Velas
El rico aroma a cera de abeja, dulce y terroso, invade el taller de Viviana Alavez en la comunidad de Teotitlán del Valle. Viviana custodia la tradicional elaboración de velas de concha; vierte cada vela a mano capa tras capa, como lo hacían sus ancestros. Sus velas representan cientos de años de técnicas y habilidades transmitidas de generación en generación. Hoy en día, su hijo y sus nueras llevan a cabo perfectamente este proceso.
La elaboración de velas requiere paciencia: consiste en darle baños de cera a los pabilos que cuelgan de una estructura de metal y madera; con una jícara se recoge la cera líquida de una cubeta, misma que se vierte con delicadeza desde arriba del pabilo para ir cayendo, capa por capa, hasta conseguir el grosor y tamaño adecuados: una vela puede llegar a requerir de doscientas a trescientas capas de cera. Para decorarlas se utiliza la cera de abeja derretida en un apaxtle, donde la artesana introduce delicadamente sus moldes de madera o barro haciéndolos girar, para después sumergirlos en un recipiente con agua fría y, entonces, desprender la cera del molde; como resultado se obtiene una forma que doblará o recortará para armar flores, pétalo por pétalo.
Las velas son parte indispensable en la vida cotidiana de esta comunidad. La mayoría de sus costumbres están relacionadas con estos preciados objetos, que se encuentran presentes en ceremonias religiosas, desde el nacimiento hasta la muerte. También guardan un gran significado y simbolismo en fechas importantes como el Día de Muertos, donde no solo iluminan los altares dedicados a los seres queridos fallecidos, sino que también simbolizan la fe, la esperanza y la guía para las almas en su viaje al mundo terrenal. Es por ello que, para esas fechas, se acostumbra a poner velas blancas y lisas con la finalidad de darles la bienvenida a quienes se han ido, pero que regresan al hogar de quienes los recuerdan con amor.