GESTANDO ENCUENTROS CON LOS LIBROS

La Chapulina es una biblioteca ambulante en bicicleta que tiene como objetivo generar encuentros entre los niños y los libros para fomentar la lectura por placer. Creemos en la importancia de que los niños descubran y encuentren en los libros experiencias, temas, aventuras, sentimientos y mundos para que puedan llegar a leer por elección.

Es importante el cómo, cuándo y dónde ocurre la lectura, por lo que el dispositivo en el que viaja el librero fue pensado ex profeso para generar un ambiente de juego, libertad, cercanía, además de que fuera accesible y llamativo para los niños.

Cuando rompes con la forma en la que cotidianamente se presentan los libros y las bibliotecas, inmediatamente atraes la atención; cuando rompes con la cotidianidad de un parque, una plaza y, sobre todo, de la escuela con una actividad que tradicionalmente no se piensa como una forma recreativa y de esparcimiento, las personas se comienzan a preguntar y por qué no.

Con La Chapulina pretendemos propiciar encuentros con los libros y con los futuros lectores. Básicamente se trata de acercar los libros a la gente. Nos interesan mucho los espacios públicos, por ello planteamos una actividad que permita su recuperación y que se convierta en un pretexto para convivir. Desde la inauguración de La Chapulina, hace un mes, nos ha sorprendido el éxito que tiene entre los niños, pero sobre todo, en las familias. Comprobar que los cuentos, los poemas, las historias y la información contenidos en los libros tienen el potencial de crear profundos momentos de afecto. Esta alegría causada nos hace creer cada vez más en los libros. La gestión que hacen las personas de las colonias y escuelas para que la biblioteca visite sus espacios ha sido muy importante para que La Chapulina no pase desapercibida cada vez que llega a un nuevo lugar, sino todo lo contrario.

Tenemos como objetivo llegar a más espacios, sobre todo a aquellos donde no existe el servicio de bibliotecas. Esperamos que en enero las visitas estén calendarizadas para que los lectores sepan dónde buscarnos.

Alejandro Jodorowski escribe, cuando le devuelve al hijo de Leonora Carrignton un libro de cuentos que ella escribió para leerle a sus hijos Gaby y Pablo: “Las cosas son de quien más las necesita”. Nosotros creemos que los libros son de quien más los necesita.

PROYECTO DE TRANSCRIPCIÓN DE MÚSICA REGIONAL OAXAQUEÑA

Un reto constante para el IOHIO ha sido encontrar la manera de atraer a la gente a los órganos, porque sabemos que, si los escuchan una vez, probablemente volverán a escucharlos de nuevo. Nueve órganos se encuentran en funcionamiento en el estado y los tocan con frecuencia en misas y conciertos. Sin embargo, en algunas comunidades, sobre todo las más alejadas de la ciudad de Oaxaca, mucha gente nunca ha escuchado el sonido del órgano de su iglesia y no sabe que se considera una joya histórica y artística.

Nos hemos dado cuenta que la música que más anima a la gente es la regional oaxaqueña, porque el órgano, el más grande de todos los instrumentos de viento, se presta de manera maravillosa a este repertorio. El maestro Valentín Hernández, titular de la sección de percusiones de la Banda del Estado y Cecilia Winter hemos armado un programa de canciones (Canción Mixteca, Mi Linda Oaxaca, Llévame Oaxaqueña, La Martiniana, etc.) y bailables oaxaqueños (Los Jarabes Mixe, del Valle y Mixteco, “Danza de la Pluma”, “Tonalteca”, “Flor de Piña”, etc.), la mayor parte de ellos de la Guelaguetza, los hemos presentado en decenas de conciertos por todo el estado. En este programa explotamos la gama de sonoridades y efectos del órgano, y la gente se queda asombrada por la similitud con los instrumentos de banda que escuchan en sus fiestas.

Hicimos un CD de este concierto y de los cinco discos grabados por el IOHIO, éste es el más solicitado. Cuando visitamos los órganos para revisar su estado de conservación, siempre donamos una copia del disco a la comunidad. Las autoridades suelen tocarlo de inmediato y de repente se escucha el sonido de un órgano tubular reverberando a todo volumen por las bocinas en una comunidad en donde lo único que pudiera quedar del instrumento original es su caja vacía o sólo unos pedazos. Luego las autoridades nos preguntan si podríamos reparar el órgano, cuánto costaría, etc. Al escuchar esta música, la gente local empieza a entender cómo era su órgano en tiempos pasados, lo que alza a la vez la conciencia para preservarlo.

Ahora estamos en proceso de transcribir la música del CD para instrumentos de teclado y buscando un sistema que funcione para órganos históricos y modernos así como para el piano. Tuvimos que empezar de
cero en este proyecto, ya que sólo unas cuantas piezas habían sido transcritas para piano (y no por un pianista) y requerían de muchas modificaciones. Algunas piezas fueron anotadas para un cantante o un director de banda e incluían sólo el tema sin acompaña miento, mientras que otras nunca habían sido anotadas, no encontramos las partituras. De hecho, la mayoría de las piezas están improvisadas y, por eso, ha sido imprescindible documentarlas, publicarlas y compartirlas. El proceso de transcripción ha implicado un sinfín de horas de escuchar, tocar y analizar la música para determinar el mejor arreglo posible para los distintos instrumentos de teclado y asegurarse que sea accesible a organistas y pianistas de nivel intermedio. Cecilia Winter transcribió la música a mano y luego Joel Vásquez y Lucas Winter la convirtieron en notación moderna con un programa de computación. Actualmente, estamos afinando los últimos detalles y esperamos que este libro de música regional oaxaqueña sea publicado en 2016. Merece una difusión amplia porque la música es divertida tanto para tocar como para escuchar y, además, podría ayudar a preservar los órganos en las comunidades.

OLIVIA GORRA: EN BUSCA DE LAS PARTITURAS

La cantante de ópera Oliva Gorra quiso ir más allá de su trabajo operístico y se impuso dos tareas: por un lado, rescatar las partituras perdidas —piezas de papel donde están escritas las páginas de la música mexicana— de músicos mexicanos; por el otro, crear un concurso de canto, que lleva su nombre, para dar a conocer a los nuevos talentos de la ópera mexicana.

La preocupación por las partituras la tenía desde hacía mucho tiempo, cuando se dio cuenta de que había partituras de compositores mexicanos que estaban perdidas, maltratadas, mal conservadas o, como ella cuenta, sus propietarios “no saben qué es lo que tienen”.

Estando invitada en la ciudad de Perm (Rusia) en la convocatoria de un concurso de canto, se anunció una categoría especial de las Estrellas de Olivia Gorra. Ahí pudo escuchar a los participantes y pensó que lo que a ella realmente le gustaría oír cantar a los jóvenes era “la canción tradicional del folclor ruso”.

Cuando regresó a México, una idea le empozó a rondar la cabeza. Hacer un concurso de canto donde las piezas musicales que interpretaran los concursantes fueran sólo de compositores mexicanos, algunos del siglo XIX, especialmente del Romanticismo.

Entonces, emprendió la búsqueda de esas partituras para el concurso. “Busqué todas las partituras que pudimos. La verdad es que las bibliotecas se portaron muy bien”. En un trabajo de equipo, con mucha gente que la apoyó, Olivia Gorra afirma que empezó “un rescate muy bonito porque mucha gente ya está empezando a ir a las bibliotecas a buscarlas, tienen curiosidad. Ya plantamos esa semilla de la curiosidad: de dónde viene esta música, qué es lo que existe, cómo suena”. Para que los que están estudiando música y canto aprecien y sepan interpretar la música de su país. Y, a la vez, que las partituras se cuiden y sean accesibles a los estudiantes.

Se abrió la convocatoria, empezaron las pruebas… Pero, como cuenta la cantante veracruzana, “fue muy difícil, pues había que tener recursos. Hice algunos conciertos para cubrir los gastos y, aparte, me facilitaron un poco la vida con el apoyo que nos dieron en el Centro Nacional de las Artes (Cenart). La verdad fue un superapoyo, si no, no me hubiera atrevido a hacerlo. Tuvimos el apoyo de amigos, mi esposo, por ejemplo, la familia fue muy importante. Y también los medios de comunicación, para hacer la promoción, la publicidad. No dejó de ser difícil. Muchos días estuve sin dormir, sin cantar. Me tenía muy estresada esto”.

Llegó el momento del concurso y el pasado 13 de septiembre fue la final en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) de la Ciudad de México. Tres fueron los ganadores: Ana Rosalía Ramos (1988, Celaya, Guanajuato), Scherhezada Cruz (1985, Distrito Federal), y Alfredo Carrillo (1983, Durango, Durango). Neri Ramírez (1985, Distrito Federal) fue reconocida con el Premio Fundación Alfredo Harp Helú a la Mejor Interpretación. Los que llegaron a la final interpretaron canciones de Melecio Morales, Blas Galindo, Francisco Martínez, Carlos Chávez, Ricardo Castro, Ángela Peralta, Carlos Mabarak, Manuel M. Ponce, María Garfias, Lorenzo Barcelata, Guty Cárdenas, Mario Ruiz Amengol y Jorge del Moral.

Como broche de oro, una semana después, los cuatro cantantes —acompañados al piano de James Demster— estuvieron en Oaxaca invitados por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, en el Teatro Macedonio Alcalá, donde una Oliva Gorra emocionada los presentó y dijo que “inician una nueva etapa en su vida musical” y llevarán a todos los escenarios del mundo el legado musical de México, el que ella tanto defiende y busca resguardar. El público oaxaqueño los recibió con aplausos y fuertes “¡Bravo! ¡bravo!”.

¡ES LA TIRA PERDIDA DE IXTEPEJI!

El rico patrimonio documental histórico de Oaxaca ha despertado la codicia de coleccionistas a lo largo del tiempo. Muchos valiosos textos se sustrajeron de las comunidades, unas veces por descuido, otras porque han sido vendidos, para reaparecer después en colecciones institucionales o desaparecer en las privadas. Esto parece la tónica. Cuando un documento, casi cien años después de habérsele perdido el rastro, reaparece, asemeja más a una trama novelesca que a la realidad. Pero, como es bien sabido, la realidad siempre supera a la ficción.

En 2012, escondido en el cajón de un antiguo escritorio de la Biblioteca de la Sociedad Americana de Geografía, en la Universidad de Wisconsin en Milwaukee (UWM), apareció un documento enrollado del que nadie sabía nada. Había estado guardado ahí durante casi cien años sin que nadie lo descubriera. Cuando el exdirector de la biblioteca, Christopher Baruth, abrió casualmente el documento — en esta trama todo es posible— estaba presente Aims McGuinness, catedrático de Historia de América Latina en la misma universidad, quien se daba cuenta de que podía tratarse de algo importante procedente de Mesoamérica. Él decide que hay que llamar a su amiga Laura Matthew, especialista en Guatemala y que trabaja en la Universidad Marquette, ubicada en la misma ciudad de Milwaukee. Esta historiadora sospecha que el documento —un lienzo alargado con una especie de mapa dibujado y varios textos— podría venir del área de Oaxaca-Puebla. Así que le toma fotos y las manda por correo electrónico a su colega Michel Oudijk, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y especialista en este tipo de documentos históricos. Cuando Michel abre su correo, no puede evitar gritar, casi a punto de caerse de la silla: “¡Es la tira perdida de Ixtepeji!”.

Aunque la trama parece que termina ahí, apenas empieza el trabajo detectivesco que tanto Michel Oudijk como Sebastián van Doesburg, director de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova en Oaxaca (BIJC) y también investigador de la UNAM, emprendieron. Querían saber la historia de cómo llegó la Tira de Ixtepji al cajón de un pequeño escritorio arrumbado en el despacho del director de la Biblioteca de la Sociedad Americana de Geografía. ¡Cien años desaparecida!

Antes de seguir con esta historia, hay que detenerse un momento y explicar qué es la Tira de Ixtepeji, y por qué es importante. “Es un lienzo pintado en 1691 que versa sobre las tierras de la familia Juárez de Zárate, caciques de Ixtepeji; es una suerte de título primordial, el cual utilizaron por lo menos en tres ocasiones en las Cortes de Oaxaca para reclamar una serie de tierras que hoy está en la agencia de San Pedro Nexicho, lugar donde existió el pueblo de Ixtepeji durante la época prehispánica; en el lienzo se encuentra dibujada la geografía de diferentes pueblos de esa región y una serie de sus gobernantes”, nos cuenta Sebastián van Doesburg.

Este investigador, con un artículo escrito antes de la aparición, “El lienzo de Santa Catarina Ixtepeji, un documento tardío de la Sierra Juárez”, ayudó a reconocer que lo hallado en Milwaukee era el documento perdido de Ixtepeji. En dicho artículo presenta una fotografía que encontró en el acervo fotográfico de Alfonso Caso de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Esta imagen, en la que se ve una escena del documento perdido de Ixtepeji, era una copia de una placa perdida hecha probablemente durante la venta del documento, ya que llevaba el nombre de Constantino Rickards, cónsul inglés en Oaxaca durante la Revolución mexicana y coleccionista de antigüedades. La comparación entre la foto antigua y el documento encontrado en Milwaukee demostró que se trataba del mismo códice.

El mismo Van Doesburg nos cuenta que eso pasa muchas veces con este tipo de documentos: “Lo único que a veces se tiene son fotografías de algún detalle del documento, fotos antiguas, alguna descripción, el testimonio de alguna persona que vio o escuchó algo. Se torna un trabajo como de detective; buscar las pistas de quién lo vendió, cuándo y dónde, quién lo sacó del país”.

Van Doesburg y Oudijk siguen investigando cómo fue que el documento salió de México durante la ocupación estadounidense de Veracruz, en la maleta del ingeniero minero Adolf Place, cómo llegó a la antigua sede de la Sociedad Americana de Geografía en Nueva York y de allí, a Milwaukee. Estos investigadores han viajado a Milwaukee para estudiar el original, que hoy está bien conservado con los cuidados especializados que necesita, como un área con control de temperatura y humedad. Como bien explicó Sebastián van Doesburg en la conferencia que dio en el Centro Cultural de San Pablo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca: “Nuestro objetivo es mantener el trabajo académico sin olvidar el vínculo con las comunidades del estado de Oaxaca”. Así, estos dos académicos narraron su investigación sobre la Tira de Ixtepeji a los presentes. En dicha presentación estuvieron también Ewa Barczyk, directora general de la UWM Libraries (Bibliotecas Universitarias de la Universidad de Wisconsin, Milwaukee); Marcy Bidney, directora de la Biblioteca de la Sociedad Americana de Geografía (parte de la UWM Libraries); y el ya mencionado Aims McGuinness.

Pero estos invitados no sólo llegaron a Oaxaca para oír la conferencia. Consigo traían un facsímil de dicho lienzo donado por la UWM. Tras la charla, al día siguiente, todos fueron a San Pedro Nexicho, el antiguo Ixtepeji representado en la tira, y luego a Santa Catarina Ixtepeji, al lugar del origen del documento. Allí, en la iglesia de la comunidad y en el día de la patrona del pueblo, Santa Catarina, hicieron la entrega oficial de la copia y ofrecieron una interpretación del texto pictórico, para que los pobladores pudieran conocer su historia.

Un descubrimiento como este suele suscitar preguntas sobre la legalidad e la extracción y sobre un eventual regreso. Sebastian vas Doesburg afirma que “la historia de la Tira de Ixtepeji es un ejemplo de lo que ha pasado muchas veces con documentos de las comunidades y quizás también una llamada de atención a su actual situación delicada. Desafortunadamente, gran parte del patrimonio documental de Oaxaca ha quedado en otras latitudes, incluyendo la Ciudad de México, principalmente por no cuidarlo”. El investigador señala que actualmente este patrimonio “sigue siendo susceptible del robo o la venta. Es nuestra responsabilidad, aquí en Oaxaca, evitar que este tipo de documentación siga desapareciendo”. Para él, “a estas alturas, es más importante cuidar lo que todavía nos queda que lamentar lo que ya perdimos”. Cuidar los documentos para conocer nuestra historia, no perderla por avaricias o engaños. Porque no habrá muchas veces en las que se pueda decir, como lo hizo Michel Oudijk, “¡Es la tira perdida de Ixtepeji!”.

EXPOSICIÓN Y CATÁLOGO MATERIAS / MATTER & SUBJET MATER

Anotar a través del tacto” es el título de la entrevista que realizó Claudine Isé, curadora, crítica de arte y profesora en la Escuela de Arte e Historia del Arte en la Universidad de Illinois en Chicago, a Dianna Frid, artista plástica cuya obra se exhibe en la Biblioteca Francisco de Burgoa.

La Burgoa publicó esta interesante conversación que recoge las reflexiones de Frid después de dialogar con el acervo y los detalles del proceso de creación de los libros que se exhiben en Materias/Matter & subject matter. Dianna Frid se declara bibliófila, menciona a algunos autores y obras de su interés, así como su inquietud por observar los intentos del ser humano por dar un orden al conocimiento y nombrar al Universo a través de los siglos.

Como artista plástica era imposible que Dianna Frid no se detuviera ante las formas, la tipografía, los grabados y los enormes huecos que han ido dejando los insectos a su paso por el interior de los libros.

Si quieres leer la entrevista completa solicita un catálogo en la Biblioteca Francisco de Burgoa.

BIBLIOTECA HENESTROSA INCIDENTES MELÓDICOS DEL MUNDO IRRACIONAL DE JUAN DE LA CABADA

Nativo de la ciudad de Campeche, el escritor Juan de la Cabada se decantó por la novela, el cuento, el guion cinematográfico, la narración oral y el activismo político con clara orientación nacionalista.

Su primer artículo lo publica la revista campechana Sol de Provincia, titulado “El día de Colón” en el que cuestiona el concepto de raza, a propósito de la conquista de México, y denuncia la pobreza y explotación a las que son sujetos los indígenas mexicanos.

Incidentes melódicos del mundo irracional fue publicado en 1944, y ese mismo año un ejemplar fue dedicado por su autor a don Andrés Henestrosa, en el mes de su cumpleaños número 28, lo que también nos habla de su amistad temprana; ambos escritores se dedicaron a la política aunque con rumbos diferentes. Esto lo vamos descubriendo con mayor o menor detalle, pero ¿qué manos y qué mentes han tocado este libro durante los más de setenta años que han transcurrido desde su aparición? ¿Qué lugares y con qué otros libros ha hecho compañía? ¿De que eventos ha sido testigo desde las estanterías de las casas habitadas por Andrés Henestrosa? Campo fértil para elucubraciones de café o para una investigación de especialista.

Incursionar por los pasillos silenciosos y atrayentes que resguardan los acervos de la Biblioteca Henestrosa ofrece la posibilidad de la sorpresa o, incluso, el sobresalto, para el lector abierto a su propia capacidad de asombro, ante el descubrimiento de un volumen que le ofrece no sólo la veta contenida en sus páginas, sino también, la huella del periplo que ha llevado a ese volumen precisamente a ese lugar y a ese momento, que nos llevan a tomarlo y develar sus secretos. Así, hemos “descubierto”, curioso lector, el libro que hoy te invitamos a que tú también descubras.

Narra la historia del feliz matrimonio formado por doña Caracol y el señor Ardilla, habitantes de una cueva en la hondura del bosque, en los tiempos de la aparición de los primeros hombres que se entendían con los animales pues, tanto unos como otros, hablaban el mismo idioma, por lo que no necesitaban de traductores ni de intérpretes. La historia es contada en noches de luna por el indio abuelo, a la intemperie, con tenue brisa y junto a la sombra de los aleros de una choza, a un tzotz (murciélago), que la escucha atento. Intervienen un campesino, un jabalí y muchos otros personajes humanos y animales.

No vamos a contar toda la fábula porque está mejor narrada por su autor, quien se inspiró en la tradición oral de México, especialmente del sureste, de la que abrevó siendo niño de la voz de su padre y aprendió a familiarizarse con gigantes, enanos, xtabayes (magas), uayes (brujos), xoches (lechuzas) y otros animales selváticos que él retomó en sus narraciones orales con esa gracia especial, enriquecida por su pasión por la cultura mexicana.

El argumento se nutre de la literatura maya oral y escrita y el texto se alterna con la notación musical y la versión en maya de las canciones. Juan de la Cabada confiesa que fue precisamente un cuento cantado por una anciana en lengua maya, a la sombra de una ceiba, el que lo inspiró a escribir esta historia, que se encuentra bellamente ilustrada por grabados de Leopoldo Méndez y dedicada a la memoria de Silvestre Revueltas, quien le había pedido una obra y los motivos musicales para el Ballet de Montecarlo.

Te invitamos a develar estos “incidentes”, que lo son porque los hechos escapan a cualquier capacidad de previsión, son “melódicos” porque parte de la historia es cantada y son “irracionales” porque son protagonizados por animales, pero, sobre todo, porque todo lo vivido ya sea por humanos o animales, es así.

Juan de la Cabada Vera. Incidentes melódicos del mundo irracional / 40 grabados originales de Leopoldo Méndez. México. La Estampa Mexicana. 1944. 60 p.

MUSEO TEXTIL DE OAXACA: UNA HISTORIA A LA VEZ

Durante el presente año, el Museo Textil de Oaxaca ha presentado catorce relatos de experiencias, retos y satisfacciones de las maestras y los maestros del telar, el malacate y la aguja. Estos relatos acercan a los creadores con los compradores y admiradores del textil, invitan a conocer el rostro de quienes, con sus manos y corazones, crean hilos, colores, lienzos y bordados que disfrutamos día con día.

Una historia a la vez es un programa creado con el objetivo de dar a conocer el trabajo que existe detrás de las obras textiles que se ofertan en la tienda del MTO. Se pretende difundir el significado y el valor que dan los artistas a las piezas que elaboran, procurando así generar ese mismo interés en la gente que se acerca a descubrir estas texturas que se han elaborado con pasión y dedicación.

Sin usar las manos, estas historias han permitido tocar los corazones de quienes, a partir de una plática informal y relajada, comparten lo que significa elaborar las delicadas piezas presentadas en un espacio que dignifica el esfuerzo y la paciencia. Este espacio también apoya la estimulación de la innovación y la creatividad, respetando la identidad de cada una de las culturas que convergen para crear la exhibición que se presenta en la tienda del MTO.

La simpatía y sencillez de estos creadores se reflejan en sus relatos y comentarios y, al mismo tiempo, en las composiciones de lujo que realizan. Gracias a este programa se puede escuchar lo que nos dice el textil, dándole un fondo a la forma y así apreciar los pensamientos que van más allá de la materialización. Se revelan emociones y narraciones, dejando al descubierto ideas profundas y poéticas que coinciden cuando aseguran lo siguiente: “Al llevarse una de nuestras piezas, se llevan un poco de nuestra vida, alma y tiempo.”

Estas historias vuelven tangibles los deseos de disfrutar de los relatos más excepcionales y la convivencia amena con los y las guardianas de la memoria. Aquellos que visitan el MTO logran acercarse a los textiles desde otro enfoque para así acariciar lo que ha tomado tanto tiempo en ser creado. Estos proyectos de colaboración seguirán estrechando lazos con artistas que gozan al innovar, al rejuvenecer la tradición milenaria y, al mismo tiempo, perpetuarla.

Invitamos al público a envolverse con las historias que surgieron del lazo de amistad y colaboración que se ha creado entre artistas y el Museo Textil de Oaxaca.

Lo sentimos, la página que buscas no existe.

¡Muchas Gracias!
En breve nos pondremos en contacto contigo.