamericanos. Para ello, se ha conformado un equipo de trabajo multidisciplinario, en donde historiadores, lingüistas, literatos, bibliotecólogos, administradores, antropólogos, museógrafos, restauradores (en la mayoría de los casos sólo es una persona, pero en plural suena más interesante), entre otros, algunos, hablantes de alguna lengua oaxaqueña, han logrado integrar su conocimiento para cumplir el objetivo de la biblioteca, y de esa manera, proponer y llevar a cabo actividades, servicios y múltiples proyectos académicos y culturales que, además de ser presentados en el espacio propio de la biblioteca, son llevados a otros lugares (instituciones, comunidades, estados, etc.), en donde es significativo compartir la información.

La Biblioteca de Investigación Juan de Córdova ha logrado hoy ser un espacio en el que los investigadores, expertos en lingüística y filología mesoamericanas y/o sus familiares, empiezan a ver la posibilidad de preservar y trascender su legado biblio-hemerográfico y documental, antes que venderlo o llevarlo al extranjero. Comunidades de Oaxaca empiezan a considerarla como la opción para preservar la historia de su pueblo, plasmada en documentos inimaginables y a los que sólo personas con autoridad pueden acceder. Esto se nota todos los días, cuando escritores de diferentes lugares de Oaxaca y del mundo vienen a donar o por cualquier otro medio hacen llegar copias de sus publicaciones para los interesados en el tema, cuando familias de investigadores deciden trasladar bibliotecas completas, a cambio de preservar y dar acceso a las mismas, o cuando autoridades de alguna comunidad acuden a solicitar apoyo para documentar, restaurar, preservar o identificar documentos valiosos para sus pueblos.

En agosto cumplimos seis años trabajando por el conocimiento y el fortalecimiento de las lenguas y las culturas de Oaxaca, y la historia de la BIJC se sigue escribiendo y se seguirá escribiendo mientras haya documentos que recuperar, colecciones por mostrar, materiales por preservar, historias que ayudar a escribir, reescribir o interpretar, mientras no se nombre a las lenguas, lenguas, mientras haya lenguas por defender y mientras haya quien necesite de un libro y un espacio para leerlo.

No sé si en verdad alguien ya construyó la Biblioteca de Babel de Borges, pero creo que cada biblioteca tiene un poco de ella y ésta no es la excepción. Gracias por creer en este pequeño universo.

¡Guruhuat daran’ nej re’!
¡Gracias a todos!
Juan Vásquez (Triqui)

CAPERUSU ́NK1

Traducción de Yasnaya Elena Aguilar al Ayuujk de San Pedro y San Pablo Ayutla, Mixe

Ojts ja mutsk kiixy nyan ja katsyjënyoopy tyakë ́wets, jajp kaaky apity mëët yë äjkx te ́ep Marlin txëë ́äjtp, tse ́pä ́äk kë ́jëts yë tsä ́äm te ́ep lichi y ́aktejp. Ojts ja Caperusu ́nk nyan y ́anëëjm ku ayaáky yë mëj tu ́u tnënäxt jëts ku ka ́t mää tyä ́nt kyäjtp.

Tu ́uk corrido ja nustk kiixy jajp pyatnëteepy mää ja ipodë ́n. Jam näjty tyimyjä ́ätän tyääkmä ́äy tyëkäm ku ojts tu ́uk puujxpäjk nyatspäät. Tsäjptsë ́m ja pyoop ëjxmuk ojts jyënpity.

* Tomado de Dina Grigalva, Las dos caras de la luna, México, Instituto Sinaloense de Cultura.

EXPOSICIÓN SER PARA GENERAR. DIÁLOGOS DE TRANSFORMACIÓN

La Fundación Haciendas del Mundo Maya es una organización que trabaja con comunidades mayas de la Península de Yucatán, en búsqueda de su desarrollo económico y social. Una de sus líneas de acción es el Taller Maya, una organización que trabaja en colectivo con maestros artesanos, quienes bajo el lema de “autenticidad, esencia y diseño”, buscan abrir una plataforma para ingresar al mercado global y abatir la pobreza, generando microempresas en cada familia de artesanos.

Es para la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca un gusto poder colaborar con entidades que buscan generar acciones de cambio y mejora para las comunidades, por lo que se presenta Ser para generar. Diálogos de transformación. Esta exposición presenta el modelo de integración generado por Taller Maya en beneficio del comercio justo, sensibilizando a los visitantes en la importancia de la conservación de nuestras tradiciones a través del diseño, la valoración de los productos hechos a mano de manera sustentable y el reconocimiento del talento artesanal.

Taller maya colabora con 42 talleres artesanales, permeando a más de 400 artesanos, quienes presentan sus productos en diez tiendas y boutiques además de una tienda en línea. Este trabajo de acompañamiento y apoyo para generar un modelo de comercio justo, se puede conocer en la exposición Ser Para Generar. Diálogos de Transformación, en la que además se podrán observar piezas elaboradas con técnicas ancestrales en henequén, sansevieria, madera, crema maya, cuerno, palma y jipi japa.

La búsqueda de transformar a partir de la comprensión, es el tema central de esta exposición que se puede visitar a partir de esta fecha y hasta el 10 de septiembre en la Sala Refectorio y Capitulares del Centro Cultural San Pablo. Además, los visitantes podrán adquirir piezas de la exhibición en la filial Andares del Arte Popular ubicada en Av. Independencia 1003.

ENTRE LAS OBRAS ASPIRANTES AL PREMIO LATINOAMÉRICA DE ARQUITECTURA ROGELIO SALMONA 2018

Abierto al público en el año 2011, el Centro Cultural San Pablo se ubica en el espacio restaurado del primer convento dominico de Oaxaca. Además de ser una obra de gran belleza arquitectónica, testigo del patrimonio histórico y cultural de la ciudad, el Centro Cultural San Pablo se ha convertido en un espacio para la cultura y las artes, lleno de actividades lúdicas y académicas en el que se comparten y construyen conocimientos. Esta vida que le ha dado el público asistente, con cada visita y cada actividad que disfrutan en el espacio, le ha valido estar nominado al Premio Latinoamericano de Arquitectura Rogelio Salmona 2018.

El Premio Latinoamericano de Arquitectura Rogelio Salmona es un reconocimiento a aquellas obras que contribuyen positivamente a generar una ciudad más participativa y democrática, considerando la arquitectura como una oportunidad de generar espacios públicos de convivencia para las personas: darle un sentido al lugar.

La búsqueda de las buenas prácticas en la arquitectura para la generación de espacios inclusivos, adicional al fin estético de las obras edificadas, es el objetivo de este premio en el que los criterios para ser elegido son: encontrarse en una población latinoamericana o del caribe, ser un lugar significativo apropiado por su comunidad, tener cinco años de construído y destacarse por su calidad en el diseño arquitectónico.

El Centro Cultural San Pablo se encuentra entre las veinte obras seleccionadas para participar por el premio en este ciclo 2018, y se anunciará al ganador en una ceremonia en Bogotá, Colombia, durante el mes de septiembre. Como sede de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y recordando que “Nuestro compromiso es por México”, es un honor participar de esta selección como un espacio del cual el público se ha apropiado y en el que ha encontrado un marco para el desarrollo de la cultura y las artes.

TELAR DE SANTA MARÍA TLAHUITOLTEPEC

PALABRAS QUE TEJEN

Para la exposición Ja kipy ja ujts miti’ pëjtëp (Árboles que florecen), inaugurada durante la fiesta patronal en el viejo palacio municipal de Santa María Tlahuitoltepec el mes de mayo, el Museo Textil de Oaxaca buscó presentar una muestra de la diversidad de textiles adornados con máquina de coser, elaborados por comunidades indígenas. Las blusas de Tlahuitoltepec son conocidas al interior y al exterior de la comunidad, pero existe indumentaria bordada a máquina empleada en muchas otras comunidades que no es tan conocida en el contexto nacional y local. Presentando la herencia cultural de Tlahuitoltepec en un contexto más amplio, buscamos reforzar el orgullo e inspirar la imaginación de las bordadoras locales. La población, como la mayoría de la comunidades mixes, abandonó el telar de cintura para la elaboración de sus huipiles alrededor de la segunda mitad del siglo XIX, y empezaron a crear sus blusas decoradas con la máquina de coser alrededor del año 1930 (véase Boletín FAHHO #22). Sin embargo, varias mujeres conservaron el uso del telar de cintura para el tejido de los gabanes de lana (un atuendo considerablemente necesario en el frío de la sierra mixe). Gracias a la preservación de esta herencia por las tejedoras mixes pudimos registrar los términos del telar de cintura en ayuujk de Tlahuitoltepec (mixe alto del centro), presentados debajo de estas líneas.

Los gabanes (tsapijxy) tradicionales de Tlahuitoltepec se conforman a partir de un solo lienzo, con una apertura al centro para la cabeza, y se tejen con lana natural sin teñir. Su urdidor (kujk) se forma colocando varias estacas en la tierra para establecer el tamaño y la cruz de los hilos de la urdimbre (xax). El telar se puede preparar con o sin orillos (ka’nïm yë’ y’okwiity). Las tejedoras aprovechan la lana blanca (poop), gris (parus), negra (yëjk piity) y café grisáceo (tsuu’nk) para crear líneas verticales en la urdimbre. El lienzo típicamente se teje en sarga, con lo que se obtiene una textura en diagonal sobre las franjas de la urdimbre. También se elaboran gabanes monocromáticos, que son, por lo general, blancos. Todavía existen algunas personas que trabajan la lana localmente, usando cardas (kä’äjx) y malacate para hilar a mano, pero actualmente la mayor cantidad de hilo proviene de Teotitlán del Valle.

Parecido a lo que ha pasado con la blusa bordada a máquina en Tlahuitoltepec, los lienzos de lana se aprovechan actualmente para construir nuevos productos modernos dirigidos tanto al mercado local como al exterior. En las tiendas en Tlahuitoltepec se puede encontrar una amplia gama de productos confeccionados con esta tela, incluyendo mochilas, lapiceros, bolsas para cargar mezcal, llaveros, etc. Sin embargo, la mayoría de estos son lienzos tejidos en el telar de pedal, otra tecnología occidental apropiada por las comunidades mixes desde el año 1770, o aún antes. A pesar de estas innovaciones, diversas e imaginativas, la continuidad del uso del telar de cintura por parte de las futuras generaciones ayuujk es incierta. Esperemos que el reciente renacimiento en el arte textil de Tlahuitoltepec ayude a conservar el uso del telar de cintura junto con las expresiones modernas.

Agradecimientos: Elisea Martínez Pérez, Tajëëw Díaz Robles y Tonantzin Indira Díaz Robles.

NADIE SABE QUIÉN ES, SI NO SABE DE DÓNDE VIENE

No se trata de recrear y de aplicar los estilos del pasado a la realidad actual, no se trata de edificar historicismos, se trata de aprender las lecciones del pasado, de la ciudad tradicional que sigue aún brindando los espacios más adecuados para la convivencia de los habitantes del siglo XXI, de retomar su enseñanza y de aplicarla en el diseño de la ciudad contemporánea.
Carlos Arvizu

Los patrones culturales de un grupo de personas se relacionan directamente con el espacio y contexto en el que se desenvuelven: la forma de comunicarse, de transmitir un mensaje, de solucionar un problema y hasta de vivir. Alrededor del planeta, distintas civilizaciones se jactan del legado cultural que sus ancestros construyeron a través de sus artes, y México no es la excepción.

La arquitectura, desde la prehispánica hasta la contemporánea, es un lenguaje que transmite el conocimiento de las civilizaciones mediante el uso de patrones arquitectónicos. La correcta articulación de los elementos en la arquitectura tradicional mexicana deja al descubierto la importancia que nuestros antepasados le daban al contexto en el que se ubicaban, es decir, la arquitectura estaba determinada más por su integración al medio natural que por su estética, pues esta vendría por añadidura si la armonía, el orden y proporción se relacionaban directamente con su medio. Como menciona el gran estudioso Arvizu, la arquitectura formaba parte de la naturaleza y, con ella, el agua, el aire, el cosmos y hasta los fenómenos naturales como sismos y erupciones volcánicas.

El valor de la conservación de este fabuloso legado que es la arquitectura tradicional radica precisamente en el conocimiento cultural e histórico de nuestra sociedad, nadie sabe quién es si no sabe de dónde viene. Estas ciudades desarticuladas que se construyen, sin orden ni concierto, sin imagen, sin proporción, poco humanas e insostenibles, son resultado de la desvalorización que se le da a nuestra arquitectura tradicional. No hablamos de recrear ni generar historicismos, sino de recuperar el ADN de nuestra identidad arquitectónica.

Absorbidos por una falsa concepción de desarrollo y estética, nuestra arquitectura ha dado un vuelco al representar una forma sin fondo, estética sin objetivo, respuestas sin preguntas. La arquitectura contemporánea debería ser un escaparate de las tradiciones culturales y sociales a través del uso de un sinfín de elementos individuales que expresen una razón de ser en el todo que es la ciudad.

No obstante la problemática en la que este patrimonio tangible se halla inmerso, la Casa de la Ciudad, el Centro de las Artes de San Agustín y la UNAM a través del Laboratorio de Procedimientos y Sistemas Constructivos Tradicionales, como alternativa para una arquitectura sustentable, suman esfuerzos para realizar acciones que fomenten la conservación, el rescate y la difusión de la arquitectura tradicional a través de la exposición La naturaleza en el habitar, la cual se presenta en la sala de exposiciones de la Casa de la Ciudad, y en la que se hace un detallado análisis de procedimientos constructivos en diversos estados del país, como Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Yucatán y Colima, rescatando el proceso de construcción mediante una memoria fotográfica, el uso de maquetas y láminas en las que se exponen las características del sitio en el que surge y evoluciona el sistema.

La exposición guía al visitante hacia la construcción tradicional de vivienda, usando diferentes sistemas, como el muro de tapial, adaptado a ciertas características de la zona en la que se desarrolla; el uso de piedra para la construcción; el bajareque; hasta las construcciones que cumplen otras funciones, ya sea de protección (como el refugio de pescadores en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca), recreación (como la plaza de toros conocida como la Petatera, en Hidalgo) o incluso para la curación y relajación, ejemplificado con el temazcal.

El paso hacia la arquitectura sustentable no se encuentra en sofisticadas tecnologías, sino dando la vuelta hacia nuestros pueblos, sus tradiciones y el legado cultural que proviene desde la época prehispánica. La gente de la población se une para la creación de estos espacios, la integración se hace latente, se recupera el sentido de comunidad, los valores tradicionales regresan, el conocimiento de la naturaleza y la relación armónica que debe guardar el ser humano con ella, los materiales se vuelven entes que deben ser entendidos para poder utilizarlos, logrando que el mantenimiento se reduzca al mínimo, que la construcción funcione casi de manera perfecta. El usuario con su cuerpo va modelando el espacio, sus manos son partícipes activas de cada piedra colocada, de cada muro que se va levantando, y así el conocimiento se transmite con base en las experiencias, de manera oral y haciendo las cosas.

La naturaleza en el habitar es una exposición que entiende las relaciones internas que posee una estructura, el entorno y el artesano que la realiza. Cada una de éstas se vincula directamente con las creencias, y nos muestra cómo el procedimiento artesanal logra estrechar la relación de la estructura con su creador. Con ello obtiene como resultado un acoplamiento único.

HISTORIA DE OAXACA A TRAVÉS DE SUS PLANOS

Demasiados diseñadores parecen añorar hoy las características físicas y plásticas del pasado en lugar de investigar los principios ordenadores abstractos que regían las ciudades antiguas y que nuestros conceptos urbanísticos modernos no han podido aún recuperar.

Christopher Alexander

La belleza, armonía y esplendor de las ciudades antiguas pueden generar en la mayoría de los ciudadanos un sentimiento de orgullo que se ve reflejado en aquellas condiciones conservadoras y casi intocables que se aplican a los centros históricos. Poco se habla de la condición natural que llevó a estos cascos a ser lo que son, condición entendida como aquel movimiento espontáneo que surge de las necesidades propias del ser humano.

Históricamente, esta condición natural hizo que las ciudades fueran configuradas con base en sus factores físicos y culturales, dotándolas de una orientación clara hacia el cosmos y con centros discernibles y bien definidos, pero sobre todo, eran diseñadas con la característica de que los parámetros de configuración urbana partían del hombre y la naturaleza. Es por ello que las ciudades históricas hispanoamericanas cuentan con perfectos tableros orientados a sus puntos cardinales, con edificios importantes en sus centros, delimitadas por elementos naturales como ríos y cerros, y el espacio público se producía para responder a la intensa vida comunitaria al aire libre, tal y como menciona Arvizu en el número 5 de los Cuadernos de Arquitectura y Nuevo Urbanismo.

Si se analiza a detalle la historia urbana de las ciudades latinoamericanas, se podrá percibir una línea muy delgada que marca la llegada de la ciudad caótica, donde se abandona la ciudad conectada, donde la división por cuadrantes y barrios no es importante, donde las edificaciones importantes ya no se encuentran en el corazón de la ciudad; aquella en donde los ríos, vegetación y cerros pasaron a ser sólo un recuerdo y no un monumento natural que dio vida a una esplendorosa ciudad.

Christopher Alexander mencionaba: “[…] se reconoce con mayor frecuencia que falta algo esencial en las ciudades artificiales. Cuando las comparamos con las ciudades antiguas, que ya adquirieron la pátina de la vida, nuestros intentos actuales de crear ciudades artificiales son, desde el punto de vista humano, un completo fracaso”. En México, las ciudades artificiales han sofocado a las ciudades históricas, con fraccionamientos desconectados y sin vida comunitaria que atentan contra el patrimonio natural.

Por lo descrito anteriormente, se concluye que la traza urbana de las ciudades expresa la historia de diferentes culturas desde otra perspectiva. Es preciso entonces para la Casa de la Ciudad narrar la historia de la ciudad de Oaxaca desde su perspectiva urbana, por lo cual se presenta a la comunidad la exposición permanente La historia de Oaxaca a través de sus planos, un recorrido histórico a través de cartografías que datan desde la fundación de la Villa de Antequera hasta la inserción de colonias que fueron integrándose con el paso del tiempo. En la exposición se pueden observar los cambios que se plantearon en la traza urbana, los cuales marcan un periodo de tiempo determinado en donde se revela cómo cambian las prioridades de cada época. Cada plano cuenta con una forma de representación gráfica y un nivel de detalle diferente, haciendo cumplir así funciones específicas a cada cartografía, ya fuese para uso religioso, militar o civil. Te invitamos a conocer el valor histórico intrínseco en las planimetrías de Oaxaca, y sobre todo, a descubrir cómo fue el proceso que llevó a esta ciudad al progresivo abandono del marco reticular y al crecimiento urbano caótico, desconectado y desarticulado.

LA PATRIA DE TODOS

Una leyenda afirma que los primeros zapotecas descendieron de las nubes y otros más brotaron de las raíces de los grandes árboles. La tradición, anclada en el Istmo de Tehuantepec en el estado Oaxaca, forma parte de las más ricas del sureste del territorio mexicano, posee oralidad, vestimenta, música, literatura y gastronomía. Existe –dicen– un don que hace inigualables a los zapotecas del sur en cualquier lugar u horizonte que se mire. Gracias a esta misma riqueza milenaria que se respira en Juchitán, la cultura zapoteca resiste en muchas formas al embate de los años cambiantes. Ya lo dijo el maestro y lingüista zapoteco Víctor Cata: “Si hemos logrado sobrevivir como cultura indígena es porque aprendimos a convivir con la tradición y la modernidad”.

En Juchitán se nace zapoteca, nos ligamos a la tierra, ella misma nos nutre, ella misma nos lleva; desde pequeños aprendemos nuestra lengua y vestimos nuestros colores; la oralidad en casa, la más importante, moldea nuestra voz en el camino que elijamos.

En la primera educación escolar es de suma importancia no perder el hilo de la tradición cultural. Muchas estrategias educativas docentes son implementadas para lograr el objetivo, y gran parte de ellas están basadas en la lectoescritura. Todo esto ha mantenido viva la lengua.

Hace cuatro años, lo que inició como una propuesta de preservación de las costumbres y tradiciones en el Jardín de Niños Juan Escutia se convirtió en uno de los trabajos más relevantes en la región: lári nandxo (‘tela sagrada’ o ‘bandera’), consiste en portar el traje y calzado típico zapoteca en la escolta, entre niños y niñas, llevando a cabo honores cívicos en lengua diidxazá. Fue tanto el impacto social, que provocó en otras escuelas la conciencia cultural y la implementación de la misma en su ámbito educativo.

Las imágenes de niños y niñas con vestimenta zapoteca que recorren los diarios han sensibilizado a un pueblo oprimido en su actual lucha por la defensa territorial y de sus recursos naturales. Aquellas imágenes criticadas de igual forma por quienes piensan en la ofensa a los símbolos mexicanos, sin saber que los pueblos indígenas también son patria. Actualmente nuestro centro preescolar ha sido reconocido por muchos aspectos, el más importante: la preservación de las costumbres en vestimenta y lenguaje. Estos cuatro años se resumen en el amor y respeto a la historia de una cultura milenaria, la zapoteca, aquella de los primeros hombres que vinieron de las nubes.

El MTO entregó un reconocimiento al Jardín de Niños Juan Escutia por estas iniciativas el pasado mes de junio. Los libros donados enriquecerán la biblioteca con la que cuenta este espacio.

Juan José Arreola, Centenario de El fabulador y el artífice

Juan José Arreola (1918-2001) figura central de “La generación del 50”, como la denominó José Emilio Pacheco, es una de las presencias más vivificantes de la literatura en lengua española de la segunda mitad del siglo XX. Creyente devoto en las potencialidades creativas de la palabra, es por antonomasia –en la República mexicana de las letras– el artesano que capta la quinta esencia de la materia verbal. En efecto, su obra, de Varia Invención (1949) a Bestiario (1972), es una lección imprescindible del ars narrandi.

El taller Juan José Arreola. “El fabulador y el artífice”, impartido en la Biblioteca Andrés Henestrosa, es una aproximación, un tributo entusiasta al vario inventor y saturador poético de la prosa, al amante de la tipografía y sus travesías editoriales, al avis rara de la facundia que lo convirtió en un conversador vocacional y magistral, al pionero de la idea de taller literario que formó a varias generaciones de escritores, al gambusino acucioso del estilo, al oficiante alegre y torrencial que supo sintonizar y transmitir, muy a la mexicana, múltiples tradiciones literarias, al maestro ejemplar que Carlos Fuentes llamó –junto con su cofrade Juan Rulfo– “dióscuro de la literatura mexicana”, “Cástor Arreola y Pólux Rulfo”.

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