Volvamos a enviar postales de Navidad
Honraré la Navidad en mi corazón
y procuraré conservarla durante todo el año.
Charles Dickens
Navidad es una época del año en la que los sentimientos más cálidos salen a relucir y el espíritu navideño nos contagia de alegría y buenos deseos para todos nuestros seres amados. Es el momento perfecto para convivir con familiares y amigos a los que no podemos ver tan frecuentemente como nos gustaría. Una de las maneras más bonitas de mostrarle nuestro afecto, sobre todo cuando están lejos, es enviando una postal navideña.
La tradición del envío de postales navideñas tiene su origen en 1843, en Inglaterra, gracias a Sir Henry Cole, un inventor muy prolífico de la época. Ese año, el señor Cole había recibido numerosas cartas de felicitación por parte de amigos y conocidos en la fechas cercanas a la Navidad. Él, al no contar con el tiempo suficiente para responder de manera personal a cada uno de ellos, encargó a John Calcott, un pintor, dibujante y muy buen amigo suyo, la realización de una pintura con escenas navideñas que posteriormente fue reproducida en litografía y coloreada a mano. En las reproducciones se observaba una cena familiar en la parte central con la frase “Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo para Usted”, y a los lados, escenas de buenas acciones, por ejemplo, personas dándoles abrigo y comida a los más necesitados. En estas postales, Cole agregaba unas brevísimas palabras y su firma, y las enviaba por correo postal a todos sus conocidos, así ninguno se quedaba sin recibir una muestra de afecto de su parte.
Horsley hizo un aproximado de mil tarjetas. Naturalmente, Cole no utilizó todas, y las que sobraron fueron vendidas por el artista a un chelín cada una. Tuvieron gran éxito, y se terminaron por completo. Pasaron algunos años hasta que, en 1862, se comenzaron a imprimir tarjetas postales navideñas en serie, y en 1893 la Reina Victoria de Inglaterra las popularizó aún más, al solicitar la impresión de postales con un diseño para enviar a sus allegados.
Hoy en día, esta práctica ha caído en desuso debido a la facilidad y rapidez que nos brindan los medios de comunicación actuales. Aún así, el enviar y recibir postales navideñas sigue siendo una actividad en extremo reconfortante. Nada se compara con el placer de dedicar tiempo a elaborar y enviar nuestro afecto a través de un rectángulo de cartulina ilustrada que viaja durante algunos días hasta que llega a las manos de la gente que queremos. Y cuando las recibimos, se convierten en el mejor obsequio que podamos imaginar.
Desde el único museo de filatelia de toda Latinoamérica los invito: ¡Volvamos a enviar postales de Navidad!