El rescate de los archivos históricos en Oaxaca y Puebla: Un recuento

Para cerrar las actividades del vigésimo aniversario de Adabi en Oaxaca, en los postreros días del mes de noviembre, se desarrollaron cuatro mesas temáticas en torno al patrimonio documental tanto del estado de Oaxaca como a nivel regional conjuntando la labor de su vecina Puebla, con sede en las instalaciones de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa de la UABJO. El primer día se realizó un recorrido por la memoria del rescate de archivos en los estados antes mencionados, de manera que en la primera mesa se presentaron cuatro testimonios esenciales sobre recuperación, registro e inventariado de los archivos de Oaxaca entre 1970 y 2000 a partir de la participación de Ronald Spores, María de los Ángeles Romero, Rosalba Montiel y Stella María González Cicero, directora de Adabi. Todos ellos revelaron una parte de sus experiencias en esos primeros rescates de archivos tan importantes como Tlaxiaco, Cuicatlán o Teposcolula, referencias necesarias dentro de la historia de la conservación del patrimonio documental de los municipios oaxaqueños. De igual manera, los exponentes hicieron alusión a todas aquellas instituciones locales, estatales y nacionales que, a través de ellos o con su apoyo, consiguieron dar visibilidad a los archivos históricos municipales, así como a otros de carácter estatal como el del Tribunal Superior de Justicia del Estado. Estas experiencias hicieron patente el trabajo de rescate y la capacitación impartida como parte de la concientización respecto de las buenas prácticas para la gestión y la conservación documental. Video: https://fb.watch/ptnJE9gvXO/

En la segunda mesa de este primer día se presentaron los testimonios “contemporáneos” del rescate y organización de los archivos oaxaqueños y poblanos en las voces de cuatro integrantes de los equipos de la Coordinación de Archivos Civiles y Eclesiásticos: María Areli González Flores, Elisa Garzón Balbuena, Isabel Martínez Ramírez y Salvador López Martínez. Los ponentes abordaron diversas temáticas, entre ellas: la consideración de cuatro fondos que pueden localizarse en los municipios, pero no necesariamente en los archivos municipales, ya que pertenecen a otra jurisdicción (jefaturas políticas, Registro Civil, Juzgado Menor y Ministerio Público); las acciones de conservación preventiva ejecutadas en distintos municipios; las extracciones de libros de zonas riesgosas; así como el proyecto de rescate y organización llevado a cabo en el entonces Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado de Oaxaca, hoy Archivo General del Estado de Oaxaca y, más recientemente, en el archivo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Las narraciones de los ponentes hicieron patente la gran experiencia adquirida a través de los múltiples rescates de archivos municipales y parroquiales. Video: https://fb.watch/ptnatsk52W/

En la primera mesa del segundo día de actividades se presentó el Inventario del fondo documental del Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca con la participación de Stella María González Cicero, directora de Adabi, María Oropeza Orea, encargada del proyecto y titular de Adabi Oaxaca, así como de Ana Luz Ramírez, Onán Aragón Fabián López y Jorge Galdamez. Las temáticas abarcaron la historia del rescate y organización de este fondo, la experiencia de la reconfiguración del mismo, así como una rápida vista a las secciones que lo conforman: Gobierno, Academia, Administrativa y Fomento científico y cultural. El preludio consistió en señalar la importancia de reivindicar a los inventarios como instrumentos de consulta que permiten conocer el universo completo de la documentación. https://
www.facebook.com/BiblioBurgoa/videos/1578286186313453/

Para conocer el panorama de la vida cotidiana del Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca se escucharon las voces de Francisco José Ruiz Cervantes, Héctor Porras Fernández y Miguel Ángel Ortega Mata, egresados de dicha institución, todos ellos rememoraron su estancia y posterior relación tanto con su alma mater como con sus compañeros y amigos universitarios desde diferentes ángulos. https://fb.watch/pLz-3ZG8Ov/

La presidenta de Adabi, María Isabel Grañén Porrúa, estuvo presente en las diferentes mesas resaltando la importancia de los trabajos de rescate y ordenación del patrimonio documental oaxaqueño y poblano; la pasión del trabajo emprendido y finalizado; la vocación social y de servicio de los participantes haciendo énfasis en el hecho de que este tipo de proyectos cambian vidas y tocan a las personas, ya que permiten hacer conciencia del valor que los archivos tienen.


Pichanchas de barro

Fotografías: Acervo de Andares del Arte Popular

La alfarería, una de las principales actividades de los pueblos mesoamericanos y de gran importancia en la cocina mexicana hasta la actualidad, ha sobrevivido gracias al extendido uso que se le ha dado: tanto los utensilios para la preparación de alimentos, como los recipientes para almacenar granos han sido utilizados durante generaciones.

Las pichanchas de barro (ollas coladores) han sido usadas en la cocina oaxaqueña desde hace muchos años. Este tipo de piezas, que están elaboradas en forma de ollas con pequeñas perforaciones, se utilizan para lavar el maíz cocido o nixtamal, como se le conoce comúnmente. Al lavar el nixtamal en las pichanchas se facilita la extracción de la piel del maíz, así como la eliminación de la cal que se añade al maíz durante el proceso de cocción para después llevarlo al metate y convertirlo en masa.

Los diferentes tipos de pichanchas que se conocen en Oaxaca, presentan formas y tamaños diversos. Algunas comunidades en donde hoy en día se siguen elaborando y utilizando son: San Bartolo Coyotepec, San Marcos Tlapazola y Santa María Atzompa.

En la comunidad de San Bartolo Coyotepec, el maestro José López Aragón sigue fabricando las tradicionales pichanchas; nos comenta que es una olla la cual se perfora con la punta del cuerno de venado, ya que el uso principal de esta pieza es el de lavar el nixtamal o el cuanextle (maíz) para elaborar el tejate, el cual se cocina con ceniza para que quede totalmente limpio. Como la pichancha es un objeto utilitario, se producen en dos tamaños dependiendo de los kilos de maíz que se van a cocinar

Además, para elaborar una pichancha la olla debe tener una boca grande, ya que las cocineras tienen que introducir la mano para poder lavar el maíz. Al hornear la pichancha es necesario cocerla con dos tipos de madera: el huizache y el encino; para que las piezas estén cien por ciento cocidas deben estar en el horno durante doce horas, de donde salen con un tono gris platinado.

Al ser productos solicitados en las viviendas, hace ya varios años se comercializaban en los mercados de Zaachila, Ocotlán y Tlacolula. Cuando las piezas no se vendían se realizaban trueques, que consistían en intercambiar las pichanchas por otros productos que se necesitaban en el hogar, como frijol, maíz, canastos de carrizo, entre otros. Hoy en día ya no es tan común ver las pichanchas en los mercados, pero aún se solicita su elaboración para su uso en algunos hogares oaxaqueños.

No podemos olvidar el uso real de estas obras, ya que para las comunidades fueron y serán herramientas de la cocina oaxaqueña. Te invitamos conocer estas piezas en las salas de Andares del Arte Popular, en Avenida Independencia 1003, Centro, Oaxaca.


24 impresiones por los 25 años del Mufi

Fotografías: Acervo del Museo de la Filatelia de Oaxaca

El Museo de la Filatelia de Oaxaca cumplió 25 años el pasado 9 de julio, sin embargo, decidimos celebrarlo no solo en el día de su aniversario, sino antes y después, durante todo el año. ¿Y cómo se podría festejar medio siglo de vida si no es con invitados especiales? Es por eso que tuvimos la ambiciosa y grandiosa idea de realizar múltiples actividades en cada mes del pasado 2023, acompañados siempre de grandes artistas y talentos increíbles. Una de estas actividades fue la impresión de una serie de postales de autor coleccionables. El plan fue el siguiente: se invitaron a doce artistas diferentes, cada uno de los cuales diseñó una postal exclusiva con los elementos visuales que encontraron dentro del propio Museo, para que al final de cada mes se imprimiera la postal respectiva y ¡el resultado fue grandioso! Estas mentes creativas nos regalaron diseños increíbles inspirados en los buzones, en las cartas, en las exposiciones e incluso en las pitahayas que se encuentran en las instalaciones del MUFI. Un mes nuevo, un artista nuevo. Bajo esta lógica se invitó también a la comunidad para que, en el día señalado, asistieran a imprimir el diseño exclusivo del mes correspondiente. Berza Remes, Polvoh Press, Monturqueza, Lapiztola, entre otros enormes talentos, estuvieron presentes el día respectivo a la emisión de su diseño para firmar cada una de las postales que los visitantes estampaban.

En total fueron doce postales de doce artistas diferentes para cada uno de los doce meses: irrepetibles y de colección, pues cada uno de los diseños no se volverá a imprimir.

Por si fuera poco, se tomó la decisión de no solo realizar postales a lo largo del 2023, pues teníamos más en mente, y entre todas esas ideas sobresalió otra igual de ambiciosa y genial: doce impresiones en serigrafía, seis en paliacates y seis en morrales. Cada soporte alternando un mes, enero paliacate, febrero morral, y así consecutivamente. En estas ocasiones contamos con el invaluable apoyo de Brezck Díaz y Michitaller en las labores de impresión. Los diseños de las bolsas y paliacates fueron dedicados a timbres postales del mundo con alusión al mes en que se imprimían; por ejemplo, en febrero, el mes del amor, se utilizó un timbre emitido por Estados Unidos en 2020, cuyo diseño consistía en un corazón grande hecho por más corazones pequeños, o el de octubre, en donde elegimos un timbre mexicano, emitido en 1963, en el que se muestran las calacas de José Guadalupe Posada.

Fotografías: Acervo del Museo de la Filatelia de Oaxaca

En cada impresión veíamos con gusto cómo el Museo se abarrotaba, eran filas enormes de visitantes que querían llevarse un pequeño recuerdo de los 25 años del MUFI, pero también estaban los coleccionistas duros que habían venido mes tras mes, sin falta, para adquirir la pieza correspondiente. Si viniste, ya sea por un recuerdo o para completar tu colección, te damos las gracias por estar con nosotros, por celebrar estas actividades planeadas para ti y por haber sido parte de este inolvidable 25 aniversario del Museo de la Filatelia de Oaxaca. ¿Te gustarían más actividades parecidas? ¡Espera las que tenemos planeadas para este 2024!


La cueva de las maravillas

A veces la imaginación nos lleva a creer que conocemos un sitio porque lo hemos visitado varias veces, o porque pasamos ahí mucho tiempo…, hasta que sucede algo y notamos la muesca en las ventanas o en las paredes, en las plantas o el techo, y nos maravillamos. Quizás pensemos que conocemos a nuestras amigas o a nuestra familia, hasta que sucede algo que les hace actuar de una forma que jamás hubiéramos pensado. Y nos seguimos maravillando. En las librerías pasa mucho: siempre suceden cosas, y quienes tienen los ojos abiertos pueden notarlo.

¿Escucharon ese chiste que dice “Quiero ir al tianguis a pensar cosas”? Pues a veces vamos a las librerías a eso, a pensar cosas, y a no pensarlas también; nos ponemos en piloto automático mientras caminamos entre los estantes y paseamos la mirada por lomos de colores y tipografías diversas. Quizás un título nos saque de ese estado, tal vez una baldosa suelta nos sobresalte y de pronto veamos el letrero de “Ofertas en este librero”, o encontremos el título que no andamos buscando pero que necesitamos… También es probable que no salgamos del modo pensativo y así mismo volvamos a la calle, pero siempre un poco más ligeros, livianos.

En la Librería Grañén Porrúa suceden tantas historias, y aunque parece que todos los días vemos los mismos estantes y sacudimos los mismos libros, a diario somos testigos de encuentros amorosos, de profundas pláticas en la Sala Infantil y de búsquedas implacables, de decepciones y pequeñas maravillas. Por ejemplo: quienes caminan por el andador y a la altura de las ventanas de la librería avistan un ejemplar —que no buscaban, pero que descubren que necesitaban—, gritan de emoción y alegría: entran corriendo y acarician el libro, preguntan los precios, miran los lomos, vuelven a gritar de emoción… A veces el encuentro se queda en eso, en un alegre momento; también sucede que apartan el libro y vuelven a la quincena siguiente. En ocasiones, nos piden un descuento, ruegan a sus mamás o papás y buscan en lo más recóndito de sus bolsas. Así, confirmamos que, aunque parezca un día común, uno más amontonándose sobre otro, estos detalles nos sacan también a nosotros del piloto automático.

No solo se trata de vender libros, de decir: “Sí, lo tenemos, cuesta tanto”. Quienes permanecen en esta librería, detrás del mostrador, haciendo el aseo, organizando y contando libros —Rolando, Francisco, Juan, doña Vicky, Ramón, Alejandro— saben que con su diaria labor hacen mucho más que eso: dan boletos de viaje a otros mundos, regalan ventanas al apacible jardín de alguien más, ofrecen fábulas, mitos, cuentos de terror o de amor, historias de vida…

Total, nos maravillamos…


Editorial

Damos la bienvenida a este 2024 y, de igual manera, a ustedes, los lectores del Boletín FAHHO. Abrimos esta edición con una reseña sobre la inauguración de la muestra del Sabinosaurio, un ejemplar de enormes dimensiones que habitó la Tierra hace setenta millones de años y que ha causado gran sensación entre los visitantes asiduos al Centro Cultural San Pablo. El Museo Textil de Oaxaca presenta una bella crónica acerca de la llegada de una finísima colección de textiles japoneses, una muestra que no deben perderse, además de la narración que Alejandro de Ávila hace sobre un proyecto de rescate de tejidos con pluma que realiza en colaboración con el tejedor de San Mateo del Mar, Noé Pinzón. Siguiendo con los espacios museísticos, por parte del Museo de Filatelia tenemos un texto que describe y explica la relevancia de la nueva serie postal “México: Arte Textil” la cual se exhibe en el Palacio Postal de la Ciudad de México. Con el Museo Infantil aprendemos sobre la historia del maíz en Oaxaca y la importancia del juego para comprender su relevancia durante la infancia. Directamente relacionado con la cultura del maíz, se encuentra el texto para la exposición “Comales: ceniza + polvo + agua” donde las mujeres se convierten en agentes de la cultura artesanal y alimentaria. Para el Museo Diablos Rojos del México, Veka Duncan une los hilos del arte y el deporte logrando tejer un excelente panorama de los tesoros que este espacio contiene.

Por otro lado, la Red de Bibliotecas Infantiles nos adelanta una reflexión en torno al comportamiento lector de sus usuarios, mientras que Andares nos deleita con una historia más de artesanos, en esta ocasión de los textiles de Santo Tomás Jalieza. La Biblioteca de Investigación Juan de Córdova nos acerca a la experiencia de conformación, organización y mejora de las bibliotecas comunitarias, así como a los redescubrimientos en el Archivo Histórico de Notarías de Oaxaca. Asimismo, Yunitza Vásquez comparte un texto en zapoteco de Yalálag sobre los avances en la creación del repositorio de cartillas en Lenguas Indígenas para la alfabetización. Desde la Biblioteca Henestrosa se desprende una emocionante reseña sobre la edición y publicación facsimilar de un mecanoescrito del entonces preparatoriano Efraín Huerta: Las tendencias sociales de Diego Rivera. Por su parte, Adabi nos comparte un texto sobre el Catálogo razonado de demonios, monstruos, seres fantásticos y prodigios, elaborado por la Dra. Ángela Matilde Fernández Pérez con base en las crónicas franciscanas que se expresan en torno a estos fenómenos en la Nueva España de los siglos XVI y XVII.

En cuanto al desarrollo del deporte y la cultura física, la Fundación AHH para el Deporte nos permite acercarnos al trabajo que, desde esta área, se llevó a cabo durante el 2023 a partir de la promoción de la salud y la paz. En correspondencia, Diablos Rojos del México relata la llegada del nuevo mánager del equipo, Lorenzo Bundy, así como su trayectoria dentro del beisbol mexicano. Otro de los proyectos con impacto social, específicamente en las juventudes oaxaqueñas, es el taller de “Introducción a la ópera para jóvenes”, cuya semblanza es presentada por la Fonoteca Juan León Mariscal y Seguimos Leyendo.

Finalmente debemos mencionar dos colaboraciones más, derivadas de la necesidad de pensar y resolver problemáticas urgentes de la sociedad oaxaqueña. Por un lado, tenemos la nota de Casa de la Ciudad: una introducción a la conformación de los asentamientos humanos irregulares como resultado de la inequidad que provoca la centralización en las ciudades. Desde el área de Medio Ambiente, a partir de una contextualización histórica de los árboles del Zócalo y la Alameda de León, se nos convoca a reflexionar acerca del impacto que nuestras actividades cotidianas en la ciudad tienen sobre los árboles, pero, especialmente, sobre la importancia de estos seres para la posibilidad de nuestra existencia.

Deseamos que disfruten cada uno de los textos que conforman este número del Boletín y que alguno de nuestros contenidos sea fructuoso para arrancar con ánimo, provecho y bienaventuranza este 2024.


Embajador de la paleontología en el Centro Cultural San Pablo

El embajador de la paleontología mexicana ha llegado a Oaxaca y estará en el atrio del Centro Cultural San Pablo para compartir con las infancias, adolescencias y familias oaxaqueñas la historia de los dinosaurios en México. Se trata del “Sabinosaurio” —nombre con el que se le bautizó de manera coloquial—, una réplica natural del fósil de un hadrosaurio encontrado de manera fortuita en 2001 por el ingeniero Juan Pablo García en Sabinas, Coahuila, al norte de México; esta parte del territorio nacional es conocida por la gran cantidad de hallazgos de fósiles de dinosaurios de diferentes familias como los tiranosauridos, los ceratópsidos, los ornitomímidos, los ankilosaurios y los hadrosaurios.

La maestra Felisa Aguilar, bióloga y paleontóloga que acompañó al embajador en este su primer viaje al sur del país, nos cuenta que el “Sabinosaurio” habitó por esas regiones de México durante el Cretácico tardío, es decir, hace aproximadamente 70 millones de años, y forma parte de los dinosaurios conocidos como “pico de pato” por la forma en que termina su mandíbula.

Aunque en el atrio de San Pablo podremos apreciar el esqueleto completo, la maestra Felisa Aguilar cuenta que al momento de su hallazgo el “Sabinosaurio” solo conservaba entre el 60 y el 70 % de su composición ósea, por lo que paleontólogos especialistas tuvieron que reconstruir las partes faltantes tomando como referencia otros restos fósiles similares a los de esta especie.

Gracias a que se determinó la longitud del fémur recuperado —1.3 metros—, se sabe que este dinosaurio pudo alcanzar una talla de hasta 11 metros de largo por casi 3 de alto, lo que lo convierte en uno de los más grandes hadrosaurios conocidos en Norteamérica.

Para la maestra Aguilar, la presencia del “Sabinosaurio” en la ciudad es de gran importancia, ya que nos ayuda a comprender la historia de nuestro planeta y de los seres que lo habitaron hace millones de años, pero también porque es una muestra de la relevancia de la paleontología mexicana. Por ejemplo, en Oaxaca hay evidencias de vida marina —restos de trilobites, caracoles, almejas e incluso plumeros de mar— proveniente de un mar que existió hace 360 o 300 millones de años, siendo este el registro más antiguo de fósiles en el estado.

También se tiene información de ecosistemas marinos y terrestres tanto del Jurásico como del Cretácico, fósiles de plantas, reptiles marinos, ammonites e incluso dinosaurios, quienes dejaron los rastros de su caminar.

Para conocer más datos sobre este imponente dinosaurio, pueden visitar a este embajador de la paleontología mexicana durante los dos meses que habitará el atrio del Centro Cultural San Pablo.


Japón en Oaxaca

Terry Welch es un diseñador de jardines con más de 50 años de trayectoria. Originario de la costa oeste de Estados Unidos, desde 1971 ha viajado a Japón, de cuya cultura y arte se ha nutrido para el desarrollo de su carrera profesional. En 1973 visitó México por vez primera y, desde entonces, ha vuelto cada que tiene oportunidad. Terry se deleita con estos dos países debido al dinamismo cultural que en ellos aprecia, así como del sentido de la belleza que han desarrollado los distintos pueblos que habitan ambos territorios.

El 19 de abril de 2019, mientras el Museo Textil de Oaxaca cumplía un aniversario más, Terry nos escribió un correo presentándose. En este, nos contaba sobre sus visitas a Oaxaca, en particular a nuestro querido Museo: un espacio que le inyectaba de gozo y deleite. Debido a sus visitas asiduas al Museo Textil de Oaxaca, nos ofrecía poco más de 30 textiles japoneses en donación. Su generoso ofrecimiento nos emocionó y, poco a poco, fuimos recibiendo fotografías de las distintas piezas que tenía en su acervo; fotografías que compartimos con Yoshiko Wada, amiga artista y especialista en textiles teñidos en distintas técnicas de reserva (shibori), particularmente, aquellos procedentes de Japón. El comentario que recibimos de su parte fue contundente: “¡Qué extraordinaria oferta para el Museo Textil de Oaxaca!”.

Las semanas pasaron y comenzamos las conversaciones en torno al traslado de las piezas a México, pues se encontraban en la isla Vashon, en el estado de Washington, cerca de Seattle. El entusiasmo de Terry crecía y, con él, el número de piezas en la donación: pronto teníamos cincuenta textiles enlistados y, con los meses, llegaríamos a poco más de cien. La mayor parte de la colección se conforma de textiles empleados por comunidades rurales en Japón, en donde predominan las telas de fibra vegetal (como algodón, ramio y cáñamo) teñidas con añil. No solamente contábamos con un amplio espectro de las distintas categorías de prendas empleadas en aquella isla, sino que también conocíamos textiles de uso en el hogar: cortinas divisorias, edredones y cubiertas para futón, por nombrar algunos ejemplos.

Alejandro de Ávila tuvo la oportunidad de visitar a Terry en Vashon hacia finales de 2019, y quedó maravillado por la colección. Luego de esa visita iniciaron los preparativos para el transporte de las piezas a Oaxaca. También comenzamos a planear una exposición para los últimos meses de 2021. Nadie imaginaba que la Covid-19 tendría otros planes. Los cierres provocados por la pandemia y un tortuoso camino para importar las piezas a México nos llevaron hasta el verano de 2023, año en que el Museo Textil de Oaxaca celebró sus primeros 15 años de vida. Era más que pertinente presentar una exposición alrededor de esta generosa donación como parte de los festejos y así, desde noviembre pasado y hasta marzo de 2024, 36 piezas de la colección Welch-Shanaman se exhiben en la planta baja del MTO.

Sin que lo supiéramos, la primera comunicación de 2019 se dio poco antes de que falleciera Stephen Shanaman, esposo de Terry durante 27 años. Juntos viajaron y coleccionaron los textiles que ahora presentamos en Oaxaca; juntos conformaron distintas colecciones de tejidos que fueron donando al Museo de Arte de Portland, Oregon, al Museo de Arte de Honolulu, en Hawaii, y ahora, al Museo Textil de Oaxaca, espacio que visitaron juntos en numerosas ocasiones. Terry recuerda que Steve amaba Oaxaca y deseaba que el destino de la colección fuera en este museo: “¡Se le cumplió su deseo!”. La exposición, conformada por tan solo un primer derivado de esta generosa donación, celebra así las vidas de Stephen Shanaman y Terry Welch. Gracias por brindarnos la posibilidad de admirar y aprender de las artes textiles creadas y preservadas por las personas que habitan las islas de Japón.


El arbolado urbano del Zócalo y Alameda de León de la ciudad de Oaxaca

Plaza de Armas, 1875. Fotografías de Teobert Maler. Acervo de Casa de la Ciudad.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, los árboles urbanos desempeñan un papel importante en el aumento de la biodiversidad urbana, proporcionando hábitat, alimentos y protección favorables a aves y animales pequeños. En las ciudades con altos niveles de contaminación, los árboles pueden mejorar la calidad del aire, haciendo que sean lugares más saludables para vivir, ya que son excelentes filtros para contaminantes urbanos y partículas finas como el polvo, la suciedad o el humo del aire, atrapándolos en las hojas y la corteza. Por tal razón, la ubicación estratégica de los árboles en las ciudades puede ayudar a enfriar el aire entre dos y ocho grados centígrados a la sombra.

Los espacios públicos en ciudades y asentamientos conurbados cuentan con jardines, alamedas y parques con plantaciones de arbolado de diversas especies (muchas de ellas exóticas o introducidas), que fueron plantados en diversas épocas y momentos históricos de los asentamientos urbanos. Tal es el caso del arbolado de la ciudad de Oaxaca, cuya finalidad es de carácter estético, pues consiste en el embellecimiento escénico de uno de los espacios más emblemáticos y de mayor afluencia de la ciudadanía.

El diseño del zócalo de la ciudad de Oaxaca de Juárez está enraizado en lo más profundo de la historia de Oaxaca, fue trazado en 1529 por Juan Peláez de Berrio, el primer alcalde de la ciudad. A su austera traza original se fueron integrando los portales y en 1739 se colocó una fuente de mármol, indispensable para la vida en la plaza.

La idea de plantar árboles surgió en septiembre de 1824, cuando el Honorable Congreso del Estado “mandó hermosear la plaza de esta ciudad”, pero la plantación se llevó a cabo hasta el año de 1868. Al mismo tiempo, se propusieron los fresnos y las higueras como especies a sembrar.1

Plaza de Armas, 1875. Fotografías de Teobert Maler. Acervo de Casa de la Ciudad

Según Carlos Lira Vásquez, desde 1868, los espacios del primer cuadro de la ciudad, entre ellos la Plaza de Armas, guardaban la costumbre de plantar árboles. En 1881 el gobernador Meixueiro encargó un nuevo diseño de la Plaza al ingeniero Emilio Brachetti y, de acuerdo con la moda del momento, se sustituyó la fuente por un gran zócalo en cuyo centro fue levantado un quiosco. También siguiendo el gusto de la época o quizás debido al cambio climático o la deforestación de las montañas que rodean el valle, como apunta Lira Vásquez, las plazuelas de la ciudad se transformaron en jardines.2

Así, el jardín de la Plaza de Armas sufrió diversos cambios a lo largo del porfiriato. En 1889, en el Periódico Oficial se señaló el “nuevo adorno del zócalo”, el cual fue caracterizado como “elegante” y parejo “en gusto y en lujos con el adoquinado”, pero al llegar al zócalo nos damos cuenta de que han sido los árboles y la arquitectura los que le otorgan su magnificencia.3

En 1901 se colocó el quiosco actual con tendencias art nouveau, en el que todas las noches se presentaban espectáculos musicales y, además, el zócalo se vestía de fiesta —como ahora— durante las celebraciones de la Noche de Rábanos (23 de diciembre), Nochebuena (24 de diciembre) y el Grito de Independencia (15 de septiembre), fechas en las que se celebraban animadas verbenas.4

Con el paso de los años, se realizaron diversas actividades de mejoras estéticas a las inmediaciones del zócalo; no así para el arbolado, que se mantuvo con mínimas atenciones en cuanto a su manejo y saneamiento.

Así surge el esfuerzo conjunto de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, la iniciativa Techo Verde y el municipio de Oaxaca de Juárez, al tomar en cuenta que muchos árboles del Centro Histórico son muy longevos y su plantación data de hace 130 años. Por tal motivo, es importante realizar un manejo adecuado, con sentido de pertinencia social y ambiental.

El objetivo de esta colaboración es implementar un plan de manejo para el mantenimiento del arbolado y evitar riesgos de caída y otras contingencias. Para tal efecto se inició con un diagnóstico integral del arbolado, aplicando tomografías sónicas en los ejemplares más longevos o que manifiesten algún daño o enfermedad. Posteriormente, se implementó un programa de nutrición basado en la aplicación de abonos orgánicos, así como un esquema de podas que permitan vigorizar las copas de los árboles, además de un sistema de saneamiento para controlar las plagas y enfermedades que provocan el deterioro del arbolado. Finalmente, se pondrá en marcha un calendario de riego y nutrición.

Con este proyecto se dio inicio a la implementación de un mecanismo de intervención para contar con áreas verdes sanas que den vida a los espacios públicos —cuyo cuidado es obligación de toda la ciudadanía—, además de contribuir en la mitigación de los efectos del cambio climático.

1 Calderón Martínez. Danivia. “Un recorrido por la historia del Zócalo de Oaxaca”. La Gaceta del Instituto del Patrimonio Cultural, Año1, Núm. 2, 2005, pp. 9-10.

2 Lira Vásquez, Carlos. 2008. Arquitectura y sociedad Oaxaca rumbo a la modernidad 1790-1910. Universidad Autónoma Metropolitana, pp. 125-160.

3 Rito Salinas, César. 2022. “Quiosco del zócalo de Oaxaca, jardín que data de finales del siglo XIX”. https://sucedioenoaxaca.com/2022/06/26/quiosco-del-zocalo-de-oaxaca-jardin-que-data-de-finales-del-siglo-xix/#_ftnref3

4 https://www.cultura.gob.mx/turismocultural/destino_mes/oaxaca/monumentos.html


Archivo Histórico de Notarías de Oaxaca: Redescubrimientos notariales (1607-1872)

Colección: Archivo Histórico de Notarías Oaxaca. “Testamento de Juan Nicolás”,
Repositorio Filológico Mesoamericano.

El Archivo Histórico de Notarías de Oaxaca —cuya documentación abarca un periodo que va de 1681 hasta 1935— se resguarda y puede ser consultado en las instalaciones de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa, en el interior del Centro Cultural Santo Domingo. Este archivo se conforma por libros de escribanos, jueces receptores y notarios públicos del estado de Oaxaca. Contiene documentos relacionados con hipotecas, arrendamientos, testamentos, venta de esclavos, casas, haciendas y trapiches dentro del estado. Debido a que los jueces receptores en las cabeceras distritales cumplían las funciones de notarios públicos podemos consultar expedientes que provienen de los distritos de Etla, Teposcolula, Villa Alta, Miahuatlán, entre otros.

La procedencia, temporalidad y tipo de documentos fue la razón que nos llevó a comenzar una búsqueda exhaustiva dentro de este acervo, tratando de localizar documentos escritos en lenguas mesoamericanas que pudieran incorporarse al Repositorio Filológico Mesoamericano en línea que la BIJC construye en colaboración con el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM (http://www.iifilologicas.unam.mx/satnu/).

Al iniciar esta tarea no teníamos idea de la cantidad de textos que estábamos por encontrar. En el año 2022 se inició la revisión de expedientes de notarios, y en 2023 se continuó la revisión de los documentos que albergaban los jueces receptores. Este trabajo de revisión permitió la localización de 130 textos adicionales a aquellos incluidos en los inventarios existentes.

De entre los textos identificados hasta el momento, 109 están escritos en zapoteco, once en mixteco, nueve en náhuatl de Oaxaca y —sorprendentemente— uno en purépecha. Estos acompañan o forman parte de diligencias relacionadas con la división de bienes, juicios por herencias y compraventa de casas, haciendas o terrenos para cultivo, de modo que los documentos localizados corresponden a testamentos, cartas de compraventa y escrituras.

Algunas de las comunidades de las cuales provienen estos textos son Villa Alta, Yalalag, Yatzachi el Alto, Mixistlán, Santa María Temaxcalapa, Santo Domingo Tonalá, Miahuatlán, Santo Domingo Etla, entre otras. El documento más temprano está fechado en 1607 y el más tardío en 1872, ambos escritos en zapoteco. Toda la información localizada ha sido una grata sorpresa para el proyecto Filología de las Lenguas Otomangues y Vecinas (FILOV), pues no se tenía un registro previo de la importante cantidad de este tipo de textos que resguarda el Archivo.

Estos documentos ya se pueden consultar en el Repositorio Filológico Mesoamericano SATNU, en donde, además de los textos del Archivo Histórico de Notarías de Oaxaca, también hay documentos pertenecientes a otros archivos institucionales. Es importante mencionar que este sitio se actualiza constantemente, por lo que invitamos a todas las personas interesadas en esta clase de información a volver a visitar el sitio web de vez en cuando.


XI Feria de la Agrodiversidad: aprender a través del juego

Oaxaca ocupa un sitio destacado a nivel nacional en agrobiodiversidad. Después de todo, 35 de las 64 variedades de maíz existentes en México pertenecen a esta entidad, lo que representa el 54 % de las razas reportadas en todo el país.1 Además, es una de las áreas vinculadas al origen y domesticación de diversas especies de importancia agrícola: calabaza, chile, maíz y frijol.

Un testimonio de esto se encuentra en San Pablo Villa de Mitla, donde se ubica Guilá Naquitz, una de las cuevas prehistóricas que recibieron, en 2010, la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

En esta cueva, se encontraron muestras de actividad agrícola experimental con calabaza y maíz. Fechaciones recientes permitieron estimar que la edad de los olotes descubiertos en Guilá Naquitz era de aproximadamente 6 229 años,2 lo que constituye uno de los restos más tempranos de plantas domesticadas descubiertos en el continente americano. Este hallazgo fue de suma importancia para comprender el origen de la agricultura y la domesticación de las plantas base de nuestra alimentación.

Con un trasfondo cultural e histórico tan importante y único como el de nuestro estado, es un compromiso constante sensibilizar sobre la importancia de conservar la riqueza genética de los alimentos, especialmente entre las niñas y los niños que heredarán este patrimonio.

En ese sentido, desde la inauguración de la tercera exposición didáctica infantil, “Un pueblo llamado Milpa”, el MIO ha diversificado sus actividades para que, mediante el juego, se difunda y transmita la valorización, así como el cuidado de nuestra riqueza natural.

En el marco de la XI Feria Estatal de Agrobiodiversidad, evento que reunió talleres, ponencias, exposiciones, actividades culturales y el reconocimiento a productoras y productores locales, al pie de las antiguas cuevas del Valle de Mitla, participamos en actividades que nos permitieron llegar a más niños y niñas.

“Guardianes de semillas” fue una actividad especialmente diseñada para esta ocasión. Esta consistió en explicar a niños, niñas y curiosos, las diferentes especies de semillas de maíz, frijol y calabaza que podemos encontrar en el muestrario de semillas del museo. A partir de la curiosidad, explicamos el proceso de germinado y crecimiento de cada una de ellas.

Nuestro objetivo con esta actividad fue que, partiendo del juego simbólico que representa la adopción de una semilla, los niños se comprometieran a cuidar la diversidad de maíces y otras especies que crecen en la milpa. ¡Cuántos “Guardianes” y amigos conocimos ese día!

Se trata de jugar. No basta con explicar qué es el maíz o por qué es importante. Es necesaria la creación de estrategias que acerquen y hagan disfrutable este momento de aprendizaje.

El juego es natural en la infancia. Desde correr o saltar, hasta desgranar el elote mientras contamos historias o hacemos tortillas de colores: todo puede ser un juego. Cuando los niños y niñas juegan, se vuelven protagonistas de su experiencia, dotan de sentido su realidad y, por ende, construyen su aprendizaje. Sigamos entendiendo el juego como el camino para construir aprendizajes. Cultivemos estas semillas.

1 Rendón Aguilar, B. (2015). Diversidad de maíz en la sierra sur de Oaxaca, México: conocimiento y manejo tradicional.

2 Vielle-Calzada, J. (2014). Geopantología en la cueva de San Marcos y su contribución al entendimiento del origen del maíz.


Lorenzo Bundy: un feliz reencuentro

Desde el pasado 13 de noviembre, Lorenzo Bundy es el nuevo mánager de los Diablos Rojos del México, el cuarto timonel que llevará las riendas del equipo escarlata en la era del Estadio Alfredo Harp Helú.

Pasaron treinta y cinco años para que el originario de Filadelfia regresara al México, que fue su único equipo en la Liga Mexicana de Beisbol, donde se ganó a pulso un lugar entre los mejores primeras bases ofensivos en la historia de la Pandilla Escarlata. Basta mencionar que es uno de los cuatro cañoneros que han logrado volarse la barda cuarenta o más veces en una misma temporada.

El nombramiento de Bundy seguramente sacudió los recuerdos de quienes lo vieron con la franela roja de 1985 a 1988, haciendo una poderosa dupla de ensueño con Nelson Barrera: cuando dispararon cuadrangulares y empujaron carreras para que los Rojos conquistaran tres campeonatos bajo la batuta de Benjamín “Cananea” Reyes.

Además de sus brillantes momentos como jugador, Lorenzo Bundy cuenta con un palmarés envidiable como mánager, coach e instructor en diferentes ligas, incluyendo las Grandes Ligas con Rockies de Colorado, Diamondbacks de Arizona, Dodgers de Los Ángeles y Marlines de Miami. Es muy oportuno indicar que en 1989 declinó regresar a jugar con los Diablos para iniciar su carrera como staff con los Expos de Montreal, equipo que en algún momento lo consideró para debutar en las Ligas Mayores.

Como director, Bundy ya probó la gloria al lograr tres campeonatos en la Liga Mexicana del Pacífico, mientras que en la pelota de primavera ha estado al frente de Pericos de Puebla y Generales de Durango.

Con 64 años, Lorenzo Bundy comentó —durante su presentación oficial— que siempre estuvo pendiente de los Diablos Rojos, por lo que tiene una idea bastante amplia de los ajustes que se necesitan para cristalizar los objetivos perseguidos por el club.

Mientras se colocaba su nueva camisola, el nuevo mánager de “los pingos” explicó que nunca perdió la esperanza de volver a la Ciudad de México y consideró que la oportunidad había llegado en un momento inmejorable, pues tiene hambre de volver a ganar un título, algo poco prioritario para las ligas en desarrollo de Estados Unidos.

Así, entre recuerdos y la promesa de que los Rojos no dejarán pasar un solo inning sin dar batalla, inicia el camino rumbo al festejo del quinto aniversario del Diamante de Fuego.


Comales: ceniza + polvo + agua

El comal transforma el maíz y otros productos en alimento, por eso es empleado cotidianamente en la cocina como parte de la cultura material y simbólica de las comunidades: durante muchos años, ha mantenido la tradición que vincula el fuego y el alimento a las mujeres que los elaboran. Es por esta razón que el Centro Cultural San Pablo y Andares del Arte Popular unieron esfuerzos para traer la exposición “Ceniza + polvo + agua”.

El uso dado al comal consiste en el proceso de transmutación de la materia cruda a través de la cocción. Un buen comal debe poseer las siguientes características: alcanzar en su diámetro los dos extremos del fogón, de tal manera que se sostenga y no caiga dentro del mismo; tener una ligera curva cóncava que lo atraviese de lado a lado; así como una textura lisa en la superficie, pero rugosa en la cara que da al fuego.

La elaboración de comales de barro, generalmente, es resultado de un legado transmitido de madres a hijas. Sus experimentadas manos conocen el barro con solo tocarlo, casi intuitivamente saben qué cantidad ocuparán para modelar cada comal. Curtidas e incansables, esas manos siguen amasando el barro con paciencia y delicadeza durante años; persisten en la elaboración de comales y se resisten a olvidar la enseñanza de las mujeres antiguas.

Mujeres que hacen comales

La alfarera busca un lugar fresco, protegido del viento y el sol, para esparcir ceniza de manera uniforme sobre una superficie plana de metal. Luego, moja ligeramente sus manos y coloca una cantidad de barro que extiende poco a poco, como si fuera una tortilla, mientras gira la base.

En seguida, como si sus manos estuvieran pegadas al círculo de barro que ha formado, lo levanta rápidamente y lo pasa al molde que utilizará para terminar de darle forma. Sus dedos se deslizan sobre el barro suavemente y, con la ayuda de un jomate (trozo de jícara), lo va alisando hasta darle el tamaño deseado.

Después hace una lonja (tira larga de barro) para ponerle orilla al comal: lo adelgaza con sus dedos y va recogiendo el barro sobrante, hasta que queda unido todo el material. Este borde servirá para amortiguar el comal en el fogón.

Es un trabajo de tacto, pues la artesana rectifica el grosor del barro presionando con sus dedos la superficie del comal para sentir su uniformidad y su resistencia. Una vez que ha retirado el exceso de barro y el comal queda liso, la artesana lo saca al sol para, después de varios días, meterlo al horno.

Comales que cocieron alimento

Las mujeres que hacen tortillas pasan su vida entre los granos del maíz, el calor del fogón y el aroma de la tortilla cuando se transforma al contacto con el fuego.

Para hacer tortillas, el comal se coloca sobre tres o cuatro piedras, debajo de las cuales se mete la leña para encender el fuego. Las llamas calientan el comal para cocer los discos de masa de maíz que se colocan sobre su superficie y, cuando estos están cocidos, tanto en su interior como en su exterior, se inflan indicando que es momento de voltearlos. Aunque hay quienes dicen que se esponjan porque los comensales ya tienen hambre.

Así, el comal alimenta con la ayuda de las mujeres que tortean la masa; y es sabido por todos que en comal de barro las tortillas se cuecen más bonito.


Seis cervatillos esponjados

Dechado completo.
Fotografías tomadas por Geovanni Martínez Guerra, JEBOax, 2018

Cinco números previos del Boletín dan cuenta del proyecto que emprendimos hace nueve años Noé Pinzón Palafox y yo en el seno del Museo Textil de Oaxaca, gracias al apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú. Noé es un joven tejedor sumamente diestro y talentoso, quien nació y creció en la comunidad ikoots de San Mateo del Mar, en el Istmo de Tehuantepec. Él y yo hemos recreado diversas técnicas textiles que florecieron antiguamente en Oaxaca y en otras regiones de México, pero se perdieron en los siglos XIX y XX. En el Boletín de septiembre-octubre pasado describimos un huipil emplumado labrado con grecas, que tejimos a finales de 2017 y principios de 2018, en preparación para la entrega de la distinción “Memoria del Mundo” a la Biblioteca Francisco de Burgoa. Revivimos así un arte perdido, pues las prendas adornadas con plumón torcido, que son una exclusividad mexicana, habían dejado de hacerse en el siglo XVIII, según la evidencia documental que conocemos.

Una vez terminado el huipil de grecas, Noé tejió en tan solo dos meses, de marzo a abril de 2018, un lienzo corto a manera de muestrario, empleando una técnica novedosa para él. Se conoce como “tejido de urdimbre traspuesta” y aparece en algunas prendas peruanas prehispánicas de lana de alpaca. Nuestras colegas chilenas del pueblo mapuche, quienes nos han visitado repetidamente en el MTO, reconocieron de inmediato la estructura y nos comentaron que se usa tradicionalmente en sus comunidades de origen para tejer caronas: las mantillas que protegen al lomo del caballo de las rozaduras que provocaría la silla de montar. En el noreste de México la misma técnica servía antiguamente para tejer cintas y gabanes. En 1978 tuve la fortuna de entrevistar a doña Romana Ordaz en la comunidad de Atotonilco, municipio de Ciudad Fernández, San Luis Potosí, quien me explicó a detalle cómo urdía y tramaba ella en su juventud este tejido, que llamaba “del gigante”.

Al preguntarle a doña Romana por qué se nombraba así a una labor textil de dimensiones reducidas, me explicó que “gigante” es una planta. Entendí entonces que se refería al arbusto que en otras regiones de México se conoce como “tabaquillo” o “yerba del zopilote”. Se trata de Nicotiana glauca, un arbusto originario del norte de Argentina y sur de Bolivia, pariente en efecto del tabaco, que se ha extendido recientemente hacia el norte como especie invasora: se propaga como maleza y crece a la orilla de caminos y terrenos baldíos. En Oaxaca la encontramos con frecuencia coronando las paredes de adobe en las casas abandonadas. Las flores tubulares amarillas son polinizadas por colibríes y los alcaloides de las hojas han encontrado un lugar en la medicina tradicional de nuestro país, como en su región de origen: se recomiendan para aliviar dolores de cabeza y de muelas, inflamaciones reumáticas y aflicciones de la piel, entre otras.

Cuando intenté recrear el tejido siguiendo las indicaciones de doña Romana, quien había perdido la vista, ella recalcó que yo debía manipular los hilos para formar un diseño de rombos alargados, como las hojas del gigante. En esas fechas no pude avanzar mucho en mi pequeño telar porque la ceguera de mi anciana maestra no le permitía corregir mis errores, pero tiempo después observé que algunas cintas que adquirí en el centro y sur de San Luis Potosí habían sido tejidas justo en la forma como ella me decía. Al urdir la tela, se alternaban siempre cuatro hilos de color (en este caso, lana hilada a mano, teñida con grana importada de Oaxaca) con cuatro hilos blancos (en las cintas potosinas, hilaza industrial de algodón). Al insertar la trama, la tejedora había cambiado la posición de los hilos de la urdimbre, moviendo pares de hilos blancos hacia ambos lados y colocando en su lugar los dos pares adyacentes de hilos de color. Se forman así ojillos blancos con puntos de color al centro. Si la manipulación inicia con los hilos de lana, los ojillos de color llevan puntos blancos al centro. En ambos casos se traspone a los hilos de la urdimbre de su posición original, para retornarlos después al mismo sitio, un par de tramas más adelante. El desplazamiento temporal de los hilos explica el nombre de este tejido de urdimbre “traspuesta”.

En 2007 doné al MTO la colección de textiles que reuní en el noreste de México en los años 1970. Al reexaminar en la bodega del Museo las cintas referidas, ya echado en marcha el proyecto con Noé, me di cuenta que es factible crear diseños complejos con esta técnica, al desplegar figuras compuestas de ojillos blancos sobre un fondo de ojillos de color, o viceversa. Le propuse a Noé tejer un lienzo demostrativo, idea que él acogió con el entusiasmo que lo caracteriza, y pusimos manos a la obra. Urdimos un lienzo corto y angosto con hilo de seda criolla, criada, hilada y teñida por Moisés Martínez Velasco y su familia en San Pedro Cajonos, comunidad zapoteca de la Sierra Juárez. La lustrosa fibra sin desgomar fue hilada con malacate y teñida después con grana, añil y zacatlaxcal (plantas parásitas sin clorofila del género Cuscuta). Como trama usamos hilo de seda de la misma procedencia, sin teñir.

Al urdir, alternamos siempre grupos de cuatro hilos: la secuencia de colores fue blanco-azul-amarillo-rojo-blanco-verdeamarillo-magenta, reiniciando la secuencia a partir de allí. El azul fue teñido con añil, el amarillo con zacatlaxcal, y el rojo y el magenta con grana, modificando en este caso el pH del baño para alcanzar la tonalidad deseada. El verde se logró combinando añil y zacatlaxcal. Terminada la urdimbre, Noé armó su telar con un solo lizo, comenzando el lienzo en ligamento sencillo y pepenando después los hilos con los dedos para formar los diseños. Antes de empezar, tracé en papel milimétrico la figura simplificada de un venado pequeño sin cornamenta, para que le sirviera de guía a Noé. Una vez avanzado el diseño, decidimos incorporarle puntos de pluma esponjada para resaltar las manchas sobre el lomo de los cervatillos, que en la naturaleza ofrecen camuflaje a los venaditos recién nacidos: su respuesta instintiva a un depredador es permanecer inmóviles sobre la hojarasca, donde el sol filtrado por la copa de los árboles confunde su silueta a ojos del puma. Para esponjar los puntos sobre el lienzo, usamos como trama suplementaria un torzal de hilo fino de algodón, con plumón de ganso torcido entre ambos cabos. Román Gutiérrez Ruiz, gran tintorero y tejedor de Teotitlán del Valle, tiñó la pluma con grana y zacatlaxcal, y preparó en seguida el torzal, procedimiento sumamente laborioso y molesto porque las fibrillas vuelan por todo el taller. Aunque todavía no iniciaba la pandemia del Covid, Román ya usaba cubrebocas desde entonces, para evitar ahogarse con la pluma.

Terminado el tejido en el telar de cintu ra de Noé, decidimos entrelazar los cabos de la urdimbre en ambos extremos del lienzo, para formar un trenzado plano, estructura análoga a los tejidos de palma de Oaxaca, como los petates y los tenates. Para ello separamos los colores de la urdimbre, logrando así franjas anchas que se entrecruzan en diagonal. Se trata de un acabado tradicional para los rebozos de bolita, las servilletas, las fajas y los ceñidores en distintas regiones del país. Concebido como un muestrario del tejido y del trenzado, nombramos a este lienzo el “Dechado de Gamitos”. En 2015 habíamos montado una exposición en el MTO dedicada precisamente a los muestrarios textiles, titulada “Dechados de virtud y entereza”, acompañada de un catálogo impreso en esta ciudad. Esa exhibición dio pie a muestras hermanadas de dechados antiguos en el Museo Franz Mayer en la Ciudad de México y en el Museo de Historia Mexicana en Monterrey. Por otro lado, en nuestra experiencia de investigación en el norte de Oaxaca, la designación de “gamitos” se refiere específicamente a los temazates, venados pequeños y hermosos del género Mazama que habitan en los bosques tropicales de México, Centro y Sudamérica. Se trata de un linaje de mamíferos artiodáctilos que vincula a nuestra fauna con la biota del Neotrópico, la más rica del planeta. Lo mismo podemos decir de la planta que me señalaba doña Romana.

Al mostrarle el lienzo terminado a Hector Meneses, director del MTO, nos pareció a él y a mí que la técnica se presta para tejer un rebozo, porque los cervatillos difuminados evocan el efecto del jaspe o íkat, el teñido de reserva anudada sobre la urdimbre, técnica de mucho prestigio que encarna una historia compleja y fascinante de intercambio cultural transatlántico. No nos parece una casualidad que la prenda icónica del nacionalismo mexicano sea precisamente un rebozo jaspeado. Recrear un ejemplo del “tejido del gigante”, que aproximara las dimensiones del chal con su rapacejo, serviría de contrapunto a esa epopeya ultramarina. Noé y yo tenemos así una encomienda más por delante…


La causalidad de una serie de eventos afortunados

En el mundo editorial es bien sabido que la elaboración de un libro implica alma y disciplina, además de una labor en equipo que debe estar en comunicación y entendimiento constante. Pero antes del trabajo editorial, se encuentra una historia que involucra a un autor y su creatividad, años de formación y un amor por aquel conocimiento que busca compartir.

Sin embargo, en esta breve nota cabe la historia de un tercer involucrado que se une a la trama de un proyecto en específico: la edición y publicación de un trabajo inédito de El Gran Cocodrilo, Efraín Huerta Romo; un mecanoescrito de la época de estudiante del poeta mexicano.

Se dice que las casualidades no existen, se trata, más bien, de un cúmulo de eventos que nos encaminan a una causalidad, decisiones que escriben nuestra historia de vida. Por algo los antiguos griegos tenían como sentencia máxima que nadie huye de su destino: incluso las decisiones que podían llegar a tomar intentando huir de él eran las que justamente los llevaban a cumplirlo. Designio de los dioses que guiaban los pasos. Pero la historia del tercer involucrado en esta serie de eventos muy afortunados, tiene que ver con el acto de hojear del aficionado lector, la visión del editor con experiencia y los lazos de amistad que se forman con el pasar de los años.

Hace 92 años, un joven preparatoriano entregaría como trabajo final un ensayo crítico a la obra del entonces ya famoso muralista Diego Rivera. Lo llama Las tendencias sociales de Diego Rivera, y aquí cabe una observación que resuena en cada uno de los que conocen (o llegan a conocer) la anécdota: ¿cómo es que un joven de 17 años contaba ya con esa capacidad crítica, que se reflejaba desde el título, para realizar un trabajo escolar de esa talla? Claro, este breve apunte suena pesimista, pero tomando en cuenta la constante desilusión que vivimos en fechas actuales sobre las mentes jóvenes (grupo en el que por supuesto me incluyo), no es extraña la impresión que nos causa un texto de este nivel; quizá otra reacción sería “Por supuesto, era de esperarse”, pues sabemos que el entonces joven autor de ese ensayo escolar se convertiría en uno de los más importantes escritores representantes de las letras mexicanas.

Ahora, la anécdota de una afortunada causalidad que comienza en la Escuela Preparatoria Nacional con Efraín Huerta siendo alumno de Agustín Loera y Chávez (formador de muchos otros importantes intelectuales del siglo pasado en nuestro país), quien, a su vez, era el tío abuelo de la actual editora en jefe de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, Verónica Loera y Chávez Castro. Dicho cúmulo de eventos que une intelectualmente a un estudiante, un profesor y una nieta editora se revelan luego de un encuentro fortuito —aquí aprovecharé el título que el prologuista de esta publicación usa para nombrar su estudio introductorio— de ciertos papeles en el armario.

Haré un pequeño paréntesis para hablar sobre el nombre que lleva el estudio realizado por Emiliano Delgadillo Martínez, investigador y profesor invitado por el mismísimo David Huerta para que hiciera una presentación a la obra inédita de su padre en este proyecto editorial. Delgadillo cuenta que cuando se encontraba terminando la licenciatura, David lo animó a hacer su tesis de grado sobre la obra de Efraín, propuesta que aceptó gustoso y que lo llevó a la consulta de documentos hallados en un armario, entre los que se encontraba aquello que usaría como objeto de estudio para titularse. Cierro paréntesis. Cuando leí por primera vez ese título, “Papeles en el armario” (de nuevo una acotación; ahora para presentarme, porque de alguna manera me siento ya involucrada en esta serie de eventos: soy asistente editorial de la nieta del profesor de Efraín Huerta), lo primero que recordé fue la anécdota que unos meses antes Verónica me había contado: en la mudanza de libros que hizo hace varios años a la
ciudad de Oaxaca encontró, dentro de Absoluto amor del mismo Efraín Huerta, un cuadernillo que contenía un trabajo escolar del entonces adolescente Efraín. Dichos libros eran una herencia recibida por parte de su tío abuelo, que ella misma había pedido tomar para atesorarla.

Papeles en el armario, ¡claro!, suena a cuando curioseas en los roperos de tus abuelos, en los que encuentras ropa que te pruebas, fotografías viejísimas de gente que no reconoces, joyas —o brillantes centenarios, como fue mi caso cuando hurgaba en el armario de mi abuela materna—, objetos que considerarías reliquias… papeles, papeles viejos también: una nota, una lista del mercado, algunas cartas de parientes lejanos… y, quizá, ese hallazgo de tesoros en un armario quepa en la metáfora que refiere, en realidad, a los papeles que una nieta puede encontrar en la biblioteca y archivo que heredó de su abuelo. Verónica Loera y Chávez curioseaba entre los libros que algún día pasaron por los ojos y las manos de su abuelo, las hojas que le sirvieron para impartir cátedras a generaciones de jóvenes que se convertirían en los intelectuales que sostendrían México durante el siglo pasado, y que ahora leemos con tanta impresión y criterio, apertura y cariño. ¡Así de importante ese acto de ojear y curiosear!

Publicar un libro conlleva muchos elementos. Desde fuera puede verse como un proceso lineal: un autor entrega su manuscrito a un editor, el editor lo revisa, hace correcciones, le muestra al autor, quien las aprueba o rechaza, ida y vuelta las veces necesarias, pero siempre en la misma recta… finalmente, se aprueba, se diseña, se vuelven creativos y eligen tipografías, colores, fotografías o imágenes, se hacen pruebas, se rechazan, se corrigen, se aceptan, entra a imprenta, sale, se presenta. Sin embargo, esta pequeña historia de una nieta editora y curiosa es un ejemplo de que dicho proceso no siempre es lineal, y que involucra, en realidad, muchas manos más y diversas líneas como actos que iniciaron mucho tiempo antes del momento justo en el que se decide hacer una publicación de un ensayo escolar como homenaje a dos grandes poetas, a un abuelo profesor y a una biblioteca que resguarda entre sus estantes el cuadernillo original que ahora une a tantas personas.

El día 5 de diciembre de 2023 se llevó a cabo la presentación, en el magnífico patio de la Biblioteca Andrés Henestrosa, de la edición facsimilar del ensayo escolar Las tendencias sociales de Diego Rivera. En la mesa estuvieron la nieta editora, Verónica Loera y Chávez; la Dra. María Isabel Grañén Porrúa y el especialista en la obra de Efraín y David Huerta, Emiliano Delgadillo. Las dos primeras contaron anécdotas alrededor de este trabajo que hicieron conmover a los asistentes, mientras que el tercero se dedicó a dar una charla sobre el contexto histórico, artístico y literario que contiene tan impresionante trabajo escolar. Si eres un lector de la poesía de Efraín o David Huerta, un curioso lector que busca cálidas recomendaciones de lectura, un profesor, un estudiante, un editor, un bibliotecario… este proyecto que ahora es un libro muy bello es para ti.


¡Viva la ópera! Un derecho para las juventudes

Cuando nos preguntamos qué tipo de música escuchan hoy las juventudes, nos abordan muchas respuestas, bombardeo que se acompaña de múltiples y contrastantes estilos y ritmos sonoros: gozan del pleno derecho para acercarse a su género preferido.

La Fonoteca León Mariscal tiene un acervo interesante de música variada, principalmente clásica, que, en sinergia institucional con la Coordinación de Programas Educativos de la Fundación Alfredo Harp Helú, permitió diseñar un programa vivo, dinámico para jóvenes de 15 a 20 años, el cual tuvo como objetivo cultivar la apreciación de un género musical: la ópera. El taller de “Introducción a la ópera para jóvenes” constó de diez sesiones, de julio a diciembre, seguido de la apreciación de una ópera en vivo: Bastián y Bastiana, de Mozart, presentada el 7 de diciembre en las instalaciones de la misma Fundación.

Las reuniones del taller iniciaron con una introducción histórica a la ópera, desde los orígenes a partir del teatro en la Grecia Antigua hasta nuestros días. Fue un viaje en el tiempo a través de las ideas propuestas por la Camerata Florentina (representada por el compositor Jacopo Peri), el nacimiento de la ópera en la época barroca (Claudio Monteverdi, Henry Purcell, Antonio Vivaldi, Georg Friedrich Händel), su transformación en la época clásica (Christoph Willibald Glück, Wolfgang Amadeus Mozart), su auge en la época romántica (con los titanes Richard Wagner y Giuseppe Verdi) para terminar en los tiempos más cercanos al nuestro (Giacomo Puccini). En este recorrido no pudo faltar la historia de la ópera mexicana, desde La Parténope de Manuel de Sumaya (1711), hasta Daniel Catán y su Florencia en el Amazonas (1996), la cual fue presentada el día 9 de diciembre en el Teatro Macedonio Alcalá vía remota desde la Metropolitan Opera de Nueva York. Los jóvenes gozaron de boletos de cortesía para asistir y poder disfrutar también de otras óperas de esta temporada, como Dead Man Walking, La vida y época de Malcolm X, Nabucco y Carmen.

En otro momento, los participantes conocieron la estructura de la ópera con sus elementos: la obertura, los actos y escenas, las arias, los recitativos y coros. Asimismo, percibieron la ópera como un lugar donde convergen las distintas artes: música, literatura, coreografía, baile, arquitectura, escenografía, maquillaje, iluminación, acústica, etc. La magia que envuelve a este género siempre los sorprendía y su interés parecía aumentar con cada sesión. Entonces llegó el tiempo de conocer a los protagonistas, así, los jóvenes tuvieron el lujo de disfrutar de manera presencial a grandes voces como la de la soprano Ana Rosalía Ramos, la mezzosoprano Rosa Muñoz, el tenor Mario Beller y el bajo Felipe Espinoza. Los maestros comentaron sobre sus tesituras, revelaron algunas técnicas vocales y presentaron pequeñas muestras del gran repertorio operístico. Para acercarse al funcionamiento de una orquesta se realizó un ensayo abierto con Camerata Oaxaca bajo la dirección del maestro Eric García.

Finalmente fueron presentadas, por medio de fotos y videos, las principales casas de ópera en el mundo: MET de Nueva York, Royal Opera House de Londres, La Scala de Milán, San Carlos de Nápoles, El Liceu de Barcelona, el Teatro Bolshói de Moscú, el Teatro Colón de Buenos Aires, las óperas de París, Sídney, Viena, Praga, Budapest y Varsovia. Y como la cereza del pastel, los talleristas tuvieron la oportunidad de hacer un recorrido sublime por nuestro querido Teatro Macedonio Alcalá, donde el personal del recinto les habló sobre su historia y muy amablemente les permitió conocer los espacios en su totalidad. Al lanzar la convocatoria, la curiosidad y la incertidumbre se hicieron presentes en el ambiente institucional. Sin embargo, el sonido del teléfono para las inscripciones fue un suspiro de alivio: casi treinta muchachos estaban interesados y se inscribieron a las sesiones quincenales por las tardes de los viernes. El día de la clausura y entrega de diplomas todos los participantes y sus familiares, de manera afectiva, agradecieron a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca esta oportunidad de vida, de aprendizajes y de viajar por medio de la ópera.

Esperamos repetir esta experiencia en 2024 y recibir otra generación de jóvenes apasionados por la música.


Después de 18 años Correos de Méxicoemite una nueva serie permanente dedicada al arte textil de México

Fue en 1950 cuando en México se imprimió la primera serie postal permanente moderna con el tema ”Arquitectura y Arqueología”, que se mantuvo vigente desde 1950 hasta 1976; por mucho, la serie con mayor tiempo en circulación en nuestro país. La segunda, quizá la más reconocida y estudiada, fue “México Exporta”, cuya vigencia alcanzó los dieciocho años con la mayor cantidad de estampillas reimpresos e incluyó la emisión del timbre con mayor valor facial en la historia postal de México, nos referimos al timbre de Cine de $7,200. Posteriormente se emitieron “México Turístico 1993-2001” y “México Conserva 2002-2005”; este par de series siguen siendo poco estudiadas, quizá debido al corto plazo en el que estuvieron en circulación, ya que entre ambas suman apenas once años. En 2005 se anuncia la creación de la serie permanente “México Creación Popular”, la cual incluyó un timbre con la imagen de un cántaro de barro negro, perteneciente a la localidad de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca. Sin duda esta serie permanente contribuyó a la difusión y valoración de las artes tradicionales y populares de nuestro país.

Tuvieron que pasar dieciocho años para que los Talleres de Impresión de Estampillas y Valores, pertenecientes al Gobierno Federal, imprimieran una nueva serie permanente: “México: Arte Textil”, que se presentó en el emblemático Palacio Postal de la Ciudad de México, el pasado 13 de octubre del presente año, dando lugar a un hecho histórico en la filatelia mexicana. “México: Arte Textil” contribuye al reconocimiento mundial del arte textil de los pueblos indígenas como patrimonio intelectual y creación estética viva, cuyo valor forma parte de la riqueza cultural de nuestro país. Así
mismo, refrenda la importancia de las estampillas postales como embajadoras culturales de nuestro país.

El Museo de la Filatelia de Oaxaca no podía dejar pasar tan importante acontecimiento, por ello, la tarde-noche del viernes 24 de noviembre, se realizó la ceremonia de la réplica de cancelación de la nueva serie “México: Arte Textil”. Esta se conforma de trece timbres postales con diseños originales de artesanos y artesanas de trece estados de la República: Nayarit, Durango, Puebla, Oaxaca, Estado de México, Tlaxcala, Yucatán, Michoacán, San Luis Potosí, Sonora, Guerro, Chihuahua y Chiapas. Los valores faciales de los timbres van desde los 50 centavos hasta los $30.50, y los textiles originales forman parte del Acervo de Arte Indígena del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.

Una vez más Oaxaca está presente en una serie permanente. El tejido oaxaqueño que aparece en el timbre postal de $2.00 es un pozahuanco, enredo de gala procedente de Pinotepa de Don Luis: los autores pertenencen a la mixteca; la técnica utilizada es labrado de urdimbre en telar de cintura a partir de algodón teñido con añil y caracol púrpura, así como seda teñida con grana cochinilla; y su tamaño es de 114 x 172 cm.

Como dato curioso podemos decir que es la primera vez en la historia de las series permanentes que, junto a los trece timbres individuales, se emite un tríptico (carpeta) que contiene las fichas técnicas de cada estampilla. Así mismo, se imprimieron hojas recuerdo que incluyen, en una misma pieza, los trece timbres que conforman la serie. Indudablemente, una hermosa pieza digna de coleccionar.

Nadie sabe cuánto durará esta nueva serie, pero lo que sí sabemos —y nos llena de orgullo— es que cada estampilla con su singular belleza y simbolismo podrá viajar por los más de 190 países que conforman la Unión Postal Universal. Enhorabuena por la filatelia mexicana.


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