Boletín FAHHO Digital No. 15 (May 2022)

Una tilma emplumada

Alejandro de Ávila

En un número anterior del Boletín describimos el inicio de nuestro trabajo con Noé Pinzón Palafox, talentoso joven tejedor originario de San Mateo del Mar, con quien hemos recreado diversas técnicas que se habían olvidado en Oaxaca y en otras regiones de México. El proyecto sigue en marcha gracias al apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, mediante el Museo Textil de Oaxaca, y con base en la investigación pionera de Hector Meneses que parte del fragmento de un huipil novohispano que nos donó el maestro Francisco Toledo.

En dicho Boletín1 ilustramos nuestro primer ejemplo: el “Paño para recibir a una criatura al nacer”. En este número y en los siguientes queremos mostrar otras piezas que hemos creado dentro del mismo proyecto. Noé terminó de tejer el segundo ejemplar de plumaria, una tilma, en septiembre de 2016, después de cinco meses de trabajo.2

La urdimbre y la mayor parte de la trama de esta tilma son de seda criolla que fue criada, hilada y teñida con añil istmeño por Moisés Martínez Velasco y su familia en San Pedro Cajonos. Junto con la seda, introdujimos en la trama hilo de algodón torcido con plumón de ganso; tiñó la pluma y torció este hilo Román Gutiérrez Ruiz, en Teotitlán del Valle, empleando grana, añil y zacatlaxcale, una planta parásita que asemeja fideos amarillos sobre las ramas de los árboles.3 También usamos en la trama de la tilma hilos de algodón blanco y coyuchi, hilados ambos con malacate en San Juan Colorado, comunidad mixteca de la Costa.4

La tilma se compone de cuatro lienzos de cuatro orillos; es decir, cuatro piezas tejidas por separado en telar de cintura, sin cortar un solo hilo de la urdimbre ni la trama.

Tejer una tela de cuatro orillos sin que se abra ni se afloje la textura es un reto que Noé domina magistralmente, como se puede apreciar en esta pieza. El tejido combina varias estructuras: la mayor parte de los lienzos centrales es de ligamento de gasa compleja reticular 2/2. Este código indica que al tejer se tuercen dos hilos pares de la urdimbre con dos hilos nones, entre una trama y otra. Introdujimos sobre esa base los hilos emplumados como tramas suplementarias que siguen la misma secuencia que la trama de seda azul para formar las aves pequeñas en varios colores.

La cenefa perimetral luce tres técnicas distintas: Noé tejió los cuadritos de la orilla en tapicería, la misma estructura que vemos en los sarapes de Teotitlán y de Saltillo. Sigue la greca en rojo y blanco, en tejido de flotación de tramas recíprocas, una técnica que se había perdido. Viene por último la franja ancha con letras y caracoles labrada en tramas suplementarias sobre ligamento sencillo. Noé tejió primero los lienzos centrales y después preparó su telar para labrar de forma simultánea los dos lienzos laterales, más angostos. Al avanzar con su trabajo, nos sorprendió a quienes lo observábamos en el proceso, pues ideó una forma de seguir el diseño de modo más eficiente, que no se nos habría ocurrido a quienes crecimos en otra época: con su teléfono celular tomó fotos de las figuras que yo había trazado sobre papel, de tal forma que él podía agrandar y achicar las imágenes conforme necesitaba revisar la cuenta de los hilos.

La tilma labrada lleva por nombre “Plumaje y lenguaje”. En la cenefa superior se lee: LAS PLUMAS VUELAN EN EL AIRE, y en la inferior: Y LAS PALABRAS EN EL TIEMPO. Los caracoles en las cenefas laterales evocan las vírgulas que representan el habla en los manuscritos antiguos de Oaxaca y de otras regiones de Mesoamérica. Al concebir este diseño y esta inscripción, teníamos fresco en la memoria el Coloquio de Lenguas Otomangues y Vecinas, cuya séptima edición había tenido lugar en el Centro Cultural San Pablo en abril de 2016. Las ponencias presentadas en el COLOV versan muchas veces en torno a los cambios fonológicos y semánticos que experimentan los vocablos a lo largo del tiempo. En esas modificaciones pareciera intervenir con frecuencia el azar, como una pluma que vuela en el viento.

Pero nuestros colegas, lingüistas y filólogos acuciosos, son capaces de rastrear su trayectoria: nos enseñan de qué ave provino la pluma y cómo llegó a nuestros pies.

A uno de nuestros compañeros en el MTO le pareció excesivo el colorido de esta pieza. Le comenté esa reacción al maestro Toledo, cuya respuesta fue contundente, sacudió la cabeza y me dijo: “El tiempo se encarga de eso”.

1 https://fahho.mx/un-lienzo-emplumado/

2 La tilma es el manto que vestían antiguamente los hombres a manera de capa anudada sobre el hombro.

3 Las diversas especies de zacatlaxcale corresponde al género Cuscuta de la familia de las convolvuláceas en la botánica linneana.

4 La fibra del algodón coyuchi es de color canela, sin teñir. Se trata de una variedad de Gossypium hirsutum, el algodón domesticado en México.


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