Boletín FAHHO Digital No. 47 (Feb 2025)

Una línea, un planeta

Nancy Mariano
Ken Hiratsuka en la BS Canteras

Todo está en calma.
Chirridos de chicharras perforan rocas.

Matsuo Basho

Los hilos que nos unen, aquellos que no se ven, de alguna manera guían los afectos, las complicidades, los proyectos, los caminos. Uno de esos hilos, con su origen en tierras niponas, ha viajado a través del tiempo por distintas ciudades del mundo hasta llegar a Oaxaca. Esta es su historia.

En noviembre pasado recibimos una propuesta por parte de Liliana Alberto, actriz y tallerista de la red de bibliotecas BS: dicha propuesta pretendía colaborar de manera presencial con un escultor japonés para desarrollar un proyecto artístico, el cual ha realizado en varios países y que consiste en labrar una escultura. Cuando nos platicó sobre el artista y el motivo de su obra, de inmediato hicimos lo necesario para dar la bienvenida a Ken Hiratsuka y así colaborar en su proyecto.

El maestro llegó a tierras oaxaqueñas los primeros días de diciembre, acompañado de su esposa, la bailarina Gloria McLean, y del gestor cultural Eddie Deleón. Después de encantarse con la biblioteca, los jardines y la arquitectura, lo siguiente fue encontrar la piedra adecuada para el tallado.

Habíamos considerado las que estaban dentro del edificio, pero ninguna funcionaba: la primera se rompió con un leve cincelado, otras eran muy pequeñas. Buscamos algunas opciones externas, pero nada convencía. Cuando volvimos a dar un recorrido por las afueras del edificio del archivo, descubrimos que una cantera de casi una tonelada esperaba desde hacía tiempo ser convertida en una talla. Parecía olvidada, era grande, robusta, de un verde esmeralda perfecto. Con los permisos convenidos se instaló lo necesario para que Hiratsuka continuara con el proyecto de su vida: “Todos somos uno”, con el cual ha ido a diferentes lugares del mundo dejando su arte grabado en rocas.

El proceso de tallado

Ken Hiratsuka nació en Shimodate, prefectura de Ibakari, Japón; a los 22 años se graduó de la Universidad de Arte de Tokio y llegó a Nueva York. Esta ciudad fue el punto de arranque de esa línea continua que ha ido trazando alrededor del mundo; allí esculpió las aceras, convirtiéndose en un referente del arte callejero en la década de los ochenta.

Mientras estuvo con nosotros, cada día, durante una semana, el artista nipón llegaba a su lugar de trabajo, mantenía una comunicación afectiva con su roca, tomaba notas y de su bolso sacaba su cincel envuelto en tela. Entonces golpeteaba con fuerza, pero a la vez con cariño cada parte requerida; por momentos descansaba, tomaba agua, observaba, parecía que él y la piedra se ponían de acuerdo —como si se hubieran estado esperando desde siempre—, hasta lograr las líneas pensadas.

La inauguración estaba cerca y la pieza casi acabada; el día en que movimos la pieza fue épico, era un jueves 5 de diciembre. Quince compañeros del Archivo encabezados por Jacobo Babines, actual responsable del AGEO, se apersonaron para lograr la hazaña. Fue entonces cuando la transmutada cantera llegó a su nueva casa, aquella que siempre estuvo esperando, o quizá volvía a ella. Ahora está ubicada frente a las salas de lectura de la biblioteca infantil, en el primer piso de este edificio que resguarda la memoria del pueblo oaxaqueño.

Esa cantera verde labrada por el artista nipón fue movida por personas que la cargaron y empujaron, de manera que su fuerza física ayudó para el traslado; pero también fue movida por quienes, con su energía, voluntad, compromiso y apoyo confirmaron que “la unión hace la fuerza”.

El traslado de la pieza. Fotografías: Nancy Mariano

En una emotiva ceremonia donde las letras, la danza, la música y la escultura estuvieron presentes, se presentó la pieza maestra Una línea, un planeta. Con esta obra, Ken no solo labró una roca, también una historia que queda unida a nuestra tierra, a nuestras lectoras y lectores, a la gente que pudo observar cada día la transformación, y a todos aquellos que en el futuro podrán admirarla.

Gracias a todas las personas que hicieron posible este proyecto, especialmente al maestro Ken, quien, generosamente, donó a las lectoras y lectores de la BS Biblioteca Infantil de Oaxaca esta pieza para seguir demostrando con su arte que “Todos somos uno”.

Para más información sobre Ken Hiratsuka, pueden visitar su página: https://www.kenrock.com


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