CAJAS DE PALABRAS

El buzón, como otros medios de comunicación, ha pasado por la inevitable etapa de la nostalgia: entre más antiguo y singular, mejor. Cada país, desde su aparición, imprimió en él su idea de nación y es a través de sus diseños que hemos podido aprender sobre la historia o cultura de un país. Inglaterra, España, Japón y México, entre otros, han dejado una huella singular en los diseños de sus buzones que a la fecha los hace perfectamente identificables.

Tanto su diseño como su presencia común en el espacio urbano han motivado a que en diversos continentes se le tome como el símbolo de la correspondencia. Es tan fuerte el peso iconográfico del buzón que, con el avance de los años, se ha expandido hasta llegar a terrenos artísticos. El buzón ya no es un simple receptor de mensajes, se ha convertido también en un objeto dispuesto a ser transformado; cada centímetro de esta “caja de palabras” da innumerables posibilidades de otorgarle un nuevo significado, siempre respetando la utilidad inicial: resguardar y transmitir un mensaje.

Caja de palabras es una exposición que reúne las ideas de 20 artistas contemporáneos dispuestos a transformar el concepto de buzón, utilizando la técnica que más los ha distinguido en su carrera. Para esta muestra se contó con la producción de 20 buzones de madera elaborados por artesanos de los Talleres Comunitarios de Zegache. Cerámica, pintura, fotografías, timbres postales, entre otros, han sido los materiales utilizados por artistas en la reconstrucción de los buzones. Cada artista refleja una idea, un concepto diferente, que nos remite inevitablemente al viaje de las palabras y a ese hogar efímero en el que descansan las cartas.

Los buzones aquí presentes nos dan distintas posibilidades de connotación y nos llevan a los testimonios, anhelos, sueños y reflexiones de cada uno de los artistas. Son 20 visiones que nos sitúan en el mundo actual de la correspondencia; 20 visiones que nos permiten entender qué representa a nivel global este medio de comunicación: cómo es visto, cuál es su utilidad, y, sobre todo, cuál es su futuro.

ESTAMPILLA DEL DÍA DE MUERTOS

El Museo de Filatelia de Oaxaca (Mufi) y el Servicio Postal Mexicano (Sepomex) realizarán la cancelación especial de la convocatoria y exposición El Buzón de la Calaca 2014, en la cual se utilizará la estampilla postal Tradiciones Mexicanas Día de Muertos 2014, cuyo diseño mostrará una de las postales ganadoras de esta convocatoria de la emisión 2013.

Como cada año, esta convocatoria-exposición se realiza en el marco del Día de Muertos con la finalidad de promover el uso de la correspondencia tradicional así como el rescate y difusión del timbre postal. En la edición de 2013 se reunieron los trabajos de más de 150 artistas de diversos estados de la república mexicana, así como de países como Chile, España y Estados Unidos, de los cuales 50 fueron seleccionados para participar en la exposición homónima.

El diseño que este año llevará la emisión Tradiciones Mexicanas: Día de Muertos será el que el Servicio Postal Mexicano seleccione de un conjunto de postales enviadas a la convocatoria en 2013.

El primer acercamiento que Sepomex tuvo con los diseños de estas postales fue durante la realización del Séptimo Congreso Mexicano de Tarjetas Postales, celebrado en agosto en la ciudad de Monterrey, y en la que el Mufi participó con esta colección y otra sobre postales de la Revolución mexicana.

La cancelación especial se realizará durante la inauguración de la exposición El Buzón de la Calaca 2014, en el Museo de Filatelia de Oaxaca, con la presencia de las autoridades de Sepomex y el artista ganador.

TESORO DE OAXACA

Han pasado 20 años desde que se inició el proyecto de rescate de uno de los acervos bibliográficos más importantes de México: la Biblioteca Francisco de Burgoa, que pertenece a la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Entonces reinaba el caos: los libros estaban dispersos, algunos en el suelo, otros olvidados en cajas, entre insectos y bacterias. Afortunadamente, llegó el momento de descubrir su riqueza. Fue Francisco Toledo quien tuvo la iniciativa de promover el proyecto de su organización y aportar el 50 % de los recursos. Inició un sueño. Gracias a la asesoría de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, con el apoyo de su entonces directora, la Dra. Stella María González Cicero, comenzó la tarea: un equipo de trabajo fumigó el espacio, elaboró un inventario y logró que los libros se estabilizaran.

Localizamos miles de joyas bibliográficas, entre ellas: 14 incunables, impresos mexicanos del siglo XVI, importantes mapas y grabados, libros de geografía, religión, historia y literatura salidos de las imprentas más famosas de Europa y hasta un manuscrito de fray Bartolomé de las Casas.

Debido a la importancia de la colección, la biblioteca fue trasladada al exconvento de Santo Domingo de Oaxaca y Fomento Social Banamex financió la estantería de cedro rojo.

A lo largo de los años, la Biblioteca se ha convertido en un espacio cultural apreciado por la ciudadanía y los investigadores. Hemos recibido varias donaciones, realizamos publicaciones y creamos un taller de restauración que ofrece su servicio a otros archivos. Sin duda, es una de las bibliotecas más visitadas del país, especialmente por los grupos escolares y los turistas que llegan a la ciudad.

Ha sido un privilegio participar en este proyecto, ser parte de un equipo que logró la transformación de una bodega de papeles viejos en un digno espacio para las nuevas generaciones.

LA LABOR EN EL INSTITUTO CULTURAL FRAY FRANCISCO DE TORAL, CONKAL, YUCATÁN

Localizado en el exconvento erigido en el siglo XVII, el Instituto Cultural Fray Francisco de Toral es un proyecto que ha sido acariciado por largo tiempo por las autoridades religiosas seculares.

Auspiciado por la Arquidiócesis de Yucatán, este centro tiene como mira convertirse en un espacio en el que se reúna, resguarde y difunda el patrimonio artístico y documental de una de las diócesis más antiguas de México: la yucateca, que data de 1519.

El exconvento de San Francisco de Asís, clara alusión al fundador de la orden que evangelizó la zona, alberga al momento diferentes colecciones bibliográficas y documentales de gran importancia para la historia eclesiástica y civil de la península, que datan de los inicios de la colonización y evangelización de la zona.

Los encargados del proyecto se han enfocado en garantizar, en lo posible, la óptima preservación de los materiales que tendrá el Instituto Cultural en su resguardo, iniciando por la colocación de los fondos bibliográficos y documentales en condiciones climáticas estables, ya que el clima caluroso y húmedo de Yucatán propicia que el deterioro de libros y documentos sea inevitable, pues actúa como catalizador en el crecimiento de microorganismos e insectos y expone al papel de libros y expedientes a niveles de humedad que están lejos de ser los óptimos para la conservación del material.

Otro de los pasos importantes fue la colaboración de Adabi de México que, a invitación de las autoridades de la arquidiócesis, ha enfocado su experiencia de más de una década en materia de archivística, libro antiguo y conservación, a los proyectos de catalogación documental, clasificación bibliográfica y la puesta en marcha de un taller de restauración.

El presbítero Héctor Cárdenas, actual encargado del proyecto por parte de la arquidiócesis, ha presenciado cómo el personal de Adabi de México ha emprendido la tarea. En primera instancia, la ordenación y elaboración del inventario del Archivo Histórico Diocesano realizado por la coordinación de Archivos Civiles y Eclesiásticos, bajo responsabilidad de Jorge Garibay Álvarez, proceso que llevó seis meses para consolidarse, y que incluyó el orden y registro del acervo y proveyó a las autoridades, encargados —y posibles investigadores— de la capacitación en materia de catalogación de archivos diocesanos y paleografía. Con ello se logrará un mejor registro de los documentos para su control, una mejor atención a los usuarios y una lectura más rigurosa del material. Una vez que se ponga en marcha el servicio de consulta, los estudiosos e interesados en la evolución histórica del área, la institución religiosa, y otros aspectos sociales, tendrán en este archivo una veta muy importante de información.

El segundo proyecto que Adabi llevó a cabo en el Instituto Cultural Francisco de Toral fue la limpieza, organización y catalogación de las colecciones del Seminario de Yucatán y de la Catedral de Mérida, a cargo de la Coordinación de Biblioteca y Libro Antiguo, encabezada por Elvia Carreño Velázquez. En total se procesaron más de un millar de libros, que datan del siglo XV hasta el XX, en diversos formatos y sistemas de reproducción. Sin embargo, además del material bibliográfico, el acervo también posee publicaciones periódicas, manuscritos y material gráfico, con tintes religiosos, sociales e históricos. Entre las publicaciones clasificadas se localizaron tres libros incunables fechados en 1500 e impresos en Venecia por Baptista de Tortis, así como una segunda edición de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz, cuyos volúmenes poseen un grabado considerado de suma rareza por los especialistas.

Entre el material hemerográfico que se localiza en el acervo, se encuentran diversas revistas regionales, muchas con textos literarios, así como vistas de oficios cotidianos y reportajes sobre la visita de diferentes personalidades entre las que sobresale Porfirio Díaz.

El tercer proyecto que involucra la colaboración de Adabi de México con el Instituto Cultural Fray Francisco de Toral es la puesta en marcha de un taller de restauración, en el que interviene la generosa aportación de Fomento Cultural Banamex. Como se ha dicho, el clima de la península ha influido definitivamente en el deterioro del patrimonio documental. Es necesario generar un centro de trabajo que recupere los libros y documentos resguardados en el Instituto, a la vez que sirva de polo de atracción para el inicio de este tipo de disciplina en la zona, indispensable para la conservación del patrimonio regional. Se pretende que el centro establezca parámetros de conservación locales —pues no existen normatividades generales en cuestión de conservación— e imparta cursos de capacitación en la materia. Este proyecto está a punto de iniciarse y está respaldado por los interesados en el rescate y conservación de los archivos y bibliotecas de la península.

Con estos proyectos, Adabi de México contribuye al rescate y preservación del patrimonio documental de los mexicanos por medio de sus diferentes especialidades, y a la generación de conciencia sobre la importancia que tienen estas fuentes para comprender la historia y explicarnos como país.

MARCAS DE FUEGO

“Marca de fuego” es el nombre que se le da al signo que presentan algunos libros en cualquiera de sus cantos y que servía para indicar a qué biblioteca pertenecían. Como su nombre lo indica, se realizaba con un hierro candente para lograr quemar el papel de manera uniforme. Estas huellas carbonizadas se utilizaron principalmente en la época novohispana. No se conoce la fecha exacta en que inició su uso ni hasta cuándo dejaron de emplearse, pero actualmente, gracias al trabajo de investigación realizado en el Catálogo Colectivo de Marcas de Fuego, se tienen ubicadas algunas hasta el siglo XIX.

En el 2009, la Biblioteca Histórica José María Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Biblioteca Franciscana de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) se plantearon la posibilidad de crear un software para albergar una colección digital de sus marcas de fuego debidamente identificadas, partiendo de la necesidad de los bibliotecarios e investigadores de conocer la procedencia de los libros. María de Lourdes Fernández, responsable del área de Desarrollo de Colecciones Digitales para la administración, almacenamiento, navegación y consulta de la UDLAP, desarrolló el software denominado xmLibris. Por su parte, Mercedes Salomón Salazar, encargada del Área de Conservación de la Biblioteca Lafragua, se encargó de la metodología. Así fue como empezó el proyecto del Catálogo Colectivo de Marcas de Fuego que actualmente integran 17 instituciones de México, Estados Unidos y España.

El catálogo forma parte del Consorcio de Bibliotecas Europeas de Investigación y hay que destacar que solamente hay dos proyectos no europeos participando. Es un orgullo que la Biblioteca Francisco de Burgoa se haya incorporado a esta iniciativa que sin duda alguna enriquecerá la historia de nuestras bibliotecas. En esta línea, Oaxaca fue la sede del primer encuentro de instituciones participantes en el Catálogo Colectivo de Marcas de Fuego en julio de 2014.

Si quieres conocer más acerca de este proyecto, te invitamos a que consultes su página web.

TOMÁS HARRIS EN OAXACA

Tomás Harris, poeta chileno multilaureado, visitó Oaxaca en octubre para ofrecer algunas actividades organizadas por la Biblioteca Andrés Henestrosa. La conferencia “América viene primero: De la ausencia de un humanismo verdadero”, se trató de una mesa redonda donde compartió, con poetas oaxaqueños y avecindados, el actual estado de la poesía en Chile, habló también sobre la herencia violenta iniciada en 1973 que aún no termina. En esta mesa redonda participaron José Molina (†), Guadalupe Ángela (†), Alan Vargas y Óscar Sandoval. Por último, el escritor León Plascencia Ñol y el poeta José Molina (†) presentaron el libro de Harris, Los sentidos del viaje.

Tomás Harris, profesor de Castellano con maestría en Literaturas Hispánicas en la Universidad de Concepción, aborda en su obra a la ciudad y al viaje como temas principales. En 1982, publicó su primer poemario La vida a veces toma la forma de los muros y en 1985, Zonas de peligro, al cual Soledad Bianchi consideró “una de las construcciones poéticas más interesantes y novedosas de la literatura producida con posterioridad al golpe de Estado”.

En la Biblioteca Henestrosa, Harris centró su atención en el humanismo de Gabriela Mistral, a quien lo une su gusto por la poesía, y también su pasión por la enseñanza. Planteó que Gabriela Mistral hablaba de la poesía como un oficio lateral, pero que en realidad se convirtió en su razón de vida. “El oficio lateral, dice Harris, es una especie de paradoja en la que la situó la vida. La enseñanza y la escritura, pedagogía y poesía, en Gabriela, están tan entrabadas, tan ligadas visceral y culturalmente la una a la otra, que a veces es difícil decir dónde comienza una y dónde termina la otra.(…) Además, esta situación le mostró que las materias de enseñanza y de aprendizaje no sólo estaban en los libros sino, y sobre todo, en el Mundo, en la experiencia, la Naturaleza, la flora, la fauna, los oficios, en la tierra misma, y, sobre todo, en los habitantes originarios”.

VIAJE DEL IOHIO A LA MIXTECA BAJA

En junio del presente año, un equipo de siete colaboradores del Instituto de Órganos Históricos de Oaxaca (IOHIO) y de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca viajó a la zona oeste de la Mixteca Baja, en los límites con Guerrero, para tocar una misa y concierto en el órgano histórico en San Pedro Zapotitlán Lagunas, en celebración de la fiesta patronal el día 29. En esta región de Oaxaca destaca la presencia de cuatro órganos tubulares: en San Juan Ihualtepec, San Miguel Ahuehuetitlán, Santiago Tamazola y Zapotitlán. El IOHIO los ha documentado y conservado desde el 2003, pero por la distancia, seis horas desde Oaxaca, nuestras visitas han sido poco frecuentes. Esta región siempre ha tenido una relación más cercana con Puebla que con Oaxaca por la facilidad en el transporte y la comunicación. La mayoría de los órganos de la zona fueron construidos en el Taller de Organería de la Familia Castro, en Puebla, entre los años de 1852 y 1885. El órgano de Zapotitlán Lagunas destaca por ser el mejor conservado de los cuatro instrumentos, y fue reparado de manera básica, no de forma profesional, por un alumno de la Escuela de Conservación del INAH, en 2003. Este es uno de los nueve órganos en activo en Oaxaca.

Al llegar a la comunidad pudimos admirar la decoración de las principales calles con tapetes de arena multicolores, hechos con motivos florales y religiosos, que marcaban la ruta procesional para el día siguiente, una hermosa tradición artística de esta región de Oaxaca. Esa noche, Joel afinó el órgano mientras que los compañeros se turnaron para alzar el fuelle, en una jornada que terminó a las tres de la madrugada. Todos participaron en el concierto: Joel Vásquez acompañó la misa en el órgano y Ricardo Rodys cantó; Valentín Hernández y quien esto escribe ejecutaron el concierto de música oaxaqueña, mientras que Ricardo y Joel manipulaban los registros, y los voluntarios del pueblo accionaban el fuelle. El sacerdote del templo introdujo cada pieza y dirigió el canto; Fidel Ugarte tomó fotografías del concierto y Eduardo Sánchez lo grabó. El público quedó asombrado después del concierto, muchos subieron al coro alto por primera vez para ver el interior del templo desde arriba y el órgano de cerca. Luego, nos reunimos con las autoridades para disfrutar en la plaza la quema de toritos, la música de banda y el castillo.

Visitamos el templo de Ihualtepec con la misión de avanzar en la organización y el respaldo fotográfico de cientos de manuscritos —de los siglos XIX y XX temprano— de música sacra y popular. Este tesoro fue hallado desde 2003, pero por la cantidad de documentos, sólo pudimos avanzar con una fracción del trabajo, lo que planteó la necesidad de futuras visitas.

En Ahuehuetitlán confirmamos algunos detalles técnicos del órgano, parte del equipo se desplazó a Tamazola para fotografiar el órgano y su templo. En este recorrido se integraron diversos aspectos de nuestro trabajo: la difusión de música de órgano, el estudio y la conservación de partituras históricas y avances en la documentación de los órganos.

Huipil de Quetzaltenango, Guatemala, primera mitad del siglo XX (años 20)

Hilos industriales de algodón, teñidos con colorantes naturales (caracol púrpura y añil) y sintéticos. Los lienzos se tejieron en telar de pedales en dicha localidad. El tejido combina ligamento sencillo, sarga diagonal y brocado de trama donde el diseño parece haber sido controlado de manera mecánica. Las franjas azules fueron teñidas en la técnica de reserva conocida como jaspe de trama (ikat). La unión de los tres lienzos fue decorada con bordados hechos a mano en punto de ojal, mientras que el cuello muestra punto recamado y nudo francés utilizando algodón mercerizado (este cuello es de fecha posterior que la tela y el bordado de la randa). Este tipo de prenda se conocía como “huipil ranciado”; las diferentes clases sociales vestían estilos distintos en la ciudad maya k’iche’ de Quetzaltenango.

TINTES EMBLEMÁTICOS DE OAXACA

Oaxaca posee una riqueza textil extraordinaria. En muchas ocasiones, esta riqueza se debe a la enorme variedad de recursos naturales disponibles para la elaboración de textiles, factor fundamental que permitió la construcción de una cultura textil de gran sofisticación. Los tintes naturales son una parte importante de este panorama y tres de ellos han dado colores característicos a numerosos pueblos del estado. En las últimas exposiciones de este año, el Museo Textil de Oaxaca y el Centro Cultural San Pablo hacen un reconocimiento al legado cultural de tres colorantes inigualables de Oaxaca: la grana cochinilla, el añil y el caracol púrpura.

El MTO presenta piezas de su acervo donde se refleja el uso de estos tintes. La exposición muestra dos líneas principales. La primera corresponde al teñido para autoconsumo en distintas regiones del estado, pues la relación entre las comunidades y los tintes ha desarrollado la identidad de numerosos pueblos. Ejemplo de ello son los enredos colorados de los Valles Centrales, donde la lana se enciende en numerosos tonos de rojo con la grana cochinilla, o los posahuanques (faldas de enredo) de la Costa oaxaqueña, lienzos que incorporan caracol, añil y, antiguamente, grana. La segunda línea a presentar corresponde a la revitalización y reinterpretación que ha hecho Remigio Mestas de estos colorantes naturales durante los últimos 20 años. Su interés y entusiasmo por la elaboración de tejidos de calidad excepcional han permitido que las tejedoras elaboren obras maestras aún en el siglo XXI.

El uso de la grana, del añil y del caracol no sería posible sin la invaluable labor de personas que se dedican a procesar estos tintes. Así pues, el CCSP mostrará una exposición fotográfica de la autoría de Rafael Doníz. Las fotografías nos invitarán a conocer el cuidado tan escrupuloso que requiere la cría de la grana cochinilla, la extracción del tinte de la planta del añil y la atención para teñir con el caracol Purpura pansa.

Ambas muestras nos permitirán reflexionar sobre la estrecha relación entre medio ambiente, los intercambios comerciales, la elaboración de textiles y la valoración de los mismos. En el momento en que uno de estos factores se debilita, se corre el riesgo de la desaparición de este patrimonio. Las exposiciones buscan dignificar los procesos de teñido con estos tintes naturales, así como promover el uso de los mismos de manera respetuosa y amigable con el entorno natural y cultural.

CONTADORES DE HISTORIAS DE LA MIXTECA

Desde hace dieciséis años hay una orquesta que va y viene por el mundo contando historias. Al principio, sus integrantes sólo eran tres —Edgar Serralde, Patricia García y Rubén Luengas—, ahora suman ocho con Verónica Acevedo, Jorge Martínez Jiménez, Eloy Pérez Velázquez, Sergio Martínez y Pablo Márquez. Se llama Pasatono Orquesta, una agrupación que, además de investigar y recuperar la música de la Mixteca, va contando esas historias de sus pueblos, las que contaban sus abuelos, hechas canciones.

Rubén Luengas es el director de la orquesta y nos cuenta que en su pueblo, Tezoatlán de Segura y Luna, hace como treinta años se perdió la música tradicional, ya nadie tocaba ni componía nuevas canciones, debido al fenómeno de la migración y el contacto con otras culturas. Al salir de su pueblo para estudiar Etnomúsica en la Ciudad de México, y regresar a él, toma consciencia de que la música mixteca estaba desapareciendo. Así, uniendo la música tradicional mixteca con la académica, Pasatono Orquesta emprendió la búsqueda de sus raíces porque, como mixtecos, “estamos seguros de que nuestro origen es nuestro destino”. Y ese destino los ha llevado a recorrer el mundo contando las historias de la Mixteca.

Pero Pasatono no se ha quedado sólo en la ejecución y la investigación musicales. Hay otros dos ejes en su quehacer. El primero es el Taller de Laudería, donde se construyen los instrumentos que antiguamente se tocaban. También crearon una orquesta infantil con veinticinco niños a quienes transmiten su conocimiento musical.

El otro eje, y que les ha supuesto varios premios, es el cine. “En estos últimos años hemos tenido la labor intensa de hacer música para cine y no nada más componer y ejecutarla, sino también intervenir en las películas. Por ejemplo, en poner músicos a cuadro, asesorar a los directores para los instrumentos que quieren que salgan y que sean congruentes con la historia. Un proyecto donde la investigación nos da las herramientas para poder decir ‘A esta película le queda este instrumento, esta música’”.

Su notable labor ha fructificado en varias películas, pero hay dos cortos que han sido ganadores de un Ariel al mejor cortometraje en 2013 y 2014: La tiricia o cómo curar la tristeza, de Ángeles Cruz. Pasatono Orquesta tiene un texto grabado titulado Tiricia y Ángeles Cruz le pidió a Rubén Luengas si podía hacer un corto basándose en su argumento. “Hacíamos un espectáculo de monólogo con música —cuenta el director de la orquesta— y a partir de ese argumento ella hizo un guion y después consiguió el financiamiento para filmarlo. Yo compuse la música, Pasatono la tocó y ganamos el Ariel”.

El otro corto ganador del Ariel es Música para después de dormir, de Nicolás Rojas. “Ahí Pasatono no sale a cuadro, pero ganamos el Ariel este año como mejor cortometraje”, relata Rubén Luengas.

El disco más reciente de Pasatono Orquesta es Maroma, una colección de canciones donde los músicos retoman el tema de la maroma, el circo tradicional mixteco —sin animales ni carpa—, y hacen una propuesta diferente a lo que venían haciendo. Con esta producción musical querían “decir algo nuestro, propio, a partir de nuestros instrumentos, nuestras formas musicales”. Maroma es un parteaguas que marca a Pasatono musicalmente en la producción, en los arreglos y les da pie para interactuar con otros artistas como son los de la Compañía de Maroma de San Miguel Amatitlán de la Mixteca. Este encuentro con los maromeros los llevó a algo más, a la Maroma Intercultural, un espectáculo en el que la música es el hilo conductor, mientras que en el escenario se van intercambiando los versos con la acrobacia, la música, la pantomima y la poesía. Todo esto con la actuación de Compañía de Maroma, de Charlotte Pascayre, una alambrista francesa que forma parte de Transatlancirque, y la coordinación y un monólogo de la cineasta y actriz Ángeles Cruz.

La Maroma Intercultural se presentó los pasados 20 y 21 de septiembre en el Centro Cultural de San Pablo, Oaxaca. Es una coproducción que trabajaron durante meses con la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, donde los intereses en común se unieron para hacer su versión de las artes circenses para seguir contando historias.

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