El Museo Textil de Oaxaca en Guadalajara / Fotografía: Casa ITESO Clavigero.
Tienes ante ti el último Boletín Digital de 2025, y como inicio de este breve final encontrarás una nota que es la reiteración del compromiso que la Dra. María Isabel Grañén Porrúa —presidenta de esta Fundación— y el Dr. Alejandro de Ávila —fundador del Jardín Etnobiológico de Oaxaca— adquirieron ante la American Philosophical Society (APS) gracias a su activismo cultural y actividad académica.
En lo referente a la conservación de las lenguas originarias y del patrimonio documental y artístico de Oaxaca, podrás leer el texto de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova sobre el análisis y traducción de un testamento de 1573; Adabi Oaxaca nos comparte los procesos de preservación documental en San Juan Tabaá, San Andrés Solaga y San Juan Bautista Coixtlahuaca, al tiempo en que el Centro Cultural San Pablo nos hace notar la relación que comparten la astronomía y la música, y, en otro texto nos acerca a la tradición pictórica angélica antequerana en edificios restaurados por la FAHHO.
Para saber más sobre libros, literatura y lectura tenemos las siguientes notas: la poética reseña sobre el poemario Ciudad y zozobra presentado en la Biblioteca Henestrosa; Seguimos Leyendo comparte un alentador discurso acerca de la mediación de la lectura; una reflexión en torno a la propia Biblioteca Infantil de Oaxaca como un espacio abierto más allá de la lectura; mientras que Adabi de México nos habla sobre la exposición “El impresor Juan Pascoe: entre galeras y tipos”.
Por otro lado, el Museo Infantil de Oaxaca remarca la importancia de potenciar la imaginación de las infancias por medio de la materialización de esta; a la par, el Museo de la Filatelia de Oaxaca resalta la creatividad que impulsa la comunicación escrita y la FAHHO Itinerante ofrece una breve retrospectiva sobre los procesos creativos de sus talleres de este año.
Por su parte, el Museo Textil de Oaxaca nos transporta a la Casa ITESO Clavigero en Guadalajara con la exposición “Escribir con una aguja: la palabra en el textil”, y Andares del Arte Popular expone la potencia que la tradición de la talla de nacimientos tiene dentro de la familia Cruz Prudencio.
En los deportes, los Diablos Rojos destacan la internacionalización del equipo femenil de softbol, a la vez que la Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú Oaxaca realiza un pequeño recorrido por la exitosa trayectoria que el lanzador Andrés Muñoz alcanzó con el impulso de esta institución. El último y nos vamos…, ¡pero volvemos en enero de 2026! Mientras, deseamos que pasen unas felices fiestas junto a sus seres queridos.
La American Philosophical Society (APS) fue fundada en Philadelphia en 1743 por Benjamin Franklin, inventor y científico norteamericano, cuando él tenía 37 años de edad. Desde entonces y hasta la fecha, el objetivo de la APS es “promover el conocimiento útil”. Su lema es nullo discriminatio: no discriminar a nadie. En congruencia con esta filosofía de igualdad, Franklin invitó a Ekaterina Romanova Vorontsova, escritora y editora rusa, a incorporarse a la Asociación, cuando las mujeres no eran admitidas en agrupaciones profesionales. En congruencia, también, con una convicción de equidad, la APS impulsó y financió el registro de las lenguas y el conocimiento de los pueblos originarios de Norteamérica, como lo atestigua el vocabulario unkechaug, lengua ahora extinta, que recogió Thomas Jefferson en 1791.1 Quince años antes, Jefferson había firmado la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, junto con Franklin, Washington y otros miembros de la Asociación; diez años después de reunir el vocabulario, Jefferson se convirtió en el tercer presidente de su país. La documentación de las lenguas indígenas es un esfuerzo vigente de la APS hasta el día de hoy.
A partir de su fundación, la Asociación se abrió a los intelectuales de otras nacionalidades, como el gran polímata2 alemán Alexander von Humboldt (1769-1859). Desde fechas tempranas, nuestro país estuvo representado en las filas de la APS por el historiador oaxaqueño Carlos María de Bustamante (1774-1848). En el siglo XX se incorporaron a la Asociación investigadores y escritores mexicanos de la talla de Alfonso Caso y Alfonso Reyes. También han sido miembros de la APS Marie Curie, Louis Pasteur, Charles Darwin, Albert Einstein, Zaha Hadid, Jane Goodall y Nelson Mandela, entre muchas otras personas destacadas en distintos campos del conocimiento, el activismo social y el arte. Se trata de la asociación intelectual más antigua en nuestro continente y la más selectiva, pues su membrecía no llega actualmente a mil personas en todo el mundo. La APS no recibe postulaciones ni recomendaciones, sino que sus miembros nominan a todas las candidaturas, que son sometidas a votación por mayoría.
Ingreso de la Dra. María Isabel Grañén Porrúa El 7 de mayo de 2025, la APS anunció el ingreso de María Isabel Grañén Porrúa a la clase 5: “Las artes, profesiones y liderazgos en gestiones públicas y privadas”. Su elección a la Asociación reconoce el liderazgo de la Dra. Grañén en tres instituciones: la presidencia de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, A.C.; la presidencia de la Asociación Civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México; y la dirección de la Biblioteca Francisco de Burgoa, institución adscrita a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Para ella, el reconocimiento de la APS hace patente un trabajo que inició hace treinta años con constancia, seguimiento y sensibilidad al entorno, abriendo corazones y tejiendo comunidad. Ejemplos de ello son los espacios que ha creado la Fundación, como el Centro Cultural San Pablo, el Museo Textil, el Museo de Filatelia, el Museo Infantil de Oaxaca, la Biblioteca Infantil BS, las Bibliotecas Móviles, entre otros. Estos espacios abren sus puertas para ofrecer un respiro de paz, para propiciar la reflexión y la creación colectiva, para pensar, sentir y aprender unas de otras las personas de todas las edades. Esta labor es fruto de las enseñanzas de los grandes maestros oaxaqueños Francisco Toledo y Rodolfo Morales, así como del excepcional filántropo y benefactor de las artes, la cultura, el deporte y el medio ambiente Alfredo Harp Helú.
Ingreso del Dr. Alejandro de Ávila Siendo estudiante doctoral en la Universidad de California en Berkeley, de Ávila recibió en 1997 una subvención de la APS para documentar dos variantes de las lenguas mixtecas habladas por migrantes oaxaqueños en los campos agrícolas del Valle de San Joaquín, al sur de Sacramento. El 7 de mayo de 2025, la APS anunció el ingreso de Alejandro de Ávila Blomberg a la clase 1: “Ciencias físicas y matemáticas”, en reconocimiento del compromiso del Jardín Etnobiológico de Oaxaca (JEBOax), fundado por él, con la sostenibilidad ambiental. El Jardín es pionero en el enfriamiento por geotermia sin huella de carbono, además de presentar un modelo de generación de energía eléctrica con celdas fotovoltaicas, y de cosecha de lluvia en la mayor cisterna pluvial en el sur del país. El JEBOax ha reunido la documentación existente del conocimiento ambiental en las lenguas originarias habladas en Oaxaca, la entidad más diversa en términos culturales y lingüísticos de tamaño comparable en el hemisferio occidental. El equipo del Jardín traduce actualmente información técnica, la graba y la transcribe en cuatro lenguas indígenas del estado, dando así continuidad a un trabajo iniciado por los lexicógrafos del s. XVI que habitaron en el convento de Santo Domingo, adyacente al JEBOax, doscientos años antes de que Jefferson iniciara su trabajo lingüístico.
1 El unkechaug formaba parte de la agrupación lingüística llamada quirin, en la familia algonquina, que se hablaba en el sur de Nueva Inglaterra y la isla de Long Island, donde Jefferson registró su vocabulario.
2 Un polímata es una persona con conocimientos extensos en varias ramas del saber, tanto de la ciencia como de las humanidades.
Los Siete Arcángeles en la Catedral de Oaxaca y san Uriel en Santo Domingo de Guzmán
En la historia de la cultura, los “seres alados” han acompañado inexorablemente el destino de la humanidad. Los pueblos agrícolas buscaron en ellos una forma de enlazar los planos celestial y terreno. En la tradición monoteísta, este modelo aspiracional, que nos corresponde por carecer de dicho atributo, dio lugar a la fascinante galería de las huestes angélicas. En el siglo V, el Pseudo-Dionisio Areopagita elaboró la mística nomenclatura de la Jerarquía celeste:
La primera jerarquía o suprema es la que se encuentra en contacto directo con Dios: serafines (rayos ardientes que ejecutan los castigos divinos); querubines (cabezas de infantes alados); y tronos (o ruedas del carro del Sol).
La segunda jerarquía o media, que preside las comunidades humanas, está integrada por virtudes (ejecutoras de las leyes divinas); dominaciones (gobernantes de los espíritus angélicos); y potestades (quienes coadyuvan a las virtudes en el ejercicio de gobernanza).
Al final, la tercera jerarquía o inferior, en comunicación directa con los seres humanos, se vincula con los principados (figuras de guerra o combate); arcángeles (representantes divinos con misiones determinadas); y ángeles (custodios individuales y mensajeros).
En el prolífico arte de Nueva España, y de la antigua Antequera en particular, estas dos últimas categorías revolotean en fachadas, retablos, tallas escultóricas, artes aplicadas y ajuares domésticos. Sin embargo, es en la pintura donde alcanzaron su mayor cometido.
A lo largo de las ocho regiones de Oaxaca encontramos su iconografía en los templos, muchos de ellos beneficiados mediante importantes programas de restauración y conservación impulsados por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, cuyo compromiso con la salvaguarda del patrimonio oaxaqueño ha permitido rescatar valiosas manifestaciones del arte sacro. Nos ocuparemos ahora de imágenes angélicas en frescos, tablas y lienzos donde, en pie de igualdad, conviven reconocidos artistas —como Andrés de Concha, Simón de Pereyns, Marcial de Santaella o Miguel Jerónimo Zendejas—, con excelsos pinceles anónimos.
San Miguel en Macuilxóchitl y san Gabriel en Santa María Tiltepec
En la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Oaxaca destaca el lienzo firmado por Santaella: Los Siete Príncipes de Palermo con la Santísima Trinidad (ca. 1726) que exhibe a los arcángeles canónicos y apócrifos de la Iglesia bajo tutela trinitaria. Con estilizadas anatomías y magnífico cromatismo, la lista comienza, de izquierda a derecha, con Sealtiel, quien une sus manos como símbolo de la unión gozosa con Dios; Uriel, con espada que evoca la luz divina; Gabriel, la fortaleza de Dios, con lámpara y espejo en mano; Miguel, el Jefe de los Ejércitos Celestiales, con el estandarte que simboliza su lucha contra el Mal; Rafael, la medicina de Dios, con el pescado que evoca la curación de la ceguera del padre de Tobías; Jehudiel, con la corona que alude al éxito en las labores espirituales y la penitencia; y, finalmente, Baraquiel, con las flores en su regazo como símbolo de las bendiciones derramadas sobre la humanidad. Sobre este artista, explica la investigadora Fátima Halcón: “Uno de los rasgos que caracteriza a la pintura novohispana de los siglos XVII y XVIII es la influencia de Rubens. Su impronta se dejó notar en todas las escuelas, incluida la oaxaqueña. Uno de los maestros del siglo XVIII que adoptó sus esquemas compositivos es Marcial de Santaella […]”.
Cercana en composición y de autor por identificar, Los Siete Príncipes con la Santísima Trinidad, que cuelga en el muro lateral derecho de la iglesia del antiguo convento para damas nobles indígenas de los Siete Príncipes de Oaxaca, imprime la majestad angélica con visos dorados y preciosistas telas. Aquí, Miguel lleva el estandarte con la Inmaculada Concepción de María, precondición de la Mujer vestida del Sol a la que habrá de asistir para vencer a la bestia de siete cabezas, como lo describe san Juan en el libro del Apocalipsis. Su factura es similar al hermoso pero muy deteriorado lienzo anónimo, sito en el templo de San Pablo Apóstol de Mitla.
Destacables son, sin duda, las pinturas arcangélicas que engalanan el retablo guadalupano del Templo de Santo Domingo de Guzmán en la capital antequerana. Firmadas por José de Páez, muestran elegantes soluciones en el tránsito del Barroco al Neoclasicismo; aquí aparecen Baraquiel, Gabriel, Sealtiel y Uriel flanqueando a la Virgen del Tepeyac. Espejo iconográfico del retablo de la Virgen del Rosario, en el mismo inmueble, donde Rafael sustituye a Sealtiel en el conjunto, así como de uno de los paneles laterales de la portentosa iglesia de Santa María Tiltepec, en la región mixteca.
Un interesante conjunto, en esta ocasión realizado al fresco, se descubre en la nave mayor del templo de San Mateo Apóstol en Macuilxóchitl. De manos indígenas y mestizas, desde una suerte de herradura invertida nos miran los seres divinos con vivos colores y hermosas fisonomías. El protagonista, como capitán y máxima figura de las huestes angélicas, es sin duda el arcángel san Miguel, cuyo patronazgo se exalta en innumerables localidades del estado: San Miguel el Grande, San Miguel del Valle, San Miguel Amatlán, San Miguel Tlacamama, San Miguel Piedras, San Miguel Tilquiápam, San Miguel Arcángel en Tlalixtac de Cabrera, San Miguel Tecomatlán, San Miguel Huautla, San Miguel Tequixtepec, San Miguel Tixá, entre otras.
San Miguel en Tilquiápam y san Rafael en Tlacochahuaya. Fotografías: Héctor Palhares
En otros ciclos pictóricos, los ángeles acompañan pasajes marianos, cristológicos, hagiográficos y bíblicos, como en los espléndidos templos de Santo Tomás en Ixtlán de Juárez y San Mateo en Capulálpam de Méndez. Asimismo, en la Mixteca alta, la impronta del sevillano Andrés de Concha, en colaboración con Simón de Pereyns, nos legó los cuerpos retabulares, las esculturas y las magníficas tablas de Santo Domingo Yanhuitlán y San Juan Bautista Coixtlahuaca. Sus arcángeles de la Anunciación, especialmente, corresponden a la mejor tradición pictórica del Manierismo en Nueva España. Caso muy notable es también la Iglesia de Santa María de la Natividad en Tamazulápam del Progreso, que incluye algunas tablas de la autoría de Concha, acompañadas de los monumentales lienzos del patrocinio de la Virgen y de san José, los cuales llevan la firma prácticamente imperceptible del reconocido maestro poblano Miguel Jerónimo Zendejas.
Para finalizar esta somera revisión del cosmos angélico oaxaqueño, resulta oportuno aludir a uno de los inmuebles religiosos de mayor envergadura, por derecho propio, en la región de los Valles Centrales: San Jerónimo Tlacochahuaya. No solamente se despliega su iconografía en retablos, esculturas y motivos a lo largo de la iglesia. Es en el coro alto donde los tres arcángeles pintados al fresco en las pechinas (el cuarto, lamentablemente, se ha perdido), se vuelven una experiencia inmersiva de color, movimiento, musicalidad y regocijo. Allí, entre flores, macetones y pequeños querubines, el espectador puede observar, en plenitud, la presencia de las huestes celestiales en la Tierra.
Este universo de ángeles y arcángeles sigue vivo gracias al empeño de instituciones como la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, que, al cuidar el patrimonio, mantiene viva la herencia artística y espiritual de las comunidades de Oaxaca.
Testamento de Felipe de Saavedra, Señor de Tlaxiaco y Achiutla, 1573. Archivo Histórico del Poder Judicial de Oaxaca
Existe una compleja relación entre la lengua hablada y la escritura. En el mundo actual, la escritura, con sus connotaciones de poder e ideología, modifica el estatus de las lenguas. Estas connotaciones, a su vez, derivan de la permanencia de la escritura y de su descorporeización: la escritura puede separarse del hablante e incluso atribuírsele orígenes divinos. De este entramado de valores se derivan múltiples ideas sobre el papel de la escritura en las sociedades, entre ellas las relacionadas con la reproducción de relaciones políticas entre el Estado y los pueblos indígenas. Sin embargo, el acto de escribir necesita de espacios sociales donde hay tanto autores como lectores, lo que no es fácil de lograr. En realidad, no solo se trata de cómo escribir (normas), sino de quiénes leerían lo escrito y por qué lo harían. Y en esta última cuestión podemos distinguir usos cívicos u “obligatorios” (por ejemplo, en leyes, facturas e impuestos) y usos opcionales (a saber, en poesía y novela). En la actualidad, la escritura en lenguas indígenas en México se circunscribe en gran medida a este segundo uso.
Frente a esta realidad, llama la atención el hecho de que varias lenguas indígenas del actual estado de Oaxaca hayan desarrollado tradiciones de escritura alfabética muy exitosas durante la época virreinal en el ámbito cívico. Era una práctica normal y cotidiana escribir documentos oficiales en mixteco, zapoteco o chocholteco. Hubo pueblos, como los mixes, que adoptaron el náhuatl como su lengua escrita para asuntos administrativos. Nacida de los proyectos de conversión religiosa, la escritura alfabética de lenguas indígenas en la Nueva España pronto dejó el ámbito doctrinal y se instaló en la dinámica de la administración comunitaria. De todo lo escrito en estas lenguas, un pequeño porcentaje quedó conservado en los archivos históricos de las comunidades, así como en los estatales y federales. Cientos de testamentos, actas de compraventa, inventarios, cuentas comunitarias, averiguaciones previas y otros tipos de documentos están regados en diversos expedientes conservados. Nunca sabremos qué tanto fue desechado a lo largo de los años por considerarse documentación obsoleta. Sin embargo, lo que queda nos ofrece un interesantísimo material para reflexionar sobre el papel de la escritura en lenguas indígenas en una de las épocas históricas que dieron forma a lo que hoy es México.
Dentro de este panorama, y entre los documentos escritos en mixteco, resalta el testamento que en 1573 redactó don Felipe de Saavedra, señor de Tlaxiaco y Achiutla, descendiente del antiguo linaje prehispánico de estos lugares. Este texto se conserva en el Archivo Histórico del Poder Judicial de Oaxaca y está escrito en la variante de Tlaxiaco-Achiutla, como se hablaba hace 450 años. Entre 2021 y 2025, el Taller de Filología Mixteca de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM trabajaron en el análisis y la traducción de este texto temprano. En el taller participaron hablantes de diferentes variantes actuales del mixteco, quienes no solo están interesados en la filología de esta lengua, sino que también hallan en el taller un espacio para encauzar sus propios intereses como hablantes de ella.
Testamento de Felipe de Saavedra, Señor de Tlaxiaco y Achiutla, 1573. Archivo Histórico del Poder Judicial de Oaxaca
Como se trata de un documento histórico emanado de un momento social, político y religioso muy particular, a saber, la dramática refundación de Tlaxiaco y Achiutla en el marco de la instauración de la sociedad colonial, la lectura debe ser cuidadosa y contextualizada. Para valorar el texto necesitamos saber quién era don Felipe de Saavedra, conocer su relación con el linaje prehispánico del doble señorío de Tlaxiaco-Achiutla y su parentesco con el famoso gobernante llamado Malinaltzin en las fuentes del centro de México, o Señor 8-Hierba, esto es Iya Nacuañe, en el Códice Bodley, conservado en la Universidad de Oxford. También debemos preguntarnos cómo y con quién aprendió a escribir don Felipe. Llama la atención que su vida corrió en paralelo con la de fray Benito Hernández, ese hombre atrapado en la ambivalencia y los grandes claroscuros, y quien, a partir de 1552, dirigió el diseño de una ortografía alfabética para el mixteco de Tlaxiaco y Achiutla. Dado que no se produjo ningún arte (gramática) ni vocabulario en esta variedad (los que hay son para la extinta variedad de Teposcolula), los antiguos textos que han sobrevivido nos brindan una perspectiva única sobre la lengua de la región en aquella época, recuperando algo de la antigua pronunciación y gramática, así como del léxico ahora perdido. El testamento enumera una serie de joyas que representan el estatus social de don Felipe, objetos similares a los que admiramos en las vitrinas de la sala de la Tumba 7 de Monte Albán expuestas en el exconvento de Santo Domingo. En el testamento vemos cómo llamaron a estos artefactos en la lengua de las personas que los crearon. Finalmente, el documento fue usado después como un texto autoritativo en varios conflictos por tierras en la región de Tlaxiaco y Achiutla. Todos estos aspectos y más deben ser analizados para entender la función del texto en sus distintos momentos de “activación”.
El resultado de este análisis —que incluye la traducción interlineal integral trabajada con los participantes del taller— fue el amplio estudio de un documento importante en aquella época de profundos cambios en la región de la Mixteca. Nos sentimos muy honrados de que nuestro texto haya sido escogido para acompañar la publicación del discurso que la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, ofreció en febrero de este año con motivo de su ingreso a la Academia Mexicana de Historia como Académica Corresponsal en Oaxaca; publicación que confiamos saldrá a la luz muy pronto.
La exposición “Escribir con una aguja: la palabra en el textil”, organizada por el Museo Textil de Oaxaca, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), en Guadalajara, ha tenido un excelente recibimiento en Casa ITESO Clavigero desde su apertura en septiembre de 2025. Más de dos mil quinientas personas han visitado la muestra en sus primeras semanas, atraídas por la riqueza visual y simbólica de las piezas.
Su llegada ha permitido abrir un espacio de encuentro entre la sensibilidad estética, la memoria colectiva y el conocimiento tradicional que habita en los textiles. La respuesta del público ha sido entusiasta: estudiantes, docentes, artistas y visitantes externos han acudido a contemplar las más de cuarenta piezas procedentes de México, Guatemala, Panamá, Perú, Japón y Estados Unidos, que dan testimonio de la fuerza simbólica y comunicativa del hilo y la aguja, así como de la diversidad de formas en que los pueblos han plasmado su pensamiento, su historia y su identidad por medio del textil.
Los públicos que habitan y visitan la ciudad de Guadalajara han respondido con gran interés al descubrir cómo, mediante huipiles, fajas, rebozos, dechados, molas, las comunidades plasman su memoria, su fe y sus historias con hilos y palabras. Cada puntada revela una forma de escritura que preserva identidades y modos de comprender el mundo. La exposición ha propiciado, además, un espacio de reflexión en torno al lenguaje, la creación y la transmisión cultural.
“Escribir con una aguja: la palabra en el textil” adquiere un sentido especial al presentarse de manera paralela a la muestra “Hilar: 20 años de práctica textil frente a la violencia en México (2004-2024)”, una exposición que se exhibe actualmente en el campus universitario ITESO. Ambas propuestas entretejen una conversación sobre el textil como medio de pensamiento y creación, así como la resignificación de la práctica como una forma de resistencia, memoria y denuncia ante la violencia y la impunidad.
Mientras “Hilar…” pone el acento en el presente doloroso del país, “Escribir con una aguja…” recuerda la raíz profunda de esas prácticas: el textil como archivo de humanidad que atraviesa el tiempo y mantiene viva la palabra.
Dividido en tres partes —Agua negra, Mancha urbana y Reloj del fin del mundo—, Ciudad y zozobra, de Víctor Armando Cruz Chávez (FR Editor, Oaxaca, 2025), es un libro que destila pesadumbre y amor. Al terminar de leerlo, en la primera vuelta, siento que he leído algo necesario, algo que habla también por mí y, sensibilizada por su transcurrir calamitoso, por el consuelo de su voz disidente, escribí, de noche, lo que sigue:
Me siento aturdida por el mal en el mundo; aguardo el sueño bajo la luz de esta lámpara. Se escucha una música pacífica, a lo lejos, mientras cientos de mujeres y hombres, en este país, no aparecen. Los crímenes se consuman, agentes de sonrisa helada dicen hacerse cargo, pero todos seguimos con nuestras vidas, sin saber más. Julio 16 de 2025
Ciudad y zozobra, en realidad, comienza donde termina; es decir, lanza al lector, de inicio, a un recorrido por lugares que reconocerá de inmediato si es habitante de esta ciudad. Si ha sabido mirarla, olerla, escucharla. Si ha podido sentirla de verdad bajo sus pies. Quien toma el libro lee a Oaxaca; la sigue en un deambular doliente antes de que los versos, sinuosos, lo lleven hacia la parte final, al origen mismo del hombre en la tierra para situarle, de remate, en esta ciudad que no es la del cartel y folleto turístico de las fiestas de la Guelaguetza.
La ciudad de Víctor Armando Cruz Chávez es otra, cotidiana, no domesticada por panfletos; es la que ha vivido el poeta desde su “niñez salvaje”, como nos dice en sus propias palabras. Se trata de una ciudad dulce y amarga, de ríos pestilentes llamados Río Salado, Atoyac o Jalatlaco, que vivieron días de gloria y fueron en algún momento nutricios, sal de vida. A la par de esos ríos en descomposición “corre”, observa el poeta, “un río encarcelado donde no se refleja la crispación de la mañana”. Es el agua negra que producimos, más cerca del Aqueronte que del Nilo.
El físico Basarab Nicolescu, creador de teoremas poéticos que descifran en muy pocas líneas lo que solo grandes tratados podrían decir acerca del universo, explica cómo el instinto y la sapiencia poética pueden abarcar, con brevedad, ciertos conocimientos de vasto alcance. Creo que Ciudad y zozobra logra, con sus 86 páginas, que vislumbremos siglos del desenvolvimiento de nuestra ciudad; realidades que pueden esconderse o pasar inadvertidas para otros, pero no para quienes vivimos las desgracias y contradicciones diarias de nuestra urbe.
En varios de sus libros, el autor de Ciudad y zozobra ha tenido a su lugar natal como referencia, especialmente en Estaciones sobre la piedra dormida (1998) y Juntar memorias, crónicas del barrio de Santo Tomás Xochimilco (2019); incluso en el más reciente, Vals profano (2022), Oaxaca aparece en varios escenarios. Es la ciudad fuente de vivencias, reales o ficticias; de invenciones que la recrean en múltiples facetas. Pero Ciudad y zozobra va más allá al transfigurar visiones y pensamientos complejos, dejándolos latir, sin conclusiones; también sin esperanza. Es un libro en donde el poeta se aleja de una estética de cartón piedra para vincular a la ciudad con el reloj del fin del mundo, y decir:
No puedes detener con palabras lo que viene, poeta No puedes retroceder las manecillas del reloj solo cantar a la noche profunda que un día caerá pesadamente como tus párpados.
Tres dimensiones de nuestro tiempo se desenvuelven en este libro. La primera reconoce la vida humana como un acontecimiento lleno de creación y posibilidades, que, al mismo tiempo, está marcando ya 89 segundos para la medianoche; para la destrucción total. En la deriva de este reconocimiento dramático se apela a los poetas, “cuya boca está seca de tanto gritar al vacío”, dice el autor, y con razón.
Vivimos en la época del Antropoceno marcada por la degradación de la vida en la tierra a manos de las actividades humanas. Temblamos bajo el tic tac del reloj del fin del mundo. ¿Qué podemos hacer? El poeta propone:
El mundo solo tiene que esperar que la chinche pensante acabe consigo misma: ese parásito que colisiona partículas subatómicas para disipar sus hermosas dudas sobre la mecánica celeste y las estratagemas de Dios.
El Angelus Novus, pintado por Paul Klee e imaginado por el filósofo Walter Benjamin como el Ángel de la historia que mira la catástrofe que amontona ruina sobre ruina a sus pies, podría muy bien ilustrar nuestra pesadumbre.
Otra dimensión de Ciudad y zozobra es la personal, donde los padres del poeta nos dejan ver sus ojos amadísimos, sus gestos y hábitos, sus espacios de vida, antes de que los vientos amargos del Covid los tomaran y llevaran consigo, mientras en la calle se escuchaba el carro de los helados.
Hacía tiempo que no se me agolpaban las lágrimas frente a la lectura de un libro. Al llegar a este punto fluyeron, porque, es verdad, “la ciudad murmura plegarias que nadie comprende”, como dice el poeta. Pero somos necios y no queremos escucharlas.
Finalmente se abre una tercera dimensión del texto: la de la ciudad hecha de minucias vitales, despojada de la magia que se le ha inventado. Sitio donde el camión de la basura es esperado con feliz ansiedad cada mañana para que fagocite nuestros detritus.
La humanidad que transita por las calles de Oaxaca está más cerca de los poemas de este libro que del título de patrimonio mundial que ostentan sus edificios. Ciudad y zozobra desmonta dicha escenografía y nos presenta al heterónimo llamado Juan López, don nadie, deambulando por sus calles, haciendo versos del desasosiego en sus esquinas.
Este libro pone sobre la mesa, con depurado lenguaje y atención profunda, los males que irradia una ciudad de belleza legendaria; un espacio que se debate, enlazado al mundo, entre el derrumbe y la sobrevivencia. Solo la mejor poesía puede desafiar un escenario así, porque “a veces le crece una flor muda a la boca de los poetas”, dice el autor, y digo yo que es una flor que escribe.
Clausura de los diplomados internacionales en Cultura Escrita y Adolescencia (III edición) y en Promoción de la Lectura Infantil y Juvenil (XI edición). Fotografías: Vanessa Méndez
Dicen los cuentos que todo viaje comienza con una puerta. A veces es la madriguera del conejo blanco, otras, el armario que conduce a Narnia o la ventana abierta hacia Nunca Jamás. Hoy esa puerta se abre aquí, porque juntos hemos recorrido un camino hecho de letras, sueños y memorias para llegar a un umbral que no es final, sino principio.
Eduardo Galeano escribió que “estamos hechos de historias”, y hoy lo confirmamos: cada lectura, cada voz compartida, cada cuento escuchado, nos han moldeado como si las palabras fueran hilos invisibles que tejen lo que somos.
Octavio Paz nos recordó que “la palabra es el puente”, y en este diplomado aprendimos a tender esos puentes: entre la niñez y la esperanza, entre el silencio y la voz, entre los libros y la vida. Gabriel García Márquez, con su realismo mágico, nos enseñó que lo cotidiano puede volverse prodigio, y así entendimos que mediar la lectura no es solo leer: es compartir magia, afecto y posibilidad. Este diplomado no fue solo un curso, fue un viaje.
En este viaje descubrimos que leer juntos es tan vital como compartir el pan. Que los cuentos infantiles —la valentía del Principito, la curiosidad de Alicia, la inocencia de Caperucita— no son solo relatos, sino llaves que abren puertas al asombro, al pensamiento y al corazón.
Aquí aprendimos que la mediación lectora no se trata únicamente de contar historias, sino de escuchar lo que cada historia despierta en los demás. Es acompañar, sembrar curiosidad, encender esa chispa que puede transformar a un lector para siempre.
Permítanme contarles brevemente mi historia, una historia que nació también en el camino de la lectura. Hace 13 años, cuando tenía 16, me integré al programa Seguimos Leyendo. Con cada taller y curso descubrí que los libros no eran solo objetos de papel, sino ventanas abiertas al mundo: seguí leyendo, sigo soñando, seguiré aprendiendo. Hoy, a mis 29 años, soy profesor de educación primaria. Y gracias al apoyo y la visión de la doctora Socorro Bennetts hemos logrado gestionar la llegada de la biblioteca móvil a la comunidad de Abejones, así como la recuperación de nuestra biblioteca escolar comunitaria; este recorrido nos enseña que un libro puede cambiar una vida, y una vida puede cambiar una comunidad entera. Como diría Eduardo Galeano, “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.
También descubrimos que mediar la lectura es un acto de resistencia frente al olvido. En un mundo que corre de prisa, los libros nos recuerdan la importancia de detenernos, de imaginar, de sentir. Como escribió Galeano: “La utopía está en el horizonte: camino dos pasos, ella se aleja dos pasos… Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: para caminar”. Y nosotros caminamos con libros en las manos, con historias en la voz y con esperanza en el corazón.
Este viaje fue aún más rico porque lo compartimos con compañeros de distintos rincones del mundo. Voces de otros países se sumaron a las nuestras, recordándonos que la lectura no tiene fronteras y que los cuentos viajan sin pasaporte. Gracias a quienes, desde lejos, nos regalaron su perspectiva, su cultura y su amor por las palabras: su presencia hizo de este diplomado un verdadero tejido internacional de historias y afectos.
Nada de esto habría sido posible sin aquellos que hicieron de este sueño una realidad. Nuestro profundo agradecimiento a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca por creer en la lectura como semilla de transformación social; al programa Seguimos Leyendo, que nos inspira a continuar abriendo puertas de imaginación en las comunidades; y a la Universidad La Salle Oaxaca, por ofrecernos un espacio de aprendizaje y encuentro donde las palabras se convirtieron en puentes y la teoría en experiencia viva.
Queridos compañeros, hoy celebramos más que un logro académico. Celebramos un compromiso. A partir de ahora somos sembradores de palabras, guardianes de cuentos, mediadores de mundos.
El diploma que hoy recibimos es solo una señal en el camino. Lo verdadero empieza después: en cada niño que ría o se asombre al escuchar una historia, en cada adulto que vuelva a emocionarse con un libro, en cada comunidad que reconozca en la lectura un espacio de encuentro y de memoria.
Como en los cuentos que nos han acompañado, hemos llegado al “colorín colorado” de esta etapa. Pero sabemos que todo buen relato deja siempre abiertas nuevas páginas. Porque en la mediación lectora, como en la vida, la magia nunca termina: solo se transforma. Recordemos que, al final, somos —y siempre seremos— lectores que sueñan.
Diablos Rojos Femenil estrenará su corona de la Liga Mexicana de Softbol con un par de juegos amistosos ante las Atlanta Smoke, tricampeonas de la Liga Profesional de Fastpitch (WPFL). El atractivo choque de reinas se celebrará los días 16 y 17 de enero en el Estadio Alfredo Harp Helú, que tendrá acción internacional por tercer año consecutivo, recordando la visita de los Yanquis de Nueva York, los juegos de Grandes Ligas y la celebración de la Champions League 2025 Para las comandadas por Denisse Fuenmayor será la primera ocasión en que se midan frente a un equipo de otro país.
Las Rojas se enfrentarán al equipo de A-Town, como parte de una intensa pretemporada que incluye un early camp en la Academia Alfredo Harp Helú y otros juegos de exhibición que se darán a conocer más adelante.
La presencia de las Atlanta Smoke marcará el regreso a México del extraordinario jugador de cuadro, Brandon Phillips, quien fue parte de los Diablos Rojos en la temporada de 2019. Phillips y su esposa, Jade Cargill, son los copropietarios del equipo de Georgia. Cargill es mejor conocida en el medio luchístico de la WWE como La Tormenta, actual Campeona Mundial y Reina del Ring.
Los encuentros marcarán un duelo entre equipos emblemáticos, tomando en cuenta que las estadounidenses son pioneras en su liga, aunque originalmente jugaban en San Marcos, Texas. Por su parte, la versión femenil del club escarlata ha sido parte de la LMS desde su fundación.
Sobre estas batallas históricas, Iván Terrazas, gerente de Diablos Rojos Femenil, dijo lo siguiente: “Para nosotros es muy importante haber conseguido estos juegos frente a un equipo profesional de Estados Unidos, porque nuestra meta es crecer en todos los aspectos; esto nos lleva a tener un acercamiento con equipos de otra parte del mundo para que sea la punta de lanza y nuestras jugadoras tengan una clara muestra de hacia dónde queremos llegar como organización”.
Las Atlanta Smoke tienen en su róster a la utility y receptora Jada Cody, quien recientemente fue la Jugadora Más Valiosa de la Final de 2025, además de un palmarés que incluye su participación en la LMS con Unión Laguna la temporada anterior, y una medalla de oro panamericana en 2022.
Diablos Rojos Femenil inaugurará la temporada de 2026 el 22 de enero ante Charros de Jalisco Femenil, en una serie que enfrentará a las ganadoras de las primeras dos coronas de la Liga Mexicana de Softbol.
Proceso de intervención de archivos por parte del equipo de Adabi. Fotografías: Acervo de Adabi Oaxaca
Como parte de las acciones para la preservación del patrimonio documental, el equipo de Adabi Oaxaca ejecutó dos procedimientos esenciales en las regiones oaxaqueñas de la Sierra Norte y la Mixteca. El primero de estos procesos se realizó en colaboración con personal especializado de la Biblioteca Juan de Córdova de la FAHHO, el cual consistió en un diagnóstico del estado de conservación de los archivos históricos municipales de San Juan Tabaá y San Andrés Solaga. Mientras tanto, un segundo proceso apuntó hacia la desinsectación del archivo parroquial de San Juan Bautista Coixtlahuaca.
En el primer caso, el objetivo fue evaluar las condiciones físicas, ambientales y organizativas en que se resguardan los documentos que conforman la memoria institucional de ambas comunidades. Dentro de estos archivos se albergan algunos testimonios en zapoteco, además de actas, correspondencia y expedientes administrativos que datan del siglo XVII, por lo que constituyen un registro invaluable de la historia local y regional.
Durante el diagnóstico se observaron aspectos como las condiciones del inmueble, infraestructura, iluminación natural y/o artificial, red eléctrica, mobiliario, condiciones ambientales, grado de deterioro de los documentos, presencia de agentes biológicos que afectan su conservación, así como daños provocados por el ser humano. También se identificaron necesidades específicas de intervención, capacitación y reorganización archivística, con el fin de garantizar la preservación a largo plazo y el acceso público responsable a estos materiales. Toda la información recabada se remitió a las autoridades municipales junto con un registro fotográfico para su valoración y posible ejecución del proyecto.
Ahora bien, para el caso de San Juan Bautista Coixtlahuaca el objetivo principal fue controlar una infestación activa de pececillo de plata (lepisma saccharina) identificada durante una inspección del archivo parroquial de esta cabecera municipal. Cabe destacar que la presencia del pececillo de plata representa uno de los riesgos más frecuentes para los archivos históricos, especialmente en establecimientos con acumulación de polvo, humedad elevada o ventilación deficiente. Este insecto, aunque pequeño, causa daños progresivos al alimentarse de materiales ricos en almidones y celulosa; elementos presentes en papel, adhesivos, encuadernaciones y fotografías.
Teniendo en cuenta el nivel de infestación y la importancia histórica de este archivo parroquial, el equipo de Adabi Oaxaca realizó una intervención inmediata implementando una desinsectación. Por medio de esta acción se aplicó un insecticida de tipo piretroide de uso profesional; esta operación fue efectuada por personal capacitado —equipado con la protección adecuada: mascarillas, guantes y tyvek—, mediante un protocolo diseñado para proteger tanto a los documentos como al propio personal. Culminada la aplicación del insecticida, se respetaron los tiempos de acción indicados por el fabricante. Posteriormente, se ventiló el espacio para garantizar las condiciones seguras para dar inicio a la limpieza mecánica del depósito, muebles y material de archivo con el fin de retirar restos de insectos, polvo y residuos del fumigante.
Los resultados inmediatos de esta operación fueron el mejoramiento del orden y la limpieza del depósito, además de la reducción inminente de los insectos. Con el propósito de consolidar los resultados y prevenir una reinfestación, se propuso la realización de un monitoreo regular para detectar la actividad temprana de estos insectos junto con la limpieza periódica, el control ambiental y la mejora de la ventilación natural, cuando sea posible, buenas prácticas de almacenamiento y mantener el orden de los documentos.
Mediante estas acciones se reafirma el compromiso adquirido por la FAHHO con el fortalecimiento de los archivos municipales y la preservación de la memoria documental de los pueblos oaxaqueños, reconociendo en esta una parte esencial de su identidad, por lo que resulta importante asegurar su accesibilidad para las generaciones futuras.
Creación ganadora del concurso “Inventíferos peludos” 2025. Fotografías: Acervo del MIO
El Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), la Asociación Civil Amigos del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB), junto con el Museo Infantil de Oaxaca (MIO) celebraron la creatividad e imaginación de niñas y niños con el programa dedicado al Día Mundial del Inventífero Peludo.
En junio de este año se lanzó la convocatoria “Inventíferos peludos”, en la que se invitó a niñas y niños de Oaxaca a imaginar un personaje fantástico, dibujarlo y contar su historia. Las creaciones que ganaron el certamen fueron materializadas en el Taller de afelpado del CaSa con la técnica de afelpado con agujas. El concurso tiene el propósito de promover y reconocer la expresión artística y la creatividad en los niños.
Dentro del programa por el Día Mundial del Inventífero Peludo, en el MIO se impartieron una serie de experiencias, actividades y presentaciones especiales enfocadas en promover la creatividad infantil, así como el aprendizaje de técnicas artísticas. Entre ellas, el diseño de personajes a partir de manchas de pintura, la creación de monstruos con collage y la elaboración de tapices con letras en afelpado. En el evento destacó la ceremonia de premiación, donde los ganadores del certamen recibieron sus respectivas creaciones materializadas mediante la técnica de afelpado con agujas.
Emilia Rojo fue la ganadora en la categoría de 4 a 5 años, con el “Monstruo Cuidárboles”: una criatura de color verde con tres ojos amarillos, una boca llena de dientes y tres patas. “Es un monstruo bueno que cuida a los árboles y le da de comer a los animales”.
Janine Hernández ganó en la categoría de 6 a 8 años con su creación “Michikí”, una chicharra a la que le gusta bailar. “Un día sus alas se rompieron y tuvo que aprender a hacerse unas nuevas con alambre, para poder seguir bailando en el aire”, cuenta Janine.
Ezra Daniel García fue el ganador en la categoría de 9 a 11 años. “Tomi tiene dos cabezas, cuellos largos y cuerpos peludos, sus pelos son chinitos de color morado, verde y naranja; tiene grandes dientes con punta redondeada y su cabeza está coronada por orejas que parecen hojas; sus lenguas parecen piel de leopardo y sus alas, grandes nubes que también funcionan como sus brazos; además, tiene dos grandes patas peluchozas como las de un gatito”, describe Ezra.
Inventíferos Peludos es un concurso creado en 2020, que invita a las infancias a imaginar seres fantásticos y crear sus historias, para materializarlos con la técnica de afelpado con agujas. Mediante esta iniciativa, se busca que el reconocimiento de su desbordante creatividad sea oportuno, significativo y se traduzca en experiencias que fortalezcan su relación con el arte y la imaginación.
Actividades desarrolladas por FAHHO Itinerante durante 2025. Fotografías: Acervo FAHHO Itinerante
En FAHHO Itinerante estamos muy contentos de concluir este año con muchas buenas noticias. El curso Práctico de Gestión Cultural Independiente, que se lleva a cabo en Teotitlán del Valle, está por finalizar. El programa se ha desarrollado con éxito gracias a la participación de maestros provenientes del Museo Infantil de Oaxaca, la Casa de la Ciudad, la Red de Bibliotecas BS, la Biblioteca Henestrosa, la Coordinación de Comunicación FAHHO y el programa Seguimos Leyendo, además de 15 proyectos culturales ejecutándose en 12 comunidades de los Valles Centrales. Pronto tendremos más noticias sobre la siguiente edición.
Durante 2025 desarrollamos el proyecto “Colcha colectiva”, en colaboración con el Museo Infantil de Oaxaca, el Museo de Filatelia y el Museo Textil de Oaxaca. A lo largo del año visitamos, una vez al mes, las comunidades de Teotitlán del Valle y San Francisco Lachigoló, donde se conformaron dos grupos de artistas: uno de niñas y niños en el primer caso, y otro de jóvenes bachilleres en el segundo. Con la guía de los equipos educativos de los museos, elaboraron un documento textil que refleja su entorno e identidad. El documento-colcha reúne distintas técnicas artísticas enseñadas durante el proceso: bordado, serigrafía, grabado, sellos, pintura textil, teñido, entre otras. Un año de trabajo colectivo culminó en dos piezas textiles que serán expuestas en el Centro Cultural de Teotitlán del Valle y en la Casa de la Ciudad.
Estamos cocinando una antología. A lo largo de 2025 realizamos un taller de escritura creativa con jóvenes en la Casa de la Cultura de San Jacinto Amilpas. Durante el programa, los participantes tomaron módulos con las escritoras Sonia Gregorio, Perla Muñoz y el autor Matt Gleeson, quienes residen en la ciudad de Oaxaca. Los talleristas escribieron distintos textos narrativos que formarán parte de una antología colectiva de autores nóveles, la cual verá la luz a finales de año.
Las rutas FAHHO siguen en marcha. FAHHO Itinerante nació de la necesidad de acercar las actividades de la Fundación a espacios conurbados de la ciudad. Con ese propósito, durante 2025 se realizaron más de 80 talleres, 12 conciertos musicales y 11 funciones escénicas, lo anterior, en 32 localidades de los Valles Centrales, con la participación de más de 2500 asistentes. Todo ello en colaboración con la Casa de la Ciudad, el MIO, el Mufi, el MTO, la Fonoteca Juan León Mariscal, la Red de Bibliotecas BS y la Biblioteca Henestrosa.
FAHHO Itinerante se consolida y expande. La experiencia ha sido increíble: hemos recorrido muchos caminos y conocido a gente verdaderamente comprometida con el desarrollo de la cultura, el arte y el deporte. Pero, sobre todo, hemos compartido, jugado y aprendido con personas de todas las edades, generando vínculos muy significativos para la labor que realizamos en la FAHHO. Estamos motivados para llegar a más gente y compartir nuevas experiencias. Te invitamos a estar atento a los programas que están por comenzar: ¡2026, te esperamos con emoción!
Actividades y visitantes de la BS Xochimilco. Fotografías: Acervo de la BS
Desde hace poco más de cinco meses trabajo en una biblioteca infantil. Para ser más preciso, desde hace más de cinco meses trabajo en la Biblioteca Infantil de Oaxaca que se ubica en el Barrio de Xochimilco, Oaxaca. En el año número 18 desde su fundación, he sabido hacer de la biblioteca una segunda casa: llego todos los días con entusiasmo, me tomo un café, charlo y bromeo con mis compañeras, leo, escribo y para cuando el reloj marca las siete de la noche, agotados ya los ojos, los miembros y el alma, regreso a mi otra casa, la de siempre y la de nunca.
En un principio, el acto de trabajar dentro de una biblioteca se me antojaba una ocupación solemne y nutrida por cierto romanticismo que fui recolectando mediante el acto de ver películas como Notting Hill, Medianoche en París y La sociedad de los poetas muertos. Me imaginaba ordenando libros, recomendándolos, limpiándolos, conociendo cada palmo de la biblioteca; cada estante se presenta como un reino inexplorado que ansía una mano que simplemente se estire para sacar un libro de su letargo. Y, siendo sincero, no es que esta idea se haya desvanecido, más bien, ha ido nutriéndose del quehacer cotidiano que permea este espacio, el cual —y como expondré más adelante— no es ya un espacio para un único fin. Se llama “biblioteca”, pero hay varios sustantivos que circundan este nombre: jardín, parque, cine, taller, laboratorio, galería, entre otros.
Sería una mentira establecer desde un principio que en la Biblioteca BS se viene única y exclusivamente a leer. Más allá de que el concepto de “biblioteca infantil” alude a ciertas configuraciones, el propio terreno y edificio que alberga el acervo invita —a niños y adultos— a la exploración, al juego, a la charla. Uno puede ver el juego infantil como un quehacer muy ajeno a la lectura, la cual se ha estigmatizado como una actividad solemne que requiere silencio y atención casi religiosas. La lectura es, en mi opinión, una actividad que, aparte de requerir ciertas características para que se lleve a cabo, debe nutrirse de otras expresiones que no se detengan necesariamente, como una lectura pasiva, sino que exploren la multiplicidad del quehacer lector, entendido como la capacidad de poder “leer” el medio en que se vive. Pareciera que es un tema escabroso; iluminémoslo.
En su libro Nueva historia universal de la destrucción de los libros, Fernando Báez menciona que la mítica biblioteca de Alejandría estaba dividida en dos partes: un Museo y un Serapeum, este último nombrado así por Serapis, dios greco-egipcio instaurado en el reinado de Ptolomeo I (305 a 282 a. C.). Una leyenda refiere que en el Serapeum “se realizaban banquetes sagrados […]; otra alude a la gente que pernoctaba allí en busca de una revelación”.1 Puede que parezca un capricho tratar de exaltar un lugar “por encima” de lo cotidiano. Sin embargo, creo que en la biblioteca confluyen diferentes situaciones de carácter trascendental que, justamente por eso, pueden pasar desapercibidas a los ojos de quienes no prestan atención: el aleteo de una mariposa que invita a la reflexión, el devaneo de las hojas de los árboles que cobijan una plática de amigos, o el silencio que envuelve una sala de lectura habitada por una sola alma que lee religiosamente un libro.
Diariamente, todo el tiempo, el mundo puede verse representado como un inmenso libro abierto; sin embargo, pocos son los que distinguen entre el ajetreo cotidiano y el “mundanal” ruido, esos conceptos e historias que moldean lo que llamamos presente: el Gran teatro del mundo de Calderón de la Barca. Dentro de la Biblioteca Infantil, ese presente es palpable tanto en el tiempo inmóvil y personal de los que leen en silencio, como en los gritos y carreras de los niños que han sabido hacer de las salas de lectura y del jardín un lugar de recreación, juego y diálogo que potencia una amistad infantil (y, quizá por ello, más sincera y pura).
1 Fernando Báez, Nueva historia universal de la destrucción de libros: de las tablillas sumerias a la era digital (Ciudad de México: Océano, 2014).
Nacimiento en el Arca de Noé. Fotografía: Acervo de Andares del Arte Popular
La historia del maestro tallador Agustín Cruz Prudencio, originario de San Juan Otzolotepec, Mixe, Oaxaca, se remonta a su niñez, cuando su padre, Agustín Cruz Tinoco, junto con su madre, Clotilde Prudencio Martínez, comenzaron a enseñarle el oficio de la talla en madera a la edad de 11 años. Un oficio en el que se ha consolidado con una trayectoria de 29 años y la convencida tarea de heredarlo a las nuevas generaciones por medio del trabajo en el taller, donde jóvenes —tanto hombres como mujeres— aprenden las técnicas de tallado y pintura.
La idea de crear nacimientos surgió por el Concurso Nacional de Nacimientos Mexicanos,1 que considera la creación desde el arte popular en el ámbito nacional. La propuesta del taller Cruz Prudencio surgió entre 2000 y 2001, con una visión innovadora a partir de la cual el maestro Agustín creó un carro para transportar a los Reyes Magos. Desde entonces ha trabajado con diferentes temáticas, como carruseles, helicópteros, sirenas y cactus, logrando una gran aceptación entre diversos públicos. Los personajes indispensables en un nacimiento son Jesús, María y José, los tres Reyes Magos, el ángel y el pastor, sin embargo, una característica de este taller ha sido presentar una variación en los regalos hechos al Niño Dios, pues en vez de oro, incienso y mirra, se han integrado animalitos.
El proceso de elaboración de un nacimiento empieza con el dibujo de un boceto que ha de guiar toda la composición. El camino comienza en el papel y la bidimensionalidad para terminar en la madera y el volumen, pasando por el tallado, el secado, el pulido, la curación, el resanado y, finalmente, el trabajo en pintura. El tiempo de producción depende del tamaño del nacimiento, de modo que algunos pueden tardar meses en ser concluidos. Las técnicas que caracterizan a la familia Cruz Prudencio son el tallado en madera y la carpintería, especialmente la carpintería aplicada a los juguetes, que es lo que ha permitido la incorporación de juguetería artesanal en madera, como los carros o el carrusel, en los nacimientos. En cuanto a los patrones y motivos de la pintura, dentro de los primeros se sigue la tendencia tradicional de las grecas y degradaciones, mientras que en los segundos abunda el uso de elementos florales y animales.
El mensaje que el maestro Agustín Cruz busca transmitir mediante estas creaciones es conservar la elaboración de nacimientos y la celebración de la Navidad, pero a partir de la innovación. Se trata de una forma de transmitir la cultura y de la manera en que él mismo y su familia viven la Navidad.
Ante los retos que enfrenta el arte popular en la actualidad, el objetivo de su familia y de su taller es preservar el oficio por medio de los jóvenes de la propia familia, quienes son una pieza clave en la reproducción de su concepto. Por eso es que han buscado proyectarse tanto en el contexto nacional como internacional participando en diferentes eventos: este año, en el mes de septiembre, obtuvieron el primer lugar en la categoría de Madera Tallada, a nivel nacional, en la Feria de Arte Popular Xcaret 2025. Y en noviembre, en el XX Concurso Estatal de Nacimientos Oaxaqueños 2025, Esmeralda Cruz Sosa, hija del maestro Agustín, y su esposo, Luis Valentín Rodríguez García, obtuvieron el segundo lugar y el primer lugar, respectivamente, en la categoría Talla en Madera y Laudería.
Con cada nacimiento, la familia Cruz Prudencio reafirma que, para persistir, el arte popular no solo se conserva, sino que se transforma y comparte para continuar vivo en las manos de quienes lo valoran, lo enseñan y lo aprenden.
1 Un certamen de arte popular que tiene como objetivo preservar, fomentar y reconocer la tradición artesanal de la elaboración de nacimientos navideños en México. Es organizado anualmente por el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART), un fideicomiso público sectorizado en la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal, en colaboración con otras instituciones.
Círculo Postal celebrado en el Día Mundial de la Tarjeta Postal. Fotografías: Acervo del Mufi
Resulta fascinante la riqueza de emociones, la posibilidad de comunicación y el valor estético que puede ofrecer un pequeño rectángulo de papel o cartulina. Lo que en sus inicios fue un medio breve y sencillo de comunicación, sin mayor ornamento, se ha transformado con el tiempo en un testimonio visual del cambio social, arquitectónico y cultural del mundo. Así lo ha demostrado, a lo largo del año, el Museo de la Filatelia de Oaxaca, mediante múltiples iniciativas que mezclan la comunicación escrita de la correspondencia con el arte.
Durante 2025, el Mufi ha hecho especial hincapié en rescatar y promover el uso de la estampilla y, particularmente, de la tarjeta postal, no solo como un medio de comunicación tradicional y casi olvidado, sino como un campo en el cual desarrollar el arte y la creatividad. La pintura, la gráfica, el collage y los stickers fueron las herramientas con las cuales se hizo llegar una pieza única por medio del correo a muchas partes del mundo.
En el mes de febrero, a propósito del Día del Amor y la Amistad, el embossing —una técnica de grabado en relieve con polvos termofusibles— jugó un papel fundamental. Durante la semana previa al 14 de febrero, visitantes asiduos y ocasionales tuvieron la oportunidad de crear composiciones únicas que luego enviaron a sus seres queridos, haciendo de cada postal una obra irrepetible.
Mayo trajo consigo la excusa perfecta para experimentar con la creación de sellos de goma. Armados con gubias y tintas de colores, niños y adultos tallaron sus propios diseños para después estamparlos en postales que llegaron hasta mamá. Una experiencia emotiva que combinó manualidad, cariño y quehacer gráfico.
El Club Filatélico Infantil del museo hizo lo propio y, además de seleccionar estampillas, limpiarlas, ponerles monturas y armar sus colecciones temáticas, también se acercó al arte sobre postales mediante ejercicios de autorretrato. En estos, quienes participaron pudieron conocerse y reconocerse al compartir sus creaciones con sus compañeros y retomar sus temas de interés: películas, cuentos o pasajes de historia. Esta actividad se volvió aún más especial al ser retomada en el número 20 (otoño) de la revista infantil Casiopea, convirtiendo las postales en parte de su publicación.
A pesar del trabajo previo sobre este formato de correspondencia, el museo tenía la mira puesta en un evento especial que llevaría por nombre Círculo Postal, celebrado el 4 de octubre en el marco del Día Mundial de la Tarjeta Postal, cuya sede fueron los patios del Mufi. La jornada, intensa y llena de color, estuvo compuesta por una expoventa de postales, afiches y autopublicaciones, así como por talleres simultáneos, la impresión de una postal conmemorativa y una serigrafía textil.
El día marcado inició desde las diez de la mañana. El primer patio del Museo albergó los trece estands de los invitados: diseñadores gráficos, promotores del journaling y scrapbooking, editoriales independientes y artistas plásticos. Todos reunidos en torno a un objetivo común: celebrar el arte de comunicar por medio de un pequeño rectángulo de 4 × 6 pulgadas.
A las once, la expoventa y las actividades formativas dieron inicio. El área educativa del Museo, al límite de su capacidad, fue el escenario del taller “Dibujos aleatorios para el bloqueo creativo” —impartido por Molka—, en el que, mediante el uso de carbón, grafito y hojas en blanco, los participantes liberaron sus manos y, de manera casi automática, crearon composiciones espontáneas: una verdadera “lluvia gráfica de ideas”.
A la par, en el primer patio, el taller “Laboratorio de stickers”, impartido por Nelson Niher, reunió a un numeroso grupo de entusiastas que, con revistas viejas, recortes de papel y una buena dosis de imaginación, transformaron material de reciclaje en stickers personalizados que más tarde sirvieron para decorar postales listas para viajar por el mundo desde el buzón del Mufi.
La siguiente hora, de 12:30 a 14:00 h, fue guiada por Alan Vargas, de la Editorial Cuatro Triángulos, quien introdujo a los asistentes al género literario epistolar con la lectura de un fragmento de Cartas a Clara, de Juan Rulfo. Por su parte, Yaslii ofreció el taller “Criaturas de otoño”, donde el uso de patrones modulares y materiales como acuarela, crayones y plumones dieron lugar a ilustraciones con temática de Día de Muertos: una explosión de color y creatividad.
Entre las 14:00 y las 15:30 h, los asistentes exploraron el recurso del cadáver exquisito, técnica surrealista que consiste en construir un texto colectivo sin que sus autores conozcan las contribuciones de los demás, para obtener como resultado una composición aleatoria e impredecible. La encargada de dirigir este proceso fue Pamela González, con el taller “Criaturas Dicharacheras”.
Con María Ponce, las y los asistentes crearon sus propias “Calaveritas de azúcar”, decoración imprescindible en cada altar de muertos. Solo que esta vez cambiaron el azúcar, el glaseado y las almendras por un kit de stickers de flores de cempasúchil, pedrería, aretes y otros elementos que permitieron una infinidad de composiciones sobre la postal, todas únicas.
El scrapbooking y el journaling ocuparon las siguientes dos horas, de 16:00 a 18:00 h. Piggypaper y el Scrap Postal Club ofrecieron una introducción histórica y práctica a estas disciplinas. Con ayuda de cinta washi, sellos de goma, recortes y listones, los asistentes personalizaron sus propias postales, combinando texto, imagen y memoria.
El cierre de los talleres estuvo a cargo de Ashin, diseñadora oaxaqueña que preparó dos ilustraciones para colorear, ambas cargadas de símbolos postales. En una de ellas, una parvada de palomas transporta sobres y estampillas con alegría; en la otra, una paloma deposita una carta en el característico buzón rojo del último patio del museo, donde se leía la leyenda “CORREOS R. M.”. Una imagen poderosa que resumía la esencia del evento.
Al final de la jornada, el objetivo se había cumplido con creces: cerca de seiscientas personas disfrutaron de los talleres, la expoventa y las actividades conmemorativas. Como testigos del evento, una postal conmemorativa y una tote bag diseñadas por María Ponce estuvieron disponibles todo el día en el patio del cactus.
La experiencia no solo dejó postales decoradas, sino también una memoria viva de creatividad, emoción y arte. El 2025 fue para el Mufi un año pleno de imaginación compartida, de encuentros entre el arte y la palabra escrita, de exploración de nuevas formas para revitalizar la tarjeta postal como medio de expresión. Cada taller, cada envío y cada creación reafirmaron que, incluso en el siglo XXI, sigue existiendo un deseo genuino de comunicarnos con calma, con las manos y con el corazón. El museo cierra este ciclo con entusiasmo y con la mirada puesta en un nuevo año que promete aún más: más correspondencia, más arte, más comunidad y nuevas actividades que continuarán impulsando la magia de la tarjeta postal como vehículo de creación y encuentro.
Algunas piezas de la muestra “El impresor Juan Pascoe: entre galeras y tipos”. Fotografía: Acervo Adabi
La Biblioteca Nacional de Antropología e Historia Doctor Eusebio Dávalos Hurtado (BNAH) presentó la exposición temporal “El impresor Juan Pascoe: entre galeras y tipos” como evento paralelo al reconocimiento Una Vida Dedicada a la Promoción Cultural, que recibiera dicho impresor de parte de la Fundación Carmen Toscano, y en el que dirigiera unas palabras la presidenta de Adabi, la doctora María Isabel Grañén Porrúa. Este evento tuvo lugar el pasado 23 de septiembre.
La inauguración contó con la presencia de Baltasar Brito, director de la BNAH, Juan Pascoe, Alejandra Moreno, patrona fundadora de la Fundación Toscano, Juan Manuel Herrera, presidente de la misma, así como de destacados escritores mexicanos. En las palabras inaugurales de la muestra, el homenajeado mencionó especialmente las diez primeras obras que escogió y su intención de alcanzar las mil impresiones; señaló también: “no podía ignorar esa parte de mi vida”, refiriéndose a su ejecución de la jarana y al grupo Mono Blanco fundado por él mismo, que de igual manera se ven reflejados en sus impresos, como en el de La Versada de Arcadio Hidalgo presente en la muestra. Aludió igualmente a otras exhibiciones que ha montado a partir del trabajo del Taller Martín Pescador, sello editorial bajo el cual realiza su obra, afirmando que ninguna es igual, ya que la disposición de las mismas podía variar desde el tema hasta los formatos. No es alguien a quien le guste la monotonía, ni siquiera para imprimir. Mencionó que la exhibición fue posible en gran parte gracias a los préstamos que de los impresos hicieran diversos amigos suyos, por lo que Pascoe subrayó que no conocía de antemano el guion museográfico, pero que el público era libre de preguntar, así como él lo era de responder.
La exhibición estuvo conformada por libros, impresos sueltos y hasta un cuaderno manuscrito de puño y letra del impresor (todo indica que parte del diario de su vida), enmarcados por otras piezas tridimensionales como un violín o una prensa de madera de juguete, así como un diminuto estante con libros al tamaño, lo que sin duda añade un toque de ingenio a la muestra. Las impresiones que se apreciaron en esta exposición temporal enfatizaron en las composiciones de la caja, la tipografía, los grabados y los variados temas de interés de Pascoe, así como los elaborados para diversos autores, entre los que se encuentra, por supuesto, la doctora Grañén. Contemplar la producción del Taller Martín Pescador es trasladarse por un momento a los talleres de Juan Pablos, Luis Ocharte o Enrico Martínez.
Algunas de las obras que se exhibieron en las vitrinas están fuera de mercado, ya que una de las características más notorias de estas ediciones es su limitado tiraje, lo que ocasiona que se conviertan fácilmente en objetos de colección. A esto se suma el hecho de que los impresos se realicen en papeles de extraordinaria calidad y con gran cuidado tipográfico. No todos los días se encuentra una obra con estas particularidades a las que se añade, la más de las veces, el tema histórico o poético, de sus muy personales intereses, incluso temas políticos de la actualidad mexicana. Así se pueden apreciar: la Declaración de Independencia de la América Septentrional; 500 años del primer libro escrito en castellano en la Villa de Coyoacán 1522-2022, Cornelio Adrián César, impresor holandés en México; Doscientos años de imprenta en Michoacán; XVI Fabulae Aesopi; Carta a Francisco Toledo; Los signos del zodiaco; Tesoros musicales de la Nueva España; una felicitación a Joan Baez por el premio Woody Guthrie por parte de Mono Blanco; Los deportados; Ayotzinapa, entre muchas otras piezas, literalmente, de colección.
El joven Andrés Muñóz. Fotografía: Acervo Academia de Beisbol AHH
En la pretemporada de los Diablos Rojos del México de 2015, un joven de 16 años llevaba días insistiendo en que deseaba lanzar al menos una vez en los juegos de preparación de la Liga Mexicana, los cuales se disputaban en el estadio Eduardo Vasconcelos de Oaxaca.
“Deme un inning, Méndez. Porfa, deme un inning”, repetía aquel adolescente con ganas de medirse en el equipo grande de los Guerreros de Oaxaca, que en esos tiempos contaba con nombres como Mario Valenzuela y el exgrandeliga Mike Jacobs.
Las súplicas iban dirigidas a Luis Fernando El Carrito Méndez, coach de picheo del equipo en ese entonces y aún el segundo lanzador con más victorias en la historia del club. Pero, a pesar de su peso específico en la franquicia, Méndez no podía tomar esa decisión solo. Debía convencer primero a Miguel Ojeda, manager del equipo. “En mi carrera como manager siempre he querido darle la oportunidad al talento joven para que brille. Pasó con Carlos Figueroa, con Jesús Fabela, con Juan Carlos Gamboa… Se les da la oportunidad y ellos que la aprovechen”, recuerda Ojeda —hoy director deportivo de los Diablos—, al explicar por qué decidió conspirar para que aquel chico de 16 años tuviera una probada del mejor beisbol de México.
Convencidos el manager y la gerencia, el alumno de la Academia Alfredo Harp Helú recibió la bola para enfrentar a bates excelsos. Su primer rival fue Yunesky Sánchez, un cubano que venía de batear .324 en 392 turnos legales el año anterior. Después vendría Mario Valenzuela, slugger mexicano recordado, entre otras cosas, por haber castigado una recta a banda contraria de Roger Clemens en el Clásico Mundial de 2006.
Frente a semejantes oponentes, Ojeda recuerda haberle hecho una petición curiosa antes del primer picheo de calentamiento: “Mijo, me va a hacer el favor de lanzar el primer picheo bien fuerte y bien lejos, allá atrás, al backstop. Lance duro para allá, lejos”. Con esa instrucción, el joven derecho tomó aire, hizo su windup y soltó el brazo. “Pude ver en la cara de Mario lo que quería ver: miedo”, dice Ojeda entre risas.
Las versiones de aquella historia varían según quien la cuente. Mario afirma haber conectado un doble; Ojeda jura que fue un sencillo con ojos, y Méndez incluso sostiene que Mario fue el primer bate, no el segundo. Pero más allá de las diferencias, una cosa sí queda clara en la mente de todos los presentes aquella tarde: ese día nació la leyenda de la recta de Andrés Muñoz. Con solo 16 años, este derecho lanzaba rectas de 94 millas por hora, retando sin aspavientos a jugadores que habían enfrentado a leyendas del deporte. Sin miedo, con control, sin límites.
Desde entonces, Muñoz no ha hecho más que engrandecer su reputación, estableciéndose como uno de los mejores brazos del planeta. Fue firmado por los Padres de San Diego, debutó el 12 de julio de 2019 en Grandes Ligas y, tras ser canjeado a los Marineros de Seattle, se consolidó como un referente del relevo.
Luego de superar en 2020 una cirugía que lo mantuvo fuera de juego más de un año, Muñoz se convirtió, desde 2022, en el lanzador con la cuarta mejor efectividad de MLB (mínimo 200 innings), con 2.29 de ERA en 235.2 entradas. Su meteórica recta, que promedia 99 millas por hora, ha sido la cuarta más veloz de las Grandes Ligas, superada por Jhoan Durán, Emmanuel Clase y Ryan Helsley. Junto con su slider, cada vez más dominante, ha construido un arsenal temible que brilla con luz propia, incluso en la postemporada de 2025 de MLB.
Pero más allá de esa grandeza y de las gestas por venir, este joven derecho de Los Mochis, Sinaloa, aún guarda con cariño la cuna oaxaqueña que lo vio formarse: “Me tocó ir a la Academia Alfredo Harp Helú, que es un complejo muy, muy bueno. De ahí parte todo, ahí empieza el sueño de uno”, dijo Muñoz al portal Al Bat durante el Juego de Estrellas. Hoy, una década después de aquella petición inocente, “Deme un inning, Méndez”, Andrés Muñoz lanza su fuego en los escenarios más grandes del mundo.
Su historia, que comenzó con una recta al backstop en el Estadio Vasconcelos, es testimonio de que los sueños más grandes del beisbol mexicano hoy nacen en el corazón de Oaxaca, en la cuna del deporte rey construida por don Alfredo Harp Helú.