Libros raros

Libros raros en la Burgoa. Fotografía: Acervo de la Biblioteca Francisco de Burgoa

La Escuela de Libros Raros de California (CalRBS), fundada en Los Ángeles en el año 2005, es un programa educativo enfocado en facilitar los conocimientos y las habilidades que necesitan los profesionales que trabajan con libros raros en bibliotecas, colecciones especiales, archivos y museos, así como a coleccionistas y estudiantes interesados en este ámbito y que desean adentrarse en estudios de justicia, ética bibliotecaria, bibliotecología crítica y en la conservación y preservación de libros raros. La CalRBS es un proyecto del Departamento de Estudios de la Información perteniciente a la Escuela de Educación y Estudios de la Información de la UCLA. Durante este verano, la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa fue sede del curso Libros Antiguos y Bibliotecas Mexicanas impartido por el Dr. Guillermo Morales (UNAM); a lo largo de una semana se profundizó en temas relacionados con la producción del libro impreso, sus características y su circulación, e incluso en los proyectos de bibliotecas digitales. Prácticas con obras originales, visitas a otras bibliotecas y talleres de artistas gráficos, como “La buena impresión”, fueron algunas de las actividades que permitieron que los asistentes experimentaran un acercamiento al libro como objeto, no solo a su contenido textual o al contexto en el que fue creado. Después de la Ciudad de México y Puebla, Oaxaca fue la tercera ciudad de nuestro país en tener una imprenta; en honor a esta tradición, deseamos que las colaboraciones permanezcan para continuar generando interés en la investigación de temas relacionados con la presencia de este artefacto en Oaxaca, así como en los libros antiguos o raros que aún conservamos en las bibliotecas del país.


Colecciones de música de la Biblioteca Francisco Toledo de la Facultad de Bellas Artes – UABJO

En el estado de Oaxaca existe una larga e importante tradición musical que forma parte del patrimonio e identidad cultural del estado como testimonio de evolución y resistencia. Sin embargo, son muy pocos los archivos musicales que están organizados y cuentan con las condiciones de resguardo y consulta adecuados.

La Facultad de Bellas Artes de Oaxaca se encuentra dentro del Exconvento de San José, en la esquina de la calle Morelos. Tras ser abandonado después de fungir como hospicio, en 1950 fue reconstruido y adaptado por orden del gobernador Eduardo Vasconcelos para convertirse en sede de la Escuela de Bellas Artes. Su acervo bibliográfico ha existido desde entonces, sin embargo, fue hasta hace unos años que se emprendió la construcción de un espacio moderno para su resguardo. Esta nueva edificación lleva el nombre del maestro Francisco Toledo, en homenaje a la estrecha relación que mantuvo con la institución mediante las donaciones de materiales destinados al estudio de las artes gráficas, cuando la instructoría en artes plásticas aún residía en esta Facultad.

La intervención de Adabi Oaxaca en la limpieza y ordenación del archivo comenzó como parte de los objetivos de consolidación académica de la Facultad, los cuales fueron asumidos por el Dr. Mario Vázquez Morillas en su cargo como director. La importancia de la organización del acervo para los alumnos los llevó a involucrarse en la clasificación de las partituras.

Conforme se revisaba el archivo musical se iba organizando de tal manera que obedeciera a funciones prácticas, como separar obras por instrumento, tipo de agrupación y función, es decir, para solistas o ensambles, o por métodos de estudio. Esto permitió dar forma al cuadro de clasificación orientado a cubrir las necesidades tanto del archivo como de los estudiantes.

Este archivo musical está conformado por carpetas, encuadernados y libros. En su mayoría son partituras pertenecientes a música sinfónica y de cámara; las óperas y zarzuelas se agruparon en una sección titulada Géneros Líricos. Dentro de la colección también se conservan revisteros con documentos que contienen obras de teatro. Si bien hay documentación que fue adquirida por la escuela, gracias a los sellos expuestos en varios de los documentos es posible reconocer algunas donaciones de bibliotecas personales como la del Dr. Karl Hinterbichler, profesor de la Universidad de Nuevo México, o la colección de obras de José Alcalá. Como dato importante: la Dirección de la facultad tiene a resguardo dos obras en original del recordado Macedonio Alcalá, así como dos violines de la familia.

Durante el tiempo que el equipo de Adabi ha trabajado en la biblioteca, algunos estudiantes curiosos se han acercado a conversar: todos coinciden en el desconocimiento del acervo bibliográfico de la Facultad, ademas de mencionar las dificultades para consultar el material. No obstante el reciente cambio de dirección, anhelamos seguir manteniendo una comunicación cordial con el nuevo personal administrativo para culminar el trabajo satisfactoriamente, y que los estudiantes y el público interesado muy pronto puedan comenzar a hacer consulta de las grandes obras musicales que resguarda la Biblioteca Francisco Toledo.


El uso de cintas adhesivas en los libros y su impacto en la conservación

Durante años, en muchas bibliotecas y colecciones particulares, las cintas adhesivas han sido una herramienta común para resolver los problemas cotidianos: desde reparar una página rota hasta colocar una etiqueta de identificación. Lo que pocas veces se considera es el daño que este tipo de materiales puede causar a largo plazo.

Entre los materiales más utilizados se encuentran la cinta transparente de celofán, la cinta de embalar, la cinta masking, las etiquetas adhesivas comerciales e, incluso, el esparadrapo (cinta médica adhesiva). Aunque se aplican como una solución práctica, estos materiales suelen usarse de forma improvisada para resolver daños físicos o escribir números de inventario, especialmente en el lomo o la portada de los libros.

El problema es que, con el tiempo, estos adhesivos envejecen, se degradan y se oxidan. En este proceso, sus componentes químicos —particularmente los plastificantes y las resinas sintéticas— se vuelven inestables. La capa plástica de la cinta suele despegarse, pero el pegamento se queda adherido firmemente al papel o a la encuadernación. Esta oxidación provoca que el adhesivo cambie de color, se vuelva ácido y se impregne casi de forma irreversible en las fibras del soporte. El resultado son manchas profundas, zonas rígidas o quebradizas, y residuos que, además de difíciles de eliminar, atraen polvo, humedad e incluso insectos. En algunos casos, estos residuos quedan tan integrados al material que ni siquiera pueden eliminarse por completo con tratamientos especializados, lo que dificulta la lectura o manipulación del contenido.

En el Taller de Conservación y Restauración Documental de la FAHHO hemos trabajado con diversos ejemplares que presentaban cintas adhesivas, siendo las cintas de celofán y las etiquetas comerciales las más comunes, generalmente para escribir títulos y números de inventario. Aunque entendemos que esta práctica fue llevada a cabo con buena intención por parte de sus antiguos propietarios y guardianes —quienes buscaban ordenar o identificar los libros—, hoy sabemos que este tipo de acciones resultan muy perjudiciales para su conservación.

En estos casos, la labor del restaurador implica mucho más que quitar una cinta: requiere observar cuidadosamente el estado físico del libro, determinar el tipo de adhesivo, aplicar métodos seguros para su retiro y, en muchos casos, estabilizar las zonas debilitadas antes y después de la intervención. Es un trabajo delicado que exige conocimiento técnico, precisión manual y, sobre todo, respeto por la historia material del objeto.

Por eso, si alguna vez tienes un libro que necesita atención, lo mejor que puedes hacer es evitar cualquier tipo de cinta adhesiva. En su lugar, protégelo del polvo, guárdalo en un lugar seco y pide apoyo a un especialista si es necesario repararlo. A veces, lo más importante no es arreglar de inmediato, sino conservar adecuadamente. Cada intervención debe hacerse pensando en el futuro, porque cada libro o documento que conservamos es también una parte viva de nuestra memoria colectiva.


Preservación de la música: hacia nuevos escuchas

Concierto en el claustro del Centro Cultural San Pablo. Fotografía: Acervo de Comunicación FAHHO

En la labor de preservar la música como agente cultural del sonido, durante el primer semestre del año la Fonoteca Juan León Mariscal ha presentado la Temporada de conciertos 2025, un espacio donde han participado talentosos y virtuosos músicos locales, nacionales e internacionales quienes han traído de vuelta obras de grandes compositores creadores de piezas que van desde las más populares hasta aquellas que guardan un importante valor histórico en la cultura del sonido. Los conciertos —con interpretaciones de ópera, cuartetos de cuerdas, guitarras, camerata, piano solo o hasta a cuatro manos— han deleitado al público asistente que se da cita todos los jueves a las 19 horas en el claustro del Centro Cultural San Pablo.

Este espacio ha sido musicalizado por jóvenes talentos, entre los que sobresalen, por mencionar algunos, los pianistas Victoria Daninisa y Santiago Omar Díaz Carrasco con su interpretación de grandes compositores como Villalobos, Chopin y Mozart. También ha destacado Nandxo´bi López, dando muestra de su destreza en el corno francés y con un repertorio que incluye a Saint-Saëns, Strauss o Bach/Gonoud. La participación de Camerata Oaxaca y los alumnos del Festival Internacional de Cuerdas SA´Oaxaca ha demostrado que el talento joven oaxaqueño sigue formándose y es capaz de florecer en más proyectos musicales hacia el rescate de la música de cuerda en Oaxaca.

Aunque el claustro ha funcionado como la sede permanente de los conciertos de la Fonoteca por más de 12 años, el atrio y la Capilla del Rosario —del mismo Centro Cultural— han sido otros espacios alternos para dar a conocer a jóvenes músicos. De igual forma, las bandas sinfónicas infantiles como Vientos floridos, de San Agustín Etla, o la Banda Filarmónica Infantil y Juvenil Apaztli, de Magdalena Apasco, impresionaron al público asistente por el profesionalismo con el que sus pequeños integrantes se desempeñaron al interpretar la música regional oaxaqueña. Asimismo, la participación que ha tenido la Facultad de Bellas Artes de la UABJO es una muestra clara de sus avances académicos en orquesta sinfónica y orquesta de guitarras.

Con el compromiso de reforzar la cultura del sonido entre el público local y visitante, la Fonoteca ha unido esfuerzos con el programa Seguimos Leyendo a partir de una oferta de talleres dirigida a las infancias y las adolescencias, con el fin de acercarlos a la apreciación y al estudio musical con actividades de aprendizaje centradas en sensibilizar, analizar y disfrutar de la música. Además, se han ofrecido conferencias con el objetivo de visibilizar temas de interés en torno a la música local y nacional, como “El Stabat Mater en la tradición del Viernes de Dolores” presentada por la maestra soprano Maribel Sánchez y el historiador Ernesto Alcántara, y “Música de compositoras mexicanas del periodo romántico” con la participación de la musicóloga Monserrat Pérez Lima.

La labor de dar a conocer la cultura del sonido incluye acercar la música a nuevos espacios. Es por eso que el trabajo conjunto entre la Fonoteca y la FAHHO Itinerante se ha enfocado en llevar interesantes propuestas a las nuevas generaciones, destacando la participación de la agrupación musical Biin ni Cayun Guiaá —como ensamble de cuerdas y cuarteto— que, mediante recitales que invitan a imaginar, ha logrado una buena respuesta por parte del público infantil que habita las comunidades conurbadas a la ciudad, gracias a los conciertos itinerantes.

Narrar aquí cada una de las experiencias sonoras que se han suscitado durante este tiempo nos tomaría mucho, no obstante, la labor por preservar la música seguirá vigente y la Fonoteca espera ser el enlace que difunda y mantenga viva esta importante misión.


Un cuento pirata en la explanada municipal de San Pablo Huixtepec

Función de titireteatro en San Pablo Huixtepec. Fotografías: Daniel Barragán

Julia es una niña a la que solo le interesan la televisión y los videojuegos. Un día, su papá le regala un libro. Julia, a regañadientes, decide abrirlo por la mitad para darle una oportunidad, porque —como explicará después— los comienzos son aburridos y prefiere entrar directamente en la acción. La historia trata sobre un pirata que la invita a una aventura, en la que conocen a una bruja malvada que la convierte en burro. Julia deberá aprender a leer los libros completitos para descubrir que, por medio de la lectura, podrá librarse por fin de esas horribles orejas alargadas.

La función “Cuento pirata” fue presentada por la compañía de titiriteatro Pipuppets en la explanada municipal de San Pablo Huixtepec. Las infancias llegaron acompañadas de sus mamás y papás, cargando a cuestas un tapetito que extendieron sobre el piso, el mismo por donde todos los días atraviesan cientos de personas apuradas por llegar al trabajo o hacer algún trámite en el ayuntamiento. Acto seguido, niñas y niños se acomodaron a pierna suelta para disponerse a disfrutar la función.

De un momento a otro, el centro de San Pablo Huixtepec se convirtió en una sala gigante donde niñas y niños de todas las edades —incluso quienes rebasan la treintena— se agruparon para reír y bailar con la chistosísima función. Lila, acostada en primera fila, se quitó los zapatos y usó a su perrito como almohada. Esteban, su hermano, quien ronda los 13 años, prefirió sentarse con desgana en las sillas dispuestas para los adultos. Da la impresión de que ya está demasiado grande para ese tipo de actividades.

La función comenzó con una dinámica en la que las infancias debían memorizar una serie de gestos corporales y repetirlos cada vez más rápido al ritmo de una canción. Esteban, enfadado y sin levantarse de su asiento, apenas movía los hombros. Poco a poco comenzó a mover también los pies, el torso. Cuando la canción terminó, Esteban ya parecía un muñeco de calenda girando sin control.

Karen, de ocho años, miraba la función y, de tanto en tanto, observaba a su alrededor, incrédula. Cada vez que soltaba una carcajada, volteaba hacia el corredor municipal, donde un grupo de policías descansaban su armamento para observar la obra; el mismo lugar donde pasa todos los días tirada de la mano por su mamá para ir a la escuela.

Cuando terminó la obra, las niñas y los niños hicieron fila para tomarse una foto con los actores. La fila se extendía larga sobre la explanada. Karen fue de las primeras en pasar; ni bien se tomó la fotografía, salió corriendo hacia la biblioteca para poner en práctica lo aprendido. Pidió un libro y volvió a acostarse en su tapete, justo en medio de la explanada: una islita rosa en medio de la amplia superficie gris de cemento, donde no había más niños que ella. Su papá le dijo que pidiera el libro prestado para leerlo en casa, que se levantara porque la actividad ya había terminado. Pero Karen se rehusó, ahí estaba muy cómoda, argumentó sin soltar el libro que le tapaba la cara.


Un cosmos de estrellas luminosas

Acto inaugural del nuevo Telón del Teatro Macedonio Alcalá

El Teatro Macedonio Alcalá tiene siempre una historia que contar, cada uno de sus rincones guarda un secreto: el plafón del techo nos recuerda a los grandes músicos del mundo, los balcones y la lámpara central nos remiten a una época gloriosa, las butacas nos abrazan para poder volar a través de la contemplación, y los telones esconden un mundo por descubrir. Este lugar es también un crisol de emociones donde las historias cobran vida: los acordes de la orquesta tocan fibras íntimas, las danzas se transforman en poesía conmovedora, las risas y las lágrimas se entrelazan y las palabras nos emocionan. Aquí siempre habrá una historia por contar, una historia por vivir; aquí es donde la imaginación vuela libre y los corazones laten al compás de las luces y las sombras.

En esta atmósfera el telón principal del Teatro Alcalá conecta la imaginación, las pasiones y las emociones; es, a su vez, expectativa, inicio, intermedio y fin de una experiencia profunda, porque, abierto o cerrado, el telón transforma el espacio, transfigura la personalidad de actores y espectadores en algo que no podemos entrever, sino hasta que el telón ha bajado.

Es por eso que este maravilloso lugar siempre ha necesitado del cobijo de un telón principal, sin embargo, el original antiguo, que es precioso, ha padecido los embates del tiempo: su semblante desgastado no es sino el susurro de cada obra que ha arropado. Y para que el Teatro Alcalá siga contando historias, hoy celebramos que, desde la contemporaneidad, nuestra generación contribuye al embellecimiento del teatro que tanto amamos, porque nos convoca y conecta con el arte, nos conmueve y transforma.

Hoy en el telón de nuestro teatro cobra vida la memoria de algunos objetos y personajes que han impulsado la vida cultural de nuestra región: artistas, escritores, músicos, historiadores, poetas, bailarines, compositores y todos aquellos que han contribuido a hacer de nuestra tierra un lugar vibrante. Es como si todos ellos hubieran estado siempre ahí, cuales fantasmas de la ópera, solo que ahora el artista José Luis García les ha dado materialidad dentro de un inmenso lienzo: Un cosmos espectacular colmado de estrellas que inspiran y brillan en la narrativa de nuestra cultura. Y así, la luz y el color que brotan del nuevo telón nos recuerdan la alegría y la pasión que caracterizan a Oaxaca.

Proceso de creación del nuevo telón para el Teatro Macedonio Alcalá. Fotografías: Eduardo González

La nueva cortina de este teatro presagia los movimientos que hay detrás de él: los personajes cobrarán vida y nos harán sentir emociones inexploradas. Así que el nuevo telón no solo es una cortina que se abre y se cierra para iniciar o finalizar la función, sino que es el eco de un espacio sagrado donde se celebran la vida y el arte.

Para la Fundación Alfredo Harp Helú es un honor contribuir a la creación de este nuevo telón. Nos motiva saber que tantas personas de Oaxaca se hayan unido a favor de una obra necesaria para esta ciudad. Felicitamos especialmente al maestro José Luis García y a sus colaboradores por su notable trabajo para darle vida a este telón. Asimismo, manifestamos nuestro reconocimiento a las instituciones y personas que han hecho posible este proyecto, especialmente al arquitecto Esteban San Juan Maldonado y a su equipo, guardianes de este teatro.

Este telón, al igual que el himno Dios nunca muere, nos recuerda que la cultura es eterna y que trasciende en el tiempo latiendo dentro de cada uno de nosotros, aun cuando la función parece haber terminado.


¿Más ejercicios de escritura?¡Así es!

Asistentes al taller de “El gato en la literatura”

Entonces, al dar la hora, las personas llegan, acomodan sus cuadernos y plumas a un costado, guardan sus celulares, toman un trago de agua, piden un café, se ponen cómodas. Para cada actividad es el mismo ritual de llegada y de reconocimiento; no obstante, lo que sucede en los talleres o sesiones de lectura y presentaciones siempre maravilla, nunca es igual. Un ejemplo claro es el último taller que se llevó a cabo por parte de la Librería Grañén Porrúa, en alegre sinergia con Andares del Arte Popular y el Centro Cultural San Pablo, titulado “El gato en la Literatura”, el 4 y 5 de agosto. Las asistentes, entusiastas, ¡hasta llevaron sus peluches de gatitos! Y Ana Rodelo, la facilitadora del taller, fue la más emocionada.

Compartimos ejemplos de poemas sobre la presencia de este animalito en nuestras vidas, y para los ejercicios inspirados creamos “textos rompecabezas” de gatitos y, ¡hasta un cadáver exquisito!; esta actividad fue la más bella, ya que surgió un cuento que llevaba un poco de la imaginación de cada una de las participantes. También imaginamos que éramos gatos bajo la lluvia, gatos sobre el tejado, gatos huérfanos, gatos intrépidos e independientes, y nacieron pequeños relatos y poemas de lujo. Con el favor de la paciencia y el trabajo, en el siguiente número de este boletín estaremos compartiendo los resultados.

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Y antes de eso, el 25 de julio se llevó a cabo la sesión de “Escritura creativa” en coordinación con Rueda Libre, iniciativa de Jaime Roldán, quien viaja en bicicleta desde Colombia, su país de origen. En esa ocasión, Jaime propuso una serie de ejercicios que acompañaran a las talleristas a soltar la mano: desde preguntas detonadoras hasta consignas divertidas. Aunque el día que tuvimos esta actividad el centro de la ciudad era una verbena, las y los interesados hicieron lo imposible para llegar y tomar esta clase. Jaime nos comenta:

En la LGP tuvimos un encuentro donde los asistentes fortalecieron su creatividad literaria. En esta sesión nos propusimos pensar el camino de la escritura y evaluar ciertos mecanismos que nos permiten ir encontrando esa voz propia en la creación literaria. Los asistentes que ya tenían un cierto recorrido e inquietud por las letras acogieron de buena manera las propuestas, esto permitió generar un diálogo interesante al término de cada uno de los ejercicios. Estos espacios siguen siendo de vital importancia para animar a los otros a escribir su camino, encontrar su voz y narrarse de muchas maneras.

Este taller forma parte de una serie de actividades que Jaime viene realizando a su paso por cada ciudad que visita en su trayecto en bicicleta, y se sincera al señalar que Oaxaca es una de las ciudades donde mayor recepción ha tenido esta iniciativa sobre escrituras creativas, lo que nos emociona y alienta para seguir ofreciendo no solo libros, sino inspiración y acompañamiento a quienes se acerquen.

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Pero mucho antes de Rueda Libre compartimos otra actividad: “Maternar escritura, crear vida”. Se desarrolló en el patio trasero de la casa que ocupa esta librería, el 22 y 23 de julio pasados: ahí nos reunimos personas interesadas en dialogar y compartir lecturas y experiencias sobre el hecho de crear y criar. Mientras yo leía en voz alta algunas páginas de los títulos que había preparado para la ocasión, las asistentes preparaban el lápiz y el cuaderno. ¿Que si hubo más ejercicios de escritura creativa? ¡Así es, los hubo! Y es que, luego de leer, irremediablemente vamos a escribir. Así sean mínimas entradas a nuestra bitácora, o a nuestras notas del celular, o a nuestro blog personal: los ejercicios de escritura creativa, o inspirada, funcionan como paisajes de nuestro mundo interior que tienden a buscar salida.

Los dos formatos que se abordaron en estas sesiones fueron el diario poético y el ensayo íntimo, en ese orden. Primero, el diario como registro de lo que sucede en el día a día, pero sin la obligatoriedad de hacerlo “diariamente”, permitiéndonos los lapsos de tiempo necesarios para que la escritura fluya con la confesión, el desahogo, la plática interna. Porque, como sucede cuando se materna, el tiempo adquiere otras dimensiones, a veces más elásticas, otras de plano petrificadas. En segundo lugar, el ensayo íntimo fungió como un lienzo amplio para llenar de experiencias, anhelos, pensamiento crítico, búsqueda intelectual, de escritura libre. Andrea Carrasco, escritora oaxaqueña, se encargó del segundo módulo, y lo acompañó con material didáctico lindísimo, consignas, una libretita de obsequio que se llevaron las talleristas y que prometimos llenar con nuestros escritos.

¿Que si habrá más talleres y ejercicios de escritura creativa en la Librería Grañén Porrúa? ¡Claro que sí! Les invitamos a mantenerse atentos tanto de las redes sociales como de la Agenda FAHHO, donde compartiremos nuestras siguientes dinámicas.


Espalda con espalda

Después de haber hecho historia en su debut en el 2024, los Diablos Rojos Basquetbol regresaron a las duelas para iniciar una nueva historia, la cual comenzó con la Temporada 2025 y el objetivo de defender el título de la Liga Nacional de Baloncesto Profesional (LNBP): la Misión Back to Back.

La quinteta escarlata volvió a las duelas con un nuevo perfil, formado por caras nuevas y jóvenes con las que no solo buscan ser un equipo protagonista, sino empezar a sembrar las primeras semillas de un futuro prometedor en la organización de la LNBP.

“Hicimos un gran trabajo de pretemporada. Fueron días intensos de mucha actividad, de mucho estudio para que todos los nuevos elementos pudieran conocer el plan de juego que desarrollarán los Diablos Rojos este 2025”, comentó el entrenador de los Diablos Rojos, Nicolás Casalánguida.

Una vez que se logró el histórico título en la campaña 2024, la gerencia de los Diablos —encabezada por el General Manager, Nick Lagios— empezó con el armado del roster, buscando mantener la identidad del año del debut, al mismo tiempo en que se decidió cambiar la aplicación del plan al apostar por jóvenes, de quienes se espera puedan convertirse en jugadores propios del equipo que permanezcan muchos años vistiendo el jersey rojo. De acuerdo con Nick Lagios, esta fue la experiencia que se vivió en la configuración del equipo:

Uno de los temas principales que surgió el año anterior fue que Diablos no tenía la carta de ningún jugador, por lo que se armó el equipo utilizando muchos recursos y rentando las cartas de otras organizaciones. Ahora tuvimos el tiempo para poder construir el roster de una manera distinta, a partir de la búsqueda de talentos en el ámbito nacional e internacional. Fue así como se logró formar un equipo con muchas caras nuevas: una mezcla de experiencia internacional con juventud.

El equipo rojo está conformado por cinco jugadores que construyeron el título 2024: el capitán Michael Smith acompañado de Gael Bonilla, Luciano González, Michael Carrera y Alberto Cruz. A ellos se suman siete basquetbolistas nuevos: Dontrell Brite, Daishon Smith, Kriss Helmanis, Alphonso Anderson, Luis Andriassi, Rodrigo Domínguez y André Barbosa.

Los Diablos Rojos Basquetbol realizaron un trabajo de pretemporada que duró 20 días, el cual comenzó en la Universidad La Salle y concluyó en la duela del Gimnasio Juan de la Barrera. El calendario de la campaña comenzó el 5 de julio y ya muestra resultados favorables, pues el equipo se encuentra en el segundo lugar en la tabla de posiciones. No dudamos en que su buen desempeño y la fortaleza como locales los llevarán a conquistar la final.


Tlaxiaco, la Tesorería General del estado

La Heroica Ciudad de Tlaxiaco es un poblado de Oaxaca que se localiza al noroeste del estado y pertenece a la Mixteca Alta oaxaqueña. Toma su nombre de la cabecera municipal, que fue llamada Heroica debido a una batalla en la que se enfrentaron mexicanos y franceses durante la segunda intervención francesa. Su nombre en mixteco es Ndisi Nuu, que significa ‘Buena Vistaʼ.

El 5 de marzo de 1916 llegan las primeras fuerzas carrancistas a la capital de Oaxaca, por lo que los tres poderes del gobierno soberanista —al mando de José Inés Dávila— se trasladan a Tlaxiaco, donde instala su gobierno. Sin embargo, el 12 de agosto la ciudad es atacada, tomada y saqueada por los carrancistas al mando del coronel Nicolás Piña y los hermanos Avendaño, por lo que el gobernador Dávila huye rumbo a Mixtepec.

Para el 13 de octubre de 1917, los tlaxiaqueños volvieron a ser atacados, pero esta vez por fuerzas “amigas” desde Mixtepec, aunque dicha invasión duró poco ya que se improvisó una resistencia que permitió a los mixtepecanos huir en poco tiempo.

El 15 de marzo de 1916, el general Félix Díaz tomó la plaza de Tlaxiaco. Meses después, el 26 de junio, puso en circulación unos cartones delgados de color amarillo, con dimensiones de 83 mm de largo por 55 mm de ancho. Fueron autorizados mediante un decreto fechado el 24 de junio de 1916, firmado por el tesorero C. Pachumal y un contador cuyo apellido parece ser Atristain, aunque no se distingue con claridad en el documento.

Se imprimieron un total de 10000 cartones con valor de 50 centavos en tinta negra, los cuales llevan el sello característico de la Tesorería General. Las primeras piezas emitidas carecen de dicho sello. Todos fueron fechados el 24 de junio de 1916.

Este cartón constituye el último billete emitido bajo la soberanía de Oaxaca.


Con alma de copal y color: la talla en madera de San Martín Tilcajete

En el ámbito del arte popular en Oaxaca, con raíces tanto indígenas como hispánicas, la talla en madera es una de las tradiciones artesanales más antiguas y reconocidas. En las comunidades zapotecas actuales, específicamente en San Martín Tilcajete, el auge de esta labor se remonta a la segunda mitad del siglo XX, cuando los talladores empezaron a experimentar con la creación de figuras zoomorfas fantásticas y coloridas. Más allá de sus paralelismos con los alebrijes de cartonería creados por Pedro de Linares en la Ciudad de México, la historia de la talla en madera en Oaxaca es aquella proveniente del copal como materia prima, la que combina la destreza y la imaginación de los creadores con los motivos de la cosmovisión zapoteca y usa colores vibrantes en decoraciones con diseños minuciosos y contrastantes, pero siempre armónicos. Se trata también de las historias particulares y familiares, las de los talleres y conocimientos que se han transmitido de generación en generación hasta alcanzar fama internacional.

Cada figura nace del árbol de copal, de la selección de ramas jóvenes y troncos medianos, cuya suavidad y aroma guardan la bella promesa de convertirse en algo más. Las propias formas naturales del árbol son capaces de despertar la imaginación del tallador para seccionar y comenzar a dar forma con machete y cuchillo, y poco a poco, entre astillas y rebajes, va surgiendo el contorno de un animal fantástico o de un ser híbrido o de un nahual protector. Como si necesitara un respiro, la madera se deja reposar de 3 a 15 días antes de continuar su transformación. Después, con navajas y gubias, el creador pule los detalles revelando alas, colas, orejas, colmillos, movimientos y gestos escapados de un sueño. Tras haber sido sometida a un proceso de lijado, la figura se sumerge en gasolina para matar cualquier bicho que pudiera dañarla. Cuando la pieza está lista se cubre con una base blanca, como un lienzo en espera de los colores, entonces comienza la fiesta: líneas finas y puntos diminutos pintados con paciencia infinita tapizan la superficie para evocar símbolos y texturas.

Si detrás de cada pieza hay un proceso casi ritual, es gracias a las manos que lo llevan a cabo. San Martín Tilcajete ha visto nacer a grandes talladores de madera, entre los cuales ha destacado el maestro Margarito Melchor. Nació en 1950 y se formó como tallador con Isidoro Cruz Hernández, cuando la talla se centraba en la elaboración de juguetes. En 1970 el joven Margarito inició un camino dificultoso, pues se aventuró en la talla de piezas distintas: campesinos, nacimientos, coyotes y gatos. Estos últimos marcaron su estilo personal: la forma en que lleva los gestos y actitudes de los felinos domésticos a la madera revela una profunda sensibilidad. La incomprensión de la innovación les trajo a los talladores el sobrenombre de “moneros”, un término despectivo para designar a quienes no ejercían las actividades productivas de una comunidad dedicada especialmente a la agricultura, la ganadería y la albañilería.

Con mucha dedicación y pasión, don Margarito pasó de elaborar juguetes y “monitos” a crear piezas con un fuerte carácter onírico, inventivo, narrativo y lúdico, marcadas con su sello personal: una decoración hiper minuciosa basada en el uso de puntos que casi nos hacen tocar la piel de sus ensoñaciones. Su fuente es la tradición oral zapoteca y la vida cotidiana que, a veces, es traspuesta por el jugueteo de un gato. El ingenio del maestro Melchor ha sido premiado en diversas ocasiones en el ámbito local, nacional e internacional, de manera que pudo conocer los Estados Unidos y vincularse con figuras e instituciones importantes. Entre muchos otros logros, podemos señalar que una de sus piezas ocupa la portada de un libro; su vida como tallador fue narrada bajo el título Margarito´s carvings (1996); además, ha sido portavoz del folclor y el arte popular en el Chicago Children’s Museum. Margarito Melchor recuerda con especial cariño, agradecimiento y orgullo el apoyo del maestro Francisco Toledo a los artistas de la talla en madera, entre ellos él mismo, por medio del taller “Creación de marionetas” (2011). En 2024 la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca reconoció su trayectoria como tallador y su contribución al resguardo del legado y patrimonio cultural tangible e intangible de Oaxaca, y en 2025 apoyó su distinción como “Caballero águila”.

El maestro Margarito reconoce su trayectoria como un esfuerzo familiar. En San Martín Tilcajete la familia se convierte en escuela y sostén, de modo que cada pieza tallada no solo habla del ingenio individual de un creador, sino también de un tejido colectivo que sostiene la tradición y la renueva generación tras generación.

De la familia Melchor, también se desprende la figura del maestro Juventino Melchor Ángeles, quien inició su camino cuando tenía 15 años de edad de la mano de su tío, el señor Coindo Melchor, a quien reconoce como uno de los iniciadores de la tradición en la que abrevan los talladores actuales. Lo que comenzó como un pasatiempo durante los días en que iba pastorear el ganado, se formalizó en 1986, cuando decidió dedicarse de lleno a la talla en madera. Con un imaginario poblado por la tradición musical y festiva de su pueblo, así como por las caricaturas animadas protagonizadas por animales antropomorfos, Juventino Melchor innovó a partir de la talla de músicos —especialmente agrupados en marimbas o bandas—, a los cuales ha dado en llamar “músicos nahuales” debido a que surgen de la combinación de un cuerpo humano con cabeza de animal, ejecutando algún instrumento musical. Y es precisamente ese imaginario musical el que ha caracterizado su trabajo. Sin embargo, sus intereses también se han desplegado mediante la creación de diablitos, calacas, conejos con zanahorias, gacelas y jirafas. Se trata de piezas y temas que han perfilado la originalidad de su obra.

Para Juventino Melchor la tradición local juega un papel determinante en su trabajo creativo, del mismo modo en que lo hace la cultura visual y popular mediática, específicamente las caricaturas. Las bandas de viento constituyen una expresión cultural viva de San Martín Tilcajete: la banda de música encabeza toda expresión festiva tradicional y, en ese sentido, representa a la comunidad.

Pese a que el maestro Juventino remarca la capacidad de crear algo propio y diferente de lo ya existente como una característica de la creatividad, reconoce que en su proceso imaginativo también influyen de manera importante los deseos y las ideas de los comitentes. Sin embargo, como él mismo señala, cada encargo siempre ha de llevar la impronta de su autor, una parte de su alma y corazón. Para Melchor Ángeles es ahí donde radica la originalidad: en la capacidad de hacer única e irrepetible cada obra, y esto constituye también el valor cultural que tiene la talla en madera realizada en San Martín Tilcajete. A partir de la innovación y la diferencia dentro de una tradición y comunidad de talladores, la originalidad aviva la tradición; dinamiza el patrimonio cultural; amplía el repertorio visual y simbólico de una sociedad; otorga prestigio y valor museístico y económico.

Para demarcar la originalidad de las creaciones de los talladores de San Martín Tilcajete, don Juventino opta por el uso del término “figura de madera tallada” frente al de “alebrije”, cuya técnica consiste en la cartonería con papel maché. Asimismo, invita a los artesanos oaxaqueños a practicar una creación innovadora que le permita al arte popular fluir conforme al tiempo que le corresponde vivir a cada artífice.

Hoy, las figuras talladas en San Martín Tilcajete recorren el mundo como embajadoras de una tradición que es al mismo tiempo un gesto personal y colectivo: reúne la memoria de la comunidad, la mirada personal del artesano y la fuerza de un patrimonio vivo. En ese diálogo, Andares del Arte Popular intenta preservar y celebrar la talla en madera como un reflejo de identidad, creatividad y continuidad cultural, así como una forma digna de sostener la vida.


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