Boletín FAHHO No. 9 (Nov-Dic 2015)

¡ES LA TIRA PERDIDA DE IXTEPEJI!

Ruth García-Lago

El rico patrimonio documental histórico de Oaxaca ha despertado la codicia de coleccionistas a lo largo del tiempo. Muchos valiosos textos se sustrajeron de las comunidades, unas veces por descuido, otras porque han sido vendidos, para reaparecer después en colecciones institucionales o desaparecer en las privadas. Esto parece la tónica. Cuando un documento, casi cien años después de habérsele perdido el rastro, reaparece, asemeja más a una trama novelesca que a la realidad. Pero, como es bien sabido, la realidad siempre supera a la ficción.

En 2012, escondido en el cajón de un antiguo escritorio de la Biblioteca de la Sociedad Americana de Geografía, en la Universidad de Wisconsin en Milwaukee (UWM), apareció un documento enrollado del que nadie sabía nada. Había estado guardado ahí durante casi cien años sin que nadie lo descubriera. Cuando el exdirector de la biblioteca, Christopher Baruth, abrió casualmente el documento — en esta trama todo es posible— estaba presente Aims McGuinness, catedrático de Historia de América Latina en la misma universidad, quien se daba cuenta de que podía tratarse de algo importante procedente de Mesoamérica. Él decide que hay que llamar a su amiga Laura Matthew, especialista en Guatemala y que trabaja en la Universidad Marquette, ubicada en la misma ciudad de Milwaukee. Esta historiadora sospecha que el documento —un lienzo alargado con una especie de mapa dibujado y varios textos— podría venir del área de Oaxaca-Puebla. Así que le toma fotos y las manda por correo electrónico a su colega Michel Oudijk, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y especialista en este tipo de documentos históricos. Cuando Michel abre su correo, no puede evitar gritar, casi a punto de caerse de la silla: “¡Es la tira perdida de Ixtepeji!”.

Aunque la trama parece que termina ahí, apenas empieza el trabajo detectivesco que tanto Michel Oudijk como Sebastián van Doesburg, director de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova en Oaxaca (BIJC) y también investigador de la UNAM, emprendieron. Querían saber la historia de cómo llegó la Tira de Ixtepji al cajón de un pequeño escritorio arrumbado en el despacho del director de la Biblioteca de la Sociedad Americana de Geografía. ¡Cien años desaparecida!

Antes de seguir con esta historia, hay que detenerse un momento y explicar qué es la Tira de Ixtepeji, y por qué es importante. “Es un lienzo pintado en 1691 que versa sobre las tierras de la familia Juárez de Zárate, caciques de Ixtepeji; es una suerte de título primordial, el cual utilizaron por lo menos en tres ocasiones en las Cortes de Oaxaca para reclamar una serie de tierras que hoy está en la agencia de San Pedro Nexicho, lugar donde existió el pueblo de Ixtepeji durante la época prehispánica; en el lienzo se encuentra dibujada la geografía de diferentes pueblos de esa región y una serie de sus gobernantes”, nos cuenta Sebastián van Doesburg.

Este investigador, con un artículo escrito antes de la aparición, “El lienzo de Santa Catarina Ixtepeji, un documento tardío de la Sierra Juárez”, ayudó a reconocer que lo hallado en Milwaukee era el documento perdido de Ixtepeji. En dicho artículo presenta una fotografía que encontró en el acervo fotográfico de Alfonso Caso de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Esta imagen, en la que se ve una escena del documento perdido de Ixtepeji, era una copia de una placa perdida hecha probablemente durante la venta del documento, ya que llevaba el nombre de Constantino Rickards, cónsul inglés en Oaxaca durante la Revolución mexicana y coleccionista de antigüedades. La comparación entre la foto antigua y el documento encontrado en Milwaukee demostró que se trataba del mismo códice.

El mismo Van Doesburg nos cuenta que eso pasa muchas veces con este tipo de documentos: “Lo único que a veces se tiene son fotografías de algún detalle del documento, fotos antiguas, alguna descripción, el testimonio de alguna persona que vio o escuchó algo. Se torna un trabajo como de detective; buscar las pistas de quién lo vendió, cuándo y dónde, quién lo sacó del país”.

Van Doesburg y Oudijk siguen investigando cómo fue que el documento salió de México durante la ocupación estadounidense de Veracruz, en la maleta del ingeniero minero Adolf Place, cómo llegó a la antigua sede de la Sociedad Americana de Geografía en Nueva York y de allí, a Milwaukee. Estos investigadores han viajado a Milwaukee para estudiar el original, que hoy está bien conservado con los cuidados especializados que necesita, como un área con control de temperatura y humedad. Como bien explicó Sebastián van Doesburg en la conferencia que dio en el Centro Cultural de San Pablo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca: “Nuestro objetivo es mantener el trabajo académico sin olvidar el vínculo con las comunidades del estado de Oaxaca”. Así, estos dos académicos narraron su investigación sobre la Tira de Ixtepeji a los presentes. En dicha presentación estuvieron también Ewa Barczyk, directora general de la UWM Libraries (Bibliotecas Universitarias de la Universidad de Wisconsin, Milwaukee); Marcy Bidney, directora de la Biblioteca de la Sociedad Americana de Geografía (parte de la UWM Libraries); y el ya mencionado Aims McGuinness.

Pero estos invitados no sólo llegaron a Oaxaca para oír la conferencia. Consigo traían un facsímil de dicho lienzo donado por la UWM. Tras la charla, al día siguiente, todos fueron a San Pedro Nexicho, el antiguo Ixtepeji representado en la tira, y luego a Santa Catarina Ixtepeji, al lugar del origen del documento. Allí, en la iglesia de la comunidad y en el día de la patrona del pueblo, Santa Catarina, hicieron la entrega oficial de la copia y ofrecieron una interpretación del texto pictórico, para que los pobladores pudieran conocer su historia.

Un descubrimiento como este suele suscitar preguntas sobre la legalidad e la extracción y sobre un eventual regreso. Sebastian vas Doesburg afirma que “la historia de la Tira de Ixtepeji es un ejemplo de lo que ha pasado muchas veces con documentos de las comunidades y quizás también una llamada de atención a su actual situación delicada. Desafortunadamente, gran parte del patrimonio documental de Oaxaca ha quedado en otras latitudes, incluyendo la Ciudad de México, principalmente por no cuidarlo”. El investigador señala que actualmente este patrimonio “sigue siendo susceptible del robo o la venta. Es nuestra responsabilidad, aquí en Oaxaca, evitar que este tipo de documentación siga desapareciendo”. Para él, “a estas alturas, es más importante cuidar lo que todavía nos queda que lamentar lo que ya perdimos”. Cuidar los documentos para conocer nuestra historia, no perderla por avaricias o engaños. Porque no habrá muchas veces en las que se pueda decir, como lo hizo Michel Oudijk, “¡Es la tira perdida de Ixtepeji!”.

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