EDITORIAL

En el mes de marzo le dimos la bienvenida a la primavera, y con ello, aunque un poco adelantadas, a las jacarandas con su peculiar tono morado que engalana las calles de Oaxaca. Asimismo, recibimos un regalo en forma de dos libros: La dulce tinta de Al-Jawater y El poder de mis bisabuelos, el primero de la autoría de la doctora María Isabel Grañén Porrúa y el segundo una colaboración entre ella y Mira Harp.

Aparte de abrir las páginas de este boletín digital con una anécdota sobre estos libros, también les mostramos, queridos lectores, los contenidos que cada filial quiso compartir con ustedes. La victoria de los Diablos Rojos del México sobre los Yankees de Nueva York durante un encuentro espectacular el último domingo y lunes de marzo, es narrada por Agustín Castillo.

¡Enhorabuena, al equipo escarlata! Alejandro de Ávila vuelve con la saga sobre el trabajo que emprendió hace varios años con el joven tejedor de San Mateo del Mar, Noé Pinzón Palafox, y en esta ocasión nos relata acerca de dos técnicas de decoración tradicional en San Mateo, donde usan la trama base y la trama suplementaria, ambas empleadas magistralmente por Noé en un retrato del maestro Francisco Toledo.

Por su parte, el Museo de la Filatelia nos habla sobre una colección de estampillas alemanas al tiempo que nos revela cómo la filatelia se convierte en una aliada en el estudio de la historia, mientras que el Museo Infantil de Oaxaca, en sus esfuerzos por preservar la cultura del maíz, presenta al cuexcomate, un granero de origen prehispánico, que es parte fundamental de su exposición permanente “Un pueblo llamado Milpa”. Por otra parte, el Centro Cultural San Pablo comparte su actual exposición, “Convergencias”, una muestra colectiva con la cerámica como eje principal, que se encuentra habitando todos los espacios de San Pablo. Desde su área de Conservación de Fuentes Fotográficas, Adabi de México proporciona una explicación del proceso que se sigue para restaurar un panotipo característico del siglo XIX.

Igualmente, Andares del Arte Popular nos muestra en unas pocas líneas el proceso de talla de madera que llevan a cabo en el taller de la familia Ibáñez, quienes para elaborar sus piezas emplean copal y tintes naturales que dan lugar a hermosas figuras. Por último, Seguimos Leyendo y la Biblioteca Henestrosa dedican su espacio en este boletín para hablar de la lectura: los primeros desde la experiencia colaborativa de alguien que se une a las jornadas de trabajo de las Bibliotecas móviles, mientras que de la segunda se desprende una detallada reseña sobre una antología poética de Gabriela Mistral que se encuentra entre los libreros de la Biblioteca Henestrosa: Desolación; Ternura; Tala; Lagar.

Como cada mes te invitamos a visitar este boletín cuyas páginas se pueblan con fragmentos de lo que día a día se hace y se vive dentro de cada uno de los espacios de la Fundación.


Breve semblanza sobre los libros que nacen del amor

Fotografías: Acervo de Comunicación FAHHO

El pasado 12 de marzo, en el marco del cumpleaños número ochenta de don Alfredo Harp Helú, se llevó a cabo la presentación de dos libros que fueron un regalo para él y, sin duda, para la comunidad libanesa en México: La dulce tinta de Al-Jawater. La familia Helú Atta, libaneses en México y El poder de mis bisabuelos. El primero es una publicación para la cual, la doctora María Isabel Grañén Porrúa dedicó cuatro años a investigar, leer, escribir, reescribir, cotejar, consultar, debatir y, sobre todo, dialogar con el abuelo José S. Helú; mientras que el segundo resulta una interpretación y perspectiva desde los ojos de Mira Harp Grañén, una de las descendientes de don José.

La dulce tinta de Al–Jawater es un libro que se gestó de a poco. Involucró una idea nacida del amor, que luego creció al alimentarse del interés por conocer más sobre la historia de un suceso que dio origen a varias generaciones de personas: la migración libanesa en México. Quienes migran lo hacen para encontrar mejores oportunidades de vida. No por nada iniciamos como nómadas, nuestros ancestros dejaban su lugar de origen para encontrar alimentos y vivienda. Luego, se organizaron en sociedades y los conflictos políticos y sociales, así como los desastres naturales, se convirtieron en los principales motivos para migrar.

El libro de la doctora Grañén Porrúa conjunta historia y literatura. Respalda su investigación con fuentes documentales de primera mano: el periódico Al-Jawater / Las ideas, que era editado por José S. Helú, y otras publicaciones que refieren a este personaje, así como a la vida de los libaneses en México. Aunado a ello, la vena literaria que dominaba al editor de dicho periódico fue la guía que permitió a la autora darle un estilo único a la narración de la que nos hace partícipes a lo largo de veinte capítulos. Se entabla un diálogo entre la investigadora y el personaje, en el que a momentos escuchamos a don José contarnos aspectos de su vida en México en torno a su periódico: su llegada a territorio mexicano, sus primeros intentos de negocios, el nacimiento de sus hijos, las amistades entrañables, su eterno anhelo de volver algún día a la tierra que lo vio nacer…, mientras que la autora delinea con su voz los acontecimientos más relevantes en la historia nacional y mundial: el Porfiriato, la Revolución mexicana, la Gran Guerra, los últimos años del Imperio otomano (1516- 1916), entre los más destacados.

Existen grandes ejemplos de autores que siempre fueron migrantes viajeros en busca de su lugar en el mundo, basta con ver el suceso de los exiliados españoles que hallaron en México un terruño para hacer nacer sus ideas e inspiración, siempre llevando a cuestas la nostalgia por su tierra (Ramón Xirau, Tomás Segovia, María Luisa Elío, Luis Cernuda, Enrique Diez-Canedo, Alejandro Sinisterra, entre muchos otros). Sin embargo, el caso de la Dulce tinta resalta por dos motivos: primero, porque reúne entre sus páginas la experiencia migrante de un pueblo que por siglos había estado bajo la dominación extranjera, mayormente otomana, a partir de un relato con fotografías de esos primeros familiares libaneses asentados en México, muy al estilo de la obra De Líbano a México (1995) —libro igualmente nacido del amor—, y dejándonos sentir la calidez propia de los libaneses, por ejemplo, alrededor de la mesa, como lo hicieran de manera semejante Patricia Jacobs junto con otros colaboradores en el ya conocido Diccionario enciclopédico de mexicanos de origen libanés (2000). En segundo lugar, el peso del lenguaje académico se aligera gracias a la familiaridad con la que María Isabel describe y relata cada hallazgo para transformarlo en una anécdota acompañada de bellos poemas traducidos elegantemente por Nabil Semaan e interpretados por dos grandes poetas mexicanos: David Huerta† y Francisco Segovia.

Por su parte, El poder de mis bisabuelos es un gran ejemplo de que las historias se contagian e inspiran. Mira Harp Grañén también escribió su versión de la historia familiar que, por momentos, escuchaba de su madre cuando seguramente relataba sus descubrimientos durante la investigación. Con una conciencia de escritora que sigue las pesquisas que le darán las palabras adecuadas para narrar, Mira decide darle voz a la otra protagonista de la historia de la familia Helú Atta: Wadiha. Y así, dos obras que surgen de una misma idea, toman caminos distintos para llegar al público. Este segundo libro tiene una edición mucho más cercana a los jóvenes: bellamente ilustrada por Fernanda Narchi Harp, combina la historia y la ficción de una manera armoniosa.

Fotografías: Acervo de Comunicación FAHHO

El día de la presentación en el Centro Libanés en Ciudad de México estuvo ambientado por la alegría, los recuerdos y la nostalgia. Don Alfredo Harp Helú dio la bienvenida en la mesa de presentación, agradeciendo la asistencia y, sobre todo, el regalo a la comunidad libanesa en México y a los lectores, aunque principalmente a él y a su familia. Más que una ponencia que otorgara datos fríos de la investigación, la autora alternaba anécdotas con pasajes del libro y lectura de algunos poemas, en árabe en voz de Nabil Semaan y en español interpretados por Martha Trabulse. Estas intervenciones fueron contorneadas por las impresiones y comentarios de Shadi Rohana y Daniel Karam, presidente del Centro Libanés. Se hicieron dos presentaciones más de estos libros, una en el Centro Mexicano Libanés, Puebla, y otra en el Centro Cultural San Pablo, en Oaxaca.

Estos libros generaron una comunidad detrás de su elaboración. Como señalé al inicio, nació del amor, primero, de las autoras por su familia, por la investigación y la literatura; segundo, de los más cercanos colaboradores por amor a su pueblo y sus orígenes: Nabil Semaan y Martha Trabulse; y, finalmente, del equipo editorial: Verónica Loera y Chávez, Bernardo Recamier, Laura Vázquez, Juan Pablo Ruíz, Jessica Santiago y la autora de estas líneas, por amor a los libros.

Si quieres conocer y disfrutar de las páginas de La dulce tinta y Los poderes de mis bisabuelos, puedes adquirirlos en la Librería Grañén Porrúa.


Serie de reyes

Como en 1968, el corazón de los aficionados de los Diablos Rojos del México latió tan fuerte que los pulsos hicieron vibrar a la Estatua de la Libertad. La doble victoria de los escarlata ante los Yanquis de Nueva York en el Estadio Alfredo Harp Helú le dio la vuelta al mundo con la meteórica velocidad de las redes sociales y una cobertura sin precedentes para juegos de exhibición.

Desde que se anunció la presencia de los Mulos de Manhattan en la Ciudad de México para el 24 y 25 de marzo de 2024, el evento daba avisos de convertirse en el acontecimiento deportivo del año. No pasaron muchos días entre la confirmación de ambos encuentros y la venta de boletos, que, como era de esperarse, volaron con todo y las ya célebres kilométricas filas virtuales. Los llenos estaban garantizados.

Entre monarcas la comunicación raya en la perfección, y al referirnos a los Yanquis y a los Diablos Rojos estamos hablando de los equipos más grandes de sus circuitos, sin ellos las Grandes Ligas y la Liga Mexicana de Beisbol tendrían la resistencia de un puente colgante. Ambos equipos mostraron su clase en todos los sentidos para que los jugadores hicieran su parte y los aficionados gozaran con el espectáculo.

Reza el refrán que “el diablo está en los detalles” y vaya que fue cierto, más allá de los marcadores de 4-3 y 8-5, la memoria de quienes siguieron los dos encuentros registraron momentos que con el paso de los años llamaremos fábulas o leyendas de esta Serie de reyes: Escuchar a Frank Sinatra durante la presentación de los jugadores de los Bombarderos del Bronx y cuando saltaron al terreno; las miles de voces de aficionados de los Diablos coreando los apellidos de sus titulares a la hora de su introducción; Mariano Rivera y Alfredo Zurdo Ortiz haciendo los primeros lanzamientos; don Alfredo Harp Helú recibiendo una monumental porra desde el palco principal de la casa que él mismo construyó; el tapiz que hábiles manos oaxaqueñas tejieron para que los Yanquis se llevaran un pedacito de México; además de un cierre con estallidos de colores. Todos esos recuerdos se agolparán a la hora de que cada uno haga su particular resumen de dos días de ensueño en el Paraíso de los Diablos.

Esta vez no estuvo Ramón Arano, fue Trevor Bauer con su categoría de Cy Young el encargado de darle la bienvenida a los del Bronx; Julián Ornelas personificó al Diablo Montoya con la mejor atrapada de la serie; un grand slam del antillano Diosbel Arias marcó una voltereta de locura y el Haper Gamboa se volvió a volar la barda a la hora cero para recordarnos por qué es el capitán escarlata.

Los Yanquis de Nueva York y los Diablos Rojos del México lo volvieron a hacer: ratificaron que son los reyes y nos regalaron una Serie de Campeones.


El retrato mareño de Francisco Toledo

Fotografía: Noé compara su lienzo brocado con la fotocopia contrastada de la fotografía.

En seis números previos del Boletín Digital FAHHO hemos descrito el proyecto que emprendimos Noé Pinzón Palafox y yo hace nueve años, auspiciado por el Museo Textil de Oaxaca y apoyado por la Fundación Alfredo Harp Helú. Noé nació y creció en la comunidad ikoots de San Mateo del Mar, en el Istmo de Tehuantepec. Siendo niño, aprendió a tejer junto con sus hermanas Jazmín y Liliana bajo la guía de su madre, la gran artista textil Francisca Palafox Herrán. En un principio, Noé tejía lienzos en ligamento sencillo con una textura delicada y una cuenta muy alta de hilos, pero no labraba en ellos figuras brocadas. Así fue el primer ejemplo que conocimos salido de sus manos, un fino huipil blanco que exhibimos en el MTO en 2012 con motivo de “Telares que retoñan”, una exposición dedicada a jóvenes artistas textiles. Él tenía entonces dieciocho años de edad.

Tiempo después, Noé comenzó a perfeccionar su dominio de las dos técnicas de decoración que engalanan tradicionalmente a las servilletas y los huipiles de San Mateo. En la primera, la trama suplementaria (que generalmente es roja o de algún otro color saturado) se inserta entre los hilos de la urdimbre en la misma secuencia (uno por encima, uno por debajo, uno por encima, etc.) que la trama de base (generalmente es blanca, al igual que la urdimbre). La nombramos trama suplementaria porque podemos retirarla sin que se deshaga el tejido, a diferencia de la trama de base (también llamada trama estructural). En esta primera técnica, ambas tramas se tejen a todo lo ancho del lienzo. Para crear las figuras, la trama de color flota por encima de un cierto número de hilos de la urdimbre. Llevar una cuenta cuidadosa y constante de los hilos es el secreto para lograr los cangrejos, los pelícanos y otros diseños que lucen las servilletas de San Mateo.

En la segunda técnica, la trama suplementaria (antiguamente teñida con caracol púrpura) se inserta también entre los hilos de la urdimbre en la misma secuencia que la trama de base, pero en este caso no la acompaña a todo lo ancho del lienzo, sino que va delineando las figuras: la trama de color cambia de dirección después de un cierto número de hilos de la urdimbre, marcando así la orilla del triángulo, el rombo o cualquier otra figura que tenga en mente quien teje. En esta técnica, hay que insertar varias tramas cortas de color en diferentes puntos del lienzo, según lo requiera el diseño. Esto la hace un procedimiento laborioso, donde hay que manipular con cuidado muchos cabos sueltos para evitar que se enreden. La ventaja es que se economiza el consumo del hilo teñido, a la vez que se le protege del desgaste en la prenda terminada.

Al dominar la segunda técnica, Noé comenzó a diseñar y tejer huipiles comparables en calidad con los que logran sus hermanas. Emplea para ello algodón y seda teñidos con añil, grana y otros colorantes naturales, gracias a la colaboración con Remigio Mestas Revilla, hábil tintorero y gran conocedor y promotor de los textiles de calidad en Oaxaca. En 2014 invitamos a Noé a iniciar un proyecto conjunto para recrear el uso de materiales y estructuras de tejido que se usaron antiguamente en México, pero se perdieron generaciones atrás, incluyendo la pluma torcida con algodón como trama suplementaria, estudiada por Hector Meneses Lozano en su extraordinaria tesis de licenciatura. Noé aceptó nuestra invitación con entusiasmo. En un principio nos reuníamos cada sábado para trabajar a la sombra de un árbol en el Jardín Etnobotánico, pero el interés creciente de ambos nos llevó a formalizar un proyecto de tiempo completo, ahora en su noveno año.

Fotografía: El retrato terminado

En junio de 2018, nuestros colegas del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca nos comentaron que diversos artistas preparaban retratos del Maestro Toledo en distintas técnicas para festejar su 78° cumpleaños el 17 de julio. Teníamos ya el tiempo encima, pero Noé no titubeó cuando me aseguró que él podía tejer en menos de cuatro semanas mi propuesta: trasladar al telar un hermosa fotografía que le había tomado al Maestro en el Jardín nuestro compañero Geovanni Martínez Guerra, responsable
de la colección de plantas. Geovanni es originario de Juchitán; su espontaneidad afable y su buen humor le ganaron la confianza del Maestro, quien luce relajado en las fotografías que él le tomó.

Noé, por su parte, se ganó el aprecio del Maestro por su destreza y su diligencia. De vez en cuando, Francisco llegaba repentinamente al Jardín para conversar con él y para ver qué estábamos haciendo en el telar. Le preguntaba a Noé por don Arreveriano Platas, distinguido músico de San Mateo a quien él había grabado junto con Arturo Warman en los años 1970, para producir el legendario álbum Música de los huaves o mareños, publicado por la Fonoteca del INAH como disco de vinilo. La complejidad de los ritmos ikoots, puntuados por el repiquetear de las astas de venado sobre caparazones de tortuga, causó revuelo: era la primera vez que se escuchaba en el ámbito urbano una de las músicas más bellas de los pueblos originarios de México. Don Arreveriano había muerto varios años antes de que naciera Noé, pero seguían vivas otras personas en la población que había conocido el Maestro, de quienes podía darle cuenta Noé. Francisco escuchaba atento, al tiempo que observaba la danza de los dedos del joven entre los hilos.

No le revelamos al Maestro que le tejeríamos un retrato, para que fuera una sorpresa. A partir de la fotografía de Geovanni, primero fotocopiamos repetidamente la imagen para eliminar los grises. Para traducir la fotografía al tejido, le propuse a Noé emplear una tercera técnica de brocado, donde una sola trama suplementaria flota por el revés del lienzo entre un elemento y otro. Esto permite labrar el diseño con mayor rapidez. Con la figura en alto contraste en mano, invertida de izquierda a derecha para tejerla por el reverso, Noé comenzó a internalizarla en su mente. Preparó su urdimbre con hilo industrial de algodón calibre 60/2,1 mismo material que decidimos emplear como trama de base. Para cimentar el rostro en el extremo inferior del lienzo, propuse labrar un zigzag escalonado que aparece en los huipiles antiguos de San Mateo. Noé lo tejió con trama suplementaria de seda criolla hilada con malacate y teñida con grana por la familia de Moisés Martínez Velasco en San Pedro Cajonos. Conforme avanzaba en el diseño, Noé introdujo puntos de hilo emplumado (un torzal de algodón con plumón de ganso, garantizado por el proveedor como libre de sufrimiento animal), fabricado por Román Gutiérrez Ruiz en Teotitlán del Valle. Antes de torcer el plumón, Román lo tiñó con añil vegetal producido en Niltepec, en el distrito de Juchitán. Queremos pensar que estos toques rítmicos de pluma esponjada evocan el repiqueteo del asta contra el caparazón en la música mareña que fascinó al Maestro en su juventud.

Terminado el zigzag, Noé tejió las iniciales de las tres personas que le ofrecimos este regalo a Francisco: NPP – GMG – AdeÁ. Labró después las iniciales de las dos instituciones participantes: MTO – JEBOax, y por último la fecha del onomástico. Acto seguido comenzó el verdadero reto: centrar el rostro del Maestro en el lienzo y aplicar la trama de seda en todas las sombras del retrato. Noé lo logró no solamente con una sorprendente precisión, sino a una velocidad que nos dejó asombrados y que permitió terminar el regalo días antes de la fecha meta. Conforme plasmaba los rasgos faciales de Francisco, Noé fue introduciendo puntos gruesos de hilo emplumado de color azul añil en las sombras del retrato y de color natural del plumón en el contorno del semblante. No se aprecia en las fotografías que acompañan este artículo que la pluma vibra al menor soplo de brisa y el tejido parece entonces cobrar vida.

Concluida la última sombra de la cabellera, Noé tejió el título de la obra: RETRATO MAREÑO DE TOLEDO, antes de repetir el zigzag que había tejido al pie del cuello. Remató finalmente su trabajo al insertar las últimas tramas con aguja para lograr un lienzo de cuatro orillos, como en los huipiles más meritorios de San Mateo y de otras comunidades de Oaxaca. De esta forma, Noé no recortó un solo hilo ni dejó una sola hebra suelta, un alarde del que solo pueden jactarse los artistas textiles consumados como él. La pieza terminada fue exhibida en el IAGO el 17 de julio de 2018, el último cumpleaños que celebró nuestro querido Maestro, antes de caer enfermo y fallecer el año siguiente.

1 La primera parte del quebrado indica el número de veces que se estira el copo de algodón para adelgazarlo en la máquina de hilar; el 2 indica que el hilo resultante es un torzal de dos cabos.


La filatelia alemana

Fotografías: Acervo del Museo de la Filatelia de Oaxaca

Durante la pandemia y realizando trabajo a distancia, me fue entregada para su actualización y catalogación una enorme cantidad de estampillas postales de Alemania, provenientes de diversas donaciones entregadas al Mufi.

Al darme cuenta de la diversidad de ellas comencé por separarlas y descubrí que tenía frente a mí una colección vasta y compleja que incluía estampillas de los Estados Alemanes desde antes de su unificación en el Primer Reich, lo que implica la elaboración de un breve repaso histórico de ese proceso.

En el siglo XVIII, Austria ejercía la hegemonía sobre lo que fue el Sacro Imperio Romano Germánico, una serie de reinos y principados independientes hasta que comenzó a levantarse uno de ellos como potencia: Prusia, que tras la Guerra de los Siete Años sería el principal rival del Imperio austriaco.

Tras la derrota de Napoleón en 1814 se formaron El Congreso de Viena y La Santa Alianza con la intención de restablecer el orden tradicional, el equilibrio de poder y la hegemonía de las monarquías europeas bajo los principios del cristianismo, lo cual incluía frenar la influencia de Prusia sobre los 39 estados alemanes donde se gestaba precisamente la Unificación alemana, que, junto a la Unificación italiana, modificaría el mapa de Europa. Gracias a esta colección filatélica podemos seguir todos los cambios en la historia de Alemania hasta la reunificación de las Alemanias Federal y Democrática, de acuerdo con el tratado del 31 de agosto de 1990.

Las emisiones de timbres de todos los países incluyen diferentes tipos según su función: ordinarios, semipostales, de franqueo insuficiente —es decir, que falta una cantidad a pagar y que no cubre el sello utilizado— y oficiales. Con el tiempo se agregaron los aéreos, de entrega inmediata, de seguros, fiscales, de causas especiales —como la colección de tuberculosis en México— y muchos otros que harían muy larga la lista.

Aquí comienza la aventura de la colección filatélica alemana. Cada uno de esos reinos independientes emitió sus estampillas, ya que contaban con su propio sistema de correo e impresión, aunque compartían características, como las marcas de agua, que son símbolos e imágenes que se imprimen en el sello con diferente espesor de tinta y que generalmente se ven a contraluz.

En los reinos alemanes encontramos trece marcas de agua, algunas de ellas ilegibles, especialmente cuando la tinta del sello del correo era más fuerte. Para poder identificarlas tuve que pedir ayuda, ya que muchos de los sellos se imprimieron en diferentes años por lo que la marca cambiaba.

El primer sello se emitió en Baviera en 1849, se trata de un timbre en blanco y negro con el numeral 1. A partir de 1850-1851, en los demás reinos, comenzaron a salir sellos que incluían, además de numerales, el escudo de armas del reino y el retrato del gobernante, para después contener temas más variados.

Tras las guerras napoleónicas, el servicio postal en los estados alemanes estuvo a cargo de los descendientes de la familia Thurn und Taxis, quienes establecieron un servicio privado en Baviera, Hesse, Wurtemberg, Baden, Renania, Sajonia, entre otros, caracterizado por su rapidez que desde el siglo XVI ya era conocida en Italia, donde había sido instaurado por la familia Della Torre y Tasso —que germanizó su nombre a Thurn und Taxis—. A partir de 1886 comenzó a operar el Correo Imperial (Deutsche Reichspost) volviéndose oficial en 1871, cuyo primer director fue el prusiano Heinreich von Stephan, inventor de la tarjeta postal que sugirió utilizar al Gral. Otto von Bismarck, artífice de la Unificación alemana y fundador de la Unión Postal Universal en 1874. De 1900 a 1922 cambió a Imperio alemán (Deutsches Reich), entonces se emitieron los primeros sellos conmemorativos, semipostales y aéreos. En 1910 se imprimió el Catálogo Michel (Michel-Briefmarken-Katalog) que es uno de los más completos, si no es que el más completo sobre los sellos postales; es obra de Hugo Michel de Apolda, Turingia y hoy día cuenta con cuarenta volúmenes.

Los sellos que separé para su posterior catalogación e integración a álbumes organizados por periodos históricos fueron los de Bremen, Brunswick, Bavaria, Hesse, Hamburgo, Hanover, Lubeck, MecklenbergSchwerin, Prusia, Sajonia, Schleswig-Holstein, Wurttemberg, algunas colonias de África y Nueva Guinea, Berlín, Alemania Democrática y de la ocupación alemana tras la II Guerra Mundial por parte de los Aliados.

Al tener ya separados los sellos por regiones, me dediqué exclusivamente a los que pertenecen al conjunto llamado Alemania Federal. De esos sellos está integrada la exposición, un trabajo que abarca un periodo que va de 1872 a la época actual con quince marcas de agua y leyendas diferentes según el año de impresión al que pertenezcan.

Un ejemplo son los sellos con el dibujo de Germania que, por encargo del Kaiser Guillermo, realizó el artista del Art Noveau Paul Eduard Waldraff con emisiones en 1900, 1902, 1905–19, 1916–19 y 1920, cuyo valor va desde los veinticinco centavos de dólar a los setecientos dólares, algunos imperforados, con marcas de agua y perforación de distintas medidas, con sobrecarga y leyendas diferentes, ya que en ciertos ejemplares aparece Reichpost y en otros Deutsche Reich. Estas diferencias, que a simple vista no notamos, hacen que el valor de un sello sea diferente, por lo que hay que ser muy cuidadosos a la hora de catalogarlos.

Tras el Tratado Versalles, Alemania fue duramente castigada en su economía y la devaluación de su moneda se evidencia en los sellos postales, entre 1919 y 1923, cuando el dólar americano estuvo por encima del marco alemán, en el que vemos impresos precios de miles, millones y billones de marcos.

A partir de 1928 se imprimen timbres con precios estables y temas diversos, ya sean personajes históricos y políticos; sobre cultura y arte, o acerca de sitios históricos como ciudades y castillos. De 1928 a 1932 se emitió la serie con los presidentes de la República de Weimar, Friedrich Ebert y Paul von Hindenburg, aunque de Hindenburg habrá emisiones posteriores en 1933 y de 1933 a 1936.

En 1934, con el nacionalsocialismo en auge, los timbres comienzan a mostrar temas en favor de la guerra, el ejército, los héroes de guerra, sobre la recuperación de la región del Sarre además de revelar el símbolo característico de esta ideología. Para 1937, la propaganda nazi que impera en los sellos se dedicó exclusivamente a emitir retratos de Hitler, hasta 1944.

En 1945 cesó la impresión para retomarse en 1946 con la leyenda “Deutsche Post”, en 1951–1952 cambió a “Deutsche Bundepost” permaneciendo así hasta el sello del 6 de abril de 1995 —que se conserva hasta el día de hoy— con el cual se conmemoró el tricentenario del nacimiento del arquitecto Johann Conrad Schlaun, así como los 150 años de las Conferencias de Vinsenz.

La Filatelia es una pasión que se aprende día a día y nos muestra distintos aspectos de la historia mediante sus estampillas, por eso se la considera una de las auxiliares en su estudio, al igual que la numismática. A veces puede resultar tedioso estar separando los sellos, pero el trabajo final es el que remunera con creces ese tiempo invertido.


Talla en madera

Fotografías: Acervo de Andares del Arte Popular

La comunidad de San Antonio Arrazola se ubica en los terrenos de la que una vez fue la Hacienda Arrazola, lugar en el que la gente trabajaba en la producción de azúcar, panela y aguardiente. Hoy en día podemos apreciar diversos talleres que se dedican a la talla en madera, en donde estas piezas cobran vida gracias a la decoración con múltiples colores que nos enamoran al verlos.

La madera que se usa para elaborar estas piezas es la de copal, cuyo árbol de procedencia varía dependiendo de la especie, de los cuales siete pueden ser utilizados para este trabajo: copal tecomaco, copal blanco, copal lima, copal macho, copal copalero hembra, copal copalillo y copal de resina.

El taller de la familia Ibáñez, dirigido por el maestro Luis Raúl Ibáñez y su esposa Lilia García, ha heredado y resguardado el proceso tradicional de este trabajo, ya que desde 1927 San Antonio Arrazola fue reconocido por la realización de piezas de talla en madera, gracias a la labor del maestro Manuel Jiménez, pionero, quien utilizaba tintes naturales para la decoración, como la granada, flores, tallos de plantas, de base la cal y el jugo de limón; para degradar los colores y obtener los que fueran necesarios

Desde 1995, a la edad de 11 años, el maestro Luis Raúl comenzó a trabajar con el copal, quien aprendió de la mano de su padre y su hermano mayor. El copal que utiliza el maestro es el copalero hembra, una especie que tiene pocos nudos y es muy suave al ser manipulada. Cuando la madera está lista para ser transformada en una pieza, se lleva a cabo el siguiente procedimiento:

Tallado
Consiste en trabajar la madera verde para su fácil manipulación; las herramientas utilizadas son el machete y las gubias.

Secado
Para poder seguir trabajando la pieza es necesario que se deje secar bajo el sol; el tiempo de secado varía dependiendo del grosor de la figura.

Resanado
Esta parte del proceso consiste en cubrir las grietas que se le hacen a la pieza al momento del secado. Cuando está seca, se procede a tomar pequeños pedazos de la misma madera que son introducidos en las grietas para que la pieza quede completa.

Curado
Al pasar las piezas por todos los procesos anteriores se les aplica un protector de madera o se baña en gasolina para que quede hidratada; con esos dos tratamientos ya no hay riesgo de que la polilla dañe las piezas.

Pulido
Consiste en lijar la pieza para eliminar imperfecciones y dejarla con una textura fina y suave, para este proceso se utiliza una lija fina y otra gruesa.

Decoración
Esta es la parte final, en la que se utilizan distintos calibres de pinceles y pintura acrílica para poder decorar; la ornamentación puede variar dependiendo de la imaginación de los maestros, y es por esta razón que cada taller es único. El maestro Raúl elabora gallos, conejos, gatos, perros, guajolotes, águilas, zorros, entre otras figuras. Dependiendo de la talla que elabore, utiliza el acabado de plumaje o de pelaje.

Te invitamos a conocer el trabajo de la familia Ibáñez en Andares del Arte Popular: Avenida Independencia 1003, Centro, Oaxaca.


La preservación de la memoria fotográfica

Fotografías: Acervo de Adabi

Adabi de México tiene el agrado de compartir los resultados del trabajo de conservación realizado a un ejemplar fotográfico único, considerado así por ser representante del uso de técnicas fotográficas decimonónicas que, por su fragilidad y conformación, resulta difícil de encontrar. Se trata de un panotipo o melanotipo (1850-1880), el cual cumple con todas las características del proceso correspondiente a una imagen que se imprime sobre una emulsión sensible de colodión que, a su vez, se coloca sobre un soporte secundario —como el lino, en este caso— usualmente recubierto con óleo, papel o esmalte negro para ser protegido finalmente con cera o una especie de barniz.

En este caso, el ejemplar presenta deformaciones mínimas a causa de la adhesión de origen del pie de foto, hecha de papel fijado con cola (en el reverso), donde se inscribieron los nombres y la fecha de muerte de los dos personajes retratados. La fotografía tiene pequeñas zonas de escamación (emulsión) de la imagen debido a la rigidez del colodión en contraposición con la flexibilidad del soporte de lino. No obstante, el estado de conservación que ha mantenido el panotipo es notable si tomamos en cuenta el tiempo transcurrido desde su creación y la fragilidad de sus componentes.

Dentro de las medidas utilizadas para su protección se requirió la inclusión del delicado ejemplar en un montaje rígido.

Esta medida reducirá el impacto nocivo del medio ambiente y los estragos de una manipulación directa. La cartulina de algodón empleada para la manufactura del estuche mantendrá firme el soporte de lino para evitar más zonas de escamación. Los materiales seleccionados para crearlo fueron únicamente cartulinas, cintas y películas de calidad, elementos tanto física como químicamente estables a largo plazo.

Las recomendaciones para la custodia de este tipo de ejemplares se relacionan directamente con la incidencia de la radiación ultravioleta, por lo que el montaje tipo cartera abierto permite visualizar al ejemplar (anverso y reverso), y cerrado evita la acción de la luz sobre la delicada imagen. Asímismo, el montaje fue incluido en una caja pequeña de polipropileno negro de tal forma que la incidencia de luz sea minimizada en un segundo nivel. Finalmente, se recomienda conservar este tipo de ejemplares en espacios con condiciones ambientales estables y que mantengan, preferentemente, un rango de temperatura (18° C) y una humedad relativa (55 %) constantes. Ante cualquier duda, es aconsejable dirigirse con un profesional en el ámbito de la conservación del patrimonio fotográfico.

La Coordinación de Archivos Civiles y Eclesiásticos y la Coordinación de Conservación de Fuentes Fotográficas agradecen la confianza de todos los responsables de verdaderos tesoros que permiten a ADABI realizar trabajos relacionados con la conservación de la memoria fotográfica nacional, para que pueda ser compartida con todo aquel interesado en conocerla.


Arte es magia, magia es poesía

El Centro Cultural San Pablo presenta la exposición “Convergencias”. Mediante cerámica, pintura, dibujos y otros medios, diecinueve artistas reunidas en el Taller 931 exploran y comparten la voluntad de hacer surgir algo: aves que se desplazan sin movimiento, un fragmento de desierto ideal para un embajador de las cactáceas, el origen de las olas cuyo deseo solamente conoce la luna, esferas que comprenden y construyen espacio, un corazón que funciona latiendo significados, luces de papel que transforman el espacio en un lugar sagrado, poesía que se traduce en cerámica, retratos múltiples que configuran una sola persona, alas de ángeles que se dejan ver, etc.

Según la antigua tradición védica el mundo que habitan los seres humanos es creado por el vuelo de un ave:

Un día el ave Garuda abrió el cascarón de su huevo, había esperado 500 años; lo primero que observó fueron los ojos de su madre, reconoció en ellos el fuego que le permitía vivir y supo cuál era su destino: obtener el soma y entregarlo a la mujer que tenía esclavizada a su madre para que la liberara.

Para cumplir esa misión, que dura un solo día de mil años, el ave Garuda vuela batiendo lentamente sus alas, proyectando sombras más grandes que montañas, y creando el espacio que pueden habitar los
seres humanos.

La artista María Sordo construyó una instalación de 105 aves de cerámica, que convierten un muro alto en un fragmento de cielo, inmenso, profundo y blanco desde el cual las aves surgen de sí mismas: aves hermosas de cerámica que son la idea de aves y, en cierto mundo, son las aves.

Entre las ideas que Elliot Weinberger recopila sobre la antigua fascinación occidental por la India, menciona que allá predicen el futuro por el vuelo de los pájaros.

María Sordo también construyó una instalación de veinticinco aves conviviendo con agua y con piedras antiguas en el patio lateral de San Pablo: cada una de esas aves lleva en su cuerpo figuras y detalles
esgrafiados, pectorales dibujados o adheridos, mensajes y símbolos hechos con diversos materiales y técnicas; funcionan individualmente como un signo, como una palabra, o un secreto; pero en conjunto también construyen una metáfora sobre el significado de las aves que, por estar más cerca del cielo, conocen algo que los humanos no, pero la artista logra intuir.

En la misma exposición, Elena Sánchez Mejorada presenta una instalación titulada: “El Jardín de Nando”, en honor a Hernando Sánchez Mejorada, uno de los pioneros de la exploración botánica de cactáceas en México, quien fuera presidente de la Sociedad Botánica de México y fundador de la Sociedad Mexicana de Cactología A. C. Su contribución a la difusión del conocimiento de la flora de México le valió el reconocimiento de sus colegas, y que ahora, una hermosa cactácea, descubierta en 1992 en Nuevo León, llevara por nombre Mammillaria sanchez-mejoradae.

Sobre tierra verde de Oaxaca, Elena Sánchez Mejorada, colocó muchas formas de flora y fauna de cerámica, reconstruyendo con afecto las plantas naturales, los insectos y los animales que habitan zonas áridas de nuestro país.

Cactus, nopales, arañas, escarabajos de todo tipo; aves pequeñas y grandes, detenidas sobre una planta o en vuelo; serpientes calmadas, pequeños caballos metafóricos sin jinete; todo conviviendo con tablillas y pergaminos enrollados que guardan secretos; esferas y vasijas como vestigios de una civilización conocida pero que se descubre de nuevo.

La instalación de Elena Sánchez Mejorada es un mundo, y una disposición para comprenderlo. En el centro de la obra hay tres personajes haciendo un ritual con mucho cuidado pues, como se sabe, el orden preciso en el ritual es vital; y en la construcción de una obra de arte, cada gesto y cada pieza pone en marcha una forma de entender la vida.

El mundo que trae a colación esta instalación es uno muy cercano a la poesía, pues mientras las piezas de cerámica representan: cactus, aves, bichos buenos, etc., al mismo tiempo están cargadas del afecto, la memoria y la propia vida de la artista.

Si el arte se trata de la experiencia humana en todos sus aspectos, Elena Sánchez Mejora nos recuerda que elaborar una obra de arte es un proceso similar a la magia, y que puede haber poesía en la humildad o la grandeza de cada día.


La formación en la presencialidad, en voz de un docente

Hace aproximadamente cuatro meses tuve el gusto de compartir una jornada de cuatro horas de trabajo con el equipo de mediadores del proyecto Bibliotecas móviles de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.

Coincidió que viajaba al hermoso México desde mi ciudad natal Buenos Aires, fue una larga gira de trabajo por varias regiones del país. Oaxaca siempre estuvo presente en los proyectos de formación continua, así fue como se gestó un encuentro fructífero vivencial, que siguió de manera virtual con charlas, archivos sonoros, intercambio de materiales, entre otras riquezas mutuas.

Conocí a los diez promotores de las Bibliotecas móviles rurales y a los cuatro de las urbanas. En las siguientes líneas expreso los logros más significativos de este intercambio, a modo de testimonio:

  1. La exploración en intercambio de puntos de vista acerca de nuestras miradas sobre un acervo amplio y diverso de materiales de lectura.
  2. Los comentarios generados a partir del sentido común, en muchos casos enriquecidos por conceptos teóricos en relación con las dificultades que implica el acercamiento a la lengua escrita.
  3. El planteamiento de la necesidad de relacionar la práctica de la lectura con la práctica de la escritura.
  4. Las reflexiones que permitieran reconocer la voz como materia para que la lectura en voz alta, más que una experiencia motivadora, fuera una alternativa de reconocimiento de las capacidades de construcción de sentido de cada lector.

Fue muy grato para mí conocer a un grupo diverso en edad, género, experiencia laboral y criterios de prioridad para el trabajo de campo. Esto hace de los encuentros de lectura comunitaria algo vivo en función de las condiciones socioculturales de los grupos a los que prestan servicio.

Debo decir que mi asombro fue grande al conocer la entrega que caracteriza el trabajo de este equipo dadas las dificultades de movilidad y muchas veces la precariedad material comunitaria en la que deben generar espacios para la lectura.

Mi conclusión, aunque obvia, no la quiero soslayar, es que para la formación de mediadores de lectura no hay nada que supere la presencialidad. Esto lo pude comprobar una vez más en el trabajo realizado.

Agradezco a la FAHHO las facilidades brindadas, siempre aprendo de los colegas, fue un placer trabajar con tan buen equipo.


La vuelta al mundo en un cuezcomatl

A veces, una visita al museo genera más preguntas de las que responde: plantea nuevos porqués, nuevos cómos y nos invita a imaginarnos otras realidades. Tales paseos de la curiosidad son los que alimentan el conocimiento y la creatividad del público que los disfruta, así como de quienes trabajamos a diario en estos espacios tan especiales.

Eso fue justamente lo que nos sucedió en el Museo Infantil de Oaxaca cuando diseñamos la exposición “Un pueblo llamado Milpa”, a mediados del año pasado. La construcción de una troje de origen prehispánico en las antiguas bodegas de carga del ferrocarril fue el inicio de un gran viaje en cuezcomatl alrededor del mundo.

Las niñas y niños que visitan el MIO aprenden que el cuezcomatl1 es el lugar donde duermen los granos del maíz. Sin embargo, también les enseñamos que esta casita de palma y barro es mucho más que un viejo edificio que aún vemos en algunos pueblos mexicanos. Es un patrimonio que habla de quiénes somos y nos permite acercarnos a otras culturas en distintas partes del mundo.

Al investigar sobre el cuezcomatl, aprendimos que también el arroz, el mijo, la cebada y el trigo tienen sus casas. De hecho, cada cultura que da importancia al cultivo de algún grano procura construir sus propios graneros, los cuales siempre reflejan su forma particular de entender el mundo.

Algunas de las similitudes entre estos edificios son fáciles de apreciar a simple vista. Un ejemplo está en la forma de elevarlos por encima del suelo. Ya sea que se construyan sobre una estructura de troncos o que se monten sobre un zócalo de piedras encimadas, un criterio que responde a una necesidad común: la seguridad de los granos.

Aunque los productos que resguardan, los materiales de su construcción y las culturas que edifican los graneros sean diferentes, los riesgos son los mismos en todas partes: la humedad, el agua de lluvia y los animales del suelo amenazan no solo al alimento, sino también a la continuidad del cultivo. Después de todo, si no hay más granos que sembrar en la próxima temporada, no habrá más comida para los agricultores y sus familias.

Sin embargo, no debemos olvidar que cada granero es tan único como la cultura que lo construye. La forma de los cuezcomatls, por ejemplo, nos puede resultar familiar si nos fijamos en los jarrones de barro que se elaboran en Puebla y Morelos. De igual manera, los cabazos de ciertas partes de España son construidos con varas entretejidas y se parecen mucho a un gran cesto para guardar trigo y centeno. En ambos casos, el granero parece ser el punto exacto donde se cruzan arte popular y arquitectura.

Su ubicación en cada vivienda también nos dice mucho sobre la cultura de sus constructores. En las casas rurales mexicanas, el cuezcomatl solía situarse en el patio central, con el resto de los edificios rodeándolo; era el corazón del hogar, literal y simbólicamente. Por otro lado, en Indonesia, el pueblo minangkabau levanta sus rangkiang en el patio principal de la casa, donde también se utilizan como altares a Dewi Siri, la diosa del arroz. Finalmente, los espectaculares graneros de Malí cumplen una función todavía más prominente, ya que estas estructuras de arcilla, levantadas todavía por el pueblo dogón, conforman prácticamente la totalidad de sus viviendas.

A quienes estamos acostumbrados a la vida en las ciudades, quizá nos resulte un poco extraño destinar tanto espacio a guardar cereales. Sin embargo, el simple hecho de detenernos a observar las expresiones tradicionales de nuestro entorno puede llevarnos a lugares fascinantes y viajes inesperados. Si quieres conocer de cerca nuestro cuezcomatl y aprender sobre otras tradiciones inspiradas en el maíz, no te olvides de visitar la exposición “Un pueblo llamado Milpa”.

Te esperamos de martes a domingo, entre las 11 y las 18 horas, en el MIO.

1 En el náhuatl, la x de cuexcomate —ortografía más popular con la que es conocida la troje— se pronuncia como sh, mientras que todas las fuentes lingüísticas históricas y contemporáneas indican que “troxa o alholi de pan” (como lo glosó Alonso de Molina en el diccionario clásico de esta lengua) se pronuncia kweskomatl (usando el alfabeto fonético internacional) y se transcribe cuezcomatl.


Un poema muchos poemas

Gabriela Mistral, Desolación; Ternura; Tala; Lagar,
Editorial Porrúa, México, 1973.

¡Libros, callados libros de las estanterías,
vivos en su silencio, ardientes en su calma;
libros, los que consuelan, terciopelos del alma,
y que siendo tan tristes nos hacen la alegría!

G. Mistral

Entre el vasto y maravilloso acervo de la Biblioteca Henestrosa, se encuentra Desolación; Ternura; Tala; Lagar, un compendio de la poesía de Gabriela Mistral; fueron varios los motivos que me hicieron inclinarme por reseñar este título, todos ellos encadenados de algún modo. En primer lugar, quisiera señalar que el 2 de abril se celebra el Día Mundial del Libro Infantil y Juvenil y el 23 el Día del Libro, por lo que me parece atinado unir estas celebraciones a la del nacimiento de Lucila Godoy Alcayaga, mundialmente conocida como Gabriela Mistral, el 7 de abril (Vicuña, Chile, 1889).

La vida y obra de Gabriela Mistral estuvieron fuertemente ligadas a la infancia y a los libros, gracias a su labor como maestra rural, incluso, en México, donde José Vasconcelos la invitó a participar en la Secretaría de Educación Pública para trabajar con los sectores más desfavorecidos de la población, ya que Mistral poseía una profunda experiencia docente, una abundante producción de textos sobre educación pública y una activa participación en la creación de innovadoras políticas en educación. Su afán se centró en los modos de aprender a leer, la calidad de los materiales educativos y el papel de las bibliotecas en estos procesos. En Magisterio y niño enuncia con claridad el objetivo de la vida docente: “Enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clase. Enseñar con actitud, el gesto y la palabra”. Antes que señalar su ya conocido Premio Nobel de Literatura (1945) —la primera mujer y la segunda persona latinoamericana en obtenerlo—, me pareció relevante destacar la labor docente de Gabriela Mistral, ya que alimentó su vena literaria, especialmente la poética. Desolación; Ternura; Tala; Lagar evidencia como algo primordial en la vida de Lucila su inquietud pedagógica; su celebración de la tierra y el paisaje; una contemplación funesta del amor en un sentido muy personal; la muerte en forma de suicidio; la religiosidad; la maternidad; y la infancia como tópico para mover a la denuncia de un estado de cosas.

Como su título lo indica, y en palabras de su autora, Desolación (1922) es un “libro amargo” al punto que se ve en la necesidad de pedir perdón a Dios, así como a quienes ven a la vida con dulzura. Es una novela hecha poemas o un poema novelado sobre Gabriela Mistral, el seudónimo, la escritora, la poeta y sus experiencias tempranas en torno a la infancia, el amor, Dios, la naturaleza, el dolor y la muerte; aquí todo es tan personal que alcanza a toda su preocupación y sus sentires por América Latina, por inventar un devenir propicio para las nuevas generaciones. Por eso no hay lugar para lo tibios ni para los desapasionados que parecen muertos en vida, esa es la razón por la que la vida y la muerte se extrapolan.

En una segunda edición Desolación (1923) incluyó canciones de cuna y cuenta mundo, que se volverían a publicar en la primera edición de Tala (1938), así como en la edición de 1945 de Ternura. Quizá sea Tala uno de los libros más importantes de Gabriela Mistral, ya que muestra un estilo más definido, con una poesía mucho más simbólica y misteriosa, cuyos temas principales son la infancia, la maternidad, el amor, la locura, la muerte y lo indígena. El poemario arranca con “Muerte de mi madre” y, entonces, Tala refiere a la pérdida, al acto de “talar”, pero también a la esencia y naturaleza íntima de las cosas, así como a un juego infantil, de modo que la idea de que las cosas convergen en un todo universal se encuentra presente en esta obra.

Si la amargura atraviesa Desolación, la felicidad cruza Ternura, cuya primera edición llevó por subtítulo “Canciones de niños”. Se trata de una obra pionera porque se dirige exclusivamente al público infantil a partir de la recuperación de la tradición oral de la canción de cuna latinoamericana. Al hacerse ella misma una niña para retornar a la expresión infantil, Mistral encuentra en el contar-cantar una forma de comunicar desde y para el lenguaje de la infancia.

La práctica permanente de reescribir, reagrupar, reeditar y trasladar sus poemas de un libro a otro habla de la escritura creativa como un proceso inacabado, pero que para Gabriela Mistral finalizó con la creación de Lagar (1954). Se trata de un poemario inconcluso, pero que acumula todo el proceso creativo de su autora a partir de Desolación. Los temas de estos poemas son las grandes penas y tragedias de la humanidad —como la Segunda Guerra Mundial—. Lagar es el espacio donde se pisa la uva, se prensa la aceituna o se machaca la manzana para obtener todo de cualquiera de esos frutos.

Hay en esa situación una pérdida de identidad para alcanzar la transformación. Es esto lo que permite a Mistral una interiorización profunda y una especie de anulación de la temporalidad para hablar con y quizás también por los muertos, de modo que la labor poética se convierte en una necesidad personal y social de mediación entre el más allá y el más acá, pero especialmente entre las cosas y los seres del más acá. Una clase de mediación necesaria para seguir existiendo, esperando y soportando el porvenir.


EDITORIAL

Como gran aficionado al Rey de los Deportes, don Alfredo Harp Helú ha sido testigo de la evolución de los Diablos Rojos del México, algo que lo llevó, como miles de aficionados también, a seguirles la pista en los cuatro parques previos al actual estadio que ahora es el hogar de los escarlata. “Vivir y morir jugando beisbol” es la frase con la que Alfredo Harp define su amor por el juego de las inteligencias y, en definitiva, es gracias a esa pasión que en febrero y marzo dos de los recintos más emblemáticos del beisbol mexicano cumplieron su primer lustro de existencia: el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano en Monterrey, Nuevo león, y el Estadio Alfredo Harp Helú en la Ciudad de México, respectivamente.

Las hazañas que se cuentan en los textos de este especial del Boletín Digital FAHHO contienen historias que reflejan con claridad el trabajo en equipo, la visión de un objetivo y, sobre todo, la pasión por un deporte tan maravilloso como el beisbol. “La revolución del beisbol mexicano” o la “materialización de un sueño” es como se le define a la construcción del Estadio Alfredo Harp y a la concreción del proyecto del Salón de la Fama, pero la edificación de este último, interrumpida en varias ocasiones, se llevaría a cabo hasta la “toma de estafeta” por parte de don Alfredo.

Y como toda historia, las de ambos espacios no carecen de vivencias, aprendizajes y ciertos retos que han sido sorteados con gran ánimo. Leer acerca de la planeación casi milimétrica y la construcción de dos monumentos dignos de llamarse obras de arte, el esfuerzo que, a la fecha, se refleja en la gran asistencia de aficionados, o sobre los recintos que albergan (la Biblioteca BS Salón de la Fama y el Museo Diablos), nos devela que la intención es brindarles a los mexicanos y a los visitantes de otros países un par de espacios que conjuntan deporte, cultura y arte. Más que un trabajo, se trata de una vocación que conduce a todo el personal del Salón de la Fama y del Estadio Alfredo Harp a desempeñarse con excelencia, de tal forma que los mejores resultados se reflejan en que cada aficionado a este deporte pueda llamar “hogar” a estos magnos recintos.

En esta ocasión compartimos con ustedes estos textos festivos en torno al Estadio Alfredo Harp Helú y el Salón de la Fama, con el afán de mostrar otros logros de la Fundación Alfredo Harp Helú para seguir difundiendo e infundiendo en la sociedad mexicana el amor por el deporte y la pasión por el beisbol.


La flama de la inmortalidad sigue encendida

Fotografías: Acervo del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano

Uno de los sucesos más importantes de los últimos años en el mundo del beisbol en México fue la inauguración del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano, acontecida el 20 de febrero de 2019, dentro de las instalaciones del Parque Fundidora en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.

Este proyecto dio continuidad a la institución del Salón de la Fama del Beisbol en México, idea de Alejandro Aguilar Reyes Fray Nano, surgida en 1939 e implementada el 10 de marzo de 1973, gracias al apoyo de don Eugenio Garza Sada para construir un edificio y patrocinar su funcionamiento durante cuarenta años, mismo que llegó a su fin el 13 de junio de 2013, día en que cerraron sus puertas.

Sin duda alguna, eran malas noticias para el beisbol mexicano: así desaparecía el recinto donde se había reconocido la trayectoria de los grandes ídolos del diamante, incluyendo a directivos, cronistas y ampáyeres que hicieron historia en el Rey del Deporte en México. Además, terminaba la época del referente histórico, el prestigiado recinto, el lugar obligado para visitar, no solo para los amantes del beisbol, sino para los turistas nacionales y extranjeros que se encargaron de difundirlo de manera contundente.

Parecía que el destino del Salón de la Fama llegaba a su fin, aunque hubo la intención de llevarlo a Culiacán, donde incluso el gobernador del estado trató de darle continuidad con la adecuación de un edificio para tal efecto. Sin embargo, los directivos de la Liga Mexicana de Beisbol, encabezados por su presidente, el C. P. Plinio Escalante Bolio, hicieron lo posible por que el Salón de la Fama permaneciera en Monterrey. Fue entonces que surgió la figura de don Alfredo Harp Helú, quien con mucha determinación tomó la estafeta para hacerse cargo del recinto y así evitar que saliera de la Sultana del Norte.

Fotografías: Acervo del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano

Ya con la disposición de apoyar al recinto, él bien pudo habérselo llevado a Oaxaca o a la Ciudad de México, pero prefirió dejarlo en Monterrey por dos razones: primero, “por respeto a la memoria de don Eugenio Garza Sada, quien patrocinó la construcción y operación del anterior Salón de la Fama durante 40 años”, declaró textualmente don Alfredo Harp en su mensaje durante la firma del convenio con las autoridades del estado, el 30 de noviembre de 2015, en el Salón Sopladores del Parque Fundidora. Y, segundo, por ser Monterrey la ciudad que había obtenido la sede permanente del Salón de la Fama por unanimidad, otorgada por la Asociación de Ligas Profesionales de Beisbol de la República mexicana el 20 de mayo de 1971. Don Alfredo proporcionó el apoyo incondicional para patrocinar la construcción monumental del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano y la operación de este. La obra estuvo a cargo del arquitectoDaniel López Salgado, quien realizó el diseño arquitectónico, y de la mano de la Constructora Maiz Mier, presidida por José Maiz García, construyó un edificio espectacular que obtuvo tres galardones en el Gran Premio Obras CEMEX 2021: el primer lugar internacional en Innovación a la Construcción, el primer lugar nacional en Innovación a la Construcción y el tercer lugar en Espacios Colectivos, convirtiéndose en la obra cumbre del beisbol mexicano.

La magna construcción está erigida con ladrillo rojo estructural para unir el inmueble a la tradición de los edificios industriales icónicos de Monterrey, como la misma Cervecería y la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey. La variedad de formas de las bóvedas en la construcción está inspirada en la geografía característica de la ciudad de Monterrey y rinde homenaje al perfil de las montañas de la Sierra Madre Oriental que enmarcan y embellecen la ciudad.

Fotografías: Acervo del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano.

Gracias al impulso y al apoyo incondicional de don Alfredo, el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano se yergue altivo y monumental a un costado del Paseo Santa Lucía, albergando las placas y las piezas que pertenecieron a los inmortales del beisbol nacional. Al mismo tiempo, el imponente edificio es uno de los destinos turísticos más atractivos y de mayor reconocimiento en la Sultana del Norte. De esta manera, ¡la flama de la inmortalidad en el beisbol mexicano sigue encendida!


El primer hogar propio de los Diablos Rojos

Fotografía: Acervo del Estadio Alfredo Harp Helú

El sueño compartido por miles de aficionados, aquel que por años acompañó sus noches haciéndolos suspirar, hoy cumple un lustro de existencia: el Estadio Alfredo Harp Helú se levantó en 2019 para cambiar la forma de ver y vivir el beisbol en la Ciudad de México. Los viejos fanáticos, los que llevan algunos años y los nuevos aficionados, hoy están uno al lado del otro compartiendo un mismo hogar: la casa del beisbol, que es mucho más que un estadio.

Con dieciséis títulos y 79 años de exitosa existencia, los Diablos Rojos del México finalmente cumplieron uno de los más grandes sueños de su fiel y noble fanaticada, así como el de uno de los más grandes aficionados al beisbol, cuando el 23 de marzo de 2019 se abrieron las puertas del Estadio Alfredo Harp Helú, que se convirtió en el primer estadio de beisbol propio del equipo.

Años de planeación, esfuerzo y trabajo incansable del C. P. Alfredo Harp Helú finalmente se hicieron realidad ese sábado, cuando el México recibió a un equipo de prospectos de los Padres de San Diego para inaugurar oficialmente el sueño que don Alfredo materializó.

Y como todos los proyectos encabezados por el contador público, el Diamante de Fuego se convirtió en una obra magnífica en todos los sentidos, que, de acuerdo con el arquitecto encargado de crear este sitio, desarrolló su propia personalidad.

“Se convirtió en un espacio íntimo: una de las intenciones con las que se creó fue hacer sentir a los fans que estaban en casa, en la casa de los Diablos”, explicó Francisco González Pulido. “Es un estadio transparente, no un contenedor donde todo está encerrado. Desde ahí puedes ver la ciudad, los rascacielos, los volcanes y la Magdalena Mixiuhca. Aquí se funden elementos de la cultura prehispánica con la modernidad, pero una modernidad sobre el futuro de México de una manera reinterpretada, con elementos que nos recuerdan al país, pero que a su vez nos transportan a un México nuevo, y creo que eso fue muy importante”.

Fotografía: Acervo del Estadio Alfredo Harp Helú

De inmediato, los aficionados del equipo y del beisbol encontraron su nuevo hogar, del mismo modo en que lo hicieron los Diablos, por eso el creador de esta obra también aseguró que el parque de pelota empezó a definir su perfil, su personalidad, su esencia, luego de que la misma afición lo acogió y lo hizo suyo.

“Cuando se presentó la obra, se trataba de un evento privado, pero afuera había fans del equipo. En cuanto acabó la presentación les permitieron entrar y empezaron a tomarse fotos con la maqueta; eso definitivamente me movió, porque como arquitecto puedes sentir muchas cosas, pero cuando ves la emoción que una obra puede provocar en los demás sin haberla visto construida, sino por el simple hecho de saber que iba a ser su casa, todo cambia.

Después viene la inauguración, donde te das cuenta de que todo lo que se pensó tiene sentido y no solo para ti, sino para los fans. La gente lo ha abrazado muy bien, es un espacio íntimo, porque una de las intenciones era hacer sentir a los fans como en casa”, comentó González Pulido.

Teniendo claro lo anterior, es importante señalar la integración de un elemento clave: permitir que el fan se moviera cómodamente por el lugar sin perderse lo más importante, el juego. Así, como si estuviera en su casa.

“Hay estadios en Estados Unidos que son emblemáticos, históricos, pero que se quedaron estacionados en algún lugar del tiempo, que es parte de la historia y tiene un sabor único, y por ello también rompen con parte de la experiencia del beisbol. Aquí se tiene ese espacio donde el fan puede moverse para disfrutar otros aspectos de la vivencia de ir a un estadio, como ir por comida sin perderse lo que pasa en el campo. No es necesario estar en el mismo lugar, ya que existe la posibilidad de moverse sin perder la conexión con el juego: eso fue una pieza clave al momento de hacer el diseño.

Queríamos que esa experiencia no se perdiera, que cuando se gritara algo pudieran dar unos pasos para acercarse a ver lo que estaba sucediendo”, prosiguió el arquitecto.

Y sin que nadie lo supiera, sin que nadie lo imaginara siquiera, un año después el Estadio Alfredo Harp Helú enfrentó la prueba más grande cuando tuvo que cerrar sus puertas por 661 días debido a la pandemia, ya que de septiembre de 2019 (último juego de la temporada 2019 de la Liga Mexicana) a mayo de 2021 (primer encuentro de la campaña LMB) tuvo que mantenerse cerrado al público.

Fotografía: Acervo del Estadio Alfredo Harp Helú

Y fueron justo esos largos meses los que mostraron que el estadio “heredó” la fortaleza del encargado de hacerlo realidad, don Alfredo Harp Helú, al mostrar una resiliencia que lo hizo una obra más monumental.

“El inmueble mostró que estaba listo para volver, para tener gente otra vez, y ahí se juntan dos factores que hacen de la obra algo más que un edificio. El cliente (don Alfredo Harp Helú) y el estadio mostraron una resiliencia muy grande antes y durante su construcción, así como en la pandemia, un factor totalmente extraordinario que se suma a la fuerza que tiene el lugar”, sentenció González Pulido.

Y con ese mágico perfil es como esta magnífica obra llega a cinco años de vida durante los cuales se convirtió en la casa de los Diablos Rojos del México, en la casa de todos los aficionados escarlatas que viven la pasión del Rey de los Deportes.


El rescate

Fotografías: Acervo del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano

El Salón de la Fama del Beisbol Mexicano es el lugar donde se rinde homenaje a todos aquellos que han hecho del beisbol el Rey de los Deportes en México. Esto incluye a jugadores, representantes, ampáyeres, directivos y cronistas de este deporte.

Fue en 1939 cuando Alejandro Aguilar Reyes Fray Nano concibió la idea de que México tuviera su propio Salón de la Fama del beisbol, como el que se inauguró el 12 de junio del mismo año en Cooperstown, Nueva York, Estados Unidos.

El reconocido periodista capitalino llevó a cabo un concurso mediante cupones aparecidos en el diario La Afición —el cual había fundado en 1930—, para elegir a los primeros cinco inmortales del beisbol mexicano.

Fue hasta 1964 que se eligieron seis inmortales más, esta vez por medio de la Asociación de Cronistas de la Ciudad de México. Y desde ese año hasta la fecha se han honrado a 216 grandes del beisbol mexicano.

En 1971, mediante un comité encabezado por Antonio Ramírez Muro, presidente de la Liga Mexicana de Beisbol y de la Asociación de Ligas Profesionales de Beisbol, se otorgó la sede vitalicia a la ciudad de Monterrey gracias al apoyo de la Cervecería Cuauhtémoc, que se comprometió a albergar al Salón de la Fama y patrocinar su funcionamiento.

Lamentablemente, el 13 de junio de 2013 el Salón de la Fama cerró sus puertas.

Ante este acontecimiento, don Alfredo Harp Helú tomó la estafeta con entusiasmo y decidió patrocinar la construcción de un nuevo espacio al costado del canal Santa Lucía, cedido por el Parque Fundidora.

Fotografías: Acervo del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano

La fábrica del edificio consiste, principalmente, en ladrillo rojo, tanto en muros como en la techumbre configurada por bóvedas. Por un lado, el uso predominante del ladrillo es un homenaje a los edificios históricos de la antigua fundidora de Monterrey, mientras que la variedad de formas en las bóvedas es una manera de aludir y honrar al perfil del Cerro de las Mitras.

El edificio consta de varias opciones para los visitantes, como el Recinto de los Inmortales, sitio donde están colocadas las placas de los consagrados del Rey de los Deportes; una amplia área de exhibición permanente que presenta una línea del tiempo del beisbol mexicano; así como espacios para la exhibición de otros temas afines a este deporte.

Al mismo tiempo que se inauguró el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano, también se abrió la Biblioteca BS Salón de la Fama perteneciente a la Red de Bibliotecas Infantiles BS de la Fundación Alfredo Harp Helú. Asimismo, el Salón resguarda el acervo que donó el periodista venezolano Juan Vené, recinto que lleva su nombre y cuyo contenido comprende una colección que documenta la historia mundial del beisbol. Además, cuenta con un auditorio para ciento cincuenta personas, un pequeño diamante de beisbol con gradas, jaulas de bateo, zona de juegos interactivos, tienda de recuerdos y una explanada para la celebración de las entronizaciones.

La impresionante vista del edificio desde el Canal Santa Lucía lo hace ver como una obra monumental, que honra a este deporte como parte importante de la historia de México.

Fotografías: Acervo del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano

Un sueño cumplido

Fotografías: Acervo del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano

Durante 34 años laboré en Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma y uno de mis sueños al momento de jubilarme era ser director del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano.

Afortunadamente, el sueño se hizo realidad gracias a la recomendación de Edmundo Rodarte Valdés, director de Relaciones Institucionales de la empresa cervecera —que ya en ese momento se llamaba Heineken México—, así como a Plinio Escalante Bolio, entonces presidente de la Liga Mexicana de Beisbol, quien tenía la encomienda de conseguir a la persona para dirigir el Salón de la Fama y así dar continuidad a la importante institución. Por supuesto, también tengo que agradecer a don Alfredo Harp Helú, quien tuvo a bien confiar en mí para hacerme cargo de la administración del nuevo recinto.

Eso aconteció el 29 de junio del 2013, tiempo en que cerrara sus puertas el Recinto de Inmortales ubicado en los jardines de la empresa cervecera y comenzara a configurarse la nueva historia del Salón de la Fama.

Han pasado más de diez años desde entonces, tiempo en el que hemos estado inmersos en infinidad de situaciones. Desde aquella primera foto tomada en septiembre del 2013, cundo hicimos el primer recorrido por el terreno al lado de Plinio Escalante, Daniel López Salgado —arquitecto responsable del diseño arquitectónico y del proyecto—, Horacio Ibarra Álvarez —quien se convertiría en el historiador del sagrado recinto— y autoridades del Parque Fundidora, quienes nos acompañaron para recorrer el terreno ofrecido y platicar sobre lo que significaría esta obra tan importante.

Ese fue el inicio de las negociaciones o acuerdos para la construcción del Salón de la Fama, que en la actualidad es motivo de orgullo nacional dadas sus características y lo imponente de su arquitectura, que lo han convertido en una obra icónica del beisbol mexicano.

En mi mente aflora el recuerdo de aquellas visitas que se hicieran al lugar donde actualmente se erige la magnífica construcción, las cuales fueron al lado de Plinio, luego, de Lorenzo Peón Escalante como consejero delegado del proyecto, el Ing. José Maiz García, presidente de la Constructora Maiz Mier que se encargó de erigir la obra, y el arquitecto Daniel López Salgado, encargado del proyecto. Es un recorrido cronológico mental que me satisface y me llena de orgullo.

Desde entonces hemos tenido el privilegio de vivir grandes experiencias en este gran proyecto, como cada una de las etapas de la construcción: por ejemplo, la excavación del subsuelo para romper las montañas petrificadas que se formaron por la acumulación de la escoria de fierro, subproducto de la elaboración del acero en la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey empresa pionera impulsora del desarrollo industrial de México ubicada en los terrenos del ahora Parque Fundidora.

Con la observación de esa escoria de fierro petrificada de tonalidades y formas impactantes, nos nació la idea —la propuse y se aceptó— de elaborar con este material la escultura del Pitcher de Hierro, ubicada junto a la entrada del Salón de la Fama, como un homenaje que hace este deporte a la historia de la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey.

Otra gran vivencia fue cuando tuve en mis manos piezas pertenecientes al inmortal Epitacio la Mala Torres, gran ídolo de mis padres. Siendo yo un niño, ellos me platicaban de sus hazañas, de su tremendo brazo, de sus tiros desde el fondo del jardín derecho que ponían out en tercera base o en home a los corredores que trataban de ganar una base extra. Recuerdo que me emocioné al palpar el guante, al tocar el bate, el uniforme y los trofeos del gran ídolo de Monterrey. Eso fue algo que me conmovió muchísimo, ya que vino a mí el recuerdo de mis padres, quienes me transmitieron su amor por el beisbol con mucho cariño.

Otra de mis grandes experiencias ha sido la oportunidad de conocer personalmente a grandes jugadores inmortales del beisbol mexicano, a los cuales vi jugar y admiré siendo un niño; ahora tengo el privilegio de contar con la amistad de Alfredo el Zurdo Ortiz, Ronnie Camacho, Moi Camacho, Felipe Clipper Montemayor, José Peluche Peña, Pedro Charrascas Ramírez y Rudy Sandoval. También con William Berzunza, Marcelo Juárez y Jaime Corella, quienes se nos adelantaron recientemente.

De igual manera puedo añadir la gran experiencia de conversar con todos los inmortales en nuestro programa Pláticas de Beisbol, transmitido semanalmente en vivo por las redes sociales del Salón de la Fama.

Disfruto al recordar mis vivencias en las tres Ceremonias de Entronización (2019, 2022 y 2023), donde compartimos momentos agradables y emotivos con grandes personajes del beisbol mexicano como Fernando Valenzuela, Daniel Fernández, Vinicio Castilla, Matías Carrillo, Isidro Márquez y en la más reciente con Luis Arredondo, Roberto Vizcarra, Juan Gabriel Castro y don Alfredo Harp Helú, el pasado mes de noviembre.

Quiero agradecer primeramente a Dios por permitirme el privilegio de vivir mi sueño, luego a todo el equipo de trabajo del Salón de la Fama por su compromiso, entusiasmo y apoyo en este gran proyecto. Mi eterno agradecimiento a las personas que me apoyaron para cumplir este sueño, a mi amigo Edmundo Rodarte, quien me recomendó con Plinio Escalante; al mismo Plinio, por creer en mí y darme su confianza; a Lorenzo Peón por su guía durante la construcción del Salón de la Fama y por su amistad; a José Ortiz Izquierdo, por su ayuda y orientación en el arranque de la operación del Salón; al Lic. Carlos Levy Covarrubias por su confianza y liderazgo.

Y, de manera muy especial, a don Alfredo Harp Helú, por darme la oportunidad de realizar mi sueño de dirigir el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano.

¡¡Muchas gracias a todos por su compromiso ahora y siempre!!


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