Las infancias en contextos urbanos

El desarrollo de los proyectos urbanos no suele tener como prioridad a la niñez y sus necesidades, a pesar de que es aquí donde “se desarrollan físicamente hasta ser adultos y [donde] aprenden maneras de convivir con los demás”, citando a la Dra. Rosario Palacios.1 Por lo anterior, resulta imperante tomar en cuenta a las niñas y niños de los entornos urbanos al momento de generar los protocolos de participación ciudadana, en el diseño de espacios y, eventualmente, integrarlos de manera activa en las acciones relativas a su uso.

Desde sus inicios, y como parte del compromiso de las actividades desarrolladas en la Casa de la Ciudad, se han lanzado convocatorias y llevado a cabo talleres que invitan a niñas y niños a participar y expresar cómo perciben las ciudades, las formas de habitarla y, sobre todo, la mención de aquello que cambiarían para hacerla un espacio propicio para su desarrollo.

Un programa que desde sus inicios ha incluido a los más pequeños es La ciudad en bici. Consta de talleres personalizados para niñas y niños que desean aprender a andar en bici o que quieran mejorar sus habilidades; se divide en tres niveles: bicibalance, habilidades básicas y habilidades intermedias. Este programa ha brindado espacios amigables y seguros para el aprendizaje y la práctica de la mano de instructores que les guían en cada etapa y adaptan las lecciones a sus necesidades. Además de los talleres, se generó un manual de ciclistas para personas de todas las edades, incluyendo niñas y niños, iniciando con la pregunta “¿Y tú cómo imaginas tu ciudad en el futuro?”. Dando espacio a la imaginación y de esta forma conocer las necesidades particulares de las infancias que habitan las zonas urbanas. En este manual brindamos un breve contexto de la historia de la bicicleta y los beneficios a nivel social,
ambiental y de salud.

Como parte de las actividades de inclusión y participación ciudadana se han generado múltiples talleres infantiles de pintura y dibujo, tanto al interior de Casa de la Ciudad como en distintos espacios públicos, que buscan conocer la visión de las infancias respecto a las ciudades que sueñan, además de ofrecer actividades educativas y recreativas encaminadas a fomentar la identidad colectiva a través del arte y la arquitectura.

El último proyecto de intervención de Casa de la Ciudad en un espacio público fue la remodelación del Parque Bigarii que integró un área de juegos infantiles elaborados con morillos. Pensar los espacios públicos como zonas de recreación para infantes es de suma importancia, ya que históricamente las ciudades en las que se permite a los niños andar libremente por las calles deberían ser más seguras, además, la relación directa entre las infancias plenas y el futuro de las ciudades potencia ambos desarrollos. Otro punto a considerar es que al integrar áreas infantiles en el espacio público se permitiría que los adultos, quienes regularmente son los que acompañan a los niños, fueran cuidadores de estos sitios.

Aunque en muchas ocasiones los espacios públicos resultan inhóspitos para las infancias, forman parte esencial de su crecimiento, al ser sitios por excelencia donde desarrollan sus procesos de convivencia, juego, lazos, reconocimiento del espacio, de su contexto y se establece el sentido de comunidad.

1 https://www.cepal.org/es/notas/ciudadania-infantil-espacios-publicos-como-punto-partida-ciudades-inclusivas


Cartas con olor a café

El café huele a mi tierra, huele a Talea
y es el alimento más importante para nosotros.

Pamela, 8 años

Agradecemos a Josefina Vásquez, directora del Instituto Oaxaqueño del Café, y a Suree Towfighnia, documentalista independiente, por confiar en el Museo de la Filatelia de Oaxaca y depositar aquí este proyecto tan importante, por confiarnos la misión de hacer llegar al público este mensaje sobre la importancia del café y de crear los lazos colaborativos para abrir otros diálogos. También agradecemos la tarea tan grande de enseñar a los niños el respeto por la tierra, la de servir y cuidar el medio ambiente así como reflexionar sobre la igualdad y el comercio justo, ya que este grano es el sustento de muchas familias oaxaqueñas y el futuro de la infancia que recogerá sus frutos.

El proyecto Donde existe un cafetal existe vida, comenzó con un encuentro narrado así por la misma Josefina:

Doy gracias a la vida por las casualidades hermosas, esas sorpresas felices, la gente amable. Cuando conocí a Suree, que fue en el lugar indicado, donde conspiró el universo —Cuajimoloyas—, se llevaba a cabo la primera Asamblea Transfronteriza. Confié en platicarle un sueño, uno que ya tenía tiempo… y digo que confié porque Suree es esa persona con olor a ‘quiero, puedo y creo’, con gusto a escuchar ‘no lo prometo, pero veré’, con sabor a ‘escucho y aprendemos juntas’, de las que hacen brillar, las que alumbran y regalan energía.

Le platiqué sobre el sueño de darle vida a los dibujos de niños de las comunidades de la Mixteca y Sierra Norte de Oaxaca, donde se cultiva el café, lugares en los que siempre estamos tratando de que los niños vean la importancia del regalo de la vida y de sus padres al cultivar la tierra, pero, sobre todo, el café… .

Prepararnos una taza de café quizá nos tome poco menos de 10 minutos, sin embargo, el proceso del cultivo y cosecha de este grano lleva muchísimo más tiempo; como el que se llevó este proyecto, para el que se unieron esfuerzos y creatividad al crear un documento que diera fuerza a la voz de los niños que pasan su infancia en los cultivos de café. Los primeros cuatro años de vida de un niño significan adaptación y conocimiento de su entorno, necesitan de mucho amor y cuidados durante esta etapa; pues con una planta de café es igual, toma alrededor de dos meses y medio que su semilla germine, proceso que va desde que se coloca en una plancha germinadora hasta que se convierte en planta, y estas pueden llegar a ser muy frágiles, por lo que necesitan de muchos cuidados así como de ser arropadas por la sombra que las proteja de otros factores. Después de esto toma entre tres y cuatro años para que una planta de café comience a producir frutos de calidad que puedan ser cosechados.

Para Suree, su encuentro fue exactamente igual: ver a los niños cuidar con tanto amor sus plantas y la paciencia con la que sus padres cuidan de ellos y de su tierra, y que es el mismo sentimiento con el que preparan esta bebida, el café.

“Cuando conocí a Josefina y Ana en 2018, me introdujeron al arte de cultivar y preparar algo cerca de mi corazón: el café. Nunca había experimentado tanta emoción y amor al preparar esta bebida. Nos visitamos y empezamos nuestra amistad allá en las sagradas montañas zapotecas. Hicimos la promesa de trabajar en un proyecto de video sobre esta planta, las comunidades cafetaleras y la infancia.

“Al regresar a la universidad donde trabajo, Evergreen Satate College, en el estado de Washington, en EU, hablaba con mis estudiantes sobre desarrollar una animación usando los dibujos de los niños de estas comunidades oaxaqueñas (esa tierra tan bonita, histórica e importante para cultivar este rico café) y de esta colaboración, por lo cual agradecemos el compartir este trabajo con todos, crear un recuerdo y, a la vez, un recordatorio del café que cultivan con tanto amor, que viaja a todas partes del mundo. Deben saber que tienen amigos alrededor de este continente que están agradecidos con su trabajo… con deseos de que continúen con él para las siguientes generaciones”.

Esperamos que este sueño que hoy compartimos con ustedes, nuestros lectores, les genere una visión diferente cuando preparen su taza de café, que vean todo el amor que hay detrás de cada grano y el futuro que se germina con el esmero de la infancia que recorre los cultivos de café de la mano de padres cafeticultores, los mismos padres que alguna vez fueron hijos y a quienes también se les heredó este saber. Deseamos que disfruten tanto como nosotros este video que ha sido preparado por niños para chicos y grandes: https://youtu.be/cqRWACI04ac

Si quieres conocer más sobre la cultura del café te invitamos a visitar la exposición Café exquisita obsesión: Colección Mario Ramírez Bahena. Del cafetal al timbre postal, que estará hasta el mes de febrero de 2022 en el Museo de la Filatelia de Oaxaca, Constitución #201, Centro Histórico, Oaxaca de Juárez.


La cuna de los diablitos

El maestro Francisco Toledo, tanto en su obra artística como en sus acciones, destacaba la importancia de crear espacios sin fronteras para jóvenes con grandes sueños: “Visitar un museo y leer un libro puede ser el comienzo para crear una gran obra”. Y es, precisamente, la obra del inolvidable artista oaxaqueño la que está presente en cada rincón del Estadio Alfredo Harp Helú; ahí se fusionan el arte y el beisbol para cobijar las ilusiones de niños que sueñan en grande, siendo el escenario perfecto “para crear una gran obra”.

En estos tiempos difíciles, el Diamante de Fuego se ha convertido en un auténtico oasis que brinda la oportunidad de sentir la esencia del beisbol, acompañando los sueños de niños que viven su transición a jóvenes alrededor de las 108 costuras. El torneo cuadrangular de la Copa Juntos por México, con el sello de la Academia de Beisbol Alfredo Harp Helú, encendió de nueva cuenta las luces y la ilusión. Después, el regreso de la Liga Invernal Mexicana vino a fortalecer el reencuentro, o el primer contacto, del aficionado con la sangre nueva, la sangre joven escarlata que, con esfuerzo, entrega y compromiso se ha ganado un lugar especial en el corazón del fanático rojo.

Tuve la oportunidad de conversar con algunos de los protagonistas que han brillado en el diamante sobre cómo fue su transición de niños con grandes sueños en el beisbol a jugadores escarlata. En primera instancia platiqué con Rosman Verdugo, Carlos Castellanos, Pedro Osuna e Ichiro Cano, quienes destacaron el gran valor que ha significado tener un maestro en casa, y ese lazo de amor hacia el beisbol que ha sido heredado.

El deporte empezó siendo un juego y conforme vas creciendo se convierte en más que eso, es tu sueño a alcanzar.

Todos coinciden en que el mayor sacrificio que han realizado ha sido el dejar a su familia y amistades. Estar fuera de casa por grandes lapsos de tiempo, y todo para buscar su sueño, siendo precisamente esos momentos intangibles los que representan los mejores recuerdos de su todavía muy cercana niñez, sumado a algunos objetos ligados al beisbol como su primer guante y, por supuesto, sus recuerdos, al haber asistido a la escuela de manera “normal”; todos reconociendo con orgullo que han sido buenos estudiantes.

A su corta edad ya sienten el nerviosismo cada vez que un pequeño se acerca a ellos a pedirles algún consejo, viéndolos como un ejemplo a seguir, y se les ilumina el rostro con sonrisas.

Yael Romero, el joven cañonero de la Ciudad de México, manifestó su amor por el beisbol desde muy pequeño, pero fue a los doce años cuando tuvo claro que quería vestir los colores escarlatas, siendo su abuelito, que lamentablemente falleció el año pasado, su principal motivador. A su corta edad se ha enfrentado a diversos fantasmas creados por factores o personas externas, y no permite que estos lo detengan, basando su fortaleza en el recuerdo siempre presente de su familia, viajando con dibujos de su hermano pequeño como auténticos amuletos. Al igual que a sus compañeros de equipo, todo esto lo ha hecho madurar de manera más rápida. “Yo juego por amor, es eso lo que me hace crecer, quiero salir adelante y ser una persona de bien”, declaró el capitalino.

Con porte y sangre de ídolo escarlata, Pedro Castellano Jr. creció entre diamantes profesionales. “El hecho de tener a mi papá e ir a los estadios todos los días con él por supuesto que influyó en mi amor a primera vista con el beisbol. Como a los 13 años supe que quería jugar de manera profesional y desde los 14, cuando llegué a la Academia en Oaxaca, lo he tomado con total seriedad”. Pedro destaca el gran impulso y consejos de sus padres: su papá trabajando más lo técnico y su mamá apoyándolo mental y sentimentalmente. Teniendo como principal modelo a seguir la carrera de su padre así como su disciplina y limpieza, sin embargo, es consciente de que él escribirá su propia historia.

Es así como un “juego de niños” se ha convertido en el sueño más grande de estos jóvenes talentos, que viven cambios y transiciones en academias, estadios, hoteles y carreteras. Todos teniendo como principal objetivo jugar beisbol de manera profesional, madurando a pasos agigantados, sí, pero sin dejar de lado el sueño de ese pequeño niño que los ha llevado hasta donde están hoy y que, seguramente, los seguirá llevando de la mano a alcanzar lo inimaginable.


La biblioteca infantil de Oaxaca de 1953

El primer recuerdo que tengo de una biblioteca es el de la BS Biblioteca Infantil de Oaxaca, en el barrio de Xochimilco. Tenía siete años cuando mi madre me llevó a conocerla. Es un espacio que cuenta con una ludoteca, un programa de actividades para niños y un vasto acervo que ha acercado la lectura a muchas generaciones, incluyéndome. Evoco este recuerdo para traer a la memoria colectiva otro suceso: el origen de la primera biblioteca infantil en el estado de Oaxaca creada en 1953.

A inicios de la década de los 50, la biblioteca del Instituto Autónomo de Ciencias y Artes comenzó a concebirse como un centro cultural que contara con una biblioteca infantil. Esta se trasladó a La Casa Magro, ubicada en la calle 5 de mayo, y en 1953 se inauguró la biblioteca infantil: fue la primera en su tipo de Oaxaca y de México. El licenciado Eduardo Vasconcelos, gobernador del estado en ese año, encausó el proyecto de la biblioteca infantil con el fin de preparar a su público para el futuro, es decir, formar a los lectores de la biblioteca desde temprana edad, sembrando la inquietud en los niños con el simple hojear de los libros, para después comprenderlos y que, posteriormente, se convirtieran en usuarios asiduos de la biblioteca.1 El nuevo espacio también contaba con una serie de actividades para los infantes, como, por ejemplo, la hora del cuento y una mesa redonda infantil. La historiadora Carmen Vásquez Mantecón2 menciona que la biblioteca contaba con 828 ejemplares, y que era una de las más concurridas en la capital del estado. En algunas cartas entre Jorge Fernando Iturribarría y Eduardo Vasconcelos se hallan testimonios del funcionamiento de esta biblioteca. Así, se sabe que contaba con un promedio diario de cien lectores, que las encargadas eran tres personas de educación preescolar: María Teresa Ramírez, Laura Núñez Caceres de Castellanos y Victoria Mijangos.

A la fecha se sabe en qué año abrió la biblioteca, pero se desconoce con exactitud en qué año dejó de funcionar. Sin embargo, la Biblioteca Francisco de Burgoa conserva en su acervo algunos ejemplares que conformaron la biblioteca infantil de 1953, como testimonio de uno de los primeros proyectos pensados para la infancia mexicana.

1 Carta de Eduardo Vasconcelos a Jorge Fernando Iturribarría donde hablan de las gestiones para la biblioteca infantil, en: BFFB-FJFI, caja 4, carpeta 1, 13 de noviembre de 1951.

2 Carmen Vásquez Mantecón, Historia de las bibliotecas en Oaxaca, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1989, p. 137.


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