Un almácigo es un lugar provisto de nutrientes en el que las semillas germinan. Toda biblioteca aspira a ser eso, pero quizá una que rueda sobre caminos de nube y sarcina, o bajo la sombra de ceibas y guanacastles o por los paisajes caliginosos de la Mixteca, está más cerca de lograrlo.
En las Bibliotecas Móviles “Ando leyendo, leyendo ando” trabajamos con niños y jóvenes, y esto nos obliga a dar y darnos cuenta de las posibilidades que ofrecen la imaginación y el pensamiento. Llevamos una arroba de cultura a pueblos en los que perviven otras muchas. Aprender de ellos y crear un espacio de retroalimentación es un compromiso y una satifacción.
Los libros, los cuentos, las historias, son el nutrimento de nuestra labor. Los niños y los jóvenes son las semillas de variada especie; su palabra el brote de aquellos que pronto serán árboles, flores, aves de coloridos vuelos que ya regresarán más semillas a estos suelos.
No hay nada más importante que la palabra escrita y hablada. Aquí todos tienen algo que decir, algo que ofrecer, algo que aportar. Almácigo pretende, sin ambición alguna, ser un espacio para conocer y reconocer el trabajo de aquellos que saben leer e interpretar el mundo. No caigo en un lugar común al decir que cada uno de nosotros somos universos. Almácigo aspira a ser un observatorio que nos permita columbrar las miríadas de voces que habitan en los casi ochenta pueblos visitados.
Abriremos el año con este proyecto que tiene por objetivo brindar a nuestros usuarios el espejo de la escritura: espejo de obsidiana que nos permita ver los muchos mundos que hay en Oaxaca. Abrir horizontes, acercar la palabra a todos los que quieren, pueden y saben usarla, es la razón de este proyecto. Nuestra intención no es hacer escritores, ni mucho menos. Es generar dinámicas lúdicas que permitan a los lectores verse en el papel, saberse intérpretes del mundo que habitan. Todos leemos, ya en papel, ya en el mundo. Leer es interpretar, discernir, descubrir; escribir es dar cuenta de ello, llevarlo al papel, dejarlo sobre el aire compartido. La palabra es un lazo que nos permite mirarnos en los otros. Y los otros, huelga decirlo, son el espejo de nosotros.
Siguiendo aquel precepto enunciado en latín, se rescató aquella leyenda, la arquitectura a la que permanecía aferrada y que parecía irreparable, un conjunto de valores, conocimientos y lo que a principios del siglo XX no era más que entrega y deseo por contribuir en las comunidades más alejadas en donde la instrucción y la enseñanza se hacían esperar. “El Centenario” fue el nombre del primer edificio después de la casa escuela que procuró la educación en Asunción Ixtaltepec y que en un preámbulo de tres minutos fue destruido por los sismos de 2017.
La obra había sido financiada por el pueblo gracias a las fiestas patronales. Se inició en 1910 y se inauguró en 1920 de acuerdo a las placas ubicadas en su acceso. Su nombre alude a la conmemoración de los cien años de la Independencia de México, cuenta el profesor Pedro Mijangos García a uno de los arquitectos, quien luego del sismo trabaja afanosamente en recopilar todos los datos posibles y útiles para armar el proyecto de restauración del edificio. Entre esos datos surge el nombre de “La Casa del Pueblo” que adoptó alrededor del año de 1992, cuando fue recuperado tras un periodo de abandono. Después de ese año el edificio fue parte de distintas intervenciones que originaron pérdidas significativas, como la de su herrería primitiva, su cubierta de morillos con entablado protegidos por teja y los balaustres de la fachada.
Transcurrían los últimos meses de 2017 y la noticia de que el inmueble sería recuperado se advertía entre los contraventeos, pies derechos, arrastres, cerchas y tirantes de madera que sostenían los arcos rebajados de los accesos y los sesenta centímetros de ladrillo recocido de los muros. A mediados del año 2018, la donación de 7 millones de pesos que la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca realizó fue ejercida por el Taller de Restauración FAHHO, con el deseo de que el “El Centenario” fuera restaurado; el sismo se convirtió entonces en una oportunidad para reconciliar la armonía arquitectónica que el inmueble mostraba en una fotografía de los años treinta, muy cerca del año en que fue terminada la obra. El presidente municipal de Asunción Ixtaltepec la había enviado a Lázaro Cárdenas, presidente entonces de México, solicitando un reloj para la escuela.
Basados en esa foto comenzó la restauración, no sin antes asegurar la permanencia del inmueble mediante el reforzamiento de la estructura y de elementos basados en un análisis estructural de la obra; los muros existentes fueron desprovistos de los aplanados para poder liberar las partes más afectadas y devolver a la obra el material recuperado, de esta manera también se pudieron subsanar las grietas mediante consolidaciones y reforzar los muros en sentido vertical y horizontal; al frente de la obra se recuperó el antiguo pórtico con su columnata de cuatro elementos y su remate flanqueado por roleos. Ese elemento regente de la fachada muestra a los lados la composición de frontones semicirculares y triangulares ubicados por encima de los accesos y ventanas de arcos rebajados, mientras que arriba se vuelven a observar los balaustres.
El interior, completamente revitalizado, se anticipa por árboles autóctonos plantados estratégicamente para confortar el espacio y la visual de los usuarios que, indistintamente, disfrutan de los libros que cubren los muros de una sala o de la muestra que se realiza en el auditorio; en su punto más alto, la cubierta se vierte en dos partes sustentadas en armaduras metálicas con tensores y placas de panel, para mejorar las condiciones de confort del espacio y ayudar a los muros.
La casa del pueblo “El Centenario” hablará ahora del significado que su acceso enmarca.
En la exposición colectiva Estampas de un espacio, realizada en el Museo de Filatelia como parte de la celebración de su 20 aniversario, fuimos invitados diversos fotógrafos y fotógrafas para realizar imágenes en torno a este sitio cultural y su relevante presencia en Oaxaca. Mi aportación fue tratar de vincular el peso histórico y presente de la fotografía con el de la filatelia, recurriendo a una técnica del siglo XIX como lo es el ambrotipo. Para ello, elegí en el MUFI un espacio y un momento con una luz singular, para fijar una imagen utilizando un soporte tradicional, trasladándolo después a una digitalización contemporánea.
Desde la técnica tradicional del ambrotipo y su digitalización e impresión, construí dos imágenes que evocan y vinculan temporalidades cruciales (del siglo XIX al siglo XXI), para la construcción de una memoria filatélica presente. El paisaje es una alegoría de la belleza y fragilidad de una memoria contemporánea que, como un elemento vivo y transformable, requiere en su cuidado y conservación de la reapropiación de técnicas, saberes y aficiones cultivadas desde el pasado. Las imágenes que titulé “Paisaje de la memoria filatélica” se exhibe en la muestra Estampas de un espacio junto a la obra de otros artistas como: Alejandro Echeverría, Antonio Turok, Alberto Ibáñez, Ariel Mendoza, César Saldívar, Claudia López Terroso, Cristina Kahlo, Daniel de Laborde, Fernando Armenghol, Fernando Arce, Georgina de la Rosa, Hertzaín Vásquez, Marcel Rius, Marcela Toboada, María Luisa Santos Cuellar, Michael Toolan, Nadja Massun, Ramón Jiménez Cuen, Regina Mejía.
San Miguel Yotao está ubicado en la Sierra Norte del estado de Oaxaca. Esta comunidad tiene un alto rezago social, la mayoría de sus pobladores –hablantes de la lengua zapoteca– se dedican a una agricultura de subsistencia.
A fines del año pasado, la FAHHO recibió la solicitud de las autoridades comuneras para la organización de su archivo. Necesitaban identificar los expedientes que habían almacenado durante sus gestiones en la administración de sus tierras. Atendiendo a la solicitud, la ordenación de los documentos del comisariado de Bienes Comunales se llevó a cabo en los meses de febrero y marzo.
El archivo estaba resguardado dentro de un mueble de madera en la oficina de Bienes Comunales. En general, mantiene un buen estado de conservación. Al analizar los tipos documentales de los expedientes surgió una sección Administrativa que se subdividió en las series: Acuerdos, Asambleas, Censos, Contratos, Convenios, Correspondencia, Cuentas, Deslindes, Elecciones, Informes, Inventarios, Juicios agrarios, Nombramientos, licencias y renuncias, Normatividad, Padrones, Planos, Programas y proyectos, Solicitudes, Tequios y Títulos.
El archivo está conformado por once cajas, y ahora cuenta con un inventario que facilitará el acceso a la información. El expediente más antiguo está datado en 1826. Es un título primordial que ampara las tierras del pueblo. Existe un vacío documental, ya que el siguiente documento está fechado en 1948, dentro de la serie Juicios agrarios, mientras los más recientes, que fueron generados en este mismo año, están agrupados en la serie Cuentas.
El título primordial de San Miguel Yotao fue elaborado a principios del siglo XIX, presenta la transcripción de un documento de 1709 en donde tres personas, hablantes del zapoteco, atestiguaron los límites territoriales de su pueblo ante el alcalde mayor, para legitimar la posesión de una tierra que ocuparon después de migrar desde una población denominada Totolinga.
Los títulos primordiales, junto con otros documentos, son considerados instrumentos legales para la protección de las tierras. Muchos pueblos conservan este tipo de manuscritos como testimonios del establecimiento de sus límites territoriales desde tiempos inmemoriales. Por eso son presentados como pruebas ante los tribunales en medio de los conflictos agrarios.
Sin embargo, estos títulos contienen elementos de una tradición prehispánica que ahora resultan difíciles de entender y plantean muchos más problemas que entorpecen la solución de los conflictos agrarios. Algunos fueron fechados en años irreales que no coinciden con la lógica de los procesos históricos que mencionan. Las colindancias no se expresan con mediciones precisas, muchas veces refieren puntos que resultan inexactos porque quizá se refieran a árboles, piedras, etc. Otros son transcripciones de documentos originales más antiguos que ya no se conservan, realizadas por autoridades que quizá desconocían las lenguas indígenas. Muchos de estos manuscritos fueron considerados falsificaciones. Por eso, los tribunales recurren a la experiencia de peritos especialistas en paleografía y diplomática, como la Dra. María de los Ángeles Romero Frizzi, quien ha estudiado estos testimonios en diversos artículos.
El proyecto para la organización del archivo del Comisariado de Bienes Comunales de San Miguel Yotao ha sido bastante significativo. Muestra el interés de un pueblo por la recuperación de su memoria histórica con una finalidad legal. En este sentido, la preservación documental alcanza objetivos prácticos, una población es consciente de la importancia de la conservación de los documentos antiguos como testimonios históricos y jurídicos que permiten legitimar la posesión de sus tierras. No obstante, los títulos primordiales no siempre resultan suficientes para la solución de los conflictos agrarios, que se complican por los intereses políticos y económicos que suelen prevalecer sobre las enormes extensiones de terrenos en disputa, lo que impide cualquier arreglo entre los pueblos y limita su desarrollo.
Oaxaca cuenta con varias zonas arqueológicas y edificios históricos que la han vuelto atractiva para el turismo. Sin embargo, poco se conoce de cómo se creó parte de la estructura material que se admira y palpa día a día en la urbe. Algunos investigadores han realizado interesantes trabajos de corte histórico sobre la fundación de la ciudad en el siglo XVI, mientras los historiadores del arte han puesto su atención en la catedral de Oaxaca, el convento de Santo Domingo o la producción pictórica de la época virreinal.
La Fundación Alfredo Harp Helú ha abierto una Coordinación de Investigación que tiene por objetivo difundir parte del patrimonio de Oaxaca bajo dos disciplinas: la Historia y la Historia del Arte. Para esto se llevan a cabo diversos proyectos, entre ellos un seminario de historia, que ha reunido a jóvenes historiadores para que expongan sus estudios y reciban retroalimentación por medio de los comentarios de quienes asisten a las sesiones. Al mismo tiempo, en este año se realizan tres investigaciones dedicadas a la historia de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa, del comerciante dieciochesco Alonso Magro y del pintor decimonónico Francisco Bonequi.
Los integrantes de la Coordinación de Investigación, en conjunto con investigadores egresados de la UNAM, el Colegio de México y la UABJO, han realizado cursos de capacitación para guías de turistas certificados de la ciudad de Oaxaca, quienes son parte esencial de la difusión y conservación del patrimonio. Se pretende que la nueva Coordinación genere formas de vinculación con la sociedad para conocer, entender, difundir, proteger y preservar el patrimonio material e inmaterial de la ciudad.
Apenas pasaron nueve años para que la Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú tuviera de regreso a los primeros egresados que ya alcanzaron la cima del firmamento beisbolero. Jugadores de grandes ligas y campeones mundiales estuvieron en San Bartolo Coyotepec para recibir un justo homenaje, y dejar un testimonio irrefutable del buen funcionamiento del programa establecido el 12 de noviembre de 2009.
Con los mismos ojos de sorpresa que cuando llegaron por primera ocasión, Roberto Osuna, Víctor Arano y Giovanni Gallegos volvieron a recorrer los rincones de las instalaciones que se han adecuado a los tiempos modernos, pero que conservan la esencia que mezcla beisbol, cultura y educación.
Mientras se acercaba la hora de la ceremonia, encabezada por don Alfredo Harp, los tres ligamayoristas mexicanos tuvieron la oportunidad de conocer a cuatro de los seleccionados sub-23 que días antes conquistaron el título mundial en Colombia.
Como en el día de la inauguración, representantes de los medios de comunicación aguardaban con inquietud el inicio del evento, lo mismo que los pequeños invitados de la Liga Infantil Monte Albán, quienes buscaban a sus ídolos y esperaban la oportunidad de llevarse alguna firma en sus gorras.
Al tomar la palabra, don Alfredo Harp expresó que desde sus primeros años dentro del beisbol profesional imaginó crear un espacio como el que hoy está de fiesta, un sitio que no tuviera comparación en América Latina. También recordó el largo proceso de espera para cumplir con los requisitos para iniciar su construcción.
Durante la conferencia, fue Roberto Osuna quien tomó la palabra con más frecuencia, siempre muy orgulloso por ser el primer egresado que escaló a las Ligas Mayores. Esto sin olvidar que antes de firmar con los Azulejos de Toronto debutó con los Diablos Rojos del México en 2011, cuando se convirtió en el jugador debutante más joven en la historia de nuestra pelota profesional.
Giovanni Gallegos, actual lanzador de los Cardenales de San Luis, arrancó aplausos cuando contó que su estancia en Oaxaca fue mucho más corta que la del resto de sus compañeros. Comentó que también sentía que el tiempo era su principal rival, por eso, cuando vio los campos por primera vez, confirmó que verdaderamente su futuro estaba en el rey de los deportes.
Fue muy emotivo observar que, a pesar de cierto nerviosismo, la mirada de Gallegos se dirigía constantemente a los asistentes de menos edad, a quienes aconsejó: “No permitan que su estatus social limite sus sueños. El dinero no es la diferencia para llegar adonde se lo propongan”. A continuación confesó que cuando le preguntan en Estados Unidos la razón por la que no hay más compatriotas de aquel lado, le gusta responder que es porque se están preparando muy fuerte para no fallar a la hora cero.
Miembro de una dinastía de gran prestigio en el beisbol nacional, Víctor Arano, de los Filis de Philadelphia, viajó por el tiempo para señalar las hazañas de sus tíos Ramón y Wilfredo, quienes a pesar de no alcanzar las grandes ligas, brillaron en los juegos amistosos que sostuvieron ante sus equipos, cuando fueron parte de los Diablos Rojos en la década de 1960.
“Teo”, como era conocido cuando ingresó a la Academia, aprovechó para agradecer a cada uno de sus coaches el tiempo que le dedicaron, lo mismo que a todo el personal que se preocupó para que nada le faltara mientras se encontraba lejos de su familia. De igual forma, aseguró que cuando llegó a la Unión Americana, le resultó más sencillo adaptarse al régimen de entrenamiento, que es muy parecido al que se emplea en San Bartolo Coyotepec.
Un precioso jaguar de barro negro fue el reconocimiento que se llevaron los campeones mundiales sub-23 que asistieron a la ceremonia, además de llevarse palabras de aliento y motivación de cada uno de los invitados especiales.
Cuando el evento estaba cerca de culminar, un peloterito de la Liga Monte Albán se armó de valor para lanzar una pregunta que seguramente era una inquietud de sus compañeros. “¿Qué tengo que hacer para ser como ustedes?”. Como si buscara hacer un doble play, Roberto Osuna tomó de inmediato el micrófono y le respondió: “Por ahora estás muy chiquito, pero puedes empezar disfrutando tu infancia, sin perder el objetivo. Estoy seguro de que lo vas a lograr”.
Así concluyó el primero de los festejos por el noveno aniversario de la Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú, una fiesta de diez, entre egresados brillantes, monarcas universales y futuros prospectos.
Cuando el MTO abrió sus puertas al público en 2008 y mostró los tejidos y bordados de Oaxaca como expresiones artísticas en salas bien iluminadas, con suficiente espacio para apreciar cada una de las obras, como dignas creaciones de la sensibilidad humana, sorprendió. No porque fuera la primera vez (el Centro de las Artes de San Agustín había presentado una exposición pocos meses antes), sino porque las salas de la Casa Antelo prometían un espacio permanente para la valoración, sensibilización y reconocimiento de las culturas vivas de Oaxaca, guardianas del legado que durante generaciones han preservado, portado y adaptado a su época. Los textiles no solo se mostrarían en las salas de exhibición, sino que el Museo se complementaría con una tienda que permitiera tocar el arte textil con el que se cohabita en Oaxaca. Así, la vinculación entre la tienda y el acervo del MTO ha sido fundamental para reconectar a personas de distintas comunidades con sus familiares del pasado y con su historia. Con los años, la variedad y novedad de las exposiciones del Museo, en combinación con un dinámico programa educativo, comenzaron a tener repercusiones en las escenas local y regional.
Un factor imprescindible en el desarrollo de este proceso ha sido el establecimiento de la “hiloteca”, término que acuñamos cuando, en conversaciones con Remigio Mestas, se planteó la propuesta de establecer un espacio donde los artistas del telar tuvieran acceso a materia prima de buena calidad. El hilado es una etapa crucial en la elaboración de un textil, pues aun la mejor de las técnicas en combinación con los diseños más hermosos pueden verse arruinados por un hilo de pobres cualidades. Así, en julio de 2015, comenzamos el proyecto de la hiloteca con una oferta inicial compuesta principalmente por hilos de algodón para tejer y bordar. Después incluimos algunas hilaturas más especiales con la intención de brindar un valor agregado al tejido/ bordado final, y, al mismo tiempo, ofrecer un apoyo directo a los hilanderos. Fue así como la seda criolla de la Sierra Norte de Oaxaca y el algodón hilado a mano con malacate se incorporaron a este programa. Más recientemente hemos traído seda, lino y bambú de Oriente (como en el pasado lo hubiera hecho la Nao), hilos de gran calidad que se han “oaxaqueñizado” al recibir, por ejemplo, un baño de grana cochinilla criada en los Valles, o uno de añil istmeño. Quizás el hilo más inusual deriva de un proyecto de investigación que inició el Museo hace más de diez años: el vaporoso hilo emplumado.
Con la red de contactos que el Museo ha ido tejiendo con los años, hemos ido conociendo las personalidades de las tejedoras y hemos establecido lazos de confianza. Por esta razón, las invitamos a emplear algunos de los materiales de la hiloteca para sus propios trabajos; con ello buscamos que se den el tiempo de experimentar, sabiendo desde el inicio que su tiempo será remunerado. De igual modo, deseamos ofrecerles una motivación más para aumentar las posibilidades de venta de sus trabajos.
La hiloteca del MTO va más allá de una compraventa de hilos. La concebimos como un espacio de descubrimiento, intercambio y experimentación; como un árbol cuyas raíces están fuertemente ancladas en la historia y la identidad de cada pueblo, y cuyo tronco se templa con los nuevos vientos que llegan con cada exposición, cada visita al acervo, cada conversación, cada entramado del telar. La hiloteca es un punto de encuentro entre distintas culturas y personalidades que, sin embargo, siempre hallan su quintaesencia en el diálogo y en la colectividad que implica el quehacer textil.
Las acciones en bien de la gente son “semillas” que germinan ahora, pero crecen para el bienestar de futuras generaciones. Alfredo Harp Helú
La Biblia cuenta que tres reyes magos caminaron siguiendo la estrella del oriente, llenos de fe y esperanza hasta encontrar al niño Jesús, para ofrecerle sus atenciones y obsequios.
En México esta tradición se ha adoptado y sigue vigente en diversos hogares, en los que la noche del 5 de enero los pequeños dejan su zapato en el nacimiento para recibir a la mañana siguiente los obsequios que les dejan Melchor, Gaspar y Baltazar, los tres Reyes Magos.
Son pocos los espacios donde niños y niñas en situaciones adversas pueden disfrutar de esta fecha, por lo que la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca organiza el Festival de Día de Reyes en el Centro Cultural San Pablo.
El 6 de enero, el Atrio del Centro Cultural San Pablo se llena de alegría y vida con la presencia de más de 300 niños de diversas casas hogar y albergues como CANICA de Oaxaca, la Ciudad de los Niños, el Hogar de la Niña y el DIF Oaxaca.
El festival incluye un concierto, algodones, dulces, esquites y diversos bocadillos, la entrega de libros para fomentar la lectura entre los pequeños, el obsequio de balones y, por supuesto, juguetes, que son conseguidos a través de la Coordinación de Arte Popular de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, buscando conservar en niños y niñas el gusto por los juguetes tradicionales hechos a mano.
La fiesta continúa con el carrusel de Atracciones Salazar al que chicos y grandes se pueden subir. Así, la FAHHO comparte con los pequeños esta tradición llena de magia y refrenda su compromiso por México, disfrutando y trabajando diariamente por servir a la sociedad.
Aunque me tiren el puente y también la pasarela me verás cruzar el Ebro en un barquito de vela. Canción popular española
Cuando Socorro Bennetts me dio la noticia, no lo podía creer; “¿Le entras?”, me preguntó, “¡Le entramos!”, respondí. No había mucho que pensar. Me emocionó participar en el XX Seminario de Fomento a la Lectura que se celebró en el marco de la 38 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, en el museo del Parque Bicentenario de la Ciudad de México.
Tomar la palabra en tan importante foro internacional de promoción a la lectura, y hablar sobre nuestra experiencia con la biblioteca móvil Ando Leyendo-Leyendo Ando de la FAHHO en la región del Istmo, tras los terremotos que la devastaron el año pasado, representaba una oportunidad única y un gran reto. Significaba hacer visible la tragedia que desde entonces han estado viviendo nuestros hermanos istmeños, mostrar al mundo la grandeza de espíritu que poseen, su riqueza cultural, la alegría que los caracteriza aún en situaciones adversas y su cálida hospitalidad, visibilizar las condiciones de miseria y marginación que enfrentan muchas de sus comunidades, pero sobre todo, mostrar que el poder de la palabra nos hermana, nos alienta, nos sana y es fuente de esperanza.
Nuestra participación se dio en la mesa de diálogo Leer en cualquier momento y en cualquier lugar. La compartimos con las chilenas Fernanda Arrau, de la Fundación CreaMundos, y Verónica Abud, de la Fundación La Fuente, también nos acompañó la argentina Larisa Chausovsky de la Fundación Filbita. Escuchamos sus experiencias y las estrategias que aplican en el fomento a la lectura; a nosotros nos tocó cerrar y lo hicimos con mucho entusiasmo y emoción.
“Nadie crece en la felicidad”, me dijo en una ocasión un gran amigo, y ahora felizmente me consta. Si el dolor no nos uniera, si en la adversidad no floreciera la amistad, la solidaridad y la hermandad, nuestra humanidad estaría muy cerca ya de su fin.
Nuestra participación en el XX Seminario de Fomento a la Lectura fue un mensaje de esperanza, así lo percibieron los cerca de 400 promotores de lectura reunidos en el Museo del Parque Bicentenario.
La situación que vivimos en nuestro país es crítica, los desastres naturales la agravan. Aun así, no todo está perdido, una minoría nos ha llevado a estos extremos, pero somos mayoría los que deseamos vivir en un mejor país, más justo, con oportunidades para todas y todos.
Vendrán más desastres, de todo tipo, ahora sabemos que de la unión nos viene la fuerza y saldremos adelante. Los libros son amigos, no nos dejan solos y nos arropan.
Desde hace 33 años, el Instituto Nacional de Antropología e Historia reconoce los proyectos más relevantes de restauración y conservación del patrimonio arquitectónico y urbanístico por medio del Premio Francisco de la Maza. El pasado mes de noviembre de 2018, el premio fue otorgado al Taller de Restauración de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca por su trabajo “Rescate y restauración del conjunto de la antigua estación del ferrocarril de Oaxaca” y entregado a su presidenta, la doctora María Isabel Grañén Porrúa, quien además de reconocer la importancia del inmueble, se comprometió con la recuperación y el uso del conjunto; al arquitecto Gerardo Virgilio López Nogales, que con dedicación dirige el Taller en su tarea de conservar el patrimonio del estado; al arquitecto Carlos Vichido Hernández, quien condujo esta intervención y cada uno de sus retos, y a todo el equipo que integra el Taller de Restauración. Se reconoce en este premio la loable participación de cada una de las personas e instituciones que iniciaron la gestión del proyecto, hasta llegar a quienes se sumaron a lo largo de la intervención para poder ver renovado el antiguo conjunto.
Ojalá que los antiguos cascos e inmuebles que han subrayado una época importante en la historia lucieran siempre renovados. De esta forma, la entrañable estación de los oaxaqueños se mostraría a nosotros ostentando la sutileza victoriana de su arquitectura, la maquinaria y los componentes que surcaron valles y montañas del estado trasladando a las multitudes. Sin embargo, este acertado sistema de comunicación duró apenas 122 años desde su inauguración, acentuada en la historia con la llegada del primer tren en el año de 1892. La estación del actual Barrio del Exmarquesado, aquella que había marcado el inicio de los nuevos tiempos y movimientos para Oaxaca, fue trasformada e invadida, perdiendo el tilde de su diseño y la composición arquitectónica.
El terremoto de 1931 abatió el torreón, y provocó con ello que la cubierta de tejas planas de barro y armaduras también fuera transformada en una cubierta de bóvedas catalanas con rieles que los muros no soportaban, lo cual causó daño en la estructura. En 1952 ocurrió el cambio de las vías angostas y en el 2012 un sismo más. En el transcurrir del tiempo, los vagones pasaron a ser propiedad de nadie y de todos, siendo despojados, rayados e incluso uno de ellos fue quemado. La bodega caía en partes debido al abandono y comenzaba la oxidación de sus armaduras de diseño del siglo XIX. Finalmente, en 2013, una parte de la barda se cayó hacia una de las avenidas principales que conducen al centro de la Verde Antequera. Se derrumbó como un ente que reclamaba atención.
En ese año de 2013, el Taller puso sobre la mesa la primera de las dos grandes etapas de rescate del conjunto, pronunciadas en favor del esfuerzo que realizaron una incontable cantidad de personas, tal vez desde antes de 1848 cuando Benito Juárez, gobernador del estado en aquellos años, expuso al Congreso la necesidad de comunicar a Oaxaca a través del ferrocarril. La realización del proyecto en sus dos etapas de restauración fue financiado por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, el municipio de Oaxaca de Juárez y el Gobierno federal, a través de los programas Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y el Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados, pertenecientes a la Secretaría de Cultura.
Fueron más de seis años los que trascurrieron entre la gestión y ejecución del proyecto. La notable recuperación se fincó en una minuciosa investigación fotográfica y de análisis de casos análogos, como el de las estaciones de Ciudad Ixtepec, Guanajuato y Aguascalientes, tan solo para poder reconstruir el torreón y la cubierta del edificio de la estación lo más semejante a como pudo ostentarse en la era del ferrocarril. Entre los trabajos más notables del edificio de la bodega se encuentran la recuperación de la composición y el ritmo de vanos y macizos, así como de la cubierta de armadura de acero, sin olvidarnos de los furgones, componentes del conjunto que también fueron restaurados. Cada detalle, vestigio, color o referencia fue cuidadosamente analizado para lograr una significativa recuperación de los elementos, incluso los antiguos letreros.
Al exterior, las áreas verdes fueron rehabilitadas para ser parte de un espacio en el que participaron directa e indirectamente artistas como el maestro Francisco Toledo a través de sus diseños, o la obra de Rodolfo Morales para recreación de sus nuevos ocupantes, que dan vida y dinamismo al espacio al abrir sus puertas como una extensión de la Biblioteca Infantil y Juvenil BS, o como el Museo Infantil de Oaxaca, que arropa a la niñez oaxaqueña y rememora su origen a través del Museo del Ferrocarril Mexicano del Sur.
Querido don Andrés: Sí, otra vez soy yo, María Isabel. Escribo esta carta porque hoy me hubiera gustado invitarte a comer y platicarte tantas cosas que han sucedido. Sí, por supuesto tendría listo un buen whisky, no lo olvido, aunque, claro, también podría ofrecerte un mezcal. Quisiera volver a escuchar esas aventuras fabulosas que solías contar con una gracia inigualable, eras un Sherezado que nos tenía maravillados cuando nos describías escenas deslumbrantes con imágenes elocuentes y cargadas de poesía. Boquiabiertos ante el mundo zapoteco y huave, nos transportabas después por las calles de la Ciudad de México, a tus encuentros con José Vasconcelos y Antonieta Rivas Mercado, saboreábamos también tus desayunos en el Sanborns de los Azulejos o la deliciosa comida del Istmo que nos describías. Nos hechizabas con tus palabras, eran un canto de humor e ingenio.
Pues bien, don Andrés, hoy celebramos los quince años de la apertura al público de tu biblioteca, el gran tesoro acumulado durante tu vida, ese que te inspiró y se hizo parte de ti. Gracias, Andrés, porque tu decisión fue acertada, tus libros han fortalecido a las nuevas generaciones de poetas, escritores, lingüistas, historiadores y bibliotecarios de Oaxaca. No son páginas cerradas, son veneros que nutren el alma.
Sí, en esta hermosa casa que recorriste con un beso pintado en la mejilla el día de la inauguración, han sucedido eventos increíbles. Todas las semanas tenemos cursos, conferencias, conciertos y exposiciones, nos reúne la palabra, el arte y la cultura, celebramos la poesía, la gráfica, la caricatura, la música, la historia, el pasado y el futuro.
Recuerdo muy bien cómo forjamos aquél sueño, fue un domingo que te pregunté: “¿Qué vas hacer con tu biblioteca?…”. Convencido me contestaste: “Quiero donarla al pueblo de México, pero no sé cómo”. Entonces respondí: “Confía en mí, don Andrés”. Como si en el libro del destino estuviera escrito, aceptaste. Cibeles y tus nietos estuvieron de acuerdo en que la familia Harp Grañén se encargara del asunto. Sin esperar las grandes ayudas que jamás llegaron, nos pusimos a trabajar. Y para lograr el anhelo, supe desde el primer momento quién era la persona indicada para echar a andar los motores. Hablé con Freddy Aguilar y jamás le pregunté, sólo le dije: “Te necesito, urge que hagamos el inventario de la biblioteca de don Andrés Henestrosa. Empecemos por la de su despacho en la calle de Motolinía en el Centro Histórico de la Ciudad de México. La parte más sustanciosa está en su casa, y también tendremos que ir a la de Tlacochahuaya”. Freddy se subió en el tren sin pensarlo dos veces y, cada vez que nos veíamos, me contaba de los avances y de una cantidad de anécdotas dignas de la biblioteca de don Andrés. Freddy logró meter más de cuarenta mil ejemplares en cajas y guardó cientos de historias en su corazón.
Mientras tanto, el ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca puso a disposición una bellísima casa ubicada en la esquina de la calles Porfirio Díaz y Morelos, que requería ser restaurada. La Fundación Alfredo Harp Helú asumió el 50% de la inversión y la operación completa del proyecto. En siete meses logramos dejar lista la planta baja, con todo y libreros.
El Servicio Panamericano de Protección se encargó de trasladar gratuitamente las cajas del Distrito Federal a la ciudad de Oaxaca. Un tráiler blindado de treinta toneladas se estacionó frente a la Casa de la Ciudad, la calle de Porfirio Díaz estaba bloqueada al paso por otros dos camiones de seguridad bancaria. Los policías armados bajaron de sus vehículos, la gente pasaba asombrada, preguntaban: “¿Qué pasa?…, ¿qué traen?…”, pues algo increíble: libros. Se abrieron las puertas del camión, vimos las 630 cajas flejadas que llenaban el tráiler hasta el tope. El personal del Servicio Panamericano me comentó: “Nosotros acostumbramos transportar valores, billetes y monedas, pero estos libros representan un valor mayor”. Así fue, el entusiasmo se contagiaba, era cierto, entendimos tu mensaje, Andrés: “Yo he querido que esta riqueza quede en la ciudad de Oaxaca, a la que pertenece por ser yo nativo de este ilustre estado, que tantos hombres distinguidos ha dado a México, y entre los que se encuentran modelos que quise emular, a sabiendas de que me enfrentaba con enormes dificultades para alcanzarlo. Un sueño, el penúltimo que tengo, que deseo ver realizado”.
El anhelo se cumplió justamente el día de tu cumpleaños 97. Organizamos una gran fiesta llena de color y alegría. No sé de dónde salieron tantas paisanas tuyas del Istmo. Como siempre, llegaron bellísimas con sus trajes despampanantes de flores, sus joyas y su boca pintada de grana. Te abrazaban, te besaban y una de ellas dejó la huella de sus labios en tu mejilla, era como un trofeo, caminabas erguido, pleno en medio de un jardín de mujeres hermosas. Recorriste los pasillos satisfecho. Así lo hiciste notar en las palabras inaugurales.
Pues bien, don Andrés, han pasado quince años y tu biblioteca ha sido un lugar de encuentros para la reflexión y el arte en Oaxaca. Seguiremos cuidando de ella en manos de Freddy Aguilar, que ha sabido reproducir muy bien las semillas aquí depositadas y que ahora florecen también en las bibliotecas infantiles de la Fundación Harp. Por ello, este día de celebración, en el que han venido tantas quinceañeras y amigos, es merecedor hacer un reconocimiento a un hombre que ha entregado su vida a los libros, siempre dispuesto a ayudar de la manera más respetuosa a las bibliotecas y a los lectores de los lugares más apartados. Ese ángel guardián y discreto se llama Freddy Aguilar, para quien pido un fuerte aplauso.
Este año, 2019, se cumplen 150 años del fallecimiento de uno de los músicos más trascendentes de Oaxaca, Macedonio Alcalá Prieto.
El autor de Dios nunca muere nació en la ciudad de Oaxaca en el seno de una familia musical; su padre, Gabriel, era el cantante de la Catedral de Oaxaca y fue él quien dio las primeras clases de música a sus hijos, tanto a Macedonio como a sus hermanos: Nabor, Bernardino y Bernabé. Macedonio continuó su preparación musical en la escuela de José Domingo Martínez, el organista y compositor oaxaqueño, y posteriormente fue becado y enviado a la Ciudad de México para estudiar en la Academia de Joaquín Beristáin y Agustín Caballero, la que hoy conocemos como el Conservatorio Nacional de Música. Después de su regreso a Oaxaca como un hábil violinista, desarrolló una intensa actividad artística relacionada con el estilo de vida bohemio, lo que lo llevó a la pobreza, enfermedad y finalmente la muerte, la que ocurrió el 24 de agosto de 1869. En su legado nos dejó una composición inmortal, el vals Dios nunca muere, sin embargo, no es la única de este autor, y valdría la pena sacar a la luz del día las demás obras injustamente olvidadas.
Por esta razón, y en relación con el 150 aniversario luctuoso de Macedonio Alcalá, la Fonoteca Juan León Mariscal dedica el año 2019 a este compositor y planea una serie de eventos que darán al público oaxaqueño la oportunidad de acercarse a la vida y obra de su eminente paisano. También propone emprender una compleja investigación sobre este músico, para poder publicar su biografía actualizada y libre de errores y mitos. Asimismo, la fonoteca convoca a las instituciones y personas interesadas, para establecer el comité ciudadano “Pro 150 aniversario luctuoso de Macedonio Alcalá”, el cual coordinará los mencionados eventos para brindarle un homenaje más que merecido.
Entre los días 1 y 3 de octubre de 2018 se realizó en la ciudad de Cheong Ju, Corea del Sur, el encuentro que reúne a las instituciones que han sido galardonadas con el Premio UNESCO/ Jikji Memoria del Mundo.
Desde hace catorce años que se instituyó el Premio UNESCO / Jikji Memoria del Mundo, su propósito ha sido tanto conmemorar la inscripción del Buljo jikji simche yojeol, el libro impreso con tipos móviles de metal más antiguo existente en el Registro de la Memoria del Mundo, así como recompensar los esfuerzos que contribuyan a la preservación y accesibilidad del patrimonio documental como legado común de la humanidad.
El objetivo del Premio, que se otorga cada dos años desde el año 2001, está planteado de conformidad con las políticas de la UNESCO, y relacionado con el programa de la Organización para fomentar el acceso universal a la información y los conocimientos de la humanidad.
En el año 2013, ADABI de México recibió esta distinción “por su iniciativa innovadora para preservar, digitalizar y promover la accesibilidad de los archivos, así como sus programas de capacitación educativa y profesional”. A partir de entonces, ADABI ha sido invitado en dos ocasiones a participar en la mesa redonda que reúne a los representantes de las instituciones que han sido reconocidas con este premio, a fin de aportar sus experiencias en el tema de la preservación del patrimonio documental universal.
Este año, como subdirectora de ADABI, fui en representación de nuestra institución y participé junto con los otros seis delegados de las instituciones premiadas, más el representante de la organización galardonada en este año, que fue la organización no gubernamental Sauvegarde et Valorisation des Manuscrits pour la Defense de la Culture Islamique (SAVAMA DCI). En la mesa redonda correspondiente al día 2 de octubre, que tuvo como tema “En busca de la corporación global y agenda del patrimonio documental para el Premio Jikji de la UNESCO 2.0”, participaron representantes de la Biblioteca Nacional de la República Checa, el Archivo de la Fonoteca de la Academia Austriaca de Ciencias, Archivos Nacionales de Malasia, Archivos Nacionales de Australia y la Unidad Técnica de Iberarchivos (antes ADAI).
Con la ponencia titulada “En busca de la cooperación global y agenda para la preservación documental de la UNESCO”, destaqué los méritos por los cuales la asociación se hizo acreedora al Premio Jikji en el año 2013.
La calle, el espacio público por excelencia, elegido por el ciudadano para manifestar cualquier actividad, ya sea cultural o social, forma parte también de la identidad de una comunidad. Entender que juega el papel de escaparate de la manifestaciones creativas o estéticas de una cultura es de gran importancia para la Casa de la Ciudad. Hoy en día los contextos patrimoniales tienen un valor intangible que conlleva la idea de mantenerlos intactos, por lo tanto, ¿cualquier expresión cultural contemporánea dentro de estos contextos debe ser regulada? ¿Hasta qué grado es válida la conservación intacta de nuestros centros históricos patrimonio de la humanidad? ¿El grafiti es una expresión contemporánea de nuestra cultura?
Con el objetivo de generar en Oaxaca un espacio de diálogo sobre las manifestaciones creativas o estéticas callejeras en espacios públicos con declaratoria patrimonial a través de la reflexión y el análisis, se llevó a cabo en la Casa de la Ciudad el foro “Grafiti en Contexto Patrimonial”, el cual reunió a sociedad en general, actores sociales, artistas y académicos en un formato de diálogo incluyente donde se tocaron temas sobre las condiciones actuales de viabilidad, acción y apariencia en el espacio público de la ciudad de Oaxaca.
Distintas personalidades y sociedad civil en general estuvieron presentes en el foro dentro de las cuales se pueden mencionar a: Ana Lizeth Mata Delgado de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía Manuel del Castillo Negrete (INAH), con la ponencia “Definiciones y alcances”; el colectivo Lapiztola con la ponencia “La gráfica urbana como parte de la identidad de una ciudad”; Arturo Alvarado Mendoza del Colegio de México, con la ponencia “Centro Histórico de la Ciudad de México y la política respecto al grafiti’; y Olivier Dabène del Science Po de Francia, con la ponencia “Arte urbano y espacio público”.
El objetivo fue hablar de la importancia de la reflexión entre las diferentes instancias de gobierno, actores sociales y habitantes de la ciudad sobre la complejidad de las manifestaciones creativas o estéticas callejeras en el contexto oaxaqueño, para generar propuestas viables en el uso plural de los espacios con conciencia social y participativa.
Jugar le da la oportunidad al niño de practicar lo que está aprendiendo. Fred Rogers
Actualmente el espacio público se considera una zona de riesgo para los niños, en consecuencia, cuando se piensa en espacios de juego y recreación para los niños, se consideran lugares cerrados y privados. En este contexto, los espacios de juego resultan un salvavidas para los niños y niñas que se reúnen y apropian de esos lugares con una intensidad placentera y gozosa. De ahí que se desprendan las experiencias de juego que influyen de manera positiva en la socialización, fortalecimiento de los vínculos de amistad, emociones y autoestima, por lo tanto, los niños se observan y reconocen desde una mirada libre, consciente y feliz.
Desde 2017, fecha en la que inició el programa permanente MIO Sobre Ruedas en colaboración con la Casa de la Ciudad, niños, niñas y familias se han dado cita mes con mes para desarrollar sus habilidades ciclistas. Desde los más pequeños hasta los más experimentados se reúnen para compartir sus experiencias con el uso de la bicicleta como medio de transporte. Y es que el ciclismo comienza con las primeras pedaleadas de triciclos y bicicletas, pero puede también convertirse en un forma de vida. Es por ello que uno de los objetivos del programa es fomentar el uso de la bicicleta desde la infancia y con ello recuperar los espacios públicos para todos.
La respuesta de las familias ante este programa ha permitido llevarlo a nuevos escenarios como el atrio del templo de Santa María del Marquesado, un lugar generoso en su arquitectura y naturaleza, construido por los franciscanos en 1550. Ahí niños y niñas se sienten identificados con su espacio de juego, en consecuencia, se promueve la adquisición de valores culturales, la participación y apropiación de entornos seguros de juego y recreación.
La necesidad de generar este tipo de espacios se hace visible cuando los niños y niñas participantes portan su chaleco, casco y rodilleras y comienzan sus primeros pedaleos. El asombro de las personas que pasan por la avenida no se hace esperar, y la alegría de los papás al ver a sus hijos aprender a andar en bicicleta es sumamente emotiva. Las experiencias y testimonios durante estos meses nos permiten enriquecer nuestra labor y la complicidad de generar, con ayuda de otras instituciones y colectivos, nuevas actividades que permitan una gran diversidad de intercambios sociales, áreas de juego y consciencia de espacios seguros para la infancia.
Los libros de historia de educación básica que distribuye la Secretaría de Educación Pública en México hacen una clara invitación al lector, a estudiar “la historia de nuestro país” para conocer la sociedad en la que vive y así conformar su “identidad como mexicano”. Y es verdad que hay una historia de México, la que cuenta la construcción de la nación actual y la que la nación promueve para explicarse, justificarse y para inspirar sentimientos nacionalistas. Pero no es la única historia: también los pueblos indígenas tienen sus historias y maneras de contarlas, y a menudo se trata de historias antihegemónicas, cuyos eventos cruciales, héroes, valorizaciones y esquemas causales no son los mismos que marca la historia patria. Y es justamente este tema el de interés para la etnohistoria, disciplina que convoca a especialistas en antropología, historia, estudios patrimoniales, arqueología, ecología, lingüística, entre otras disciplinas relacionadas con la historia de estos pueblos. Durante el siglo XX, tanto en Estados Unidos como en México y otros países del continente americano, se ha ido construyendo un campo de estudio que cubre a los pueblos indígenas desde el Ártico hasta la Patagonia. Sus trabajos no solo se quedan en los libros. En muchos casos tienen repercusiones en el ámbito social, como la defensa de territorios o el reconocimiento y resguardo de acervos locales.
Desde 1954, la Sociedad Americana para la Etnohistoria (ASE por sus siglas en inglés) convoca anualmente a sus miembros afiliados y a todos aquellos interesados en presentar trabajos que abonen al objetivo principal: crear una imagen más incluyente de las historias de los pueblos indígenas de América. Se ha convertido en la reunión más importante a nivel internacional para especialistas en este tema. Durante la segunda semana de octubre de este año, se llevó a cabo en la ciudad de Oaxaca su segunda vez en México. En esta ocasión los organizadores-anfitriones fueron la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y la Universidad de California en Los Ángeles.
En esta reunión se presentaron más de 300 investigadores de más de 170 instituciones (nacionales y de otros países, sobre todo de Estados Unidos), quienes expusieron y discutieron 264 estudios en seis sesiones simultáneas durante tres días. De estos trabajos, 147 estudios trataron sobre los pueblos indígenas que se encuentran en el territorio de México, y 35 versaron sobre los pueblos de Oaxaca. ¿Pero qué significan estos números? Es bien sabido que el trabajo de los historiadores consiste sobre todo, en elaborar un camino de interpretación entre los acervos documentales (los archivos) –muchas veces no accesibles sin estudios previos– y la sociedad en general. Es así que los números citados dan cuenta de la cantidad de estudiosos trabajando sobre uno de los temas centrales para la etnohistoria de las Américas: interpretar las consecuencias tan variadas de la conquista europea sobre los pueblos indígenas a lo largo del continente.
Además de las sesiones académicas, la noche del 12 de octubre, la ASE, junto con los anfitriones y asistentes, se dieron cita en el Teatro Macedonio Alcalá para reconocer y premiar, como cada año, la extraordinaria contribución que algunos investigadores han hecho a las historias de los pueblos de América. Esta vez fueron Rayna Green, Fred Hoxie, Susan Deeds y Frank Salomon quienes recibieron el reconocimiento y aplausos de sus colegas y público presente. Asimismo se otorgó una mención especial al reciente libro de Lisa Sousa. Estos nombres nos llevan a historias concretas; por ejemplo, el libro de Lisa Sousa, La mujer que se convirtió en un jaguar y otras narrativas de mujeres nativas en Archivos del México Colonial (The Woman Who Turned into a Jaguar, and Other Narratives of Native Women in Archives of Colonial Mexico) revela historias sobre las relaciones de género en los pueblos indígenas de la Nueva España (siglos XVI, XVII y XVIII). Sobre todo, muestra que las mujeres nativas eran actores dinámicos en la vida cotidiana de sus comunidades y en sus hogares. Para este estudio utilizó desde manuscritos pictográficos hasta fuentes alfabéticas en náhuatl, mixteco, zapoteco y mixe, así como en español.
Otra característica de esta reunión es que al paso de los años se han sumado al estudio etnohistórico miembros de los pueblos indígenas. Cabe destacar en esta reunión la participación de investigadores de pueblos zapotecos, mixes, mixtecos, cree y mashpee wampanoag, representando, sin duda, una perspectiva etnohistórica que se nutre en muchos casos con el activismo por los derechos de sus pueblos. Por mencionar un caso, la presentación en mixe del ponente Juan Carlos Reyes fue un buen ejercicio de derechos lingüísticos en el contexto de esta reunión. Sin embargo, hay que ser sinceros y reconocer que la etnohistoria misma sigue siendo un campo de estudio dominado por historiadores no-indígenas.
Oaxaca se ha convertido en una ciudad ideal para acoger reuniones académicas. Esto se debe en gran medida a la vitalidad de la diversidad cultural que caracteriza a los pueblos de Oaxaca. Pero para los estudios etnohistóricos es, además, un lugar clave por la riqueza y diversidad de las fuentes documentales: tradiciones escriturales que datan de hace más de 2000 años y que trascendieron al período virreinal, cuando se desarrollaron tradiciones alfabéticas en zapoteco, mixteco, náhuatl y chocholteco. Es por eso que esta reunión enfatizó el trabajo clave de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, al articular actividades de investigación con el propósito de promover las herencias culturales de Oaxaca y México, al hacer accesible recursos especializados principalmente sobre y en lenguas de los pueblos indígenas de Mesoamérica. Así que seguiremos insistiendo en que se acerquen a los distintos proyectos que tiene la Biblioteca para hablarles de las historias de los pueblos de Oaxaca.
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