Jazmín del Istmo en el Patio Domina del Centro Cultural San Pablo. Fotografía: Vanessa Méndez
La encomienda de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca ha sido siempre clara: generar comunidad entre las diferentes disciplinas que ejecutan sus filiales y la sociedad oaxaqueña. Tan clara es la tarea que cada instancia que forma parte de la Fundación dirige sus actividades al público en general, es decir, para que especialistas, curiosos e interesados se acerquen a los espacios a conocer y participar en ellas.
Para abrir este número 52, compartimos con gusto que la claridad con que la misión de la FAHHO se lleva a cabo le mereció un reconocimiento al Museo Textil de Oaxaca, el cual fue otorgado por parte de la Universidad de Leicester por su gran labor social; como ejemplo de ello, también el MTO nos regala una nota que trae a la mesa la reflexión en torno al beneficio de los remiendos a la ropa, una actividad ancestral que hemos perdido con la explosión de la moda exprés. En esta edición también le damos la bienvenida al nuevo Taller de Restauración Documental, del que tenemos una nota sobre uno de sus procesos de intervención. Otra actividad que muchas veces pasa desapercibida a nuestros ojos apresurados es la de la agricultura, por lo que desde el Museo Infantil nos regalan una bella crónica acerca del huerto que alberga en sus instalaciones. En esa misma línea, tenemos una nota que habla de los árboles, guardianes silenciosos que habitan el Centro Cultural San Pablo, donde se exhibe un ajedrez enorme que invita al juego y a la reflexión, algo sobre lo que Rocío Ocádiz nos comparte un interesante texto.
Aquí encontrarás algunas de las joyas que ciertos espacios resguardan: la colección de la revista Coyoacán Ilustrado de la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío en Adabi de México, las obras completas de la escritora Rosario Castellanos en la Biblioteca Henestrosa, la exposición de la colección mazateca de Bauer de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova; o las joyas deportivas: la colaboración entre Rótulos Bautista y Guerreros de Oaxaca, y la trayectoria del mánager estrella de los Diablos Rojos del México.
También las actividades de difusión están presentes: la labor de los estudiantes que hacen servicio social en el Museo de la Filatelia de Oaxaca, las tardes literarias en la Librería Grañén Porrúa y la Biblioteca Henestrosa —donde además podemos leer un homenaje al escritor y tallerista José Molina—, la formación de promotores de lectura en el programa Seguimos Leyendo, la unión entre arte y urbanismo en Casa de la Ciudad y la reflexión de Adabi sobre la definición de un expediente.
Les invitamos a leer y enterarse de propia cuenta sobre todas las noticias que las diferentes instancias de la FAHHO tienen para ustedes.
El Centro de Investigación de Museos y Galerías (RCMG por sus siglas en inglés: Research Centre for Museums and Galleries) ha anunciado los resultados para el Premio Museo Activista 2025, los cuales han reconocido al Museo Textil de Oaxaca, así como a Sado Jirde —directora de Black South West Network—, por sus prácticas culturales inspiradoras y éticamente informadas, cuyo fin es fomentar un cambio positivo en el mundo.
El premio se lanzó en 2019 como una iniciativa de Robert R. Janes para reconocer al trabajo innovador del profesor Richard Sandell, codirector del RCMG. Las personas galardonadas este año fueron nominadas por la colaboradora y miembro honorario del RCMG, Liz Ellis (directora de Planeación Estratégica en el National Lottery Heritage Fund, Reino Unido) y Américo Castilla (director y fundador de la Fundación TyPA, Argentina)
A continuación, compartimos las palabras con las que Hector Manuel Meneses Lozano, director del MTO, explica la labor de esta institución:
El Museo Textil de Oaxaca es un espacio que alberga recuerdos, historias de éxito y retos. Esta iniciativa fue impulsada y apoyada por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca en 2007, y desde entonces el MTO está comprometido con la investigación, conservación y exhibición de las colecciones textiles que resguarda. Con el mismo nivel de compromiso, el Museo fomenta un diálogo abierto con las comunidades que han dado origen a los textiles de estas colecciones.
Nunca hemos pensado en la palabra ‘activismo’ para describir nuestro trabajo. La fuerza social del MTO emana de la empatía y ha crecido mediante el labrado de una íntima red con tejedoras, bordadoras, tintoreros, hilanderas y productores de materias primas, como fibras y tintes. La industria moderna nos ha empujado hacia el uso de la ropa desechable y el consumo indiscriminado, pero, en respuesta, el Museo Textil de Oaxaca se ha centrado en el aprecio y la promoción del esfuerzo manual e intelectual que implica un textil hecho a mano.
Conscientes del sesgo que existe en la historia escrita del textil en México, el MTO ha forjado alianzas para dar a conocer el conocimiento que existe al interior de las comunidades, conocimiento que se expresa no solo en español, sino también en las diversas lenguas que hablan los pueblos originarios en nuestro país.
El premio que hoy recibimos nos motiva a seguir fomentando la documentación y preservación de las memorias que se han tejido dentro de las comunidades textileras, en conversación con los estudios formales realizados desde la Academia. Los análisis minuciosos de los textiles que se conservan en las comunidades de origen y en el MTO, la socialización de estas observaciones y la creación de registros multimedia nos permitirán desarrollar más exposiciones que se presenten no solo en la ciudad de Oaxaca, sino también en las comunidades donde las fibras y los telares han formado parte de la trayectoria de múltiples culturas. Sentimos un profundo honor y agradecemos al RCMG de la Facultad de Museología de la Universidad de Leicester por habernos confiado este premio.
La Dra. Sarah Plumb, investigadora principal asociada y coordinadora del Premio Museo Activista, declaró:
Nos maravilla continuar con el Premio Museo Activista durante su sexto año, gracias al generoso apoyo del estimado Robert R. Janes. El alcance y el impacto del Premio han crecido significativamente desde su lanzamiento en 2019, y nos entusiasma conocer la forma en que el Premio de este año puede contribuir al novedoso activismo comunitario y la labor sobre derechos culturales de Sado Jirde, así como al extraordinario trabajo que realiza el Museo Textil de Oaxaca por medio de la colaboración con comunidades indígenas.
El RCMG forma parte de la Facultad de Museología de la Universidad de Leicester, Inglaterra. Fundada en 1966, la Facultad es el único departamento autónomo dedicado al estudio de museos y galerías en el Reino Unido. El RCMG está codirigido por Suzanne Macleod y Richard Sandell. La Facultad de Museología está encabezada por la profesora Sandra Dudley.
Proceso de intervención y resultado final. Fotografías: Taller de Restauración Documental FAHHO
La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca cuenta con diversas colecciones bibliográficas y documentales que requieren trabajos de conservación. Los libros, documentos y diversas publicaciones son pilares fundamentales para preservar la memoria histórica y cultural, por lo que su conservación y difusión son esenciales para asegurar su acceso a futuras generaciones. Mantener estos documentos en buen estado no solo permite su consulta, sino también su adecuada exhibición y valorización como parte del patrimonio documental. Es por ello que se planteó la necesidad de crear un área especializada que cuidara, estabilizara y conservara los acervos bibliográficos y documentales de la FAHHO y sus filiales, principalmente el de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, cuyas colecciones son de una riqueza extraordinaria. Fue así como nació el Taller de Conservación y Restauración Documental de la FAHHO, ubicado en la calle de Independencia 904, Centro Histórico.
Recientemente, dentro de las actividades realizadas en el Taller, se llevó a cabo la intervención integral del libro El criterio sobre los métodos de escritura-lectura de Abraham Catellanos, documento impreso en 1905. Para traer a la memoria, Abraham Castellanos (1871-1918) fue un pedagogo y filósofo oaxaqueño que realizó importantes contribuciones a la educación no solamente de Oaxaca, sino del país, especialmente en el ámbito de la educación indígena. Fue de los primeros especialistas en señalar acciones educativas concretas que atendieran a la población indígena, como la adaptación del contenido educativo a la realidad y saberes de las culturas locales. El libro al que aludimos, y que forma parte del acervo de la Biblioteca Juan de Córdova, especializada en lenguas indígenas, presentaba un deterioro avanzado causado por la acción de microorganismos y mutilaciones. Esta acción de deterioro provocó un daño significativo en la estructura de encuadernación del volumen, lo que causó deformaciones en el cuerpo del libro, así como roturas en páginas, guardas y costura. El proceso de estabilización comenzó con la documentación del ejemplar, mediante la elaboración de fichas de registro que incluyen los datos generales del libro, su estado de conservación y un registro fotográfico realizado en tres etapas: antes, durante y después de la intervención. Posteriormente, se desglosó el libro y se efectuó una limpieza mecánica con brocha en todas sus páginas. Las zonas afectadas por microorganismos fueron desinfectadas de forma puntual.
Para estabilizar las fibras del papel y corregir su plano, se humectaron las hojas del libro y las guardas decoradas. Asimismo, se consolidaron roturas y se realizaron injertos en faltantes, con el fin de recuperar la integridad física de las páginas. Las hojas se unieron mediante una costura de pasada con nervios, respetando el sistema estructural de la encuadernación original. Además, esta última fue completamente renovada, ya que presentaba un daño irreversible, utilizando materiales acordes con los de la cartera original, lo que permitió mantener la estética del ejemplar.
Este proceso de intervención se realizó con el objetivo principal de preparar el material para la exposición “Tacu Ñudzavi. La escritura mixteca del Virreinato al Porfiriato”, que tuvo lugar del 3 al 13 de mayo de 2025 en la BIJC, asegurando que pudiera ser apreciado y consultado por el público sin comprometer su integridad física. Además, las técnicas aplicadas buscaron garantizar la conservación del libro a largo plazo, previniendo futuros daños y prolongando su vida útil.
Estas acciones reflejan el compromiso de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca por proteger y preservar el patrimonio documental, así como fortalecer las capacidades técnicas para el cuidado, manejo y difusión de sus acervos, asegurando que estos valiosos recursos sigan siendo accesibles y apreciados por la comunidad.
Visitantes del Centro Cultural San Pablo jugando ajedrez. Fotografías: Eduardo González
Parece sensato afirmar que lo más complicado de la vida es, precisamente, vivirla. Obviamente con ello nos referimos a vivirla de la manera más fructífera posible, que a nuestro juicio podría concretarse al generar “más vida” a nuestro alrededor: con quienes vivimos, con quienes trabajamos, con quienes estudiamos, ¡vaya!, con quienes la compartimos. Lo cierto es que la vida, esa que experimentamos cada día al despertarnos, presenta retos distintos para cada persona, con decisiones que cada uno debemos tomar ante situaciones diversas… Estemos o no preparados para ello.
Es aquí cuando nos damos cuenta de la importancia de prepararnos, de aprender a desarrollar nuestro pensamiento estratégico lo más pronto posible. Es aquí cuando reconocemos la necesidad de conocer a fondo el espacio donde nos movemos y los elementos con los que contamos para lograr nuestros objetivos. Situaciones tan disímiles, como un nuevo trabajo o la conservación de una relación de pareja, requieren de esas habilidades. Sin embargo, aun si lo anterior pudiera sonar sencillo, si consideramos cuán difícil es llegar a conocernos de manera suficiente, cuanto más lo será el poder dominar los múltiples escenarios en los que nos movemos.
Nuestra naturaleza racional debería ser la principal promotora de ese dominio y en consecuencia de nuestra calidad de vida. El razonamiento lógico y el desarrollo de nuestras capacidades estratégicas podrían ser dos de las herramientas imprescindibles para poder enfrentar la vida de mejor modo. Sin embargo, al existir como seres sentipensantes —palabra usada por Eduardo Galeano para describirnos —, la lógica de nuestra racionalidad no solo no puede regirnos de manera total, sino que siempre estará mediada, para bien o para mal, por nuestras emociones.
Quizá nos sirva imaginar la vida como una partida de ajedrez. Podemos llegar a conocer muy bien el tablero, ser conscientes de las piezas que tenemos, cómo se mueven y cómo no se pueden mover. Podemos generar pensamiento estratégico a partir de un objetivo concreto, e incluso tener la posibilidad de conocer a nuestro oponente de tal suerte que hasta imaginemos cuál será su siguiente jugada. Y, sin embargo, las emociones no resueltas o mal configuradas que estemos viviendo en el momento del juego, podrían ser la fuerza definitoria de su resultado.
Claramente necesitamos del pensamiento lógico, de la disciplina, saber de cabo a rabo las reglas del juego y seguirlas por respeto a nuestro oponente y a nosotros mismos. Creo que todos sabemos que necesitamos imaginar siempre nuevas jugadas, generar estrategias únicas para sorprender con un juego creativo y bien calculado. Y pese a dominar todo lo anterior, si no desarrollamos una estrategia bien diseñada en el manejo de nuestras emociones, podemos perder la partida aun siendo grandes jugadores.
Indudablemente el rigor y la disciplina de pensamiento que exige jugar una partida de ajedrez es útil para la vida. Por ello hemos promocionado, desde el Centro Cultural San Pablo, la práctica del ajedrez con un tablero de juego, además de convocar a un torneo de ajedrez entre los campeones de las universidades con mayor trayectoria en nuestra ciudad. Asimismo, quisimos reflexionar sobre el valor de cada decisión que tomamos, a partir de nuestra visión estratégica sentipensante, en el tablero del ajedrez. Y, por supuesto, en ese otro tablero —mucho más importante—, el de la vida misma.
Actividades en el huerto del MIO. Fotografías: Acervo del Museo Infantil de Oaxaca
Cada mañana, al llegar al huerto del Museo Infantil de Oaxaca, me invade una sensación difícil de explicar. El aire es distinto: huele a tierra viva, a trabajo honesto, a historia.
Para mí, iniciar la jornada es como abrir una puerta a mi alma. Me reciben la tierra húmeda, el sol que recién despierta, las palas que ya están listas y el canto de los loros que perchan en la punta del antiguo ahuehuete. No importa el cansancio ni el frío, porque cada planta que brota, cada semilla que germina, es un pequeño milagro. Hay algo sagrado en llegar temprano, cuando la tierra aún está tibia del sueño nocturno, cuando el rocío borda las hojas como si fueran joyas preciosas. Las plantas me miran en silencio y yo las saludo como a mis viejas amigas.
La estación de trenes que un día fue ruido, prisa y despedidas hoy es pausa, encuentro y cosecha. Cada rincón guarda historias: la semilla que no crecía y al fin brotó, el niño que descubrió el sabor de una lechuga recién cortada, la abuela que por fin conoció el bucle y el hombre que se sorprende al ver que una mujer es la que, día a día, trabaja bajo el sol con las botas llenas de tierra. Pero ¿por qué se sorprende? ¿Acaso es extraño o hay algo malo con que una mujer sea líder en el campo?
La imagen tradicional del agricultor ha sido siempre la de un hombre con sombrero y azadón. Pero detrás de cada cosecha, detrás de cada surco abierto en el campo, hay también una mujer. Porque cuando hablamos de mujeres, hablamos de guardianas de saberes ancestrales que conocen los ciclos de la luna, que escogen las mejores semillas, que crían animales, que saben cultivar sin dañar la tierra. Porque cuando una mujer tiene tierra, tiene poder. Y cuando una mujer tiene poder, florece una comunidad entera.
Muchas veces el trabajo agrícola de la mujer ha sido silenciado, ignorado u olvidado. Se dice que “ayuda en la parcela”, que “acompaña al esposo”, que “cuida los animales”. Pero no se dice que sostiene el campo con su fuerza, inteligencia y amor. Esas mujeres tienen las manos agrietadas por el trabajo, la espalda encorvada debido al peso de la tierra y de la vida, además de un corazón inmenso y silencioso que día tras día se levanta antes que el sol para alimentar a su familia.
Las mujeres del campo han existido siempre, aunque el mundo no haya puesto su mirada en ellas. Son quienes han llevado sobre sus hombros no solo la siembra de alimentos, sino también el cuidado del hogar, de los hijos y, en ocasiones, de la comunidad entera. La mujer campesina no ayuda, trabaja; no acompaña, lidera; no es secundaria, es protagonista y su huerto no solo da frutos: da comunidad, da sentido, da paz.
Hoy, la vieja estación ya no espera el tren. Nos espera a nosotras con la tierra abierta, el alma lista y los brazos del sol abrazando cada brote.
Guie’ xhuuba o jazmín del Istmo en el Patio Domina del Centro Cultural San Pablo
No hay nada que la presencia de un árbol no pueda mejorar en el mundo. En diversas ocasiones hemos hablado de la bondadosa forma de existir que los árboles tienen dentro de la maravillosa manera en que este planeta acontece. Y aunque hemos llamado servicios ambientales a aquello que los árboles nos comparten: purificación del aire, captación de agua, regulación del clima, protección del suelo y preservación de la biodiversidad —incluso podemos agregar el control de inundaciones y la mitigación del cambio climático, como si a los árboles les correspondiera remediar los grandes errores que la humanidad ha cometido, precisamente porque ha visto como servidores a los propios árboles y a muchos otros seres vivos—, no se trata de otra cosa que de la manera en que los árboles viven, ellos son así, es su forma de respirar, de vivir, de estar.
En el fondo sabemos que no son para nosotros, sino con nosotros. Históricamente han acompañado el devenir de las diversas civilizaciones y culturas: han sido refugio, alimento, espacio, conexión, símbolo, lanza, flecha, cayado, silla, mesa, rueda. También los árboles nos han dado la cultura, la civilización.
Hoy nos cuesta imaginar los espacios culturales sin árboles, incluso consideramos que quien difunde la cultura debería tener un compromiso fehaciente con los entornos ambientales, con los ecosistemas naturales y humanos. La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca ha asumido un compromiso ambiental desde el momento en que lo que hoy es su sede fue recuperada de entre las toneladas de cemento que revestían el esplendor del exconvento de San Pablo.
Por eso es que en el Centro Cultural San Pablo se plantaron tres árboles: dos palos mulatos en el atrio y un guie’ xhuuba en el Patio Domina. También podemos encontrar una pitahaya que abarca el muro lateral, además de albahaca, lavanda, epazote, árnica, coles y lechugas. Don Ezequiel Martínez Vargas es el jardinero de San Pablo —entre otros espacios de la FAHHO—, quien se encarga de regar las plantas de cinco a siete y media de la mañana durante el tiempo de secas, actividad que varía cuando llegan las lluvias. Una de las peticiones que don Ezequiel hace a los visitantes de San Pablo es la de no pisar el área donde se encuentran sembradas las plantas, pues la compactación del suelo es una de las condiciones que más dañan su crecimiento. Más bien, al contrario, la tierra debe mantenerse suelta y abonada, explica don Cheque, como lo conocemos en la FAHHO. La compactación reduce la porosidad, la infiltración de agua y la actividad microbiana del suelo, esto limita el desarrollo de las raíces, reduce la absorción de agua y nutrientes, dificulta el intercambio de gases y la disponibilidad de oxígeno para las raíces. Los efectos negativos también se expresan en la producción, que no solo es escasa, sino que presenta plantas pequeñas y mayores probabilidades de marchitez, asimismo, aumenta la vulnerabilidad ante la sequía y las enfermedades del sistema radicular —es decir, el sistema de raíces que se encuentran bajo tierra—.1
Don Ezequiel Martínez Vargas, jardinero del Centro Cultural San Pablo
Las plantas que habitan el Centro Cultural San Pablo tienen un valor por sí mismas, como dije antes, porque son seres vivos que existen dadivosamente con los demás. Sin embargo, también están impregnadas de aquellos valores que les hemos dado por medio de la cultura, y un claro ejemplo de ello es el árbol guie’ xhuuba, que fue plantado en el Patio Domina. Este espacio fue, originalmente, el acceso al claustro del convento de San Pablo y, después de su restauración, se eligió para la plantación de este árbol por tratarse de una especie endémica de Oaxaca, así como por su conexión con los espacios sagrados y el uso ritual que probablemente ya tenía desde la época prehispánica.
En el libro Guie’ gui’xhi stinu Guidxi Rialle Bi / Plantas representativas de La Ventosa, Oaxaca, al guie’ xhuuba también se le llama jazmín del Istmo y se le describe de la siguiente manera:
Árbol escaso que alcanza una altura de 10 metros. Su flor es blanca y florece hacia el final de la época de sequía. Su fruto es lobulado y oscuro y se presenta poco después del periodo de floración. Se conocen dos variedades, una de monte y una de vivero. La flor se aprecia particularmente por su aroma. Eustaquio Jiménez Girón indica en su Guía Gráfico-Fonémica para la Escritura y Lectura del Zapoteco que el nombre actual de este árbol proviene de la frase guie’ xho’ guiba’ que el autor traduce como ‘flor que perfuma la gloria celestial o mansión de los Dioses’. En Tehuantepec se conoce esta flor como guie’ xho’ ba’ que se traduce como ‘flor de tumbas’.2
Por su área de ubicación, los zapotecos del Istmo sienten un particular orgullo por este árbol, cuya flor emite el aroma que ha evocado distintos nombres y significados que, atravesados por el tiempo, las traducciones y las reinterpretaciones, han dado lugar a una interesante polisemia: “Flor de maíz”, “Flor que se desgrana”, “Flor poderosa del inframundo”, “Flor que vibra en la sepultura”, “Flor con olor a cielo”. El delicado, pero poderoso aroma de la flor, que también se ha utilizado para aromatizar sahumerios y cigarros, ha evocado un horizonte místico en torno a ella, una sacralidad por medio de la cual dignifica los altares en los templos y los hogares, los tocados de las mujeres zapotecas y las sepulturas.3
Pero el guie’ xhuuba es también un milagro, hoy su presencia es escasa y la familia Jiménez García es de las pocas que se dedica a la producción en serie y conservación de este árbol. La tarea no es fácil, porque se trata de salvar a una cultura, por eso la técnica para su siembra es especial: a pesar de ser tan bellas, estas flores con olor a cielo son infértiles, la planta no se produce ni por semilla ni por rama, el secreto consiste en sembrar trozos de raíz.4 Quizás por eso se la relaciona con la muerte o, mejor dicho, con la vida, porque el ritual de los entierros, el abrazo final de la tierra, nos transforma a todos en vida.
Si observas el guie’ xhuuba de San Pablo, te darás cuenta de que la flor aparece especialmente en los días veraniegos, se deja ver por el día y se desgrana por la noche para recordarnos la importancia del instante, de la fugacidad de la vida. Su historia dentro de la cultura zapoteca nos permite notar las conexiones que guardamos con otros seres vivos, la importancia de las raíces —en un sentido metafórico y literal— que los árboles nos comparten para sostenernos en el mundo.
1 Jehison Torres, Jennifer A. Gutiérrez, Holman A. Beltrán, “Compactación, una de las causas más comunes de la degradación del suelo”, Revista de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, núm. 3 (2017): 18-22. https://doi.org/10.36436/24223484.225.
2 Smithsonian Institute, Guie’ gui’xhi stinu Guidxi Rialle Bi / Plantas representativas de La Ventosa, Oaxaca. Oaxaca: Smitsonian Institute, 2015, 53.
Fotografía que forma parte de la exposición “Presencia mazateca en Berlín. Tras las huellas de Wilhelm Bauer-Thoma, 1903-1908”
El pasado 16 de mayo inauguramos, en el exconvento de San Pablo, la exposición “Presencia mazateca en Berlín. Tras las huellas de Wilhelm Bauer-Thoma, 1903-1908”. El evento marcó una nueva etapa de la colaboración desarrollada desde 2022 entre el Museo Etnológico de Berlín y la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova con el objetivo de investigar, interpretar y difundir un conjunto de alrededor de 475 objetos de la región Mazateca que fueron enviados al museo alemán a principios del siglo XX.
En el número 44 del Boletín digital FAHHO (noviembre de 2024) presentamos un primer recuento, el cual se centró en la revisión de los objetos mazatecos y su documentación, tarea realizada en Berlín a mediados del año pasado por personal del Museo Etnológico, encabezado por Ute Schüren, curadora de sus colecciones mesoamericanas, con la importante aportación de la bibliotecaria y escritora mazateca Gabriela García García, invitada especial con una beca de residencia del programa CoMuse. El equipo del museo incluyó a Carolina Bayer, quien rastreó e inventarió la colección; y por parte de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca participaron los investigadores Sebastián van Doesburg y Alejandro de Ávila.
La colaboración continuó a distancia mediante reuniones en línea, con el objetivo de desarrollar una exposición que permitiera compartir las características y el contexto de la colección con el público oaxaqueño, en particular con el de la región mazateca. Numerosas tareas en ambos lados del Atlántico fueron necesarias. Por ejemplo, en Berlín, Claudia Obrocki fotografió una selección de los objetos mazatecos; Yannick Dreessen realizó investigación de archivo acerca de Wilhelm Bauer, y Valerie von Stillfried se encargó de desarrollar materiales didácticos infantiles en estrecha colaboración con Gabriela García. En Oaxaca, el artista Noé Palafox se esmeró en la recreación minuciosa de una de las piezas más refinadas y deterioradas de la colección Bauer, mientras que Gabriela García continuó indagando acerca de los significados culturales de algunos objetos con ayuda de parientes y conocidos, y el autor de este texto, encargado de exposiciones de la BIJC, coordinó el desarrollo museográfico y realizó investigación complementaria sobre Bauer y sus viajes.
Recorrido inaugural de la exposición
Poco a poco los textos museográficos, la selección de fotos y el desarrollo de mapas para la exposición se fueron tejiendo entre reuniones y correos de ida y vuelta entre ambos equipos. El talento oaxaqueño para el diseño gráfico, la impresión fina y el montaje se fue sumando al proyecto. Un componente muy importante fue la gestión de un conjunto de fotografías en blanco y negro tomadas durante los viajes de Bauer a la Mazateca en 1903 y 1908, de las cuales se resguardan copias tanto en el Instituto Iberoamericano de Berlín como en el Museo Etnográfico de Budapest. En ellas se pueden observar personas y lugares retratados, sobre todo en Huautla y en la región del río Tonto, en la zona baja de Chilchotla. El Archivo General del Estado de Oaxaca facilitó reproducciones de documentos y planos relevantes para entender el contexto histórico en que se desarrollaron las colectas e indagaciones de Bauer. Del acervo de la BIJC seleccionamos libros que ya teníamos; asimismo, se adquirieron un par de revistas alemanas con textos de Bauer para esta ocasión, incluyendo la que publicó, en 1908, su artículo “Paganismo y superstición entre los indios mazatecas”.
Así, tras meses de labores, el equipo de trabajo inauguró la exposición en un evento que contó con la presencia de Lars Christian Koch, director del Museo Etnológico de Berlín; de Rocío Ocádiz Luna, directora del Centro Cultural San Pablo, y de algunas autoridades y promotores culturales de Huautla de Jiménez que nos acompañaron, junto con el público en general.
La exhibición se compone por impresiones de las fotografías históricas y de los objetos y textiles de la colección mazateca en Berlín; mamparas explicativas que permiten acercarse a la vida y obra de Wilhelm (Guillermo) Bauer, así como al significado cultural de los objetos mazatecos que colectó; originales y reproducciones de documentos y publicaciones en acervos mexicanos y alemanes; además de la fabulosa réplica del fragmento del calzón (pantalón) tejido que fue colectado por Bauer. Esta muestra se presenta en los pasillos de ingreso y en el interior de nuestra biblioteca hasta el 15 de agosto, para después iniciar su exhibición en localidades de la región Mazateca, en fechas aún por definir. De esta manera se cerrará un círculo iniciado hace 120 años, cuando el Dr. Wilhelm Bauer se adentró en los pueblos mazatecos para registrar y obtener objetos de su cultura y mostrarlos en Europa.
En la historia del deporte, cualquiera que sea, es muy extraño que un personaje se pueda considerar legendario o histórico en dos o menos temporadas en su puesto, por lo que Lorenzo Bundy se ha convertido en un caso excepcional en el beisbol con los Diablos Rojos del México.
El pasado 31 de mayo, en Querétaro, el equipo escarlata derrotó 19-4 a los Conspiradores, en lo que representó la victoria número cien del mánager estadounidense en temporada regular. Este acontecimiento lo ha convertido en el décimo sexto piloto del México que alcanza dicha cifra de victorias, pero quien más rápido lo ha conseguido.
Al director de orquesta de la Pandilla Escarlata le bastaron 127 juegos para llegar al centenar de éxitos, superando al boricua Max Oliveras, quien lo hizo en 130 juegos al frente del equipo en las campañas de 2010 y 2011.
De los 16 directores deportivos que han ganado por lo menos 100 juegos con los actuales reyes de la LMB, 10 han logrado ser campeones, y 3 lo han hecho en más de una ocasión: Bernardo Tatis, Tomás Herrera y Benjamín Cananea Reyes.
A Bundy se le puede considerar desde ahora una leyenda de la estrategia roja, ya que lideró a los Diablos Rojos del año anterior en su mejor temporada, la mejor de todos los tiempos, con más de 90 juegos celebrados en toda la Liga, además de que logró redondear con el título en su debut como mánager y requiriendo 16 victorias de postemporada para alcanzarlo, cifra máxima en las memorias del club capitalino.
Sin contar sus innumerables logros en tanto jugador y sus tres gallardetes como primera base, Lorenzo Bundy es ya un personaje que cuenta con todos los blasones para ser considerado una leyenda del equipo 17 veces campeón, hablando únicamente de su faceta como mánager, sin contar que sus 29 triunfos alcanzados en 2025 —al momento de escribir estas líneas— los ha conseguido con una ofensiva devastadora, pero con un staff de lanzadores abridores que no ha estado a la altura de lo que se esperaba. Esto es una muestra de los alcances de Bundy, quien tardó muchos años en llegar al equipo de sus amores, pero que no ha demorado en dejar una huella muy especial en la historia del mismo.
El pasado 15 de abril, el Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca fue sede de la presentación oficial de los uniformes que porta el equipo bélico en la temporada 2025 de la Liga Mexicana de Beisbol. Este acontecimiento marca el segundo año consecutivo de colaboración con Rótulos Bautista, responsables del diseño de esta emblemática indumentaria.
Rótulos Bautista, fundado por el maestro Arturo Bautista Chávez, es un símbolo de tradición, arte gráfico mexicano y legado familiar. Durante décadas, sus trazos llenos de color, técnica y cultura han formado parte de la identidad visual popular del país.
Hoy, su hijo Giovanny Bautista continúa con orgullo ese legado, incorporando elementos contemporáneos del diseño gráfico para transformar el oficio en una expresión artística que trasciende el rótulo tradicional. Sin duda, las camisolas oficiales de los Guerreros de Oaxaca se han convertido en uno de sus trabajos más destacados, precisamente porque estas piezas representan la unión entre arte, deporte y tradición.
El equipo creativo también incluye a Gisela Castro, encargada de la comunicación visual del taller y colaboradora en la creación de rótulos. Gisela aporta una visión fresca que respeta la esencia del oficio reforzando la evolución artística del proyecto.
Tras el éxito de la temporada 2024, en la que se logró una conexión sin precedentes entre el club y el taller de rótulos, la directiva de Guerreros de Oaxaca decidió continuar esta alianza en 2025. Giovanny y su equipo presentaron una propuesta audaz que honra el oficio artesanal al tiempo en que lo reinterpreta con innovación.
La colección de este año se distingue por la combinación de tipografía gótica con una paleta de colores modernos y vibrantes. Este contraste visual simboliza la fusión entre tradición e innovación, en una pieza que cuenta historias por medio de cada trazo.
Más allá del éxito comercial, esta colección busca mantener viva una estética con raíces profundas en la cultura mexicana, adaptada a nuevas plataformas. El orgullo de ver a nuevas generaciones portar un jersey con identidad y sentido cultural ha sido una de las mayores satisfacciones compartidas con Rótulos Bautista.
Hoy, los jóvenes no solo visten una prenda, visten una parte de la cultura e historia mexicanas.
Taller impartido por José Molina en la Henestrosa. Fotografías: Acervo de la Biblioteca Henestrosa
Un libro es un regalo maravilloso, es un regalo de por vida, te puedes morir y dejárselo a tu esposa, a tus hijos, a tus amigos, es algo que no muere contigo, es algo que te acompaña y posteriormente se queda como algo que fue tuyo. José Molina
Empiezo estas líneas con su voz en mis oídos, sintiendo el cuerpo congelado, dejando que las resonancias me lleven a ese instante tan poético ipso facto en el tiempo, de ese lugar en donde se yerguen, como velocímetros, las palabras desde el audio de Literariedad [radio colombiana https://literariedad.co/2019/02/09/radio-jose-molina/.
En aquellos días me encontraba realizando una serie de entrevistas. En la agenda aguardaba una con el poeta José Molina: jueves 7 de marzo, 12:00 horas del día, en el espacio donde fungía como gerente librero, la “Grañén Porrúa”. Esa mañana tenía preparado el material para entrar al tema, lista la grabadora y las preguntas; había buscado la información de sus textos y escuchado la última entrevista que le realizó esta radio.
Ese mediodía llegué a la Librería Grañén Porrúa, justo a la hora acordada, pregunté por él y me dijeron que, al parecer, estaba enfermo; yo, con honestidad, no lo creí, preferí pensar que estaba fuera del país. Pero luego, revisando las redes sociales, encontré un pedido de apoyo económico por su hospitalización. Ahí sonó mi alarma, pensé en encender una veladora para que sanara, hablar con Dios y pedirle mucho por su salud; sin embargo, no fue alcanzado por la petición y el día miércoles 13 a las 11:06 horas, me avisan: “Te doy la mala noticia de que falleció Molina”.
Desde la primera vez que escuché aquella entrevista, me quedó en reflexión una de las últimas preguntas que respondió el poeta: ¿Desearía en este momento una antología personal, o un juego, como Augusto Monterroso hizo en su momento, de sus obras completas?, de ser así, ¿entrarían todos sus libros? A lo que José Molina responde: “Sí, supongo que sí, nunca me lo he planteado”.
Esta pregunta me pareció una propuesta, de esas que solo se hacen o se piensan, generalmente, cuando alguien ya no está. Y ahora es una cuestión que, a necedad de quien lo amó literariamente y como ser humano, es menester hacer realidad: reunir toda su obra, como él lo hizo para Ezra Pound, Haroldo de Campos, Thomas Harris, entre otros.
Pero ¿quién fue José Molina? Nacido el 26 de noviembre de 1975 en Salamanca, Guanajuato, fue poeta, traductor, editor, docente, coordinador de talleres de poesía, librero. Licenciado en Literatura Latinoamericana por la Universidad Iberoamericana, maestro en Estudios Portugueses en la Universidad de Massachusetts, Umass Dartmouth, y, a fines del año 2018 culminó sus estudios de Doctorado en Literatura Comparada, con una investigación en Tubinga, Alemania.
Tradujo al español poemas y ensayos de escritores como Gilberto Freyre, Haroldo de Campos, Sebastião Uchoa Leite, Herberto Helder, Hilde Domin y Marco Ercolani. Sin embargo, a quien más había traducido y conocido desde sus estudios de licenciatura, maestría y doctorado, siguiendo la línea del poeta —de quien incluso traía un tatuaje en su mano izquierda— y precisamente entregándose a la tarea de reunir sus obras escritas en quince lenguas diferentes, es Ezra Pound (padre del modernismo norteamericano, como decía el poeta).
Impartió la cátedra de Estudios Portugueses. También daba clases en la Universidad Regional del Sureste y la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Dirigió múltiples talleres de poesía en la Biblioteca Andrés Henestrosa. Fue editor del suplemento literario Letra Viva del diario El Imparcial de Oaxaca y la revista Torre de Papel de la Universidad de Iowa.
Sus primeros poemas fueron publicados en la revista El Poeta, a los que le siguió la publicación de las plaquetas Azar y Kalgari en el 2004. Su trabajo fue incluido en la antología Malditos latinos, malditos sudacas: poesía Iberoamericana made in the USA (El billar de Lucrecia, 2009) y en Santiago de Chile se publicó una selección de su poemario Juno desierta + rápame (Libros del perro negro, 2011). Kalgari fue el primero: “Publicado en los Estados Unidos, no me quedó ninguna copia, ni lo volví a ver, es como un hijo olvidado”, expresó Molina en una entrevista. Azar (2004), un poema muy extenso, fue su segunda publicación en una edición propia, después ese poema sería digitalizado por Mancha, un colectivo de poesía.
Sobre su libro Símbolos patrios (Libros del perro negro, 2012, Chile), Molina dijo que había nacido de una experiencia en un festival en Chile, y lo calificó como “un libro muy irónico, muy amargo, enfrenta muchas cosas políticas, es un libro que me gusta mucho”. También Caballo no entra (Luz & Sonido, 2017, Oaxaca) tiene ese talante político, pues habla de la vida de un pintor en Oaxaca en el contexto del estallido social del 2006 ligado a la APO.
José Molina fue un hombre reservado, cauto, generoso, compartía y regalaba poesía, libros, conocimiento; escucharlo era un deleite a los oídos. En sus talleres se disfrutaban las voces poéticas en las lenguas originales: alemán, inglés, francés, italiano, portugués, ahí las horas transcurrían deprisa, sin importar que hubiera lluvia, frío o calor.
Los espacios que habitaba estuvieron abiertos para todos, pues el poeta se mostró a favor de la libertad sexual:
[…] siempre he estado muy a favor de las personas homosexuales. Me gustaría un mundo en donde mis hijos pudieran elegir sin ningún temor ser gay o lesbiana, con libertad absoluta para poder decidir, y para eso se necesita un cambio fundamental en nuestras sociedades. Por medio de la poesía he desarrollado esta temática que me interesa mucho, en los Estados Unidos visité un pueblo de homosexuales que se llama Provident town, y así surge P-town.
P-town es el nombre de uno de sus poemas en el que se lee lo siguiente:
… aparentar sobrevivir negando el esplendor de las caricias prohibidas como si los besos retenidos no existieran o el amor fuera apenas una función accidental.
La muerte lo alcanzó a los 43 años, el 13 de marzo de 2019. Al final queda su blog http://cesonodeaullar.blogspot.com/, una página de Facebook, su obra antologada bajo el título Nada me faltará. Obra reunida (Almadía, 2019, México) y, aún más importante, queda un referente poético en Oaxaca y un largo recuerdo que sin duda nunca se olvidará.