Ciencia ciudadana

La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) es una entidad intersecretarial que promueve el conocimiento de la diversidad biológica, así como su conservación y uso sustentable para beneficio de la sociedad. Entre sus múltiples funciones está la de coordinar iniciativas de ciencia ciudadana: NaturaLista, EncicloVida y AverAves. 

NaturaLista es una plataforma de internet con aplicaciones móviles. Los participantes suben fotografías o audios de animales, plantas y hongos con fecha y ubicación, y la red social (internacional) identifica a las especies. Actualmente es la red social de ciencia ciudadana más grande del país con casi un millón de observaciones. 

EncicloVida es una plataforma que reúne la información de registros de especímenes de plantas y animales de colecciones científicas de México y la información proveniente de las plataformas de ciencia ciudadana AverAves y NaturaLista. De esta forma, los mapas presentados en EncicloVida dan una versión muy completa de la distribución de las especies, porque se actualizan diariamente.  

AverAves es una plataforma digital creada por CONABIO para fomentar la observación y registro de las aves –pajareo–, y ha generado hasta la fecha alrededor de trece millones de registros de especies de aves. También es parte de la red internacional eBird de la Universidad de Cornell, Nueva York. Los participantes, observadores de aves, suben sus listas de especies con localidad y fecha, lo que genera una inmensa base de información de libre acceso para el público interesado. 

Las aves juegan un papel fundamental en los ecosistemas, ya sea por participar en la polinización de plantas, depredación y control de plagas, eliminación de animales en descomposición hasta la dispersión y propagación de semillas. Además, sirven de alimento para otras especies como víboras, zorras, zorrillos y felinos pequeños, cumpliendo de esta forma con el ciclo de vida. 

En el mundo existen alrededor de 10 400 especies de aves que, por su gran capacidad de adaptación, habitan casi todos los ecosistemas. México ocupa el 11.º lugar entre los países con mayor riqueza avifaunística, con 1 107 especies de aves, de las cuales 102 son endémicas, es decir, especies exclusivas de nuestro país, entre ellas se encuentran: el colorín azulrosa, tecolote del balsas y gorrión serrano, entre otras. 

Una gran cantidad de especies de aves se han adaptado a vivir en las ciudades. Algunas son residentes permanentes, mientras que otras son migratorias. Algunas son nativas y otras son introducidas de otros países. En la Ciudad de México y sus alrededores se han registrado alrededor de ¡340 especies de aves! CONABIO seleccionó 20 especies para que las reconozcas por sus cantos, puedes escucharlos en línea

El pasado 9 de mayo de 2020 se celebró el primer Gran Día de Observación de Aves (Global Big Day). Por el COVID-19 no se pudo salir a pajarear como en otras ocasiones, pero descubrimos que se podía hacer desde nuestras casas, jardines o azoteas. Casi siempre se rompe el récord de participación, y esta vez, increíblemente, ¡no fue la excepción! Se recibieron 1 449 listados de gente que no dejó de pajarear aunque no pudiera salir. En México logramos registrar 701 especies. Toda esta información es valiosa ya que nos ayuda a conocer la avifauna relacionada a las zonas donde vivimos. 

El próximo mes de octubre se realizará el siguiente Gran Día con aves migratorias incluidas, esperamos que las condiciones sean mejores para volver a romper los récords no solo de listados, sino de especies registradas también. Forma parte de este gran proyecto, visita AverAves y vuélvete pajarero para que colabores con el registro de aves, no necesitas ser especialista para observarlas y registrarlas. CONABIO cuenta con algunas herramientas de apoyo que te ayudarán. 

Las aves en la historia natural

Uno de los grupos faunísticos que despertó mayor interés entre los conquistadores, clérigos, científicos y colonizadores en el siglo XVI novohispano fue el de las aves, debido a su colorido, su diversidad y los aprovechamientos que de ellas se obtenían.

Desde la perspectiva de la biología, el presente trabajo realiza un acercamiento a las obras que estudiaron la naturaleza en los territorios que conformaron la Nueva España, para recuperar y analizar el conocimiento que se generó sobre las aves en ese periodo. 

Escucha las aves de Oaxaca

Fotografías: Omar Laredo/ Banco de sonidos: Xeno-canto 

Te presentamos algunas de las aves más bonitas que se pueden observar en Oaxaca. Da click en los iconos para redirigirte a los enlaces y adéntrate en el mundo de las aves. 

Centzontle Norteño 
Mimus polyglottos 

Imagen
Sonido

*

Carpintero Cheje 
Melanerpes aurifrons 

Imagen
Sonido

*

Colibrí Multicolor 
Lamprolaima rhami 

Imagen
Sonido

*

Saltapared Cola Larga 
Thryomanes bewickii 

Imagen
Sonido

*

Colibrí Orejas Violetas 
Colibri thalassinus 

Imagen
Sonido

*

Tordo Sargento 
Agelaius phoeniceus 

Imagen
Sonido

*

Guacamaya Verde 
Ara militaris 

Imagen
Sonido

*

Chipe Rojo 
Cardellina rubra 

Imagen
Sonido

*

Coa Mexicana 
Trogon mexicanus 

Imagen
Sonido

El mundo web de la ornitología

El programa de educación ambiental del Museo Infantil de Oaxaca te comparte la siguiente tabla en donde podrás encontrar todo sobre el mundo de la ornitología. 

NATURALISTA 
Identifica plantas, hongos, peces, aves y mamíferos con ayuda de profesionales y aficionados. Comparte tus propias fotografías, explora las especies de flora y fauna mexicana. 

AVERAVES 
Registra las aves de tu entorno, descubre sitios de interés para la observación de aves cerca de ti y disfruta de los sonidos que producen las diferentes especies gracias a su banco de cantos. 

ENCICLOVIDA 
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) pone a disposición una plataforma para conocer diferentes especies y grupos de seres vivos de México. Descarga su aplicación móvil de manera gratuita. 

AVESMX 
Conoce las aves que viven en México, explora a través de mapas las diferentes regiones y biomas en los que se encuentran, observa sus fotografías y disfruta sus cantos. 

THE CORNELL LAB OF ORNITHOLOGY 
El Laboratorio de Ornitología de Cornel, centro global para el estudio de las aves, brinda información sobre diferentes especies de aves, consejos sobre su preservación y su importancia en el entorno. 

CANTOS DE AVES DE LA CIUDAD DE MÉXICO 
Da un paseo interactivo para conocer distintas aves de la Ciudad de México, conoce algunas de las especies que han hecho de esta gran urbe su hogar. 

XENO – CANTO 
Escucha, descarga y explora los cantos de las aves de todo el mundo en este proyecto colaborativo. Comparte tus propias grabaciones y ayuda a identificar los sonidos de cada una de las especies. 

Las aves nacionales: el valor de uso de la imagen

México, UNAM, Instituto de Biología, 2014 

“Las aves en la vida del hombre han sido un recurso vital y preciso para dar solución expedita a una lista de necesidades materiales básicas, como lo es el sustento o ciertos problemas de salud, a más de ser inseparables compañeras de vida y de ser partícipes inapelables de nuestras creencias, costumbres y tradiciones, así como de estar ligadas de modo íntimo a diferentes aspectos míticos, de religiosidad y de fantasía por lo que queda demostrado que en diferentes grados de la escala de relaciones materiales y espirituales anida una carga importante de significados y de valores”. 

*Para acceder al libro, da click en la imagen.

El águila real como símbolo nacional en los documentos oficiales en México

El águila real ha sido un símbolo constante a lo largo de la historia de México, es un elemento esencial de la representación gráfica del escudo nacional mexicano que puede verse en la bandera, monedas, condecoraciones, etc. En los archivos municipales se encuentra en muchos documentos que utilizan el sello con el símbolo patrio que nos identifica como mexicanos. 

A lo largo del tiempo, el gobierno se ha preocupado por administrar su propio papel para evitar los fraudes en la documentación oficial. Desde la época colonial se estableció el uso de papel sellado para dotar de valor jurídico a contratos, escrituras públicas, diligencias judiciales y demás oficios. Incluso representó una de las rentas más importantes para la hacienda pública, por eso existieron penas para falsificadores, cómplices y encubridores. El papel sellado se continuó usando a pesar de que, en 1871 se expidiera una Ley del Timbre que pretendía sustituir los sellos por estampillas, pero aún en nuestros días seguimos constatando su pervivencia. 

La sigilografía, como disciplina encargada del estudio de los sellos, ha demostrado que son en sí mismos un testimonio histórico al mostrar aspectos sociales, jurídicos, y fiscales de la sociedad que los plasmó en los documentos de sus instituciones. Por eso, pueden ser analizados de diferentes maneras en este caso, el propósito es resaltar la imagen del águila real como componente iconográfico del escudo nacional de los sellos oficiales dentro de los archivos. 

Los elementos gráficos del escudo nacional fueron retomados de la tradición oral que narra la mítica fundación de Tenochtitlán en 1325, desde que los mexicas salieron de Aztlán hasta que encontraron el lugar señalado por su dios Huitzilopochtli, en donde encontrarían el águila sobre un nopal devorando una serpiente. En este sentido, la figura del ave rapaz asumió un significado de valentía y de guerra. 

Después de la conquista, el águila sobre el nopal fue parte del emblema de la capital de la Nueva España, aunque tuvo que modificarse por los reclamos de las autoridades virreinales que veían con recelo la pervivencia del pasado indígena. Durante la guerra de Independencia, en la bandera de José María Morelos, el ave aparecía sobre el nopal con una alusión a la virgen María. A partir de entonces la insignia adquirió un sentido de unidad nacional en las luchas libertarias contra la opresión colonial y se consolidó como insignia nacional. En 1815 Morelos decretó: “En un escudo de campo de plata se colocará un águila en pie, con una culebra en el pico y descansando sobre un nopal cargado de frutos, cuyo tronco esté fijado en el centro de una laguna. Adornarán el Escudo trofeos de guerra y se colocará en la parte superior del mismo, una corona cívica de laurel, por cuyo centro atravesará una cinta con esta inscripción: Independencia mexicana, Año de Mil ochocientos Diez”. Sin embargo, a pesar esto, no se logró unificar la disposición de dichos elementos. 

De hecho, la imagen del águila ha cambiado de acuerdo con las ideologías políticas y sociales de su época. Durante la primera regencia aparecía de perfil con las alas abiertas y con una corona imperial sobre la cabeza. En 1823 el Congreso eliminó los elementos imperiales, pero volvieron a aparecer con el águila de frente nuevamente coronada con las alas desplegadas durante la intervención francesa y el imperio de Maximiliano. Luego Porfirio Díaz decretó eliminar la corona y mostrarla de perfil. 

En general, fueron muchas las formas de presentar el águila real: de perfil, semiperfil, de frente, con corona, con gorro frigio, etc. Sin mencionar su distribución con los demás componentes gráficos del escudo. Estas variantes se pueden observar en los documentos municipales de los pueblos de Teococuilco de Marcos Pérez, San Pablo Huixtepec y de los archivos más grandes que organizamos el año pasado, en San Sebastián Tecomaxtlahuaca y San Francisco Telixtlahuaca. En la mayoría de los casos se agregó a la imagen la leyenda de los gobiernos locales para identificar las distintas municipalidades, distritos o instituciones de gobierno. 

Actualmente, solo el Congreso puede legislar sobre los símbolos nacionales, pero es importante resaltar que, en cualquiera de sus versiones, el escudo rescata la historia de nuestros antepasados desde tiempos inmemoriales, y cumple una función como medio de unidad al construir una identidad como mexicanos. Por suerte, podemos observar esta evolución en múltiples documentos dentro de los archivos históricos que de igual manera se encargan de conservar la memoria. 

El libro de los pájaros

Hace exactamente 30 años, el poeta Alberto Blanco nos regaló un pequeño libro extraordinario, El libro de los pájaros (Ediciones Toledo, 1990). En él se hace evidente que el oficio del poeta va más allá de la escritura. El poeta debe investigar de manera profusa, extender su programa escritural a la observación y documentación. Sus indagaciones poéticas tienen el mismo sentido que tiene la ciencia al internarse en el territorio siempre extraño de la realidad. “Geografía de la imaginación”, acuña Guy Davenport, donde la imaginación no es un ejercicio de fantasías, sino que es la forma en que conocemos y filtramos partes de la realidad. Hay dos claves al comienzo del poemario que nos dan certidumbre de lo que hoy escribo, el epígrafe de William Blake y el agradecimiento del autor. 

A saber, Blanco extrae de El matrimonio del cielo y el infierno del poeta británico una visión que anticipaba el problema que provocaría el conocimiento enciclopédico a otras formas de acercarse a la realidad. Dice Blake: “¿No quieres comprender que cada pájaro que hiende los aires/ es un mundo inmenso de delicias cerrado para tus cinco sentidos?”. ¿Puede la descripción taxonómica detallada de un mirlo o el estudio de la vocalización de un cenzontle proveernos de toda la información posible? 

En otro lugar de la mancha (tipográfica), Jorge Luis Borges anota que la verdad poética ilumina otro lugar de la realidad; el verdadero color del tigre, por ejemplo, no tiene que ver con su cromática biológica, el tigre rojo existe, también el negro. El primero es aquel que vaga por la margen de un río y que acaba de saciar su hambre con un ciervo; el negro, el que acecha en la penumbra. Ambas son también realidades en las que percibimos al tigre. Siguiendo a Blake –retomado por Alberto Blanco–, ¿cuánto de aquel mundo-pájaro nos está vedado? ¿Qué de ese mundo-pájaro no ha sido nombrado por nuestro lenguaje? Es ahí donde entra el oficio del poeta. Sin embargo, el otro indicio que marca Alberto Blanco al principio del libro es su agradecimiento a la Sociedad Mexicana de Ornitología, “por el apoyo y orientación brindados durante la realización del libro”. Entonces, ¿en qué quedamos?, preguntará usted, lector. Pues lo extraordinario que se ha podido fijar en este libro, la pródiga investigación que ha realizado el poeta, mapeando el territorio de la imaginación en paralelo, la ciencia y el lenguaje poético a la par. Así, Blanco nos advierte que: 

“Un corazón se abre solamente a quien comprende el canto de las aves” y después describe, en clave de laboratorista, cómo se destila la voz de la almendrita, hasta llegar a ser una solución transparente en la que solo se puede distinguir lo que probablemente es la voz purísima del bosque. 

Parece ser que es el colibrí el que origina el libro, no solo por su lugar en la edición (y el otro epígrafe, extraído de el libro de Los cantares de Dzitbalché), sino porque en ese poema se revela el problema de forma y estilo que ha trabajado el autor durante casi toda su carrera. En una serie encadenada de tres haikús, Blanco nos muestra el breve encuentro con el ave: 

Aparición 
entre sombras y ruidos 
luz de cristal 
Más que el rubí 
que amatista o turquesa 
alas en flor 
Fugacidad 
de las piedras preciosas 
¡el colibrí!

En esta cuarentena obligada, en el jardín se pueden escuchar sus voces y a veces, de repente, alguna sombra pasa por el cielo recortado por los muros. Entonces es verdad lo que nos dice Alberto Blanco: la canción es el espacio, pero el que canta es el tiempo.

Aves y música

Flauta hecha a partir de huesos de aves y marfil de mamut. Edad aproximada: 43 000 años, Journal of Human Evolution

La música, en el inicio de los tiempos fue una enseñanza de las aves. En su lenguaje, sus trinos y voces, la primitiva humanidad conoció la afinación y las melodías que, sumados al color, la belleza y la gracia en el vuelo de los pájaros, nunca han dejado de inspirar el espíritu creativo. De ahí que innumerables motivos y obras musicales aludan o imiten esos cantos primitivos, aún presentes. 

Si era evidente la relación de los cantos, desde la aurora, con los que ha despertado el ser humano en los remotos parajes al principio de los tiempos, se ha descubierto recientemente algo sorpresivo que anuda más, si esto es posible, el vínculo entre aves y música: esto es, el descubrimiento, en algunas cuevas, de los instrumentos más antiguos de los que se tiene noticia, situadas en Geissenklösterle, en territorios de la actual Alemania: flautas hechas a partir de huesos de aves, especialmente del buitre leonado (Gyps fulvus), que datan de cerca de 40 000 años de antigüedad. 

Así que la historia de la relación entre las aves y la música, lejos de ser anecdótica o de una belleza melódica fácil, es uno de los pilares civilizatorios de la humanidad. De ahí que, para hablar de la música, lo primero es tomar en cuenta que lo que escuchamos en el campo y la ciudad, el lenguaje canoro, es un repertorio inagotable que ha permitido constituir lo que se ha dado en llamar verdaderas “Bibliotecas de Cantos de Aves”, en las que los especialistas –no sin ayuda de apasionados pajareros, y aficionados curiosos de esas maravillas volantes, como Mercurio, los ángeles y toda clase de seres mitológicos alados– incorporan de manera sistemática grabaciones cortas o extensas, esa polifonía de la que apenas conocemos nada los habitantes de las ciudades. Solo para dar una idea de esas bibliotecas, recomendamos asomarse a la Biblioteca de Sonidos Aves de México, que posee una lista muy interesante de repositorios en universidades y centros especializados de muchos países del mundo. 

Por su parte, solo para despertar la curiosidad, la maestra Claudine Gómez-Vuistaz, profesora de Clavecín y Música Antigua en el Conservatorio Nacional de Música, propone unas cuantas obras –las hay innumerables– e invita a escuchar de otra manera el canto de las aves y así recordar la conversación entre los pájaros y los compositores desde siglos atrás. Desde luego, en numerosas sinfonías hay pasajes en los que claramente hay citas, por así decir, de cantos y trinos de gran belleza y musicalidad. 

*

Jean Vaillant (ca. 1360-1390) 
Par maintes foys 

*

Clément Janequin (ca. 1485 – 1558) 
Chanson des oiseaux 

*

Francois Couperin (París, 10 de noviembre de 1668- 11 de septiembre de 1733) 
Le rossignol en amour 

*

Jean Philippe Rameau, (Dijon, 25 de septiembre de 1683 – París, 12 de septiembre de 1764) 
Le rappel des oiseaux 

*

Louis-Claude Daquin (4 de julio de 1694 – 15 de junio de 1772)
Le coucou 

*

Camille Saint-Saëns (París, 9 de octubre de 1835-Argel, 16 de diciembre de 1921)
El Cisne 

*

Pau Casals  (El Vendrell, Tarragona, 29 de diciembre de 1876 – San Juan, Puerto Rico, 22 de octubre de 1973) 
Cant dels ocells 

*

Ottorino Respighi (Bolonia, 9 de julio de 1879 – Roma, 18 de abril de 1936)
Gli Ucelli 

Aves y padres

Kensaburo Oé
Una cuestión personal 
Editorial Anagrama 
España, 2008 

Mi nombre, Bird. Mi edad, veintisiete años y cuatro meses, aunque muchos coinciden en que parezco un anciano atleta demacrado. A veces me pregunto cuánto tiempo más seguiré pareciendo un pájaro; mis hombros alzados, como alas plegadas, mi nariz bronceada, mi cabello rojizo… Bird, soy Bird. 

Mi historia ocurrió hace mucho tiempo. Yo anhelaba ir a África y escribir un libro de crónicas, ya hasta sabía cómo lo titularía… pero en su lugar me casé y tuve un hijo. Era muy joven, no sabía lo que hacía. Comencé a beber. Me embriagué durante mucho tiempo, hasta que perdí toda consciencia. Luego decidí dejar de hacerlo. Me daba vergüenza. Y cuando llegó mi hijo, bueno, nadie apostó por su vida, había nacido con una hernia en el cerebro. ¿Podría yo haberlo hecho? ¿Quién era yo para apostar tal cosa? Bird. Una triste, flacucha avecilla. Un profesor de preparatoria. Un borracho. ¿Cómo se le llama al padre que pierde a su hijo? ¿Al hijo que ha perdido a su padre desde antes de nacer? Sin embargo, mi hijo está. 

Lo primero que salió de los labios de ese niño fue la imitación perfecta del canto de un ave. Tenía ya seis años y padecía un retraso mental causado por una hernia cerebral que le operaron al nacer. Sus padres, entusiasmados, le trajeron discos y discos de sonidos de aves; el niño, como suele pasar cuando se atrofia un sentido, aguzó maravillosamente el oído y, como poco después descubrieron sus padres, desarrolló una apreciación musical finísima. Este niño de quien hablo es el compositor japonés Hikari Ōe, hijo del Premio Nobel de Literarura, Kenzaburō Ōe. El personaje que inicia narrando este texto, invitando a conocerlo, proviene del libro Una cuestión personal, del escritor japonés. 

Mucho se ha comentado sobre el hermoso canto de las aves, también sobre el silencio y la calma en que debemos instalarnos para escucharlos mejor; tenemos bien clara la belleza de las plumas, pero ¿si en un momento de máxima inspiración, en un ejercicio de la fantasía, buscamos metamorfosear a un hombre en un ave? Quizá resultaría algo que no nos gustará, algo muy raro. Quizá lo que no nos guste ver ya existe, de hecho, en nosotros, y la imagen del ave vendrá a ser solo un marco, un detalle en nuestro reflejo. Así, en muchas de sus novelas (Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura, 1995, Cartas a los años de nostalgia, 1997, El grito silencioso, 2006, La bella Annabel Lee, 2016), el escritor japonés Kenzaburō Ōe repasa los capítulos más reveladores de su vida y, a partir de ellos, traza un mapa para que el lector penetre en la mirada no solo del hombre detrás de la pluma, sino de sí mismo: cada situación en la que terminan los personajes es una oportunidad para que nos cuestionemos e insistamos en esa pregunta incómoda. En este caso: Bird, el flacucho maestro de preparatoria somos cada uno de nosotros, anhelando viajes y quedándonos con lo poco que tenemos, soñando con el exterior, cuando realmente lo mejor que podemos hacer es, emulando a las aves, cultivar y agradecer nuestras pequeñas parcelas. 

Recomendaciones de los promotores de lectura

Baranda, María
Querido pájaro
ilustraciones de Elizabeth Builes
México, El Naranjo, 2016
 

*Edad recomendada: 8 años en adelante 

El Naranjo es una editorial que apuesta por libros con temas complejos y altos recursos narrativos, como La Distante, El Viaje de Malka, que acompañan a Querido Pájaro en esta casa editorial, en la que la prolífica María Baranda ya cuenta con otros títulos publicados. 

Querido Pájaro nos abre la puerta de una casa. Aquí viven un niño y su abuelo; un viejo de 80 años que conserva la mirada y el ánimo producidos por una imaginación feraz y una alegría inteligente y contagiosa. Es uno de esos libros en los que el tema central es la Muerte, pero no lo único que lo habita. María Baranda vuela, cual poeta, entre frases con ritmo y con cadencia. 

En el remanso de esta historia, se pueden ver, entre el espacio de una palabra y otra, intersticios en los que la imaginación y las palabras generan asombro en un devenir metaliterario, que asombra lo mismo al personaje que al lector. Querido pájaro es una historia que permite múltiples lecturas, una de ellas nos habla de esos instantes inasibles, más fijados en el eco de la memoria; nos habla de lo que significa presenciar lo extraordinario, en este caso, la muerte de un pájaro. 

Elizabeth Builes lo ilustra y sus imágenes emocionan. Narran a partir de la historia, potenciándola; Builes, es dueña de las atmosferas, en ellas su técnica hace un despliegue de recursos plásticos. Me quedo con una de las primeras imágenes: una mesa, un mantel de trazos naranjas, abajo, iluminada por una luz casi melancólica, un tanto umbría; perfecta para los juegos de la imaginación, se dibuja la silueta de un niño que lleva una lámpara en la mano. Y arriba, sobre la mesa, un gato, la cola del minino, semeja un anzuelo. 

Emiliano Aréstegui 

*

Los pájaros recuerdan, piensan, sienten, hacen regalos y aman.
Jennifer Ackerman 

Jennifer Ackerman, divulgadora científica, articulista en The New York Times publicó, hace un par de años, su maravilloso libro El ingenio de los pájaros (Ariel), considerado el mejor libro del año por The Wall Street Journal y London Sunday Time, entre otros. Un superventas que capturó no solo a ornitólogos, también a un amplio sector de lectores, como yo, maravillados y entusiasmados con los descubrimientos más recientes de la ciencia sobre la inteligencia de las aves, demostración palmaria de todo lo que la naturaleza todavía tiene que mostrarnos. Pese a ello, se prevé que la mitad de las especies de pájaros se extinguirán en los próximos 50 años sólo en EE.UU. Conocer a Ackerman en el Delta Birding Festival y saber que prepara un segundo libro sobre comportamiento de las aves fue un regalo. 

Ima Sanchís, La Contra, 
Tomado de La Vanguardia 

Lo sentimos, la página que buscas no existe.

¡Muchas Gracias!
En breve nos pondremos en contacto contigo.