Un mundo de posibilidades
Misteriosa es esta tierra de la cual escribimos. Escondidas e impenetrables son las montañas que habitamos, profusos barrancos y escabrosas montañas que se alzan hasta las nubes; aquí, en el lugar de la neblina y del nido de águilas, vive la población mazateca. Quienes conformamos esta familia aprendimos a bordar a muy temprana edad, igual que la mayoría de las mujeres y algunos hombres que habitamos la zona alta de la Sierra Mazateca del estado de Oaxaca. Las enseñanzas de nuestra madre y abuela, Donata Martínez Ríos, nos han guiado en el camino del textil.
Tras un año de duración de la pandemia de COVID-19, hicimos el intento de acercarnos al Museo Textil de Oaxaca con la finalidad de encontrar un espacio de asesoramiento y difusión de nuestro proyecto familiar y, para nuestro bien, fuimos escuchados e invitados a una serie de talleres organizados por el MTO. Al inicio del confinamiento tuvimos un mayor acercamiento entre toda nuestra familia, ahora ya podíamos dedicar el tiempo suficiente a las labores de la aguja, y fue entonces que nos dimos a la tarea de elaborar huipiles finos bordados en cuadrillé y manta con hilos mercerizados, la gran mayoría comprados en la hiloteca del Museo Textil. Sin embargo, ha sido una labor difícil porque solo un reducido número de personas ha querido pagar nuestro trabajo a un precio justo.
En el taller aprendimos combinaciones de colores hasta cierto punto diferentes, y eso nos abrió un mundo de posibilidades. Quienes bordamos, manejamos y conocemos una gran diversidad de colores inspirados en la naturaleza que nos rodea, pero en este taller pudimos darle un giro a nuestra mirada: algunos colores yacían escondidos y solo tras una profunda búsqueda fue que dimos con ellos. Nuestra elección iconográfica para la pieza que elaboramos en el taller fueron algunas flores que se bordaban en la década de 1930, difícilmente conocidas por la comunidad, salvo por algunas mujeres ancianas que vieron a sus madres y abuelas, o bien que ellas mismas utilizaron y bordaron en huipiles. A este tipo de prendas en mazateco se les nombran como tsó Jao ká que significa ‘huipil de dos pasadas’.
Hace algunos meses, una compañía extranjera plagió un huipil mazateco perteneciente a, al menos, seis municipios de esta Sierra Mazateca. Nos parece importante generar una denuncia ante esta indebida apropiación cultural desde nuestras comunidades, pero, sobre todo, señalar que a través de estos talleres reconocemos la importancia de defender nuestra indumentaria y creamos piezas que retoman aspectos tradicionales para combinarlos con ideas y propuestas nuevas. Sin duda, en este taller además de aprender sobre la diversidad de colores, generamos una relación de diálogo y hermandad entre las compañeras y compañeros. Estamos muy emocionados de mostrar al mundo el legado textil que se nos ha heredado.