Oaxaca, Oaxaca.- En la categoría Sub 20 femenil, final Valles contra Sierra Norte, abriendo la cartelera estelar. Sierra ganó con marcador de 30-16.
A continuación entraron a la cancha los representativos de Costa frente a Mixteca, para definir al monarca de Sub 20 varonil, a favor del equipo de la Heroica Ciudad de Tlaxiaco.
El equipo femenil de la Mixteca se presentó este domingo en la duela del Complejo “Hermanos Flores Magón” y derrotó a la escuadra de los Valles Centrales por marcador de 44 puntos a 38 y conquistar el primer lugar del Torneo Estatal Oaxaca 2023 “Fundación Alfredo Harp Helú”
La quinteta mixteca tuvo un mejor desempeño y fue más constante en el desarrollo de su juego y el dúo de las “Hermanas Acosta” al final se combinaron para sumar 21 de los 44 puntos totales.
El equipo representativo de los Valles Centrales derrotó a un aguerrido combinado de la Costa en la final del Torneo Estatal Oaxaca 2023 “Fundación Alfredo Harp Helú”, el score final fue 56 puntos a 51 a favor del representativo local, que combinó experiencia y juventud para conseguir el primer lugar de este torneo.
La dupla Zavaleta-Bahena se combinó para sumar 30 puntos de los 56 acumulados por toda la escuadra “Vallista”, por su parte la quinteta de la Costa tuvo una muy buena primera mitad Alexis Pérez y Eduardo España tuvieron un explosivo arranque.
Una vez concluidas las finales, se realizó la ceremonia de premiación, la cual fue presidida por la presidenta de la Fundación AHHO, María Isabel Grañén Porrúa; en compañía del director del Indeporte, Arturo de Jesús Chávez Ramírez, el encargado de deporte en la AHHO, Jorge Spíndola Morales, y el director de la Fundación Alfredo Harp Helú para el Deporte, Daniel Aceves Villagrán y Rodrigo Vásquez Vásquez, director del Instituto de la Juventud de Oaxaca.
En la ceremonia de premiación se entregaron los trofeos conmemorativos elaborados por el artista mixteco José Luis García a campeones y subcampeones, así como premios en efectivo a ganadores y subcampeones.
El Torneo Estatal Oaxaca 2023 “Fundación Alfredo Harp Helú” arrancó el 6 mayo y finalizó este fin de con las finales en las cuatro categorías, tanto las libres en ambas ramas y la juvenil de 18 a 20 años para basquetbolistas originarios de Oaxaca y en la que participaron más de cinco mil basquetbolistas en todo el estado.
Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- En el marco de la celebración del XX Aniversario de la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (Adabi de México),
se realizó la presentación de los inventarios actualizados de una parte del archivo histórico que alberga la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa para que puedan ser consultados por investigadores, académicos y público en general.
En el acto, que se llevó a cabo el pasado 31 de mayo en las instalaciones de la Biblioteca Burgoa, la doctora María Isabel Grañén Porrúa, directora del recinto y presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), acompañada de Verónica Loera y Chávez, directora adjunta de Adabi de México, recordó que hace dos décadas nacía Adabi de México con el apoyo e impulso de la doctora Stella González Cicero, el maestro Jorge Garibay Álvarez y don Alfredo Harp Helú.
“Cuántos archivos, bibliotecas y conciencias han cambiado durante estos años para valorar más el patrimonio y la memoria escrita, imágenes del pasado que llegan a esta generación”, dijo la doctora Grañén Porrúa al presentar a los integrantes de Adabi Oaxaca que durante varios meses se dedicaron a la actualización de estos inventarios que también incluyen los fondos históricos de la Dirección de Instrucción Pública y el Instituto de Ciencias y Artes, acompañados de otro fondo denominado “Industria”.
María Oropeza Orea, encargada de la coordinación de Archivos Civiles y Eclesiásticos de Adabi Oaxaca, recordó que esta actualización de inventario inició en marzo de 2022 con un diagnóstico de la primera organización de los archivos que se llevó a cabo hace 10 años.
“La decisión de revisar y cotejar la clasificación de cada uno de los expedientes nos condujo a repetir varias actividades, como el conteo de las fojas, que implica una considerable inversión de tiempo, no obstante, [fue] fructífera para el control interno. Se cambió la forma de numeración de expedientes, pues se había realizado de forma consecutiva en las primeras once cajas, dejando de lado los expedientes separados en guardas, además, se encontraron errores de clasificación, así que se aplicó un criterio para todos los fondos y colecciones, numerando los expedientes por caja y haciendo el conteo de fojas por guarda con el objetivo de tener mejor control de los documentos y también para evitar posibles cambios en el futuro”, explicó.
Colección documental de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa
Fue Ana Luz Ramírez Sánchez, analista e investigadora de Adabi Oaxaca, quien dio a conocer los detalles de la Colección Documental de la Biblioteca Burgoa, integrada por manuscritos invaluables generados por distintas instituciones civiles y eclesiásticas entre 1538 y 1859.
Esta colección fue reunida a partir de diversas donaciones, entre las que destacan las realizadas por la familia de Benito Juárez Maza y de Alberto Bustamante Vasconcelos. Estos documentos se trasladaron, junto con el acervo bibliográfico, desde Ciudad Universitaria de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), al recinto donde se encuentra actualmente en el exconvento de Santo Domingo.
Debido a que dichos documentos fueron generados por varias instituciones civiles y eclesiásticas, se clasificaron en seis fondos: Diocesano, Dominicos, Cabildo civil, Alcaldía mayor e Intendencia, Cabildo eclesiástico y Civil. El inventario actualizado facilitará la consulta de los primeros cinco expedientes, que abarcan desde 1538 a 1859, y que estarán disponibles para cualquier interesado en la historia de Oaxaca, sobre todo, respecto a la época colonial.
Fondo Histórico de la Dirección de Instrucción Pública
María Oropeza abundó sobre el Fondo Histórico “Dirección de Instrucción Pública” que contiene los expedientes generados a partir de procesos educativos y administrativos de la institución encargada de la formación académica básica en las escuelas distribuidas en el estado, de 1861 a 1951, consignando en las series su relación con los establecimientos en la Correspondencia, Informes, Inventarios, Reglamentos, Títulos profesionales y Solicitudes, entre otras.
Los datos sobre la interacción con los preceptores pueden encontrarse en las subseries Nombramientos, Licencias, Informes y Solicitudes. Asimismo, se conserva amplia información sobre la Junta de vigilancia también llamada “Junta corresponsal” que custodiaba el funcionamiento de las escuelas y presenciaba los exámenes de cada distrito.
En este Fondo hay valiosa información sobre los establecimientos que fueron creados para impartir instrucción con objetivos específicos, como la Academia de Niñas, los colegios católicos, la Escuela de Artesanos, Escuela Nocturna, Escuela de la Cárcel, Escuela para adultos, la Escuela de Artes y Oficios, la Escuela del Hospicio y el Liceo oaxaqueño, al igual que de la Escuela Normal, en la que se encuentran Actas de exámenes, Correspondencia, Calificaciones, Informes, Nombramientos, Normativa y Solicitudes.
Fondo Industria
Onán Aragón Santiago, encargado del área de archivo histórico de la Biblioteca francisco de Burgoa, presentó el Fondo Industria, generado entre 1878 y 1952 a partir de los trámites para las concesiones mineras gestionadas ante la Agencia de Minería de la Secretaría de la Economía Nacional en Oaxaca.
Estos expedientes se componen de las solicitudes de concesiones, designaciones de perito agrimensor, autorizaciones de la Agencia minera, peritajes de lotes mineros, planos y mapas de límites territoriales de las minas ubicadas en los distritos del Centro, Ejutla, Etla, Ixtlán, Juquila, Miahuatlán, Mixtepec, Nochixtlán, Ocotlán, Pochutla, Putla, Sola de Vega, Tlacolula, Villa Alta, Yautepec y Zimatlán.
Este conjunto documental se consideró como un fondo independiente del archivo histórico de la UABJO debido a que la mayoría de los documentos giran en torno a los trabajos realizados por el perito agrimensor, el ingeniero minero Claudio Bernard Finney, registrado en la Agencia Minera, sin encontrar un vínculo que pudiera relacionarlo con el Instituto de Ciencias Y Artes.
El contexto de este fondo se encuentra en las regiones mineras del estado de Oaxaca y su actividad de extracción en razón de las políticas de fomento minero y el otorgamiento de concesiones de explotación.
Luego de casi tres años en los que estuvieron en pausa los encuentros presenciales masivos en la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, el pasado mes de mayo se retomaron, de manera oficial, ya sin pandemia. No obstante, este tiempo nos enseñó a cuidarnos, y desde la FAHHO seguimos tomando precauciones para que todas las personas que visitan nuestras sedes y espacios se lleven la mejor experiencia.
Cursos, encuentros, seminarios y talleres han tomado su rumbo nuevamente: volvemos a encontrarnos al ritmo de las melodías los jueves de conciertos, y las charlas y presentaciones de libros vuelven a llenarse de personas entusiastas. En este número de nuestro Boletín Digital FAHHO damos cuenta de ello: primero, compartimos con ustedes el discurso de agradecimiento que leyó la presidenta de la Fundación, la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, al recibir la Medalla John Carter Brown por su labor en la investigación y fomento de los estudios históricos, la creación de bibliotecas y los proyectos de rescate del patrimonio documental. Este reconocimiento le fue entregado en Rhode Island, EE.UU., el pasado 19 de mayo. También incluimos notas sobre el desarrollo del Congreso sobre Lenguas Otomangues y Vecinas, COLOV, en su IX edición, dedicada en esta ocasión a la memoria de Francisco Toledo y su labor por las lenguas oaxaqueñas.
Coincidiendo en homenajes incluimos una nota sobre el festejo del Día Internacional de la Lenguas Originarias en febrero pasado en Tlahuitoltepec, en el que se hizo la entrega de más ejemplares del folleto “Luvina” de Juan Rulfo, publicado en 2017.
Desde los diferentes museos de la FAHHO nos comparten reflexiones en torno a las actividades que durante el mes de mayo se llevaron a cabo: “Historias del huipil”, en el MTO; “Árbol…es”, una exposición del Mufi, y “Cuatro años con Tamayo”, desde el MIO. Además, continuando con las celebraciones de aniversario, Adabi, que aún se encuentra de manteles largos por sus 20 años, nos entrega una nota sobre el festejo que el día 9 de mayo se llevó a cabo en sus instalaciones y la entrega de una medalla en reconocimiento por su labor con la memoria documental eclesiástica de México, misma que recibieron don Alfredo Harp y la Dra. María Isabel Grañén de manos de monseñor Ramón Castro y Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Por otro lado, los Diablos Rojos del México y el Museo Diablos nos hacen partícipes de dos logros más: la publicación del libro Los Rojos y la exposición “Segundo Inning” que reúne a 26 artistas mexicanos cuyas piezas son muestra de las grandes hazañas en el Diamante de Fuego.
Sin retrasar más su llegada, les damos la bienvenida, estimados lectores, a otro número del Boletín Digital FAHHO, ¡que disfruten del contenido!
En mi imaginación, la Biblioteca John Carter Brown era un templo del Olimpo, un albergue de los tesoros librescos más ricos sobre América. En 1992, cuando estudiaba mi doctorado en la Universidad de Sevilla, la JCB parecía un sueño lejano, aun así, quise intentarlo, por lo que apliqué para una beca de investigación para mi tesis sobre los grabados de los impresos mexicanos del siglo XVI. Pronto me la concedieron. Brincaba de emoción, la vida me regalaba otra oportunidad y me sentía muy afortunada.
Llegué sola, sin ningún amigo, ni conocido, dispuesta a afrontar un sueño que ya era una realidad, pues al fin me encontraba ante ese Olimpo soñado. Al entrar en la biblioteca sentí una fuerza iluminadora, como si el espíritu de los dioses descendiera sobre las lámparas verdes en las mesas de consulta y, cobijada por sus hermosos tapices flamencos, me envolví en un silencio inspirador.
Para mi sorpresa, me dejaron consultar tres libros simultáneamente, cosa que no era común en otras bibliotecas públicas. Respiré el polvo de los libros, percibí el aroma de la tinta y el papel y sentí ese aroma adictivo que los amantes de estos objetos solemos reconocer. Acaricié las páginas de aquellos primeros libros impresos en el continente americano y me sentí en familia, ellas fueron mis primeras acompañantes.
Al cabo de un rato, el director de la Biblioteca, Norman Fiering, se presentó y lo primero que hizo fue preguntarme cómo estaba, cuáles eran mis intereses, si la casa donde me hospedaba era de mi agrado y luego me dio una visita por el recinto. Ningún bibliotecario me había tratado de manera tan cordial y él, sin saberlo, me estaba ofreciendo herramientas que me serían útiles para un futuro cercano. Conocí al equipo de la Biblioteca, así como las bodegas y los procesos de organización de las colecciones. Al paso de los días, comprendí que este recinto no era un templo del Olimpo, sino que un paraíso vivo: pude ver cómo montaban exposiciones, recibían a los investigadores, organizaban presentaciones de libros, conferencias y hasta conciertos. La sala de investigadores se convertía en auditorio y el mismo Norman se encargaba de colocar y recoger las sillas. Asistía a todos los eventos y aprendía. Me sorprendió la cantidad de becas que otorgaban para promover la investigación y me entusiasmó saber que había un consejo con miembros generosos que otorgaban donativos para mantener la biblioteca e incrementar sus fondos. Parecía que la vida me disponía para una misión que el destino me tenía preparada en un futuro próximo.
Después de dos meses fructíferos regresé a México y, mientras avanzaba en mi tesis doctoral, una llamada cambió el rumbo de mi vida: era el maestro Francisco Toledo, uno de los artistas más reconocidos de mi país que, preocupado por el acervo bibliográfico de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, me invitaba a organizar una exposición de libros antiguos. Por supuesto, dije que sí, pero al llegar me percaté de que no había imaginado que iba a estar delante de una de las bibliotecas más importantes de México y menos aún que se encontraba en completo abandono. Entre más de 25 000 ejemplares revueltos y tirados, comencé a abrir libros al azar y mi sorpresa no se hizo esperar: había incunables, primeros impresos de México y Guatemala, libros salidos de los talleres más importantes de Europa, obras de Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora, grabados de Juan de Valdés Leal, mapas de Abraham Ortelio y otras tantas joyas que mis ojos no daban crédito. Armamos la exposición, y el día de la inauguración Toledo y el rector me pidieron que organizara la colección. Respondí: “Sí, es una buena idea”. Luego recapacité, aquello era una locura, yo había estudiado Historia del arte, no era bibliotecaria ni latinista. Pero no importaba, deseaba salvar una biblioteca para México y hacerla un paraíso vivo. La JCB había sido mi inspiración.
La vida me siguió llenando de estrellas: tuve un acercamiento con la doctora Stella González Cicero, en ese entonces directora de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia y, con una generosidad desbordante, me brindó su experiencia para poder organizar el acervo de Oaxaca. ¡Ah!, y algo más importante: su amistad. Trabajamos en dos frentes: la catalogación y la restauración de los ejemplares. Simultáneamente, cumplí con mi propósito personal: defendí mi tesis doctoral en Sevilla y la JCB volvió a otorgarme una segunda beca en 1994.
Regresé a Providence, la JCB abría a las 8:30 am, era la primera en llegar. Vivía en una casa muy bonita a unas cuantas cuadras de la biblioteca. En el camino admiraba los jardines, sus árboles, las casas de madera y algunas ardillas que paseaban como yo en el campus universitario. La hora del lunch era a las 12:00 pm y los primeros días evité salir a comer para aprovechar el mayor tiempo posible en la biblioteca, pero luego concluí que era bueno salir a tomar un respiro y algo de comer. La biblioteca cerraba a las 5:00 pm, así que me iba a otra, la John D. Rockefeller, una torre de varios pisos con una excelente colección de libros de arte y grabados. Además, encontré que estaba el archivo de la colección del bibliógrafo José Toribio Medina en microfilmes, y también logré consultar libros que no hubiera podido obtener salvo en la Biblioteca Nacional de Chile. Me parecía increíble que por veinticinco centavos de dólar podía sacar una fotocopia de lo que aparecía en la pantalla. En la noche me iba a nadar a una alberca techada que medía 50 metros. A la salida me daba un frío tremendo porque yo creía que la primavera era soleada, pero en Providence era un congelador que lastimaba mi piel. Mi casera me prestó un suéter y con ese me defendí. Pronto comencé a tener amigos, conocí a otros becarios, estudiantes de facultades y varios profesores. Recuerdo con agrado las entretenidas pláticas con Julio Ortega sobre literatura latinoamericana, especialmente sobre las obras de Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes.
Estaba contenta, pero mi corazón latía pensando en el rescate de los libros antiguos. En el diario que escribía en ese entonces encontré estas palabras:
Sueño que la biblioteca de Oaxaca trabaje con la misma eficacia como funcionan las bibliotecas aquí en Brown. Todo el mundo está maravillado ante mi nueva tarea, dicen que descubrí una biblioteca, pero yo creo que me he descubierto a través de ella.
A mi regreso, concluimos el proyecto de catalogación de la Biblioteca Francisco de Burgoa y, con el apoyo de varias personas e instituciones, logramos trasladarla al exconvento de Santo Domingo de Guzmán, uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad de Oaxaca. Cabe decir que logramos instalar un taller de restauración de papel, una sala de exposiciones y la sala de investigadores se transformó en un espacio de usos múltiples para conferencias, congresos y conciertos y cada año recibimos miles de visitantes.
Este fue el comienzo de una larga historia, la primera piedra de una vida profesional fincada en un inmenso amor por la memoria, el patrimonio y, especialmente, por mi comunidad. Al lado de Alfredo Harp Helú, el sol brilló intensamente, y junto con Stella González Cicero y Jorge Garibay creamos la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México.
En 20 años, con un equipo de profesionales hemos logrado recuperar 668 archivos, 83 colecciones fotográficas e inventariado 58 bibliotecas con más de 190000 libros, así como 810 publicaciones sobre fuentes históricas. Desde los acervos públicos y privados más importantes de México hasta los municipios y parroquias apartados, ahí, donde no llega ni el agua, Adabi trabaja con el afán de salvar la memoria de México. Fue por ello que la UNESCO nos otorgó en 2008 el Premio Jikji en Corea, el reconocimiento más importante a la memoria del mundo.
Jamás olvidé la JCB. Siempre mantuve el contacto con sus directores y con Neil Safer decidimos estrechar lazos: propusimos que los hablantes en lenguas indígenas pudieran tener acceso a las colecciones y aprovechar que la cultura mesoamericana sigue muy viva. El consejo de la JCB se animó a hacer un viaje a Oaxaca: vivimos unos días memorables disfrutando de algunos sueños que se han vuelto realidad a lo largo de 27 años de trabajo en laFundación Alfredo Harp Helú. Entre cientos de proyectos educativos, deportivos, culturales y de cuidado del medio ambiente, disfrutamos una maravillosa cena y hablamos sobre nuestros esfuerzos de promoción a la lectura con 9 bibliotecas móviles que llevan lecturas a localidades apartadas de Oaxaca. Coincidimos en que los libros son el refugio y la esperanza para muchas personas.
Hoy la JCB inaugura una nueva entrada a la comunidad, pero yo sé que sus puertas se han mantenido abiertas desde hace muchos años, nos han compartido su conocimiento, su riqueza y su bondad. Celebro que sus accesos se abran todavía más, que los puentes entre nuestros países se extiendan y nos conozcamos a profundidad porque estoy convencida de que ese debe ser el futuro que deseamos construir.
Agradezco a la Biblioteca John Carter Brown el haberme brindado tantas oportunidades que ampliaron mi visión del mundo y hoy agradezco particularmente a la Junta de Gobernadores que votó unánimemente para reconocerme con la medalla JCB 2020, una distinción que me llena de orgullo. El lema inscrito en esta presea: Habla al pasado y él te enseñará me hace saber que la tierra es una misma y me inspira a pensar que un incidente trivial y afortunado puede ser un momento estelar capaz de iluminar profundamente la visión de la vida. Y ese, precisamente, es el significado de mi paso por las puertas de la JCB.
Este epigrama (Speak to the past and it shall teach thee) está grabado en piedra en el ala Caspersen de la John Carter Brown Library; también puede leerse en la hermosa medalla que, desde 1996, es el máximo honor que otorga la prestigiosa Biblioteca de Providence, Rhode Island, y que es en sí misma una obra de arte gracias a la artista Alba Corrado.
Esa imagen poética, tan plena de sabiduría, es una variante de una línea en el Libro de Job (12:8): “Habla a la tierra, y ella te enseñará”. Si uno tiene en mente ambas ideas como unidad, son solo en apariencia distintas. Recuérdese que “el pasado es un país extranjero; allí las cosas se hacen de otra manera”, adquiere un sentido pleno en la voluntad de una biblioteca tan importante para honrar a ciertos académicos que han hecho una gran contribución en la investigación, en la defensa y difusión de la historia y de las fuentes depositadas en archivos y bibliotecas. Esta riqueza tiene un ejemplo emblemático en la propia John Carter Brown Library. La iniciativa de crear este reconocimiento tuvo lugar como parte de las celebraciones por el sesquicentenario (1846-1996) de la fundación de la JCB.
La medalla tiene también un grabado muy logrado que se inspira en las antiguas alegorías de América que, desde el siglo XVI, nutrieron un imaginario cuyos elementos de exuberancia, riqueza y naturaleza se hacían visibles en impresos, pinturas, frescos y biombos. Una tierra pródiga y un navío en los que la mar océano es, y que despertaron toda clase de sueños, identidades históricas y cultura visual. La voz de la historia, especialmente la voz de la historia americana, es la que inspira, desde 1996, a la Junta de Gobernadores de la JCB a honrar, de manera muy rigurosa y selectiva, a algunos notables investigadores, unos pocos eruditos, seis, entre 1996 y 2019, el último hace nueve años, en 2011. Grandes investigadores, con méritos académicos de altísimo prestigio y cuyas significativas aportaciones en el estudio de la historia, la enseñanza, la difusión y la protección de fuentes bibliográficas y documentales los hicieron merecedores de muy diversos reconocimientos. Su bibliografía en conjunto formaría una nutrida colección de primer orden: en 1996, David Beers Quinn (1909-2002); en 1999, Felipe Fernando-Armesto (1950- ); en 2002, José Amor y Vásquez (1921-2018); en 2006, Norman Fiering (1935); en 2008, Thomas R. Adams (1921-2008) y en 2011, Gordon Wood (1933), una pléyade de grandes humanistas.
En 2020, la Junta de Gobernadores de la Biblioteca John Carter Brown honró a la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, séptima en ese distinguido grupo y primera mujer en esa lista de alto honor. En las consideraciones que da a conocer la biblioteca para otorgar este reconocimiento señala que en su reunión de febrero en Los Ángeles, la Junta de Gobernadores1 votó unánimemente para otorgar la Medalla JCB 2020 a la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, doctora en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, en reconocimiento por su extraordinaria formación académica, su liderazgo en instituciones culturales que apoyan archivos y bibliotecas, y su papel en valorizar el conocimiento comunitario en su natal México.
Ese párrafo sintetiza una labor de muchos años de la Dra. Grañén Porrúa en favor de las bibliotecas y los archivos de México, en la realización de innumerables iniciativas para el estudio y la difusión de la historia de México, sus regiones y sus culturas, así como en el despliegue de sus propios proyectos de investigación como experta en la historia del libro, de la imprenta en México en el siglo XVI, y en la propia identificación de acervos y fuentes de inconmensurable importancia y riqueza para la investigación con perspectiva histórica en nuestro país.
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En 1996, mientras la Biblioteca John Carter Brown celebraba en Providence el 150 Aniversario de su fundación, con la medalla otorgada a David Beers Quinn, con una publicación que haría historia: I found in JCB, sesenta ensayos de otros tantos investigadores –y, por así decir, con una fiesta de la cultura, la memoria, la historia y la investigación–, en Oaxaca, gracias a una iniciativa del maestro Francisco Toledo, se publicaba el primer número de la revista Acervos. En ese primer ejemplar de Acervos, la Dra. María Isabel Grañén Porrúa daba cuenta de una hazaña intelectual: la Biblioteca Francisco de Burgoa. El impulso que ese proyecto daría a la imaginación y a la fuerza creativa de la Dra. Grañén Porrúa galvanizó un espíritu intelectual y la herencia cultural de una estirpe ligada al mundo de los libros, con una visión que modificó de raíz el sentido de las cosas en la carrera previsible de una estudiosa dedicada a la historia del arte. Del trabajo académico a la multiplicación de las tareas para propiciar que las cosas pudieran cambiar en la protección, defensa y difusión del patrimonio bibliográfico y documental en México.
Apenas dos años antes, en 1994, la Dra. María Isabel Grañén Porrúa asistió a la Biblioteca John Carter Brown bajo los auspicios del Fondo Maria Elena Cassiet Travel para investigadores de América Latina, con el objetivo de continuar sus investigaciones sobre el impresor Juan Pablos, que años más tarde daría lugar al extraordinario libro: Los grabados en la obra de Juan Pablos: primer impresor de la Nueva España, 1539-1560, editado por el Fondo de Cultura Económica. No podía imaginar entonces la joven investigadora que ese vínculo inicial con la JCB daría lugar a proyectos comunes, y que, tras muchos años de una labor ininterrumpida en favor de los archivos y las bibliotecas de México, se reconocería su gran contribución a la cultura con una medalla, con una distinción honorífica tan importante como merecida.
La JCB también recuerda que la Dra. María Isabel Grañén Porrúa fue reconocida en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en el año 2012, cuando se le rindió el prestigiado Homenaje al Bibliófilo, honor que han recibido, entre otros, Elías Trabulse, José Luis Martínez, Adolfo Castañón, Andrés Henestrosa y Juan Pascoe.
Lo que nos llena de orgullo y emoción es que entre las principales consideraciones de la Junta de Gobernadores para otorgar este máximo honor a la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, es que preside la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, que desde el año 2003 ha realizado una gran cantidad de proyectos a lo largo y ancho del país, en favor de la cultura, la memoria y la historia de México.
Felicito de la manera más cariñosa a la Dra. María Isabel Grañén Porrúa por poner en alto el nombre de México, por saber hablar al pasado y, sobre todo, por saber escuchar sus enseñanzas.
1 Rolena Adorno, Olivier Berggruen, Antonio Bonchristiano, Sylvia E. Brown, Timothy C. Forbes, Paul R. S. Gebhard, Joseph Meisel (Brown University Librarian, ex officio), Gilbert C. Meister, Christina H. Paxson (Brown University President, ex officio), Pamela Reeves, Matthew Restall, David Rumsey, Neil Safier (JCB Director, ex officio), Clinton I. Smullyan, Jr., John Stuart, William Twaddell, Chairman.
Los días 20, 21 y 22 de abril del presente año, se llevó a cabo la novena edición del Congreso sobre Lenguas Otomangues y Vecinas en memoria del maestro Francisco Toledo y su labor por las lenguas oaxaqueñas. Esta edición reunió a seis conferencistas magistrales y 120 especialistas académicos y comunitarios procedentes de Italia, la India, de Estados Unidos y México para compartir los más recientes avances de sus proyectos sobre las lenguas otomangues y lenguas vecinas.
¿Qué son las lenguas otomangues?
La mayoría de las lenguas indígenas habladas en Oaxaca pertenecen a esta familia lingüística.
Las lenguas tradicionalmente reconocidas de esta familia en Oaxaca son: zapoteco, chatino, mixteco, amuzgo, triqui, cuicateco, chocholteco, mazateco, ixcateco y chinanteco.
Son lenguas tonales en las que la altura de la voz puede distinguir una palabra de otra.
Descienden de una lengua antigua (el hipotético “protootomangue”) que se hablaba hace varios milenios en un área extensa.
Los hablantes de esta lengua antigua participaron probablemente en la domesticación de varias plantas (maíz, frijol, aguacate, etc.).
Las lenguas mixe, zoque, huave, nahuatl y chontal de Oaxaca no pertenecen a esta familia, pero son sus vecinas.
El COLOV se ha caracterizado, desde sus inicios, por ser no solo un evento académico, sino también un encuentro cultural. Por ello, en el marco de la novena edición se inauguró en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova la exposición “Francisco Toledo y su labor por las lenguas oaxaqueñas” –curada por Demián Ortíz, del área de exposiciones de esta biblioteca– que repasa la extensa y constante actividad, pero también el cariño que tuvo el maestro hacia las publicaciones en lenguas indígenas.
Asimismo, se ofreció un concierto en lengua zapoteca por la “Trova zapoteca istmeña”. En la inauguración del COLOV-IX estuvieron presentes la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, el Mtro. Víctor Cata de la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca, el Dr. David García Pérez, director del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México), el Dr. Quetzalcoatl Orozco, coordinador académico de la Unidad de Extensión Universitaria UNAM-Oaxaca, el Dr. Pedro Cardona de la Universidad Autónoma de Querétaro y Sara López Ellitsgaard de Amigos del IAGO y del CFMAB A. A.
Los tres días del congreso iniciaron con conferencias magistrales. En la primera jornada los asistentes disfrutaron de las conferencias magistrales “Racadxiiña xti diidxaza. Labores comunitarias motivadas por el diidxaza”, a cargo de la Dra. Gabriela Pérez Báez de la Universidad de Oregón y el maestro Víctor Cata de la Secretaría de Culturas y Arte de Oaxaca; en este espacio ambos ponentes dieron a conocer un proyecto comunitario desarrollado en el Istmo para el registro lingüístico botánico de la región por medio de la recopilación sistemática de las denominaciones utilizadas y los usos para la flora del lugar.
Posteriormente, se presentó Purvi Shah, directora del proyecto StoryWeaver de la editorial Pratham Books, con sede en Bangalore, India, quien expuso “The role of platforms, open licenses and communities in creating hyperlocal digital children’s libraries in indigenous languages”, un proyecto fabuloso que, de forma gratuita, pone al alcance del público en general libros infantiles producidos en línea por traductores de lenguas indígenas.
El segundo día, el Dr. Cristiano Tallè, profesor de la Università degli Studi di Sassari, e investigador en antropología cultural y etnolingüística, nos compartió la conferencia “Lengua- tierra. Sobre la denominación de la tierra en huave-ombeayüts y la ecopolítica de las lenguas indígenas en tiempos de crisis ecológica global”. Fue así como el investigador italiano hizo un recuento sobre los 20 años de investigación de campo que ha realizado en San Mateo del Mar sobre la relación existente entre la lengua ombeayiüts y el medio ambiente, en otras palabras, sobre cómo la lengua moldea la forma de concebir a la naturaleza. Luego, en la segunda ponencia del día, el Dr. Alejandro de Ávila Blomberg, director del Jardín Etnobotánico de Oaxaca, dictó la conferencia “Francisco Toledo y las voces del maíz” con la cual nos compartió cómo la planta del maíz, invento mesoamericano –y probablemente por parte de hablantes de la lengua ancestral de las actuales lenguas otomangues de Oaxaca–, fue una fuente de inspiración muy importante para la obra del maestro Toledo.
En el último día del congreso, el ciclo de conferencias magistrales se cerró con la charla “La lingüística entre filosofías e ideologías: la investigación sobre el huave del Istmo oaxaqueño”, impartida por el Dr. Maurizio Gnerre de la Università “L’Orientale” di Napoli; conferencia que nos hizo ver las distintas formas en las que se ha llevado a cabo la investigación lingüística en diferentes países, también se pudo vislumbrar la concepción del investigador externo que llega a las comunidades.
Durante los tres días del congreso en el Centro Cultural San Pablo, los 120 ponentes expusieron sus estudios en 18 mesas. En dichas mesas se compartieron temas sobre la lingüística descriptiva, la lingüística histórica, la filología de textos de la época colonial, la enseñanza de las lenguas indígenas, la revitalización de lenguas en peligro de desaparición, estrategias para el fortalecimiento de las lenguas indígenas, la antropología lingüística, la documentación lingüística y la literatura contemporánea.
El COLOV se lleva a cabo en Oaxaca desde 2006 de manera bianual gracias a la generosa aportación de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. La novena edición estaba prevista para 2020, sin embargo, por el confinamiento tuvo que ser pospuesta hasta este año. La preparación y la logística de este tipo de eventos implican mucho trabajo, para lo cual se contó con un gran equipo en el que participó, sobre todo, personal de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova de la FAHHO bajo la coordinación de Elodia Ramírez Pérez. El comité organizativo agradece además a la familia del maestro Toledo, al Centro de las Artes de San Agustín, a los Amigos del IAGO y del CFMAB, a la UNAM, a través del Instituto de Investigaciones Filológicas, de la Unidad de Extensión Universitaria y del Posgrado de Estudios Mesoamericanos, a la Secretaría de Cultura del Estado de Oaxaca, a la Universidad Autónoma de Querétaro y al Café La Brújula por su importante aportación al COLOV-IX.
Xi nga. Ti berendxinga. Xi runime. Ruundame ne ñeeme. Nga ya’, xi nga. Xiringa’ xti’ ñoou’ Minga. ¡Jaque ziuula’ doo xqui’lu’ nja! ¿Qué es eso? Es un grillo. ¿Qué hace? Canta con las patas. ¿Y aquello qué es? Es la jeringa de tu tía Dominga. ¡Qué tripa más larga tienes!
Ahora que estamos evocando la memoria del maestro Toledo en este espacio, traigo el fragmento de un juego de palabras, de preguntas y respuestas que me proporcionó y que tiene que ver con los niños que quieren saberlo todo. De los niños que no se cansan de preguntar, nosotros los juchitecos decimos que tienen latripa larga: tienen una curiosidad sin fin, interminable, como las palabras mismas, diidxa’ qué rirá. La palabra no se acaba, es eterna.
En una ocasión, el maestro Toledo me mandó un texto de voz donde decía:
Yo tengo una fijación por la lengua zapoteca: es la lengua de mi padre, de mi madre, de mis cuatro abuelos, de mis tías y realmente lamento tanto que no nos la hayan enseñado, me perdí de algo que creo que hubiera sido muy muy importante en mi vida.
Quizá por eso el maestro Toledo le tuvo cariño a la oralidad, porque en esa oralidad hay un saber. Los ancianos zapotecas leyeron lo que nunca se escribió, porque el primer libro de ellos fue el cielo y sus primeras letras fueron las estrellas, la luna y el sol, por eso a los que estudiaban el firmamento les llamaron beedxe’ rigubia’ guiba’ ‘jaguar que mide el cielo’.
Cuando la poeta Natalia Toledo y yo comenzamos a trabajar en el proyecto Camino de la Iguana, lo hicimos con escasos materiales. Muchos de estos los fuimos inventando sobre la marcha. Pero desde el 2012, cuando el maestro Toledo nos apoyó, comenzaron a surgir ingeniosos materiales que contribuyen a la enseñanza no solo del zapoteco, sino de las lenguas indígenas, de una manera lúdica: las Fábulas de Esopo, por ejemplo, que han arrancado carcajadas cuando se leen en voz alta. O el disco de colores que nos permite enseñar los matices que la gentenube conoce. O el memorama y la lotería del cuerpo humano, los nombres de los animales y los números, la libreta para iluminar hecha con el diseño de un huipil de Ixtaltepec y cargado de figuras geométricas tomadas de Miguel Covarrubia, y los cuadernos con imágenes de tortugas, iguanas y xoloscuintles, el bicu xolo de los zapotecos. Y varios textos de lectura como “Luvina”, de Juan Rulfo.
Escribir en una lengua indígena es un acto de resistencia ante el olvido, pero, sobre todo, para nosotros es un deber. Hoy en día sucede un vertiginoso desplazamiento de las lenguas indígenas como el zapoteco, del que cada vez son menos los niños que lo hablan, como es la situación de los pueblos de donde eran originarios los padres del maestro Toledo, Juchitán e Ixtaltepec.
Son varios los factores que tienen que ver con el desplazamiento de las lenguas indígenas, como el económico, el educativo y el socio-cultural.
Detener el desplazamiento de los idiomas indígenas no solo se logra con la buena voluntad, sino con labores como esta, la de generar materiales de enseñanza que, aparte de ser creativos, son lúdicos. Por eso se extraña tanto al maestro, por eso se honra hoy su memoria, en este encuentro de estudiosos de las lenguas indígenas.
El artista oaxaqueño Francisco Toledo siempre destacó por su generosidad. Fue conocido por impulsar una gran cantidad de obras en beneficio de su comunidad, la mayoría, encaminadas a favorecer el acceso al conocimiento y al arte; entre las más destacadas se encuentra el apoyo que brindó a la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa.
En su momento, Toledo estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y, años después, al enterarse de que este recinto poseía un patrimonio bibliográfico muy importante —pero en completo abandono— organizó una exposición de libros antiguos en el entonces Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca. Para llevar a cabo la curaduría de aquella muestra, el artista contactó a María Isabel Grañén Porrúa, historiadora del arte y especialista en la historia de la imprenta en México. Fue en octubre de 1993, hace casi treinta años, cuando esta colaboración entre Toledo y la doctora Grañén llenó de vida uno de los acervos más importantes de nuestro país.
Este primer paso los llevaría a iniciar el inventario y la organización de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa, proyecto que surgió gracias a la iniciativa y auspicios del maestro Francisco Toledo. Fue él quien sugirió que los libros se trasladaran al exconvento de Santo Domingo de Guzmán para que estuvieran en un recinto con las condiciones adecuadas que favorecieran su conservación; además, impulsó un taller de restauración y otro de encuadernación y comenzó a promover la consulta de los ejemplares para organizar exposiciones y generar mayores reflexiones sobre ellos.
Francisco Toledo le tenía un cariño especial a este acervo, jamás se olvidó de él, y las obras que integran la presente exposición son tan solo una parte de las donaciones que el artista hizo a esta biblioteca.
¡Nuestro cariño y agradecimiento al maestro por tanta luz que iluminó a Oaxaca!
El pasado 9 de mayo, la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas vio la llegada de su vigésimo aniversario. Esta celebración enmarcó la entrega de la presea San Rafael Guízar y Valencia a don Alfredo Harp Helú, presidente vitalicio de la fundación que lleva su nombre, y a la doctora María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de Adabi.
Las palabras de la directora de Adabi, la doctora Stella González Cicero, refirieron a la trayectoria de dos décadas, del trabajo que es visible y apreciado por las personas externas, y del crecimiento profesional y personal de todos aquellos que forman y han formado parte de Adabi desde diversas trincheras. La trascendencia social de la institución, continuó la directora de Adabi, se ha manifestado en la confianza y el reconocimiento como punto de referencia en materia de organización y rescate del patrimonio documental.
Para exponer la labor de Adabi en los archivos eclesiásticos y proveer un marco de referencia a los invitados se presentó el video alusivo al tema, mismo que en 2022 se había exhibido ante la CXII asamblea plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano cuando Adabi recibió la presea San Rafael Guízar y Valencia por parte de los obispos mexicanos. Acto seguido, tomó la palabra monseñor don Ramón Castro y Castro, secretario general de la CEM, quien sintetizó el trabajo de Adabi a favor de los archivos eclesiásticos y entregó la presea San Rafael Guízar y Valencia a don Alfredo Harp y doña María Isabel Grañén, “quienes sostienen y son el alma de esta institución […] a los cuales siempre ha caracterizado la filantropía y el amor en un compromiso ineludible con México”.
Para agradecer la presea, la presidenta de Adabi evocó la presencia del maestro Jorge Garibay, otrora coordinador de Archivos Eclesiásticos y quien estuviera en aquella reunión en donde Adabi se convertiría en un momento estelar para México, en referencia a la obra de Stephan Zweig, Momentos estelares de la humanidad.
Por su parte, don Alfredo Harp inició su discurso con la reflexión de que cada día se levanta con “la intención de hacer algo bueno por México y por los demás”, recordando también la tarde en la que Adabi fue creada, un momento en el que todos los involucrados manifestaban la misma vocación de ayuda. Agradeció a monseñor Castro la distinción hecha a ambos con la entrega del reconocimiento de la CEM, afirmando que las bendiciones son bienvenidas y necesarias, pero que también es necesario un capital para poder emprender cualquier trabajo de la magnitud como el que emprendió Adabi. Como corolario de sus palabras añadió: “Adabi es un ejemplo de que sí se puede”, apreciando que dos décadas después se ha logrado transformar “una cara maravillosa de México”.
Es inmensamente triste ver cómo la naturaleza nos está hablando y los humanos no escuchamos. Victor Hugo
Cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente; una fecha que busca generar conciencia sobre los efectos negativos que la acción humana está ocasionando sobre el planeta desde hace varias décadas. No obstante, este es un día que deberíamos celebrar siempre, con cada acción y gesto, para reducir la crisis ambiental que se vive actualmente.
Una buena forma de hacerlo es enseñando a los niños y niñas la importancia de cuidar la Tierra y sus riquezas naturales. Una vida más ecológica y sostenible, es decir, en equilibrio con la naturaleza, es la nueva propuesta que se está desarrollando en el presente para construir un entorno más amigable.
El futuro comienza ahora mismo a partir de iniciativas que ayuden a cambiar las cosas y, aunque el trabajo a realizarse es inmenso, cada acción es importante. A lo largo de 16 años, la BS Biblioteca Infantil de Oaxaca, y con ella toda la Red de Bibliotecas Infantiles BS, se ha sumado a estas iniciativas y movilizaciones mediante un programa de actividades pensadas especialmente para niños, con el objetivo de hacer conciencia sobre los problemas ambientales, pero mayormente para proponer y modificar hábitos de la vida diaria que contribuyan a reducir la huella humana sobre el planeta.
Recientemente, en el mes de mayo, se programó una cartelera denominada “De cara al futuro: Actividades informativas y didácticas en pro de la ciencia y el desarrollo sustentable”, una iniciativa con la que se pretende consolidar una formación continua y práctica para que los niños reconozcan las diversas problemáticas que atañen al medio ambiente y, al mismo tiempo, para proponer soluciones que a largo plazo impacten en la huella ecológica.
Una de las dificultades que recientemente está viviendo la ciudad de Oaxaca y sus alrededores es cómo procesar las toneladas de basura generada todos los días. Compostear los residuos inorgánicos es una excelente alternativa: además de eliminar y reciclar este tipo de restos, se reduce la cantidad de residuos sólidos, mejora la fertilidad de los suelos y se evitan problemas de contaminación ambiental.
En respuesta a esto, se gestionó el taller de Lombricomposta y Huertos urbanos, dos actividades complementarias en las que, aprovechando los desechos orgánicos, y con ayuda de la lombriz roja californiana, se genera un abono rico en nutrientes, mismo que se utiliza para cultivar verduras, hortalizas, hierbas o frutas.
Otro tema de interés son las abejas y su importancia como polinizadores. A partir de una infografía y un taller con apicultores, se divulga información sobre las abejas meliponas, una especie de abeja sin aguijón, productoras de miel y encargadas de polinizar plantas nativas, árboles y arbustos.
Es justo a través de este trabajo vivencial y de divulgación que la BS busca que niñas y niños incorporen aptitudes para resolver poco a poco los problemas ambientales y del entorno que los rodea. Estamos seguros de que estas pequeñas acciones repercutirán en el futuro, en la educación ambiental de las generaciones venideras y en las formas de relacionarnos con el planeta.
A los adultos nos corresponde acompañar a las infancias en estos procesos y reconsiderar nuestra relación con el entorno partiendo de hábitos sostenibles que recuperen el equilibrio natural del medio ambiente. Así que celebremos el Día Mundial del Medio Ambiente, pero no solo un día al año, si no todos los días con pequeñas acciones que sumen.
Aparecieron sobre la faz de la Tierra hace millones de años y han sido testigos de la aparición y extinción de numerosas especies; presenciaron la llegada de los homínidos y de los distintos linajes que llevaron al surgimiento del Homo sapiens, nuestra especie.
Los árboles suministran alimento en forma de frutos y semillas y son fuente de remedios contra enfermedades; proveen de madera y son responsables de la captura del carbono del medio ambiente; mejoran la calidad de los suelos y son protagonistas indispensables en el ciclo del agua; gracias a ellos y a sus extensas raíces es posible la existencia de complejos ecosistemas que se encuentran en todos los rincones del planeta, y que son el hogar de numerosos seres vivos.
A lo largo de los siglos, los árboles también han sido objeto de culto por parte del hombre y sus diversas culturas, considerándolos un refugio físico y espiritual, a su sombra se ha creado una larga tradición mítica, religiosa y simbólica, donde se ha representado la vida del cosmos, el poder, la generación y regeneración de la vida. En suma, los árboles constituyen organismos complejos y generosos que acogen y dan vida.
Por otro lado, continuando con su misión bde conservar, exhibir y difundir colecciones filatélicas y postales, el pasado mes de marzo, el Museo de la Filatelia de Oaxaca inauguró la exposición “Árbol es árboles: los árboles en la filatelia mundial”, resultado de la colaboración entre el Mufi y el Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca, en coordinación con el M. C. Rodolfo Alfredo Hernández Rea.
La muestra se conforma por nueve núcleos temáticos en los cuales se describen 286 especies distintas de árboles de todo el mundo agrupadas en 196 géneros botánicos. En estas se enumeran las características de cada especie y los beneficios que aporta, los naturalistas, botánicos y científicos que les dieron nombre, además de sus representaciones culturales y simbólicas, todo ello contado mediante más de 400 materiales filatélicos de la colección del Museo, que incluye, además, sobres de primer día de emisión, bloques y una gran diversidad de timbres.
En diferentes culturas y momentos de la historia, el árbol ha sido considerado un símbolo de gran relevancia, al punto de ser ratificado por distintos países como emblema nacional; recordemos, por ejemplo, el cedro del Líbano, representado en el timbre libanés del 2017. En el caso de México se cuenta con el ahuehuete, árbol nacional desde 1921 y emblema desde 1521, cuando a su sombra lloró el conquistador Hernán Cortés al aceptar su derrota ante el pueblo mexica, en el episodio conocido como “La Noche Triste”. Otro ahuehuete representativo es el que se encuentra en Santa María del Tule, Oaxaca: se calcula tiene más de dos mil años de antigüedad; este árbol lo podemos apreciar en el timbre de México de 1985, en conmemoración del IX Congreso Forestal Mundial.
El baobab –árbol sagrado para algunos países de África y árbol nacional de Senegal– era considerado, según un antiguo mito africano, el más hermoso del planeta, por lo que los dioses, cautivados por su esplendor, le otorgaron el don de la inmortalidad; pero esto provocó que el baobab se volviera soberbio y vanidoso a tal grado que llegó a desafiar a los dioses. Como castigo, fue arrancado de la tierra y plantado al revés, así como toda su descendencia, lo cual explica la forma tan particular que posee. Más allá del territorio mítico, este árbol, del género Adansonia, fue una preocupación muy particular del Principito, personaje del célebre libro de Antoine de Saint-Exupéry: todas las mañanas, al limpiar su asteroide, debía arrancar los pequeños baobabs ocultos entre las rosas para evitar que estos crecieran desmesuradamente y pusieran en riesgo a su pequeño planeta. Esta especie la podemos apreciar en un timbre de 1966 de Senegal.
A lo largo de la historia, el árbol ha sido representando un sinnúmero de veces en diversas expresiones artísticas, por ejemplo, en las obras de Giuseppe Arcimboldo (1527-1593), pintor italiano conocido por la serie teste composte ‘cabezas compuestas’, en la que utiliza distintos elementos para crear una cabeza con la parte superior de un busto con gran originalidad. Arcimboldo realizaba representaciones del rostro humano a partir de flores, ramas, frutas, plantas, animales y diversos objetos. Su pintura Invierno la podemos observar en un timbre italiano de 1997. Otro ejemplo es la obra Ahuehuetes de Chapultepec, del pintor mexicano, y miembro de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, José María Velasco (1840-1912) quien hizo un registro patrimonial de las especies de plantas y animales de la cuenca de México durante la segunda mitad del siglo XIX. Podemos apreciar su obra en el timbre de beneficencia (no postal) del 2013.
Como parte de la exposición se presentan dos instalaciones de la artista Perla Layú. En la instalación botánica Plumeria, Perla suspende más de dos mil semillas de la especie arbórea Plumeria rubra, las cuales, de manera delicada y sutil, simbolizan el momento en el que las semillas se dispersan en búsqueda de sitios adecuados para germinar. Por otro lado, la instalación audiovisual Voz natura nos invita a detenernos por un momento para ver y escuchar la voz de las plantas, las montañas y el agua, y entender el lenguaje de la naturaleza: un mensaje poético y literal sobre la importancia de la flora y fauna.
La exposición “Árbol es árboles: los árboles en la filatelia mundial” busca contribuir al conocimiento de un conjunto de árboles que han llegado a ser elementos vitales para los pueblos debido a su importancia ambiental, cultural, económica e histórica.
Al término del recorrido sabrás qué especies arbóreas han sido elegidas por distintos países para representar en sus timbres y que estos viajen a través del mundo.
“Historias del huipil” es el título de una serie de charlas programadas en torno a la exposición “Huīpīlli, kushma y phyang: prendas análogas de tres continentes” que forma parte de las actividades del xv Aniversario del Museo Textil de Oaxaca. En la primera edición participaron Magdalena y Susana Santiago Martínez, originarias de El Tapanco, perteneciente al municipio de Santa María Zacatepec, un pueblo indígena tacuate que colinda con la costa oaxaqueña. En familia, han organizado un pequeño taller y elaboran diferentes piezas textiles con la técnica de animalitos, innovando con ello la tradición textil de su comunidad. Esta actividad se llevó a cabo el 26 de abril y contó con una gran participación del público que, ansioso, esperaba escuchar a las maestras.
En esta primera charla se abordaron temas como la transformación que ha experimentado la indumentaria, las formas y diseños de las iconografías, las historias del huipil en su familia, los contextos en los que se utiliza dicha pieza y, en especial, la inspiración que surgió de observar los tres huipiles de su comunidad que se encuentran en la exposición. Así fue como las artistas lograron notar un patrón geométrico en un huipil tejido en telar de cintura con hilos de algodón coyuchi, hilado a mano y bordado con hilos de algodón mercerizado de diferentes colores. Este motivo se ha ido modificando con el paso del tiempo, por ejemplo, el tamaño ha sido disminuido por las distintas bordadoras que lo han trabajado, por lo que a Magdalena y a Susana esta experiencia les resultó única debido a que el patrón parece que fue de mayor tamaño al que comúnmente se conoce. Así, decidieron darse a la tarea de rehacerlo en una tela con hilos muy diferentes, y, a su vez, en un formato que combina elementos del huipil femenino con el cotón, pieza utilizada por los hombres en la comunidad.
Al público le interesaba conocer los comentarios que estas artesanas han recibido por parte de su propia comunidad al haber realizado un proceso de innovación; la respuesta es que ha sido mayor el número de personas que las han apoyado que las que están en su contra. Como parte de este proceso de innovación dentro de su propia tradición, ellas han dado un giro a los colores que se han usado históricamente en la comunidad e incluyen una gama mucho más diversa.
Al término de la charla se invitó a las y los asistentes a pasar a la sala Caracol del MTO, en donde pudieron escuchar y expresar sus inquietudes con las artistas invitadas.
La próxima charla será con la maestra Teresa López Jiménez, originaria de Juchitán, el día 28 de junio a las 6 de la tarde, les esperamos.
Apenas habían transcurrido 16 horas desde que cayera el out 27 para los Diablos Rojos en la temporada del 2022, cuando don Alfredo Harp Helú sugirió que era el momento ideal para editar un nuevo libro que contara la incomparable historia del equipo escarlata.
Con la tristeza natural de una eliminación a flor de piel, escucharon atentamente las indicaciones para ejecutar la nueva tarea. Resultó conmovedor y, al mismo tiempo, motivador que una nueva caída se convirtiera en la fuente de inspiración para volver a recordar el origen del equipo más ganador de México y escuchar el mensaje contundente de que no habrá descanso hasta lograr lo que cada integrante de la institución desea con toda su alma, lo mismo con lo que sueña una afición que no deja de crecer: obtener el campeonato número 17.
La primera reflexión, y la más sólida, para agregar un nuevo libro al gran abanico de publicaciones que han salido a la luz desde 1994, es sobre las grandes entradas que se registraron en el Paraíso de los Diablos Rojos a lo largo de la temporada y, específicamente, en los playoffs. Resulta notable que una nueva generación de seguidores se está cocinando, por lo que nuestro deseo es que en las páginas de Los Rojos encuentren cientos de motivos para abrazar y jamás soltar esta franela llena de tradición. Por otro lado, este libro le permitirá, a la base de aficionados más tradicional, localizar el momento exacto en el que surgió un idilio con la Pandilla Escarlata.
De cierta forma, el libro Los Rojos es un trabajo que da continuidad al objetivo del Museo Diablos y a una inagotable labor de investigación que desde hace algunos años se ha incrementado: contar cada una de las historias que permitan armar uno de los rompecabezas más importantes y hermosos del deporte nacional. La idea es poseer la base de datos más amplia y precisa de todos los tiempos que se pueda tener de cualquier actividad física en nuestro país.
Con un diseño claramente visual que no requiere de demasiadas explicaciones, en Los Rojos se cuentan los momentos más importantes de los 83 años de vida del equipo, pero también aquellos que hasta ahora eran poco conocidos, o que tradicionalmente se trataban de esconder, como la huelga de 1980, y algunos otros que son parte de la identidad de los Diablos Rojos del México y que se pudieron superar para alcanzar una grandeza digna de recibir la más amplia difusión.
El objetivo de este libro es que el lector encuentre, junto con los triunfos y derrotas que se cuentan, las historias de esfuerzo y sacrificio que hay detrás de las epopeyas que se han recopilado en cada uno de los casi diez mil encuentros que el club escarlata ha celebrado en un camino de nueve décadas en los diamantes.
Los Rojos es una edición que manifiesta toda la pasión y el amor que requiere cada uno de los proyectos que dan a conocer los Diablos, un espacio donde los diseñadores, fotógrafos e investigadores soñaron con poner vida a la semblanza del equipo que más mueve corazones, como si, llenos de orgullo y emoción, Ernesto Carmona, Roberto Ortiz, La Tuza Ramírez, El Zurdo Ortiz o Cananea Reyes la estuvieran contando con su propia voz.
Como cada año, el club Guerreros de Oaxaca busca continuar con la unión entre la cultura y el beisbol. Por eso, para la temporada 2023 se hizo una colaboración con el Taller Jacobo & María Ángeles, uno de los más reconocidos a nivel mundial gracias a sus obras y colaboraciones con empresas y organizaciones de gran prestigio. En los últimos años, Guerreros de Oaxaca se ha caracterizado por ser uno de los únicos clubes dentro de la Liga Mexicana de Beisbol que realiza sinergia entre la cultura y el deporte, siempre apoyando y resaltando el talento que existe en un estado como Oaxaca.
El Taller Jacobo & María Ángeles se funda en 1994 partiendo del deseo de emprender y rescatar la práctica ancestral de darle vida a las tonas y nahuales a través de la talla en madera y el decorado a mano. Poco a poco el taller ha ido creciendo y desarrollado el estilo que lo caracteriza.
El trabajo de Jacobo & María Ángeles ha participado en diversas exposiciones, conferencias y concursos en México, Estados Unidos, Japón, Alemania, Brasil y España, y ha sido acreedor a diversos premios y menciones en publicaciones.
Actualmente, forma parte de distintas colecciones privadas y públicas, entre ellas la Colección de Arte de las Naciones Unidas, el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías, el Museo de Arte Popular de la Ciudad de México, el Fomento Cultural Banamex y la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. También ha participado en el pintado del cinturón “Guerrero Zapoteca” del Consejo Mundial de Boxeo y recientemente con la marca Charly en diseños de equipos de futbol mexicano.
“Los Guerreros son un símbolo del deporte aquí en Oaxaca, la jersey tiene diferentes símbolos de pertenencia zapoteca que representa a Oaxaca, es por eso que la gente debe sentirse orgullosa de portar esta camisola”, mencionó el maestro Jacobo Ángeles, el día de la presentación.
Uno de los principales propósitos de Casa de la Ciudad ha sido incentivar el uso de la bicicleta como modo de transporte: es altamente eficaz, accesible, amigable con el medio ambiente, ocupa poco espacio, ayuda a mantener una buena condición física y de salud, y permite al usuario interactuar con su entorno al aire libre.
Sabemos que esta labor requiere de muchas actividades y esfuerzos, entre los que destacan la infraestructura adecuada y las políticas públicas que faciliten el acceso a los usuarios. También es requerimiento incentivar el uso de la bicicleta desde la infancia, lo que nos permite familiarizarnos desde temprana edad.
Como parte de esta labor, Casa de la Ciudad cuenta con el programa La Ciudad en Bici, que consta de talleres presenciales y personalizados al nivel de manejo de cada alumna y alumno. Este 2023 nos hemos enfocado en talleres infantiles gracias a una colaboración con el Museo Infantil de Oaxaca; en ellos, niños y niñas de entre 3 y 11 años participan en cursos adaptados a sus necesidades: bicibalance y habilidades básicas. Estos talleres están pensados como espacios seguros para que las infancias sientan la confianza y libertad de explorar sus habilidades y se diviertan en el proceso.
El acompañamiento es esencial, por lo que los talleristas asisten en todo momento a los alumnos, y gracias a que contamos con grupos reducidos es posible dar seguimiento a los avances de cada asistente. Estos grupos están divididos por edades: de 3 a 6 años y de 7 a 11 años.
Los talleres son gratuitos y se llevan a cabo el último sábado de cada mes en el atrio de la iglesia del Marquesado; para inscribirte, te invitamos a pasar al MIO o a llamar al 951 516 93 88.
La Biblioteca Móvil de la región Triqui fue inaugurada el pasado 24 de febrero en San Andrés Chicahuaxtla. Al igual que los otros vehículos del proyecto Seguimos Leyendo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, la nueva biblioteca, apodada localmente El triquibús, promueve y refuerza la lectura y el amor por el aprendizaje a partir de una combinación de actividades educativas extraescolares y de servicios de préstamo.
Se trata de camiones equipados con libros, tapetes, estantes y caballetes que viajan a múltiples comunidades, donde los promotores de lectura organizan talleres extraescolares y diferentes actividades de lectura para niños. En este sentido, dada la importancia de la lengua triqui en la región donde circula, la Biblioteca Móvil incorpora actividades y materiales en esta lengua. Los mediadores de lectura, Araceli López Rosas y Víctor Fuentes García, son hablantes de triqui que realizan las actividades extraescolares en su lengua. La biblioteca también lleva libros en triqui que los niños pueden tomar prestados.
Este innovador proyecto es posible gracias a una generosa donación de Emilie Steiner, de Berkeley, California (EE.UU.), quien, antes de su muerte, hace ocho años, encargó a su esposo, Herbert Steiner, que hiciera realidad su deseo de ampliar las oportunidades educativas para los niños de Oaxaca y así ofrecerles un futuro mejor. Emilie visitó Oaxaca por primera vez hace cinco décadas y se enamoró de su gente, culturas y forma de vida.
El proyecto de esta nueva biblioteca móvil también es posible gracias a la sinergia entre la FAHHO, la comunidad de Chicahuaxtla y los maestros locales que han llevado a cabo una serie de proyectos educativos y culturales extraordinarios para los niños de la región desde los que defienden la lengua y la cultura del pueblo triqui. La FAHHO, que ha contribuido en este proyecto con personal y recurso, se alegra de ser el puente entre la familia de Emilie Steiner y las comunidades y escuelas de la región.
Aquella mañana de febrero, frente al palacio, en la explanada de San Andrés Chicahuaxtla, se realizó el evento inaugural de la nueva biblioteca móvil para la región Triqui. Los invitados especiales fueron Leah y John Oppenheimer, quienes viajaron desde Long Island, Nueva York, para asistir al evento en representación del Dr. Herbert Steiner, renombrado científico y esposo de Emilie, quien logró unirse brevemente al evento por videollamada. Michael Swanton, del consejo directivo de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, y Tajëëw Díaz Robles, coordinadora del proyecto de tecnología educativa Endless Oaxaca Multilingüe, asistieron en representación de la FAHHO junto a Araceli y Víctor, los promotores de lectura. Estuvieron presentes representantes del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas y del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, autoridades comunitarias y municipales, docentes y mucha gente de la comunidad. El programa incluyó música, arte y la presentación de cinco nuevos libros en lengua triqui.
Para llegar a este momento, la Dra. María del Socorro Bennetts, coordinadora del proyecto Seguimos Leyendo de la FAHHO, supervisó un intenso y acelerado proceso que se remonta a agosto de 2022 y que incluyó la capacitación de los promotores de lectura y la adquisición del vehículo y el equipo. Mientras se entregaba la nueva biblioteca móvil —trámite que tomó tiempo por los efectos de la pandemia sobre las líneas de suministro— se reasignó otro vehículo a la región para que las actividades pudieran comenzar el 1 de octubre del año pasado, abarcando entre 13 y 17 comunidades al mes. Esta biblioteca luce un original diseño, con un texto bilingüe triqui-español, realizado por el Mtro. José Manuel Hernández Fuentes, artista y docente originario de Chicahuaxtla.
Una celebración
La inauguración del bibliobus fue una celebración. El esposo de Emilie, Herbert Steiner, de 94 años, no pudo asistir en persona. Mi esposa y yo, primo de Herb, hemos tenido el privilegio de trabajar con Michael Swanton y Socorro Bennetts de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, quienes hicieron de este bibliobús una realidad. Estuvimos encantados de conocer a Araceli y Víctor, los dos promotores de lectura del autobús, y a las muchas personas amables que viven en Chicahuaxtla. Nos inspiramos en el liderazgo de esta comunidad y su visión sofisticada de cómo crecerá. Nos animó escuchar tanto a los adultos como a los niños pequeños hablar en su lengua nativa, el triqui, y escuchar la música de violín tocada por algunos de los otros niños.
Este bibliobús fortalecerá los lazos de la comunidad con su cultura nativa y ofrecerá amplias oportunidades intelectuales. Lo hará mediante actividades divertidas tanto para los niños como para sus familias: leer, mirar por telescopios, ver películas y mucho más. Emilie era una muy buena persona con mucha energía. Ella amaba Oaxaca y quería ayudar a los niños de este estado. Le gustaba divertirse y siempre tenía una gran sonrisa. Sentimos su espíritu sentado a nuestro lado durante la inauguración. Estábamos tristes de que ella no estuviera allí, pero también muy felices al mirar que su visión cobraba vida.